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Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los

recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras: el


grupo selknam de Tierra del Fuego (Argentina).

MARIAN BERIHUETE AZORÍN

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN DE TERCER CICLO


DIRECTORES: RAQUEL PIQUÉ I HUERTA
RAMÓN BUXÓ I CAPDEVILA
UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA
DEPARTAMENT DE PREHISTÒRIA
JUNIO 2006
Τα ζόµπι που ζούνε στις άγριες πόλεις
λατρεύουν τα πλούτη για κέρδη διψούν
µα ο Ορέστης µε τρύπιες τις φλέβες τους δείχνει
ποια είναι η ζωή τους γι' αυτό τον µισούν

ΩΧΡΑ ΣΠΕΙΡΟΧΑΙΤΗ
Πρώτος δίσκος
1996
AGRADECIMIENTOS

En primer lugar me gustaría agradecer a Raquel Piqué que me animase a venir a la Autónoma y a
pedir una beca predoctoral cuando no me conocía de nada. Además me gustaría agradecerles a ella
y a Ramón Buxó que aceptasen ser los tutores de mi trabajo de investigación, gracias por toda la
ayuda y la paciencia que habéis tenido.

Gracias al departamento de Prehistòria de la UAB, donde llegué el año pasado y a la gente de la


sede del Museu d'Arqueologia de Catalunya en Girona (Aurora, Llorens, Didier, Asun, Enriqueta,
Miquel y todos los demás). Gracias a Carmen, con la que “trié” y floté por primera vez.

También me gustaría dar las gracias a la gente del CADIC, Estela Mansur, Jimena Oria, Marian
Vanesa Lencinas y todo el equipo de excavación del sitio Ewan. Mil gracias a la gente que cribó y
flotó los sedimentos… Gracias a Joan Antón Barceló por intentar que la estadística entrase en mi
tesina, y a Oriol Vicente por las plantas del yacimiento. Gracias en general a toda la gente del
grupo Devara. Gracias a Laura Caruso por ayudarme con la bibliografía, entre otras cosas.

Al equipo del IPNA de Basel, a Stefanie Jacomet y sobre todo a Marlu Kuhn, Danièle Martinoli y
Patricia Vandorpe, con las que tuve el primer contacto con la carpología. También al resto de la
gente de “la casa”.

Muchas gracias de verdad a todos mis amigos que desde “toa Ejpaña” y parte del “ejtranjero” me
apoyan y animan y me ayudan en todo lo que pueden. Merci també de tot cor als meus companys
de pis: Pandy, Peíto, Andreita, Aideta y Cesc. Ja no m’ en recordo com es posa una rentadora, a
qui el toca cuinar o quan vaig fer l’últim torn de neteja. Aquestes ultimes setmanes heu sigut
realment imprescindibles, no tan sol a l’àmbit domèstic. Y gracias a toda la gente que he
encontrado en Girona: Xayi, Sebas, Marie...

Gracias a toda mi familia que siempre me ha apoyado… aunque no les guste que esté “tan lejos”.
En especial a mis padres y a mi hermana. Gracias a Rubén por apoyarme y aconsejarme siempre,
esté donde esté.
Este trabajo se enmarca dentro del proyecto Determinación de las causas de variabilidad del registro
arqueológico en sociedades cazadoras-recolectoras a través de un ejemplo etnoarqueológico: estrategias de
gestión de recursos bióticos, llevado a cabo por miembros del Departamento de Arqueología del CSIC
de Barcelona y del Departament de Prehistória de la UAB.

Su realización ha sido posible gracias a una beca predoctoral FPI concedida por la Universitat
Autònoma de Barcelona.
ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN 1

2. ARQUEOBOTANICA, ARQUEOBOTANICA. ANTECEDENTES DE LA


DISCIPLINA 6
2.1. PERO, ¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO? 6
2.2. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN EN EL VIEJO MUNDO 8
2.3. LOS ESTUDIOS ARQUEOBOTÁNICOS EN EL CONTINENTE
AMERICANO. PANORAMA GENERAL 10

3. EL PAISAJE 12
3.1. EL BOSQUE DE ÑIRE (NOTHOFAGUS ANTARCTICA) 14
3.2. LA VEGETACIÓN ALREDEDOR DE EWAN 15
3.3. FLORA NATIVA VS. FLORA INTRODUCIDA 16

4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y


ETNOGRAFÍA 18
4.1. ARQUEOLOGÍA 18
El proyecto arqueológico Sociedad y ritual entre los selknam de Tierra del Fuego 18
Ewan I. La choza ritual 20
Ewan II. La choza de habitación 23
Cronología y función de los yacimientos 26
4.2. ETNOGRAFÍA 28
El uso de las plantas entre la sociedad selknam según las fuentes etnográficas 28

5. METODOLOGIA 43
5.1. INFORMACIÓN Y ORIGEN TAFONÓMICO DE LOS RESTOS
VEGETALES 43
5.2. CONSERVACIÓN DE LOS RESTOS 46
5.3. METODOLOGÍA DE RECUPERACIÓN EN EXCAVACIÓN 47
La recogida de muestras en Ewan 50
5.4. TRATAMIENTO DE LOS RESTOS 51
El caso de Ewan 53
En el laboratorio 53

6. LA IDENTIFICACIÓN 57

7. DESCRIPCIÓN Y DISCUSIÓN ARQUEOBOTÁNICA DE LOS TAXONES


IDENTIFICADOS 60
7.1. DESCRIPCIÓN DE LOS PRINCIPALES TAXONES IDENTIFICADOS 60
Características económicas de los taxones identificados 62
7.2. APRECIACIONES BIOMÉTRICAS Y TAXONÓMICAS 67

8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS 76


8.1. LA CHOZA RITUAL: EWAN I 76
8.2. EWAN II: LA CHOZA DE HABITACIÓN 86
8.3. ANÁLISIS COMPARATIVO DE LOS DOS YACIMIENTOS 93
8.4. ¿QUÉ HACE UNA SEMILLA COMO TÚ EN UN SITIO COMO ÉSTE? 95

100
9. CONCLUSIONES

105
10. BIBLIOGRAFÍA

11. ÍNDICES 115


11.1. ÍNDICE DE GRÁFICOS 115
11.2. ÍNDICE DE TABLAS 116
11.3. ÍNDICE DE FIGURAS 117
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 1

1. INTRODUCCIÓN

La carpología es la rama de la arqueobotánica que se ocupa del análisis de las semillas y frutos que,
gracias a diferentes procesos deposicionales y posdeposicionales, se han conservado en contextos
arqueológicos. Las informaciones que el estudio de estos restos nos puede aportar son, por un
lado, de índole paleoecológica sobre las características paleoambientales del medio y de la
vegetación del pasado y, por otro lado, también económica, en relación al aprovechamiento y
gestión de los recursos vegetales por parte de las comunidades humanas.

En cuanto a las primeras, la combinación de los datos carpológicos con los polínicos,
antracológicos y de análisis de fitolitos nos pueden ayudar a trazar un panorama sobre cómo eran
el paisaje y los ecosistemas del pasado, y mostrarnos el abanico de recursos que las poblaciones
que en ellos vivían tenían a su alcance. En cuanto a las segundas, son de vital importancia para
entender cuál era la relación entre el ser humano y el medio (en este caso el medio vegetal) y así
cumplir los objetivos generales de la arqueología: “[…] el estudio de las semillas y/o frutos
dispersos en los niveles arqueológicos nos pueden ofrecer valiosos datos acerca de la época de
recolección, de su explotación, y del aprovechamiento del medio vegetal por los antiguos grupos
humanos” (BUXÓ, 1984:25).

Generalmente los estudios carpológicos se han orientado al conocimiento de la explotación


agrícola o al estudio de los primeros pasos en la domesticación de las plantas. La creencia de que la
base subsistencial de lo que entendemos como sociedades cazadoras recolectoras1 se basó más en
la caza que en el aprovechamiento de otros recursos y, a la vez, la naturaleza perecedera de los
vegetales han conducido a que los estudios de los restos de semillas y frutos, y de los
arqueobotánicos en general, de estas sociedades sean todavía bastante escasos. En el caso
americano son aún más escasos y esporádicos si cabe. Ello ha contribuido a perpetuar la idea de
que las plantas y demás recursos recolectados (como la leña o los moluscos) han sido
complementarios o secundarios en las economías cazadoras recolectoras2.

1
Como sociedad cazadora-recolectora entiendo todo aquél grupo humano cuya economía está basada en la
explotación de especies animales, vegetales y hongos por medio de la caza y la recolección, sin haber intervenido
previamente en su existencia o reproducción.
2
Lo que se ve en el propio nombre que les damos y que se ha aceptado ya como un convencionalismo: cazadoras-
recolectoras, en lugar de recolectoras-cazadoras.
2 1. INTRODUCCIÓN

Tanto esta idea de la marginalidad de los recursos vegetales, como la creencia de que era
imposible recuperar los restos vegetales, han mantenido los estudios arqueobotánicos en la
puntualidad en la arqueología de estas sociedades. Sin embargo estudios más recientes (por
ejemplo WRANGHAM et alii, 1999) muestran como los alimentos de origen vegetal en las dietas
prehistóricas eran más importantes de lo que tradicionalmente se piensa, por no hablar del
combustible y otros usos como techumbres, vestido y diversas materias primas que a menudo se
obvian (BERIHUETE et alii, en prensa). Por otro lado, los estudios arqueobotánicos que se han
venido realizando los últimos años muestran como es posible, aplicando la metodología adecuada,
recuperar los restos arqueobotánicos en yacimientos de cazadores recolectores (MASON, 2002).

Además, la relación del ser humano con las plantas silvestres es muy importante, pues va más allá
de la domesticación ya que se mantiene y continúa después de que esta se produzca. El estudio de
la relación del ser humano con estos recursos y el estudio de los restos en su contexto
arqueológico, nos pueden ayudar a conocer múltiples aspectos de las sociedades que estudiamos.

Los recursos disponibles (vegetales, animales o minerales) dependen del entorno en el que vive
cada grupo humano. La oferta de recursos puede ser evaluada a partir de diversos indicadores,
siempre siguiendo criterios uniformadores, como por ejemplo análisis polínicos, proximidad de
cursos de agua, latitud, pendiente, substrato, orientación, etc. La distribución de estos recursos
en el pasado permite valorar la disponibilidad y accesibilidad, y, por lo tanto, el grado de
dificultad en su obtención (BERIHUETE et alii, en prensa). En este sentido con ayuda de la
arqueología, la etnografía y la arqueología experimental podríamos estimar cuestiones relativas a
la producción y al valor (objetivo y subjetivo3) de estos recursos.

Por otro lado la composición de los conjuntos arqueobotánicos, las características de los restos y
su distribución espacial en el yacimiento pueden ayudarnos a conocer los procesos de trabajo que
los llevaron a integrarse en el registro y las modalidades de consumo. Es por todas estas razones
que consideramos de gran importancia integrar los estudios arqueobotánicos en el estudio de las
sociedades pasadas, para así tener una visión global de cómo se organizaron para producir y
reproducirse.

3
Etnográficamente se constata como la recolección de materias vegetales, tanto de alimentos como de combustibles,
es una labor generalmente realizada por mujeres. Por tanto obviar su importancia significa no considerar/valorar el
trabajo realizado por este grupo. Visibilizar los procesos de trabajo relacionados con la obtención, procesado y
consumo de plantas tiene como consecuencia visibilizar el trabajo llevado a cabo por grupos frecuentemente
“marginados” de la investigación (BERIHUETE et alii, en prensa).
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 3

El objeto de este trabajo de investigación es el estudio de los carporrestos provenientes de los


yacimientos Ewan I y Ewan II, en Tierra del Fuego. La excavación de ambos sitios se ha realizado
en tres campañas, entre los años 2003 y 2005 y se enmarca dentro del proyecto “Determinación
de las causas de variabilidad del registro arqueológico en sociedades cazadoras-recolectoras a
través de un ejemplo etnoarqueológico: estrategias de gestión de recursos bióticos”. Los trabajos
se han llevado a cabo con el apoyo del Ministerio de Cultura (Programa excavaciones en el
exterior) y la participación de investigadoras e investigadores de la UAB, CSIC y CADIC
(Argentina). El proyecto ha tenido por objetivo desarrollar y contrastar metodologías
arqueológicas, especialmente aquellas dirigidas a analizar aspectos de la economía y sociedad que
habitualmente no se abordan desde una perspectiva arqueológica. Concretamente el proyecto
Ewan se ha centrado en el análisis arqueológico del ritual. El caso de estudio, es la sociedad
selknam que habitó la región centro-este de la Tierra del Fuego hasta principios del siglo pasado.
En este sentido el trabajo que aquí presentamos debe ser entendido en un marco de investigación
más amplio.

Es por ello que en este trabajo nos hemos marcado una serie de objetivos, que se relacionan con
el proyecto en general y esperamos contribuyan al mejor conocimiento de la economía de estas
sociedades. Entre estos objetivos, podemos distinguir unos de carácter general, que tendrían que
ver por un lado con el mejor conocimiento de las sociedades cazadoras recolectoras; por otro
lado, con el de la evaluación de los procesos de trabajo que han llevado a la formación del registro
arqueobotánico y carpológico; y por último, con la comprobación y aplicación de una
metodología arqueobotánica existente, desarrollada a partir de otros casos estudiados y adaptarla a
nuestro caso concreto de estudio.

Es el nuestro un caso excepcional en el que tenemos la oportunidad de combinar la información


etnográfica recogida por los diferentes viajeros, misioneros e investigadores, con los datos
arqueológicos procedentes de las excavaciones realizadas.

Nuestro punto de partida es considerar que los restos arqueobotánicos son los restos materiales de
diversos procesos de trabajo. El trabajo es la interacción entre los agentes de producción (la fuerza
de trabajo, las personas) y aquello que es modificado (el medio/objeto/producto del trabajo)4. Es
también la condición esencial de la existencia humana5: el esfuerzo que el ser humano aplica a la

4
Grupo DEVARA, 2006.
5
SANOJA, 2000:63.
4 1. INTRODUCCIÓN

naturaleza para sacar de ella lo que necesita para vivir. Los procesos de trabajo serían el conjunto
de etapas o fases, necesarias e imprescindibles para la obtención de los productos buscados, en
cuyo estudio podríamos diferenciar la secuencia de transformación: obtención, extracción, elaboración
y ensamblado6. Mediante la objetivación de esta secuencia podemos intentar un acercamiento al
Valor Objetivo (cantidad de trabajo invertido) de sus productos. La visibilización de los procesos de
trabajo relacionados con la obtención y procesado de las plantas alimenticias ha de contribuir al
análisis del valor social del producto, que es uno de los objetivos generales que nos planteamos en
el proyecto marco. Tan sólo contemplando la totalidad de recursos consumidos por una sociedad
seremos capaces de analizar de manera global su economía.

La metodología arqueobotánica aplicada en este estudio, es decir el conjunto de herramientas


desarrolladas para el muestreo, recuperación y análisis de los restos vegetales, surge de una serie
de trabajos previos. Nosotros nos hemos propuesto adecuarla a las necesidades específicas de
nuestro caso de análisis, y en la discusión de resultados valoraremos el éxito de esta adaptación.

Asimismo hemos planteado una serie de objetivos de carácter específico, que atañen únicamente
a nuestro caso de estudio. Se trata de contrastar dos contextos arqueobotánicos que responden a
procesos formativos diferentes, la cuestión es comprender cómo se han incorporado las semillas al
registro arqueológico y valorar el papel que en este proceso han jugado las actividades
desarrolladas en estos. Los restos proceden de dos contextos que son resultado de procesos
formativos diferentes. La hipótesis inicial basada en la información “etnográfica” y en las
informaciones y documentación gráfica que tenemos, es que la choza de Ewan I es una cabaña que
se levantó para celebrar en ella un ritual de iniciación denominado hain, mientras que Ewan II
sería una choza de habitación donde tuvieron lugar actividades de orden subsistencial. Según
pensamos, estas cabañas fueron coetáneas, lo que nos permitiría comparar las diferencias en el
registro derivadas de un uso diferencial del espacio. Consideramos que estos procesos formativos
deberán dar como resultado conjuntos arqueobotánicos diferentes. El análisis comparativo de
ambos contextos permitirá corroborar esta hipótesis.

La combinación de la información recogida en las diferentes obras que describen a la sociedad


selknam y la derivada de los análisis de los diferentes restos arqueológicos, en nuestro caso de las
semillas, nos puede ayudar a conocer mejor a este grupo social, pero también a contrastar las
metodologías arqueológicas utilizadas en este estudio.

6
G. DEVARA, 2006; BERIHUETE et alii, en prensa.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 5

Como consecuencia de los objetivos planteados, hemos estructurado el trabajo en los siguientes
capítulos. En el capítulo 2 haremos un repaso de lo que es la arqueobotánica y de lo que ha
supuesto, a nivel historiográfico y de investigación. Nos referimos tanto al caso europeo, donde se
producen los primeros avances y que al fin y al cabo es nuestro marco de investigación, como al
americano también importante a nivel de desarrollo de métodos, y en el que se inscribe nuestro
caso. En el tercer capítulo pasaremos a hablar de las fuentes de nuestro estudio: por un lado las
arqueológicas, para las que nos ocupamos de los dos yacimientos de los que procede nuestro
material de estudio, describiendo sus características, las campañas de excavación, metodología,
etc.; y por otro las etnográficas, de entre las que repasamos algunas de las más representativas en
busca de toda la información que podamos obtener sobre el uso alimenticio de los vegetales por
parte de la sociedad selknam.

En el capítulo 4 presentamos una breve introducción al paisaje de la Tierra del Fuego, en el que se
encuentran los dos sitios, fundamental para comprender mejor las características de los restos que
estudiamos, los modos de vida de las poblaciones que allí vivieron y los procesos de formación del
registro arqueológico. En el quinto capítulo pasamos a revisar la metodología arqueobotánica,
considerando tanto el trabajo de campo como la recogida de muestras, el tratamiento de las
mismas y su análisis en el laboratorio. Además integramos los datos sobre la metodología aplicada
en Ewan I y Ewan II. El sexto capítulo es también metodológico, pero en este caso desarrollamos
la metodología relativa a la identificación de taxones. A continuación (capítulo 7) se describen y
discuten los diferentes taxones identificados en ambos yacimientos, se presentan los datos
biométricos y se incluyen las fotografías e ilustraciones correspondientes. En el capítulo 8
presentaremos gráfica y literariamente los resultados obtenidos después del análisis carpológico
para en el 9 exponer las conclusiones a las que hemos llegado.
6 2. ARQUEOBOTANICA, ARQUEOBOTANICA. ANTECEDENTES DE LA DISCIPLINA

2. ARQUEOBOTANICA, ARQUEOBOTANICA.
ANTECEDENTES DE LA DISCIPLINA

2.1. PERO, ¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO?

En un primer momento, ante la falta de consenso generalizada, surge necesariamente la discusión


en torno a la definición de la disciplina en la que se inscriben los análisis de frutos y semillas (y
demás restos vegetales) provenientes de yacimientos arqueológicos. A menudo es este el tema que
abre congresos u ocupa las primeras líneas de libros y artículos (HASTORF y POPPER, 1988,
PEARSALL, 1989, VAN ZEIST, 1991, BUXÓ, 1997, MARINVAL, 1999 o PIQUÉ, 1999).

El principal punto de discordia radica en el choque de dos tradiciones, una anglosajona y otra
latina (principalmente franco-española), que se referirían a esta disciplina como paleoetnobotanica y
arqueobotánica respectivamente (MARINVAL, 1999:105). Para algunos autores como Van Zeist
(1991: VIII), el término de arqueobotánica sería menos apropiado porque no se centraría por
definición en la interacción entre personas- plantas.

Hay autores que hicieron hincapié en la diferencia entre los dos términos y otros que los usan
indistintamente. Para los primeros la diferencia principal estribaría en que la paleoetnobotánica
introduce el factor “relación ser humano-mundo vegetal”, mientras que, según ellos, la
arqueobotánica se ocuparía principalmente de la reconstrucción del paisaje y del estudio de los
restos vegetales de cualquier tipo de yacimiento7.

Sin embargo, hoy en día parece que el término más aceptado y extendido (especialmente en el
ámbito europeo y sudamericano) es el de arqueobotánica8. En todo caso, son ambos aspectos: la
reconstrucción de la vegetación y el medio del pasado y el uso de la misma por parte de los grupos
humanos, el objeto de nuestra disciplina. En el mundo universitario del Estado español donde el

7
Para una lectura más extensa de la cuestión terminológica, pueden consultarse las citas del párrafo anterior.
8
Esto podemos verlo en publicaciones como la revista Vegetation History and Archaeobotany o el manual Archäobotanik
citado en la bibliografía (JACOMET, 1999), artículos no sólo de procedencia europea (ROJAS, 2004), laboratorios
como el Laboratorio de Arqueobotánica del CSIC (Madrid) y en los programas universitarios (Universitat
Autònoma de Barcelona o Aristotle Panepistimio de Salónica, por ejemplo) en general.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 7

término más extendido es el de arqueobotánica (en programas universitarios, laboratorios,


publicaciones…) éste no se entiende sin la componente social o, en este caso, paleoetnobotánica9.

Bajo mi punto de vista, dado que los análisis arqueobotánicos tal como los entendemos se
inscriben siempre en el marco de la investigación arqueológica, siempre incluirán el factor de
estudio de las relaciones humano-medio vegetal. Literalmente la palabra arqueobotánica (del
griego αρχαίος y η βοτανική) se referiría al estudio de las plantas antiguas, pero dado que
estos estudios se hacen normalmente desde una perspectiva arqueo-antropológica o arqueológica,
me parece que no es necesario especificar más añadiendo el lexema etno (ο έτνος, pueblo)
puesto que siempre se referirán a la relación de los seres humanos con las plantas.

En el caso del mundo latino se han distinguido diferentes especialidades dentro de la


arqueobotánica en función de la naturaleza de los restos analizados: antracología (que se ocupa de
los carbones), palinología (que se ocupa del polen) y carpología10 (que se ocupa de frutos y
semillas). Por semillas entendemos el óvulo fecundo y maduro, contenido en el fruto y que a su
vez contiene el embrión, capaz de desarrollarse en una nueva planta y por fruto el órgano que
contiene las semillas procedentes de la transformación de uno o más óvulos después de la
fecundación (BUXÓ, 1984: 25).

Siguiendo la tradición de estudios del mundo latino en el que nos encontramos, podemos aceptar
las definiciones de carpología ya propuestas hace tiempo (BUXÓ, 1984: 25; MARINVAL, 1999:
105). La primera llama paleocarpología11 a la disciplina que estudia las semillas y los frutos
antiguos procedentes de plantas cultivadas y de platas espontáneas que se presentan bajo la forma
de macrorrestos/restos en los yacimientos arqueológicos. Según la segunda, se dedicaría al análisis
de los frutos y semillas conservados en los sedimentos arqueológicos, con un campo de aplicación
dividido en cuatro sectores principales: redibujar la historia de la alimentación vegetal, tanto
desde el punto de vista de las especies consumidas como del de los modos culinarios; seguir la
evolución del fenómeno agrícola; conocer el medio que rodeaba los sitios y la gestión del mismo y
estudiar ciertos aspectos de las prácticas culturales: ofrendas, depósitos, etc. A esta definición

9
Por eso en este trabajo usaré el término de arqueobotánica, aunque en última instancia creo que estas definiciones
son intercambiables y muchos autores las usan como sinónimos (v. g. JACOMET).
10
La palabra derivada del griego significaría literalmente el estudio (η λογία) de frutos (ο καρπός).
11
Aquí Buxó y Marianval han añadido al término el prefijo paleo (del griego παλαίος), que simplemente hace
referencia al estudio de estos restos en contextos del pasado.
8 2. ARQUEOBOTANICA, ARQUEOBOTANICA. ANTECEDENTES DE LA DISCIPLINA

habría que añadir el estudio de los procesos de trabajo que permiten la obtención, transformación
y consumo de las plantas.

En cuanto al campo de aplicación propuesto por Marinval, creo que muestra la sobrevaloración
que se le viene dando al estudio del fenómeno agrícola, que desde un punto de vista “vegetal”
podría incluirse en las cuestiones paleoambientales sin más, y desde el punto de vista “humano” en
las cuestión relativas a la gestión del medio. Creo que la principal aportación de la carpología a la
arqueología, dejando de lado las cuestiones paleoambientales, es el ayudarnos a conocer la gestión
de esta parte de los recursos naturales que hacían las diferentes comunidades humanas,
ayudándonos a comprender los diferentes procesos de producción y reproducción de las mismas.

2.2. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN EN EL VIEJO MUNDO

Diversos autores y autoras se han ocupado de hacer un repaso de la historia de la carpología y de


los estudios botánicos en general (VAN ZEIST, 1991, BUXÓ, 1997, MARINVAL, 1999 o
PIQUÉ, 1999, entre otros).

Los primeros análisis de restos vegetales procedentes de contextos arqueológicos se llevaron a


cabo en un momento muy temprano (en relación al desarrollo de la propia arqueología). Iniciado
el estudio de los carporrestos en la década de los 20 del s XIX con los trabajos de C. Kunth sobre
material egipcio (MARINVAL, 1999:106), no será sin embargo hasta la segunda mitad del s XX
cuando atendamos a una mayor difusión y proliferación de este tipo de análisis. Pueden destacarse
algunos estudios como los de Heer (considerado padre de la paleoetnobotánica europea,
RENFREW, 1991) sobre restos recuperados en palafitos suizos (1872, citado en BUXÓ 1997:24)
o los de Netolitzky y Schiemann en la primera mitad del s XX, que sirven para consolidar la
disciplina (citado en BUXÓ, 1997:25).

