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CONTENIDO
PRIMERA PARTE: Introducción, citas bíblicas y el
porqué y cómo rezar este Rosario de Liberación y
Sanidad. Es importante recalcar que este Rosario… NO
SUPLE la maravillosa devoción del Santo Rosario
Mariano. Sigan rezando a la Santísima Virgen María, el
Santo Rosario, meditando, contemplando, viviendo
cada uno de los Misterios Gozosos, Luminosos,
Dolorosos y Gloriosos.
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SEGUNDA PARTE: Orar con el Rosario de
Liberación y Sanidad. Para rezar en tiempos de
necesidad, ofreciéndolo por sí mismo, la familia, o
alguna persona en particular.
PRIMERA PARTE
INTRODUCCIÓN
“Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente
libres” (Juan 8, 36)
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Podemos rezar el Rosario de la Liberación
intercediendo por aquellos que el Señor coloque en
nuestro corazón.
Debemos por lo tanto, rezarlo por nosotros
mismos, para que seamos purificados en la Sangre de
Jesús, a través de la oración ¡Jesús, ten piedad de mí!
Solamente así seremos canales abiertos a la gracia de
Dios.
El Rosario de la Liberación debe rezarse por una
intención cada vez que se reza: conversión,
matrimonio, familia, salud, trabajo, parientes, amigos,
enemigos (que no deben existir), etc. Cada intención
debe corresponder a una tercera parte del Rosario.
Cuando se reza con el corazón y con la fe en el poder
liberador y curador de la Palabra de Dios y del nombre
de Jesús, la intercesión toca el corazón de nuestro
Dios porque se realiza en el nombre de Jesús y de
acuerdo a la Palabra de Dios, y su efecto se hace sentir
rápida y poderosamente.
La oración del Rosario de la Liberación dura
aproximadamente ocho minutos.
“Cómo descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no
vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la
hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan
para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca,
que no tornará a mi de vacío, sino que haya realizado lo
que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié” (Is.
55,10-11).
“Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed
que ya lo habéis recibido y lo obtendréis” (Marcos 11,24).
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purificar nuestro corazón de toda mala
conciencia. ¡Jesús, ten piedad de mí!,
¡Jesús, ten piedad de nosotros!
Sí, Padre, queremos entregarte nuestras
voluntades, flaquezas, miserias y pecados;
nuestro corazón, cuerpo, alma y espíritu, en
fin todo lo que somos y tenemos: nuestra fe,
vida, matrimonio, familia, trabajo,
vocación, ministerios.
¡Llénanos con Tu Espíritu, Señor!
¡Llénanos con tu amor, con tu poder y con tu
vida!
¡Ven, Espíritu Santo de Dios! ¡Ven en
nombre de Jesús! Ven y torna viva dentro de
nosotros la Palabra de Dios proclamada a
través de la oración del Rosario de la
Liberación, y que él opere en cada corazón
la gracia de la cura, salvación y
liberación, en nombre de Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
NOTA: Al terminar esta oración damos principio al
Rosario de la Liberación rezando el Credo y
continuando con las cuentas del Santo Rosario como
está indicado.
ROSARIO DE LA LIBERACIÓN
El Rosario de la Liberación se inicia con el Credo y
termina con la oración de la Salve. En cada cuenta del
Padrenuestro nosotros vamos a proclamar la palabra
de Dios. “Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán
verdaderamente libres” (Juan 8,36).
OREMOS:
Señor Jesús, te pedimos perdón por todos
nuestros pecados. Pedimos además, en tu
nombre, a Dios Padre, que Él envíe el
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Espíritu Santo, derramando en nuestro
corazón el don de proclamar tu Palabra, con
mucha fe y confianza, a través del Rosario
de la Liberación. Te pedimos, Jesús, que por
tu Padre se manifieste en nuestra vida, que
Tú realices milagro y prodigios a través de
esta poderosísima oración de fe que no es
otra cosa sino la proclamación de tu
palabra. Amén. ¡Aleluya!
Nuestro corazón ya comienza a llenarse de alegría y
de paz, ¿no es verdad? Si quieres conocer el texto que
usamos para proclamar en las cuentas pequeñas,
correspondiente en el Avemaría, abre tu Biblia en el
Evangelio de San Marcos: “hijo de David, Jesús, ten
compasión de mí” (Marcos 10, 47), dijo el ciego Bartimeo
a Jesús, cuando oyó esta oración, se detuvo.
Creo firmemente que, cuando tú hagas esta oración
con toda confianza ¡Jesús ten piedad de mí!, Jesús se
detendrá también.
“Llegaron a Jericó. Y al salir de Jericó acompañado de
sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo
(Bartimeo), un mendigo ciego estaba junto al camino. Al
enterarse que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: ¡Hijo
de David, Jesús ten compasión de mí!” (Marcos 10,46-47).
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¡Jesús, sáname!
¡Jesús, sálvame!
¡Jesús, libérame!
“¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”
(Juan 11,40).
“Jesús le dijo: Por tu fe, has sido sanado” (Lucas 18,42).
“Si tuvieran fe como un granito de mostaza, dirían a
ese árbol: “Arráncate y plántate en el mar y les obedecería”
(Lucas 17,6).
“Pero no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque
para acercarse a Dios, uno tiene que creer que existe y que
recompensa a los que lo buscan” (Hb. 11,6).
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Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado”
(Juan 16,23-24).
