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"8.1 t+ijo os ~ó. 11
El ESTILO DE JESÚS
Lo_ .t.n. ~

1;'."'-. 1\l\~ov-s~~a
A medida que contemplemos la vida de Jesús, vayamos pen-
~~ \ bQ..D 2A:>o y sando cómo podríamos dar «forma y modo• [135. 1 89] a nuestra
vida para parecernos más a ~1; para vivir al aire, al estilo de Jesús.
De ese aire, de ese estilo -de algunos de sus rasgos-, vamos
a hablar. Escogemos cuatro rasgos¡ pero, por supuesto, no son los
únicos. Por lo que cada u no, con enteril libE'rtad, puede fijarse en
aquéllos -distintos a los que exponemos- que más le fascinaron en
su llamada o que, actuamente, más le maravillan de jesús o más
falta le hacen a uno mismo.

l. jesús, hombre libre

Al hablar de la indiferencia, dijimos que tendrfamos que


aprenderla de Jesús: aprender de ~~ su libertad (autoridad), su
aplomo, su •saber estar• en el punto exacto frente a los aconteci-
mientos, las personas y las cosas. Esa libertad de Jesús era algo que
asombraba a sus contemporáneos. Y también a nosotros. Contem-
plémoslo, pues, como hombre libre y acudamos a ~1 para que nos
haga libres y nos quite el miedo a la libertad.
Dijimos también que su •saber estar•, su libertad conven-
cida y convincente, brotaba de su •saber ser•. De ese cser des-
de Dios y para los demás•. Jesús vivió totalizado por el Padre y

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~u Reino Ah1 estab~ ~u corazón y ahí estaban sus pies -su a 10 _ Porque el celibato de jesús no es - y basta contemplar ~u vida-
mo-; ah nau1 <.u lmcrtad P un celibato de carácter ascético (co:no el de Juan el Bautista o el
Como ' 1 hal tamos de ello no insisto más Pero , . de los monjes del Qumrán) o un celibato de protesta. contra los
saltar un ra•tp de esa libertad E~ pocos aspecto.s d SI ~dUlero re- abusos o la degradación del sexo. Jesús no se va al des1erto; no se
• b . · e su v1 a se nos separa del pueblo. Come y bebe con publicanos y pecadores. No
descu re 1a 1.'berta~ de Jesús con mayor profundidad y hondura
que en su est1lo célibe de vivir el amor 1. tiene miedo a las amistades femeninas (Mt 11, 18-19; Le 1 O, 38-
42; Le 7, 3 6-50). Trata con prostitutas.
Jesús ten!a un. amor liberado. Contemplémoslo y pidámosle Ni tampoco es un celibato de protesta profética. Como, por
que nos ensene a hberar el nuestro.
ejemplo, lo era el celibato contestatario de Jeremías Oer 15, 17; 16,
Jesús fue un hombre célibe. Nosotros damos por supuesto que 8), quien, ante la «prostitución• de Israel, como símbolo aguijo-
esto era 1? más r:ormal del mundo. Pero debió de ser uno de los neador, decide no casarse. El celibato de jesús no tiene los rasgos
rasgos mas extra~os y desconcertantes para sus contemporáneos, de una soledad dolorosa, impuesta por Dios, para desolidarizarse
en aquel pueblo J U~to que alcanzó una visión positiva, madura y de aquel pueblo impenitente. Pues e Jesús célibe comparte la me-
g~zosa de la ~e.xuahdad y del matrimonio. Una visión que proce- sa con pecadores, en un signo que anticipa la fiesta final del Rei-
dta de la trad1c1ón del Génesis: cNo es bueno que el hombre esté no; acoge a las prostitutas, perdona a la adúltera.
solo1t (Gn 2, 18). El celibato de Jesús es la consecuencia de una total disponi-
bilidad al servicio del Reino de Dios. (Aquf nos aparece, una vez
, El celi.bato de Jesús tuvo que resultar extraño. Es posible que a
más, que su «saber estar» - su total disponibi lidad- se enraíza en su
Jesus s.e le Insu ltara con el apelativo de eunuco por su forma de vi-
«saber ser• desde Dios y para los demás.)
da c.él 1be. Y es posib le - así lo afirman algunos teólogos- que ~1 se
hub1era defend1do aceptando el insulto, pero cvolteándololl (dán- El celibato fue la vida prop ia de un hombre totalmente cogido
dole la vuelta), interpretándolo de manera nueva a la luz de su por la realidad del Reino de Dios y totalmente orientado a servir a
mensaje: cHay eunucos que nacieron asf del seno materno, hay los intereses del Reino. No es que Jesús primero decidiera ser céli-
eunucos hechos por los hombres y hay eunucos que se hicieron ta- be y después aplicara su celibato al servicio del Reino de D ios. La
les a sí mismos por el reino de los cielos1t (Mt 19, 12). (En esta pre- expresión de jesús ceunucos por el Reino• sugiere más bien que es
posición cporlt está la clave.) el Reino de Dios el que provoca una existencia célibe y no al revés.

. Esta actitud sorprendente de Jesús en aquella sociedad nos El Reino de Dios está haciendo irrupción en la historia y esto
obl1ga a preguntamos por el significado que pudo dar a su celi- le reclama una disponibilidad tan total y absoluta que no se ve ca-
bato. paz ya de atarse a la vida matrimonial. El celibato de jesús no con-
siste en no casarse con una mujer, sino en no casarse con nada
que le impida entregarse a la real idad del Reino, en la que todos
1 Las Ideas de este apartado están tomadas de J. A. PAGOLA, Jesús de
somos hermanos porque todos somos hijos de su mismo Padre.
Nu~ret. El hombre y s~ mensaje, ldatz, San Sebastián, 2• edic. 1983, especial·
me~te PP· 44-46. Tambrén J. A. GONZÁLEZ FAUS, • Notas marginales sobre el Este celibato de Jesús se nos descubre como un amor libera-
cel:bato de )esúu en: La Teología de cada dfa, Sfgucme, Salamanca 1976, pp. do, desinteresado, no posesivo, no acaparador ni particularista. Asr
62·93 ..Y J. A GA~CfA. ·~élibes por el Reino• en: Hogar y taller. Seguimiento
m¡ }esus Y comumd~d religiosa,.Sal Terrae, San_tander 1985, pp. 111-125; y del lo describe W. joest cun amor liberado de la condición de amar
m.smo ;~utor: •AfectiV1dad y cel1bato por el Re1no. Una encarnación contracul- sólo lo que previamente se ha experimentado como amable•.
tural del amor• y • Pobreza, castidad y obediencia. Una "profeda cultural" en·
En el mundo desde Dios, Sal Terrae, Santander 1989, pp. 71-87 y 149·166
pect•vamente
res: j esús nos muestra, con su conducta, que la vocación al celi-
bato no nace de una carencia ni de un recorte del amor, sino de

