Sei sulla pagina 1di 28

ROBERT C.

CHAPMAN

ROBERT C. CHAPMAN
Introducción
Robert Chapman (1803-1902) No es muy conocido en este día. Él no fue autor de algunos
libros monumentales. Cuando comenzó a ministrar algunos amigos le dijeron que nunca
sería un buen predicador. Chapman no fue un evangelista en todo el mundo. No guió
misiones en tierras extranjeras; pero él trabajó por alrededor de 70 años en un rincón
remoto de Inglaterra. Aún así él vino a ser una leyenda viva. Cuando joven, Winston
Churchill lo visitó. Charles Spurgeon lo llamó: “el hombre más santo que he
conocido.” Robert Cleaver Chapman es importante a causa de la vida que vivió. Él dijo:
“mi tarea es amar a otros y no buscar que otros me amen.” Cuando ellos le dijeron
que nunca sería un buen predicador, Chapman respondió: “hay muchos que predican a
Cristo, pero no muchos que viven a Cristo; mi gran deseo será vivir a Cristo.” John Nelson
Darby dijo de Robert Chapman: “él vive lo que yo enseño.” En otra ocasión Darby dijo:
“nosotros hablamos acerca de los lugares celestiales, pero Robert Chapman vive en
ellos.” Un biógrafo escribió: “¿Qué es entonces lo que hizo que Chapman fuese así
amado y efectivo en su tiempo? Algo completamente simple, su absoluta devoción hacia
Cristo y su determinación de vivir a Cristo.” (Peterson, p.15) contemplemos su vida.
Nacimiento y Antecedentes
Robert C. Chapman nació en Enero 4, 1803, fue el sexto hijo de diez nacidos a Thomas y
Ann Chapman. Él nació en Helsingor, Dinamarca, donde su padre tenía un
próspero negocio de importación y exportación. Parece que la familia no practicaba
nada más allá de las usuales observancias religiosas. Como niño él desplegó las virtudes
de entusiasmo y diligencia en sus prosecuciones. Su madre dijo de él: “Robert siempre
tiene una pasión, ya sea por la literatura o la flauta, y lo que sea que emprende, lo
prosigue diligentemente.” Chapman también desplegó habilidades lingüísticas en inglés,
danés y francés, lenguajes que se hablaban en su hogar; él vino a ser diestro y versado en
alemán e italiano. Después de su conversión él estudio hebreo y griego de modo
a estudiar las Escrituras en los lenguajes originales. Para proseguir la obra misionera
estudio español y portugués, hasta que obtuvo fluidez para hablarlos. Durante la niñez
de Robert las guerras Napoleónicas entre Francia, Dinamarca, etc., y Bretaña afectaron
de manera adversa el negocio de Chapman en Dinamarca. La familia Chapman retornó
a Yorkshire, Inglaterra. Allí Robert Chapman completó su educación formal. Él dejó el
hogar a la edad de 15 años para comenzar un aprendizaje legal en Londres. Mientras
estuvo en Londres, Robert probablemente se quedó con sus familiares. Él llevaba una
activa vida social en esta gran ciudad. Mientras tanto había allí señales de un despertar
espiritual, a la edad de 16 años él comenzó a leer la Biblia. Después Chapman describió
su condición en ese tiempo como: “yo estaba enfermo del mundo, odiándolo como
siendo aflicción de espíritu, mientras todavía era incapaz y no estaba dispuesto ni
quería que me expulsaran.” (Peterson, p. 21)
Después de su aprendizaje, Chapman vino a ser un abogado. Tres años después, a la edad
de 23 años, él heredó una pequeña fortuna y creó un despacho de abogados, que
comenzó a prosperar. Su futuro parecía brillante. Sin embargo, uno
pocos años antes había ocurrido un evento que debía cambiar el curso de la vida de
Chapman.

Salvación
Cuando Chapman tenía 20 años de edad él fue guiado a la salvación por James Harington
Evans. Evans ha sido un ministro ordenado en la iglesia Anglicana, pero renunció a ella
debido a sus vistas escriturales. Él comenzó a predicar en John Street Chapel, una
congregación no afiliada con una denominación. Un abogado invitó a Chapman a John
Street Chapel. Evans predicó justificación por fe basada sobre la redención
de Jesucristo. Robert Chapman aceptó a Cristo. Una vez salvado Chapman estudió su
Biblia con renovado interés. Siguiendo el modelo que encontró allí, y deseó ser
bautizado inmediatamente. Evans le aconsejó esperar, diciendo: “espere un poco y
considere la materia.” “No” dijo Chapman, “me apresuraré, y no me retrasaré, para
guardar Sus mandamientos” (Pickering p. 69). Chapman insistió en seguir el encargo del
Señor lo más pronto posible. Evans estuvo de acuerdo; y Robert Chapman fue bautizado
unos pocos días después de haber recibido a Cristo.
Testificando y llevando fruto
El nuevo creyente comenzó a dar testimonio a amigos y familiares. Posteriormente él
escribió: “vine a ser una ofensa a aquellos que abandoné, aun a aquellos de mi propia
carne y sangre” (Peterson, p. 26) No todos recibieron su testimonio como un `olor de
muerte’; pero para otros éste fue ‘un olor de vida’. Una sobrina y su marido fueron
atraídos al escuchar acerca de la experiencia de Robert. La sobrina de Chapman, Susana
se había unido en matrimonio con un abogado rico, Thomas Pugsley y vivía en Devon,
Inglaterra. La pareja viajó a Londres para escuchar más; ellos estudiaron con Robert la
Biblia. Los Pugsleys aceptaron a Cristo. Chapman también comenzó a visitar y predicar
entre los pobres que vivían en la vecindad.
Perfeccionamiento
Habiendo sido guiado a Cristo, Evans pasó un considerable tiempo con Robert Chapman.
Posteriormente Evans dijo concerniente a Chapman “Él es una de mis estrellas, y lo
considero como siendo uno de los primeros hombres de la edad. Él no tiene altibajos…él
está preparado para todo, no importa lo que sea.” En su prosecución de Cristo, Chapman
desplegó estabilidad y ansiedad (‘estaba preparado para cualquier cosa’).
Evans estimuló al joven creyente a hablar por el Señor.
Mi gran deseo
Después de sus primeros esfuerzos por ministrar, algunos amigos comentaron
que Robert nunca sería un buen predicador. La respuesta de Chapman debía
caracterizar su vida. Él dijo: “hay muchos que predican a Cristo, pero no muchos que
viven a Cristo; mi gran deseo será vivir a Cristo (Fil.1:21)” Si Rom. 1:17,’el justo vivirá
por fue el verso de Lutero, entonces esta escritura, Filipenses 1:21, ‘para mí el vivir es
Cristo’ es el verso de Chapman.
La obra en Devon, Inglaterra
Los familiares de Chapman, Susana y su marido, Thomas observaron la labor evangélica
de Chapman entre los pobres en Londres. Retornando a Devon, ellos comenzaron una
obra similar en los hospicios para los pobres. Su servicio creció y pronto Thomas Pugsley
abandonó su profesión para servir al Señor en el área. El año siguiente los Pugsleys
encontraron a un joven alemán llamado George Muller a quien invitaron a predicar. En
el verano de 1831, los Pugsleys invitaron a Robert Chapman a vacacionar con ellos y
ayudarlos con la obra evangelistica. Chapman predicó en las reuniones y encontró la
labor estimulante.
Después de su visita Chapman recibió una proposición para venir a ser pastor de
Ebenezer Chapel, una congregación de “bautistas particulares” en Barnstaple, Devon. Él
sintió que ésta era la guía del Señor y aceptó con tal que él podía predicar todo lo que
encontrase en la Biblia. En abril de 1832, Chapman dejó su exitoso ejercicio de la abogacía
en Londres, y repartió su fortuna personal (manteniendo solo lo suficiente para comprar
una casa) y se movió a Barnstaple. Chapman ministró de acuerdo a las Escrituras y no
fue limitado a las prácticas denominacionales. Esto guió a la congregación lejos de sus
principios bautistas. El local bautista “Libro de Recuerdo” registra que “Chapman
eventualmente introdujo un nuevo orden de cosas que separaban a la iglesia de la
Asociación y cuerpo bautista” (Rowdon, p.145) pronto la congregación en Barnstaple se
asoció con el creciente número de “asambleas”, reuniones de creyentes que
abandonaron toda designación para reunirse como hermanos reunidos al nombre del
Señor.
En el mismo año, Agosto 1832 en la cercana ciudad de Bristol, George Muller comenzó
a reunirse con otros seis otros en “Bethesda Chapel, G. Muller, Craik, y cuatro
hermanas (siete en total) se reunieron en comunión de iglesia, sin ninguna regla,
deseando actuar solo como el Señor se agradara en guiarles” (Pickering p. 70).
En 1832 Barnstaple era pequeña, un bullicioso mercado de varios miles de personas. Con
un puerto en Bristol Channel y era un activo centro de comercio en productos
agrícolas. La ciudad se jactaba de tener un hospital, una prisión, un periódico, dos o
tres hoteles y una multitud de bares. Aunque había allí personas de considerable riqueza,
un gran número vivía en la pobreza. El alcohol era un gran mal; había allí ochenta casas
con licencia “pubs” que podían abrir de 7 a 24 horas por día, 7 días por
semana. Otras casas de cerveza eran aun más numerosas. Esta era la clase de ciudad
descrita por Charles Dickens.
La hospitalidad de Robert Chapman necesitaba un hogar que pudiese ser un lugar
de descanso y estimulo para obreros cristianos desanimados y cansados. Con este
propósito Chapman compró una casa en Row House. Chapman vivió allí por los
próximos 70 años (él nunca se casó). Muchos obreros cristianos permanecieron allí
por breves o largos periodos, mientras Chapman ministraba para
sus necesidades espirituales y físicas. Él limpiaba y lustraba sus zapatos cada noche, y
compartía un verso bíblico cada mañana y les ministraba comida. Él dirigía esto como
una obra de fe, dependiendo del Señor para fondos para cubrir los gastos de los siervos
del Señor que se hospedaban allí. Posteriormente la casa vecina fue comprada para
tener hospedaje adicional.
Evangelismo
Chapman visitaba de puerta en puerta, contactaba individuos en las calles, predicaba el
evangelio al aire libre en la ciudad y en las villas circundantes. En una ocasión se asoció
con Thomas Pugsley y Robert Gribble (un efectivo evangelista).
La mesa del Señor
Chapman introdujo la celebración semanal de la Cena del Señor. Todos los creyentes
eran estimulados a participar. Ellos negaban el sistema clérigo-laicos y practicaban el
sacerdocio de todos los creyentes. Entre los primeros hermanos, la reunión alrededor
de la mesa del Señor era el punto focal de su vida de iglesia.
Bautismo
Chapman enfatizó la importancia del bautismo de los creyentes. Sin embargo, él no hizo
del bautismo un requerimiento para membrecía de iglesia ni para participación en la cena
del Señor (en contraste a los bautistas particulares). Él enseñó lo que él veía como la vista
bíblica sobre esta materia con paciencia. Él posteriormente dijo: “nosotros esperamos
con paciencia por plenitud de unidad de juicio…lo que ahora gozamos aquí de mutuo
amor y de la unidad del Espíritu nunca habría sido nuestra porción si algún otro curso
hubiese sido tomado.”
Himnos
Robert Chapman sintió que no había bastantes himnos que lo guiaran a uno a través de
la cruz de Cristo a Dios mismo. Él comenzó a desarrollar una nueva colección de tales
himnos. Alrededor de 1837 él había escrito bastante como para publicar un nuevo
himnario. Nuestro himnario tiene solo 297.

