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INDICE

Capítulo 1: Ser terapeuta


 Saber escuchar
 La interpretación
 Los prejuicios
 Religiosidad versus espiritualidad
 ¿Quién es el terapeuta?

Capítulo 2: Los procesos


 El consultorio
 La primera entrevista
 ¿Qué espera el consultante?
 Tipos de casos
 Alberto: un caso imposible
 Graciela A.: un caso irritante
 Clara: los resultados inesperados
 Armando: las pequeñas sorpresas
 Sebastián: un caso difícil de explicar
 Juana: un caso sin metas precisas
 Los casos desagradables
 Santiago: las terapias largas
 Camilo: un caso... de película
 Los éxitos
 Los fracasos
 Ser Terapeuta
 Los conflictos con los consultantes
 Constanza: ser objeto o ser sujeto
 Las frustraciones
 Los errores

Capítulo 3: El mundo de la terapia


 El mundo de la pareja
 Julieta y Antonio: el desgaste de los celos
 Camila y Bernardo: lo que empieza mal
 El mundo gay
 Francisco: un personaje en busca de aventura
 Las satisfacciones de poder ayudar y Sus compensaciones inesperadas
 Algunas situaciones extremas:
 las angustias del sida y las tensiones del secuestro
 El mundo de las drogas
 La ética terapéutica
 A manera de cierre: el proceso de envejecimiento
RESUMEN LIBRO SER TERAPEUTA
Augusto Pérez Gómez

SER TERAPEUTA

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El ser terapeuta es una profesión muy antigua la palabra viene del griego y esta de una
raíz anatolia, theraps, que significa Servir, Cuidar. Un terapeuta es una persona que se
pasa la vida ejerciendo la función de escuchar, lo que lo ubica cerca de los chamanes, los
médicos y los sacerdotes. Pero a su vez hay muchas cosa que los diferencian de ellos.

El libro nos habla sobre cómo podemos ser buenos terapeutas para entender y saber
escuchar y ayudar a las personas cuando acuden a una terapia psicológica.

En este libro el lector encontrara una gran variedad de situaciones que se hacen parte de
la cotidiano de quien escoge esta profesión se encuentra con dificultades, éxitos,
fracasos, frustraciones, sorpresas y malos entendidos.

Se menciona también que el terapeuta al decorar su consultorio lo llena de diplomas lo


único que quiere es impresionar y dar una imagen de competencia.

El ser terapeuta es un oficio pero la experiencia se da de forma diferente a otros oficios y


de esa experiencia es de la que habla el libro. Adentrándose en las vidas de las personas
que este autor escucho a lo largo de 30 años encuentra que hay muchas veces cuerdas
de descenso niebla pero eso es lo que hace más interesante la búsqueda del camino.

Un terapeuta sabe, y debe saber, muchas cosas: sabe cómo puede evolucionar un
determinado trastorno y conoce qué debe hacer para encauzar esa evolución en una
dirección determinada. Sabe cuáles son los riesgos de cada una de sus intervenciones.

Interpretación

La interpretación (sobre lo que el consultante dice, lo que expresa, lo que siente y lo que
calla) es el instrumento fundamental de la terapia, no importa cuál sea la orientación
teórica del terapeuta. Lo que variará será la forma de interpretación que se utilice, el
grado de inferencia a partir de lo expresado por el consultante, y el momento de hacerla.
Hermenéuticamente hablando, se interpreta porque se ha escuchado, y se escucha para
interpretar.

Prejuicios

Es políticamente “incorrecto” tener prejuicios. En público se considera algo despreciable.


Pero, ¿quién no tiene prejuicios? Si hay algo que Carl Rogers aportó a la psicoterapia, fue
el concepto de que un terapeuta debe ser una persona auténtica y honesta: de manera
que me parece indispensable decir lo que sigue: yo tengo prejuicios, los conozco y los
acepto; y me siento bastante cómodo con ellos, y así seguiré hasta que alguien me
muestre que estoy equivocado. Si estoy equivocado, renunciaré a ellos y reconoceré

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humildemente mi error. Mis prejuicios se refieren a rasgos que considero permanentes e
inalterables, y el objetivo de la terapia es, siempre, modificar algo

