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5 CUENTOS

El cántáro de porceláná
Esta es la historia de Carmencita, una niña que tenía un bellísimo
cántaro porcelana con el que siempre iba en busca de agua a la
fuente. Una de sus amigas en una ocasión susurró:
– ¡Pensará ella que ese cántaro que tiene esta hecho de oro!
¡Cómo se vanagloria de él!
Uno de esos días que regresaba de la fuente con su cántaro lleno
de agua, se encontró con una mendiga que le dijo:
– Ay mi niña serías tan amable de dejarme tomar un poco de esa agua que llevas ahí.
– Perdóneme señora, pero no ve usted lo bello que es mi cántaro para dejar beber a una mendiga de él –
le respondió Carmencita a la anciana.
Ante aquella respuesta, la señora que era un hada disfrazada, convirtió a la niña en una rana.
– ¿Qué es lo que me está pasando? Croak, croak, decía una y otra vez Carmencita.

“El árbol mágico”


La historia comienza cuando un niño indio va con su padre a pescar.
Junto al río el progenitor le muestra a su hijo la mejor manera de
atrapar a un pez, pues aun el pequeño no conocía las habilidades y
estrategias de este arte aborigen.
Tras escuchar las lecciones y pasar un rato intentándolo, el niño atrapó
un pez de considerable tamaño y su padre, teniendo en cuenta el apetito
que ambos tenía, le propuso cocinarlo.
Ambos prepararon un pequeño fogón, improvisado a partir de leña
seca, la cual prendieron y dejaron que se convirtiera en brasas de
manera que el pescado se asara y quedara perfecto para comer juntos.
En post de aprovechar el tiempo y de atrapar otros peces para cenar, el padre dijo a su hijo:
-Quédate aquí y vigila al pez. Cuando esté dorado me avisas-le dijo.
Atento, el niño contempló la comida hasta que esta estuvo tal como su padre le había explicado. Al notar
cómo el pez estaba dorado el niño llamó a su padre, quien, tal vez olvidado de su encomienda, le pidió que
se callara pues con sus gritos ahuyentaba a los peces.
¡Papá! –repitió el niño indio varias veces sin obtener más que regaño y réplicas de ¡cállate!
Ante el rechazo de su padre y ver que el pescado se iba a quemar, el pequeño indio intentó sacarlo de las
llamas con un rama. Sin embargo, este intento resultó fallido.

El pescádor y lá sirená
En unos a arrecifes cercanos a la costa norte de Alemania vivía una sirena de
extraordinaria belleza que con su voz y el collar de perlas que lucía en su
cuerpo encantaba a los pescadores hasta hacer naufragar sus barcos.
Lo cierto es que como todos los que se acercaba a ella, morían hundidos en sus
embarcaciones nadie sabía acerca de su existencia y desconocían el por qué de
aquellos hundimientos.
Solo un hombre, un viejo pescador había logrado percatarse de la causa de ese misterio, y día tras día
espiaba a la sirena, en un intento de conocer sus rutinas y sus poderes.
Un día, cuando el anciano sentía que la muerte lo atrapaba, llamó a su único hijo y le comentó acerca de
su descubrimiento y los terribles poderes de los que era portadora la sirena. De tal forma, le hizo
prometer al chico que tras su muerte alertaría a todos los pescadores y, sin contarles de la sirena, evitaría
que los pescadores se acercaran a los arrecifes.
Aterrado por lo relatado por su padre y en post de cumplir su promesa, el joven prudentemente dijo al
resto de los pescadores que no fuesen a pescar a esa zona. Nunca explicó exactamente el por qué, pero lo
cierto fue que tras el avisa, las naves se alejaron de esos arrecifes y los naufragios dejaron de suceder.
Sin embargo, el joven temía que alguien pasara del aviso o no lo conociera. Por eso, lo que debía era
atacar el problema desde la raíz y para ello debía encontrar a la sirena y terminar con la fuente de sus
poderes.
Después de varios días espiando los arrecifes donde merodeaba la sirena, en un intento de atraparla, se
dio cuenta que aquella criatura era muy escurridiza pues nunca la veía.
En una ocasión, cuando ya casi se daba por vencido, vio un libro abierto sobre unas rocas y lo tomó. En
realidad no sabía leer y como era de esperar no podía comprender lo que allí había escrito, por lo que
pretendía dejarlo tirado allí. De repente alguien le gritó:
-¡Déjalo ahí, ese libro es mío! ¡Déjalo o te acordarás de mí!

Simplon el Generoso
Este cuento tiene como escenario una granja donde vivía una
pareja de granjeros con sus tres hijos y versa acerca de la
generosidad y los resultados que esta propicia a quienes la llevan
en su corazón.
Simplón es el protagonista de este cuento y era el hermano
menor de otros dos varones, al tiempo que por su forma de ser
hacía alusión a su nombre y devenía en el centro de burla de casi
todos.
En la casa de estos jóvenes constituía tarea de ellos buscar la
madera, lo cual correspondía a cada uno por turnos. Un día el hermano mayor fue la bosque en busca de
ramas secas y cuando fue a merendar un anciano le pidió que compartiera con él sus alimentos.
De manera despectiva el muchacho contestó: No, esta merienda mi madre la preparó solo para mí- dijo
sin más.
Al otro día, cuando el segundo hermano de Simplón, fue a talar en busca de leña fresca, volvió a aparecer
el anciano y también le pidió un poco de comida. Por respuesta obtuvo la siguiente:
-No, esta merienda es mía.
Al siguiente amanecer correspondía a Simplón ir a buscar la manera. Como mismo sucedió a sus
hermanos, el anciano le pidió un poco de su merienda al joven. Este sin reparar le dijo que sí y picó un
poco de todo para él.
Ambos comieron y charlaron juntos. Después de saciar su apetito el anciano agradeció a Simplón con un
pato cuyas plumas eran de oro.
Después de eso Simplón salió a caminar con su pato de plumas de oro y llegó hasta una posada donde las
hijas del dueño rebosaban de curiosidad por el pato que portaba el joven.

