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SEMINARIO MAYOR SAN PEDRO

CARLOS ALFREDO PÁRRAGA NAVARRETE

MARTÍN LUTERO Y LAS SECTAS


Contexto Histórico, Pensamiento y Consecuencias
INVESTIGACIÓN DE FIN DE SEMESTRE

FENOMENOLOGÍA Y FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN

TUTOR:
P. RICHAR PÁRRAGA CEPEDA

PORTOVIEJO
AGOSTO 2018
CONTENIDO

INTRODUCCIÓN .................................................................................................................................... 2
MARTÍN LUTERO .................................................................................................................................. 4
CONTEXTO HISTÓRICO Y SUCESOS. .............................................................................................. 5
De la Edad Media a la Edad Moderna. ............................................................................................... 5
LAS CAUSAS DE LA REFORMA PROTESTANTE ......................................................................... 10
Las causas más remotas y generales del protestantismo. ................................................................. 12
REACCIÓN DE LA IGLESIA. ............................................................................................................. 14
PUNTOS DOCTRINALES DE LUTERO. ........................................................................................... 15
CONSECUENCIAS DE LA REFORMA DE LUTERO. ..................................................................... 16
PROTESTANTISMO Y SECTAS RELIGIOSAS ............................................................................... 19
IGLESIAS PROTESTANTES ............................................................................................................... 20
ORIGEN. ................................................................................................................................................. 21
*Causas intelectuales: ......................................................................................................................... 21
*Causas religiosas: .............................................................................................................................. 21
*Causas políticas: ................................................................................................................................ 22
LUTERENISMO. ............................................................................................................................... 22
Sus Doctrinas: ................................................................................................................................. 24
CALVINISMO. ................................................................................................................................... 25
ANGLICANISMO. ............................................................................................................................. 26
EL PROTESTANTISMO ACTUAL. ................................................................................................ 26
El error fundamental del Protestantismo. ......................................................................................... 28
LAS SECTAS. ......................................................................................................................................... 29
CONCLUSIÓN. ...................................................................................................................................... 31
BIBLIOGRAFÍA: ................................................................................................................................... 32

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INTRODUCCIÓN

Comenzamos la Edad Moderna, que inicia en 1453 con la caída del imperio de oriente a manos de

los turcos otomanos, y termina con la revolución francesa de 1789 que puso fin al antiguo régimen.

En este período de la Edad Moderna se pueden distinguir fácilmente tres momentos: el

Renacimiento del siglo XVI, que coincide con la hegemonía española, con la renovación cultural

del humanismo y con la reforma protestante; el siglo XVII, siglo de las monarquías absolutas y

del mercantilismo, siglo del barroco y de la reforma católica; y el siglo XVIII que en Francia es el

siglo de la luces, y que se caracteriza por la aparición y difusión del liberalismo económico y

político que acabaron con el antiguo régimen.

Las características generales de la Edad Moderna son la consolidación de las nacionalidades, la

formación de los grandes imperios coloniales como consecuencia de los descubrimientos

geográficos y de la fuerza política del absolutismo, la lucha contra toda potencia que quisiera

imponer su hegemonía hasta llegar al equilibrio europeo del siglo XVIII, la aparición y desarrollo

de las ideas liberales.

A partir del siglo XVI la historia de la Iglesia reviste algunas características nuevas. La Iglesia

latina y la Iglesia de Oriente seguían ya caminos distintos desde hacía siglos. Con la reforma

protestante, la iglesia latina se divide a su vez en varias confesiones rivales: luteranismo,

calvinismo y anglicanismo. Al mismo tiempo, como consecuencia de los grandes descubrimientos,

el evangelio se anuncia en el mundo entero. En un período en que los estados se afirman y triunfa

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el absolutismo, la historia de la Iglesia se convierte a menudo, incluso en el catolicismo, en la

historia de las iglesias nacionales.

Este siglo XVI es muy importante: es el siglo del Renacimiento literario y artístico, el siglo de la

reforma protestante, el siglo del concilio de Trento, de la Compañía de Jesús y la reforma católica,

de los descubrimientos, de la misión en Asia y América, de los avances científicos.

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MARTÍN LUTERO

Nacido en Eisleben, en la Alemania profunda de Sajonia, el 10 de noviembre de 1483, Martín

Lutero creció en un ambiente familiar espartano y agrio. Estudió Teología con los Hermanos de la

Vida Común en Eisenach y Filosofía con los Agustinos en Erfurt, en una cátedra saturada del

llamado pensamiento nominalista, que estaba cargado de relativismo.

En 1505 se hace fraile agustino y recibe poco después el 2 de mayo de aquel mismo año-.la

ordenación sacerdotal.

Su carácter, reflejado, ofrecía inequívocos rasgos de melancolía y tristeza y una fuerte y, a veces,

contradictoria personalidad. De sincera y voluntarista religiosidad, vivía obsesionado por los

escrúpulos, se estremecía sobremanera por la cruz, percibía a veces a Jesucristo como verdugo y

le obsesionaba la idea de la predestinación y de la salvación eternas.

Entre 1510 y 1511 marcha a Roma comisionado por su Orden Religiosa para la reforma de la

misma. Sus primeras impresiones reales, pero demasiado exageradas en el filme no fueron muy

distintas a las de cualquier otro peregrino y será con el paso de los años y también en aras a la

leyenda cuando el propio Lutero y sus seguidores las extremen.

En 1511 regresa a Alemania y es enviado como profesor a la Universidad de Wittemberg, que era

la Universidad del Príncipe de Sajonia. Pronto se hace popular por su radicalismo y por sus ansias

de autenticidad. Llega entonces a esta ciudad el fraile dominico Juan Tetzel a predicar las

indulgencias y las ideas y los sentimientos de Lutero se exacerban.

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El 31 de octubre de 1517 publicaba sus célebres 95 tesis de protesta en la puerta de la Universidad

de Wittermberg los historiadores dudan de la veracidad concreta de esta escena, no de su contenido

y comienza, ya de modo irreversible, el proceso que desembocará no sólo en la llamada

comúnmente reforma luterana o protestante, sino una verdadera revolución o ruptura con la Iglesia

Romana.

