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Mito la Madre de Agua

Es una verdadera diosa de las aguas, aunque sus pies sean volteados hacia atrás no deja
de ser bella, la Madre de agua deja rastros a la dirección contraria a la que se dirige.

Esta mujer solo persigue a niños, a quienes se le dirige con ternura, los enamora, los
atrae con dulzura y amor maternal, situación que preocupa a los padres de familia. Los
niños atraídos por la Madre de agua se enferman, sueñan con la hermosa rubia que los
adora y la llaman con frecuencia. Cuando los niños están cerca del río, que escuchan su
voz la siguen tirándose al agua con peligro.

Los campesinos creen que la Madre de agua surgió de una bella joven española que se
enamoró de un joven indígena, con quien tuvo un niño. Cuando el padre de la joven se
enteró de lo sucedido, ahogó al niño frente a sus padres, luego mató al amante indígena.
La madre desesperada se lanzó al río, convirtiéndose en una apasionada por los niños y
vengativa de la humanidad.
Mito el Cóndor

En un pueblo un hombre vivía con su hija, ella tenía como tarea cuidar a las ovejas. Todos
los días iba un joven a visitarla mientras ella cuidaba las ovejas, hasta que un día se
hicieron buenos amigos.

Un día soleado empezaron a jugar a que él la cargaba y ella a él, cuando de pronto ella se
dio cuenta que estaba volando. Desde ese día el joven se convirtió en su cóndor, él la
cuidaba, la alimentaba. Pasaron muchos años los dos crecieron tuvieron hijos, pero ella
no dejaba de pensar en su padre y todas las noches lloraba ya que había abandonado a su
padre y lo había dejado solo con los animales.

Un día ella se encontraba regando las flores y encontró a una mariposa la cual le pidió
ayuda para volver a ver a su padre, la mariposa le dijo al cóndor que su esposa y sus hijos
habían desaparecido, mientras la mariposa hablaba con el esposo ella escapaba con sus
hijos y regresaba con su padre.

Desde que ella regresó con su padre, el cóndor jamás volvió, ella todos los días volaba
para ver si veía al cóndor pero nunca más lo volvió a ver.
la novela Blanca Olmedo

La novela Blanca Olmedo es una de las más conocidas en Honduras. Y quizá, al igual
que Prisión Verde, se le reconoce no por su mérito literario, sino por lo que tiene de crítica
social.

Blanca Olmedo, una novela romántica escrita a principios del siglo XX, resulta ya
anacrónica para su época, porque el período cultural del romanticismo ya se consideraba
superado para ese tiempo.

Al contrario de Prisión Verde, que es una novela que trata de reflejar las vivencias de la
gente humilde en los bananales de la Costa Norte, en Blanca Olmedo los protagonistas
gozan de una exquisita educación que les permite usar siempre un lenguaje refinado. En
las tertulias a las que asisten estos personajes se ejecutan piezas musicales famosas en
Europa. El lugar de la acción aparece como una ciudad indeterminada en algún país del
continente americano. Es hasta la última página del libro que nos damos cuenta que la
acción se desarrolla en la ciudad de Danlí, Honduras, de dónde también es originaria la
autora, Lucila Gamero de Medina.

De hecho, la protagonista de la novela, la señorita Blanca Olmedo, guarda cierto parecido


con la autora, especialmente en lo que concierne a su perspectiva filosófica y religiosa.
Doña Lucila gustaba de definirse a sí misma como “librepensadora”, al igual que lo hace
Blanca Olmedo en el libro. Lucila Gamero y Blanca Olmedo parecen profesar una cierta
tendencia hacia el panteísmo y formulan fuertes críticas en contra de la religión católica-
romana.

Blanca Olmedo es una historia trágica, es la historia de una joven que lucha por ser feliz
en contra de una adversidad que la acecha a cada paso y que al final no logra vencer.
Blanca Olmedo es una muchacha ejemplar, bella e inteligente, cualidades que en vez de
favorecerle le atraen enemigos que no cejan en su empeño por destruirla.

Las desgracias de Blanca Olmedo comienzan cuando el personaje Elodio Verdolaga se


ofrece para llevar los asuntos legales de su Padre, don Carlos Olmedo. Verdolaga se pone
de acuerdo con el demandante para perjudicar a don Carlos, haciéndole perder sus
bienes, y también pretende aprovecharse de la desgracia económica de la familia para
aprovecharse de Blanca. Don Carlos se da cuenta de la traición de Verdolaga y se lo
comunica a su hija Blanca, que desde ese momento empieza a despreciar a Verdolaga
con todo su ser. Don Carlos muere poco después, agobiado por la desgracia.

Elodio Verdolaga es retratado como el perfecto sinvergüenza, como un caballero de


industria, es decir, una persona sin escrúpulos que engaña, miente y estafa a cualquier
incauto. Verdolaga está casado y tiene hijos, pero eso no es obstáculo para sus
pretensiones de poseer a Blanca. No tiene título de abogado, pero aun así ejerce el
derecho, y por medio de su astucia logra llegar al puesto de Juez de Letras, ante el
asombro de Blanca, que ve como un hombre que es el epítome de la corrupción y el
cinismo es premiado por el Estado con el puesto de administrador de justicia.

