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El aporte de Immanuel Kant a la psicología

Su filosofía concilia empirismo y racionalismo al establecer que el conocimiento


proviene de lo que nuestros sentidos perciben, pero pasando a través de las formas puras de
la sensibilidad (espacio y tiempo) y de las categorías puras del entendimiento (los distintos
modos de razonamiento), por las que el mundo extenso adquiere su forma racional para el
sujeto cognoscente. De los conocimientos a priori que no dependen de la experiencia sensible
viene el conocimiento científico de la matemática y la física.
Desde esta perspectiva, el hombre no puede tener conocimiento de una substancia
llamada “alma”, pero si puede tener consciencia de sus fenómenos internos, cuyo centro es
el “yo”, por lo que la metafísica no sería científica.
El aporte de Kant es su afirmación de que la ciencia debe tener su base en la
experiencia concreta, pero en el caso de la psicología, esta experiencia no es objetiva. Este
problema epistemológico queda evidenciado gracias a Kant, quien clasifica los fenómenos
psíquicos a estudiar en fenómenos de conocimiento, de apetición o conación y de
sentimiento, al parecer siguiendo las clásicas facultades del alma de inteligencia, sentimiento
y voluntad, pero afirmando categóricamente que el alma como substancia metafísica queda
fuera del alcance de la ciencia psicológica, cuyo objeto serían más bien estos fenómenos que
sí se pueden conocer por experiencia.

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