Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
OBJETIVOS GENERALES Y
ESPECIFICOS
Objetivo general:
Objetivos específicos:
Aquello que es tocado puede ser variante y estar representado por una gran
cantidad de objetos o espacios; incluso, se puede tocar el calor del sol o el frio del
viento, pero la realidad que toca es permanente y corresponde al cuerpo como
entidad material sensible que permite percibir todo aquello que es tocado. Si no se
vincula al cuerpo en la experiencia de tocar ¿Cómo es posible que algo sea
tocado?
Esa información sobre “el miembro que manipula” es lo que permite construir tras
la experiencia del tocar la imagen del cuerpo y es también una postura
encontrada en la investigación sobre la construcción del yo corporal expuesta por
Anzieu (2002) quien manifiesta que “el yo corporal esta explícitamente como
envoltura que juega un papel activo en la puesta en contacto con el mundo
exterior y la recogida y trasmisión de información al mundo interior” (Anzieu 2002
p93), donde la percepción corporal ratifica su existencia propia, siente y se siente
como realidad sensible en una estimulación inscrita en los hechos arquitectónicos.
Este ideal de la imagen del cuerpo como resultado de la experiencia táctil, indica
que el espacio es quien afirma la existencia corporal dependiendo esa afirmación
de la misma experiencia del cuerpo con los hechos materiales; “cuerpos y
movimientos en interacción constante con el entorno” como lo afirma Pallasmaa
manifestando en ello que la concretización de la imagen del cuerpo está
vinculada a la experiencia del espacio posibilitándose ambas como experiencias
simultáneas que señalan a un cuerpo que no puede reconocerse sin inscribirse en
el espacio.
Se puede citar a partir de ello, una idea que surge del criterio de Norberg (1975), el
autor considera que la construcción de la imagen existencial del hombre, depende
de su interacción con la materialidad concreta arquitectónica. Cuando Norberg
(1975) habla de construir la imagen existencial; vincula una amplia serie de factores
que componen aquello que el hombre llama existencia; dentro de todos ellos; el
que interesa aquí discutir es el perteneciente a la creación de la imagen existencial
como imagen corporal.
Norberg (1975) menciona: “la existencia del hombre depende del establecimiento
de una imagen ambiental significativa y coherente o "espacio existencial". (…) tal
imagen presupone la presencia de ciertas estructuras ambientales (o
arquitectónicas) concretas”. (Norberg Schulz 1975 p.135) Dichas estructuras
concretas, corresponden a la realidad material del espacio arquitectónico y
permiten el establecimiento de la imagen existencial corporal del hombre; cuando
el sujeto de la experiencia interactúa con el medio material que le contiene, se
reconoce en él y en ese sentido el espacio arquitectónico tiene lugar como
escenario en el que se establece la imagen del cuerpo.
La aproximación táctil vincula dos factores ineludibles: aquello que toca y aquello
que es tocado. Cuando se piensa en la experiencia táctil del espacio
arquitectónico, se puede señalar que el cuerpo humano como realidad física es
quien toca y la materialidad espacial es el factor tocado. La relación táctil entre
esos dos cuerpos es lo que permite la experiencia.
“La arquitectura es espacio. Dicho en otra forma, la arquitectura permite que esa
dimensión, carente en sí de materialidad, se convierta en algo concreto,
perceptible, comprensible. En la experiencia cotidiana el espacio se capta a través
de los elementos materiales que lo configuran” (p.43)
Esos factores materiales de los que se habla, son en otras palabras la piel espacial
que contiene el vacío, una configuración de elementos físicos posibles de
reconocer por el tacto. ¿Pero cuáles son concretamente esos elementos?
En su texto “Los ojos de la piel”, Pallasmaa menciona los siguientes: Tamaño, textura
y forma. Se referencia una cita del autor.
La forma, el tamaño y las texturas son los elementos que componen según
Pallasmaa (2006) el cuerpo físico de la arquitectura del que habla Saldarriaga
(2002), la piel envolvente que se puede experimentar en la vivencia directa que
manifiesta Zevi (1996), donde se permite una relación entre dos cuerpos, uno
estático (arquitectónico) y otro dinámico (humano); siendo el cuerpo
arquitectónico el proveedor de la experiencia y el humano el cuerpo receptor.
Tras la comprensión del espacio como un cuerpo se desplaza la idea del espacio
como un contenedor; los mecanismos de producción espacial convencionales
pueden ser reemplazados por procesos creativos que piensen en el espacio como
una realidad corporal; influyendo la teoría consultada no solo en la comprensión
terminológica del espacio como lugar de la experiencia táctil, sino también en la
formulación de los procesos creativos que le den origen.