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UNIVERSIDAD NACIONAL SAN CRISTÓBAL DE HUAMANGA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA DE FORMACIÓN PROFESIONAL DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

TRABAJO MONOGRAFICO

Entre la ética y deontología

“Reflexión sobre el campo periodístico”

Curso: Ética Profesional

Docente: GUARDIA YUPANQUI, Richard Edgar

Estudiante: GUIZADO MIRANDA, Ricardo Fabrizio

AYACUCHO-PERÚ

2018
Quiero dedicarles este trabajo a todos los trabajadores

Públicos que te brindan un buen servicio, teniendo en cuenta

La moral, ética y principios


Índice:

1. Introducción

2. Ética y moral

3. Deontología y ética profesional

4. Relevancia entre ética y periodismo

5. La frontera entre la deontología y la ética profesionales

6. Ética periodística

7. Autorregulación de la ética

8. Autorregulación de la deontología

9. Bibliografías
1. Introducción

Pareciera que reflexionar sobre la ética profesional es un mundo tan minado de valores y más aún

asumirla como modo de vida, es como quiere nadar contra la corriente.

Algunos investigadores consideran que hasta es utópico pensar en una sólida formación ética de los

profesionales. Habría el preguntarse el porqué. Las universidades contemporáneas se han dado

cuenta del descuido en un área fundamental en el desarrollo del estudiante como es la formación de

actitudes éticas y valores profesionales. Principalmente, los esfuerzos académicos se han

concentrado en proporcionar aspectos teóricos y operativos en la formación profesional. Sin

embargo, hasta hace pocos años ha habido una notable preocupación sobre el papel de la ética en la

educación universitaria.

Debido a la fuerte injerencia que tienen los medios de comunicación en un mundo globalizado, los

estudiosos y algunos sectores de la sociedad se preocupan efectivamente haya una vigilancia

normativa y ética tanto en las empresas de comunicación como en sus profesionales. Para esto es

importante que sepamos que se entiende por un buen profesional de la comunicación, cuales son los

bienes y servicios que proporciona, que está obligado a hacer en su trabajo y que puede esperar la

sociedad de él.

Se considera adecuado diferenciar la ética profesional de la deontología profesional, pues a menudo

se cree que son lo mismo. Sin embargo, el discurso de la ética profesional se centra en decir en que

consiste una buena actuación, mientras que la deontología formula los deberes y las obligaciones de

un profesional que se inscribe en un código que abala el gremio.

Augusto Hortal es un filósofo español que en la última década ha investigado con especial

meticulosidad el ámbito de la ética en los profesionales. Al estar leyendo la bibliografía sobre el

tema, note poca claridad en las líneas conceptuales entre los términos arriba mencionados, pues
pareciera que algunos autores lo toman como sinónimos (Omar, 2000) y no les dan un significado

más preciso. Sin embargo, Hortal precisa que ambos conceptos no significan el mismo, pero si se

complementan: “Para configurar el buen ejercicio profesional es aconsejable combinar las

referencias éticas con las normas deontológicas y, a la vez, situar las normas deontológicas en el

horizonte de las aspiraciones éticas.” (Hortal, 2002) En otras palabras, para que exista un buen

desempeño profesional, la deontología y ética deberían estar presentes en su labor.


2.Ética y moral:

Estos dos términos proceden uno del griego, ethos que es carácter, y el otro latín, mos-moris

que es costumbre. Ambos tienen la misma raíz semántica y por tanto la misma significación original.

Por ello Ética y Moral, etimológicamente, se definen e identifican como la “ciencia de las

costumbres”. Sin embargo, con el tiempo ambos vocablos han evolucionado hacia significaciones

distintas.

El concepto de ética y el de moral están sujetos a diferentes usos dependiendo de cada autor,

época o corriente filosófica. Por este motivo es necesario identificar las características de ambos

términos para poder establecer las distinciones y semejanzas pertinentes.

La moral hace referencia a todas aquellas normas de conducta que son impuestas por la

sociedad, se transmiten de generación en generación, evoluciona a lo largo del tiempo y posee

diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época histórica. El fin último que

persiguen estas reglas morales es orientar la conducta de los integrantes de una sociedad.

Por su parte, la ética es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas personas, es un

conjunto de normas, principios y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una línea

directriz de su propia conducta.

