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Dada
la
importante
prevalencia
de
la
demencia
a
nivel
mundial,
su
correlación
con
la
edad
avanzada,
siendo
esta
franja
etarea
la
de
más
rápido
crecimiento
en
los
últimos
años,
en
el
último
tiempo
se
han
concentrado
los
esfuerzos
en
realizar
investigaciones
epidemiológicas,
clínicas
y
básicas
en
relación
al
envejecimiento
cerebral
normal
y
a
las
demencias.
La
evaluación
neuropsicológica
desempeña
un
rol
crítico
en
la
identificación
de
la
presencia
de
demencia
y
en
su
diagnóstico
diferencial,
teniendo
en
cuenta
que
la
mayor
parte
de
los
síntomas
que
presentan
los
pacientes
con
demencia
son
de
orden
neuropsicológico
(1)
por
lo
cual
si
nos
detenemos
en
los
criterios
diagnósticos
realizados
por
la
Asociación
Americana
de
Psiquiatría
(2)
y
por
la
Organización
Mundial
de
la
Salud
(3)
observaremos
que
enfatizan
una
afectación
cognitiva
múltiple
para
su
diagnóstico
y
diferenciación
de
otros
posibles
síndromes
orgánicos
focales
(como
pueden
ser
afasia,
apraxia,
amnesia,
entre
otros)
La
Evaluación
Neuropsicológica
(ENP)
está
constituida
por
el
conjunto
de
métodos
y
técnicas
que
permiten
definir
de
forma
clínica
(y
en
parte
estandarizada)
el
estado
de
las
funciones
cognitivas
de
los
pacientes.
Si
bien
los
tests
son
herramienta
fundamental
para
tal
fin,
la
ENP
es
mucho
más
que
administrar
tests,
razón
por
la
cual
la
aplicación
e
interpretación
de
los
mismos
debe
ser
llevada
a
cabo
por
un
neuropsicólogo
especializado
para
cumplimentar
determinados
objetivos
que
se
indican
en
Tabla
1.
(4)
Es
un
proceso
complejo
cuya
clave
está
en
la
interpretación
de
múltiples
datos
y
en
la
conclusión
de
un
posible
diagnóstico,
que
luego
se
corroborará
o
no
junto
con
el
resto
de
las
piezas
que
conforman
la
evaluación.
Se
utilizarán
diferentes
combinaciones
de
tests
que
deberán:
1)
ser
sensibles
a
diferentes
tipos
de
deterioro
cognitivo,2)
permitir
ser
administrados
a
sujetos
añosos,
3)
estar
preferentemente
estandarizados
o
que
cuenten
con
puntajes
de
grupo
control
en
el
caso
de
ser
de
uso
experimental,
4
)
contar
con
eficacia
clínica
probada
en
la
clasificación
de
pacientes
para
cada
tipo
de
demencia
y
5)
permitir
la
evaluación
de
más
de
un
área
cognitiva.
(5-‐6)
1
Neuropsicóloga del Centro de Asistencia, Investigación, Tratamiento y Prevención de las Enfermedades
de la Memoria – CAITPEM “ Hospital Santojanni” e-mail: roxanagrillo@yahoo.com.ar
2
MD, FAAN - Prof Adj Neurología. UBA -Prof Tit Neurologia Fac Ciencias de La Salud. UCES
Jefe Neurología y Coordinador Centro de Memoria- Investigador Independiente Cjo
Investigación en Salud-GCBA - Htal Santojanni-Pilar 950 Bs As (1408) Argentina
Coordinador Docente Htal Asociado D.F. Santojanni -Universidad de Buenos Aires
e-mail: camangone@fmed.uba.ar
feb-06
2
Tabla
1
Posibles
objetivos
de
la
exploración
neuropsicológica
de
las
demencias
1-‐ Detección
precoz
(indicada
para
relevar
deterioro
incipiente
y
especialmente
cuando
se
trata
de
pacientes
con
un
alto
nivel
intelectual
premórbido)
2-‐ Contribución
al
diagnóstico
diferencial
3-‐ Caracterización
del
perfil
neuropsicológico
del
paciente:
establecimiento
del
patrón
de
las
capacidades
alteradas
y
preservadas
4-‐ Clasificación
del
grado
de
severidad
del
cuadro:
determinación
de
fase
evolutiva
5-‐ Contribución
al
establecimiento
de
un
pronóstico
6-‐ Establecimiento
de
orientaciones
de
intervención
cognitiva
(rehabilitación
cognitiva)
7-‐ Proveer
una
medición
de
base
para
ponderar
cambios
por
efectos
terapéuticos
(farmacológicos
o
cognitivos)
y/o
evolutivos
Solía
suceder
que
los
médicos
clínicos
que
atendían
personas
añosas,
ante
la
queja
de
memoria
del
paciente
o
comentarios
de
los
familiares
alarmados
frente
a
situaciones
que
reflejaban
una
declinación
de
las
funciones
cognitivas,
consideraran
que
la
pérdida
de
memoria
era
patrimonio
del
proceso
de
envejecimiento.
