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“LA GUBERNAMENTALIZACIÓN DE LA INFRACCIÓN JUVENIL:

LOS USOS DEL RIESGO EN LA INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL CON


ADOLESCENTES INFRACTORES DE LEY EN MEDIO LIBRE”

Jason Torres Rodríguez

Profesor Guia: Dr. Mauricio Sepúlveda Galeas

Santiago de Chile, enero del 2018


Contenido
..................................................................................................................................... 1
Introducción .................................................................................................................. 3
De la cuestión social a la cuestión delictual: variaciones históricas del problema de
gobierno en la intervención social.................................................................................. 7
De la política caritativa a la naciente institucionalidad para los pobres, Siglo XX. ........................ 7
Liberalización y focalización, racionalidades políticas del gobierno excedental. ........................... 9
El auge del riesgo y la vulnerabilidad ........................................................................................... 11
Planteamiento del problema de investigación ............................................................. 13
Riesgo y conocimiento del sujeto infractor. .................................................................................. 13
Escenario y traducción del riesgo en el campo sociojudicial de la ley 20.084.............................. 14
Objetivos de la investigación ....................................................................................... 17
a) Objetivo General ................................................................................................................... 17
b) Objetivos específicos............................................................................................................. 17
Supuesto de investigación ............................................................................................................. 18
Marco Referencial ....................................................................................................... 19
La racionalidad política de la intervención psicosocial con adolescentes en conflicto
con la ley. ..................................................................................................................................... 19
Sujetos a derechos ..................................................................................................................... 19
Razón de Estado y método ........................................................................................................ 21
Gobernar a través del riesgo .................................................................................................... 26
El riesgo como operador conceptual y tecnología de gobierno. ................................................ 26
Riesgo y penal governance ....................................................................................................... 27
Intervención psicosocial, entre el riesgo y la responsabilización ................................... 30
Sanción de la conducta, poder de la terapéutica ........................................................................ 30
Metodología................................................................................................................ 33
Elementos metodológicos ............................................................................................................. 34
Estudio de caso .............................................................................................................................. 35
Análisis documental ...................................................................................................................... 36
Bibliografía .................................................................................................................. 38
Introducción

“Y como sabemos que no hay política más efectiva contra la delincuencia que la
prevención y la rehabilitación, especialmente en el caso de los niños y jóvenes, durante el
próximo mes ingresaremos a este Congreso el proyecto que crea el Servicio de Protección
de la Infancia y la Adolescencia, y el que sustituirá al Sename por el Servicio de
Responsabilidad Penal Adolescente.”
Sebastián Piñera, discurso presidencial del 21 de mayo del año 2013.

“Y con respecto a la situación del Sename, llevaremos adelante su reforma que nos
permitirá una nueva institucionalidad, que por un lado proteja a la infancia y la
adolescencia y otros servicios que pueda trabajar en la rehabilitación e integración de
aquellos adolescentes que estén en conflicto con la justicia.”
Michelle Bachelet, discurso presidencial del 21 de mayo del año 2014.

Entre el 21 de mayo del 2013 y el 21 de mayo del año 2014, el discurso presidencial del
entonces mandatario saliente Sebastián Piñera y posteriormente, del discurso inaugural del
gobierno de Michelle Bachelet, se advierten diferentes énfasis respecto a la consideración
de la política pública hacia la infancia y adolescencia. De la mano de la estrategia
rehabilitante que sutura ambos gobiernos en temáticas de responsabilidad penal
adolescente, sólo varía el énfasis puesto en la prevención del delito y la integración del
ofensor, dos conceptos pertenecientes a regímenes penales distintos pero puestos al servicio
de un mismo objeto, a saber, saldar la deuda de institucionalidad en aseguramiento de
derechos para la infancia y adolescencia.1

La diferencia entre énfasis programáticos de ambos mandatos, revela sin embargo, efectos
no sólo semánticos sino también políticos respecto al gobierno de la infancia. Es
precisamente en el campo de lo político, donde las apuestas conceptuales de prevención e
integración adquieren alcances distintos, desplegando de esta manera, procedimientos y
normativas específicas según el interés de los/as actores que definen la intervención en
población infanto-juvenil.

1
Para mayor detalle de la brecha entre los derechos nominales de la infancia y adolescencia y el ejercicio
efectivo de derechos, remitirse al documento informativo del Observatorio Nacional de los Derechos de la
Niñez respecto de esta stuación. http://observatorioninez.consejoinfancia.gob.cl/wp-
content/uploads/2018/01/Informe-Monitoreo-Derechos-2017-del-04-del-01.pdf
La cuestión del gobierno de la infancia, suscita entonces, la necesidad de comprender los
desplazamientos entre las distintas propuestas gubernamentales no en función de su
aparente contradicción programática prevención/integración y represión/reinserción, sino
en la constante estrategización2 (Foucault, 2012) de los discursos y dispositivos que operan
en la implementación de la política social para la infancia y la adolescencia.

En relación con el campo de la delincuencia juvenil, nuestro análisis apuesta al estudio de


un dispositivo socio-penal que podríamos identificar en el anudamiento de dos momentos
que constituirían el ejercicio de una racionalidad política de la intervención con
adolescentes en conflicto con la ley penal, a saber, la sanción de Libertad Asistida Especial
(LAE, en adelante) que es definida por: a) un campo jurídico que determina sanciones,
deberes y derechos promulgada en la ley 20.084 sobre Responsabilidad Penal Adolescente,
además de b) la normativa técnica proporcionada por el Servicio Nacional de Menores, que
define modelos, estrategias y requerimientos de la intervención psicosocial con aquellos/as
adolescentes que son condenados/as bajo la ley 20.084 y c) la coyuntura socio histórica de
la emergencia de la ley y la actualización de la normativa técnica de la Libertad Asistida
Especial (SENAME, 2012).

Si bien la ley 20.084 presenta un repertorio de sanciones que varían en gravedad e


intensidad de la intervención penal, dentro del llamado medio libre (sanciones que no
implican la privación de libertad), el caso de los programas LAE, constituye la sanción de
mayor gravedad e intensidad de intervención psicosocial en dicho circuito socio-penal. Para
efectos de nuestra investigación, la construcción del caso LAE presenta su riqueza en
relación con el potencial analítico que se despliega como el dispositivo de mayor eficacia
en función de disminuir la reincidencia delictual en adolescentes infractores de ley, según la
evaluación del Ministerio de Justicia realizada el año 2016.3

2
En relación con el análisis estratégico del poder, Gilles Deleuze (2007) refiere en la entrevista titulada
“Deseo y placer” “(…) un campo social no se define por sus contradicciones (…) la sociedad se mueve por
estrategias, <<estrategiza>>” (p.125).
3
El documento refiere: “Las menores reincidencias se observan en el PLE que, para los 12 meses están en el
orden del 30% versus los otros dos programas (PLA y SBC) que exhiben cifras en el orden del 40%, con 10
puntos diferencia.“ Revisado en http://www.dipres.gob.cl/597/articles-149540_r_ejecutivo_institucional.pdf
Si bien los datos exhibirían cierto éxito a nivel institucional, nuestra atención se centra en el
contenido de la intervención, en la cual una mixtura entre abordajes cognitivos, sociales y
de gestión tienen lugar para configurar el manejo de caso, la intervención en función de un
elemento central, como lo es, una diferenciación por riesgo de reincidencia, coincidente con
esfuerzos de predictibilidad y tratamientos psicosociales de la desviación juvenil.

De lo anterior, apostamos por una analítica del riesgo como matriz conceptual sobre la cual
se desplegarían diversas y múltiples técnicas y estrategias de intervención con población
infanto-juvenil, matriz que una vez presente en la normativa técnica para el trabajo con
adolescentes infractores de ley, ha cobrado especial relevancia por su intención predictiva y
45
explicativa (Serin & Lloyd, 2017) del fenómeno de la delincuencia juvenil, mediante el
modelo de riesgo, necesidad y capacidad de respuesta –RNR, en sus siglas- en suma, junto
al proceso de responsabilización que busca la génesis penal del dispositivo, el riesgo
constituiría una tecnología de gobierno sobre la población atendida, cuyo propósito sería no
sólo implementar estrategias correccionales, sino también, generar condiciones de auto-
vigilancia que se traducen en la responsabilización de las conductas –Rik Peeters (2017)
6
llama manufactura de la civilidad a estas tecnologías del yo en contextos de política
social neoliberal- en conjunto con un proyecto de reinserción social.

La estructura del presente desarrollo conceptual del concepto de riesgo y los avatares de la
intervención psicosocial, son definidos en cuatro capítulos, que a modo de
contextualización y análisis, pretenden inducir la problematización del riesgo y las prácticas
de gobierno asociadas al dispositivo LAE como tecnología de gobierno en constante
experimentación y actualización a través de abordajes cognitivos y psicosociales que
intervienen en la intervención con adolescentes infractores de ley.