Religiosidad versus espiritualidad

Un terapeuta puede no ser religioso, pero la dimensión espiritual en su vida sí que es


trascendente. De otra forma, su visión del mundo se reducirá a unas condiciones
materiales que lo harían un excelente candidato para trabajar en la bolsa de valores, pero
no en el mundo de sufrimiento y dolor de los humanos ordinarios. Un terapeuta puede o
no ser religioso, pero personalmente considero la religiosidad un problema por cuanto,
con frecuencia, las religiones dictan normas de forzoso cumplimiento sobre asuntos como
la sexualidad, el aborto, la infidelidad, las relaciones sexuales prematrimoniales, los roles
masculinos y femeninos, para solo mencionar unos pocos, todos ellos temas cotidianos
en el trabajo de un terapeuta. Resulta difícil imaginar que un terapeuta muy religioso no se
deje influir por sus propias creencias en el manejo de las situaciones que desencadenan
ansiedad y temor en sus consultantes

La primera entrevista siempre debe de ser la más importante de todo el proceso


terapéutico porque ocurren demasiadas cosas que no se pueden describir con exactitud y
pueden ser fundamentales.

Los procesos terapéuticos se inician cuando alguien toma la decisión de asistir a una
terapia y puede ser por teléfono a sí que el primer contacto real con el sujeto es cuando
entra al consultorio.

El consultorio psicológico es un lugar de escucha donde el sujeto puede expresar sus


sentimientos más profundos e íntimos. Pero también es una clara proyección de quien y
como lo acomoda o diseña es como una segunda casa del terapeuta y por ello habla de
quien lo habita.

En la primera entrevista el terapeuta como el consultante se hacen se hacen ideas de la


otra persona como si le gusta, tono de voz, forma de vestirse o expresarse ahí deciden si
continúan o no con la terapia, pero en esa primera entrevista el terapeuta a veces puede
hacer juicios inadecuados y por ello es importante mantener una cierta reserva antes de
llegar a una conclusión.

Lo que el consultante espera es ayuda para resolver un problema o problemas que no


puede resolver solo, con ayuda de un amigo, familiares. Médicos, abogados o sacerdotes.
Hay cosa básicas que los consultantes esperan como el que lo escuchen que lo ayuden a
entender lo que pasa con el quieren a su lado a un guía que los oriente y que cuando
termine el proceso de terapia se sienta mejor y su vida cambie

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Cuando se trata de clasificar las situaciones que llevan a las personas a consultar un
terapeuta, se observa que hay varias maneras de categorizar por ejemplo, por tipo de
problema (“patología”), por tipo de situación (individual, de pareja, de familia), o por tipo
de estrategia terapéutica empleada.

El éxito

El éxito terapéutico no nos está esperando a la vuelta de la esquina. En realidad,


como es el caso de todo lo importante en la vida, es el resultado de largos procesos de
reflexión, de escucha, de análisis, de lecturas, incluso de confrontaciones de puntos de
vista con otros profesionales. Pero es precisamente eso lo que lo convierte en un campo
lleno de atractivos, y lo que justifica un prolongado entrenamiento más allá del título de
pregrado.

Los fracasos
El fracaso y la frustración hacen parte de la vida de todos los humanos y, aun cuando
vivimos en un momento de la historia en el que todo lo que signifique dolor, derrota o
equivocación tiene una connotación de “despreciable”, la realidad es que todas esas
situaciones que cité son fuentes fundamentales de aprendizaje, de desarrollo personal, de
crecimiento como seres humanos.

Los errores Caso Lucía: no hay teoría solo casos en donde se cometió errores.
El mundo de la pareja
Todos los terapeutas que trabajan con adultos reciben un número importante de casos de
parejas en dificultades; los motivos son innumerables: dificultades econó- micas,
decepción a nivel sexual, o intelectual, o afectivo, aparición de otras personas, celos, los
hijos, el trabajo, el auto, la nueva casa, la suegra, los olores, la falta de proyectos
comunes… En realidad la lista es casi infinita. Se dice que la pareja está en crisis. Yo no
lo creo así, lo que está en crisis es la relación matrimonial tradicional y todo lo que implica.

El mundo gay
Es necesario distinguir dos categorías en este caso: la de quienes consultan porque
tienen ansiedades o temores de tipo homosexual, y la de quienes tienen como una de sus
características el ser homosexuales, pero que consultan por otros motivos. Las primeras
son generalmente adolescentes o jóvenes que se descubren sintiendo atracción por
personas de su mismo sexo, y que se sienten atemorizadas debido a sus creencias, a la
forma como este tipo de noticia es recibido usualmente en las familias y en el círculo de
amigos, al concepto que tenían hasta ese momento de sí mismos y a sus expectativas
sobre el futuro; algunos de estos jóvenes son homosexuales y otros no, y el trabajo del
terapeuta consiste en aportar elementos que les permitan llegar a una conclusión más
certera, entender de manera clara lo que les está ocurriendo y asumir una línea de

