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ARQUITECTURA+INFANCIA

OBJETIVOS GENERALES Y
ESPECIFICOS
Objetivo general:

Analizar la vivencia espacial experimentada por


un grupo poblacional infantil a partir de su
interacción con una serie de instalaciones
temporales denominadas como “Módulos
Sensoriales”, para obtener criterios de forma,
tamaño, textura, luz, sombra y color en la
intervención del espacio arquitectónico infantil.

Objetivos específicos:

A. Elaborar un marco teórico basado en el


estudio de la experiencia infantil frente a los
aspectos de forma, tamaño, textura, luz, sombra
y color del espacio arquitectónico.

B. Generar una metodología que determine los


procesos creativos a seguir y permita la
construcción de los “Módulos Sensoriales” de
experimentación.

C. Permitir que los “Módulos Sensoriales”


desarrollados, sean explorados por la población
de estudio.

D. Describir, analizar y concluir la experiencia


vivida por los niños en los “Módulos Sensoriales”,
construidos para identificar algunos criterios de
intervención del espacio infantil relacionados
con los aspectos de forma, tamaño, textura, luz
sombra y color.
EL CUERPO
Cuando se piensa en la posibilidad de tocar, es imposible no hablar de dos factores
involucrados: uno que toca y otro que es tocado.

Aquello que es tocado puede ser variante y estar representado por una gran
cantidad de objetos o espacios; incluso, se puede tocar el calor del sol o el frio del
viento, pero la realidad que toca es permanente y corresponde al cuerpo como
entidad material sensible que permite percibir todo aquello que es tocado. Si no se
vincula al cuerpo en la experiencia de tocar ¿Cómo es posible que algo sea
tocado?

La teoría Piagetiana postula al cuerpo como centro de la experiencia; el cuerpo


está presente desde el desarrollo del periodo sensorio motor hasta las operaciones
concretas. Primero, el niño que de 0 a 2 años construye su experiencia táctil en
torno al cuerpo de su madre; después, la aproximación tacto-bucal hacia la
exploración de los objetos que se de los 2 a los 4 años y más tarde la interacción
curiosa hacia el entorno entre los 4 y 7 años ; donde constantemente, se mantiene
el cuerpo como realidad de la cual depende la comprensión de otras entidades
materiales siendo esas entidades materiales cambiantes (cuerpo de la madre-
objetos- espacio) pero el cuerpo entidad siempre
presente; el cuerpo como centro, invariante
inamovible, el cuerpo como receptáculo.

El cuerpo es entonces en la experiencia táctil, el


primer territorio conquistado, la entidad que hace
posible que algo sea tocado; el reconocimiento del
cuerpo como realidad que toca hace posible la
exploración, permite tocar.

Para Piaget, la identificación del cuerpo como


realidad que toca es progresiva y se desarrolla en la
medida en la que los objetos son tocados; es decir,
al establecerse un contacto, pues

El reconocimiento del cuerpo es permanente en la


experiencia táctil, nunca se encuentra ausente y a
diferencia de la realidad tocada, el cuerpo como realidad que toca no se puede
cambiar.; pues “la información háptica puede especificar tanto la forma del
espacio que se explora como los movimientos de las manos mismas, dado que los
movimientos exploratorios no sólo suministran información sobre lo manipulado, sino
también sobre el miembro que lo manipula.” (Gil 1993 P15)

Esa información sobre “el miembro que manipula” es lo que permite construir tras
la experiencia del tocar la imagen del cuerpo y es también una postura
encontrada en la investigación sobre la construcción del yo corporal expuesta por
Anzieu (2002) quien manifiesta que “el yo corporal esta explícitamente como
envoltura que juega un papel activo en la puesta en contacto con el mundo
exterior y la recogida y trasmisión de información al mundo interior” (Anzieu 2002
p93), donde la percepción corporal ratifica su existencia propia, siente y se siente
como realidad sensible en una estimulación inscrita en los hechos arquitectónicos.

