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Maestría en Filosofía.

Filosofía e Historia de las Ciencias Físicas.

Videos para ver antes de la clase:

La metrología en la vida diaria

Historia de las medidas - En su justa medida

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8. La medida de las cosas I

Índice

Índice de contenido

Introducción.............................................................................................. 3

Objetivos de la clase................................................................................... 3

8. 1. Medir es comparar.................................................................................. 4

8.1.1 Comparar con lo que se me ocurra....................................................... 4

8.2 Medir de aquí hasta allá............................................................................. 5

Longitud................................................................................................ 5

Patrón de medida y unidad de medida....................................................... 5

8.3 Medir de ahora hasta más tarde..................................................................8

8.4 Calor y temperatura................................................................................ 10

8.4.1 Perlitas epistemológicas: el lenguaje coloquial......................................10

8.4.2 Medición de la temperatura................................................................11

8.4.3 Termómetros en la historia................................................................ 14

8.4.4 En busca del cero absoluto................................................................15

Conclusión................................................................................................... 18

Lecturas obligatorias..................................................................................... 18

Lecturas recomendadas ................................................................................ 18

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Introducción

Los procesos de medición en la física son suficientemente simples como para


confiar en que estamos conociendo algo del mundo que nos rodea, pero
suficientemente complejos como para tener que introducir convenciones y
decisiones que hacen del resultado un producto mixto: el sujeto que mide y aquello
que es medido están en interacción.

Estas características jamás fueron desconocidas por los científicos y filósofos


dedicados a reflexionar. Lo que siempre estuvo en juego en las mediciones es poder
delimitar cuáles son los aspectos que el sujeto que mide debe introducir para poder
saber algo del mundo natural.

No ha habido nunca pretensiones de que las mediciones no tuvieran aspectos


convencionales. Incluso hubo la corriente convencionalista que insistía en que uno
siempre podía encontrar el modo de medición que le arrojara ciertos resultados.

Estas discusiones pueden dar lugar a que, quienes no comprendan suficientemente


los procesos de medición confundan estos aspectos convencionales con la ausencia
de resultados que no pueden evitarse.

En esta clase abordamos los aspectos más básicos de la medición tratando de


poner de relieve qué cosas se introducen como decisiones al medir y qué otras
cosas se obtienen inexorablemente.

También debe abordarse la diferencia entre magnitudes aditivas y no aditivas, algo


que no parece estar al alcance de la decisión metodológica sino que parece
imponerse por la propia naturaleza de aquello que queremos registrar.

Objetivos de la clase

 Comprender los aspectos básicos de los procesos de medición.

 Poder identificar los aspectos introducidos por el sujeto cognoscente.

 Identificar aquello que surge del proceso de medición como una interacción
con el mundo de los fenómenos naturales.

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8. 1. Medir es comparar
8.1.1 Comparar con lo que se me ocurra

Cuando medimos una magnitud, lo que hacemos es compararla con una unidad de
medida de esa magnitud.

Si todos saben cuál es la unidad de medida y es suficientemente conocida o fácil de


obtener, entonces todos nos daremos una buena idea de la magnitud medida si
decimos que es 100 veces la unidad o si decimos que es 3 veces la unidad.
Pongamos un ejemplo. Todos conocemos bastante bien la fuerza que debemos
realizar para levantar una lata de gaseosa (todavía sin consumir). Si usamos la lata
de gaseosa como unidad de medida de la fuerza podríamos entender fácilmente
que para levantar un viejo televisor tengo que hacer una fuerza equivalente a
levantar 50 latas de gaseosa.

La medición de una magnitud que nos interesa conocer consiste en registrar a

cuántas unidades de medida conocidas equivale.

Para realizar una medición deberemos decidir con qué unidad lo compararemos
(lata de gaseosa), con qué método (levantar el objeto), y con qué escala la
mediremos (cero lata equivale a cero fuerza, el doble de latas indica el doble de
fuerza, etc.)