4
Carleton University (2017).
5
(inédito) Documento técnico canadiense sobre el modelo de intervención RNR, “Understanding the Risk
Need, Responsivity (RNR) model and crime desistance perspective and integrating them into correctional
practice.” Revisado en (https://carleton.ca/cjdml/wp-content/uploads/Crime-desistance-and-RNR-final.pdf)
6
“Responsabilisation as behavioural power, however, requires the cooperation of social actors and street-
level workers (…) Responsabilisation is often associated with ‘governing at a distance” (p.10).
La primera entrada al texto, consta del recorrido histórico de la intervención social como
ejercicio vehicular de institucionalidad para las clases populares, vastas a principios del
siglo XX. La demanda por Estado y la irrupción de la organización obrera en diversos
campos productivos generará una constante reinvención del enclave estatal, cuyas
consecuencias, abordan tanto la estructura política como sus alcances y objetivos en el
protagonismo del Estado, de esta manera, una revisión histórica del rol de bienestar al
subisidiario, marca el tránsito (acontecimental y desterritorializador) de los modelos
económicos desarrollistas, a la intensificación del neoliberalismo en el cuerpo social,
afectando precisamente, el objetivo de la intervención social y las estrategias de
disminución de la pobreza.

El segundo capítulo, profundiza en la perspectiva histórica, centrado específicamente en la


constitución de una racionalidad política en la intervención psicosocial en posdictadura, de
manera que desde el Servicio Nacional de Menores, se dispone una agenda programática
que hace del riesgo y de la sanción, estrategias de intervención propias del campo de la
delincuencia juvenil.

De esta manera, avanzamos al tercer capítulo, el cual consta de la problematización de los


usos del riesgo como estrategia de gobierno de las conductas, cuya relación con la
intervención social, se ejerce en una relación dual donde se asiste y se castiga, se corrige y
se acompaña, produciendo de esta manera, un saber respecto de la práctica del riesgo
vinculada a poblaciones objeto de política social.

Finalmente, desarrollaremos el concepto de riesgo aplicado según la normativa técnica,


para la implementación psicosocial de la sanción de Libertad Asistida Especial, tal como lo
define SENAME, y cuya función (la del riesgo), compone distintos procesos psicológicos y
narrativas contextuales que sin compartir el mismo registro explicativo desde los saberes
psi, constituyen el entramado a través del cual, la conducta desviada del adolescente es
explicada y tratada según el modelo de Riesgo, Necesidad y Capacidad de Respuesta.
De la cuestión social a la cuestión delictual: variaciones históricas del problema de gobierno
en la intervención social.

De la política caritativa a la naciente institucionalidad para los pobres, Siglo XX.

Durante la álgida primera mitad del siglo XX, la cuestión del gobierno o de la
gobernabilidad releva un importante proceso sociopolítico para el país en virtud de la
dinámica de sucesiones, golpes de estado y reivindicaciones que caracterizan la naciente
democracia presidencialista, consolidándose en la figura de Arturo Alessandri, un nuevo
paradigma de acción política (notablemente, desarrollos en la protección social y fomento a
la industria). En tiempos de revoluciones y de fuerte demanda por mejoras en las políticas
de salud, trabajo, vivienda y educación, el sujeto proletario es protagonista mediante su
organización estratégica, el auge de cooperativas mutuales y otras agencias económicas
autogestionadas desde el mundo obrero (Artaza, 2014; Garcés, 2004), le permite al
proletariado una fuerte presencia en el campo político chileno, inédito en base a su
articulación en distintos sectores productivos del país, develando la vinculación política-
sociedad en base a las demandas por la subsistencia, cuyo resultado establece una demanda
por el accionar del Estado, cuando las sociedades de beneficencia y filantropía no bastaron
para mitigar los efectos de la “cuestión social”.

Esta articulación presentaría hasta mediados del siglo XX, una intensificación del Estado y
una ampliación de su influencia en sectores que otrora quedaban bajo relaciones
contractuales entre los actores económicos (trabajador y contratista), por cuanto mediante la
organización política de las clases populares, el orden social sería configurado desde
dimensiones gubernamentales cooptadas bajo la figura de la policía, tecnología que
incorpora conocimientos específicos sobre las formas de vida populares, a la vez que
interviene sobre las mismas.7

7
“Si las racionalidades políticas hacen ingresar a la realidad en el dominio del pensamiento, estas
tecnologías de gobierno intentan traducir el pensamiento en el dominio de la realidad y de establecer “en el
mundo de las personas y las cosas” espacios e instrumentos para actuar sobre esas entidades sobre la que
sueñan y especulan” (Rose & Miller, 1990 en Sozzo 2014 – traducción del autor).
La gobernabilidad se convierte de esta manera, en materia de conversación en salones de la
aristocracia y la elite financiera. En base a las demandas del sector precarizado, se disponen
una serie de medidas estatales para el mejoramiento y aseguramiento de las condiciones en
materia de trabajo y salud, fortaleciendo asimismo, la educación primaria, se desplaza de
esta manera, de una lógica de caridad y filantropía hacia una cuestión de Estado, la pobreza
y las condiciones materiales de subalternos deviene en objeto de gobierno dada las
necesidades de mejoramiento de la fuerza de trabajo de primera línea.

Se configuraría hasta la elección de Pedro Aguirre Cerda, un Estado protector, generando


una institucionalidad destinada a la atención de clases populares y del fortalecimiento de las
agencias estatales ampliando la cobertura.

La gobernabilidad adquiere en este periodo, una función de contención y de bienestar


(welfarismo) en la cual, la población es objeto de una minuciosa red de procedimientos y
análisis que disponen a “lo social”, como un operador gubernamental, consolidación y
emergencia del análisis estadístico que cuantifica las aún persistentes necesidades
materiales y pobreza así como también, de cierta probabilidad de escenarios adversos que
requieran de cobertura de la política social, al respecto Juan Carlos Yañez refiere “(…) de
tal manera que el accidente y los problemas asociados, como la pobreza o la indigencia,
no eran, necesariamente, producidos por un evento fortuito, por la imprevisión individual
por ejemplo, son por una organización social capaz de ser pensada racionalmente y por
consecuencia, previsible” (Yañez, 2008; p. 67), el tratamiento de esta racionalidad y
predictibilidad se verán anudadas en el concepto del riesgo, en función de identificar los
peligros del trabajo minero principalmente, así como de la oferta en materia de seguridad,
que el estado benefactor debía proveer para reducir la mortalidad en el empleo.

Será quizás, que durante la primera mitad del siglo XX, la transformación del Estado en
cuanto su administración y su línea de acción política, introducirá el concepto estratégico
de riesgo como matriz de intervención social que se actualizará en otros campos de
efectuación a la par de la institucionalización de la seguridad social hasta 1973. Beneficios
que, sin embargo, se mantendrán o disminuirán durante la década del 50 y 60, en razón del
agotamiento del modelo protector y del gasto social por los “costos” económicos que
requiere la inversión en el campo social, de esta manera “La profundización de la
democracia en términos de la inclusión de grupos sociales que adquieren representatividad
y demandan beneficios colisiona con una base económica que no da abasto para tales
demandas. La falta de desarrollo económico, históricamente atribuido a la inestabilidad de
las exportaciones y baja capacidad de inversión de las clases propietarias, encontraba
ahora bases en las insuficiencias del modelo de sustitución de importaciones.” (Larrañaga,
2010; p.31).

Hasta el reimpulso de la reforma agraria con Frei Montalva y su intensificación con


Allende, la intervención estatal alcanza significativos indicadores de desarrollo social, en la
cual la experiencia de la pobreza contaba con soportes estructurales que incorporaban a las
clases populares en la trama de servicios y beneficios sociales, principalmente, políticas de
redistribución de los ingresos e incremento del poder adquisitivo de sectores
desfavorecidos.

Liberalización y focalización, racionalidades políticas del gobierno excedental.

Con el advenimiento del golpe y posteriormente la instauración de un gobierno cívico-


militar, la liberalización del Estado, el fomento a la iniciativa privada y la focalización de la
red asistencial, configurarían la racionalidad política en la cual se despliegan modalidades
disciplinares de la política social en el periodo inmediato al golpe de Estado.

Los procesos liberalizadores y privatizadores en materia de economía política introducirían


a partir de 1973, una nueva semantización del cuerpo social a través de dispositivos
subsidiarios del Estado, y con ello, generan la condiciones de un campo de consistencia
para la implementación de tecnologías sociales que bajo la figura de la libertad individual y
la igualdad de oportunidades, individualizan, responsabilizan y focalizan la función del
Estado en materia de gasto social.