CONTEXTO HISTÓRICO Y SUCESOS.

De la Edad Media a la Edad Moderna.

Dios era el centro en la Edad Media. Ahora, el centro es el hombre; el hombre que penetra en los

secretos de la naturaleza y por eso se entrega al arte y a los descubrimientos; el hombre que se

mete a fondo en el comercio y la industria, creando ya el régimen capitalista. El hombre, como en

el período de los clásicos, vuelve a constituirse en “medida de todas las cosas”. Al hombre inculto

y aferrado a la tierra, propio de la Edad Media, le suceden el mercader y el viajante.

Este hombre moderno es más independiente, todo lo pasa por el tamiz de su libre examen del

subjetivismo y de la crítica. Este hombre está más expuesto al indiferentismo religioso y al ateísmo

materialista. La religión se fue considerando como algo privado de la conciencia de cada cual, que

no cae bajo la jurisdicción del estado y ni siquiera de la Iglesia.

La Iglesia también sufre el influjo de esta modernidad. Ya se había debilitado mucho la autoridad

papal, por las causas que ya hemos visto: la doctrina conciliarista que se iba abriendo campo en el

campo teológico, el papado en Aviñón y el cisma de occidente, que entristecería a la cristiandad

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en tantos años. Se inicia la vida mundana de algunos papas, que más parecen príncipes terrenales

que pastores de la Iglesia; más preocupados del arte y de embellecimiento exterior, que del bien

de las almas. También muchos personajes del alto clero frecuentaban más los salones de fiestas

que el confesonario, dejándose llevar del bienestar y del lujo.

Decae, pues, el prestigio de la Iglesia, a la que ahora se intenta subordinar a los intereses del estado.

Como consecuencia de todo esto, aparecen los primeros librepensadores, se abre el culto a la razón

que hace su entrada en las universidades por medio del averroísmo y de las ideas panteístas; la

literatura paganizante de Boccaccio, del Arcipreste de Hita, y de otros más atrevidos, sirve de solaz

a damas y caballeros. El tema del ridículo, aplicado a las cosas y a las personas eclesiásticas, se

agudiza cada vez más, dando materia inflamable a los primeros reformadores.

Los Papas, como soberanos de unos territorios que buscan proteger, se inmiscuyen cada vez más

en los asuntos de una Italia que se ha convertido en campo de rivalidades entre Francia y los

Habsburgo. Algunos Papas enriquecen a su familia, a sus sobrinos y a sus hijos naturales151 . Las

fiestas de la corte romana son dispendiosas.

El Papa Julio II (1503-1513), armado de casco y coraza, se lanza al asalto de las ciudades enemigas.

Por otro lado estos Papas son artífices del Renacimiento, como mecenas o protectores de artistas

y literatos. Esta Iglesia no responde a las esperanzas de los cristianos. Por eso, ante esta situación

penosa, vino la famosa reforma de Martín Lutero. El monje agustino Martín Lutero fue el

protagonista de un doloroso cisma en la Iglesia de occidente. Cuando el papa Julio II comenzó la

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construcción de la nueva basílica de San Pedro en Roma, los fieles de todo el mundo fueron

invitados a contribuir con donaciones. Para animarlos, se concedió indulgencias a quienes, junto

con otras obras buenas, contribuyeran con dinero. Esto dio ocasión a un escandaloso comercio de

indulgencias. Contra esos abusos se levantó Lutero publicando 95 proposiciones acerca de la

doctrina de las indulgencias.

El Renacimiento vuelve a descubrir la antigüedad bajo todas sus formas. Esa literatura antigua

duerme en los monasterios. Algunos prototipos del Renacimiento:

a) Nicolás Maquiavelo, historiador, literato y político nacido en Florencia, escribió El Príncipe,

donde describe cómo debe ser un gobernante: déspota, refinado, astuto, sin escrúpulos, asesino o

clemente según su interés, el cual sería la única norma moral de sus actos. Para él el fin justifica

cualquier medio, aunque sea malo. Según él, el hombre es esencialmente malo e incapaz de

reformarse por sí mismo. Únicamente las leyes aplicadas de manera despótica pueden someterlo.

Como el que gobierna es quien dicta las leyes, los actos de los gobernantes son buenos. El príncipe,

por tanto, debe gozar de poder ilimitado. La guerra es necesaria para vigorizar la nación porque la

paz causa la ociosidad, el desorden y la ruina de los estados. En adelante, se llamará maquiavelismo

a la política de carácter doble e inmoral.

b) Nicolás Copérnico: canónigo polaco que revolucionó los conocimientos científicos de la época.

Afirmó que el centro del sistema planetario no era la tierra como se creía, sino el sol.

c) Rafael Sanzio: es el pintor de los estados suaves del alma. Por orden del papa Julio II trabajó

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los frescos llamados “La disputa del Santo Sacramento”, “La Escuela de Atenas”, “El Parnaso”,

“Atila detenido por el papa León”. León X le encargó que pintara las logias del Vaticano. En 52

frescos representó las grandes páginas de la Biblia. Después terminó “El pasmo de Sicilia” y la

“Transfiguración”.

d) Leonardo da Vinci: artista y científico de insaciable ansia de sabiduría, destacó en pintura,

escultura, arquitectura, música, ingeniería, física, geología, astronomía, matemáticas. Intuyó la

posibilidad de la aviación y de la navegación submarina. Sus obras pictóricas principales son: “La

Cena”, “La Virgen con Santa Ana”, “la Gioconda”.

e) Miguel Ángel: genial escultor, pintor y arquitecto. Esculpió “La Piedad”, “David”, “Moisés”.