Denominaciones
Chapman estaba opuesto a las distinciones denominacionales. Todos los creyentes en
las denominaciones eran para él “hermanos cristianos.” En “Dichos Escogidos”, una
compilación de citas de Robert Chapman, leemos: “los títulos dados a la iglesia en
las Escrituras denotan unidad celestial, tal como el cuerpo, la vid, el templo de Dios,
una nación santa, una generación escogida, un sacerdocio real. Tales palabras muestran
a la iglesia de Dios como un testigo para Él en el mundo; pero los nombres que han sido
inventados por hombres son nombres de sectas, y declaran nuestra vergüenza.”
Crecimiento y fruto
Atraídos por el énfasis de Chapman sobre la Biblia y el ejemplo de su vida cristiana,
nuevas personas comenzaron a reunirse en Ebenezer Chapel. William Bowden, de edad
de 20 años fue salvado a través de Chapman. Otro joven, George Beer, también de
alrededor de 20 años era un hombre sin educación que había sido aprendiz como niño
de un campesino. Chapman estimuló a ambos hermanos a participar en la predicación al
aire libre. Bowden y Beer trabajaron juntos, predicando el evangelio y evangelizando las
ciudades vecinas. Cuando Anthony Norris Groves retornó de India para buscar
más obreros para el evangelio. Chapman estimuló a Bowden y Beer, juntamente con
sus esposas a unirse a las labores de Groves. Ellos se establecieron en Godavari Delta de
India y comenzaron una fuerte obra cristiana.
Abandonando el Hall
En 1838 un grupo de bautistas particulares, que habían dejado Ebenezer Chapel,
pidieron que el grupo de Chapman dejara el edificio porque no lo estaban usando en
acuerdo con la intención original de los bautistas particulares. Chapman examinó el
documento y encontró que no había provisiones que estaban siendo violadas. El grupo
oponente persistió en su demanda. Aunque Chapman era un abogado entrenado, él no
hizo valer sus derechos legales, sino que buscó vivir a Cristo. Después de oración y
comunión, el grupo de Chapman entregó el edificio al grupo de disidentes. Chapman vio
esta acción como equivalente a abandonar su capote a alguno que se lo pidiese.
Alrededor de 1840 un sitio vino a estar disponible para un hall para la asamblea. Este fue
comprado y la construcción de Bear Street Chapel (después llamado Grosvenor St.
Chapel) fue completada en 1842. Este podía recibir a 450 personas. En 1851, 300
personas asistían por la mañana en el día del Señor, más 100 niños en la escuela
dominical. La reunión alrededor de la mesa del Señor en la tarde era asistida por 150
personas. Alrededor de 1870, Chapman predicaba regularmente a 700 personas cada
día del Señor. Ya que Barnstaple era una ciudad pequeña, una reunión de esa
medida representa un significativo porcentaje de la población. Al final de la vida de
Chapman había allí ochenta asambleas en las poblaciones y villas vecinas de Barnstaple.

Misiones a España, Portugal e Irlanda


Aunque Robert Chapman trabajó para el Señor en una pequeña ciudad rural en
Inglaterra, su vista en los intereses del Señor se extendió más allá de los límites de
Inglaterra.
Viajes a España y Portugal
Ambos países eran fortalezas del corrupto Catolicismo Romano. Los evangélicos eran
perseguidos. Chapman sentía una carga por estos países y estudio sus lenguajes hasta
tener fluidez en ellos. Él realizó varios viajes a través de estos países llevando y
contrabandeando Biblias y ocupado en conversar con individuos con vista al evangelio.
Después guió a varias familias para que emigrasen desde Inglaterra a España por el
evangelio y retornó para fortalecerlos y estimularlos.
Largos recorridos en Irlanda
En 1848, a la edad de 45 años, estuvo tres meses viajando a través de Irlanda visitando
las asambleas y predicando el evangelio.
Colaboradores de Robert Chapman

Elizabeth ("Bessie") Paget


La señorita Bessie Paget se reunía con creyentes fuera de la iglesia establecida de
Inglaterra. Ella tuvo una profunda influencia sobre Anthony Norris Groves y George
Muller, como también sobre Robert Chapman. En 1820 Elizabeth Paget levantó una
iglesia en la aldea de Poltimore. Alrededor de 1830 ella se movió a Barnstaple, y residió
en New Buildings. Allí ella abrió su casa y realizó obra de escuela dominical.
Bessie también levantó una cocina para los pobres en su casa. Bessie Paget fue una
constante ayuda de Chapman hasta que ella partió para estar con el Señor en 1863 a
la edad de 80 años. En vida la señorita Paget y Robert Chapman fueron colaboradores
en el servicio del Señor; en muerte ellos comparten el mismo lugar de entierro y lápida
sepulcral.

