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A.

ROMA POTENCIA HEGEMÓNICA


I. Roma y el Mediterráneo: Cartago.
a. La ciudad de Cartago
b. Las instituciones cartaginesas, herencia fenicia
c. Los primeros contactos entre Roma y Cartago
II. La Primera Guerra Púnica (264-241 a. C.)
a. Causas del conflicto
b. Operaciones militares
c. El tratado de paz y sus consecuencias
III. La Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.)
a. El Tratado del Ebro y las causas del conflicto
b. El desarrollo de la Segunda Guerra Púnica
c. Consecuencias y condiciones de la guerra
B. EL IMPERIALISMO ROMANO
I. La intervención en Oriente y la conquista de Grecia.

TEMA 9 II. Roma y el Mediterráneo occidental.


III. La Tercera Guerra Púnica
a. Antecedentes y causas de la guerra
EL IMPERIALISMO ROMANO. LAS GUERRAS
b. Operaciones militares
PÚNICAS Y LA CONQUISTA DE GRECIA c. Las consecuencias de la guerra
IV. La conquista de Hispania
a. Primera Guerra de Numancia (197-180 a. C.)
b. Guerra contra los lusitanos (154-143 a. C.)
c. Segunda Guerra de Numancia (143-133 a. C.)

CXLV
Tema 9: Guerras Púnicas y conquista Grecia

A. Roma potencia hegemónica


1. Roma y el Mediterráneo: Cartago
1.1 La ciudad de Cartago
La ciudad de Cartago (Túnez) fue fundada hacia el 814 a. C. por la ciudad fenicia de Tiro (Líbano) quedando
ligada a su metrópoli por el estatuto de colonia. Tiro desapareció como Estado en el siglo VI a. C. con la
dominación de Babilonia, lo que supuso la independencia de Cartago según la mayoría de los
historiadores. Desde entonces, Cartago compitió por el dominio del Mediterráneo occidental con las
ciudades de la Magna Grecia (sobre todo, Siracusa), llegando a ser en el siglo III a. C. la potencia hegemónica
(dominando gran parte del norte de África, el sur de la península Ibérica, Baleares, gran parte de Córcega y
Cerdeña y la costa occidental de Sicilia). La ciudad sería destruida a mediados del s. II a. C. por Escipión
Emiliano. Más tarde, Cayo Sempronio Graco y Cayo Mario intentaron construir una colonia sobre sus
ruinas, pero fue Julio César quien consiguió crear la Colonia Julia Cartago, que llegaría a ser la capital de la
provincia de África.

1.2 Las instituciones cartaginesas, herencia fenicia


1.2.1 La monarquía
La leyenda de la princesa Elisa, huida de Tiro en compañía de un reducido grupo de nobles, parecería indicar que la
primitiva forma de gobierno de Cartago fue la monarquía. Una monarquía semejante a la romana, aunque, según la
literatura, en un primer momento, fue hereditaria. Después fue electiva. Durante los primeros siglos de su existencia,
Cartago debió de estar bajo la autoridad de un gobernador impuesto desde Tiro. Cuando alcanzó la independencia,
adoptó un régimen republicano con magistrados electos, anuales y colegiados.

1.2.2 Consejo de Ancianos


Atestiguado por los relatos de Polibio y Tito Livio sobre las Guerras Púnicas. No conocemos su origen, pero tal vez fuese
un pequeño grupo de consejeros del gobernador. Los autores latinos lo denominaban Senado y los griegos Gerusía,
Sanedrín o Boulé. En cuanto a su composición, sólo podemos afirmar 300 miembros vitalicios en el s. II a. C. Se cree
que se encargaba de la política exterior del estado y tenía atribuciones en cuestiones de guerra o paz. Dentro de este
Consejo había una élite de 30 miembros y funciones desconocidas denominada Consejo Sagrado.

1.2.3 Tribunal de los 100


Apareció a principios del s. IV a. C. para solicitar cuentas a los generales tras una campaña militar. Sus miembros los
elegían los senadores y fueron acaparando cada vez más funciones judiciales. Al ser su cargo vitalicio, eran frecuentes
los abusos hasta que, en 196 a. C. Aníbal les puso fin desmantelando el Tribunal. Desde entonces, los jueces eran
elegidos anualmente y no podían repetir en el cargo.

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1.2.4 Suffetes
Al igual que los cónsules romanos, los 2 suffetes eran los magistrados más altos. Desconocemos su origen. En
principio, sus atribuciones eran muy amplias y abarcaban todos los campos, civil, militar y religioso. Convocaban al
Senado y a la Asamblea, dirigían los debates, presentaban leyes, controlaban las finanzas, administraban justicia… Con
el tiempo, las atribuciones militares las desempeñaron los generales elegidos.

1.2.5 Asamblea Popular


Sólo actuaba cuando el Senado y los Suffetes se ponían de acuerdo y creían conveniente que decidieran en materias
que previamente habían sido debatidas en el Senado.

1.3 Los primeros contactos entre Roma y Cartago


Los cartagineses eran aliados de los etruscos. Los primeros contactos entre ambos pueblos fueron una
serie de tratados sucesivos en los que se limitaban las áreas de influencia y se establecían las mutuas
condiciones de ayuda. La historiografía habla de 4 tratados antes de las Guerras Púnicas.

1.3.1 Primer Tratado (509 a. C.)


Firmado el 1ª año de la República, siendo cónsules Lucio Junio Bruto y Marco Horacio. Fue muy favorable
para Cartago, pues cortaba cualquier ansia expansionista de Roma. Según el tratado, los romanos no
podían navegar más allá del Bello Promontorio. En caso de fuerza mayor tan sólo podían vender y comprar
aquello que fuese imprescindible y partir antes de 5 días. Sólo podían hacer negocios en territorio
cartaginés bajo autorización de un funcionario púnico; en Sicilia tenían paridad de derechos. A cambio,
Cartago, en guerra contra los griegos, respetaría Roma y sus aliados y no construiría fortalezas en el Lacio.

1.3.2 Segundo Tratado (348 a. C.)


Con él se pretendía ratificar las condiciones del anterior tratado. Roma iba aumentando su fuerza y su
posición en el Lacio, pero a la vez veía cómo se acrecentaban las revueltas internas. En cuanto a Cartago,
incorporó al tratado a sus aliados Tiro y Útica, añadió a los límites de su territorio Mastia y Tarseión e
impidió a Roma acceder a Cerdeña y a Libia.

1.3.3 Tercer Tratado (306 a. C.)


Este tratado resulta bastante ambiguo. Según Polibio, quien niega su autenticidad, Roma, en posición de
inferioridad, aceptaba no entrar en Sicilia —ni siquiera para comerciar— a cambio de que Cartago no
entrase en la Península Itálica. Por aquel entonces, ambos estados se encontraban acosados. Roma
estaba en guerra contra los samnitas (343-290 a. C.), y las condiciones de este tratado le permitían
concentrar sus tropas en su frontera, así como evitar cualquier alianza entre cartagineses y etruscos que
le impidiese seguir conquistando Etruria. En cuanto a Cartago, tras la subida al trono de Siracusa de
Agatocles y sus ansias de expansionismo, veía peligrar sus territorios en Sicilia y África.

