Sei sulla pagina 1di 6

La tentación de investigar: aproximaciones desde el

taller “Pensando en investigación…”, iniciativa de


estudiantes de antropología de la PUCP

Organizar un taller para superar lo que la malla de estudios no estaría resolviendo: convertirse
en un investigador. Los ordenados consejos de Álex Diez. Oscar Espinosa, la vitamina y el boxeo
en la academia. Chiara O.: “La gente suele esperar el deadline para entregar sus artículos. Es
como un habitus”.

Me gustan los estudiantes


Porque son la levadura
Del pan que saldrá del horno
Con toda su sabrosura
Para la boca del pobre
Que come con amargura
Caramba y zamba la cosa
¡Viva la literatura!

(Mercedes Sosa –Me gustan los estudiantes)

Entre estudiantes de otras universidades y la PUCP se divide el lleno del salón 210 de la facultad de
ciencias sociales. Han venido al taller “Pensando en investigación: elaboración de artículos y
ponencias” organizado por Joaquín Monteagudo, Daniel Moreno y Joaquín Gonzales, chicos que
llevan en sus espaldas la concreción del XIV Coloquio de Estudiantes de Antropología que arranca
del 7 al 11 de noviembre. Pactada para las 10:00 am de este viernes de mitad de mes, los
estudiantes esperan con grabadoras, laptops y cuadernos listos que empiece la sesión. Tras una
espera al profesor Óscar Espinosa, quien tiene la palabra es Álex Diez, reconocido por sus
contribuciones antropológicas al estudio de las comunidades campesinas.

La mitad de Diez

Con el particular orden que tiene, Diez indica que su exposición se basará en cinco aspectos. En
primer lugar, sostiene que al iniciar una propuesta de investigación se debe tener claro lo que se
va a tratar. Además, en sus términos, debe ser algo que valga la pena ser escrito y que parta del
esfuerzo investigativo. Comenta en seguida que viene de Estudios Generales Letras (EE.GG.LL.),
pues fue invitado a que revise junto a un grupo de profesores 40 trabajos de investigación
escogidos de un total de 1000. Si por él fuera, confiesa una vez leída una fracción de los trabajos,
los jalaría por la falta de claridad y coherencia en el diseño de investigación. Es por ello que recalca
que el tema a tocar sea claro para que exista un mayor orden a la hora de elaborar la propuesta a
seguir.

En consecuencia, Diez pasa a los argumentos de la investigación. Estos, lo mismo que lo anterior,
deben ser un hilo conductor ordenado de tal manera que la narración pueda ser seguida por el
lector. En ese sentido, emplea un ejemplo divertido: el deseo de investigar sobre el alma de las
moscas. Refiere que para tocar este tema zumbón se debe considerar qué es el alma, luego qué es
la mosca y seguidamente en qué partes de las mocas se halla el alma y en qué partes no. El orden
de las ideas garantiza que un lector te siga, dice, tornándose en excitante este acompañamiento
cuando por el propio flujo de los argumentos, el lector se adelante ante lo expuesto, ya que
cogiendo el ritmo de la idea inclusive, intuirá la pregunta que se concibe del problema.

Diez es más puntilloso en el aspecto de la unidad de las ideas pues en el tercer aspecto menciona
la estructura del texto: introducción, cuerpo y conclusiones. “Debe estar ordenado. (…) El lugar no
es inocente”, apunta. Trae a colación la anécdota de una amiga escultora. En cierta ocasión ella le
dijo que las tesis son como un trencito y que el motor es la idea principal y los vagones los
ordenados argumentos. Hay que recordar que este es un cuerpo segmentado y que la clave está
en saber administrarlos.

En consecuencia, una vez que ya se tiene el cuerpo, se debe buscar que el texto interese al lector.
Para ello, el docente apela a las técnicas literarias. Sin embargo, “si no tiene contenido, está de
más”. Por último, y en estrecha relación con lo anterior, Diez desarrolla el quinto breve apartado
de su interlocución cuando señala lo que entiende por técnicas literarias. Habla de saber utilizar
los tiempos, las pausas, determinados términos en el texto.

Seguidamente, expone al público varios ejemplos que extrae de la revista Sepia, especializada en
temas agrarios, como modos de representar una introducción de trabajo académico. Cita por ello
a autores consagrados en el área como Carolina Trivelli, Jurgen Golte, Bruno Revesz, entre otros.
Diez menciona en voz alta los estilos de los convocados, entre los que se destaca el claro inicio de
la ex ministra del Midis, las preocupadas observaciones de un Golte y la retórica provocadora de
un tipo que sabrá que lo leerán como Revesz. Conclusión: no hay un único camino a la hora de
invitar al lector a la lectura.