Blanca logra conseguir trabajo como institutriz en la casa de la señora Micaela Moreno y
se hace amiga de su alumna, la señorita Adela. Adela es una adolescente que pasa muy
enferma, agobiada por la manera estricta en que la cría su tía, la señora Micaela, quien es
una fanática de la religión católica, del conservadurismo católico de su tiempo. Doña
Micaela está convencida de que las diferencias entre las clases sociales existen por la
voluntad de Dios, y que las personas que tienen dinero como ella no deben de tener
relaciones de amistad con personas más desafortunadas. Por lo tanto, ella considera que
Blanca Olmedo no es digna de su amistad, ni de la amistad de su sobrina ni de su hijo,
porque es de una clase inferior. Doña Micaela se aferra a esta creencia retrógrada, a pesar
de que Blanca Olmedo fue despojada de su herencia por medio del engaño –no nació
pobre– y que tiene mayor educación y buenos modales que ella, que se cree superior solo
por el hecho de tener más dinero.

Doña Micaela es instruida en asuntos religiosos por el joven Padre Sandino, quien la visita
asiduamente con el objeto de ver a la joven Blanca, de quien se enamora de manera
enfermiza, y a quien pretende conquistar, a pesar de que sus votos religiosos de castidad
se lo prohiben. El padre Sandino llega hasta el extremo de renegar de su religión delante
de la señorita Blanca, con el afán de convencerla de que sus votos de castidad no
significan nada para él, mientras en público aparenta ser un modelo de piedad cristiana. El
padre Sandino sufre el lógico rechazo de Blanca.

El joven médico Gustavo Moreno, hijo de doña Micaela no tarda en darse cuenta de la
belleza de Blanca Olmedo y en pretender su amor, pero Blanca, sabiendo la opinión de
doña Micaela trata de esquivarlo por todos los medios, y se hace amiga del joven Joaquín
Leiva, quien llega a visitarla frecuentemente. Leiva termina también enamorado de Blanca,
pero ésta también lo rechaza.

Al final Gustavo logra vencer la resistencia de Blanca y la hace su novia. Esto provoca el
esperado rechazo visceral de doña Micaela, quien se resiste a que su hijo se case con una
mujer que ella considera inferior. Gustavo logra apaciguar a su madre por un tiempo,
mientras el padre Sandino y Verdolaga conspiran juntos para separar a la pareja. Para
ganar tiempo le aconsejan que se posponga el matrimonio, y a esta petición Gustavo
accede gustoso.

Elodio Verdolaga propone hacer uso de sus influencias políticas para mandar a Gustavo a
la guerra, reteniendo las cartas que éste mande a su novia. Doña Micaela accede a este
plan, a pesar del peligro que representa para su hijo.

Después de que Gustavo parte a la guerra, doña Micaela despide a Blanca de la casa, no
sin antes haberla insultado haciéndose eco de las calumnias que le comunicaron el padre
Sandino y Verdolaga. Verdolaga le había dicho que Blanca había sido su amante. El padre
Sandino acusó a Blanca de tratar de seducirlo. A estas calumnias Doña Micaela agregó la
acusación de que Blanca había seducido a Gustavo por interés material, y de que lo había
“prostituido”.
Blanca sale muy agitada y enferma de la casa de doña Micaela y se va a refugiar a la casa
de la que había sido su empleada doméstica, quien le contó el secreto de que en realidad
Gustavo no era hijo de doña Micaela.

Blanca no logra comunicarse con Gustavo. Las cartas que ambos se dirigen son retenidas
por el correo, a instancias de Verdolaga. La salud de Blanca empeora cuando Verdolaga
publica sus calumnias en un periódico. Al final Blanca muere con su vestido de novia, sin
haber visto a Gustavo. Cuando Gustavo regresa de la guerra y es informado de la
situación se suicida y la joven Adela muere de la impresión que le produjo la muerte de
Gustavo.

En el epílogo, un epitafio en el mausoleo en que sepultaron a Gustavo, Blanca y Adela


reza: Víctimas inocentes de un Representante de la Justicia, de un Representante de la
Religión Católica y de una Mujer Fanática. El cura Sandino desaparece del lugar, Doña
Micaela se arrepiente del mal cometido y funda un asilo para ayudar a chicas pobres y
Elodio Verdolaga es condenado a cadena perpetua por sus múltiples crímenes.

Bomba N° 1

– El: de lejos he venido


rodando como un pandero
solo para decirte
negrita cuánto te quiero.

– Ella: en ese viaje que hiciste


creo que te desnutriste
porque tienes los ojos hundidos
y la mirada triste.

Bomba N °2

– El: de un tronco nació una rosa


y del agua un caracol
de los ojos de esta joven
nacen los rayos del sol.

– Ella: del cielo cayo una rosa


y del pueblo una pared
que dicha fuera la mía
si yo cayera en su red.

1. El – ¡Bomba!
De un tronco nació una rosa, y del agua un caracol, de los ojos de esta joven,
nacen los rayos del sol.

2. El – ¡Bomba!
La mujer con quien me case, llenará esta condición, será la flor que se
deshace, perfumando el corazón.
3. El – ¡Bomba!
Viene la luna hermosa, con su lucero en campaña, que triste se mira un
hombre, cuando su mujer lo engaña.

4. El – ¡Bomba!
Ya días vengo soñando, que tu boca será mía, Filomena ahora es cuando, se
cumple mi profesía.

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