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INTRODUCCIÓN A EZEQUIEL

A. INTRODUCCIÓN

Para muchos cristianos el libro de Ezequiel es un libro casi desconocido, salvo unos pocos pasajes
conocidos (por ejemplo, la visión del templo y el valle de los huesos secos). Es comprensible que
el creyente evite el libro, ya que es fácil renunciar a leerlo después de solo mirar el primer
capítulo, con la visión de luces refulgentes y criaturas extrañas y ruedas con ojos. Además, si se
intentara leer un poco más adelante en el libro, se encontraría el lector con una serie de
mensajes, los cuales, sin estar plenamente informado del contexto histórico, suenan muy ajenos
a nuestra realidad.

Sin embargo, el creyente pierde al no leer Ezequiel, ya que en un mundo materialista como lo es el
nuestro, necesitamos la visión de Ezequiel del Dios todopoderoso, requerimos ver el pecado como
Dios lo ve, tenemos que saber que Dios es Dios. Además, Ezequiel ejerce gran influencia en el
Nuevo Testamento (Mt. 18:12-14; Jn. 10:12-14) y especialmente en el libro de Apocalipsis.

B. EZEQUIEL, EL HOMBRE

Ezequiel (heb. "Dios fortalece") fue un descendiente de una influyente familia sacerdotal hebrea
(familia de Sadoc - Ez. 1:3). Muy probablemente él se crió en Jerusalén y estaba muy familiarizado
con el ritual del templo, aunque probablemente nunca ejerció funciones como sacerdote. Durante
la segunda invasión de Nabucodonosor (597 a.C.) fue llevado junto con otros miles de judíos al
cautiverio en Babilonia. Fue conducido a una región llamada Telabib (3:15), cerca del río Quebar
(1:1), allí vivía con su esposa. Pasados cinco años de cautiverio (593 a.C.) recibió el llamado divino
al ministerio profético (1:2), el cual ejerció aproximadamente durante veintidós años (571 a.C.).

Ezequiel poseía una personalidad atractiva, era muy sensible con una imaginación artística y
creativa, incluso se le considera un místico por su naturaleza. El profeta Ezequiel ha sido llamado
"el primero dogmático del Antiguo Testamento", "el Calvino del Antiguo Testamento", "el hombre
más influyente en el curso de la historia del pueblo hebreo", y algunos le consideran junto a Esdras
como el Padre del judaísmo posexílico. Se ignora la fecha y el lugar de la muerte de Ezequiel.

C. AUTOR Y FECHA

La gran mayoría de los estudiosos a través de la historia han aceptado a Ezequiel como autor del
libro que lleva su nombre, la redacción dataría del 570 a.C. Aproximadamente, unos pocos
eruditos han puesto en duda la paternidad de Ezequiel y han dicho que el libro es obra de un autor
que vivió alrededor del 200 a.C., pero tal teoría no ha ganado apoyo entre los estudiosos. Otros
han desmembrado el libro, atribuyéndole a Ezequiel sólo una séptima parte. Ante esta hipótesis,
el erudito de fines del siglo XIX, S.R. Driver, ya respondió diciendo: "No surgen problemas críticos
en relación con la paternidad literaria de este libro, pues todo, desde el principio hasta el fin, lleva
inequívocamente el sello de una sola mente". D. FONDO HISTÓRICO
Ezequiel vivió en días de gran agitamiento internacional. El imperio babilónico había logrado
dominar el Mundo Antiguo, derrotando a los Asirios y Egipcios. Judá estaba desde el 605 a.C. en
manos caldeas, y desde ese año el rey Joacim había sido puesto por el propio Nabucodonosor, en
598 había sido depuesto y reemplazado por Joaquin. Por fin en 597 Joaquin y otros 10.000 judíos,
preferencialmente de la aristocracia, eran llevados cautivos a Babilonia, entre ellos iba el
sacerdote Ezequiel.

El evento histórico central que ocupó la atención del ministerio profético de Ezequiel fue la caída
de Jerusalén, ocurrida en 586 a.C. El profeta fue el atalaya de Dios a los cautivos en Babilonia. Allí
tenía la difícil tarea de inculcar en los exiliados la idea de que debido a su propia pecaminosidad
había sobrevenido la calamidad.

