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Planteamiento
Todavía hoy en día, cuando uno revisa un libro de metodología de la investigación
o toma un curso sobre ello es común encontrar con que uno de los elementos casi
centrales se trata de la distinción entre la investigación cuantitativa y cualitativa.
Casi por encima de cualquier otra elección, pareciera ser que el investigador o
estudiante debe elegir, primero que nada, a cuál de estos dos paradigmas debe
seguir.
Ahora, esta distinción se plantea más o menos de la siguiente manera en todos los
textos: existen dos paradigmas de investigación, el cuantitativo y el cualitativo, que
difieren en la forma en que conciben los datos, su recolección y su tratamiento. En
ocasiones se defiende la investigación cuantitativa, en otras la cualitativa. Así, por
ejemplo, en un texto clásico de investigación como el de Taylor y Bogdan (2000)
empiezan planteando la distinción entre paradigmas de investigación positivista y
fenomenológica, para pasar después a hablar de métodos cuantitativos y
cualitativos y terminar por recomendar el uso de técnicas de recolección de datos
tales como la observación y la entrevista, como parte de la metodología cualitativa.
Pero se señala también que existe un paradigma mixto y que resulta en ocasiones
conveniente combinar la investigación cuantitativa y cualitativa. Así, por ejemplo,
otro texto clásico en investigación, el de Tashakkory y Teddlie (2003), se dedican
tres capítulos a explicar primero la diferencia entre los paradigmas de
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investigación cuantitativo y cualitativo, después a explicar las limitaciones y
ventajas de cada uno y, por último, a convencernos de la importancia de utilizar
metodologías mixtas que, en realidad, se están basadas en una versión del
pragmatismo norteamericano y sistematiza de una manera muy ordenada cómo es
que se pueden utilizar diseños en los que se combina, superpone y organizan los
modos cualitativo y cuantitativo de investigación en los diseños metodológicos.
Por supuesto, existen muchos textos que ni siquiera mencionan este asunto y,
durante pláticas que he tenido con otros investigadores en congresos
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internacionales, muchos de ellos ya consideran superado este debate o no se
preocupan por este problema. Lo que hace parecer que este problema está sólo
arraigado en nuestro país.
Algunos autores, por ejemplo Samaja (Samaja, 2007), han propuesto incluso que
la metodología es igual a la epistemología, aunque esta afirmación nos parece
exagerada. La verdad es que epistemología y metodología están fuertemente
vinculadas. Muchos manuales de metodología parecen estar conscientes de ello e
inician sus reflexiones sobre metodología hablando precisamente de paradigmas
epistemológicos, basándose principalmente en Kuhn. A partir de ahí se postula la
diferencia existente entre dos paradigmas distintos de investigación: el cuantitativo
y el cualitativo.
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Beuchot. Con base en ella vamos a criticar, en el sentido de analizar un tema o
cuestión de manera racional, la distinción para descubrir en ella fallos y proponer,
al finalizar la ponencia, un cambio en la manera de pensar y de referirnos a estos
términos.
Ahora, esta forma de pensar es de uso corriente y también científico, incluso útil
en algunas ocasiones. Es, por ejemplo, la distinción que se da cuando se habla de
Cristianos y Paganos; o entre mexicanos y extranjeros. Para fines prácticos del
cristianismo, por ejemplo, la primera distinción puede llegar a ser muy útil: afirmar,
por ejemplo que la navidad es una festividad cristiana que los paganos no
celebran es un enunciado verdadero (en la mayoría de los casos) y que puede
servir incluso científicamente. De igual manera, al llegar a México por avión, es útil
dividir a las personas en mexicanos y extranjeros a la hora de pasar migración.
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El problema con estas distinciones es que no pueden considerarse absolutas,
porque son reduccionistas y abstraen, simplifican u olvidan la diversidad que la
categoría negativa abarca. Así, por ejemplo, el concepto pagano no puede dar
cuenta de la gran diversidad de religiones que son incluidas dentro de ellas y que
sólo tienen en común el no ser cristianos: el judaísmo, el islam, el budismo, el
taoísmo, el sintoísmo y todas las demás posibilidades, con sus diferencias
abismales entre sí, son olvidadas y subsumidas en una sola categoría.
