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Antonio Canova
Antonio Canova
Nacionalidad Italia
Antonio Canova (Possagno, 1 de noviembre de 1757 - Venecia, 13 de octubre de 1822) fue un escultor y pintor
italiano del Neoclasicismo.
Su estilo estuvo inspirado en gran medida en el arte de la Antigua Grecia y sus obras fueron comparadas por sus
contemporáneos con la mejor producción de la antigüedad, fue considerado el mejor escultor europeo desde Bernini.
Su contribución en la consolidación del arte neoclásico sólo se compara a la del teórico Johann Joachim
Winckelmann y a la del pintor Jacques-Louis David, aunque también fue sensible a la influencia del romanticismo.
No tuvo discípulos directos, pero influyó en la escultura de toda Europa sobre su generación, manteniéndose como
una referencia durante todo el siglo XIX, especialmente entre los escultores de la comunidad académica. Con el auge
de la estética del arte moderno cayó en el olvido, pero su posición de prestigio se reanudó a partir de mediados del
siglo XX. También mantuvo un interés continuo en la investigación arqueológica, era un coleccionista de
antigüedades y se esforzó para evitar que el arte italiano, antiguo o moderno, se dispersara por otras colecciones del
mundo. Considerado por sus contemporáneos tanto como un modelo de excelencia artística como de conducta
personal, desenvolvió importantes actividades en beneficio y apoyo de los artistas jóvenes. Fue director de la
Academia de San Lucas de Roma e inspector general de Antigüedades y Bellas Artes de los Estados Pontificios,
recibió varios premios y fue ennoblecido por el papa Pío VII quien le otorgó el título de marqués de Ischia.
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Biografía
Antonio Canova nació en Possagno, un pueblo de la República de Venecia,
situado en medio de las colinas de Asolo, donde se forman las últimas
ondulaciones de los Alpes y que desaparecen en las llanuras de Treviso.
Tras la muerte de su padre Pietro Canova, cuando él tenía 3 años, un año
más tarde su madre contrajo segundas nupcias dejándolo al cuidado de su
abuelo paterno. Tuvo un hermano del nuevo matrimonio de su madre, el
abad Giovanni Battista Sartori, con el que mantuvo muy buenas relaciones
y que fue su secretario y albacea. Al parecer su abuelo, escultor también,
fue el primero en percatarse de su talento, y enseguida Canova fue iniciado
en los secretos del dibujo.
Primeros años
Su juventud la pasó en talleres de arte, mostrando predilección por la
escultura. Con nueve años fue capaz de realizar dos pequeños
altar-relicarios de mármol que todavía existen, y desde entonces su abuelo
le encargaba diferentes trabajos. El abuelo estaba patrocinado por la
acaudalada familia Falier de Venecia, a la vista de las aptitudes del joven
Canova el senador Giovanni Falier, se convirtió en su protector constante, a
través de él, con trece años, fue puesto bajo la dirección de Giuseppe
Bernardi, uno de los más notables escultores de su generación en el Véneto.
Sus estudios fueron complementados por el acceso que tenía a importantes
colecciones de esculturas antiguas, como las mantenidas por la Academia
Orfeo (c.1777) Museo del Hermitage.
de Venecia y el coleccionista Filippo Farsetti, que le fue útil para establecer
nuevos contactos con clientes adinerados. Pronto sus obras fueron
elogiadas por su virtuosismo precoz, capacitándolo para recibir sus primeros encargos, entre ellos dos cestas de fruta
en mármol para el proppio Farsetti.Cuando tenía 16 años falleció su maestro y se hizo cargo del taller el sobrino de
Bernardi, Giovanni Ferrari, con el que Canova permaneció cerca de un año. La copia que hizo en terracota el año
1772 de los famosos Luchadores de la Galería de los Uffizi le valió el segundo premio de la Academia.
Su protector le confió la ejecución de dos grandes estatuas a tamaño natural; se trataba de Orfeo y Eurídice, fueron
expuestas en la plaza de San Marcos y admirada por un miembro de la importante familia Grimaldi que le encargó
una copia —en la actualidad en el Museo del Hermitage de San Petersburgo—. En los años posteriores de su
estancia en Venecia hasta 1779, esculpió numerosos trabajos, entre ellos un Apolo, que donó a la Academia al ser
elegido como miembro de esta institución, también destaca el grupo que representa Dédalo e Ícaro, su estilo en ese
momento aunque tenía un carácter ornamental típico del rococó, era también vigoroso y con un naturalismo del arte
veneciano que mostraba una tendencia a la idealización que había adquirido en sus estudios de los clásicos.
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Roma
A finales de 1779 se trasladó a Roma, visitando Bolonia y Florencia
con el fin de conseguir un perfeccionamiento en su arte. Roma era
entonces el centro cultural más importante en Europa y un objetivo
obligatorio para cualquier artista que aspirase a la fama. La ciudad era
toda ella un gran museo, llena de monumentos antiguos y grandes
colecciones, en un momento donde estaba en pleno apogeo la
formación del neoclasicismo y donde existían copias auténticas para
estudiar de primera mano la gran producción artística del pasado
clásico.
