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La carta de las naciones unidas junto con los tratados que establecen y buscan garantizar los
derechos humanos, pueden ser entendidos sin mayores impedimentos (con los reparos y
proporciones debidos) como la parte orgánica y la parte dogmática de una constitución
mundial respectivamente, en la cual los tratados de derechos humanos prescriben
prerrogativas básicas y fundamentales para los individuos y a su vez la carta de las naciones
unidas organiza una institucionalidad encaminada a su materialización.
El sistema de las naciones unidas se compone de seis órganos principales y demás órganos
subsidiarios, a saber i) la asamblea general, ii) el consejo de seguridad, iii) el consejo
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Roberto Gargarella, Recuperar el papel del “pueblo” en la Constitución. Pp. 30
económico y social, iv) la secretaría general, v) la corte internacional de justicia y vi) el
consejo de administración fiduciaria.
Asamblea general
La asamblea general es el órgano más representativo que tiene el sistema de las naciones
unidas, en ella tienen asiento todos los Estados miembros del sistema; allí se tratan temas
muy variados que sin embargo giran en torno al mantenimiento de la paz, la seguridad y la
admisibilidad de nuevos miembros. Se reúne de manera anual en la ciudad de Nueva York
sin perjuicio de las sesiones extraordinarias que puedan ser convocadas. A cada estado le
corresponde un voto; su actividad se encuentra regulada principalmente por el capítulo IV de
la carta, más específicamente en los artículos 9º a 22.
Consejo de seguridad
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Estos y todos los demás órganos y sus respectivas dependencias se deben seguir por los
principios rectores de las naciones unidas que sumariamente se pueden enunciar como el
mantenimiento de la paz y seguridad de las naciones, sin embargo han surgido críticas en el
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Página Web del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas 2016
sentido que los mecanismos de decisión, así como el acceso de las naciones a algunos órganos
de decisión de manera restringida. Haciendo un barrido de tales críticas se tiene que el quid
del asunto es la necesidad de democratizar la toma de decisiones dentro de los órganos que
integran el sistema de las naciones unidas, así las cosas se propone una participación más
activa de la población civil en el tango en el proceso de selección de los representantes como
en la toma de decisiones.
Tales medidas sin duda acercarían a las naciones unidas a la antigua aspiración del filósofo
de la ilustración Immanuel Kant, quien preveía una sociedad mundial; sin embargo tales
aspiraciones quedarían en el aire si no se establecen medidas concretas para democratizar los
órganos de las Naciones Unidas; para tal fin y teniendo como base las reflexiones hechas por
el profesor argentino Roberto Gargarella consignadas en su texto “Recuperar el lugar del
¨pueblo¨ en la Constitución” se proponen dos medidas específicas tales como la posibilidad
de que en la Asamblea General el voto que hagan las naciones valga más o menos
dependiendo del interés concreto de la nación en el asunto concreto y la elegibilidad directa
a los miembros del consejo de seguridad.
En cuanto al peso del voto en la asamblea general se tiene (como fue mencionado en párrafos
precedentes) que cada Estado tiene el derecho a un voto, esto es problemático en el sentido
que deja invisibilizados los intereses de los Estados a los que le conciernen de primera mano
el tema tratado, un ejemplo de esto se puede ver en la última asamblea general, llevada a
cabo en el mes de septiembre de 2016 en la cual se discutió ampliamente el tema de la guerra
en Siria, en esta ocasión se vio a potencias mundiales de la talla de Estados Unidos y Rusia
discutir sus agendas geopolíticas sobre la peligrosa situación de la violación a los Derechos
Humanos y al DIDH, en este sentido si Estados vecinos a Siria o los que estuvieren recibiendo
la inmensa ola de desplazados producto del conflicto se tendía que las Naciones Unidas
cumplirían con mayor diligencia sus objetivos propuestos, sea dicho de paso el
mantenimiento de la paz y seguridad internacionales.
En el caso del consejo de seguridad se tiene que tal vez este sea el órgano con menos carácter
democrático dado que, en primer lugar cuenta con asientos permanentes que no tienen
ninguna legitimación democrática, sino que encuentran asidero en cuestiones históricas (no
sobra decir que estos países fueron los “vencedores” en la segunda guerra mundial); en
segundo lugar y con más implicaciones aun, estos miembros permanentes tienen un poder de
veto o voto negativo con el cual pueden inhabilitar o desechar cualquier propuesta así esta
haya obtenido la mayoría establecida en las disposiciones pertinentes. En cuanto a esto una
alternativa posible sería eliminar los asientos permanentes y por consiguiente la facultad del
veto. Con esta serie de medidas se eliminaría el desproporcionado poder que tienen los
estados con asiento permanente, se reduciría considerablemente la imposición de agendas
geopolíticas de las potencias y por último se tendría una visión más diversa, democrática y
participativa de lo que debe ser la seguridad mundial.
En conclusión se halla que el sistema de las naciones unidas puede ser interpretado como la
parte orgánica de una constitución nacional o la sala de máquinas en términos de Roberto
Gargarella, que al igual que lo ilustrado por este autor en el plano de los Estados
Latinoamericanos, tal sala de máquinas ha permanecido hermética a cualquier acercamiento
por parte de la sociedad civil en el caso de las Naciones Unidas; y por último que la inclusión
y participación democrática de los estados de base se hace imperativa en cuanto al curso que
debe tomar la organización.