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Ni cualitativo ni cuantitativo: un

estudio hermeneutico analogico sobre


la metodología de la investigacion
Luis Antonio Monzón Laurencio

Universidad autónoma de la ciudad de México

Planteamiento
Todavía hoy en día, cuando uno revisa un libro de metodología de la investigación
o toma un curso sobre ello es común encontrar con que uno de los elementos casi
centrales se trata de la distinción entre la investigación cuantitativa y cualitativa.
Casi por encima de cualquier otra elección, pareciera ser que el investigador o
estudiante debe elegir, primero que nada, a cuál de estos dos paradigmas debe
seguir.

Ahora, esta distinción se plantea más o menos de la siguiente manera en todos los
textos: existen dos paradigmas de investigación, el cuantitativo y el cualitativo, que
difieren en la forma en que conciben los datos, su recolección y su tratamiento. En
ocasiones se defiende la investigación cuantitativa, en otras la cualitativa. Así, por
ejemplo, en un texto clásico de investigación como el de Taylor y Bogdan (2000)
empiezan planteando la distinción entre paradigmas de investigación positivista y
fenomenológica, para pasar después a hablar de métodos cuantitativos y
cualitativos y terminar por recomendar el uso de técnicas de recolección de datos
tales como la observación y la entrevista, como parte de la metodología cualitativa.

Pero se señala también que existe un paradigma mixto y que resulta en ocasiones
conveniente combinar la investigación cuantitativa y cualitativa. Así, por ejemplo,
otro texto clásico en investigación, el de Tashakkory y Teddlie (2003), se dedican
tres capítulos a explicar primero la diferencia entre los paradigmas de

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investigación cuantitativo y cualitativo, después a explicar las limitaciones y
ventajas de cada uno y, por último, a convencernos de la importancia de utilizar
metodologías mixtas que, en realidad, se están basadas en una versión del
pragmatismo norteamericano y sistematiza de una manera muy ordenada cómo es
que se pueden utilizar diseños en los que se combina, superpone y organizan los
modos cualitativo y cuantitativo de investigación en los diseños metodológicos.

No quiero ocupar el tiempo de la ponencia en proporcionar ejemplos, porque creo


que todos aquí conocemos de sobra textos y cursos que hablan de esto. Lo que
quiero señalar es que después de un estudio hermenéutico de 23 textos sobre
investigación llegué a las siguientes conclusiones, que son el punto de partida de
mi exposición, por lo que me disculpo por no presentar los resultados en extenso:

1. En la mayoría de los textos se inicia hablando de una distinción de


paradigmas (y aquí hago notar que este es el término clave) entre la
investigación cuantitativa y cualitativa, utilizando incluso a Kuhn como base
para explicar lo que es un paradigma; pero a su vez se habla de
metodología y los textos terminan ofreciendo un catálogo de herramientas
(técnicas) de investigación.
2. En algunos casos, se evita hablar de paradigmas y metodologías y se habla
de «acercamientos», «estrategias», «abordajes», etc.
3. Al hablar de metodología cuantitativa, especialmente en textos que
defienden o favorecen la metodología cualitativa, se reduce la cuantitativo
al tratamiento estadístico y matemático de la información, a pesar de que
los textos hablan de una diferencia de paradigmas epistemológicos.
4. Se simplifica el problema y se le dan salidas fáciles y falsas como utilizar
paradigmas mixtos o diseños combinados.
5. En conclusión, no se problematiza epistemológicamente la distinción
cualitativo-cuantitativo, se le asume como un hecho en el mundo de la
investigación, se adquiere y transmite como un dogma.

Por supuesto, existen muchos textos que ni siquiera mencionan este asunto y,
durante pláticas que he tenido con otros investigadores en congresos

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internacionales, muchos de ellos ya consideran superado este debate o no se
preocupan por este problema. Lo que hace parecer que este problema está sólo
arraigado en nuestro país.