1.3.4 Cuarto Tratado (278 a. C.)


Se estipuló con motivo del desembarco de Pirro de Epiro en Italia. En él se ratificaron los acuerdos
anteriores y se añadieron nuevas cláusulas debido a la amenaza que suponía la presencia del general griego
en Italia y en Sicilia. Roma y Cartago por fin se trataban de iguales. Se establecía una nueva alianza contra
el rey epirota en caso de que atacase sus territorios y ambos se comprometieron a ayudarse mutuamente.
Mediante estas cláusulas, Cartago, ponía además su flota a disposición de Roma para transportar a su
ejército y usarla en combate. No obstante, cada ciudad debía hacerse cargo de la manutención de sus
tropas. La alianza romano-cartaginesa venció a Pirro en el 275 a. C. y resultó en el dominio de Roma de
toda la Península Itálica y su supremacía frente a la Magna Grecia.

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2. La Primera Guerra Púnica (264-241 a. C.)


Hasta esos momentos, las relaciones entre Roma y Cartago habían sido muy cordiales, como ponen de
manifiesto los diferentes tratados que se habían firmado. Tras la victoria en la Guerra contra Pirro (275 a.
C.) y la salida de éste de Italia, las cosas comenzaron a cambiar lentamente.

Roma había extendido su dominio al centro y al sur de Italia y quería extender su expansión hacia las islas,
dominadas por los griegos y los cartagineses. La debilidad de los griegos en Sicilia iba a provocar que tanto
cartagineses como romanos aspirasen al control de la isla, cuya riqueza agrícola era considerable. Cartago
tenía desde hacía siglos colonias en el extremo occidental de la isla, pero para Roma significaba dar un
gran salto y dotarse de una flota militar, de la que carecía, pues su fuerza estaba en el ejército terrestre.
Por lo tanto, antes del conflicto, ambas fuerzas estaban equilibradas: Cartago disponía de la supremacía
marítima y Roma de la supremacía terrestre.

2.1 Las causas del conflicto


Parece que la justificación del conflicto se haya en la cláusula del Cuarto Tratado entre Roma y Cartago
(278 a. C.), por la que se prohibía a los romanos intervenir en los asuntos de Sicilia y a los cartagineses en
los de Italia. Polibio narra que un grupo de mercenarios itálicos, llamados mamertinos, y que combatían al
lado de Siracusa, fueron licenciados por Agátocles y, en lugar de regresar a Italia, se apoderaron de Mesina,
ciudad a la que Hierón II de Siracusa puso sitio en el 265 a.C.

Los mamertinos solicitaron la ayuda de los cartagineses, deseosos de controlar toda la isla, quienes
lograron levantar el sitio y hacer retroceder a Hierón II a Siracusa. Dejaron en Mesina una pequeña
guarnición. Los mamertinos pidieron ayuda a Roma contra el control cartaginés y el Senado romano
finalmente accedió, a sabiendas de que la ruptura del tratado podría significar la guerra.

2.2 Las operaciones militares


En el 264 a.C., el tribuno militar Claudio cruzó el estrecho, llegó a Mesina y expulsó a la guarnición
cartaginesa. Hierón II y Cartago se aliaron y sitiaron a los romanos en Mesina. En su ayuda acudió el cónsul
Appio Claudio Caudex, que liberó a los sitiados y a su vez puso cerco a la ciudad de Siracusa. Poco a poco
muchas ciudades se pusieron de parte de los romanos y Hierón II se cambió de bando, aliándose con Roma.

Cartago envió sus barcos a Cerdeña para preparar el desembarco en Italia, por lo que Roma se vio en la
necesidad de crear su primera flota de guerra copiando los navíos cartagineses con la ayuda de los
astilleros de las ciudades griegas del sur de Italia.

En el 260 a. C. una primera flota de asalto conducida por Cneo Cornelio Escipión fue capturada sin combatir
por los cartagineses. No obstante, ese mismo año, el cónsul Cayo Duilio, al mando del resto de la flota
romana, derrotó a la armada cartaginesa frente a las costas de Mylae. En los años siguientes los romanos
consolidaron sus posiciones en Sicilia y extendieron sus operaciones a Córcega y a Cerdeña.

El estancamiento de posiciones hizo que Roma llevase la guerra a África. Derrotaron de nuevo a la flota
Cartaginesa en Ecnomo (256 a.C.), pero al año siguiente sufrieron la derrota de la llanura del Bagradas (255
a. C.) y el naufragio de parte de la flota frente a las costas de Camarina.

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Durante los años siguientes los romanos se centraron en Sicilia. A partir del 247 a.C. Cartago, decidió
intensificar las acciones y envió al joven Amílcar Barca, padre de Aníbal, a hacerse cargo de las
operaciones. Con Amílcar Cartago recuperó parte de las posiciones perdidas e incluso saqueó la costa
meridional de Italia.

En 242 a.C., el cónsul Cayo Lutacio Cátulo puso cerco a las principales bases cartaginesas en Sicilia y en 241
a- C. venció a la flota cartaginesa cerca de las islas Egatas (241 a.C.). La victoria romana fue inapelable y
Cartago, cansada de una guerra tan prolongada y con las miras puestas en la expansión por África, le dio a
Amílcar Barca plenos poderes para negociar una paz honrosa con Roma.

2.3 El tratado de paz y sus consecuencias


Las condiciones impuestas por el cónsul Lutacio Cátulo en nombre de Roma fueron muy duras:
1. Se garantizaba la seguridad de los aliados de ambos bandos
2. No se edificaría o trataría con los aliados del otro pueblo
3. Los cartagineses debían retirarse de Sicilia y de las islas entre Italia y Sicilia
4. Los cartagineses pagarían inmediatamente 1000 talentos
5. Los cartagineses pagarían durante 10 años 2200 talentosos
6. Los cartagineses devolverían, sin rescate, todos los prisioneros a Roma.

Las consecuencias derivadas de la guerra fueron muy favorables para Roma:


1. Prestigio internacional
2. Conquista de Sicilia (expansión fuera de Italia)

Tras la conquista de Sicilia un cuestor quedó al mando de la isla y de la flota. Los mamertinos de Mesina
y el pequeño reino de Hierón de Siracusa se convirtieron en federados, aunque con cierta independencia
política. Pocos años después, en el 227 a.C., Sicilia pasaría a convertirse en la primera provincia romana
gobernada desde ese momento por un pretor.

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3. La Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.)

Desde el final de la Primera Guerra Púnica (264-241 a. C.) tanto romanos como cartagineses habían estado preparando
la segunda. Amílcar Barca estaba convencido de que la recuperación económica y política de Cartago pasaba por
iniciar su expansión hacia Occidente, y sabía de las minas de plata de Sierra Morena (Península Ibérica). Convenció al
Senado de la campaña y en el 237 a. C. se trasladó allí con un ejército bien preparado, acompañado de sus hijos Aníbal
y Asdrúbal. Fue así como fue conquistando el sur y el sudeste de la Península Ibérica, pero murió y el mando recayó en
Asdrúbal, más diplomático. Efectuó numerosas alianzas con los reyes ibéricos, quienes le reconocieron como jefe
supremo. En torno al 226 a.C., Asdrúbal fundaría Cartago Nova (Cartagena), la nueva base de operaciones, y situaría
la frontera cartaginesa en el río Ebro.

Según los historiadores antiguos, las actuaciones de Amílcar, Asdrúbal y Aníbal Barca en Hispania estaban
encaminadas a vengarse de la derrota sufrida durante la Primera Guerra Púnica. Esto justificaría el juramento de
odio eterno a los romanos realizado por Aníbal a instancias de su padre, siguiendo a Polibio. Tanto romanos,
interesados en eliminar cualquier adversario en su control del Mediterráneo Occidental, como los cartagineses,
deseosos de recuperar las posiciones perdidas, parecían buscar un casus belli.

