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COMPETENCIAS COGNITIVAS ¿QUÉ SON?

Procesos mentales que relacionan nuestra capacidad para pensar y tomar decisiones acertadas, se conocen como competencias
cognitivas
Procesos de interpretación, argumentación y proposición
Las competencias básicas, es decir, aquellos procesos de pensamiento que permiten la toma de decisiones, la adquisición de
conocimiento, el aprendizaje y la resolución de problemas o situaciones de la vida cotidiana, reconocen tres procesos fundamentales
de pensamiento que relacionan la interpretación, la argumentación y la proposición.
Algunas de las acciones mentales (o cognitivas) que determinan el tipo de pensamiento interpretativo, corresponden a:
Captación: capacidad de apropiarse de una información, o adquirir un conocimiento de un objeto de estudio.
Memoria: capacidad para evocar, reconocer, recordar.
Razonamiento: capacidad para relacionar y producir ideas de manera lógica y coherente.
Comprensión: capacidad de relacionar la información.

Algunas de las acciones mentales (o cognitivas) que determinan el tipo de pensamiento argumentativo, corresponden a:
Interpretación: capacidad de hallar puntos de vista desde diferentes teorías. Analiza el concepto como tal.
Síntesis: capacidad de organizar la información.
Análisis: capacidad para desglosar y descomponer la información.
Aplicación: capacidad de usar información en la solución de un problema.

Algunas de las acciones mentales (o cognitivas) que determinan el tipo de pensamiento propositivo, corresponden a:
Creatividad: capacidad de producir cosas nuevas.
Valoración: capacidad de emitir juicios de valor
Crítica: capacidad de confrontar puntos de vista.

Se espera que en las pruebas Saber, las respuestas que se emitan correspondan al tipo de pensamiento más complejo, es decir, la
argumentación y la proposición, toda vez que son competencias inherentes al tipo de ciudadano que se está formando para asumir los
retos que plantea este nuevo siglo.

Por ello, el perfil del hombre para el Siglo XXI, según la UNESCO (1994) reconoce las siguientes cualidades:
Habilidades intelectuales: educación continua, es decir, durante toda su vida; resolver problemas, tomar decisiones, clasificar datos
de la información y la experiencia; observar y experimentar, habilidad para expresarse y para saber escuchar, autorreflexión, interrogar
al mundo y formular preguntas.
Cualidades afectivas: comunicación con el otro, aprendizaje en reciprocidad, formación en valores, cultivo de la dimensión artística,
ética y estética del mundo y las cosas.
Categoría de salud humana: equilibrio físico y psicológico, dominio del cuerpo, educación sexual, uso de los sentidos y hábitos de
higiene; formas saludables de vida.

La objetividad, la subjetividad y la intersubjetividad


A la hora de tomar decisiones sobre las situaciones que se enfrentan a diario, tanto en la vida personal como social de todo individuo,
tienen de manifiesto acciones como: las actitudes, los conocimientos e información, los sentimientos, los preconceptos y las
percepciones. Estos elementos se reconocen como lo objetivo, lo subjetivo y lo intersubjetivo.
Lo objetivo se relaciona con la forma como se observa y reconoce el mundo tal y como es. Es decir, con un adecuado equilibrio entre
la razón y los sentimientos, sin poner de manifiesto preconceptos propios.
Para ser ciudadano competente, es necesario aprender a ser objetivo, es decir, tener la capacidad para ver y enfrentar los problemas y
las situaciones con un enfoque justo, equilibrado, real y desinteresado.
Contrario a la objetividad, se encuentra la subjetividad, que como su nombre lo indica se relaciona más al sujeto, a la persona, a su
manera de pensar, sentir y por tanto de actuar. Lo subjetivo, en muchas ocasiones limita juicios equilibrados sobre la realidad y puede
generar conflictos del individuo, al no querer ver sino “a través de sus ojos”; enfrentándose al mundo y las cosas, desde argumentos
propios que no necesariamente pueden ser argumentos ajustados a una realidad diciente.
Otro elemento fundamental a la hora de tomar decisiones y adecuar la competencia cognitiva en el plano del ejercicio de la ciudadanía,
corresponde a la intersubjetividad, entendida esta como la capacidad de compartir (o comparar) con los otros las percepciones
subjetivas o propias. De esta manera, se puede lograr que los individuos reconozcan, compartan e incluso acepten, los puntos de vista
de los demás. Aquí se pretende lograr un consenso entre los individuos, sin caer en subjetivismos, sino aprendiendo a concertar y
decidir en grupo.