Pacientes
en
estadios
incipientes
eran
subdiagnosticados,
con
el
lamentable
perjuicio
para
ellos
y
sus
familiares.
En
la
actualidad,
esto
sucede
cada
vez
menos,
y
es
muy
común
que
sea
el
mismo
clínico
el
que
solicite
una
ENP
para
descartar
un
síndrome
demencial.
Asimismo,
la
población
está
más
alerta
acerca
de
la
demencia
en
general,
producto
de
los
programas
de
radio
y
televisión
que
se
dedican
al
área
de
la
salud,
que
invitan
profesionales
que
abordan
el
tema,
o
artículos
publicados
en
medios
gráficos
de
difusión
general,
con
lo
cual
aquellas
personas
con
quejas
de
memoria,
o
que
detectan
alguna
anomalía
en
sus
familiares,
han
aumentado
la
consulta
espontánea
para
prevención,
o
bien
a
sus
médicos
de
cabecera
o
bien
a
servicios
especializados.
Es
de
destacar,
que
aún
cuando
las
quejas
de
memoria
son
el
síntoma
patognomónico
de
la
demencia
(especialmente
de
la
Demencia
Tipo
Alzheimer)
hay
otros
factores
que
pueden
incidir
para
la
manifestación
de
un
trastorno
mnésico
como:
enfermedades
psiquiátricas
(depresión;
trastorno
de
ansiedad;
trastorno
por
estrés
post-‐traumático,
etc.);
procesos
de
duelo;
enfermedades
físicas;
trastornos
de
atención;
trastornos
de
aprendizaje;
abuso
crónico
de
alcohol
o
drogas.
Por
lo
tanto,
es
necesario
enfatizar
en
el
concepto
de
diagnóstico
diferencial
y
en
la
importancia
capital
de
la
exclusión
de
causas
primarias
que
pudieran
estar
generando
disfunción
cognitiva,
a
través
de
una
cuidadosa
anamnesis,
exámenes
clínicos
y
mentales.
Realizar
el
diagnóstico
de
una
demencia
en
etapas
tardías
es
una
tarea
que
no
reviste
mayores
dificultades,
ya
que
a
determinada
altura
del
curso
del
síndrome
demencial
las
funciones
cognitivas
se
han
deteriorado
significativamente
y
las
condiciones
patológicas
se
hacen
clínicamente
indistinguibles.
Es
relevante
realizar
una
detección
precoz,
para
poder
accionar
con
los
tratamientos
de
los
que
hoy
se
dispone
y
así
retrasar
la
aparición
de
los
síntomas
cognitivos
y
conductuales.
Las
diferencias
neuropsicológicas
entre
las
distintas
formas
de
demencia
pueden
ser
observadas
en
estadios
tempranos,
antes
de
que
el
proceso
patológico
sea
lo
suficientemente
extenso
como
para
hacerlas
desaparecer.
Los
patrones
de
disfunción
cognitiva
en
las
demencias
marcan
perfiles
característicos
de
funciones
cognitivas
conservadas
y
alteradas,
los
cuales
ayudan
en
la
tarea
de
diferenciar
los
distintos
tipos
de
demencia.
El
perfil
nos
marca
que
determinadas
áreas
cerebrales
están
intactas
y
permite
inferir
dónde
puede
localizarse
la
patología.
3
Es
en
estos
casos,
en
los
que
se
presenta
la
posibilidad
de
cumplir
una
función
casi
docente
(explicando
qué
ocurre
con
las
funciones
cognitivas
durante
el
envejecimiento,
proveyendo
estrategias
para
compensar
las
dificultades)
y
por
supuesto,
preventiva
y
de
diagnóstico
precoz,
que
es
a
lo
que
se
aspira.