Más tarde, a partir de la década de los 60, con trabajos como el de Helbaek sobre los orígenes de
la agricultura en Próximo Oriente, la arqueobotánica cobra mayor impulso. Fundamental es la
formación en 1968 del International Work Group for Palaeothnobotany (IWGP). Este grupo se encarga
de impulsar la colaboración y el intercambio de ideas entre investigadores de todo el mundo,
principalmente a través de los congresos que se celebran cada tres años (el último de los cuales, el
número 13, tuvo lugar en Girona en mayo de 2004).
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 9

Desde entonces han proliferado los estudios en torno a la arqueobotánica, tanto de carácter
metodológico y general, como los análisis locales, el análisis del cultivo, consumo o nueva
introducción de especies concretas, etc. ejemplos de los cuales pueden encontrarse en la
bibliografía de este trabajo (p. e. PEARSALL, 1989, BUXÓ, 1997 o CAPPARELLI, 2005). Una
de las líneas de investigación más fuertes sigue siendo la de los inicios de la agricultura que, junto
con los estudios de sociedades ya plenamente agrícolas, ocupan el grueso de las investigaciones y
son el tema de la mayoría de proyectos de investigación. Trabajos sobre este tema se recogen en
obras como, por citar algunas, Transitions to Agriculture in Prehistory (1992), Last Hunters, First
Farmers: New Perspectives on the Prehistoric Transition to Agriculture (1995) o The Origins of Agriculture
and Crop Domestication (1997), siendo la lista de investigadores y trabajos relativamente larga
(BAR-YOSEF 1995, BUXÓ 2002 o WILLCOX 1997, entre otros).

En contraposición, los estudios sobre la gestión de recursos vegetales por parte de grupos de
economía cazadora-recolectora son todavía escasos. A menudo los estudios responden a hallazgos
fortuitos de semillas o restos de gran tamaño y no a programas de investigación específicos. Sin
embargo son de destacar algunas excepciones, como los trabajos de Martinoli en Turquía (2005),
las investigaciones en Ohalo II en Israel (PIPERNO, 2004) o los de Zapata en el Pais Vasco
(2000). También podemos encontrar algún volumen que se ocupa de arqueobotánica de
cazadores-recolectores: Archaeobotany of Hunter-Gatherers (MASON, 2002), que recopila trabajos
sobre diferentes zonas (India, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, España, Holanda, Próximo
Oriente, Japón, Alemania, Israel o Europa del Este) o el publicado en su día (HARRIS, 1989)
Foraging and farming: the evolution of plant exploitation.

Actualmente, los análisis arqueobotánicos están a la orden del día en toda excavación
arqueológica. Esto es así al menos en la teoría, pues se supone que tanto éstos, como los análisis
de fauna, cerámicos, antropológicos, etc. son necesarios al ayudarnos a completar la información
obtenida en la excavación sobre las sociedades en estudio. Sin embargo, en la práctica vemos
como en la mayoría de las ocasiones no existe ningún tipo de cooperación entre lxs arqueólogxs
que llevan el trabajo de campo y lxs arqueobotánicxs que después llevarán a cabo los análisis de los
vegetales recuperados, haciendo inviable la correcta obtención en interpretación de la información
de los restos vegetales. Tan sólo la organización de equipos interdisciplinares puede resolver
algunas de las lagunas en la investigación arqueobotánica (y arqueológica en general).
10 2. ARQUEOBOTANICA, ARQUEOBOTANICA. ANTECEDENTES DE LA DISCIPLINA

2.3. LOS ESTUDIOS ARQUEOBOTÁNICOS EN EL CONTINENTE AMERICANO.


PANORAMA GENERAL

En el caso del continente americano, donde se encuentran los yacimientos objeto de nuestro
estudio, los primeros trabajos sobre restos arqueobotánicos fueron los de Saffray en 1876 en
momias peruanas, seguidos por los de Rochebrune (1879) sobre las plantas de Ancon, también en
Perú (citado en PEARSALL, 1989: 4). Ambos estudios pioneros en el continente americano
fueron realizados por investigadores europeos, mientras que los arqueólogos americanos no
mostraron un interés destacable hasta después de 193012. Es entonces cuando la invitación de
Guthe a los arqueólogos para que enviasen material botánico al Museo de Antropología de la
Universidad de Michigan hace que se extienda el interés por este tipo de análisis.

Según Pearsall (1989), es a partir de la publicación en 1954 de los resultados de las excavaciones
en Starr Carr por el arqueólogo británico J. G. D. Clark, cuando muchos investigadores quedan
convencidos de la importancia de los restos biológicos en la interpretación arqueológica. Es
entonces cuando se sistematizan estos estudios en el Sudoeste de Estados Unidos y en México13,
destacando los estudios sobre las plantas cultivadas en el Nuevo Mundo: maíz (Mangelsdorf,
Cutler y Galinat), cucurbitáceas (Withaker y Cutler), judías (Kaplan) y algodón (Stephens)
(citados en PEARSALL, 1989, capítulos 1 y 3). Sin embargo, bajo nuestro punto de vista parece
más plausible atribuir este auge al nacimiento de la Nueva Arqueología, que influye no sólo en la
arqueobotánica, sino también en los estudios faunísticos, antropológicos, en el registro de datos,
uso de nuevas tecnologías…

Desde que Struever describe la flotación en 1968, los arqueólogos comienzan a buscar
sistemáticamente los macrorrestos vegetales de yacimientos con problemáticas de conservación
variadas, y no sólo de aquellos en los que las condiciones de extrema sequedad o humedad
preservaron una gran cantidad de material.

Actualmente ha aumentado el número de estudios arqueobotánicos en el continente americano,


tanto en Centroamérica (Piperno en Panamá -1985- o Montúfar en México -2003-) como en
Sudamérica (Harstof en Perú -1988-, Pearsall en Ecuador -1990-, Capparelli en el Norte de
Argentina -2005-, Pérez de Micou en Patagonia -1991, 2000, etc.-, Piqué en Tierra del Fuego -
12
Antes sólo destacan algunos estudios de macrorrestos como el de Young en 1910, que identificó material vegetal en
coprolitos de Kentucky (citado en PEARSALL, 1989: 5).
13
Esto es así porque las condiciones climáticas de la zona han colaborado a la preservación de los restos vegetales.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 11

1999-, Solari en Chile -2000 y 2004-, Freitas y Solero en Brasil -2003-, Bonzani en Colombia -
1997-, entre otros) y en Norteamérica (Gremillion y Sobolik en Kentucky –MASON, 2002-).
Esta lista comprende todo tipo de estudios relacionados con el uso de materias vegetales halladas
en el registro arqueológico (semillas, carbones, fitolitos, fibras usadas en cestería…).

Sin embargo, una vez más encontramos que las investigaciones se orientan en su mayoría al
estudio de cuestiones relativas a la agricultura (p. e. PEARSALL y PIPERNO, 1990) y la
introducción de nuevos cultivos (p. e. CAPPARELLI, 2005).

Como en el caso de Europa, vemos como la atención prestada al estudio de los restos vegetales en
sociedades de economía cazadora-recolectora son aún muy escasos, siendo prácticamente
inexistentes para la zona que ahora estudiamos. Para Tierra del Fuego, encontramos sólo algunos
estudios generales como el de Rojas Villegas (2004), antracológicos como el de Piqué (1999,
2005) o Solari en Chile (2000 y 2004).

No obstante es de destacar, que este tipo de análisis se están comenzando a extender también en
Sudamérica y actualmente están siendo publicadas diferentes obras de síntesis o de recopilación de
publicaciones/estudios están siendo publicadas: Plantas y cazadores en Patagonia (2002) o Estudios
etnobiológicos. Pasado y presente de México (2003).
12 3. EL PAISAJE

3. EL PAISAJE

Los yacimientos de Ewan I y Ewan II fueron ocupados en el último milenio, probablemente a


inicios del s. XX, lo cual permite desestimar variaciones en el paisaje debidas a cambios
medioambientales. Es por ello que el estudio de la vegetación actual es el mejor medio para
conocer la del momento de la ocupación. Asimismo es necesario complementar estos datos con
los de la vegetación potencial estudiada por biólogos, por si incendios (naturales o provocados por
el ser humano), la nieve, etc. han podido provocar alguna modificación en el paisaje.

Ambos yacimientos se encuentran en la Isla Grande de Tierra del Fuego (Argentina), al Noroeste
del lago Fagnano. Esta es la mayor de las islas que forman el archipiélago fueguino, que se
extiende desde el Estrecho de Magallanes hasta el Cabo de Hornos.

Topográficamente, en la Isla Grande encontramos dos áreas contrastadas. Al norte predomina la


llanura, al sur y al oeste se extiende un relieve abrupto formado por los últimos contrafuertes de
la Cordillera de los Andes, aquí llamada Cordillera Fueguina. Las alturas máximas que se pueden
encontrar en territorio argentino son las montañas Vinciguerra (1450 m), Alvear (1425 m) y
Olivia (1330 m).

Durante el Pleistoceno toda esta región estuvo sometida a glaciaciones; fruto de ellas encontramos
arcos morrénicos y morrenas laterales de muchos kilómetros. La retracción de los glaciares se
produjo de forma gradual a finales del Pleistoceno. Actualmente el hielo se encuentra confinado a
las altitudes.

No existen ríos de gran caudal, pero sí muchos riachuelos fruto del deshielo que proveen de agua
potable a lo largo de la costa. El clima puede considerarse frío y húmedo, con influencia oceánica
que modera la amplitud térmica diaria y estacional, y con vientos predominantes del Sudoeste. Un
alto porcentaje de los días el cielo está nublado. La temperatura media anual es de 5,3 ºC. Enero
es el mes más calido con una media de 9,2 ºC y julio el más frío con 1,1 ºC positivo14. La amplitud
térmica diaria es bastante moderada. Estas características climáticas, con un ausencia de período

14
Los datos relativos al clima se han extraído de un trabajo inédito realizado por Iturraspe y Schroeder citado en
Piqué, 1999:92. Como Moore apunta ya en 1983, hay una falta de cobertura meteorológica detallada en Tierra del
Fuego, y el trabajo arriba citado se basa en los datos de la Estación Meteorológica del CADIC y de la Base Naval de
Ushuaia.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 13

estival desde el punto de vista térmico, reducen la diversidad de los recursos animales y vegetales,
y condicionan la vida de las comunidades que habitan la zona.

Dado que tan sólo se verifican 32 días al año de calma total, el viento se convierte en un elemento
muy importante en la zona, siendo su componente predominante SO. No obstante se observa una
variación anual en intensidad, por debajo de la media en otoño-invierno y por encima en
primavera-verano. El viento es uno de los elementos climáticos más condicionantes, sobre todo
en combinación con bajas temperaturas, ya que hace descender la sensación térmica.

Las precipitaciones se distribuyen homogéneamente durante todo el año, pudiendo caracterizarse


como de baja intensidad pero de alta frecuencia. Producen alrededor de 535 m3 anuales y llueve
casi todos los días. La nieve es relativamente abundante de mayo a septiembre.

La radiación varía enormemente entre el verano y el invierno como consecuencia de la variación


del ángulo de incidencia del sol sobre la superficie terrestre. De ahí la también gran diferencia de
horas-luz que se da entre las dos estaciones. En verano, las horas de día llegan hasta las 18,
mientras que en invierno, apenas alcanzan las 7 horas de luz.

A la hora de estudiar la vegetación de Tierra del Fuego, contamos con dos obras principales: la
Flora Patagónica dirigida por Maevia N. Correa y la Flora of Tierra del Fuego de David M. Moore. La
primera es una obra que comenzó a elaborarse en 1963 y que analiza sistemáticamente tanto el
paisaje, los suelos, etc. de la Patagonia Argentina, como las plantas por familia. La segunda es una
flora específica de Tierra del Fuego, elaborada en el año 1983. Para la descripción que sigue de la
vegetación y el paisaje se han usado ambas, además de los propios datos observados in situ, en los
alrededores del yacimiento.

Para Tierra del Fuego Moore distingue cuatro paisajes principales:


- la estepa patagónica,
- el bosque caduco,
- el bosque perenne
- y la tundra magallánica.
Además de la vegetación alpina que encontramos en zonas localizadas.
14 3. EL PAISAJE

Los yacimientos de los que nos ocupamos ahora estarían en una zona de bosque caduco. Como
vemos en el mapa, esta se sitúa al sur del territorio de estepa, donde las precipitaciones se mueven
entre los 400 y los 800 m. El bosque caduco se extiende a ambos lados de las montañas, en
altitudes de casi 500 m sobre el nivel del mar, en áreas protegidas. Las especies dominantes son
Nothofagus pumilio (lenga) y, con menor frecuencia, N. Antarctica (ñire), pero arbustos, pantanos y
praderas se suceden frecuentemente en la zona. El bosque caduco ha sido modificado por el
hombre en muchas áreas, como resultado de operaciones de tala o de limpieza para el pastoreo de
ovejas, pero comunidades relativamente vírgenes son aun bastante comunes.

3.1. EL BOSQUE DE ÑIRE (NOTHOFAGUS ANTARCTICA)

El ñire es la especie dominante en la zona de los yacimientos. Tiene una amplitud ecológica mayor
que la lenga, con la que no puede competir en los hábitats más favorables. De este modo
predomina en sitios donde suelos menos profundos, más áridos o con más agua son inapropiados
para la lenga. Los árboles de estos bosques rara vez sobrepasan los 6 metros de altura, a menudo
tienen troncos retorcidos y en muchos casos están reducidos a arbustos. Además, el lecho boscoso
es a menudo bastante abierto dando lugar a un bosque bastante luminoso, en el que arbustos y
herbáceas tienden a ser mucho más ricos que en los bosques de N. pumilio (lenga). Esta
luminosidad se manifiesta también en la abundancia de Usnea sp., que pende de sus ramas, dando
una carácter especial al bosque.

Como especies asociadas podemos encontrar en el estrato arbustivo: Berberis buxifolia (michay
calafate), B. ilicifolia (chelia, michay), Chilotricum diffusum (mata negra), Embothrium coccineum
(notro, ciruelillo), Empetrum rubrum (brecillo, murtilla) y Maytenus disticha (racoma, maitén chico)
En el estrato herbáceo: Adenocaulon chilense (adenocaulon), Asplenium dareoides (helecho perejil),
Blechnum penna-marina (helecho palmita enana), Codonorchis lessonii (orquídea pajarito), Dysopsis
glechomoides (disopsis), Galium aparine (amor de hortelano), G. fuegianum, Lagenifera hariotii, Luzula
alopecurus, Marcrachaenium gracile, , Osmorhiza chilensis (perejil de monte, asta de cabra), O.
depauperata y Ranunculus peduncularis (botón de oro). Los principales parásitos son Misodendrum
punctulatum (farolito chino) y M. quadriflorum. Además especies como Anemone multifida (anémona
de campo) o Vicia magellanica (arvejilla) aparecen en las facies más secas, mientras que Pratia repens
(estrellita) y Uncinia lechleriana (cortadera) lo hacen cuando los suelos son más húmedos.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 15

En sus márgenes y en claros, el bosque de Nothofagus es normalmente sustituido por comunidades


arbustivas. En ellas destacan dos tipos principales, el de Chiliotrichum (mata negra) con Berberis
buxifolia (calafate) y el de Pernettya mucronata (chaura) en zonas más húmedas. Estas contienen una
mezcla de especies presentes en el bosque, que probablemente represente la vegetación de
transición a pradera.

Dentro de la zona de bosque caduco, particularmente donde es el Nothofagus antarctica (ñire) la


especie dominante, un páramo de arbustos enanos se desarrolla sobre suelos superficiales y bien
drenados, especialmente si los sitios están sujetos a un drenaje de aire frío o a depósitos de hielo.
Estos páramos están dominados por Empetrum rubrum (brecillo, murtilla) y Bolax gumifera (yareta),
mientras que entre las especies asociadas más importantes se incluyen Abrotanella emarginata,
Azorella lycopodioides, Drapetes muscosus, Festuca magellanica, Lycopodium magellanicum (licopodio),
Myrteola nummularia (daudapo, huarapo, naurapo, mirteola), Nanodea muscosa y Pernettya pumilla
(chaura).

En zonas llanas con más cantidad de agua se desarrolla una pradera, caracterizada generalmente
por Festuca gracillima (coirón), con asociación de especies como Carex magellanica, C. microglochin,
Geum magellanicum, Senecio acanthifolius y Uncinia lechleriana (cortadera). Por último, en zonas
anegadas de agua, se desarrolla una vegetación de ciénaga caracterizada por Sphagnum (musgo) o
por Marsippospermum.

3.2. LA VEGETACIÓN ALREDEDOR DE EWAN

Como comentábamos, el yacimiento de Ewan I se encuentra en un claro cuya vegetación


correspondería a la de páramo, más arriba descrita, mientras que el de Ewan II se halla en pleno
bosque de ñires. Para complementar este estudio de la vegetación, se recogieron todas las plantas
visibles alrededor de ambos yacimientos (en un radio de alrededor de 100 m a partir de cada
yacimiento). Los ejemplares recogidos fueron identificados por los técnicos forestales y biólogos
del CADIC (Maria Vanessa Lencinas). Las especies que crecían en el claro en el mes de diciembre
eran: Myosotis sp., Trifolium pratense (trébol rojo), Acaena magellanica (abrojo), Achilea millefolium
(milenrama, aquilea), Azorella sp (llareta)., Cerastium arvense (cerastio), Deschampsia flexuosa, Elimus
agropyroides, Empetrum rubrum (brecillo, murtilla), Festuca sp (coirón)., Geum magellanicum, Hordeum
sp., Osmorhiza depauperata, Oxalis enneaphylla, Phleum alpinum, Poa pratensis, Rumex acetosella (acedera
menor) y Taraxacum officinalis (achicoria).
16 3. EL PAISAJE

Por otro lado las más abundantes en el bosque eran: Cotula scariosa, Gallium aparine (amor de
hortelano), Geum magellanicum, Taraxacum officinalis (achicoria) y Osmorhiza depauperata/chilensis
(perejil de monte, asta de cabra). También se detectaron ejemplares de porte pequeños del
arbusto Berberis buxifolia.

3.3. FLORA NATIVA VS. FLORA INTRODUCIDA

En la Flora de Tierra del Fuego 545 especies son registradas como presentes en las islas. De ellas
417 son consideradas nativas de la región, mientras que 128 parecen haber sido introducidas tanto
desde el continente americano como desde Europa. Esta introducción fue tanto accidental, como
deliberada, por ejemplo en el caso del Taraxacum officinalis (achicoria) cuyas hojas se usan para
ensalada, del Trifolium repens, Holcus lanatus y Anthoxanthum odoratum usados para mejorar los pastos
o de la Menta piperita, cultivada en jardines, (MOORE, 1983:36).

Alrededor de un 60% de estas especies se encuentran en zonas ruderales, un tercio las podemos
encontrar en lugares fuertemente antropizados, como jardines, y el resto, es decir alrededor de
un 7%, han escapado a hábitats naturales al aire libre.

Dada la cronología de nuestros yacimientos y puesto que no se sabe la fecha exacta de


introducción de estas especies, hay que tener en cuenta que si aparecen entre los restos
arqueológicos recuperados puede deberse a su uso por parte de las comunidades selknam, que ya
estaban en pleno contacto con los europeos.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 17

Figura 1.- Mapa de la flora de Tierra del Fuego


18 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO:


ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

4.1. ARQUEOLOGÍA
El proyecto arqueológico Sociedad y ritual entre los selknam de Tierra del Fuego.

Las intervenciones arqueológicas en Estancia La Catalana (Tierra del Fuego, Argentina) se


enmarcan en el proyecto “Sociedad y Ritual entre los selknam de Tierra del Fuego”, financiado
por el Ministerio de Cultura. Hasta el momento se han llevado a cabo tres campañas de
excavación durante los años 2003, 2004 y 2005. El proyecto tiene por objetivo una aproximación
arqueológica al ritual selknam de iniciación denominado hain (MANSUR, PIQUE, VILA en
prensa; VILA, PIQUE, MANSUR, 2004). Se pretende así desarrollar metodologías arqueológicas
que permitan reconocer y analizar los espacios rituales a través de la arqueología.

El ritual selknam del hain fue descrito por diversos etnógrafos entre los que destaca Martin
Gusinde por la profundidad del trabajo realizado (1982). El hain es un ritual de iniciación de los
jóvenes varones selknam en el cual deben pasar diversas pruebas y a la vez son iniciados en los
“secretos” de los hombres adultos. Estos jóvenes son los kloketen, que renacen durante el ritual en
forma de adultos. Chapman (1986, 1989) considera el hain como una escenificación en la que
participan tanto mujeres como hombres, cada uno y una haciendo su papel, ya sea de actor o de
atemorizada espectadora. El hain es un ritual en el que se reafirma el patriarcado, ya que a través
de él se pretende atemorizar a las mujeres y reafirmar el poder de los hombres. El hain es un ritual
en el que se transmite y perpetúa el orden social existente de dominación hacia las mujeres.

La actividad ritual del hain implica un determinado patrón de asentamiento y de actividades que
pueden ser reconocidas en el registro arqueológico. El análisis de la documentación etnográfica
citada permitió inferir las particularidades de las estructuras relacionadas con el ritual. El ritual
según estos autores/as tenía lugar en un claro natural del bosque en el cual se construye una choza
siguiendo un patrón preestablecido. Asimismo durante el tiempo en que se llevaba a cabo el hain
el grupo establecía sus unidades habitacionales en un lugar cercano, siguiendo también un patrón
preestablecido.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 19

La choza destinada al hain se construía en un claro pero cerca de la primera línea de bosque. Esta
localización se debe a que es desde el bosque de donde vienen los espíritus, y desde donde entran
en la choza. La choza tenia una entrada orientada hacia el Este, según los citados investigadores
ésta miraba además hacia el bosque para facilitar la entrada y salida de los espíritus. La choza se
construía con palos talados en las inmediaciones, el número de palos utilizados era variable, no
obstante siempre debía haber siete palos principales que se colocaban en primer lugar y que se
situaban en los puntos geográficos E, NE, N, NO, O, SO y S. El punto SE no estaba representado
por ningún palo. Los intersticios entre estos se llenaban con otros palos, posteriormente se cubría
todo con terrones de pasto y por encima con piel de guanaco. Una vez finalizado el ritual la choza
era abandonada pero los palos quedaban en pie para poder ser aprovechados en futuros rituales,
este espacio nunca era utilizado para otros fines.

Las chozas domésticas se situaban enfrentadas a la entrada principal de la choza del hain, a unos
200 pasos en dirección al margen opuesto del claro. Estas chozas permanecían allí durante toda la
duración del ritual, que podía llegar a ser de hasta un año, aunque habitualmente se trasladaban a
otros lugares durante este período. Las unidades domésticas formaban un pequeño poblado donde
tenían lugar las actividades cotidianas. Las chozas estaban separadas entre ellas por unos 20
metros.

Esta estructuración del espacio requería de un claro de tamaño adecuado, cercano a algún curso de
agua permanente. En los tiempos del contacto con los europeos además se buscaban claros ocultos
para mantener a los blancos alejados.

Los restos localizados en Estancia La Catalana, situada en el departamento de Río Grande (Tierra
del Fuego), son coherentes con algunos de los rasgos más característicos del espacio ritual del
hain. Hasta el momento se han localizado dos estructuras, una en un claro del bosque y otra en un
margen de este claro pero ya en el interior de la línea de bosque (figuras 3 y 4). La disposición de
los restos y las características constructivas se asemejan a las descritas por los etnógrafos para el
ritual del hain (MANSUR, PIQUÉ, VILA 2004).

Como ya hemos comentado, en este trabajo se analizan los carporrestos provenientes de las
intervenciones realizadas en las campañas 2003, 2004 y 2005. En un primer momento, los
yacimientos se denominaron Catalana I y Catalana II respectivamente, atendiendo a su localización
en la estancia La Catalana. Sin embargo, tras la primera campaña de excavaciones se decidió
20 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

cambiar su nombre por el de Ewan I y Ewan II respectivamente, para respetar la toponimia


indígena.

Ewan I. La choza ritual

Las coordenadas de Ewan I son 54º 12’ 06,3” de latitud Sur y 67º 16’ 14,03” de longitud Oeste,
este yacimiento se halla a una altitud de 81 m sobre el nivel del mar. Se trata de una estructura
cónica de postes de madera, que aún hoy se mantiene en pie. Esta choza reúne algunas de las
características de las descritas en la bibliografía, destinadas al ritual del hain (MANSUR, PIQUÉ,
VILA 2004).

Está situada en un claro, cercana a la línea de bosque, próxima a cursos de agua permanente (el
curso de agua cercano más importante es el brazo sur del río Ewan, que desemboca a unos 12
kilómetros en la costa Atlántica). Los actuales propietarios de la estancia, tenían conocimiento de
ella y de su posible vinculación con el ritual del hain. Según las informaciones obtenidas a partir de
entrevistas con algunos de estos pobladores esta choza estaría documentada ya a inicios de los años
20. Por otra parte se pudieron recuperar algunas fotografías realizadas en el año 51 y el año 85.
Todo ello parecía confirmar la antigüedad de la estructura y por lo tanto descartar que hubiese
sido construida por población de origen europeo (MANSUR, PIQUÉ, VILA op. cit.).

Figura 4.- Vista de Ewan I desde el bosque, con el claro detrás


Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 21

La choza se encuentra en un claro, poblado por gramíneas, al borde de un bosque de ñire


(Nothofagus antarctica), lo que de nuevo constituye una característica típica (el hallarse en un claro)
de la ubicación de las estructuras destinadas al ritual del hain.

En cuanto a la metodología de excavación, lo primero que se hizo fue situar dos puntos
georreferenciados en el centro del claro como referencia para la situación espacial de los ítems
arqueológicos del yacimiento. A partir de ellos se proyectó una cuadrícula de 16 cuadros de Este a
Oeste por 12 en dirección Norte-Sur, cada uno de 1m por 1m. De entre ellos fueron excavados
un total de 27m2, correspondientes a los cuadros A14, C10, C9, C8, D12, D9, D8, E9, E8, E4,
F1O, F9, F8, F7, G9, G8, G7, G6, H9, H8, H6, H5, H4, J11, J5. K14, K13, K12, K11 (ver
figura 3).