En la Capilla Sixtina dejó los frescos que representan “La Creación”, “El Diluvio”, “El Juicio

Final”. Construyó la cúpula de san Pedro en el Vaticano.

f) Erasmo de Rotterdam: es el príncipe de los humanistas. Hijo ilegítimo de un sacerdote. Sin

vocación, entra en el monasterio de canónigos regulares de Steyn, donde profesa en 1488. Más

que a la piedad se dedica al estudio. Se ordena sacerdote en 1492. Cada vez se le va haciendo más

intolerable la vida monástica. El claustro le parece una cárcel. Apasionado por la literatura antigua,

dejó su convento y sus hábitos para circular por toda Europa al encuentro de los humanistas y en

busca de manuscritos. Vivió en Francia; en Inglaterra, donde se hace amigo de Tomas Moro; en

Italia y Alemania. Murió en Basilea. Se alimenta de la “devoción moderna”, de la que ya hablamos

en el siglo XIV, sobre todo en estos aspectos: afán de reforma, desprecio de la escolástica y amor

a la Escritura; pero añade un espíritu nuevo: la tendencia humanística y el amor a la antigüedad

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grecorromana. Ya no mira al cristianismo bajo el aspecto medieval, sino grecorromano. Así lo dice

él mismo: “He enseñado a hablar de Cristo a las letras griegas y latinas”. Su obra principal fue “El

elogio de la locura”, donde da la palabra a la locura que dirige el mundo y hace una sátira mordiente

de todas las categorías sociales, incluida la eclesiástica. En toda su obra, se propone regenerar al

hombre purificando la religión y bautizando la cultura. Desea restaurar la teología volviendo a las

fuentes, es decir, al texto original de la Escritura y a los santos padres de la iglesia que permiten

una buena interpretación de la Escritura. Hay que volver- dice- a una religión interior purificada

de sus numerosos aditamentos y que acoja todo lo bueno que hay en los autores antiguos.

Pero hay que decir que hay un abismo entre la devoción del Kempis, también perteneciente a la

“devoción moderna”, y la doctrina soberbia pero elegantísima de Erasmo. En lo espiritual queda

el alma fría con la lectura de Erasmo. Es muy intelectual, su Cristo es puramente moral, frío y

abstracto, personificación de la virtud en sí y símbolo de todas ellas. En cambio, el alma se inflama

con la lectura del Kempis, pues presenta a un Cristo familiar y amigo de nuestra alma.

Características de sus escritos son: teología antiescolástica, libertad de pensamiento, acerada

crítica y desenfado, acusado antijudaísmo y antimonaquismo. Quiere un cristianismo más interior

y espiritual, que no consista en ceremonias exteriores, ni apegado a las prescripciones de la Ley;

un cristianismo espiritual y moral que quiere instaurar en todo el mundo y mediante él reformar la

Iglesia. No lo logró, porque propone una reforma abstracta y erudita, demasiado crítica y negativa,

y por tanto, ineficaz. Tal vez, la reforma la debería haber comenzado en él mismo: era honrado, sí,

pero no ferviente; más bien era tibio; habla de caridad fraterna y no duda en calumniar a los monjes

y a sus adversarios. “Si no tengo caridad, no soy nada” (1 Cor 13, 1ss).

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Se ha dicho que Erasmo fue precursor de Lutero. Pero realmente Erasmo, aunque fue un

descontento dentro de la Iglesia, nunca fue un rebelde ni atacó los dogmas de la Iglesia. Era más

bien amigo de la paz, de las medias tintas, de la tolerancia, y enemigo de las afirmaciones rotundas,

de las precisiones. Hombre más erudito que genial, trabajador, talento crítico, cáustico y con cierta

timidez. En el fondo era un hombre bueno, que tuvo más admiradores que amigos. Para esto le

faltaba afectividad y entusiasmo.

LAS CAUSAS DE LA REFORMA PROTESTANTE

La Reforma protestante tuvo lógicamente un caldo de cultivo. Dicha Reforma nació de la piedad

de finales de la Edad Media, sobre todo, de la “devoción moderna”, donde se favorecía una

búsqueda apasionada de Cristo en el evangelio; pues las deficiencias y defectos de algunos

hombres de la iglesia romana cada día eran más palmarios y evidentes, debido al ambiente

renacentista en lo que tenía de mundano, y del que no se sustrajeron algunos papas, obispos y

monasterios.

Pero también nació en el momento en que comenzaba a surgir una nueva civilización europea y

cristiana. La cultura medieval se juntaba con el Renacimiento y del consorcio de los dos se podía

esperar un mundo nuevo. Todo parecía confluir a esta visión primaveral: el invento de la imprenta,

el descubrimiento del mundo antiguo en las obras de los clásicos, el del mundo americano por

Cristóbal Colón y las naves de España, el de oriente por los marinos portugueses; florecen ciencias

nuevas; la aparición en la historia de la clase media.

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La reforma de la Iglesia ya venía exigiéndose desde tiempo atrás. Lutero no hizo más que acercar

la llama a la pira de leños secos y dispuestos.

Entre estas soluciones monistas o aisladas los historiadores habla de seis: su viaje a Roma de 1510,

la construcción de la nueva Basílica de San Pedro de Roma y la consiguiente predicación de las

indulgencias para sufragar sus gastos, el abusivo culto a las reliquias, una toma de conciencia por

parte de las masas populares de la opresión religiosa es la tesis de Karl Marx con consecuencias

económicas de pobreza para el pueblo, la necesaria renovación del cristianismo y el efecto de unas

sucesivas crisis personales de Lutero, acentuadas por su compleja personalidad.

Sin descartar como sumandos ninguna de estas causas menores, los historiadores convergen hoy

día en presentar el luteranismo como un complejo conjunto y entramado de factores. Unos son de

carácter religioso como la debilitación progresiva de la autoridad moral papal y la mundanización

de la jerarquía, los fallidos intentos de reforma desde el interior de la Iglesia y la decadencia de la

Filosofía y de la Teología.