William Hake
George Muller fue un íntimo compañero en su labor, y también Henry Craik. El
Señor también proveyó un compañero de obra para Robert Chapman. William Hake era
7 años mayor que Chapman y tenía una gran familia. Chapman era soltero. Sin
embargo, como escribió Chapman, “nuestros corazones fueron unidos en la comunión
del Espíritu…cada uno encontró en el otro uno que amaba las Escrituras, y a quien se
inclinaba en obediencia ante el Señor sin reservas.” Hake tenía un temperamento
impetuoso “pero la gracia de Dios es suficiente para subyugar lo que perdona.” Por
muchos años la familia Hake residió en Exeter (40 millas de S. Devon) En 1840 Hake se
movió a Bideford, solo a 10 millas de Barnstaple. Cuando Bessie Paget murió, Hake se
movió a New Buildings 9. Ellos añadieron un gran comedor en la parte trasera que vino
a ser la localización regular de una reunión del distrito el día jueves. A causa del
aumento de los números, creyentes de varios distritos se reunían por rotación para
estudiar la Biblia y tener comunión.
Hake y Chapman sistemáticamente visitaron los hogares de Barnstaple, comenzando en
el lado sur y trabajando en su camino hasta el lado norte, distribuyendo tratados y
visitando casas. William Hake continuó su ministerio de visitas hasta la edad de 95
años. Los ciudadanos de estas aldeas se referían de los dos ancianos hermanos como
“los patriarcas”. ¡Ellos deben haber presentado una sorprendente escena, ambos
hermanos tenía su cabello blanco: William Hake alto y delgado, Robert Chapman,
más bajo y rechoncho, visitando las casas de puerta en puerta para compartir el
evangelio y ministrar a Cristo!
William Hake murió en paz en 1890 a la edad de 95 años. Robert Chapman fue muy
entristecido por la muerte de su colaborador. Él escribió: “Aunque penosamente
desconsolado, estoy fortalecido y guiado para seguir con el servicio en el cual
una vez tuve a mi amado compañero para llevar la carga conmigo. ‘La noche está
avanzada, el día está cerca’. Él editó un volumen de las cartas y escritos de Hake:
“Setenta Años de Peregrinaje.”
Robert Gribble
Robert Gribble nació en una familia pobre y recibió una educación mínima. Él sostuvo a
su familia a través de un negocio de tapicería. Él fue despertado espiritualmente
alrededor de 1815 y comenzó a establecer escuelas dominicales en ciudades alrededor
de Barnstaple. Después de un año alrededor de 300 niños estaban asistiendo. Los padres
pidieron a Gribble que hablara a los adultos los domingos por la tarde. Su habilidad
aumentó y varias casas-iglesias o cabañas de reunión fueron levantadas a través de su
predicación. La estrategia de Robert Gribble en la predicación del evangelio era quedarse
en una aldea por un tiempo predicando el evangelio y edificando a los nuevos creyentes,
típicamente 20 a 100 y después se movía a otro lugar. John Nelson Darby comentó
a Wigram concerniente a Gribble: “¿Cómo es que aunque usted y yo predicamos el
evangelio más claramente que muchos, vemos pocos resultados, y se nos dice que en N.
Devon, este Gribble en sus reuniones, solo repite unos pocos textos del evangelio y hace
unos pocos simples comentarios, y las almas son salvadas y asambleas son formadas?”
(Rowdon, p.252-3)
Relaciones con Hudson Taylor
En 1852 cuando tenía 20 años de edad James Hudson Taylor sintió una carga en su
corazón por China, él buscó ansiosamente el consejo de Chapman.
Posteriormente Chapman lo estimuló para comenzar la China Inland Mission y vino a ser
uno de sus primeros sustentadores y consejeros. Hudson Taylor visitó a Chapman
varias veces en Barnstaple. Una invitación lee como sigue: “mi querido hermano
Taylor. Considere nuestra demanda sobre usted. Deseamos tener comunión con usted
en su obra. ¡Oh! Venga y háblenos a sus hermanos aquí. ¿Diga cuándo vendrá?”
(Peterson, p. 159)
A una hermana a punto de visitar China Chapman le escribió: “no puedo
sino regocijarme con usted en su resolución para ver a los compañeros obreros en China.
Todos ellos, con el querido Hudson Taylor, han estado siempre en mi corazón ante el
trono de la gracia.” El intercedía diariamente por esa obra en China hasta el fin de su
vida.

George Mueller
Un escritor dice: Chapman “fue uno de los amigos más antiguos e íntimos de George
Muller. Más de una vez, en periodos críticos de esta obra (entre los huérfanos)
Muller buscó y obtuvo su valioso consejo.” (Peterson, p.163) George Muller publicó su
diario de manera a ocultar la identidad de los individuos. Sin embargo, al parecer es
Chapman el hermano ‘C’, quien pasó más de dos meses en Bristol a finales de 1835
(Rowdon p. 146)
Actitud frente a las divisiones

Diferencias existían en las prácticas y vistas de varias asambleas de Hermanos.


Asambleas en Barnstaple y Bristol (donde ministraba George Muller) tenían un
presbiterio o ancianos reconocidos, pero en las asambleas en las cuales Darby tenía
influencia no tenían un liderazgo formalmente identificado. John Nelson Darby creía que
Dios había rechazado las denominaciones organizadas y comenzó a afirmar que los
cristianos debían separarse de tales organizaciones. Chapman, Groves, Craik, Muller y
otros líderes no compartían estas vistas separatistas de Darby,
Había diferentes vistas acerca de las relaciones entre las asambleas.
Muchas asambleas, incluyendo muchas de estas del grupo original en Dublín creían que
la unidad requería una fuerte interdependencia. Chapman, Muller y otros sostenían que
ninguna asamblea o grupo de asambleas debiese dictar las acciones de otras. Cada
asamblea era responsable a Cristo solamente y podía interactuar libremente con
cualquier creyente que fuese sano en las doctrinas fundamentales.
El origen de la división en la asamblea en Plymouth también se encuentra en el choque
de personalidades y vistas concernientes a materias proféticas) entre Darby y Benjamín
Newton (líder en Plymouth).
Breve cronología de los eventos
Darby no concordaba con la situación de la asamblea en Plymouth bajo el liderazgo de
Newton. En 1845 Darby anunció su intención de comenzar una segunda asamblea en
Plymouth. Chapman recomendó a Darby no proceder con su plan. Darby rechazó el
consejo de Chapman diciendo: “iré fuera quienquiera que pueda seguirme.” Darby
comenzó una reunión separada a finales de 1845. Ahora había una división en Plymouth.
A principios de 1846 Chapman envió una carta circular a las asambleas llamándolas a un
día de oración, confesión y arrepentimiento a causa de las divisiones que estaban
teniendo lugar entre los hermanos. Sin embargo, muchas de las asambleas rechazaron
el llamado y criticaron a Chapman por su proposición.
Posteriormente Darby vino a estar consciente, al leer antiguos escritos de Newton que
podían interpretarse como cuestionando la impecabilidad de Cristo. Cuando las
declaraciones ofensivas y sus implicaciones lógicas fueron puestas ante la atención
de Newton, él reconoció sus errores y las retiró públicamente, y también aquellas que
habían sido hechas de manera escrita. Darby y sus colegas, sin embargo, creyeron que la
revocación de Newton no era genuina e influenciaron a muchas de las asambleas al sur
de Devon para que excluyesen a la asamblea de Newton de su comunión. Darby ganó.
Newton Dejó Plymouth a finales de 1847.
En Abril de 1848 esta controversia había alcanzado a Bethesda Chapel en Bristol, donde
servía George Muller. Una familia de la asamblea de Newton en Plymouth se movió a
Bristol. Cuando ellos afirmaron que no sostenían los errores de Newton, ellos fueron
aceptados a la comunión en Bristol.
George Muller y los otros ancianos en Bethesda escribieron explicando sus razones para
aceptar a aquellos que venían de Plymouth. Sin embargo, Darby y sus
partidarios rechazaron esta explicación. Darby propuso sobre muchas asambleas
a través de toda Bretaña que excluyesen a Bethesda (y cualquiera asamblea o individuos
que apoyasen su posición) de su comunión. De este modo comenzaron los
“Hermanos Exclusivos.” Las asambleas de hermanos se dividieron entre “Abiertos”
(incluyendo a Muller y las reuniones de Chapman en N. Devon) y “Exclusivos” (guiados
por Darby).
Una reunión de doce hermanos de influencia entre los hermanos fue convocada en Bath.
Durante esta reunión Chapman, impugnando a Darby, dijo “usted debiese haber
esperado más antes de separarse” (refiriéndose a la formación por parte de Darby de
una asamblea separada en Plymouth en 1845.) “Yo he esperado seis meses” respondió
Darby. “pero si esto hubiese sucedido en Barnstaple, nosotros habríamos esperado seis
años” respondió Chapman.
Después de la división seguidores de Darby criticaron a Chapman por ser deficiente en
algunas doctrinas básicas. Darby, sin embargo, defendió a Chapman: “dejen a ese
hombre solo; él vive lo que yo enseño.” En otra ocasión Darby dio testimonio
concerniente a Robert Chapman: “nosotros hablamos acerca de los lugares celestiales,
pero Robert Chapman vive en ellos.” Las divisiones entre los hermanos entristecieron
a Chapman. Él se refirió a los “Hermanos Exclusivos” como “hermanos tiernamente
amados” (Fil.4:1)” Ellos eran “hermanos cuyas conciencias los habían guiado a rehusar
mi comunión y a privarme de la suya.”
Posteriormente un líder en Barnstaple fue acusado de enseñar doctrina no escritural
similar a esa de Newton. La respuesta escrita de Chapman enfatiza la responsabilidad
de los creyentes de juzgarse a sí mismos antes que juzgar a otros hermanos. Chapman
escribió:
“¡Oh! Que nosotros, todos los santos, podamos ser movidos cada uno a probarse a sí
mismo ante Dios…Nuestra respuesta a su pregunta es, primero, que si alguno busca
nuestra comunión aquí después de haber escuchado a tal enseñanza, sea que él venga
de un partido o el otro (sostenemos que ambas partes nos son queridas como
compañeros miembros en Cristo nuestra Cabeza), un tal debe ser juzgado de acuerdo a
la palabra de Dios y la regla de Cristo. Casos de discrepancias no deben ser confundidos.
Si alguno trajese una mala doctrina… su bienestar y sanidad debiesen buscarse por los
hermanos aquí…pero él no puede ser recibido a la comunión… Entonces, en cuanto al
caso particular al cual usted se refiere, hemos ejercido un piadoso celo y hemos
encontrado que la mala doctrina no es sostenida por el hermano que usted
nombra…podamos y todos los santos dejar de entristecer al Espíritu de Dios …¿no
tendremos entonces el gozo de ver a personas que se juzgan a sí mismas reuniéndose y
andando juntas por todos los lados?”
La actitud de Chapman
Concerniente a servir al Señor
“El siervo del Señor Jesús…viendo que debe estar continuamente ministrando a otros,
debe estar recibiendo frescas provisiones del Dios de toda gracia a través de todos los
canales. Meditación de la palabra y oración debiesen ocupar la mayor parte de su
tiempo.” (Peterson, p. 145)
Concerniente al crecimiento de los creyentes
“Hay muchas personas que están satisfechas con conocer solo que son salvos. Hay que
decirles que no deben satisfacerse con esto. Deseo que ellos estudien la palabra y
crezcan en el conocimiento de Dios. Hay que decirles a ellos que vengan a ser íntimos
con el Señor Jesucristo,”
Concerniente a diferencia de comprensión en materias escriturales, por ejemplo el
Rapto
Los biógrafos de Robert Chapman escriben: “ Chapman , juntamente con George Muller
y un pequeño grupo de líderes entre los Hermanos, no creen que las Escrituras hablan
de un rapto secreto de todos los creyentes antes de un periodo de gran tribulación sobre
la tierra. Ellos creen que la iglesia como un todo debe pasar a través del periodo de
tribulación.” (Peterson, p. 171)
William Hake, colaborador de Chapman, no concordaba con las vistas de Chapman.
Cuando Hake se refería a la segunda venida del Señor en cualquier momento para
arrebatar a todos los creyentes, Chapman respondía “bien, hermano Hake, yo estoy
preparado pero eso no está en la Biblia.” Es digno de notar que diferentes
comprensiones de las Escrituras no estorbaron a Hake y Chapman de cooperar en el
servicio del Señor.
Uno escritor dice que “Chapman firmemente sostenía que debía haber una selección y
que él…buscaba andar en obediencia a toda la voluntad revelada de Dios de
manera que no podía ser dejado fuera del honor de ser uno de estos, y que él fallaba en
ver de otras escrituras alguna promesa de que todo el pueblo de Dios fuese a ser
removido de la tierra a la venida del Señor.” (Peterson p. 171) Chapman creía en un rapto
parcial del pueblo del Señor.
Otros ancianos en Barnstaple sostenían y enseñaban otras vistas concernientes al
Rapto. Robert Chapman valoraba la armonía entre estos creyentes en Barnstaple, sobre
su propia comprensión de las Escrituras. Esto se ve en el siguiente incidente: “en 1893-
96 Chapman llamó a una reunión de ancianos, ‘los he llamado’ dijo, ‘para explicar que
no crearé disensión por enseñar la vista opuesta (concerniente al Rapto) en la
asamblea.” (Peterson p. 172)
Concerniente a amar a los hermanos
“En una ocasión un hombre excluido se llenó de amargura y prometió nunca volver a
hablar otra vez una palabra a Chapman. Posteriormente ellos se encontraron
acercándose el uno al otro en la calle…Chapman lo abrazó y dijo, ‘querido hermano, Dios
lo ama, Cristo lo ama y yo lo amo.’ Esta acción quebrantó la animosidad del hombre; y él
se arrepintió y pronto estaba partiendo el pan en Bear St. Chapel.” (Peterson p. 174)
El objeto de Chapman, agradar a Cristo
“Mi principal deseo es agradarlo. Si agrado a mis hermanos, estoy feliz. Si fallo, no estoy
desilusionado.” (Peterson, p. 189)
Un himno de R.C. Chapman
“¡No condenación!” ¡Preciosa palabra!
¡Considérerala mi alma!
Tus pecados fueron todos puestos sobre Jesús,
Sus heridas te han sanado.
En la propia presencia de Dios ahora por nosotros,
El Salvador está; Los santos sobre Su corazón, Jesús siempre los lleva.
“¡No condenación!” Oh mi alma, Esto es lo que la palabra de Dios dice;
Perfecto en aceptación eres tú en Cristo, el resucitado Señor.
Enséñame, oh Dios, a fijar mis ojos sobre Cristo, el Cordero inmaculado,
Así yo amaré Tu preciosa voluntad, y glorificaré Su nombre”