Finalmente, Diez termina su intervención dándonos algunos “tips” a la hora de escribir: i) el fondo
es más importante que la forma; ii) las frases cortas son mejores que las frases largas; iii) hay que
explicar lo que se escribe (“No des nada por sentado”, interviene Espinosa), dar “data” y no
“metáfora”; iv) no abusar de los conectores; v) vigilar la frase dentro de un contexto, es decir,
observar que no haya un rompimiento con la lógica de la narración por uso de términos
inapropiados; y vi) eliminar lo que no sirve para el argumento.

Knockear al auditorio

Más campechano, “Barbita” empieza su alocución diciendo que lo que va a ser escrito debe partir
de una investigación. Indica que la especulación de los ensayos está para luego, no para los aún
estudiantes y novatos en investigación. Asimismo, como Diez, refiere que el artículo debe brindar
algo nuevo, información fresca.

Una vez que el borrador de información esté delimitado, hay que dejarlo reposar para luego
abordarlo y eliminar aquello que, bien visto, no sirve, con la finalidad de que se mantenga lo
esencial. Empleando metáforas que saltan por la hora del evento, Espinosa nos habla de una
investigación como “concentrado vitamínico”, como “una sopa sustanciosa”. Rodrigo Valladares,
estudiante que ha venido y escucha atento, se imagina un contundente caldo de gallina en el acto.

Ahora bien, una situación que debe impedirse tanto como para el planteamiento de un problema
como para una exposición es la de, como menciona, “querer hablar de todo y no decir nada”.
Espinosa menciona que se deben evitar las introducciones largas y los lugares comunes. Más bien
recomienda centrarse en lo nuevo del aporte, que máximo la exposición dure 20 min., cual es el
número en el que se leerían aproximadamente 8 páginas. Si hay que mostrar un PPT, prosigue, es
preferible que tenga que ver con mapas o fotos ilustrativas que nutran lo verdaderamente
sustancial. Si hay que hablar sobre las metodologías (algo que se siente que le es difícil soportar)
que se haga cuando se ha realizado una metodología innovadora.

Pareciera, por otro lado, que Espinosa se vuelve un poeta, un literato, pues menciona que el punto
–por lo menos el suyo- de las exposiciones es dejar con ganas al oyente, lo mismo que buen
cuento o un buen poema. De pronto, vemos en Espinosa a un Cortázar con unos kilos de más y
especialista en temas de la Amazonía pues parafraseando al autor de “Historias de cronopios y de
famas” nos dice: “Yo siento que las ponencias deben ganar por knockouts y las tesis por walk
over”.

En vez de ganchos, “flores”

Llegada la hora de las interrogantes, parto de una premisa: quien inicia rompe el hielo. Así que tras
una pregunta mal planteada que aspiraba a saber sobre cuál es el balance que pueden hacer los
dos profesores acerca del aprendizaje práctico en investigación que vienen recibiendo los alumnos
en antropología, de lo que ha entendido Espinosa me responde que el estudiante se sentirá
vulnerable a la hora de dar una exposición si es que no domina lo investigado, si muestra
improvisación en el diseño del proyecto. Si te esfuerzas, tienes seguridad, si no, puro chamullo.

-Escucha, oe -me reprende la altisonante Emmy, una estudiante, desde atrás.

Espinosa prosigue y quizá aprovecha que tiene al público en sus manos para lanzarle a sus
alumnos unas indirectas más directas (batería)… Él insiste en que se piense lo que se va a decir, de
lo contrario estamos ante el peligro de escuchar a alguien que habla y habla cuando “ya queremos
largarnos todos”. Vuelve a la fastidiosa situación de “querer leerlo todo” en el momento de las
exposiciones y lanza una airada flor que bien puede reflejarse en la siguiente exclamación:
“¡Cuando les pido que me hagan el comentario de una lectura no me presenten un resumen! ¡Son
distintos!”. También se va en contra de los lugares comunes: “Como muchos autores…”. Tanto
Espinosa como Diez piden que se digan quiénes, maldita sea, son esos autores.
Respondiendo otra pregunta, Espinosa refiere que hay tener proporcionalidad a la hora de
exponer un tema que se sabe amplio. Por ejemplo, él dosifica, para no repetirse, los temas de los
shipibos urbanos, puede ir de la participación política a la educación, pasando por salud, etc.

