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Josep Moya i Ollé

La salud mental en el siglo XXI. Una reflexión


sobre el porvenir del malestar psíquico en el
marco de las transformaciones sociales

El término Salud Mental ha llegado a rico caracterizado por cambios sociales que
adquirir en nuestros días una predominan- afectan de modo radical a las estructuras que
cia tal que parecería definitivamente haber han servido de andamiaje del edificio social.
encontrado el lugar que le corresponde en Estos cambios tienen un carácter revolucio-
el contexto del discurso social y, también, nario, en el sentido de que se trata de un giro
en el marco de la sanidad general. En efec- de ciento ochenta grados. No se trata de una
to, todo el mundo habla de salud mental, se revolución política, como la que tuvo lugar
trata de una cuestión que preocupa a todos, en Rusia en el año 1917, sino más bien de
desde los profesionales de la sanidad a los una revolución social y económica (que
políticos y gestores, pasando por los me- tiene, no obstante, una dimensión política).
dios de comunicación y el público en gene- El mundo está cambiando a un ritmo verti-
ral. No cabe duda, además, de que en los ginoso y ello somete a los individuos a ten-
últimos años la asistencia a los enfermos siones de que pueden llegar a límites inso-
psíquicos ha experimentado un desarrollo portables. En este sentido podemos afirmar
espectacular no sólo en lo que a recursos se que la salud mental no es ajena al contexto
refiere sino también en lo que atañe a la en el que se desarrolla, ya que se da una
implicación, cada vez mayor, de todos los relación dialéctica entre ambos elementos.
profesionales de la salud. En este sentido, Lo que me propongo en este trabajo es lle-
cada vez es mayor el grado de interrelación var a cabo una reflexión acerca de cómo
que existe entre los médicos de familia y estas transformaciones sociales y económi-
los pediatras con los psiquiatras y psicólo- cas pueden ejercer su influencia sobre la
gos. No sólo eso; también es cada vez más salud mental, y ello en un período histórico
evidente el aumento de las interconsultas muy concreto: la entrada en el siglo XXI.
que se reciben por parte de profesionales
no directamente implicados en el tema,
como es el caso de los docentes, los educa- El marco general de las transformaciones
dores, los profesionales de la administra- sociales
ción de justicia y, por último, los profesio-
nales de los servicios sociales. M. Castells1 plantea en La era de la
Todo este panorama se ve no obstante información que el paisaje social de la vida
ensombrecido por el impacto que las trans-
formaciones sociales pueden llegar a tener 1 CASTELLS, M., La era de la información. Econo-
sobre la salud mental. En efecto, nadie pone mía, sociedad y cultura, vol. 1, La sociedad red, Ma-
ya en duda que asistimos a un período histó- drid, Alianza, 1998. Se trata del primer volumen de la

Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 1999, vol. XIX, n.º 72, pp. 693-702.
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humana ha experimentado unos cambios duos se alienan unos de otros y ven al otro
de trascendencia histórica. Los cambios como un extraño y, al final, como una ame-
sociales están adquiriendo unas dimensio- naza (Castells, 1997, pág. 29). Ello tiene
nes extraordinarias y ello es así en virtud un correlato clínico –podemos afirmar sin
del impacto que sobre la estructura social temor a equivocarnos– que se comprueba
tienen los procesos de transformación tec- en el día a día de las consultas ambulato-
nológica y económica. Ahora bien, se rias de salud mental: la enorme predomi-
podría objetar que cambios tecnológicos y nancia de los síndromes depresivos y
económicos se han producido en todas las ansiosos. Cada vez más, los individuos ven
épocas y que, en consecuencia, ello no el mundo como una amenaza, y al otro, al
supondría per se nada específico. Frente a semejante, como un competidor del que
esta objeción Castells plantea que nuestra sólo cabe esperar una «mala jugada».
sociedad –la sociedad red– se caracteriza Parecería que se han acabado las garantías
por el llamado informacionalismo que y que hemos entrado en una etapa de la
posee como elemento específico, que «es historia en la que los términos predomi-
la acción del conocimiento sobre sí mismo nantes son lo temporal, lo efímero y la
como principal fuente de productividad» incertidumbre. Nada es seguro, excepto la
(Castells, 1997, pág. 43). Se trata, de muerte, reza el dicho popular y, en efecto,
hecho, del surgimiento de un nuevo para- parece claro que cualquier decisión y cual-
digma tecnológico basado en la tecnología quier compromiso están sometidos más
de la información. Siguiendo a Freeman que nunca a las leyes de la probabilidad.