Ugá lá tortugá
Los valores son las reglas de conducta y actitudes según las cuales nos
comportarnos y que están de acuerdo con aquello que consideramos
correcto. Este cuento, Uga la tortuga, especialmente, fomenta la
perseverancia.
A través de los cuentos, fábulas o poemas los niños aprenden sobre su entorno, potencian su imaginación,
desarrollan la creatividad y generan interés por la lectura.
¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es para menos:
siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para
colmo es una dormilona.
¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le
recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas
secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban
los calurosos días de verano.
-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es
dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un
tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la
recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si
no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo
hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La constancia y
la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo
intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que me ayudara a
comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente
de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar
todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.

6 CANTOS
Letra de la canción de Pin Pon pues come con cuidado
como un buen colegial
Pin pon es un muñeco,
muy guapo y de cartón, de cartón, Apenas las estrellas
se lava la carita comienzan a salir, a salir,
con agua y con jabón, con jabón. Pin pon se va a la cama
se acuesta y a dormir, a dormir.
Se desenreda el pelo,
con peine de marfil, de marfil, Y aunque hagan mucho ruido

y aunque se da tirones con el despertador

no grita y dice ¡uy!, dice ¡uy! Pin Pon no hace caso


y no vuelve a despertar
Pin Pon toma su sopa
y no ensucia el delantal Pin Pon dame la mano
con un fuerte apretón
que quiero ser tu amigo Canta en el karaoke del oso Traposo, la
Pin Pon, Pin Pon, Pin Pon canción PIN PON

LETRA AVE MARÍA.


(CORO)
Ave, Ave María.
Ave, Ave María.

El trece de Mayo, la Virgen María bajó


de los Cielos a Cova de Iría.

(CORO)
Ave, Ave María...

A tres pastorcitos la Madre de Dios


descubre el misterio de su corazón.

(CORO)
Ave, Ave María...

El Santo rosario, Constantes, Rezad,


Y la paz del Mundo el Seño dará.

CANTO A LA MADRE
HOY LE CANTO A LA MUJER
DE PELO BLANCO
LA QUE ME DA SU AMOR SIN CONDICION
A MI MADRE QUERIDA
YO LE CANTO LA CANCIO QUE GUARDABA
DENTRO DEL CORAZON

MADRECITA QUERIDA ES TU AMOR TAN INMENSO


COMO EL AMOR DE DIOS
POR ESO MADRECITA ESTE DIA DE TU SANTO
LAS ESTRELLAS DEL CIELO
BRILLARAN EN TU HONOR

EL CANTO DE LAS AVES Y EL MORMULLO DEL VIENTO


SE UNIRAN A MI VOZ
PARA DECIRTE MADRE QUE TU AMOR
ES TAN GRANDE COMO EL AMOR DE DIOS

MADRECITA QUERIDA ES TU AMOR TAN INMENSO


COMO EL AMOR DE DIOS
POR ESO MADRECITA ESTE DIA DE TU SANTO
LAS ESTRELLAS DEL CIELO
BRILLARAN EN TU HONOR

EL CANTO DE LAS AVES Y EL MORMULLO DEL VIENTO


SE UNIRAN A MI VOZ
PARA DECIRTE MADRE QUE TU AMOR
ES TAN GRANDE COMO EL AMOR DE DIOS...

Canción por la familia


1. Que ninguna familia comience en cualquier de repente
Re
y que ninguna familia se acabe por falta de amor.
La7
La pareja sea el uno y en el otro de cuerpo y de mente
Re
y que nada en el mundo separe un hogar soñador.

Mismos acordes
Que ninguna familia se albergue debajo del puente
y que nadie interfiera en la vida y en la paz de los dos.
Y que nadie los haga vivir sin ningún horizonte
y que puedan vivir sin temer lo que venga después.

Re Mim
La familia comience sabiendo por qué y dónde va
La7 Re
y que el hombre retrate la gracia de ser un papá.
Mim
La mujer sea cielo y ternura y afecto y calor
Re La7 Re
y los hijos conozcan la fuerza que tiene el amor.
Re6 La7
/Bendecid, oh Señor, las familias, amén.
Sol La7 Re
Bendecid, oh Señor, la mía también./

2. Que marido y mujer tengan fuerza de amar sin medida


y que nadie se vaya a dormir sin buscar el perdón.
Que en la cuna los niños aprendan el don de la vida.
La familia celebre el milagro del beso y del pan.

Que marido y mujer de rodillas contemplen sus hijos


y que por ellos encuentren la fuerza de continuar.
Y que en su firmamento la estrella que tenga más brillo
pueda ser la esperanza de paz y certeza de amar.
Tus manos entre las mías
Te Amo Tal vez nos volveremos a ver
Franco de Vita Mañana no se si podre
Así nos hubieran visto, Que estas jugando
Estábamos ahí sentados Me muero si no te vuelvo a ver
Frente a frente. Y tenerte en mis brazos
No podía faltarnos la luna, Y poderte decir
Y hablábamos de todo un poco, Te amo
Y todo nos causaba risa Desde el primer momento en que te vi
Como dos tontos. Y hace tiempo te buscaba
Y yo que no veía la hora Y ya te imaginaba así.
De tenerte en mis brazos Te amo
Y poderte decir Aunque no es tan fácil de decir,
Te amo Y defino lo que siento
Desde el primer momento en que te vi Con estas palabras
Y hace tiempo te buscaba Te amo
Y ya te imaginaba así. Desde el primer momento en que te vi
Te amo Y hace tiempo te buscaba
Aunque no es tan fácil de decir, Y ya te imaginaba así.
Y defino lo que siento Te amo
Con estas palabras Aunque no es tan fácil de decir,
Te amo Y defino lo que siento
Y de pronto nos rodeo el silencio, Con estas palabras
Y nos miramos fijamente Te amo
Uno al otro.

Canto a la Patria
Letra y musica: Juan Luis Guerra

Se oyen tus pasos que hacen buenos caminos


Se oyen tus trinos de majestad
Y la victoria de aquel febrero
Te ha coronado de libertad.

Cantan tus valles, ríos y mares


Mi patria hermosa siempre será
Tu nada temes, no te detienen
Y haces un pacto con la verdad.

Dominicana, fuerte y valiente


Tus hijos cantan de corazón
Abre tus alas, surca los cielos
Tierra de gloria, paz y honor.