La problemática del gobierno en el campo de la intervención social, se traduce en la


emergencia de la responsabilización como concepto-política que asume la iniciativa
personal como explicativa de la pobreza y para ello, el Estado subsidiario requiere de
nuevas tecnologías para la medición de necesidades.
El cálculo y la construcción de nuevos indicadores de pobreza, desplazan a la cobertura
sistemática y colectiva que hacía solamente veinte años atrás, consolidó la función social
del Estado, en este escenario, el fomento de la inversión privada y la política económica
fuertemente orientada hacia el crecimiento económico, definieron los marcos para la
inversión social, claramente a la baja en desmedro de la destinación de recursos a
poblaciones focalizadas.

De acuerdo a lo anterior, la técnica deviene en tecnología mediante la cuantificación de la


asistencia social y la territorialización de la política social en virtud a un paradigma
welfarista: “(…) la política social se “tecnifica”. La selección de los beneficiarios se
realiza en base a un instrumento de focalización denominado la ficha CAS que evalúa la
condición socioeconómica del hogar a través de un puntaje que determina la prioridad de
acceso a los beneficios sociales. La ficha CAS es un símbolo del cambio de paradigma del
Estado Bienestar, desde uno que beneficiaba a las personas según afiliación laboral a otro
de carácter residual, que asiste a los más pobres. En estos años se introducen también los
mapas de pobreza que servirán de guía en la planificación de la política social, así como
las encuestas CASEN, cuyo propósito original es evaluar cuán bien focalizado está el gasto
social en los hogares pobres.” (Larrañaga, 2010; p.46).

La transformación del Estado de bienestar al Estado subsidiario, privilegió una racionalidad


mercantil, que incrementó los recursos para la atención focalizada a grupos en riesgo social,
en desmedro de la desmantelación de la institucionalidad en materia de salud y educación,
agudizando de esta manera, la brecha entre ricos y pobres, donde las políticas neoliberales
encarnaban en las emergentes clases medias, en torno a la mítica del esfuerzo y de la
igualdad de oportunidades, disposiciones simbólicas y materiales que encarnarán en el
cuerpo social mediante el tratamiento poblacional que el modelo neoliberal introduce
mediante sus agencias políticas y axiomáticas, de esta manera, el campo de “lo social” se
constituye entre una narrativa personalizada del éxito y el emprendimiento, mientras
amplios sectores de la sociedad chilena, quedan sin cobertura significativa de manos del
Estado (Mideplan, s/f).
El auge del riesgo y la vulnerabilidad

Con la vuelta de la democracia, la economía política se consolida mediante la apertura y la


firma de tratados de cooperación económica de carácter internacional, las cuales permiten
al país a posicionarse lentamente como puerto para inversiones transnacionales, el
crecimiento económico como horizonte democrático consolida y profundiza al
neoliberalismo como telos en el escenario nacional. la política social, ante la privatización y
la tercerización de los servicios sociales, asume tímidamente la deuda del gasto social tras
la dictadura cívico-militar y las estrategias contra la pobreza y la delincuencia precisan cada
vez de una focalización extrema.

El énfasis en el desarrollo social puesto de los gobiernos de posdictadura, intentará


coincidir con la demanda de empleo y capital, junto a bienestar y acción pública. En este
escenario, la cuantificación y la indización de las poblaciones permite delimitar fronteras
simbólicas en el tejido social, introduciendo la tecnificación de la pobreza, la
multidimensionalidad, el riesgo social y la vulnerabilidad configuran una semántica de la
cuestión social que apunta a la gestión del malestar y la exclusión, la centralización de los
recursos hacia bonos e ingresos “subsidiarios”, contribuye a la individualización de la
miseria ya existente gracias a un complejo sistema moral que distribuye límites entre
derechos y deberes, el interregno que resta de dicha operación es la responsabilización
como tecnología de poder (Fournier, 2015), misma responsabilidad que proyectan desde la
década de los 90 hasta nuestros días, los programas sociales en función de relevar la figura
del individuo como agente, causa y consecuencia de su devenir por territorios de
marginación y delincuencia.

Sin embargo, la cuestión social circunscrita a la responsabilidad individual y a la


vulnerabilidad como concepto-problema que designa disposiciones como determinantes, ha
transitado por variaciones infinitesimales donde prácticas y discursos constituyen al
individuo moderno. La política social chilena de posdictadura, heredera de las mutaciones
colectivas del experimento neoliberal, han generado cierta consistencia para la
implementación, dispersión e intensificación de la cuestión individual como indicador de la
población, esta atomización procede de campos tan diversos como la práctica jurídica, las
nuevas corrientes en psicología y el cálculo del riesgo, donde el sujeto deviene signo de
una serie de causas que precisan de predictibilidad, de cuantificación y de control, y es
precisamente en este último punto, donde las políticas de seguridad y prevención del delito
operan bajo marcos extensivos de la gestión de la conducta. Nuestro tema será
inevitablemente, conocer tales prácticas de gobierno bajo un marco legal que sanciona
penalmente adolescentes que incurren en infracción a la ley, siendo estos, objetos de la
política securitaria, social y disciplinar, tratamiento político-legal heredero de trayectorias
equivocas y experimentaciones gubernamentales que tienen por resultado no sólo la
rehabilitación de la conducta, sino, su comprensión mediante marcos estratégicos de
gestión de las poblaciones.
Planteamiento del problema de investigación

Riesgo y conocimiento del sujeto infractor.

Desde la implementación de la Ley 20.084 sobre Responsabilidad Penal Adolescente en el


año 2007, la evaluación del riesgo de reincidencia delictual ha cobrado especial relevancia
como un componente matriz de la intervención psicosocial, en la consecución de la
reinserción social de adolescentes en conflicto con la ley penal. En el marco de las políticas
sociales destinadas a población infanto-juvenil (14 A 18 años) emitidas desde el Servicio
Nacional de Menores (SENAME, en adelante) para la intervención psicosocial, la presencia
de esta matriz social del riesgo compuesta por factores de riesgo y factores protectores se
ha instalado como un marco explicativo de la problemática poblacional, transversal en
ámbitos como la salud, la atención social y las finanzas.

La factorización del riesgo, emprenderá entonces, un primer desafío a los modelos de


intervención social, al individualizar estos factores, de cara a la implementación de
estrategias de acción en problemáticas señaladas como sociales pero, que sin embargo,
consideran operaciones de orden conductual para intervenir en dichos factores.

De esta manera, nuestro problema se localiza en el campo de la gubernamentalidad, al


considerar el riesgo como tecnología que permite la constitución de una problemática
respecto a la intervención sobre la conducta, el individuo y su predictibilidad de
reincidencia delictual como elementos significativos en la intervención psicosocial con
adolescentes en conflicto con la ley penal, componentes que se encuentran presentes en las
bases normativas para el trabajo con esta población y que para nuestros objetivos, definirían
prácticas de gobierno diferenciados según, precisamente, el riesgo de reincidencia y áreas
de intervención críticas.

El establecimiento de esta matriz de riesgo multidimensional, remite a un campo que


organiza y distribuye elementos no sólo propiamente penales, asume también un alcance de
orden económico y político en el cuerpo social, cuyo propósito responde a minimizar y
neutralizar el riesgo en diferentes escenarios de acción.
Con el advenimiento del riesgo, el cálculo y la predictibilidad de la conducta, precisan de
nuevas técnicas y estrategias para intervenir en lo social, la proliferación de nuevos
dispositivos que agencian conceptos y lineamientos normativos de política social tales
como seguridad y prevención, definen programáticas que confieren consistencia a una
intervención de tipo micropolítica, generando acoples psicojurídicos que operan a nivel de
subjetividad, generando instancias de subjetivación posibles, cuyo objetivo remite a la
reinserción en tanto ciudadanos/as inscritos bajo las normas y leyes que reglamentan la vida
social, individualizando la responsabilidad en función de gestionar y conducir la dimensión
deseante y expresiva de adolescentes de raigambre popular y proveniente de contextos de
pobreza.

En este escenario, y bajo los lineamientos generales de las políticas de prevención del delito
y las reglamentaciones tanto internacionales como locales respecto a la justicia juvenil, el
trabajo del delegado como figura de intervención y acompañamiento en orden a claves de
orden psicoeducativas y sociojurídicas, busca identificar y potenciar los recursos personales
del adolescente, en consecución de gestionar la reinserción social mediante un trabajo
integral que comprende, tanto al sujeto como a su red afectiva y el entorno territorial,
desplegando para ello, la comprensión del adolescente infractor de ley a través de diferentes
paradigmas que sugieren contar con baterías evaluativas basadas en evidencia, las cuales en
su mayoría, resultan importadas de experiencias internacionales de reinserción social de
población en conflicto con la ley.