(1988), podemos afirmar que el cambio Es en este contexto en el que la ansiedad
contemporáneo de paradigma puede con- ante lo que se puede perder y la depresión
templarse como el paso de una tecnología ante lo que se ha perdido se constituyen en
basada fundamentalmente en insumos las expresiones paradigmáticas del males-
baratos de energía a otra basada sobre todo tar psíquico de nuestro tiempo.
en insumos baratos de información deriva- En el siguiente apartado me detendré
dos de los avances en la microelectrónica y brevemente en las particularidades de las
la tecnología de las comunicaciones. Todo transformaciones sociales y en su inciden-
ello conlleva la existencia de una radical cia sobre los individuos.
disociación entre función y significado en
la que las pautas de comunicación social
cada vez se someten a una tensión mayor. Qué transformaciones sociales
Cuando esta comunicación se rompe, fruto
de las enormes tensiones a las que se ve En un artículo firmado por P. García de
sometida, los grupos sociales y los indivi- Sola2 se analizaban algunos de los princi-
pales factores determinantes de cambios en
trilogía que Manuel Castells ha escrito bajo el título ge-
neral de La era de la información. En este primer volu- 2 Se trata de un artículo titulado «El consumidor
men aborda, de forma exhaustiva y brillante, la lógica del 2015» (El País, suplemento de economía, 12 de
de la denominada sociedad red, lógica que asienta sus octubre de 1997) que hacía una referencia a un estudio
bases en los procesos de globalización y que determina sociológico dirigido por Glen Peters, donde se analiza-
que «nuestras sociedades se estructuren cada vez más ban los principales vectores del cambio que trasforma-
en torno a una oposición bipolar entre la red y el yo». rán a los consumidores en los próximos veinte años.
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las actitudes de los individuos considerados como algunos han afirmado de forma apo-
en su faceta de consumidores. Su interés calíptica, del fin del Estado, sino más bien
estriba en que se trata de cambios deriva- del nacimiento de una forma superior y
dos de la emergencia del nuevo paradigma más flexible de Estado que engloba a las
anteriormente referido: el paradigma infor- anteriores. Ahora bien, esta declinación del
macional. Veámoslo con cierto detalle. Estado tiene lugar en un contexto de desilu-
1. Un mundo más pequeño. En efecto, sión con los Gobiernos por su incapacidad
asistimos a una globalización de los fenó- para dar respuesta a las poderosas fuerzas
menos de masas: la comunicación, el trans- del mercado internacional. En palabras de
porte, el comercio, etc. El mundo es cada Castells: «Así pues, mientras que el capita-
vez más abierto y en él los límites tienden lismo global prospera y las ideologías na-
a disolverse. La producción, el consumo y cionalistas explotan por todo el mundo, el
la circulación, así como sus componentes, estado-nación, tal y como se creó en la
esto es, el capital, la mano de obra, las Edad Moderna de la historia, parece estar
materias primas, la gestión, la información, perdiendo su poder, aunque, y esto es esen-
la tecnología y los mercados, están organi- cial, no su influencia» (Castells, 1997, pág.
zados a escala global, bien de forma direc- 272). En efecto, y ello es algo que puede
ta, bien mediante una red de vínculos entre constatarse también en el día a día, el Esta-
los agentes económicos, como muy acerta- do-Nación se debate agónicamente entre
damente plantea Castells3. De esta manera, dos fuerzas que constituyen los polos de
la productividad se genera y la competitivi- una dialéctica que se impone: por un lado,
dad se ejerce por medio de una red global las redes globales, con sus constantes flujos
de interacción. En otras palabras, nada ocu- de capitales; por otro, las singularidades de
rre en un punto del planeta sin que repercu- los nacionalismos, que presionan con enor-
ta automáticamente a miles de kilómetros me intensidad y, en ocasiones, con extraor-
de distancia. Se trata de un fenómeno del dinaria virulencia.
