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2. Propuesta Metodológica.
3. Contextualización
Comunidad
Luego del terremoto del 65, muchos obreros quedan sin hogar por lo que vieron
este sector como una opción y comenzaron a construir sus hogares acá. Luego
de esto se comienzan a establecer las primeras escuelas en el sector, el
camino asfaltado y el alumbrado público.
El golpe militar tuvo un impacto muy perjudicial en la población, ya que
además de afectar en la convivencia del sector, perjudicó la industria fabril que
se había desarrollado en la ciudad, dejando a muchas personas en situación de
cesantía
“Cayó con la dictadura todo eso [el trabajo en las industrias], todo eso se
perdió, todo eso lo echó abajo Pinochet. Dejó industrias enteras cerradas,
de la noche a la mañana, imagínate, despedir 100, 200 personas. Yo creo
que por eso la gente de mi edad va a hablar bien de ese caballero.” (Vecina,
2014)
Organización
Esta información fue tomada principalmente del diagnóstico realizado
por Ortiz (2014), ya que fue bastante completa en este ámbito.
a. Historia
El centro comunitario ARCA (Acción y Reflexión Comunitaria Las Achupallas) es
una institución emergente, que nace en el año 2012 producto de una crisis en
la ONG EKOSOL, cuya presencia en el sector tiene una larga historia. La crisis
en EKOSOL, de carácter institucional, llevó a diversos cambios al interior de la
organización que terminó con la salida de varios de sus miembros que
decidieron formar una nueva agrupación comunitaria, amparándose en la
personalidad jurídica llamada ONG CEPAC (Centro de Pensamiento y Acción
Crítica).
Frente a lo anterior, a pesar de ser una institución recientemente creada, la
historia de sus miembros se encuentra ligada con el sector de Achupallas
desde tiempos más antiguos a través de otras instituciones con fuerte y larga
presencia en el sector, cuyo inicio de actividades data del año 1980 a través de
una acción pastoral.
La Parroquia Asunción de María, a través de párroco Alfredo Hudson, impulsó el
área social en la década del 80 potenciando la educación popular y el
compromiso político del sector. Como parte de las iniciativas generadas en
este actuar nace la ONG Centro de Investigación y Difusión Poblacional de
Achupallas (CIDPA), fundada en noviembre de 1989 y dedicada a la labor de
promoción social y acompañamiento del sector poblacional; centrando su
quehacer en el apoyo de generación de procesos educativos con los actores
comunitarios. Sin embargo, y alejándose del énfasis primero que había
adquirido esta ONG, la intervención en el desarrollo local infantil, juvenil, la
educación y formación social, comunicación y difusión, se fueron centrando en
el trabajo investigativo y de extensión, que termina con el traslado de CIDPA
hacia Valparaíso para dedicarse por completo a esta labor. El grupo que en el
año 2003 continúa trabajando en el sector de Achupallas corresponde a la ONG
EKOSOL.
El trabajo de EKOSOL en Achupallas se mantuvo con lineamientos en torno a la
historia, memoria local, educación y estimulación oportuna, entre otros,
materializando estos a través de talleres específicos desarrollados para la
comunidad. La implementación de los talleres ha vinculado la práctica, la
investigación, la reflexión, la capacitación y la formación, generándose un
trabajo que permitió la creación de diversos productos que ayudan a la
socialización y difusión de la memoria colectiva del sector, a través de un
dialogo gráfico e intergeneracional.
