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5 LEYENDAS

Leyenda del CONEJO Y LA LUNA


Se encontraba Quetzalcóatl convertido en hombre y haciendo una travesía enorme para llegar hasta
un lugar que quedaba realmente lejos, ahora estaba en una montaña sin nada para comer o tomar y
por el frío había prendido una fogata, también estaba mirando el cielo con su hermosa luna y las
estrellas que la acompañaban. El camino era largo si quería llegar cuanto antes hacia la selva, tenía
que pasar por un sitio en donde podía quedarse a descansar sobre una roca, por lo menos por un
momento hasta continuar con el rumbo.
Un conejito distraído pasó por donde Quetzalcóatl se encontraba descansando y le ofreció un poco
de la zanahoria que estaba comiendo, el Dios le dijo que él se iba a morir de hambre en cualquier
momento, que no se preocupe por su cuerpo humano, entonces el conejito se ofreció en sacrificio
para que se lo coma y pueda entonces continuar con su camino.

Quetzalcóatl apreció enormemente la valentía que un conejo tan pequeño podía tener, por ello es que
lo alzó bien alto y grabó su viva imagen en la luna llena
que desde ese entonces recuerda cada noche la
bondad de este conejito y su buena acción para poder
ayudar a alguien más, aunque eso significara la muerte
de su propio ser. La promesa que le hizo el dios al
conejo luego de su sacrificio fue que todas las
personas que miren la luna pensarán en aquel dulce
animal que dio su vida para poder salvar a
Quetzalcóatl.

LEYENDA DE Las manchas del sapo


Los sapos en el pasado eran completamente marrones, ellos no tenían manchas en su cuerpo. Sin
embargo, un día las obtuvo un sapito muy inteligente que jamás pensó ser descubierto en su
plan. Todo empezó con la rivalidad entre las águilas y los sapos, esta ave siempre se llevó mal con
un sapo que estaba en el pantano como todos los demás, en todo momento se mostró mala con él y
un día de sorpresa lo invitó a una fiesta de pájaros que se llevaría en las alturas, por lo que no podría
asistir al menos que el águila lo lleve. Claramente el sapo no era tan tonto como para caer en la
trampa, ella lo tiraría por los aires una vez que se eleven y no se equivocaba porque era exactamente
el plan del águila.
El sapo aceptó la invitación a la fiesta, pero le indicó al águila que tenía que llevar su guitarrita para
poder ir, entonces cuando el ave lo fue a buscar, él le pidió que vaya llevando su guitarrita, que luego
llegaría a la fiesta por sus medios, era imposible y por eso el águila aceptó. Pasaron las horas y el
águila llegó a la fiesta, allí vio al sapo que estaba bailando y saltando en medio de la multitud, lo cual
le pareció completamente extraño, pero nada podía hacer. Luego llegó la hora de partir y le dijo que
lo llevaría a su hogar, el sapo le dijo que luego iría, pero que vaya llevando su guitarrita.

Cuando nadie lo estaba viendo, el sapo se metió en la guitarra y el águila si pudo verlo para su
desgracia. El viaje del águila arrancó y en la mitad del camino dio vuelta la guitarrita haciendo que el
sapo cayera en caída libre sobre una enorme piedra, por eso sucedió que su cuerpo se llenó de
moretones por todos lados y se lastimó demasiado. Con el tiempo, todos los sapos comenzaron a
nacer con las manchas provocadas por el golpe que se dio este valiente sapito.
LA LEYENDA DE Las orejas del conejo
Todos los conejos siempre fueron felices con su tamaño, con su agilidad y la posibilidad para poder
esconderse de las grandes criaturas del bosque, pero no todos exactamente porque uno se
encontraba muy angustiado y nada podía hacer para quitarse de encima tanta depresión. Un ave
siempre lo veía llorar a la orilla del río y ver pasan al león con tanta destreza como inteligencia,
animales que a la vez eran enormes para poder defenderse del resto, o bien para poder pasearse sin
tener ningún miedo de ser presa de alguien más.
El ave lo quiso ayudar y le preguntó por qué razón se encontraba sufriendo tanto y el conejito le explicó
sobre la tristeza que le causaba ser tan pequeño. Su amiga le dijo que vaya a la cima de la montaña
para hablar con el Dios que allí se encontraba, ya que era el único que podía ayudarlo y no dudó el
conejo en ir a su presencia. Lo que menos esperó el conejito es que cuando llegaría, el Dios iba a
estar durmiendo, por ello es que le llamó hasta despertarle y entonces poder contarle su problema.

Ahí se encontraba el Dios hablando con un pequeño conejito, el cual le pedía que lo convirtiera en un
animal grande como todos los que habitan el bosque. El Dios aceptó si es que traía a cambio una piel
de cocodrilo, de serpiente y de mono. El conejo a las pocas horas ya tenía consigo las pieles,
seguramente querrán saber cómo las consiguió, resulta que sus amigos del bosque se las quitaron
para prestárselas y que las pueda presentar al Dios para que lo ayude en su petición.