que los medios de comunicación nos dan 3. La privatización del Estado del
cuenta a diario. Bienestar. Con el cambio de siglo el cuatro
2. El Estado nación declina. Se trata por ciento de la población norteamericana
de una realidad incuestionable. El concepto tendrá más de sesenta y cinco años, pero en
de Estado Nación declina con extraordina- veinte años este segmento de la población
ria rapidez y da paso a una nueva modali- representará el veinticinco por ciento del
dad: el Estado Red, concepto también am- total. El mundo desarrollado envejece y los
pliamente desarrollado por Castells. Se tra- gobiernos no pueden mantener los progra-
ta de un Estado que está constituído por mas de sanidad y las pensiones al mismo
estados-nación, naciones sin estado, go- nivel que en el pasado. Galende (1997),
bierno autónomos, ayuntamientos, institu- psiquiatra y psicoanalista que ha estudiado
ciones europeas de todo orden y, finalmen- de forma muy crítica los elementos defini-
te, de instituciones multilaterales como la dores de la Salud Mental en el momento
OTAN o las Naciones Unidas. No se trata, actual, ha expresado así la incidencia de los
nuevos papeles del Estado:
3 CASTELLS, M., La era de la información, vol. 1, «El Estado, en el plano de la llamada
p. 93. sociedad dual que se está perfilando, se
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retira de determinadas funciones que hacen causa de presión para la administración,


de soporte a la solidaridad social, convir- para los gestores. No pretendo con esto
tiéndose en garante del desarrollo económi- cuestionar la atención sanitaria de estos co-
co y del acople a la economía internacional lectivos sino poner un interrogante sobre
de un grupo de empresas que resultan via- los criterios que determinan las decisiones
bles para la competencia internacional, al políticas. Una vez más, se actúa sobre el
mismo tiempo que administra como puede síntoma en su parte más emergente, esto es,
al sector empobrecido por estas políticas o en aquello que aflora a la superficie, lo que
simplemente excluído de la sociedad que se hace ruido (social) y se olvida el criterio
está promoviendo. clínico y epidemiológico. En resumen, el
Esto ha llevado a una redefinición de las Estado del Bienestar declina, modifica sus
funciones del estado: se restringen aquellas posiciones, define otras prioridades y colo-
ligadas a la protección social, se refuerzan ca a la salud mental en la tesitura de tapar
las que hacen de soporte al desarrollo eco- los agujeros sociales que se han generado a
nómico de las grandes empresas» (Galen- partir de su propia dinámica.
de, 1997). Todo ello tiene lugar en unas co- 4. La transformación del trabajo. El
ordenadas muy particulares en lo que a sa- trabajo, el producto más emblemático de la
lud mental se refiere. Por un lado, tenemos revolución industrial, se transforma de for-
que las demandas de atención para los pro- ma creciente. Como señaló Pablo García,
blemas derivados del malestar psíquico se progresivamente será sustituído por fórmu-
van incrementando a gran velocidad. Por las mucho más flexibles y, también, mucho
otro, se tiene que la capacidad de los dispo- más inestables para el trabajador. Se trata
sitivos de salud mental se ve mermada por de los acuerdos temporales entre emplea-
políticas que marcan unas prioridades y, en dos y empresarios. El trabajo será respon-
consecuencia, determinan unas bolsas de sabilidad más que nunca de los propios in-
colectivos de usuarios que tendrán que bus- dividuos. Se evoluciona hacia fórmulas en
carse la resolución de sus problemas en las que la autocolocación y la inseguridad
otras partes. Como también nos señala Ga- laboral serán las premisas predominantes.