3.1. El Tratado del Ebro y las causas del conflicto


Es evidente que el dominio del Mediterráneo Occidental era vital, y no podían convivir ambas potencias. Con las
riquezas de Hispania los cartagineses recuperaron poco a poco su poder militar y económico y los romanos se
dedicaron a asegurar las fronteras interiores de la península italiana.

Roma fue la causante de la guerra, pero trató de disfrazarlo para no parecer la potencia agresora. En el 226 a. C. se
firmó el Tratado del Ebro entre el general Asdrúbal el Bello, yerno de Amílcar Barca, (Estado púnico) y la República
Romana, por el que se fijaba el río Ebro como el límite entre ambas potencias en la península ibérica. Bajo los términos
del tratado, Cartago no se expandiría al norte del Ebro si Roma no se expandía hacia el sur.

Roma intervino en los asuntos de la ciudad íbera de


Sagunto, al sur del Ebro y en la esfera de influencia
cartaginesa pero aliada de Roma, lo que contravenía el
Tratado del Ebro (226 a. C.), a pesar de que fuese su aliada.
Roma invocó una vaga cláusula que establecía el mutuo
respeto de los aliados de ambas potencias. Aníbal sitió la
ciudad y Roma consideró que el Tratado de Paz tras la
Primera Guerra Púnica (241 a. C.) había sido violado, al
haber sido atacada una ciudad aliada de Roma.

De esta forma, Cartago aparece como instigador de la


guerra. Se ha achacado a Polibio el error de situar
Sagunto al norte del Ebro y, por tanto, en territorio
prohibido al expansionismo cartaginés. Se ha intentado
subsanar convirtiendo el Ebro en el Júcar, lo que
correspondería mejor con la dominación púnica. Es poco probable que en el 226 a. C. Roma aceptase deliberadamente
que los púnicos se extendiesen más allá de los territorios que conttolaban. También se investiga si el Ebro (Iber) pudo
haber designado a otros ríos españoles.

Otro punto importante es la diferente interpretación del Tratado de Paz de 241 a. C. Para Roma, la cláusula referente
a los aliados se establecía de forma general, y para Cartago, la no mención de Hispania implicaba la exclusiva inclusión
de los aliados que cada potencia tenía en 241 a. C.

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Tema 9: Guerras Púnicas y conquista Grecia

MAPA DE LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA (218-201 a. C) .)

CLI
Tema 9: Guerras Púnicas y conquista Grecia

3.2. El desarrollo de la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.)


Tras la toma de Sagunto (219 a. C.) por los cartagineses y la consiguiente declaración de guerra por Roma, ambas
potencias pasaron a la estrategia militar. Los romanos buscaron obligar a Aníbal a acudir en ayuda de la patria, para
ello Tiberio Sempronio Longo, debía embarcar para Sicilia, base de operaciones, para desde allí dar atacar
directamente a Cartago. Por otra parte, la misión de Publio Cornelio Escipión era embarcar sus tropas con dirección a
Hispania y ocupar las fuentes de recursos y las bases militares cartaginesas que a los púnicos le eran imprescindibles.

Aníbal intuía las intenciones romanas de atacar Cartago. Desde Sagunto regresó a Cartago Nova, donde le llegó la
noticia de la declaración de guerra. Gran parte de su ejército estaba formado por íberos, por lo que para asegurarse
aún más su fidelidad los envió a casa durante el invierno para que se reincorporasen en primavera. El general
cartaginés preparó una estrategia parecida a la romana: decidió llevar la guerra a Italia atravesando los Pirineos y los
Alpes. Su plan dependía de 5 puntos:
1. Asegurarse de que Cartago estaba a salvo, con tropas de procedencia hispana
2. Asegurar las fuentes de aprovisionamiento de Hispania, con tropas africanas
3. Despejar el camino hacia Italia, para lo que envió embajadores a los pueblos celtas de los Alpes solicitando su
permiso para atravesar sus tierras y su ayuda en su lucha contra Roma.
4. Cartago debía enviar escuadra contra Sicilia
5. Se contaba también con la alianza del rey Filipo V de Macedonia

3.2.1. La invasión de Italia


A finales de abril del año 218 a.C., Aníbal parte de Cartago Nova con un ejército que supera los 100.000 hombres, cruza
el Ebro y en poco menos de dos meses logra someter las tribus aliadas de Roma que habitaban la zona comprendida
entre el Ebro y los Pirineos. Las pérdidas redujeron su ejército a la mitad y, además, envió a los soldados poco fiables
a casa. A finales de junio atravesó los Alpes con 50.000 infantes, 9.000 jinetes y 37 elefantes.

Roma se vio obligada a cambiar sus planes, y envió al cónsul Publio Cornelio Escipión Sr al Ródano para que detuviera
el avance de los cartagineses. Aníbal entró en el Valle del Po y Escipión tuvo que volver a Italia. Se enfrentaron en la
Batalla del río Tesino y la del río Trebia (218 a. C.), donde ganó Aníbal. Escipión fue herido y las poblaciones galas se
incorporaron a las filas de Aníbal, reponiendo su ejército.

En invierno, Aníbal alcanzó el centro de Italia y, cruzando los Apeninos por sorpresa, venció a Flaminio y a su ejército
en el lago Trasimeno (junio de 217 a.C.). Tras el intermedio de la dictadura de Quinto Fabio Máximo Cunctator y su lucha
más pausada, en 216 a. C. Emilio Paulo y Terencio Varrón fueron nombrados cónsules y reclutaron un poderoso ejército
y se enfrentaron a Aníbal en la Batalla de Cannas (agosto 216 a. C.), una de las derrotas más aplastantes de la historia
de Roma. Tras esta derrota, Capua y Siracusa se pasaron al bando cartaginés y Filipo de Macedonia se reafirmó en su
pacto con Aníbal. Los cartagineses permanecieron muchos años en suelo italiano, pero la lucha se trasladó a otros
escenarios y nunca recibieron los refuerzos necesarios para acabar la guerra.

3.2.2. La guerra en Hispania


En 217 a. C. Publio Cornelio Escipión se reunió con su hermano Cneo en Hispania, con la intención contrarrestar el
empuje cartaginés en la Península Ibérica y evitar el envío de refuerzos a Aníbal. Lograron que muchos pueblos
indígenas de la Península se pasaran al bando romano y, por lo que Cartago mandó a Hispania las tropas con las que
iba a reforzar a Aníbal en Italia. En 212 a. C. Roma reconquistó Sagunto, pero las cosas empeoraron: Magón Barca,
hermano de Aníbal, y Asdrúbal Giscón recibieron la orden de unirse a las tropas de Asdrúbal Barca en Hispania para
reavivar la guerra.

Publio Cornelio Escipión cometió el error de dividir sus tropas: con una parte se enfrentó a los ejércitos de Magón Barca
y Asdrúbal Giscón en la Batalla de Cástulo (211 a. C.), siendo derrotado y muerto, y con la otra su hermano Cneo se
enfrentó a Asdrúbal Barca un mes después en Lorca (211 a. C.), donde fue traicionado por las tropas celtíberas y murió
en la batalla. Los restos del ejército romano se retiró al norte del Ebro, perdiendo las posiciones conquistadas en los
años anteriores.

