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DINERO Y MONEDA

DAIANA FELICIA SOLANO LOZANO

COLEGIO SANTO ANGEL DE LA GUARDA


GRADO 11º
SAN JOSÉ DE CÚCUTA
2007

DINERO Y MONEDA
DAIANA FELICIA SOLANO LOZANO

Materia
ECONOMÍA

Profesor
JAIME REYES

COLEGIO SANTO ANGEL DE LA GUARDA


GRADO 11º
SAN JOSÉ DE CÚCUTA
2007

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DINERO Y MONEDA: CUESTION DE BILLETE

Función del dinero: Las tres caras de la moneda

El dinero no sirve. El oro no alimenta, los billetes tampoco (aunque estos últimos parecen mas
digeribles las monedas), ni dan abrigo. El dinero no satisface las necesidades, al menos
directamente. Sin embargo, en la práctica, es el meollo del asunto económico, pues la humanidad se
lo inventó para poder intercambiar las riquezas de unos y otros, para que todos pudieran cambiar lo
que les sobraba por lo que les hacía falta.

Distinto a lo que se cree, la moneda no tiene dos sino tres caras, mejor dicho, el dinero cumple tres
papeles: facilitar las transacciones, servir como unidad de cuenta y servir como depósito de valor.

En otras palabras, se usa para comprar y vender, para medir la riqueza y para guardarla. Al cumplir
esas tres funciones, el dinero se convierte en el protagonista de la actividad económica.

En general, dinero es cualquier mercancía que al ser aceptada por la mayoría de las personas puede
usarse como medios de pago. Distintas sociedades han usado billetes, conchas, oro, sal, moneda,
ganado. Siempre y cuando sean aceptados, todos estos objetos son dinero.

Como cada país tiene su propio encargado de facilitarle dinero a su sociedad, surgen maneras
distintas de medir la riqueza. Así, el dinero aceptado en cada país posiblemente no lo sea en el resto
del mundo, y la unidad en cada lugar corresponde a medidas distintas, a cantidades diferentes de
bienes y servicios.

Para nombrar las formas de dinero propias de cada país se habla de monedas, la misma palabra con
que se nombran las piezas de dinero en metal. En cada país hay una moneda con sus propios
nombres y sus propias equivalencias en cantidades de bienes y servicios. Mientras el dinero es
cualquier medio de pago, la moneda es el medio de pago de un país. Cuando una moneda puede ser
llevada a otro país y allí aceptan cambiarla por su equivalente en moneda propia, se llama divisa.

Evolución del dinero: La plata ya no se ve

Con el paso del tiempo, prácticamente las únicas mercancías que gozaron con la aceptación del
público para cumplir con la función de pago fueron aquellas fabricadas con ese fin: la moneda y los
billetes. Las monedas se inventaron primero, y llevaban en si mismas lo que se consideraba riqueza,
pues eran hechas de metales preciosos. Luego vinieron los billetes, que representaban la riqueza
guardada en algún banco. Cuando el dueño del billete lo quisiera, podía exigir el oro real entregando
el billete. Vinieron también monedas de metales baratos que representaban metales caros, es decir
que operaban de manera similar a un billete. Después se inventaron los cheques, que representaban
billetes y monedas baratas, que a su vez representaban metales caros. Pero a diferencia de los
billetes, nadie estaba obligado a recibir los cheques y solo se pagaban a aquella persona cuyo
nombre figurara en el documento.

La evolución del dinero ha ido tan lejos, que al comenzar el siglo XXI, para que el dinero pasara de
unas manos a otras no se necesitaba de un cheque, ni de un billete, ni de un pedazo de metal,
precioso o barato. Ni de las manos. Bastaba con cambiar la información archivada en un computador,
diciendo que la cantidad que corresponde a una cuenta aumento o disminuyo mientras, al mismo
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tiempo, se disminuía o aumentaba la cifra anotada en otra cuenta. Así se simplifico (¿o se volvió más
compleja?)La noción del dinero.

Dinero mercancía: Cuando el dinero valía su peso en oro

Cuando se estableció el uso de las monedas como instrumento de intercambio, su funcionamiento se


basaba en que el valor de cada moneda estaba en ella misma. Su valor era la cantidad de metal con
que se había fabricado. Ese era su valor intrínseco. Como la moneda contenía la riqueza atribuida al
oro o al metal del que estuviera hecha, su valor intrínseco era igual a su valor de cambio, es decir que
la moneda en si misma tenía el mismo valor que las cosas que con ella se podían comprar. Por eso,
las monedas fueron en un principio dinero mercancía.

Ese sistema en el que cada unidad monetaria, cada peso o cada escudo, correspondía a una
cantidad de cierto metal se llamo patrón metálico, y en el caso especifico en el que el metal era oro
se llamo patrón oro.

El hecho de que la misma moneda llevaba consigo la riqueza hacia que no se depreciara fácilmente,
que no perdiera su capacidad de compra. Sin embargo, cabía la posibilidad de que el metal para
hacer monedas, por ejemplo el oro, se volviera muy abundante, por el descubrimiento de nuevos
yacimientos. Así, había mas oro para comprar las mismas cantidades de mercancía. En
consecuencia, por cada bien o servicio que se fuera a vender, había más oro. Subía el precio de los
bienes y servicios, había inflación, y la moneda perdía capacidad de compra, sufría la depreciación.

Dinero fiduciario: Recibir dinero es un acto de fe

Si el origen del uso de las monedas fue la comodidad de llevar en ella la riqueza, el uso de billete tuvo
un origen similar. En un papel, un titulo valor o un certificado, se le podía garantizar al portador que a
cambio del documento se le entregaba, en un lugar llamado banco, cierta cantidad de monedas. Una
cantidad que no podría cargar con la misma comodidad del papel. De esta manera, en lugar de que
cada persona guardara sus monedas, las confiaba a alguien especializado en cumplir esa función. Un
banquero. Pero el funcionamiento de estos billetes necesitaba que se cumpliera un requisito: que la
gente confiara. Confiara en el banquero, confiara en los papeles, confiara en el sistema. Por eso se
habla de dinero fiduciario, es decir, inspirado en la confianza.

