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En este capítulo nos comienza diciendo que el tiempo total de rotación de un capital
es igual a la suma de su tiempo de circulación más su tiempo de producción; es decir
que esto es el tiempo que transcurre desde el momento en que se desembolsa el
valor–capital bajo una determinada forma hasta el momento en que el valor–capital en
acción retorna a su punto de partida en la misma forma inicial.
Como ya no lo había dicho antes, el objetivo principal del capitalista es la valorización
del valor adelantado, ya sea en la forma dineraria o en forma de mercancía.
Las tres fórmulas: D... D'; P... P, y, M'... M’ se distinguen en lo siguiente: en la
fórmula II (... P) la renovación del proceso, el proceso de reproducción, se expresa de
un modo real, mientras que en la fórmula I sólo se expresa como posibilidad. Pero
ambas se distinguen de la forma II en que el valor–capital desembolsado –ya sea en
dinero o en forma de los elementos materiales de producción– constituye el punto de
partida y también, por tanto, el punto de retorno.
En D... D' el retorno es D' = D + d. Si el proceso se renueva en la misma escala, D
vuelve a servir de punto de partida y d no se incorpora a él, sino que indica solamente
que D se ha valorizado como capital, engendrando, por tanto, una plusvalía, pero
eliminándola después de engendrarla. En la fórmula P... P, el valor–capital
desembolsado en forma de elementos de producción, P, constituye asimismo el punto
de partida.
Podemos decir que para el capitalista el tiempo de rotación de su capital es el tiempo
durante el cual tiene que adelantar su capital para valorizarlo y recuperarlo en la figura
originaria.