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Et. HIJo os DARÁ J...A UBERTAD EL ESTILO DE JESÚS

una sobreabundancia y universalización. En Él vemos que cel 1 . Cuando la misión está por el medio, jesús .h.ace oración.
hombre de Amor único se conviP-rte en hombre de amor a todos• 2. Cuando tiene que tomar decisiones por y para l a m1saón, las toma
Jesús ha vivido la ternura, el respeto, la admiración, la cerca- en consulta con el Padre: se deja decir. Por ejemplo:
nía, el cariño, el perdón, la am1stad •. renunciando libremente a - Jesús inaugura su ministerio público, haciéndose bautizar
aquello que acabaría privando •. su amor de universalidad y servi- por Juan el Bautista y recibiendo el Espíritu Santo, cuando
cio libre y desinteresado al Reino d. Oros. estaba en oración. Así nos lo describe Lucas: «Cuando to-
do el pueblo estaba bautizándose, habiéndose bautizado
Contemplémosle y pidán1o" e <.¡ J rvJs e11señe a Jiberar el también jesús y habiéndose puesto en oración, se abrió el
amor. Y aprendamos de tl a p ~ ~ar en e mi.Jndo esas palabras e hi- cielo y bajó sobre él el Espíritu Santo• (le 3, 21 -22).
jo• y «hermano• -que son, corr.o lo fueron para Él, pal abras ¿laves
de nu:st~o celibato-, para que siendo chombres y mujeres de - Recibido el Espíritu, no se lanza inmediatamente a la ac-
Amor un1co seamos, por eso m1smo, hombres y mujeres de amor ción, sino que se retira al silencio del desierto para orar.
para todos•. El voto de castidad nos hace •ser para los demás». - Cuando quiere el egir a los doce, ese fue al monte a orar y se
En compañía de jesús, célibe, «el hombre para los demás», pasó la noche en oración a Dios y, cuando amaneció, llamó
reflexionemos si esto es asf en nuestras vidas; si somos «eunucos a sus discípulos y eligió doce entre ellos» (Le 6, 12-13).
por el Reino• - si ésta es la causa- o, más bien, «solterones por el - El diálogo de Cesarea de Filipo, en el que Pedro confiesa
Reino». Que nos enseñe Jesús a canalizar nuestra afectividad, por- la mesianidad de Jesús y que marca una etapa importante
que, en un momento en q ue la cu ltura que nos envuelve no nos en la predicación de Jesús, es un diálogo preparado por la
apoya, nos tiene que apoyar la fe. En esta etapa de narcisismo he- oración: ~< Estaba él orando a solas y se hallaban con él los
donista que vivimos, tenemos que o rar la liberación de nuestro discípulos y él les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy
amor. Y orar no sólo con la cabeza, sino con el corazón; evangeli- yo?" » (Le 9, 18).
zando nuestros afectos. Que Jesús, con su poder de seducción, nos - la manifestación de la gloria de Jesús (la transfiguración)
enseñe a liberar el amor. tiene lugar durante la oración: «Tomó consigo a Pedro,
Juan y Santiago y subió al monte a orar y, mientras oraba,
el aspecto de su rostro se mudó• (le 9, 28-29).
IJ. El hombre que no está nunca sol o
- Esos mismos testigos serán testigos de la oración angus-
La oración no es algo secundario, marginal, accidental en la tiosa de Jesús en Getsemanf, ante la proximidad de su
vida de Jesús 3 • Al contrario, en la imagen de jesús que ha quedado muerte.
recogida en la comunidad crist iana primitiva, la oración ocupa un - En la cruz, Jesús muere orando. Pidiendo perdón por sus
lugar esencial, fundamental e insustituible. asesinos: e Padre, perdónales porque no saben lo que ha-
cen» (Le 23, 34). Y un poco más tarde, termina su vida
3
P. G. CABRA, Nnarás con todo tu corazón (Celibato), Sal Terrae, San· lanzando un grito de oración confiada a Dios: cPadre, en
tander 1982, pp. 62·63. tus manos pongo mi espíritu• (le 23, 46).
1
J. A. PAGOLA, «la oración al Padre• en: jesús de Nazaret. El hombre y su
mensaje, ldatz, San Sebastián, 2• edic. 1983, pp. 63-73; reproduzco el pensa- 2. Pero no se trata de una actividad muy especial, que sólo
miento de este autor sobre el tema. Cf. también A. TORRES QUEIRUGA, cla ex-
periencia del Abbá en JesiJs• en: Creo en Dios Padre, Sal Terrae, Santander 1986,
encontramos en los momentos más importantes y decisivos de su
pp. 9~-97. Y G. M. SOARES-PRABHU, •Hablar al Abbá: la oración como petición vida, sino que toda su vida está impregnada de oración (de dWo-
y aCCión de gracias en la enseñanza de JestJs•: Concilium n° 229 (199011) 389-404. go con el Padre).
_ _ _ _ _ ___::E l H IJO os DARÁ l.A UBERrAD EL llS'l'1LO DE ]FSÜS

i'!o aparece ligada a momentos-cumbre, sino que está pre- - Cuando regresan los discípulos alegres porque hasta los de-
sente .1 lo largo de su v1da. como una costumbre, un hábito. monios se les someten, Jesús, cen aquel momento, se llenó
de gozo en el Espíritu Santo y dijo: "Yo te bendigo, Padre,
Lucas nos r •.ucrda esta costumbre de Jesús: e Su fama se ex-
tenoía cada vez más, v una numerosa multitud afluía para oírle y Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas co-
ser curad-~ de- Su~ enfermedades. Pero él se retiraba a lugares so- sas a sabios y prudentes y se las has revelado a los peque-
litarios donde oraba» (le S, 16). ños. S(, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito"» (le 1 O, 21 ).