Dominicana es tu destino
Ser la más noble, debajo del sol
Alza tus manos de amor eterno
Tierra de paz y gloria, y por siempre
Bendecida de Dios.
6 LEYENDAS
Leyenda del cenote zací

Los cenotes son pozos de agua dulce creados como consecuencia de la


erosión del a piedra caliza. Se encuentran en México.

El cenote Zaci estaba ubicado dentro de una ciudad con el mismo nombre.
Allí vivía una joven llamada Sac-Nicte, que era nieta de una bruja, que
enamorada de Hul-Kin, hijo del cacique del pueblo. Sin embargo, las
familias de la bruja y del cacique eran enemigas, por lo que los jóvenes se veían a escondidas. Cuando el
padre se enteró, envió a Hul-Kin a otro pueblo, a casarse con otra joven. Debido a la tristeza de su nieta,
la bruja hizo rituales para que Hul-Kin regresara, pero fue en vano.

La noche anterior de la boda de Hul-Kin, Sac –Nicte se arrojó al cenote con una piedra atada a su cabello.
En el momento de la muerte de la joven, Hul-Kin sintió un dolor en el pecho que lo obligó a volver a Zaci.
Al enterarse de lo sucedido, se Hul-Kin se arrojó también al cenote y se ahogó. Finalmente los sortilegios
de la bruja habían obtenido una respuesta, y Hul-Kin había regresado para permanecer siempre con Sac-
Nicte.

Leyenda de la luz mala

El origen de esta leyenda se encuentra en una fosforescencia que se ve en cerros y quebradas del
noroeste argentino, durante los meses secos.

La leyenda sostiene que este es el farol de Mandinga (el Diablo con forma humana) y que su aparición
indica sitios donde se esconden tesoros. La luz sería también el espíritu del difunto dueño de los tesoros,
intentando alejar a los curiosos.

El día de San Bartolomé, que es el 24 de agosto, es cuando se ven mejor estas luces.

Leyenda de la princesa y el pastor

Esta leyenda es la base de las leyenda de Qi xi y Tanabata.

La princesa Orihime (también llamada la princesa tejedora), tejía vestidos para su padre (tejía las nubes
del cielo) a orillas del río. Su padre era el rey celestial. Orihime se enamoró de un pastor llamado
Hikoboshi. En un principio la relación se desarrolló sin dificultades, pero luego ambos comenzaron a
descuidar sus tareas por estar tan compenetrados en su amor.

Al ver que esta situación no se solucionaba, el rey celestial los castigó separándolos y convirtiéndolos en
estrellas. Sin embargo, los enamorados pueden volver a verse una noche en el año, el séptimo día del
séptimo mes.

Leyenda de la Mojana

Según la leyenda colombiana, la Mojana es una mujer diminuta que rapta a los niños que se acercan a
sus dominios. Vive en una casa de piedra, debajo del agua, es blanca y tiene larguísimos cabellos
dorados.
Para proteger a los niños de la Mojana es necesario atarlos con un cordón.

Leyenda de la Sallana

Esta es una leyenda mexicana de época colonial.

La Sallana es una mujer que se le aparece y aterroriza a borrachos y chismosas. Esto se debe a que los
chismes arruinaron su vida. Cuando vivía, estaba felizmente casada y tenía un hijo. Sin embargo, llegaron
a sus oídos los chismes de que su marido le era infiel con su madre. Enloquecida, la Sallana asesinó y
descuartizó a su marido, asesinó a su hijo y luego a su madre. Por el pecado de haber asesinado a toda
su familia, está condenada a vagar eternamente sola.

Leyenda de Aka Manto

Esta es una leyenda urbana japonesa. Aka Manto significa “capa roja” en japonés.

Según la leyenda, Aka Manto era una joven humillada por sus compañeras de colegio. Luego de morir,
permaneció en los retretes de mujeres. Cuando una mujer va sola al baño escucha una voz que le
pregunta “¿papel rojo o azul?” Existen diferentes versiones sobre la muerte que le toca a la mujer si elije
rojo o azul, pero en todos los casos es imposible librarse.