Una selección de dichos escogidos de Robert C. Chapman


Amor
“Dios es amor” (1 Jn. 4:16). Sus hijos solo pueden agradar al Señor en la medida que sean
semejantes a Él, y “andad en amor” (Efes.5:2)
Verdadero amor celestial tiene su fuente y raíz en la cruz de Cristo; éste tiene un ojo
simple, y su propia recompensa, soporta la ingratitud, y sobrevive a la indiferencia y el
menosprecio; tiene un vivo sentido de los males, pero está preparado para perdonar; y
cubre una multitud de pecados. El amor del cual hablamos es manso y humilde; se
conduce a si mismo sabiamente y edifica; tiene paciencia ante las locuras , mientras evita
su locura. Este santo amor es la obra durable del Espíritu de Dios: éste se muestra fiel en
días invernales; y siempre preparado a “regocijarse con los que se alegran,” y
añade alegría a sus días de sol.
Si amamos a todos los santos de manera a agradar a Dios, debemos tener en mente que
sus nombres están escritos en el cielo y sobre el corazón de Cristo; de
otra manera amaremos a algunos porque ellos son encantadores, y tendremos
desagrado de otros a causa de sus defectos.
Solo conocemos el corazón y pensamientos de otros por la prueba de las palabras y los
hechos. Si un hermano nos hiere, primero deberíamos escucharlo, y escucharlo
completamente, antes de juzgarlo como estando en falta; pero en muchos casos nos
encontraremos a nosotros mismos no menos censurables que nuestro hermano.
Si nos deleitamos en la gloria de Dios, nos deleitaremos en honrar a aquellos que Dios
honra, y no seremos perdedores por ello.
Comunión cristiana
Nos necesitamos los unos a los otros; somos dependientes los unos de los otros, no como
fuentes, sino como canales de bendición.
Cuando la intercesión mutua toma el lugar de acusaciones mutuas, entonces las
diferencias y dificultades de los hermanos serán vencidas. (Job 42:8-10)
Las debilidades de nuestros hermanos son justo ocasiones para nuestra paciencia:
debemos tener gracia para cada oportunidad.
Los corazones de los verdaderos creyentes ansían una comunión que perdurará, una
comunión en el Espíritu el uno con el otro, a causa de la comunión común con el Padre,
y con Su Hijo Jesucristo.
La humildad es el secreto de la comunión, y el orgullo el secreto de la división.
Si Cristo no es el lazo de la amistad y de la comunión, y si Su sangre no es la vida de amor,
cuán rápidamente puede la indiferencia tomar el lugar de las fervientes afecciones, y
cuán fácilmente puede amigos íntimos volverse en obstinados adversarios, a través de
la búsqueda propia y el orgullo frustrado de la inconstancia natural del hombre.
Es dulce hablar de Jesús con nuestros hermanos, los hijos de Dios: ¡pero es mucho más
dulce hablar con el mismo Señor Jesús!
Si hay solo una sombra de desunión entre nosotros y nuestro hermano o hermana, no
descansemos hasta haber logrado una reconciliación; busquemos en nuestros caminos
lo que puede haber causado la brecha, y la comunión de nuestro hermano como esa del
Padre y de Su amado hijo. Debiésemos, además, velar contra todo lo que en nosotros
puede herir o entristecer a nuestro hermano, de manera que podamos ser sabios para
impedir brechas en la comunión; observando 1 Cor.13; nuestros caminos por el amor
que se conduce a sí mismo no indecorosamente , y que no falla. No seremos hábiles para
sanar brechas, sino somos vigilantes para prevenirlas.
El secreto de una permanente comunión es que Cristo es la vida de esta. Él mantiene,
gobierna y santifica su mutuo tierno amor y confianza, que crecerá más celestialmente
mientras más nos asemejemos a Cristo, y mientras más permanezcamos en Él. Cuando
Él venga en gloria, ¡qué gozo será recordar la anterior comunión, y ver al mismo
Señor Jesús, la fuente y estabilidad de todos ellos!
Supongamos que todos los santos en una villa se reuniesen en un lugar, sin señal exterior
de división; aun así, si no está el anhelo común de ser un en pensamiento con Dios y con
Cristo, el Espíritu todavía es entristecido por las divisiones de corazón y juicio.
La comunión de los miembros de Cristo el uno con el otro es por el Espíritu Santo, quien
, morando en ellos, les da comunión con el Padre y con el Hijo. La unidad de pensamiento
entre el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo, es la fuente y modelo del nuevo pensamiento
que debiese encontrarse en, y caracterizar a los miembros de Cristo.
Excepto tengamos un entendimiento espiritual de esta unidad divina, no podemos
justamente entristecernos por la divisiones del pueblo de Dios. Al mirar en este espejo,
descubriremos la naturaleza y la culpabilidad del cisma y las divisiones.
Tratando con las faltas de otros
Si sabiamente reprendemos la carne en nuestros hermanos, debemos primero,
conforme al ejemplo del Señor, recordar y encomendar la gracia en ellos.
Aquellos que son muy conocedores de la cruz de Cristo, y de sus propios corazones,
seremos lentos en tomar el oficio de reprobador: si ellos reprueban, ellos harán de esto
una solemne materia, sabiendo cuanto mal resulta del imprudente trato del mal.
Comencemos examinándonos a nosotros mismos, si hemos de ser provechosos
reprobadores de otros.
Mucho juicio propio hace a un hombre lento para juzgar a otros; y la misma apacibilidad
de un tal da un agudo filo a sus reprensiones.
Al reprobar el pecado en otros, debiésemos recordar los caminos y tratos del Espíritu
Santo hacia nosotros. Él viene como el Espíritu de amor; y cual sea Su reprensión, Él gana
el corazón por misericordia y perdón a través de Cristo.
Si he sido dañado por otro, permítanme acordarme de mi mismo, ¡cuánto mejor es ser
el ofendido que aquel que ha obrado mal!
La carne desearía castigar para prevenir una repetición de males; pero la gracia nos
enseña a defendernos a nosotros mismos sin armas. El hombre que “setenta veces siete”
perdona las injurias, es aquel que sabe mejor como protegerse a sí mismo.
Compartimos la culpabilidad de un ofensor miembro de Cristo, hasta que hayamos
confesado su pecado como nuestro (Dn.9), lamentado por ello, y rogado por su perdón,
y buscado con espíritu de amor, la restauración del extraviado.
Si nuestra lengua ha sido traicionada a hablar menospreciativamente de un hermano
ausente, digamos rápidamente, ¡ay! Hemos herido a Cristo.
Si en amor hablo a un hermano de su falta, es porque odio el pecado. Si hablo de esto
con una lengua murmuradora y calumniadora, es porque la complacencia propia me
mueve.
El hablar mal
No escaparemos a las lenguas de otros, excepto escapemos primero del amor y la
adulación propia. Ninguna espada es tan aguda como la lengua.
Solo dominando el corazón puede de manera efectiva controlarse los labios.
El calumniador es uno que maliciosamente habla mal de otros; el hablador y charlatán
hace así a través de la falta de la meditación del amor.
Oración
Es un elevado lugar que se da a las oraciones de los santos en 1 Tim.2:1-2. Si los
cristianos supiesen cómo sus oraciones por reyes y gobernadores son escuchados en el
cielo, no se mezclarían en la política de este mundo.
Cada deseo que el Espíritu Santo alienta en el alma de un creyente es una voz que entra
en el oído de Dios.
Es bueno para el hijo de Dios orar por sí mismo, pero es una cosa más excelente orar
por otros. Dios honra el espíritu de intercesión.
Somos inclinados a establecer a Dios un tiempo y una forma de responder a
nuestras oraciones; y aun cuando nuestras oraciones son respondidas, a menudo
somos sorprendidos y desmayamos. Si deseamos mucha comunión con Dios y Cristo, no
debemos sorprendernos si el Espíritu Santo viene sobre nosotros como un fuerte viento
del norte, revelando nuestra propia corrupción y mal; cuando venga, no digamos, ¿cómo
puedo tolerar esto? sino más bien seamos agradecidos por la sabia respuesta de Dios a
la oración.
Si no tenemos el espíritu de súplica y acción de gracias, comencemos con el espíritu de
confesión.
Cuando oremos, debemos estar seguros de que Dios nos oye. Si pedimos ayuda, bondad,
favor de un compañero, nos anima observar esa forma de atenta mirada: por fe
consideremos a nuestro invisible Salvador y Sacerdote, y estemos seguros en nuestros
corazones que nuestra oración es recibida; la respuesta vendrá en el mejor momento. Si
no podemos conformarnos con las justas demandas de Dios para estar cantando y
triunfando con Cristo arriba, Él escuchará a Sus incrédulos hijos gimiendo. Él se inclina
para escuchar su clamor.
Cuando la palabra de Dios entra en la conciencia, los hombres derraman sus
corazones realmente al Señor.