Lo que sucede, entonces es que no existe claridad y reflexión profunda sobre


estos temas. Resulta evidente en la actualidad que la metodología de la
investigación depende o está supeditada, si no totalmente sí en gran medida, a
una epistemología y, por lo mismo, a una ontología y a una teoría de la verdad. Es
decir, que antes de proponer una metodología de investigación como tal, la
persona (institución o escuela) parten de ciertas concepciones con respecto a la
realidad, el conocimiento, la ciencia y la verdad.

Algunos autores, por ejemplo Samaja (Samaja, 2007), han propuesto incluso que
la metodología es igual a la epistemología, aunque esta afirmación nos parece
exagerada. La verdad es que epistemología y metodología están fuertemente
vinculadas. Muchos manuales de metodología parecen estar conscientes de ello e
inician sus reflexiones sobre metodología hablando precisamente de paradigmas
epistemológicos, basándose principalmente en Kuhn. A partir de ahí se postula la
diferencia existente entre dos paradigmas distintos de investigación: el cuantitativo
y el cualitativo.

Sin embargo, en el discurrir argumentativo, esta distinción se va focalizando y


cambiando hasta “reducirse”, por decirlo de cierta manera, a una mera selección
de instrumentos y técnicas de interpretación de datos. Es decir, se pasa, sin
justificación alguna, de un nivel de argumentación en torno a paradigmas
epistemológicos para terminar en un nivel de argumentación meramente
instrumental, pasando por un nivel intermedio que es el estrictamente
metodológico.

El texto que a continuación presento es, entonces, el producto de reflexiones


epistemológicas sobre este problema, justo las reflexiones ausentes en los textos
de metodología. Parto desde una perspectiva hermenéutica para realizar estas
afirmaciones, especialmente desde la hermenéutica analógica de Mauricio

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Beuchot. Con base en ella vamos a criticar, en el sentido de analizar un tema o
cuestión de manera racional, la distinción para descubrir en ella fallos y proponer,
al finalizar la ponencia, un cambio en la manera de pensar y de referirnos a estos
términos.

Problema 1: La distinción cualitativo-cuantitativo es residual.


El primer problema al que nos enfrentamos y que surge del estudio hermenéutico
de varios textos de metodología es que la distinción entre lo cuantitativo y lo
cualitativo es que la segunda es una categoría residual.

Es decir, se define de manera afirmativa, clara y distinta lo que es la investigación


cuantitativa, sus métodos, sus formas, sus técnicas y después, todo aquello que
no se ajusta a este modelo se le denomina investigación cualitativa. Por eso
vemos en los manuales que la caracterización de la investigación cualitativa
siempre es complicada y difusa, casi poética y metafórica. Se inicia en muchas
ocasiones diciendo «definir la investigación cualitativa es difícil» o se dan
definiciones que no abarcan la totalidad del mundo cualitativo. De igual manera se
disputan entre si la investigación cualitativa es inductiva y la cuantitativa deductiva
o al revés. Se mencionan distinciones como que la cuantitativa es generalizable y
la cualitativa no, etc.

Entonces, formalmente hablando, lo cuantitativo se define como un conjunto A y lo


cualitativo como ¬A o A’. Por lo tanto es una categoría residual.

Ahora, esta forma de pensar es de uso corriente y también científico, incluso útil
en algunas ocasiones. Es, por ejemplo, la distinción que se da cuando se habla de
Cristianos y Paganos; o entre mexicanos y extranjeros. Para fines prácticos del
cristianismo, por ejemplo, la primera distinción puede llegar a ser muy útil: afirmar,
por ejemplo que la navidad es una festividad cristiana que los paganos no
celebran es un enunciado verdadero (en la mayoría de los casos) y que puede
servir incluso científicamente. De igual manera, al llegar a México por avión, es útil
dividir a las personas en mexicanos y extranjeros a la hora de pasar migración.

