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SER TERAPEUTA
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El ser terapeuta es una profesión muy antigua la palabra viene del griego y esta de una
raíz anatolia, theraps, que significa Servir, Cuidar. Un terapeuta es una persona que se
pasa la vida ejerciendo la función de escuchar, lo que lo ubica cerca de los chamanes, los
médicos y los sacerdotes. Pero a su vez hay muchas cosa que los diferencian de ellos.
El libro nos habla sobre cómo podemos ser buenos terapeutas para entender y saber
escuchar y ayudar a las personas cuando acuden a una terapia psicológica.
En este libro el lector encontrara una gran variedad de situaciones que se hacen parte de
la cotidiano de quien escoge esta profesión se encuentra con dificultades, éxitos,
fracasos, frustraciones, sorpresas y malos entendidos.
Un terapeuta sabe, y debe saber, muchas cosas: sabe cómo puede evolucionar un
determinado trastorno y conoce qué debe hacer para encauzar esa evolución en una
dirección determinada. Sabe cuáles son los riesgos de cada una de sus intervenciones.
Interpretación
La interpretación (sobre lo que el consultante dice, lo que expresa, lo que siente y lo que
calla) es el instrumento fundamental de la terapia, no importa cuál sea la orientación
teórica del terapeuta. Lo que variará será la forma de interpretación que se utilice, el
grado de inferencia a partir de lo expresado por el consultante, y el momento de hacerla.
Hermenéuticamente hablando, se interpreta porque se ha escuchado, y se escucha para
interpretar.
Prejuicios
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humildemente mi error. Mis prejuicios se refieren a rasgos que considero permanentes e
inalterables, y el objetivo de la terapia es, siempre, modificar algo
Los procesos terapéuticos se inician cuando alguien toma la decisión de asistir a una
terapia y puede ser por teléfono a sí que el primer contacto real con el sujeto es cuando
entra al consultorio.
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Cuando se trata de clasificar las situaciones que llevan a las personas a consultar un
terapeuta, se observa que hay varias maneras de categorizar por ejemplo, por tipo de
problema (“patología”), por tipo de situación (individual, de pareja, de familia), o por tipo
de estrategia terapéutica empleada.
El éxito
Los fracasos
El fracaso y la frustración hacen parte de la vida de todos los humanos y, aun cuando
vivimos en un momento de la historia en el que todo lo que signifique dolor, derrota o
equivocación tiene una connotación de “despreciable”, la realidad es que todas esas
situaciones que cité son fuentes fundamentales de aprendizaje, de desarrollo personal, de
crecimiento como seres humanos.
Los errores Caso Lucía: no hay teoría solo casos en donde se cometió errores.
El mundo de la pareja
Todos los terapeutas que trabajan con adultos reciben un número importante de casos de
parejas en dificultades; los motivos son innumerables: dificultades econó- micas,
decepción a nivel sexual, o intelectual, o afectivo, aparición de otras personas, celos, los
hijos, el trabajo, el auto, la nueva casa, la suegra, los olores, la falta de proyectos
comunes… En realidad la lista es casi infinita. Se dice que la pareja está en crisis. Yo no
lo creo así, lo que está en crisis es la relación matrimonial tradicional y todo lo que implica.
El mundo gay
Es necesario distinguir dos categorías en este caso: la de quienes consultan porque
tienen ansiedades o temores de tipo homosexual, y la de quienes tienen como una de sus
características el ser homosexuales, pero que consultan por otros motivos. Las primeras
son generalmente adolescentes o jóvenes que se descubren sintiendo atracción por
personas de su mismo sexo, y que se sienten atemorizadas debido a sus creencias, a la
forma como este tipo de noticia es recibido usualmente en las familias y en el círculo de
amigos, al concepto que tenían hasta ese momento de sí mismos y a sus expectativas
sobre el futuro; algunos de estos jóvenes son homosexuales y otros no, y el trabajo del
terapeuta consiste en aportar elementos que les permitan llegar a una conclusión más
certera, entender de manera clara lo que les está ocurriendo y asumir una línea de
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conducta que facilite su desarrollo y evolución como seres humanos. El segundo grupo es
mucho más importante, numéricamente hablando. Se trata de personas que se identifican
a sí mismas como homosexuales, que son conscientes de su pertenencia de sexo21 y
que no tienen ningún interés en cambiarlo: es decir, son hombres y mujeres que se
sienten y se saben hombres y mujeres, y así están bien; pero que sienten atracción,
preferencial o exclusiva por las personas de su mismo sexo.
Ser homosexual no es un vicio ni una virtud, es una condición que viven unas personas
que, en líneas generales, no tienen nada que las distinga de los otros mortales, excepto el
ser homosexuales. Hay homosexuales genios y homosexuales retardados men- 21 Evito
deliberadamente el uso erróneo de la palabra ‘género’, que es un anglicismo (de ‘gender’)
totalmente innecesario. En castellano la palabra ‘género’ se refiere a una categoría
gramatical que no tiene nada que ver con sexo. 210 Ser Terapeuta tales; los hay artistas
incomparables y ladrones insignificantes; personas llenas de sensibilidad y criminales
endurecidos. La homosexualidad no está relacionada con ninguna forma de patología
psicológica y, por ese motivo, hace más de 30 años salió de las clasificaciones
psiquiátricas
Las satisfacciones de poder ayudar y sus compensaciones inesperadas
No puedo negar que la principal razón por la cual me convertí en terapeuta es el inmenso
placer que produce ver que alguien resuelve un problema que le producía grandes
malestares y que ahora domina. Pero debo decir que hay otras compensaciones,
totalmente inesperadas, que acuden a la memoria en los momentos en los que uno siente
que la vida lo golpea injustamente.
