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FACULTAD DE EDUCACIÓN. LINGÜÍSTICA TEXTUAL.

“UNIVERSIDAD NACIONAL DE CAJAMARCA”

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE EDUCACIÓN

ESPECIALIDAD DE LENGUAJE Y LITERATURA

MONOGRAFÍA SOBRE EL VERBO Y EL VERBOIDE

DOCENTE: VIRGILIO GÓMEZ VARGAS.

ÁREA: LINGÜÍSTICA TEXTUAL.

CICLO: V.

EQUIPO:

 BARDALES, BRISAIDA.
 CÁCERES CERDAN, KEVIN.
 DE LA CRUZ MARTOS, YENY.
 JUÁREZ CUSQUISIBÁN, RAQUEL.
 TELLO PALACIOS, ROSMEL.
CAJAMARCA, JUNIO DEL 2018.

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Contenido
Bibliografía ................................................................................................................................. 12

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AGRADECIMIENTO:

Como equipo en un primer anuncio queremos darle las gracias a Dios por permitirnos
seguir en el camino de nuestra vida universitaria, además también dar las gracias infinitas
a nuestro guía en esta larga travesía el profesor Virgilio Gómez Vargas, por compartir
con nosotros su interesante conocimiento acerca de Lingüística Textual y ser parte de
nuestra corta casa superior que nos acoge.

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INTRODUCCIÓN:

Todos los hombres tenemos la capacidad de hablar, de expresarnos mediante signos


verbales; es universal, todos utilizamos el mismo procedimiento. Lo importante aquí es
la designación, lo que el lenguaje designa. Los hombres podemos categorizar la realidad
por igual. El hombre puede nombrar tanto conceptos como juicios; todas las lenguas
coinciden en este punto, por ello es universal.

En la historia esta capacidad lingüística se ha concretado en una lengua concreta, se le


suele llamar idiomas. Esta lengua tiene como propiedad la significación y como unidad
ontológica la palabra y la oración. La palabra pertenece a la lengua y tiene un significado
que los hablantes aprendemos por intuición. La significación de la palabra la conocen los
hablantes nativos. El significado no es solo léxico, también puede ser combinatorio. El
concepto combinación interesa especialmente en la gramática histórica. Una oración no
es un enunciado, es un molde o modo combinatorio significativo.

La gramática es la rama de la lingüística que tiene por objeto el estudio de la forma y


composición de las palabras, así como de su interrelación dentro de la oración o de la
frase (sintaxis). El estudio de la gramática muestra el funcionamiento de las palabras en
una lengua, para poder comprender bien la gramática básica hay que conocer algunos
términos gramaticales como los sustantivos, adverbios, adjetivos, artículos, pronombres
y verbos entre otros.

En el presente trabajo monográfico trataremos dos de los términos antes mencionados el


verbo y el verboide. Un verbo es un tipo de palabra que expresa una acción realizada por
alguien, un proceso o un estado; mientras que el verboide e llama verboide al verbo que
ha dejado de actuar como verbo de forma primaria, es decir, al que aún actuando como
un verbo a nivel sintáctico, ha dejado de serlo en el sentido sintáctico y semántico. Puede
ser que haya pasado a actuar como un sustantivo, como un adjetivo o como un adverbio.
Este tipo de fenómeno ocurre cuando el verbo se conjuga en alguna de sus formas no
personales, ya sea infinitivo, gerundio o participio. El verboide es, por ende, un verbo
disminuido en su función verbal.

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EL VERBO

Señala el libro Manual Nueva Gramática de la Lengua Española, de la Real Academia


Española (p.50) Que el verbo es la única clase de palabras en español con flexión
tiempo, aspecto y modo y en la morfología del verbo se distinguen dos elementos
constitutivos: la raíz(también radical o base léxica), que expresa significado, y un
conjunto de morfemas flexivos que tienen dos funciones: establecer en la concordancia
de número y persona con el sujetos gramatical y expresar las nociones de “modo”,
“tiempo” y “aspecto” que corresponden al evento.

Entonces el verbo es el uso neto del ser humano, el cual tiene pautas o variables existentes,
asimismo, puede modificarse para acordar con la persona número, el tiempo, el mundo y
el sujeto del cual habla.