En los años siguientes, hasta el final del siglo, Canova se aplicó con
enorme esfuerzo en producir un número significativo de nuevos
trabajos, incluidos varios grupos de Eros y Psique, en diferentes
actitudes, que le sirvió para recibir una invitación para establecerse en
la corte rusa, pero Canova rehusó alegando su estrecha relación con
Italia. Otras obras fueron Venus y Adonis, el grupo representando a
Hércules y Lichas, una estatua de Hebe y una primera versión de la
Magdalena penitente. Pero el esfuerzo fue excesivo para su salud, y el
uso continuo del trépano para realizar esculturas cuyo uso comprime el Monumento fúnebre de María Cristina de Austria
A su regreso a Roma en 1800, realizó en pocos meses una de sus composiciones más aclamadas, el Perseo con la
cabeza de Medusa (1800-1801), inspirado en el Apolo de Belvedere, juzgado como digno de codearse con él, este
trabajo le valió el título de Caballero, otorgado por el papa. En 1802 fue invitado por Napoleón Bonaparte a París,
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para retratarle a él y a su familia. De acuerdo con el testimonio de su hermano, que lo acompañó, el escultor y el
emperador mantuvieron conversaciones en un gran nivel de franqueza y familiaridad. También se reunió con el
pintor Jacques-Louis David, el más importante de los pintores neoclásicos franceses.
El 10 de agosto 1802 el papa Pío VII, nombró al artista Inspector
General de Antigüedades y Bellas Artes del Vaticano, cargo que ocupó
hasta su muerte. Además de ser un reconocimiento a su obra
escultórica, el nombramiento implicaba que también se le consideraba
un experto en la capacidad de juzgar la calidad de las obras de arte y
con un interés en la preservación de las colecciones papales. Entre las
atribuciones del cargo estaba la responsabilidad para la emisión de
autorizaciones de permisos para excavaciones arqueológicas y
supervisar los trabajos de restauración, compra y exportación de
antigüedades, así como la instalación y organización de nuevos museos
en los Estados Pontificios. Incluso compró 80 piezas antiguas por su
propia cuenta y las donó a los Museos Vaticanos. Entre 1805 y 1814
fue el que decidió sobre las becas de los artistas italianos para su
perfeccionamiento en Roma. En 1810 fue nombrado presidente de la
Academia de San Lucas, la institución artística más importante de
Italia en su época y que se mantuvo como un bastión de estabilidad en
el ámbito de la cultura romana a lo largo del turbulento periodo de la
Retrato de Pío VII, protector de Canova. Museo
ocupación francesa, siendo confirmado en sus cargos por Napoleón. Su Chiaramonti
misión administrativa concluyó con la tarea de rescate en 1815, del
expolio artístico arrebatado de Italia por el emperador francés, y su celo y esfuerzo para resolver el difícil trabajo de
acomodar los intereses divergentes internacionales y recuperar diversos tesoros para su país, incluyendo obras de
Rafael Sanzio, el Apolo de Belvedere, el grupo del Laocoonte y la Venus de Médici.
En el otoño de este mismo año pudo hacer realidad el sueño largamente acariciado de viajar a Londres, donde fue
recibido con gran consideración. Su viaje tenía dos propósitos principales: agradecer la ayuda que el gobierno
británico le había dado en la recuperación del expolio italiano confiscado y conocer los mármoles de Elgin, un gran
conjunto de piezas provenientes del Partenón de Atenas, realizadas por Fidias y sus ayudantes, conocimiento que
para él fue una revelación y que contribuyó para confirmar su impresión de que el arte griego era superior en la
calidad de ejecución y por su imitación de la naturaleza. También se le pidió dar su parecer de experto sobre la
importancia del conjunto, que estaba siendo ofrecida en venta por Lord Elgin a la corona británica, se expresó en
términos muy elogiosos, pero se negó a su restauración, a pesar de haber sido invitado para hacerlo, consideró que
debían permanecer sin restaurar como testimonios auténticos del arte griego.De regreso a Roma en 1816 con las
obras devueltas por Francia, el papa le otorgó una pensión de tres mil escudos y se inscribió su nombre en el Libro
de Oro del Capitolio con el título de marqués de Ischia.
Últimos años
Canova comenzó a preparar el proyecto de otra estatua monumental, que mostraba la representación de la Religión.