En la actualidad, los miembros del centro ARCA han evidenciado un
“aprendizaje violento” en relación al término del vínculo con EKOSOL, lo que no
ha sido fácil para ninguno de ellos, siendo por el contrario un proceso abrupto y
difícil de comprender. Sus actuales socios citan el desafío de poder evidenciar
lo que ha significado su paso por la instancias de EKOSOL, de hecho ha
implicado para algunos olvidar e incluso no nombrar a la institucionalidad
respectiva, queriendo dejar atrás la mala experiencia; esto sí con la esperanza
de que el trabajo realizado en el presente centro sea todo lo contrario. Pese a
ello, se reconocen el aporte que ha tenido la ONG y los desafíos que les ha
dejado en término de proyecciones de trabajo comunitario, y que implican hoy
la apuesta por la constante transformación social y defensa de los derechos de
las personas, ideas incluso contenidas en la misión del centro. Se expresan
estas palabras finales cuando referimos a su historio, producto de que ésta se
construye desde esta herida que no ha sido lo suficientemente verbalizada
entre sus miembros, y que más aun ha implicado una serie de dificultades en la
gestión internas del centro por problemáticas no aclaradas en la gestión
anterior.
b. Tipo de Organización, Misión y Principios Orientadores.
El trabajo de práctica profesional se realiza en una organización sin fines de
lucro de carácter no gubernamental que se orienta por el trabajo comunitario
de empoderamiento de las bases sociales y la facilitación de procesos político-
social en la comunidad de Las Achupallas.
ARCA, es una organización parte de la ONG CEPAC (Centro de Pensamiento y
Acción Crítica) con RUT: 65.985.000-1. ARCA se organiza en base a una
asamblea de socios y socias, instancia en la cual se concentra la toma de
decisiones y se planifican los lineamientos de acciones futuras. El equipo de
socios/as actuales de la organización consta de once integrantes, los cuales
mantienen distintos tipo de relación con el mismo, ya sea monetaria, hasta
dedicación horaria. Cabe mencionar que la organización funciona
autónomamente de la ONG CEPAC en su gestión interna, y en sus procesos de
toma de decisiones, con estos los socios responden al quehacer del centro,
mediante la figura de voluntarios y voluntarias, con los que operan con la
institución patrocinante y el centro propiamente tal.
La misión que guía al centro es construida durante la práctica de Ortiz en el
2014 y modificada durante la presente práctica, pero no sustancialmente. En
este caso lo que orienta al porque existe la institución se identifica con el
sentido de “potenciar el encuentro y desarrollo local de Las Achupallas con el
fin de construir una sociedad más justa y participativa”. (Sistematización Acta
de Asamblea). Esto es guiado por 5 principios que orientan el trabajo de las
acciones emprendidas por el centro, y que involucran un constante ejercicio
auto-reflexivo del propio quehacer, el que guiado por un acción situada en la
localidad de intervención logra aquel encuentro intersubjetivo que aprecia y
valora la diversidad y la autonomía participativa de sus agentes, basado todo
ello en el establecimiento de relaciones de confianza entre sus participantes.
c. Principales Recursos
El centro comunitario tiene una lógica de financiamiento de autogestión
organizativa. Frente a esto el centro asume diferentes estrategias para la
recolección de fondos con los cuales cubrir los gastos básicos de mantención
mensual, entre ellos encontramos la venta de alimentos, organización de
eventos, cursos y seminarios, y aportes voluntarios de los asociados.
Cabe mencionar que el centro contaba en sus inicios con un amplio stock de
materiales tanto de librería como de oficina, inmobiliario y materiales
didácticos; todos ellos sobrante de proyectos anteriormente implementados en
la organización EKOSOL por los socios del centro. Estos materiales están a libre
disposición de los diferentes miembros de la institución.
El centro en la actualidad desarrolla e implementa los proyectos de trabajo
comunitario mediante un sistema de tutela de practicantes de diferentes
instituciones de educación superior. Con la ayuda de estos agentes el centro
logra posicionar un trabajo sistemático con la comunidad, posicionando la
misión y principios orientadores del mismo. La implementación de esta lógica
de funcionamiento se debe a dos grandes condiciones, la primera de ellas,
implica la escasa permanencia de tiempo de sus socios los que por motivos
laborales no pueden dedicar parte de su jornada para el desarrollo de
actividades de trabajo comunitario, permitiéndose también por la posibilidad
de unos de sus socios de ceder parte de la carga horaria para la tutela de los
trabajo de práctica de los estudiantes en formación.
Hoy en día se está finalizando el periodo de trabajo con un proyecto FOSIS que
ha permitido tener más recursos disponibles para la implementación de la
plaza y su hermoseamiento.