. Parece como que jesús se defiende de la actividad, la agita- - En el momento de resucitar a Lázaro, Juan nos presenta a
CIÓn, el cansancio, la dispersión, acudiendo a la oración silencio- Jesús, rodeado de gente expectante, que se recoge ~n ora-
sa con Dios, su Padre. ción y levantando los ojos dice: «Padre, te doy gracias por
haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escu-
Cuando Marcos describe una «jornada típica• de jesús, dice: chas, pero lo he dicho por éstos que me rodean, para que
e De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, se levantó, salió y crean que tú me has enviado• (Jn 11, 41 ).
fue a un lugar solitario donde se puso a orar. Simón y sus compa-
ñeros fueron en su busca: al encontrarle, le dicen: Todos te bus- Jesús, pues, no ha vivido solo. Juan, más tarde, en su evangelio,
can• (Me 1, 35-37). al penetrar en el misterio de Jesús, pondrá en su boca estas palabras:
Jesús, el hombre entregado al servicio de sus hermanos, el «Yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo» (Jn 16, 32).
hombre que ha vivido pendiente de los otros, ha sido alguien que En medio de su actividad, convivía con el Padre y este con-
no se ha dejado vencer por el activismo y la agitación, la prisa, la vivir con el Padre se ha expresado en diálogo, acción de gracias
dispers1ón, sino que ha buscado a lo largo de su vida el silencio y y oración explícita a Dios 4 • En la oración, pues, Jesús se ha en-
la oración al Padre, incluso cuando todos lo andaban buscando.
3. Pero podemos decir algo más: jesús fue un contemplativo • Es significativo observar que, en todas las oraciones que h.n llepdo
en la acción. hasta nosotros, a excepción del grito de la cruz, que es una cita del Salmo 21, ,.
sús se dirige a Dios llamándole ~dre. Jesús acostumbraba a llamar a Dios cAb-
No solamente en el momento de tomar grandes decisiones, bá. y esto impresionó de tal manera a las primeras comunidades cr1st1anu que
no solamente se retiraba a la soledad como una costumbre, sino no se atreVieron a traducir el ~ino y lo conservaron en arameo, como ndelldld
al recuerdo de Jesús. Lo conservaron tal como lo pronunciaba Jes6s (Rom 8,15).
que en su propia acción Jesús oraba. Esta palabra, •Abbb, encerraba una familiaridad con Dios, una conciencia filial
jesús va curando enfermos y va expulsando a los demonios en Dios particularfslma, única, incomprensible. •Abbá• es el término filial que
usaban los nii'los para llamar a su padre. Si hemos de creer al Talmud, era una de
por medio de la oración. Y cuando los discípulos le preguntan ex- las primeras palabras que aprendfa a balbucir el nil\o hebreo. Habña. P'*t que
trañados: c¿Por qué no pudimos nosotros expulsarle? 1es respon- traducir oAbbá· por cpapá•. Y cienamen1e nadie se hubiera atreVIdo a Ramar 111,
dió: Esta clase de demonios con nada puede ser arrojada, sino con en la comunidad primitiva, a Dios, de no haberlo hecho Jesús. El mismo J..ot.
que nos ha asegurado que, si no cambiamos y nos hacemos como nUlos, no en-
la oración• (Me 9, 28-29). Jesús, que vive en la oración, es el úni- traremos en el Reino de los Cielos (Mt 18, 3), ha sido el primero en vivir una IC•
co capaz de liberar eficazmente a los hombres del mal. Así, nos titud de intimidad y confianza total con el Padre.
enseña a orar desde el seno de la acción liberadora. El estudio •clblco• sobre este tema es el de J. JEREMIAS, Abbl. El,.,.,._¡.
central del Nuevo Testamento, Sfgueme, Salamanca, 3" edlc:. 1999"~
En varias ocasiones, nos recuerdan los evangelistas que el de- matices crfticos al anterior, d. R. E. BROWN, lnttoducci6n 1 Y del
sarrollo de su ministerio y la realización de la acción salvadora de Nuevo Testamento, Sfgueme. Salamanca. 2001, pp. 85-1 04; y B. van
· ·Hijo de Dios" en el N.T•: Condlium n" 173 (198211) 349-369; d. tln'lbWII W.
Dios le ha hecho a jesús prorrumpir en un grito de acción de gra- KASPER, •Jesucristo, hijo de Dios• en }esiJs, el Cristo, stpne, Salamanca, 1G-
cias al Padre. edic. 1998, pp. 199-212.
El. HIJO os DARÁ LA I.Il!ERTAO EL BSnLO DI! JESús

contrado con su Padre, ha descubierto sus caminos -a veces, con pre j esús cuando habla de ~1 o a Él; pero tiene «rasgos ~aterna­
zigz.1gucos ha buscado su Reino y ha pedido la santificación de les•. Fijémonos en tres dimensiones de esta ternura de Dros.
su nombre sobre la tierra. Del contacto con el Padre sacó Jesús
fuerzas para con\iertir su vrda en obedrencia a la voluntad amoro- La ternura de Dios como j usticia
sa del Padre· • \111 alimento es hacer la voluntad del que me ha en- De Jesús se ha dicho que tiene cuna irresistible tendencia ha-
viado v llevar a cabo su obra• On 4, 34í. Y aun en los momentos
cia abajo• (E. Bloch}; que cvivió en malas com~añías• (A. Holl);
oscuros > difíciles de su vida, no trata jesús de modificar la vo- que se da en ~1 cun inédito interés por lo perd1do• (Ch. Dod?).
luntad del Padre, adaptándola a la SU) a, sino de ajustar fielmente Ciertamente no se movió j esús en los círculos selectos de la socre-
su voluntad a la del Padre. cAbbá, Padre; todo te es posible. Apar- dad judfa, e~tre las clases dominantes e influyentes, ni j unto a l~s
ta de mí este cáliz; pero no ~ea lo que yo quiero, srno lo que quie-
ricos y poderosos. Tampoco ha adoptado una postura neutral, equi-
res tú• (Me 14, 36).
distante calculada. En todo su comportamiento se observa una
Pues bien, esta experiencia tan entrañable de que ~ 1 no está prefere~cia clara por los pobres -de ~1 que había nacido pobre 5•
solo, quiere que la tengamos también nosotros, los que le segui- Como ya vimos, a los pobres ha ven ido a anunciarles la bue-
mos: que no nos encontremos solos.
na noticia del Reino, como proclama jesús en la sinagoga de Na-
Porque a ese Dios podemos dirigirnos, llamándole también zaret, en un discurso programático, que Lucas sitúa al comienzo _d e
Padre nuestro. Asf empieza la oración que Jesús transmitió a sus su vida pública (Le 4, 18). Y así lo muestra también la respuesta Ju-
discípulos, cuando éstos le pidieron que les enseñase una oración bi losa de jesús a los enviados por Juan el Bautista (l e 7, 18-23 }.
que sirviera de distintivo del grupo de discípulos que seguían a El Reino, pues, ya ha llegado: porque se anuncia a los pobres.
aquel maestro. ~stos son los principales destinatarios del Reino. jesús ha actuado
Una y otra vez, jesús nos dice que D ios es un Padre que nos convencido de que el Reino de Dios pertenece antes que a nad ie a
ama -ésa es la gran revelación de jesús-. Padre al que hay que los pobres. ¿Quiénes son estos pobres?6
acudir con confianza filial, porque antes de pedirle algo ya sabe Podemos clasifi carlos -con el exegeta J. Jeremías- en dos
cuáles son nuestras necesidades; al que no hay que dirigirle mu- grandes grupos: los que están bajo algún tipo de opresión real (en
chas palabras, porque ve en lo secreto; del que hay que dejarse la línea de ls 61 , 1ss} o los despreciados.
conducir sin agobios, porque también ~1 cuida de los lirios y de los
pájaros y nosotros valemos más ante Él. • Los que están bajo algún tipo de opresión real (Le 6, 20-
2 1¡ Mt 25, 35ss.}. En este sentido, pobres son los que vi-
Por lo tanto, j esús nos transmite no técnicas ni fórmulas de ven encorvados (anawim} bajo el peso de alguna carga.
oración, sino una actitud y una experiencia. ~1 apo~ la actitud de Son los pobres económicos -así los califica Jon Sobrino-,
sentirnos hijos ante ese Padre que nos ama; y esa ac:trtud n~ce p~e­ en el sentido de que el oikos (el hogar, la casa, el símbolo
cisamente de la experiencia de la paternidad de Oros. Jesus qure- de lo fundamental y primario de la vida, su cobertura) es-
re, pues, que con esa actitud y con esa experiencia tampoco noso- tá en grave peligro o carecen de él, y con ello les está ne-
tros nos sintamos solos. gado el mínimo de vida.
• Los despreciados. Pobres son los marginados, ca quienes
111. El hombre que practi ca la ternura de Dios su ignorancia religiosa y su comportamiento mora/les ce-