No por servilismo, ya que era un ferviente devoto, pero su idea de instalarla en Roma acabó frustrada, incluso siendo
financiada por él mismo y estar listo el modelo en su tamaño definitivo, finalmente fue ejecutada en mármol en un
tamaño menor por deseo de Lord Brownlow y llevada a Londres. Canova decidió construir un templo en su ciudad
natal donde llevaría la figura original junto con otras piezas de su autoria y donde con el tiempo deberían de reposar
sus cenizas. En el año 1819 se colocó la primera piedra, cada otoño volvía para supervisar el progreso de la obra y
dar órdenes a los constructores, animándolos con recompensas financieras y medallas. Sin embargo, la empresa
resultó demasiado costosa, y el artista tuvo que volver a trabajar a todo rendimiento, a pesar de su edad y sus
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dolencias. De esta etapa son algunas de sus más significativas piezas, como el conjunto de Marte y Venus para la
Corona inglesa, la estatua colosal de Pío VI, una Pietà (sólo el modelo) y otra versión de la Magdalena penitente. Su
última obra acabada fue un enorme busto de su amigo el conde Cicognara.
En mayo de 1822 visitó Nápoles para supervisar la construcción del
modelo para una estatua ecuestre del rey Fernando I de las Dos
Sicilias, el trayecto del viaje afectó a su delicada salud aunque a su
vuelta a Roma se recuperó algo, pero en su visita anual a Possagno su
estado empeoró. Fue trasladado a Venecia, donde falleció lúcido y
serenamente. Sus últimas palabras fueron Anima bella e pura (alma
hermosa y pura), que pronunció varias veces antes de expirar. Los
testimonios de amigos presentes en su traspaso, explicaron que su cara
fue adquiriendo un aumento de luminosidad y de expresión, como
absorto en una contemplación de éxtasis mística. La autopsia realizada
reveló una obstrucción del intestino por una necrosis a la altura del
píloro. Su funeral, celebrado el 25 de octubre de 1822, fue realizado
con los más altos honores, entre la conmoción de toda la ciudad y los
académicos rivalizaron para llevar a su ataúd. Su cuerpo fue enterrado
en Possagno y su corazón fue depositado en una urna de pórfido en la
Academia de Venecia. Su muerte provocó luto en toda Italia, y a los El cenotafio de Canova en Venecia.
Hábitos privados
Según la Memória Biográfica sobre el artista que realizó su gran amigo el conde Cicognara, Canova mantuvo a lo
largo de toda su vida hábitos frugales y una rutina regular, como levantarse temprano e inmediatamente empezar a
trabajar, después del almuerzo se retiraba para poder disponer de un breve descanso. Tenía una dolencia crónica de
estómago, lo que le causaba un fuerte dolor en ataques que le sucedieron a lo largo de su vida. Parece que tuvo una
fe religiosa profunda y sincera. No mantenía una vida social, especialmente brillante, aunque fue constantemente
solicitado para asistir en los círculos de personajes ilustres que lo admiraban, pero era más común que recibiese
amigos en su casa propia después de su jornada de trabajo, por la noche, cuando se mostraba como un anfitrión de
buenos modales, inteligente, amable y cálido. Según sus propias palabras, sus esculturas eran la única preocupación
de su vida privada. Parece que en dos ocasiones estuvo a punto de contraer matrimonio, sin embargo, permaneció
soltero de por vida. Su grupo de amigos, era grande y les dedicaba un gran afecto. No tuvo discípulos regulares, pero
si notaba algún talento superior en cualquier artista principiante no escatimaba en darle buenos consejos y aliento
para seguir en el arte; a menudo con el apoyo financiero a jóvenes promesas y buscándoles encargos de trabajo.
Incluso cuando tenía gran cantidad de trabajo, no dudaba en dejar su estudio si era llamado por otro artista para dar
su opinión sobre temas de arte y ofrecer asesoramiento técnico.
Mantuvo siempre un perenne entusiasmo por el estudio del arte antiguo y la arqueología. Le gustaba la literatura
clásica y hacia lecturas frecuentes, incluso tomó el hábito de que alguien leyera para él, mientras trabajaba,
consideraba la lectura de buenos autores un recurso indispensable para el desarrollo personal y de su arte. No fue
escritor, pero mantuvo una correspondencia abundante con los amigos e intelectuales, donde muestra un estilo de
escritura claro, sencillo y vivo, que fue refinando en los últimos años sin perder su fuerza y espontaneidad. Una de
sus cartas de 1812 da fe de que incluso consideraba publicar algo acerca de su arte en sus principios generales, hecho
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que no llegó a materializarse. Sin embargo, en secreto muchas de sus observaciones e ideas fueron registradas por su
círculo de colaboradores y se hicieron públicas más adelante. Parecía ser inmune a los celos, crítica y alabanza, y
nunca le dolió el éxito de otros, en cambio, no economizó elogios cuando se daba cuenta de la grandeza del trabajo
de sus compañeros de oficio, y manifestaba su gratitud por consejos o críticas que consideraba justas y apropiadas.