La construcción del yo corporal manifiesta a lo largo de la investigación de Anzieu,


expone que el cuerpo en interacción constante con el entorno logra definirse tras
vivir sensaciones estimulantes que le hacen perceptible determinando que no
existe imagen concreta del cuerpo separada de su experiencia con el espacio; un
ideal también compartido por Pallasmaa (2006) quien en su texto “los ojos de la
piel” afirma:

“Nuestros cuerpos y movimientos están en interacción constante con el


entorno; el mundo y el yo se forman y se re definen constantemente el uno
al otro. El precepto del cuerpo y la imagen del mundo pasan a ser una única
experiencia existencial continua, no existe el cuerpo separado de su
domicilio en el espacio, y no hay espacio que no esté relacionado con la
imagen inconsciente del yo perceptivo.” (Pallasmaa 2006 p.42)

Este ideal de la imagen del cuerpo como resultado de la experiencia táctil, indica
que el espacio es quien afirma la existencia corporal dependiendo esa afirmación
de la misma experiencia del cuerpo con los hechos materiales; “cuerpos y
movimientos en interacción constante con el entorno” como lo afirma Pallasmaa
manifestando en ello que la concretización de la imagen del cuerpo está
vinculada a la experiencia del espacio posibilitándose ambas como experiencias
simultáneas que señalan a un cuerpo que no puede reconocerse sin inscribirse en
el espacio.

Se puede citar a partir de ello, una idea que surge del criterio de Norberg (1975), el
autor considera que la construcción de la imagen existencial del hombre, depende
de su interacción con la materialidad concreta arquitectónica. Cuando Norberg
(1975) habla de construir la imagen existencial; vincula una amplia serie de factores
que componen aquello que el hombre llama existencia; dentro de todos ellos; el
que interesa aquí discutir es el perteneciente a la creación de la imagen existencial
como imagen corporal.
Norberg (1975) menciona: “la existencia del hombre depende del establecimiento
de una imagen ambiental significativa y coherente o "espacio existencial". (…) tal
imagen presupone la presencia de ciertas estructuras ambientales (o
arquitectónicas) concretas”. (Norberg Schulz 1975 p.135) Dichas estructuras
concretas, corresponden a la realidad material del espacio arquitectónico y
permiten el establecimiento de la imagen existencial corporal del hombre; cuando
el sujeto de la experiencia interactúa con el medio material que le contiene, se
reconoce en él y en ese sentido el espacio arquitectónico tiene lugar como
escenario en el que se establece la imagen del cuerpo.

El cuerpo percibe para el cuerpo toda la información que le brinda la realidad


espacial, el cuerpo reconoce a través de lo percibido, su existencia como centro
de la experiencia; “medimos el mundo con toda nuestra existencia corporal, y el
mundo experiencial pasa a organizarse y articularse alrededor del centro del
cuerpo” (Pallasmaa 2006 p. 66) donde entonces se encuentra el cuerpo propuesto
por Piaget como primer territorio de la experiencia táctil y como existencia
egocentrista del niño en torno a la cual se construye toda la idea del mundo y del
espacio. La inteligencia sensorio motriz de lo corporal como origen del cual se
desprende después la noción del espacio, idea espacial basada en las sensaciones
del cuerpo que hace resonar su condición como centro.

A partir de todo esto, el cuerpo como realidad vinculada en la experiencia táctil


llega a constituirse en la entidad primaria a tenerse en cuenta dentro de un estudio
como el presente; se comprende, que el reconocimiento de la corporalidad en la
experiencia del tacto, es una manifestación de la experiencia del espacio y por
ello, el análisis sobre la identificación infantil del cuerpo será a la vez un análisis
sobre la experiencia infantil del espacio.

Al mantenerse tan firma la postura de que la experiencia espacial se estudia por la


percepción corporal, se comprende que en el ejercicio a desarrollar, toda
inquietud gira en torno a cómo se siente el espacio y el abordaje del espacio se
concentra es su condición como lugar de estímulos corporales; en ese sentido,
todas aquellas nociones del espacio que se fundamentan en su apreciación como
existencia de lo visual, lo auditivo o incluso lo olfativo se reemplazan por aquellas
que conciben al espacio como medio de estimulación particularmente táctil; se
reconoce al espacio como realidad que dialoga con el cuerpo y que se siente,
como entidad ampliamente material que interviene en la experiencia del cuerpo,
reemplazándose los paradigmas de la estética por nociones de la sensación
formulándose en ello, la necesidad de abandonar toda metodología que no
vincule al espacio en su estrecha relación con el cuerpo y abrazándose aquellos
ideales que propongan una vinculación cuerpo-espacio y experiencia.
El espacio
La nocion de espacio

“El espacio interno, (…) no puede ser representado completamente en ninguna


forma, ni aprehendido ni vivido, sino por la experiencia directa, es el protagonista
del hecho arquitectónico” (Zevi 1996. P20)

Partiendo de Zevi, se reconoce que la experiencia de la arquitectura, es un hecho


que se vive de manera presencial, es decir ocupando el vacío contenido por los
hechos materiales, donde es claramente necesaria la vinculación del cuerpo, pues
el vació arquitectónico no se puede ocupar más que por la propio corporalidad
física y palpable, es el cuerpo presente lo que permite la experiencia directa y solo
el cuerpo por supuesto, es el medio que frente al espacio permite un acercamiento
táctil.