2 NOVELAS
La casa donde murió
Camino del pueblo de B..., situado cerca de la capital de una provincia cuyo nombre no hace al caso, íbamos en un
carruaje, tirado por dos mulas, Cristina, su madre, Fernando el prometido de la joven, y yo.
Eran las cinco de la tarde, el calor nos sofocaba porque empezaba el mes de Agosto, y los cuatro guardábamos
silencio. La señora de López rezaba mentalmente para que Dios nos llevase con bien al término de nuestro viaje;
Cristina fijaba sus hermosos ojos en Fernando que no reparaba en ello, y yo contemplaba la deliciosa campiña por
la que rodaba nuestro coche.
Serían las seis cuando el carruaje se detuvo a la entrada del pueblo; bajamos y nos dirigimos a una capilla donde
se veneraba a Nuestra Señora de las Mercedes, a la que la madre de Cristina tenía particular devoción. Mientras
esta señora y su hija recitaban algunas oraciones, Fernando me rogó que le siguiera al cementerio, situado muy
cerca de allí, donde estaba su padre enterrado. Le complací y penetramos en un patio cuadrado, con las tapias
blanqueadas, y en el que se observaban algunas cruces de piedra o de madera, leyéndose sobre lápidas
mortuorias varias inscripciones un tanto confusas. En un rincón vi a una mujer arrodillada, en la que mi compañero
no pareció fijarse al pronto.
Me enseñó la tumba de su padre, que era sencilla, de mármol blanco, y comprendí que no era únicamente por verla
por lo que el joven había llegado hasta allí. Observé que buscaba alguna cosa que no encontraba, hasta que vio a
la mujer, que era una vieja mal vestida y desgreñada, que le estaba mirando atentamente. Fernando bajó los ojos,
y ya iba a alejarse, cuando la anciana se levantó y le llamó por su nombre, obligándole a detenerse.
-¿Qué desea V., madre María? -la preguntó en un tono que quería parecer sereno.
-Lo de siempre -contestó la vieja, en cuya mirada noté cierto extravío-, preguntarte en dónde has ocultado a mi
niña. Diez años hace que te la has llevado, bien lo sé, y hoy me han dicho en el pueblo que vienes aquí para
celebrar tu boda con otra.
-No ignora V., madre María, que su hija murió hace diez años y que yo pagué su entierro para que su hermoso
cuerpo descansase en este campo-santo. A mi vez le pregunto: ¿dónde se encuentra la tumba de la pobre Teresa?
-¿Acaso lo sé yo? Un día vine aquí, busqué la cruz que me indicaba el lugar donde me decían que estaba ella, y
¿sabes lo que vi? Un hoyo vacío, y un poco más lejos la tierra recientemente removida. Había cumplido el plazo, y
como nadie cuidó de renovarlo y pagar, aquel rincón no pertenecía ya a mi hija y la habían echado a la fosa donde
arrojan a los pobres, a los que entierran de limosna.
-¡Pero eso es una infamia! Yo envié dinero para esa renovación -exclamó Fernando.
-No digo que no, pero la persona a quien tú escribiste estaba gravemente enferma, en dos meses no abrió tu carta
y entonces ya era tarde.
El joven bajó la cabeza y no replicó.
-¿Con quién te casas? -le preguntó la vieja.
-Con la señorita Cristina López.
-¿Y cuándo te casas?
-Dentro de tres días.
-Eso será si Teresa lo consiente; ella es tu desposada y no tardará en venir a buscarte.
-Madre María -dijo con tristeza el joven-, Teresa no puede venir; los muertos no salen de los sepulcros.
-Ya me lo dirás mañana temprano; por hoy vete en paz.
-Adiós -murmuró Fernando, dirigiéndose hacia la salida del cementerio, donde yo le seguí.
-Sin duda te habrá extrañado lo que acabas de ver y oír -me dijo apenas estuvimos fuera-; pero no será así cuando
te cuente esa historia de los primeros años de mi juventud, que deseo conozcas en todos sus detalles. Vamos
ahora con Cristina y su madre, que sin duda nos esperan ya; y luego, mientras ellas visitan la casa que hemos de
habitar y en la que está mi tía, la futura madrina de mi boda y por la que hacemos hoy este viaje, lo sabrás todo.
Cristina y su madre nos esperaban, en efecto, y juntos nos dirigimos a casa de la tía de Fernando, que estaba
situada en la plaza del pueblo, haciendo esquina a una calle estrecha y sombría, en la que, sin saber por qué, entré
con una profunda tristeza.
La tía del joven no me agradó; era una señora de unos cincuenta años, alta, delgada, con ojos grises muy
pequeños, nariz larga que se inclinaba hacia su barba puntiaguda, y cabellos casi blancos recogidos en una gorra
de color oscuro. Estaba muy enferma, y como había servido de madre a Fernando, este había suplicado a la
señora de López que la boda se celebrase en el pueblo, para evitar a su tía las molestias de un viaje que, aunque
corto; hubiera sido sumamente penoso para ella.
Mientras Cristina y las dos señoras visitaban la casa y recibían a los numerosos amigos que acudieron al saber su
llegada, Fernando, que se había obstinado en no subir al piso superior, me llamó, me hizo sentar a su lado, y
empezó la prometida historia en estos términos:
-Hace once años, cuando solo tenía yo veinte y había acabado la carrera de abogado en Madrid, mi padre me
envió una temporada a este pueblo para que hiciese una visita a su única hermana, que es esa señora a quien
acabas de ver. Era yo huérfano de madre, me había educado sin sus consejos, lejos también de mi padre, al que
retenían fuera de su casa constantes ocupaciones; así es, que puedo asegurar que desconocía casi totalmente lo
que eran los goces de familia. Aunque heredero de una mediana fortuna, no debía entrar en posesión de ella hasta
mi mayor edad; tenía muchos compañeros de estudios, pero ningún amigo; por lo tanto, excusado es decir que,
hallándome casi solo en el mundo, me apresuré a aceptar con júbilo lo que mi padre me proponía, poniéndome en
camino para este pueblo con el alma inundada de dulces emociones. ¿Correspondió esto a lo que yo esperaba?
Seguramente no. Mi tía, a la que no veía desde niño, me fue al pronto repulsiva, por más que se mostrara desde
luego cariñosa y tolerante conmigo; el pueblo me pareció triste, a pesar de sus jardines y de las pintorescas casitas
que hay en él; sus habitantes poco simpáticos, aunque todos me saludaban con afecto. Me dediqué a la caza,
estudié un tanto la botánica, y así se pasó un mes, durante el cual llegué a reconciliarme con mi tía, con el pueblo y
con sus moradores.
Una mañana, al volver a casa, encontré, al pasar por una de las habitaciones, a una muchacha de quince a diez y
seis años, a la que nunca recordaba haber visto, cosiendo con el mayor afán. Al oír mis pasos alzó la cabeza, y
aunque la bajó de nuevo casi en seguida, no fue tan pronto para que no hubiera observado que tenía una frente
blanca y pura que adornaban hermosos cabellos castaños, ojos pardos que lanzaban miradas francas o inocentes,
una boca pequeña, una nariz más graciosa que perfecta y unas mejillas coloreadas por un suave carmín. No le
dirigí la palabra; pero pregunté a un criado quién era, sabiendo por él que venía a coser casi todos los días a casa
de mi tía Catalina, que era huérfana de padre, que mantenía a su madre enferma, de la que era el único sostén,
pues había perdido a sus tres hijos mayores, no quedándole más amparo y consuelo que aquella niña. La historia
me interesó; yo era joven, la muchacha hermosa, no habíamos amado nunca; empezamos a hablar, sin que mi tía
lo advirtiese, y acabamos por adorarnos. Teresa no había recibido una educación vulgar; hasta los doce o trece
años había estudiado en el convento de religiosas del pueblo, saliendo de él a la muerte de su padre, acaecida
hacía cuatro años.
No sé quién refirió a mi tía nuestros amores; ello es que los supo, que me amonestó con dureza, amenazándome
con hacerme marchar a Madrid, después de escribírselo todo a mi padre; y desde entonces la joven no volvió a mi
casa, y tuve diariamente que saltar las tapias de su jardín para verla y hablarla sin que su madre lo advirtiera, pues
también se oponía a nuestras amorosas relaciones.
Así estaban las cosas, cuando hace poco más de diez años caí gravemente enfermo, atacado de unas calenturas
contagiosas. Mi tía se alejó de mí, los criados se negaron a asistirme, y entonces María y Teresa se ofrecieron a
ser mis enfermeras, no pudiendo oponerse mi tía a ello porque mi estado era cada vez más alarmante y exigía
continuos cuidados.
Desde el momento en que Teresa estuvo a mi lado sentí un dulce bienestar, la fiebre desaparecía por instantes;
pero se me figuraba ver que las mejillas de mi amada tomaban tintes rojizos, que sus labios estaban comprimidos y
ardientes, que sus ojos brillaban con un fuego extraño. La enfermedad que huía de mí, se iba apoderando de ella, y
era mi mismo mal el que la devoraba.
-¿Qué tienes? -le pregunté.
-He pedido tanto a Dios que salvase tu vida a costa de la mía -murmuró la joven-, que me parece que por fin se ha
dignado escucharme y me voy a morir antes que tú.
Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver a su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y
su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida a los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre a su habitación y a su lecho, temiendo el
contagio de la enfermedad.
Me restablecí pronto, a medida que el estado de la joven iba siendo peor. Estaba desesperado, loco. Su madre
también empezaba a perder la razón. Un día me dijo el médico: «Ya no hay remedio para este mal». Y ella también
murmuró a mi oído: «Me muero, pero soy feliz, porque tú me amas y me amarás siempre».
-¡Oh, te lo juro! -exclamé-; mi corazón y mi mano no serán de otra mujer jamás.
-Eso lo sé mejor que tú -dijo sonriendo dulcemente-; también sentiré celos desde otro mundo de la mujer a quien
ames, y no consentiré que seas perjuro. No quieras a otra, no te cases nunca; no hay un ser en la tierra que pueda
adorarte lo que yo, y yo te aguardaré en el cielo.
Dos días después espiraba aquella angelical criatura, que ofreció a Dios su vida a cambio de la mía.
Su madre se volvió loca.
Pagué el entierro de Teresa; compré una sepultura por diez años... ya sabes que hoy ignoro dónde descansa su
hermoso cuerpo; envié una carta a mi tía, que no la leyó hasta dos meses después de cumplirse el plazo, porque
ella también estaba enferma.
Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar a la
verdad; he amado a otras mujeres, y hace cuatro años estuve a punto de casarme con una hermosa joven; pero la
desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente a la mano
de mi amada mejor que yo, y este me fue preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse a la voluntad de sus
tiranos.
Hoy adoro a Cristina y quiero unir su suerte a la mía, como ya se han unido nuestras almas. ¿Lo conseguiré? Temo
que no. La fatalidad me ha traído al pueblo donde vivió Teresa; habito... esta morada llena con su recuerdo; vengo
a pasar los primeros días de mi matrimonio en la casa donde ella murió, y un secreto presentimiento me dice que
Cristina no llegará a ser esposa mía. Ahí tienes la historia de mis amores: ¿crees que mi temor sea fundado, o que
la exaltación en que me hallo es hija de mis pasadas desdichas?
Procuré tranquilizar a Fernando, y después; mientras el joven se reunía a su bella prometida, tuve deseos de ver
aquella habitación donde Teresa había muerto, y me hice conducir a ella por un antiguo servidor de doña Catalina.