Cuando una crítica mordaz apareció en un periódico publicado en Nápoles, disuadió a sus amigos que querían
promover una réplica, diciendo que su trabajo se encargaría de proporcionar la respuesta adecuada. Las relaciones de
Canova con la política de su tiempo, se ejemplifica en las obras que creó para la Casa de Austria y la Casa de
Bonaparte, donde los deseos de legitimación y glorificación de los gobernantes entraron en conflicto con la postura
de neutralidad política que el escultor deseaba mantener. Tuvo obras rechazadas o severamente criticadas por no
ajustarse a los deseos de sus clientes, como el grupo de Hércules y Licas (1795), rechazado por el emperador de
Austria, y también lo mismo le sucedió con el retrato alegórico que realizó para el emperador francés con el título de
Napoleón como Marte pacificador.Su opinión sobre Napoleón ha sido descrito como ambigua, aunque al mismo
tiempo era un admirador, que aceptó de su familia diversos encargos, fue crítico, especialmente por su invasión de
Italia y la confiscación de una gran colección de obras de arte italiano.
Valoró el éxito de sus obras que aceptaba gratamente, pero nunca mostró que el deseo de gloria personal fuese su
principal objetivo, a pesar de ser uno de los artistas de su tiempo más expuestos a la fama, tras haber recibido varias
condecoraciones y protección de muchos nobles importantes, por lo que fue ennoblecido en varios estados de
Europa, se le nombró responsable de un altos cargos públicos e incluido como miembro de numerosas academias de
arte, sin haberlo solicitado. Gastó gran parte de la fortuna que llegó a acumular en obras de caridad, en promoción de
asociaciones y apoyo a jóvenes artistas. En varias ocasiones adquirió obras de arte con fondos propios para los
museos públicos y colecciones de libros para bibliotecas, a menudo haciendo sus donaciones de forma anónima.
También en varias ocasiones tuvo que ser advertido de no disipar sus ingresos con los problemas ajenos.
Su fascinación permanente con la antigüedad clásica le llevó a acumular una importante colección de piezas
arqueológicas de mármol y terracota. Su colección de placas de terracota de la Campania fue especialmente
interesante, aunque nunca se mencionó en sus primeras biografías. Las piezas eran en su mayoría fragmentos, pero
muchos estaban íntegras y eran de alta calidad, las tipologías que prefería para reunir, prueban de que estaba al
corriente de las tendencias museológicas y coleccionistas de su tiempo. Su interés en el material estaba relacionado
con el uso de la arcilla para crear modelos de sus obras en mármol, que prefería antes que el yeso, ya que es más fácil
trabajar, y también lo empleaba para la preparación de los relieves que él llamó «la recreación privada», donde
representaba escenas que le inspiraban las lecturas de Homero, Virgilio y Platón.
Obra
La producción total de Canova es extensa. Esculturas de grandes dimensiones dejó unos 50 bustos, 40 estatuas y más
de una docena de grupos, junto con los monumentos funerarios y numerosos modelos en arcilla y yeso para trabajos
definitivos, algunos de los cuales nunca se han llegado a transferir a mármol, siendo, por lo tanto, piezas únicas, y en
obras menores se encuentran placas y medallones en relieve, pinturas y dibujos, a continuación se realiza una breve
descripción de los orígenes de su estilo personal, sus ideas estéticas y de algunas de sus esculturas más célebres.
Cultura neoclásica
El Neoclasicismo fue una corriente filosófica y estética de larga difusión que se desarrolló entre la mitad del siglo
XVIII y mediados del siglo XIX en Europa y América. Reacccionó contra la frivolidad y la decoración del Rococó,
la corriente neoclásica se inspiró en la tradición del clasicismo greco-romano, la adopción de los principios de orden,
claridad, austeridad, racionalidad y equilibrio, con un propósito moralizante. Este cambio floreció amparado en dos
áreas principales: por un lado los ideales de la Ilustración, que tenían como base el racionalismo, combatían la
superstición y el dogma religioso, y buscaban el perfeccionamiento personal y el progreso social a través de medios
éticos, y en segundo lugar, un creciente interés científico por el arte y cultura clásica que surgió entre la comunidad
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académica a lo largo del siglo XVIII, estimulando las excavaciones arqueológicas, la formación de importantes
colecciones públicas y privadas y la publicación de estudios eruditos sobre el arte y la cultura antigua. La
publicación de varios informes detallados e ilustrados de expediciones por varios arqueólogos, en especial entre
otros muchos, el del arqueólogo y grabador francés Anne Claude de Caylus, Recueil d'antiquités égyptiennes,
étrusques, grecques et romaines (7 volúmenes, París, 1752-1767), el primero en tratar de agrupar las obras de
acuerdo con los criterios de estilo y no de género, abordando también las antigüedades celtas, egipcias y etruscas,
contribuyó significativamente a la educación pública y la ampliación de su visión del pasado, fomentando una nueva
pasión por todo lo que era antiguo.
Aunque el arte clásico se apreciaba desde el
Renacimiento, era de forma relativamente
circunstancial y empírica, pero ahora el interés se
construía sobre bases más científicas, sistemáticas y
racionales. Con estos hallazgos y estudios comenzó a
ser posible formar por primera vez una cronología de la
antigüedad clásica grecorromana, distinguiendo lo que
era propio de unos u otros y haciendo nacer un interés
en la tradición puramente griega, que había sido
eclipsada por el patrimonio romano, sobre todo porque
en ese momento Grecia estaba bajo dominio turco, por
lo tanto, en la práctica, era inaccesible a los estudiosos
y turistas de todo el Occidente cristiano. Johann Náyade en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York.
