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Juan Pablo II, Evangelium Vitae, 1995. Resumen.

Capítulo II.
Mensaje cristiano sobre la vida (He venido para que tengan vida). nn. 29-51.
Jesucristo Palabra de vida (1Jn 1,1)
El Evangelio es Jesús (realidad personal y concreta).
Él recibe la vida del Padre y la comunica. Por su persona, el hombre puede conocer la verdad
sobre el valor de la vida humana.
“La vida se manifestó” (1Jn 1). La vida eterna es el fin para todo hombre. La fe plenifica todo lo
que la razón puede decir sobre la vida (su valor).
La vida humana es un bien.
AT
Éxodo  Valor de la vida a los ojos de Dios (es objeto de un amor tierno y fuerte). Israel
aprende que cuando su vida está amenazada, sólo tiene que acudir a Dios.
Reconocerse como pueblo, implica reconocer el valor de la vida.
Libros Sapienciales: Job: límite, pero confianza/esperanza por la luz de la fe. Hch 3,16.
NT
Jesús también anuncia que la vida de cuantos se sienten amenazados son un bien al cual el
amor del Padre da sentido y valor.
Lc 7,22: ciegos, cojos, leprosos… pobres: Dios se interesa por ellos, cuida sus vidas.
La Iglesia anuncia el mensaje de salvación que resuena con toda su novedad precisamente en
los lugares de pobreza y miseria de la vida del hombre (n.32, 4).
Mensaje para todos: cada hombre en sus dimensiones morales y espirituales está llamado a
reconocer el propio pecado para que sea sanado.
33. En la vida misma de Jesús: precariedad de la vida humana (acogida, rechazo e indiferencia),
afirmación de su valor. El contraste hace brillar más la gloria.
Qué grande es el valor de la vida humana si el Hijo de Dios la ha asumido y ha hecho de ella el
lugar donde se realiza la salvación de toda la humanidad.
34. ¿Por qué la vida es un bien? Para la Sagrada Escritura la vida del hombre es diversa de la de
los otros seres. El hombre es manifestación de Dios en el mundo (Gloria Dei, homo vivens). Es
el culmen de la Creación (primacía del hombre: las cosas están destinadas y confiadas a él. Su
creación es fruto de una especial decisión de Dios que establece un vínculo (“hagamos al ser
humano a nuestra imagen” Gn 1,27; Eclo 17,3). Tiene dominio, razón, discernimiento del bien
y el mal, voluntad libre, capacidad de conocer y amar a su creador.
La vida que Dios da al hombre es mucho más que un existir en el tiempo. Es tensión hacia una
plenitud de vida.
35. Origen divino del aliento de vida: insatisfacción (“Nos hiciste Señor para ti…”). Sólo en el
otro, que es reflejo de Dios, satisface el hombre su sed de diálogo. La gloria de Dios
resplandece en el rostro del hombre.
36. Pecado. Oscurece el proyecto de Dios, desfigura la imagen de Dios en el hombre, es
tentado a ofenderla en el otro. Paso de la comunión a la enemistad y al odio.
Cuando no se reconoce a Dios como Dios, se traiciona el sentido profundo del hombre y se
perjudica la comunión entre los hombres.
En Cristo, vuelve a brillar la gloria de Dios en el rostro humano (Imagen de Dios invisible, Col
1,15), y en quienes lo siguen, restaura la imagen perdida por el pecado (Reproduzcan la
imagen de su Hijo, Rm 8,29).
37. La VIDA que trae Cristo: ser engendrados por Dios y participar de su plenitud. VIDA
ETERNA: participación de la vida del “Eterno” (no supratemporal), “que te conozcan… y al que
tú has enviado”.
38. Dignidad de la vida: por su origen, por su fin (comunión con Dios). En la vida se manifiesta
Dios (plenificación de la vida terrena).
39. Dios es el único Señor de esta vida, no el hombre. La vida está en las manos
(misericordiosas) de Dios. No amenazantes, sino con solicitud amorosa y cuidado hacia sus
creaturas.
