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Isabel Emperatriz Gamarra Yumbato COD: 14241023

FEMINICIDIO EN EL PERÚ

El feminicidio es un problema sin la atención debida u oportuna en toda la geografía


universal, es un problema que rebasa desde luego las fronteras del Perú y américa, y que
ahí tiene características que afectan y preocupan enormemente a todos, hay toda una
tradición cultural o infra cultural para decirlo de otra manera, sobre este particular que ha
venido concibiendo durante siglos a la mujer como un sujeto de dominio, un subordinado,
un subalterno, común y todos los calificativos deprimentes e incluso despectivos, que para
muchas personas, afortunadamente cada vez menos, es un sujeto del que se puede
prácticamente usar y abusar desgraciadamente. Estos son los aspectos realmente más
negativos de este problema, que de alguna manera repercuten en el maltrato físico, en la
violencia psicológica y física, que lamentablemente se ha traducido en el feminicidio, es
decir en la privación de la vida de la mujer en su condición de mujer.

Somos todavía por desgracia una sociedad violenta, creo que eso está a la vista, en la
que padecen también los hombres, pero evidentemente, por razones obvias, la mujer,
sufre mucho más, en grupos digamos de una formación cultural más tradicional esta
situación de minusvalía es todavía más intensa, en sectores de los que llamaríamos una
sociedad moderna esto no ocurre de esta manera, y hay afortunadamente una reacción
vigorosa en contra, no solamente legislativa sino también cultural, que es donde hay que
dar la batalla y ganarla no solamente en las letras de la ley , porque año tras año se ha
visto que no es suficiente.

Yo diría que pudiera haber dos cuestiones a considerar, una que tal vez, se esté
extendiendo el problema en alguna proporción, que habría que ser experto en cada
sociedad individual para precisarla y otra que este siendo más visible y lo segundo es
digamos lo positivo en la medida que establece que hay una mayor conciencia de
derechos y un mayor rechazo a este tipo de conductas violentas, sucedía durante muchos
años sucedió por lo menos que no era tan visible porque era una costumbre y quedaba
celosamente guardad al interior de los hogares, el acento se ponía en la violencia sexual
externa pero no en la violencia interna infrafamiliar que había y que era verdaderamente
galopante, las cosas ya nos son exactamente así no porque haya desaparecido esa
violencia sino porque se ha visibilizado, se señala mucho más, se reprueba mucho más,
se sanciona mucho más, entonces a la hora de establecer cifras este puede ser un dato a
considerar para ver porque del volumen de hoy contra el volumen de ayer, con lo cual no
pretendo en lo absoluto desacreditar la hipótesis de que ha habido un progreso o ese
retroceso moralmente hablando podría también deberse a la nueva presencia a la nueva
participación de la mujer relativamente nueva en procesos económicos, en procesos
sociales, en procesos políticos, que la coloca en una situación de mayor competencia, de
mayor riesgo frente a la varón abusivo que reacciona.

El feminicidio es el genocidio contra mujeres y sucede cuando las condiciones históricas


generan prácticas sociales que permiten atentados contra la integridad, la salud, las
libertades y la vida de las mujeres. En el feminicidio concurren en tiempo y espacio, daños
contra mujeres realizados por conocidos y desconocidos, por violentos, violadores y
asesinos individuales y grupales, ocasionales o profesionales, que conducen a la muerte
cruel de algunas de las víctimas. No todos los crímenes son concertados o realizados por
asesinos seriales: los hay seriales e individuales, algunos son cometidos por conocidos:
parejas, parientes, novios, esposos, acompañantes, familiares, visitas, colegas y
compañeros de trabajo; también son perpetrados por desconocidos y anónimos, y por
grupos mafiosos de delincuentes ligados a modos de vida violentos y criminales. Sin
embargo, todos tienen en común que las mujeres son usables, prescindibles, maltratables
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y desechables. Y, desde luego, todos coinciden en su infinita crueldad y son, de hecho,