La sensualidad contenida y sublimada en el encanto de sus figuras femeninas fue siempre motivo de admiración, y se
le llegó a nombrar como «el escultor de Venus y las Gracias», que es justo solo en parte, dada la fuerza y la virilidad
de su producción heroica y monumental. En opinión de Giulio Argan:
La forma no es la representación física (es decir, la proyección o el 'doble') de la cosa, sino la cosa
misma sublimada, incorporada al plano de la experiencia sensorial al del pensamiento. Así, Canova
realiza en el arte esa misma transformación de la sensación en idealismo que, en el campo filosófico,
lleva a cabo Kant, en la literatura Goethe y en la música Beethoven.
A pesar de que parte de la crítica moderna ve la obra canoviana como idealista y racional, los teóricos del
neoclasicismo enfatizaron reiteradas veces este aspecto, los relatos de la época dan fe de que esto no fue siempre así,
ya que un ardor pasional típicamente romántico parece haber sido un elemento constituyente de su escuela, como
Stendhal lo identificó más tarde. Canova, dijo una vez que nuestros grandes artistas (del pasado) fueron
maravillosos en la parte del afecto; a lo largo de los años han adquirido un énfasis en el lado de la razón, pero con
esto ya no entendían con el corazón. Sus esculturas eran a menudo, por supuesto, objeto de deseo obviamente
profano. Algunas personas besaban su Venus itálica, y el tocar parecía igualmente necesario para una completa
apreciación de una escultura. El minucioso pulido de sus composiciones, acentuaban la sensualidad del objeto y el
tacto implícito en la contemplación de una obra tridimensional, el propio Canova perdido de admiración delante los
mármoles griegos que había visto en Londres, pasó mucho tiempo acariciándolos, diciendo que eran «verdadera
carne», como informó Quatremére de Quincy. Sin embargo, en otro momento declaró que con sus obras no quería
engañar al observador, sabemos que son de mármol —mudo e inmóvil— y si fuesen tomadas como reales, ya no se
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serían admiradas como obras de arte. Sólo deseo estimular la imaginación, y no engañar a la vista. También le
gustaba el arte barroco de Rubens y Rembrandt, y después de su primer contacto en su viaje a Alemania, escribió
diciendo que las obras más sublimes ... poseen en sí mismas la vida y la capacidad de hacer llorar, alegrar y
conmover , y esta es la verdadera belleza.
Métodos de trabajo
Se desprende de los relatos de sus contemporáneos que Canova fue un
trabajador incansable, salvo breves intervalos pasaba todo el día
involucrado en su trabajo. En su juventud, durante muchos años
mantuvo la costumbre de no ir a la cama sin antes haber diseñado al
menos un proyecto nuevo, incluso cuando sus obligaciones sociales u
otros deberes habían consumido gran parte de su tiempo, y esta
diligencia constante explica porque su obra fue tan prolifera.
Para sus composiciones Canova, esbozaba primero su idea en un dibujo
sobre papel y luego creaba personalmente un prototipo de pequeñas
proporciones en arcilla o cera, a partir del cual podía corregir la idea
original. Después hacía un modelo en yeso, del tamaño exacto que debía
tener la obra definitiva y con el mismo grado de precisión con respecto a
los detalles. Para transferirla al mármol, contaba con la ayuda de un
grupo de asistentes que desbastaban el bloque de piedra aproximándose
a la forma definitiva con la utilización del sistema de marcado de puntos
medidos del original. En este momento, el maestro tomaba de nuevo el
trabajo hasta su finalización. Este método le permitió involucrarse con
la ejecución de varias esculturas al mismo tiempo, dejando el grueso del
trabajo inicial para sus ayudantes y encargándose sólo de los detalles de
la composición definitiva, dándole también el pulimento final sutil y
refinado, que prestaba a sus obras un brillo excesivamente vítreo y
lustroso, con un aspecto aterciopelado, que fue objeto de elogios y
Estudio de figura femenina, carboncillo y donde su técnica magistral se manifestó plenamente. Sin embargo, esta
grafito, c. 1790. organización con ayudantes sólo la pudo disponer cuando ya había
consolidado la fama y disponía de recursos, gran parte de sus primeros
trabajos fueron ejecutados en su totalidad por él.
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convierte para mi en muerte, tengo que ayudarla con el intelecto y volver noble estas formas con la
inspiración, simplemente porque me gustaría que tuvieran una apariencia de vida».