Escenario y traducción del riesgo en el campo sociojudicial de la ley 20.084.

En la normativa técnica que precisa SENAME para ejecutar programas de la línea de


Libertad Asistida Especial (PLE), la implementación de éstos se sustenta bajo cinco
enfoques principales que operan tanto en contenido como en forma, estos corresponden a:
a) enfoque de Derechos, b) Riesgo-Necesidad-Capacidad de Respuesta, c)
Desistimiento, d) Enfoque Ecosistémico y d) enfoque de Redes (SENAME, 2012),
precisando que el marco explicativo y metodológico del fenómeno de la delincuencia
juvenil, opera específicamente bajo un paradigma del riesgo (Velásquez Valenzuela, 2014;
McNeill, 2012; O’Malley, 2012; Harcourt, 2012), considerando la psicoeducación (Dionne
& Zambrano, 2009; Dionne & Altamirano, 2012), como modelo privilegiado para la
gestión de la intervención psicosocial con adolescentes en conflicto con la ley.

La implementación de la política pública en materia de delincuencia juvenil, se encuentra


reglamentada bajo la ley 20.032, que establece un régimen de subvención del Servicio
Nacional de Menores y del Ministerio de Justicia a ONG’s y fundaciones sin fines de lucro
que mediante licitaciones públicas, postulan y ejecutan la programática de las tres
principales áreas de acción del Servicio, correspondientes a Adopción,
Protección/Prevención y Justicia Juvenil.

Es en el marco de esta última línea de intervención, la cual, bajo la reglamentación de la


LRPA y en el contexto de ejecución de la sanción penal de Libertad Asistida Especial, se
precisa que el/la profesional a cargo del proceso de acompañamiento psicosocial, provenga
de las ciencias sociales (comúnmente psicólogos y trabajadores sociales, no excluyentes).
La gestión y la estimación de probabilidades de interrupción del delito bajo el modelo
psicoeducativo, posiciona a los interventores como agentes de primera línea para el trabajo
sobre la conducta orientado hacia la reinserción social y la explotación de elementos de
orden cognitivos y relacionales que permitan la mantención del proceso de desistimiento
delictual.

Para la consecución del manejo de caso, precisa para su adecuada ejecución, una
vinculación significativa, con el sujeto de intervención, siendo definido desde las
orientaciones técnicas como: “Entrega a los/las adolescentes orientaciones y directrices
claras que les permitan incorporar normas y reglas básicas de convivencia. Realiza un
refuerzo positivo a los/as jóvenes cuando logran el objetivo planificado favoreciendo la
reparación y el desarrollo de comportamientos prosociales. Contiene y responde a los
requerimientos emocionales identificando las necesidades subyacentes a los
comportamientos de los sujetos de intervención y procura brindar espacios de expresión y
desarrollo de la emotividad” (SENAME, 2012) movilizando de esta manera afectos e
imaginarios que operan tanto a nivel inconsciente como intencional de manera
transferencial en el proceso de atención, la implicación de la figura del delegado/a procede
mediante el establecimiento de regulaciones y transmisiones de normatividades que
permean el proceso de intervención psicosocial.

Sin embargo, y ante el giro evaluativo que desde el 2015, el Servicio como el Ministerio de
Justicia inauguran con el denominado Plan RPA8, la demanda por los resultados9 de los
logros de la intervención con AIL, ha generado una serie de medidas y oficios que pone
énfasis en cuanto al carácter managerial de la sanción penal (Brandariz García, 2016;
Osborne & Gaebler, 1995), relevando la noción de diferenciación y la introducción de una
nueva batería de dispositivos de evaluación e identificación de niveles de compromiso
delictual, aumentando de esta manera, el trabajo y registro administrativo (registros,
verificadores, evaluaciones de logro, etc.).

La exigencia por contar con los procedimientos y registros actualizados en una creciente
tendencia a la gestión, ha re-configurado la labor del profesional en orden a evaluar los
riesgos en razón a cumplir con el carácter procedimental de la sanción. El seguimiento de
instancias ministeriales a programas de intervención psicosocial, produce una
intensificación del control en función a poblar la estadística que servirá para efectos
evaluativos, difuminando de esta manera, la función “social” del trabajo realizado por
los/as profesionales.

En función de responder a criterios evaluativos por sobre la problematización del contenido


y los procesos de intervención, es donde y ante la exigencia de resultados de logro y
eficiencia de recursos, la función crítica de los/as profesionales tendería a ser neutralizada
como también, la experiencia institucional respecto al paradigma que sustenta la matriz de
riesgo y el requerimiento en esta línea, de estadísticas y cuantificaciones actuariales
(Brandariz Garcia, 2014) de procesos dispuestos para su evaluación, remitiendo así, a
modelos basados en evidencia que clausuran el campo discursivo desde el cual interrogar
los basamentos teóricos y prácticos que fundamentan la normativa técnica del Servicio y la
política social.

8
Discurso Cuenta Pública Ministerio de Justicia realizado por exministra Javier Blanco, durante el año 2015
http://www.minjusticia.gob.cl/reinsercion-social/plan-rpa/
9
http://www.evaluaciondelaley.cl/foro_ciudadano/site/artic/20150406/asocfile/20150406123747/informe_
ejecutivo_20_084conportada.pdf
Objetivos de la investigación
a) Objetivo General

En este escenario, las producciones y elaboraciones de los/as profesionales respecto de los


procesos de intervención que llevan a cabo con adolescentes en conflicto con la ley penal,
quedan supeditadas a cumplir con los requerimientos del Servicio y de las instituciones que
ejecutan los programas. En función de esta aparente clausura crítica que tendería a cerrar el
trabajo social (en su más amplia concepción) y cuantificar los procesos psicosociales de
manera que se cumplan con los requisitos técnico-financieros, el objetivo general
corresponde a identificar prácticas de gobierno asociadas al paradigma del riesgo en
las orientaciones técnicas del Servicio en programas que ejecutan sanciones de
Libertad Asistida Especial en medio libre.

b) Objetivos específicos

De manera tal que podamos abordar tanto el contenido como las formas de estas tensiones,
es que pretendemos:

a) Conocer prácticas y discursos de profesionales que intervienen en programas PLE,


respecto de la implementación de las normativas técnicas de SENAME.
b) Identificar prácticas y discursos de profesionales que intervienen en programas
PLE, que problematicen la normativa técnica de SENAME
c) Analizar la normativa técnica a la luz de producciones científicas referidas al
paradigma del riesgo y los estudios en gubernamentalidad.
d) Sintetizar prácticas y discursos de profesionales que intervienen en programas PLE
en función de constatar regularidades y resistencias del trabajo con adolescentes
infractores de ley bajo el paradigma del riesgo.
Supuesto de investigación

Luego del planteamiento del problema y los objetivos propuestos para producir conocimiento
coherente con la situación descrita y la propuesta teórica y metodológica del proyecto, definir la
hipótesis plantea también, la problematización por la propia experiencia del investigador, en virtud
de encontrarse en posición de interventor/investigador, es que esta doble función le permite contar
con una aproximación in situ respecto a las tensiones (continuidades y resistencias) a las que se
enfrentan equipos de intervención con población en conflicto con la ley penal.

En función de lo anterior, la presente investigación pretende identificar prácticas de gobierno bajo


la matriz del riesgo en la intervención psicosocial con adolescentes en conflicto con la ley penal,
individualizando la problemática del delito y relevando la dimensión individual-conductual del
mismo sobre componentes y explicaciones sociales del fenómeno de la delincuencia juvenil.
Marco Referencial

La racionalidad política de la intervención psicosocial con adolescentes en conflicto


con la ley.

Sujetos a derechos
A partir de la puesta en marcha de la ley 20.084 (CHILE, 2005; 2015) que versa sobre la
ley de responsabilidad penal adolescente (RPA, en adelante) y el monitoreo de su
aplicación, el Estado chileno cumplía una larga deuda con los convenios internacionales, a
los cuales el país adscribe durante principios de la década de los 90’s 10
en materia de
justicia juvenil que derivan de la convención internacional de los derechos del niño y niña
(en adelante por sus siglas CIDN). La promulgación de las Directrices de Naciones Unidas
para la prevención de la delincuencia juvenil (RIAD) y las reglas mínimas de Naciones
Unidas para la administración de justicia de menores (conocidas como reglas de Beijing),
exigen a los países firmantes la modernización de los sistemas penales referidos a la
población infanto-juvenil, de manera de velar por los derechos adquiridos mediante la
convención y respetar los acuerdos internacionales en la materia.