Lucas es el evangelista que más resalta la ternura del Dios re- Cf. J.A. PAGOLA, o. c., pp. 129-146.
velado en Jesús. Dios es Padre, y de esta manera le nombra siem- Para lo que sigue, d . ). SOBRINO, o. c., pp. 112-114.
EL HlJo C6 DARÁ lA UBBRTAD
EL ES'IU.O DE }ESOs

rraban, según la convicción de la época, la puerta de ac-


samor. la única razón del privilegio de los pobres es el amor y la
<:cso a la sa 1vación• . Podrfa decirse -apostilla Jon Sobri- justicia de Dios, que no puede reinar sino erradicando el desamor
no- q JE' son los pobres sociológicos, en el sentido de que y haciéndoles justicia.
ll St r .;oc/Um \Sfmbolo de relaciones interhumanas fun-
damentales) les está negado, y con ello, el mínimo de la llegada del Reino es necesariamente una buena noticia pa-
d1gnu..lad. ra los que son oprimidos, porque Dios no puede reinar sino como
un Dios justo, es decir, manifestando su justicia y su amor en favor
Concentrémonos ahora en los pobres económicos. Por ellos de los injustamente maltratados. El pobre es un ser necesitado de
opta Jesús. Y las blena~enturanzas, en la versión lucana, se dirigen amor y de justicia. Por eso la llegada del Reino es una buena noti-
claram~nte a ellos: .•Dtchosos vosotros los pobres, porque vuestro cia para él.
es el Retno de los Ctelos• {6, 20). La exégesis está de acuerdo en re- El anuncio de que los pobres son dichosos porque el Reino de
conocer que las bienaventuranzas lucanas se acercan más a la tra- Dios les pertenece era una afirmación gozosa para éstos, pero tam-
dición y al contenido de las mismas tal como las pronunció Jesús. bién provocativa (Le 7, 23) 9•
Inspirándose en la práctica de Jesús y en el anuncio de los Así pues, en las dos relecturas cristianas de la versión original
profetas (sobre todo, de lsaías), de cuyo cumplimiento en su vida de las bienaventuranzas que nos han llegado, y que están adapta-
Jesús está convencido, J. Dupont' ha logrado reconstruir, más allá das a las necesidades pastorales de sus respectivas comunidades,
de los evangelios escritos, una primera versión de las bienaventu- la más cercana a la versión primitiva es la de Lucas. Mientras Ma- -
ranzas tal como Jesús las anunció: Dichosos los pobres, porque el tea insiste en las disposiciones y actitudes interiores del corazón
Reino de Dios es suyo. Dichosos los que tienen hambre, porque para entrar en el Reino, lucas, en cambio, habla de una pobreza
serán saciados. Dichosos los afligidos, porque serán consolados. real (le 6, 20-22). Por eso, pide a los que poseen que compartan
con los pobres su riqueza.
Esas bienaventuranzas se dirigen a un mismo grupo de perso-
nas: es decir, el grupo de los pobres no es realmente distinto del Lucas combate la falta de amor, la desigualdad y el egorsmo.
grupo de los que tienen hambre y por ello sufren. A esos desven- ~sta es la razón por la que Lucas contrapone a sus bienaventu-
turados es a los que Jesús declara que son dichosos. Y esa dicha es ranzas sus e malaventuras• (lamentación, queja) -Mateo no lo ha-
una consecuencia de la llegada del Reino de Dios. Podría tradu- ce-, dando a su descripción un carácter antitético y dramático
cirse así: «Dichosos los pobres, porque Dios se ha cansado ya de (le 6, 24-26).
veros sufrir, porque Dios ha decidido demostrar que os quiere» 8• Bienaventuranzas y malaventuras, ricos y pobres, Dios y ri-
¿Por qué el Reino de Dios constituye una buena noticia para quezas son algunas de las antftesis de Lucas, empeñado en su lu-
los pobres? ¿Por qué son ellos los privilegiados? Los pobres son los
primeros beneficiarios del Reino no por sus virtudes o cualidades 9
Cf. J. SOBRINO, o. c., pp. 11 O y ss.: •Recordemos que en la respuiiQ
morales, ni por sus méritos, su resignación o su mayor capacidad que Jesús da a los enviados por el Bautista, al enumerar las seflales del Reino y el
de acogida. Los pobres son los privi legiados porque Jesús sabe que anuncio de la buena noticia a los pobres, Jesús termina con estas palabras: •y di-
choso el que no se escandalice de mr• (Le 7, 23). ¿Cómo puede una buena notJ.
el Amor va, en primer lugar, a las víctimas del des-amor. No puede cia producir escándalol La razón está en que la relación entre Dios y los~
implantarse definitivamente el amor mientras haya v(ctimas de de- era vista según la conducta moral de éstos. Que el Reino de Dios llegase para loa
justos ten fa su propia lógica interna; pero que llegase haciendo caso omiso de la
situación moral de las peBOnas, eso era escandaloso. El anuncio de la buena no-
' J. DUPONT, El mensaje de las bienaventuranzas, Cuadernos blblicos n° ticia a los pobres, por el mero hecho de serlo, sacude y c:onmoclona los cJmi1n.
24, Verbo Divino, Estella (Navarra) 11• edic. 1999. tos de la religión, y es la mejor manera de mostrar la gratuidad de Dios en un
' J. SOBRINO, o. c., p. 114. mundo que 1aeo1oglza la riqueza•.
EL Huo os DARÁ t.A un=F.RT
='A:::::D_ _ _ __ __ EL ESTILO DE JESúS