Así, esta distinción es problemática porque simplifica la vía de ese mundo rico de
posibilidades que se llama simplonamente «investigación cualitativa».
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el mundo social una realidad no existe hasta que se la nombra. Pensemos en
cómo sería imposible investigar una familia si no hay primero una preconcepción
de lo que es la familia y que cualquier estudio sobre familias depende de la noción
que tengamos de esta: si como unidad estructural de relaciones afectivas o de
relaciones consanguíneas.
El caso es que los términos paradigma, método, técnica, estrategia y demás son
términos equívocos, es decir, que tienen varios significados, múltiples
interpretaciones, incluso opuestas. Cuanto utilizamos términos equívocos en una
argumentación es necesario definirlos con la mayor claridad posible y utilizarlos en
un discurso de la manera más unívoca posible. Esto es justo lo que no hacen los
libros de metodología, pues asumen la distinción como parte de una tradición sin
cuestionarla.
El primer nivel es el de las creencias base que una persona tiene al formar parte
de una tradición determinada y que fundamentan sus ideas sobre lo que es la
realidad, la verdad, el conocimiento y la ciencia. Estas creencias nos las vamos
formando no por reflexión, sino que forman parte de esos aprendizajes
imperceptibles y que diferentes agentes socializadores nos van proveyendo. La
forma en que mis padres se refieren a las ciencias, el tipo de películas y
programas de televisión que observo que favorecen o no una imagen de la
ciencia, lo que la religión y mi actitud emotiva hacia ella presento, etc.
La cuestión es que cada individuo se va formando una serie de ideas sobre estos
cuatro tópicos fundamentales. Este conjunto de ideas ha recibido diversos
nombres en distintos autores: programas de investigación, esquemas
conceptuales, teorías, horizontes de comprensión, etc. Entre ellos, por supuesto,
gracias a Kuhn, paradigmas.
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En este nivel suceden tres cosas: 1) el paradigma es transparente para el
individuo. Es decir, él no lo nota pero cuenta con él, es decir, todas sus acciones,
aficiones, filiaciones y aversiones dependen de estas ideas pero no son ideas que
la persona vea como propias sino como naturales. Así, por ejemplo, la aversión a
la religión por parte de muchos científicos es paradigmática y parece natural que
ningún científico debe creer en la religión. 2) Los paradigmas son compartidos por
una comunidad; así, por ejemplo, hablar de occidente o la modernidad implica, en
un nivel epistemológico, compartir ciertas creencias sobre el conocimiento y la
constitución de la realidad que no comparten con los medievales o los
postmodernos. 3) Los cambios de paradigma se dan a nivel histórico con el paso
de los años, a veces siglos. Una persona no puede cambiar fácilmente de
paradigma (por lo dicho en 1), a menos que realice un trabajo de reflexión muy
profundo, pero esto es poco frecuente. Ha sucedido, por ejemplo, en pensadores
como Wittgenstein o Perelman, pero uno no puede andar por ahí cambiando sus
ideas de un momento a otro, porque de estas ideas depende todo.
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sobre cómo vamos a hacer nuestra investigación. Preferimos ciertas formas y
dejamos de lado otras sobre la base de nuestras ideas sobre lo que es o no es
científico o conocimiento o verdad. Así, por ejemplo, partiendo de una noción
correspondentista de la verdad o una noción especular del conocimiento,
seguramente preferiremos las formas empíricas de trabajar.
Los métodos son principios que norman lo que es un dato, cómo se recolecta,
cómo se trata, cómo se presenta, cómo se interpreta, etc. Así, por ejemplo, son
métodos el de Durkheim y el de Weber y, coincidentemente, forman parte de
paradigmas distintos.
Como podemos observar, pueden existir (y de hecho existen), una gran variedad
de combinaciones. Normalmente lo que llamamos cuantitativo es un conjunto de
ideas que combinan un paradigma moderno-univocista, con metodologías e
instrumentos matemáticos y estadísticos. Esto es verdad, pero no es único. Lo
importante aquí es que se pueden tener otras combinaciones y se pueden elegir
metodologías simbólicas o fenomenológicas partiendo de un paradigma moderno-
positivista-univocista. Esto da pie al siguiente problema
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Problema 3: La distinción cuantitativo-cualitativo es positivista.
