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FACULDADE DE LETRAS
Belo Horizonte
Mayo de 2016
1. La perspectiva del narrador en los 5 cuentos
Una brisa tibia, que no lograba agitar los secos algarrobos ni nuestros cabellos,
llevaba de un lado a otro la arena que cubría a pedazos el suelo calcinado del
Malecón.
El cuento “El desafío” tiene un narrador semejante al anterior, con la diferencia que
utiliza con mayor frecuencia los diálogos directos entre los personajes. Su narrativa mantiene
hasta el final el elemento sorpresa del cuento, el parentesco entre Justo y Leónidas. Al narrar
la pelea entre el Cojo y Justo, con muchos detalles, añade sus impresiones:
Los cuentos “El hermano menor” y “Día domingo” comparten un mismo tipo de
narrador, de tercera persona y omnisciente. En ambos existe un enfoque del narrador, que
pone mayor atención en los sentimientos e impresiones de un personaje. En el primero de
ellos, de Juan, como en los siguientes trechos:
David era el mismo hombre que aborrecía y admiraba desde niño (p. 27);
Estuvo con una extraña sensación de ahogo, como en el punto más alto de la
cordillera (p. 28).
Sin embargo, el narrador de “Un visitante”, aunque de tercera persona, se acerca más a
las características de un narrador observador, describiendo la acción con cierta distancia, sin
presentar al lector los pensamientos y sentimientos de los personajes.
Los cinco cuentos son de alguna manera un retrato del mundo masculino en Perú. En
“Los jefes”, “El desafío” y “Día domingo” los hombres aparecen en grupos, pandillas, en los
cuales se celebran los valores de virilidad y honor. En estos grupos hay también una clara
rivalidad — como entre el protagonista y Lu en “Los jefes” , el Cojo y Justo en “El desafío” y
por fín, Rubén y Miguel en “Día domingo” —, lo que resulta en peleas y duelos, sea por el
amor de una mujer — como si ésta no tuviera poder de decisión —, por el liderazgo o para
defender su honor. En “Un visitante” el grupo de hombres, representado por los amigos de
Numa escondidos en el bosque, aparece de manera secundaria, como una presencia que no se
materializa pero que causa miedo al Jamaiquino.
En los cinco cuentos el mundo masculino es visto como algo cerrado, con reglas sobre
lo que significa ser hombre, como se puede ver en los siguientes trechos:
Aquella microsociedad de los estudiantes, que funciona con una dinámica muy
semejante a la de la sociedad en un sentido más amplio, se aleja de una visión idealizada de la
juventud. Los jóvenes del cuento tienen su propia justicia y sus propias leyes, aunque poco
democráticas. Las decisiones son tomadas por pocos:
"Acepto tomar el mando, contigo y Raygada". Lu había firmado dos veces. Entre
sus nombres, como un pequeño borrón, aparecía con la tinta brillante aún, un signo
que todos respetábamos: la letra C, en mayúscula, encerrada en un círculo negro.
Lo miré: su frente y su boca eran estrechas; tenía los ojos rasgados, la piel hundida
en las mejillas y la mandíbula pronunciada y firme. Me observaba seriamente;
acaso pensaba que la situación le exigía ser cordial.
En el mismo papel respondí: "Con Javier". Leyó sin inmutarse y movió la cabeza
afirmativamente.
— Javier — dije.
— Ya sé — respondió —. Está bien. Le haremos pasar un mal rato. (p. 4)
Temas como la rivalidad y la traición, que aparecen en los otros cuentos entre hombres
adultos, también están presentes en este, con la edad de los personajes como única diferencia.
Sin embargo, hay algunos puntos que acuerdan al lector que se tratan de niños:
Una voz nacía a mi lado, angustiosamente. Era Raygada. Parecía a punto de llorar.
(p. 15)
Al fín y al cabo, la unión parece ser más importante para los niños, que en el corto
espacio de un día se pelean, se traicionan, pero al final caminan juntos al colegio.
Hay algunos temas que son recurrentes en la obra en cuestión de Mario Vargas Llosa.
En cuentos como “El desafío” y “Día domingo” la competencia es determinadamente el
asunto central, o por lo menos la trama central. Por su vez, en “Los jefes” está presente más
en segundo plano. A saber, en el primero, el narrador cuenta una larga escena de pelea, con
descripciones de violencia y detalles. La razón es desconocida, pero es premeditada la disputa
desde las primeras líneas: “— Justo va a pelear esta noche — dijo, con una voz rara.” (“El
desafío”, p. 17). Así como el cuento solo termina con el final del combate entre Cojo y Justo.