En ambos casos se tratan de normas, de percepciones, y de “debe ser”. Sin embargo, moral y

ética presentan ciertas distinciones.

Moral:

 Mace en el seno de la sociedad y por lo tanto, ejerce una influencia muy

poderosa en cada uno de sus integrantes

 Actúa en la conducta desde el exterior e inconsciente

 Ejerce presión externa e impositivo


Ética:

 Surge en lo interior de una persona, como resultado de su propia elección y

reflexión

 Influye en la conducta de una persona de forma voluntaria

 Destaca la presión del valor aceptado y captado internamente como tal.

3. Deontología y ética profesional:

Estos dos términos suelen usarse como sinónimos, pero no lo son. Es importante destacar las

diferencias entre ellos:

Deontología profesional:

 Orientada al deber.

 Recogida en códigos y normas deontológicos

 Se ubica entre la moral y el derecho

 Esas normas y códigos son mínimos y aprobados por los profesionales de un

determinado colectivo profesional,

Ética profesional:

 Orientado al bien y a lo bueno

 Está relacionado con lo que piensa el propio individuo

 No es exigible a los profesionales de un determinado colectivo

 Parte de la ética aplicada

Una de las diferencias cuando hablamos de “ética” y “deontología” en que hace la primera

hace directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la segunda adopta una función

de modelo de actuación en el área de una colectividad. Por ello, con la concreción y diseño de
códigos deontológicos, además de autorregular esta profesión, se invita al surgimiento de un camino

muy concreto y a la formación ética de los comunicadores.

De forma teórica, podríamos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la ética

individual. Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal que es la que

rige el comportamiento que tenemos en relación a otros individuos. Aquí se puede situar la ética

profesional ya que rige su comportamiento de profesional en su actividad laboral. Los principios que

rigen la profesión se obtiene a través de métodos similares a los de la ética general: dialógico,

inductivo y deductivo. Para conocer el fundamento ético y moral de un código ético, se requiere el

estudio de la actividad profesional en sí misma y no es suficiente la labor de un filósofo que

desconozca la profesión.

La ética de las profesiones se mueve en el nivel intermedio de las éticas específicas o

“aplicadas”. El profesional se juega en el ejercicio de su profesión no solo ser un buen o mal

profesional sino también su ser ético. No acaba de ser considerada una persona éticamente aceptable

quien en todos los ámbitos actuase bien y cumpliese con sus deberes menos en los ejercicios de sus

responsabilidades profesionales.

Los principios se distinguen de la normas por ser más genéricos que estas. Los principios

ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar. Las normas aplican a

principios más o menos concretos, más o menos genéricos. Las normas suelen hacer referencia a

algún tipo de circunstancia, aunque sea en términos genéricos. Pero también los principios se hacen

inteligibles cuando adquieren concreción normativa y hacen referencia a las situaciones en las que se

invocan y se aplican. En términos generales un principio enuncia un valor o meta valiosa. Las

normas, en cambio, intentando explicar cómo debe aplicarse un principio en determinadas

situaciones.
Desde la perspectiva de la ética profesional, el primer criterio para juzgar las actuaciones

profesionales será si se logra o como se logra realizar esos bienes y proporcionar esos servicios

(principio de beneficencia). Como toda actuación profesional tiene como destinatario a otras

personas, tratar a las personas como tales personas, respetando su dignidad, autonomía y derechos

sería, el segundo criterio (principio de autonomía).

3. Relevancia entre ética y periodismo:

La espina dorsal de la que subyacen todas las críticas del periodismo es que este ha dejado de

cumplir con su función principal y propia, es decir, acercar a los ciudadanos la información necesaria

para que puedan tomar mejores decisiones, orientarse en la vida pública, conocer aquello que no

puede vivir de forma directa y controlar a quienes ejercen el poder. A lo que hay que sumar, que

lejos de garantizar la salud del sistema democrático, la practica periodística estaría incluso

poniéndola n la cuerda floja. No es de extrañar, por tanto, que denunciar la crisis del periodismo, e

incluso, pronosticar su desaparición como lo conocemos, sea algo habitual. Se llega afirmar que la

profesión periodística se transformaría en una rama del espectáculo y hasta su disolución en los

beneficios de una tecnología que permitiría la “auto información”.