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El problema con estas distinciones es que no pueden considerarse absolutas,
porque son reduccionistas y abstraen, simplifican u olvidan la diversidad que la
categoría negativa abarca. Así, por ejemplo, el concepto pagano no puede dar
cuenta de la gran diversidad de religiones que son incluidas dentro de ellas y que
sólo tienen en común el no ser cristianos: el judaísmo, el islam, el budismo, el
taoísmo, el sintoísmo y todas las demás posibilidades, con sus diferencias
abismales entre sí, son olvidadas y subsumidas en una sola categoría.

Lo mismo sucede al hablar de investigación cualitativa. Se reduce una gran


variedad de posibilidades en una única categoría. Si bien es verdad que la
sociología comprensiva, el interaccionismo simbólico, la fenomenología, la
antropología simbólica, la hermenéutica, entre otras, comparten perspectivas
comunes; es verdad también que son diferentes y que no se puede confundir uno
enfoque con otro. Es, por ejemplo, también una tendencia común el vincular a la
fenomenología con la hermenéutica, a pesar de que hay grandes diferencias entre
ambas.

Así, esta distinción es problemática porque simplifica la vía de ese mundo rico de
posibilidades que se llama simplonamente «investigación cualitativa».

Esta simplificación se explica, sin embargo, debido a que: 1) existe una


concepción equívoca (que no falsa) entre lo que es un paradigma, una
metodología y una técnica y 2) la distinción parte de un paradigma positivista de
pensamiento que tiende tanto a simplificar a dualidades opuestas como a medir
todo el trabajo científico desde su perspectiva propia. Cada uno de estos
representa un problema y será tratado como tal.

Problema 2: La distinción cuantitativo-cualitativo surge en el seno


de una caracterización equívoca de lo que es un paradigma, un
método y una técnica.
Debo aclarar aquí que equívoco no es erróneo ni falso. En ciencias sociales
difícilmente podemos afirmar que nuestros conceptos son falsos; porque esto
implica que no se adecuan a realidades empíricas determinadas. Sin embargo, en

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el mundo social una realidad no existe hasta que se la nombra. Pensemos en
cómo sería imposible investigar una familia si no hay primero una preconcepción
de lo que es la familia y que cualquier estudio sobre familias depende de la noción
que tengamos de esta: si como unidad estructural de relaciones afectivas o de
relaciones consanguíneas.

El caso es que los términos paradigma, método, técnica, estrategia y demás son
términos equívocos, es decir, que tienen varios significados, múltiples
interpretaciones, incluso opuestas. Cuanto utilizamos términos equívocos en una
argumentación es necesario definirlos con la mayor claridad posible y utilizarlos en
un discurso de la manera más unívoca posible. Esto es justo lo que no hacen los
libros de metodología, pues asumen la distinción como parte de una tradición sin
cuestionarla.

Es así que empiezan hablando del paradigma cuantitativo y cualitativo y terminan


hablando de que el investigador debe elegir técnicas.

El problema radica en que existe una distinción real de niveles epistemológicos


que debe ser tomada en cuenta aquí:

El primer nivel es el de las creencias base que una persona tiene al formar parte
de una tradición determinada y que fundamentan sus ideas sobre lo que es la
realidad, la verdad, el conocimiento y la ciencia. Estas creencias nos las vamos
formando no por reflexión, sino que forman parte de esos aprendizajes
imperceptibles y que diferentes agentes socializadores nos van proveyendo. La
forma en que mis padres se refieren a las ciencias, el tipo de películas y
programas de televisión que observo que favorecen o no una imagen de la
ciencia, lo que la religión y mi actitud emotiva hacia ella presento, etc.

La cuestión es que cada individuo se va formando una serie de ideas sobre estos
cuatro tópicos fundamentales. Este conjunto de ideas ha recibido diversos
nombres en distintos autores: programas de investigación, esquemas
conceptuales, teorías, horizontes de comprensión, etc. Entre ellos, por supuesto,
gracias a Kuhn, paradigmas.