Por otro lado, la rivalidad en “Día domingo” es desencadenada por el amor que los chicos
Rubén y Miguel tienen por Flora. Por deseo a ella, y un cierto orgullo adolescente, acaban por
competir quién llegará primero al reventazón Miguel, el protagonista, ya demuestra que a él
no le gusta el otro en el principio: “¡Ah, Rubén, si supieras cómo te odio!" (“Día Domingo”,
p. 36). Al largo de la historia, cuando ambos se encuentran, es esperado que la competencia
aparezca y engrandezca:
Miró a Rubén con ojos desafiantes, pero él no se dio por aludido; jugueteaba con los
dedos sobre la mesa y, bajito, la punta de la lengua entre los dientes, silbaba La niña
Popof, de Pérez Prado. (“Día domingo”, p. 38)
— Estás libre — dice el Teniente —. No tienes que venir con nosotros. Puedes ir
donde quieras.
Por fin, en los cuentos en que hay la presencia femenina está el amor, pero este suscita
sentimientos fuertes de protección y venganza, como en “El hermano menor”, que dos
hermanos, Juan y David, buscan, y cuando encuentran, matan a un indio que perseguía a la
hermanita Leonor. Todo por el honor, carino y cuidado a la nina. Asímismo, el deseo fue
objeto de rivalidad en “Día domingo”.
5. Elementos técnicos del relato
“— Salgamos sin hacer ruido — había dicho David —. No conviene que la pequeña
se despierte.
Estuvo con una extraña sensación de ahogo, como en el punto más alto de la
cordillera, mientras bajaba en puntas de pie las gradas de la casa-hacienda y en el
abandonado camino que flanqueaba los sembríos; (...).” (El hermano menor, p. 28)
Lo mismo pasa en el siguiente cuento, “Día domingo”, cuando están los chicos en un
bar, charlando, mientras Escolar cuenta una anécdota de cuando viajó desde Lima a
Miraflores en un colectivo. La narración de él, mientras los compañeros le bromean (“— Es
un retrasado mental — dijo Francisco —. Esas cosas se hacen a los diez años. A su edad, no
tiene gracia.” p. 39), es trasladada al momento en que su historia sucedía, como un flashback:
“Tiene gracia lo que pasó después — rió el Escolar —. Oiga chofer, ¿no ve que este
cachalote está destrozando su carro?
— ¿Qué? — dijo el chofer, frenando en seco. Las orejas encarnadas, los ojos
espantados, el cachalote Tomasso forcejeaba con la puerta.” (Día domingo, p. 39)
“Continuaron avanzando hasta entrada la noche. Una sábana negra los envolvió y, en
la oscuridad, el desamparo de esa solitaria región sin árboles ni hombres era visible
sólo en el silencio que se fue acentuando hasta convertirse en una presencia
semicorpórea.”
Como ya mencionado, en los cuentos “Los jefes” y “El desafío” no hay la presencia de
mujeres. Por su vez, en lo restante, cuando ellas aparecen, no tienen un papel y una voz muy
importantes; hacen breves apariciones, y determinan pocos contextos en la obra.
En “El hermano menor” hay Leonor, la hermana menor de Juan y David. Es acordada
como:
Leonor había cambiado, ya no era aquella criatura que se asomaba a las ventanas de
La Mugre para arrojar piedras a los indios castigados, sino una mujer alta, de gestos
primitivos, y su belleza tenía, como la naturaleza que la rodeaba, algo de brutal. En
sus ojos había aparecido un intenso fulgor.
A pesar de lo brutal, es vista como frágil, porque a su causa los dos hombres están
persiguiendo a un indio para protegerla. O sea, es necesaria la intervención de ellos, pues ella
ya no más arroja “piedras a los indios castigados”. Luego, después que ellos vuelven a la
casa-hacienda y van a hablar con ella, está llorosa, había mentido a ellos, pero es retratada de
manera débil, que todas sus hablas son suplicantes. Y entonces concluye David sobre el tema:
“— Yo tengo la culpa — dijo David, con amargura —. Es peligroso que una mujer ande
suelta por el campo. Le ordené que te cuidara. No debí fiarme de un indio. Todos son
iguales.” (“Hermano menor”, p. 34).
Flora, la chica deseada en “Día domingo”, aparece en el inicio cuando no contesta a
Miguel sobre su enamoramiento. Pero es mencionada por todo el cuento en la cabeza del
protagonista, como objeto de pasión. Y por ella empieza una gran rivalidad con Rubén, con
este llegando a casi ahogarse en la competición.
La mujer es representada peyoractivamente, en hablas como: “— Fui — dijo Miguel,
imperturbable —. Pero sólo para ver a una hembrita. Nada más.” y “— Te estás muríendo —
dijo Rubén —. ¿Te llevo a tu casa, niñita?” (Día domingo, pp. 38 y 42). Pero, en “Un
visitante”, ello es tomado de manera literal, pues doña Mercedita es una mujer que sufre
agresiones con la invasión de Jamaiquino en busca de Numa. Abusa de ella ordenándole que
haga una serie de cosas, para luego atarla y dejarla en segundo plano.