Algunas situaciones extremas: la angustia del sida y las tensiones del secuestro
Estas personas comenzaban a luchar por reorganizar sus vidas, por retomar sus
actividades, por encontrar soluciones y por fortalecer sus vínculos con las personas más
cercanas; solo dos de ellas se hundieron en la depresión y el rechazo de su estado, pero
todas las otras enfrentaron la vida de nuevas formas, y muchas de ellas están
actualmente vivas y en buena salud. Y algo es completamente seguro: eso no ocurrió por
lo que yo hice, eso ocurrió porque ellas encontraron en sí mismas y en las personas que
las querían realmente, fuentes y razones para luchar, para seguir viviendo y para re-
significar sus existencias. Yo me limité a asegurarles un oído atento y un apoyo irrestricto
e incondicional. Tal vez algún día escriba con mayor detalle sobre esta experiencia, pues
conservo notas muy detalladas de todos los casos.
La ética terapéutica
Ningún terapeuta puede pretender que no sabía que algo de lo que hizo es éticamente
censurable, pues los códigos son de conocimiento público desde hace mucho tiempo. Hay
algunas faltas que son particularmente comunes y frecuentes, algunas de ellas muy
graves. Cito primero las menos destructivas, aun cuando todas son merecedoras de las
más rigurosas sanciones, puesto que ponen al descubierto una profunda deshonestidad:
1. Atribuirse títulos, experiencias o calificaciones que no son ciertas
2. Pretender falsamente haber participado en estudios, o tener publicaciones inexistentes
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3. Exigir formas de pago de los honorarios que permiten evadir impuestos dando
explicaciones retorcidas que son presentadas como un beneficio para el consultante
4. Hacer exigencias económicas desproporcionadas, aprovechándose del dolor, la
angustia, el temor y la indefensión de los consultantes
5. Crear vínculos de carácter sexual con los consultantes
6. Crear vínculo sexuales haciéndolos pasar por elementos constitutivos del tratamiento
7. Inducir a los consultantes a hacer algo en beneficio propio pero manipulando a la
persona para que crea que es en su propio beneficio.
El respeto a la ética es el alma de la terapia. Permitir deslizamientos, así sean ligeros, es
abrir la puerta a abusos que pueden provocar daños irreparables e imperdonables.
Lo que significa envejecer: aceptar que las cosas que son interesantes para casi todo el
mundo ya no le interesan a uno, y que son reemplazadas por otras que no interesan a
casi nadie.
Y si hay algo que sea claro es que, como les decía a sus estudiantes algún connotado
terapeuta estadounidense a finales del siglo pasado, “si ustedes no se sienten capaces de
cargar por lo menos a ratos parte del fardo que llevan sobre las espaldas sus
consultantes, es mejor que se dediquen a la contaduría”. Un terapeuta es una persona
que pasa su vida entera ejerciendo la función de escuchar, lo que lo ubica cerca de los
shamanes, los médicos (por lo menos de algunos) y de los sacerdotes. Pero, como vimos,
también hay muchas cosas que los diferencian de ellos.
Un terapeuta es una persona que, cuando mira hacia atrás y piensa en sus consultantes,
sabe que marcó a muchos y que muchos lo marcaron. Hombres, mujeres, adolescentes,
incluso niños. En ese sentido, puede sentirse orgulloso de haber ejercido una profesión
que maneja hilos invisibles pero no por ello menos poderosos; y reconoce, con modestia
auténtica, que, en algunas ocasiones, no sabía con precisión qué era lo que estaba
haciendo.
OTRO RESUMEN ACERCA DEL LIBRO
Augusto Pérez Gómez nos relata las anécdotas y casos que pueden catalogarse como
controversiales sobre las experiencias de ser terapeuta, los errores la satisfacción y sobre
todo el proceso de envejecer siento terapeuta, en done estamos en un círculo constante de
buscarnos y encontrarnos,en los diversos procesos terapéuticos a realizar, esta profesión
es una oportunidad excepcional de desarrollo personal y un oficio muy apasionante.
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óptimo. El saber escuchar es un elemento indispensable en cualquier terapeuta porque a
través de la escucha llegamos a tener una referencia, sobre lo que le acontece a nuestro
consultante donde se debe de ir descubriendo, construyendo y a mi opinión analizando el
relato para tener unoslineamientos más claro sobre lo que se debe realizar, llevando al
interlocutor a que se dé cuenta y sea el mismo quien analice o comprenda lo que dice.
La relación terapeuta consultante, es una relación en doble vía, pero en planos diferentes,
podemos proyectar una imagen o una apariencia hacia el consultante, una visión escasa y
general sobre nosotros mismos. La misión de nosotros es ayudar al otro olvidándonos de
nosotros mismos, nuestro consultante solo tiene la misión de ayudarse a sí mismo.