Sin confianza, el dinero fiduciario no funciona. Muestra de ello son los distintos intentos antes de que
en Colombia hubiera circulación de billetes en firme. Primero hubieron billetes en Cartagena en 1813,
recuerda el asesor numismático del banco de la republica (banco central de Colombia) Ignacio
Alberto Henao. Luego hubo otros intentos de emisión de billetes en las décadas siguientes,
respaldadas con las rentas de los yacimientos de sal. Sin embargo, el público no las acogió. Solo en
la década de 1860 el publico utilizo en sus transacciones los billetes emitidos durante el gobierno de
Tomás Cipriano de Mosquera, aunque seguía habiendo alguna desconfianza. Pero años después, los
primeros billetes emitidos por el Banco Nacional, primer banco central de Colombia, fueron de
aceptación voluntaria, como sucede con un cheque. Solo desde 1886, los billetes del Banco Nacional
fueron de curso forzoso, es decir que a las personas y las empresas a las que se les pagara con ellos
estaban en la obligación de recibirlos.

El dinero fiduciario no es solamente los billetes, sino las monedas de aleaciones baratas, que tienen
un valor intrínseco-el costo de las materias primas y de la producción de cada moneda- muy inferior a
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su valor de cambio, lo que se puede comprar con ellas. Son un “signo” que representa una riqueza
que esta en otra parte. ¿Dónde? En un principio estaba en los bancos. Era el oro y demás tesoros allí
depositados. Luego, desapareció ese respaldo físico que antes se exigía para poder emitir billetes
nuevos. El respaldo de cada peso que sale a circular pasó a ser, entonces, todo el sistema
productivo. La gente ya no exige que ha cambio de su billete pueda reclamar una cantidad de oro o
plata. Simplemente, acepta el dinero porque sabe que a su vez los demás se lo aceptarán, pues
cuenta con el respaldo de la fe que todos le profesan al sistema económico, la fe en que el trabajo de
cada cual está en capacidad de generar productos y servicios que satisfacen las necesidades de la
población.

Agregados monetarios: También existen los cheques

La sociedad no dispone únicamente de de billetes y monedas para depositar sus riqueza. Hay otras
maneras en las que se puede transformar el dinero y a las que se puede recurrir cuando se necesita
dinero para las transacciones.

En primer lugar está el efectivo, que son las monedas y los billetes. Una parte del total de billetes y
monedas es llevado a los bancos, y estos tienen la obligación de mantener como reserva una parte
de los depósitos. Esa reserva se llama encaje bancario. La suma del efectivo en poder del público y
las reservas que mantienen los bancos se llama base monetaria.

La base monetaria también se conoce como dinero de alta potencia o dinero de alto poder expansivo,
pues con ella se crean las cuentas bancarias en las que la oferta monetaria, la cantidad de dinero
disponible de inmediato para transacciones, se multiplica. La base monetaria es una obligación del
banco central con el publico y el sistema financiero, o como dicen los contadores, un pasivo del banco
central o banco emisor.

Una parte de la base monetaria, el efectivo en poder del público, puede usarse inmediatamente en las
transacciones. Pero también puede usarse de inmediato los saldos de las cuentas corrientes, por
ejemplo mediante cheques. Estos son los medios de pago, de los que se puede disponer de
inmediato para transacciones. Se llaman también oferta monetaria en sentido estricto, o M, y es la
suma del dinero en efectivo (monedas y billetes), más los depósitos en cuenta corriente.

Pero además de las cuentas corrientes, las personas pueden llevar su dinero para abrir cuentas de
ahorros o pequeños depósitos a corto plazo. En las cuentas de ahorro generalmente no se puede
disponer de todo el saldo, sino que hay que dejar siempre una pequeña parte. Y en los depósitos a
término fijo no se puede disponer del dinero hasta la fecha que se pacto. La totalidad del saldo de
estos depósitos no se puede convertir de inmediato en efectivo para transacciones, aunque si se
podría disponer de ellos en un corto plazo. Por eso se llaman cuasidineros.

Si al efectivo mas los depósitos en cuenta corriente, es decir los medios de pago o M, u oferta
monetaria en sentido estricto, se les suman los cuasidineros, se obtiene la oferta monetaria ampliada.
A la oferta monetaria ampliada también se le conoce como M2. Al agregar otros activos se obtiene M3
y finalmente L (activos líquidos), que pueden ser usados como sustitutos de los medios de pago, pero
cada vez con mayor dificultad.

Devaluación y depreciación: Monedas a dieta

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Quienes viven en América Latina son testigos de cómo día a día las monedas de sus países tienen un
precio menor con respecto al dólar de Estados Unidos. Bueno, en realidad, a veces suben y a veces
bajan, pero al cabo de semanas, meses y años, el resultado es que las monedas locales valen menos
con respecto a la divisa estadounidense.

Los medios de comunicación cada día de esas variaciones, y cuando las monedas locales bajan,
hablan de devaluación, y cuando suben, de revaluación. Sin embargo, para usar de manera mas
precisa el lenguaje, lo que ocurre cuando aumenta el precio de una moneda con respecto a otra es
una apreciación, y cuando disminuye su precio, es una depreciación. Estos son los términos para
referirse a los cambios de precios de la moneda cuando estos ocurren en un mercado libre, donde se
compran y venden moneda nacional y divisa negociable en el país. El precio de una moneda
expresado en unidades de otra moneda se llama tasa de cambio, y cuando en un país se puede
comprar y vender monedas extranjeras en el mercado cambiario, al precio que acepten libremente
los compradores y vendedores, hay una tasa de cambio libremente fluctuante.

También es posible que un país permita que la tasa de cambio varíe pero dentro de ciertos limites.
Por ejemplo, si el precio de una divisa baja hasta cierto punto, la autoridad monetaria, que puede ser
el gobierno o el banco central, sale a comprar cantidades de moneda extranjera para que su precio
vuelva a subir. Y si sube hasta cierto límite, la autoridad monetaria sale a vender divisas de las
reservas internacionales que mantiene, para aumentar la cantidad de moneda extranjera disponible
en el mercado y hacer bajar su precio. Este sistema, que deja variar el precio de una divisa pero
dentro de cierto límite, se llama franja cambiaria.

La razón por la cual un país espera que el precio de una divisa, generalmente el dólar de Estados
Unidos, se mantenga en cierto nivel, es porque si se pone muy barato, las cantidades de moneda
extranjera que se consiguen al exportar bienes y servicios se pueden cambiar por menores
cantidades de moneda nacional, y entonces disminuyen los ingresos de los industriales que venden
sus productos en el exterior. Pero si las divisas se vuelven muy caras, entonces se vuelven también
mas caros aquellos bienes y servicios que los nacionales necesitan traer del exterior, y habría que
producir mas para pagar una misma porción de las deudas contraídas en moneda extranjera.