La Noche-Buena
-I-
Eran las ocho de la noche del 24 de Diciembre de 1867. Las calles de Madrid llenas de gente alegre y bulliciosa,
con sus tiendas iluminadas, asombro de los lugareños que vienen a pasar las Pascuas en la capital, presentaban
un aspecto bello y animado. En muchas casas se empezaban a encender las luces de los nacimientos, que habían
de ser el encanto de una gran parte de los niños de la corte, y en casi todas se esperaba con impaciencia la cena,
compuesta, entre otras cosas, de la sabrosa sopa de almendra y del indispensable besugo.
En una de las principales calles, dos pobres seres tristes, desgraciados, dos niños de diferentes sexos, pálidos y
andrajosos, vendían cajas de cerillas a la entrada de un café. Mal se presentaba la venta aquella noche para Víctor
y Josefina; solo un borracho se había acercado a ellos, les había pedido dos cajas a cada uno y se había marchado
sin pagar, a pesar de las ardientes súplicas de los niños.
Víctor y Josefina eran hijos de dos infelices lavanderas, ambas viudas, que habitaban una misma boardilla. Víctor
vendía arena por la mañana y fósforos por la noche. Josefina, durante el día ayudaba a su madre, si no a lavar,
porque no se lo permitían sus escasas fuerzas, a vigilar para que nadie se acercase a la ropa ni se perdiese alguna
prenda arrebatada por el viento. Las dos lavanderas eran hermanas, y Víctor, que tenía doce años, había tomado
bajo su protección a su prima, que contaba escasamente nueve.
Nunca había estado Josefina más triste que el día de Noche-Buena, sin que Víctor, que la quería tiernamente,
pudiera explicarse la causa de aquella melancolía. Si le preguntaba, la niña se contentaba con suspirar y nada
respondía. Llegada la noche, la tristeza de Josefina había aumentado y la pobre criatura no había cesado de llorar,
sin que Víctor lograse consolarla.
-Estás enferma -dijo el niño-, y como no vendemos nada, creo que será lo mejor que nos vayamos a descansar con
nuestras madres.
Josefina cogió su cestita, Víctor hizo lo mismo con su caja, y tomando de la mano a su prima, empezaron a andar
lentamente.
Al pasar por delante de una casa, oyeron en un cuarto bajo ruido de panderetas y tambores, unido a algunas
coplas cantadas por voces infantiles. Las maderas de las ventanas no estaban cerradas y se veía a través de los
cristales un vivo resplandor. Víctor se subió a la reja y ayudó a hacer lo mismo a Josefina.
Vieron una gran sala: en uno de sus lados, muy cerca de la reja, un inmenso nacimiento con montes, lagos
cristalinos, fuentes naturales, arcos de ramaje, figuras de barro representando la sagrada familia, los reyes magos,
ángeles, esclavos y pastores, chozas y palacios, ovejas y pavos, todo alumbrado por millares de luces
artísticamente colocadas.
En el centro del salón había un hermoso árbol, el árbol de Navidad, costumbre apenas introducida entonces en
España, cubierto de brillantes hojas y de ricos y variados juguetes. Unos cincuenta niños bailaban y cantaban; iban
bien vestidos, estaban alegres, eran felices.
-¡Quién tuviera eso! -murmuró Josefina sin poder contenerse más.
-¿Es semejante deseo el que te ha atormentado durante el día? -preguntó Víctor.
-Sí -contestó la niña-; todos tienen nacimiento, todos menos nosotros.
-Escucha, Josefina: este año no puedo proporcionarte un nacimiento porque me has dicho demasiado tarde que lo
querías, pero te prometo que el año que viene, en igual noche, tendrás uno que dará envidia a cuantos muchachos
haya en nuestra vecindad.
Se alejaron de aquella casa y continuaron más contentos su camino. Cuando llegaron a su pobre morada, las dos
lavanderas no advirtieron que Josefina había llorado ni que Víctor estaba pensativo.
- II -
Desde el año siguiente Víctor fue a trabajar a casa de un carpintero, donde estaba ocupado la mayor parte del día.
Josefina iba siempre al río con su madre y crecía cada vez más débil y más pálida. Pasaba las primeras horas de la
noche al lado de su primo; pero ya no vendían juntos cajas de fósforos, sino se quedaban en su boardilla
enseñando la lectura el niño a la niña, la que hacía rápidos progresos.
Apenas Josefina se acostaba, Víctor sacaba de un baúl viejo una gran caja y hacía, con lo que guardaba en ella,
figuritas de madera o de barro, que luego pintaba con bastante acierto. Al cabo de algunos meses, cuando ya tuvo
acabadas muchas figuras, se dedicó a hacer casas, luego montañas de cartón; por último, una fuente. Víctor había
nacido artista; pintó un cielo claro y transparente, iluminado por la blanca luna y multitud de estrellas, brillando una
más que todas las otras, la que guió a los Magos al humilde portal.
El maestro de Víctor no tardó en señalarle un pequeño jornal, del que la madre del niño le daba una cantidad
insignificante para su desayuno, encontrando él, gracias a una increíble economía, el medio de ahorrar algunos
cuartos para comprar varios cerillos y velas de colores.
Todo marchaba conforme su deseo, cuando al llegar el mes de Noviembre cayó Josefina gravemente enferma. El
médico que por caridad la asistía, declaró que el mal sería muy largo y el resultado funesto para la pobre niña.
Víctor, que pasaba el día trabajando en el taller, no supo la desgracia que le amenazaba, porque su madre se la
calló con el mayor cuidado.