En vista a tener poder con Dios en oración, debe haber un corazón no dividido; si nos
acercamos confiadamente al trono de la gracia, debemos venir obedientemente.
Daniel hizo de la oración y la meditación de las Escrituras la principal ocupación de su
vida; aun así, si consideramos las circunstancias en las cuales él fue puesto, veremos
que pocos han tenido más grandes obstáculos que él en el camino de buscar a Dios.
Dios da, como un Padre sabio, apreciados beneficios a Sus suplicantes hijos.
Cuando pedimos por más comunión con Dios, ¿estamos dispuestos a separarnos de lo
que la estorba? Debemos dar atención a que nuestros caminos concuerden con nuestras
palabras cuando nos acercamos al trono de gracia.
Es una gran ayuda para nosotros cuando vemos que nuestras oraciones y labores son
como el grano de trigo cayendo a tierra. Si esperamos primero por muerte y sepultación,
seremos capaces de andar en paciencia; y en debido tiempo ciertamente tendremos
una abundante siega.
Debemos ir a Dios con nuestras materias como siendo completamente Suyas.
¡Cuán grande es nuestro favor y poder con Dios! Porque somos reyes y sacerdotes para
Dios, Sus hijos e hijas por adopción y gracia. Demos atención para no entristecer al
Espíritu Santo que nos ha sellado para el día de la redención; y Dios nada nos negará
(Jn.15:7)
El mejor testimonio que Esteban dio fue al final de su vida: no cuando estaba
predicando y realizando milagros, sino cuando él intercedía por sus perseguidores;
porque entonces se parecía más al Señor Jesús en paciencia, perdón y amor.
Cuando alguna presión particular está sobre usted, debe ser como la reina Ester, cuya
primera petición fue la compañía del rey. En cada prueba busque primero el reino de
Dios y Su justicia, y todas las otras cosas le serán añadidas; el buscar primero la remoción
de las prueba muestra que usted necesita continuar en ella.
Si un camino se cubre con cardos y espinos, es difícil trazarlo; si bien frecuentado este
es claramente visto. Nuestro camino a la fuente de la sangre de Jesús debiese ser
siempre recorrido por nuestras confesiones.
La incredulidad estima livianamente nuestras oraciones y las de otros.
Una conciencia culpable detiene el ruego, pero una conciencia limpia hace que la oración
fluya.
A menudo podemos tener el espíritu de oración sin el confort de la oración.
Fe
Si actuamos solo porque nuestro camino está limpio de dificultades, esto no es fe. La fe
actúa sobre la palabra de Dios dondequiera que haya una dificultad; y andar por fe lleva
mucha gloria a Dios; pero es una crucifixión de la carne.
Para ser fuerte en fe dos cosas son necesarias, una muy baja estima de nosotros mismos,
y una muy alta estima de Cristo.
La principal excelencia de la fe es que nos lleva a comunión con Dios. Abel, el primero
mencionado en Heb.11, es encomendado, no a causa de algún gran hecho por parte
del hombre, sino debido a que adoró a Dios aceptablemente. Sin embargo, si confiamos
en Dios, no hay límite al poder de la fe, cual sea la cosa hecha.
Dios protege al débil en fe de muchas tormentas, por las cuales el fuerte en fe debe ser
probado (Gén.22)
Cuando un hombre edifica una casa o nave, debe dar atención a que ninguna viga
sea sobre forzada; del mismo modo Dios nunca sobrecarga nuestra fe, sino
que introduce confort, conociendo de lo que estamos hechos, no permitiendo que
tengamos aflicción sobre aflicción, de acuerdo a Fil.2:27.
Por descuido de Dios y olvido de Su palabra y promesa, nuestros pensamientos pueden
ser cegados a las cosas más claras. Isaac, a través de voluntad y satisfacción propia y el
permitir que su parcialidad natural lo cegara habría puesto a un lado como nada los
propósitos de Dios concerniente a Jacob.
Cuando somos especialmente fuertes en fe, tenemos especial necesidad de velar contra
la incredulidad (compare 1 Sam. 26:5, con 27:1); porque cuando la carne toma gran
ocasión por el pecado, así como por la gracia; y todo aquel que estudie mucho ese
provechoso libro, y su propio corazón, debe saber esto.
Pronto después que Abraham hubo grandemente confiado en Dios, que a través de
incredulidad negó a su esposa. Moisés, el hombre más mando, habló imprudentemente
con sus labios. David, el hombre humilde, y perdonador, fue movido a ira por las
palabras de Nabal.
La fe, que siempre actúa de acuerdo al pensamiento de Cristo, no recurre a un indigno
plan para libertad de la prueba, dejando las consecuencias completamente a Dios.
Un pequeño crecimiento en fe produce grandes cambios de juicio en nosotros, y
muestra las riquezas de la gracia y sabiduría de Dios de otra manera ocultas: ésta mueve
Su poder para hacer maravillas por nosotros, separando el mar cuando las olas rugen.
Hebreos 11:24 muestra el gran paso de fe de Moisés fue que él rehusó ser llamado hijo
de la hija de faraón. Aun así Moisés erró el tiempo de libertad de Israel por cuarenta
años. Él fue demasiado apresurado; él era justo desde el punto de propósito, no en el
del tiempo. Él no estaba contento con hacer solo la voluntad de Dios; él quería realizar
alguna cosa grande. Después de dejar la casa de faraón él debiese haber pedido la guía
de Dios para un nuevo paso. Necesitamos guía paso tras paso. “Yo (dice Dios)enseñé a
Efraín a andar, tomándolo de los brazos” Oseas 11:3
La fe mira al mandato en vista a obedecerlo, y toma la promesa para su sustento. Ella
impulsa en su propio camino, sin considerar los peligros. Moisés debe ir adelante, aunque
el próximo paso guié al pueblo al mar. Lo que sea que las apariencias nos digan, es por
avanzar en el camino estrecho de la obediencia que probamos la verdad de las
promesas; y la fidelidad, sabiduría, y el poder de nuestra promesa dada por Dios.
No debemos ser engañados por las apariencias sino que debemos ser sustentados por
las promesas. Cuando Jacob observaba la túnica de José, que le había sido presentada,
él debiese haber dicho: “ veo la túnica que está cubierta con sangre; escucho el reporte
acerca de la muerte de José; pero, Señor, creo Tu palabra, Tus promesas concerniente
a la grandeza y gloria de mi hijo: lo que Tú has dicho lo cumplirás.”
Es una gran prueba de fortaleza de fe cuando, diligentes en agradar a Dios, nos
levantamos sobre nuestra obediencia a Dios mismo.
La gracia hace pequeños los sacrificios, porque mira a Jesús.
La incredulidad engendra toda clase de males; la fe los previene y los cura.
Que los probados santos de Dios se prueben a sí mismos por medio de esta prueba:
“¿cuánto creo? En lugar de ¿Cuánto debo saber?”
Agradamos a Dios confiando en Él; confiando en Su gracia, amor, sabiduría; confiando en
Él sin límites: pero es solo poco a poco que llegamos a contar nuestra propia
sabiduría como locura, y la sabiduría de Dios como verdadera sabiduría, infinita
sabiduría; entonces somos capaces de entregarnos sin reserva a Él.
La fe trabaja, a pesar de todas las apariencias, y en medio de todas las dificultades.
Miremos más bien con fe a Cristo a la diestra de Dios, que a una montaña de dificultades
ante nuestros ojos.
Una de las mejores respuestas a la oración es ser capaces de continuar en oración (Ver
Mt.15:21-28)
La fe clama perpetuamente a Dios para su propio crecimiento.
Todas las cosas que están dentro del compás de las promesas de Dios están dentro de los
límites de la fe.
Dios se deleita en poner a la fe a hacer lo que la carne declara que es imposible. Oh, ¡qué
preciosa joya es que una fe resuelta que anda con Dios bajo todas las circunstancias ,
contiende contra los poderes de las tinieblas, no inclinándose al Hamán de las malas
costumbres, o malos principios!
No podemos ser perdedores por confiar en Dios, porque Él es honrado por la fe, y más
honrado cuando la fe discierne Su amor y verdad detrás de una espesa nube de Su
providencia. ¡Felices aquellos que son de esta manera probados! Así dice el Señor. “
tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Stgo.1:2) Solo que debemos
estar limpios de la incredulidad y de una conciencia culpable, y seremos ocultados de
nosotros mismos en la roca y pabellón del Señor, protegido bajo las alas del eterno amor
hasta que todas las calamidades pasen.
La fe puede tolerar la prueba de la muerte y sepultación, y puede cantar alabanzas a
Dios bajo cualquier circunstancia.
Un constante propósito de confiar en Dios, cuando Él parece, a la incredulidad, estar
rompiendo la promesa, anuncia un crecimiento en fe. “Aunque Él me matare, aun así
confiaré en Él” (Job 13:15)
Dios a menudo estimula al débil en fe dándole rápidas respuestas a la oración; pero uno