Sin embargo, la adscripción a estas reglamentaciones jurídicas internacionales no sólo


posee un tenor democrático y modernizador del régimen penal chileno, la firma de las
autoridades de la época cumple también con un proceso enmarcado en la firma de tratados
internacionales en materia de cooperación económica y que condiciona entre otros
aspectos, la inserción de Chile en el plano trasnacional como actor sudamericano
privilegiado en el mercado global en posdictadura. Tanto la creación de un nuevo sistema
jurídico proteccional y penal como la intensificación del modelo económico neoliberal
implantado a mediado de la década de los ochenta gracias a la apertura de nuevos mercados
productivo-financieros, el Estado re-organiza la cuestión de las políticas de niñez y
adolescencia en función de una economía política de la actoría infanto-juvenil en un estado
fuertemente neoliberal (Sepúlveda, 2016).

En este contexto de vínculo fantasmático entre economía y derecho, la cuestión de la


delincuencia juvenil adquiere una relevancia significativa como síntoma de un Estado penal

10
http://unicef.cl/web/convencion-sobre-los-derechos-del-nino/
que fomenta la tercerización de la ejecución de sus líneas programáticas mediante la
subvención (Ley 20.03211) a instituciones colaboradores del Servicio Nacional de Menores,
situación que ejemplifica este doble vínculo, por un lado entre penalidad y protección de la
niñez, y en seguida, como la privatización continua del aparato público.

¿Cuál sería entonces, el sentido de interrogar el rendimiento de los distintos marcos de


intervención social sin la mediación de una política integral de la infancia que procure la
participación social en la elaboración, ejecución y evaluación de políticas hacia la niñez y
la juventud? dicho de otro modo, entre el ámbito jurídico y el ámbito técnico, se jugaría la
cuestión de la protección a la infancia aún a cuestas de una política nacional que defina
criterios y lineamientos de intervención, en base a prioridades y necesidades de atención a
población infanto-juvenil.

De igual manera, el carácter jurídico de la figura de la infancia en protección y de la


minoridad en el registro penal, tenderían a objetivar a la infancia y la adolescencia bajo dos
marcos de intervención, que sin embargo se circunscriben a un régimen policial, en virtud
de los objetivos declarados de focalizar e intervenir según los criterios de riesgo y
vulnerabilidad, en este escenario ¿Cuál sería el lugar de lo policial en la intervención social
con niños, niñas y adolescentes en la medida que se pretende incrementar sus regímenes de
bienestar?, y en virtud a los recursos disponibles actualmente en materia de gasto social e
implementación de políticas subsidiarias a la infancia ¿responden los modelos de
intervención social a criterios económicos de eficiencia de los recursos destinados para
ello?, de esta ausencia de una política integral y, de la literatura científica respecto al
componente político de la intervención con población infanto-juvenil, la cuestión nos exige
precisar sobre este vínculo en su opacidad constitutiva y en la borradura de las fronteras
entre lo económico y lo legal del campo de la intervención, donde lo social estaría
dispuesto como un campo donde confluyen estrategias políticas y moralidades que
sustancializan el principio de inaceptabilidad de los efectos precarizantes y marginadores
de la dinámica socioeconómica.

En relación a la re-definición de la niñez y la adolescencia “en riesgo” como objeto de


política social, nos interesa cierta racionalidad con la cual el interés de estado, interviene en
11
http://www.sename.cl/wsename/otros/proteccion/Esquema_Ley_20032.pdf
las condiciones político-institucionales que subyacen en esta población con miras a la
regulación micropolítica de esta. De esta manera, consideramos pertinente posicionarnos en
el campo de la intervención psicosocial, dado el carácter estratégico de la mutación de las
relaciones de poder que bajo el régimen tutelar definidas como doctrina de situación
12
irregular de la infancia y adolescencia las inclemencias de la marginación y exclusión
social de niños, niñas y adolescentes, siendo hoy, abordadas bajo modelos factoriales,
relacionales y predictivos de la intervención.

Razón de Estado y método

En relación al tránsito de la ley de menores (16.61813) a la ley de responsabilidad penal


adolescente, observamos que del tutelaje estatal de mediados de la década de 1960 (Berríos,
2005; p.162) y en referencia al examen de discernimiento14 y la responsabilización penal
15
que prima desde mediados de los 90 hasta la fecha, se ha definido a la población infanto-
juvenil con ciertos atributos a gestionar de orden conductual, los cuales son materia de
observación e intervención tanto judicial como social (por ejemplo, de los padres se
introduce el concepto-problema de habilidades parentales, de los adolescentes en conflicto
con la ley, el desistimiento delictivo, saberes que interactúan post-sentencia).

Del examen situacional del discernimiento como veridicción al carácter procesual de la


responsabilización, el tránsito de los criterios jurídicos de intervención judicial hacia
menores de edad, descansan sobre la figura de un sujeto cuyo actuar es puesto a prueba,
mediante un ejercicio que le atribuye autoría a la acción por la que es juzgado, en esta
relación entre la tecnología del examen y la verdad que emerge producto de la interrogación

12
Para revisión de la doctrina en profundidad en su marco jurídico,
http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/129670/Protección-jurídica-y-social-de-la-
infancia.pdf?sequence=1
13
http://bcn.cl/1uyd5
14
Artículo 16° Los menores de dieciocho años sólo LEY 19343, podrán ser retenidos en las Comisarías o
Art.1°, a) Subcomisarías de Menores, en un Centro de Tránsito y. Distribución, en un Centro de Observación y
Diagnóstico o, en aquellos lugares en que estos últimos no existan y sólo tratándose de menores que
pudieren ser sometidos a examen de discernimiento, en algún establecimiento que determine el Presidente
de la República, en conformidad con lo establecido en el artículo 71 de esta ley.
15
http://www.unicef.cl/web/wp-content/uploads/doc_wp/Manual_LRPA_Web_c.pdf
al sujeto sobre ella, la minoría de edad sería tratada en razón de una racionalidad mínima,
cuya finalidad es la pericia como sutura de áreas del conocimiento legal y biológico
(Foucault, 2001; p.39)

Los saberes dispuestos para probar tal racionalidad o autoría, incorporan tanto una mirada
médica de la organización mental basado en el modelo de enfermedad, como de una
psicología que permita examinar el grado de autoría y conciencia respecto al hecho
delictual y sus consecuencias. Respecto a este mecanismo probatorio, Foucault apunta “la
pericia permite pasar del acto a la conducta, del delito a la manera de ser, y poner de
relieve que esta última no es otra cosa que el delito mismo, pero, en cierto modo, en el
estado de generalidad en la conducta de un individuo” (Foucault, 2001; p.29) Podríamos
entonces, sugerir que en ambas estrategias de probación de autoría, el decir veraz, requiere
de su traducción jurídica y habilitada mediante los saberes psi que permitirían la
emergencia de la minoridad entre la ley y una pliegue de la subjetividad vista mediante su
carácter legal.

En la medida en que las instancias disciplinarias circunscriben al sujeto menor según la


sujetabilidad al examen de discernimiento, cuyo veredicto respecto de la aprobación de la
verdad como sinónimo de la conciencia, puede referir un tratamiento
rehabilitante/terapéutico. Lo que requirió para la ley penal, una medida que remitiera a la
correspondencia entre el saber psicológico y el hecho judicial, dónde en caso de probarse la
culpabilidad –intencionalidad- del hecho, el castigo debía proceder mediante el tratamiento
en base a su responsabilización, por lo que la privación de libertad para menores de edad,
bajo la ley de menores 16.518, cumplía su función de reeducación entre muros. Por otro
lado, la bifurcación legal hacia la probación de situaciones en las que la autoría y
racionalidad no era suficiente para probar el delito, el aparato legal deriva al sujeto infractor
a instancias correctivas mediante sus aparatos de observación conductual, de garante de la
interrupción de la conducta antisocial y la educación para la vida en sociedad, su
reinserción social.
La ambivalencia en el tratamiento de la ley de menores, entre el menor de edad que reviste
peligrosidad y la minoría de edad sujeta a la política proteccional, nos indicaría que un
mismo clivaje psicológico y jurídico genera aquella racionalidad por la cual la infancia es
objeto de ley.

Esta distinción presente en la división de funciones que precisa el Servicio Nacional de


Menores entre la protección y la justicia juvenil, introduciría una diferenciación moral
entre el riesgo social y la peligrosidad, dos figuras centrales que la nueva ley intentaría
desatender en la medida que la conducta de la minoridad, es ahora, puesta a prueba
mediante su responsabilización ya no en tanto probación de autoría, sino como espíritu de
ley. Similar situación describe Foucault (2001) en relación a la pericia que realiza el par
jurídico y médico, que define al sujeto en relación con un modelo de alianzas estratégicas
donde se juega la responsabilidad, el castigo, la enfermedad y la terapéutica, como prácticas
de inteligibilidad del individuo y cuya superación se define precisamente, por el concepto
de peligro que aúna estos dos saberes (legal y médico) mediante un lazo moral que pre-
existiría al delito mismo (p.41).

