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Ejercicio 1: Personaje particular + Utopía

Personas caminando, riendo, casi bailando, dirigiéndose con una gran sonrisa a sus destinos
en medio de las multitudes de las avenidas y el Boulevard. El lunes era el día más esperado
por los habitantes de Ciudad Metrópolis. El camino al trabajo en la mañana, era la
experiencia más anhelada desde el fin de semana, el júbilo no salía del rostro de sus
ciudadanos cuando sabían que se encontrarían nuevamente con los artistas callejeros más
talentosos de la ciudad: Malabaristas, actores, mimos, cuenteros y miles de variedades
nunca antes vistas y coloridas que concurrían en el Boulevard St. Clair, proclamado como la
cuarenta y sieteava maravilla del mundo.
Ser artista callejero en Ciudad Metrópolis era el empleo, no solo mejor remunerado, sino el
más apreciado y soñado. Era difícil llegar hasta donde ellos estaban, solo después de miles
de pruebas y demostraciones, los mejores y más talentosos podían pararse frente a los
transeúntes. Los mismos gobernantes se sentían celosos de ellos.
Gerald era el mejor hombre orquesta de la ciudad, tenía una túnica de 7 colores brillantes
con bordes dorados que cubría todo su cuerpo y su acto particular. Desde que salía de su
gran casa de marcos y puertas doradas hasta que se bajaba de su cíber carruaje volador,
todos veían ansiosos cómo se dirigía a su puesto de la esquina que interceptaba el paso al
mercado del Boulevard. Cada lunes tenía un acto diferente y este era más que la excepción.
Al llegar había un circulo de personas que ya lo esperaba, los niños y los adultos miraban
atentos tratando de ver qué llevaba adentro de su traje. Las respiraciones emocionadas se
hicieron pesadas y un solo coro en medio del silencio de tensión. Todos sabían que esta vez
era distinto, no estaban sus instrumentos. De repente, una pequeña serpiente púrpura con
un silbato, aún más pequeño, cayó de su traje, miró a las personas que no sabían qué
esperar y dio el soplido más fuerte que pudo. Gerald abrió su túnica brillante de la cual
salieron infinidad de globos de todos los colores, los cuales llenaron la visión de todos los
presentes y al elevarse se dieron cuenta de que Gerald no estaba solo, ahora tenía 3
personajes más a su alrededor, cada uno con una máscara gigante que parecía de otro
planeta, una con tentáculos, otra con muchos ojos, otra con una gran boca y la de Gerald
parecía la cabeza de una gran mosca. El grupo era una banda, cada quien con su
instrumento y cada quien con su túnica de colores, era la primera vez que Gerald tocaba en
grupo y era la primera vez que se veían esos personajes ¿Eran máscaras? Nadie lo sabía,
todos lo dudaban, de veras parecían seres de otro planeta ¿Gerald siempre fue un hombre
mosca de Galtrovia 19? Nunca habían visto uno desde el tratado de paz intergaláctico de
hace 10 años.
La armónica del hombre de la gran boca empezó a tocar, Gerald encendió un micrófono que
rodeaba, tocó el primer acorde de su guitarra y simultáneamente los demás instrumentos
se empezaron a unir. Las personas no podían dejar de verlos, escucharlos, jamás habían
escuchado una canción tan desorganizada y mal tocada pero a la vez tan divertida y
pegajosa. Los cuerpos empezaron a unirse en baile, a inventar pasos que no estaban
pensados. Los niños no dejaban de reír al ver a los adultos tan sueltos.
La gran alarma sonó, ya era momento de ir a trabajar y nadie se quería ir, todos se sentían
tristes al no poder ver la identidad de los integrantes de la banda, Gerald se despidió de
todos con gran ánimo pero sin quitarse la máscara tampoco.
Desde ese día nunca lo hizo. Más y más artistas se unieron a ellos, se mostraban con este
nuevo rostro como si siempre lo hubieran guardado, si estos artistas eran de otro planeta,
a nadie le importaba, si eran capaces de unirlos así.

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