fuerte en fe será probado por los retrasos de Dios.
La oración que fluye de la voluntad propia puede obtener su respuesta, como fue con
los israelitas: “Él les concedió su petición, pero les envió pobreza dentro de su alma”
(Sal.106:15)
La fe es el buen cable que, extendido y tensado no se corta en la tormenta.
Las pruebas humillan al alma y la capacitan para llevar la madurada bendición, y para
llevar una plena copa con una mano estable. La fe no es desalentada , sino que se
mantiene en paciencia, esperando la bendición prometida en el tiempo adecuado.
¿Cuál es el alimento de la fe? “Mi carne es realmente comida, y Mi sangre es
verdadera bebida” (Jn.6:55)
Tomar a Dios a Su palabra es la ocupación de la fe.
La fe nunca puede faltar de la recompensa de la perseverancia: el Señor se deleita en la
fe perseverante.
Profundidad y la obra silenciosa
Lo que es más precioso a la vista de Dios es a menudo muy poco considerado por
los hombres.
La obra del Espíritu Santo es a menudo muy poderosa cuando menos de su poder es visto
por el ojo común, Judas obrando milagros, y el rey Saúl profetizando, no eran tales
pruebas del poder del Espíritu como las lágrimas de Pedro después que hubo negado al
Señor.
Si hemos de ser fuertes debemos hacer del agradar a Dios nuestra ocupación; entonces
¿qué adversario podrá dañarnos?
Antes de que nuestro conocimiento pueda ser de mucho provecho a otros este
debe venir a ser un canal de la comunión de nuestra propia alma con Dios en secreto.
¡Cuán necesario es estar atentos a nuestros caminos, buscar consejo, no solo de Dios,
sino de aquellos que son fieles y prudentes!
David, Elías y otros obtuvieron victorias sobre sí mismos en la soledad, y allí tuvieron
poder con Dios: cuando después ellos salieron, ¡cuán calmadamente ellos emprendieron
grandes cosas, y cuán fácilmente las cumplieron!
¡Cuán grande victoria fue esa que Jonatán debe haber obtenido sobre sí mismo, cuando
se regocijó en David levantado sobre él! Él discernió el pensamiento de Dios en David, y
de este modo ha aprendido a deleitarse en Dios, que él no vio en David a uno que debía
opacarlo, sino a un hombre fiel levantado por Dios y para Israel. No así Joab, quien en
celo mató a Amasa. (1 Sam.23:17; 2 Sam. 20:9-10)
No tener nada, y no ser nada, esto es riqueza, quietud, y descanso.
Los siervos del Señor
Cuales sean los títulos carnales que los hombres puedan dar a profesados ministros del
evangelio, la conciencia del no regenerado no los contará como santos hombres de Dios
excepto ellos sean tales.
Para aquellos que deben ejercer algún oficio en la iglesia, ese de evangelista o pastor, no
es el conocimiento y solo la expresión que son necesarios; sino también, y sobre
todo, gracia y una conducta irreprensible. Mientras ellos sean sencillos como palomas
con relación a la norma carnal, ellos debían ser prudentes como serpientes con respecto
de la sabiduría y prudencia espiritual, de manera a “quitar la ocasión a aquellos que la
desean” (2 Cor. 11:12)
Era una cosa pequeña para Pablo ser juzgado por los santos en Corinto. Cuales fuesen
sus juicios, él estaba intentando hacerles bien, y mantenerse en su curso glorificando a
Dios. Él trabajaba para restaurarlos a un corazón y pensamiento sano. “¿Pensáis aún que
nos disculpamos con vosotros? Delante de Dios en Cristo hablamos; y todo, muy amados,
para vuestra edificación.
12:20 Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado
de vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras,
divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes; “ ( 2 Cor. 12:19-20)
El siervo del Señor Jesús debe insistir en tiempo y fuera de tiempo, sabiendo que es el
mensajero del Señor a cada uno con quien él tiene que hacer: siempre aprendiendo del
Señor; porque, viendo que está continuamente ministrando a otros, él debe estar
recibiendo frescas provisiones del Dios de toda gracia a través de todos los
canales. Meditación de la palabra de Dios y oración debiesen ocupar la principal parte
de su tiempo. En su ministerio público y conversación privada, debiese anhelar en
corazón y conciencia, buscando en cada forma, magnificar a Cristo y humillar a la
criatura. En resumen, debiese poner siempre al Señor delante de sí, y andar en Sus pasos
de manera a representarlo ante cada ojo.
Si Pablo tenía mucho gozo en sus hijos espirituales en Filipo, él tenía mucho provecho,
aunque poco gozo, de aquellos en Corinto, quienes por sus males le daban gran ocasión
para mostrar el corazón de Cristo.
Aquellos que andan con Dios escuchan Su voz y Él los emplea.
Un buen obrero gana habilidad por sus errores y equivocaciones.
El Señor Jesús siempre encuentra servicio para corazones y manos dispuestas: deseemos
solo ese servicio para el cual Él nos ha adecuado.
Si cada hijo de Dios, y miembro de Cristo, tuviese una debida conciencia de su propia
responsabilidad, pronto veríamos mejores cosas en la iglesia de Dios. Si somos
descuidados en el servicio del Señor, Él ciertamente demandará esto de nosotros.
Los siervos de Cristo deben poner el trabajo y privaciones del lado de la recompensa, y
ver bien el estado de sus corazones, dando atención día tras día a agradar a Dios: de este
modo estarán siempre regocijándose, aunque siempre afligidos.
El gozo y triunfo de la fe solo se encuentra en el camino de consagración sin reserva de
nosotros mismos a Dios, y de diligente servicio para Cristo.
Todos los que trabajan para Cristo recibirán grandes pagas por pequeños trabajos.
Nuestra sabiduría es contar el agradar a Dios nuestra gran recompensa. Si dejamos esto
completamente a Su voluntad cómo y cuando darnos fruto de nuestra labor,
obtendremos abundantemente aquello que, como nuestro principal anhelo, no
buscamos.
Marta agradaría al Señor en su propia forma, María en la forma del Señor. Hay
muchos que querrían agradar al Señor; pero en su propia forma, por falta de probar sus
obras por las Escrituras: en medio de mucha labor ellos son estériles y no espirituales.
Del encargo de Pablo a Timoteo (1 Tim. 4:12-16), vemos el verdadero y propio carácter
del siervo de Dios.
La obra del siervo del Señor demanda completa negación propia. “Aun Cristo no se
agradó a Si mismo” (Rom. 15:3). Él debe ser el siervo de todos por causa de Jesús , para
ser, bajo su Señor, un líder y un comandante del pueblo: el principal en sufrir; el
más laborioso en todo servicio; siempre preocupándose por otros, siempre olvidándose
de sí mismo.
Cristo
¡Descanse completamente en Cristo! Cese completamente de las obras de la carne, este
es el secreto de permanecer en Él.
Creciente conocimiento de Cristo lo hace a Él más y más precioso a nuestras almas. Si
Cristo fuese menos que inescrutable, Él no podría satisfacernos, tampoco podría llenar
el corazón, ni dar paz a la conciencia.
El poder del amor se muestra en grandes cosas; la ternura del amor en pequeñas cosas.
Cristo mostró la fortaleza de Su amor sobre la cruz al morir y llevar la maldición por
nosotros; la ternura de Su amor cuando dijo: “¡He aquí tu madre!” “¿Hijitos, tenéis algo
de comer?” “ Mujer, ¿por qué lloras?”
Hubo una insondable diferencia entre el estado de Cristo sobre la cruz cuando Él
dijo, bajo los terrores del Juez: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” y
cuando dijo: “ Padre, en Tus manos encomiendo Mi espíritu.”
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Fil.2:5). Él no
podía sumergirse más bajo que Su cruz: nosotros no podemos sondear las profundidades
de su humillación como tampoco comprender la gloria de Su Deidad. Su exaltación
responde a Su cruz. Él no puede levantarse más alto que a la diestra de Dios, tampoco
encontrar más dulce lugar descanso de Sus sufrimientos y trabajo que en el seno del
Padre. Su descanso y exaltación debemos compartir, siendo coherederos con Cristo;
tampoco Él estará satisfecho hasta que Sus miembros estén sentados con Él sobre Su
trono. Entonces este pensamiento gobernará y reinará en nosotros que
reinaremos en Cristo Jesús (ver Fil.2:5-159
Pueda la plenitud de Cristo llenar nuestros corazones día tras día. Por comunión con Él
el alma crece más y se hace más capaz, y aun así conocimiento de Él nos hace sentir más
y más nuestra pequeñez.
Que nuestro hábito sea alimentarnos diariamente de Cristo en secreto; de esta manera
comeremos y beberemos, discerniendo el cuerpo del Señor, en la asamblea en la cena
del Señor.
Debiésemos estar llenos de amor hacia Cristo, consideremos el amor de Cristo hacia
nosotros en la muerte de la cruz.