Grupos temáticos
Canova cultivó una amplia gama de temas y motivos, que en conjunto forman un panorama casi completo de las
principales emociones y principios morales positivos del ser humano, a través de la frescura y la inocencia de la
juventud, tipificadas en las figuras de las «Gracias» y de las «Danzarinas», por los estallidos de pasión amor trágico,
ejemplificado en el grupo de Orfeo y Eurídice, del amor ideal, simbolizado en el mito de Eros y Psique representado
en varias ocasiones, del amor místico y devocional de las «Magdalenas penitentes», por las patéticas meditaciones
sobre la muerte en sus tumbas y epitafios, por las representaciones de heroísmo, fuerza y violencia de su Teseo y de
Hércules, tratándolos de una manera innovadora a menudo como un desafío a los cánones prevalecientes en su
generación. También realizó muchos retratos y escenas alegóricas, pero exentas de la representación de los vicios, la
pobreza y la fealdad, nunca fue un escultor realista o interesado en retratar los problemas sociales de su tiempo,
aunque en su actividad personal no era insensible a las tribulaciones del pueblo, pero en sus obras artísticas prefirió
temas en donde poder ejercer su idealismo y su constante conexión con la Antigüedad clásica.
Esculturas femeninas
Venus Itálica y Venus de Medici
Héroes
Esculturas de atletas en el combate pancracio. Museos Vaticanos
Creugas.
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Damoxenos.
Antonio Canova realizó hacia 1800 una pareja de esculturas que formaba parte del grupo de pancraciastas Creugas y
Damoxenos. En el combate llevado a cabo por Creugas y Damoxenos llegaron hasta la puesta del sol sin haber
ganador, al llegar a este punto, cada uno, por turno, tenía oportunidad de de dar un golpe al contrario, sin que este se
moviera de posición, hasta que el ganador era el único que podía sostener en pie. A Creugas le tocó ser el primero y
pudiendo escoger la posición del contrario le hizo colocar los brazos a lo largo del cuerpo, su golpe fue al rostro de
Damoxenos, el cual recuperado le pidió a Creugas que levantara su brazo en alto y le mostrara su costado,
Damoxenos con la mano abierta y los dedos extendidos le dio un golpe debajo del tórax que le sacó los intestinos
matándolo en el acto.
La tipología del héroe desnudo quedó establecida desde la antigüedad clásica, cuando las competiciones de atletismo
en los festivales religiosos celebraban el cuerpo humano, especialmente el masculino, de un modo sin precedente en
otras culturas. Los atletas competían desnudos, y los griegos los consideraban encarnaciones de todo lo mejor de la
humanidad, como una consecuencia natural del ideario de asociar el desnudo con la gloria, el triunfo y también con
la excelencia moral, principios que se impusieron en la estatuaria de aquel tiempo. El desnudo se convirtió, entonces,
en el vehículo privilegiado para la expresión de valores éticos y sociales fundamentales de la sociedad griega,
aparece en la representación de los dioses, en los monumentos conmemorativos de las victorias, en las ofrendas
votivas, y el culto del cuerpo era una parte integral del complejo sistema ético y pedagógico griego conocido como
paideia. Pero eran representaciones ideales, no retratos. Consagraban un prototipo común para todos, un concepto
genérico de belleza, sagrado, juventud, fuerza, equilibrio y armonía entre mente y cuerpo y no la variedad individual.
En otras culturas antiguas el desnudo era la mayor parte de las veces un signo de debilidad, deshonra y derrota. El
ejemplo más típico de esta visión, que contrastaba dramáticamente con la griega, es el mito de Adán y Eva, cuya
desnudez era un signo de su vergüenza.
Cuando el cristianismo se convirtió en la fuerza cultural dominante en Occidente, el desnudo pasó a ser un tabú,
porque los cristianos no apreciaban los juegos públicos, no tenían atletas, ni necesitaban imágenes de deidades
desnudas, pues su Dios prohibía la creación de ídolos, y la nueva atmósfera religiosa estaba impregnada por la idea
del pecado original. Así, el cuerpo fue desvalorizado, y la énfasis en la castidad y en el celibato impuso aún mayores
restricciones, de modo que en el arte medieval son muy raras las imágenes desnudas, excepto en Adán y Eva, pero
una vez más su desnudez era la señal de su caída en el pecado. La revalorización de la cultura clásica en el
Renacimiento colocó nuevamente el cuerpo humano y la desnudez de actualidad, junto con el repertorio de los mitos
antiguos, y desde entonces el desnudo ha vuelto a ser un tema para los artistas. Durante el barroco el interés no
disminuyó, ni tampoco en el neoclasicismo, al contrario, rodeado de un simbolismo en muchos aspectos similar al de
la antigüedad, el desnudo de nuevo se convirtió en omnipresente en el arte occidental, pero usualmente fue reservado
sólo para los temas mitológicos, siendo considerado inadecuado para la representación de los personajes vivos.