En 209 a. C. Publio Cornelio Escipión Jr conquistó Cartago Nova, la principal base cartaginesa y con diplomacia atrajo
al bando romano a numerosos caudillos hispanos. Se dirigió hacia Sierra Morena y en la Batalla de Baecula (208 a. C.)
derrotó al ejército de Asdrúbal Barca. Tras reunirse con Magón y Asdrúbal Giscón, Asdrúbal Barca les dejó el mando

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Tema 9: Guerras Púnicas y conquista Grecia

de las operaciones en Hispania y partió a Italia para unirse a Aníbal. No lograría llegar hasta su sobrino, pues murió en
el N. Italia en la Batalla de Metauro (207 a.C.). La Batalla de Baecula (208 a. C.) marcó el declive púnico en la Península
Ibérica, empeorada por la falta de acuerdo entre Magón Barca y Asdrúbal Giscón en la estrategia a seguir.

Escipión volvió a derrotar a los cartagineses en la Batalla de Ilipa (206 a.C.) y, tras tomar Cádiz, aseguró la total
desaparición del poder cartaginés en la Península Ibérica.

3.2.3. La guerra en África


Tras la Batalla de Cannas (216 a. C.) la guerra en Italia estaba en pausa: los romanos no se atrevían a presentar grandes
batallas y Aníbal esperaba refuerzos desde Hispania y Cartago, que nunca llegaron. Asdrúbal fue a Aníbal, pero fue
vencido por el camino en Metauro (207 a. C.) y Cartago abandonó a Aníbal a su suerte. En cuanto a Filipo V de
Macedonia, nunca se atrevió desembarcar en Italia, firmando incluso un acuerdo con los romanos en el año 205 a.C.

Tras Cannas (216 a. C.) Aníbal no sufrió grandes derrotas, pero tampoco obtuvo victorias. Conquistó Tarento (212 a.C.)
y cuando los romanos asediaron Capua (211 a.C.), como respuesta, llevó su ejército a las puertas de Roma. Viendo que
los romanos no abandonaban el sitio de la ciudad de Campania, se retiró. Poco a poco fue perdiendo fuerzas y los
romanos recuperaron Tarento (209 a. C.).

Escipión, cónsul desde el 205 a. C., desembarcó en África en el 204 a.C. y las tropas romanas se dedicaron a arrasar el
territorio cartaginés derrotándoles en numerosas ocasiones. Cartago, a punto de sucumbir, se vio obligada a pedir a
Aníbal que regresara para defender la ciudad. La Batalla final de Zama (202 a. C.) enfrentó a Aníbal y a Escipión y dio
la victoria definitiva a Roma. Gracias a esta victoria, Escipión recibió el apodo de “El Africano”.

3.2. Consecuencias y condiciones tras la victoria romana en la Segunda Guerra Púnica


Tras la victoria, Roma impuso nuevas condiciones a los cartagineses, mucho más duras que las anteriores:
1. No podían tener más de 10 barcos
2. Debían renunciar a todos los territorios
3. No podían volver a enviar tropas a Hispania
4. Pagar a Roma una indemnización de 10.000 talentos a lo largo de 50 años

La Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.) había ocasionado una serie de consecuencias:
1. Roma se había convertido en la principal potencia política y económica del Mediterráneo.
2. Roma había conseguido eliminar el peligro cartaginés, dejando Cartago reducido a un pequeño reino,
endeudado y vigilado por sus aliados, los númidas de Masinisa.
3. Roma había ampliado sus dominios con el control del sur y la franja mediterránea de la Península Ibérica.
4. Roma poseía ahora los monopolios del Estado cartaginés en Hispania: las salinas e industrias de salazones y
las minas que permitieron la recuperación económica de Roma.
5. Roma también se apoderó del reino de Hierón II de Siracusa.
6. Roma sometió a los galos que poblaban la llanura del Po, y que habían sido incondicionales aliados de Aníbal.
También castigaron algunas ciudades como Capua, que se había pasado al bando cartaginés..

En el plano político, la II Guerra Púnica también supuso que el Senado Romano se renovase como consecuencia del
gran número de vidas humanas perdidas. La guerra facilitó el acceso a nuevos hombres, elegidos mayoritariamente
entre los ciudadanos romanos.

Además, la alta oligarquía senatorial vio fortalecida su posición dentro de la sociedad romana, provocando el llamado
imperio de la clase gobernante, donde un grupo reducido de familias rivalizarían por la obtención de los privilegios que
concedía el poder. Entre las familias, iban a destacar los Escipiones, a quienes se reconocía que habían salvado el Estado
romano.

Otra consecuencia fue el notable progreso en el poder individual de las magistraturas en detrimento del principio de
colegialidad. Así, algunos magistrados con imperium ocuparon sus cargos sin respetar la ley establecida, en períodos
de tiempo muy cercanos entre sí o incluso consecutivos. Así sucedió con el mismo Escipión, cuya autoridad militar se
le prorrogaría durante años hasta el final de la guerra.

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Tema 9: Guerras Púnicas y conquista Grecia

B. El imperialismo romano
1. La intervención en Oriente y la conquista de Grecia.
Tras la Segunda Guerra Púnica, aparece ya claramente el fenómeno del imperialismo romano: la guerra se
convierte en el instrumento fundamental de la política exterior de Roma, encaminada absolutamente a la
expansión territorial.

El interés se dirigió en primer lugar hacia el Mediterráneo oriental. Durante la Segunda Guerra Púnica, Filipo
V de Macedonia y Antíoco III de Siria habían firmado un pacto secreto por el que ambos Estados pensaban
apropiarse de las posesiones de Egipto en el Egeo y en la región sirio-palestina. Hacia el 200 a. C., Antíoco
III dio el primer paso y logró ocupar sin dificultad la Celesiria (Líbano), dando comienzo la Segunda Guerra
Macedónica (200-196 a. C.). El rey egipcio Ptolomeo V solicitó entonces la ayuda de Roma, la cual acudió
tanto por las riquezas que podía proporcionarle una victoria militar en Oriente como por su sed de venganza
contra Filipo V por el apoyo que había prestado a Cartago en su lucha contra Roma. En la Batalla de
Cinoscéfalos (Tesalia) del 196 a. C., las tropas romanas asestaron una contundente derrota a los
macedonios, obligando a Filipo V a renunciar a todas sus posiciones externas y declarando la “liberación de
Grecia” del yugo macedonio.

A la muerte de Filipo V de Macedonia en el 179 a. C., se reanudaron las hostilidades entre Roma y
Macedonia, dando lugar a la Tercera Guerra Macedónica (171-168 a. C.), que terminó con victoria romana
en la Batalla de Pidna del 168 a. C., sucumbiendo el Reino de Macedonia, que quedó dividido en 4
repúblicas teóricamente independientes. En el 148 a. C., se creó la Provincia romana de Macedonia. En el
146 a. C., varias ciudades griegas se rebelaron contra Roma, pero dicha rebelión fue aplastada y los
territorios griegos pasaron a depender del gobernador de Macedonia. Grecia estuvo sometida al procónsul
de Macedonia hasta que en el 27 a. C. Augusto la convirtió en la nueva Provincia de Acaya. Sólo el Reino
de Egipto se mantuvo independiente durante casi un siglo, pero sin mostrar aspiraciones expansionistas.
Esto fue así hasta la Batalla de Actium (31 a. C.), que supuso su anexión al Imperio.

2. Roma y el Mediterráneo occidental.


Concluida la Segunda Guerra Macedónica en el 196 a. C., Roma emprendió una serie de expediciones de
castigo contra aquellas poblaciones que en Occidente habían apoyado a los cartagineses durante la II
Guerra Púnica. La primera de esas expediciones se realizó contra los Brutios del sur de Italia, pero las
acciones más importantes tuvieron lugar en la Italia septentrional (sobre todo, contra Boyos e Insubrios).
Hacia el 190 a. C., todas esas poblaciones fueron sometidas y la Italia septentrional se convirtió en la
Provincia romana de la Galia Cisalpina (que subsistirá hasta su integración en la provincia de Italia durante
el gobierno del Segundo Triunvirato, en el 42 a. C.).