Algunos himnos por R C Chapman

Oh mi Salvador crucificado
Oh, mi Salvador crucificado
Cerca de Tu cruz deseo permanecer,
Mirando con adoración
Tu agónica muerte

Jesús quebrantado y avergonzado,


Expresa las glorias del nombre de Dios;
Santo juicio allí encuentro,
Gracia allí donde el pecado abundó.

Dios es amor ciertamente lo sé,


En el profundo dolor del Salvador,
En el Inmaculado, a la vista de Dios,
El pecado justamente ha sido llevado a la luz.

En la angustia de Su inmaculada alma,


He aprendido mi culpabilidad;
¡Oh, cuán vil mí bajeza,
Por tanto mi rescate ha sido grande!

Roto el velo que cerraba el camino


A mi hogar del día celestial,
En la carne de Cristo el Señor,
¡Su nombre siempre sea adorado!

Todavía a la vista del Calvario,


Contrito mi espíritu debiese estar,
Descanso y santidad allí encuentro
Formado semejante al pensamiento del Señor

Rey de gloria en lo alto


Rey de gloria en lo alto,
Ceñido con gloria y majestad,
Nosotros Tu santo nombre confesamos,
A Ti con adoración te bendecimos.

Jesús, poderoso Hijo de Dios,


¡Maravilloso don sobre el hombre concedido!
Muchas coronas están sobre Tu cabeza,
Glorioso Primogénito de los muertos.

Felices, Señor, nos inclinamos ante Ti,


Por el justo decreto del Padre,
A Su propio Ungido,
A Su bien amado Hijo.

Oh Dios, cuyo maravilloso nombre es amor


Oh Dios, cuyo maravilloso nombre es amor,
Cuya gracia nos ha formado de nuevo,
Ante Tu rostro ahora está el Cordero,
A Quien el pecador una vez traspasó y mató:
Por nosotros Tu Hijo no libraste,
¿Por nosotros cómo puedes dejar de preocuparte?

Oh Dios nuestro Padre, concédenos toda


La simplicidad del niño
De nosotros la mente dudosa remueve;
¡Nos jactamos en Dios que no puede mentir!
Enséñanos a reposar, a través del amor divino,
Sobre la misma verdad, sobre la divina verdad.

Tú eres el Alfarero, nosotros el barro,


Tú serás nuestro, Tu verdad nuestra luz,
Tu amor la fuente de nuestro gozo,
Tu brazo una salvaguarda de día y noche,
Hasta que Tú enjugues todas nuestras lágrimas,
Y traigas el día eterno.

Oh feliz alborada, el Señor vendrá


¡Oh feliz alborada! El Señor vendrá
Y llevará al hogar a Su pueblo que espera
Más allá del alcance de las preocupaciones,
Donde culpabilidad y pecado son desconocidos.
El Señor vendrá y demandará a los Suyos,
Y los pondrá con Él sobre Su trono
Para la gloria brillante compartir.

La mañana de resurrección amanecerá,


Y cada santo dormido despertará,
Traídos a la luz nuevamente;
¡Oh mañana, demasiado brillante para ojos mortales!
Cuando todos los santos rescatados se levanten
Y seguirán su camino a aquellos cielos
Llamados arriba para con Cristo reinar.

¡Oh Señor! Nuestros espíritus peregrinos anhelan


Cantar el cántico eterno de gloria, honor, poder;
Hasta entonces cuando todo Tú poder ejercerás,
Bendito Salvador, Tú serás nuestro escudo,
Porque Tú a nuestras almas te has revelado
Tú mismo nuestro poder y torre.

El Príncipe de vida, una vez muerto por nosotros


El Príncipe de vida, una vez muerto por nosotros,
Ha ido sobre lo alto;
La cautividad ha sido llevada cautiva,
Y Cristo no puede más morir.

Su palabra es fidelidad y verdad,


“He aquí que vengo pronto”;
Y la fe, que cuenta segura la promesa,
Puede traspasar la oscuridad de la medianoche.

Avanzada está ya la noche,


En esperanza saludamos el día
De nuestro amado Señor el retorno
Para enjugar todas nuestras lágrimas.

Jesús, a la hora señalada,


En gloria aparecerá;
Entonces, formados por Su poderosa mano,
Su imagen llevaremos.

Pronto los santos con gloria coronados


Morarán en esa brillante luz,
Y verán a su Señor en gloria Coronado
La constante y dulce delicia del cielo.