Hoy son tres vecinas aledañas a la calle Luis Ayala las que están trabajando
activa y constantemente en el proyecto de la plaza. Una de ellas ha tomado un
rol protagónico en la construcción, utilizando sus conocimientos y habilidades
para idear y construir desde los cajones que se instalaron en las rejas para
guardar materiales que los niños ocupan en sus talleres, hasta juegos
complejos como son los balancines. Los vecinos perciben este como un trabajo
que se ha ido construyendo “a pulso”, con los recursos existentes, al comienzo
financiándose de manera autogestionada y luego, desde diciembre del 2014 a
través de un proyecto FOSIS que termina en unos pocos días más (en abril del
2015). La percepción de las otras personas del sector de que son sus mismas
vecinas, las mismas que ven en lo cotidiano, las que están trabajando en este
proyecto, provoca que haya una identificación con el trabajo, percibiendo éste
como un proyecto que se va intencionado en conjunto, del de a poco se van
sintiendo parte, lo que se puede observar en la disposición de los vecinos a
regalar materiales como pintura y cemento, y también en que han ido
aportando nuevas ideas, incluso llegando a ofrecerse para llevarlas a cabo: así
es como uno de los vecinos que confecciona rejas se ofreció para la
elaboración de un resbalín. De esta mera es el vecindario el que se va poco a
poco empoderando de un proyecto que reconocen común, generando al mismo
tiempo un vínculo afectivo con la plaza que se percibe en los mismos
comentarios de las personas mientras estamos trabajando o en las
conversaciones de los almacenes, en donde es común escuchar un “está
quedando linda la placita”, o un afectuoso “¿cómo están las pintoras?”. La
invitación a algunos niños a pintar la plaza también ha colaborado en este
proceso, promoviendo que niños y adultos trabajen en esta construcción, ya
que a través de la incorporación de los niños las familias también se sienten
parte el trabajo, llegando incluso algunas cuidadoras y cuidadores a pintar
también. De esta manera se va tejiendo poco a poco desde el comienzo de la
construcción, una red de trabajo participativo con los vecinos, en el cual han
pasado a ser creadores y responsables del mismo proyecto. Como expresa
Montero “La participación comunitaria tiene un efecto político en el sentido de
que forma ciudadanía y desarrolla y fortalece a la sociedad civil, a la vez que
aumenta la responsabilidad social.” (Montero, p. 230)
Principalmente la plaza es habitada por los niños del sector y sus madres,
las cuales a veces los llevan a jugar, otras veces los dejan jugando mientras
ellas van a comprar al almacén de la señora Paty, cuando no salen los niños
solos a jugar con sus amigos del sector. En general el barrio de Achupallas está
habitado durante los días de la semana por mujeres, que son las que
desempeñan los roles domésticos del hogar, mientras los hombres del sector
están trabajando fuera del hogar, y los ancianos en general habitan las casas y
algunos se reúnen en el grupo de la tercera edad de la Junta de Vecinos. Esto
ya fue descrito bastante bien en uno de los informes diagnósticos anteriores
que trabajó sobre la reproducción de roles tradicionales de género en
Achupallas, al que volveré en algunas ocasiones en este informe. Allí señala
Ravanal (2012)
“las mujeres señalan pasar gran parte del día en el hogar enfocadas en
el cuidado de los hijos y en la limpieza de la casa. De esta forma se hacen
cargo de la crianza y de la solvencia afectiva de la familia, mientras la
mayoría de los padres de familia están fuera del hogar trabajando para
mantener la casa.” (Ravanal, 2012)
“El inicio de esto [del Centro de Madres] fue la ayuda a los vecinos,
por ejemplo un vecino que estaba enfermo, hacíamos canastas
familiares y recolectábamos dinero. Ahora de repente cuando hay
necesidades se sigue haciendo, de vez en cuando… tratamos de
colaborar con un granito de arena aunque sea. Estamos con los
vecinos que necesitan de nosotras. Si en parte somos necesarias
somos importantes. Yo al menos a veces no conozco a las personas
pero igual coopero.” (Centro de madres, 2015)
Así esta aparente abnegación de los propios deseos es implícitamente una
estrategia inconsciente de volverse útil, necesitada e importante para un otro
que es investido con el poder de validar y afirmarnos como personas. Subyace
a esto una identidad que históricamente se ha transmitido de mujer frágil e
impotente, en donde en las familias la niña “observando lo que ocurre entre el
padre y la madre, aprenderá sobre los “peligros” y los conflictos que aparecen
en las mujeres cuando quieren organizar su vida atendiendo a los deseos
propios, valorando las relaciones de pareja como el lugar legitimado para
cubrir sus necesidades afectivas.” (Esteban, 2008).
