El grano de mostaza. Nuevo testamento. Mateo 13, 31- El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo 32. fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a El Reino de los Cielos es semejante a un grano de los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. venir. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo y animales engordados han sido muertos, y todo está vienen y anidan en sus ramas. dispuesto; venid a las bodas. Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un La oveja perdida. Nuevo testamento. Lucas 15, 4-7 hombre que no estaba vestido de boda. ¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el de boda? Mas él enmudeció. desierto y va tras la que se le perdió, hasta que la halla? Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y Y al encontrarla, la pone sobre sus hombros gozoso; y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el cuando llega a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, lloro y el crujir de dientes. diciéndoles: Alegraos conmigo, porque he hallado mi Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
El hijo pródigo. Lucas 15, 11-32
Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde”; y les repartió los bienes. Y no muchos días después, juntándolo todo, el hijo menor se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el que le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Y volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.” Parábola del sembrador. Nuevo Testamento. Marcos 4, Entonces, se levantó y fue a su padre. Y cuando aún 26-29 estaba lejos, lo vio su padre y fue movido El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello y le en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el besó. grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el Y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.” después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto Pero el padre dijo a sus siervos: “Sacad la mejor ropa y lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha vestidle; y poned un anillo en su mano y sandalias en llegado la siega. sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta, porque este, mi hijo, muerto era y ha revivido; se había perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron a regocijarse. Y su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Y el criado le dijo: “Tu hermano ha venido, y tu padre ha hecho matar el becerro gordo por haberle recibido sano y salvo.” Parábola: El traje nuevo del Emperador: Entonces se enojó y no quería entrar. Salió, por tanto, Hans Christian Andersen su padre y le rogaba que entrase. Hace muchos años había un Emperador tan aficionado a Pero él, respondiendo, dijo al padre: “He aquí tantos los trajes nuevos, que gastaba todas sus rentas en vestir años hace que te sirvo, no habiéndote desobedecido con la máxima elegancia. jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le alegrarme con mis amigos. Pero cuando vino este, tu gustaba salir de paseo por el campo, a menos que fuera hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has para lucir sus trajes nuevos. Tenía un vestido distinto hecho matar para él el becerro gordo.” para cada hora del día, y de la misma manera que se Él entonces le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, dice de un rey: “Está en el Consejo”, de nuestro hombre y todas mis cosas son tuyas. Pero era menester hacer se decía: “El Emperador está en el vestuario”. fiesta y regocijarnos, porque este, tu hermano, muerto La ciudad en que vivía el Emperador era muy alegre y era y ha revivido; se había perdido y ha sido hallado.” bulliciosa. Todos los días llegaban a ella muchísimos extranjeros, y una vez se presentaron dos truhanes que se hacían pasar por tejedores, asegurando que sabían tejer las más maravillosas telas. No solamente los saberlo. ¿Es posible que sea inútil para el cargo? No, colores y los dibujos eran hermosísimos, sino que las desde luego no puedo decir que no he visto la tela». prendas con ellas confeccionadas poseían la milagrosa -¿Qué? ¿No dice Vuecencia nada del tejido? -preguntó virtud de ser invisibles a toda persona que no fuera apta uno de los tejedores. para su cargo o que fuera irremediablemente estúpida. -¡Oh, precioso, maravilloso! -respondió el viejo ministro -¡Deben ser vestidos magníficos! -pensó el Emperador-. mirando a través de los lentes-. ¡Qué dibujo y qué Si los tuviese, podría averiguar qué funcionarios del colores! Desde luego, diré al Emperador que me ha reino son ineptos para el cargo que ocupan. Podría gustado extraordinariamente. distinguir entre los inteligentes y los tontos. Nada, que -Nos da una buena alegría -respondieron los dos se pongan enseguida a tejer la tela-. Y mandó abonar a tejedores, dándole los nombres de los colores y los dos pícaros un buen adelanto en metálico, para que describiéndole el raro dibujo. El viejo tuvo buen cuidado pusieran manos a la obra cuanto antes. de quedarse las explicaciones en la memoria para poder Ellos montaron un telar y simularon que trabajaban; repetirlas al Emperador; y así lo hizo. pero no tenían nada en la máquina. A pesar de