cha contra la falta de amor al prój imo. A lo largo de la narración Por tanto, jesús se solidariza con los de abajo, con el reverso
del tercer evangelista, Jesús hablará continuamente de la necesidad de la historia; con aquéllos que la padecen, para, a partir de ahí,
del desprendimiento y del compartir, fustigará el acaparamiento de salvar también a los que la hacen. Así jesús revela la ternura de
lo no necesario, e insistirá vigorosamente en la peligrosidad de las Dios como justicia para con los más débiles.
riquezas (particularmente en los capítulos 12 y 16) 10•
La ternura de Dios como perdón
Pero hay que evitar algunos malentendidos 11 : 1) El «biena- Hay en Jesús una incontestable tendencia a codearse con los
venturados los pobres" no signifi ca una canonización de la mise- pobres sociológicos: los marginados, los que gozan de baja repu-
ria. 2) las bienaventuranzas no son una llamada a la resignación tación, los que ejercen profesiones despreciadas, los pecadores ...
gozosa, pero, al fin y al cabo, resignación. Son promesa y com- Eran los mal vistos. Sobre ellos recaía una condena moral o reli-
promiso, consuelo y lucha, anuncio y denuncia, confianza en Dios giosa y simultáneamente una condena social. A esos pecadores
y persecución. la opción por los pobres es la lucha con los pobres públicos se acercó j esús (Le 15, 1-3); les acerca a Dios y les ayuda
contra la pobreza. a acoger su perdón.
Sin embargo, en los Sinópticos se narran únicamente dos es-
'0 Las razones de esta peligrosidad, fundamentalmente, son éstas: cenas en las cuales jesús aparece otorgando explícitamente el per-
• La riqueza impide al hombre ver más allá de la vida presente y. por dón de los pecados: la primera, que recogen todos los evangelistas
tanto, saber dónde está su verdadero interés. ~sta es la enseñanza
que desarrolla Lucas, sobre todo, en los capítulos 12 y 16 de su (M e 2, 1-12; Mt 9, 1-8; Le 5, 17-26), es la curación del paralítico,
evangelio. al que previamente Jesús le dice: «Tus pecados te son perdonados».
La riqueza encierra al hombre en sí mismo y le impide pensar en los
demás, en los que carecen de lo necesario; incapacita para ver en el la segunda escena es propia de Le 7, 36-50; en ella narra el
hombre a un hermano (d. le 16, 19ss). episodio de la mujer pecadora pública que se presenta en casa de
La riqueza tiende a ocupar en el corazón del hombre un lugar que Simón el fariseo, donde está comiendo jesús, con un tarro de ala-
corresponde sólo a Dios. Se convierte en un ídolo, cMammón• (d.
bastro lleno de perfume y, llorando, lo derrama sobre los pies de
Le 16, 13).
11 Cf. SECRETARIADO NACIONAL DE CATEQUESIS, El Evangelio y cate- jesús. De ella dirá jesús que ha amado mucho porque se le ha per-
quesis de las bienaventuranzas, Verbo Divino, Estella (Navarra) 1981. Los malen- donado mucho. Los si gnos de amor que manifiesta esa mujer son,
tendidos son: 1) • Bienaventurados los pobres• no significa una canonización de por tanto, consecuencia del perdón - y no al revés-; porque se ha
la miseria. La pobreza es un mal contra el que hay que luc~ar. La pobreza de la
que hablan las bienaventuranzas no se presenta como un 1deal propuesto a ios sentido acogida, y perdonada por jesús, se siente capaz de hacer
cristianos. Constituye más bien una situación que indigna a Dios y que atenta esos gestos de amor agradecido. A ella le dirá jesús: e Tus pecados
contra su honor. No puede tratarse entonces más que de un ideal de amor, que quedan perdonados».
conducirá sin duda a empobrecerse para repartir con los que se encuentran ne-
cesitados, para que dejen de ser pobres. 2) Las bienaventuran~as no son ~ n~ l~a­ Pero aparte de estas dos escenas -de las que los exegetas
mada a la resignación gozosa, pero, al fin y al cabo, resignaciÓn. Como SI vm!e- dudan si son reelaboraciones (redaccionales) tras la fe pascual-,
ran a decir; cSoportad con paciencia la miseria de esta vida, que en la otra D1os
os recompensará con largueza•. Son ciertamente, promesa y promesa escatoló-
el perdón que practica j esús es el que Jon Sobrino ha definido
gica, pero entendiendo ésta en la plenitud de su sentido: es decir, la esperanza como perdón-acogida y del que ya hablamos. Jesús acogfa a los
que engendran es una esperanza activa (el esperante es siempre un operante); pecadores. La acogida incluye la absolución, pero es mucho más
inauguran ya ahora una di~ámica de superación de la miseri a a la que se prome- que ésa.
te una consumación gloriosa. Por eso las bienaventuranzas son promesa y com-
promiso, consuelo y lucha, anuncio y denuncia, confianza en Dios y persecu- La acogida es el amor primigenio de Jesús (y de Dios, tan ma-
ción. En la lucha contra la miseria y en la consecución de la fraternidad hemos de
actuar como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que todo depende de Dios. ravillosamente descrito en la parábola del chijo pródigo•: Le 15,
la opción por los pobres es la lucha con los pobres contra la pobreza. 11 -32}, que sale a buscar al pecador (le 15, 4-1O) sin esperarlo co-
1
Et. HIJO OS DARÁ LA UBERrAD EL ESTILO Dll JESúS