La estrategia de trabajo adoptada siguió una metodología de excavación en área, con la intención
de exponer el máximo de superficie y así poder delimitar la zona habitada. En primer lugar se
realizó una cata exploratoria para conocer la estratificación natural de la zona de estudio. En
segundo lugar se llevó a cabo la excavación de sectores externos a la estructura construida con el
objetivo de localizar áreas de actividad o vertederos de residuos, la selección de los cuadros a
excavar se llevó a cabo siguiendo un criterio de muestreo aleatorio. En tercer lugar se excavó el
interior de la estructura construida, el objetivo fue excavar la mayor superficie posible de la zona
interior, se dejaron sin excavar, por razones de seguridad y de integridad de la estructura, los
cuadros sobre los que se apoyaban los palos.

El método de excavación consistió en el decapado según los estratos geológicos del sitio. Se
tridimensionaron los ítems arqueológicos mayores de 3 cm. y para los niveles perturbados y
superficiales se recuperaron en la zaranda todos los restos mayores de 0,5 cm. Con el objetivo de
llevar a cabo una recuperación exhaustiva de los restos arqueobotánicos se trataron los sedimentos
del estrato arqueológico con una máquina de flotación, como contaremos más adelante.

El cuadro A14, situado en el Noroeste, el más alejado a la estructura de la choza, fue el que se
excavó de manera exploratoria para conocer la estratigrafía natural de la zona. Aunque se tuvo en
cuenta que la estratigrafía puede presentar variaciones en los contextos arqueológicos en función
de los procesos particulares de formación del sitio, esta cata permitió conocer la composición de
los estratos geológicos y su profundidad en este punto. En este cuadro no aparecieron materiales
arqueológicos. Según se pudo observar en el mismo, la estratificación geológica es la siguiente:
22 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

- capa orgánica con vegetación y raíces, muy suelta, a la que denominamos A1


- capa sedimentaria más compacta de color marrón oscuro, denominada A2
- capa de limos amarillos con guijarros, denominada B.

En el interior de la choza la estratificación está modificada por la acción humana, aunque ésta se
registra dentro de los estratos geológicos antes citados. Así la secuencia estratigráfica en el
interior de la choza es la siguiente:

- capa orgánica con vegetación y raíces, muy suelta, corresponde a A1 del exterior
- capa sedimentaria más compacta de color marrón oscuro con presencia de huesos
calcinados, carbones y lapas, denominada A3. Corresponde a A2 exterior por la
composición sedimentaria aunque la diferenciamos de esta por la presencia de restos
arqueológicos.
- capa de limos amarillos con guijarros, denominada B.

El grosor de las capas sedimentarias es variable según el sector excavado.

A fin de contrastar la representatividad de los resultados obtenidos, resultaba indispensable


ampliar el registro de la zona exterior. Por ello durante la campaña de 2004 se abrieron nuevos
sectores exteriores en el Sur, Sureste y Oeste de la choza. Se excavaron 10 m2 que correspondían
a los cuadros: H12, I12, I4, I6, J6, K4, K5, K6, K8 y K10. La excavación de estos cuadros
permitió determinar que el área arqueológica no se extiende hacia el Sur y el Oeste. Los cuadros
H12, I12, K8, K9, K6, K5, K4 e I4 eran totalmente estériles. Los cuadros I6 y J6 proporcionaron
restos de madera carbonizada dispersos y escasos fragmentos de hueso calcinado en la capa A1,
que podrían proceder de la tierra removida de las perturbaciones localizadas en el interior de la
choza.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 23

Ewan II. La choza de habitación.

Paralelamente a las actividades de excavación, durante la campaña 2003 se llevaron a cabo


prospecciones intensivas con el objetivo de localizar otras estructuras indígenas en la zona. Como
resultado de éstas se localizaron restos de madera carbonizada asociada a hueso y valva quemada a
unos 200 metros al Oeste de la choza Ewan I. Este hallazgo se interpretó como indicio de la
existencia de otros lugares ocupados por la comunidad indígena en el área, que también podrían
estar relacionados con la actividad ritual (MANSUR, PIQUE, VILA 2005).

El nuevo yacimiento, denominado Ewan II, se encuentra a 197 metros al Oeste de Ewan I. Fue
localizado en el espacio en coordenadas UTM a partir de la cuadrícula que delimita el espacio
excavado, siendo las coordenadas las siguientes:

N X Y Z Categoría
Q2CAT1 2612746079 3992363926 73248 Vértices Cuadrícula
Q2CAT2 261274607 399237192 73226 Vértices Cuadrícula
Q2CAT3 2612754088 3992363907 73083 Vértices Cuadrícula
Q2CAT4 2612754098 3992371903 72992 Vértices Cuadrícula

El sitio Ewan II se encuentra dentro de un bosque viejo de Nothofagus antarctica (ñire), estos
bosques se caracterizan por tener un sotobosque en el que prácticamente están ausentes las
especies arbustivas, siendo las herbáceas las plantas más abundantes. Es un bosque claro y
perfectamente transitable, donde los árboles sirven de protección contra el viento.

A partir de las diversas hipótesis de trabajo surgidas como resultado de la primera campaña de
excavación, se planificó la campaña del 2004, cuyo principal objetivo fue la excavación de este
sector del área arqueológica de la estancia La Catalana. La metodología de excavación empleada ha
sido la misma que para Ewan I, es decir en extensión y siguiendo los estratos geológicos,
conocidos previamente por la cata en zona no arqueológica (MANSUR, PIQUE, VILA 2005).

El registro de excavación utilizado partió del uso de técnicas de fotogrametría, estas consisten en
el georreferenciado de los puntos, el registro fotográfico y la ortorrectificación de las imágenes.
Este sistema permite generar plantas y perfiles de gran precisión a partir de las fotografías
realizadas durante la excavación (MANSUR, MAXIMIANO, PIQUE, VICENTE, en prensa).
24 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

Los restos localizados durante los trabajos de prospección de la campaña 2003 aparecieron de
manera concentrada y sirvieron de referencia para proyectar la cuadrícula. Para el registro de la
cuadrícula se utilizó una denominación basada en pares de números y pares de letras. Según la
cuadrícula proyectada los restos localizados durante la campaña 2003 se encontraban en el cuadro
BD35. Inicialmente se proyectó una cuadrícula de 8x8m de los cuales se ha excavado una
superficie de 28 m2 (figura 6).

La estratigrafía del yacimiento es muy similar a la detectada en Ewan I, aunque, al encontrarse en


el interior del bosque, el tipo de vegetación y composición de la capa orgánica es diferente
(MANSUR, PIQUE, VILA 2005). Siguiendo la denominación y criterios utilizados para Ewan I los
niveles estratigráficos individualizados en Ewan II son:
- Superficial- constituido por el pasto de herbáceas y gramíneas, que en este caso es mucho
menos compacto que en Ewan I, incluso en algunos sectores entre troncos la cobertura de
herbáceas es escasa y abunda en cambio la presencia de hojarasca. En la capa superficial
apenas aparece material, de hecho sólo se encontraron los restos que permitieron la
localización del sitio. Ello indica la poca alteración del yacimiento.
- Capa A1- corresponde al mantillo orgánico, se trata de un sedimento muy bioturbado por
lombrices y donde abundan las raíces, tanto de herbáceas como de los árboles próximos.
El grosor de la capa es muy variable pudiendo ser excepcionalmente espeso en la
proximidad de troncos y/o raíces de gran calibre. En A1 se recuperó gran cantidad de
material arqueológico disperso, especialmente microlascas de vidrio y carbones, es decir,
restos de tamaño pequeño.
- Capa A3- se trata de un sedimento marrón más compacto con material arqueológico, está
contenido en la capa A2 que fue identificada en el exterior de Ewan I. En este estrato
aparecen restos arqueofaunísticos y vítreos de mayor tamaño además de microlascas de
vidrio y carbones. El espesor del paquete sedimentario con material arqueológico es
variable. Por debajo de éste aparece un sedimento de características similares pero sin
restos arqueológicos. La excavación se detuvo en el nivel estéril que aparece por debajo
de A3 en prácticamente toda la superficie excavada, en algunos sectores se profundizó
hasta la capa B
- Capa B- por debajo de A3/A2. Se trata de un limo amarillento con algunos guijarros,
totalmente estéril. Apareció en BD37, BA35 y BA36, en los sectores donde se excavó
totalmente la capa A2/A3.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 25

El material arqueológico se distribuye entre las capas A1 y A3, los restos de mayor tamaño se
encuentran en el techo de la capa A3, probablemente las microlascas y carbones migraron por el
efecto de raíces y lombrices tanto hacia la capa superior, mucho más suelta, como hacia abajo.

En cuanto a la extensión de la zona ocupada posiblemente sea mayor a la zona excavada. Parece
factible considerar que la zona excavada corresponde al interior de una unidad doméstica
delimitada por algún tipo de estructura aérea, ya sea choza o paraviento. Diversos indicadores
avalan dicha hipótesis. No obstante, la superficie excavada es reducida y probablemente la muestra
no comprende áreas de actividad que podrían localizarse en el exterior o periferia de la zona
delimitada por la estructura aérea.

Uno de los rasgos más sobresalientes del sitio Ewan II es sin duda el área de combustión (AC)
delimitada durante la excavación (ver figuras 7 y 8). El AC era visible prácticamente en superficie,
sobre todo debido a los troncos de gran tamaño, parcialmente quemados, que en ella se
encontraban y que sobresalían por encima de la hojarasca (MANSUR, PIQUE, VILA 2005).

Figura 8.- Área de combustión Ewan II


26 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

El AC presentaba una sucesión de estratos de diferente coloración y composición:


- F1- capa superior compuesta por ceniza, carbón y huesos termoalterados, todo muy
suelto. Esta lente de sedimento ceniciento presentaba en su perímetro un cordón de
sedimento negro con muchos carbones y huesos carbonizados (F3), este cordón era más
grueso en el sector Este del AC.
- F2- apareció por debajo de F1, se trata de una superficie de sedimento amarillo que
correspondía al centro del AC y donde probablemente la acción del fuego fue más
intensa. Este sedimento amarillo era muy rico en residuos óseos y de moluscos
calcinados.
- F3- sedimento rojizo que en su parte superior presentaba también abundancia de material
arqueológico. Estaba cubierta por F2 y F1. Esta capa rojiza corresponde a sedimento
original del suelo, que debe el cambio de coloración a la exposición continuada al calor.
La capa roja indica la intensidad del calor producida por el fuego.
- F4- capa de sedimento negro y estéril, producto también del calor del fuego y de la falta
de oxigenación. En esta capa se recuperaron algunos carbones pertenecientes a raíces
quemadas in situ en condiciones reductoras.

Todo el sedimento del AC fue recogido para su posterior flotación. Destaca la gran cantidad de
restos recuperados en el interior del AC, especialmente de hueso. También se recuperaron
instrumentos, fragmentos y microlascas de vidrio que pueden haber sido arrojados al fuego
intencionalmente, algunos de estos restos presentaban señales de alteración por causa del fuego.

Cronología y función de los yacimientos

Tanto Ewan I como Ewan II fueron ocupadas en tiempos históricos, así parece indicarlo la
presencia de materias primas de origen europeo que reemplazan totalmente las materias primas
locales. Vidrio y metal constituyen los materiales más utilizados para fabricar los instrumentos, se
han recuperado diversas puntas y raspadores confeccionados con vidrio, así como trozos de metal
de función indeterminada. Consideramos que el sitio Ewan II y Ewan I son contemporáneos,
hipótesis que esperamos podrá ser verificada con las dataciones que se están llevando a cabo por el
método de la dendrocronología.
Respecto a la función de estos yacimientos consideramos que Ewan I tuvo una función ritual
mientras que Ewan II corresponde a una estructura habitacional, donde tuvieron lugar actividades
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 27

cotidianas relacionadas con la subsistencia. Hemos planteado como hipótesis que estuvieron en
funcionamiento al mismo tiempo y que estarían relacionadas. El planteamiento de esta hipótesis
surge de diversos indicadores etnográficos y arqueológicos.

Por un lado las informaciones etnográficas referentes a la sociedad selknam aportan datos sobre el
patrón de asentamiento y el uso del espacio durante la realización del ritual del hain. Así, según las
fuentes, durante el tiempo en que se llevaban a cabo las actividades rituales la población se
asentaba en las cercanías del espacio ritual, concretamente levantaban sus viviendas a unos 200 m.
al Oeste de la choza ritual, dentro del bosque del otro lado del claro. Se formaban allí
campamentos de más larga duración que los habituales, ya que el ritual podía durar meses, en los
que se congregaba un número elevado de población procedente de diversas partes de la Isla,
aunque siempre del grupo selknam. En estos campamentos podían estar levantadas al mismo
tiempo diversas chozas separadas entre ellas por unos 20 metros.

La localización del sitio Ewan II a 197 m. al Oeste de Ewan I, en el bosque situado al otro lado del
claro, avala la hipótesis de que la primera es una unidad de carácter habitacional vinculada con la
segunda. De ser cierta esta hipótesis, deberían existir otras chozas habitacionales cerca de Ewan II,
aunque las prospecciones realizadas hasta el momento no han permitido localizar otras evidencias
de ocupación, por lo que con los resultados obtenidos no se puede considerar todavía la existencia
de un campamento. La prospección intensiva del sector debería ser uno de los objetivos
prioritarios de la próxima campaña.

Por otra parte las evidencias arqueológicas indican también el carácter doméstico/subsistencial de
Ewan II. Mientras que en Ewan I la mayoría de los restos correspondían a los residuos
alimentarios desechados, en Ewan II destaca la importancia de los restos de talla y la presencia de
instrumentos en fase de elaboración o desechados. Así, podemos considerar que en Ewan II,
además de la transformación y consumo de alimentos, se llevaron a cabo otros procesos de trabajo
no representados en Ewan I y que se relacionan con los trabajos de producción de instrumentos.
El estudio de los instrumentos de vidrio se encuentra todavía en curso, es posible que una vez
finalizado el análisis funcional de estos restos podamos determinar la realización de otras
actividades productivas en el sitio.
28 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

4.2. ETNOGRAFÍA
El uso de las plantas entre la sociedad selknam según las fuentes etnográficas.

A pesar de que las fuentes etnográficas que nos hablan sobre la sociedad selknam son
relativamente abundantes en ellas las referencias al uso de vegetales son muy escasas,
especialmente las que se refieren al uso alimentario de los mismos. Muchos misioneros, marineros
e investigadores nos dan su visión de los grupos indígenas de Tierra del Fuego y del uso que los
mismos hacían de las materias vegetales. Sin embargo, se trata de una visión subjetiva y
etnocéntrica, que ha de evaluarse de manera crítica si queremos usarla correctamente (Piqué,
1999:105).

Hasta los años 70, momento en que comienzan las investigaciones arqueológicas de manera
sistemática en Tierra del Fuego, el conocimiento de las sociedades que habitaron esta zona se
basaba en estas informaciones etnográficas. Aún hoy siguen siendo un instrumento y una fuente de
datos útil, que podemos utilizar en combinación con la arqueología para conocer la economía de la
sociedad selknam. Es por ello que analizaremos la información que nos dan las principales obras
que hablan de este grupo humano. Entre estas nos hemos centrado en la de Gusinde (1937), la de
Beauvoir (1915), la de Bridges (1948) y la de Gallardo (1910) ya que aportan información sobre
como era esta sociedad a inicios del s. XX y, por lo tanto, serían contemporáneos al momento en
que fue ocupado el sitio Ewan.

La obra en la que encontramos una mayor información sobre el uso de los vegetales es la de
Gusinde, misionero austriaco, publicada en 1937. En ella se nos dice que lxs selknam usaban
pasto para el aseo personal (202);ramas de Chiliotricum (mata negra) como adorno (211); madera
de Nothofagus antarctica y betuloides (ñire y guindo) para fabricar arcos (214); Berberis ilicifolia
(chelia) y Chiliotrichum diffusum (mata negra) para hacer astiles de flechas (216); Marsippospermum
grandiflorum (-) para confeccionar cestos (238); antorchas de Empetrum rubrum (murtilla) y garrotes
de madera para cazar aves (265)(ver figura 2); ramas de Nothofagus betuloides (guindo) para
proteger las aves cazadas (278); los niños [varones] usaban aros de pasto para practicar el tiro con
arco (377). La madera se utilizó para confeccionar la estructura de la choza o paraviento, para la
manufactura de todo tipo de instrumento, para enmangar todo tipo de herramientas y como
combustible para alimentar el fuego. Gusinde no sólo detalla las especies utilizadas si no que
también refiere los procesos de trabajo necesarios para la obtención de los artefactos, explicando
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 29

en algunos casos de manera detallada todos los pasos necesarios para la manufactura de ciertos
instrumentos. Cabe señalar que en su trabajo merecieron especial atención las armas de caza,
mientras que dedica poca atención a la manufactura de otros instrumentos y herramientas de uso
cotidiano.

Figura 9.-Antorcha conservada en el museo etnográfico del Vaticano, en este caso puede verse que se utilizaron ramas de
calafate para su confección. Foto: Raquel Piqué. Museo Vaticano

En lo que se refiere a la obtención de alimentos de naturaleza vegetal, Gusinde señala la poca


importancia que, según él, tenían las plantas en la dieta. Así, valoró que la sociedad selknam vivía
principalmente de la caza, mientras que las plantas constituirían un recursos ocasional y
complementario: “Sólo la caza permite a los selk’nam subsistir en su espacio vital. Dado que el
mundo vegetal no puede brindarles prácticamente nada, pues los pocos hongos y bayas no entran
en consideración, dependen del mundo animal […]” (1937:250). Al hablar de la vida económica,
en torno a la recolección de sustancias vegetales escribe: “[…] la explotación del mundo vegetal es
tan escasa y precaria que no entra en consideración en la vida económica” (1937:269); “el hecho es
que para los selk’nam hongos y frutos no son más que un suplemento ocasional” (1937:271).
También al tratar sobre el modo de alimentación escribe: “[…], el selk’nam no puede contar en
modo alguno con plantas alimenticia. Carece totalmente de productos agrícolas y hortalizas, de
tubérculos, raíces cereales y frutas como complemento digno de mención para sus comidas”
(1937: 273). Sin embargo a la vez comenta como “[…] las pocas sustancias vegetales que el
indígena ingiere le sirven de estímulo y variación del gusto” (1937: 270) y valora sobre el
comportamiento económico de los indios que “todo lo que se les brinda lo aprovechan al máximo”
(1937:272).
30 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

En cuanto a las plantas consumidas, en el trabajo de Gusinde se citan diversas bayas, frutos, hojas y
raíces: “A todos les gusta desprender las bayas maduras de las especies de Berberis=maces […] y de
Empetrum rubrum = wasax de las ramas, y metérselas de inmediato en la boca […] Lo mismo pasa
para las bayas de Pernettya mucronata = seuwh, de Ribes magellanicum = sater y de la planta rastrera
Rubus geoides = asta. No hay otros frutos sabrosos o comestibles, aun éstos contienen poco azúcar.
El que dé con el oiten fresco=Taraxacum magellanicum, diente de león, separa la planta de la raíz y
come las jugosas hojas junto con el tallo. Tampoco allí falta el Apium australe, un tipo de apio =
aitá, en terreno salino […] Por su gusto dulzón suele desenterrarse entre las piedras de la orilla la
raíz jugosa de Boopis australis, Calyceraceae = sol o sos […], cuyo tamaño es el de una zanahoria […]”
(1937:270). Comenta asimismo el consumo de hongos Cyttaria en sus variedades Darwinii y hookeri
(1937:270-271). Por último, señala también el aprovechamiento de unas semillas que requerían
una cierta preparación: “Saben dar una preparación sabrosa a las pequeñas semillas de Descurainea
canescens (antes llamada Sisymbrium antarcticum) = taj, que se encuentra en toda la Isla Grande.”
(1937:271).

En lo que respecta a la preparación de estos alimentos de origen vegetal, la mayoría de ellos son,
según Gusinde, consumidos directamente en crudo según se van recolectando. En el caso de los
hongos se menciona el secado al sol para permitir su conservación. Una mención especial merecen
las semillas de Descurainea, que al parecer eran objeto de una preparación (1937:276): “Las
pequeñas silionas secas se muelen entre las palmas de la mano, se recogen las semillas del tamaño
de una cabeza de alfiler, se aplastan entre dos piedras lisas y se amasa el polvo aceitoso con los
dedos. De ordinario se tuestan antes sobre piedras recalentadas y se mezcla la harina con aceite de
león marino”. El resultado de esta preparación era una masa que podía ser ingerida
posteriormente: “La masa de color chocolate tiene un gusto dulzón que agrada mucho a los niños.
Pero tampoco a esta comida complementaria insignificante se le da la menor importancia pues,
cuanto más, se introducirán sólo dos o tres granitos del tamaño de una arveja en la boca, pues las
pequeñas semillas no rinden mucho” (1937:271).

En la obra de Gusinde las actividades de recolección en general aparecen ligadas a las mujeres del
grupo, en este sentido señala que, cuando se produce, es una tarea realizada por las mujeres:
“Recolecta crustáceos y pececillos, y, ocasionalmente, también hongos y bayas” (1937:330). Dado
que apenas concede importancia al aprovechamiento de vegetales para la alimentación, dedica tan
sólo algunas líneas al tema. Señala asimismo que no se almacenaban, sino de que constituían un
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 31

recurso que se consumía casi de manera inmediata a su recolección, lo que parece apuntar a que
habría una especie de “explotación individual” por cada miembro del grupo. Sin embargo, en
cuanto a la leña y su aprovisionamiento si que habría una clara responsabilidad por parte de las
mujeres del grupo pues entre los trabajos que estas desempeñaban señala: “Sus tareas se
circunscriben a estas dos palabras: choza e hijo […] Mantiene encendida la fogata de la choza, y
para ello acarrea leña y coloca nuevos maderos…”.

Esta información es bastante diferente a la que nos da Beauvoir, misionero salesiano que, si bien
explica como la economía de la sociedad selknam se basa principalmente en la caza del guanaco,
coincidiendo en esto con Gusinde, destaca la variedad de vegetales a disposición de estas
poblaciones: “Vegetales, frutos del campo, Berberis [(Berberis buxifolia)], Chaura [(Pernettya
mucronata)], Ter-Pooter, Hookeri frutos (hayoco) del roble, o haya magallánica, los yuyos y frutos
que en Tierra del Fuego son abundantísimos. La Divina Providencia ha sido también con ellos muy
generosa. Jokten, harina de Thay [(Descurainea canenscens)], Alpen, Alpenten, hongos de muchas
clases comestibles.

Nombre Nombre Parte Modo de


Nombre Autor
indígena castellano consumida preparación
Raíces y
Adesmia lotoides Kiárksh Consumo directo Crovetto
tubérculos
Gusinde
Consumo directo o
Apium australe Kiel, aitá Apio silvestre Hojas y raíces Crovetto
hervido
Gallardo
Raíces y
Arjona patagonica Téen Consumo directo Crovetto
tubérculos
Consumo directo o
Raíces y
Azorella filamentosa Tésh(ue)n calentadas en la Crovetto
tubérculos
ceniza
Azorella A.
Consumo directo o
lycopodioides, A. Tes, tesh, Raíces y
calentadas en la Crovetto
monantha, A. selago, tésh(ue)n tubérculos
ceniza
A. trifurcata
Gusinde
Maces, me’ch,
Berberis buxifolia Calafate Bayas Consumo directo Bridges
miích, mich
Crovetto
Mich kan,
Berberis empetrifolia Calafatillo Bayas Consumo directo Crovetto
mich
Consumo directo o
Tésh(ue)n, Raíces y
Bolax caespitosa calentadas en la Crovetto
tísh(ue)n tubérculos
ceniza
Consumo directo o
Tésh(ue)n, Raíces y
Bolax gunmifera Llareta calentadas en la Crovetto
tísh(ue)n tubérculos
ceniza
Raíces y
Boopis australis Íshta Asada en la ceniza Crovetto
tubérculos
32 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

Gusinde
Descurainea canenscens Thai, tâíiu, Beauvoir
Semilla Molido, tostado
o antarctica taáiu Gallardo
Crovetto

Kôl, kôle.
Gusinde
Empetrum rubrum Fruto: wasax, Murtilla Bayas Consumo directo
Crovetto
wáshj, wásje
Óltâ, ólta, Frutilla
Fragaria chiloensis Frutos Consumo directo Crovetto
o(u)ltá silvestre
Tostados o
Raíces y
Hypochoeris incana sóol calentados sobre las Crovetto
tubérculos
cenizas
Hipochoeris radicta Oitá Hojas Consumo directo Crovetto

Kualchñinke,
Nothofagus pumilio Lenga Savia Consumo directo Crovetto
kualchínk
Raíces y
Oreomyrrhis andicola seltái Consumo directo Crovetto
tubérculos
Gusinde
Beauvoir
Pernettya mucronata Seuwh, shal Chaura Bayas Consumo directo
Gallardo
Crovetto
Pernettya pumilia Shal Mutilla Bayas Consumo directo Crovetto
Shéthrhen, Bayas, hojas en té Consumo directo o
Ribes magellanicca estén, shitr, Parrilla y corteza en hervido de algunas Crovetto
shetrr infusión. partes
Frutilla de
Rubus geoides Waásh shal Bayas Consumo directo Crovetto
Magallanes
Taraxacum
Oiten, oitá, Flores, hojas y Gusinde
magellanicum, gilliesii achicoria Consumo directo
oitáoi, oi’tá raíces Crovetto
y officinale
Tabla 1.- Resumen de las principales especies citadas en la bibliografía etnográfica analizada.

Entre las yerbas además del Thay, tienen muchas clases de raíces que la experiencia avivada por la
necesidad les hizo conocer; por ej.: la achicoria = (Oiten), el Apio cimarrón (Alche) que se
encuentra el uno y la otra también en grande abundancia alrededor de las lagunas de los muchos
manantiales y a lo largo de los ríos. Así que providencialmente surtidos, pueden ellos también
variar sus comidas, entreverando, si así les gusta, las carnes fuertes del guanaco, del lobo marino,
de los cetáceos con las finas y delicadas de variadas ánides y de los sabrosos peces y apetecidos
moluscos, con las variadas clases de frutos y vejetales” (1915:205). Asimismo, Beauvoir remarca
como los recursos de origen vegetal son explotados ampliamente por estas comunidades.