crímenes de odio contra las mujeres. El feminicidio muestra el real contexto de violencia y
discriminación hacia la mujer; de este modo se convierte en uno de los principales
problemas sociales que tenemos que enfrentar, pues es evidente que las construcciones
sociales de nuestra sociedad toleran la violencia basada en la discriminación de género.
La violencia contra las mujeres es la mayor atrocidad cometida contra los derechos
humanos en nuestros tiempos. Desde que nacen hasta que mueren, tanto en tiempo de
paz como en la guerra, las mujeres se enfrentan a la discriminación y la violencia del
Estado, la comunidad y la familia. Cada año, millones de niñas y mujeres sufren
violaciones y abusos sexuales a manos de familiares, hombres ajenos a la familia,
agentes de seguridad o combatientes armados. Algunas formas de violencia, como los
embarazos y los abortos forzados, la “quema de novias” y los abusos relacionados con la
dote, son específicas de las mujeres. Otras, como la violencia en el ámbito familiar
conocida también como violencia doméstica, tienen entre sus víctimas a un número
desproporcionado de mujeres. Durante los conflictos armados, la violencia contra las
mujeres suele usarse como arma de guerra para deshumanizarlas o para perseguir a la
comunidad a la que pertenecen. La violencia contra las mujeres no es exclusiva de ningún
sistema político o económico; se da en todas las sociedades del mundo y sin distinción de
posición económica, raza o cultura. Las estructuras de poder de la sociedad que la
perpetúan se caracterizan por su profundo arraigo y su intransigencia. En todo el mundo,
la violencia o las amenazas de violencia impiden a las mujeres ejercitar sus derechos
humanos y disfrutar de ellos. Por tanto, la violencia contra la mujer es un problema
mundial, histórico y estructural. A lo largo de la historia se ha podido constatar que la
mujer cumple un rol determinado socialmente; es decir, que se ha ido construyendo una
realidad donde lo femenino es inferior a lo masculino. Además, la violencia contra la mujer
se inscribe en el plano de los significantes colectivos, por lo que se han desarrollado y
sedimentado en los imaginarios sociales prácticas discriminatorias que violentan la
integridad física y psicológica de las mujeres. Aunque las culturas –por su dinamismo–
cambian, la violencia ejercida contra la mujer por razón de su género se mantiene como
un persistente y grave problema mundial que afecta diariamente a millones de mujeres en
el mundo. En consecuencia, este problema no puede ser asumido de manera aislada
como situaciones que se desencadenan únicamente entre determinadas personas,
culturas o comunidades. Lamentablemente, constituye una grave violación a los derechos
humanos, al punto que sobrepasa las fronteras, los niveles económicos y sociales y las
creencias religiosas; todo ello conduce a que la mujer no sea asumida como sujeta de
derechos, por lo que colectivamente se va legitimando y tolerando la violencia ejercida
hacia ella. Las estadísticas de violencia contra las mujeres ponen al descubierto la
existencia de una tragedia de dimensiones mundiales desde el punto de vista de los
derechos humanos. Los siguientes datos dan cuenta de la magnitud del problema:

Al menos una de cada tres mujeres ha sido golpeada, obligada a mantener relaciones
sexuales o sometidas a algún otro tipo de abusos en su vida, según un estudio basada en
50 encuestas de todo el mundo. Por lo general, el autor de los abusos es un familiar o un
conocido.

Los tipos de violencia física por motivos de género de los cuales son víctimas las mujeres
comprenden desde bofetadas, puñetazos, estrangulación y patadas hasta golpes con
bastones, porras o látigos, uso del fuego o de ácidos para causar dolor y daños de larga
duración e incluso el homicidio.

En cuanto a la violencia sexual, ésta puede focalizarse inicialmente en las violaciones.


Las definiciones de esta conducta varían de una jurisdicción a otra. Sin embargo, durante
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el último decenio se ha producido un importante desarrollo en el derecho internacional en


lo relativo a la definición y comprensión de la violación.