También hay países donde la tasa de cambio no la determina la oferta y demanda de moneda
extranjera, sino que la fija el gobierno. Es una tasa de cambio fija. Por ejemplo, en Argentina un
peso valía un dólar de Estados Unidos, y así fue por la ley 1991 hasta 2002. Si se hubiera querido
cambiar el valor del peso, la autoridad correspondiente habría tenido que dar un orden, bien para que
valiera mas, revaluación, o para que valiera menos, devaluación.

Revaluación, devaluación, apreciación y depreciación son palabras para referirse a cambio en el


precio, en moneda extranjera, de la moneda nacional. Solo que revaluación y devaluación son
cambios ordenados por la autoridad, cuando hay tasa de cambio fija, mientras que apreciación y
depreciación son cambios que se presentan en el mercado, cuando hay tasa de cambio libremente
fluctuante.

Como los precios dentro de cada país varían a velocidades diferentes, una tasa de cambio fija puede
llevar a que, quienes venden en el exterior, tengan que recibir ingresos iguales, mientras se
encarecen sus costos de producción, o a subir los precios que cobran, y ponerse en desventaja frente
a sus competidores de otros países. Para evitar ese efecto, los sistemas de tasa de cambio fija
utilizan un mecanismo de devaluación gradual o devaluación gota a gota, también conocido como
“crawling peg”, en el que, por ejemplo, se ordena el precio de la moneda extranjera cada día.

BANCA CENTRAL: FABRICA DE BILLETES PERO NO DE RIQUEZA


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Funciones de la banca central: El amo de la moneda

Ante la necesidad que tienen los países de que alguien aprovisione a la sociedad de dinero, y que
ese dinero sea aceptado, esa función debe confiársele a una institución que tenga autoridad y goce
del acatamiento de las personas. Esta situación da origen a la banca central. El banco central es,
entonces, una institución que, según el país, tiene participación y control total o parcial del gobierno, a
la que la sociedad otorga la función principal de emitir la moneda, y de ejercer funciones de autoridad
económica, junto al gobierno. Este se encarga de una parte de la política económica, la política fiscal
que consiste en decidir en que gasta el gobierno y como obtiene dinero a través, por ejemplo, de los
impuestos. A la banca central le corresponde la parte de la política económica relacionada con el
control de las cantidades de dinero de las que puede disponer la sociedad, o política monetaria.

Como la principal actividad de la banca central es la creación o emisión de dinero, el banco central
es, también, el banco emisor. Al crear dinero no se crea riqueza. La riqueza la crean las personas y
las empresas con su trabajo, y si el banco central crea mas dinero que la riqueza que producen las
empresas, el dinero será mas pero valdrá menos. De la forma en que el dinero es creado o emitido se
hablara en la sección “el proceso de emisión”.

Además de emitir moneda, la banca central cumple otras funciones, como ser el banco de los bancos,
el banco del gobierno, y en estos dos casos, prestamista de última instancia. Como banquero de los
bancos comerciales, aquellos que atienden directamente al público, recibe depósitos de esas
entidades. Como banquero del gobierno, puede prestarse servicios que ofrece un banco común y
corriente, incluyendo el de otorgarle créditos.

La posibilidad de prestarle dinero al gobierno o a los bancos comerciales, cuando éstos no tienen
suficientes fondos para atender a sus clientes, hace del banco central un prestamista de última
instancia.
Además, en los países en los que la moneda extranjera no se intercambia libremente en un mercado
cambiario, sino que hay control de cambios, generalmente el banco central es el encargado de facili-
tar moneda extranjera a quien la necesite y de comprársela a quien la traiga al país.

Así mismo, el banco central se encarga de mantener y administrar las reservas internacionales, la
acumulación de monedas extranjeras, bonos de gobiernos de otros países y oro que se mantienen
para garantizar el pago de las compras en el exterior; las importaciones, y de las deudas en moneda
extranjera.

Banca Central en Colombia: El Banco de la República

No siempre la potestad de emitir billetes ha sido exclusiva de un banco central. Por ejemplo, en
Colombia, en el siglo XIX, los bancos comerciales, que atendían directamente a empresas y
personas, pudieron hacer sus propias emisiones. Entre 1865 y 1880 la ley permitió que los bancos
privados tuvieran sus propios billetes. Quedan como testimonio de esa época billetes con el nombre
de entidades como el Banco de Bogotá, el Banco de Antioquía o el Banco de Tequendama, de la
población de La Mesa en el departamento de Cundinamarca, entre muchos otros.

En 1880 comenzó a funcionar el primer banco central en la historia de Colombia, el Banco Nacional,
que fue cerrado en 1902, al finalizar la Guerra de los Mil Días, la última de las guerras civiles. Desde
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ese momento y hasta 1923, la función de emitir dinero fue encargada a diferentes instituciones, como
la Junta Nacional de Amortización o el Banco Central, creado por el presidente Rafael Reyes.

Finalmente, en 1923 se creó el Banco de la República, el banco central desde entonces, cuya
organización siguió las recomendaciones de la llamada Misión Kemmerer; que ese año encabezó el
profesor Edwin Walter Kemmerer; y a la que se le había pedido presentar alternativas para ponerle
orden al caos financiero del país, y a la falta de respaldo y garantías con que operaban los bancos
comerciales.

El Banco de la República ejerce funciones de gobierno, pero no depende de ninguna de las ramas del poder
público, ejecutivo, legislativo ni judicial. Por eso se considera una entidad sui generis, especial, única.

Desde 1991, el Banco de la República es dirigido por una junta de siete personas, una de ellas el Ministro de
Hacienda, que la preside; otro es el gerente general del banco, nombrado por los seis miembros restantes; y
los otros cinco, nombrados por el Presidente de la República para periodos prorrogables de cuatro años. Sin
embargo, cada presidente sólo puede remplazar a dos miembros de la Junta Directiva del Banco de la
República y prorrogar la permanencia de tres. Por esa razón, se considera que el Banco de la República es
una institución muy independiente del gobierno de turno.

Poder de la banca central: ¿Más importante que el Gobierno?