E. ESTRUCTURA Y CONTENIDO

El libro de Ezequiel es muy ordenado y por tanto fácil de estructurar. I Llamamiento del
profeta (1:1-3:21)

II Profecías de juicio contra Judá y Jerusalén (3:22-24:27)

III Profecías de juicio contra naciones extranjeras (25:1-32:32) IV Profecías de la restauración


de Israel (33:1-39:29)

V Visión de la comunidad restaurada (40:1-48:35)

El contenido del libro puede ser estudiado no solo temáticamente, lo cual por el bosquejo vemos
que no es nada dificultuoso, sino también cronológicamente. El propio autor fechó claramente
sus profecías, lo cual permite una división en antes y después del 586 a.C. (fecha de la caída de
Jerusalén). Capítulos 1-24 cubren el ministerio de Ezequiel en el período anterior al 586 a.C.,
mientras que lo capítulos 33-48 representan su ministerio en la etapa posterior al 586 a.C. Los
capítulos 25-32 (oráculos contra las naciones extranjeras) funcionan como una transición entre las
dos divisiones principales del libro.

Los dos grandes temas que se observan al estudiar el libro son: a) La destrucción de Jerusalén, la
cual es introducida por el llamamiento y misión del profeta; y b) La restauración de la nación. En
medio de ambos temas hay un pequeño oráculo destinado al juicio de las naciones extranjeras.

F. ASPECTOS LITERARIOS

El estilo en general hace menos accesible la lectura en comparación a las obras de Isaías y
Jeremías. La abundancia de metáforas, visiones, acciones simbólicas y parábolas, tiende a
desanimar al lector especialmente si no se está familiarizado con el contexto histórico. En la
profecía de Ezequiel hay muchos arameísmos, lo que es razonable en vista de que el profeta vivió
muchos años en un país en que se hablaba el arameo. Ezequiel escribe con clara tendencia
analítica, lo cual le hace seguir una figura hasta la última inferencia posible de ella, no dejando de
mencionar cada detalle.

La interpretación de Ezequiel es dificultosa debido a la abundancia de visiones apocalípticas. La


figura apocalíptica puede definirse como una representación grotesca y fantástica de una
alegoría, parábola o fábula. De acuerdo con las reglas de interpretación en las figuras apocalípticas
no debe ponerse el énfasis en los detalles de la estructura de la figura, antes bien se debe buscar
la lección general del pasaje. Además, por el hecho de que se trata de lenguaje figurado no se
debe creer que las figuras espirituales que vio el profeta tengan la forma que aparentemente
tienen en la descripción apocalíptica que de ellas se hace.

G. ENSEÑANZAS DEL LIBRO

El estudio diligente de la profecía de Ezequiel arroja resultados incomparables, en el texto


podemos hallar las siguientes enseñanzas:

1. La soberanía y omnipotencia de Dios. Esto lo vemos al considerar el hecho de que el


simbolismo de Ezequiel recalca la trascendencia del Señor, esto con el fin de aclarar que la
soberanía y omnipotencia de Dios no pueden ser limitadas ni siquiera por el fracaso del pueblo
(Ez., caps. 1; 5; 7).

2. La realidad del juicio y la ira de Dios. Como ningún otro profeta Ezequiel acentúa la
inevitabilidad del juicio y la ira de Dios sobre su pueblo pecador (Ez., caps. 5; 7; 20).

3. El pecado que domina al pueblo. Ezequiel pone de relieve la realidad del pecado que domina
al pueblo escogido en muchos momentos de su historia (Ez., caps. 16; 20; 23).

4. La responsabilidad humana por el pecado. Cada individuo es responsable por sus propios
actos pecaminosos (Ez., cap. 18).

5. La restauración del pueblo como un acto de la gracia de Dios. Para Ezequiel la promesa de
restauración es un acto misericordioso y gratuito de Dios, lo cual conduce al pueblo al
arrepentimiento (Ez. 36:16-32).