Si queremos asignar un número a la intensidad de la fuerza, el valor de la masa, la


temperatura de un cuerpo, o medir cualquier otra magnitud necesitaremos decidir
entonces sobre las siguientes tres cosas:

 un método de medida

 una unidad de medida para las comparaciones

 una escala de medida

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8.2 Medir de aquí hasta allá

Al intentar medir longitudes en el espacio, presuponemos que los objetos están en


el espacio. Esta presuposición es muy básica y muchas veces pasa desapercibida.
Ese espacio que suponemos, ¿qué características tiene? ¿Tiene acaso algunas
características o no hacemos ninguna hipótesis acerca del espacio mismo?

Bueno, seré breve. Si vamos a usar una cinta métrica o colocar una varilla de un
metro para decidir cuántas veces cabe la varilla en el frente de nuestro lote, no
vamos a pensar que al principio del lote la varilla es más corta y cuando está al
final del lote la varilla está más larga. No creemos que las dimensiones cambien por
el solo hecho de estar ubicados en diferentes posiciones. La distancia entre dos
posiciones no parece depender de si esa distancia está en una zona u otra de la
Tierra o del Sistema solar. Algo que será muy discutido con la teoría de la
relatividad.

Nuestra vara mide lo mismo aquí que en la vereda de enfrente. Esto es equivalente
a atribuirle homogeneidad al espacio. Todo lo que ocurre, ocurre del mismo modo
en cualquier punto del espacio.

Por otra parte tampoco creemos que si nuestra varilla de un metro está orientada
en la dirección norte-sur mide diferente que si está orientada en la dirección este-
oeste. Y esta otra presuposición es la de isotropía del espacio. Así que, antes de
medir longitudes en el espacio, ya hemos decidido que el espacio es homogéneo e
isótropo: primer agregado del sujeto que mide.

Longitud

Estamos habituados a usar el metro como patrón de medida y como unidad de


medida pero sabemos perfectamente que han existido otras unidades de medida
como los pies, las pulgadas, los palmos, las varas. Cada lote tenía en la antigüedad,
aquí en las colonias españolas, exactamente (qué problema con este término) una
vara, que es el ancho de la nave de la Catedral. Supongo que el agrimensor tendría
que llevar un bastón que fuera un submúltiplo de la vara y debía coincidir con los
bastones de los demás agrimensores. Vendría con su bastón, lo colocaría sobre el
frente del terreno, comenzando en un extremos y dirigiéndose en línea recta,
marcaba hasta dónde llegaba el bastón y lo volvía a colocar a partir de la marca.
Repetía esta operación hasta haber completado las veces necesarias para completar
la vara.

Patrón de medida y unidad de medida

El patrón de medida es aquello contra lo que se compara una medición. La unidad


de medida es aquél patrón de medida al que se le otorga el valor unitario de
medición. ¿Cuántos metros mide un metro?

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Es importante notar que con el desarrollo de la física, la unidad de medida sigue
siendo el metro, pero el patrón de medida ya no es el metro patrón que está en el
museo de pesas y medidas en París. A partir de 1983, el metro es la distancia que
recorre la luz en el vacío durante un intervalo de 1/299 792 458 de segundo.
https://es.wikipedia.org/wiki/Metro

El metro es la longitud de distancia que se obtiene como magnitud derivada de la


unidad de tiempo, el segundo. Y toma como una constante universal a la velocidad
de la luz.

Ya no es cierto que la unidad de longitud es fundamental. Ahora es una magnitud


derivada. No se puede saber cuánto mide un metro si no se sabe lo que dura un
segundo.

Sin embargo, a los fines epistemológicos de este curso podemos recordar que hasta
1983 se tomaba como longitud de un metro todo aquello que, al ser colocado a la
par del metro patrón de París, coincidiera en sus extremos. Y para eso se calibraban
las cintas métricas y otros instrumentos de medición, todo lo que dio lugar a la
metrología, una rama de la física con su propia agenda.
https://es.wikipedia.org/wiki/Metrolog%C3%ADa

Volviendo a las varas, al ingresar en al era de los metros y el sistema decimal, nos
dimos cuenta de que la vara medía 8,66 metros, y es por eso que la mayoría de los
lotes de las ciudades en sus barrios antiguos tienen un frente de esa longitud. Esto
parece super sencillo, pero ¿cómo podemos decidir que estamos colocando los
bastones en línea recta?