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La primera gran obra heroica de Canova fue el grupo de Teseo y el Minotauro (c. 1781), esculpido por encargo de
Girolamo Zulian. Comenzó su proyecto con la idea tradicional de representarlos en combate, pero con el
asesoramiento de Gavin Hamilton cambió el plan y comenzó a dibujar una imagen estática. El mito era bien
conocido y había servido de inspiración para muchos artistas, pero la situación que Canova concibió jamás había
sido representada antes, ni en escultura ni en pintura, con el héroe ya victorioso, sentado sobre el cuerpo del
monstruo, contemplando el resultado de su hazaña, la composición obtuvo un éxito inmediato, abriéndole las puertas
del mecenazgo romano.
El grupo de Hércules y Licas (1795-1815) fue creado para Onorato
Gaetani, un miembro de la nobleza napolitana, pero la caída de los
Borbones obligó al exilio forzoso del comitente y la ruptura del
contrato, cuando el modelo estaba listo. Durante tres años el autor
buscó un nuevo cliente para la compra de la versión en mármol, hasta
que en 1799 fue contactado con el conde Tiberio Roberti, un
funcionario del gobierno de Austria en Verona, a fin de que esculpiese
un monumento para celebrar la victoria imperial sobre los franceses en
Magnano. Agobiado por sus numerosos encargos, Canova trató de
ofrecer la escultura de Hércules y Licas, pero la composición fue
rechazada. La posición de Canova era delicada, nacido en el Veneto,
que era una posesión austriaca, el escultor era súnbdito del imperio de
los Habsburgo, de los que recibía en aquella época su pensión y
además ya le habían encargado la realización de un cenotafio. También
la figura de Hércules se asociaba tradicionalmente con Francia, y
aunque el trabajo fue reconocido por su calidad intrínseca, su
ambigüedad temática hizo que no fuera apropiado para un monumento
austriaco.Finalmente la obra fue vendida al banquero romano Giovanni
Hércules y Licas, Galería Nacional de Arte Torlonia y presentada por el propietario en su palacio, con un éxito
Moderno de Roma.
inmediato, pero los críticos posteriores juzgaron negativamente el
trabajo, la identificaron con patrones de ejecución académica, sin
implicación emocional real.
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La última gran composición de tema heroico de Canova fue el grupo de Teseo vencedor del centauro (1805-1819),
una de sus imágenes más violentas. Había sido un encargo de Napoleón Bonaparte con el objetivo de instalarlo en
Milán, pero fue adquirida por el emperador de Austria y llevado a Viena. Un viajero inglés en visita a su taller, dijo
al ver esta composición, aún inacabada, que había encontrado con lo que responder para todos aquellos que tildaban
a Canova como un maestro de lo «elegante y suave». El grupo está compuesto a partir de una forma piramidal,
dominada por la fuerte diagonal del cuerpo del héroe a punto de abatir al centauro con un palo mientras le agarra por
el cuello y presiona la rodilla contra el pecho, dando un fuerte impulso con la pierna derecha. La detallada anatomía
del cuerpo del centauro es especialmente minuciosa. También son notables las estatuas que hizo que representan a
Palamedes, Paris, Héctor y Áyax.
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Retratos alegóricos
El retrato de George Washington realizado para el gobierno de Carolina del Norte en los Estados Unidos en 1816,
lamentablemente se perdió en un incendio pocos años después, fue otro ejemplo del uso de los modelos clásicos
modificados, representándolo como César, vestido con una túnica y una armadura antigua, pero sentado escribiendo
y con su pie derecho pisando su espada en el suelo. La obra fue recibida también entre polémicas, ya que se
considera muy alejada de la realidad republicana de América, aunque incluso allí la cultura clásica estaba en gran
boga.
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Monumentos fúnebres
Su forma piramidal y la presencia de un cortejo de figuras anónimas representadas en distintas etapas de la vida que
no son ni retratos ni personificaciones alegóricas, difieren radicalmente de los modelos fúnebres que se aplicaban
entonces. La imagen de la persona fallecida no se encuentra ni siquiera entre ellas, y sólo aparece en un medallón
sobre la entrada. Para un miembro de la casa reinante que había sido reconocida por su obra caritativa y de gran
piedad personal, la composición es extraordinariamente reticente sobre su personalidad. Christopher Johns lo
interpreta como una declaración deliberadamente apolítica y antipropagandística del autor, en un momento en que la
situación en Europa estaba en crisis por la Revolución Francesa y los monumentos públicos eran encargos de las
asociaciones políticas, expresó su deseo de afirmar la superioridad de las escuelas estéticas sobre el tema. Al parecer,
el trabajo fue aceptado sólo por su ubicación en una iglesia tradicionalmente ligada a los Habsburgo y su apariencia
recordaba los monumentos de la Roma imperial lo que garantizaba una lectura suficiente libre de ambigüedad.