- III -
Llegó el 24 de Diciembre de 1868. Durante el día Víctor buscó por los paseos ramas, hizo con ellas graciosos arcos
y al anochecer los llevó a su vivienda, que estaba débilmente iluminada por una miserable lámpara. Una cortina
vieja y remendada ocultaba el lecho donde se hallaba acostada Josefina.
Víctor formó una mesa con el tablado que le servía de cama, abrió el baúl, colocó sobre las tablas los arcos de
ramaje, las montañas, la fuente, a la que hizo un depósito para que corriese el agua en abundancia, las graciosas
figuritas; poniendo por dosel el firmamento que él había pintado y detrás una infinidad de luces que le daban un
aspecto fantástico.
Todo estaba ya en su lugar, cuando empezaron a sonar en la calle varios tambores tocados con estrépito por los
muchachos de aquel barrio.
-¿Qué día es hoy? -preguntó Josefina.
-El 24 de Diciembre -contestó su madre, que se hallaba junto a la cama.
La niña suspiró, tal vez recordando el nacimiento del año anterior, tal vez presintiendo que no vería otra Noche-
Buena.
Víctor se acercó a su prima muy despacio, descorrió la cortina y miró a Josefina para ver el efecto que en ella
causaba su obra. La niña juntó sus manos, lo vio todo, contemplándolo con profunda admiración, y rompió a llorar
de alegría y de agradecimiento...
El médico entró en aquel instante.
-¡Qué hermoso nacimiento! -exclamó.
-Lo ha hecho mi hijo -contestó la lavandera.
-Muchacho -dijo el doctor-, si me lo vendes te daré por él lo que quieras. Tengo una hija que será feliz si se lo llevo,
pues ninguno de los que ha visto le satisface y ella deseaba que fuera como es el tuyo.
-No lo vendo, señor -replicó Víctor-, es de Josefina.
El médico pulsó a la enferma y la encontró mucho peor.
-Volveré mañana... si es preciso -dijo al salir.
-Víctor, canta algo para que sea este un nacimiento alegre como el de aquellos niños que vimos el año pasado,
murmuró con voz débil Josefina.
El niño obedeció y empezó a cantar coplas dedicadas a su prima, que improvisaba fácilmente; solo que en lugar de
cantarlas delante del nacimiento lo hacía junto a la cama, teniendo una mano de Josefina entre las suyas.
Poco a poco la niña se fue durmiendo, las luces del nacimiento se apagaron y Víctor advirtió que la mano de su
prima estaba helada.
Pasó el resto de la noche al lado de ella, intentando, aunque en balde, calentar aquella mano tan fría.

- IV -
A la mañana siguiente fue el médico, y apenas se acercó a la cama vio que la pobre Josefina estaba muerta. La
desesperación de la infeliz madre y de Víctor no es para descrita.
Llegado el día 26, el doctor se sorprendió al ver entrar al niño en su casa.
-Señor -le dijo-, el 24 de este mes no quise vender a V. el nacimiento que había hecho para Josefina, y hoy vengo a
suplicarle que me lo compre para pagar el entierro de mi prima, pues lo que se ha gastado lo debo a mi maestro
que me ha adelantado una cantidad. He querido saber siempre dónde está su cuerpo.
-Nada más justo, hijo mío -contestó el doctor, conmovido al ver la pena de Víctor-; yo te daré cuanto desees.
Y pagó el nacimiento triple de lo que valía.
-Su hija de V. lo disfrutará hasta el día de Reyes-, continuó el muchacho, y esto la consolará de haber estado el 24
y el 25 sin nacimiento.
Más tarde fue él mismo a colocarlo, después de haber asistido solo al entierro de Josefina.
La madre de la niña estuvo a punto de perder el juicio, y durante muchos días su hermana y su sobrino tuvieron
que mantenerla, porque la desgraciada no podía siquiera trabajar.