Medir algo es determinar a cuántas unidades equivale. Pero la operación de medida


es particular para cada magnitud. En el caso de la longitud, debemos yuxtaponer la
unidad tantas veces como sea necesario para determinar el largo del lote.

Esto nos lleva a que la operación no es exactamente como la describimos antes. El


agrimensor, para poder determinar un largo de 10 bastones, debería contar con 10
bastones distintos, pero que sus extremos coincidieran al colocarlos uno a
continuación del otro.

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Como los extremos coinciden cuando los ponemos a la par, diremos que todos esos
bastones miden lo mismo y dado que podemos tomar uno de ellos como la unidad
patrón, todos ellos miden una unidad: un bastón.

Ahora podemos colocar los diez bastones uno a continuación del otro y con eso
decir que la longitud total es de 10 bastones.

Pero surgen otros peligros. ¿De qué modo deberíamos alinear los bastones para
garantizar que de un extremo al otro de la colección hay 10 unidades?

¿Estamos seguros de que la suma física de longitudes (colocar en línea los


bastones) arroja el mismo resultado que sumar las medidas de las longitudes que
hemos yuxtapuesto?

Ahora nosotros, agentes medidores, hacemos una apuesta. Si al colocar los


bastones de modo alineado podemos obtener que la longitud de la suma física es la
suma aritmética de las longitudes, entonces la magnitud longitud es aditiva.

Si vemos que no podemos lograr una operación en la que la magnitud sea aditiva,
entonces nos resignamos a que esa magnitud no es aditiva.

Aquí hay un problema serio. Si una magnitud no es aditiva, ¿eso es porque todavía
no se nos ocurrió el modo en que se debe realizar la operación de yuxtaposicón o
es porque esa operación no existe?

Para la temperatura no encontraremos ese tipo de operación y por eso diremos que
es no aditiva. Las magnitudes no aditivas se asocian con las propiedades intensivas
(color, temperatura, densidad, etc.) mientras que las magnitudes aditivas se
asocian con propiedades extensivas (peso, masa, longitud, duración, superficie,
etc.)

Una vez que hemos decidido cómo ubicar los bastones y hemos elegido el patrón de
medida (la vara, por ejemplo) ahora debemos decidir dos cosas más: qué valor le
asignamos a un bastón o una de estas varas (ya no en el sentido histórico) y cómo
es la interpolación y extrapolación, es decir, cómo es la escala.

El valor más sencillo es otorgar a una vara el valor numérico 1. En ese caso no solo
la tomaríamos como patrón de medida sino también como unidad de medida.

También sería muy sencillo para una magnitud como la longitud, tomar el valor cero
como indicativo de ausencia de magnitud.

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8.3 Medir de ahora hasta más tarde

Algo similar podemos decir de la medición de las duraciones. Una duración o lapso
es el período de tiempo que se encuentra entre dos instantes: el inicial y el final.
Tenemos que elegir un patrón de medida para las duraciones. Algo que funcione
como una medida de duración que sea fácil de reconocer y al acceso de cualquiera.
Por ejemplo, desde la antigüedad se identificó como un buen patrón de duraciones
el período entre dos pasos del sol por el meridiano del lugar. En términos sencillos:
el día solar.

Entre el mediodía del martes y el mediodía del miércoles, diremos que hay un día.
Pero ese día no solo es la duración sino el patrón de medida. Así que todas las
duraciones que queramos medir deberán compararse con el día.

Así podremos decir que un año son 365 y ¼ días, que realizar una tarea nos llevó
15 días, que podremos levantar una pared en medio día, que jugamos a las cartas
durante dos días seguidos, etc. El día como patrón de medida tiene varias ventajas.
Todos los humanos accedemos a poder comparar el resto de las duraciones con el
día y todos tenemos una vivencia asociada con el día. Pero tiene grandes
desventajas. La mayor desventaja es que no es portátil como la vara.

Imaginemos que hubiéramos tomado como patrón de medida de longitud, la


distancia que hay desde el obelisco a la pizzería de la esquina de enfrente.
Imaginemos que además, colocamos mojones fijos en el terreno por si en un futuro
la pizzería decide cerrar o por si mudan el obelisco. El gran problema es que esa
longitud está elegida como fija en el terreno, el día está atrapado en el tiempo, no
podemos ir con nuestro día patrón hacia el futuro.

