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El tema de la luz y la gloria en el

evangelio de Juan
La luz

«La vida era la luz de los hombres... la luz verdadera era la que, entrando en el
mundo, alumbra a todo hombre» ( 1:4.9). La luz es una necesidad para la vida y.
figurativamente, para toda orientación moral e intelectual del hombre. Su uso
metafórico. en contraste con las tinieblas del mal, es tan patente que no necesita
recalcarse. En los capítulos 8 y 9 Cristo se presenta como «luz del mundo», no sólo
frente al hombre fiel que le sigue, y que no andará en tinieblas, sino frente a los
fariseos hipócritas cuyos pecados secretos se revelaban por la luz que todo lo
descubre (8:1-12 y el pasaje siguiente). Después de la «noche» de la pasión los
discípulos pasan al nuevo «día» de la Resurrección, y la luz se enfoca en el rostro de
Cristo. reconocido por Tomás como «¡Señor mío y Dios mío!»

La gloria

«Vimos su gloria» (1:14). He aquí otro concepto clave del Evangelio. La «gloria»
viene a ser la exteriorización de los atributos de Dios, que se hacen visibles a los
hombres (comp. He. I :3), y la metáfora es análoga a la de la «expresión» del
corazón y del pensamiento de Dios por medio del «Verbo». El sustantivo «gloria» se
halla 19 veces en este Evangelio, y el verbo correspondiente «glorificar» 23 veces.
Juan describe la obra final de la cruz y de la resurrección, en su conjunto, corno la
glorificación del Hijo del Hombre, ya que en ella brillan los atributos de Dios (su
misericordia, su amor. su justicia y potencia) de forma pre-

eminente (12:23-25, 31, 32; 17:2).

Los hijos de Dios

Los versículos 12 y 13 del prólogo describen una nueva familia de «hijos de Dios»,
engendrados de la sustancia de Dios (su vida) por el principio de la fe, y que se
contrastan con aquellos que debieron haber recibido al Creador cuando visitó «lo
suyo»,

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