El periodismo presenta hoy en día una apariencia irreconocible, se ha convertido en una

actividad “ensanchada”, que abarca con su nombre a varias funciones vinculadas con la información,

pero que suponen perfiles y productos periodísticos muy diferentes (entretenimiento, política). Por

este motivo, las formas de relatar acontecimientos y el lenguaje periodístico resultan insuficientes, o

peor aún, esconden o distorsionan la realidad. La materia prima del periodismo es, altamente sensible

y frágil, y motivo de disputa de los poderes políticos, se trata pues de una mercancía valiosa. Es,

principalmente, un bien público, es decir, aquel que corresponde a todos los ciudadanos por el solo

hecho de serlo, por eso se encuentra al mismo nivel que la educación, la salud o justicia. Pero esto es

así, siempre y cuando la información sea “verdadera y en algún modo esencial, mientras que toque
más relevantes, aquellos sobre los cuales es necesario decidir, tomar partido, tanto en el ámbito

público como en el privado.

La ética esta de este modo vinculado a la práctica del periodismo ya que como se ha dicho

antes, se concibe a la información como un bien público, cuya circulación libre y contenido veraz e

independiente garantizan la vida democrática de una comunidad, el manejo responsable de esta

sensible materia prima es condición de la actividad periodística, los ciudadanos son los encargados

de juzgar tanto a periodistas como a medios, ya que ante ellos deben dar cuenta de la responsabilidad

que contrajeron con la sociedad al hacerse cargo de la tarea de buscar y difundir información. Se

trata de un deber constitucional. Sin embargo, los principales dilemas éticos de los periodistas no

están ya en los valores que se enumeran en los códigos deontológicos. Por ejemplo, la libertad de

expresión puede considerarse un valor reconocido, al menos legislativamente, en la mayoría de los

países democráticos del continente. Por el contrario, los problemas éticos fundamentales son de

origen interno y derivan de la inédita crisis de identidad que atraviesa la profesión.

Tantos condicionantes, favorecen que los periodistas eviten la reflexión, y se limiten a

cumplir la terea con el único fin de retener el puesto de trabajo; en consecuencia, renunciar a su

responsabilidad social y seguir erosionando el único capital capaz de protegernos en épocas

turbulentas: la credibilidad de los ciudadanos.

Más que un código deontológico el periodista, más que una declaración de principios, los

periodistas necesitan en la actualidad incorporar una conciencia ética y un convencimiento sobre las

implicancias que tiene la tarea de informar, que oriente el trabajo cotidiano y hacer frente a las

presiones a las que la profesión está sometida. Este sentido ético para la práctica cotidiana solo sería

posible si se desarrolla y se comparte y discute con los colegas.

Intercambiar experiencias y debatir los dilemas éticos sería poner en marcha una práctica

saludable, que los periodistas suelen dejar de lado, como reflexionar sobre la profesión.
5. La frontera entre la deontología y la ética profesionales:

Para evitar la inexactitud del significado es conveniente remitirse tanto a los orígenes

etimológicos como a las tradiciones filosóficas de donde surgen. El termino deontología del griego

“deon” quiere decir “deber” y alude a algo necesario. La deontología profesional remite al conjunto

de códigos, reglas y normas exigibles de forma explícita a todos los que ejercen una misma profesión

en una campo social determinado, con el objetivo de regular en forma homogénea las conductas

individuales de los agentes que allí participan.

Las tradición filosófica de donde procede es la ética deontológica o éticas del deber que

surgen de la tradición kantiana.” Los seres racionales tenemos conciencia de que debemos cumplir

deberes, aunque con ello no obtengamos bienestar, sencillamente porque actuar según ellos forma

parte de nuestro ideal de humanidad” (Cortina, 1999). Resulta interesante reflexionar que

independientemente de que se quiera cumplir o no, el individuo se ve compelido al deber por el ideal

de sociedad que se persigue. Y Kant lo describió en su famoso enunciado: “que tu forma de conducta

pueda llegar hacer universal”

La redacción del código se aprueba por el colectivo profesional y se vincula con aquellos que

ejercen una misma profesión en el marco de contextos particulares. Asimismo, el texto normativo del

colegio pretende la defensa de la imagen del gremio, los intereses de las profesiones, así como un

control de calidad de las prestaciones profesionales. De esta manera, las normas deontológicas

responden a la moral interna del gremio que las formula sobre las apariciones individuales.