Concluida la Tercera Guerra Macedónica en el 168 a. C., Roma dirigió su mirada hacia las costas
meridionales francesas, por tratarse de una zona imprescindible para la seguridad de la navegación romana
que atravesaba el Mediterráneo con dirección a Hispania. En esa zona estaban la colonia griega de Marsella
y diversas poblaciones celtas. Marsella se convirtió enseguida en aliada de Roma para defenderse del
acoso de los pueblos nómadas de los Alpes. Hacia el 120 a. C., todas esas poblaciones fueron sometidas y
la Francia meridional se convirtió en la Provincia romana de la Galia Narbonense.

La frontera de los Alpes orientales también debió ser reforzada, debido sobre todo al problema de la
piratería y pese a que los romanos contaban allí con el apoyo de los vénetos. En el 181 a. C., se fundó la
colonia de Aquileia para controlar dicha frontera. En el 178 a. C., Roma se vio obligada a lanzar una
expedición contra los Istrios que terminó con su sometimiento. El objetivo se trasladó entonces a la costa
de Dalmacia y hacia el 130 a. C. eran ya romanas prácticamente todas las tierras del Adriático.

CLIV
Tema 9: Guerras Púnicas y conquista Grecia

3. La Tercera Guerra Púnica (149-146 a. C.).

3.1 Antecedentes y causas de la guerra


Tras el final de la Segunda Guerra Púnica, Cartago se hubo de contentar con un papel secundario. Durante años respetó
las condiciones del Tratado de Paz tras Zama (201 a. C.). Su política exterior era inexistente y lo poco que quedaba
de ella estaba supeditada a la aprobación de Roma. Siempre que se veía involucrada en algún conflicto, sobre todo con
Numidia, debía acudir a Roma, que solía fallar a favor del rey Masinisa. A pesar de todo, había logrado recuperar un
cierto nivel económico que molestaba a los romanos y sobre todo a Catón, hombre intransigente con todo aquello
que no fuera romano.

Escipión el Africano, enemigo político de Catón, se negó a destruir Cartago cuando tuvo la oportunidad; ésta era
también la postura que defendía Escipión Nasica, pero Escipión Emiliano, nieto de Africanus, no tuvo tantos escrúpulos
y la destruyó e incendió al terminar Tercera Guerra Púnica (146 a. C.). Con ello, África se convirtió en provincia romana
y Escipión Emiliano heredó el nombre “El Africano”. No obstante, muchos investigadores afirman que la destrucción de
Cartago fue una medida para evitar que Numidia la absorbiese y volviese a haber una potencia norteafricana.

La paciencia de Cartago llegó a su límite cuando en 150 a. C. Masinisa volvió a entrar en territorio cartaginés, y
respondieron por las armas, a pesar de la prohibición. Ese mismo año, el Senado romano votó a favor de declarar la
guerra a Cartago por motivos de seguridad. No obstante, las tropas cartaginesas fracasaron y el Senado cartaginés fue
a Roma a protestar por la acción numidia y a disculparse por haber roto el pacto. La respuesta de Roma, que ya se
había decidido por la guerra, fue vaga y, acto seguido, tras aceptar la entrega de Útica, confiaron el mando del ejército
a Manlio y a Marcio Censorino.

Cartago confiaba en haber resuelto el problema, por lo que al comprobar lo irremediable de la guerra, apenas sí tuvo
tiempo de reaccionar. No tenía tropas con las que defenderse, por lo que envió una nueva embajada a Roma. El Senado
les impuso la entrega de los hijos de los miembros del Senado cartaginés como rehenes y la obediencia a los cónsules
romanos. Al cumplimiento de estas condiciones, se les impuso otras nuevas cada vez más duras y radicales. La última,
abandonar Cartago y construir una nueva ciudad a 15 km de la costa no la pudieron cumplir.

3.2 Operaciones militares


En el verano del 149 a.C., Manlio y Censorino avanzaron sobre la ciudad, pero sus defensas la hacían prácticamente
inexpugnable. Cartago se vio obligada a reclutar un nuevo ejército y a fabricar el armamento para equiparlo. Se pidió
a Asdrúbal el Beotarca que ayudase a la ciudad, y mandó crucificar a todos los prisioneros romanos que consiguió
capturar. Durante los 2 primeros años de guerra, a los romanos les resultó imposible tomar Cartago, dado que contaba
con enormes recursos, sólidas fortificaciones y un gran ejército que impedía su aislamiento total, continuando esta su
actividad comercial por vía marítima. Como el sitio se prolongaba, los comandantes romanos permitieron la entrada en
su campamento de "elementos de distracción": prostitutas, comerciantes, etc., lo que provocó un relajamiento de la
disciplina militar.

Finalmente, molestos por la duración del asedio, los romanos nombraron al nieto adoptivo de Escipión el Africano,
Publio Cornelio Escipión Emiliano, cónsul y comandante supremo del ejército romano en 147 a. C. Cuando Escipión
Emiliano tomó el mando expulsó a los civiles del campamento romano imponiendo de nuevo una dura disciplina.
Gracias a esto derrotó a Asdrúbal en una gran batalla que permitió el aislamiento completo de los sitiados por tierra.
La flota romana incursionó masivamente en el golfo de Túnez, impidiendo la salida de las naves cartaginesas. Por
primera vez en el curso de la guerra, Cartago estaba completamente aislada, lo que disminuyó sus reservas y
contribuyó al brote de enfermedades.

CLV
Tema 9: Guerras Púnicas y conquista Grecia

Al llegar la primavera del año 146 a. C. la población cartaginesa estaba tan debilitada por el hambre y las
enfermedades que los romanos decidieron que era el momento de asaltar la ciudad. Los cartagineses estaban
demasiado debilitados como para contraatacar.

Tras entrar en la ciudad, los romanos fueron recibidos por una verdadera lluvia de lanzas, piedras, flechas, espadas e
incluso tejas que lanzaban desde los tejados de sus casas. El objetivo romano era ciudadela fortificada de Birsa,
ubicada sobre la cima de una colina escarpada, a donde se dirigían los defensores en su continuo retroceder. La batalla
duró 6 días. Los últimos supervivientes de la batalla, se refugiaron en el templo de Eshmún (Esculapio), situado en Birsa,
junto a su necrópolis sagrada. Allí, la mayor parte de los púnicos rogaron a Escipión que tuviera clemencia con ellos,
incluso Asdrúbal, quien había logrado escapar tras la destrucción de su ejército y dirigía la defensa de la ciudad. Escipión
prometió respetarles la vida. Sólo quedaron en el templo los desertores romanos, que sabiendo que serían ejecutados,
se suicidaron, al igual que la mujer de Asdrúbal, avergonzada por la derrota. Una vez esto ocurrió, el flemático Escipión
Emiliano comenzó a llorar, y gritó en griego una frase de la Ilíada: «Llegará un día en que Ilión, la ciudad santa, perecerá,
en que perecerán Príamo y su pueblo, hábil en el manejo de la lanza». Cuando el historiador Polibio le pregunto por qué
aquellos versos, le contestó: «Temo que algún día alguien habrá de citarlos viendo arder Roma».