-V-
Algunos años después el doctor se paseaba el día de difuntos por el cementerio general del Sur. Iba mirando con
indiferencia las tumbas que hallaba a su alrededor, cuando excitó su atención vivamente una colocada en el suelo,
sobre la que se veía una preciosa cruz de madera tallada. Debajo de dicha cruz se leía en la piedra el nombre de
Josefina. Se disponía a seguir su camino, cuando un joven le llamó, obligándole a detenerse.
-¿Qué se le ofrece a V.? -preguntó el médico.
-¿No se acuerda V. ya de mí? -dijo el que le había parado-; soy Víctor, el que le vendió aquel nacimiento para su
hija.
-¡Ah, sí! -exclamó el doctor-; aquel nacimiento fue después de mis nietos, y aún deben conservarse de él algunas
figurillas... ¿Y qué te haces ahora?
-Para llorar menos a Josefina he querido familiarizarme con la muerte, y soy enterrador. Aquí velo su tumba, cuya
cruz he hecho, riego las flores que la rodean, la visito diariamente y a todas horas. Me han dicho que trate a otras
mujeres, que ame a alguna; pero no puedo complacer a los que esto me aconsejan. Doctor, no se ría V. de mí, si le
digo que veo a Josefina, porque es cierto. De noche sueño con ella y me dice siempre que me aguarda. Me ha
citado para un día aún muy lejano y no puedo faltar a su cita. Entre tanto, van pasando los meses y los años, y
estoy tranquilo considerando lo fácil que es morir y lo necio que es el que se quita la vida, que por larga que
parezca es siempre corta. Yo no me mataré nunca, porque para merecer a Josefina debo permanecer todavía en
este valle de lágrimas. ¿Se acuerda V. de ella?
-Sí, hijo mío -contestó el médico.
-Yo nunca olvidaré aquella noche que para todos fue Noche-Buena y quizá solo para mí fue noche mala.
-Víctor, conformidad y valor -dijo el doctor despidiéndose y estrechando la mano del joven.
-Tal vez dirá que he perdido el juicio -murmuró Víctor cuando se vio solo-; si es así, en esta falta de razón está mi
ventura.
Y mientras esto pensaba, el doctor se alejaba diciendo:
-¡Pobre loco!

20 CHISTES
*TOC TOC* QUIEN ES? LOLA LOLA...
*Toc toc*
Quien es?
Lola.
Lola qué?
Loladrones.
Esperadme que estoy con lame.
Lame qué?
Lametralladora.
Jajajaja
COINCIDENCIAS
- Buenas le llamamos por una encuesta. ¿Su nombre?
- Adán.
- ¿Y el de su mujer?
- Eva.
- Increíble, ¿la serpiente vive aquí también?
- Si un momento. ¡¡SUEGRAA!!, la buscan...
EL CHAMPÚ ENGORDA
- ¡Ya sé porqué estoy engordando, es el champú!.
- ¿Estás seguro?.
- Sí, tío, hoy he leído la etiqueta y dice "para dar cuerpo y volumen". Desde hoy empiezo a bañarme con jabón
de lavar platos.
-¿Qué dices?.
- Está claro, ahí pone que "disuelve la grasa, hasta la más difícil"...
SI CAR ES CARRO Y MEN...

Si car es carro y men es hombre entonces Carmen es un transformer...


LE DICE UNA MUJER A SU...

Le dice una mujer a su marido:


- Si un león me atacara a mí y a mi madre, ¿a quién salvarías primero?
- Pues, ¡al león!
Prueba de camuflaje

- ¡Soldado López!
- ¡Sí, mi capitán!
- No lo vi ayer en la prueba de camuflaje.
- ¡Gracias, mi capitán!
PROBLEMA DE SALUD

- Doctor, doctor,...me tiro peos sin olor.


- A ver, tírese uno.
- Pffff...a usted tenemos que operarlo.
- ¿De la barriga?
- No, ¡de la nariz!
FÚTBOL
Cariño, creo que estás obsesionado con el fútbol y me haces falta.
- ¡¿Qué falta?! ¡¿Qué falta?! ¡¡Si no te he tocado!!
¿NIVEL DE INGLÉS? ALTO —...
- ¿Nivel de inglés?
- Alto.
—- Traduzca juguete.
—- Toy.
—- Úselo en una oración.
—- Toy triste.
- Contratado!
La maquina
En Japon hicieron una maqina que atrapaba ladrones.
Entonces la estrenaron en Japon, y en menos de 15 minutos atrapo la maquina a 20 ladrones.
Luego la llevaron a Alemania, y en menos de 10 minutos la maquina atrapo a 15 ladrones.
Y por ultimo la llevaron a Mexico,y en menos de 5 minutos se robaron la maquina.
¿CÓMO SE DICE ESCOBA VOLADORA EN...
¿Cómo se dice escoba voladora en japonés?
Simekaigo Memato.
La Estufa
.¿Cuanto cuesta esta estufa?
• 5.000€
• Pero, oiga, esto es una estafa
• No señor, es una estufa.
el gato de 16 vidas.
Había un gato con 16 vidas, lo aplastó un 4x4 y se murió.

- Soy un tipo saludable


- Ah. ¿Comes sano y todo eso?
- No, la gente me saluda...
¿CÓMO SE DESPIDEN LOS QUÍMICOS? ÁCIDO...
¿Cómo se despiden los químicos?
- Ácido un placer...
HOLA GUAPA ¿ME DICES TU...

- Hola guapa, ¿me dices tu teléfono?


- Un iPhone.
- Pero el número.
- El 5.
VITAMINA
YO VIVO A BASE DE VITAMINA C
-COMPUTADORA
-CELULAR
-COMIDA
-CAMA
BUCEO JAPONÉS
¿Cómo se llama el campeón de buceo japonés?.
Tokofondo.
¿Y el subcampeón?.
Kasitoko.
La Maldición
Como maldice un pollito a otro pollito?
• ¡Caldito seas!
WI-FI
- ¿Tienes wi-fi?
- Sí
- ¿Y cuál es la clave?
- Tener dinero y pagarlo.

20 REFRANES
A las diez, en la cama estés: Los niños tiene que acostarse pronto para ir al colegio descansados.

- En boca cerrada no entran moscas: En determinados momentos es mejor estar callado antes de meter la
pata.

- Zapatero a tus zapatos: No hay que meterse donde no te llaman.

- Barriga vacía, no tiene alegría: Comiendo bien se ven las cosas de distinto modo.