Un buen ejemplo del papel y de la importancia, de la banca central en un país se puede ver en los
diez años de expansión económica ininterrumpida en Estados Unidos, entre marzo de 1991 y marzo
de 2001. Cuando se habla de este periodo de prosperidad, se resalta más el papel que cumplió Alan
Greenspan, presidente del Sistema de la Reserva Federal (FED), la banca central estadounidense,
que el de George Bush, presidente del país durante los dos primeros años de la expansión, o el de
Bill Clinton, presidente del país durante ocho de esos diez años.

EL FED existe desde 1913, y dos décadas después, el presidente Franklin Delano Roosevelt lo
sometió a una profunda reorganización. En Washington, la capital del país, funcionan los organismos
coordinadores del Sistema, que comprende 12 bancos regionales.

El FED es de propiedad privada, y sin embargo, es controlado por el gobierno. Los propietarios son
los bancos privados, pero los presidentes del país ejercen algún control, pues son los encargados de
nombrar a los siete miembros de la Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal, con la
ratificación del Senado, para periodos de 14 años y también, cada cuatro años, de nombrar al
presidente de la Junta de Gobernadores, máxima autoridad del FED, que también debe ser ratificado
por el Senado. Sin embargo, una vez nombrados por el gobierno, éste no tiene línea de autoridad
sobre estos funcionarios.

Una responsabilidad de la Junta de Gobernadores es la de fijar los requisitos legales de reserva o


encaje bancario, es decir el porcentaje de los depósitos que los bancos deben mantener como reser-
vas. Otra responsabilidad es fijar la tasa de descuento, que es el interés que el banco central le cobra
a los bancos comerciales cuando les presta plata.

Está además la Junta de la Reserva Federal, conformada por los presidentes de cada uno de los 12
bancos regionales. En sus reuniones mensuales, esta junta señala la dirección de la política
monetaria.
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La compra y venta de bonos del Estado, actividad conocida como operaciones de mercado abierto
(OMA), es responsabilidad de la Comisión Federal de Mercado Abierto, que está conformada por los
siete miembros de la Junta de Gobernadores y cinco de los presidentes de los bancos regionales
elegidos por votación.

La Comisión debe también aconsejar a la Junta de Gobernadores sobre las tasas de descuento y los
encajes bancarios.

EMISIÓN MONETARIA: ¿DE DÓNDE SALE LA PLATA?

El proceso de emisión: la misteriosa creación de dinero

¿De dónde sale la plata? En un comienzo, el dinero era alguna mercancía que se podía conservar:
granos, sal, ganado, metales preciosos, etc. Así, el dinero se obtenía gracias a alguna actividad
productiva. Pero después, se pasó del dinero mercancía al dinero fiduciario. El dinero ya no llevaba
consigo el precio de las cosas que se podían comprar con él, sino que representaba los tesoros
guardados en otro lugar. Pero para emitir un billete era necesario que se depositara en algún lugar,
como respaldo, la riqueza representada por él. Desde que se acabó el patrón oro, y se puede emitir
sin un respaldo de depósitos de metales, la emisión se convirtió en un proceso misterioso.

Este misterioso proceso de emisión consiste en que el banco central, o banco “emisor”, aumenta el
saldo de las cuentas que en él tienen el gobierno o los bancos comerciales.

Pero no puede aumentar los saldos de esas cuentas a cambio de nada. Lo hace, entonces, para
pagar bonos o moneda extranjera que el banco central les compra a los bancos comerciales o al
gobierno, o cuando permite que los bancos comerciales cuenten con una porción más grande de las
reservas que están obligados a mantener en el banco central.

El banco central compra bonos en el mercado secundario. Es decir, que el gobierno vendió bonos
para conseguir dinero prestado, bonos que son comprados con dinero que ya estaba en circulación.
Luego, el banco central puede comprarles los bonos a quienes originalmente le prestaron dinero al
gobierno.

Una vez que bancos o gobierno tienen más fondos disponibles en sus cuentas en el banco central,
pueden disponer de ellos. Pueden retirarlos en efectivo, y es entonces cuando pueden entrar en cir-
culación monedas y billetes nuevos.

El banco central no suele comprar directamente bonos al gobierno, aunque podría hacerlo. Podría
aumentar los saldos de las cuentas del gobierno, a cambio de bonos que no habían entrado a circu-
lar. Cuando esto ocurre, se considera que se está creando dinero sin respaldo, y es esta la emisión
que muchos rechazan. En la siguiente sección, se explican las diversas razones que producen ese
rechazo.

Debate por la emisión: si el problema es de plata, ¡pues que impriman más plata!
Imprenta de billetes

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Con el dinero fiduciario, cada moneda y cada billete valen menos de lo que se puede comprar con
ellos. Así, si sobre un papel simplemente se puede escribir un número grande, entonces puede surgir
la tentación de imprimir billetes para que haya más dinero disponible. Si el problema es de plata,
¡pues que se fabrique más plata! De ahí surge la imagen de una máquina imprimiendo billetes,
cuando se habla de emisión de dinero.

Se trata, aparentemente, de una fórmula mágica para afrontar difíciles situaciones de la economía,
pero tiene graves efectos secundarios, según advierten los enemigos de una solución de este tipo. El
debate sobre la emisión es, entonces, si ésta hará que suba más la producción que los precios o más
los precios que la producción.

Para los partidarios de la emisión, al haber más dinero disponible, los bancos tienen más fondos para
prestar, y por lo tanto, deben bajar las tasas de interés para atraer más personas a que tomen crédi-
tos. Al entregarse más préstamos, este dinero es usado para que las personas y el gobierno
consuman más, y para que las empresas privadas y el gobierno inviertan en nuevos proyectos. De
esta manera aumenta la demanda agregada. Como resultado del aumento de la demanda, deben
subir el ingreso, la producción, el empleo, pero también los precios.

En el otro lado, el miedo de los que rechazan una emisión radica en que si hay más dinero, pero las
empresas siguen produciendo la misma cantidad de mercancías y ofreciendo el mismo volumen de
servicios, pues habrá más dinero por cada bien o servicio en venta. Por lo tanto, subirán los precios.

Un ejemplo de este efecto es lo sucedido en Alemania cuando el gobierno, para cumplir con las
indemnizaciones que debía pagar tras la humillación de la derrota en la Primera Guerra Mundial,
aumentó 40.000 millones de veces la cantidad de marcos en circulación entre principios de 1921 y
agosto de 1923. Entre enero de 1922 y noviembre de 1923, los precios crecieron 10.000 millones de
veces. Al lado de este caso, la hiperinflación de Argentina y otros países suramericanos en los años
80 parece un juego de niños.