lende (1997, pág. 136), las políticas neo- Todo ello sucede en el marco de la que ha
conservadoras han supuesto unos cambios dado en denominarse tercera revolución in-
en los cuales los criterios clínicos han sido dustrial, basada en un desarrollo extraordi-
sustituídos por los problemas de integra- nario de la información. Como señaló Rif-
ción social. De este modo, los excluídos, kin (1997), las nuevas máquinas de la era
los desamparados, los marginales, las vícti- de la información ponen el mundo al alcan-
mas de la violencia, los fracasos de la adap- ce de nuestra mano y nos dan el control so-
tación y, por último, las nuevas patologías bre lo que nos rodea y sobre las fuerzas de
del éxito, esto es, las adicciones, el estrés, la naturaleza. Además, las inhumanas con-
los trastornos de la alimentación, las depre- diciones dickensianas de la primera revolu-
siones, etc. Pasan a ocupar los primeros lu- ción industrial han sido substituídas por los
gares en las prioridades asistenciales como «suaves murmullos de los ordenadores»
si de lo que se tratara es de priorizar, quizá (Rifkin) que hacen circular a velocidades
para ocultar, todo aquello que hace síntoma vertiginosas informaciones por los circui-
social, es decir, todo aquello que puede ser tos y estructuras de comunicaciones. Sin
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embargo, todo esto tiene otra cara: la de las guntas como «qué vas a ser de mayor»;
víctimas del progreso tecnológico. Se trata tales preguntas han dejado de tener sentido
de lo siguiente: los profundos avances tec- y si el empleo era, hasta hace unos años,
nológicos inciden de dos maneras sobre los una de las medidas más importantes para la
individuos. Por un lado, los someten, como autovaloración, su contrapartida, esto es, el
ya se ha adelantado, a una creciente insegu- desempleo, supone, para muchos, una con-
ridad laboral a medida que la tercera revo- notación de improductividad e inutilidad.
lución industrial se abre paso en todos y ca- La dialéctica del ser (carpintero, panadero,
da uno de los sectores industriales. No hay médico, ingeniero, ...) ha dado paso a la del
ninguna garantía para el futuro. tener (un empleo, transitorio, como albañil
Cualquier trabajador, por bueno y pro- o conductor de autobús). Ya no se es, sim-
ductivo que sea, no tiene garantizado su plemente se tiene por algún tiempo, y ello
futuro. En cualquier momento puede ser en base a unas variables que ultrapasan, a
substituído por una máquina inteligente menudo, el propio individuo. No se ha
que trabaja cien veces más rápido y que reflexionado lo suficiente sobre las conse-
puede prescindir perfectamente de sus cuencias de este cambio dialéctico.
conocimientos y experiencia profesional. 5. El fin del patriarcado. Como señala
Por otro, los individuos se ven sometidos a Castells (1997), en este fin de milenio la
enormes niveles de estrés originados a par- familia patriarcal, piedra angular del
tir de los ambientes tecnológicos. En pala- patriarcado, se ve desafiada por los proce-
bras de Rifkin, «las nuevas tecnologías de sos interrelacionados de la transformación
la información están diseñadas para elimi- del trabajo y de la conciencia de las muje-
nar cualquier tipo de control que los traba- res. Para este autor, los factores determi-
jadores pudiesen ejercer sobre el proceso nantes de estos procesos se orientan en tres
de producción, a partir de la directa progra- ejes: 1. Los cambios tecnológicos en la
mación de instrucciones precisas en la pro- reproducción de la especie humana, con
pia máquina, que las cumplirá al pie de la todo lo que esto implica. Ahora, por ejem-
letra» (Rifkin, 1997, pág. 220). Y, más ade- plo, una mujer puede decidir por convertir-
lante, «el cambio de las tablillas de produc- se en madre sin la implicación del hombre-
ción a la programación a través de ordena- padre. En este sentido, el deseo puesto en
dores ha alterado profundamente las rela- juego en la maternidad adquiere unas con-
ciones entre trabajo y trabajadores. En la notaciones diferentes y, en cierto sentido,
actualidad un gran número de éstos actúan inquietantes. 2. El ascenso de una econo-
tan sólo como observadores, incapaces de mía informacional global. 3. El vigoroso
participar o de intervenir en el proceso de empuje de la lucha de las mujeres y de un
producción» (Rifkin, 1997, pág. 220). Nos movimiento feminista multifacético. La