Prueba hoy mismo rezar el Rosario de la Liberación
para sanarte cada vez más, salvarte y liberarte cada vez
más y no solamente a ti, sino a todo aquel por quien tú
intercedes a través de esta oración.
Acuérdate de que cada intención corresponde a un
Rosario de la Liberación.
El Señor Jesús nos ha exhortado a hacer la oración
en nombre de Jesús ¡Señor Jesús, ten piedad de mí,
que soy pecador! Y hemos recibido muchos
testimonios del poder de Dios a través de esta oración.
Ahora, nos ha venido al recuerdo un cuento que va
a ilustrar lo que estamos diciendo. Allá en el cielo,
Jesús estaba muy feliz, entretenido en una gran
conversación de amor con Dios Padre y con Dios
Espíritu Santo. El amor de Dios fluía del Padre para el
Hijo a través del Espíritu Santo y del Hijo al Padre. De
repente, Dios Padre le dice a Jesús: “Hijo, espera un
poquito… estoy oyendo algo de la tierra. Déjeme oír
bien lo que es:
¿Sabes lo que es, Hijo mío? Hay gente allá abajo
clamando: ¡Jesús, ten piedad de mí que soy pecador!
Vete enseguida junto con el Espíritu Santo, para ver lo
que mi hijo en la tierra quiere. No lo dejes llamar por
mucho tiempo. ¡Vete inmediatamente a atenderlo!
Escucha: ¡Jesús, ten piedad de mí! Está pidiendo en tu
nombre y en el nombre de tu sangre, tú sabes, Hijo mío,
que no puedo recusar nada que esté de acurdo con mi
voluntad y que venga revestido del poder de tu nombre
y de tu sangre”.
Es solamente un cuento, pero la verdad es que
nuestro corazón puede llegar al trono de Dios porque
entre nosotros y Dios está la sangre de Jesús que nos
purifica, lava, perdona, santifica y está también el
nombre de Jesús que es el nombre que está por
encima (de todos los nombres).
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“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al
Padre sino por Mí” (Juan 14,6).
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“Pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y
lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra
fe. Pues, ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree
que Jesús es el Hijo de Dios?” (I Juan 5,4-5).
“Y este es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna y
esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo, tiene la vida;
quien no tiene al Hijo, no tiene la vida” (I Juan 5,11-12).
“Teniendo, pues, hermanos, plena seguridad para
entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús por
este camino nuevo y vivo, inaugurado por Él para nosotros,
a través del velo, es decir, se su propia carne” (Hb. 10,19-
20).
Ahora nuestra parte es asumir en la fe esa obra que
ya está consumada.
“Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor, y con tu
corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación.
Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con
la boca se reconoce a Jesucristo para alcanzar la salvación.
… `Todos los que invoquen el nombre del Señor, alcanzarán
la salvación´” (Rom. 10,9-10, 13).
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¿Y qué es lo que este rosario hace? Este rosario
nos lleva, por la fe, a tomar posesión de la obra de
salvación que ya fue plenamente realizada por Jesús
en el Calvario, porque en nuestra vida espiritual todo se
obtiene a través de la fe en Jesús y en el Poder de su
Palabra y de su sangre redentora.
El Rosario de la Liberación no es una fórmula
mágica y si la proclamación con fe de la Palabra de
Dios. Tomando posesión, por la fe, de esa palabra
conseguiremos mover la mano de Dios a nuestro favor.
Amén y amén.
Volvemos al Profeta Isaías:
“¡Y con todo, eran nuestras dolencias las que Él llevaba
y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros te tuvimos
humillado. Él ha sido herido por nuestras rebeldías molido
por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la
paz, y con sus cardenales hemos sido curados” (Is. 53,4-5).
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SEGUNDA PARTE
SALMO 91 (90):
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
a la sombra del Todopoderoso,
dile al Señor: mi amparo, mi refugio
en ti, mi Dios, yo pongo mi confianza.
El te libra del lazo
del cazador que busca destruirte;
te cubre con sus alas
y será su plumaje tu refugio.
No temerás los miedos de la noche
ni la flecha disparada de día,
ni la peste que avanza en las tinieblas
ni la plaga que azota a pleno sol.
Aunque caigan mil hombres a tu lado
y diez mil a tu diestra,
tú permaneces fuera de peligro;
su lealtad te escuda y te protege.
Basta que tengas tus ojos abiertos
y verás el castigo del impío
tú que dices: "Mi amparo es el Señor"
y que haces del Altísimo tu asilo.
No podrá la desgracia dominarte
ni la plaga acercarse a tu morada,
pues ha dado a sus ángeles la orden
de protegerte en todos tus caminos
En sus manos te habrán de sostener
para que no tropiece
tu pie en alguna piedra;
andarás sobre víboras y leones
y pisarás cachorros y dragones.
"Pues a mí se acogió, lo libraré,
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lo protegeré, pues mi Nombre conoció.
Me llamará, yo le responderé
y estaré con él en la desgracia.
Lo salvaré y lo enalteceré.
Lo saciaré de días numerosos
Y haré que pueda ver mi salvación".
EL CREDO:
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Usando un rosario común iniciamos con esta jaculatoria (1 vez):
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Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.
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Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.
(Todos:)
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, líbranos Señor de todo
mal (3 veces)
Todos:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, líbranos Señor de todo
mal.
LA SALVE
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