6. El amor de Jehová que busca a sus ovejas perdidas (Ez. 18:32; cap. 34).

7. Pacto renovado. Ezequiel esperaba la renovación del pacto de Dios con su pueblo (Ez. 36:25-
27).
8. Adoración ideal en un templo ideal. Como sacerdote, Ezequiel está imbuido en la idea de la
adoración, la cual esperaba se llevara a cabo en una tierra libre de impurezas y con un templo, un
culto, sacrificios y otras expresiones de la religión, totalmente renovadas (Ez., caps. 40-48).

En los capítulos 1-3 del libro de Ezequiel tenemos el relato del llamamiento del profeta, el cual se
describe en forma de una visión apocalíptica. Los hechos narrados ocurren en junio-julio del 592
a.C., que era el quinto año de la deportación del rey Joaquin. El río Chebar donde Ezequiel tuvo
sus visiones, no se conoce, pero era probablemente uno de los numerosos canales que abundan
en Mesopotamia. La visión de la gloria de Dios que tuvo Ezequiel (1:4-28) forma la base para el
resto de la profecía de Ezequiel, e incluso, para toda la experiencia posterior del profeta. Luego en
2:1-3:27 tenemos la comisión que recibió Ezequiel. En ella Dios no ocultó al profeta que su
predicación tendría poca aceptación, sin embargo esto, Ezequiel debería ser un atalaya al pueblo.

Las profecías registradas en los capítulos 8 al 10 se fechan en el año 591 a.C., exactamente un año
y dos meses después del llamamiento del profeta. Cuando el profeta pronunció esta serie de
profecías, estaba en su casa, habiéndose reunido delante de él los ancianos de Judá (que estaban
en el cautiverio), quienes evidentemente habían venido con el propósito de consultar la palabra
de Jehová por boca del profeta. En

8:2-18, Ezequiel describe las abominaciones que habían en el templo. Luego en 9:1-11 se registra
la ejecución del inevitable juicio de Jehová sobre el pueblo. Por último, en el capítulo 10 se relata
la preparación para la partida definitiva y final de la gloria de Dios y la destrucción de la ciudad.

La profecía de 11:16-25 pronunciada en la misma ocasión que la anterior es un mensaje de


esperanza para los desterrados. El cautiverio no será permanente, los cautivos regresarán un día a
su tierra, y la nación será renovada. Por el momento la gloria de Jehová debe abandonar la
ciudad, y el profeta debe comunicar estas verdades al pueblo.

En los capítulos 12-16; 18, el profeta trata de las objeciones de los hombres que creían que la
presente tempestad pasaría, que no verían calamidad frente a ellos, y que sostenían que Dios
jamás repudiaría a su pueblo. Mediante acciones simbólicas, alegorías y parábolas, Ezequiel les
demuestra la necesidad moral de la cautividad. En 12:1-20 el profeta da dos representaciones
simbólicas de huida desde la ciudad asediada, ellas son, el proveerse de aparejos de marcha (12:1-
16) y el comer y beber con temblor (12:17-20). Luego hay una disputa con los falsos profetas en
12:21-14:23. En el cap. 15 el profeta presenta a Israel como una viña estéril y luego en el cap. 16
con una detallada alegoría recuerda la dilatada historia de Israel de infidelidad a su divino esposo.
Finalmente en el cap. 18 Ezequiel procede a responder a objeciones contra el castigo divino
mediante un análisis de la responsabilidad individual.
En Enero del 587 a.C., el día en el que comenzó el asedio y la captura de Jerusalén, el Señor dio al
profeta una alegoría actuada (24:1-14) para proclamar con respecto al asedio y a la definitiva
captura de la ciudad. Tenía que disponer una olla herrumbrosa (Jerusalén) sobre el fuego, llenarla
con agua, y echar trozos de carne (los habitantes de Jerusalén) en ella. Luego debía amontonar
combustible debajo de ella para hacerla hervir (el asedio y su severidad). Posteriormente debía
sacar indiscriminadamente trozos de carne de la olla (la dispersión). Finalmente debía poner la
olla vacía sobre carbones a fin de que su herrumbre y su suciedad pudieran ser fundidas y
consumidas (los juicios purificadores).