3.3. Las consecuencias de la guerra


Los supervivientes fueron todos reducidos a la esclavitud y la ciudad fue totalmente saqueada tras su toma. Sin embargo,
la mayor parte se conservaba aún en pie. Después de la caída de Cartago se presentó en el sitio una comisión del Senado
romano para decidir qué se haría con ella. En su día, Escipión el Africano, enemigo político de Catón, se negó a destruir
Cartago cuando tuvo la oportunidad; ésta era también la postura que defendía Escipión Nasica, pero Escipión Emiliano,
no tuvo tantos escrúpulos y la destruyó e incendió y, después, sembró el terreno con sal. No obstante, muchos
investigadores afirman que la destrucción de Cartago fue una medida para evitar que Numidia la absorbiese y volviese
a haber una potencia norteafricana.

Las demás ciudades del norte de África que apoyaron a Cartago en todo momento corrieron la misma suerte. Las que
se rindieron desde el comienzo de la guerra, como Útica, fueron declaradas libres y conservaron sus territorios. África
se convirtió en provincia romana, salvo algunos territorios entregados a los hijos de Masinisa por su ayuda durante la
guerra, y Escipión Emiliano heredó el sobrenombre “El Africano”.

CLVI
Tema 9: Guerras Púnicas y conquista Grecia

4. La conquista de Hispania.
Tras la Segunda Guerra Púnica (219-202 a. C.), los romanos, encabezados por Escipión el Africano, no
tenían la intención de abandonar la Península Ibérica, pero tampoco era el momento adecuado para
emprender su conquista, pues estaban ocupados con la Segunda Guerra Macedónica. Dividieron el
territorio hispano bajo su dominio en dos Provincias: Hispania Citerior (la costa levantina hasta Cartago
Nova) e Hispania Ulterior (la actual Andalucía por debajo del Guadalquivir). Durante el período 202-197 a.
C., Roma se limitó a enviar gobernadores anuales cuyo único objetivo era enriquecerse con expediciones
de rapiña contra las poblaciones hispanas. Este proceder motivó el odio de las poblaciones hispanas hacia
los romanos y lo que pudo ser una rápida conquista se transformó en una sucesión de sangrientas guerras.
La conquista de Hispania terminó casi 2 siglos más tarde, tras las Guerras Cántabras (29-19 a. C.).

4.1 Primera Guerra de Numancia: Catón y Sempronio Graco (197-180 BC)


En el 197 a. C., los turdetanos de la Hispania Ulterior, cansados de los abusos, se levantaron en armas
contra Roma. Pronto la rebelión se extendió por toda Hispania. El cónsul Catón fue enviado directamente
a Hispania para reforzar las dos legiones que ya había y llevar otras dos nuevas. Catón decidió atravesar
las montañas y atacar Numancia, donde fue derrotado. En el 180 a. C., el pretor Sempronio Graco (padre
de Tiberio Graco) logró la pacificación de Hispania llegando a unos acuerdos con los indígenas que se
mantuvieron por 25 años. Dichos acuerdos implicaban para los indígenas el pago de tributos anuales y el
aporte de contingentes para el ejército romano, mientras que para los romanos implicaba la entrega a los
indígenas de parcelas cultivables.

4.2 Guerra contra los Lusitanos: Cepión y Viriato (154-143 BC)


Los incumplimientos por parte de los romanos de los acuerdos con los indígenas provocaron hacia el 154
a. C. las rebeliones de los celtíberos y los lusitanos. En el 154 a. C., los lusitanos penetraron en territorio
romano hasta llegar al Mediterráneo. Con gran dificultad, los romanos lograron derrotarlos. En el 147 a. C.,
los lusitanos mandados por Viriato ya se habían recuperado y comenzaron de nuevo a realizar incursiones
en territorio romano. Viriato puso en práctica una táctica muy efectiva, combatiendo únicamente en
pequeñas escaramuzas resultantes de las persecuciones de los romanos que diezmaban constantemente
sus filas. Viriato logró así crear un estado de inseguridad en toda la Hispania Ulterior, provocando
destrucciones y asesinando pretores. En el 143 a. C., el procónsul Cepión consiguió por fin acabar con la
guerra de los lusitanos sobornando a tres amigos de Viriato para que lo asesinaran. El Senado romano
negó los honores del triunfo a Cepión al considerar que había jugado sucio.

4.3. Segunda Guerra de Numancia: Tiberio Graco y Escipión Emiliano (143-133 a. C.)
En el 143 a. C., brotó una nueva rebelión celtíbera, encabezada por Numancia. Varios cónsules intentaron
aplastarla sin éxito. En el 137 a. C., el general Mancino cayó en una emboscada en el Ebro, cayendo
prisionero todo el ejército romano, pero el joven oficial Tiberio Graco logró firmar un acuerdo de paz que
evitó la masacre y regresó a Roma. En el 134 a. C., fue elegido cónsul por segunda vez Escipión Emiliano,
quien acababa de destruir Cartago. Partidario de la guerra, invalidó el acuerdo de Tiberio Graco y
reemprendió los ataques contra Numancia. Comenzó su campaña adentrándose en territorio enemigo,
siempre avanzando con todo el ejército a la vez y llevando a cabo una política de tierra quemada por las
zonas que iba pasando para evitar que el enemigo pudiera aprovisionarse en ellas. Así logró llegar a
Numancia con más de 50 000 hombres. Tras meses de asedio, la ciudad quedó completamente destruida
en el 133 a. C. y los pocos supervivientes que quedaron se entregaron a los romanos. Al mismo tiempo,
lanzaba expediciones hacia los territorios situados más al norte. Por esta importante victoria, Escipión
Emiliano recibió el sobrenombre de “el Numantino”. Así concluyó la fase más sangrienta de la conquista
romana de Hispania, aunque esta todavía se prolongó durante más de un siglo hasta el final de las Guerras
Cántabras (29-19 a. C.).

CLVII
Tema 9: GLOSARIO

África: tras la conquista de Cartago por parte de Escipión Emiliano al final de la 3ª Guerra Púnica (149-146 a. C.) el norte
de África se convirtió en provincia romana que se extendía desde el Golfo de Gabés (Túnez) hasta las costas atlánticas
de Marruecos y se dividía en 8 provincias: Tripolitania, Byzacena, África proconsular, Numidia Cirtensis, Numidia militar,
Mauritania Cesariense, Mauritania Sitifense y Mauritania Tingitana.

Aníbal: Aníbal Barca, hijo de Amílcar Barca, es considerado uno de los más grandes estrategas de la historia. Se enfrentó
al otro gran estratega de la época, Publio Cornelio Escipión el Africano en la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.) que
enfrentó a Cartago y Roma. Su pericia fue tan grande que, hasta la intervención de Escipión, causó a Roma una derrota
tras otra. Entre sus hazañas están cruzar los Alpes con elefantes y llegar a las puertas de Roma, aunque no se atrevió a
atacar. Fue derrotado en Zama (202 a. C.) por Escipión.

Antigónidas: ejército de Macedonia durante la dinastía Antigónida (276-168 a. C.). Una de las principales fuerzas de
combate en el mundo griego hasta que los romanos la derrotaron Batalla de Pidna (168 a. C.).

Antíoco III: rey de la dinastía Seléucida (301-64 a. C.) de Asia. En su reinado intentó restaurar el Imperio Seléucida,
incrementando sus posesiones en Asia Menor y el Egeo. Fue derrotado dos veces en las Termópilas (191 a. C.) y en la
Batalla de Magnesia (190 a. C.) por Roma.