- Abril, aguas mil: Abril es un mes con muchas lluvias.

- Tras la leche, nada eches: Después de tomar leche es mejor no beber nada más para evitar que se corte.

- El que tiene boca se equivoca: No hay que tener miedo a decir algo equivocadamente.

- El que se pica ajos come: La persona que se enfada tienes dos opciones: o desenfadarse o seguir enfadado.

- De tal palo tal astilla: Los hijos suelen parecerse a sus padres.

- A quien madruga Dios le ayuda: Todo esfuerzo tiene su recompensa.


- Quien tiene un amigo tiene un tesoro: La amistad es muy importante y debemos aprender a cuidarla y
valorarla.

- Perro ladrador, poco mordedor: Las personas con mucho pronto suelen ser las más inofensivas.

- A caballo regalado no le mires el dentado: Lo importante de los regalos es su valor sentimental.

- El que calla otorga: A veces el que calla es porque esconde algo.

- Preguntando se llega a Roma: Cuando no se sabe algo lo mejor es preguntar.

- A mal tiempo, buena cara: Siempre hay que ser positivo ante las adversidades.

- Quien mucho abarca, poco aprieta: No hay que ser abaricioso. Es mejor cuidar y mantener lo que uno tiene.

- Más vale maña que fuerza: En la vida es más importante ser astuto que fuerte.

- No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy: La pereza no es la mejor compañía en la vida.

10 TRABALENGUAS
Lado, ledo, lido, lodo, ludo,
decirlo al revés lo dudo.
Ludo, lodo, lido, ledo, lado,
¡Qué trabajo me ha costado!

La sucesión sucesiva de sucesos


sucede sucesivamente con la sucesión del tiempo.

Si el caracol tuviera cara como tiene el caracol,


fuera cara, fuera col, fuera caracol con cara.

A Cuesta le cuesta subir la cuesta,


y en medio de la cuesta, ¡¡va y se acuesta!!

Compré pocas copas, pocas copas compré,


como compré pocas copas, pocas copas pagaré.

Toto toma té, Tita toma mate,


y yo me tomo toda mi taza de chocolate.
Lugo tubo un tubo, pero el tubo que lugo tubo se le partio, y lugo para poder recuperar el tubo que
lugo tubo,lugo tuvo que comprar un nuevo tubo.

El amor es una locura que ni el cura la cura y si el cura la cura es una locura de cura

Al volcán de Parangaricutirimícuaro
Lo quieren desemparangaricutirimicuarizar;
El que lo desemparangaricutirimicuarizare
Será un buen desemparangangaricutirimicuarizador

Me an dicho que has dicho un dicho que e dicho yo y ese dicho que an dicho que yo e dicho no lo e
dicho
mas si yo lo ubiera dicho estaria muy bien dicho por averlo dicho yo

20 ADVINANZAS
Mi tía Cuca tiene una mala racha, ¿quién será esta muchacha?
La cucaracha

Canto en la orilla, vivo en el agua, no soy pescado, ni soy cigarra.


La rana

Soy pequeño y blandito y mi casa llevo sobre el lomito.


El caracol

Porque tengo sangre fría aparezco en primavera en piedras encaramada siempre al sol que
más calienta.
La lagartija

Dos pinzas tengo, hacia atrás camino, en el agua vivo, en el mar o en el río.
El cangrejo

¿Qué animal tiene las cinco vocales?


El murciélago

En lo alto vive, en lo alto mora, en lo alto teje la tejedora.


La araña

¿Quién será que de noche sale y de día se va?


El búho

¿Cuál es el animal que más tarda en quitarse los zapatos?


El cienpiés

Tengo hipo al decir mi nombre, ¿quien soy?


El hipopótamo

Choco me dice la gente, late mi corazón. El que no sepa mi nombre, es un gran tontorrón.
El chocolate

Blanca por dentro, verde por fuera. Si quieres que te lo diga, espera.
La pera
¿Quieres té? ¡Pues toma té! ¿Sabes ya qué fruto es?
El tomate

La A, anda. La B, besa. La C, reza ¿Qué fruta es esa?


La cereza

Redondo como la luna y blanco como la cal. Me hacen de leche… ¡y ya no te digo más!
El queso

Aunque no es un hombre, lleva sombrero y al cesar la lluvia sale el primero.


El champiñón

Soy una loca amarrada que sólo sirvo para ensalada.


La lechuga

Figura redonda, cuerpo colorado, tripas de hueso y zancos de palo.


La cereza

Somos bolitas redondas que al morir nos despedazan, nos reducen al pellejo y todo el jugo
nos sacan.
Las uvas

Arca monarca de gran poder, que ningún carpintero la pudo hacer.


La cáscara de nuez

5 POEMAS
TAN BELLO ES EL SOL TAN...
Tan bello es el Sol
tan bella es la Luna
a alguien como tu
no la cambio por ninguna
EL LÁPIZ

Llorando tomé el lápiz,


Llorando te escribí,
Llorando te suplico
Que no te olvides de mí.
TE HABLO...
Te hablo Luna
te hablo Sol
quisiera ser la llave
de tu corazón
cielo...
tan bella esta la luna
tan bello esta el cielo
tan linda es tu mirada
que muestra en tu reflejo
TAN OBVIA
Eres tan linda
eres tan obvia
por eso te diría
que fueras mi novia.

20 RIMAS
 “Catalejo” y “añejo” (Consonante).
 “Lloverá” y “Volverá” (Consonante).
 “Partió” y “rindió” (Consonante).
 “Madera” y “ciruela” (Asonante).
 “Caja” y “cara” (Asonante).
 “Espera” y “desvela” (Asonante).
 “Pecera” y “Cabecera” (Consonante).
 “Managua” y “Aconcagua” (Consonante).
 “Reforme” y “deforme” (Consonante).
 “Cala” y “cata” (Asonante).
 “Rama” y “cama” (Asonante).
 “Alemán” y “Germán” (Consonante).
 “Cadera” y “mesera” (Consonante).
 “Cayó” y “retó” (Consonante).
 “Luna” y “puna” (Consonante).
 “Mapa” y “rama” (Asonante).
 “Remera” y “Caldera” (Consonante).
 “Amá” y “Jugá” (Consonante).
 “Cartón” y “Ramón” (Consonante).
 “Canción” y “atención” (Consonante).

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