Foucault define las prácticas de atribución de responsabilidad, como una-entre otras-


técnicas de conducción de las almas desarrolladas bajo la lógica del cristianismo durante el
medioevo, el poder pastoral precisa de este principio de moralidad fundamental que
subyace a la tecnología de castigo en orden a su expiación y confesión, obediencia y
conducta, emergencia entonces, de la figura del infractor que hasta nuestros días, se
construye a través de los efectos penales -aquí hablamos del castigo y del populismo penal
específicamente-y no únicamente por su examen de conciencia, el delito definiría de esta
manera, la psicología del infractor, sus recursos y necesidades, en un marco de
inteligibilidad moral, sujeción que se define por su vínculo con los principios teológico-
políticos de la conducta humana.

Estos principios podemos definirlos junto con Victor Florían como una “existencia de
morales con pretensión universalista constituidas por normas, códigos, con énfasis en la
autoridad, el cumplimiento de prescripciones, la sanción y el castigo; y morales de
orientación ética en las que los individuos se constituyen ellos mismos como sujetos de
conducta moral” (Florián Bocanegra, 2006; p.64). La responsabilidad entendida entonces
como código de conducta y reflexividad que mediante la formalización de la transgresión
jurídica, genera un cuerpo propio para advenir como sujeto infractor.

En función de nuestros intereses, la responsabilización como tecnología política (Hache,


2007; Siltaoja & MalinMiikka Pyykkönen, 2014) se constituiría bajo el régimen neoliberal
instalado en dictadura, como uno de los pilares de la intervención social y específicamente,
en la tarea de intervenir con infractores, adultos en primera instancia, y luego en la
población infanto-juvenil, para luego inscribirse por todo el cuerpo social mediante el
desarrollo de técnicas de la individualidad y tecnologías del yo. La responsabilidad del
pastor, devino en una producción de sí mismo bajo esta tecnología de poder, consolidando
un pliegue donde la peligrosidad de la infracción, se define no sólo por el derecho o el saber
psicológico, sino también por lo social como el campo donde el riesgo deviene en un saber
positivo que genera condiciones para el control de la población, tecnología que en palabras
de Foucault, haría del poder transparente a su objeto (Foucault, 2001; p.54).

El quid del problema en su comprensión molar seria a nuestro entender, identificar a través
de qué medios, la problematización de la niñez en riesgo, incorpora en su tratamiento
técnicas y saberes que configuran un paradigma naciente en el cual el sujeto contaría con
los recursos y competencias para asumir el desafío de revertir esa situación. El estatuto del
individuo cobra un sentido otro que aúna la comprensión moral del sujeto liberal en un
contexto económico (homo economicus) del cual puede usufructuar mediante su mérito y
esfuerzo, ambas ficciones políticas que establecen la inteligibilidad del cambio social en su
vertiente neoliberal y que consistiría en un vector de gubernamentalización de estas
poblaciones excedentales, se constituye así, la pobreza como responsabilidad individual.

Sin embargo, no es nuestra intención aquí el arriesgar una analítica de los regímenes
morales y político que actualizan los puntos de apoyo, variaciones y devenires de la política
social destinada a la población infanto-juvenil, nuestro objetivo de reflexión por el
contrario, carece de tal ambición, precisa de otro modo, una problematización respecto al
cuerpo legal y técnico que sustenta la intervención psicosocial con una población específica
y fuertemente individualizada como lo son adolescentes en conflicto con la ley.
La constitución de un campo institucional y de una continua demanda por los resultados
obtenidos de esta intervención, re-lanza la cuestión del doblez político que opera en la
intervención social y que no remite a un contenido valórico-sin negar el carácter pastoral de
su ejercicio- sino que a través de sus efectos apostamos por identificar su propio régimen de
verdad y a la vez, nuestra apuesta de análisis: el gobierno de las conductas a través de
tecnologías específicas de poder sobre la infancia y la juventud.

¿Cómo se expresa esta noción de gobierno en el campo de la intervención psicosocial con


adolescentes infractores de ley? Sugeriremos dos elecciones teorico-metodologicas con
alcances distintos. Por un lado, un modelo genealógico que permita reconstruir la
historicidad de los componentes de la ley de responsabilidad penal, develando las
condiciones técnicas y científicas que operan como sustento tanto en contenido como forma
y que funciona precisamente, sorteando y agenciando elementos heterogéneos bajo cierta
racionalidad y capacidad de acción en el cuerpo social (Jiménez, 2015). En un mismo
pliegue foucaulteano, una segunda elección remite a una analítica del gobierno, y las
estrategias de poder que configuran un medio de intervención especifico que procede
mediante la implementación de agentes gubernamentales actualizando en el campo de
intervención, el gobierno mediante distintas tecnologías de poder.

En ambas apuestas, el carácter heterogéneo de sus componentes reviste una estrategia en si


misma de la axiomática neoliberal, la producción de lo singular mediante su captura
gubernamental, un biopoder que opera en la regulación de los cuerpos y deseos, que
gestiona la desviación y la diferencia, mediante la distribución y expansión de
micropoderes a través de relaciones sociales y su proximidad a la norma y la regla.
Gobernar a través del riesgo

El riesgo como operador conceptual y tecnología de gobierno.

Deborah Lupton (1999), identifica tres enfoques distintos respecto al concepto de ‘riesgo’,
siendo uno cultural-simbólico a través de los trabajos de la antropóloga Mary Douglas, una
segunda corriente producida en sociología a través de la llamada ‘sociedad del riesgo’,
elaboradas por Ulrick Bech (1998) principalmente, y con desarrollos posteriores por
Giddens. Finalmente, la autora refiere la existencia del riesgo como campo de estudios de la
gubernamentalidad, donde la elaboración del problema de gobierno realizada por Foucault,
específicamente los tres cursos realizados en el College de France entre los años 1977 y
1980 (2006; 2007; 2014) es continuada por otros autores, en relación con estrategias de
gobierno de la población mediante discursos del riesgo.

En relación con estas tres principales matrices explicativas respecto al fenómeno del riesgo,
desde el campo de la gubernamentalidad, se pone en juego la pregunta respecto del “cómo”
las tecnologías, saberes, prácticas y discursos del riesgo operan en la regulación de la
población, en vez de limitarnos a rastrear la naturaleza o los orígenes del riesgo. En este
sentido, un paradigma del riesgo presenta vectores heterogéneos respecto a distintas
disciplinas que configuran una temática inscrita en el cuerpo social.

De una dimensión financiera, hasta la política de salud y de la prevención del delito, el


riesgo adquiere tantas significaciones como también, modos de comprensión en campos
específicos de acción. De esta manera, el carácter polisémico de la problemática exige
pensar respecto de sus condiciones de posibilidad en determinado campo, y sus efectos
respecto de su intervención, el riesgo en el ámbito de la delincuencia juvenil, presenta en
nuestro país, un desarrollo de hace aproximadamente tres décadas, específicamente, en el
derecho y las estrategias de intervención de estudios en el ámbito del consumo de drogas,
de los seguros de vida, en derecho y en el área gubernamental, a través de la matriz social
de riesgo.
Sin embargo, el fenómeno del riesgo como operador de inteligibilidad de problemáticas de
poblaciones excedentales, requiere de la cuantificación del peligro que inviste la tensión
permanente respecto al orden social y las estrategias de normalización ya dispuestas. Esta
medición de cantidades sociales de peligro, siguiendo aquí una lógica tardeana,
cuantificaría los grados de aceptabilidad (deseabilidad) del mismo, política de focalización
y de una formación del saber que lleva por nombre la vulnerabilidad, criterio que
reemplazaría el concepto de pobreza en la política social durante la última década, en
relación con el riesgo de desafiliación o exclusión social. El riesgo entonces operará como
tecnología la cual, pondrá a disposición de la política gubernamental, el cálculo y la
predictibilidad de la dinámica socioeconómica en escala poblacional, construcción de un
saber de lo aleatorio y de técnicas para su gestión.

Riesgo y penal governance

Es precisamente, nuestro objetivo poner en juego una analítica del riesgo en cuanto sus
efectos para la intervención psicosocial. Traducción de la pobreza, la exclusión y del delito
en narrativas personales de habilitación y protección, así como de eficiencia en la
utilización de los recursos estatales, los factores de riesgo disolverían el carácter cerrado
sobre el individuo o la estructura, configurando un campo de variables implicadas en la
entrada o salida en determinadas situaciones, la estrategia del riesgo funciona entonces,
descentrada del sujeto, control y predictibilidad tanto de la situación como de la conducta.