Por su parte, la palabra ética proviene del vocablo griego ”ethos” que significa “carácter”. La

ética es un tipo de saber orientador que conduce a forjar un buen carácter, el cual: “permita enfrentar

la vida con altura humana, porque se puede ser un habilísimo político, un sagaz empresario, un
profesional avezado, un rotundo triunfador en la vida social, y a la vez una persona humanamente

impresentable” (Cortina, El quehacer ético, 1999).

La ética se centrara en señalar en que consiste la actuación correcta que no hace personas

buenas, y en el caso concreto de la ética profesional, se entiende que el especialista busque la

excelencia en el servicio que brinde a la humanidad y sociedad. La tradición filosófica de donde

surge la ética profesional es la ética teleológica o ética de fines, y la orientan metas y objetivos que

se desean alcanzar en lo práctico.

Es evidente que la ética […] es una ciencia práctica porque se refiere a las acciones de la

persona que son controladas por la razón y por la voluntad del hombre cuando éstas actúan

libremente. No especula la ética sobre cuestiones abstractas o teóricas, sino sobre hechos concretos.

No es un saber por el saber mismo, sino un saber para la práctica que nace de la práctica misma

(Herrán, 1998)

La ética profesional no solo incluye deberes (como en la deontología) sino también

recomendaciones, metas, ideales y virtudes, apela a la conciencia del profesional y se espera de

forma voluntaria una adecuada actuación; se ocupada de que los profesionales sean responsables en

el trabajo; también esta requerida a reflexionar cuales son las destrezas y competencias en la

actuación profesional. Se centra en analizar sobre que es bueno hacer, al servicio de cuales bienes

esta su profesión, y que finalidad busca. En este sentido, Darío Restrepo, periodista colombiano, lo

menciona así:
Es una búsqueda más cercana a la realidad en la que la ética es entendida como un impulso a

la excelencia como la decisión individual de hacerse feliz intentando alcanzar esa máxima meta.

(Restrepo, 2004)

En una sociedad democrática el bien de la profesión se reflejara en la crítica externa de los

beneficiarios que reciben el servicio. Aunque desde una perspectiva como la de Pierre Bourdieu

(1990) hay que poner en tela de juicio este tipo de supuesto. Para resumir, se puede mencionar que el

terreno de la deontología delimita su campo de acción a través de códigos precisos que señalan el

deber ser que tiene un profesional frente los receptores del su servicio, en cambio, la ética

profesional es un ejercicio de la razón y voluntad humanas, promueve el crecimiento personal, no

solo abarca deberes sino metas y virtudes como proyecto de vida.

6.Ética periodística:

Del oficio a la profesión: El caso del periodismo es peculiar, pues no inicio siendo una

profesión sino un oficio, sus raíces se remontan hasta el siglo XVII con los gaceteros e impresores

europeos. El estudio sistemático de la historia de la prensa se perfila a partir del XVIII, incluso ya en

el XIX el periodismo se confundía con un género literario o una ramificación de la política. El

periodista de aquel entonces tenía una aptitud y habilidad en el lenguaje escrito, su oficio solo se

forjaba dentro de los diarios.

En el caso de la España de principios del siglo XX, el periodista que se preciara de serlo,

debía tener por lo menos un libro de versos o una novela en el “anaquel de obras anónimas”. Sin

embargo, tiempo más tarde con la instauración de las escuelas de periodismo, Y más aún como
licenciatura avalada por la universidad, provoco cambios en su historia tal como declara con

evocativa nostalgia el veterano Manuel Piedrahita:

Se creía entonces que al periodista le bastaba con imaginación y pluma para desenvolverse

[…]. Fue en los periódicos donde nos curtimos, pero era debido a una mentalidad de adoctrinamiento

periodístico en lugar de enseñanza […]. El periodismo bohemio, trampolín de políticos y literarios

[…] ha muerto de muerte natural, aquejado de vejez. Todavía quedan restos de ese periodismo

enternecedor. Son profesionales […] que cuentan anécdotas y alegran la monótona configuración de

un periódico moderno […]. La universidad tiene que ser vehículo y transmisor de la nueva cultura.