La obra de Gallardo es otra de las que nos dan una información más completa sobre el grupo
selknam. En primer lugar porque se ocupa en exclusiva de estas comunidades, y en segundo,
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 33

porque a la descripción de las mismas añade la de el medio en el que vivieron. También su


carácter es, al menos pretendidamente, más objetivo que el de los textos de Bridges, a pesar de
que Gallardo contó con la ayuda de éste para realizar su obra.

En su descripción de la flora hace una enumeración de las plantas comestibles: “Entre las plantas
alimenticias que ofrecen que ofrecen sus frutos ú hojas a los salvajes y al hombre civilizado, deben
mencionarse muy especialmente la frutilla que cubre extensiones enormes, el apio, berros,
hongos, las bayas de Pernettya, Fistulina antarctica, Osmorhyza chilensis, Empetrum rubrum, Rubus
geoides” (1998:58). También alude a su abundancia: “[…] pues sin ser una región rica en especies,
no deja de ofrecerlas con generosidad […]” (1998:64). Al hablar de la base económica y
subsistencial de los selknam, dice: “[…] sino que la encuentran principalmente en lo que les
proporciona la caza y también lo que les da la cosecha. El ona buscó, pues, la tierra en que los
valles, los cerros, los bosques y las lagunas le ofrecían el guanaco, los tucutucos, las aves, las
frutas, los hongos, etc.” (1998:97). Además del alimenticio, Gallardo nos habla de otros usos de
vegetales, como por ejemplo la obtención de pigmentos y elementos de vestido: “El negro lo
obtienen de pastos quemados […] lo mezclan con grasa para poder emplearlo” (1998:153); “En
invierno rellenan de pasto ese calzado á fin de conseguir así más abrigo” (19198:155).

En lo que respecta a la preparación de los alimentos nos cuenta: “En cuanto a lo que comen crudo
mencionaré las frutas, la savia de árbol, los hongos […] raíces, algunas ramitas y la achicoria
salvaje” (1998:172-73);”Los únicos manjares que experimentan alguna preparación antes de ser
cocidos, son el pan especial antes citado […]”, “El pan se hace por las indias, para lo cual recogen
las semillas de una planta llamada TAY por los onas, semillas parecidas á las de la alfalfa, pero algo
más pequeñas, á las que por enérgica frotación entre las manos les hacen perder la cascarita que las
cubre. Esas semillas se echan sobre una piedra chata que se calienta al lado del fogón sobre la
ceniza y allí se muelen á medida que se tuestan, convirtiéndose en harina, harina que mezclada con
agua en unos casos y en otros con grasa de lobo marino, forma una masa compacta que es
sometida al fuego en los fogones ó comida simplemente sin esta segunda cocción. El pan ó torta
resultante tiene color terroso, es de mal gusto, aceitoso, pero muy nutritivo […]” (1998:173).
También apunta: “En otros casos se limitan á hacer cocer ó tostar las semillas sobre las piedras y
luego las guardan para molerlas más tarde” (1998:173-74). Respecto al modo de consumo de esta
preparación cita que: “Para comer este pan hay que tener presente ciertas reglas entre las cuales la
más importante es que deben echarse á la boca pedazos pequeños y no mascarlos, sino desleirlos
con la saliva para poder tragarlos. Dada su constitución, si se mascara este pan se vería el paciente
34 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

bastante fastidiado, pues se le pegarían los dientes superiores con los inferiores, paralizando así las
mandíbulas” (1998:173).

De igual manera es interesante la valoración que hace de la importancia de los diferentes alimentos
para los selknam, distinguiendo entre los que habitan al sur, en el centro o al norte: “La carne de
guanaco constituye el alimento principal del ona del sud, […] consume además, por orden de
importancia, pescados, mariscos, pájaros, zorros, hongos, huevos, lobos, ballenas, raíces, frutas,
tucutucos, savia y algunas veces una masa hacha con la harina de una semilla llamada TAY”; “Los
indios del norte […] pescados, pájaros, cururos, lobos, guanacos, zorros, frutillas del campo,
huevos, raíces de dos plantas, el pan de TAY y carne de ballena […]”; “Los del este consumen:
lobos, pescados, mariscos, guanacos, pájaros, huevos, hongos, zorros, frutas, ballena y raíces”
(1998:171). Por último concluye: “Anteponen siempre la alimentación animal á la vegetal, y
dentro de ésta última las frutas á los hongos y éstos á las raíces” (1998:172).

La información que podemos extraer a este respecto de la obra de E. Lucas Bridges, hijo de un
misionero inglés, es mucho menor y muy diferente de la de la anterior. En primer lugar es
diferente porque lo que el autor, nacido en Ushuaia, hace es relatar su experiencia personal, con
sólo unas pocas referencias y apreciaciones subjetivas sobre los nativos de Tierra del Fuego.
Además, su relación fue principalmente con las comunidades alakalufes y no con las selknam. Sin
embargo nos ha parecido interesante destacar como comenta el uso principal de dos bayas (Berberis
buxifolia y el belacamain, que no sabemos a qué especie en concreto se refiere), uso que junto con
el de otras especies como la Pernettya mucronata, los europeos habrían aprendido de los indígenas,
incorporando estos frutos comestibles a su dieta: los transformaban en mermeladas, preparaban
dulces con ellos… (2000:65-67 y 141).

Por último hay que comentar la más reciente obra etnográfica sobre los selknam, que de hecho
trata específicamente sobre etnobotánica. Ésta es la de Martínez-Crovetto que, en 1968,
publica las informaciones referentes al uso de las plantas, recogidas de boca de los últimos
descendientes de los onas. En este artículo nos explica cómo el uso de recursos vegetales era muy
escaso, aunque dentro de este los dedicados a la alimentación constituían en torno a un 90%. Las
especies que se nos citan, agrupadas en función de cuál era la parte de la planta que se consumía,
son:
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 35

a) Flores: Taraxacum gilliesii, T. officinale (achicoria).


b) Frutas: Berberis buxifolia (calafate), B. empetrifolia (zarcilla, montenegro, brecillo, uva de
cordillera), Empetrum rubrum (murtilla, brecillo), Fragaria chiloensis (frutilla silvestre,
fresa), Pernettya mucronata (chaura), P. pumila (mutilla), Ribes magellanica (parrilla), Rubus
geoides (frutilla de Magallanes).
c) Partes vegetativas aéreas: Apium australe (apio silvestre), Hypochoeris radicata, Taraxacum
gilliesii, T. officinale (achicoria).
d) Raíces y tubérculos: Adesmia lotoides, Apium australe (apio silvestre), Arjona patagonica,
Azorella filamentosa, A. lycopodioides, A. monantha, A. selago, A. trifurcada (llareta), Bolax
caespitosa, B. gunmifera (yareta), Boopis australis, Hypochoeris incana, H. incana var.
integrifolia, Oreomyrrhis andicola, Taraxacum gilliesii, T. officinale (achicoria).
e) Savia: Nothofagus pumilio (lenga).
f) Semillas: Descurainia antarctica.

Si nos ceñimos a los datos que nos da la etnografía, y haciendo un balance general de la
información, concluiremos que la sociedad selknam tenía un conocimiento bastante profundo de
las diversas especies vegetales de su entorno. Esto se deriva del tipo de economía y modo de vida
que desarrollaban, pues era del entorno y de la naturaleza de donde obtenían, por medio de la
caza y la recolección, sus medios de vida. A pesar de ello, lo que la etnografía nos dice es que
estos alimentos de origen vegetal tenían apenas una importancia marginal en la dieta y en la
economía de la sociedad selknam.

Sin embargo, si leemos entre líneas esta información, podemos ver como la sociedad selknam
conocían las propiedades de las plantas con las que convivían e incluían en su dieta las diferentes
partes de plantas comestibles que se encontraban a su alcance. Aún así la escasez de especies y su
bajo nivel nutricional hacen difícil pensar en que fuesen un pilar fundamental de su economía.

De la información etnográfica, también podemos inferir información relativa al modo de


conseguir y consumir estos alimentos: no se nos habla de ninguna herramienta empleada para tal
fin, y menos aún, de alguna cuyo uso específico fuese el de conseguir alimentos vegetales. Tan
sólo en el caso de la molienda de las semillas de Descurainea canenscens se nos comenta cómo para
ello se usaban dos piedras. Sin embargo, sabiendo como de algunas plantas eran aprovechadas la
raíces y partes subterráneas, es de suponer que harían uso de algún instrumento tipo “palo
cavador” para ayudarse en esta tarea y cabe destacar la poca importancia que los etnógrafos y
36 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

viajeros dieron a la relación de estas comunidades con el mundo vegetal (en contraposición las
armas de guerra y las herramientas de caza están ampliamente descritas, por ejemplo en
GUSINDE, 1982).

Figura 10.- Mujer selknam recolectando bayas de calafate

Según la información etnográfica, la recolección era una tarea llevada a cabo por un grupo
concreto de la sociedad selknam, por las mujeres15. También se nos dice que el valor económico
de los vegetales recolectados era insignificante. Estos datos tienen dos lecturas; por un lado están
en consonancia con los prejuicios y preconcepciones de los etnógrafos y viajeros que venían de una
sociedad que subjetivamente valoraba más la caza y en la que, además el papel de la mujer era
considerado totalmente secundario y subordinado al del hombre. Por otro lado, estos datos entran
en contradicción con la propia lógica, pues si estos recursos vegetales fuesen totalmente
prescindibles como nos plantea por ejemplo Gusinde (1982), no habría un grupo de la sociedad
que tendría entre sus labores principales recolectarlos. Así, independientemente de cuál fuese su
valor alimenticio o sus propiedades, los recursos vegetales pueden haber tenido otras
características valiosas, para la sociedad selknam.

En cuanto al consumo, por parte de la etnografía de principios del siglo XX, se nos dice como la
mayoría de estos alimentos se consumían directamente en el lugar de recolección, sin ningún tipo

15
En la documentación gráfica también encontramos ejemplos, ver figura 10 o portada.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 37

de preparación previa. Una vez más sólo en el caso de las tortas de Descurainea canenscens se
empleaba el fuego para su preparación (tostado). Sin embargo en la obra de MARTINEZ-
CROVETTO (1968), se nos comentan otras modalidades de consumo, como el asado de raíces
sobre brasas o el hervido (tabla 1).

La escasez de especies aprovechadas y el modo de preparación y consumo de las mismas


condicionan su conservación en el registro arqueológico. Como consecuencia, sólo los
desperdicios de algunas de las partes de estas plantas que se hubiesen quemado en el hogar de las
chozas, o los alimentos traídos a las mismas y quemados de forma accidental, podrían habérsenos
conservado.

Asimismo, hay que decir que la información recogida por la etnografía, proviene de unas
comunidades ya en contacto con lo europeos, que se encontraban ya a finales del s. XIX en gran
medida desestructuradas. Por ello, habían perdido muchas de sus costumbres y usos ancestrales.
Por otro lado, también nos gustaría recordar la observación que hacíamos al principio: toda esta
información ha de ser tratada de forma crítica, pues quien nos la transmite lo pudo hacer de
manera parcial, subjetiva, distorsionada, cambiada y malinterpretada. Probablemente gran parte
del conocimiento indígena de las plantas se haya perdido para siempre y lo que recogen los
trabajos citados es tan sólo una muestra parcial del uso de las mismas.
38 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

Figura 2.- Situación de los yacimientos de Ewan. Oriol Vicente


Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 39

Figura 3.- Situación de los yacimientos de Ewan I y II respecto al claro y al bosque. Oriol Vicente
40 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

Figura 5.- Planta de Ewan I. Oriol Vicente


Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 41

Figura 6.- Planta de Ewan II. Oriol Vicente


42 4. LAS FUENTES DEL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO: ARQUEOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA

Figura 7.- Planta de la estructura de combustión de Ewan II. Oriol Vicente


Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 43

5. METODOLOGIA.

La metodología viene condicionada tanto por las características del objeto de estudio, como por
los objetivos de la investigación. El método escogido en cada caso deberá definir y normalizar los
protocolos de recogida de muestras y adaptarse a las condiciones y contingencias de cada
yacimiento y a las necesidades de los arqueólogos y especialistas.

La naturaleza de los restos vegetales hace que sólo se preserven en determinadas condiciones lo
que, junto a sus características morfológicas, requiere de técnicas de extracción y estudio
específicas. Recuperar las semillas a partir de una simple observación visual no asegura por tanto
una representación objetiva de la distribución o concentración de los restos en la unidad, estrato o
nivel. En cambio, el tratamiento habitual de los sedimentos permite detectar los estratos o
unidades que tienen más posibilidades de revelar la presencia de los restos orgánicos.

Los numerosos trabajos realizados hasta el momento han permitido desarrollar diversas propuestas
metodológicas para el estudio de los macrorrestos vegetales. Expondremos en este apartado la
metodología empleada en el presente estudio, la cual surge de metodologías probadas
previamente en otros yacimientos adaptadas a nuestro caso particular. Dado que la metodología
empleada determina la calidad de los datos obtenidos, es necesario explicitarla para poder después
evaluar los resultados.

5.1. INFORMACIÓN Y ORIGEN TAFONÓMICO DE LOS RESTOS VEGETALES

El empleo de materias primas vegetales puede responder a diferentes necesidades humanas


(alimentación, producción de instrumentos y obtención de medios de producción para conseguir
objetos de consumo16). Son múltiples los restos vegetales que pueden aportarnos información
sobre las actividades económicas, procesos de trabajo y modalidades de consumo de las plantas
por parte de las comunidades en estudio, pero aquí nos centraremos en los aspectos referentes a
los macrorrestos, más concretamente, a las semillas y frutos que se han conservado en el registro
arqueológico.

16
PIQUÉ, 1999:19.
44 5. METODOLOGÍA

Los grupos humanos introdujeron productos de origen vegetal en sus zonas de habitación con
distintos fines, sin embargo, su conservación en estos contextos responde básicamente a que no
fueron utilizados. Esto pudo ocurrir por diversos motivos:

1. Se perdieron u olvidaron.
2. Son desechos, producto de actividades de limpieza, etc.
3. Son resultado de sucesos accidentales, como por ejemplo de un incendio (BUXÓ,
1997:22).

A la hora de interpretar la presencia de restos vegetales en los yacimientos, es importante definir


con precisión bajo qué forma se presentan y el contexto donde fueron encontrados. El análisis de
los procesos de formación del registro carpológico nos ayudarán a discernir las limitaciones de los
datos obtenidos. En la formación del registro arqueológico (sea cuál sea nuestro objeto de estudio:
restos vegetales, animales, estructuras…) intervienen tanto procesos deposicionales, es decir de
formación, como posdeposicionales, que comienzan una vez depositados los restos. Las
condiciones necesarias para la conservación de los carporrestos (procesos deposicionales)
dependen de dos factores (BUXÓ, 1997:23):

1. Factores naturales, de orden biológico y físico-químico. Son los procesos sufridos por frutos y
semillas que han permitido que se conserven. Serían la carbonización, mineralización,
momificación o las improntas, tratados en detalle en el siguiente apartado.
2. Factores de orden antrópico. Son los procesos humanos que intervienen en la preparación
alimentaria del producto, en la higiene de zonas de almacenamiento y de habitación o en
tareas agrícolas e incluso preagrícolas. Otro factor de conservación de semillas,
principalmente de las plantas ruderales silvestres que rodean el lugar de habitación, son
los aportes de excrementos animales como combustible de hogares.

En cuanto a los procesos posdeposicionales, el estudio de la composición del suelo permite


observar cuál ha sido la acción de los agentes orgánicos de destrucción, es decir de los
microorganismos responsables de la putrefacción. Los edafólogos pueden valorar la acidez o
alcalinidad del suelo, características que condicionarán la conservación de los restos orgánicos.
Por otro lado la morfología geológica condicionará la erosión. Aunque también hay que considerar
las características propias de cada especie, la carbonización y el tipo de suelo son los agentes
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 45

principales que condicionan la conservación de los restos. Los suelos más alcalinos son los que
permiten una mejor conservación, mientras que los ácidos suelen erosionar más los restos,
pudiendo incluso causar su completa desaparición.

Las semillas presentes en los yacimientos pueden tener diversos orígenes, algunos vinculados con
el consumo humano y otros relacionados con agentes no antrópicos. Según su génesis el potencial
informativo de los restos varía, por ello es necesario entender cuál es el origen de estos restos.

El aporte de macrorrestos debido a actividades humanas puede producirse de dos maneras:


1. Directa. Supone que los restos son el resultado del consumo directo de la planta, de
cualquiera de sus partes (semillas, frutos, hojas, tallo, raíces, bulbos…) y han llegado a
nosotros por tratarse de desechos o por accidentes ocurridos durante su procesado. En el
consumo de vegetales, encontramos tres modalidades principales:
a. Consumo sin preparación. Éste no implica ninguna transformación en el vegetal, y es
el que se produce con frecuencia en el caso de las bayas y pequeños frutos, que
son consumidos incluso en el momento de su recolección.
b. Cocinado. El cocinado de alimentos vegetales comprende varias técnicas, que se
aplican en función de las propiedades de los mismos, las posibilidades
tecnológicas o del momento y del resultado deseado. Entre esta técnicas
destacan:
- torrefacción, que ayuda a la conservación de los alimentos.
- cocción al agua o estofado y hervido, basado en la ebullición del agua.
- tortas, a partir de semillas molidas.
c. Fermentado. Éste afecta principalmente a la preparación de bebidas a través de
maltas o de alimentos ricos en azúcares17.

2. Indirecta. Como consecuencia de acciones humanas que no tienen relación con el


consumo de la planta. Un ejemplo de esta modalidad sería, para el caso selknam el de los
hogares. Etnográficamente está documentado que en los hogares se usaban largos leños
que sobresalían de las chozas y que iban siendo arrastrados hacia el interior a medida que
el fuego los consumía (figura 8). De esta manera las plantas de alrededor de la choza
pudieron también ser arrastradas y quemarse en el hogar. Dentro de esta forma de aporte

17
BUXÓ, 1990:9-10
46 5. METODOLOGÍA

encontramos también semillas que responden al uso de ramajes y pasto para cubrir las
cabañas. Al uso de excrementos de animales para alimentar el fuego, o el uso de vegetales
para ayudar a encender el fuego o avivarlo. En definitiva, supondría un aporte casi azaroso
de restos vegetales en el yacimiento.

Asimismo, la presencia de estos restos puede deberse a factores no antrópicos. Es decir, estos
restos han llegado al registro de manera accidental y no relacionada con la actividad humana. El
ejemplo más claro de esta modalidad es la “lluvia de semillas”, que puede darse durante la
ocupación del sitio y/o a posteriori (PEARSALL, 1989:224-226)

En el caso concreto de la sociedad selknam nos encontramos ante un grupo humano que no
practicaba la agricultura, por lo que los restos de semillas y frutos conservados responden a la
selección que hicieron de entre las especies que el entorno les ofrecía, o al aporte accidental o
indirecto de los mismos. Los restos hallados proceden de plantas que fueron recolectadas y
utilizadas para diversos fines (alimento, fabricación de objetos como cestos, etc.). Hasta ahora
estos fines y su importancia nos eran conocidos prácticamente sólo por la etnografía, puesto que
apenas se han publicado estudios arqueobotánicos de los restos hallados en contextos
arqueológicos de la zona (ROJAS, 2004).

5.2. CONSERVACIÓN DE LOS RESTOS

Por su naturaleza, los restos vegetales que encontramos en el registro arqueológico han sufrido
una serie de procesos o se encuentran en medios especiales que han permitido su conservación.
Gran parte de estos restos se ha preservado gracias a la carbonización que sufrieron debido a
diferentes causas como incendios o a accidentes durante su procesado para el consumo humano,
así como a acciones de limpieza, uso de excrementos de animales como combustible, etc. Sin
embargo también es posible hallar restos vegetales no carbonizados. Por un lado en medios
saturados de agua, como son turberas, lagos, niveles freáticos… Asimismo, también pueden
aparecer restos que han sufrido una mineralización e incluso una momificación (en medios
muy áridos tanto secos como glaciales, como es el caso de Egipto o Siberia). Por último,
podríamos hallar improntas de diferentes restos vegetales, como semillas o espiguillas, derivadas
de acciones voluntarias (decorativas, uso como desgrasante…) o involuntarias (uso en la
fabricación de adobes, por ejemplo) (MARINVAL, 1999:108-9).
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 47

Dado que la carbonización es la forma de preservación más corriente y en nuestro caso es el


fenómeno que ha permitido que se conservasen las semillas que estudiamos, veremos un poco
cuáles son los procesos que la provocan. La combustión es un proceso destructivo en sí mismo,
que si no es interrumpido accidental o intencionalmente, acaba con la destrucción total (reducción
a cenizas) de lo que se está quemando. La tercera fase de ésta es la carbonización o pirólisis, que se
produce entre 270 y 500º C y supone el enriquecimiento en carbono de parte de la materia
orgánica de los vegetales (BOURQUIN-MIGNOT, 1999:198). Las semillas quemadas son
inmunes a la descomposición ya que la carbonización que han sufrido ha destruido la materia
orgánica susceptible de padecer procesos de putrefacción. Sin embargo, este proceso que permite
su supervivencia ante agentes biológicos, las hace más sensibles al efecto de acciones mecánicas, ya
que la carbonización provoca que se vuelvan más frágiles y que se fracturen y pulvericen más
fácilmente (PIQUÉ, 1999:58).

Por las características sedimentológicas y climáticas del terreno al que nos enfrentamos,
descartamos a priori todo proceso de conservación que no sea la carbonización. La acidez del suelo
y la alternancia de períodos secos y húmedos de los bosques fueguinos no favorecen la
conservación de los restos orgánicos. Por ello hemos considerado que todas las semillas no
carbonizadas son modernas (incluso cuando se encuentran enterradas a cierta profundidad, pues
esto puede deberse a la acción de diferentes animales, como lombrices, o a que cayeron en
agujeros de raíces, a las propias características de las semillas, etc. PEARSALL, 1989:224).

Aun cuando la carbonización indica la contemporaneidad de los restos con la ocupación humana
todavía nos queda por resolver la cuestión de la génesis de su procedencia, es decir qué agentes
contribuyeron a la formación de estos conjuntos, tanto de orden natural (lluvia de semillas, etc.),
como de orden antrópico (procesos de trabajo: preparado y consumo de vegetales, gestión de
residuos, etc.).

5.3. METODOLOGÍA DE RECUPERACIÓN EN EXCAVACIÓN

La evaluación de la importancia, calidad y cantidad de los restos vegetales que nos ofrece el
registro arqueológico depende en gran medida del método utilizado para la recuperación de los
restos. Por ello el paso primero y esencial es llevar a cabo una recogida en el campo de la forma
más eficaz y sistemática posible.
48 5. METODOLOGÍA

Aunque la aplicación de unas u otras técnicas de recuperación ha de atender a diversos factores


(características del terreno y del yacimiento, disponibilidad de medios y de tiempo, etc.), hay una
serie de aspectos generales que conviene tener en cuenta, empezando por una premisa inicial que
justifica la importancia y necesidad de este tipo de información: “No podemos comprender en su
conjunto la vida de los grupos humanos pasados ni su estrecha relación con la naturaleza, si no se
hace obligatoria la recogida sistemática de los restos de semillas y de frutos que aparecen en la
excavación, así como también, de los diferentes objetos de estudio de otras disciplinas que
trabajan en estrecha relación con la Paleocarpología” (BUXÓ, 1984:30-31).

Dado que la mayor parte de las veces los restos se presentan carbonizados, la recogida de muestras
se ha centrado generalmente en los estratos y estructuras que hayan estado en contacto con el
fuego (lo que es delatado por la presencia de carbones a simple vista o de cenizas). En ellos se
toman muestras de manera sistemática, dirigidas hacia diferentes contextos arqueológicos:
- interiores y zonas adyacentes de las estructuras de combustión,
- zonas de avocamiento de cenizas,
- interior y áreas adyacentes de recipientes,
- agujeros de poste,
- interior y áreas adyacentes de las estructuras de almacenaje como silos y
graneros,
- áreas adyacentes de las estructuras de molienda,
- cualquier tipo de fosa,
- estratos de destrucción,
- cualquier concentración de carbones, semillas o frutos o
- contextos de incineración y fuegos rituales.

Por otro lado, se toman muestras aleatorias en el resto de estratos y estructuras que presenten
una fuerte concentración de carbones.

Independientemente de su carácter sistemático o aleatorio, hay una serie de estrategias de


muestreo, relativas a su frecuenta y a su volumen, definidas en diferentes trabajos (PEARSALL,
1989; BUXÓ, 1997; ALONSO, 1999 y 2003). A grandes rasgos estas podrían ser:
- Muestra puntual: consiste en la recogida de los restos visibles durante la excavación.
- Muestra total: supone la recogida de todo el sedimento.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 49

- Muestra en columna estratigráfica: es usada sobre un conjunto arqueológico


estratigráficamente definido.
- Muestra localizada: se emplea en estructuras o unidades con gran cantidad de restos y
presupone conocer previamente la cantidad de semillas que se recogerá.
- Muestra probabilística: se basa en la idea de que cada muestra refleja correctamente
el total de semillas de la estructura o unidad muestreada, pudiendo pues calcularse éste.
- Muestra constante por unidad o estrato: se toma siempre el mismo volumen de
sedimento como muestra, independientemente del total.
- Muestra a intervalos: esta estrategia se basaría en el supuesto de que los restos se
reparten de manera uniforme en el sedimento.
- Muestra estimativa: sirve para determinar la riqueza de información de un nivel o
estructura.

No obstante esta recogida de muestras dirigida a contextos definidos no es la más apropiada en


yacimientos donde no se detectan áreas de actividad o contextos claramente definidos, tampoco es
la más adecuada si los objetivos de la investigación se dirigen, por ejemplo, a un análisis del uso
del espacio social. El muestreo dirigido permite recuperar una muestra cualitativamente idónea,
pero no permite llevar a cabo análisis comparativos con el resto de ítems arqueológicos del
yacimiento y no permite evidenciar áreas de actividad cuando éstas no son visibles durante la
excavación. Estos métodos están pensados para yacimientos de sociedades agrícolas, pero los
consideramos poco idóneos para yacimientos de sociedades cazadoras-recolectoras.