Podemos en cambio elegir algún fenómeno portátil, como por ejemplo “lo que tarda
en caer una bolita por el tubo en el que guardo mi diploma, cuando lo inclino de
forma que un extremo está apoyado en el piso y el otro arriba de mi libro de
cabecera. Ese mecanismo es perfectamente portátil. Puedo ir con mi patrón de
duraciones por el mundo. Replicar porta títulos de igual largo e incluso darle la
inclinación idéntica como si tuviera un caballete inclinado.

Si tengo una colección grande de estos artefactos, puedo medir la duración del día,
del modo siguiente, suelto la bolita del primero y cuando llega al final, se suelta la
bolita del segundo y así sucesivamente y voy contando cuántos procesos similares
se han producido desde el mediodía de ayer hasta el de hoy. Con eso tendré la
medición de la duración del día con un dispositivo portátil.

Estos dispositivos fueron más sencillos en la antigüedad. Eran las clepsidras de


arena o agua. Hoy abundan como artesanías. El reloj de arena es un modo de
medir el tiempo que cumple con ser portátil, replicable y se puede colocar un
proceso detrás de otro de manera de acumular, yuxtaponer, sumar, duraciones.

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Nuevamente, si colocamos dos relojes de arena en simultáneo no estamos
sumando duraciones, estamos calibrando o comparando relojes de arena. La
operación para yuxtaponer duraciones es particular y diferente a la de las
longitudes. El proceso es particular para las duraciones.

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8.4 Calor y temperatura

Cuando tenemos frío nos acercamos a la estufa para recibir calor; cuando dejamos
un rato la comida en el plato, pierde calor; cuando un motor está funcionando
calienta sus alrededores, etc. Todos estos conocimientos pueden aprovecharse para
describir la manera en que los objetos intercambian calor.

Sabemos desde hace mucho tiempo que si ponemos en contacto un objeto caliente
con otro más frío (por ejemplo servimos una gaseosa fría en un vaso que
recientemente se lavó con agua caliente) los objetos que están a distinta
temperatura llegan a una temperatura intermedia y permanecen en esa
temperatura de equilibrio hasta entrar en contacto con otro de diferente
temperatura. Vemos que los cuerpos llegan a un equilibrio térmico.

Esto se parece mucho a cuando dos recipientes que contienen diferente cantidad de
líquido se conectan de modo que el líquido puede nivelarse entre los dos
recipientes. Por ejemplo, un lago en una caverna que está conectado al mar por
algún conducto subterráneo, seguirá las mareas bajas y las mareas altas. A este
fenómeno de nivelación de líquidos lo llamamos brevemente “vasos comunicantes”.

8.4.1 Perlitas epistemológicas: el lenguaje coloquial

Esto hizo que antiguamente se creyera que el calor era un fluido que
podía pasar de un cuerpo a otro como el líquido entre el mar y el lago
de la caverna. Se pensó entonces que los cuerpos de distinta temperatura
intercambiaban fluido calórico hasta que sus temperaturas se igualaran. En esta
manera de pensar, la temperatura era análoga al nivel del líquido y el calor era el
concepto análogo al de caudal de agua que fluye de un lado a otro.

Hoy hemos abandonado la idea de fluido calórico. Sostenemos en cambio que, del
cuerpo más caliente al cuerpo más frío hay un flujo de energía. La energía calórica
o calor es lo que intercambian los cuerpos a distinta temperatura hasta que llegan
al equilibrio térmico. Del cuerpo a mayor temperatura fluye espontáneamente
energía hacia el más frío hasta lograr el equilibrio térmico.