Algunos hábitos de R.C. Chapman

Después que Chapman hubo vivido por un tiempo en Barnstaple, se trasladó a New
Buildings. Su idea era entrar en el corazón del distrito de “Derby” y vivir entre los pobres.
New Buildings era un callejón sin salida no lejos de “Ebenezer.” Sus casitas eran muy
pequeñas y simples . Extraños olores a veces atacaban las narices de sus habitantes. Todo
esto presentaba un contraste a las circunstancias en que Chapman vivía en Londres.
Hablando de este tiempo, él después dijo que a su conversión supo que el orgullo era
semejante a su pecado capital, de manera que se dirigió a esa aldea en la cual a
veces había conducido un carruaje con dos caballos con cocheros y lacayos (esto
probablemente se refiere a las visitas a Pugsley) y allí vivió en la casa de un obrero en
una calle lateral. “Mi orgullo nunca lo superó,” fue su típico comentario. De este modo
tempranamente, con un golpe bien dirigido cortó la cabeza a esta mortal víbora.
Chapman vivía en el No. 6, y desde el comienzo hizo de su casa un lugar donde
cualquiera del pueblo de Dios podría libremente venir y quedarse. Él vivió por fe, no
recibiendo sueldo, y él sentía que si personas viniesen y vivieran por una semana o dos
en una casa donde el más pequeño ítem era recibido de la mano de Dios por fe, esto les
ayudaría en sus propias vidas. Cuando tuvo esta casa, él oró para que visitantes
viniesen, y ellos pronto llegaron. Pero solo por un breve periodo. Después ellos se
fueron y él quedó solo. Esto lo confundió grandemente. Esto no habría confundido a
muchas personas, que simplemente habrían explicado esto , diciendo, “ las personas
vienen a Barnstaple no quedan tan satisfechos con los oficios domésticos de un joven
abogado de treinta años, llevadas en una casa de campo en la parte más pobre de la
ciudad.” Pero Chapman estaba convencido de que el Señor lo había guiado a tomar
esta casa y le había dado la confianza para esperar un flujo regular de visitantes. Él se
angustió por tanto profundamente, y se arrodilló , examinando humildemente su
propia vida ante Dios. “¿Por qué, Señor, no me envías Tus hijos?”, clamó él, él
nunca tuvo que arrepentirse de esta pregunta. Desde ese día nunca hubo falta
de visitantes bajo su techo.
Siempre fue un punto para Chapman que nada fuese preguntado en cuanto al tiempo
que los visitantes pensaban quedarse. Cuando un huésped llegaba él le mostraba su
dormitorio, y se le decía cuales eran las costumbres de la casa, y se le pedía dejar sus
zapatos fuera de su puerta para que Chapman los limpiase. Las personas a
veces sugerían a Chapman que debía ser muy embarazoso tener visitantes llegando en
todo tiempo, y quedando tanto tiempo como ello lo deseasen, especialmente cuando su
casa era tan pequeña. “¡pero Dios ordena eso!” respondía él. Si alguno era escéptico,
los hechos estaban abiertos para investigación y estos mostraban inequívocamente que
Dios lo ordenaba todo. Por casi setenta años nunca hubo una sola ocasión cuando los
visitantes debieron ser despedidos porque no había lugar.
A veces al final del día, las provisiones se acababan y no había dinero para comprar más.
Chapman no consideraba esto como una emergencia. Esta era simplemente la forma en
la cual Dios estaba obrando ese día. “Debemos orar por esto,” decía él. Y el desayuno de
la próxima mañana se proveía solamente a través del ruego. Tan natural y no
ostentosamente era la vida de fe de aquellos que vivían allí que eran completamente
inconscientes de algo fuera de lo ordinario. Chapman no deseaba dar la
impresión que dependencia como de niño en Dios era una cosa extraordinaria. Lo
menos que deseaba era atraer la atención sobre sí mismo, aun sobre el fundamento de
que por hacer así Dios sería finalmente glorificado. Es verdad que a medida que los años
pasaban él vino a ser una figura conocida en muchas partes de las islas Británicas, pero
esto era simplemente porque muchas personas encontraban su ministerio poderoso.
“ en estos días había gigantes sobre la tierra,” escribió A.T. Pierson después de la muerte
de Chapman. Chapman fue un gigante espiritual. Ni una pulgada de su estatura se
debía a métodos carnales de publicidad.
Ninguna tarea era demasiado humilde para Chapman. Los visitantes eran
particularmente impresionados por su costumbre de limpiar el calzado de sus huéspedes.
Realmente, era sobre este punto que había mucha resistencia, por parte de aquellos que
se quedaban con él que estaban conscientes que a pesar de la simplicidad de su casa él
era un hombre de buena educación y modales, y cuando ellos lo habían escuchado
ministrando la Palabra con gracia y autoridad eran extremadamente sensibles acerca
de permitirle cumplir tan servil tarea para ellos. Pero él no debía ser resistido. En una
ocasión un caballero, habiendo considerado sin duda el nacimiento de su gentil anfitrión
y elevada posición espiritual se negó al principio a sacarse sus botas. “Insisto,” fue la
firme respuesta. “En días pasados era la costumbre lavar los pies de los santos. Ahora
esta no es más la costumbre, yo hago lo más cercano a eso y limpio su calzado.”
Las personas de New Buildings difícilmente podían tardar mucho en descubrir que un
hombre no ordinario había llegado a vivir entre ellos. A la cuatro de la mañana se podía
ver a Chapman caminando en la calle y saliendo de la ciudad. Estas caminatas de
mañana a veces lo llevaban a Ilfracombre para desayunar , doce millas sobre los montes
de Devonshire. En una ocasión, al menos, él anduvo hasta Exeter, una distancia de
cuarenta millas, antes de almorzar. Normalmente, sin embargo, él andaría unas pocas
millas y después retornaría para limpiar el calzado y llamar a sus huéspedes.
De esto se verá que él raramente se levantaba más allá de las 3.30 a.m. Junto a su cama
había una gran tina. Cada noche puntualmente a las 9, él decía “buenas noches,” y
tenía un baño caliente. Cada mañana, mientras la ciudad aun dormía, él saltaba y se
daba un baño frío, y después se vestía. Él una vez dijo a un joven visitante: “usted ve,
querido joven, que Dios nos ha dado un valioso cuerpo, y Él espera que nosotros, como
buenos obreros, lo mantengamos en buen orden. Yo abro los poros de mi cuerpo en la
noche, y los cierro con un baño frío por la mañana.”
Hasta el mediodía, ya sea dentro o fuera, la mayor parte de su tiempo era entregado a la
oración, la lectura de la Biblia y la meditación. Una estimación conservadora sería siete
horas de clara comunión con Dios antes del mediodía. Este era indudablemente el
secreto de su poder espiritual. La actual generación de creyentes haría bien en dar
atención a este ejemplo. Quietud y la fortaleza que viene de esperar largamente en
Dios no siempre son valoradas como debiesen serlo. La actividad de la carne es también
a menudo sustituida por el poder del Espíritu. Una cierta suma de obra es realizada sin
pedir a Dios que bendiga lo que ha de hacerse, y planes son
febrilmente hechos. Chapman pasó a través de una gran suma de trabajo, pero sin una
vasta suma de movimiento y bullicio. Su vida era semejante al fluir permanente de un
poderoso río, que es de mayor importancia que el ruido un goteo.
Los días sábados el entregaba su mente y pensamientos a un completo descanso ante
los deberes del día del Señor. Él usualmente pasaba todo el día en su taller. Caminar
y hacer obra de carpintería eran sus principales recreaciones, y el sábado era el
día para la carpintería. En la parte trasera de su casa tenía un pequeño lugar para este
propósito. Allí había un banco, y un set de herramientas, pero la principal era un torno.
El torno era su gran delicia. De allí salieron muchas panaderas. Estas eran presentadas a
sus huéspedes, o vendidas para obtener fondos misioneros.
Normalmente no se le permitía a nadie verle el sábado. Eran bien sabido por amigos en
la vecindad que si ellos deseaban hablar con él acerca de alguna materia debían escoger
otro día. Un altamente favorecido joven hermano que se atrevió a ir a la puerta del taller
en tal ocasión, tuvo como respuesta: “entre. Pero hable acerca del torno.”
Aun así esta recreación estaba acompañada de ejercicios espirituales, porque él
siempre ayunaba los sábados, y mientras estaba trabajando, derramaba su alma en
comunión con su Señor. Este hábito de combinar lo espiritual y lo práctico era
característico de Chapman. Él oraba mientras caminaba o al hacer sus
deberes diarios. De hecho, él se negaba a reconocer alguna distinción artificial entre
deberes religiosos y materiales, pero estaba siempre consciente del mandamiento
divino: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los
hombres; 3:24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a
Cristo el Señor servís.” (Col. 3:23-24)
Referencias
Chief Men Among the Brethren, by Pickering, Henry, Pub. Loizeaux Brothers Inc.,
Neptune, NJ 1986 (1st printing 1918) Robert Chapman, A Biography, Peterson, Robert L.
Pub. Loizeaux Brothers Inc., Neptune, NJ 1995. The Origins of the Brethren, By Rowden,
Harold H., Pickering and Inglis, London, 1967. Anthony Norris Groves, by Lang G. H. (2nd
edition; London, The Paternoster Press, 1949). W. H. Bennet, Robert Cleaver Chapman of
Barnstaple Frank Holmes, Brother Indeed: The Life of Robert Cleaver Chapman, John
Ritchie Robert L. Peterson and Alexander Strauch, Agape Leadership: Lessons in Spiritual
Leadership from the Life of R. C.

Potrebbero piacerti anche