Luego,
los
otros,
los
casos
en
que,
con
pérdida
de
insight
(consciencia
de
enfermedad)
o
sin
ella,
concurren
con
cónyuges,
o
hijos,
o
nueras,
a
veces
amorosos,
otras
no,
dependiendo
de
la
historia
familiar
previa.
Situación
que
remite
a
una
dependencia,
a
menudo
vivida
como
humillante
y
dolorosa.
El
neuropsicólogo
debe
comprender
todo
el
contexto,
ofrecer
una
escucha,
acoger
al
paciente
para
que
se
tranquilice
y
sienta
que
está
acompañado,
que
queremos
ayudarlo,
no
sancionarlo
por
sus
dificultades.
Sucede,
no
pocas
veces,
que
si
uno
logra
una
buena
conexión
con
el
paciente,
cuando
regresan
a
recontrol
neuropsicológico,
olvidan
la
situación
de
prueba,
qué
fue
lo
que
hicieron,
pero
nos
recuerdan
a
nosotros.
Porque
el
encuentro
quedó
bañado
de
una
connotación
emocional
positiva,
que
se
relaciona
con
otra
área
cerebral
(que
es
el
sistema
límbico)
independiente
de
la
corteza,
por
lo
cual
el
recuerdo
adviene,
y
con
su
cualidad
de
placentero.
Tampoco
debemos
olvidar
al
cuidador.
El
también
requiere
de
nuestra
escucha.
Porque
necesita
intercambiar
con
un
profesional
que
conozca
aquello
por
lo
que
está
atravesando,
que
lo
contenga,
que
lo
oriente
y
lo
cuide
a
él
también.
Sabemos
que
cuando
hay
un
paciente
demente
y
un
cuidador
primario
que
se
hace
cargo
de
él,
tenemos
dos
pacientes:
un
paciente
demente
y
otro
silencioso
que
experimenta
la
llamada
“sobrecarga
del
cuidador”.
Se
ha
definido
la
carga
como
el
conjunto
de
problemas
físicos,
mentales
y
socioeconómicos
que
experimentan
los
cuidadores
de
enfermos
crónicos,
y
que
pueden
afectar
a
sus
actividades
de
ocio,
relaciones
sociales,
amistades,
intimidad,
equilibrio
emocional
y
libertad
(7).
La
escala
de
Zarit
(8)
fue
desarrollada
con
la
finalidad
de
medir
el
grado
en
que
el
cuidador
percibía
que
su
trabajo
de
asistencia
al
enfermo
con
demencia
alteraba
su
propia
salud
física
y
emocional
así
como
su
situación
económica.
Los
cónyuges
de
enfermos
con
Alzheimer
muestran
una
prevalencia
alta
de
depresión
(25%
frente
a
un
6%
en
el
grupo
de
control),
que
asciende
hasta
un
32%
durante
el
seguimiento
de
5
años
realizado
por
Kiecolt-‐
Glaser
y
colaboradores
(9).
Draper
y
colaboradores
(10)
han
demostrado
que
el
grado
de
sobrecarga
se
correlaciona
significativamente
con
la
morbilidad
psicológica
en
los
cuidadores
de
enfermos
de
Alzheimer.
En
nuestro
país,
en
general,
no
se
tiende
a
institucionalizar
al
paciente
demente
hasta
muy
avanzada
la
enfermedad,
cuando
hacen
su
aparición
síntomas
conductuales
que
se
tornan
inmanejables
en
el
ámbito
del
hogar
y
perturban
francamente
la
dinámica
familiar.
Debemos
entonces,
estar
muy
atentos
a
quien
cuida,
y
pasa
la
mayor
parte
del
tiempo
con
el
enfermo.
Ya
que,
dado
que
se
trata
de
una
enfermedad
larga
y
progresiva,
está
muy
expuesto
por
el
estrés
excesivo
y
crónico,
por
ejemplo,
a
enfermedades
somáticas,
dado
que
su
sistema
inmunológico
se
debilita.
Estar
atentos
significa
aconsejar,
brindar
pautas,
estrategias,
indicar
apoyo
psicológico,
orientar
hacia
la
búsqueda
de
redes
de
apoyo
y
contención,
propiciar
que
dentro
de
la
situación
pueda
tener
una
vida,
al
margen
del
enfermo.