La toma de decisiones
Hasta el momento se han abordado en este material de formación aspectos que son fundamentales a la hora de tomar decisiones, se ha
reconocido que en la toma de decisiones se incluyen varios elementos que relacionan no sólo la forma de pensar, sino que influyen en
ella aspectos educativos, normativos y culturales. Lo que se tiene claro, es que para ejercer adecuadamente el ejercicio de la ciudadanía,
sea donde fuere, debe darse una toma de decisiones acertada, acorde a las normas y valores propios de cada sociedad, desde procesos
de pensamiento complejo y equilibrado, que se orienten siempre hacia el bien común de la sociedad.
En estudios realizados por Castaño (s.f.) de la Universidad Nacional de Colombia, en los procesos de toma de decisiones están
inmersos varios aspectos, entre los cuales se destaca la incertidumbre; es decir, que nada nos garantiza a “ciencia cierta” que las
decisiones tomadas sean las correctas, dado que ellas se realizan en circunstancias diversas, y el medio en el cual se ejecutan no
siempre guarda las mismas condiciones.
Herbert A. Simon (1978, Citado por Castaño, s.f.) por su parte, afirmó que ‘Constantemente optaremos por el curso de acción que
consideremos lo suficientemente bueno a la luz de las circunstancias dadas en ese momento’.
Por ello, tomar la decisión es el primer paso para elegir un plan de acción; es por esto que como administradores nuestro trabajo central
es continuamente decidir qué hacer, delegar su realización a quienes consideremos más capacitados para ello, justificar para que debe
hacerse, cuando debe hacerse y así lograr la optimización. (Castaño, s.f.)

La ética en la toma de decisiones


Según Castaño (s.f.), un individuo puede aplicar 3 criterios en la toma de decisiones éticas: Estas corresponden a:
El utilitarismo: busca proporcionar el mayor bien para la mayoría, en el cual las decisiones son tomadas solamente con base en sus
resultados. Esta posición tiende a dominar las decisiones en los negocios, pues es consistente con las metas como la eficiencia, la
productividad y las grandes ganancias.
Los derechos: esto hace que los individuos tomen decisiones consistentes con las libertades fundamentales y los privilegios manifiestos
en documentos como la ley de derechos. El derecho en la toma de decisiones significa respetar y proteger los derechos básicos de los
individuos, como lo son la intimidad, la libertad de la palabra un proceso legal.
La justicia: esto requiere que los individuos impongan y cumplan las reglas justa e imparcialmente para que exista una distribución
equitativa de los beneficios y los costos.
Cada uno de estos tres criterios tiene sus ventajas y desventajas. Un enfoque en el utilitarismo promueve la eficiencia y la
productividad, pero puede ignorar los derechos de algunos individuos en particular, de aquellos con representación minoritaria en la
organización. El uso de los derechos como criterio protege a los individuos del perjuicio y es consistente con la libertad y la intimidad,
pero puede crear un ambiente de trabajo demasiado legal que obstruya la productividad y la eficiencia.
Un enfoque en la justicia protege los intereses de los de menor representación y poder, pero puede alentar un sentido de la distinción
que reduce la asunción de riesgos, la innovación y la productividad. (Castaño, s.f.)

La Criticidad
El pensamiento crítico forma parte de las competencias cognitivas de todo individuo, y con ello su capacidad de crítica.
Se entiende como criticidad, la capacidad de todo individuo de analizar, de manera objetiva las acciones y situaciones diarias,
cuestionándose a sí mismo y a la vez reconociendo las diferencias de su actuar, con respecto al resto de la sociedad. En esta crítica de
la realidad, el individuo logra emitir juicios de valor que le permiten una toma de decisiones acertada, coherente y lógica para resolver
distintas problemáticas.
Por tanto, en el ejercicio de las competencias ciudadanas, los individuos han de asumir posiciones críticas que no sólo cuestionen la
realidad, sino que favorezcan la toma de decisión y por tanto, el emprendimiento de acciones de cambio o mejora continua. Para ello,
se requiere un pensamiento complejo y creativo, que permita ver distintas formas de entender, abordar y enfrentar los problemas, se
trata de utilizar estrategias que le permitan aplicar el conocimiento previo a las nuevas situaciones a las que se enfrenta diariamente.