Más importantes todavía fueron las razones políticas y sociales. Estas razones políticas eran el

nacionalismo alemán antiromano y antipontificio, el rechazo en Alemania a la dinastía de los

Ausburgos, encarnada entonces por un jovencísimo Carlos V de Alemania y I de España, la

estructura social feudal alemana que acentuaba la división clasista en la sociedad y ahogaba las

justas reivindicaciones del proletariado agrario y de la pequeña burguesía y unos años de malas

cosechas que hicieron cundir el hambre, lo cual fue hábilmente instrumentalizado por los Príncipes

alemanes en su intento de robustecer su poder autónomo y nacionalista.

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Las causas más remotas y generales del protestantismo.

La primera causa es sin duda la decadencia de la autoridad pontificia, agudizada durante el período

de Aviñón. Allá los papas multiplicaron los casos y beneficios reservados a la curia para aumentar

las rentas pontificias, lo cual fue ocasión de innumerables protestas. Disminuye todavía más el

prestigio del papado con motivo del cisma de occidente, cuando el pueblo no sabe dónde está la

verdadera cabeza de la iglesia. Se acostumbran a no obedecer al papa romano. La doctrina de los

teólogos y de la universidad sobre la preeminencia del concilio sobre el pontificado supone una

profunda herida en el prestigio y la autoridad del sucesor de Pedro. A esto se añade que durante el

siglo XV y XVI, los papas se preocupan más de lo temporal y político que de lo religioso. Se

convierten en príncipes seculares e intentan crear un reino para sí y sus familiares, como los demás

príncipes de Italia.

Una segunda causa hay que descubrirla en la decadencia de la teología escolástica, junto con el

falso misticismo. De aquí nacen errores radicales. Los humanistas desprecian a los teólogos, y se

preocupan más por la forma externa, que por el fondo y contenido. Los protestantes no sólo

desprecian a los teólogos, sino también a la misma teología, pues la consideran opuesta al

cristianismo. El falso misticismo influye en el fideísmo protestante y se convierte en médula de la

piedad calvinista. La teología ha derivado en dialéctica ociosa. Pero la mística sin el fundamento

de la teología puede terminar en un misticismo peligroso.

Una tercera causa está en los abusos y corruptelas de los clérigos y en la avidez de recursos de la

curia romana. Esto, aunque grave, no debería causar un rompimiento, pero sí exigía una reforma.

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Los abusos no son una causa propiamente dicha, sí lo es el ambiente de fastidio que ellos crean, y

el odio contra la jerarquía y el clero que provocan. Desde el concilio de Vienne (1311-1312)

resuena el grito de reforma. Ni los concilios de Constanza (1414-1418) y Basilea (1431-1447)

consiguieron éxito alguno en materia de reforma. Y, ¿de quién vendrá la reforma? Reina la máxima

confusión. O está cerca ya el fin del mundo, o es la hora del Anticristo, o Dios prepara un gran

castigo.

Todo esto indica que el campo estaba preparado. Bastó que Lutero lanzase su consigna de reforma

y de vuelta al primitivo cristianismo, para que muchos le siguiesen.

Y una cuarta causa: la condición político-social de Europa y especialmente de Alemania, donde se

acentúa un acusado nacionalismo frente a la política imperial de Carlos V. Muchos príncipes y

nobles alemanes serán de los primeros en adherirse a la causa revolucionaria de Lutero.

La imprenta y la equidistancia.

Al desarrollo del Luteranismo contribuyó de manera decisiva la imprenta, descubierta, en lares

alemanes precisamente, setenta años antes. La imprenta otorgó a las tesis y a los escritos de Lutero

una difusión hasta entonces inaudita.

Por último y lejos de planteamientos maniqueos acerca de Lutero como mito de excelencia y de

libertad o mito de perversión e inmoralidad, su compleja personalidad y psicología, sus "filias" y

sus célebres "fobias" -el demonio, los judíos, los turcos y el Papa-, el factor humano de Martín

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Lutero, añadió a todo este cúmulo de causas la gota que colmó el vaso, la chispa que prendió el

cañaveral.

REACCIÓN DE LA IGLESIA.

Durante tres años, los miembros de su orden y algunos enviados de Roma intentaron persuadirle a

corregir sus afirmaciones. Pero la disputa despertó el nacionalismo alemán. Lutero se presentó

como el campeón de un pueblo cansado de los procedimientos fiscales de la corte romana y de la

acumulación de los bienes eclesiásticos en Alemania. Lutero, enardecido por esto, apeló a la

reunión de un concilio y comenzó a criticar duramente al papa y la autoridad eclesiástica.

En junio de 1520, la bula pontificia “Exsurge, Domine” condenaba 41 proposiciones de Lutero.

Tenía dos meses para obedecer y enmendarse.

Lutero quemó solemnemente la bula el 10 de diciembre de 1520. En enero de 1521 fue

excomulgado. Convocado a la dieta de Worms para que explicara su pensamiento, ante la asamblea

de los príncipes del imperio y ante el emperador Carlos V, rey de España y emperador de

Alemania, Lutero afirmó que se sentía obligado únicamente por la Escritura y por su conciencia,

y mantuvo sus posiciones. Fue desterrado del imperio y tuvo que ocultarse en mayo de 1521. En

su retiro tradujo la Biblia al alemán. En la ciudad de Espira se llevó a cabo una asamblea con el

fin de apagar el incendio que ocasionó Lutero; pero los luteranos descontentos, protestaron ante la

Dieta de Espira (1529). Desde entonces quedaron con el nombre de “protestantes”.

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PUNTOS DOCTRINALES DE LUTERO.