La aproximación táctil vincula dos factores ineludibles: aquello que toca y aquello
que es tocado. Cuando se piensa en la experiencia táctil del espacio
arquitectónico, se puede señalar que el cuerpo humano como realidad física es
quien toca y la materialidad espacial es el factor tocado. La relación táctil entre
esos dos cuerpos es lo que permite la experiencia.

Al respecto, Saldarriaga (2002) afirma:

“La arquitectura es espacio. Dicho en otra forma, la arquitectura permite que esa
dimensión, carente en sí de materialidad, se convierta en algo concreto,
perceptible, comprensible. En la experiencia cotidiana el espacio se capta a través
de los elementos materiales que lo configuran” (p.43)

Esos factores materiales de los que se habla, son en otras palabras la piel espacial
que contiene el vacío, una configuración de elementos físicos posibles de
reconocer por el tacto. ¿Pero cuáles son concretamente esos elementos?

En su texto “Los ojos de la piel”, Pallasmaa menciona los siguientes: Tamaño, textura
y forma. Se referencia una cita del autor.

“Con la pérdida de la tactilidad, las dimensiones y los detalles fabricados para el


cuerpo humano - y particularmente por la mano -, los edificios pasan a ser
repulsivamente planos, de bordes afilados, inmateriales e irreales” (Pallasmaa 2006.
p.30)
Al hablar de tactilidad, el autor discute sobre una experiencia espacial
completamente material; hace referencia no solo en este sino en muchos de sus
párrafos a la comprensión de las dimensiones o del tamaño de los espacios por
medio de la experiencia corporal, donde el cuerpo inconsciente en su recorrido es
quien mide las longitudes de que le contienen (p.41) ; afirma constantemente la
experiencia de las texturas como detalles fabricados para el cuerpo humano, al
mencionar que son estas quienes seducen a acariciar el espacio (p.58) y sostiene
que las formas son elementos de lectura manual al reflexionar sobre las formas
visuales “repulsivamente planas” (p.30)

La forma, el tamaño y las texturas son los elementos que componen según
Pallasmaa (2006) el cuerpo físico de la arquitectura del que habla Saldarriaga
(2002), la piel envolvente que se puede experimentar en la vivencia directa que
manifiesta Zevi (1996), donde se permite una relación entre dos cuerpos, uno
estático (arquitectónico) y otro dinámico (humano); siendo el cuerpo
arquitectónico el proveedor de la experiencia y el humano el cuerpo receptor.

Esta reflexión teórica realizada, se aplica al presente estudio influyendo en la


manera de comprender al espacio. En la experiencia táctil, teóricamente, el
espacio se comprende como un cuerpo que tiene una piel configurada por la
forma, el tamaño y las texturas; al establecerse este concepto teórico en el
pensamiento creativo, se transforman las maneras de visualizar y por lo tanto de
crear espacios.

Tras la comprensión del espacio como un cuerpo se desplaza la idea del espacio
como un contenedor; los mecanismos de producción espacial convencionales
pueden ser reemplazados por procesos creativos que piensen en el espacio como
una realidad corporal; influyendo la teoría consultada no solo en la comprensión
terminológica del espacio como lugar de la experiencia táctil, sino también en la
formulación de los procesos creativos que le den origen.

En suma, de esta reflexión sobre el espacio de la experiencia táctil como cuerpo,


para el desarrollo presente se define:

A. La experiencia directa del espacio requiere la presencia del cuerpo.

B. La experiencia del espacio se captura a través de los hechos materiales que


lo contienen, a través de su piel envolvente o cuerpo arquitectónico.
C. La piel envolvente o cuerpo del espacio está conformado por: forma,
tamaño y textura

D. El cuerpo del espacio es la materialidad tocada y el cuerpo humano


presente en el espacio contenido es quien toca.

E. El tacto es una capacidad que permite la experiencia directa del espacio;


experiencia que se da entre dos realidades materiales o dos cuerpos; uno humano
y otro arquitectónico

“la estimulación impuesta recae sobre el organismo pasivo y de la estimulación


obtenida deriva la propia actividad del organismo” (Gil 1993 p.14), donde el
cuerpo sensible al percibir el entorno, es capaz de percibirse a sí mismo como
realidad sentiente y actuar como realidad exploradora sobre el espacio.

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