Quienes rechazan la idea de emitir piensan que la emisión de dinero, en vez de estimular la
producción, la inversión y el empleo, produce inflación. Y no vale la pena un crecimiento, de pronto
insignificante, en la producción, a expensas de disparar los precios. Su argumento nace de la idea de
que en un plazo corto, la oferta de bienes y servicios no puede cambiar rápidamente. Por lo tanto, si
las cantidades demandadas por los consumidores e inversionistas aumentan, las industrias no
pueden responder de inmediato produciendo más, sino que responderán subiendo sus precios,
aumentando la inflación.

.
Si aumenta la Si aumenta la
cantidad de cantidad de
dinero, las dinero las
industrias no industrias si
pueden producir pueden producir
más entonces más. Se
aumentan los estimula la
precios producción y no
los precios

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Producción Cantidad de Producción
usando toda la dinero posible
capacidad
instalada.
Producción Cantidad de
real dinero

Figura. Efecto de emisión de dinero cuando la industria está produciendo a tope y cuando no.

Sin embargo, quienes defienden la emisión advierten que si las industrias no responden al aumento
de la demanda produciendo más, es porque están en su nivel de producción potencial y la economía
en su conjunto está en pleno empleo, pero justamente si se pide la emisión es porque se está
pasando por tiempos de crisis, cuando las empresas están produciendo sin utilizar buena parte de su
capacidad instalada, y hay mucha gente sin trabajo. En este caso, las industrias sí responderán
rápidamente a una demanda de mayor consumo o de mayor inversión, pues tienen un gran margen
para producir más sin realizar ajustes de largo plazo, o sea sin necesidad de ampliar sus plantas o
comprar más máquinas.

Emisión secundaria: plata que crece como espuma

La emisión que hace el banco central es una emisión primaria, ya través de ella se genera la base
monetaria, es decir el efectivo, monedas y billetes, en poder del público, y el que queda como reserva
en los bancos, Luego, las personas y empresas con ese efectivo abren cuentas en los bancos, que a
través de los préstamos que pueden otorgar con ese dinero, generan una emisión secundaria.

Este proceso funciona de la siguiente manera: el dinero emitido por el banco central llega a manos
del público, que lleva una parte a los bancos comerciales para abrir nuevas cuentas o aumentar el
saldo de las ya existentes. La autoridad económica obliga a los bancos a dejar quieta, como reserva o
encaje bancario, una parte del dinero depositado, El resto, los bancos lo pueden prestar, Así, las
sumas prestadas salen de los bancos, y con ellas se abren nuevas cuentas que a su vez permiten a
los bancos otorgar más préstamos, que se vuelven a depositar; y así sucesivamente, Como
resultado, la sociedad no cuenta solamente con el dinero de la emisión primaria sino además con los
saldos de las cuentas que crecieron gracias a los créditos otorgados por los bancos comerciales, que
constituyen la emisión secundaria.
POLÍTICA MONETARIA: UN BILLAR A OCHO BANDAS

Objetivos de la política: buscar la cantidad de dinero justa


I
Entre junio de 1999 y mayo del año 2000, el Sistema de la Reserva Federal (FED) adelantó una
agresiva campaña para subir sus tasas de interés, porque era lo más conveniente para la economía
de ese país. Medio año después, estaba haciendo todo lo contrario. Esa es la política monetaria.

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La política monetaria es uno de los dos principales instrumentos de las autoridades para que la
economía avance correctamente. El otro instrumento es la política fiscal, que consiste en decidir
cuánto dinero gasta el gobierno, y en qué, y cuánto dinero recoge a través de los impuestos y a quién
se los cobra.

La política monetaria es el manejo que se hace para que la cantidad de dinero de la que pueden
disponer personas y empresas, la oferta monetaria, sea justamente la cantidad que están
necesitando para hacer sus negocios y transacciones.

Al lograr ese equilibrio, se evita que los precios empiecen a subir o bajar sin control. También se
estaría permitiendo la producción que la población necesita para consumir y trabajar. Sin embargo,
hay quienes piensan que el control de la cantidad de dinero sólo sirve para mantener los precios
estables, y que no afecta variables reales como la producción y el empleo. Creen en la neutralidad
del dinero. De esta forma, si el banco central emite dinero nuevo, eso no lleva a que se produzca
más y, en cambio, sí hará que haya más inflación, que los precios aumenten más. Si la neutralidad
del dinero es un hecho, el único objetivo de la política monetaria es mantener los precios estables, y
no el de estimular la producción y el empleo.

En este caso, la importancia de la política monetaria está en que si la cantidad de dinero llega a ser
mayor a lo que cuestan todos los bienes y servicios disponibles, las mercancías se volverán más
caras. Vendrá la inflación. Si por el contrario, la cantidad de dinero es menor, no alcanza para
comprar todo lo que los productores ofrecen, entonces las empresas comenzarán a funcionar por
debajo de su capacidad, y con menos trabajadores. Vendrá, así, el desempleo. En este último caso,
la cantidad de dinero sí está afectando la producción, contrario a la creencia en la neutralidad del
dinero.

Por todo lo anterior, debe ponerse a disposición del público una cantidad de dinero adecuada, una
oferta monetaria que satisfaga la demanda de dinero.

Si los precios de las cosas suben, entonces las empresas y la gente demandarán más dinero para
transacciones, es decir como medio de pago o medio de cambio. Si las tasas de interés que pagan
las cuentas de ahorro y otras formas de guardar la riqueza suben, habrá menos demanda de dinero,
pues se preferirá ganar esos buenos rendimientos y se aplazarán ciertas compras. Por esta última
razón, las tasas de interés son una parte fundamental de la política monetaria que contribuye al
control de las cantidades de dinero en circulación.

Las decisiones de política monetaria se dirigen, pues, a aumentar o disminuir la cantidad de dinero
para mantener un nivel adecuado.

Complejidad de la política: la política en una mesa de billar

En numerosos países, la política monetaria es responsabilidad de un banco central independiente del


poder ejecutivo. En Colombia, el Banco de la República cumple esa función y se ha llegado a afirmar
que su objetivo principal de controlar el crecimiento de los precios, es decir de reducir la inflación, ha
significado el sacrificio de otras variables como el empleo y la producción.