Por este motivo sería más correcto decir que no hay que dejar la heladera abierta
porque entra el calor del exterior. Pero esto no es un problema muy grave y no
hace falta hablar científicamente cada vez que alguno deja la heladera abierta.
Solemos hablar sin tener en cuenta las teorías científicas vigentes. Por ejemplo
decimos que el Sol saldrá mañana a las 6:30 hs por el este. Pero sabemos que el
Sol no sale ni se pone. Sabemos que todos esos movimientos son aparentes y que
se deben a la rotación de la Tierra y sin embargo no nos molesta esa manera de
hablar. También escuchamos que el picaflor ha desarrollado un pico largo para
poder tomar el néctar de las flores cuyos pétalos son largos y cerrados. Sin
embargo la teoría de la evolución sostiene que hubieron picaflores con picos de
varios tamaños y que solo los que tenían los picos más largos sobrevivieron en un
hábitat en el que el alimento estaba en ese tipo de flores.

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Hablamos como si el picaflor hubiera hecho los cambios necesarios, como si supiera
lo que precisaba para sobrevivir. También decimos que llevamos sangre española,
italiana o portuguesa para indicar la procedencia de nuestros antepasados. Pero las
teorías genéticas sostienen que lo que se transmite de generación en generación
son los genes y no la sangre.

Esta característica se encuentra en casi todas las disciplinas. Nuestra forma de


hablar está de acuerdo con teorías muy antiguas. No importa que así sea siempre
que sepamos que las teorías actuales no siempre están de acuerdo con esa forma
popular de describir los fenómenos naturales.

La temperatura es un medidor del nivel de energía del cuerpo.

Hemos sido muy breves al decir que los cuerpos de distinta temperatura si se los
pone en contacto llegan al equilibrio térmico.

Ahora bien, ¿cómo decidir qué temperatura tiene un cuerpo? La necesidad de medir
la temperatura nos enfrenta con los pasos de siempre: elegir un patrón de medida,
una unidad, un procedimiento o método de medición, una escala.

8.4.2 Medición de la temperatura

Si queremos comparar temperaturas podremos utilizar en principio nuestro sentido


del tacto para decidir cuál de dos cacerolas tiene agua a mayor temperatura. Por
ejemplo no hace falta saber física o tener elaborado un método de medición para
poder decidir si la plancha está lista para planchar seda o para planchar lienzo;
también podemos decidir si está prendido el calefón o no con solo tocar el chorro de
agua que sale de la canilla de agua caliente.

Sin embargo este recurso a los sentidos solamente nos permitirá comparar las
temperaturas en una escala ordinal, es decir, podremos decir si algo está a mayor
temperatura o a menor temperatura que otro objeto. También podremos ordenar
las temperaturas de tres cuerpos. Por ejemplo, la plancha está a mayor
temperatura que el chorro de agua caliente de la canilla, y a su vez, este chorro de
agua está a mayor temperatura que el agua de la jarra de la heladera. De esto, por
supuesto, podemos asegurar que la plancha está a mayor temperatura que el agua
de la jarra. Es un gran avance que cuenta con la transitividad de la temperatura,
pero queremos poder hacer más comparaciones, por ejemplo queremos poder
decidir ¿cuál diferencia de temperatura es mayor, la diferencia entre la temperatura
de la plancha y la del agua de la canilla, o la diferencia de temperatura entre el
agua de la canilla y la de la jarra de la heladera?

Es decir que nos interesa poder comparar los intervalos o diferencias de


temperatura.

Para esto será imprescindible pasar a medir las temperaturas con algún método que
nos brinde un valor numérico para el resultado de la medición, cosa que no

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podemos lograr con el sentido del tacto utilizado para detectar las temperaturas.
Este paso a las escalas numéricas podrá asegurar también que la medición adquiere
un carácter objetivo (en el sentido de que ya no depende de un sujeto en particular,
algo que será asociado finalmente con la intersubjetividad) ya que la sensación de
temperatura tiene que ver con la transmisión de calor: por ejemplo, cuando en una
mañana de invierno tomamos la ropa del tendal, para saber si está totalmente seca
la acercamos a la mejilla, la ropa seca no parece tan fría como la ropa húmeda
aunque están a la misma temperatura ya que han estado toda la noche
intercambiando calor hasta llegar al equilibrio con el ambiente. Las diferentes
sensaciones se deben a que la mejilla cede calor más fácilmente a la ropa húmeda
que a la ropa seca. La conductividad nos ha jugado una mala pasada.