La Lógica
En este actuar de manera coherente, se reconoce un elemento esencial: la lógica, que está determinada por un tipo de pensamiento
complejo, racional y equilibrado, coherente con los modelos y estilos de vida de un grupo social. No siempre este tipo de pensamiento
se ajusta a situaciones científicas, sino que es determinante para la resolución de problemas de la vida cotidiana de todo individuo, ya
que la lógica permite reconocer los principios, valores y leyes que conducen al descubrimiento de la realidad, la verdad y la justicia.
De esta forma, la lógica permite que los individuos piensen correctamente y que, empleen ese tipo de pensamiento en situaciones
inherentes a su vida personal y social.

La Coherencia
La coherencia está referida al curso lógico y equilibrado de las acciones, situaciones, actitudes y valores que rigen la toma de
decisiones de todo individuo. Cuando se refiere la coherencia al campo de las competencias cognitivas, se reconoce que está
estrechamente ligada al proceso de comprensión, es decir, identificar y argumentar las diversas situaciones a las que se enfrenta un
individuo, para evaluar y por tanto tomar decisiones de manera apropiada.
Aplicada al ejercicio de la ciudadanía, la coherencia está relacionada con la hilaridad o curso lógico entre lo que los individuos piensan,
conocen, sienten y hacen. Es decir, lo que se refiere a la conducta adecuada a las normas socialmente impuestas o principios universales
de los individuos en su interacción social.
Un ciudadano competente actúa de manera lógica y coherente con las normas socialmente establecidas, y sus acciones contribuyen al
mejoramiento de la sociedad en la cual está inmerso

La Autonomía
Diversos autores han relacionado el término autonomía, con la capacidad de todo individuo de madurar para alcanzar su
autorrealización e independencia. Pero este proceso requiere de elementos especialmente relacionados con la formación y educación
de los individuos, el aprendizaje, la adquisición de habilidades sociales y con el desarrollo de competencias cognitivas que fortalezcan
la toma de decisiones, toda vez que un individuo debe reconocer que al estar inmerso en una sociedad, prima sobre está los valores y
principios colectivos, antes que los individuales.
Desde estudios realizados por Piaget y Kolhberg, que relacionan el desarrollo de la inteligencia muy de cerca al desarrollo moral de
los individuos, se reconoce que el proceso de desarrollo de la autonomía de los individuos es procesual y paulatino, es decir, se va
construyendo la moral autónoma a partir de procesos de maduración biológica, psicológica, de procesos de aprendizaje especialmente
mediados por la educación, la cultura y las normas sociales (valores y actitudes) que el individuo recibe a medida que crece, de acuerdo
al medio social o entorno, y las personas con las cuales interacciona.
Siendo así las cosas, el desarrollo de la autonomía de los individuos está íntimamente ligada a la responsabilidad moral. Lo que se
espera es que la autonomía de los individuos contribuya el ejercicio adecuado de la toma de decisiones, siempre y cuando se asuman
las consecuencias de los actos emprendidos y se adopten principios universales que primen el bien común.

La Racionalidad
Para que se tomen decisiones adecuadas, debe darse, sin lugar a dudas el principio de la racionalidad, entendida como el conjunto de
aspectos de índole cognitiva que permiten pensar objetiva, lógica, coherente y autónomamente.
Se puede relacionar que para la toma de decisiones se requiere seguir un proceso racional, que determine aspectos como:
Reconocer que existe un problema y que es necesario darles soluciones posibles y coherentes (racionales).
Identificar las alternativas de solución del problema (pros y contras de las alternativas posibles).
Fundamentar (comprensión) con juicios de valor (evaluación) y priorizar las alternativas más adecuadas para la solución del problema
(lógica y coherencia).
Seleccionar (criticidad) la solución o alternativa de solución más factible (posible de ejecutar) para lograr el objetivo final. Recordemos
que no siempre esta alternativa es la que más conviene, e incluso esta alternativa de solución puede acarrear consecuencias para los
individuos que las tomen.
En el siguiente ejemplo que relaciona los dilemas morales que Kolhberg (1963) empleaba para reconocer la capacidad o nivel de
desarrollo moral de los individuos, se puede observar fácilmente que no siempre las decisiones tomadas pueden necesariamente ser
las más convenientes para los individuos.

Bibliografía:
https://purastareas.com/competencias-cognitivas-que-son/81
¿Qué es la Teoría de la Mente?

Definida de manera general, la Teoría de la Mente es la capacidad de tener consciencia de las diferencias que existen entre el punto
de vista de uno mismo y el de los demás.