En todo caso, estos métodos pueden combinarse y han de adaptarse a las características del
yacimiento y de la excavación. La recogida de la totalidad del sedimento no asegura una
recuperación mejor y más efectiva de los restos, ya que el principio básico del muestreo es
obtener la mayor efectividad con la menor cantidad de litros a procesar (BUXÓ, 1997:30), y más
adelante veremos como la cantidad de sedimento a tratar ralentiza y dificulta el procesado de las
muestras. Son las preguntas y objetivos de la investigación las que deben dirigir el muestreo y el
volumen de sedimento a tratar.

En la mayoría de los casos, el tratamiento de todo el sedimento puede ser prácticamente


imposible. Es por ello que se recoge sólo una muestra, cuyo volumen varía según los casos y
50 5. METODOLOGÍA

problemáticas concretas. Sin embargo existen unas directrices generales sobre el volumen que nos
pueden servir de guía a la hora de recoger el sedimento para los análisis arqueobotánicos:

- interior y alrededores de estructuras de combustión: se recogerá toda la unidad;


- cuando se trata de una zona de vaciado o limpieza de estructuras de combustión se
recogerá toda la unidad y si tienen una gran potencia un mínimo de 100 litros;
- interior y áreas adyacentes de recipientes: toda la unidad;
- interior de agujeros de poste: toda la unidad;
- interior y áreas adyacentes de estructuras de almacenaje como silos, grandes recipientes o
graneros: toda la unidad, y si tienen una gran potencia al menos 100 litros;
- zonas adyacentes a estructuras de molienda (molinos y morteros conservados in situ):
toda la unidad;
- interior de cualquier tipo de fosa: toda la unidad, excepto en casos de grandes potencias,
que se recogerá un mínimo de 100 litros;
- estratos de destrucción vinculados a estructuras y artefactos fabricados en madera o a
otros materiales vegetales: cuando tengan poca potencia se recogerá toda la unidad, y
cuando esta sea muy grande se recogerán como mínimo 100 litros;
- concentraciones de carbones y/o semillas y frutos: toda la unidad;
- contextos de incineración, fuegos rituales, etc.: toda la unidad.

En cuanto a cuál es el volumen óptimo de sedimento a tratar por nivel o unidad estratigráfica que
nos permitiría realizar el muestreo con más eficacia18, es un valor difícil de ponderar, y varía de un
yacimiento a otro. Este volumen mínimo debe ser determinado en cada unidad, a partir de una
muestra previa que se ha denominado “test” (BUXÓ, 1997:39). El test nos indica si es necesaria o
no la continuación del muestreo y cuál es el volumen de litros con el que puede considerarse
representativo. El test ha sido aplicado de manera experimental en diferentes casos que pueden
ser consultados en la bibliografía (ALONSO, 1999:56 o BUXÓ, 1997:39).

La recogida de muestras en Ewan

Con la ventaja de conocer la problemática y las experiencias previas, para Ewan la recogida de
muestras se ha realizado de la manera más exhaustiva posible en los niveles arqueológicos. El
18
La eficacia vendría dada por la correcta representatividad de la totalidad de la unidad.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 51

objetivo ha sido analizar el uso del espacio socialmente producido, para lo que se revela
imprescindible contemplar todas las categorías de restos arqueológicos al mismo nivel y, por lo
tanto, homogeneizar los métodos de recogida de estos. No es nuestro objetivo tener una imagen
cualitativamente idónea de las semillas que se acumularon en el sitio, sino comprender cuál fue el
uso que se dio a las plantas de las cuales proceden los restos, es decir cómo se procesaron y cómo
se consumieron, cuál fue su importancia económica en relación a otros recursos y cómo pueden
estos restos ayudarnos a comprender el uso del espacio social.

En los yacimientos de Ewan I y Ewan II todo el sedimento perteneciente a niveles arqueológicos19


fue recogido y tratado como veremos más adelante. Esto fue decidido por las directoras de la
excavación, debido a que se consideró el método más fiable a la hora de recuperar tanto los restos
vegetales (carbones y semillas) como los pequeños restos de fauna, industria sobre vidrio,
moluscos, etc.

Homogeneizar los métodos de recogida de todos los ítems arqueológicos permite que la
información de ellos extraída pueda ser tratada de manera comparativa y se pueda estimar su
importancia o conocer patrones de dispersión o agrupación que nos ayuden a visibilizar áreas de
actividad no detectables durante la excavación. Sin embargo, hay que destacar que el uso de este
método no siempre es factible en términos de tiempo y trabajo a invertir, debido a la cantidad de
litros de sedimento a tratar.

5.4. TRATAMIENTO DE LOS RESTOS

Una vez recogidas las muestras existen varios métodos destinados a separar los restos vegetales,
así como faunísticos, e incluso industriales, del resto del sedimento. Por un lado, tenemos los
métodos de recuperación en seco, de menor eficacia a la hora de recoger restos arqueobotánicos.
Se trataría de la recuperación directa en la excavación, muy poco eficaz por el reducido
tamaño que habitualmente presentan los restos vegetales. De la criba en seco, que no es muy
recomendable tanto por la cantidad de restos recuperados (la luz de malla suele ser mayor de 2
mm., lo que no permite recoger muchos de los taxones) como por su calidad (la fricción en la
malla con los restos no orgánicos hace que las semillas y carbones se fragmenten y deterioren,
dificultando e incluso impidiendo su posterior identificación). Y de la selección en laboratorio

19
Es decir, el proveniente de los estratos fértiles (A3) del interior de las chozas.
52 5. METODOLOGÍA

del sedimento en seco, que en principio es la más eficaz pero poco recomendable, porque el
volumen de las muestras haría muy lenta la tarea y la elevada presencia de polvo y otros restos
dificultaría la separación de las semillas más pequeñas.

Por otro lado, tenemos los métodos que utilizan el agua, que después de años de
experimentación20 son los que han demostrado una mayor eficacia en la recuperación del material
arqueobotánico (BUXÓ, 1997; ALONSO, 1999). Estos son, el cribado con agua en columna,
que permite la recogida de todos los restos de la muestra pero que es violento para los mismos.
Además el material orgánico que nos interesa recuperar queda mezclado con otros restos (piedras,
pequeños restos de industria como lascas o puntas, etc.). Aún así es apropiado para muestras de
hasta 20 l. (BUXÓ, 1997:53) y para yacimientos con restos anegados o desecados (PEARSALL,
1989: 17-19). Las luces de malla que suelen emplearse son de 4, 1 y 0,5 mm., aunque también
puede añadirse la de 0,2 mm. (BUXÓ, 1997:53). La flotación manual simple, que se basa en
el principio de que el material a recuperar (generalmente carbonizado) es menos denso que el
agua, y por tanto flota. Este método es bastante rápido en comparación con el anterior y además
agiliza la selección por la separación previa de los restos. Sin embargo sigue siendo un método
poco apropiado para grandes volúmenes (ALONSO, 1999:59). La flotación asistida por
máquina de flotación, se basa en el mismo principio que el anterior método, pero la flotación
se realiza con la ayuda de un gran recipiente y un sistema de remoción de los restos, permitiendo
así tratar mayores cantidades de sedimento. Este método es el más adecuado para tratar el
sedimento de excavaciones en extensión, ya que permite seguir el ritmo de trabajo requerido en
las mismas. Sin embargo hay que tener en cuenta como principales inconvenientes que no todas
las semillas flotan (por lo que es necesario repasar también el material atrapado en la malla de
máquina) y que se necesitan grandes cantidades de agua corriente.

Hoy en día la flotación, manual o simple, es el método más extendido en la recuperación de restos
arqueobotánicos y microfaunísticos en yacimientos de cualquier periodo. Fue en los años 60 del
siglo pasado cuando comenzó a emplearse y se desarrollaron las primeras aplicaciones que
concluían con afirmaciones como estas: “[…] the flotation process is adaptable to almost any
excavation site, even arid desert areas, with inexpensive locally obtainable equipment”
(STEWART, 1971:115).

20
En la bibliografía es descrito por primera vez por Struever, en 1968.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 53

El caso de Ewan

En los yacimientos de Ewan I y de Ewan II todo el sedimento procedente de la excavación fue


tratado, de la siguiente manera. La tierra de los estratos definidos como no arqueológicos (A1 y
A2) a partir de la cata de sondeo estratigráfico y la del exterior de las chozas fue pasada por las
cribas de 5 mm. y en algunos caso de 2 mm. a pie de excavación. El objetivo era no dejar escapar
ningún resto de industria, así como recuperar los carbones y restos de fauna de mayor tamaño,
que debido a procesos tafonómicos hubieran podido desplazarse estratigraficamente. Sin embargo,
el sedimento procedente de la capa A3 (la definida como nivel arqueológico), fue flotada con la
ayuda de una máquina de flotación. La luz de malla de las cribas que se usaron para recoger el
material que flotaba era de 2 y 1 mm. Dado que no se conocía la problemática relativa a las
semillas del sitio, no se planteó el uso de una criba de 0,5 ni, menos aún, de 0,2 mm.

En el laboratorio

Aunque una choza se encuentra en el claro y la otra en el bosque, la problemática tafonómica y del
entorno se ha considerado similar, tratándose de la misma manera el material de ambos
yacimientos.

El sedimento de máquina, o fracción pesada de la flotación, fue seleccionado en las instalaciones


del CADIC, en Ushuaia, separándose tanto los restos carpológicos, como cualquier otro que no
hubiese flotado. La fracción ligera de 2 y 1 mm., previa comprobación de la presencia de semillas,
fue traída a Barcelona después de la campaña de diciembre de 2005.

Aun cuando el objetivo es el estudio exhaustivo del sitio, de manera que podamos conocer las
características de la ocupación y de la gestión de los recursos (en este caso vegetales) de la
sociedad selknam, nos hemos planteado una primera fase de estudio de los restos que permita un
acercamiento inicial. Nos proponemos verificar la calidad de los restos, la idoneidad del muestreo
y el planteamiento de hipótesis de trabajo que se desarrollarán en la tesis doctoral. En esta primera
fase hemos restringido el estudio a una parte de las muestras que nos permita conocer algunas
pautas de la dispersión o concentración de los restos.

En primer lugar se han escogido los cuadros y sectores a seleccionar. Estos son los cuadros
correspondientes a los fogones situados en el interior de cada una de las chozas y a una transecta
54 5. METODOLOGÍA

este-oeste que pasa por ellos hasta la periferia del espacio ocupado del interior de las cabañas,(ver
figuras5 y 6). Los restos procedentes de los cuadros de los fogones han sido tratados en su
totalidad y se analizarán completos, para el resto de los cuadros de la transecta se ha seleccionado
el sector NW de manera sistemática, dejando para un trabajo futuro el estudio del resto de la
muestra. De esta manera los cuadros a analizar serían, en el caso de Ewan I: G7 y G8 completos,
G6 NW y G9 NW; y en el de Ewan II: BC35 y BD35 completos y BF35 NW, BE35 NW, BB35
NW, BA35 NW, BD 36 NE y BC36 NW.

En este segundo caso para la fracción de 1 mm. se han seleccionado tan sólo los cuadros BC35 y
BD35 correspondientes al fogón, como acercamiento inicial a la problemática de esta choza. Los
restos del cuadro BF35 NW se analizarán pero no serán tenidos en cuenta en algunos de los
análisis y recuentos, puesto que se trata de la zona límite de la choza, y la disposición de los palos
caídos no esclarece si pertenecía al interior o al exterior/periferia de la estructura. Todos los
demás cuadros analizados pertenecen al interior de la choza, pero para realizar un análisis más
exacto hemos diferenciado dos ámbitos: combustión (cuadros del fogón) e interior choza (el resto
del interior que no está termotalterado).

A nivel social y de habitación, el fogón actúa como elemento estructurador de ambos espacios (el
social de cara a simbolismos, roles de género o edad, etc. y el de habitación de cara a su ubicación
y al de los demás espacios dentro de la choza), es una herramienta que permite calentarse,
procesar desperdicios y, evidentemente, preparar alimentos. A nivel arqueológico, la actividad
térmica que en él se produjo permitió que se nos hayan conservado las semillas objeto de nuestro
estudio. Es por esta importancia que los cuadros correspondientes a ambos fogones se analizarán
enteros. Se ha escogido la transecta este-oeste para apreciar la dispersión de los restos en el resto
de la choza desde la entrada de la misma hasta el fondo, de manera que tengamos representados
espacios de circulación cerca de la entrada situada en el Este y de actividad en el interior de la
choza.

En cuanto a los restos recuperados en la criba de 2 mm., estos han sido seleccionados en su
totalidad, separando el carbón, el hueso, las microlascas de vidrio, los fragmentos de lapa y
caracol y las semillas. La selección de esta fracción se ha realizado a ojo desnudo, aunque en los
casos en que el gran volumen dificultaba la recuperación de las semillas de menor tamaño el
sedimento ha sido pasado por tres cribas (de 2, 1 y 0,5 mm.) para después seleccionar con ayuda
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 55

de la lupa binocular la fracción más pequeña obtenida. De esta forma se agiliza y facilita bastante el
trabajo de recuperación y no supone un método violento para los restos, ya que de este material
orgánico ya fue separado el no orgánico como piedras, etc. que podía dañarlo por el choque y la
fricción en las cribas. Este proceso de criba en laboratorio, si bien no disminuye significativamente
el volumen de muestra con el que trabajar, si que ha demostrado ser eficaz a la hora de recuperar
los restos carpológicos, tanto en cuanto a restos recuperados como en cuanto a tiempo invertido.
Los terrones de tierra que pudieron quedar sin deshacer después de la flotación se deshacen y las
raíces y maderas modernas más grandes pueden ser eliminadas de la muestra en este proceso.

En lo que respecta a la fracción de 1 mm., la selección ha de hacerse necesariamente con la ayuda


de una lupa binocular, ya que el reducido tamaño de los restos los hace apenas perceptibles “a
ojo”. Sin embargo, esta es una tarea muy lenta y pesada y, en algunos casos, el volumen
considerable de las muestras ha hecho que busquemos un modo alternativo de rentabilizar el
esfuerzo21. Para ello hemos probado dos métodos. Algunas muestras de volumen medio (entre 20
y 50 ml.) han sido pasadas por la criba de 0,5 mm. Una vez comprobado que entre el residuo
resultante no hay semillas, este método ha demostrado, que si bien no reduce significativamente
el volumen de la muestra a tratar, si facilita el trabajo con la misma, que queda limpia de las
partículas de polvo más pequeñas.

VOLUMEN VOLUMEN
SITIO CUADRO CAPA SECTOR
INCIAL FINAL
EWAN II BA35 A3 SW 222 97
EWAN II BC35 A3 NE 86 75
EWAN II BC35 A3 NW 74 65
EWAN II BD35 A3 NE 110 109
EWAN II BD35 A3 NW 50 43,8
EWAN I G6 A3BASE NW 62 55
EWAN I G7 A3 NW 50 40
EWAN I G7 A3 SE 40 30
EWAN I G7 A3 SW 70 62
EWAN I G8 A3 SW 70 64,6
Tabla 2.- Resultados segunda flotación expresados en mililitros.

21
Uno de los objetivos del trabajo arqueobotánico es reducir el volumen de sedimento a tratar y almacenar (BUXÓ,
1997:30). A la vez se plantea como positivo el uso de un método rápido y fiable que permita realizar un submuestreo,
entre los que se contempla la segunda flotación, método usado por nosotros (ALONSO, 1999:63). El fin de esto es
hacer más fácil y eficaz la tarea del análisis arqueobotánico, sin mermar la información obtenida a través de los restos.
56 5. METODOLOGÍA

En segundo lugar se ha realizado una segunda flotación en laboratorio, método ya usado en otros
trabajos (ALONSO, 1999: 63). Este proceso se ha aplicado a diez muestras de ambos yacimientos
para conocer su eficacia y se ha comprobado así que en nuestro caso no se produce una reducción
significativa en el volumen final a seleccionar. Se han usado dos cribas, de 1 y de 0,5 mm., para
recoger el material que flotaba, y se ha recogido también el sedimento que no flotó. Después de
dejarlo secar, éste ha sido seleccionado normalmente con ayuda de una lupa binocular.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 57

6. LA IDENTIFICACIÓN

Los criterios adoptados para la identificación de semillas y frutos arqueológicos son, por un lado,
morfológicos y, por otro, biométricos. Los criterios morfológicos se basan en el examen de las
características morfológicas específicas de cada especie que, idealmente, son comparados con
ejemplares modernos presentes en las colecciones de referencia, o con fotografías y dibujos
compilados en atlas carpológicos, monografías o artículos.

Dentro de estas características morfológicas se incluye además la observación de la organización


de las estructuras celulares y de las características ornamentales y anatómicas de los tegumentos.

En nuestro caso nos encontramos con una serie de limitaciones de base. En primer lugar, la
colección de material moderno de Tierra del Fuego se encuentra actualmente en proceso de
elaboración, contando tan sólo con unas pocas especies, principalmente las que tienen frutos
comestibles. En segundo lugar los atlas de los que disponemos presentan en su mayoría semillas de
Europa: Anderberg (1994), Beijerinck (1947), Berggren (1969 y 1981), Bertsch (1941), o
Schoch, Pawlik y Schweingruber (1988), (citados en la bibliografía), y sólo en un caso de
América del Norte: Martin y Barkley (1961). En tercer lugar, no contamos con ningún estudio
previo que se haya publicado, con fotos, dibujos y descripciones precisas, que nos pudiesen
orientar en el análisis de los carporrestos que manejamos.

En cuanto a la biometría, son tres los parámetros que se tienen en cuenta: el largo, el ancho y el
grosor de la semilla22. La relación estadística entre las tres variables permite realizar cálculos en
torno a la variación de su tamaño sincrónica y diacrónica. La relación entre dos parámetros se
expresa con el índice biométrico y en la mayoría de las muestras se utilizan dos índices para su
comparación: largo sobre ancho (100 x l/a) y grosor sobre ancho (100 x g/a). Los índices
biométricos nos ayudan a la hora de identificar la especie ante la que nos encontramos y también a
la hora de conocer otros datos como podría ser su evolución a lo largo del tiempo o cuál fue el
estrés hídrico que padeció, entre otros. La carbonización puede haber afectado a las semillas, de
manera que su tamaño difiera considerablemente del del material moderno.

22
En el caso de semillas esféricas se mide el diámetro.
58 6. IDENTIFICACIÓN

A parte de estos índices, en las semillas se pueden tener en cuenta otro tipo de parámetros
métricos, como son la longitud del hilo, la anchura de los segmentos de raquis o la de las
horquillas de espiguillas en los cereales.

Las medidas se calculan a través de un micrómetro adaptado al ocular de la lupa. El número


idóneo de ejemplares para obtener una estadística biométrica representativa es de 100 restos por
taxón, y el número mínimo es de 50. Es aconsejable seleccionar para el cálculo de la biometría los
ejemplares mejor conservados y menos afectados por la carbonización. Las medidas se expresan
en milímetros.

En nuestro caso sólo disponemos de más de 50 restos para dos casos: el Empetrum rubrum para
Ewan I y los de género Galium (algunos identificados con certeza como Galium aparine) para Ewan
II. El resto de taxones, identificados sólo en grado de familia o género, no alcanzan el número
mínimo necesario par estandarizar cálculos de cariz biométrico. A pesar de ello han sido medidos
todos, ante la posibilidad de encontrar más ejemplares al ampliar la zona muestreada de las chozas.

El estado de conservación de algunos de los restos y la escasez de material de referencia, hacen


que no todas las semillas puedan ser identificadas o al menos, que no todas puedan ser
identificadas en el mismo grado. Es por ello que se asumen una serie de convenciones:

1. Si la identificación del resto se limita a la familia, el término indicado es el de familia.


2. cuando la identificación del resto vegetal se limita al género (categoría taxonómica
intermedia entre familia y especie que engloba varias especies con caracteres comunes), se
utiliza el término de género con la mención sp.
3. Si la identificación del resto vegetal analizado se limita a dos géneros o especies, se las
separa con una barra (/), dando a entender que no se está seguro en la diferenciación
morfológica del género o especie del taxón.
4. Cuando el reconocimiento de un taxón es altamente probable, pero no existe una certeza
objetiva, se anota con la mención cf., que precede al término afectado.
5. La mención “-tipo” se usa para agrupar una identificación lo más parecida posible al
género o especie.
6. Los fragmentos son los restos identificables, mayores de la mitad de la semilla.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 59

7. Los indeterminados son los restos sin ningún atribución propuesta, sea por la ausencia de
caracteres morfológicos, porque estos se encuentren en mal estado o porque nos haya
sido imposible reconocer estos caracteres.
8. Los indeterminables son los restos que, por su mal estado de conservación o su
fragmentariedad no pueden ser identificados.

Para la identificación taxonómica hemos utilizado la Flora of Tierra del Fuego (MOORE, 1983) y la
Flora Patagónica (CORREA, 1994). Además hemos recurrido al material referente de Europa en
los casos en los que nos podía ser útil. Dado que nuestra aproximación responde a un problema
etnobotánico es importante atender no sólo a la clasificación taxonómica de las especies
encontradas, sino que también nos interesa conocer el tipo de utilización de la planta. En nuestro
caso podemos proponer dos grupos principales de plantas, por su relación con el ser humano:

1. Plantas silvestres de recolección. Son vegetales (principalmente frutos y bayas)


recolectados de manera voluntaria en el medio natural para su consumo; ni se siembran ni
son tratados. Forman parte de la vegetación cercana al yacimiento y ofrecen la posibilidad
de una recolección estacional de manera selectiva en el medio.
2. Plantas silvestres. Se trata de especies sinantrópicas, que crecen en medios generados por
actividades humanas: vías de paso, bordes de caminos o zonas de desecho. Generalmente
se encuentran en espacios naturales de bosque o espacios abiertos (BUXÓ, 1997:68).
60 7. DESCRIPCIÓN Y DISCUSIÓN ARQEUOBOTÁNICA DE LOS TAXONES IDENTIFICADOS

7. DESCRIPCIÓN Y DISCUSIÓN ARQUEOBOTÁNICA DE LOS


TAXONES IDENTIFICADOS

7.1. DESCRIPCIÓN DE LOS PRINCIPALES TAXONES IDENTIFICADOS

En este apartado describiremos los caracteres más significativos que nos han permitido identificar
las principales semillas y frutos de nuestros yacimientos. En la mayoría de los casos sólo nos ha
sido posible llegar hasta el género del taxón, y no hasta la especie, dado que para la identificación
sólo contábamos con la Flora of Tierra del Fuego de Moore (1983), y con los capítulos de Rubiaceae y
Empetraceae de la Flora Patagónica de Correa (1998).

1. Caryophyllaceae
Cerastium sp.
Se trata de una hierba perenne, frecuente en zonas ruderales. Las semillas presentan un
tamaño reducido. Son reniformes, a menudo ovadas y angulosas en la parte basal. La
superficie está cubierta por bolsas (papilas) en forma de estrella, que se extiende hacia la base,
a menudo de manera concéntrica, y que son más altas y estrechas en el dorso que en los lados.

2. Chenopodiaceae

Comprende los géneros Atriplex y Chenopodium. Son especies que habitan zonas ruderales.
Las semillas del género Atriplex son planas, circulares y con el embrión anular. A menudo es
difícil distinguirlas de las del género Chenopodium. Éstas últimas presentan semillas más
lenticulares, con la presencia de una radícula prominente, y las caras ligeramente abombadas.
El embrión también es anular o hipocrepiforme. La superficie de la semilla se presenta con
líneas radiales a partir de un punto central.

3. Cyperaceae
Carex sp.
Las semillas adscritas a este género se caracterizan por presentar una forma ovada, con la
cara ventral plana a ligeramente convexa, y la cara dorsal convexa.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 61

4. Empetraceae
Empetrum rubrum Vahl ex Willdenow (murtilla)
Se trata de un arbusto achaparrado, a veces rastrero, que frecuentemente forma alfombras
leñosas muy densas que llegan a cubrir varios metros cuadrados. El fruto es una drupa de
forma globular, verdosa durante el crecimiento y roja una vez madura. Esta especie se
encuentra en la Patagonia argentina y chilena, en las islas Malvinas y en las Tristán de Cunha.
Cada fruto contiene de 6 a 9 semillas. Las semillas son de forma ovalo-elípticas, con un hilo
prominente en la parte central. La superficie es irregular, con verrugas distribuidas
aleatoriamente.

5. Rubiaceae
Galium sp.
Es una hierba que crece en lugares antropizados, tanto en campos de cultivo como en
zonas ruderales. Las semillas son subesféricas, huecas, con una obertura circular en la cara
ventral. Los criterios de identificación y distinción entre especies se basan en el tamaño y en la
estructura celular de la superficie. En muchos de los casos no nos ha sido posible identificar la
especie, debido entre otras cosas a la falta de ejemplares del lugar para comparar.

Galium aparine L. (amor de hortelano)


Es, como las de su género, una hierba adventicia, en este caso de floración anual. Presenta
varias subespecies (spurium, australes/chilense) no diferenciadas en este trabajo. La semilla
esférica, tiene una cavidad que presenta una amplia obertura ventral redondeada. La
estructura celular es reticulada, con líneas longitudinales de células estrechas, más o menos
rectangulares (ALONSO, 1999:87; BUXÓ, COM.ORAL)

6. Poaceae (Gramineae).
Bromus sp.
Las especies de este género se encuentran habitualmente en la proximidad de caminos, de
praderas o de pastos secos, aunque hay especies que pueden tener un interés forrajero. Las
cariópsides de este género son planas y la cara ventral es más ancha que la dorsal. El surco
central es lineal y termina debajo del apéndice, que es redondo.
62 7. DESCRIPCIÓN Y DISCUSIÓN ARQEUOBOTÁNICA DE LOS TAXONES IDENTIFICADOS

Festuca sp.
Cariópside obovada, con un hilo lineal, recto, sin llegar hasta el apex, que termina con
líneas muy finas, igualmente laterales.

Lolium perenne, Lolium sp.