ello, se Los estafadores pidieron entonces más dinero, seda y hicieron suministrar las sedas más finas y el oro de oro, ya que lo necesitaban para seguir tejiendo. Todo mejor calidad, que se embolsaron bonitamente, fue a parar a sus bolsillos, pues ni una hebra se empleó mientras seguían haciendo como que trabajaban en los en el telar, y ellos continuaron, como antes, trabajando telares vacíos hasta muy entrada la noche. en las máquinas vacías. «Me gustaría saber si avanzan con la tela»-, pensó el Poco después el Emperador envió a otro funcionario de Emperador. Pero había una cuestión que lo tenía un su confianza a inspeccionar el estado de la tela e tanto cohibido, a saber, que un hombre que fuera informarse de si quedaría pronto lista. Al segundo le estúpido o inepto para su cargo no podría ver lo que ocurrió lo que al primero; miró y miró, pero como en el estaban tejiendo. No es que temiera por sí mismo; telar no había nada, nada pudo ver. sobre este punto estaba tranquilo; pero, por si acaso, -¿Verdad que es una tela bonita? -preguntaron los dos prefería enviar primero a otro, para cerciorarse de tramposos, señalando y explicando el precioso dibujo cómo andaban las cosas. Todos los habitantes de la que no existía. ciudad estaban informados de la particular virtud de «Yo no soy tonto -pensó el hombre-, y el empleo que aquella tela, y todos estaban impacientes por ver hasta tengo no lo suelto. Sería muy fastidioso. Es preciso que qué punto su vecino era estúpido o incapaz. nadie se dé cuenta». Y se deshizo en alabanzas de la «Enviaré a mi viejo ministro a que visite a los tejedores - tela que no veía, y ponderó su entusiasmo por aquellos pensó el Emperador-. Es un hombre honrado y el más hermosos colores y aquel soberbio dibujo. indicado para juzgar de las cualidades de la tela, pues -¡Es digno de admiración! -dijo al Emperador. tiene talento, y no hay quien desempeñe el cargo como Todos los moradores de la capital hablaban de la él». magnífica tela, tanto, que el Emperador quiso verla con El viejo y digno ministro se presentó, pues, en la sala sus propios ojos antes de que la sacasen del telar. ocupada por los dos embaucadores, los cuales seguían Seguido de una multitud de personajes escogidos, entre trabajando en los telares vacíos. «¡Dios nos ampare! - los cuales figuraban los dos probos funcionarios de pensó el ministro para sus adentros, abriendo unos ojos marras, se encaminó a la casa donde paraban los como naranjas-. ¡Pero si no veo nada!». Sin embargo, pícaros, los cuales continuaban tejiendo con todas sus no soltó palabra. fuerzas, aunque sin hebras ni hilados. Los dos fulleros le rogaron que se acercase y le -¿Verdad que es admirable? -preguntaron los dos preguntaron si no encontraba magníficos el color y el honrados dignatarios-. Fíjese Vuestra Majestad en estos dibujo. Le señalaban el telar vacío, y el pobre hombre colores y estos dibujos -y señalaban el telar vacío, seguía con los ojos desencajados, pero sin ver nada, creyendo que los demás veían la tela. puesto que nada había. «¡Dios santo! -pensó-. ¿Seré tonto acaso? Jamás lo hubiera creído, y nadie tiene que "¡Cómo! -pensó el Emperador-. ¡Yo no veo nada! ¡Esto -El palio bajo el cual irá Vuestra Majestad durante la es terrible! ¿Seré tan tonto? ¿Acaso no sirvo para procesión, aguarda ya en la calle - anunció el maestro emperador? Sería espantoso". de Ceremonias. -¡Oh, sí, es muy bonita! -dijo-. Me gusta, la apruebo-. Y -Muy bien, estoy a punto -dijo el Emperador-. ¿Verdad con un gesto de agrado miraba el telar vacío; no quería que me sienta bien? - y volviose una vez más de cara al confesar que no veía nada. espejo, para que todos creyeran que veía el vestido. Todos los componentes de su séquito miraban y Los ayudas de cámara encargados de sostener la cola remiraban, pero ninguno sacaba nada en limpio; no bajaron las manos al suelo como para levantarla, y obstante, todo era exclamar, como el Emperador: -¡oh, avanzaron con ademán de sostener algo en el aire; por qué bonito!-, y le aconsejaron que estrenase los nada del mundo hubieran confesado que no veían nada. vestidos confeccionados con aquella tela en la Y de este modo echó a andar el Emperador bajo el procesión que debía celebrarse próximamente. -¡Es magnífico palio, mientras el gentío, desde la calle y las preciosa, elegantísima, estupenda!- corría de boca en ventanas, decía: boca, y todo el mundo parecía extasiado con ella. -¡Qué preciosos son los vestidos nuevos del Emperador! El Emperador concedió una condecoración a cada uno ¡Qué magnífica cola! ¡Qué hermoso es todo! de los dos bribones para que se las prendieran en el Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que ojal, y los nombró tejedores imperiales. nada veía, para no ser tenido por incapaz en su cargo o Durante toda la noche que precedió al día de la fiesta, por estúpido. Ningún traje del Monarca había tenido los dos embaucadores estuvieron levantados, con tanto éxito como aquél. dieciséis lámparas encendidas, para que la gente viese -¡Pero si no lleva nada! -exclamó de pronto un niño. que trabajaban activamente en la confección de los -¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! -dijo su nuevos vestidos del Soberano. Simularon quitar la tela padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que del telar, cortarla con grandes tijeras y coserla con acababa de decir el pequeño. agujas sin hebra; finalmente, dijeron: -¡Por fin, el -¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva vestido está listo! nada! Llegó el Emperador en compañía de sus caballeros -¡Pero si no lleva nada! -gritó, al fin, el pueblo entero. principales, y los dos truhanes, levantando los brazos Aquello inquietó al Emperador, pues barruntaba que el como si sostuviesen algo, dijeron: pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que aguantar -Esto son los pantalones. Ahí está la casaca. -Aquí tienen hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y los ayudas el manto... Las prendas son ligeras como si fuesen de de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola. telaraña; uno creería no llevar nada sobre el cuerpo, FIN más precisamente esto es lo bueno de la tela. -¡Sí! -asintieron todos los cortesanos, a pesar de que no veían nada, pues nada había. -¿Quiere dignarse Vuestra Majestad quitarse el traje que lleva -dijeron los dos bribones- para que podamos vestirle el nuevo delante del espejo? Quitose el Emperador sus prendas, y los dos simularon ponerle las diversas piezas del vestido nuevo, que pretendían haber terminado poco antes. Y cogiendo al Emperador por la cintura, hicieron como si le atasen algo, la cola seguramente; y el Monarca todo era dar vueltas ante el espejo. Parábola de los talentos -¡Dios, y qué bien le sienta, le va estupendamente! - Porque el reino de los cielos será semejante a un exclamaban todos-. ¡Vaya dibujo y vaya colores! ¡Es un hombre que al emprender un viaje largo, llamó a sus traje precioso! siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro dos, y a otro, uno. A cada uno dio Parábola de las diez vírgenes conforme a su capacidad y se fue lejos. Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez Inmediatamente, el que había recibido cinco talentos se vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir fue, negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. De la al novio. Cinco de ellas eran insensatas, y cinco misma manera, el que había recibido dos ganó también prudentes. Cuando las insensatas tomaron sus otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en lámparas, no tomaron consigo aceite; pero las la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos y con sus lámparas. Y como tardaba el novio, todas arregló cuentas con ellos. Cuando se presentó el que cabecearon y se quedaron dormidas. A la media noche había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos se oyó gritar: “¡He aquí el novio! ¡Salid a recibirle!” y dijo: “Señor, me entregaste cinco talentos; he aquí he Entonces, todas aquellas vírgenes se levantaron y ganado otros cinco talentos.” Su señor le dijo: “Bien, alistaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Y lámparas se apagan.” Pero las prudentes respondieron cuando se presentó el que había recibido dos talentos, diciendo: “No, no sea que nos falte a nosotras y a dijo: “Señor, me entregaste dos talentos; he aquí he vosotras; id, más bien, a los vendedores y comprad para ganado otros dos talentos.” Su señor le dijo: “Bien, vosotras mismas.” Mientras ellas iban para comprar, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre llegó el novio; y las preparadas entraron con él a la mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Pero boda, y se cerró la puerta. Después vinieron también las cuando se presentó el que había recibido un talento, otras vírgenes diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!” Pero dijo: “Señor, yo te conozco que eres un hombre duro, él respondiendo dijo: “De cierto os digo que no os que cosechas donde no sembraste y recoges donde no conozco.” Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la esparciste. Y como tuve miedo, fui y escondí tu talento hora. en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.” Su señor -San Mateo, 25:1-13 respondió y le dijo: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? Por lo tanto, debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, habría recibido lo que es mío con los intereses. Por tanto, quitadle el talento y dadlo al que tiene diez talentos. Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera.” Allí habrá llanto y crujir de dientes. -San Mateo, 25:14-30
Parábola de Jesús: "Los dos hijos"
Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: ´Hijo, vete hoy a trabajar en la viña.´Y él respondió: ´No quiero´, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ´Voy, Señor´, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» - «El primero» - le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en Él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en Él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en Él. -Mateo 21, 28-32
Parábola del buen samaritano
Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? El le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. -San Lucas, 10: 25-37