Estos son los puntos doctrinales de Lutero que contrastaban con la doctrina de la Iglesia católica:

a) Sólo la Escritura: ni Tradición ni Magisterio son necesarios. La única fuente de la verdad

revelada es la Escritura, y cada quien la interpreta a su manera (libre examen).

b) Sólo la fe, sin obras: nuestras obras están corrompidas, porque estamos empecatados desde la

punta de la cabeza hasta los pies; por tanto, nuestras obras no merecen nada. Sólo hay que creer

en Cristo que nos tiende su manto de misericordia. La salvación, dice, proviene de la fe, no de las

obras ni de la recepción de los sacramentos. Para Lutero no existe el libre albedrío, sino que la

concupiscencia es invencible, pues el hombre, después del pecado original, quedó incompleto, sin

fuerzas ni libertad. Por tanto, si nuestras obras no valen para Lutero, tampoco valen nuestras

oraciones y misas por los difuntos. Nuestros actos son pecaminosos. Sólo la fe le salva. Para

Lutero, Dios lo hace todo, el hombre no hace nada.

c) Sólo el bautismo y la eucaristía: niega los demás sacramentos. Pero, aunque admitía la

eucaristía y una cierta presencia de Cristo en ella, negaba su carácter sacrificial y la

transubstanciación. Para él el orden sagrado no era un sacramento y negaba toda diferencia entre

sacerdotes y laicos. Y no admitía la confesión hecha a un sacerdote. Tampoco el matrimonio para

él era sacramento y por lo mismo admitió el divorcio. Más tarde el discípulo de Lutero,

Melanchton, redacta en latín y alemán un documento que será la cartamagna del luteranismo y

toma el nombre de “Confesión de Augsburgo”.

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d) Sólo Cristo: por tanto, rechazó los intermediarios, pues creía que toda mediación humana era

negar la mediación única de Cristo y hacer depender del hombre su propia salvación. Por lo mismo

rechazó el culto a la Virgen y a los santos, y negó que la iglesia tuviera poder de alcanzar la

remisión de las culpas a base de indulgencias.

e) Sólo la Iglesia invisible. Él acepta la Iglesia, pero la concibe como la comunidad interior e

invisible de los creyentes; en consecuencia rechaza su estructura visible y jerárquica, querida por

Cristo.

CONSECUENCIAS DE LA REFORMA DE LUTERO.

Alemania se dividió, unos a favor y otros en contra de Lutero. Los nobles se lanzaron al asalto de

las tierras eclesiásticas, en nombre de la igualdad de los hombres ante Dios.

Los campesinos pobres se sublevaron contra los señores que los explotaban. Y todo en nombre de

la Palabra de Dios. Lutero invitó a los señores a matar a los revoltosos, al no poder aplacar a los

campesinos.

Después del cisma de Lutero vinieron muchas otras separaciones en la iglesia. Hagamos un

recuento de ellas.

a) Los anabaptistas predicaban la necesidad de un nuevo bautismo, que debían recibirse en edad

adulta; por lo mismo no admitían el bautismo de los niños. Coincidían con los luteranos en afirmar

que sólo la fe salva y en decir que la eucaristía sólo tiene valor de memorial. Pero se diferenciaban

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de ellos en que rechazaban toda autoridad, no sólo eclesiástica sino también civil, pues los vueltos

a bautizar formaban una comunidad de iguales. De esta corriente fue Thomas Münzer que

promovió la guerra de los campesinos, y Jan Bochelson que se proclamó rey de Münster y permitía

la poligamia.

b) Calvino, laico francés, se adhirió a las nuevas ideas reformistas, pero desarrolló una doctrina

propia sobre la predestinación, según la cual Dios ya tiene predestinados a unos para el cielo y a

otros para el infierno, independientemente de sus obras.

c) Zwinglio, fascinado por las ideas de Lutero, defendió la Escritura como única fuente de la

verdad en la iglesia, criticó el culto a las imágenes, el celibato impuesto a los sacerdotes, y llegó

hasta a negar el sacramento de la eucaristía. En Zurich secularizó los conventos y promovió la

liturgia en alemán.

d) Juan Knox, sacerdote católico escocés, se dejó seducir por las ideas reformistas y fundó la

iglesia presbiteriana. Perseguido en su tierra, se refugió junto a Calvino.

e) Enrique VIII, rey de Inglaterra, al no obtener del papa la anulación de su matrimonio con

Catalina de Aragón, siguió el ejemplo de protesta de Lutero proclamando la independencia de

la Iglesia anglicana, y constituyéndose él mismo en su cabeza. Santo Tomás Moro, canciller del

reino, siguiendo el dictamen de su conciencia prefirió morir antes que aceptar las disposiciones

separatistas y divorcistas del rey Enrique, que a toda costa quería del papa Clemente VII el divorcio

de Catalina de Aragón para contraer matrimonio con Ana Bolena. Así, pues, Enrique VIII se

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autonombró jefe espiritual de la iglesia inglesa y amenazó con la pena de muerte a aquellos

súbditos que no lo reconociesen como tal. También fue condenado a muerte el cardenal Juan Fisher

y otros. La hija de Enrique VIII y de Catalina de Aragón, María Tudor, al convertirse en reina,

restableció el catolicismo y procedió a más de 200 ejecuciones de protestantes; hecho éste que le

valió el nombre de María la sanguinaria. La reina Isabel (1558-1603), hija de Enrique y Ana

Bolena, volvió a borrar el catolicismo del reino inglés reduciéndolo a las catacumbas y estableció

definitivamente el anglicanismo.

Europa, pues, quedó dividida religiosamente. Hubo luchas y guerras de religión que llenaron de

sangre varias partes de Europa158 . Enrique IV de Borbón, convertido al catolicismo publicó en

1598 el tolerante edicto de Nantes que reconoció la libertad religiosa; es decir, que cada príncipe

escogiera la religión para su territorio: “Cuius regio, eius religio” (cada región tiene su religión).

Los súbditos tienen que seguir la opción de su príncipe o marcharse al destierro.

La verdadera reforma de la Iglesia

Roma no estuvo lo suficientemente atenta y provista de reflejos para captar lo que con los años

vendría. Quizás estaba demasiado mundanizada y ensimismada. Cuando a partir de 1546

comenzaba azaroso el Concilio de Trento, era ya demasiado tarde para evitar la ruptura.

Sin embargo, cuando Trento concluía su quehacer en 1564, la Iglesia aprendió la lección y surgió

un extraordinario "corpus" doctrinal, quizás, eso sí, un tanto herido y condolido y, por ello,

defensivo y apologético.