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En Estados Unidos, de mediados de 1999 a mediados de 2000, la tasa de interés de descuento del
FED, subió de 4,5 a 6 por ciento. El banco central estadounidense buscaba frenar la economía que
estaba creciendo demasiado rápido. Al subir los intereses, se esperaba que personas y empresas
gastaran e invirtieran menos y optaran por aprovechar rendimientos atractivos de sus ahorros, pues
se temía que un crecimiento económico demasiado rápido llevara a que los precios crecieran más de
la cuenta, con el riesgo de que el auge que se vivía fuera interrumpido bruscamente por una recesión.

Luego, entre enero y noviembre del año 2001, el FED había bajado la misma tasa de descuento de 6
a 1,5 por ciento. El crecimiento veloz del producto interno bruto (PIB), a una tasa anual de 8.3 por
ciento en el último trimestre de 1999, se había interrumpido de golpe y en el último trimestre del año
2000 sólo había sido de 1.9 por ciento. Desde ese momento se necesitaba que la gente y las
empresas consumieran e invirtieran más, y para eso era mejor ofrecer a los ahorros unos
rendimientos más bajos, que hicieran que no fuera atractivo dejar tanta plata quieta.

En Colombia, ante la lentitud del crecimiento económico en el año 2001, luego de salir de una
recesión de 15 meses entre 1998 y 1999, se le pedía al banco central que bajara sus intereses para
estimular la demanda, es decir, el consumo y la inversión. Sin embargo, el Banco de la República sólo
bajó sus tasas por primera vez en el año a finales de julio. Su temor era que si bajaba los intereses
para estimular la producción, mucho dinero fuera sacado del país a otras partes donde ofrecieran
tasas más atractivas, y por estimular la producción se produjera el efecto contrario. Esa es la
complejidad de las decisiones de la política monetaria, como si se tratara de un juego de billar a ocho
bandas.

Herramientas de la política: el arsenal de los bancos centrales

Uno de los instrumentos de la política monetaria es el encaje bancario, que es un porcentaje de los
depósitos de la gente en los bancos comerciales que éstos deben dejar quieto, mantener como
reserva, depositado en el banco central. Si el banco central quiere que la cantidad de dinero en
circulación disminuya, puede aumentar el encaje bancario. Si quiere que aumente, puede disminuir el
encaje.

Al prestar dinero a los bancos comerciales, el banco central les cobra intereses de la misma forma
como ellos le cobran al público. La tasa a la que el banco central le presta a los bancos comerciales
se llama tasa de descuento y es otra herramienta de la política monetaria. Al bajar su tasa de
descuento, el banco central espera que los bancos comerciales también cobren menos intereses a
sus clientes y por lo tanto se supone que la gente tomará más dinero prestado y habrá más plata
circulando. El banco central puede tomar esa decisión cuando quiera que la economía crezca más.
Pero puede hacer lo contrario, si quiere que haya menos dinero en circulación, cuando busca frenar
la economía, pues supone que el ritmo de crecimiento es demasiado rápido y hay riesgos de
inflación.

Las operaciones de mercado abierto (OMA) son compras o ventas de bonos que hace un banco
central con el fin de aumentar o disminuir la cantidad de dinero en circulación. Al comprar bonos
entrega dinero al público. Al venderlos, recoge dinero.

Los bonos son documentos que se entregan a quienes le prestan dinero al gobierno para que éste
complete las cantidades que necesita para funcionar. En Colombia, los bonos mediante los cuales el
gobierno obtiene dinero prestado se llaman títulos de tesorería (TES). Son emitidos por el Ministerio
de Hacienda y administrados por el Banco de la República.
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Los TES se utilizan como una herramienta para recoger dinero en operaciones de mercado abierto.
Sin embargo, cuando se vende un bono por primera vez, no se disminuye la cantidad de dinero en
circulación, pues el dinero que se recoge se entrega al gobierno que lo usa para sus gastos, por lo
que vuelve a circular.

Para que sí se disminuya la cantidad de dinero en circulación, el banco central debe vender bonos
que ya habían sido emitidos y que luego el mismo banco compró en el mercado secundario. Las
operaciones de mercado abierto se hacen, entonces, con bonos que el banco central compra y vende
en el mercado secundario, mientras que los que vende por primera vez no hacen parte de las OMA.

INFLACIÓN: LAS MÁS CARAS ASPIRACIONES

Inflación y deflación: pobres millonarios

Es común oír personas lamentándose porque diez o veinte años atrás compraban el mercado por
mucho menos dinero que ahora, o celebrando que su casa vale ahora mucho más de lo que pagaron
por ella. Pero pocas veces se les escucha a esas mismas personas comparar esos precios de antes
con los ingresos que recibían en aquellas épocas. En todo caso, esos comentarios reflejan la
persistencia de un fenómeno llamado inflación. Se trata del aumento constante de los precios, que
unas veces es más rápido y, otras, más lento. A veces hasta bajan, y hay deflación. Pero en los
periodos largos, la tendencia es que los precios suban, subiendo con ellos también los salarios, en
una persecución constante para que los trabajadores no pierdan la posibilidad de sobrevivir con sus
sueldos. Después de años, lustras o décadas de inflación, los trabajadores de algunos países han
llegado a ganar millones de la respectiva moneda que, sin embargo, no alcanzan para gran cosa.

La marcha de la inflación lleva, por ejemplo, a que la cantidad de oro que en Colombia equivalía a un
peso en 1826, con una equivalencia fija de un dieciseisava de onza de oro, se comprara 176 años
después por 54.000 pesos.

Tipos de inflación: aspectos rítmicos de los precios

Los precios no cambian siempre a una misma velocidad, y, de hecho, cuando la inflación se da a
cierto ritmo, no se le considera un problema. Por ejemplo, la inflación moderada no es problema
pues los precios aumentan a una velocidad que no hace que las personas sientan que los sueldos
que reciben estén perdiendo su capacidad de compra, y con un ajuste de los sueldos al año es
suficiente. En este caso, la inflación no perturba la marcha de la economía, porque se pueden otorgar
o pedir préstamos sin que haya riesgos de que los intereses que se cobran o que se pagan terminen
ocasionando pérdidas. Lo mismo ocurre con los acuerdos salariales en contratos de varios años.
Tampoco se presentan esfuerzos especiales de las personas o las empresas para reducir al mínimo
la pérdida del poder adquisitivo de su dinero en efectivo.