encontramos, por tanto, ante una nueva ver- mujer ha dejado de tener un lugar pasivo en
sión de la alienación: la que viene determi- la estructura social y se ha colocado en
nada por las nuevas tecnologías de la infor- otro, de mucho mayor poder frente al hom-
mación. Pero, además, para el hombre de la bre, a partir del cual ha podido cuestionar la
postmodernidad el trabajo ha dejado de ser legitimidad del dominio del hombre como
lo que durante siglos ha sido: una seña de proveedor de la familia. Ahora la mujer
identidad. Ya no se puede responder a pre- aporta tanto o más que el hombre. En con-
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secuencia, las bases de las negociaciones encuentro sexual fecundante. Disocia la


entre unos y otras han cambiado radical- paternidad sexual de la procreación; se pro-
mente. Por otro lado, los profundos avances duce entonces una desaparición del efecto
en el campo de la reproducción de la espe- mágico de la parte simbólica del deseo
cie humana (contracepción, reproducción sexual masculino en su palabra de amor y,
asistida y, finalmente, ingeniería genética) reducido el hombre al semen, su deseo
están otorgando a la mujer y a la sociedad sexual queda descartado de la causa pro-
un control creciente sobre la oportunidad y creadora y amputado de sus consecuencias
frecuencia de los embarazos (Castells, potenciales en la filiación. Hoy en día no es
1997). Esto también ha cambiado drástica- la mujer sino el cuerpo femenino el tenido
mente las bases de las negociaciones. por responsable de la procreación, y la
Estamos, por tanto, ante la crisis de la fami- demanda de un hijo asume la forma de una
lia patriarcal, esto es, frente al debilita- demanda de satisfacción de una necesidad
miento de un modelo de familia basado en que utiliza el cuerpo como máquina de
el ejercicio estable de la autoridad del hom- hacer bebés. Muchos se plantean, en este
bre sobre toda la familia. contexto, si lo que va a poner la familia
Ello tiene una serie de correlatos. En pri- patas arriba no va a ser esta «revolución
mer lugar, la disolución de los hogares de tecnológica» en el campo de la reproduc-
parejas casadas, ya sea por divorcio o por ción humana. Las mujeres participan del
separación. En segundo lugar, el retraso en lenguaje de la medicina, se prestan a él,
la formación de nuevas parejas así como la pero callan. Y es este silencio el que resul-
vida en común sin matrimonio, lo que con- ta inquietante.
lleva el debilitamiento de la autoridad
patriarcal. En tercer lugar, el surgimiento
de una variedad creciente de estructuras de Las nuevas demandas en salud mental
hogares unipersonales. Por último, la entra-
da en crisis de los patrones sociales de En este contexto de transformaciones
reemplazo generacional. En este sentido sociales los parámetros de la psicopatología
puede afirmarse que la reproducción bioló- presentan, también, cambios importantes
gica de la especie humana queda asegura- caracterizados por la aparición de nuevas
da; sin embargo, ello tiene lugar fuera de la problemáticas, término que no hay que asi-
estructura familiar tradicional. El punto milar al de «nuevas patologías» o «nuevas
más crítico, a mi parecer, radica en lo enfermedades mentales», como suele ser
siguiente: las mujeres dan a luz hijos para habitual ya en ciertos círculos poco riguro-
ellas solas. Surge entonces la pregunta sos en sus discursos4. Antes de entrar en su
sobre el sentido de ese «para ellas solas».
¿Cuál es el lugar que ocupa el hombre en 4 Bajo el epígrafe de nuevas patologías se englo-
todo esto? Chatel (1996) es contundente al ban todo un conjunto de trastornos psicopatológicos
afirmar que «los hombres se encontraron como las ludopatías, las nuevas adicciones, la anore-
en segundo plano» (Chatel, 1996, pág. 55). xia y la bulimia, etc. Con este proceder se da catego-
ría de nuevo a todo aquello que supone la aparición en
Esta autora sostiene que la nueva lógica de la escena de un nuevo objeto (el objeto «juego» en el
la reproducción medicalizada afecta al caso de las ludopatías, el objeto «comida» en el caso
punto preciso que encarna el hombre en el de los trastornos de la alimentación, etc.) como si éste
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estudio puede resultar útil resaltar sus carac- función de la palabra en la cura se halla
terísticas principales, esto es, aquello que limitada» (Galende, 1997, pág. 22).