Como ya dije, hoy en día las familias en Achupallas suelen ser extensas.
Muchas familias tienen adultos mayores de las primeras generaciones que
llegaron a poblar el sector, y allí se han ido asentando. Hoy es común ver que
en cada terreno coexistan generaciones diferentes o que entre generaciones
de la misma familia sean vecinos porque se han ido dividiendo los terrenos de
los abuelos y abuelas. Un fenómeno particular que se ha ido dando, es que las
familias suelen generar “clanes”, formando redes más bien cerradas que
comparten entre ellas, relegando a segundo plano otras posibilidades de
asociatividad y reunión comunitarias barriales. Así lo comenta el psicólogo del
consultorio, quien dice que es difícil para ellos convocar a espacios de
encuentro entre los vecinos, ya que ha sido un tema la poca participación de
ellos en los talleres o espacios de reunión que han generado: “entonces cuando
tú les dices mira este es un grupo, vas a conocer a otras personas, dicen… ah
no, todos te dicen lo mismo, no es que yo no soy de amigos y yo no… con mi
familia no más, entonces ese es un tema microcultural del sector acá donde
estamos”(Psicólogo del Consultorio, 2015).
De esta manera, tal como ocurre en el resto del país sobre todo posterior
al proceso de la dictadura militar, hay una demarcación muy fuerte entre lo
externo y lo interno, lo público y lo privado, quedando en general las personas
sujetas a al ámbito de lo privado, prefiriendo desarrollar sus vidas “a puertas
cerradas”, en donde la idea de compartir espacios comunitarios se va
diluyendo y “mi” familia se vuelve el eje central en torno al cual se van
estructurando las vidas. Las mujeres, mientras los hombres salen a su trabajos
y los niños van a la escuela, son las que en el sector del paradero 6 ½ de
Achupallas pasan más tiempo en la casa, junto a las personas de tercera edad,
a quienes muchas veces deben cuidar. Ellas son quienes más viven las
consecuencias de este repliegue de las vidas hacia lo privado, ya que ellas
“son para la familia”. Así, es común ver en su discurso que la vida cotidiana
está cargada de una sensación de aburrimiento y agotamiento al tener que
estar al cuidado de otros. Además, todo esto es percibido desde una sensación
de soledad, muchas de ellas se relatan como personas solas, sin amigos. El eje
central en torno al cual se organiza la vida de muchas de ellas es el ser
madres, más allá incluso del ser madre de sus propios hijos, ya que
posteriormente varias cumplen el mismo rol con sus nietos. Ser madre bajo el
prisma de nuestra sociedad en donde la familia nuclear es uno de los ejes
estructurarles de ésta, significa, sobre todo en poblaciones más vulneradas
como es Achupallas, vivir todas las preguntas, cuestionamientos, dilemas,
problemáticas que se dan en torno a la maternidad, de manera aislada, sobre
todo en contextos de poblaciones más empobrecidas como es este. No existen
en Achupallas muchos espacios en los cuales las mujeres puedan compartir sus
experiencias respecto a la maternidad, y los que se presentan en el consultorio
son vividos como poco satisfactorios, ya que están dirigidos más a las mujeres
embarazadas y no para las mujeres que ya han dado a luz. Además aún
aunque así fuera, es importante recalcar que no existe el clima de confianza
necesario para poder compartir estos dilemas, cuestionamientos o preguntas,
confianza que es muy importante para percibir que se está siendo acogida a
través de una escucha empática y comprensiva: una de las madres con la que
conversé, me dice que allí en el barrio ella tiene la percepción que todos
hablan de ser madre, ya sea si eres joven o vieja. Le pregunto a qué se refiere
con eso, y me dice que se critica ya sea por ser madre muy joven o porque “ya
no estás en edad de serlo”. Además, cuando conversábamos con otra de las
vecinas respecto a la posibilidad de juntarnos en alguna ocasión a conversar