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conducta que facilite su desarrollo y evolución como seres humanos. El segundo grupo es
mucho más importante, numéricamente hablando. Se trata de personas que se identifican
a sí mismas como homosexuales, que son conscientes de su pertenencia de sexo21 y
que no tienen ningún interés en cambiarlo: es decir, son hombres y mujeres que se
sienten y se saben hombres y mujeres, y así están bien; pero que sienten atracción,
preferencial o exclusiva por las personas de su mismo sexo.
Ser homosexual no es un vicio ni una virtud, es una condición que viven unas personas
que, en líneas generales, no tienen nada que las distinga de los otros mortales, excepto el
ser homosexuales. Hay homosexuales genios y homosexuales retardados men- 21 Evito
deliberadamente el uso erróneo de la palabra ‘género’, que es un anglicismo (de ‘gender’)
totalmente innecesario. En castellano la palabra ‘género’ se refiere a una categoría
gramatical que no tiene nada que ver con sexo. 210 Ser Terapeuta tales; los hay artistas
incomparables y ladrones insignificantes; personas llenas de sensibilidad y criminales
endurecidos. La homosexualidad no está relacionada con ninguna forma de patología
psicológica y, por ese motivo, hace más de 30 años salió de las clasificaciones
psiquiátricas
Las satisfacciones de poder ayudar y sus compensaciones inesperadas
No puedo negar que la principal razón por la cual me convertí en terapeuta es el inmenso
placer que produce ver que alguien resuelve un problema que le producía grandes
malestares y que ahora domina. Pero debo decir que hay otras compensaciones,
totalmente inesperadas, que acuden a la memoria en los momentos en los que uno siente
que la vida lo golpea injustamente.
Algunas situaciones extremas: la angustia del sida y las tensiones del secuestro
Estas personas comenzaban a luchar por reorganizar sus vidas, por retomar sus
actividades, por encontrar soluciones y por fortalecer sus vínculos con las personas más
cercanas; solo dos de ellas se hundieron en la depresión y el rechazo de su estado, pero
todas las otras enfrentaron la vida de nuevas formas, y muchas de ellas están
actualmente vivas y en buena salud. Y algo es completamente seguro: eso no ocurrió por
lo que yo hice, eso ocurrió porque ellas encontraron en sí mismas y en las personas que
las querían realmente, fuentes y razones para luchar, para seguir viviendo y para re-
significar sus existencias. Yo me limité a asegurarles un oído atento y un apoyo irrestricto
e incondicional. Tal vez algún día escriba con mayor detalle sobre esta experiencia, pues
conservo notas muy detalladas de todos los casos.
La ética terapéutica
Ningún terapeuta puede pretender que no sabía que algo de lo que hizo es éticamente
censurable, pues los códigos son de conocimiento público desde hace mucho tiempo. Hay
algunas faltas que son particularmente comunes y frecuentes, algunas de ellas muy
graves. Cito primero las menos destructivas, aun cuando todas son merecedoras de las
más rigurosas sanciones, puesto que ponen al descubierto una profunda deshonestidad:
1. Atribuirse títulos, experiencias o calificaciones que no son ciertas
2. Pretender falsamente haber participado en estudios, o tener publicaciones inexistentes

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3. Exigir formas de pago de los honorarios que permiten evadir impuestos dando
explicaciones retorcidas que son presentadas como un beneficio para el consultante
4. Hacer exigencias económicas desproporcionadas, aprovechándose del dolor, la
angustia, el temor y la indefensión de los consultantes
5. Crear vínculos de carácter sexual con los consultantes
6. Crear vínculo sexuales haciéndolos pasar por elementos constitutivos del tratamiento
7. Inducir a los consultantes a hacer algo en beneficio propio pero manipulando a la
persona para que crea que es en su propio beneficio.
El respeto a la ética es el alma de la terapia. Permitir deslizamientos, así sean ligeros, es
abrir la puerta a abusos que pueden provocar daños irreparables e imperdonables.