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En este nivel suceden tres cosas: 1) el paradigma es transparente para el
individuo. Es decir, él no lo nota pero cuenta con él, es decir, todas sus acciones,
aficiones, filiaciones y aversiones dependen de estas ideas pero no son ideas que
la persona vea como propias sino como naturales. Así, por ejemplo, la aversión a
la religión por parte de muchos científicos es paradigmática y parece natural que
ningún científico debe creer en la religión. 2) Los paradigmas son compartidos por
una comunidad; así, por ejemplo, hablar de occidente o la modernidad implica, en
un nivel epistemológico, compartir ciertas creencias sobre el conocimiento y la
constitución de la realidad que no comparten con los medievales o los
postmodernos. 3) Los cambios de paradigma se dan a nivel histórico con el paso
de los años, a veces siglos. Una persona no puede cambiar fácilmente de
paradigma (por lo dicho en 1), a menos que realice un trabajo de reflexión muy
profundo, pero esto es poco frecuente. Ha sucedido, por ejemplo, en pensadores
como Wittgenstein o Perelman, pero uno no puede andar por ahí cambiando sus
ideas de un momento a otro, porque de estas ideas depende todo.

Así, si la distinción cualitativo-cuantitativo está inscrita en este nivel, hablar de


paradigmas mixtos o combinar paradigmas es absurdo; porque uno no puede
combinar la idea de que la realidad es lo que es con la idea de que la verdad es
consenso; o iniciar una investigación creyendo que la ciencia es una forma de
adquirir conocimiento y a la mitad cambiar a pensarla como una forma de discurso
entre otras igualmente legítimas.

Debe quedar en claro, sin embargo, que sí existen paradigmas opuestos


(moderno-postmoderno, univocista-equivocista, etc.) pero también existen
paradigmas intermedios. Todo dependerá de cómo se combinen las creencias
sobre la realidad, la verdad, el conocimiento y la ciencia. Así, un individuo puede
ser más moderno que postmoderno o ser completamente moderno o ser
completamente postmoderno, etc. La hermenéutica analógica, por ejemplo, al
igual que el pragmatismo, se colocan intermedios a estos extremos.

Entramos entonces en el terreno de otro nivel epistemológico. En este nivel, una


vez que partimos de un paradigma determinado tomamos elecciones y decisiones

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sobre cómo vamos a hacer nuestra investigación. Preferimos ciertas formas y
dejamos de lado otras sobre la base de nuestras ideas sobre lo que es o no es
científico o conocimiento o verdad. Así, por ejemplo, partiendo de una noción
correspondentista de la verdad o una noción especular del conocimiento,
seguramente preferiremos las formas empíricas de trabajar.

Este es el nivel que llamaré método. El método es un conjunto de principios que


organizan las acciones del investigador. En este nivel, a diferencia del paradigma,
sí hay elección personal y los principios sí son patentes al individuo. Está
consciente de las elecciones que realiza, aunque las realiza con base en esa otra
parte que le es invisible.

Los métodos son principios que norman lo que es un dato, cómo se recolecta,
cómo se trata, cómo se presenta, cómo se interpreta, etc. Así, por ejemplo, son
métodos el de Durkheim y el de Weber y, coincidentemente, forman parte de
paradigmas distintos.

Ahora, si la distinción entre lo cualitativo y lo cuantitativo se da a este nivel, la


distinción es falsa, porque no sólo existen estos dos métodos, sino una infinidad.
Podríamos afirmar que se trata de categorías que agrupan a todos los métodos.
Esto es cierto, pero, como ya señalé en el problema 1, esta categoría es residual y
reduccionista. Volveré a esto más tarde.

El último nivel (y debo apurarme porque se acaba el tiempo) es el nivel


instrumental. Aquí es donde efectivamente entran la encuesta, el test, el
experimento, la entrevista, el grupo focal, la observación, etc.

