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La clase indígena y la “moderna” en la actualidad

Actualmente en nuestro país, las clases sociales aún están presentes. Cada una
vive y goza de una realidad diferente a la otra; dentro de estas clases se encuentra la
clase indígena, la cual, vive su propio mundo. Sin embargo, al suceder un encuentro de
clases (la “moderna” y la indígena) esta ultima es vista de una mala manera por la
contraria, en donde, se le considera una raza inferior a la del resto por todo lo que los
caracteriza. Dentro de los motivos más comunes de discriminación que se hace a la
clase indígena está la lingüística, la cual, se ha vuelto algo habitual entre nosotros.
Todo lo antes mencionado, es causado por el encuentro entre dos mundos, mundos,
que son completamente diferentes. Debemos comprender que cada uno tiene un
pensamiento y forma de vivir muy ajeno al otro, pero, esto no es motivo ni mucho
menos justificación de existencia alguna de discriminación, debido, a que la clase
indígena es la que verdaderamente representa a nuestra nación , representa nuestros
orígenes, es nuestro deber como peruanos protegerla y velar por la convivencia pacífica
entre ambos “mundos”, muchos dicen que es imposible debido a la gran diferencia que
tenemos ambos, esta es una creencia falaz, ya que, su coexistencia en el Perú no está
lejos de ser posible, tal y como voy a demostrar en el siguiente ensayo.
Para empezar, los grupos indígenas son parte de nuestra historia y de la
variedad cultural. De acuerdo con la ONU la población indígena mundial se compone de
más de 370 millones de personas, contamos con más de 5000 grupos étnicos. A pesar
de que sólo representa el 5% de la población mundial, su aportación a la cultura no se
puede calcular. Cada uno de ellos nos aporta lenguas, tradiciones costumbres, formas
de vestir, de comer y pensar únicas. Sus conocimientos ancestrales contribuyen a la
adaptación entre el cambio climático de modo que ellos nos enseñan a respetar nuestra
tierra, nuestro territorio, nuestro medio ambiente; nos recuerdan que la tierra es vida y
que siempre hay que tener presente la armonía entre la humanidad y la naturaleza.
Forman parte del mosaico socio-cultural que nos da identidad y pluralidad. Sin ellos
nuestra riqueza cultural sería escasa y limitada. “Fui un niño y un adolescente muy
sensible, a tal punto que no he dejado de ser ni el uno ni el otro. Escribí porque
deseaba dar testimonio del mundo que tan intensamente conocía: un mundo injusto, de
atroz crueldad. Como me crie entre sirviente indios semiesclavos y tuve la fortuna de
alternar con comuneros familiares pero fuertes, la naturaleza de esas gentes a las que
ame y amo con todas mis fuerzas, porqué ellos también me amaron así, la naturaleza
de esas gentes me conformo y soy incapaz de entender bien ciertas y menos de
concebir ciertas sutilezas” (Arguedas, 1959, p. 70). Es lamentable el nivel de rechazo y
menosprecio que sufren los grupos étnicos a lo largo de su historia. ¿Ser diferente tiene
algo de malo? Para mí, el tener una forma de vestir, hablar y el pensar de una manera
distinta a la mayoría es parte de lo que nos distingue como humanos. Los prejuicios
erróneos no nos permiten ser justos con ellos, otorgándoles un trato desigual y
alejándoles las oportunidades necesarias para mejorar su calidad de vida.
Debemos ser conscientes de que en el Perú actual en el que vivimos, pese a que
el indio sigue siendo maltratado, alrededor del siglo XX este trato era muchísimo peor.
En estos tiempos el indio tenía un papel basado en el servicio absoluto a los de la
clase alta, sin derecho alguno, en donde pese a ser humillado e incluso torturado por
sus dueños, este no tenía motivo alguno de reclamo. El Perú lleva arrastrando una serie
de problemas estructurales desde hace siglos: La discriminación y la asimilación
cultural de los pueblos indígenas, y la incapacidad de construir un país multicultural
donde se pueda respetar y aprender de nuestras diferencias. “El Perú es un país tan
bello, tan profundo como cruel, en estos tiempos. Esta lucha bárbara me estimulaba
antes, me inspiraba: pero luego de unos problemas psíquicos muy duros que no pude
vencer, empecé a deprimirme y lo que antes me impulsaba hoy me desalienta. No en el
sentido de hacerme perder la fe sino biológicamente. La atroz niñez y adolescencia que
tuve crearon en mí ciertos principios perturbadores que se desarrollaron cuando mi
vitalidad fue fuertemente abatida por graves problemas personales” (Arguedas, 1962, p.