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Y de Trento y de su entorno anterior y posterior brotaría una extraordinaria pléyade de santos Juan

de Dios, Camilo de Lelis, Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Juan de Avila,

Francisco Javier, Francisco de Borja, Carlos Borromeo, Felipe Neri, Pedro Canisio, José de

Calasanz, Vicente de Paúl, Francisco de Sales María Ward, Juana María Lestonac, Angela de

Merici, Roberto Berlamino...- que sanaron heridas y, sobre todo, fortalecieron a la Iglesia y la

reformaron desde dentro y como la Iglesia debía ser reformada.

Y ahora, casi cinco siglos después, los cristianos protestantes y los cristianos católicos, lejos ya de

discusiones y conflictos, están llamados a caminar fraternalmente en pos de una reconciliación y

de una unidad que entonces no fue posible, pero que sigue siendo un mandato categórico y

inexcusable de fidelidad a Jesucristo, el único Señor de la Iglesia.

PROTESTANTISMO Y SECTAS RELIGIOSAS

Ya desde el primer siglo hubo dificultades porque Cristo fundó su Iglesia con hombres comunes y

corrientes. La historia de la Iglesia es una continua lucha por preservar la unidad, dejando a

izquierda y derecha herejes y cismáticos. Las causas de dolorosas separaciones, como la de Focio

en el siglo décimo, han obedecido a razones mucho muy complejas en las que se han mezclado

dogmas, autoridades civiles, ansias de poder.

Pero el colmo llegó en el siglo XVI con el movimiento mal llamado de Reforma en el que la

cristiandad occidental se dividió dramáticamente, división que perdura hasta nuestros días a pesar

de los esfuerzos ecuménicos de algunas autoridades religiosas.


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Debemos los católicos conocer el origen de esas divisiones para comprender la proliferación de

sectas venidas en su mayoría de Estados Unidos y apreciar el don gratuito de haber nacido en un

país católico. La ignorancia de hechos históricos irrefutables nos hace perder de vista en dónde

está la Iglesia que Cristo fundó y contentarnos con cualquier otra fundada por un hombre

cualquiera, venga de donde venga.

Mientras que otras religiones, como los judíos o musulmanes no hacen proselitismo en nuestra

patria, tenemos en cambio la experiencia de las visitas siempre inoportunas de agentes de sectas

derivadas del protestantismo.

Muchísimas familias católicas han vivido ya la tragedia de que alguno de sus miembros ha

apostatado. En todos los barrios y pueblos de México ya existen "templos evangélicos" con mayor

o menor éxito. El fenómeno de la expansión de dichas iglesias es mucho muy complejo, pero hasta

el Santo Padre nos ha pedido actuar valientemente para detener su avance.

IGLESIAS PROTESTANTES

Bajo el término general de "protestantismo" se comprende el conjunto de doctrinas y de iglesias

salidas de la "Reforma" del siglo XVI.

La palabra "Reforma" sirve también para designar al protestantismo y la razón es que sus

principales jefes, Lutero y Calvino se creyeron enviados por Dios a reformar la Iglesia de Cristo,

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restaurar la religión del espíritu y sustituir las tinieblas del error y la corrupción de costumbres por

la luz de la verdad y la pureza de la moral. "Post tenebras, lux".

ORIGEN.

Haciendo a un lado particularidades, podemos decir que: el protestantismo tuvo tres tipos de

causa: intelectuales, religiosas y políticas.

*Causas intelectuales:

Hay muy estrecha relación entre la Reforma, movimiento religioso y el Renacimiento, movimiento

intelectual. Desde el siglo XV, filósofos y pensadores redescubren en el culto a la antigüedad, un

humanismo que poniendo al hombre corno el centro de todo, choca con la filosofía cristiana de los

siglos anteriores, en los cuales Dios dominaba absolutamente el pensamiento de los intelectuales.

Iniciando ya desde entonces el racionalismo, hacen una crítica independiente de la cual no se

escapa ni la Sagrada Escritura.

*Causas religiosas:

A la independencia de espíritu correspondía una gran libertad de costumbres. Desde hacía algunos

siglos, abusos deplorables se habían infiltrado más o menos en todas partes; se notaba un

rebajamiento en la moral de la Iglesia, que no cumplía sino imperfectamente su misión divina; en

Alemania, de una manera señalada, el alto clero, mal reclutado entre los grandes señores, poseedor

de grandes extensiones de terreno, no soñaba sino en la dominación y para ello se servía de la

Iglesia, en vez de servirla.

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El mal no era menor en los monasterios y el mismo Papado, convertido en una potencia italiana,

preocupado por sus intereses materiales, olvidaba con frecuencia los asuntos espirituales.

Indudablemente era indispensable una reforma no ya en la constitución misma de la Iglesia o en

sus dogmas, pero sí en la disciplina y en las costumbres. Esta reforma vino, desgraciadamente

demasiado tarde, desde dentro de la Iglesia con el Concilio de Trento (1570), pero ya antes había

estallado toda una revolución que no tuvo el carácter de reforma sino de ruptura de la unidad y

destrucción del dogma católico.

*Causas políticas:

Por importantes que fueran las causas intelectuales y religiosas, la reforma protestante fue más que

todo la consecuencia de un movimiento político, nacido de la ambición de los jefes de estado que

vieron en la separación de sus iglesias nacionales de la autoridad de Roma, la mejor manera de

acrecentar su poderío y de llegar a ser a la vez jefes espirituales y temporales de sus súbditos.

LUTERENISMO.

Ya desde el año 1411, Jan Huss, en Praga había condenado agriamente los abusos y desviaciones

de la época y siguiendo las doctrinas de Wycleff atacó a la Santa Sede. El Concilio de Constanza

lo invitó a retractarse y al negarse a ello, la Inquisición lo condenó a muerte, siendo quemado vivo

en 1415.

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El malestar prosiguió y a principios del siglo XVI el ambiente estaba preparado para facilitar la

explosión de un movimiento reformador. Solo hacía falta el hombre y la ocasión.