con otras mujeres, ella me responde que cree que sería difícil, que allí todas
son más bien “buenas para la talla”, que se molestaban entre ellas, que sería
difícil juntarse a hablar algo en serio. Esto por un lado me hace pensar en la
dificultad de plantear espacios de encuentro y escucha empática fuera de la
institucionalidad del consultorio, ya que al parecer es fuerte la necesidad de
que haya alguna autoridad o alguien “de capa blanca” que de la sensación de
que ese es un espacio en el cual se pueden hablar “cosas importantes”. Por
otro lado pienso que el ambiente en el barrio, si bien existe la confianza en el
vecino de saber que va a velar por la seguridad de los hijos de otra familia
cuando están jugando en la plaza o en la calle, aún no pasa a ser una confianza
en el sentido de una escucha empática entre ellas, las que más habitan el
barrio, y creo que es una tarea pendiente importante. Me he encontrado con
varios relatos que son chismes entre una vecina y otra, muchos bajo la lógica
de que “si ella está sola es porque se lo buscó”, o de especies de alianzas entre
algunas vecinas que chismean de otras. Creo que del cahuín de la lengua
española es necesario pasar al significado original de la palabra en
mapudungún kawin, la cual refiere a espacios de encuentro entre los miembros
de una comunidad con otro.
La maternidad vivida bajo la lógica individualista genera que se creen
estos ideales de la madre perfecta, la que da todo por sus hijos llegado a
quedar sin energías y la que intenta ser la mejor. Creo que bajo esta lógica
hay una idea de competencia que se nos introduce desde pequeños por todas
partes, sobre todo desde la educación formal, la cual incuso se implanta y
distorsiona las maneras que se tienen de amar y de vivir la maternidad, en
donde se debilita el espacio de una comunidad que acoge, escucha y
comprende a las madres primerizas frente a ciertas dudas que son naturales, y
hay una tendencia a vernos como individuos intentando cada uno por su parte
ser los mejores, viendo estas dudas o cuestionamientos como problemáticas.
Hablando con una de las vecinas de 19 años que es recientemente madre, me
comentaba que muchas de las preguntas que tenía respecto a la maternidad
las iba respondiendo a través de internet, ya que no se han creado otras
instancias que sirvan para compartir los conocimientos ya sea entre las
diferentes generaciones de madres, como de acompañamiento entre las
mujeres jóvenes que están comenzando el proceso de la maternidad.
En general hay poca noción de los niños del sector del paradero 6
½ de Achupallas de estar formando parte de una comunidad barrial,
quizás porque precisamente el mismo barrio no se entienda a sí mismo como
un grupo barrial, con un conjunto de valores compartidos de manera colectiva
ni con un “complejo simbolico-cultural” como llama Blanco García (2013), que
los defina, y en cierta media, cohesione. Aun así esta noción va a estar sujeta a
la experiencia subjetiva de cada niño y no para todos esta noción de
pertenencia será vivida de la misma manera, ya que las experiencias
personales de cada uno de ellos es diferente tanto por la ubicación que ocupa
su familia en el territorio como por la percepción que tenga su familia del barrio
y la implicación que esta tenga en las actividades que se realizan en la
comunidad. De esta manera podemos ver que por ejemplo los niños que viven
en casas aledañas a Luis Ayala en general encuentran un espacio común en la
plaza que les permite tener mayores encuentros con sus vecinos y a través de
esta interacción tener la percepción de que pertenecen a una red barrial. Por
otro lado hay niños que la mayor parte del tiempo lo pasan en sus casas, no
tienen interacción con otros niños del sector y algunos no han conocido aún la
plaza Juana Curihuinca – que se constituye como el único espacio público para
la comunidad hoy - a pesar de que viven a pocos minutos de ella.