Se ha encontrado experimentalmente que los metales se dilatan con el aumento de


temperatura. Podemos utilizar esta dilatación para representar el aumento de
temperatura. Entonces la dilatación será nuestra propiedad termométrica, es decir
la propiedad que cambia con los cambios de temperatura y que elegimos para
medir indirectamente esos cambios de temperatura.

Al poner mercurio (el único metal líquido en las condiciones ambientales) en un


tubo muy finito, cuando se le entrega calor y el mercurio aumenta su temperatura,
aumenta también su volumen. Pero dado que el conducto es muy angosto pero
tiene espacio libre para que el mercurio se dilate en esa dirección, veremos que el
mayor efecto de la dilatación será que la columna mercurial aumenta su longitud.
Será fácil entonces hacer marcas en el recorrido del mercurio y así representar
estados de distinta temperatura. Hemos llegado muy cerca del termómetro y de
completar la escala. Pero todavía nos falta algo: ¿cuál es el cero? y ¿cada cuánto
hacemos una marquita? (es decir, cuánta dilatación del mercurio representará la
unidad de temperatura).

Habíamos dicho que para poder medir necesitamos una cantidad conocida o fácil de
obtener. Pues bien, es fácil de obtener y son muy conocidos dos cambios de estado
del agua: el paso de hielo a agua, y el paso de agua a vapor durante la ebullición.
En el lenguaje habitual: cuando se derrite el hielo y cuando hierve el agua. Hay un
modo de pensar que estos fenómenos son buenos candidatos para constituir puntos
de temperatura fija. Cuando la temperatura es muy baja, no hay posibilidad de que
el agua permanezca en estado líquido, piénsese en lo que ocurre en un freezer.
Paralelamente, cuando la temperatura es muy alta, el agua no puede permanecer
en estado líquido tampoco, sino que pasa a estado gaseoso. Por lo cual la ebullición
y la fusión son puntos de coexistencia entre las dos fases líquida y gaseosa o
líquida y sólida.

Estos procesos son fácilmente reproducibles en cualquier laboratorio del mundo y a


esas temperaturas se las llama “puntos fijos” ya que toda propiedad que cambia
con la temperatura, llegados a estos puntos, esa propiedad parece mantenerse fija.
(Como hemos descubierto que estas temperaturas dependen de la presión
atmosférica, las mediciones son un poco más complejas, pero podemos continuar
con un relato un tanto recortado para los fines de comprender la escala).

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Podríamos armar una escala en la que los puntos fijos son la fusión del hielo y la
ebullición del agua.

Ahora debemos asignar valores a esos puntos fijos. Pues bien, asignemos el valor 0
(cero) a la temperatura de fusión del hielo (o punto triple del agua), y asignemos el
valor 100 a la temperatura a la que hierve el agua. Para armar la escala en nuestro
termómetro de mercurio, lo sumergimos en agua con hielo (temperatura de fusión)
y hacemos una marca en donde llega la columna de mercurio. Esta marca
representará el valor cero de la escala. Luego sumergimos el termómetro en agua
hirviendo y haremos una marca en el extremo que ahora alcance la columna
mercurial. Esta otra marca será el valor 100 de la escala.

Todavía no tenemos la escala de medida de temperaturas ya que no sabemos qué


valores le asignaremos a las posiciones intermedias del mercurio entre las dos
marcas de los puntos fijos. Hace falta estipular cómo será la interpolación entre
esas marcas. La decisión más simple que podemos tomar es que la interpolación es
lineal. Es decir que si el mercurio está a mitad de camino entre el 0 y el 100, le
asignaremos el valor 50; y así para todos los valores intermedios. Luego decidimos
continuar con esta relación para las posiciones del mercurio más allá de 100 o
menores que 0, es decir que también elegimos una extrapolación lineal.

¡Ahora sí tenemos una escala de temperatura!

Esta escala que hemos construido con elementos de la naturaleza como son los
puntos fijos, y con elecciones arbitrarias que finalmente serán convencionales
(como los valores 0 y 100 asignados a los puntos fijos y la interpolación lineal) es la
escala centígrada o escala Celsius y la unidad será el grado centígrado (ºC).