Llegó el hombre, Martín Lutero y la ocasión fue la cuestión de las indulgencias.

Lutero nació en 1483 y murió en Esleben, Sajonia, en 1546. En el año de 1505 ingresó al convento

de los Agustinos en Erfurt y fue profesor de teología en Wittemberg. Para recaudar fondos para la

construcción de la Basílica de San Pedro, el Papa León X encargó a los dominicos la predicación

de nuevas indulgencias y Lutero se molestó por no haber sido encargada la misión a los agustinos.

Comenzó por condenar los abusos y el principio mismo de la indulgencia, así como su eficacia.

Fue excomulgado en el año de 1520, pero Lutero quemó públicamente el documento papal y acusó

al Papa de anticristo. La Dieta de Worms presidida por Carlos V lo instó a retractarse, pero ante

su obstinación, lo desterró del Imperio.

Fue protegido por Federico de Sajonia y permaneció en el Castillo de Waetburg, donde tradujo la

Biblia al alemán.

En 1525 se casó con una exmonja Catalina Bora y se dedicó a predicar sus doctrinas, que tuvieron

gran aceptación gracias a la protección de los príncipes sajones que aprovecharon la ocasión para

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rechazar la autoridad de Roma y de paso apoderarse de los monasterios y bienes de la Iglesia

Católica.

Sus Doctrinas:

La teoría luterana de la ineficacia de las indulgencias forma parte de todo un sistema cuyo punto

central es la justificación por la fe. En lugar de buenas obras, pone Lutero la de: "peca mucho y

cree más". Así podría resumirse la idea maestra del reformador, de la cual saldrán otros varios

puntos como consecuencia rigurosa.

Para Lutero, a partir de la caída de Adán, el pecado viene a ser una segunda naturaleza del hombre:

"todo es pecado en el hombre, el hombre no es más que pecado".

Nada puede cambiar este estado de cosas y el único remedio es recibir la justificación que nos dan

los méritos de Jesucristo por la pura fe. Las obras no sirven para nada. Y en consecuencia los

sacramentos y el culto, son cosas superfluas.

Lutero admite tres sacramentos: Bautismo, Eucaristía y Penitencia, pero no procuran la Gracia y

no se requieren para la salvación. El culto a los santos debe ser suprimido: deben ser imitados,

pero no invocados.

No hay purgatorio.

La única regla de fe y la única autoridad es la Biblia interpretada por la razón individual.

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La iglesia, por tanto es una Sociedad invisible, en donde no hay autoridad, ni sacerdocio, ni

ordenación, pues todos los fieles son sacerdotes.

Sus teorías produjeron las opiniones más contradictorias entre sus seguidores y Lutero se vio

obligado a organizar iglesias visibles, bajo la protección del Estado. Decretó en consecuencia que

la predicación y la administración de los Sacramentos serían ejercidas por los elegidos por el

pueblo, a quienes los ancianos les impondrían las manos.

CALVINISMO.

No fue tan solo Martín Lutero el promotor de la reforma protestante.

Juan Calvino, nacido en 1509, influenciado por las ideas protestantes tuvo que huir de Francia,

perseguido por francisco I y se estableció por fin en Ginebra donde se convirtió en dictador

religioso y moral estableciendo un gobierno teocrático que intervenía hasta en los detalles más

minimos de los ciudadanos. Su persecución a los opositores fue terrible y sangrienta. Su más

conocida víctima fue el español Miguel Servet al que mandó quemar vivo.

Sus doctrinas se parecen mucho a las de Lutero, pero va más allá, sosteniendo que una vez

justificado el pecado por la fe, no puede ya perder la gracia de Dios, de lo que deduce la

predestinación absoluta: Dios ha predestinado a unos a la salvación eterna y a otros a la

condenación, sin atender a las obras que los hombres puedan realizar, buenas o malas.

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Organizó a su iglesia independiente del Estado, gobernada por un consistorio compuesto por

eclesiásticos elegidos por el pueblo. Este sistema se llama presbiteriano.

ANGLICANISMO.

La reforma en Inglaterra estalló poco después que el luteranismo lo hiciera en Alemania. Precursor

de este movimiento había sido el ya citado Wycleff en el siglo XIV.

El rey Enrique VIII que había sido defensor de la fe católica, resentido por no haber podido obtener

del Papa Clemente VII la sentencia anulatoria de su matrimonio con Catalina de Aragón, para

poder "casarse" con Ana Bolena (a quien después mando matar, decapitándola), en 1534 declaró

que el Papa es un obispo cualquiera, sin potestad en Inglaterra, de la cual "el Rey es, después de

Cristo, el único jefe de la Iglesia".

Así nació la Iglesia Anglicana, al principio separada de Roma pero conservando la doctrina

Católica. Del crisma cayó en la herejía con Eduardo VI que en una profesión de fe de 42 artículos,

prácticamente adoptaba las ideas luteranas. En 1563 fueron retocados los 42 artículos y reducidos

a 39.

EL PROTESTANTISMO ACTUAL.

Desde el momento en que Lutero, Calvino y Enrique VIII rompieron la unidad con Roma y

adoptaron como norma de fe la libre interpretación de la Biblia, perdieron la noción de lo que es

la Iglesia que Cristo fundó.

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Carentes de Magisterio infalible, abandonados a sus propias ideas, bien pronto se dividieron y

subdividieron hasta el caos actual. Surgieron fundadores por todos lados, cada quien con sus ideas.

Al principio hubo cruentos enfrentamientos de todos contra todos, pero en la actualidad han caído

en una tolerancia absoluta, en que realmente a nadie le importa lo que otros crean o dejen de creer.

El movimiento protestante pasó a América por los ingleses que se asentaron en el norte del

Continente, sin preocuparse por la evangelización de los moradores originales: la religión era cosa

de raza blanca y las tribus indias no fueron ni conquistadas ni mucho menos evangelizadas: fueron

exterminadas.