Son gramíneas con inflorescencia reducida a una espiga simple dística. Son especies
asociadas a cultivos pero que también pueden crecer en bordes de campo y praderas. Las
semillas tienen la cara ventral plana y la cara dorsal más o menos en forma de cúpula. La
anchura mayor está situada en la mitad de la semilla, y ésta es más o menos puntiaguda en los
bordes del grano. La extremidad de la semilla es redonda y truncada.

Poa/Phleum
Cariópside lanceolada que termina bruscamente en punta hacia la extremidad inferior. El
hilo es redondo y muy corto, situado por encima de la base.

7. Polygonaceae.
Polygonum aviculare
Es una especie propia de zonas de paso, bordes de caminos, etc. El fruto presenta tres
caras ovales y aristas redondeadas. Como en las de su género el hilo se halla en una de las
aristas.

Características económicas de los taxones identificados

a. Las Empetraceae son una familia de arbustos que encontramos tanto en Europa con en
América. En Tierra del Fuego encontramos sólo una especie, el Empetrum rubrum, que es un
arbusto bajo, a veces rastrero, de ramas leñosas. Su utilidad como iniciador del fuego y su
potencial calorífico los desconocemos23, aunque pensamos que en cuanto a esto último debe ser
bajo, por la talla de sus ramas. El Empetrum rubrum florece en primavera (septiembre-octubre en el
hemisferio sur) y fructifica durante los meses de final de primavera y verano (de noviembre a
febrero). Sus frutos son bayas comestibles, de pequeño tamaño y sabor algo amargo.
Etnográficamente sabemos que los selknam los consumían, aunque según las fuentes literarias las
bayas de esta y otras especies se consumían de manera esporádica, a menudo individualmente e in
situ.

23
De hecho, no han sido identificados restos de esta especie entre los carbones analizados.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 63

b. El Galium es un género con alrededor de 300 especies, cosmopolita, pero que habita sobre
todo en el hemisferio norte. En Tierra del Fuego se dan sólo 6 especies, de las que 3 (Galium
aparine, G. antarcticum y G. fueguianum) son las más frecuentes. En nuestro caso, hemos podido
identificar algunas de las semillas como Galium aparine, pero estas han sido sólo una minoría, pues
el estado de conservación que presentaban el resto no permitía distinguir la estructura celular de
la superficie.

Aunque etnográficamente no hemos podido constatar el uso de este taxón, sabemos que sus hojas
y semillas son comestibles. Algunas variedades son usadas para cuajar la leche (uso que no
podemos esperar por parte de los selknam); las hojas de otras variedades pueden cocinarse y
comerse como verduras y las semillas de Galium aparine secadas y tostadas pueden usarse de forma
parecida al café (Coffea sp., que es un género de la misma familia). El Galium aparine florece entre
diciembre y febrero y fructifica a finales de verano.

c. De entre las Poaceae hemos identificado el Lolium perenne a nivel de especie, y varios
ejemplares de Bromus sp., Poa/Phleum, Lolium sp. y Festuca sp. Sin embargo no tenemos ninguna
información etnográfica relativa al consumo alimenticio de estos géneros. Estas son plantas que
aún hoy día crecen en las inmediaciones de Ewan (v. supra 15 y 16).

d. También han sido identificados taxones de la familia de las Leguminosae y de las


Umbelliferae, que según los datos etnográficos tenían un consumo alimentario (v. supra 31). Sin
embargo en ninguno de los casos hemos podido determinar el género y, aunque son plantas
potencialmente comestibles, el número de restos encontrados es muy bajo para poder inferir
ningún uso. Especies de estas familias crecen aún en

e. Polygonaceae, Caryophyllaceae y Chenopodiaceae son plantas ruderales, con varias especies


comestibles, pero de las que la etnografía no nos dice nada. Ejemplares actuales de especies de las
dos primeras familias han sido identificados en las inmediaciones de los yacimientos.

f. Por último el Carex, es un género asociado a zonas anegadas de agua y sobre el que la
etnografía no nos da ninguna información de uso alimenticio, aunque sabemos que sus raíces son
comestibles. Tampoco es una planta que crezca en el entorno de Ewan.
64 7. DESCRIPCIÓN Y DISCUSIÓN ARQEUOBOTÁNICA DE LOS TAXONES IDENTIFICADOS

H6.A3.NW
G6.A3. SW

G6.A3.NW

G7.A3.NW

G8.A3.NW

G9.A3.NW
G6.A3.SW

G7.A3.SW

G8.A3.SW
G7.A3.NE

G8.A3.NE
G6.A3.SE

G7.A3.SE

G8.A3.SE

TOTAL
ESPECIE/GENERO

Bromus sp. 3 1 4
Bromus sp. (fragmento) 1 1 2
Carex sp. 1 3 1 1 1 7
Carex sp.(fragmento) 1 1
Cerastium sp. 1 1 1 1 1 5
cf. Empetrum Rubrum 2 2
cf. Plantago 1 1
Chenopodium/Atriplex 1 1
Cyperaceae 3 3
Empetrum Rubrum 66 422 30 91 69 260 94 218 177 99 113 432 611 43 2725
Empetrum Rubrum (fragmento) 7 14 4 1 6 4 7 28 15 86
Festuca sp. 1 1
Fragmentos indeterminables 4 5 4 5 14 32
Fragmentos indeterminados 1 1
Galium cf. Aparine 1 1
Galium sp. 1 1 1 1 4
Gramineae 1 3 1 2 1 1 2 11
Gramineae (fragmento) 1 1
Gramineae plana tipo A 1 1 2
Indeterminables 1 1
Indeterminadas 7 4 1 4 3 3 4 3 8 12 3 52
Lolium sp. 1 1 2
Poa/Phleum 1 1
Poaceae (fragmento) 1 1
Polygonaceae/Cyperaceae 1 1
Polygonaceae/Ranunculaceae 1 1
Polygonum sp. 1 1 2
Umbelliferae 1 1
TOTAL 82 455 36 96 71 282 103 224 191 110 133 494 632 43 2952
Tabla 3.- Especies Ewan I.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 65

BD35.A3.NW
BB35.A3.NW

BC35.A3.NW

BC36.A3.NW

BE35.A3.NW
BC35.A3.SW

BD35.A3.NE

BD36.A3.NE
BC35.A3.NE

BC36.A3.NE

BD35.A3.SE

BF35.A3.NE
BC35.A3.SE

TOTAL
ESPECIE/GENERO

Bromus sp. 1 1 1 2 5
Bromus sp. (fragmento) 1 1
Carex sp. 4 2 6
Caryophyllaceae (fragmento) 1 1
Cerastium sp. 5 5
cf. Cyperaceae 1 1
cf. Labiatae 1 1
cf. Plantago 2 1 3
Chenopodium/Atriplex 1 1
Cyperaceae 3 1 3 2 1 10
Empetrum Rubrum 1 1 1 1 8 5 17
Empetrum Rubrum (fragmento) 1 1
Fragmento gramíneae tipo A 1 1
Fragmentos indeterminables 10 15 44 19 10 98
Fragmentos indeterminados 7 8 1 16
Galium cf. Aparine 2 1 2 2 7
Galium sp. 7 15 16 9 3 3 6 12 3 1 80 18 173
Galium sp. (fragmentos) 9 3 3 1 5 21 1 1 44
Gramineae 4 3 1 9 7 4 28
Gramineae (fragmento) 1 1 1 3
Gramineae plana tipo A 1 1
Indeterminables 4 14 18
Indeterminadas 14 7 6 2 1 24 13 12 79
Indeterminadas tipo B 3 3
Indeterminadas tipo B (fragmento) 1 1
Indeterminadas tipo C 5 5
Indeterminadas tipo D 5 5
Leguminosae 1 1 2
Lolium perenne 1 1
Malvaceae 2 2
Polygonum aviculare 1 1
Polygonum sp. 1 1 1 3
Umbelliferae 2 2
TOTAL 7 72 65 38 6 1 7 96 106 42 4 83 18 545
Tabla 4.- Especies Ewan II
66 7. DESCRIPCIÓN Y DISCUSIÓN ARQEUOBOTÁNICA DE LOS TAXONES IDENTIFICADOS

Total Total Total


ESPECIE/FAMILIA EWAN EWAN por
I II especie
Bromus sp. 4 5 9
Bromus sp. (fragmento) 2 1 3
Carex sp. 7 6 13
Carex sp.(fragmento) 1 1
Caryophyllaceae (fragmento) 1 1
Cerastium sp. 5 5 10
cf. Cyperaceae 1 1
cf. Empetrum Rubrum 2 2
cf. Labiatae 1 1
cf. Plantago 1 3 4
Chenopodium/Atriplex 1 1 2
Cyperaceae 3 10 13
Empetrum Rubrum 2725 17 2742
Empetrum Rubrum (fragmento) 86 1 87
Festuca sp. 1 1
Fragmento gramineae tipo A 1 1
Fragmentos indeterminables 32 98 130
Fragmentos indeterminados 1 16 17
Galium cf. Aparine 1 7 8
Galium sp. 4 173 177
Galium sp. (fragmentos) 44 44
Gramineae 11 28 39
Gramineae (fragmento) 1 3 4
Gramineae plana tipo A 2 1 3
Indeterminables 1 18 19
Indeterminadas 52 79 131
Indeterminadas tipo B 3 3
Indeterminadas tipo B (fragmento) 1 1
Indeterminadas tipo C 5 5
Indeterminadas tipo D 5 5
Leguminosae 2 2
Lolium perenne 1 1
Lolium sp. 2 2
Malvaceae 2 2
Poa/Phleum 1 1
Poaceae (fragmento) 1 1
Polygonaceae/Cyperaceae 1 1
Polygonaceae/Rannunculaceae 1 1
Polygonum aviculare 1 1
Polygonum sp. 2 3 5
Umbelliferae 1 2 3
TOTAL 2952 545 3497
Tabla 5.- Total de restos por especie en cada yacimiento
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 67

7.2. APRECIACIONES BIOMÉTRICAS Y TAXONÓMICAS

Como hemos comentado más arriba, a la hora de realizar los cálculos relativos a la biometría sólo
hemos podido tener en cuenta dos taxones: el Empetrum rubrum y el Galium para Ewan I y II
respectivamente.

Figura 11.- Matorral de Empetrum rubrum fructificado, canal Beagle (Tierra del Fuego)

1. En el caso del Empetrum rubrum (murtilla), se han tomado las medidas de 226 individuos, 211 de
ellos de Ewan I y 15 de Ewan II. De entre ellos, 97 fueron recogidos en la malla de 2 mm. y 129
en la de 1 mm.

En la tabla 6 se pueden ver las medidas máximas y mínimas, así como la media de los individuos
medidos. En las floras de las que disponemos se dan unas medidas orientativas de las semillas.
Éstas no son muy exactas ya que nos dicen que la semilla de Empetrum rubrum mide entre 1 y 2
mm. de largo, en todo caso la media de nuestros ejemplares se encuentra dentro de estos
parámetros. Sin embargo encontramos casos de talla bastante más pequeña (el mínimo es de 0,7
mm.), lo que puede deberse a características individuales de algún fruto o a los efectos de la
carbonización sobre ellos, para los que de momento no tenemos ningún referente. Además en la
bibliografía se nos dice que el diámetro medio de los frutos maduros se encuentra entre los 4 y los
7 mm. Sin embargo nosotros tan sólo hemos recuperado un fruto completo, cuyo diámetro es de
68 7. DESCRIPCIÓN Y DISCUSIÓN ARQEUOBOTÁNICA DE LOS TAXONES IDENTIFICADOS

1,28 mm. De nuevo este tamaño tan “reducido” puede achacarse a un caso poco frecuente o a los
efectos de la carbonización.

LARGO ANCHO GRUESO


MAXIMO 1,79 1,15 1,09
MINIMO 0,7 0,51 0,51
MEDIA 1,28 0,83 0,77
Tabla 6.- Máximas, mínimas y media del Empetrum rubrum en
Ewan I

En cuanto a la cantidad de restos recuperada, hay que decir que cada fruto de Empetrum rubrum
contiene en su interior entre 6 y 9 semillas. Por tanto podemos calcular un número mínimo de
individuos (a partir de 7,5 semillas) útil para futuras interpretaciones. Para ello tendremos en
cuenta el total de semillas y fragmentos, aunque quizás podríamos tratar de obtener un cálculo
más aproximado separando los tamaños. Vemos así que el número mínimo de frutos es de 375.

YACIMIENTO ESPECIE 1 mm. 2 mm. TOTAL FRECUENCIA


EWAN I Empetrum rubrum 1442 756 2198 97,8628673
EWAN I Galium sp. y aparine 0 4 4 0,17809439
Tabla 7.- Cantidad de Empetrum rubrum y Galium en Ewan I en cantidades absolutas y frecuencias

Sin embargo, llegados a este punto nos faltan datos para estimar el valor económico real de esta
cantidad, puesto que no tenemos información referente al número de frutos por arbusto, a sus
propiedades nutritivas o al esfuerzo necesario para recolectarlos. No obstante si que podemos
pensar en un número mucho más elevado de frutos empleados, puesto que estos nos estarían
mostrando tan sólo los que no se consumieron por el motivo que fuere.

En el gráfico 1, vemos como la curva normal de la longitud del Empetrum rubrum muestra que las
variaciones entre individuos se deben al azar y están dentro de la normalidad. Esto nos estaría
indicando que en principio no hay selección aparente por parte de los grupos humanos. Lo mismo
ocurre con la relación grosor/ancho (gráfico 2). Ya comentamos que según la bibliografía semillas
y frutos son algo más grandes. Aunque el análisis de semillas probablemente no haya sido
exhaustivo, el de los frutos es posible que sea más aproximado. En todo caso las diferencias
observadas entre nuestro caso y el de la bibliografía (1,28 mm. de diámetro frente a 4-7 mm.) sí
que pueden llevar a pensar en el desecho de los ejemplares de menor tamaño, por diferentes
motivos: culinarios, personales o incluso porque se encontrasen aún verdes.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 69

LONGITUD EM PETRUM EWAN I

30%
Porcentaje

20%

10%

0%
0,80 1,00 1,20 1,40 1,60

LONGITUD

Gráfico 1.- Histograma de la longitud del Empetrum rubrum

GROSOR/ANCHO EM PETRUM EWAN I

30%
Porcentaje

20%

10%

0%
0,60 0,80 1,00 1,20

INDICE GROSOR/ANCHO

Gráfico 2.- Histograma de la relación grosor/anchura del Empetrum rubrum


70 7. DESCRIPCIÓN Y DISCUSIÓN ARQEUOBOTÁNICA DE LOS TAXONES IDENTIFICADOS

Figura 12.- Galium aparine. Volos (Grecia)

2. En cuanto al Galium aparine (figura 12), se han medido 122 individuos, de los que 3 provenían
de Ewan I y el resto de Ewan II. El ancho de malla con el que se recogieron fue de 1 mm. en 3 de
los casos y de 2 mm. en 159. Por sus características morfológicas, sólo se han tomado el largo y el
ancho en cada caso. El largo máximo es de 2,88 mm., mientras que el mínimo es de 1, 24; el
ancho máximo es de 2,71, mientras que el mínimo es de 1,02. A pesar de que son semillas
semiesféricas, la carbonización hace que su tamaño disminuya más en el ancho que en el largo.

LARGO ANCHO
MAXIMO 2,88 2,71
MINIMO 1,24 1,02
MEDIA 2,16 1,9
Tabla 8.- Máximas, mínimas y media del
Galium en Ewan II

YACIMIENTO ESPECIE 1 mm. 2 mm. TOTAL FRECUENCIA


EWAN II Empetrum rubrum 17 1 18 7,40740741
EWAN II Galium sp. y aparine 3 155 158 65,0205761
Tabla 9.- Cantidad de Empetrum y Galium en Ewan II en cantidades absolutos y frecuencias
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 71

LARGO GALIUM EWAN II

20%

Porcentaje 15%

10%

5%

0%
1,60 2,00 2,40 2,80

GALIUM

Gráfico 3.- Histograma del largo Galium sp.

En los histogramas (gráficos 3 y 4) podemos ver también como la relación entre sus medidas es
normal, interpretándose de nuevo que no se debe a una selección por parte del grupo que usó la
planta, es decir que tenemos una representación azarosa y no sesgada de restos.

Entre las semillas del género Galium han podido ser identificadas varias pertenecientes a la especie
Galium aparine (ver 16). El estado de conservación del resto, derivado de la carbonización, no
permitía distinguir la estructura celular de la superficie. Las dimensiones que estos restos
presentan se corresponden con las de frutos que han mantenido contacto con el fuego. Las
variaciones observadas difieren relativamente de los ejemplares sin carbonizar, pues en general
estos suelen presentar medias superiores a 2,6 mm. de largo y 2 mm. de ancho. A diferencia los
frutos de Galium aparine son habitualmente más grandes, pero sin la estructura celular distinguible
no podemos concluir la especie en base sólo al tamaño.

Asimismo, en la relación de las dimensiones entre largo y el ancho de los ejemplares de Ewan II se
percibe que Galium aparine se presenta con una tendencia más cercana al largo que al ancho. En
este sentido se confirma que la carbonización de los restos puede afectar a su tamaño, con una
disminución superior en el ancho que en el largo (gráfico4).
72 7. DESCRIPCIÓN Y DISCUSIÓN ARQEUOBOTÁNICA DE LOS TAXONES IDENTIFICADOS

LARGO/ANCHO GALIUM EWAN II

30%

Porcentaje

20%

10%

0%
0,80 1,00 1,20

INDICE LARGO/ANCHO

Gráfico 4.- Histograma de la relación largo/ancho Galium sp.

Cada planta de Galium produce entre 12 y 18 frutos compuestos por dos mericarpios. Así, cada
una produce un total de entre 24 y 36 semillas. A partir de este dato y de los 224 restos
recuperados en Ewan II hemos calculado un número mínimo de plantas completas de 3. Sin
embargo, al igual que en el caso de la murtilla hay que tener en cuenta que estos son los
ejemplares que fueron a parar al fuego y son sólo el desecho de la cantidad total que en realidad
hubo.

A continuación incluimos los dibujos (realizados por Ramón Buxó y Marian Berihuete) y
fotografías (realizadas en el Servei de Microscopia de la UAB, con microscopio electrónico de
rastreo, excepto la del fruto completo de Empetrum rubrum, realizado con la ayuda de una lupa
binocular) del Empetrum rubrum, del Galium y del Bromus, que es una de las Poaceae que hemos
podido identificar en grado de género. Decidimos incluirla porque las Poaceae son una de las
familias más representativas después de las dos principales que ya hemos comentado y el Bromus es
el género del que más taxones se han identificado (7 en total).
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 73

1mm

Figura 13.- Dibujo Empetrum rubrum. Escala 1:15. (EI. G8.A3.SW)

Figura 14.- Arriba izquierda: fruto completo Empetrum rubrum (EI.G8.A3.SW). Fragmento y vistas frontal y lateral
(EI.G9.A3.NW)
74 7. DESCRIPCIÓN Y DISCUSIÓN ARQEUOBOTÁNICA DE LOS TAXONES IDENTIFICADOS

Figura 15.- Galium sp. vista ventral (EII. BE35.A3.NW) y Galium aparine vista dorsal (EI.A3.NW)

1mm

Figura 16.- Izquierda: detalle superficie Galium aparine (EI.A3.NW); dibujo Galium sp.1:15 (EII.BC35.NW)
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 75

Figura 17.- Bromus sp. vistas ventral (EI.G6.A3.SE)(izquierda) y dorsal (EII.BD36.A3.NE)

1mm

Figura 18.- Izquierda: detalle superficie Bromus sp. (EI.G6.A3.SE). Dibujo: Bromus sp.1:15 (EI.G7.A3.NW)
76 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

A continuación presentaremos los resultados obtenidos a partir del análisis de los restos
carpológicos de ambos yacimientos. En primer lugar describiremos cada caso por separado
atendiendo a cuestiones tafónomicas, de formación del conjunto, a cuestiones metodológicas, de
discusión de las estrategias aplicadas y a los resultados obtenidos en cada sitio. Después,
compararemos los datos obtenidos en Ewan I y Ewan II.

8.1. LA CHOZA RITUAL: EWAN I

UNIDAD
TOTAL TOTAL a. La formación del conjunto: la cantidad de restos
RESTOS LITROS
G7.A3.NE 71 5 recuperados, puede responder al tamaño de la muestra
G8.A3.NW 110 6
G7.A3.SE 103 7 recogida, por ello, es necesario evaluar la relación entre
G8.A3.NE 191 10 ambas variables y descartar que las diferencias observadas
G7.A3.SW 224 13
G7.A3.NW 282 14 sean consecuencia de las características muestrales. En esta
G8.A3.SW 494 14
G8.A3.SE 133 20 tabla se recogen el número de restos carpológicos
G6.A3.NW 455 20,5
recuperados y de litros flotados por unidad. El total de
G6.A3.SE 36 26
G6.A3.SW 178 26 restos es de 2952 y el de litros de 228,5. En el gráfico que
G9.A3.NW 632 26
H6.A3.NW 43 41 presentamos a continuación (gráfico 5), podemos ver
TOTAL 2952 228,5
Tabla 10.- Restos recuperados y litros como la cantidad de restos no está condicionada por los
flotados por unidad litros flotados es decir, que más litros ≠ más restos. Por
ejemplo vemos como G6.A3.SE es una de las unidades donde más litros se han flotado y, sin
embargo, es una de las que presenta menor número de restos. La variación en la cantidad de litros
recogidos por subcuadro y unidad se debe a las diferentes potencias que la capa A3 presenta en
cada uno de ellos. Por lo tanto podemos considerar que las diferencias en la distribución de restos
no son consecuencia del volumen de sedimento tratado. Otros factores como las actividades
realizadas en el interior del asentamiento o procesos postdeposicionales explicarían la distribución
que presentan los restos.

Queremos señalar que hemos considerado la totalidad de sedimento sin diferenciar el área de
combustión del resto de la choza. Las perturbaciones que afectaban a la estratigrafía detectada en
el interior del área de combustión hacían poco viable intentar una comparación entre estos
ámbitos. Por eso, parte del sedimento del área de combustión no fue flotado.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 77

Relación total litros flotados y total restos Ew an I

1000

100

10

1
G7.A3.NE

G7.A3.SE

G8.A3.NE

G8.A3.SE

G6.A3.SE
G8.A3.NW

G7.A3.SW

G7.A3.NW

G8.A3.SW

G6.A3.NW

G6.A3.SW

G9.A3.NW

H6.A3.NW
TOTAL RESTOS TOTAL LITROS

Grafico 5.-Relación de litros flotados y total restos Ewan I

b.La metodología aplicada: la metodología de muestreo y análisis ha sido ya descrita en el capítulo


quinto. En este apartado valoramos la eficiencia de la metodología empleada. Durante el trabajo
de campo se decidió flotar la totalidad del sedimento de la capa arqueológica; creemos que el
planteamiento inicial de flotar todo el sedimento del nivel arqueológico A3, siendo como es
factible en términos de tiempo y medios, es adecuado. Pese a ello podemos plantear la
oportunidad de otras estrategias de muestreo que permitirían obtener igualmente una visión
global del conjunto. En este sentido se puede plantear de cara a intervenciones futuras un
muestreo tomando una cantidad constante de litros en cada subcuadro o la ampliación de la zona
muestreada al exterior de la choza.

En cuanto a la luz de las mallas utilizadas, podemos constatar que la mayoría de los restos han sido
recuperados en la malla de 1 mm. en todas las unidades (2027 frente a los 925 de la malla de 2
mm.). Esto se debe a una cuestión puramente taxonómica, las semillas que estudiamos pertenecen
a plantas silvestres y son de tamaño muy pequeño y la especie predominante, el Empetrum rubrum,
a menudo no llega a los 2 mm. Aún así, los restos recuperados en la malla de 2 mm. son también
abundantes, por lo que en posteriores estudios mantendremos la malla de esta luz, ya que facilita
la separación de los restos. Se plantea además la cuestión de si sería conveniente añadir una criba
de 0,5 mm. e incluso la de 0,2 mm. En cuanto a la primera, pensamos que su uso sería necesario
78 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

para recuperar fragmentos y ejemplares que eventualmente presentasen una talla menor a la de
taxones ya documentados en las mallas mayores. Por otro lado se podrían recuperar taxones no
presentes en los otros dos anchos. Por lo que respecta a la segunda, consideramos que su adición
experimental sería interesante para descartar o comprobar la presencia de taxones de menor
tamaño.

UNIDAD 1 mm. % 2 mm. %


G6.A3.NW 245 12,09 210 22,70
G6.A3.SE 0 0,00 36 3,89
G6.A3.SW 178 8,78 0 0,00
G7.A3.NE 39 1,92 32 3,46
G7.A3.NW 184 9,08 98 10,59
G7.A3.SE 65 3,21 38 4,11
G7.A3.SW 151 7,45 73 7,89
G8.A3.NE 133 6,56 58 6,27
G8.A3.NW 110 5,43 0 0,00
G8.A3.SE 86 4,24 47 5,08
G8.A3.SW 345 17,02 149 16,11
G9.A3.NW 491 24,22 141 15,24
H6.A3.NW 0 0,00 43 4,65
TOTAL 2027 100 925 100
Tabla 11.- Número total de restos en las cribas de 1 mm. y 2 mm. y porcentaje que representa dentro del total

En los que se refiere a la distribución de los taxones según la malla utilizada para su recuperación
vemos que el comportamiento taxonómico de Ewan I es muy similar tanto en la fracción de 1
mm. como en la de 2 mm., como se muestra en los gráficos 6 y 7. En ambos casos el Empetrum
rubrum es la especie dominante. En el caso de los restos de 1mm, representa el 99% de los taxones
identificados, a continuación le siguen restos vegetales asociados a las familias de las Cyperaceae y
las Poaceae. En el caso de la malla de 2 mm., el Empetrum rubrum representa el 97% y le siguen
también las Poaceae (2%), y las Rubiaceae y Polygonaceae (que comprenden un 1% entre las dos).
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 79

Familias Ewan I en malla 1mm

Caryophyllaceae
Chenopodiaceae
Cyperaceae
Empetraceae
Plantaginaceae

Poaceae
Polygonaceae
Rubiaceae
Umbelliferae

Gráfico 6.- Familias Ewan I en malla de 1 mm.