Como podemos observar, pueden existir (y de hecho existen), una gran variedad
de combinaciones. Normalmente lo que llamamos cuantitativo es un conjunto de
ideas que combinan un paradigma moderno-univocista, con metodologías e
instrumentos matemáticos y estadísticos. Esto es verdad, pero no es único. Lo
importante aquí es que se pueden tener otras combinaciones y se pueden elegir
metodologías simbólicas o fenomenológicas partiendo de un paradigma moderno-
positivista-univocista. Esto da pie al siguiente problema

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Problema 3: La distinción cuantitativo-cualitativo es positivista.
Establezcamos ahora sí que existe un paradigma que podemos denominar
moderno o positivista o, con mayor claridad, univocista (Beuchot, 2002).
Permítanme explicar. Con Beuchot, por ejemplo, aceptamos que incluso el
positivismo es un tipo de hermenéutica que él llama univocista. Entonces, se
puede hacer también hermenéutica desde el paradigma positivista, pues este es
un paradigma hermenéutico entre otros.

Desde el paradigma positivista, entonces, también se puede hacer hermenéutica,


un tipo de hermenéutica que busca la interpretación única, adecuada, que
entiende el conocimiento como reflejo de la realidad, a ésta la entiende como algo
extra y ajeno al individuo; la verdad es correspondencia y la ciencia es el único
modo de acceder a la verdad.

Bajo estos supuestos es que se inventa la idea de lo cuantitativo y por ello su


apego a las ciencias positivas y a las matemáticas. Durkheim es quien en
sociología inicia este proceso, a pesar de que la noción de ciencia positiva se la
debemos a Comte, el cual en realidad no produjo un positivismo como tal.

El caso es que desde esta perspectiva epistemológica es donde surge la idea


también de lo cualitativo. Como ya mencioné, se trata de una categoría residual
que se forma de la aplicación de criterios positivos a modos de hacer
investigación. Por eso encontramos caracterizaciones como la siguiente: «la frase
"metodología cualitativa" se refiere en su más amplio sentido a la investigación
que produce datos descriptivos» (Taylor & Bogdan, 2000) o como la siguiente:
«una limitación de los métodos cualitativos es su dificultad para generalizar» (Pita
Fernández, 2002).

La investigación cualitativa está siempre a la sombra de la cuantitativa. Incluso he


escuchado a profesores e investigadores decir «vas a hacer investigación
cuantitativa o sólo cualitativa». Por lo que, además, resulta que la distinción es
discriminatoria y excluyente: quienes hacen investigación seria hacen cuantitativa,
mientras que los incompetentes, hacen cualitativa.

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En síntesis, esto se debe a que la investigación cualitativa está perfilada siempre
desde los parámetros de una epistemología o paradigma univocista-positivista de
la investigación. Siendo así es evidente que nunca alcanzará los niveles de
precisión, predictibilidad, claridad, distinción, etc., de la investigación cuantitativa,
porque si lo hicieran sería cuantitativa. Pero quienes sostienen la división lo hacen
porque aún quieren alcanzar este estatus epistemológico. Es decir, quien hace
investigación cualitativa quiere estar al nivel de quien hace cuantitativa y por eso le
entra a su juego, en donde, sin embargo, siempre perderá.

Quienes en verdad hacen una investigación diferente, por ejemplo desde la


hermenéutica, han dejado de lado el problema de lo cuantitativo-cualitativo desde
hace mucho. No le entran al juego de la comparación porque parten de una noción
distinta de verdad, de una concepción distinta de la realidad y de la ciencia; por lo
que aquí simplemente se trabaja.

Problema 4: la distinción dual es reduccionista.


Por último, para no extenderme más, la distinción cuantitativo-cualitativo adolece
también de una reducción de la realidad a dos únicas categorías. En su origen, al
oponerse pensadores como Weber a la metodología cuantitativa durkheimiana,
efectivamente acuñaron la idea de que estos métodos eran cualitativos. Con el
paso del tiempo toda modalidad «alternativa» de investigación fue agrupándose en
esta categoría sin preguntarse realmente lo que, en cuestión semántica de los
términos, se estaba disputando en realidad.