Tan sorprendido estaba el Dios de que haya


conseguido todo que decidió ayudarlo, le dijo que a
causa de su valentía, su amistad y su humildad, él le
regalaría las orejas largas y caídas que lo iban a ayudar
a que pueda escuchar a mucha distancia a sus
enemigos, su cuerpo seguiría siendo pequeño, pero
ningún animal del bosque lo podría agarrar
desprevenido ahora que sus orejas lo podían escuchar
todo. El conejo se sintió satisfecho porque no
necesitaba ser grande para poder escaparse
rápidamente de los demás.

LA LEYENDA DE La piel del cocodrilo


Se dice que el cocodrilo antes tenía una piel hermosa, esta piel brillaba con cualquier clase de luz, él
solamente salía de noche porque el sol era demasiado fuerte y la luna se reflejaba en su piel
mostrando en dorado impresionante que todos los animales del bosque envidiaban. Llegaban a ver
la piel del cocodrilo animales e insectos de todas partes que se quedaban mirando totalmente
hipnotizados su andar. Con el tiempo, el cocodrilo estaba muy contento con el reconocimiento, pero
se ponía triste de tener que esconderse bajo las aguas en el día.
El cocodrilo pensaba que si la luz de la luna se veía tan impresionante en su piel, la luz del sol entonces
se vería aún más brillante todavía, sería como un Dios para los otros animales, por eso no lo pensó
más y salió durante el día. Eran ciertos sus pensamientos porque ahora la atención que atraía era aún
mayor, pero no solamente de noche, sino que durante el día también dejaba cautivo a cualquiera que
lo mirara, incluso con mucho más fuerza y a más distancia.

Cada día se acercaban a mirar al cocodrilo que salía de noche y de día también, pero el tiempo pasó
y el sol no le hizo nada bien a su piel. Lo que antes
podía verse como un dorado maravilloso ahora era
nada menos que un marrón opaco y este opaco se
empezó a arrugar por culpa del sol directo que le
pegaba a su piel. Antes los animales se quedaban
plasmados con su belleza, pero ahora se escondían y
le temían por su aspecto. Es esta la razón por la que
los cocodrilos se van rápidamente a esconderse en el
agua cuando alguien se acerca y solamente dejan ver
sus ojos, ellos tienen mucha vergüenza de lo que eran
y de lo que son ahora.
La Leyenda del Jilguerillo

Cuenta la leyenda que en la zona del Atlántico de Guatemala, en lo que hoy es el departamento de
Izabal, se estableció hace cientos de años una tribu maya de poderosos guerreros y bellas
doncellas.

Entre ellos, había un príncipe guerrero muy cruel llamado Batsú, que lideraba un poderoso ejército y
había ganado más de 100 batallas. Batsú era temido y respetado en toda la tribu, y había
acumulado grandes riquezas a través del pillaje de las tribus vecinas. En el corazón de la mayoría
de las doncellas vivía la esperanza de ser la elegida por Batsú el día que se casara.

Pero la más hermosa de las doncellas, llamada Jilgue, despreciaba a Batsú por las atrocidades que
había cometido. Jilgue tenía una hermosa piel morena clara, ojos cafés y cabello liso marrón oscuro.
A Jilgue le gustaba pasear por el bosque cantando como un pajarillo mientras recolectaba frutos.

La hermosa Jilgue y un Jilguero. Foto: bethtrissel.wordpress.com

Un buen día, Batsú decidió buscar esposa y escogió a Jilgue. Los padres de Jilgue, temerosos por
su vida, aceptaron casarla con el despiadado príncipe. Pero ella se enteró de las intenciones de
Batsú y huyó para esconderse en el bosque.

Cuando los padres de Jilgue le dijeron a Batsú que la joven había desaparecido, estalló en cólera y
organizó cuadrillas de guerreros para ir a buscarla. Al poco andar escucharon el canto de Jilgue.
Pero cada vez que se acercaban al sitio de dónde venía el canto, Jilgue volvía a desaparecer.

Enfurecido, Batsu mandó a quemar el bosque. Cuando las llamas comenzaban a levantarse le gritó
a Jilgue que si salía y se casaba con él podía salvarse. Ella le respondió que prefería la muerte.

El fuego se hacía cada vez más fuerte. De pronto vieron como Jilgue caía al suelo inconsciente.
Mientras las llamas consumían su cuerpo, un pajarillo color ceniza, con el pico y las patas rojas,
comenzó a cantar sobre la cabeza de Batsú.

No era el canto de un pájaro, era la voz de Jilgue, que siguió y atormentó a Batsú hasta el día de su
muerte. Se dice que desde entonces nunca más nació en Guatemala una mujer indígena tan bella
como Jilgue, cuya voz se sigue escuchando en el canto de los jilgueros que hoy pueblan los
bosques de nuestras tierras.

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