Familias Ewan I en malla 2mm

Caryophyllaceae

Chenopodiaceae

Cyperaceae

Empetraceae

Plantaginaceae

Poaceae

Polygonaceae

Rubiaceae

Umbelliferae

Gráfico 7.- Familias Ewan I en malla de 2 mm.


80 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

c. Las especies, taxones y distribución en la choza: Sobre las cuestiones taxonómicas y de


identificación ya hablamos en el capítulo anterior, aquí vamos a referirnos básicamente a analizar
la distribución de los taxones en los dos ámbitos espaciales que hemos diferenciado: la estructura
de combustión y el área interior de la choza. Entendemos que las dinámicas de formación de estos
contextos son diferentes y por lo tanto podrían haber influido en la distribución de los restos.

Caryophy- Empetra- Total


UNIDAD Poaceae Rubiaceae
llaceae ceae general
G6.A3.SE 26 5 1 32
G7.A3.NW 59 2 61
G7.A3.SW 1 218 1 220
G8.A3.NE 1 183 2 1 187
G8.A3.SE 41 41
H6.A3.NW 43 43
TOTAL 2 570 10 2 584
Tabla 12.- Restos por familias en estructura de combustión

En el caso de Ewan I se han podido identificar dos especies (Empetrum rubrum –murtilla- y Galium
Aparine –amor de hortelano-), nueve géneros (Empetrum, Galium, Bromus, Festuca, Lolium, Carex,
Cerastium, Poa/Phleum, Chenopodium/Atriplex) y nueve familias (Empetraceae, Rubiaceae, Poaceae,
Cyperaceae, Polygonaceae, Plantaginaceae, Chenopodiaceae, Caryophyllaceae y Umbelliferae) en total.
Dado que el número de especies identificadas es muy reducido, hemos creído conveniente
presentar los datos por familias. En el caso de la estructura de combustión, vemos como sólo se
han encontrado restos de cuatro familias, predominando muy significativamente las Empetraceae.
En cuanto al resto de la zona interior de la choza, se han identificado ejemplares de cinco familias
más, siendo también el Empetrum rubrum la especie más abundante.

Caryo- Cheno- Planta-


Cypera- Empetra- Poa- Polygona- Rubia- Umbelli-
UNIDAD phy- podia- gina- TOTAL
ceae ceae ceae ceae ceae ferae
llaceae ceae ceae
G6.A3.SW 1 73 1 75
G6.A3.NW 1 4 436 6 447
G6.A3.SE 4 4
G6.A3.SW 95 95
G7.A3.NE 1 69 1 71
G7.A3.NW 1 1 1 204 3 1 211
G7.A3.SE 94 1 3 1 1 100
G8.A3.NW 103 103
G8.A3.SE 79 79
G8.A3.SW 4 460 2 1 1 468
G9.A3.NW 1 626 2 629
TOTAL
GENERAL 3 1 11 2243 1 15 4 3 1 2282
Tabla 13.- Restos por familias en interior choza
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 81

Las diferencias entre los dos ámbitos de la choza podrían derivarse de usos diferenciados del
espacio de la misma o modalidades de consumo diversas de las especies. Tampoco podemos
descartar que en la estructura de combustión algunas de las semillas pudieran quemarse hasta
quedar reducidas a cenizas; así, los taxones menos “robustos” no se habrían conservado,
provocando las diferencias que observamos.

En el gráfico 8 se muestra como se distribuyen las familias en los ámbitos espaciales. La gráfica
esta expresando qué porcentaje de la frecuencia total de cada familia se encuentra en la estructura
de combustión y cuál en el área interior de la choza. Si analizamos los datos comparativamente,
vemos que el Empetrum rubrum está repartido de manera bastante uniforme entre los dos ámbitos.
Sin embargo podemos apreciar que las otras familias se distribuyen de manera heterogénea: así hay
tres familias que están mejor representadas en la estructura de combustión (Caryophyllaceae,
Rubiaceae y Poacea), mientras que otras cinco sólo se encuentran en el interior de la choza
(Chenopodiaceae, Cyperaceae, Plantaginaceae, Polygonaceae y Umbelliferae). No obstante hay que
recordar que los restos de Empetraceae suponen el 98% de los restos determinados en Ewan I, por
lo que las diferencias de distribución afectan a un porcentaje muy pequeño de los restos y por lo
tanto son poco significativas. Lo más interesante es que el taxón dominante está distribuido de
manera bastante homogénea.

Comparación entre el área de ombustión y el interior de


la choza de Ewan I

100%

80%

60%

40%

20%

0%
Umbelliferae

Empetraceae
Chenopodiaceae

Cyperaceae

Plantaginaceae

Polygonaceae

Caryophyllaceae

Rubiaceae

Poaceae

Combustión Interior Choza

Gráfico 8.- Distribución de taxones en los ámbitos de la choza


82 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

Figura 19.- Planta con la frecuencia de Empetrum rubrum por subcuadro. Oriol Vicente

Figura 20.- Planta con la frecuencia de taxones sin Empetrum rubrum, por subcuadro. Oriol Vicente
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 83

Figura 21.- Planta con la frecuencia de taxones por subcuadro. Oriol Vicente
84 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

Para comparar el interior de la choza con la estructura de combustión contamos también con las
plantas que nos sitúan la densidad de restos y la distribución de taxones (figuras 19, 20 y 21). Por
un lado, en cuanto a la densidad, vemos como las mayores concentraciones de semillas se dan
alrededor del fogón y en las zonas más cercanas a los límites de la choza. Destaca también una
concentración de restos en la zona interior (G9), que no está asociada a la estructura de
combustión.

Al comparar la frecuencia de taxones que se puede ver en la planta de distribución (figura 19), no
hemos incluido el Empetrum rubrum pues la gran diferencia de número habría minimizado las
diferencias entre los demás taxones. Pese a ello es destacable que los taxones representados en la
planta 20 suponen un porcentaje muy bajo del total. En esta planta vemos que tanto en el fogón
(cuadros G7 y G8) como en los cuadros periféricos se concentra la mayor diversidad, es decir, a
medida que nos alejamos del foco de combustión disminuye el número de taxones. Sobre todo en
la zona del fogón encontramos que hay una presencia importante de Caryophyllaceae, ésta familia
está ausente en los cuadros más alejados. Las Poaceae predominan en el fogón y en la zona
inmediatamente contigua. Las Cyperaceae son también significativas pero en este caso en la
periferia de la estructura de combustión y en la zona más alejada de la misma. En la planta de la
figura 19 se expresa la distribución de Empetrum rubrum. Ésta no es homogénea, presenta un patrón
concentrado y la mayor densidad de restos se encuentra en las zonas más alejadas del área de
combustión.

Las causas de las diferencias en la distribución espacial de los taxones no son claras. Queremos
señalar que la baja densidad de restos en G7, correspondiente al centro del área de combustión,
puede deberse al bajo volumen de sedimento flotado, ya que allí se identificaron varias
perturbaciones que alteraron la estratigrafía y por lo tanto no se pudo flotar en su totalidad. En los
que ser refiere a la distribución de los taxones se pueden plantear diversas hipótesis. En primer
lugar las pautas de consumo de algunas de ellas, en segundo lugar el que en algunos casos se trate
de plantas que se acumularon por procesos diferentes al consumo alimentario, como el arrastre de
leña.

Para entender mejor el significado de la distribución de especies en Ewan I, creemos necesario


comentar cuál es su posible lugar de procedencia, es decir, si son especies que crecían en la zona
del claro, en las proximidades de la choza, o no. La murtilla (Empetrum rubrum) es una planta de
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 85

zonas abiertas. Pudimos identificar su presencia en el claro aunque se distribuye de manera


heterogénea con zonas de mayor concentración y en las inmediaciones de la choza no crecía en la
actualidad. Al ser una planta rastrera y de cierto volumen parece poco probable que se levantara la
choza sobre este tipo de plantas, por lo que cabe suponer que fue aportada intencionalmente. Las
Poaceae, las Leguminosae, las Chenopodiaceae, Asteraceae, Caryophilacea, Oxalidaceae, Polygonaceae y
Compositae forman parte del manto herbáceo del claro, por lo que no se puede descartar que la
lluvia de semillas o el arrastre de troncos hayan sido los posibles causantes de su presencia. En este
sentido su distribución asociada mayoritariamente al foco de combustión parece coherente con
este tipo de aporte (combustión in situ de plantas que crecían allí y fueron arrastradas por los
troncos). No obstante creemos necesario contrastar esta hipótesis con un mayor número de
muestras procedentes de otros sectores de la choza.

Cabe señalar que las Cyperaceae y Plantaginaceae son familias de plantas acuáticas, por lo que
necesariamente han sido aportadas a la choza de manera intencional. En las cercanías del sitio se
pueden encontrar diversos puntos de agua, pero todos ellos a una cierta distancia.

El caso de las Rubiaceae es más complejo, es un taxón que predomina en el bosque y como ya se ha
señalado es el taxón predominante en Ewan II. Su presencia en Ewan I es mucho menor pero
igualmente significativa, probablemente debida al tipo de consumo de la misma su presencia se
restringe al área de combustión. No podemos explicar las causas de la distribución de los taxones
en el espacio, pero podemos plantear a nivel de hipótesis que algunas de estas plantas pueden
proceder de la combustión no intencional de la vegetación local, mientras en otros casos su
distribución puede deberse a las pautas de consumo. En este sentido parece que hay una tendencia
a que las plantas aportadas estén mejor representadas en la periferia del área de combustión.
86 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

8.2. EWAN II: LA CHOZA DE HABITACIÓN

a. La formación del conjunto: Siguiendo el esquema ya desarrollado en Ewan I vamos a empezar


evaluando la relación entre el volumen de sedimento flotado y el total de restos. Los datos se
presentan en la tabla 14, donde vemos que el total de restos recuperados es de 527 y el de litros
flotados de 320,5. Además, para el caso de Ewan II hemos distinguido cuántos de los litros
flotados correspondían a la zona de combustión, y cuántos al interior de la choza. En los gráficos 9
y 10 podemos ver como, al igual que en el caso de Ewan I, una mayor cantidad de litros flotados
no se traduce en un mayor número de restos recuperados, o dicho de otra manera, la cantidad de
restos recuperados no mantiene una relación proporcional con el número de litros flotados.
Podemos ver una gran heterogeneidad en lo que se refiere a la distribución de los restos, y ello no
se relaciona con cuestiones de orden muestral.

NÚMERO
NÚMERO DE
DE
LITROS RESTOS ÁREA LITROS TOTAL TOTAL
UNIDAD RESTOS
FLOTADOS DE FLOTADOS LITROS RESTOS
INTERIOR
COMBUSTIÓN
CHOZA
BD36.A3.NE 3 3 4,5 1 7,5 4
BC36.A3.NE 8 1 8 1
BD35.A3.SE 11,5 2 10,5 106 10,5 106
BC35.A3.SE 15,5 23 12 83 12 83
BC35.A3.NW 17,5 63 19,5 7 19,5 7
BD35.A3.NE 19 14 7,5 2 25 65
BC35.A3.SW 40,5 2 28,5 7 28,5 7
BC35.A3.NE 44 32 19,5 40 31 42
BD35.A3.NW 16,5 15 32 38
BE35.A3.NW 16,5 82 35,5 96
BB35.A3.NW 9 4 49,5 6
BC36.A3.NW 17,5 40 61,5 72
TOTAL 159 142 161,5 385 320,5 527
Tabla 14.- Restos recuperados y litros flotados por unidad

Queremos comentar un aspecto que para el caso de Ewan I no hemos podido evaluar debido a las
perturbaciones que afectaban al área de combustión. En el caso de Ewan II no hay perturbaciones
significativas y por lo tanto se pudo flotar la totalidad de sedimento del nivel arqueológico,
haciendo viable un análisis comparativo de la densidad de restos en los diferentes ámbitos.
Podemos constatar que, a pesar de haberse flotado casi la misma cantidad de litros para el interior
de la choza que para la estructura de combustión, el número de restos para del interior choza es
de más del doble que para el área de combustión (385 a 142). Esto, pensamos que se debe a los
factores de formación del conjunto: la intensidad de la combustión en el fogón podría haber
conllevado la destrucción de muchos de los restos, mientras que otros se esparcieron por el resto
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 87

de la choza, y así se salvaron de desaparecer para siempre. En este sentido queremos apuntar que
los restos óseos se encontraban concentrados principalmente en el área de combustión y
presentaban un grado de calcinación importante, hasta el punto que muchos de ellos están tan
fracturados como consecuencia de la acción del fuego que no pueden ser identificados.

Relación litros flotados y núm ero de restos interior choza Ew an II

1000

100

10

1
BD36.A3.NE

BD35.A3.NE

BD35.A3.SE

BC35.A3.SE

BC35.A3.NE
BB35.A3.NW

BD35.A3.NW

BE35.A3.NW

BC36.A3.NW

BC35.A3.NW

BC35.A3.SW
LITROS FLOTADOS NÚMERO DE RESTOS INTERIOR CHOZA

Gráfico 9.- Relación de litros flotados y número de restos en el interior de Ewan II

Relación litros flotados y total restos Ew an II

1000

100

10

1
BD36.A3.NE

BC36.A3.NE

BD35.A3.SE

BC35.A3.SE

BD35.A3.NE

BC35.A3.NE
BC35.A3.NW

BC35.A3.SW

BD35.A3.NW

BE35.A3.NW

BB35.A3.NW

BC36.A3.NW

TOTAL LITROS TOTAL RESTOS

Gráfico 10.- Relación de litros flotados y número de restos para la estructura de combustión
88 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

b. La metodología: también en el caso de Ewan II la mayoría de los restos se han recuperado en la


malla de 1 mm. Sin embargo la diferencia no es tan marcada como la que veíamos en Ewan I: 295
restos en la malla de 1 mm. frente a 232 en la de 2 mm. A pesar de que las diferencias
cuantitativas no son muy significativas, sí que lo son las cualitativas, siendo bastante diferente la
composición taxonómica de ambas mallas. Al igual que en el caso de Ewan I pensamos que, al
menos de manera experimental, sería necesario añadir una malla de 0,5 e incluso de 0,2 mm.

UNIDAD 1 mm. % 2 mm. %


BB35.A3.NW 0 0,00 7 3,02
BC35.A3.NE 40 13,56 32 13,79
BC35.A3.NW 43 14,58 22 9,48
BC35.A3.SE 28 9,49 10 4,31
BC35.A3.SW 0 0,00 6 2,59
BC36.A3.NE 0 0,00 1 0,43
BC36.A3.NW 0 0,00 7 3,02
BD35.A3.NE 75 25,42 21 9,05
BD35.A3.NW 73 24,75 33 14,22
BD35.A3.SE 36 12,20 6 2,59
BD36.A3.NE 0 0,00 4 1,72
BE35.A3.NW 0 0,00 83 35,78
TOTAL
295 100 232 100
RESTOS
Tabla 15.- Número total de restos en las cribas de 1 mm. y 2 mm. y
porcentaje que representa dentro del total

Por otro lado la diferente luz de malla utilizada en la recuperación de los restos afecta muy
significativamente a la diversidad de taxones, apreciándose más claramente en este caso que en el
de Ewan I. En Ewan II hay una gran diferencia entre los restos de menor tamaño y los de 2 mm.
Antes de nada hay que decir que en este yacimiento además del Galium sp. y del Empetrum rubrum se
han identificado otras dos especies, con un solo individuo para cada caso: Lolium perenne y
Polygonym aviculare. Entre los de 1 mm. la familia predominante (30%) es la de las Poaceae, seguida
por Empetraceae (19%) y Cyperaceae(18%). En esta malla las Rubiaceae representan tan sólo un 13%
de los restos, lo que se debe a la talla media de esta familia, ya comentada en el capítulo séptimo.
Las familias que siguen son mucho menos representativas, a continuación encontramos las
Caryophyllaceae con un 7% y después Polygonaceae y Plantaginaceae con un 4% ambas. Por último
Leguminosae y Umbelliferae con un 2% y Chenopodiaceae con un 1%. En la malla de 2 mm. el
panorama es bien diferente. Aunque el abanico de familias es bastante similar, las frecuencias
(porcentaje) cambian por completo. Aquí las Rubiaceae constituyen un 91%, seguidas de las
Poaceae que representan un 6%. Empetraceae y Malvaceae son sólo un 1% cada una de las familias y
las demás completan el 1% restante.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 89

Familias Ewan II en malla 1mm

Caryophyllaceae
Chenopodiaceae
Cyperaceae
Empetraceae
Labiatae
Leguminosae
Malvaceae
Plantaginaceae
Poaceae
Polygonaceae
Rubiaceae
Umbelliferae

Gráfico 11.- Familias Ewan II en malla de 1 mm.

Familias Ewan II en malla 2mm

Caryophyllaceae
Chenopodiaceae
Cyperaceae
Empetraceae
Labiatae
Leguminosae
Malvaceae
Plantaginaceae
Poaceae
Polygonaceae
Rubiaceae
Umbelliferae

Gráfico 12.- Familias Ewan II en malla de 2 mm.

c. Las especies: taxones y distribución en la choza: vemos como el comportamiento taxonómico


de Ewan II difiere totalmente del de Ewan I. En el caso de Ewan II la familia dominante es la de las
Rubiaceae, en concreto el género Galium. La presencia de Empetraceae es más marginal. El resto de
taxones se presenta de manera más esporádica.
90 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

Cypera- Empetra- Labia- Malva- Plantagi- Poa- Polygo- Rubia-


UNIDAD TOTAL
ceae ceae tae ceae naceae ceae naceae ceae
BC35.A3.NE 1 1 2 24 28
BC35.A3.NW 5 1 2 5 18 31
BC35.A3.SE 2 1 1 1 9 14
BC35.A3.SW 0
BC36.A3.NE 1 1
BC36.A3.NW 2 2
BD35.A3.NE 2 3 4 9
BD35.A3.SE 2 2
BD36.A3.NE 1 2 3
TOTAL 7 3 1 2 2 12 1 62 90
Tabla 16.- Total de restos por familias en estructura de combustión

Caryo- Cheno- Cype- Empe- Legu- Planta-


Poa- Polygo- Rubia- Umbelli-
UNIDAD phylla- podia- ra- tra- mi- gina- Total
ceae naceae ceae ferae
ceae ceae ceae ceae nosae ceae
BB35.A3.NW 7 7
BC35.A3.NE 3 1 4 1 9
BC35.A3.NW 1 1 2
BC35.A3.SE 1 5 6
BC35.A3.SW 4 4
BC36.A3.NW 1 3 4
BD35.A3.NE 2 1 8 1 7 19
BD35.A3.NW 5 1 1 8 1 7 1 33 2 59
BD35.A3.SE 1 3 5 1 1 5 2 18
BD36.A3.NE 1 1
BE35.A3.NW 2 81 83
TOTAL 6 1 10 15 2 1 28 3 144 2 212
Tabla 17.- Total de restos por familias en interior choza

Las diferencias en la composición taxonómica entre los ámbitos espaciales (estructura de


combustión e interior choza) contemplados son diversas (gráfica 13) Por un lado vemos en el área
de combustión la riqueza taxonómica es menor que para el restos de la choza, aunque si tenemos
en cuenta la dispersión de los taxones por cuadros (figura 22) vemos que la mayor diversidad se
concentra en las inmediaciones del área de combustión. Por otro lado, los taxones que tenemos
en uno y otro ámbito son también diferentes. Así, hay familias que sólo aparecen en el interior de
la choza (Chenopodiaceae, Leguminosae, Umbelliferae y Caryophyllaceae), mientras que otras lo hacen
nada más en el fogón (Labiatae y Malvaceae). Estas diferencias pueden deberse a las propias
características de los taxones, pero también a diferentes procesos deposicionales. No obstante,
quedaría por ver si realmente son significativas, dado el bajo número de individuos identificados
para cada familia. Por otro lado cabe señalar que en Ewan II los taxones secundarios tienen más
importancia a nivel cuantitavo que en Ewan I, tanto en términos absolutos como relativos.
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 91

Comparación entre el área de ombustión y el interior de


la choza de Ewan II

100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
Umbelliferae
Leguminosae

Malvaceae

Empetraceae
Chenopodiaceae

Caryophyllaceae
Labiatae

Polygonaceae

Plantaginaceae

Cyperaceae
Poaceae

Rubiaceae
Combustión Interior Choza

Gráfico 13.- Distribución de taxones en los ámbitos de la choza

Un rasgo interesante del conjunto es la heterogeneidad en la distribución espacial de los taxones


(figura 15). Como se puede ver en la planta de distribución de frecuencias de los taxones hay una
notable variación entre los diferentes cuadros muestreados. Así en los cuadros periféricos del área
de combustión (BC35) están mejor representados los taxones secundarios, entre ellos son las
Poaceae (gramíneas) las mejor representadas, mientras que, a medida que nos alejamos del foco de
combustión, el taxón que predomina es el Galium. Esta mayor riqueza taxonómica no está en
función del número de restos, como podemos ver en la planta de distribución de densidad de
restos, ya que estos se concentran sobre todo en dos zonas periféricas del área de combustión
(BD35 norte y BC35 NE) y en una zona que se encuentra un poco más alejada en el interior de la
choza (BE35). En cambio la mayor riqueza taxonómica se sitúa en la zona cercana al fogón.

La causa de estas diferencias en la distribución de los taxones no es clara. El análisis de la


distribución espacial de la totalidad de restos arqueológicos (MAXIMIANO, 2005) establece una
hipótesis de perímetro de la choza que se sitúa en torno a los 3-4 metros. La zona interior de la
choza se articularía alrededor del área de combustión que ocuparía una posición central. Así la
acumulación de restos observada en BE35 se localizaría en la zona periférica del interior de la
choza, bastante cerca de sus límites interiores.
92 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

Figura 22.- Planta con la frecuencia de taxones por subcuadro. Oriol Vicente

Figura 23.- Planta de densidad de restos por subcuadro. Oriol Vicente


Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 93

Queremos remarcar que, como en el caso de Ewan I, parece que los taxones con mayor valor
económico están mejor representados en las zonas periféricas del área de combustión. En este
caso Galium, aunque presente en todos los sectores, predomina a medida que nos alejamos de ella.
De nuevo podemos observar que tenemos representados taxones que han sido aportados de
manera intencional, como las Cyperaceae o las Empetraceae; las primeras crecen en lugares con agua,
las segundas en el claro. Algunos de los restos pueden proceder de la combustión de plantas que
crecían allí, como las Poaceae, formando parte del manto herbáceo del interior del bosque. No
obstante la diversidad herbácea que observamos actualmente en el sotobosque es menor que la del
claro y, justamente, en Ewan II están ausentes la mayoría de los taxones que actualmente crecen
en las inmediaciones del sotobosque. Por ello cabe plantearse si la presencia de algunas de estas
plantas puede deberse también a factores relacionados con su consumo, es decir, a un aporte
intencional. Como en el caso de Ewan I sería necesario ampliar el muestreo con el objetivo de
corroborar estas tendencias y poder discriminar los factores que han conformado la distribución
de los taxones.

8.3. ANÁLISIS COMPARATIVO DE LOS DOS YACIMIENTOS

a. y b. La formación del conjunto y la metodología: en el capítulo 3 ya hemos descrito las


características de cada yacimiento. Asimismo hemos explicado cuál ha sido la metodología
aplicada, idéntica para ambos casos. Los litros flotados para Ewan I han sido 228,5 y para Ewan II
320,5. En el primer caso la superficie muestreada ha sido de 2,5m2 en total y en el segundo de
3,5m2 resultando así que la proporción de litros flotados es semejante. Las mallas empleadas en
ambos casos han sido las mismas (1 y 2 mm.). Sin embargo la diferencia de restos recuperados es
bien marcada, puesto que en el primer caso, aun cuando los litros flotados son menos, el número
de restos es de 2952, mientras que en el segundo es de 527.
94 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

Com paración litros flotados y total restos Ew an I y Ew an II

3500

3000

2500

2000

1500

1000

500

0
TOTAL RESTOS TOTAL LITROS

EWAN I EWAN II

Gráfico 14.- Comparación litros flotados/total restos Ewan I y Ewan II

Una posible explicación de esta diferencia en el número de restos es la propia diversidad de los
taxones. Dado que cualitativamente son diferentes en ambas chozas es lógico que las propias
diferencias entre distintas especies (en cuanto a la cantidad de semillas que producen, el modo de
dispersión y su uso por parte de los selknam) haya provocado esta disparidad.

c. Las especies, taxones y distribución en la choza: En cuanto a las especies y familias identificadas
en cada uno de los yacimientos, también encontramos diferencias significativas. Como antes
comentábamos, para Ewan I han sido identificados a nivel de especie sólo dos taxones: el Empetrum
rubrum y el Galium aparine. Para Ewan II, además de estos se han identificado también: Lolium
perenne y Polygonum aviculare. Es de remarcar que son estas dos primeras las especies dominantes
en ambos registros con una diferencia sustancial: el Empetrum rubrum lo es para Ewan I y el Galium
para Ewan II.

Esta diferencia tan marcada en el número de restos no obedece sólo a las diferentes características
taxonómicas de ambas especies. Los motivos de estas diferencias son imposibles de esclarecer, no
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 95

obstante, barajamos diversas hipótesis explicativas, una vez descartadas las derivadas de
deficiencias/diferencias muestrales:
- en primer lugar partimos de la hipótesis de que las chozas tenían un uso diferente. Podría
ser esta una razón que explicase porqué en Ewan I encontramos tantas semillas de
Empetrum rubrum, y porqué en Ewan II apenas si lo hay mientras que se han recuperado
“grandes” cantidades de Galium. Aunque ambas especies son comestibles, desconocemos
otros usos y valores que el grupo selknam pudieran haberles dado, y que habrían
provocado que en espacios rituales y en espacios de habitación se consumieran de manera
diferente;
- en segundo lugar, podría deberse a la diferente ubicación de ambas chozas. En este caso
deberíamos darle más importancia al aporte accidental de semillas que al intencional,
debido a que las chozas se encuentran a escasos 200 metros. Sin embargo, esto no parece
muy lógico si tenemos en cuenta la gran cantidad de semillas recuperadas;
- en tercer lugar, aunque partimos de una ocupación contemporánea, y el hecho de que las
principales especies documentadas fructifiquen en verano avalan que ambas chozas fueron
ocupadas en la misma estación, al no tener la seguridad 100% de este uso
contemporáneo, podríamos plantear que las diferencias se deban a un uso en momentos
diferentes. La contrastación de las fechas dadas por la dendocronología y de la
información sobre la fructificación del resto de especies nos permitirían corroborar o
descartar esta hipótesis.