Muy distinta fue la visión de los españoles al llegar a estas tierras. Admitiendo las crueldades y

abusos de la conquista, no podemos negar la preocupación de la Corona Española por la

evangelización de nuestros indios.

Las inmensas dificultades de dicha evangelización fueron maravillosamente superadas con la

aparición de la Virgen Santísima en el Tepeyac en 1531, apenas 10 años después de terminada la

conquista. Por eso el Papa Juan Pablo II la llamó "Estrella de la Evangelización".

El desmoronamiento del protestantismo a todo punto de vista, ha llegado al colmo en los Estados

Unidos, donde están registradas no menos de 21000 "iglesias", algunas muy poderosas y con gran

número de seguidores, pero otras tan ridículas como la que cuenta con dos miembros, marido y

mujer.

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El error fundamental del Protestantismo.

Si a una casa le dinamitamos los cimientos, necesariamente se derrumbará totalmente.

Eso fue lo que hizo Lutero y después sus seguidores, al negar la autenticidad de la Iglesia Católica.

Para independizarse de Roma tuvieron que inventar teorías y negar dogmas.

Del error básico de desconocer lo que es la verdadera iglesia, se derivan como en cascada todos

los demás errores protestantes:

a) Como la Iglesia es invisible, no hace falta estar en comunión con Roma.

b) Para desconectarse del Magisterio infalible y la tradición de la Iglesia, sostienen la libre

interpretación de la Biblia, sacando cada quien sus conclusiones muy personales.

c) Para negar la Tradición, tuvieron que adulterar la Biblia o de plano suprimir libros enteros.

d) Habiendo roto con Roma, se quedaron sin sacerdocio válido y por lo tanto tuvieron que negar

la validez y necesidad de alguno o todos los Sacramentos.

e) Desconociendo la esencia de la Iglesia de Cristo, se dedicaron a fundar, Biblia en mano, iglesias

por todos lados.

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Resultado: existen miles de "iglesias cristianas" predicando las doctrinas más contradictorias y

sembrando la total confusión en el pueblo. Para subsistir independientes, la mayoría de las iglesias

y sectas no tienen la más mínima preocupación ecuménica. Aquel deseo del Señor de que

constituyamos "Un solo Rebaño y un solo Pastor"(Jn. l0,1 6), les tiene sin cuidado.

Faltos de autoridad, han olvidado la moral cristiana, sobre todo en cuestiones sexuales. El "No

Fornicarás" y el "No desearás la mujer de tu prójimo" han caído en total desuso y ahora, para ellos,

todo se vale: relaciones prematrimoniales, divorcio, anticonceptivos, homosexualismo y hasta el

aborto.

Igualmente han suprimido del diccionario palabras como mortificación", "sacrificio" o

"austeridad" y la principal preocupación es la búsqueda del placer a toda costa, de la comodidad,

abundancia de satisfactores y prosperidad económica, aunque sea a costa de los demás. Es un

materialismo práctico y desenfrenado en el cual las exigencias del cristianismo auténtico como el

tomar la cruz en seguimiento del Señor, carecen de sentido.

LAS SECTAS.

Se habla ahora de "Iglesias Históricas" y de "sectas" para diferenciar aquellas iglesias protestantes

que revisten una cierta seriedad en su fe y moral, de aquellas otras carentes de consistencia y que

por desgracia son las más agresivamente proselitistas.

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Hay que decir, sin embargo, que no por ser falsas iglesias, todas sus enseñanzas son erróneas.

Dentro de la inmensa variedad de iglesias y sectas protestantes, que se auto nombran, evangélicas

para no despertar desconfianza, hay algunas mucho muy cercanas al Dogma Católico y que buscan

afanosamente la unión de todos los cristianos. Pero también hay sectas absolutamente alejadas de

la verdad y a las que no les importa lo más mínimo el movimiento Ecuménico. Estas últimas son

los Testigos de Jehová y los Mormones.

Ante el asedio permanente de las diversas sectas que difunden sus errores de puerta en puerta, es

preciso que los católicos estemos perfectamente informados acerca de la verdadera Religión para

que no seamos inquietados y desorientados por personas que tal vez de buena fe, pero totalmente

equivocadas han dejado el catolicismo debido a su mortal ignorancia religiosa. "Sépanlo bien:

Nadie puede interpretar por sí mismo una Profecía de la Escritura". 2 Pe. 1,20

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CONCLUSIÓN.

Gracias a la prodigiosa evangelización realizada por los monjes españoles, nos tocó nacer en un

país católico. No tuvimos que buscar afanosamente la verdadera Iglesia de Cristo. Nos bautizaron

en ella sin haberlo siquiera pedido.

En primer lugar cuán agradecidos debemos estar con Dios por este don gratuito. Tenemos muy

cerca de nosotros, en nuestro propio barrio, una capilla católica en donde habita Nuestro Señor

Sacramentado. Tenemos a nuestra disposición ministros de los Sacramentos que nos santifican y

nos comunican la Palabra de Dios.

Pero en segundo lugar, debemos tratar de ser auténticos católicos, aprovechando todo esto. Y no

solo a nivel personal, sino en nuestra comunidad. Si Dios nos concedió nacer Católicos, debemos

valorar este don y preservarlo para nosotros mismos y para los que nos rodean.

No podemos permanecer indiferentes ante la deserción de miles de católicos ignorantes, que

abandonan la Iglesia de Cristo por seguir fantasías sectarias sin haber nunca apreciado lo que Dios

les había regalado: La verdadera Religión.

Es absolutamente necesario y urgente prepararnos todos para rechazar toda clase de herejías y

ayudar a los que nos rodean a hacer lo mismo.

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BIBLIOGRAFÍA:

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Reforma Protestante. ApologeticaCatolica.org. 2015

CASTRO Pablo. La Reforma Luterana. Editorial de Estudios Medievales, Santiago, 2009.

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RIVERO Antonio LC. Siglo XVI Edad Moderna: Reforma de Lutero y reforma católica. Catholic

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