Pero la velocidad a la que aumentan los precios puede ser mayor y comenzar a afectar la actividad
económica. Con una inflación galopante, las personas, las empresas y las instituciones pueden
dedicar muchos de sus esfuerzos productivos a inventar y aplicar mecanismos para evitar en lo
posible la pérdida de la capacidad de compra de su dinero. Con inflación de éste tipo, las instituciones
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se dedican a crear reglamentos para que tarifas, salarios o multas se calculen en salarios mínimos y
no en dinero; en inventarse unidades para mantener un valor constante de los créditos a largo plazo,
como la UPAC y luego la UVR en Colombia; en cambiar etiquetas periódicamente en los almacenes.
Se pierde más tiempo y se gasta más “suela de zapato” en ir con mayor frecuencia al banco para
mantener la menor cantidad de efectivo posible, con el fin de que el dinero gane algo de intereses.

Pero el aumento de los precios puede ser todavía mucho mayor que eso, y llegar a una
hiperinflación. En este caso, los precios aumentan tan rápido que pueden notarse de un día para
otro o incluso en un mismo día. Cuando esto ocurre, las personas no pueden hacer planes, no
pueden preparar proyectos, iniciar nuevos negocios, pues no es posible prever si habrá ganancias.
Sólo queda tiempo para pensar como salir del dinero cuanto antes, cómo cambiarlo por mercancías.
La hiperinflación paraliza la economía.

Causas de la inflación: sobran motivos para cobrar más

Hay numerosas razones que explican por qué aumentan los precios. Por ejemplo, puede suceder que
las personas tengan más dinero de lo que valen todos los bienes y servicios que ofrecen las
empresas. En ese caso, la demanda es mayor que la oferta, y por eso se llama inflación de
demanda. Por cada producto hay más dinero del que el empresario está cobrando, y como las
personas desean comprar más de lo que hay, ofrecen mayores precios para poder quedarse con lo
que desean, antes que otros lo hagan.

Puede haber inflación de demanda cuando se emite dinero en exceso o porque' de un momento a
otro se reduce la oferta, por ejemplo, cuando se pierde una cosecha.

En otro caso, los costos en que incurren los empresarios para producir pueden subir sin que ellos
puedan hacer nada al respecto, Por ejemplo, si el gobierno ordena aumentar los salarios mínimos, si
terminan negociando con los sindicados alzas salariales más elevadas de lo que se esperaba o si se
encarecen materias primas esenciales. La reacción probable de los empresarios es que le suban el
precio a sus productos para defender sus ganancias o tratar de perder lo menos posible. Este caso se
llama inflación de costos.

Además, existe una inflación tendencial, que consiste en que empresas y personas aumentan sus
precios como una manera de defenderse por anticipado de los incrementos que suponen que van a
tener los precios. En otras palabras, los precios suben porque la gente cree que van a subir. Por
ejemplo, cuando una empresa pide dinero prestado, el banco le puede cobrar unos intereses en los
que suma lo que quiere ganar con la pérdida de capacidad de compra del dinero, o inflación, que
espera que ocurra en el periodo del préstamo. Así, para que el negocio le garantice pagar la plata que
pidió prestada, el empresario cobrará unos precios en los que incluye ya la inflación que aún no ha
ocurrido. Por su parte, los sindicatos negociarán acuerdos a varios años que tienen en cuenta la
inflación que creen que ocurrirá, lo que se convierte en una razón más para que las empresas suban
el precio de sus productos, en previsión del mismo fenómeno futuro.

Pero más allá de las explicaciones de por qué suben los precios, hay una explicación sencilla del
nivel de precios. Tan sencilla como una división. En promedio, el precio de las cosas es igual a la
plata disponible dividida por la cantidad de cosas que se compran. En esto consiste la versión más
elemental de la llamada teoría cuantitativa. Según ésta, si el dinero aumenta, pero las cosas que se
compran siguen siendo las mismas, el precio de cada una aumenta. Este es el caso de una emisión
de dinero cuando las empresas no pueden comprar más o cuando las personas no quieren comprar
más. Los precios también pueden subir si la cantidad de dinero es la misma pero las cosas escasean.

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Estanflación: sin trabajo y con carestía

Existe la tendencia a que cuando crece la producción y hay más empleo, los precios suben más, y
cuando la producción disminuye y aumenta el desempleo, los precios crecen menos o bajan. Así, la
situación deseable de mucha producción y mucho empleo coincide con la situación indeseable de
rápido aumento de los precios. Por eso, las autoridades buscan estimular la producción pero de
manera que los precios estén bajo control.

Si la situación ideal, aunque difícil de lograr; es el crecimiento de la producción con un aumento


moderado de los precios, lo peor que puede pasar es una caída de la producción con un rápido
aumento de los precios. Y lo peor tiene nombre propio, estanflación, estancamiento de la producción
acompañado de alta inflación.

Puede ocurrir estanflación cuando la misma causa que produce el aumento de los precios es la que
frena la producción. Por ejemplo, si los precios de la energía que necesitan las industrias para funcio-
nar sufren un alza repentina, los industriales aumentan el precio de sus productos para perder menos,
pero además, como sus productos se vuelven más caros, la gente comprará menos, entonces las
empresas bajan su producción, Este es un típico choque de oferta, y lo sufrió todo el mundo entre
1973y 1974, cuando los países árabes redujeron el suministro de petróleo,

Pero un choque que provoque la estanflación también puede venir del lado de la demanda. Puede
ocurrir; por ejemplo, si aumenta abruptamente el dinero en circulación, aumentando los ingresos de la
gente o creciendo inesperadamente los precios de las exportaciones que vende un país. Si sucede
alguna de estas cosas, y las industrias no están en capacidad de reaccionar rápidamente para
producir más, la gente, con más dinero en sus bolsillos, saldrá a buscar más cosas qué comprar; pero
encontrará que las empresas les ofrecen las mismas cantidades. Los precios subirán, mientras la
producción se queda estancada.

Consecuencias de la inflación: enemiga pública número uno

Se ha dicho que por la inflación aumentan los precios, y con ellos van subiendo también los salarios,
para que las personas no pierdan capacidad de compra. Si es así, entonces ¿cuál es el problema?