5
Baterías
de
Test
específicos
para
evaluación
neuropsicológica
de
las
demencias:
Examen
básico
inicial:
Al
iniciar
la
evaluación
neuropsicológica
en
demencia,
habitualmente
se
utilizan
tests
breves,
de
administración
rápida
que
permitan
al
examinador
situarse
respecto
del
funcionamiento
cognitivo
del
paciente.
Uno
de
los
tests
de
evaluación
rápida
que
más
se
utiliza
es
el
Examen
del
Estado
Mental
Mínimo
(MMSE)
(11)
de
Folstein
.Es
el
test
cognitivo
abrevado
de
mayor
validez
y
difusión
internacional.
Si
bien
es
adecuado
para
un
rastreo
inicial
de
alteraciones
cognitivas,
no
puede
sustituir
una
evaluación
neuropsicológica
completa
en
tanto
presenta
limitaciones,
como
su
“falta
de
sensibilidad”
para
evaluar
pacientes
con
distintos
grados
de
severidad
y
su
“alcance
limitado”
ya
que
evalúa
solo
algunos
dominios
cognitivos,
y
deja
de
lado
por
ejemplo
la
evaluación
de
funciones
ejecutivas.
Un
resultado
por
debajo
del
punto
de
corte
sugiere
deterioro
cognitivo,
pero
un
resultado
normal
no
permite
descartar
un
eventual
deterioro.
Su
puntaje
máximo
es
de
30
y
su
valor
de
corte
24.
Sin
embargo,
se
recomienda
utilizar
como
valor
de
corte
26,
como
en
la
mayoría
de
los
estudios
internacionales
En
nuestro
país
se
cuenta
con
normas
locales
(Garau
y
cols)(
12)
y
se
sugiere
la
versión
aceptada
por
el
C.A.E.D.
(Consortium
Argentino
para
el
Estudio
de
las
Demencias).
Se
pueden
ver
instrucciones
para
su
administración
del
Grupo
de
Neuropsicología
de
la
Sociedad
Neurológica
Argentina.(13)
Ha
sido
publicado
recientemente
un
artículo
(14)
acerca
del
Addensbrooke´s
Cognitive
Examination
(ACE),
una
batería
breve
para
detectar
demencia
y
para
diferenciar
una
probable
Enfermedad
de
Alzheimer
de
una
posible
Demencia
Frontotemporal.
El
ACE
evalúa
seis
dominios
cognitivos.
Su
puntuación
máxima
obtenible
es
100:
orientación
(10),
Atención
(8),
Memoria
(35),
Fluencia
Verbal
(14),
Lenguaje
(28)
y
Habilidades
Visuoespaciales
(5).
Permite
calcular
los
30
puntos
del
MMSE,
ya
que
se
incluyen
en
el
cuestionario.
Permite
evaluar
el
aprendizaje
serial
y
agrega
el
examen
de
fluencia
verbal
y
amplía
el
de
lenguaje:
suma
10
objetos
más
a
la
prueba
de
denominación,
evalúa
más
profundamente
la
lectura
de
palabras
e
incluye
una
prueba
de
comprensión
más
exigente.
Respecto
de
las
funciones
visuoespaciales,
además
de
los
pentágonos
cruzados
del
MMSE,
se
pide
al
paciente
el
dibujo
de
un
cubo
y
de
un
reloj.
También
el
C.A.E.D(6)
ha
sugerido
como
instrumentos
de
evaluación
global:
En
el
caso
de
Demencia
Tipo
Alzheimer,
la
Escala
de
Evaluación
para
la
enfermedad
de
Alzheimer
(A.D.A.S.,
1984)
(15)
para
la
cual
se
dispone
de
normativa
local
(Mangone
y
cols.,
1995)(16)
que
evalúa
principalmente
lenguaje,
memoria
y
praxias.
Es
una
escala
de
fácil
y
rápida
administración,
aún
en
estadios
avanzados
de
demencia
y
se
ha
impuesto
internacionalmente.
Compuesta
por
subescalas
cognitiva
y
de
memoria:
La
subescala
cognitiva
se
compone
de
9
tests.
Siendo
la
suma
de
errores
de
cada
test
el
puntaje
del
mismo.
El
score
máximo
de
la
subescala
cognitiva
es
de
48
puntos.
Y
los
puntajes
más
elevados
indican
peor
rendimiento,
dado
que
esta
escala
valora
errores.