En 24:15-24 se registra la muerte de la esposa de Ezequiel. El Señor le reveló al profeta que su


esposa moriría repentinamente, y que él no tenía que dedicarse a la acostumbrada práctica del
duelo. Tenía que ser así un símbolo de la desesperanza del pueblo ante el destino de su amada
ciudad de Jerusalén.

El anuncio de la caída de la ciudad de Jerusalén había de venir a Ezequiel, que se hallaba en


Babilonia, por un refugiado, escapado de la destrucción que había de venir sobre la ciudad. En ese
día se abrirá tu boca, le dice Jehová, lo que probablemente se refiere, no a una mudez actual, sino
a la cesación de su ministerio público después de la destrucción de la ciudad. Luego el profeta
podría hablar públicamente otra vez, para anunciar su nuevo mensaje de la restauración de la
ciudad, y del pueblo a ella (24:25-27).

El cap. 28 de Ezequiel destina sus primeros diecinueve versículos a un oráculo contra el rey de Tiro
y a una endecha por su destrucción. En el juicio que se pronuncia contra el rey o "príncipe" de Tiro
en estos versículos no se implica que él sólo haya sido el responsable de la destrucción de la
ciudad, sino que él representaba al extremado orgullo, el egoísmo y la desmedida confianza en sí
mismo que caracterizaba la vida del pueblo de Tiro. En los versículos 1-10 se describe el carácter
del rey de Tiro, y se predice su muerte. En los siguientes versículos (11-19) se hace lamentación
por el rey de Tiro. Este lamento continúa en el mismo tono de ironía que se advierte en los
versículos 1-10.

Algunos de los primeros padres de la iglesia interpretaron este oráculo contra el rey de Tiro como
teniendo una referencia última a la caída de Satanás o del anticristo, de este modo esta sección
tendría su paralelo en Isaías 14:4-20 (oráculo contra el rey de Babilonia). Este punto de vista sigue
siendo mantenido por algunos grupos evangélicos en la actualidad.

El contexto a la profecía de 34:11-31 es el mensaje que Ezequiel dirigió contra los pastores de
Israel (34:1-10), los cuales no habían sido fieles en guiar al pueblo por las sendas de Jehová. En
vista de que los pastores (gobernantes y líderes religiosos) han faltado a su deber, Jehová mismo
será el pastor del pueblo, y se encargará de su rebaño (34:11-21). Luego hay una profecía de
restauración (34:22-31), en ella se anuncia nuevamente la restauración del pueblo a su tierra,
entre las bendiciones que incluye Ezequiel se cuenta el anuncio de la venida del Gran Pastor
(34:22-24).

El tema de la restauración de Israel continua siendo desarrollado en 36:22-38 Dios restaurará a su


pueblo por causa de su santo nombre, de ese nombre que su pueblo había profanado entre las
naciones, y los devolverá a su propia tierra, dándoles un nuevo corazón, un nuevo espíritu,
purificándolos y limpiándolos; todo lo cual lo hacía para vindicar su santidad entre las naciones.

Una de las porciones mejores conocidas del libro de Ezequiel es la visión del campo de los huesos
secos (37:1-14). Los huesos secos simbolizan la condición de los israelitas en Babilonia. La
pregunta de Jehová: "¿Vivirán estos huesos?", refleja sin duda una cuestión que brotó muchas
veces en los labios de los desterrados mismos. El oráculo del profeta promete la restauración de
la nación. Después que el Señor (a través de Ezequiel) proclama la resurrección nacional de Israel,
viene un acto simbólico de enorme significado. Por el acto de unir dos palos se predice la unión
futura de los dos reinos bajo una sola cabeza, David (37:15-28).

Ezequiel, caps. 38-39: Profecías Escatológicas

El profeta Ezequiel es el único profeta del Antiguo Testamento que predice una invasión de la
tierra santa después de que el pueblo de Dios hubiera sido restaurado y estuviera viviendo en paz
y seguridad.