~o i.uez; q~e mue~tra .misericordia antes que justicia; que ofrece . tanto a Dios atribuirse a sí mismo un triunfo, sino animar y con-
d•gn1dad.' tutLr·o a qu•en se siente sin posibilidades y encasillado vencer al pecador de que él puede cambiar, de que sus posibilida-
en el d~!:'pr~( 10 como. a Zaqueo: Le 19, 1-1 O); que los defiende des son mayores de lo que él mismo pensaba. Así de acogedor y
ante. q.utenes ;e e een JUStos y los desprecian (Le 18, 9-14). Jesús así de delicado es Jesús con los pecadores» 13 •
exp 1c.1ta su m1s1ón como la de quien no ha venido a curar a los sa-
nos, smo a los enfermos (Le s. 31) En el capftulo 15 de Lucas, que reúne las parábolas sobre el
perdón, aparecen en todas ellas dos palabras: • perdido• y o:ale-
Y esa ac::og1da de~e ser, ante todo, comprendida como un sig- grfa». Ambas definen lo que es la ternura de Dios como perdón. Je-
no d.e la ."en1da del Rem?. El hec~o de que los pecadores dejen de sús habla de lo perdido para decirnos que para el Dios de la ter-
sentlf ~tedo ante la ven1d~ de D1os es un signo del advenimiento nura nada hay inevitablemente perdido: que Dios siempre abre
d~l Remo. ~1 perdón acog1da recalca la gracia, el amor incondi- futuro y esperanza. Y que todo acto de perdón es para Dios una
c~on.al de D1os. Y eso es lo que libera internamente al pecador de fiesta; el Dios de la ternura se alegra perdonando.
SI m1smo 12.

Y est~ perdón-ac~gida lleva en su seno algo que hay que re- La ternura de Dios como misericordia
saltar: deltcadeza. Jesus acoge a los pecadores, les facilita el de- Jesús realizó curaciones que fueron asombrosas para sus con-
clararse pecadores en el seno del perdón ... , pero lo hace con deli- temporáneos. Lucas (que según la tradición era médico) nos narra
cadeza. «Y así, en las escenas de curaciones y en alguna escena de una docena de ellas; además de dejarnos constancia en diversos
perdón, Jesús pronuncia estas palabras: "Tu fe te ha curado", ''Tu fe sumarios de que a Él acudía un gran gentfo: o: Toda la gente quería
te .h~ salvado". Con ello, dice Jesús que la acogida al pecador ha tocarlo porque salía de Él una fuerza que los sanaba a todos• (le
ongmado una verdadera renovación intrínseca en la persona: que 6, 17-19; cf. S, 15¡ 9, 11).
el perdón no queda, en definitiva, como algo bueno, pero extrín-
seco a la persona. Sin embargo, en esa frase - "Tu fe te ha salva- Estas curaciones milagrosas de jesús dicen primeramente re-
do"-, aparece, por un lado, la fuerza salvadora de Dios que quie- lación al Reino de Dios. Son, antes que nada, «signos• de la cer-
re y .~uede lograr la transformación real de la persona, pero canía del Reino. Son sólo signos, es decir, no traen la solución glo-
tambten aparece la suma delicadeza de Dios que viene a decir: Tú bal a la realidad oprimida; pero son signos reales del acercamiento
puedes. Esa delicadeza supone decir que indudablemente Dios ha de Dios, y por ello esperanza de salvación. No son sólo signos be-
perdonado al pecador, pero en el perdón-acogida no le interesa néficos, sino también signos liberadores 14•

l% ~f. J.SOBRINO, o. c., pp. 132-134: •Esa acogida debe ser, ante todo,
13
J. SOBRINO ha insistido en esta delicadeza de Jesús con los pecadores,
comprend1da como un signo de la venida del Reino. Como Juan Bautista, Jes!Js d. «liberación del pecado•: Sal Terrae 76 {1988) 15-28; también en: }esucriltO 11·
reconoce la p_ecaminosidad de los seres humanos y exige la conversión de to- berador, o. c., pp. 127-128.135.
14 Cf. SOBRINO, Jesucristo liberador, o. c. pp. 131-135: cSon sólo signos.
dos, pero a diterencia del Bautista, recalca que la venida del Reino es buena no-
ti~ia. Y el hecho de que los pecadores dejen de sentir miedo ante la venida de En este sentido, los milagros no hacen real el Reino de Dios en cuanto trarisfor-
D1os es un signo del advenimiento del Reino. La motivación a la conversión es mación estructural de la realidad, pero sí son como sus clamores -•clamores del
la increlble bondad de Dios. El perdón acogida recalca la grada, el amor in- Reino" los ha llamado González Faus- y sel\alan la dirección correcta de lo que
cond!cional de Dios. Y ese amor es el que logra lo que no logran las puras exi- será el Reino en su advenimiento: salvación de la totalidad de la persona. No son
genoas morales, ni amenazas ni desprecios sociales. Y eso es lo que libera in- sólo signos benéficos, sino también signos liberadores. Ocurren en una historia
te~n~m~te al pecador de sí mismo. El gesto de amistad de Jesús, el signo en la cual se da una lucha entre Dios y el maligno, pues para la mentalidad judia
pnm•gemamente humano de ..acercarse" es lo que libera, porque en sí mismo también las enfermedades, en el sentido más amplio del término, significaban •
supera la separación y la oposición. Ese "acercarse" (o "dejar que otros se acer- tar bajo el signo del maligno. Por eso hay que recalcar su carácter libe.rac:lor; y así
GUen"') es el distintivo de Jesús: aparece cercano a grupos marginados. Asf les de- generan no sólo gozo, sino también esperanza, porque expresan que lu fuerzas
vuelve su dignidad•. del mal pueden ser derrotadas•.
EL HIJo os oARA --'---"==.:.::..__
LA UBSRTAo _ _ __
EL llSTD..O DB JESús
_Est~s mil~~~os mue~ran una dimensión fundamental de Jesús·
1a mtsenco;d'~ Los milagros manifiestan no sólo el oder de ~ parábola, propia de Lucas, la del « b~ en samaritano» que estaba
c;us. stno pnncrpalmente su reacción al dolor de los qu:sufr'a
pctl?as_veces s~ dice en los Sinópticos que Jesús sintió co~ :sió~
t movido por el «principio-misericordia» (le 1O, 27-3 7). A la pregun-
ta del escriba «¿Quién es mi prójimo», es decir, ¿hasta dónde llega
> mlsencol ri d Jnte el dolor ajeno sobre todo de la fp mi obligación de amar?, jesús replica con otra pregunta: ¿Quién es-
cilla· q 1 ~ b ' s mayor as sen- tá sufriendo y necesita que yo me aproxime y haga por él todo lo
.:. Ul o acampana an y concretamente, Lucas nos dice u
srnt16 compas16n de la vu;cia de Nafn cuyo hijo acab b d q. ~ que pueda? No puedo preguntarme hasta dónde llega mi obliga-
• ' 0 llores m_~:~· (l.c 7, } 1· 1... /, Y que Jesús curaba tr:s ia ee~~~~ ción, sino dónde hay gente que sufre y que me necesita cerca 17 •
Ten compasiÓn} mr,wco:-d a de mí» (Le 18, 35-45; d. 17;11-19). Jesús vivió ese «princip~misericordia» y, así, nos reveló el co-
jesús, pues, apare< t Or'1o quien se siente profundamente razón del Padre que actúa siempre cmov ido a misericordia• (Le
~onmov1do por el dolor aJeno, reacciona ante él salvíficamente y 15, 20). A ese Padre nos pide que imitemos: • sed mi sericordiosos
ace de ~st.a. n~ac~ión algo primero y último, criterio de su prácti- como el Padre es misericordioso» (Le 6, 36). Porque la ternura de
ca. La mrsencordra de Jesús no es un mero sentimiento sino ue Dios se manifi esta por su vulnerabilidad ante el sufrimiento¡ es el
es una reacc•ón -acción, por tanto- ante el dolor aj eno,' motlv~da Dios que hace suyo el dolor del mundo.
por el mero _he~ho de que este dolor está ante él. M isericordia no
~s. por cons1gurente, una vrrtuú más, sino una actitud y una prác-
trca fundamentales de Jesús. IV. Un hombre gozoso (portador de dicha)
'
~sto16 es lo que Jon Sobrino ha llamado el ~rprincipio-miseri­ Cerca de 250 veces se habla en el N uevo Testamento de la
co_rdta» Es una actitud v ital,_ un modo de ser, en el que el sufri-
. alegría. Algo tendrá que ver esto con Jesúsla.
m ~en~o. de los dem~~ se conv ierte, una vez interiorizado, en un
pnnc1pro de actuacron q ue va a configurar y dar un estilo a todo Jesús asume la alegría de la vida
n~e~tro hacer y a todo nuestro ser, orientándolos a suprimir el su-
(nmlento en el mundo. Es sensible a ella. Recoge las alegrías de la vida y las convier-
te en símbolo del Reino. El Reino es como encontrar un tesoro fa-
Cómo vivi~ y ~ctua~ de m~nera concreta con esa actitud, que buloso, adquirir una perla preciosa, rebuscar y hallar una moneda
arranca de fa m1sencordJa, Jesus nos lo explicó en una maravillosa ., perdida¡ es como una invitación a una fiesta de bodas, es como la

