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JOSE CARDONA de la CIA
Cuadernos para el Diálogo abría su número 35-36 con la cuestión del
próximo referéndum que se prepara entre bastidores en España como
alternativa continuista al franquismo. Iñaki Goitia titulaba SU articulo
publicado en el número 6 de Cuadernos de Ruedo ibérico, « La cuenta
atrás ha comenzado ». Por otra parte, no hay más que seguir el resumen
de la prensa nacional que aparece en Madrid con el nombre de Diario de
Diarios para observar el desgaste de unas instituciones arcaicas que,
además de haber caído en desuso, como se repite, pugnan por encontrar
las nuevas formas que les permitan sobrevivir. Como escribe Iñaki
Goitia, el postfranquismo, o neofranquismo, no supondrá otra cosa que
un nuevo planteamiento frente al poder.
La derecha ideológica, y la llamada oposición que teme ser barrida con
ella, aspira a gobernar sin Franco, a sucederle en el poder y a presentarse
ante los países capitalistas como la encarnación democrática de una
forma de gobierno que, institucionalizando las estructuras socio-econó-
micas existentes, apuntale el predominio norteamericano en Europa a la
vez que se presenta con el cariz propio de un Estado de Derecho. La
desaparición del dictador no supondrá, pues, el final de la opresión
económica y politíca del país, mucho menos la emancipación de la clase
trabajadora. Con el agravante de que hoy, lo que tradicionalmente se
entendía por derecha e izquierda, son conceptos demasiado brumosos
para tomarlos como puntos de referencia. En efecto, mientras el capita-
lismo ha sido capaz de adaptarse a las nuevas condiciones históricas de
económica y política del país, mucho menos la emancipación de la clase
dominante asume el dinamismo progio de una clase que sabe lo que
quiere y adónde va, la vieja izquierda se arrastra a su zaga, y la nueva
izquierda no acaba de definirse. Esto nos lleva a constatar que, a menudo,
el neocapitalismo emplea la dialéctica que debiera ser el arma más ace-
rada de sus oponentes, miéntras las viejas fuerzas populares se presentan
divididas, desdentadas y anacrónicas, y, por consiguiente, alejadas del
resorte vital de las masas. Por lo que afecta a Francia, la situación ha
sido descrita por el primer ministro de De Gaulle, Pompidou, represen-
tante arquetípico del neocapitalismo combativo, al definir así su oposi-
ción : Partido Comunista. izquierda reaccionaria (SFIG y radicales),
izquierda utópica e izquierda del año 2000, y derecha proamericana
(Lecanuet y Tixier-Vigancour).
No cabe duda, sin embargo, que hoy como ayer sigue siendo la infra-
estructura económica lo que define a unos y otros, y si la llamada
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ASO se presenta en el interior como una alianza obrera que defiende los
principios de las restantes organizaciones sindicales afiliadas a la CIOSL,
es decir, los derechos de huelga, de libre asociación, de libertad de
expresión y de unidad sindical con la exclusiva de los trabajadores de
ideología, inspiración o tendencia comunistas. Pronto, y a partir de la
intendencia que se instala en Perpiñán, alimentada con los fondos de la
internacional de metalúrgicos de Ginebra y de los sindicatos yanquis,
se lanza a una campaña propagandística y de public-relations al estilo
norteamericano, que le permiten presentarse como la organizadora de
cuantos movimientos de protesta y cuantos conflictos de trabajo se pro-
ducen en España, aunque, como es bien sabido, sea ajeno a ellos. Lo
importante es montar una campaña de intoxicación que, al mismo tiempo
que permita la detención de algún que otro incauto que ignora las reglas
del juego, abra el diálogo esperado con el régimen y se presente a Solís
como el interlocutor válido que éste anda buscando. Se trata de una
organización « clandestina » que, a manera del gángster francés Figón,
convoca conferencias de prensa y distribuye comunicados a los periodis-
tas acreditados en Madrid, enlazando regularmente con sus proveedores
de fondos y recibiendo ostentosamente a los enviados especiales de éstos,
10s « socialistas » Erler y Matthöfer. Cuando se trata de entrevistarse
con el « camarada * Solís y de tomar contactos con los representantes del
neofranquismo, e incluso ser recibidos en audiencia por el propio Cau-
dillo, los demócratas occidentales tienen muchos menos escrúpulos que
cuando se trata de excomulgar a los comunistas. Por otra parte, y de
acuerdo con los datos que conocemos, ASO ha sacado la suma de unos
20 millones de pesetas al secretario general de la Internacional de
Metalúrgicos, el suizo Graedel (a razón de medio millón de francos
suizos por cada uno de los años 1963, 1964 y 1965, debidamente contabi-
lizados).
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