69). En las últimas décadas, el Perú ha empezado a tomar conciencia sobre las
condiciones de marginación de los pueblos indígenas, y se han establecido una serie
de iniciativas para el reconocimiento de sus derechos. En el ámbito internacional se
creo el Convenio 169 de la OIT, y se dio, en el ámbito nacional, la promulgación de la
Ley de Consulta a los Pueblos Indígenas. Estas tendencias y normativas están
acentuando el debate sobre las identidades indígenas y sobre quienes deben ser
contemplados por tales normas. “El Perú cambia, va rápido, a pesar de las trabas cada
vez más fuertes que quienes lo usufructúan desde la conquista le ponen delante. Los
elementos antiguos, prehispánicos y coloniales, los europeos que nos ayudaron a
romper el cascarón colonial: Francia especialmente, están ahora removidos por la
imposición masiva de lo norteamericano. Yo siento pavor ante esa avalancha que
cuenta con todos los medios imaginables. Mi novela es una descripción de está lucha a
través de la rivalidad de dos hermanos descendientes de antiguos terratenientes: El uno
pretende conservar por la fuerza lo que el llama “la pureza católica del indio”, el otro
una empresa minera y revuelve el pueblo con la invasión del mundo industrial. La lucha
de fondo de ambos enemigos es por los “colonos” de la Hacienda que ha quedado en
poder del conservador. Mi aspiración es mostrar las fuerzas principales que chocan, se
mezclan, crecen y crean al Perú moderno” (Arguedas, 1961, p. 72-73). Con todo lo
antes dicho, con todo lo que hemos cambiado nosotros, los peruanos, en estas últimas
décadas ¿Es imposible, en verdad, una convivencia igualitaria entre el mundo indígena
y moderno?
Por otro lado, la discriminación lingüística en el Perú se ha visto incrementada en
estos últimos años. Miles de indígenas en la ciudad de Lima se han visto envueltos en
constantes humillaciones por practicar su lengua nativa y la que verdaderamente los
define y hace únicos. Los mismos niños, que siguen el ejemplo de los adultos, se han
formulado el pensamiento de que el insultar y menospreciar esta lengua esta bien. Por
estas causas, el quechua, así como demás lenguas aborígenes peruanas, se han visto
reducidas en la práctica estos últimos años. Los mismos indígenas ahora se sienten
avergonzados de tan sólo siquiera hablar frente a los que no son sus semejantes con
su lengua nativa; se han visto obligados a aprender el castellano para poder
comunicarse con el resto de la sociedad sin ser discriminados. Los niños indígenas
ahora se niegan a aprender su lengua nativa por miedo al rechazo que puedan sufrir en
la sociedad, sociedad, que con su actitud e ignorancia, a creado está situación
lamentable. El quechua (por mencionar una, de las demás lenguas) es importante
porque ha permitido y permite en la actualidad la comunicación de miles de peruanos;
nos une al pasado y hace posible que nuestras costumbres y tradiciones perduren en el
tiempo. Nosotros como peruanos, tenemos la riqueza lingüística de hablar con nuestra
lengua nativa, el Quechua, idioma considerado en el artículo 48° de la Constitución
peruana de 1993, como idioma oficial del Perú; conjuntamente con el castellano, el
Aymara y demás lenguas aborígenes del Perú de las que nos debemos sentir
orgullosos, pues nos adentra al alma andina de nuestra nación y es la que nos hace
vibrar de emoción al escuchar la dulce cadencia de sus sonidos. Las piedras
enigmáticas del Cuzco, nos hacen meditar que nacimos en una tierra asombrosa,
fuerte, de mucho trabajo y esfuerzo, de disciplina e inteligencia. Así, los peruanos,
desacuerdo al inciso 19 del artículo 2° de la Constitución Política del Perú, tenemos
derecho a nuestra identidad étnica, cultural y a que el Estado reconozca y proteja la
pluralidad étnica y cultural de la nación. Si las lenguas indígenas se extinguen esto
significa que también perderemos la cultura de los hablantes de esa lengua y el
conocimiento de sus ancestros.
En conclusión, los indígenas son parte de nuestra herencia histórica que
nuestros antepasados nos han dejado y que ellos han conservado y transformado a
través de los años, pero que a pesar del paso del tiempo y de los cambios que han
sufrido, nos recuerdan de donde venimos y cuáles son nuestras raíces. No obstante no
tenemos que considerarlos como simples recuerdos de nuestro pasado; son parte de
nuestro presente, por ello es fundamental darnos el tiempo de aprender a valorarlos y
conocerlos, para así, garantizar un mejor futuro para todos.

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