Dicho de otra forma, esta facultad hace posible que tengamos en cuenta los estados mentales de otros sujetos sin suponer que estas
ideas o pensamientos son como los de uno mismo. Una persona que ha desarrollado Teoría de la Mente puede atribuir ideas, deseos
y creencias al resto de agentes con los que interactúa. Y todo esto de manera automática, casi inconsciente.

Una jerarquía de estados mentales

Con mucha frecuencia somos expuestos a situaciones en las que tenemos que imaginar lo que está pensando alguna otra persona. A
su vez, esta persona puede suponer, a partir de la información que tiene acerca de nosotros, lo que nosotros pensamos que está
pensando, y todo esto puede ser también inferido por nosotros y por la otra persona en un bucle teóricamente infinito. Una jerarquía
de estados mentales que se contienen los unos a los otros: yo creo que tú crees que yo creo…

La Teoría de la Mente se sitúa en el segundo lugar en esta jerarquía (yo creo que tú crees esto), y es la semilla de la que nace la
capacidad para ir progresando hacia el resto de categorías más complejas.

¿Cómo se desarrolla la Teoría de la Mente? El umbral de los 4 años de edad

Los seres humanos somos, probablemente, la única especie en la que sus integrantes pueden pensar en los demás como agentes
intencionales, es decir, seres con unos intereses propios. Esto significa que desde una edad muy temprana, la gran mayoría de los
humanos somos capaces de distinguir entre una acción y el objetivo al que está orientado esa acción, aunque lo último no se haya
revelado claramente. Además, a los pocos meses de vida todas las personas aprenden a tener en cuenta hacia dónde están centrando
su atención los demás, y por lo tanto pueden reclamar esa atención para uno mismo o hacia algo que se encuentra cerca.

Estos cambios en el desarrollo cognitivo de los bebés empiezan hacia el final del primer año de edad y forman parte de lo que se
conoce como la revolución de los nueve meses, de la que emanan habilidades que se van construyendo unas sobre otras y potencian
la creación de conductas sociales complejas, como el juego simulado, que requiere entender que el otro está actuando al usar un
plátano como si fuese un teléfono, o la imitación, en la que el niño aprende de las acciones del adulto y es capaz de figurarse el objetivo
de cada uno de los movimientos que está viendo.

La Teoría de la Mente aparece hacia los 4 años de edad y se construye sobre los fundamentos de todas estas capacidades derivadas de
la revolución de los nueve meses, pero interviene en procesos mentales más abstractos y refinados. Así, todas aquellas personas que
desarrollan Teoría de la Mente piensan en los demás no solo como agentes intencionales, sino también como agentes mentales, con
toda una serie de estados psicológicos complejos que les son propios. Entre estos nuevos estados mentales que se atribuye a los demás
se encuentran, por ejemplo, los deseos y las creencias.

El experimento de la falsa creencia

El método clásico para averiguar si un niño o niña ha desarrollado Teoría de la Mente es el test de la falsa creencia. Esta es una prueba
que sólo puede ser solucionada de manera correcta si se es capaz de diferenciar los propios conocimientos sobre el entorno de lo que
otra persona cree acerca de este. Además, es un ejercicio que puede ser utilizado para ayudar a detectar casos de Trastornos del
Espectro Autista, ya que las personas que manifiestan síntomas asociados al autismo tienden a mostrar una Teoría de la Mente poco
o nada desarrollada.

En un ejemplo de esta prueba, el psicólogo manipula dos muñecos para formar una pequeña narración en la que todo ocurre ante la
mirada atenta del niño o niña puesta a prueba. En primer lugar, el primer muñeco enseña un juguete y luego muestra cómo lo guarda
en un baúl cercano. Luego, el muñeco desaparece de la escena y aparece el segundo muñeco, que saca el juguete del baúl y lo mete
en, por ejemplo, una mochila apoyada en el suelo. En ese momento, se le pregunta al niño o niña: "cuando el primer muñeco vuelva
a entrar en la habitación, ¿cuál es el primer lugar en el que buscará el juguete?".

Normalmente, los niños y niñas de menos de cuatro años fallarán al dar una respuesta, porque creerán que el primer muñeco tiene la
misma información que ellos e irá a buscar en primer lugar a la mochila. Sin embargo, con cuatro años la mayoría ya dan una respuesta
correcta, prueba de que han hecho la transición hacia la Teoría de la Mente y de que han abandonado una percepción de la realidad
más bien egocentrista.

Bibliografía
https://psicologiaymente.net/psicologia/teoria-de-la-mente

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