constituye su común denominador. Galende Creo que estas palabras de Galende ilus-
(1997) nos ofrece un análisis del problema: tran de manera precisa aquello que la prác-
«Este (abordaje terapéutico) muestra tica del día a día en los dispositivos de
que ciertas dificultades del tratamiento son Salud Mental nos muestra. En efecto, los
comunes a manifestaciones sintomáticas individuos se presentan con problemáticas
muy diversas: estas personas presentan complejas, que comportan dificultades
dificultades con la representación de la notables en su cotidianeidad tanto en el
palabra en general, mostrando un pensa- ámbito laboral como en el social y familiar.
miento operatorio que es índice de sus difi- A menudo estas personas han acudido a
cultades para la reflexión, y que suele diversas consultas médicas y/o a servicios
acompañarse de una dominancia de sus de urgencia buscando una respuesta médi-
conflictos actuales con la realidad, los que ca a un conflicto psíquico en tanto que sus
ocupan toda su vida psíquica, empobre- malestares se manifiestan –de forma predo-
ciendo notablemente su capacidad asociati- minante– a través del cuerpo. Son pacientes
va, sus relaciones con el pasado, como si se que son sometidos a numerosas pruebas de
tratara de una memoria que no parece tanto laboratorio y de diagnóstico por la imagen.
deformada por el pasado (como en los neu- Scaners, resonancias magnéticas, determi-
róticos), sino congelada por el presente nación de anticuerpos, antígenos (acompa-
vivencial, sin capacidad de formular sus ñantes de los anticuerpos), niveles de coles-
relaciones con la historia; una dificultad terol y de triglicéridos, pruebas de función
que se extiende a sus vínculos cotidianos renal y hepática, etc. Y todo ello para aca-
con los otros, como si sufrieran un impedi- bar escuchando que todo ha resultado nor-
mento de todos sus investimientos libidina- mal y que, por consiguiente, hay que bus-
les; una tendencia al pasaje al acto, correla- car el problema en otro lado. Es el momen-
tiva de sus dificultades para un pensamien- to del diagnóstico por exclusión: si se ha
to reflexivo, que los lleva a buscar, y a descartado que el problema sea de origen
requerir del otro, de un modo compulsivo, orgánico es que es de origen psíquico, es un
respuestas prácticas e inmediatas, configu- problema para los de Salud Mental. Vemos,
rando con frecuencia un rasgo de carácter entonces, que a Salud Mental muchas veces
pragmático y operatorio, una actitud super- se llega a través de la vía del descarte.
ficial y una cierta forma banal de asumir su Notable recorrido que da cuenta de un inso-
existencia. Bajo estos rasgos subjetivos, la portable.
A todo ello hay que añadir la actitud, la
posición del sujeto que acude a consultar.
constituyese una razón de peso para establecer una
nueva categoría nosológica. De esta forma, a más Éste, en general, llega al dispositivo de
objetos, más categorías nosológicas. Se olvida abordar Salud Mental en unas condiciones más bien
el estudio de lo que estos objetos suponen, esto es, la precarias. Exigirá una explicación rápida y
relación que el sujeto establece con ellos. Así, la ano- lo hará, a menudo, desde una posición pasi-
rexia mental constituye un problema que puede res-
ponder a diferentes mecanismos psicopatológicos por
va, la de aquel que espera que sea el otro, el
lo que las categorías habrían de ser definidas a partir profesional, el que haga todo el trabajo.