Por eso el periodismo no sólo va a la universidad como quien ha sido llamado tímidamente y con

escepticismo. Debe entrar por esa “puerta grande” con humildad, pero al mismo tiempo con la

conciencia clara de que su presencia es vital para el desarrollo cultural. (Piedrahita, 1993)

La primera escuela del periodismo fue fundad en 1908, el universidad de Missouri por el

famoso periodista Pulitzer, quien creía en la óptima preparación del periodista lo conduciría a la

profesionalización. Pulitzer soñaba y acertó, que las escuelas de periodismo podrían consolidarse

como centros de enseñanza, tal como en ese entonces era la medicina o el derecho.
A mediados del siglo XX, las universidades norteamericanas comenzaron a impartir de

manera sistemática la enseñanza del periodismo, lo cual le dio el rango de profesión.

Debates: En el campo periodístico existe una añeja controversia. Algunos rechazan

rotundamente la idea de que se “forme y profesionalice” el periodista en la universidad, pues es

desde la trinchera de la práctica donde se forma al buen comunicador, y se oponen de manera tajante

que sobre los periodistas pese el “yugo” de la normatividad deontológica. Otros plantean que si es

rotundamente necesario adquirir conocimientos teóricos y metodológicos. Así como una educación

formal que anteceda el buen desempeño de la práctica periodística.

Carlos Soria enfatiza que la profesionalidad, el conocimiento del oficio y el ejercicio

competente son la ética de la información, pues trabajar mal y poco constituye el primer ataque a la

información y por ende a la ética. Para este autor español la profesión y la ética son la misma cosa,

pues “humanizar la ética” es un compromiso insoslayable.

Sin embargo, James W. Carey, decano de la facultad de Comunicaciones en la Universidad

de Illinois, describe al periodismo como una “profesión de mandato” que se constituyó en una

profesión sin haber cubierto los cánones históricos (por los cuales son reconocidas las profesiones

desde el discurso legitimador) debido al status y prestigio que goza el periodismo como factor central

de la sociedad. Pese a las críticas, muchos diarios estadounidenses no contratan periodistas sin

licenciatura.

Justino Sinova señala que si bien es una profesión novísima, la falta de profesionalización del

periodismo de años atrás produjo una inadecuada responsabilidad pública dando como resultado una

serie de abusos y errores a lo largo de la historia del periodismo, con el anterior, se dio lugar a

severas críticas y rechazos. Por ejemplo, el filósofo Kart Kraus dijo que lo que lo distingue a un

periodista es “no tener una idea y poder expresarla”, por su parte Henry Fielding señalo que “un

diario consta siempre del mismo número de palabras, haya noticias o no las haya” (Sinova, 2000)
La imagen del periodista en estos tiempos no es más venerable que antaño.

Algunos autores hablan de la “muerte del periodista” debido a que la cobertura de la primera

guerra del Golfo evidencio una gran cantidad de imágenes e interpretaciones vacías, carentes de

análisis críticos. A la simbólica muerte del periodista se le añade el carácter mercantil y la

autocensura. En estos tiempos se perfila un profesional que se está convirtiendo en empleado de los

medos de comunicación, que ya desde tiempo atrás renuncio al juicio crítico y a la profundización de

su autonomía.

El subrayar la trascendencia de una ética periodística se debe al impacto cada vez mayor de

los medios, y sin duda, existe una inmanente preocupación de como regular el impetuoso poder de

los mass media sobre la “sociedad mediática” Adela Cortina señala que más que informar lo que se

busca es entretener, ya que lo propietario es capturar al oyente y televidente (aunque al lector de le

seduce de otra forma) no se incita a ir al fondo de las cosas sino pedir que haya más diversión.

La retórica de los medios es la que es y no el mejor marco ara que se forme una opinión

ponderada y deliberante. Por eso, el peligro está en que la democracia se convierta en “mediacracia”

porque los medios hayan dejado de ejercer su función “mediadora” entre los distintos

comunicadores, para convertirse en una nueva elite propiciadora, incluso a su pesar, del fast thinking,

que no deja de ser una contradicción en los términos. Manufacturar el consenso y no servir de

escenario a la opinión es el objetivo de unos medios cómplices con la política a la que no le interesa

que la acción se entienda porque muchas acciones fracasaran.