Un estudiante que no es de esta casa de estudios pregunta sobre la manía de citar demasiado.
Para ello, cuenta que un profesor suyo pide a sus alumnos que respalden lo que dicen con citas,
llegando al desarreglo de párrafos enteramente transcritos. Tomándose algunos segundos,
Espinosa y Diez responden, por un lado, que dichas decisiones se corresponden con escuelas de
formación; por otro, que la intención de las citas es hacerlas dialogar y de ello permitir una
construcción de mis ideas. Ahora bien, en ese sentido, otro alumno pregunta cuando un autor
incluye una expresión como la de “sin embargo, fulanito de tal opina que…” en relación a una idea
tratada. Pues bien, responde uno de los profesores, eso sirve para matizar el tratamiento a una
problemática. Terminando con el tema de las citas, Diez expresa: “uno se cita por economía”.

A una pregunta ligada sobre la presentación de una larga investigación, los docentes responden
que no se debe pasar todo el tiempo describiendo, describiendo y describiendo sino más bien
describir la data procesada. “Menos es mejor”, indican.

Va a terminar la charla y Espinosa y Diez han dejado responsablemente la valla muy alta. Miro
vallejianamente al techo para recordar el verso: “Hay hermanos muchísimo que hacer”, y escucho
a Espinosa dar una última advertencia a los estudiantes que ya estaban alistándose para salir: si
bien nunca estamos lo suficientemente preparados, hay que atreverse, pero hay que hacerlo
seriamente. “Ensayo y error”, serán las últimas palabras que salgan de su boca.

Joaquín Monteagudo: “¿Cuál es el sentido de tener ponencias y de tener coloquios?”

Interesado por la magnitud del evento y por cómo se desarrolló (que los estudiantes no se
detengan en sus intervenciones siempre es motivador), me acerco a los organizadores para
formularles unas cuantas preguntas. Armado de una canción de Mercedes Sosa, me mando:

-Ha habido diferentes eventos: la semana afroperuana, la semana amazónica, la semana de


introducción a la antropología y esta vez estamos en el marco de la expo…

-El coloquio.

-Sí, el coloquio. Siendo así, yo no recuerdo que haya habido talleres de este tipo. ¿Por qué
ustedes sí están organizando esto? ¿Qué los llevó, dentro de este contexto, a que organicen este
pequeño taller?

Dando muestra de que han aprendido bien la dinámica horizontal de la participación, se consultan
sobre quién comienza… ¿O se estaban tirando la pelota?

Daniel toma la iniciativa. Me dice que para él la carencia en la formación antropológica de la PUCP
es la de “la desarticulación de ciertos cursos en cuanto a la formación de cada profesor”, lo cual no
permite una formación sólida del estudiante. Esto se refleja, desde su punto de vista, en que en los
últimos ciclos los estudiantes llegan con determinados vacíos. De ahí a que se vea a la
antropología como una disciplina poco científica hay un solo paso, nos recuerda.

-Yo retomo el punto de Dani-dice Joaquín. Por un lado, hay un vacío. En ningún curso hasta ahora
que he llevado -y estoy en noveno, casi décimo ciclo- no se toca mucho el cómo toca escribir en
este formato más corto y sobre todo lo que estaba explicando Óscar en su ponencia: cómo explicar
y dar una argumentación oral sobre un escrito que puede ser una investigación larga. Entonces en
ese sentido, ese era un poco la justificación de este evento. Pero también lo que estábamos
pensando era también hacer un taller sobre cómo dar ciertos espacios para los jóvenes que de
repente todavía no han llevado metodología o que por a o b no sienten que se han trabajado estos
temas, trabajen el tema de cómo redactar. Por otro lado, el tema está no solamente en pensar en
los tipos para investigar sino también lo que queríamos era pensar en la investigación y cuál es el
sentido de publicar en ponencias, que no se trabajó mucho en el tema: ¿Cuál es el sentido de tener
ponencias y de tener coloquios?