La distinción en un principio era muy clara: la investigación cuantitativa se llama


así porque busca cantidades. Por eso su relación (a veces errónea) con los
métodos estadísticos. Cuantitativo=cantidad.

Ante esto, un modo específico de hacer investigación prefirió sobre la cantidad la


calidad o cualidad del objeto y de ahí surgió la investigación cualiatativa.

Pero no todo en el mundo son cantidades y cualidades. La cualidad es algo que


posee el objeto que lo distingue de los demás. La RAE la define como

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1. f. Cada uno de los caracteres, naturales o adquiridos, que distinguen a las
personas, a los seres vivos en general o a las cosas.

2. f. Manera de ser de alguien o algo. (Real Academia Española, 2013)

Sin embargo, pensemos en un estudio cuyo objeto sean las relaciones entre
sujetos o entre cosas. Dichas relaciones no son cualidades de los objetos, ni
siquiera de los sistemas de objetos, pues son su fundamento. Efectivamente se
pueden cuantificar y decir que A y B están más relacionados o más cercanos que
D y Z. Pero aquí el objeto no es la relación en sí, sino la proporción (cantidad) de
algo en esa relación. También se puede hablar de la calidad de la relación y decir
que la relación entre A y B es mejor que la que hay entre C y D. Pero aquí el
objeto de estudio nuevamente es otro.

Si el objeto de estudio es la relación por sí misma, entonces, por mor de la


precisión y claridad del lenguaje que nos requiere la ciencia, no podemos llamar a
este estudio cualitativo, porque no estudia cualidades; lo correcto sería hablar de
un estudio relacional. Un ejemplo de esto serían los estudios sobre estructuras de
parentesco de Levy Strauss.

Por otro lado, supongamos que un estudio busca determinar la evolución en el


tiempo de un objeto. No su aumento en cantidad (cuantitativo), ni los cambios en
sus propiedades (cualitativo), sino enfocarse, como hacen los estudios
genealógicos, en su evolución temporal. Se trataría de un estudio temporal, el cual
incluiría estudios históricos y genealógicos.

Aún más, imaginemos que efectivamente investiguemos cualidades pero no las


cualidades propias de un objeto, sino los modos en que se manifiestan.
Tendríamos, así, estudios modales.

Podría hacer este ejercicio con, al menos, las diez categorías aristotélicas
(substancia, cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, situación, modo, acción y
pasión) y demostraría, con ello, que a lo menos deberíamos hablar de diez tipos

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de investigación en lugar de dos. Por cierto, para la categoría de substancia
tendríamos a la filosofía como ciencia, lo cual el positivismo se negaría a aceptar.

La cuestión aquí es que el modo moderno de pensar nos enseñó a dividir todo en
pares de opuestos. Incluso en la actualidad gente como Barthes consideró que así
aprehendemos los significados de los signos y retomó el modelo aristotélico del
cuadro de oposición para fundamentar su teoría, misma que fue muy utilizada por
muchos semiólogos y comunicólogos. Pero esta manera de pensar está limitada,
nos dice el propio Aristóteles, a algunos cuantos objetos.

Como vemos, en realidad los estudios podrían clasificarse en muchas categorías


que atiendan mejor a la realidad del tipo de investigación que se quiere realizar. Y
esta última frase es la clave de todo este asunto: la investigación científica debe
comenzar con un problema y orientarse a diseñar una estrategia para resolverlo.
La distinción cualitativo-cuantitativo no ayuda en nada al estudiante de
investigación ni al investigador profesional a determinar la mejor manera de lograr
sus objetivos. Es, por el contrario, un obstáculo para la investigación que
podríamos incluir en los que ya ha listado Bachelard. El estudiante de
investigación está tan preocupado de hacer encuadrar su diseño metodológico en
este esquema que se olvida de lo realmente importante: desarrollar la capacidad
crítica de encontrar la mejor manera de resolver un problema. Esto es hacer
ciencia: los protocolos de investigación, las fichas de trabajo, los reportes y
artículos producto, son elementos secundarios.