Quienes piden que el control del aumento de los precios sea la prioridad de la política económica
-que aunque no son la mayoría sí son los más influyentes- dicen que no se puede convivir con la
inflación porque un país termina dedicando gran parte de sus recursos escasos y de sus esfuerzos
productivos a buscar formas de reducir los efectos de la pérdida de capacidad de compra del dinero,
cuando podría dedicar esos esfuerzos y recursos a generar riqueza. Si se convive con la inflación,
dicen, se asignan mal los recursos, se les dan usos que no son los más eficientes, porque la
información que ofrecen los precios no es confiable. Además, no hay inversión a largo plazo porque
los empresarios tendrían que pagar mayores tasas de interés, no pueden prever los resultados de sus
negocios en el futuro, y correrían mayores riesgos al iniciar nuevos proyectos.

Otro efecto de la inflación, aunque quizá menos grave, es lo complicadas que se vuelven las cifras
que deben manejar las personas en sus transacciones. Panes que valen miles de pesos o sueldos
millonarios que, sin embargo, no alcanzan para vivir. El manejo de las cuentas cada vez se complica
más por la cantidad de dígitos que haya la izquierda de la coma decimal.

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Luego de sufrir la hiperinflación en los años 80 -por ejemplo, 35.000 por ciento anual a mediados de
1985 en Bolivia- varios países de América cambiaron sus monedas con el fin de disminuir el enorme
número de cifras que tenían los precios de los bienes más elementales. Mientras tanto, Colombia se
puso a salvo del caos en los precios gracias a una conservadora política económica que se mantuvo
gobierno tras gobierno.

Además de todos los estragos que se le pueden achacar a la inflación, hay otra razón práctica para
que sea el primer objetivo de la política económica. Los economistas han logrado una explicación del
nivel de precios como consecuencia de lo que pasa con otros hechos que las autoridades pueden
manejar, como la cantidad de dinero o las tasas de interés.

En cambio, no existe una explicación equivalente que permita hacer lo mismo con el bienestar. Los
economistas tienen herramientas para controlar el nivel de precios, pero no para promover el bien-
estar. Por eso, las políticas económicas apuntan a lo que los economistas conocen y no a lo que aún
no conocen. Y al optar por combatir la inflación, esperan conseguir un resultado indirecto y posterior
en el bienestar. Si la inflación lleva a no producir, al desempleo y a la pobreza, al controlarla se facilita
un ambiente para la inversión, la producción, la generación de empleo, el crecimiento económico y,
en consecuencia, para disminuir la pobreza y obtener más bienestar. En suma, a pesar de que bajar
la inflación puede traer efectos dolorosos inmediatos en el desempleo, se logran beneficios para el
largo plazo, especialmente mayores tasas de crecimiento y disminución de la pobreza.

Formas de combatir la inflación: dos caminos para controlar los precios

Cuando los gobiernos quieren que los precios no suban, lo primero que se les ocurre es prohibir a los
vendedores que suban los precios. Este camino, aparentemente obvio, tiene dificultades para fun-
cionar, pues demanda grandes esfuerzos y costos para que los policías puedan tener en la mira a
todos los comerciantes. Por su parte, los comerciantes preferirán aparentar que se les acabaron las
mercancías controladas, y las venderán clandestinamente por encima de los precios que dicta el
gobierno. Los controles administrativos de precios, dicen quienes rechazan esta forma, son fuente de
corrupción, acaparamiento, escasez, especulación e incentivan los mercados negros. Distintas
experiencias en el mundo parecen darles la razón.

Si una manera de luchar contra las alzas de precios es intervenir el mercado, dictando los precios,
una manera opuesta es dejando que el mercado opere en libertad, mientras se controla la cantidad
de dinero disponible. Se supone que la competencia no les permite a los empresarios subir los
precios cuando los competidores no lo hacen, y siempre habrá alguno que obligue a los demás a
bajar los precios al cobrar menos para vender más. En consecuencia, la manera convencional de
lidiar con los precios es evitando que la cantidad de dinero crezca excesivamente.

Inflación y recesión: el dilema cruel de controlar los precios

Según los argumentos presentados en la sección "Consecuencias de la inflación", el crecimiento


persistente de los precios puede llegar a ser un problema de tal magnitud que, en las últimas décadas
del siglo XX y al comenzar el siglo XXI, su control era el principal objetivo de la política económica en
muchos países, por recomendación de las más influyentes instituciones económicas internacionales,
aún si esa lucha contra la inflación pudiera traer menos producción y más desempleo.

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La dura recesión en Colombia entre 1998 y 1999 es presentada por algunos como un ejemplo de los
efectos de combatir a toda costa la inflación. El Banco de la República, banco central, es la autoridad
encargada de mantener bajo control el nivel de precios, y su herramienta es la cantidad de dinero en
circulación. Además, hasta septiembre de 1999, el banco defendía el peso para que no se depreciara
a un ritmo superior al que suponía conteniente. Para no dejar crecer la cantidad de dinero, por un
lado, y por el otro, no permitir que el dólar se encareciera excesivamente, el banco mantuvo las tasas
de interés muy altas. Si las tasas de interés son altas, se pide menos dinero prestado y por lo tanto
hay menos plata en circulación. Así, los precios no aumentarían tanto, y al ser escasos los pesos, el
dólar no subiría tanto.

Pero las altas tasas de interés castigaron a las personas que tenían créditos de vivienda. Muchos no
pudieron seguir pagando sus préstamos, la venta de viviendas se derrumbó, lo que paralizó la cons-
trucción, que tradicionalmente ha sido el principal generador de empleo del país.

De esta forma, hay quienes culpan al control de la inflación de ser el culpable de la peor recesión en
la historia de Colombia. Para bajar la inflación fue necesario el sacrificio de millones de trabajadores y
de familias, pues no se permitió la creación de dinero que hubiera estimulado la economía.

Efectivamente, la inflación bajó de 30 por ciento anual en 1991 a ocho por ciento anual diez años
después, pero en 1999 el producto interno bruto (PIB), la producción de todas las empresas del país,
cayó 4,2 por ciento, y para 2001 y 2002 el país padecía niveles de desempleo de alrededor del 18 por
ciento.

Si es cierto que la producción cayó a causa de la lucha contra la inflación, entre 1998 y 2000 cada
punto de inflación menos le costó en promedio a cada colombiano 0,3 por ciento de su ingreso. Sin
embargo, es difícil establecer si las políticas antiinflacionarias llevaron a la recesión, o la recesión fue
la que hizo caer el ritmo de los precios.

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