de estos mecanismos y no a partir del resultado final. Así, una paciente me pidió –después de
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contarme en unos diez minutos lo que le que los que han sido diseñados. Como
ocurría– que le preguntara cosas ya que ella señalaba X. Bru de Sala5, vivimos en la
ya me lo había dicho todo. Muchas veces el sociedad más drogodependiente de la histo-
sujeto llega a Salud Mental con la misma ria. Basta un ligero temblor de manos, una
actitud que el cliente de un supermercado mínima irritabilidad, un par de horas de
–no es por casualidad que ahora se hable de insomnio al mes o una actitud algo cabiz-
clientes o usuarios en lugar de pacientes. baja, para que el entorno familiar, social y
Mira, compara y elige. Y si el producto no profesional obligue a tomar ansiolíticos o
le acaba de satisfacer, reclama. Obvia- antidepresivos. El malestar psíquico se ha
mente, estas actitudes se articulan con otras medicalizado –psiquiatrizado– hasta el
procedentes de los denominados «agentes punto de que cualquiera de sus diversas
proveedores», es decir, los dispositivos, los manifestaciones se convierte –automática-
cuales se afanan, en ocasiones, en entrar en mente– en síntoma social. Es así como la
la escena del mercado con productos a tristeza se ha convertido en depresión (en
medida de los clientes. Es así como surgen consecuencia: debe ser tratada) o la timidez
clínicas para el tratamiento específico de en una inhibición en las relaciones sociales
los trastornos de la alimentación, o de las (también debe ser tratada). Se olvida con
ludopatías, o de los adictos a sectas, o clí- ello que el malestar forma parte inherente
nicas específicas para docentes; sin olvidar de la vida y que sólo en contadas ocasiones
los protocolos ad hoc. Se establecen así –aquellas en las que surge el síntoma sub-
algorritmos que relacionan –mediante sis- jetivo– procede tratarlo. Puede que todo
temas de correspondencias matemáticas– ello se articule con el nuevo modelo de
los diversos elementos implicados en el sujeto surgido en las postrimerías de nues-
asunto: los clientes –los síntomas– las tro siglo.
enfermedades/trastornos –los protocolos– En efecto, como nos señala Bruckner
las clínicas específicas. El problema surge (1996), se produce hoy en día, en Occiden-
cuando las correspondencias fallan, cuando te, un nuevo modelo humano, «mezquino,
los hechos no se ajustan a lo previsto, cuan- canijo, y que se define por el consentimien-
do los síntomas no se corresponden con las to a su debilidad, la afición a renegar de sí
categorías establecidas o bien cuando no mismo, a retirarse de la vida» (Bruckner,
obedecen a los tratamientos específicos. Es 1996, pág. 144). Hay dos maneras, añade
entonces cuando aparece la frustración y la
decepción, cuando hay que apelar a nuevos 5 Se trata de un artículo publicado en el diario El
modelos psicobiológicos y a nuevos dispo- País, el día 27 de febrero de 1999. En dicho artículo
sitivos específicos, en un nuevo mundo en Bru de Sala se preguntaba si existía una línea roja que
separara las drogas mitigadoras de la infelicidad y el
el que el sujeto puede entregarse a su dolor de las drogas estimuladoras del placer de vivir.
pasión de no saber nada acerca de su La respuesta a la pregunta era afirmativa: «Sin duda,
malestar. Es la cultura clínica de la irres- pero siempre a partir de su consideración social. A las
ponsabilidad. primeras se las considera imprescindibles, mientras
Es en este marco de relación entre los que las otras son enemigas de la humanidad aunque
sean las mismas. Por eso el Prozac es gratis, el alcohol
clientes y los profesionales como surgen y la nicotina están gravados con impuestos especiales,
los psicofármacos, ocupando un lugar que, y el resto de drogas placenteras debe refugiarse en la
a menudo, va mucho más allá de los fines clandestinidad».
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Bruckner, de tratar un fracaso amoroso: o del aumento de personas que en el terreno


bien imputándoselo a uno mismo o bien de los vínculos de amor viven con soledad
acusando a un tercero, designando a un res- sus relaciones transitorias y ambiguas.