u Cf. ). SOBRINO, o. c., pp. 125-127; en éJ me inspiro en este apartado. '


7
La pregunta judfa es: ¿A quién debo amarl Cuando uno estj preguntin·
16
El vivir en una actitud de misericordia, movidos por este principio, su- dose eso, es todavfa judío. La pregunta cristiana es: lQuién esti sufriendo y ne-
pone tres momentos: 1) lnteriorizar el sufrlmiento de los demás. Es decir, dejar en- cesita que yo me aproxime y haga por él todo lo que pueda? No puedo pregun-
trar en nu~o c?r3:26n~ en ~uestra vida, el sufrimiento de la gente; ser vulnerables tarme hasta dónde llega mi obligación, sino dónde hay gente que sufre y que me
a él. 2) _Esa • nter~on zacr6n tiene_ que provocar e~ nosotros una reacción, un com- necesita cerca. Para Jesús ser humano es saber reaccionar con misericordia ante
portamiento activo, comprometido. 3) Esa reaCCión tiene sólo una finalidad, erra- el sufrimiento ajeno. Sin misericordia un hombre es poco humano; en la parábo-
diar ese sufrimiento, eliminarlo "{! <ti menos en la medida de lo posible, aliviarlo. la quedan deshumanizados el sacerdote y el levita, porque viven dando rodeos
Se llama «principio-misericordia» porque es un modo de actuar, de vivir, en ante el sufrimiento, siguen su camino, vienen de la liturgia del templo, van a sus
el que el sufrimiento de los demás se convierte, una vez interiorizado, en un prin- obligaciones... son hombres que no están movidos por el cprlnclpío-misericor-
cipio de actuación que va a configurar y dar un estilo a todo nuestro hacer y a to- dia». El samaritano es el único humano, porque la misericordia humaniza a la
do nuestro ser. El cprincipío-misericordla» tiene que afectar todas las dimensiones persona; vive movido por el cprincipio-misericordia•.
11
de la persona, a nuestra manera de ver el mundo, de enjuiciar, de vivir la fe, de Cf. G. van HOOMISSEN, cEt je fais l'éloge de la joie (Qoh 8,15)•: Lu-
celeb~ar y de vivir la esperanza ... Resumiendo, se trata de captar cordialmente, men Vitae 43 (1:1988) 37-46; M. NAVARRO, c)esús de Nazaret la invitación a la
de de¡ar entrar en nuestras entrañas el sufrimiento de los demás y hacer de ese su· felicidad de un hombre feliz•: Iglesia Viva n• 210 (2002/2) 2-37. Tambi6n A. TO-
frimiento el principio conductor de una manera de ser y de actuar totalmente RRES QUEIRUGA, e la evidencia de Dios y su alegria• en: Creo en Dios ~
orientada a suprimir el sufrimiento en el mundo. Sa!Terrae, Santander 1988, pp. 151-189.