En este aspecto, Joaquín me dice que la gente que participa tiene un rol importante en la medida
de que con sus ponencias brindan y explican la finalidad o sentido de tener un coloquio de
estudiantes. Esa es una buena aspiración del coloquio, digo yo atendiendo a lo que dice Joaquín: a
la par que se da una formación de investigadores, se plantea la inquietud de “cuál es el sentido de
la investigación y cuál es el sentido de tener un encuentro entre alumnos sobre diferentes
ponencias y llenar algunos vacíos”

-Cuando –pregunto- hablan de articulación o vacíos, ¿se refieren el hecho de articular toda la
información que tenemos hacia la redacción de artículos en el marco de coloquios, artículos
pequeños que se diferencian de tesis o investigaciones largas o articulación en referencia a,
digamos, los diferentes conocimientos que uno tiene en los cursos? Yo lo estoy asumiendo así.
Es decir, [que se junten] métodos 1, métodos 2 o métodos 3. ¿Uds. a qué tipo de articulación o
vacíos se refieren?

-Yo creo que igual hay una cuestión bien simple. Todo problema tiene varias aristas. Por un lado,
yo creo que las dos perspectivas que tú das van hacia lo que yo quería decir. Desde un punto
articular tus trabajos a ponerlos en tesis y desde otro punto la articulación de que hay temas que
no se ven en los cursos y que se tienen que replantear, retomar. En ese sentido, creo que todo lo
que hacemos los alumnos es este dialogo, como una dialéctica, con los profesores, que no ven todo
los temas que de repente son necesarios porque asumen que sabemos ciertas cosas. De repente,
escribir desde EE.GGL.LL. Con eso quiero decir que no es responsabilidad solamente de los
profesores, sino que tiene que ver con los alumnos: como nosotros también pagamos por esta
formación y queremos tener una mejor formación, [debemos] abrirnos las puertas con los
profesores a que nos brinden temas que nos parecen relevantes y que por a o b, por el tiempo
también que nos dan los cursos, no hay el espacio p para que uno pueda abordar todos los temas
que quiere y tampoco le tiempo, ¿no? La misma forma en que se da la educación no te da el
espacio para que preguntes directamente al autor porque uno tiene que recibir mucha
información. No se puede dialogar con los profesores tanto y estos espacios son justamente las
asesorías y ese sentido también se tenía. Nosotros podemos ir donde los profesores y preguntarles
para que nos asesoren en nuestras investigaciones; no solamente ser receptores de toda la
información que llegue.

Cometo un grave error. No le pregunto a Joaquín y al grupo sobre cuál es el sentido de investigar.
Lo que hago es preguntarles sobre qué les pareció la recepción de los alumnos, el ambiente.
Queda pendiente. Es ahora Joaquín Gonzáles, estudiante y sikuri quien me responde.

-Tuvo bastante acogida, estuvo genial. De repente algo que faltó fue un espacio para preguntas,
que hubo, pero de repente hubiera sido mejor que fuera más amplio. Eso es por problemas de
coordinaciones, pero también fue bacán. Si bien hubo un silencio al comienzo, al final la gente
empezó a formular preguntas, a conversar un poco con los profesores, ¿no? Algo que me ha
sorprendido, nos ha sorprendido bastante también es que hay, pucha, han venido un montón de
gente de afuera, y la acogida ha sido bastante buena desde fuera. Y eso es algo bien bacán porque
lo mismo se nota en el envío de ponencias. Más o menos la mitad o un poco más de las ponencias
que estamos recibiendo hasta ahora para el coloquio son ponencias que no son de gente de la
Católica. Son gente de la Universidad del Centro, de la UNSAAC y de la San Marcos sobre todo; hay
uno de Villarreal también.

-¿Y por qué crees que no está habiendo participación académica de parte de los alumnos de la
PUCP?-le pregunto minutos después en el salón donde ocurrió la velada antropológica.

-Esa es una muy buena pregunta. No lo sé.

De pronto, salida de una lectura de sociología que lleva contranaturamente en Letras, Chiara Ode,
estudiante de los últimos ciclos de antropología, limpia la cancha con su respuesta:

-Yo creo, honestamente, que las ponencias van a llegar en el borderline. O sea, hoy, en teoría, un
montón de gente debiera mandar, pero como va a ser ampliado [el tiempo de entrega de trabajos]
se han demorado más. La gente tiene sus ponencias, pero no se han decidido. Yo he escuchado a
varias personas conversando acerca de que quieren mandarlas y todavía no las han mandado, pero
sabiendo que se ha ampliado, seguramente sí. Es lo que creo. Es una cuestión de costumbre en los
plazos. La gente suele esperar el deadline para entregar sus artículos, su ponencia, su trabajo. Es
como un habitus.

Fina, Chiara Ode se manda con un análisis que ni el líquido sociólogo Zygmunt Bauman hubiera
podido hacer.

16-09-16 fecha

18-09-16

20-09-16 finalizado

Potrebbero piacerti anche