Es interesante comprobar como en ambos casos las mayores concentraciones de semillas se dan en
la periferia del fogón (en la zona inmediata al área termoalterada) y en los cuadros más extremos
de la periferia. En las dos chozas los cuadros analizados situados más al noroeste analizados han
sido los que más restos han presentado. Por otra parte en ambas chozas la mayor riqueza de
taxones se concentra en le zona del fogón y su periferia inmediata.

8.4. ¿QUÉ HACE UNA SEMILLA COMO TÚ EN UN SITIO COMO ÉSTE?

Dada la significativa diferencia entre la cantidad de restos de las dos especies predominantes y el
resto, creemos que es necesario que nos preguntemos especialmente para ellas cómo y porqué
llegaron a los yacimientos: cuáles fueron los procesos deposicionales (humanos o no) que las
llevaron a formar parte del registro.
96 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

En el caso de la murtilla (Empetrum rubrum), sabemos que se trata de una baya comestible y la
información etnográfica nos dice que era consumida por los selknam. Sin embargo, no tenemos
ningún indicador arqueológico para afirmar que estaba siendo empleada en la alimentación. Es por
ello que sólo podemos limitarnos a descartar posibles causas de su carbonización y consecuente
presencia y a proponer algunas posibles. Para empezar, hemos descartado una serie de factores
como agentes de su presencia:
- la “lluvia de semillas”, puesto que se trata de frutos que difícilmente pueden haber llegado
a incorporarse al registro arqueológico en las cantidades que los encontramos de manera
accidental. Este método de dispersión es propio de especies anemófilas o de frutos que
crecen en árboles o plantas de mayor altura que el Empetrum. Además parece poco
probable que después de un aporte accidental al interior de la choza, se hubiesen
quemado también de forma accidental;
- también se ha descartado que fuese parte del suelo de la choza. A pesar de que como ya
describimos la murtilla forma alfombras leñosas en claros, y que aún hoy día hemos visto
como crece en un claro cercano a la choza Ewan I, esta propia dureza y “leñosidad” hace
difícil imaginar que se levantasen las chozas directamente sobre los arbustos;
- otra de las posibilidades que se nos ocurrió fue que se hubiesen usado sus ramas (con
frutos y hojas, que aparecen también en cantidad considerable) para iniciar el fuego.
Además etnográficamente está documentado el uso de antorchas de ramitas de murtilla
para cazar (GUSINDE, 1982: 265) (figura9). Sin embargo el hecho de que sea una planta
rastrera, que vive a menudo en zonas húmedas, no parece corroborar su idoneidad para
esta función y sí para la de antorchas, que se dejaban quemar sin llama. Por otra parte si se
hubieses utilizado como combustible seria esperable encontrar un uso parecido en ambas
chozas y en cambio en Ewan II apenas esta representado.

Por otro lado, podemos apuntar algunas causas posibles de que las bayas de murtilla se quemasen,
y así sus semillas carbonizadas se nos hayan conservado:
- en primer lugar podemos apuntar su consumo como alimento. Aunque esto no justifica su
carbonización, ya que las referencias etnográficas y el sentido común nos hablan de un
consumo directo, sí que justificaría su llegada a la choza; lo que se estaría quemando en
este caso serían los residuos derivados de su consumo alimentario: las ramitas y hojas y los
frutos desechados;
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 97

- en segundo lugar, que se hayan incorporado al registro del interior de la choza como
consecuencia de la gestión de los residuos que practicaba los selknam, que consistía en
lanzarlos al fuego (GALLARDO, 1910). Así frutos demasiado verdes o demasiado
maduros, echados a perder o sobrantes, podrían haber ido a parar al fogón. También
frutos de los arbustos alrededor de la choza o incluso en el suelo de la misma, tras labores
de limpieza y acondicionamiento. La combustión, detenida antes de provocar la completa
carbonización de estos frutos, tendría como consecuencia la carbonización de estos frutos
y la actividad desarrollada dentro de la propia choza habría provocado el posterior
esparcimiento de las semillas.
- en último lugar hemos planteado que las semillas de murtilla hayan podido llegar a Ewan I
de manera secundaria, como consecuencia del uso de excrementos como combustible.
No tenemos información etnográfica al respecto sobre los selkman para sustentar esta
hipótesis, pero sí etnográfica y etológica para otros grupos y animales. Sabemos que
grupos humanos como los Himba (en Namibia y Angola) emplean excrementos de sus
rebaños para alimentar los hogares. Además, aunque los selknam no practicaban la
ganadería, sabemos también que los guanacos acostumbran a frecuentar defecaderos
habituales, lo que haría fácil conseguir este combustible.

A partir de estudios concretos de estos defecaderos, se ha visto como la presencia de


Empetrum rubrum es mayor en los mismos que en los aledaños (HENRÍQUEZ, 2004:503),
presentándose esta como una hipótesis plausible. Por ello la presencia de esta planta como
simple componente de la vegetación aledaña no parece probable. Por otro lado, la
ausencia de datos etnográficos, la escasez de este taxón en Ewan II, donde sería de esperar
encontrarlo también, y la escasez de otros taxones que acompañarían al Empetrum rubrum
en los excrementos de guanaco hacen restar probabilidad a esta interpretación.

En lo tocante al Galium, haremos una descripción de agentes similar a la anterior:


- si la “lluvia de semillas” fuese la responsable de la llegada de estas semillas a la choza
parece poco probable que hubiesen llegado en tanta cantidad al interior de la misma.
Tampoco parece una planta adecuada para formar parte de la cubierta de la choza y de
esta manera dejar caer sus semillas en el interior de la misma;
98 8. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

- otra posibilidad que no contemplamos es que constituyese directamente el suelo de la


choza, puesto que éste habría sido acondicionado antes de iniciar el fuego o, en todo caso,
habrían quedado sólo en los extremos de la choza, no explicándose así su carbonización;
- por último, a partir de los datos que tenemos tampoco parece probable que hubiese
llegado aquí como consecuencia del uso de excrementos de guanaco como combustible.
En primer lugar no sabemos que estos animales la consuman, lo que parece poco probable
porque sus frutos presentan unos pelillos que pueden hacer daño al estómago y su
dispersión habitual no es endozoocoria, sino zoocoria. En segundo lugar en ese caso
habríamos encontrado muchos más restos de Empetrum rubrum que sí que aparece en estos
excrementos.

Los factores que hemos considerado como probables de la presencia de Galium en Ewan II son:
- si constatásemos que el Galium tiene también un sistema de dispersión endozooico y
pudiésemos también verificar que el uso de Ewan II se alargó en el tiempo unos meses
más que el de Ewan I, podríamos aceptar el uso de excrementos de guanaco como causa
de su presencia;
- por otro lado, se trata de una especie comestible, de la cual pueden consumirse las hojas
crudas o cocinadas (COUPLAN, 1989: 268-9); también pueden consumirse sus semillas
con una preparación parecida a la del café, pero que no parece probable para el grupo.
Por ello la presencia de estas semillas puede deberse al consumo de otras partes de la
planta, y al posterior desecho de las no consumidas;
- este último factor tendría relación también con la gestión de desperdicios que irían a parar
como dijimos al fogón: labores de limpieza de los alrededores de la choza podrían haber
llevado a estas plantas al hogar, teniendo además en cuenta que se trata de especies que
ocupa zonas ruderales.

En cuanto al resto de semillas identificadas, la mayoría de ellas son plantas ruderales que crecen
aún hoy en día en los alrededores de la chozas. El número en el que se presentan es tan escaso que
lo más plausible parece ser pensar en un aporte accidental al registro (al ser recogidas junto con
otras que sí se consumiesen, al entrar los palos parte del hogar, al llegar hasta la choza pegadas en
las pieles que vestían los indios, al formar parte de los cerramientos de la choza…) o como
consecuencia de labores de limpieza del suelo y la entrada de la choza, tras las que serían arrojadas
al fuego como el resto de desperdicios. Su baja frecuencia parece que no apoya la hipótesis de que
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 99

se hubieran incorporado al registro como consecuencia del uso de excrementos como combustible
para el hogar.

Es interesante ver como son taxones de la familia de las Poaceae, los que mejor representados
encontramos en ambos sitios. Estas especies crecen en las inmediaciones de las dos chozas (aunque
sobre todo en el claro) y pudieron incorporarse de forma accidental o como consecuencia de
acciones de limpieza. Lxs selknam pudieron consumir semillas de alguna de estas especies, pero
sin embargo no tenemos ningún indicio ni etnográfico ni arqueológico de que así fuese.
También en Ewan I la presencia de taxones del género Cerastium (Caryophyllaceae) parece tener
cierta significación aunque el bajo número de restos nos ha impedido realizar ninguna
aproximación estadística a esta cuestión. Su aporte al yacimiento habría sido similar al de las
Poaceae y demás plantas confortantes de la vegetación más inmediata, ya que este tipo de herbáceas
suele crecer en prados húmedos, formando parte de la vegetación del entorno de los yacimientos.
Sin embargo las especies de esta familia carecen de propiedades alimenticias.

En cuanto a las otras especies. Ewan I y Ewan II coinciden en que las Cyperaceae tienen cierta
representatividad. Dado que estas son plantas asociadas con la presencia de agua, necesariamente
fueron aportados para ser utilizados. Aunque no se pueda descartar un su alimentario de ciertas
partes de estas plantas (raíces) también hay que señalar su uso para otros fines (cestería).
100 9. CONCLUSIONES

9. CONCLUSIONES

Al comienzo de este trabajo expusimos una serie de objetivos que nos habíamos propuesto. En
este capítulo valoraremos los resultados obtenidos y su contribución a la resolución de las
problemáticas planteadas.

Los objetivos generales se centraban en mejorar nuestro conocimiento de la relación de las


sociedades cazadoras-recolectoras con el medio vegetal. Concretamente era importante para
nosotrxs evaluar la importancia económica de las plantas, objetivo que pasa por visibilizar sus
restos y los procesos de trabajo relacionados con su obtención, procesado y consumo. Dado que
los estudios arqueobotánicos realizados sobre estos grupos son muy escasos, creemos que nuestro
trabajo puede contribuir a la mejor comprensión de estas formaciones sociales y de su modo de
producción. Así, a partir de este estudio hemos comprobado que con la aplicación de
metodologías adecuadas en yacimientos de cazadores-recolectores pueden recuperarse restos
arqueobotánicos (en nuestro caso antracológicos y carpológicos) en cantidades significativas.

Con demasiada frecuencia, la presunción de que las plantas no se conservan en el registro


arqueológico o de que estas no fueron importantes para la subsistencia de las sociedades cazadoras-
recolectoras ha llevado a que no se apliquen las técnicas de recuperación necesarias para recobrar
estos restos. El primer aspecto se ha demostrado falaz por lo que la no se puede usar la excusa de
la no presencia de restos para no emplear las técnicas de recuperación requeridas. En cuanto a la
importancia que estas plantas tuvieran, debido al poco conocimiento sobre la flora fueguina, y al
tratarse este de un trabajo pionero para esta área geográfica, no hemos podido profundizar en
algunos aspectos interpretativos, como inferir procesos de trabajo, áreas de actividad (excepto la
clara distinción de taxones entre las estructuras de combustión y el resto de la choza) o
modalidades de consumo.

Para incidir en estos aspectos creemos necesario llevar a cabo un trabajo experimental que nos
permita entender mejor las dinámicas de depósito de restos vegetales. Asimismo, sería necesario
integrar los resultados con la totalidad de datos arqueológicos del sitio, que todavía sigue en fase
de estudio.

En el plano metodológico también nos planteamos evaluar la idoneidad del sistema de muestreo y
de recogida utilizado En este estudio hemos aplicado una metodología que existía previamente,
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 101

pero que ha sido adaptada a nuestro caso particular para intentar aprovechar al máximo los medios
y conseguir la información más precisa posible. Ya hemos explicado en qué consiste esta
metodología y cómo la aplicamos en Ewan I y Ewan II y en el estudio de sus restos. Como
conclusión, creemos que se ha demostrado eficaz en cuanto a la recuperación de los restos y la
representativad de las muestras analizadas. Sin embargo pensamos que sería interesante ampliar la
zona muestreada para tener una visión más amplia del yacimiento y de lo que pasaba en estas
chozas. De esta manera, la ampliación de los sectores estudiados en el interior de las estructuras,
permitiría evaluar las causas de la dispersión de semillas en su interior y su relación con las áreas
de actividad. Por último, comprobada la presencia de restos carpológicos en estos sitios, parece
aconsejable añadir cribas con una luz de malla menor (0,5 y 0,2 mm.) para asegurarnos la
recuperación de todos los restos y taxones.

En cuanto a los objetivos específicos que nos habíamos marcado, el primero era el de comparar
dos zonas de actividad diferentes (una ritual y otra de habitación), para conocer cómo se aprecian
estas diferencias en el registro arqueológico. Lo que hemos constatado es que la composición del
registro carpológico es bien diferente entre una y otra. Estas diferencias ya han sido comentadas:
hemos encontrado dos taxones predominantes, cuyo número de restos es significativamente
superior del resto. Estos taxones son la murtilla (Empetrum rubrum) y el género Galium. Ambas
especies son comestibles y podrían haber sido consumidas por lxs selknam. Sin embargo hay una
diferencia sustancial entre las dos chozas: la murtilla es la especie predominante en Ewan I, con la
presencia de sólo unas pocas semillas de Galium, mientras que en Ewan II ocurre lo contrario, y
son los ejemplares del género Galium los que más abundan.

Ya hemos planteado las posibles causas de esta diferencia:


- que se deba a los usos diferenciados de cada una de las chozas;
- que se deba a las diferencias del entorno más inmediato de cada choza;
- que la ocupación no fue contemporánea o se produjo en épocas del año diferentes.

La primera hipótesis parece la más plausible. La diferencia de taxones entre las dos chozas podría
deberse a la diferencia de actividades que en ellas se llevaron a cabo. Si bien las fuentes
etnográficas no nos dan datos sobre ningún consumo especial de vegetales asociado con el ritual, la
información que nos transmiten es tan parcial que no podemos descartarlo por completo. Es más
sabemos que el consumo de vegetales era a menudo individual e in situ, y sin embargo en Ewan I
102 9. CONCLUSIONES

encontramos una gran concentración de bayas de murtilla, mientras que en el contexto de


habitación apenas si aparecen las semillas correspondientes a un número mínimo de tres frutos.
Esto podría hacernos pensar en un consumo especial del Empetrum rubrum, sea como parte del
ritual, como parte de la dieta del grupo que lo practica en los días que dura, etc.

No posemos descartar que la presencia de semillas de Empetrum rubrum en Ewan I se deba a su uso
como combustible. No obstante, de momento no se han identificado carbones de esta especie,
aunque el estudio de los restos antracológicos está todavía en curso. También podemos pensar en
un uso especial por alguna de sus propiedades (quizás aromáticas, de iniciador del fuego,
visuales…), pues sabemos que se quemaron ramas enteras ya que hemos encontrado también
hojas de esta planta carbonizadas. Por otra parte si la presencia de Empetrum rubrum se debe a su
uso como combustible, entonces no puede entenderse su baja presencia en Ewan II y que hasta
ahora no haya sido identificado en zonas donde en principio es más abundante y de mayor porte,
como en el Canal Beagle.

Para nosotros la segunda explicación parece la menos aceptable, puesto que la distancia entre las
dos chozas es demasiado pequeña para que afecte de esta manera a la formación del registro, sobre
todo teniendo en cuenta que hemos descartado la lluvia de semillas como agente de importancia.
No obstante sería necesario realizar algún muestreo del exterior de las chozas para poder
comparar los restos y ver si de esta manera podemos asegurar al 100% la formación antrópica del
conjunto.

En cuanto a la tercera, aunque se tomaron muestras dendrocronológicas, aún no disponemos de


los resultados, y a pesar de partir de la hipótesis de contemporaneidad no podemos estar del todo
seguros. Las dos especies predominantes fructifican en verano lo que nos estaría indicando una
ocupación sincrónica. Sin embargo sería interesante comprobar los períodos de fructificación del
resto de taxones para verificar la época del año, cosa que no hemos podido hacer en este trabajo.

De este modo las diferencias entre las dos chozas en la fauna y la industria encontradas, se
refuerzan también por las diferencias en los restos carpológicos, bien sean derivados de la
alimentación o de cualquier otra actividad que de momento no estemos en condiciones de
comprender. Como conclusión de esto podemos decir que si bien no es posible detectar el ritual
arqueológicamente, si que se puede ver que dos estructuras contemporáneas que, a simple vista,
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 103

podrían parecer idénticas presentan diferencias muy marcadas en el registro arqueológico, lo que
deber relacionarse necesariamente con la especificidad de actividades que se llevaron a cabo en
uno y otro contexto.

Otro de nuestros objetivos específicos era conocer mejor la sociedad selknam y su modo de vida.
Hasta ahora sólo contábamos con los datos etnográficos si queríamos inferir cómo era la relación
de este grupo con las plantas de su entorno. En este trabajo hemos tenido la suerte de poder
cotejar esta información literaria con la que el estudio del registro arqueológico nos ha
proporcionado.

En lo que a esto respecta, hay que destacar la poca concordancia entre los datos etnográficos y los
arqueológicos, en lo que a plantas explotadas se refiere. Esto puede deberse por un lado, al sesgo
derivado de la conservación, ya que sólo tenemos representadas aquellas especies que por algún
motivo tuvieron contacto con el fuego24. También podemos plantear otras causas relacionadas con
las modalidades de obtención, procesado y consumo: plantas consumidas en el lugar de obtención
o consumo sin procesado previo. Entre las plantas citadas por la etnografía como aprovechadas
por la sociedad selknam, sólo una ha sido documentada en el yacimiento, el Empetrum rubrum, cuyo
procesado no está en principio relacionado con el uso del fuego, por lo que se quemó por alguna
otra causa. Conviene no obstante recordar que los datos etnográficos son a menudo parciales; el
estudio mejor documentado se llevó a cabo a mediados del s. XX (Martínez-Crovetto, 1968), a
partir de entrevistas con hombres y mujeres selknam que habían vivido la mayor parte de su vida
en las misiones o trabajando en las estancias y, por lo tanto, alejados ya del modo de vida
tradicional. Probablemente parte del conocimiento y uso de las plantas del grupo selknam
estuviese ya perdido.

Desde el punto de vista arqueobotánico es un caso inusual en el que hemos tenido la oportunidad
de controlar todas las variables de muestreo, recuperación, lavado de tierras, selección y análisis
desde el principio de la excavación (desde su planteamiento). Nos gustaría comentar que si no se
ha podido ir más allá en las identificaciones e interpretaciones ha sido por las limitaciones con las
que se ha llevado a cabo el estudio. Por una parte debido a la falta de colección de referencia y
atlas anatómicos, por otra a los pocos antecedentes en el área de estudio. Pese a que

24
Sin embargo es de destacar que la única especie cuyas semillas sabemos que sufrían un procesado (tostado)
relacionado con el fuego, las de Descurainea antarctica, no han sido identificadas entre los restos arqueobotánicos. No
obstante son las propias fuentes literarias las que nos dicen que éste era un consumo esporádico y bastante puntual.
104 9. CONCLUSIONES

confeccionamos una pequeña colección de material de referencia, esta fue insuficiente para
resolver las identificaciones. Además en algunos de los casos el estado de conservación de los
mismos impedía que fuesen identificados o que se llegase a determinar la especie (por ejemplo en
el caso de la mayoría de ejemplares del género Galium).

No obstante, el trabajo realizado nos permite marcar las directrices e hipótesis de futuros trabajos
por desarrollar. Así, en primer lugar nos planteamos completar la colección de referencia y
realizar un trabajo experimental sobre los efectos de la combustión en frutos y semillas. Una vez
resueltos los problemas metodológicos, incidiríamos más en la evaluación del valor económico de
las plantas para la sociedad selknam, aspecto que tan sólo puede ser tratado a partir de la
integración de todos los datos arqueológicos y mediante el cálculo del valor objetivo de los
vegetales (es decir de la cantidad de trabajo invertido en su obtención y procesado).
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 105

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Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 115

11. ÍNDICES

11.1. ÍNDICE DE GRÁFICOS

Gráfico 1.- Histograma de la longitud del Empetrum rubrum 69


Gráfico 2.- Histograma de la relación grosor/anchura del Empetrum rubrum 69
Gráfico 3.- Histograma del largo Galium sp. 71
Gráfico 4.- Histograma de la relación largo/ancho Galium sp. 72
Grafico 5.-Relación de litros flotados y total restos Ewan I 77
Gráfico 6.- Familias Ewan I en malla de 1 mm. 79
Gráfico 7.- Familias Ewan I en malla de 2 mm. 79
Gráfico 8.- Distribución de taxones en los ámbitos de la choza 81
Gráfico 9.- Relación de litros flotados y número de restos en el interior de Ewan II 87
Gráfico 10.- Relación de litros flotados y número de restos para la estructura de combustión 87
Gráfico 11.- Familias Ewan II en malla de 1 mm. 89
Gráfico 12.- Familias Ewan II en malla de 2 mm. 89
Gráfico 13.- Distribución de taxones en los ámbitos de la choza 91
Gráfico 14.- Comparación litros flotados/total restos Ewan I y Ewan II 94
116 11.ÍNDICES

11.2. ÍNDICE DE TABLAS

Tabla 1.- Resumen de las principales especies citadas en la bibliografía etnográfica analizada 32
Tabla 2.- Resultados segunda flotación expresados en mililitros 55
Tabla 3.- Especies Ewan I 64
Tabla 4.- Especies Ewan II 65
Tabla 5.- Total de restos por especie en cada yacimiento 66
Tabla 6.- Máximas, mínimas y media del Empetrum rubrum en Ewan I 68
Tabla 7.- Cantidad de Empetrum rubrum y Galium en Ewan I en cantidades absolutas y frecuencias 68
Tabla 8.- Máximas, mínimas y media del Galium en Ewan II 70
Tabla 9.- Cantidad de Empetrum rubrum y Galium en Ewan II en cantidades absolutos y frecuencias 70
Tabla 10.- Restos recuperados y litros flotados por unidad 76
Tabla 11.- Número total de restos en las cribas de 1 mm. y 2 mm. y porcentaje que representa dentro 78
del total
Tabla 12.- Restos por familias en estructura de combustión 80
Tabla 13.- Restos por familias en interior choza 80
Tabla 14.- Restos recuperados y litros flotados por unidad 86
Tabla 15.- Número total de restos en las cribas de 1 mm. y 2 mm. y porcentaje que representa dentro 88
del total
Tabla 16.- Total de restos por familias en estructura de combustión 90
Tabla 17.- Total de restos por familias en interior choza 90
Aportaciones de la carpología al análisis de la gestión de los recursos vegetales en las sociedades cazadoras recolectoras. 117

11.3. ÍNDICE DE FIGURAS

Figura 0.- Mujer selknam recolectando bayas de un arbusto bajo (¿Empetrum rubrum?) Portada
Figura 1.- Mapa de la flora de Tierra del Fuego 17
Figura 2.- Situación de los yacimientos de Ewan. Oriol Vicente 38
Figura 3.- Situación de los yacimientos de Ewan I y II respecto al claro y al bosque. Oriol
Vicente 39
Figura 4.- Vista de Ewan I desde el bosque, con el claro detrás 20
Figura 5.- Planta de Ewan I. Oriol Vicente 40
Figura 6.- Planta de Ewan II. Oriol Vicente 41
Figura 7.- Planta de la estructura de combustión de Ewan II. Oriol Vicente 42
Figura 8.- Área de combustión Ewan II 25
Figura 9.-Antorcha conservada en el museo etnográfico del Vaticano, en este caso puede verse que
se utilizaron ramas de calafate para su confección. Foto: Raquel Piqué. Museo Vaticano 29
Figura 10.- Mujer selknam recolectando bayas de calafate (Berberis buxifolia) 36
Figura 11.- Matorral de Empetrum rubrum fructificado, canal Beagle (Tierra del Fuego) 67
Figura 12.- Galium aparine. Volos (Grecia) 70
Figura 13.- Dibujo Empetrum rubrum 1:15 (EI. G8.A3.SW) 73
Figura 14.- Arriba izquierda: fruto completo Empetrum rubrum (EI.G8.A3.SW). Fragmento y
vistas frontal y lateral (EI.G9.A3.NW) 73
Figura 15.- Galium sp. vista ventral (EII. BE35.A3.NW) y Galium aparine vista dorsal
74
(EI.A3.NW)
Figura 16.- Izquierda: detalle superficie Galium aparine (EI.A3.NW); dibujo Galium sp.1:15
(EII.BC35.NW) 74
Figura 17.- Bromus sp. vistas ventral (EI.G6.A3.SE)(izquierda) y dorsal (EII.BD36.A3.NE) 75
Figura 18.- Izquierda: detalle superficie Bromus sp. (EI.G6.A3.SE). Dibujo: Bromus sp.1:15
(EI.G7.A3.NW) 75
Figura 19.- Planta con la frecuencia de Empetrum rubrum por subcuadro. Oriol Vicente 82
Figura 21.- Planta con la frecuencia de taxones por subcuadro. Oriol Vicente 82
Figura 21.- Planta de densidad de restos por subcuadro. Oriol Vicente 83
Figura 22.- Planta con la frecuencia de taxones por subcuadro (Ewan II). Oriol Vicente 91
Figura 23.- Planta de densidad de restos por subcuadro (Ewan II). Oriol Vicente 91

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