ponsable empeñado en nuestra pérdida. En Y, dentro del marco específico del
el primer caso uno se otorga un medio para malestar psicosomático, nos encontramos
superar el fracaso. En el segundo, uno se con pacientes que presentan diversas
condena a repetirlo echando la culpa a otro. modalidades de problemas centrados en el
Es así como se nos aparece este nuevo cuerpo, trastornos que suelen aparecer de
modelo de sujeto –víctima e inocente– in- pérdidas narcisistas, por ejemplo, duelos
capaz de afrontar un sufrimiento verdadero. por la pérdida de un ser querido, fracasos
Es así como este sujeto entra en una espe- amorosos, decepciones laborales, pérdidas
cie de onanismo mental, no distinguiendo de patrimonio, etc. Muy probablemente
entre lo transformable, que depende única- estos fenómenos orienten a establecer unas
mente de su voluntad, y lo inmutable, que equivalencias entre trastornos psicosomáti-
no depende de ella. Es así como nuestro su- cos y estados depresivos. Se trata de indivi-
jeto –infantilizado– vive todas sus adversi- duos que consiguen anular toda vivencia de
dades como una sentencia ineluctable del duelo a través de los síntomas somáticos.
destino. Es la fórmula almodovariana de Dicho de otra manera, el dolor del cuerpo
«qué he hecho yo para merecer esto». Este permite salvaguardarlos del dolor psíquico.
sujeto goza del displacer de sus síntomas y Parecería, por tanto, que entre el grado
coloca su origen en otro lugar, que tiene a de libertad que ha llegado a alcanzar el
«nina» como sufijo. Se hace así irresponsa- hombre postmoderno y su capacidad para
ble y exige al profesional la prescripción de asumirla se ha establecido un desajuste for-
una substancia que le libere de sus males tísimo que le ha llevado a posiciones de
olvidando su propia implicación en ellos. infantilismo y victimización, las dos ver-
En este marco de nueva subjetividad tientes de la tentación de la inocencia,
aparecen nuevas demandas en salud men- como nos recuerda Bruckner.
tal. Muchos autores advierten que los sínto- A modo de conclusión, la Salud Mental
mas están cambiando. Se trata, como ya se en el siglo XXI presenta interrogantes y
ha avanzado antes, de nuevas adicciones, enigmas inquietantes, no fáciles de asumir
de formas de anorexia y de bulimia en las frente a los cuales nos sentimos más frági-
cuales los cuidados del cuerpo se someten les que nunca. Ahora bien, siempre nos
a modelos estéticos que niegan las necesi- queda recordar que el reconocimiento de la
dades biológicas. Se trata de manifestacio- fragilidad de cada uno no ha de matar el
nes que se presentan en el tratamiento espíritu de la resistencia.
como una pura mortificación corporal.
También se encuentran disfunciones sexua-
BIBLIOGRAFÍA
les temporales, compulsiones de consumo
o de viajar, sentimientos de vacío, de indi- (1) BRU DE SALA, X., «Psicofármacos y
ferencia al otro, quejas hipocondríacas. psicotrópicos», El País, 27-2-1999, p. 4.
Encontramos también actitudes de descon- (2) BRUCKNER, P., La tentación de la ino-
fianza hacia toda forma de vínculo, sobre cencia, Barcelona, Anagrama, 1996. pp. 144-
todo en la pareja. Todo ello como correlato 148.
(138) 702 J. Moya
DEBATES E INFORMES

(3) CHATEL, M.-M., El malestar en la pro- (6) FREEMAN, C.; NELSON, R.; SILVERBERG,
creación, Buenos Aires, Nueva visión, 1996, pp. G.; SOETE, L. (eds.), Techical Change and
53-119. Economic Theory, Londres, Pinter, 1988, p. 10.
(4) CASTELLS, M., La era de la informa- (7) GARCÍA DE SOLA, P., «El consumidor
ción, Vol. 1, La sociedad red, Madrid, Alianza, del 2025», El País [Negocios], 12-10-1997, p.
1997, pp. 27-92. 39.
(5) CASTELLS, M., La era de la informa- (8) RIFKIN, J., El fin del trabajo, Barcelona,
ción, Vol. 2. El poder de la identidad, Madrid, Paidós, 1997, pp. 219-236.
Alianza, 1997, pp. 159-269.

** Josep Moya i Ollé, Psicoanalista, Psiquiatra, Director del Servicio de Salud Mental del «Hospi-
tal de Sabadell».
** Correspondencia: Josep Moya i Ollé, c/ Raval Mas, 8, 2.ª, 08629 Torrella de Llobregat (Barce-
lona).
** Fecha de recepción: 21-V-1999.

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