No existe una razón justificada para acabar con la vida de una persona; sin embargo, los
agresores justifican la muerte de la víctima. Sus argumentos ponen en escena contextos
donde se intenta subordinar a la mujer o doblegar su voluntad y autonomía hasta el punto
de quitarle la vida; como veremos a continuación. En promedio el 41% de los agresores
manifiesta que cometieron estos actos por una actitud de celos incontrolada; mientras que
más del 18% del total de atacantes afirmó que cometió el crimen por una supuesta
infidelidad de la víctima. Este fue el motivo por el cual debían salvar públicamente su
“honor mancillado”, agrediéndola. A todo ello se suma el valor agregado de la venganza o
resentimiento por parte del agresor, previamente denunciado por la víctima en materia de
violencia familiar, acoso sexual o por haber ganado un proceso judicial en contra del
mismo. Resulta todavía más impactante que, del total de casos, un porcentaje mayor al
24% de las víctimas se negaron a entablar, reiniciar o continuar una relación afectiva,
sentimental o íntima; o a satisfacer sexualmente al agresor. Para 2005 se constató que en
dos casos el agresor practicó necrofilia, evidenciando que el atacante deseó dominar la
sexualidad femenina y para realizar dicha acción anula cualquier tipo de defensa de la
víctima propiciándole la muerte. Algunas afirmaciones de los agresores no pueden ser
más ilustrativas: Estas afirmaciones muestran que los atacantes actuaron en un claro
intento de afirmar su autoridad y dominio, en una jerarquía de poder que no les permitía
aceptar la libre determinación de las mujeres sobre sus vidas. La autodeterminación
femenina es vista como amenazante a la soberanía masculina y genera una crisis de las
representaciones tradicionales sobre lo masculino y lo femenino que se han ido
sedimentando en nuestra cultura mediante estructuras simbólicas profundas. Los
feminicidio se inscriben en un clima de violencia y discriminación, contextos sociales que
se niegan a ceder espacios de poder y decisión a las mujeres. Este clima es exacerbado
por expresiones tales como las emitidas en medios de comunicación sensacionalistas en
este caso, el diario Ajá sobre casos de asesinatos contra mujeres o feminicidio. Para
terminar con los datos, solo en lo que va del año 2018 ya se dieron 16 casos de violencia
sexual, abuso físico y psicológico, entre ellos el acoso, que lamentablemente dentro de
los casos, tres resultaron en la muerte de las señoritas, el caso más conocido hasta ahora
de la occisa EYVI AGREDA.

Finalmente, las mujeres frecuentemente están sometidas a privaciones económicas o de


otro tipo. Millones de mujeres en todo el mundo dependen de los varones, que les dan
apoyo económico y seguridad. Por lo tanto, los hombres pueden tener un impacto directo
sobre el bienestar de la mujer, proporcionando o reteniendo los medios para la obtención
de alimento, vestimenta y otras necesidades diarias.

El Feminicidio se adecua en una violencia social en contra de las mujeres, en la


colectividad se acepta que exista violencia en contra de la población femenina; la
sociedad ignora, silencia, invisibiliza y desvaloriza. De acuerdo a lo anterior, son crímenes
de odio basados en la discriminación debido al sexo, es una clara aversión a las mujeres;
y la misma forma como está organizada la sociedad conlleva a una lamentable
consecuencia, la impunidad. Pero la impunidad no es por el silencio de nosotras las
mujeres; entonces, cual es la razón? la justificación es sencilla, tenemos un Estado
ausente o parcialmente presente, que no da garantías reales, no fortalece condiciones
seguras para las mujeres, tiene un sistema de atención que no es efectivo y no se
empeña en Prevenir, Evitar y Sancionar.
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La Justicia Peruana se está convirtiendo en una ausente frente a los innumerables