Según el autor, Antonio Benito Mozas en su libro gramática práctica (p.130) refiere
que los verbos son las palabras que utilizamos para expresar la realidad como
comportamiento del sujeto: Juan corre; Pedro trabaja todos los días

Comprendemos entonces que los verbos son utilizados por el hablante para expresar las
actuaciones del individuo a los que uno hace referencia, recalcando que el significado del
verbo depende mucho del comportamiento de los seres que vamos a expresar como
sustantivos.

Para el autor José Cáceres Chaupìn, en su libro gramática descriptiva y funcional de


la lengua española (p.440) hace mención a tres definiciones según la sintáctica,
semántica y morfología. Sintácticamente: nos dice que el verbo es la palabra que
desempeña la función privativa del núcleo del predicado verbal; semánticamente:
refiere que el verbo expresa estados y procesos: existencia, acción, pasión y
transformación de los seres en general; morfológicamente: menciona que el verbo
sufre modificaciones en su forma para expresar modo, tiempo, espacio, número y
persona.

Se conoce como verbo a una clase de palabra cuyo significado indica la acción, el estado
o proceso que realiza o sufre cualquier realidad mencionada en la oración. En la oración,
el verbo funciona como el núcleo del predicado.
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1. La división del verbo

EL VERBO se divide en activo, neutro, y recíproco.

Verbos activos, o transitivos son aquellos, cuya acción, o significación pasa a otra cosa,
y termina en ella, como: amar a Dios: venerar la virtud: aborrecer los vicios.

Neutros, o intransitivos son aquellos, cuya significación no pasa a otra cosa, como: nacer,
vivir, morir. Llamaron así los latinos a los que no eran activos, ni pasivos. Entre nosotros
(que no tenemos verbos pasivos) no debieran llamarse neutros, sino intransitivos, pero así
lo ha querido el uso.

Recíprocos, o reflexivos llaman a los verbos, cuya significación no solo no pasa a otra
cosa, sino que retrocede por medio de algún pronombre personal, a la que da acción o
movimiento al verbo, como: amañarse, arrepentirse, abroquelarse.

Y así se dice: yo no me amaño: tú te arrepientes: ellos se abroquelan. Estos verbos que


nunca se usan sin pronombres personales, no debieran llamarse recíprocos, ni reflexivos,
sino pronominales.

Recíprocos serían los que por sí solos expresasen la acción recíproca entre dos, o más
personas, como si en esta oración: amanse los hombres, se pudiese entender sin
ambigüedad de sentido, que los hombres se aman unos a otros; pero como el verbo amar
por sí solo no tiene este valor, y el pronombre se está en lugar de los mismos hombres
como término adonde pasa la acción del verbo, viene a quedar en esta, y semejantes
expresiones en la clase de activo.

Reflexivos serian aquellos verbos que significasen la acción de dos agentes, de los cuales
el uno fuese solamente móvil de ella, y el otro la recibiese, y al punto la rechazase, o
despidiese de sí, porque siendo esta la reflexión física y real, debe tener correspondencia
con ella la metafórica; pero no teniendo esta significación los verbos que llaman
reflexivos, pues no hay en ellos más que una persona o agente, y una sola acción que
recae sobre la misma persona agente, y esta la recibe y padece, y no la despide de si,
como: abroquelarse, arrepentirse, abribonarse &c. resulta, que no hay verbos reflexivos.

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En este mismo sentido decimos que algunos verbos se usan como recíprocos, guando
admiten pronombres: v. g. salir, salirse, dormir, dormirse, morir, morirse: porque algunas
veces pueden estar sin pronombre, y otras con él. (Española, 2015)

2. Modos del verbo

El indicativo, que comprende las variaciones cantas, cantabas, cantaste


(distinguidas entre sí por otros morfemas) y los correspondientes significantes
para cada persona (canto, cantas, canta, etc.). Es el modo de mayor amplitud de
uso; designa la «no ficción» de lo denotado por la raíz léxica del verbo, esto es,
todo lo que el hablante estima real o cuya realidad o irrealidad no se cuestiona.

Subjuntivo, El subjuntivo, que abarca las formas cantes, cantases, cantaras,


cantares (diferenciadas entre sí por otros morfemas) junto con sus variaciones de
persona y número. Es el modo de menor capacidad de aplicación y señala el
carácter ficticio, no real, de lo que denota el significado de la raíz verbal además
necesita juntarse con otro verbo expreso o suplido que perfeccione el sentido de
la oración, como: justo es que yo amé a quien me ama: yo escribiría si pudiese.