Aun cuando los niños tengan interacción con otros coetáneos de la
comunidad que les permita tener una noción de formar parte de redes locales,
aun así esta es una de las formas más flexibles y líquidas que menciona Blanco
García (2013) de sentirse perteneciente a cierto grupo social, ya que las redes
sociales son variables, se crean y actualizan cada vez por los individuos y “no
existen a priori ni requieren contigüidad espacial” (Blanco García, 2013). Desde
este autor las representaciones sociales compartidas permiten generar
pertenencia a una comunidad, representaciones compartidas que permiten
configurar una identidad grupal a través de la cual se pueden establecer
relaciones más relajadas y satisfactorias que surgen a partir de desenvolverse
en un ambiente que da la confianza de la validez de nuestros criterios al ser
estos discutidos y compartidos. En general en torno al barrio existen pocas
representaciones sociales positivas. Con esto me refiero a que en general
cuando se habla del barrio, las representaciones tienen que ver con que es un
lugar peligroso, asociado con la delincuencia y el tráfico de drogas, viéndose
mermadas otras posibles representaciones que den cuenta de la vida e historia
del barrio. En vez de cultivar el interés de transformar esta situación, en
general la tendencia es a irse hacia el ámbito de lo privado y de la familia,
lugar que se considera más seguro, protegido. Así se sigue en la lógica de
crianza aislada de la que hablaba anteriormente, que en vuelve muy marcados
los límites entre lo externo y lo interno, entre lo público y lo privado: afuera de
la casa se considera como un espacio en el que los niños van a jugar con otros
niños, a pasarlo bien, y es dentro de la casa donde los niños aprenden las
normas y las reglas, en donde adquieren los valores que les permitirán
desenvolverse en mundo. En la casa se hacen las tareas y afuera solo se puede
ir a divertirse cuando estas se terminan, perdiéndose el valor educativo del
juego, la organización en el barrio y la entretención. La crianza se vuelve tarea
exclusiva de las familias, teniendo esta la responsabilidad de proteger al niño
de las influencias externas del barrio. Se considera que el principal criterio
para poder decir que no a influjos negativos del ambiente son los valores que
se aprenden en la familia, y en general se tiende a ver el ambiente exterior
como peligroso o que puede llevar a actitudes poco beneficiosas. Así el barrio
ha ido perdiendo el poder de educar en comunidad como un ambiente seguro
en el cual los niños se puedan desenvolver, y más bien tiende percibirse como
un espacio con fines puramente recreativos.
Así es como uno de los jóvenes con los que conversé me comenta que hoy en
día la vida de barrio se ha ido perdiendo en Achupallas y que por eso cuando él
creció dejó de hacer su vida en el sector. Casi todos sus amigos se los hizo en
Valparaíso en donde aprendió malabares, ya que acá, el espacio público no se
presenta para eso:
“Plazas hay poquísimas [en Achupallas]… falta una plaza gigante…
me gustan las plazas… es un ambiente que está fuera de tu mundo, para
aislarte, y al mismo tiempo te encontrai con más gente que piensa lo
mismo, ahí no sé malabareai o conversas…” (Vecino, 2015)
6. Propuesta de intervención.
Referencias bibliográficas
Esteban Galarza, Mari Luz; Medina Doménech, Rosa & Távora Rivero, Ana
(2005). ¿Por qué analizar el amor? Nuevas posibilidades para el estudio de las
desigualdades de género. En C. Díez Mintegui & C. Gregorio Gil (Coords.),
Cambios culturales y desigualdades de género en el marco local-global actual
(pp. 207- 223). X Congreso de Antropología. Sevilla: FAAEE-Fundación El Monte-
ASANA.