Asdrúbal: Asdrúbal Barca fue un general cartaginés hijo de Amílcar Barca que participó en la Segunda Guerra Púnica
(218-201 a. C.). Acompañó a su padre y a su hermano Aníbal en la conquista de Hispania y a la muerte de su progenitor,
recayó sobre él el mando de las fuerzas cartaginesas en la Península. Efectuó numerosas alianzas con los reyes íberos y
en fundó Cartago Nova (Cartagena) en 226 a. C. Murió en 207 a. C. en la Batalla de Metauro, cuando iba a prestar ayuda
en Italia a su hermano Aníbal.

Baal Hammon: divinidad suprema del panteón cartaginés, y protector de Cartago y de sus habitantes. Su nombre podía
significar: señor de la capilla (el padre protector), el Señor del Altar de los Perfumes (vinculado al fuego).

Bárcidas: familia militar y aristócrata de origen cartaginés que participó en la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.).
Amílcar Barca conquistó gran parte de Iberia, y a su muerte, el ejército cartaginés en Iberia recaería sobre su hijo Asdrúbal
Barca. No obstante, el más importante de los hijos de Amílcar fue Aníbal, uno de los estrategas más brillantes de la
época. El más joven de los hermanos, Magón, capitaneó junto a Anibal Giscón las tropas cartaginesas en Iberia y tras la
marcha de Asdrúbal en ayuda de Aníbal.

Batalla de Pidna: puso fin a la Tercera Guerra Macedónica (171-168 a. C.) entre Roma y Macedonia. El ejército romano
estuvo bajo el mandado del cónsul Lucio Emilio Paulo y el de Macedonia dirigido por su rey Perse. Puso fin la supremacía
de la legión romana sobre la rígida falange macedonia.

Birsa: según las leyendas, nombre de la ciudadela fundada por Elisa (Dido) de Tiro. Según la tradición Dido edificó una
ciudadela fortificada en la extensión que pudo abarcar delimitando un terreno con una piel de toro cortada a tiras. Se ha
identificado esta ciudadela como la ciudad vieja acrópolis de Cartago.

Cannas: antigua ciudad de Italia donde se llevó a cabo la batalla de Cannas (216 a. C.) durante la Segunda Guerra Punica
(218-201 a. C.) entre los cartagineses de Aníbar Barca y las tropas romanas dirigidas por los cónsules Varrón y Emilio
Paulo. Terminó con la victoria del ejército cartaginés.

Cartago Nova: la actual Cartagena fue fundada hacia el 227 a. C. por el general cartaginés nombre latino de Cartagena,
fue fundada sobre 227 a. C. por el general cartaginés Asdrúbal el Bello, yerno de Amílcar Barca.

Cartago: importante ciudad de la antigüedad, fundada por los fenicios de Tiro en el 814 a. C. La leyenda clásica atribuye
la fundación a la princesa Dido o Elisa.

Catón: político y militar de la República Romana, cónsul del año 118 a. C. con Quinto Marcio Rex.

Cinoscéfalos: lugar de Tesalia donde tuvo lugar la Batalla de Cinoscéfalos (196 a. C.) decisiva que enfrentó al ejército
romano del cónsul Tito Quincio Flaminmio y las fuerzas macedónicas bajo el mandado de Filipo V. La derrota de los
macedonios marca el final de su hegemonía imperial y el inicio del esplendor de Roma.

Cónsul: de más alto rango de Roma, el cargo era anual y colegiado, eligiéndose a dos cónsules entre ciudadanos mayores
de 42 años. Su cometido era la dirección del estado y el ejército en campaña. En Cartago los llamaban suffetes.

CLVIII
Tema 9: GLOSARIO

Dido: o Elisa de Tiro, fundadora (814 a. C.) y primera reina de Cartago. Sicarbas, sacerdote del templo de Melkart en Tiro,
la obligó a casarse con Pigmalión, que tenía tesoros escondidos, pero ella no le amaba; averiguó donde estaban sus
tesoros escondidos y huyó, mientras que Pigmalión mandó a matar a Siqueo y y se quedó en las costas de África
fundando Cartago.

Emilio Paulo: cónsul enviado por Roma en la Segunda Guerra Ilírica (220-219 a. C.) cuando Demetrio de Faros irrumpió
la zona griega; entonces Roma envió a Emilio Paulo junto a Livio Salinatos y propiciaron la caída de Dimala y Faros.

Escipión el Africano: Publio Cornelio Escipión Jr fue un excelente comandante de cohorte y de falange en las legiones
romanas enviadas contra el general cartaginés Aníbal en el norte de Italia durante la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.
C.). Al caer su padre en el 210 a.C. en la lucha contra Asdrúbal Barca en Hispania, fue encargado de este ejército con sólo
24 años. Entre sus hazañas están la toma de Cartago Nova y la expulsión de los cartagineses de Hispania (208 a. C.), lo
que le valió el nombramiento de cónsul en 205 a. C., y la definitiva derrota del ejército cartaginés, liderado por Aníbal
Barca, en la Batalla de Zama (202 a. C.). Más tarde, luchó contra el rey seléucida Antíoco III, derrotándolo en la Batalla
de Magnesia (190 a. C.). Escipión el Africano es considerado el general romano más importante anterior a Julio César.

Escipión Emiliano: hijo natural de Emilio Paulo, adoptado por el hijo mayor de Escipión el Africano, no tuvo tantos
escrúpulos y llevó a término la máxima de los ultranacionalistas romanos. Militar y político romano del siglo II a. C.,
ostentó el cargo de cónsul en 147 a. C. y concluyó victoriosamente la Tercera Guerra Púnica (149-146 a. C.) destruyendo
Cartago tras un asedio que duró tres años. También concluyó la Segunda Guerra contra de Numancia (143-133 a. C.)
contra los celtíberos tras la toma de Numancia.

Expansionismo de Roma: fenómeno que se empieza a producir en la República Romana (509-27 a. C.) cuando
comienzan a ampliar territorio tanto, que comienza con la intervención en oriente y la conquista de Grecia, y continúa
con la conquista de Hispania en este periodo.

Filipo V: rey de Macedonia de la dinastía Antigónida (276-168 a. C.). Inició la Primera Guerra Macedónica (214-205 a. C.)
contra Roma, internacionalizando definitivamente el conflicto, y la Segunda Guerra Macedónica (200-196 a. C.), donde
fue derrotado en la Batalla de Cinoscéfalos (197 a. C.). También participó en la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.) en
el bando cartaginés.

Flaminio: político y militar de la República Romana del siglo III a. C. Fue el líder popular que desafió al Senado. Derrotado
por Aníbal en el lago Trasimero (217 a. C.), donde murió con la mayor parte de su ejército.

Guerras Celtibéricas: enfrentamientos bélicos producidos a lo largo de los siglos III y II a. C. entre la República Romana
y los distintos pueblos celtíberos, que habitaban en la zona media del Ebro. Tuvieron una extensión temporal muy
desigual en la duración, con diversas treguas, pactos, asedios y batallas. En este periodo se producen en el 155 y 143 a.
C. se dividen en dos guerras más la guerra de Viriato.

Guerras Lusitanias: guerras que se produjeron en la conquista de la parte occidental de la península. Los primeros en
levantarse contra Roma fueron los lusitanos, encabezados por Púnico, en 154 a. C. se adentraron en territorio romano
derrotando a los pretores y llegando Mediterráneo. Al año siguiente diezmaron al pretor Mumio y con botín. Pero éste
presidió a los lusitanos y los derrotó en el Algarve, cruzando África. Permanecen tranquilos hasta la sublevación en
Celtiberia de 153 a. C.