Infinitivo, el que no se ciñe a tiempos, números, ni personas, y necesita otro verbo


que determine el sentido, como: conviene callar: quiero escribir. Por esto no
debiera contarse el infinitivo entre los modos, pues esta palabra amar por sí sola
no dice quien ama, cuando, ni cómo; pero sin embargo llaman comúnmente los
gramáticos modo a esta palabra principal, y raíz de cada verbo. Cuando el
infinitivo está por sí solo sin otro verbo que determine su sentido, sirve para
distinguir unos verbos de otros, y así se dice: el verbo hablar, el verbo leer, el
verbo escribir: y por eso se usa del infinitivo en los Diccionarios de las lenguas
vulgares, con preferencia a todas las demás terminaciones. Cuando le precede
artículo masculino, hace oficio de sustantivo del mismo género, y así se dice: el
andar es bueno: el correr es malo.

Imperativo, el que sirve para mandar, como: trae papel: escribe esa carta. El
contenido morfemático del imperativo, opuesto al de las demás formas verbales,

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se puede designar con el término de apelación. La particularidad de su significado,


que se asocia solo con significantes diferenciados cuando el sujeto gramatical es
de segunda persona, se corresponde con su peculiaridad fónica distinta a la del
resto de significantes verbales de segunda persona. El significante de segunda
persona (salvo el caso de cantaste, comiste, viviste) ostenta siempre una -s final
(cantas, cantáis, comías, vivirás, etc.). En cambio, el imperativo presenta siempre
terminaciones sin -s: con vocal (canta, come, vive) o la mera raíz verbal (ten, pon,
sal) en combinación con singular; con -ad, -ed, -id para el plural (cantad, comed,
vivid) El imperativo tampoco distingue las diferencias morfemáticas de
perspectiva temporal existentes en las otras formas verbales. Si los contenidos de
los enunciados Le dice que venga y Le dijo que viniese, que se oponen por su
diferente referencia temporal (uno al presente, otro al pasado), se restituyesen al
estilo directo mostrando la apelación, resultaría Le dice: ven y Le dijo: ven, donde
se observa que el imperativo es indiferente a la situación temporal divergente de
ambas secuencias. (ESPAÑOLA, 2000)

3. Tiempos del Verbo

Otros morfemas, señalados por sus respectivos significantes, oponen entre sí a las
formas verbales agrupadas en cada uno de los tres modos. Los rasgos de
significación que separan a cantas de cantabas y cantaste, a cantarás de cantarías,
a cantes (y el desusado cantares) de cantases y cantaras, se suelen adscribir a la
referencia del tiempo en que el hablante sitúa la noción denotada por la raíz verbal.
Pero el uso de estas formas temporales no es tan simple, porque no indican
siempre una referencia concreta y precisa a un momento o a un segmento del
decurso del tiempo objetivo. Nuestra interpretación psicológica del transcurso
temporal discierne tres zonas: el período más o menos amplio en que
experimentamos y comunicamos nuestra vivencia (que llamamos presente), el
período precedente que abarca todos nuestros recuerdos (que llamamos pretérito
o pasado) y el período todavía no realizado ni vivido de lo que imaginamos,
deseamos, proyectamos (que llamamos futuro o porvenir); o con expresión
adverbial, un «ahora», un «antes» y un «después». Reflejando esta concepción del
tiempo externo, se han fijado en la terminología tres etiquetas para las formas

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verbales que señalarían la situación de los hechos comunicados en la secuencia


temporal: el presente, el pretérito y el futuro. Ya se ha visto arriba que lo situado
en el futuro (todavía no real) incurre en los valores modales.
Para designar los contenidos de tipo temporal, se arrastra una terminología poco
precisa y nada transparente que, sin duda, es inferior y menos práctica que la
propugnada por Andrés Bello. Según este, hay un presente (cantas), un pretérito
y un copretérito (cantaste y cantabas), un futuro (cantarás) y un pospretérito
(cantarías). Con el modo subjuntivo se desdibujan esas diferencias temporales.
Pero la referencia de estos morfemas no alude siempre a la relación de
anterioridad, simultaneidad o posterioridad respecto del acto de habla. El presente,
por ejemplo, no denota siempre la estricta simultaneidad de la noción evocada por
la raíz verbal en el momento de habla. En Ya sube la escalera, el «subir» coincide,
sin duda, con el momento en que se profiere ese enunciado; pero en Llaman a la
puerta, el «llamar» es inmediatamente anterior al acto de habla, y en Ahora mismo
subo, el «subir» será inmediatamente posterior a la expresión de esa secuencia.
Así, el presente no significa la mera coincidencia de la noción verbal con el acto
de habla, sino un segmento temporal en que ese acto está incluido. Por esta latitud
de aplicación, puede usarse el presente para denotar hechos que en la realidad
temporal están situados en zonas anteriores o posteriores al «ahora», o punto
cronológico en que se manifiesta el yo que habla