Conclusión
Como he planteado aquí, aunque de manera muy superficial y rápida por razones
de tiempo y espacio, la distinción cualitativo-cuantitativo es más problemática que
resolutiva. Se asume de manera dogmática y forma parte del proceso de
reproducción cultural en el campo de la ciencia. Los estudiantes aprenden que
existe, la asumen y la promueven, pero se reflexiona poco sobre ella. No se
piensa en el origen de estos problemas ni en el significado mínimo de las
palabras.

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Me parece que esta distinción debería eliminarse por completo de los programas
de enseñanza en investigación y de los libros de texto, supliéndose por problemas
mucho más importantes como la reflexión del estudiante sobre sus propias
creencias epistemológicas. En otra ponencia que presentaré en este mismo
congreso, expondré los resultados de una investigación sobre estas creencias en
investigadores de una universidad. Este tema me parece más importante porque
dará pie a la elección de, ahora sí, métodos y técnicas de investigación.

El estudiante debe reflexionar sobre sus creencias sobre la realidad, la verdad, el


conocimiento y la ciencia y esto le ayudará de mejor manera a elegir un método.

Métodos hay infinidad, porque, como se argumentó aquí, el método no se refiere a


la técnica de recolección y procesamiento de datos, sino a principios que se
siguen para orientar la acción del investigador. Estos, normalmente se reproducen
en las universidades e institutos, pero pueden ser reorientados y elegidos
voluntariamente, no así los paradigmas.

Lo importante en una clase sobre investigación no es definir si la investigación es


cualitativa o cuantitativa, ni siquiera establecer un protocolo de investigación. Lo
importante es desarrollar virtudes epistémicas fundamentales: el amor al a verdad
(sea como sea que se conciba esta), el deseo de ser rigurosos, la aversión al
pensamiento dogmático, la apertura al diálogo, la capacidad de plantearse un
problema, de contextualizarlo y de determinar, con base en ello, la mejor
estrategia para resolverlo.

El planteamiento del problema traerá implícita la metodología a utilizar y no al


revés. Si quiero saber cuántas personas dejan sus estudios por falta de recursos,
evidentemente utilizaré un método cuantitativo y un procesamiento estadístico.
Pero si quiero saber qué sienten por tener que dejar los estudios debido a la falta
de dinero, es evidente que no puedo hacer lo mismo y llamar «investigación
cualitativa» a la estrategia para resolver esta segunda cuestión no me ayuda en
nada. Me es más útil pensar en si recurriré a la psicología o a la antropología, me

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es más útil investigar sobre las emociones y de ahí, poco a poco saldrá un plan
para averiguarlo.

Esto es hacer investigación, no reproducir un esquema de pensamiento.

Bibliografía
Beuchot, M. (2002). Tratado de hermenéutica analógica. México: Ítaca.

Pita Fernández, S. P. (27 de 05 de 2002). Investigación cuantitativa y cualitativa.


Recuperado el 1 de 09 de 2013, de
http://www.fisterra.com/mbe/investiga/cuanti_cuali/cuanti_cuali.asp

Real Academia Española. (2013). Real Academia de la Lengua. Recuperado el 05


de 09 de 2013, de http://lema.rae.es/drae/?val=cualidad

Samaja, J. (2007). Epistemología y metodología: elementos para una teoría de la


investigación científica. Buenos Aires: Eudeba.

Tashakkory, A., & Charles, T. (2003). Handbook of Mixed Methods in Social &
Behavioral Research. USA: SAGE.

Taylor, S. J., & Bogdan, R. (2000). Introducción a los métodos cualitativos de


investigación. Barcelona: Paidós.

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