Guerras Macedónicas: guerras que enfrentaron a Filipo V de Macedonia con Roma Se dividen en: Primera Guerra
Macedónica (214-205 a. C.), Segunda Guerra Macedónica (200-196 a. C.) y Tercera Guerra Macedónica (171-168 a. C),
ésta última entre Perseo de Macedonia y Roma.

Hispania Citerior: fracción del territorio hispano, la costa levantina hasta Cartago Nova. Su administración recaía sobre
Tarraco. Tras derrotar a los cartagineses en la Segunda Guerra Púnica (218-202 a. C.), la República Romana dividió sus
conquistas Hispania Citerior e Hispania Ulterior. Al extenderse sus dominios hacia el interior peninsular, la Hispania
Citerior se acabó convirtiendo en la provincia de Tarraconense del Imperio romano que se extendía desde el
Mediterráneo hasta Galicia.

Hispania Ulterior: fracción del territorio hispano, al principio eran los territorios bajo el Guadalquivir. Posteriormente
incluyó toda la parte occidental de la península ibérica. La capital fue Córdoba y eventualmente Cádiz. En 27 a. C.
Augusto la dividió la Hispania en Bética (provincia senatorial) y Lusitania (provincia imperial).

CLIX
Tema 9: GLOSARIO

Imperalismo: expansión territorial a través de conquistas e invasiones quedando el territorio bajo domino de una potencia.

Liga Etolia: federación de ciudades de la región de Etolia en la antigua Grecia, formada a principios del siglo IV a. C. En
220 a. C. la Liga entró en conflicto con Filipo V, quien la derrotó, lo que obligó a la Liga a aliarse con los romanos, que
también luchaban contra Filipo y le vencerían en la Batalla de Cinoscéfalos (197 a. C.).

Macedonia: estado del norte de la actual Grecia, en la región de Tracia. Su época de gloria fue con el expansionismo de
Filipo II (360-336 a. C.) y su hijo Alejandro Magno (336-323 a. C.). Tras la muerte de Alejandro y el reparto del Imperio
entre sus generales, reinó la dinastía Antigónida (276-168 a. C.) hasta que Roma la derrotó en la Batalla de Pidna, dando
fin a la Tercera Guerra Macedónica (171-168 a. C.).

Massinisa: primer rey de Numidia. Rigió sobre su propia tribu, los masilios y la de los masesilos, liderados por el pro-
cartaginés Sifax. Tras la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.) acosó intermitentemente a Cartago, aprovechando la
impasividad Romana, hasta que la República Romana temió que Numidia absorbiese Cartago y se convirtiera en una
potencia, por lo que buscó la Tercera Guerra Púnica (149-146).

Numancia: nombre de la desaparecida población celtíbera situada en el Cerro del a Muela en Garray. En los inicios de la
dominación romana, los celtíberos se levantaron en armas contra Roma, iniciando la Primera Guerra de Numancia (197-
180 a. C.) hasta la pacificación de Sempronio Graco en 180 a. C. La ciudad fue destruida por Escipión Emiliano tras un
nuevo levantamiento que condujo a la Segunda Guerra de Numancia (143-133 a. C.).

Paz de Apamea: tratado que firmó Antíoco III en 188 a. C. con Roma tras la batalla de Magnesia (190 a. C.), aceptando
las duras condiciones impuestas por Roma y sus aliados, Pérgamo, Macedonia y Rodas: debía abandonar el Quersoneso
tracio, así como las ciudades griegas de la costa egea, sólo podía conservar 10 pequeños barcos de guerra y le quedaba
prohibido reclutar mercenarios pagar los gastos de guerra.

Persecución: conjunto de acciones represivas o maltrato persistente, realizadas por un grupo específico sobre otro
grupo del cual se diferencia. En las guerras de esta época la persecución fue una práctica habitual.

Pidna: ciudad costera del Golfo de Tesalónica donde tuvo lugar la Pidna (146 a. C.) que puso fin a la Tercera Guerra
Macedónica (149-146 a. C.) entre Roma y Macedonia. El ejército romano estuvo bajo el mandato del cónsul Lucio Emilio
Paulo y el de Macedonia bajo su rey Perseo.

Sagunto: ciudad íbera que atacó y asedió Aníbal Barca proporcionando a Roma el pretexto para declarar formalmente
la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.) a Cartago en marzo del 218 a.C. y que Roma reconquistaría en 212 a. C.

Seleúcidas: dinastía fundada por Seleuco, general de Alejandro Magno (360-323 a. C.), tras la muerte del rey. Esta
dinastía gobernó en Babilonia y Siria.

Sufete: magistrado más elevada de Cartago, equivalente al cónsul romano. Inicialmente era uno, elegido anualmente,
para posteriormente pasar a dos. Se desconoce el momento en el que aparecieron y si fueron el sustituto natural de los
gobernadores impuestos por Tiro o de los reyes. Amplias atribuciones civiles, militares, y religiosas.

Tercera Guerra Púnica: último conflicto militar entre Roma y Cargado, desarrollado entre 149 y 146 a. C. que se saldó
con la completa destrucción de la ciudad, por parte de Escipión Emiliano (nieto de Escipión el Africano) y la venta de los
supervivientes como esclavos. Hizo desaparecer por completo el estado cartaginés.

Tiberio Sempronio Graco: militar romano de la República, y padre de los dos más ilustres tribunos de la plebe, Tiberio y
Cayo Graco. En las guerras Celtíberas en 181 a. C. fue pretor y recibió Hispania Citerior. En 169 a. C. fue censor, su censura
fue severa y varias personas fueron eliminadas.

Tiro: capital de Fenicia. La fundación de Cartago (814 a. C.) fue consecuencia de una crisis política que afectó a la
aristocracia y a algunos sectores religiosos de la metrópoli de Tiro, que propició el desplazamiento de algunos dirigentes.

Trasimeno: lago donde en 217 a. C. tuvo lugar la batalla de la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.) que enfrentó al
cónsul romano Cayo Flaminio Nepote con el general cartaginés Aníbal, resultado una gran derrota para los romanos.

CLX
Tema 9: GLOSARIO

Tratado de Ebro: firmado entre el cartaginés Asdrúbal y Roma en 226 a. C. por el que se fijaba el río Ebro como el límite
entre ambas potencias en la península ibérica. Bajo los términos del tratado, Cartago no se expandiría al norte del Ebro
si Roma no se expandía hacia el sur. Su ruptura supuso la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.).

Trebia: la Batalla de Trebia (218 a. C.) fue el primer enfrentamiento de importancia entre el cartaginés Aníbal Barca y el
ejército romano en la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.). Victoria cartaginesa.

Tresino: localidad de Lucania (sur de Italia) y río que da nombre a la Batalla de Tresino (218 a. C.), primer enfrentamiento
entre Cartago y Roma durante la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.).

Viriato: caudillo de la tribu lusitana (Hispania) que hizo frente a la expansión de Roma en el territorio comprendido entre
Duero y el Guadiana. Durante la Guerra Romana contra los Lusitanos (154-143 a. C.) prefirió luchar en pequeñas
escaramuzas, más que a campo abierto, lo que diezmó a los romanos. En el 143 a. C., el procónsul Cepión consiguió por
fin acabar con la guerra de los lusitanos sobornando a tres amigos de Viriato para que lo asesinaran.

Zama: la Batalla de Zama (202 a. C.) fue el desenlace de la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.). En ella se enfrentaron
el general cartaginés Aníbal y el joven Publio Cornelio Escipión. La derrota de Aníbal y los éxitos conseguidos en África
le valdrían a Escipión el sobrenombre de “El Africano”.

CLXI

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