Esta escala ahora presenta la ventaja de poder comparar las diferencias de


temperatura. Por ejemplo, que un niño tenga fiebre querrá decir que su
temperatura es superior a 37 ºC. Imaginemos que tiene 40 ºC (3 ºC de fiebre). El
médico le receta algo para bajar la fiebre y el niño mejora rápidamente. Sin
embargo al día siguiente amanece con 38,5 ºC de temperatura. Podremos informar
al médico que el niño amaneció con la mitad de fiebre que ayer (1,5 ºC de fiebre).
Estamos comparando intervalos de temperatura. La escala nos permite hacer
comparaciones entre las diferencias de temperatura. Es una escala de intervalos.

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Existen otras variables, como la masa por ejemplo, que admiten una comparación
más entre sus valores: por ejemplo podemos decir que una torta de 2 kilogramos
tiene el doble de masa que una de 1 kilogramo. Es decir que podemos hacer
comparaciones de proporciones (doble, triple, mitad, etc.). Pero con la temperatura
no podemos hacer esto. Por ejemplo la temperatura a la que se derrite el hielo es
mayor a la que tiene el glaciar Perito Moreno en cualquiera de sus partes en donde
se está compactando la nieve. Sin embargo no podremos saber si es el doble, el
triple o la mitad de otra temperatura ya que la temperatura de fusión del hielo la
hemos elegido como el cero de la escala. Y paradójicamente el cero es el doble de
cero, y es la mitad de cero, etc. Al asignar el cero arbitrariamente a una
temperatura en particular, nos hemos perdido tales comparaciones que llamamos
“de proporciones”.

Por ahora recordemos que solamente se podrán hacer comparaciones de


proporciones si en la escala, el cero indica ausencia de la cantidad a medir. En el
caso de la masa claramente es así: cuando la masa es cero, no existe masa alguna
para registrar; mientras que en la temperatura no podemos decir que cuando el
hielo se derrite no existe la temperatura.

Podríamos haber elegido otros puntos fijos y además asignarle otros valores. Con
estas nuevas elecciones habríamos construido una escala diferente. Pues bien, la
escala Fahrenheit, asigna otros valores a los mismos puntos fijos: al punto de
fusión del hielo le asigna el valor 32 y a la temperatura de ebullición, 212. Luego la
interpolación es lineal. De ese modo un termómetro graduado en grados Fahrenheit
indicará fiebre a partir de 98,6 ºF.

8.4.3 Termómetros en la historia...

El termómetro fue inventado a principios del siglo XVII aunque algunas versiones
sostienen que el primer termómetro fue inventado por Galileo en 1592. Galileo fue
también quien descubrió que las oscilaciones de una lámpara de la catedral tenían
siempre la misma duración. Esto permitió construir relojes de péndulo que
mejoraron notablemente la precisión para medir el tiempo. Dos años antes de que
Galileo diseñara su termómetro, un holandés había inventado el microscopio y
faltaban unos pocos años para que se inventara el telescopio. Los métodos de
medición y la forma de ver el mundo estaban cambiando.

Para el siglo XVIII existían alrededor de 35 escalas de temperaturas. El alemán


Daniel Gabriel Fahrenheit recalibró el termómetro utilizando como puntos fijos el
congelamiento del agua y su ebullición. En 1742 el sueco Anders Celsius desarrolló
la escala centígrada y en 1848, William Thompson (nombrado Lord Kelvin en 1893)
recalculó la escala centígrada para que comenzara en el cero absoluto (-273,15 ºC).
Thompson supervisó el primer tendido de cable transoceánico y fue nombrado
caballero en reconocimiento por el instrumental que diseñó para las comunicaciones
por cable (patentó unos 70 inventos). Su interés por el mar y la náutica se revelan
en otros de sus inventos como algunos tipos de compás náutico y un medidor de
mareas y profundidad.

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8.4.4 En busca del cero absoluto

Sabemos que hay temperaturas por debajo de 0 ºC, por ejemplo en invierno hay
días cuya temperatura mínima llega a 4 ºC bajo cero, 12 ºC bajo cero y en la
provincia de Santa Cruz llegan a hacer hasta 42 ºC bajo cero. Hemos logrado
temperaturas mucho más bajas en los laboratorios. Pronto nos preguntamos si se
podía seguir indefinidamente hacia las temperaturas centígradas negativas. Y la
respuesta fue “NO”.