El enemigo es descrito en términos conocidos por el profeta Ezequiel. Gog (el rey) y Magog (el
pueblo) parecen ser una representación de los escitas, pueblo barbárico que había invadido
Palestina cuando Ezequiel era un niño. Ellos son el compendio de todos los enemigos de Dios, y
especialmente de aquel último gran enemigo escatológico del pueblo de Dios (Ap. 20:7-10), el cual
invadirá la tierra santa al final de los días.

Las fuerzas hostiles a Dios son derrotadas por la intervención divina, y su derrota es tan completa
y absoluta que Ezequiel simbólicamente representa este hecho diciendo que durante siete años
quemaran sus armas y enterraran a sus muertos en un lapso de siete meses.

La comunidad de exiliados estaría muy gozosa al recibir la profecía de la derrota de Gog, ya que
esta le aseguraba que no importaba cuán fuerte fuera el enemigo, el Dios de ellos es aún más
poderoso y puede librarles de toda horda adversaria.

Al presente, no tenemos ninguna pauta bíblica como para determinar quién es Gog, o a qué
pueblo moderno representa Magog, ni menos estamos en condiciones de saber cuándo este
enemigo atacará al pueblo de Dios. Lo que sí es seguro para los creyentes, es que Dios intervendrá
al final de los tiempos y destruirá a las fuerzas hostiles a su pueblo.
Los últimos nueve capítulos de Ezequiel contienen una magnífica visión. En ella el profeta siendo
transportado en una visión extática es llevado a la tierra de Canaán, donde le es mostrado el
nuevo templo y la nueva organización del servicio de Dios, junto con la nueva división de Canaán
entre las tribus de Israel, las cuales han sido reunidas de entre las naciones.

¿Cuál es el significado de la visión? ¿Deben interpretarse estos capítulos literal o figuradamente?


Para responder a estas interrogantes lo primero que es básico entender es el contexto histórico-
literario en que se halla el pasaje. Respecto al contexto histórico debemos entender que una
parte del ministerio del profeta consistió en consolar a los exiliados y recordarles la salvación que
se aproximaba. El exilio era interpretado como un castigo por los pecados del pueblo, pero este
cautiverio tarde o temprano terminaría. Dios no había olvidado sus promesas. Llegaría el día
cuando Israel regresaría a su tierra y rendiría adoración a Jehová. ¿Cómo iba Ezequiel a presentar
estas verdades al pueblo? Siendo sacerdote, sin duda, presentaría estas verdades usando los
símbolos escogidos del servicio sacerdotal.

Acerca del contexto literario, debemos recordar que Ezequiel trató primero de los pecados que
llevaron a la caída de Judá (caps. 1-24), luego anunció la humillación de las naciones vecinas
hostiles (caps.

25-32). A continuación presentó la gloriosa restauración de su pueblo a su tierra (caps. 33-39), allí
incluyó,

la regeneración del pueblo (36:22-32), la morada de Jehová en medio de la nación para siempre
(37:26-28) y la destrucción de los enemigos del pueblo (38:17-39:16). Como un profeta práctico,
bajo la dirección divina, la siguiente preocupación del vidente era la de dar atención a la
organización de la vida religiosa en la comunidad restaurada (caps. 40-48).

Es evidente que el profeta nunca tuvo la intención de que los capítulos 40-48 fueran considerados
como una descripción literal. El capítulo 47 es un claro ejemplo de la imposibilidad de una
interpretación literal (un río saliendo del templo para hacer fértil a la tierra santa). Además ciertos
principios del Nuevo Testamento son un formidable obstáculo a una interpretación literal. Por
ejemplo si hay sacrificios literales (45:15-25), ¿qué de la expiación que cumplió nuestro Señor y
que anuló todos los sacrificios para siempre? (He. 10:18).

Por tanto, la profecía de Ezequiel debe considerarse como una verdadera predicción sobre el reino
de Dios, representado en cuadro por un templo y su ambiente. La visión que fue expresada bajo
símbolos bien conocidos por el profeta y por la comunidad de cautivos, posee un valor más bien
mesiánico, pero con la bendición de que servía a los cautivos como inspiración para creer que la
reedificación del templo era posible. El gran mensaje de los capítulos 40-48 es declarar que
vendrá un futuro en el cual Dios habitará en santidad con su pueblo.

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