Según Eugene Goodwin, los periodistas norteamericanos se han hecho más conscientes del

problema de la ética en los últimos años como consecuencia del escándalo de Watergate, pero el

periodismo tiene todavía un camino muy largo por recorrer antes de que pueda ser considerado como

una vocación ética. (Goodwin, 1998)


7. Autorregulación de la ética

En una sociedad en la que el poder y la influencia de los medios es cada día mayor, la ética de

la comunicación social se convierte en una cuestión prioritaria. Mientras que unos defienden la

libertad absoluta del mercado y otros abogan por un mayor control del estado, la autorregulación

ofrece una vía alternativa para conseguir medios de comunicación más responsables y éticos en su

labor cotidiana. Pero para resultar efectiva, la autorregulación debe estar al alcance de todos.

La ética, además de explicarnos que es y para qué sirve la autorregulación, nos obliga a

conocer los códigos de ética de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP) , del Colegio

de Periodistas del Perú, de la Federación de Periodistas, entre otros.

Los periodistas y estudiantes del periodismo y de ciencia de la comunicación deben conocer

las obligaciones de los medios y las normas éticas e su profesión. Pero también la asociación civil y

el público en general deben estar informados de los compromisos éticos que han asumido los medios

de comunicación que consumen a diario.

¿Qué es la autorregulación? No es, en modo alguno, tener un código de ética periodística

colgado en la pared o guardado en la caja fuerte de algún medio. Nada más alejado de eso. La

autorregulación informativa puede entenderse como el sistema de reglas de conducta adoptado por le

medios.

8. Autorregulación de la deontología

La deontología es uno de los tres órdenes normativos que regulan el ejercicio de las

profesiones, junto al derecho y a la moral. Cabe señalar que las normas deontológicas se encuentran

a medio camino entre los otros dos órdenes normativos.

Una característica fundamental de la deontología profesional es que tiene una fuerte

componente de autorregulación, entendida en un sentido colectivo. Se trata de una interiorización de


las normas propias de la profesión. Se diferenciaría del Derecho en que este es creado por el estado,

y de la moral en que la deontología tiene un carácter colectivo, no se basa en los principios

intelectuales. Otra diferencia clave frente al Derecho, es que este tiene un marcado carácter coactivo,

impone sanciones al incumplimiento de sus normas, impone sanciones al incumpliendo de sus

normas. La deontología, por su parte puede o no incluir con sanciones, y siempre serán menos graves

que las relaciones con el Derecho (surgidas de instituciones jurídicas).

No obstante, la deontología puede institucionalizarse a través de los códigos Deontológicos,

la colegiación… (Instrumentos o mecanismos que dotan de más efectividad a la deontología), pero

siempre presenta una institucionalización mucho menor a la del Derecho. Las normas del Derecho

son “ajenas” al mismo, junto a los frentes extremos, mientras que lo característico de la deontología

profesional es la autorregulación. Los profesionales son creadores, sujetos y objetos de las normas

deontológicas de su profesión correspondiente. Participan (a través de sus asociaciones, por ejemplo)

en la creación de los códigos deontológicos que, a su vez, deberán aplicar.

La autorregulación es necesaria porque delimita campos de actuación, alerta sobre conductas

alejadas del bien común y puede invitar al profesional a dirigir sus acciones por el fomento de

valores que promueven una vida más humana.


9. Bibliografías

Cortina, A. (1999). El quehacer ético. En Guía para la educación moral (pág. p. 45). Madrid : Santillana.

Cortina, A. (1999). El quehacer ético. En Guía para la educación moral (pág. p. 16). Madrid: Santillana.

Goodwin, E. (1998). A la búsqueda de una ética en el periodismo. México.

Herrán, M. T. (1998). Ética para periodistas. Santafé de Bogotá: Tercer mundo editores.

Hortal, A. (2002). Ética general de las profesiones. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Omar, M. (2000). “Un acercamiento hacia la ética y deontología periodísticas”. En Deontología y


autorregulación informativa (pág. p. 35). Mexico.

Piedrahita, M. (1993). Periodismo moderno. En Historia, perspectivas y tendencias hacia el año 2000 (págs.
p. 87-88). Madrid.

Restrepo, J. D. (2004). El zumbido y el moscardón. En Taller y consultorio de ética periodistica (pág. p. 22).
Mexico .

Sinova, J. (2000). “Periodismo”, en Cortina y Conill. En 10 palabras claves en ética de las (págs. p. 264-265).
Navarra .

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