ataques a los bellos rostros de las mujeres con ácido. El tema de la impunidad es uno de
los grandes temas indudablemente, en relación con este tipo de criminalidad, violencia y
con cualquier otro en cualquier lugar del mundo, me parece que no habría región del
planeta que pueda jactarse de haber suprimido totalmente la impunidad pero cuando la
impunidad va asociada con ciertos conceptos culturales que la toleran en mayor medida,
las situaciones se agravan, evidentemente ha habido impunidad y crimen en general en
amplios sectores de nuestr4a geografía, y bueno dentro de esta impunidad esta la
violencia contra la mujer, que ha sido embozada, a veces oculta y que desde luego no se
persigue con la intensidad con la que debiera perseguirse, por supuesto que este es un
factor que propicia la violencia, es decir la impunidad frente al crimen alienta el
surgimiento del crimen o el avance de conductas criminales. Tenemos que volver a los
factores de carácter social, de carácter cultural, del fenómeno de la violencia y esto tiene
mucho que ver con la sociedad en su conjunto y desde luego con la actuación del
gobierno.

Las razones por lo que hay un aumento cuantitativo y cualitativo de la violencia en agravio
de las mujeres a pesar de todas las manifestaciones públicas, a pesar de las normas que
se han publicado, el hecho mismo de haberse tipificado en nuestra legislación penal y
denominado delito de feminicidio, que son esfuerzos planteados con la finalidad de
intentar que disminuya la violencia en agravio de las mujeres, sin embargo pareciera que
está sucediendo todo lo contrario, hay un aumento significativo, ¿cuáles serán las razones
por la que hay ese aumento entonces?; las razones del incremento de la violencia en el
Perú contra las mujeres creemos que de fondo son razones históricas, no podemos
contentarnos con el argumento de que siempre ha habido violencia, está el debate frente
a cualquier forma de trasgresión de criminalidad. El feminicidio es un crimen que afecta
únicamente la vida de las mujeres de todo el mundo; nuevo término que está buscando un
lugar en el discurso criminalístico y busca a su vez visualizar una situación de violencia
sistemática y silenciada por muchos siglos por la indiferencia y tolerancia social. El
feminicidio, es una categoría que debe abordarse como una modalidad de violencia
directa hacia las mujeres, como una alternativa a la neutralidad del término homicidio
visibilizando un trasfondo no reconocido: la misoginia en la muerte diaria de mujeres. Es
un problema social, político, cultural y es un problema de Estado.

Por otro lado, es fundamental señalar que las organizaciones del Estado y de la sociedad
civil deben promover estrategias para prevenir y enfrentar casos de feminicidio en el país,
pues son delitos de lesa humanidad cotidianamente vividos por las mujeres. Se debe
exigir a las autoridades la investigación exhaustiva de los hechos y la aplicación de
justicia a los responsables. Lo más alarmante de esta situación es encontrar en los datos
que los principales agresores forman parte del mundo social más cercano de la víctima;
es decir con quienes convive cotidianamente e incluso forman parte de su entorno
afectivo. Esta situación es alarmante pues nos muestra que los espacios físicos y sociales
considerados como garantes de seguridad no lo son en realidad; y que paradójicamente
pueden degenerar en espacios de sumo peligro para las mujeres ante situaciones de
crisis en el imaginario masculino, ello nos lo demuestra el primer cuadro el cual establece
claramente los motivos de la violencia según manifestación de los agresores: negación
sexual, celos, infidelidad, satisfacción sexual y negación a pedido*. Las razones
manifestadas por los agresores nos muestran un claro contexto de oposición a la
autodeterminación femenina.

Por último, quiero recordarles qué, las mujeres no nacemos para tener rostros
tergiversados, no nacemos para que nuestro cuerpo sea un objeto, ni nuestra razón una
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marioneta; no nacemos para que nuestras lágrimas sean nuestro maquillaje, ni que
nuestra sonrisa sea utilizada únicamente como una máscara. Nacemos para lucir siempre
bellas, para merecer reconocimientos por nuestros actos y capacidades, nacemos para
ser amadas y que la máxima expresión de cariño para con ellas sea una canción y una
rosa.

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