Hemos referido hasta ahora que, en relación a la racionalidad política de la intervención


social, provista por un principio de moralidad y de poder de normalización, el riesgo como
predictibilidad y gestión de lo aleatorio, reviste una diferencia en cuanto a objeto y método.

A pesar de que, en términos deleuzeanos, la intervención parecería territorializar una


población gracias a determinados movimientos y agenciamientos técnicos y sociales, el
análisis respecto al riesgo nos exige adoptar una perspectiva inmanente de su emergencia y
de sus efectos en el cuerpo social, específicamente en lo que refiere a delincuencia juvenil.
En Chile, los modelos de situación irregular, donde la técnica del discernimiento y la
dualidad punitiva/terapéutica constituye los polos por los cuales reconocemos su efecto
normalizador, asumen una connivencia con la introducción de la matriz social de riesgo y la
vulnerabilidad como lenguaje de la economía neoliberal con relación a la peligrosidad.

Esta característica se ve reflejada precisamente en la coexistencia de la privación de


libertad y las sanciones en medio libre, dónde la analítica del riesgo opera transversalmente
en su forma-cárcel como en el control extramuros, investida de la narrativa jurídica
respecto a la Convención y a los tratados internacionales en la materia.

La focalización en ambas instancias descansa sobre la figura del infractor y “sus” factores
de riesgo en cuanto reincidencia delictual. No refiere únicamente sobre el sujeto sino
también de su interés. La sutura entre el modelo correctivo/terapéutico y el
disciplinamiento carcelario, recae en la construcción de la responsabilidad como matriz por
la cual el riesgo se encontraría actualizando vía intervención social, una estrategia de
gobierno, al respecto Pat O’Malley acentúa en cuanto “los riesgos no son considerados
como intrínsecamente reales, sino como una modalidad particular en que los problemas son
visualizados o “imaginados” y enfrentados… se trata de una técnica estadística y
probabilística” (O’ Malley, 2006; p.31). El concepto de penal governance utilizado por la
literatura criminológica anglosajona respecto de la gubernamentalidad penal (Gray, 2013;
Hannah-Moffat, 2005 y 2001, Pavarini, 2006), describe un conjunto de prácticas y
discursos heterogéneos en materia penal los cuales relevan el riesgo y los ensamblajes entre
técnicas y racionalidades, que hacen de la infracción objeto de conocimiento, los
procedimientos legales, son de esta manera, tratados bajo una analítica que distribuye
imaginarios y saberes en relación con la ley y la norma.

La gubernamentalidad penal en su variación chilena, pone énfasis en la figura de


<<sustitución>> como alternativa a las penas de privación de libertad. Esta ampliación del
repertorio jurídico que es implementado en materia penal con posteridad en el ámbito de la
delincuencia juvenil, obedece a un carácter evaluativo por la cual, el tránsito de la medida
carcelaria a la medida en libertad, depende de la conducta y del riesgo mismo de
reincidencia y su medición para la política criminal16, “En efecto, la reciente reforma a la
ley 18.216 -efectuada por la ley 20.603-, que ha eliminado las viejas "medidas
alternativas" reemplazándolas por un nuevo sistema de "penas sustitutivas", ha generado
un nuevo paradigma dentro de nuestro sistema penitenciario. Este cambio ha repercutido
especialmente en lo que respecta a la evaluación de aquellos sujetos (infractores de ley)
para efecto de ver si son aptos para cumplir su pena en el medio libre. En concreto, el
artículo 33 de la nueva ley se pronuncia explícitamente sobre la evaluación de los
"factores de riesgo de reincidencia". Esta reforma viene a culminar un proceso silencioso
que ha permitido al Ministerio de Justicia introducir instrumentos actuariales para evaluar
el riesgo de reincidencia de los infractores de ley en el sistema penal chileno.” (Velásquez,
2014).

En relación con el riesgo como tecnología de gobierno, sus usos en el campo de la


delincuencia juvenil, se expresa principalmente en los modelos de intervención sobre la
población infractora. El riesgo procede como herramienta que organiza técnicas
estadísticas, intuiciones profesionales y racionalidades predictivas que confieren sentido a
su implementación.

A través de la normativa técnica de SENAME referente al área de justicia juvenil, el


modelo basado en el riesgo se utiliza tanto para la rehabilitación en centros privativos de
libertad como en las sanciones ejecutadas en libertad. La amplitud del espectro y su
continúa aplicación y adecuación a las estadísticas nacionales17, procede de su vinculación
con los llamados modelos basados en evidencia, cuya característica remite a su
aplicabilidad mediante la medición de variables (Hein, 2013; 2004) que inciden en la
reincidencia delictiva y su tratamiento.

El reforzamiento de esta idea-fuerza sobre la evidencia, tiene un correlato con el slogan


what Works, los modelos y estrategias de intervención son tratados bajo este paradigma,
según su consolidación empírica y la demostración de cierta eficacia en la administración
de recursos. Tanto la evidencia, la aplicabilidad y la eficiencia, presentan un marcado

16

http://images.elmercurio.com/MerServerContents/NewsPaperPages/2013/ago/08/MERSTNA012CC080y8_
450.jpg
17
http://www.dipres.gob.cl/595/articles-149540_r_ejecutivo_institucional.pdf
carácter económico, residuo de la financiarización del lenguaje público y de la adopción del
registro posfordista, en la gestión de las poblaciones.

Intervención psicosocial, entre el riesgo y la responsabilización

Sanción de la conducta, poder de la terapéutica

El riesgo como paradigma, se ha convertido en una herramienta de inédita capacidad


reflexiva y evaluativa en los procesos de intervención actuales. La capacidad de operar en
el registro evaluativo como explicativo de fenómenos de vulnerabilidad y desafiliación
social, ha permitido integrar aspectos conductuales-individuales- como estructurales-
posición social- operando en puntos de apoyo estratégicos entre ambas dimensiones de la
actividad humana.

Uno de los modelos que tiene mayor difusión en nuestro país, refiere al riesgo, necesidad y
responsividad o capacidad de respuesta, utilizado en materia de infracción penal.
Desarrollado por los psicólogos canadienses Don Andrews y James Bonta (2011). El
modelo apunta a integrar distintas teorías de la delincuencia juvenil, así como de
experiencias en el trabajo con factores de riesgo, factores protectores y redes asistenciales
de la comunidad. Definen, asimismo, dos dimensiones que operan como matriz de
intervención, factores dinámicos del involucramiento en delitos y factores extáticos, el
primero refiere sobre elementos situacionales y contingentes del proceso de desviación
mientras los segundos, refieren a la cronicidad de la conducta criminal y elementos que
mantienen la perpetuación de la validación de infracción.

El carácter virtual de la intervención bajo el modelo de riesgo y necesidad, remite a dos


objetivos distintos en forma, pero bajo un mismo criterio de contenido o racionalidad, la
intervención en el ámbito individual pretende modificar la conducta en términos
terapéuticos en los cuales se interviene precisamente, en los factores que se identifican
como riesgosos en cuanto potencial reincidencia delictual. La focalización en estos factores
manifiesta según los autores, la capacidad de eficiencia en la intervención, asignando
urgencia a los elementos individuales, relacionales y comunitarios, que realmente afecten el
compromiso delictivo. Nos encontraríamos de manera tenue pero precisa, de cierta hibridez
entre el conocimiento terapéutico y la sanción correctiva, formas que bajo la
gubernamentalidad penal, funcionan de manera capilar tanto en el delito como en la
conducta que es definida por él.

Bajo los modelos anglosajones, principalmente canadienses referidos al youth offending, o


infracción juvenil, encontramos lugares comunes referidos a la evidencia empírica y el uso
del riesgo como directriz de la intervención con población juvenil involucrada en la
comisión de delitos. Los principales efectos referidos de estos programas se traducen en el
aumento de estrategias focalizadas a la prevención del delito y el management o gestión de
los casos como estructuración de variables en función de la evaluación de reincidencia y el
riesgo asociado a prácticas y discursos a la adolescencia (Armstrong, 2016; Belluci, 2008;
Gray 2009; Besley, 2010).

De esta manera, nos encontraríamos con un campo estratégico de la gubernamentalidad


penal actual, que despliega desde su propia racionalidad, elementos para una analítica de la
intervención psicosocial y del riesgo como tecnología de gobierno que actualiza
permanentemente sus procesos de gestión de la población infanto-juvenil, focalización del
poder político en la excedentalidad que presentan márgenes mayores de precarización y
sufrimiento psicosocial. Las estrategias neoliberales desplegadas en los modelos
psicosociales de tratamiento de adolescentes en conflicto con la ley, permitirían disponer de
constantes experimentaciones por cuanto la evaluación y el procesamiento de datos, apunta
al modelamiento de nuevas políticas gubernamentales sobre esta materia.