Establezcamos ahora sí que existe un paradigma que podemos denominar
moderno o positivista o, con mayor claridad, univocista (Beuchot, 2002).
Permítanme explicar. Con Beuchot, por ejemplo, aceptamos que incluso el
positivismo es un tipo de hermenéutica que él llama univocista. Entonces, se
puede hacer también hermenéutica desde el paradigma positivista, pues este es
un paradigma hermenéutico entre otros.
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En síntesis, esto se debe a que la investigación cualitativa está perfilada siempre
desde los parámetros de una epistemología o paradigma univocista-positivista de
la investigación. Siendo así es evidente que nunca alcanzará los niveles de
precisión, predictibilidad, claridad, distinción, etc., de la investigación cuantitativa,
porque si lo hicieran sería cuantitativa. Pero quienes sostienen la división lo hacen
porque aún quieren alcanzar este estatus epistemológico. Es decir, quien hace
investigación cualitativa quiere estar al nivel de quien hace cuantitativa y por eso le
entra a su juego, en donde, sin embargo, siempre perderá.
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1. f. Cada uno de los caracteres, naturales o adquiridos, que distinguen a las
personas, a los seres vivos en general o a las cosas.
Sin embargo, pensemos en un estudio cuyo objeto sean las relaciones entre
sujetos o entre cosas. Dichas relaciones no son cualidades de los objetos, ni
siquiera de los sistemas de objetos, pues son su fundamento. Efectivamente se
pueden cuantificar y decir que A y B están más relacionados o más cercanos que
D y Z. Pero aquí el objeto no es la relación en sí, sino la proporción (cantidad) de
algo en esa relación. También se puede hablar de la calidad de la relación y decir
que la relación entre A y B es mejor que la que hay entre C y D. Pero aquí el
objeto de estudio nuevamente es otro.
Podría hacer este ejercicio con, al menos, las diez categorías aristotélicas
(substancia, cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, situación, modo, acción y
pasión) y demostraría, con ello, que a lo menos deberíamos hablar de diez tipos
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de investigación en lugar de dos. Por cierto, para la categoría de substancia
tendríamos a la filosofía como ciencia, lo cual el positivismo se negaría a aceptar.
La cuestión aquí es que el modo moderno de pensar nos enseñó a dividir todo en
pares de opuestos. Incluso en la actualidad gente como Barthes consideró que así
aprehendemos los significados de los signos y retomó el modelo aristotélico del
cuadro de oposición para fundamentar su teoría, misma que fue muy utilizada por
muchos semiólogos y comunicólogos. Pero esta manera de pensar está limitada,
nos dice el propio Aristóteles, a algunos cuantos objetos.
Conclusión
Como he planteado aquí, aunque de manera muy superficial y rápida por razones
de tiempo y espacio, la distinción cualitativo-cuantitativo es más problemática que
resolutiva. Se asume de manera dogmática y forma parte del proceso de
reproducción cultural en el campo de la ciencia. Los estudiantes aprenden que
existe, la asumen y la promueven, pero se reflexiona poco sobre ella. No se
piensa en el origen de estos problemas ni en el significado mínimo de las
palabras.
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Me parece que esta distinción debería eliminarse por completo de los programas
de enseñanza en investigación y de los libros de texto, supliéndose por problemas
mucho más importantes como la reflexión del estudiante sobre sus propias
creencias epistemológicas. En otra ponencia que presentaré en este mismo
congreso, expondré los resultados de una investigación sobre estas creencias en
investigadores de una universidad. Este tema me parece más importante porque
dará pie a la elección de, ahora sí, métodos y técnicas de investigación.
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es más útil investigar sobre las emociones y de ahí, poco a poco saldrá un plan
para averiguarlo.
Bibliografía
Beuchot, M. (2002). Tratado de hermenéutica analógica. México: Ítaca.
Tashakkory, A., & Charles, T. (2003). Handbook of Mixed Methods in Social &
Behavioral Research. USA: SAGE.
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