'101!
- - - ---....._;E;;.;•¡ IilJO OS DAAA LA Lf6ERTAD
EL ESTILO DE JESús
?legrí~ do:! _la madre que da a luz un hijo, es como el gozo delue
nace Huctntc- r sus talentos, es como el placer de cosechar hiq os Los que viven en el amor pueden participar (tener parte) en la
de una h \J~r llondosa g comun ión del Padre y del H ijo y as( compartir la alegría de Jesús.
El gozo de jesús puede ser tam~ i~n del disdp~lo y .este gozo será
Jesús practtca la alegría y sus gestos liberadores producen alegrfa pleno si el discípulo guarda el unrco mandamiento. • Amaos unos
a otros como yo os he amado» Ur 13, 34; Jn 15, 12.17).
Jesús maninesta el go7o que es el Reino con su comporta-
mterto: concedt> d pr:me• sitio a los pequeños hasta ahora aban- En vísperas de su muerte, en el mome~to, en que un hombre pe-
donados, escnbc sobre la arena en lugar de condenar, invita a los sa sus palabras, Jesús comparte con s~ dtsc1pulos el_ secreto de su
alegría y afirma con confianza y serentdad: •Os he dtcho esto para
publtcanos a comer a la mesa, restituye la dignidad a los leprosos
que mi gozo esté en vosotros y vuestro goz? sea col ~a?o~ On 15,
margmados, devuelve la vida al hijo único de la viuda sana toda
11 ). En el momento decisivo en que va a deJarl es, J~us mv tta a sus
clase de dolencias ... En fin, sus milagros y curaciones ~on los go-
zosos clamores del Reino. discfpulos a participar en la intimidad del Padre y el HtJO. Y ruega con
estas palabras: e Para que tengan en sf mi_smo~ una alegrfa colmada•
Jesús vive fa alegrfa Un 17, 13). Esa alegría filial se comparte st se v1ve en el amor fraterno.
La alegría de Jesús brota, pues, de la comunión con el Padr~.
Si Jesús puede hablar de la alegría del Reino con tal impacto
tste es el corazón, el meollo de su vida íntima, el secreto que ~~~­
es porque Él vive ese gozo. La fuente íntima, personal, fundamen-
menta su gozo y transfigura toda su existencia terrena. Una untó~
tal de la alegría de Jesús le viene de su relación con el Padre: «El
que nadie ni nada puede amenazar, pues arranca de una certi-
Padre me ama» Un 1O, 17; Jn 15, 9). Aqu í está el secreto de su ale- dumbre: «Yo y el Padre somos uno» Un 1 O, 30). Una alegrfa que
gría. Su vida entera la recibe del Padre y no hay nada que le haga
quiere compartir con los que le siguen.
gozar más que la alegría del Padre.
Los evangelistas son parcos en hablarnos explícitamente de la jesús promete la alegría a sus discfpulos
alegría de Jesús. Pero lo hacen en tres pasajes. Pues bien, en los Jesús, que ha venido a traer ese gozo a los hom~res, va a. pro-
tres subrayan la relación de Jesús con el Padre (le 1 O, 21 ; Jn 15, clamar que el gozo se alcanza por caminos paradÓJICOS. Jesus ha
11¡ Jn 17, 13 ): una experiencia amorosa que quiere compartir con llamado dichosos a los hombres que abracen los valores que ~1
los «pequeños». Con sus d iscípulos. asumió, valores que portan d icha. En el pórtico del S~rmón del
a) Según nos cuenta San lucas, al regresar de la m isión los M onte (M t 5.6.7), ha ido desgranando una a una sus btenaventu-
72 d isdpulos, Jesús «se llenó de gozo en el Espíritu San- ranzas («aventurarse bien»; eso es el seguimiento de Jesús: un ries-
to». El motivo de la alegría de Jesús es saber que el Padre go d ichoso). Repasémoslas tal como nos las formula San ~a~,
se ha revelado a los pequeños. Jesús se goza porque su ex- que recoge en ellas las actitudes gozosas para entrar en la dtnámt-
periencia íntima del amor del Padre puede, en adelante, ca del Reino. Dejémonoslas decir:
ser compartida por los pequeños. «Dichosos los que eligen ser pobres, porque kos tienen a Dios
por Rey.•
b) jesús sabe que el Padre le ama y nada le p roduce tanta
e Dichosos los que sufren, porque ésos van a recibir el consuelo.•
alegría como corresponder a ese amor: «M i alimento es • Dichosos los no violentos, porque ~kas van a heredar la tierra.•
hacer la voluntad del que me ha enviado» Un 4, 34), «Ha- e Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque áos
go siempre lo que le agrada» On 8, 29). Por eso Jesús pue- van a ser saciados.•
de decir a sus disdpulos: cHe guardado los mandamien- • Dichosos los que prestan ayuda (los misericordiosos), porque
tos de mi Padre y permanezco en su amor» Un 15, 10). ésos van a recibir ayuda.•

10ft

1AA~----------------------------------------------------------------------~
ELHlJOOS OAIV. LA UBliRTAD

cDtcho~os 1~ limpiO" de corazón, porque ésos van a ver a


DIOS •
•D•chosos loe; que trabajan por la paz, porque a ésos los va a lla-
mar D•~ h1¡os SU\'0~.•
•Dtt.hQs~ tr>s qu·e vlv •n persegutd~ por su fidelidad, porque
ésos tienen a Dios por Rey.•
•Dt<..ho:.o~ \O~ouos cuando os msulten, os persigan y os calum-
nien de cualquier rn.:>do pm cdusa mfa, porque Dios os va a dar
una gran recompensa •

En estas bienaventuranza:. -q.Jmtaesencia de todo el i mpre-


sionante Sermón del Monte- proclama jesús sus contravalores
frente a los valores vigentes no sólo en su tiempo, sino también en
el nuestro -y, quizás, sin confesárnoslo claramente, vigentes tam-
bién en nuestra propia vida-.
l os contravalores de jesús son los valores del Reino. Por ellos
se entra, y con ellos se vive, en el Reino. Son los criterios por los
que actuó jesús. Por eso mismo, le salfan del corazón. Pensemos,
pues - nosotros que queremos conocerle e imitarle-, en esas bie-
naventuranzas (valores que port~n dicha) tal como las vivió a fon-
do j esús. Pues Él fue bienaventurado, dichoso:
Porque eligió la pobreza y el desprendimiento.
Sufrió y se cargó con nuestras dolencias.
Fue manso, paciente y no violento.
Tuvo hambre y sed de justicia.
Fue misericordioso.
Fue limpio de corazón y, por eso, experimentaba como nadie la
cercanía del Padre.
Trabaj ó por la paz (~1 es nuestra paz). .
Fue perseguido por fidelidad a la voluntad del que le env16.

Pensemos en esos valores. Sopesemos si nuestra vida está i m-


pregnada de ellos. las bienaventuranzas serán costosas ~duras. Je-
sús mismo las llamó «puerta angosta» y cestrecho calleJÓn». Pero
cpuerta y callejón que llevan a la vida• (Mt_ 7, 14). Camino pa_ra-
dójico el que señala Jesús para alcanzar la dtcha: es perder la vtda
para ganar la vida.

lQO

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