Los gases se expanden con el aumento de temperatura y se contraen cuando la


temperatura decrece. Por ejemplo, podemos guardar en la heladera durante toda la
noche un globo inflado para ver que su perímetro será menor luego de enfriarse.
Pero ¿cuánto decrece el volumen por cada grado centígrado que se enfría el gas?

En el siglo XIX se descubrió que el gas cambia su volumen en una proporción de 1


en 273 por cada grado centígrado de enfriamiento. Así, si se lo lleva de 0 ºC a -100
ºC, habrá disminuido 100/273 (36,6 por ciento) su volumen. Lo más interesante es
que si se lo enfriara hasta -273 ºC, su volumen se habría reducido en una fracción
273/273 (100 por ciento), ¡es decir que no ocuparía lugar si se mantuviera esta
relación!

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A esa temperatura, -273 ºC, se la identificó con el cero absoluto. Habíamos
encontrado un estado que indicaba ausencia de temperatura. Habíamos
vislumbrado el cero de la escala de temperaturas absolutas. En esta escala, por
supuesto, no habría temperaturas negativas. Ésta es la escala de grados kelvin
(ºK).

El cero ya no será arbitrario y entonces podremos hacer comparaciones de


proporciones: por ejemplo, un líquido a 0 ºC (273 ºK) está aproximadamente a diez
veces más temperatura que uno a -246 ºC (27 ºK).

Pero si el cero no es arbitrario, ¿qué significa la ausencia de temperatura en ese


punto? Pronto los físicos propusieron que la temperatura era una medida de la
actividad interna de los átomos que componían el gas. De este modo, cuanto más
cerca del cero absoluto, menor actividad tendrán esos átomos y moléculas.

Ahora podemos entender algo más acerca de la los fenómenos térmicos. La


temperatura es una medida de la agitación de las moléculas. De este modo si
agitamos un líquido, le estamos entregando mayor energía de movimiento a las
moléculas del líquido y por lo tanto debe subir la temperatura. Agitar un líquido
debe producir entonces un efecto equivalente a haberle entregado calor.

Sorpresas cerca del cero absoluto: Helio superfluido por debajo de los -271 ºK.

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https://www.youtube.com/watch?v=EXDItROHlFk

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Conclusión

Los procesos de medición consisten en una interacción del sujeto que quiere
conocer algo del mundo y en esa interacción debe tomar registro por intermedio de
cierto procedimiento.

Las magnitudes son identificadas en una primera instancia por una percepción
previa que no involucra todavía una teoría de la medición. Solo se ponen en juego
al principio los sentidos para detectar algo que llamamos distancia, duración, peso,
temperatura, etc.

Los procedimientos de medición que luego diseñamos involucran decisiones


metodológicas que consisten en convenciones. Se podrían haber tomado otras
convenciones, pero no es fácil justificar cualquier juego de convenciones. Más bien
la convención que es aceptada por la comunidad contempla muchas de las
intuiciones que se quieren rescatar al hablar de cierta magnitud. Uno de los
ejemplos más convincentes es pensar que nuestra cinta métrica, nuestro reloj y
nuestro termómetro funcionan del mismo modo aquí que un paso a la derecha, y
que funcionarán igual hoy que mañana. Estas ideas no son poca cosa, son ideas
muy importantes que rigen el procedimiento de medida, pero no parece adecuado
acordar algo diferente, aún cuando sería posible que cada reloj y cada cinta métrica
funcione diferente para cada punto del espacio y para cada día en la historia del
universo.

Lecturas obligatorias

Videos vistos previos a la clase:

La metrología en la vida diaria

Historia de las medidas - En su justa medida

Miguel, H y Baringoltz, E. 1996. Problemas epistemológicos y metodológicos. Una


aproximación a los fundamentos de la investigación científica. Cap. V. Introducción
al estudio de las variables.

Carnap, R. (1969) Fundamentación lógica de la física. Caps. V a IX.

Lecturas recomendadas

Video adicional:

Que es medir

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