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El paludismo se mantuvo entre las tres principales causas de muerte hasta 1940 y entre
las cinco primeras hasta 1960. Las campañas de rociado con ddt fueron una acción
fundamental que permitió reducir esta enfermedad. 2 En contraste, desde los años
cincuenta, las enfermedades del corazón aparecen dentro de las cinco principales causas
de muerte (quinto lugar en 1950, cuarto en 1960 y 1970, segundo en 1976 y 1986 y
primero desde 1990. Por su parte, los tumores malignos o cánceres comenzaron a estar
presentes alrededor de los sesenta y alcanzan el segundo sitio desde finales de los
ochenta.
De manera similar, la cirrosis hepática y otras enfermedades crónicas del hígado (sexto
lugar desde 1995), así como la diabetes mellitus (dentro de los 5 primeros sitios desde
mediados de los ochenta) hacen su aparición dentro del cuadro de las principales causas
de muerte del país, adquiriendo mayor relevancia desde los años setenta. La prevalencia
de todos estos padecimientos aumentan con la edad y se relacionan principalmente con
factores genéticos, deterioros ambientales, así como cambios en los estilos de vida que
son resultado de los procesos de industrialización y modernización de la sociedad
mexicana.
Dentro de los tres grandes grupos de causas de muerte, los accidentes y lesiones
mantienen relevancia a partir del gradual abatimiento de las causas de muerte
infecciosas y parasitarias. Los homicidios y accidentes eran en 1960 la sexta y séptimas
causas de muerte, respectivamente, y en 1997 se mantenían dentro de las primeras diez,
a pesar de una disminución significativa de sus tasas (de 12.2 por mil en hombres y 10.9
mujeres en 1960 a 5.2 y 4.0, respectivamente, en 1997. Este grupo de causas, al igual
que gran parte del conjunto de las no transmisibles, está ligado a los cambios en los
estilos de vida y al aumento en la exposición a factores de riesgo como el incremento en
la violencia, el abuso del alcohol, el tabaquismo, el consumo de drogas y la concentración
de población en las grandes ciudades.
Por último, cabe mencionar que el espectro de las enfermedades infecciosas ha
cambiado recientemente a partir de la aparición de nuevas enfermedades infecciosas y la
reaparición de algunas otras que años atrás habían sido controladas, como son las
enfermedades de transmisión sexual (ETS y el SIDA), el cólera, el dengue, el paludismo y
la tuberculosis, así como la persistencia de ciertos cuadros de neumonía e influenza. En
México, excepto por el caso del sida, la mortalidad por estas enfermedades no es
cuantiosa, ya que continuó descendiendo hasta 1997, aun cuando muchos de estos
padecimientos continúan constituyendo un reto para el sistema de salud.
Este panorama define nuevos rumbos para la salud de la población mexicana. Los
cambios sanitarios han sido trascendentes y manifiestos en el control de diversas
enfermedades infecto-contagiosas. La mortalidad general y la mortalidad infantil muestran
una tendencia claramente descendente, al mismo tiempo que aumenta la esperanza de
vida al nacer. Este giro en la salud exige una nueva definición o adecuación de las
estrategias preventivas de salud y nuevos retos a la prestación de servicios, al
enfrentarse a nuevos patrones en la demanda de consultas médicas, hospitalización y
causas de muerte.
La contribución al incremento en la esperanza de vida
El importante desplazamiento de la mortalidad hacia edades más avanzadas define
nuevos retos a la salud. El análisis de la mortalidad por grupos de edad y causas permite
localizar los grupos más vulnerables e identificar las etapas de la vida donde la
morbilidad, la incapacidad y la letalidad de determinadas causas se incrementa y con ello
es posible identificar el momento más apropiado para prevenirlas o controlarlas. Esta es
una transición que deberemos seguir muy de cerca en los próximos años, en los cuales
se prevé el envejecimiento de la población y donde se requerirá, por lo tanto, una
adaptación de los sistemas de salud a las nuevas demandas.
El impacto de la evolución de la mortalidad por sexo y causas de muerte sobre la
esperanza de vida al nacer se muestra en la gráfica 1. Se advierte el efecto positivo de
los cambios en la mortalidad de la mayoría de las causas y en todos los grupos de edad.
La disminución más importante en el riesgo de fallecer, durante el periodo 1979-1997,
proviene de las enfermedades diarréicas, las infecciones respiratorias y las
enfermedades cardiovasculares, las cuales se traducen en 1.5, 1.2 y 0.9 años más de
vida entre los hombres y 1.5, 1.2 y 1.2 entre las mujeres, contribuyendo con 42 por ciento
al incremento de 8.4 años en la esperanza de vida masculina y con 53 por ciento al de
7.2 años en la femenina. Después de estas tres causas de muerte se advierten
diferencias significativas por sexo, ya que mientras los hombres aumentan su esperanza
de vida a partir del descenso de los accidentes de tráfico y violencias en casi 2.3 años,
las mujeres sólo lo hacen en 0.5 años. Adiciones un poco más modestas entre los
hombres se presentan por la reducción de las muertes por tuberculosis, las respiratorias
no transmisibles, la cirrosis y las previsibles por vacunación, que representan, en
conjunto, una ganancia de 0.9 años. Por su parte, las mujeres adicionan 0.7 años por el
abatimiento de las mismas enfermedades, obteniendo una ganancia adicional de 0.2
años de la reducción en la mortalidad materna.
Gráfica 1. Ganancia en la esperanza de vida al nacimiento por sexo y causas de
muerte entre 1979 y 1997
1
La transición epidemiológica en los países desarrollados se ha caracterizado por una
gradual sustitución de las muertes por causas "transmisibles" hacia un patrón en donde
prevalecen las enfermedades "no transmisibles", con un constante incremento de los
accidentes de tráfico y muertes violentas asociados al crecimiento de las grandes urbes.
La clasificación de las enfermedades utilizada en este análisis retoma la propuesta hecha
por Murray (1992), en la cual se agrupan las enfermedades en tres grandes grupos de
causas. Esta clasificación responde al criterio de cuáles acciones de salud son
necesarias para evitar o reducir cada grupo de enfermedades. Así por ejemplo, para
evitar el grupo de enfermedades infecto-contagiosas, además de las maternas y
perinatales, se requiere de acceso a los servicios de atención primaria en salud y otras
medidas de salud pública. Para evitar, eliminar o disminuir el segundo grupo de
enfermedades (que incluye todos las enfermedades crónico-degenerativas y el grupo de
las causas mal definidas) se requiere acceso al segundo nivel de atención y promoción
de programas para reducir factores de riesgo como el tabaquismo, alcoholismo, consumo
de sal, colesterol, ejercicio, etcétera. El grupo de los accidentes tendría que hacer
hincapié en los aspectos de reglamentación, como los límites de velocidad, uso de
cinturón de seguridad, permiso para portar armas, etcétera.
2
Sin embargo, de acuerdo a algunos reportes ha habido nuevos brotes de paludismo en
algunas regiones del país (zonas costeras) al igual que la enfermedad viral del dengue
(Frenk, 1989.
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