Los
tests
que
componen
la
subescala
cognitiva
son:
1-‐ Nominación:
se
presentan
12
objetos
“reales”
no
dibujos
para
su
denominación,
seleccionados
según
alta,
mediana
y
baja
frecuencia
de
uso
2-‐ Comprensión
de
órdenes
3-‐ Praxias
ideatorias
4-‐ Orientación
5-‐ Fluidez
y
claridad
del
lenguaje
hablado
6-‐ Comprensión
del
lenguaje
hablado
7-‐ Dificultad
en
hallar
la
palabra
adecuada
8-‐ Recuerdo
de
las
órdenes
del
test
9-‐ Praxias
constructivas
6
La
Escala
GDS
establece
7
posibles
estadios:
1-‐
Ausencia
de
Déficit
Cognitivo;
2-‐
Déficit
Cognitivo
muy
leve;
3-‐
Déficit
Cognitivo
Leve;
4-‐
Déficit
Cognitivo
Moderado;
5-‐
Déficit
cognitivo
moderadamente
severo;
6-‐
Déficit
Cognitivo
severo;
7-‐
Déficit
cognitivo
muy
severo.
La
Escala
Clinica
de
Demencia
–
CDR
(Clinical
Dementia
Rating)(23)establece
5
estadios
posibles,
en
base
al
rendimiento
en
seis
áreas
de
funcionamiento
cognitivo
y
conductual
(Memoria,
Orientación;
Juicio
y
resolución
de
problemas,
Asuntos
cotidianos,
Hogar
y
Obvies).
Los
estadios
son:
0=Normal
,
0,5=Demencia
Cuestionable,
1=Demencia
Leve,
2=Demencia
Moderada
y
3=Demencia
Severa
La
Escala
de
Demencia
de
Blessed
y
col.
publicada
en
1968(24)
para
cuantificar
la
capacidad
de
los
pacientes
dementes
para
llevar
a
cabo
las
tareas
de
la
vida
diaria,
se
validó
llevando
a
cabo
comparaciones
entre
las
puntuaciones
obtenidas
en
este
test
y
el
número
de
placas
seniles
observadas
en
las
autopsias
de
los
mismos
sujetos,
obteniéndose
correlaciones
altamente
significativas.
Las
funciones
evaluadas
son:
cambios
en
la
ejecución
de
las
actividades
de
la
vida
diaria,
en
los
hábitos,
en
la
personalidad
y
en
la
conducta.
Las
puntuaciones
superiores
a
4
indican
la
presencia
de
deterioro
cognitivo.
Hasta
aquí
una
evaluación
básica,
para
luego
utilizar
en
las
áreas
en
las
cuales
se
detectaron
fallas
pruebas
más
exigentes,
sensibles
y
específicas
para
cada
dominio
cognitivo.
Complementando
la
batería
neuropsicológica,
luego
de
una
primera
aproximación:
Dado
el
deterioro
del
rendimiento
intelectual
característico
de
la
Demencia,
será
necesario,
en
los
casos
en
que
sea
posible,
es
decir,
en
el
inicio
temprano,
medir
el
rendimiento
intelectual
global.
Para
ello
contamos
con
la
Escala
de
Inteligencia
para
Adultos
de
Wechsler
–
3ra.
Edición
-‐
WAIS-‐III
(25).
Los
subtests
Vocabulario
e
Información
son
especialmente
útiles
ya
que
nos
permiten
estimar
el
nivel
premórbido
del
paciente
y
compararlo
con
su
nivel
actual.
La
evaluación
deberá
comprender
áreas
cognitivas
como
Memoria
verbal
episódica
inmediata
y
diferida;
Reconocimiento
verbal
inmediato
y
diferido;
Memoria
visual
inmediata
y
diferida;
Memoria
Semántica;
Memoria
de
Trabajo;
Lenguaje;
Pensamiento
abstracto;
Atención
sostenida;
Atención
selectiva;
Atención
ejecutiva;
Fluencia
verbal
fonológica;
Fluencia
verbal
semántica;
Visuoconstrucción;
Visuoespacialidad.
A
continuación
hacemos
referencia
a
posibles
técnicas
para
evaluar
síntomas
psiquiátricos,
actividades
de
la
vida
diaria,
estrés
del
cuidador,
y
cada
dominio
cognitivo
en
particular:
Trastornos
psicológicos
y
del
comportamiento
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