40. Carácter sacral de la vida: inviolabilidad inscrita desde el principio en el corazón del
hombre. Protegido en la Ley (AT). Pero, en plenitud, en el Evangelio: amarás a tu prójimo como
a ti mismo.
41. Justicia superior: no matarás  Yo les digo, todo aquel que se enardece con su hermano…
Se da una superación: cuidar al hermano  al forastero  al enemigo. Exigencia de
veneración y amor hacia cada persona y su vida.
42. Responsabilidad del hombre ante la vida. Dominio sobre la tierra y sobre cada ser vivo:
sometido a leyes naturales y morales. Cultivo y custodia del ambiente.
43. Responsabilidad por la vida humana: en la procreación (paternidad y maternidad humanas:
Dios mismo está presente (imagen y semejanza) de modo diverso de cómo lo está en cualquier
otra generación); hacia todos (acoger y servir la vida, especialmente la más débil: es el mismo
Cristo, Mt 25,31ss).
44. “Porque tú mis vísceras has formado”. El niño no nacido, precariedad extrema de la vida.
Para la SE, ofender agredir o negar la vida en tales condiciones se sale del horizonte religioso y
cultural del Pueblo de Dios (es anacrónico esperar una condena explícita). La existencia de
cada individuo, desde su origen, está en el designio divino.
46. Enfermedad: confianza, invocación esperanzada. La vejez es venerada, su vida está en
manos de Dios, de Él acepta el morir. El hombre no es dueño de la vida ni de la muerte, debe
confiarse al Señor.
47. Jesús (con sus curaciones) muestra que Dios también se preocupa de la vida corporal del
hombre. Misión de curar a los enfermos. Aunque la vida corporal no es un valor absoluto, y se
le puede pedir al creyente que la ofrezca por un bien mayor.
48. De la ley del Sinaí al don del Espíritu. La vida lleva en sí su verdad: el hombre debe
comprometerse a mantener la vida en esta verdad. No hacerlo implica condenarse a la falta de
sentido y a la infelicidad. La verdad de la vida es revelada por el mandamiento de Dios (la vida
adquiere su pleno significado). Toda la ley está al servicio de la vida, los mandamientos, en su
conjunto, son camino de vida. Es imposible conservar la vida alejándose del bien.
Sólo si abrimos a la plenitud de la verdad sobre Dios, el hombre y la historia, la palabra “no
matarás” volverá a brillar como un bien para el hombre.
49. Dificultad de ser fiel a la ley de la vida. Necesidad de un corazón nuevo dado por Dios, para
así comprender el sentido profundo de la vida: ser un don que ser realiza al darse. En Jesús se
cumple la Ley y se da un corazón nuevo mediante el Espíritu: la ley nueva del Espíritu que da
vida en Cristo (=don de sí mismo en el amor a los hermanos).
50 y 51. Contemplar al que traspasaron y que atrae a todos hacia sí. La cruz es el cumplimiento
y la plena revelación del Evangelio de la Vida. En ella, que manifiesta la debilidad extrema, se
manifiesta la gloria de Cristo. Con su muerte ilumina la vida y la muerte de todo hombre. Sana
y libera de la enfermedad más profunda: el pecado, elevándolo a la vida de Dios (que se
comunica por los sacramentos). La cruz es fuente de vida. La cruz muestra que la vida
encuentra su centro, su sentido y su plenitud cuando se entrega.
También nosotros estamos llamados a dar nuestra vida por los hermanos, realizando de este
modo en plenitud de verdad el sentido y el destino de nuestra existencia. Lo podremos hacer
porque Tú, Señor, nos has dado ejemplo y nos has comunicado la fuerza de tu Espíritu. Lo
podremos hacer si cada día, contigo y como Tú, somos obedientes al Padre y cumplimos su
voluntad. Por ello, concédenos escuchar con corazón dócil y generoso toda palabra que sale de
la boca de Dios. Así aprenderemos no sólo a « no matar » la vida del hombre, sino a venerarla,
amarla y promoverla.

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