Pretérito imperfecto
Cuando aquella cosa de que se trata se considera como presente respecto de otra
ya pasada, se llama pretérito imperfecto: v.g. llegó mi hermano al mismo tiempo
que yo le escribía.

Pretérito perfecto
Si se considera absoluta y perfectamente pasada, se llama pretérito perfecto,
como: fui, escribí. Este pretérito perfecto se divide en próximo, y remoto. Próximo
es el que denota mayor proximidad de aquella acción o suceso que el verbo
significa con respeto al tiempo en que se refiere; y remoto, el que la denota menor:
v. g. he visto al Rey, es pretérito perfecto próximo, porque denota que desde que
le vi hasta cuando lo digo ha pasado poco tiempo: vi al Rey es pretérito perfecto
remoto, porque denota que desde que le vi hasta cuando lo digo puede haber

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pasado mucho tiempo, o intermediado otras acciones o sucesos, y así se dirá con
propiedad: el año pasado, o cuatro años ha vi al Rey; pero no se dirá con la misma:
el año pasado he visto al Rey. También se dirá con propiedad: esta mañana vi
bueno a mi amigo, y ahora le he visto enfermo; y seria impropiedad no tolerable
el trocar los dos pretéritos diciendo: esta mañana le he visto, y ahora le vi.
Sin embargo de que esto sea lo más común, no por eso deja algunas veces de
usarse del pretérito perfecto próximo para denotar tiempo remoto sin determinar
cuál, y así se dice: he viajado mucho: he visto al Emperador, al Papa: he estado
en las Indias.
El pretérito perfecto remoto se suele también expresar con el del verbo auxiliar
haber, y el participio del verbo de que se usa, como: hube visto, y así vale tanto
decir: después que vi al Rey, me retiré, como: después que hube visto al Rey me
retiré.
Cuando una cosa se considera pasada respecto de otra también pasada, se llama
pretérito más que perfecto, y entre gramáticos pretérito pluscuamperfecto: v. g.
Llegó tu carta a tiempo que ya te había escrito.

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EL ADVERBIO

En sentido estricto, adverbio designa una clase de palabras invariables en su significante


y a menudo indescomponibles en signos menores, destinadas en principio a cumplir por
sí solas el papel de adyacente circunstancial del verbo. Esta función no impide que
además, dentro de un grupo unitario nominal, se presente el adverbio como adyacente de
un adjetivo o de otro adverbio distinto. Por ejemplo, el adverbio también es adyacente del
verbo en Porque también el cartujo tiene su jardincillo; del adjetivo contiguo en Así la
tradición, liquida también, surca y corroe; de la expresión adverbial en Un soldado [...] y
otro [...] se dan las manos, también en tablado; del adjetivo determinativo en Cantas o
silbas a las altas estrellas también tuyas; del adverbio en También allí había llegado el
rumor.

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(Chaupín., 1998)

(Mozas., 1992)

(cortina., 1996)

Bibliografía
Chaupín., J. C. (1998). Grámatica descriptiva y funcional de la lengua española. (M. T.
Salomón., Ed.) Huaraz, Ancash., Perú.: Gráfica Montoro. Recuperado el 21 de Junio de
2018

cortina., B. d. (1996). Grámatica estructural. Barcelona.: Ediciones DALY.S.L. Recuperado el 21


de Junio. de 2018

ESPAÑOLA, R. A. (2000). GRAMÁTICA DE LA LENGUA ESPAÑOLA. Madrid, España: Espasa Calpe,


S. A. . Recuperado el 25 de julio de 2018

Española, R. A. (2015). Gramática de la lengua castellana. Madrid, España: RAE y JdeJ Editores.
Recuperado el 25 de julio de 2018

Mozas., A. B. (1992). Grámatica Práctica. Madrid: EDAF, S.A. Recuperado el 21 de Junio de


2018

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