Estos monumentos establecieron varios hechos significativos con los
adoptados por sus sucesores. En todos ellos aparecen figuras similares,
como el genio con la antorcha invertida y apagada que simboliza el
fuego de la vida extinta, el león alado dormido esperando la
resurrección, las mujeres plañideras que indican directamente el luto,
las figuras de diferentes edades que significa la universalidad de la
muerte y la fugacidad de la existencia, y una puerta que conduce a un
espacio oscuro que indica el misterio del más allá. El desfile de
diversas figuras sólo está presente en los grandes cenotafios de Viena y
Tumba de Vittorio Alfieri. Basílica de la Santa
en el suyo propio, pero algunos aparecen en las tumbas papales y en
Cruz (Florencia).
varios epitafios más pequeños en bajo relieve que produjo para clientes
sin muchos recursos económicos. Por lo general, el retrato del difunto
es sólo secundario, esculpido en forma de busto sobre una columna o en un medallón y separado del grupo principal,
como en las placas conmemorativas de Ercole Aldobrandini, Paolo Tosio y Michal Paca, una práctica que sólo se
rompió a finales del siglo, cuando el arte fúnebre comenzó a ser protagonista la persona a la que estaba dedicado. Un
monumento más pequeño, pero de gran importancia para el desarrollo del nacionalismo y el arte funerario italiano,
fue el creado en 1810 para el poeta Vittorio Alfieri, que se convirtió en un modelo de la exaltación del difunto como
ejemplo de virtud, representó la primera alegoría de Italia como una entidad política unificada y fue aclamada en su
estreno como un hito de la unificación de Italia. Se encuentra en la Basílica de la Santa Cruz (Florencia).
Antonio Canova 21
Pintura y arquitectura
opinión general acerca de él fue muy favorable, incluso entusiasta. A pesar de ser considerado el escultor neoclásico
por excelencia, y de que el neoclasicismo predicaba la moderación y el equilibrio, sus obras a menudo despertaron
las pasiones más ardientes de su público, en un período donde el neoclasicismo y el romanticismo estaban uno al
lado del otro. Poetas como Shelley, Keats o Heinrich Heine lo alabaron en sus obras. El recorrido que hizo desde sus
primeras obras con rasgos del naturalismo rococó incluso más adelante con el dramatismo del barroco que se aprecia
el grupo Hércules y Licas y en el de Psique, en el que su amigo y teórico del neoclasicismo Quatremere de Quincy
ya le había advirtido del «peligro de convertirse en un antiguo Bernini», consiguió que su versatilidad dificultara la
lectura crítica de sus trabajos, que según Honour: «rompió la larga tradición de sumiso elogio a la Antigüedad y
estableció la noción de la ‘moderna’ escultura»; su interés por la forma y por encontrar en sus esculturas múltiples
puntos de vista forzando al espectador a rodear sus obras para poder ver todos los detalles, ha sido uno de los puntos
que hacen que sea reconocido como uno de los más interesantes e innovadores escultores de su época.
Canova fue muy imitado en Italia, atrajo a numerosos admiradores de diferentes partes de Europa y América del
Norte, como a Joseph Chinard, Antoine-Denis Chaudet, John Flaxman, John Gibson, Bertel Thorvaldsen y Richard
Westmacott, fue coleccionado con avidez en Inglaterra y su estilo dio frutos en la escuela en Francia, donde se sentía
favorecido por la simpatía que Napoleón le tuvo, encargándole para él y su familiares varias obras. Se convirtió en
un referente para todos los artistas académicos del siglo XIX. En su vida Canova siempre trató de ser distante de la
política, pero como se ha visto en varias ocasiones su talento fue cooptado por los poderosos. De todos modos,
incluso en estos casos, sus obras manifiestan un notable apolitismo. Eso no impidió que después de su muerte fuese
asociado con el movimiento nacionalista italiano y muchas de sus creaciones excitaron los sentimientos de orgullo
nacional. Cicognara lo colocó como una figura central en el Risorgimento italiano, y durante todo el siglo XIX,
incluso a través de romanticismo, Canova fue recordado con frecuencia como uno de los genios tutelares de la
nación.
A inicios del siglo XX, cuando la modernidad ya era la tendencia dominante, comenzó a ser señalado como un mero
copista de los antiguos, y su obra cayó en un descrédito generalizado, junto con todas las otras expresiones clásicas y
académicas. Su importancia volvió a ser apreciada en la segunda mitad del siglo XX, después de la aparición de los
estudios dedicados a él por Hugh Honour y Mario Praz, quienes lo presentaron para la crítica como un vínculo entre
el mundo antiguo y la sensibilidad contemporánea. La crítica contemporánea ve todavía a Canova como el mayor
representante de la corriente neoclásica de la escultura, y reconoce su importante papel en el establecimiento de un
nuevo canon que al referirse a la tradición de la antigüedad no estuvo servilmente ligado a ella, se adaptó a las
necesidades de su propio tiempo, con la creación de una gran escuela de difusión e influencia. También se reconoce
el mérito de su vida personal ejemplar y su entrega total al arte.
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Enlaces externos
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• Canova 2009 Exhibition in Forlì, Italy (http://www.alessandroronchi.net/2008/
canova-exhibition-at-forli-san-domenico-museum/)
• Esta obra deriva de la traducción de Antonio Canova de la Wikipedia en portugués, concretamente de esta versión
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Fuentes y contribuyentes del artículo 25
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