A manera de cierre: el proceso de envejecimiento

Lo que significa envejecer: aceptar que las cosas que son interesantes para casi todo el
mundo ya no le interesan a uno, y que son reemplazadas por otras que no interesan a
casi nadie.
Y si hay algo que sea claro es que, como les decía a sus estudiantes algún connotado
terapeuta estadounidense a finales del siglo pasado, “si ustedes no se sienten capaces de
cargar por lo menos a ratos parte del fardo que llevan sobre las espaldas sus
consultantes, es mejor que se dediquen a la contaduría”. Un terapeuta es una persona
que pasa su vida entera ejerciendo la función de escuchar, lo que lo ubica cerca de los
shamanes, los médicos (por lo menos de algunos) y de los sacerdotes. Pero, como vimos,
también hay muchas cosas que los diferencian de ellos.
Un terapeuta es una persona que, cuando mira hacia atrás y piensa en sus consultantes,
sabe que marcó a muchos y que muchos lo marcaron. Hombres, mujeres, adolescentes,
incluso niños. En ese sentido, puede sentirse orgulloso de haber ejercido una profesión
que maneja hilos invisibles pero no por ello menos poderosos; y reconoce, con modestia
auténtica, que, en algunas ocasiones, no sabía con precisión qué era lo que estaba
haciendo.
OTRO RESUMEN ACERCA DEL LIBRO
Augusto Pérez Gómez nos relata las anécdotas y casos que pueden catalogarse como
controversiales sobre las experiencias de ser terapeuta, los errores la satisfacción y sobre
todo el proceso de envejecer siento terapeuta, en done estamos en un círculo constante de
buscarnos y encontrarnos,en los diversos procesos terapéuticos a realizar, esta profesión
es una oportunidad excepcional de desarrollo personal y un oficio muy apasionante.

En el libro se expresan y abordan abiertamente temas como el fracaso, el saber escuchar,


¿Qué es un terapeuta? Terapia y sobre todo una diversidad de casos que nos servirán para
nuestra formación y saberes previos, porque a pesar de dar todo denosotros y de nuestros
conocimiento puede llegar a pasar que el resultado de una terapia no sea el esperado o el

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óptimo. El saber escuchar es un elemento indispensable en cualquier terapeuta porque a
través de la escucha llegamos a tener una referencia, sobre lo que le acontece a nuestro
consultante donde se debe de ir descubriendo, construyendo y a mi opinión analizando el
relato para tener unoslineamientos más claro sobre lo que se debe realizar, llevando al
interlocutor a que se dé cuenta y sea el mismo quien analice o comprenda lo que dice.

Las complejidades y el reto de ser terapeuta se va adquiriendo con el paso de la práctica,


del tiempo y ante todo de prepararse o saber los lineamientos básicos, “se aprende a
manejar la escucha. Se aprende a manejar la voz. Se aprende como decirciertas cosas. Se
aprende a discernir cuando es pertinente preguntar, afirmar, parafrasear o PERMANECER
EN SILENCIO”. Básica y generalmente el trabajo de un terapeuta es la interpretación, pero
esta puede ser correcta o incorrecta con resultados inesperados si se presentan en
momentos inadecuados o una luz que le permite al consultante entender algo que no había
considerado.

Nuestro trabajoterapéutico consiste en la exploración en busca de sentido = Espeleología


Psicológica, que es la exploración de cavernas oscuras y profundas dentro del ser humano.
Esto se realiza con el consultante y primordialmente con nosotros mismos, para saber y
conocer cuáles son nuestras reacciones humanas ante un consultante o lo que nos expone,
de la mano de esto entran los perjuicios que tienen las personas que nosbuscan y los
propios que tenemos, como lo expuso Carl Rogers, un terapeuta debe ser una persona
autentica y honesta; en donde el terapeuta tenga una capacidad de reconocer ante sí mismo
lo que siente y piense, sin necesidad de compartirlo y volver el consultorio un lugar de
debates intelectuales. Y dentro de esto va de la mano la religiosidad y la espiritualidad, lo
importante de este capítulo esel ser espiritual que trasciende porque es un campo rico y
enriquecedor de la experiencia humana, todos tenemos derecho a creer o no en una
dimensión religiosa, pero nosotros los terapeutas, no tenemos ningún derecho en compartir
o imponer nuestras creencias.

La relación terapeuta consultante, es una relación en doble vía, pero en planos diferentes,
podemos proyectar una imagen o una apariencia hacia el consultante, una visión escasa y
general sobre nosotros mismos. La misión de nosotros es ayudar al otro olvidándonos de
nosotros mismos, nuestro consultante solo tiene la misión de ayudarse a sí mismo.

Augusto Pérez, hace la recomendación de que si somos conscientes de nuestras


capacidades y lo arduo y cansado que puede llegar a ser terapeuta nunca debemos de ver
más de seis personas por día. En la primera entrevista se marca un cuadro de referencia o
nos hacemos a una idea que abra que explorar he indagar más en las próximas sesiones,
tratando de liberarnos de prejuicios sobre el consultante y enfocarnos en los pequeños
detalles que surgen.

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