La dimensión inmanente que caracteriza estos modelos, delimita el análisis en relación con
su efectuación en el cuerpo social, de modo que el desfase entre el proceso sociotécnico del
cual emergería el dispositivo securitario respecto a la adolescencia y la función gestionaría
de riesgos, no permite al contrario de nuestro objeto de estudio, preveer situaciones futuras
o mutaciones del paradigma del riesgo. Nuestra intención consiste, en detrimento de la
función de predictibilidad y gestión que ha caracterizado a la tecnología de riesgo en la
intervención psicosocial, del análisis de los conjuntos técnicos y disposicionales que
componen las agencias de control penal juvenil en el país de manera de develar no sus
causas sino su funcionamiento, estrategia de contra-saber disciplinario que nos permite
reconstruir de manera crítica, las trayectorias del discurso neoprudencialista, que oculta su
vinculo con prácticas de castigo y control, bajo la ficción legal del derecho de menores.
Metodología

La presente investigación considera la identificación de prácticas de gobierno en un campo


especifico de intervención psicosocial, dónde la política social en materia de reinserción
social y tratamiento de adolescentes infractores, constituye una población objeto de
diversas tecnologías y dispositivos de control, ejecutada mediante agencias y actores de
distinta índole (No gubernamentales en su mayoría) quienes ejecutan y recrean los
lineamientos técnicos del Servicio.

Con la finalidad de indagar en tales prácticas y discursos que conforman la narrativa penal
en la intervención psicosocial, el diseño metodológico de la presente investigación,
considera dos momentos distintos y simultáneos en la construcción del caso. Tal
consideración dice sobre la relevancia del material disponible respecto a la normativa
técnica (enfoques, instrumentos, orientaciones), cuya documentación responde al qué y al
cómo de la intervención con adolescentes infractores de ley. De igual manera, el análisis
documental permite la organización temática de documentos de carácter técnico, a la vez
que descodifica las líneas de fuerza que componen la apuesta política –normativa- de tales
orientaciones para la intervención.

En relación con esta característica en la que se enmarca nuestro objetivo y nuestras


posiciones teórico-políticas, la metodología se posiciona asimismo, en las llamadas
epistemologías críticas, por cuanto la función conceptual y metodológica de la práctica
investigativa, releva no sólo la materialidad expresa en la documentación técnica y sus
fuentes disciplinares, refiere también a una interrogación permanente de las condiciones en
la que la política social se ejecuta sobre una población específica, en territorios delimitados
y bajo el interés de protagonistas –intervenidos e intervinientes- de participar en el juego de
representaciones de la intervención social, de manera que la presente investigación se sitúa
en la reconstrucción de narrativas penales, en intersticios económicos, éticas y políticas que
subyacen al interés de actores igualmente específicos.
Con la finalidad de abrir las fronteras disciplinares como lo exige el caso, consideramos los
estudios en gubernamentalidad, como una herramienta que considera la permanente
actualización y experimentación de la narrativa gubernamental, evitando de esta manera,
atribuir la explicación causal o fundamentar el análisis en razón a refutar o validar su
rendimiento ontológico.

De lo anterior, la política social entendida en su dimensión normativa y técnica,


proponemos contrastarla en su revisión histórica (contingente) y también práctica
(singular), texto y contexto constituyen de esta manera, una artesanía experimental que
tiende a reconstruir las prácticas sociales y las tecnologías de poder que hicieron posible la
intervención con los recursos conceptuales y técnicos que se cuentan actualmente, como
asimismo, permite considerar los agentes que participan en la implementación y
resistencias a la misma.

Elementos metodológicos

Dado nuestro objetivo principal y nuestro corpus conceptual, la elección metodológica es


crucial por cuanto permite pasar del agenciamiento conceptual hacia una analítica de las
prácticas, en este sentido, la producción de conocimiento recurrirá tanto al texto de la
normativa técnica como a las prácticas que se desprenden de dicho documento,
considerando las mutaciones, apropiaciones, resistencias y recurrencias que realizan
profesionales de intervención bajo el modelo de intervención propuesto por SENAME.
Para ello, presentaremos tres instancias propuestas para la composición del trabajo
metodológico que sustenta el análisis de las prácticas, en primera instancia, el análisis
documental como herramienta para la organización de información técnica, judicial,
periodística y disciplinar que daría cuenta de las líneas que conformarían el dispositivo de
control. De manera posterior, la elección del análisis de contenido, posibilitará la
producción de índices temáticos, refinando la búsqueda de fuentes significativas del texto.
Estudio de caso

Dado que nuestro interés radica en la identificación de una analítica de las prácticas, estas
se encuentran situadas y presentan cierto tipo de historia respecto de su intervención en el
campo de la delincuencia juvenil. La normativa técnica de la implementación de la Libertad
Asistida Especial, presenta un lugar estratégico dentro de la gama de sanciones/programas
que trabajan con adolescentes infractores de ley, siendo una sanción-frontera entre las
condenas en medio libre y las condenas privativas de libertad. Siendo el PLAE (Programa
de Libertad Asistida Especial) la sanción más gravosa que los/as adolescentes deben
cumplir en libertad.

Este carácter estratégico dentro del ambiente jurídico, es nutrido por estrategias de
intervención orientadas a responsabilizar al sujeto en su medio, con sus recursos y
necesidades. Se despliegan en este escenario, una serie de prácticas y discursos que van
desde la reinserción social hasta el carácter punitivo en caso de quebrantamiento de la
condena, caso que comúnmente termina con la privación de libertad. El carácter de frontera
de la sanción, exige pensar la sanción de acuerdo a su gravedad y también en su
especificidad, donde el enfoque de riesgo, necesidad y capacidad de respuesta, vendría a
dar explicación de la conducta antisocial, además de proveer herramientas para trabajar
sobre el riesgo de reincidencia delictual, consolidar el desistimiento de la conducta
infractora y habilitar mediante la reinserción social.

Es el enfoque de riesgo que presenta la normativa y su aplicación, el componente que


requerimos de cartografiar para develar las lógicas que subyacen, acoplan y conflictuan
entre el texto y su implementación, la puesta en acto de la norma y sus efectos en la
población objeto de gobierno. Consideramos relevante el estudio del presente caso, al
reunir ciertas condiciones que permiten abordar la problemática del gobierno como la
conducción de la conducta, mediante una normativa que es siempre puesta en tensión de
parte de los ejecutores y de las agencias que la implementan. La zona de incertidumbre que
constituye la ejecución de la sanción, incorpora no sólo texto, sino también sujetos,
instituciones, procedimientos, saberes y tecnologías.
Análisis documental

La producción de orientaciones técnicas desde SENAME, presenta la primera fuente directa


de material en relación con subunidades que el análisis documental posibilita dentro de sus
funciones. La organización del material consistirá en:

a) Fuentes que definan la normativa técnica


b) Fuentes que den cuenta de fundamentos de la elección epistemológica de la
normativa.
c) Fuentes de medios de comunicación que den cuenta de la intervención con
infractores de ley.

Las técnicas de investigación como las entrevistas semi-estructuradas, el focus group y la


observación etnográfica permitirán contrastar tanto las disposiciones lingüísticas como
corporales de los profesionales. En relación con lo anterior, las entrevistas se aplicaran al
menos con 7 profesionales que trabajen en programas de Libertad Asistida Especial,
atendiendo que esta sanción se considera como la más gravosa en términos judiciales, que
es cumplida en medio libre, representa por lo tanto, una última instancia de judicialización
que permite el libre tránsito y no la privación de libertad, instancia estratégica dónde se
desea relevar las prácticas de gobierno que realizarían los distintos actores de intervienen
con adolescentes en conflicto con la ley penal.

Debido a que la sanción es ejecutada por diversas organizaciones no gubernamentales, se


intencionará una muestra (un programa) por cada institución colaboradora, de manera de
identificar estrategias regulares y diferencias de orden institucional en la ejecución de la
sanción. Para ello, se privilegiará las entrevistas en primer orden, seguido de observaciones
y notas de campo y posteriormente, finalizar con un grupo focal que incorpore el aspecto
grupal de la discursividad, generando comunidad de sentido respecto a la problemática de
estudio.

Para el análisis se dispondrá del software Atlas-Ti, de manera de generar una revisión de las
entrevistas, organizando y distribuyendo las categorías emergentes respecto a la normativa
técnica y las prácticas de gobierno, construyendo relaciones de semejanza y de resistencia
según la posición discursiva de los profesionales. Esto será reforzado por las notas de
campo, de manera de comprender una tridimensionalidad del “dato”, siendo, la normativa
técnica y el análisis documental, las entrevistas y focus con los profesionales y la
observación etnográfica del investigador, constituyendo de esta manera, un ejercicio de
análisis a contrapelo esté dispuesta la información.
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