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23 Revolución Juliana

Casi desde el mismo momento en que se fundó la República, en 1830, fue la banca privada y de
manera especial la guayaquileña, quien financió todos los gastos del Estado. Para poder construir
carreteras, puentes, hospitales, etc. los gobernantes ecuatorianos debían recurrir a los bancos
privados, que fueron, quienes aportaron con sus capitales para empezar a construir la
infraestructura del país.

Cuando en 1924 asumió la presidencia Gonzalo Córdova, el liberalismo había perdido buena parte
de su apoyo popular y las tendencias conservadoras ganaban fuerza.

Sin embargo, en 1924 las deudas que el Estado había adquirido con la banca costeña y
especialmente con el Banco presidido por Francisco Urbina Jado se habían convertido en
impagables. La situación económica del Estado se agravaba entonces por la gran emisión de billetes
sin respaldo en oro.

En estas circunstancias, el pueblo organizado desató una fuerte y constante oposición al gobierno
reclamándole mayor atención a los problemas laborales y exigiendo sustanciales reformas al
sistema económico imperante.

El 9 de junio de 1925 se produjo un inesperado cambio de gobierno del país. Una comisión de la
Junta Suprema Militar, presidida por el Mayor Luis Telmo Gómez de la Torres, irrumpió en la sala
donde el presidente y sus ministros realizaban una sesión extraordinaria. Les notificaron que la Junta
Suprema había resuelto asumir el gobierno de la nación.

Algo semejante sucedió en Guayaquil y el resto del Ecuador. Comenzó así un cambio político-
administrativo, económico y social. Adelantándose a la reacción conservadora, se proponían
emprender reformas sustanciales, ejecutadas después parcialmente durante la presidencia de Isidro
Ayora.

El objetivo de la junta era reordenar la economía, establecer el Banco Central como el único
autorizado para emitir moneda y crear un nuevo sistema de presupuesto y de aduanas.

La primera Junta, cuya alma fuera Luis Napoleón Dillon, impuso el interés nacional sobre los
intereses empresariales privados, fiscalizó a los bancos, introdujo por primera vez el impuesto a la
renta e incluso uno sobre las utilidades, creó el Ministerio de Bienestar Social y Trabajo, también la
Caja de Pensiones, creo leyes laborales y adoptó otras medidas sociales.

La reacción oligárquica estalló y particularmente la de la plutocracia regionalista de Guayaquil, que


afirmó: "el oro de la Costa se quieren llevar los serranos". Se unieron a ella los periódicos que se
lanzaron contra la Junta. Dillon fue tildado como "enemigo" de Guayaquil. Su propuesta para crear
un Banco Central fue tenida como declaratoria de guerra. Y las medidas sociales y laborales atacadas
como "comunistas". Después de la segunda Junta, que duró tres meses, el 1 de abril de 1926 los
julianos resolvieron nombrar corno Presidente a Isidro Ayora (1926-1931), quien concretó el
programa reformista con el apoyo de la Misión norteamericana de Kemmerer.
Los militares julianos invocaron ciertas ideas socialistas e inclinaciones a los trabajadores, pero en
realidad favorecieron a los sectores medios, principalmente a la burocracia, e impulsaron la
modernización estatal. No fueron enemigos de la empresa privada. Sin embargo, los mayores
opositores fueron los bancos, especialmente guayaquileños. A ellos se unió la prensa del puerto
principal, convertida en activista política de la lucha regionalista. Y, además, la oligarquía serrana.
Pero trabajadores y sectores populares de todo el país, incluida Guayaquil, donde también se
pronunciaron maestros, estudiantes y múltiples organizaciones, apoyaron las transformaciones
julianas.

A partir de los años treinta la vida política del Ecuador estuvo dominada por la figura de José María
Velasco Ibarra, que inició su primer mandato presidencial en 1934 (posteriormente ocupó la
presidencia otras cuatro veces). A pesar de sus deficiencias como administrador, su acusado
populismo y su vinculación a los grupos oligárquicos, impulsó ambiciosas obras públicas y reformas
educativas y mantuvo una política exterior de independencia.

24 Ascenso de la organización y lucha popular


Luego del 15 de noviembre de 1922, fecha en la que la clase obrera se introdujo en la vida política
del país, continuaron las acciones de lucha; en 1925 se reactivaron las luchas populares, en
Guayaquil se constituyó el Comité Pro Organización Obrera, con el objetivo de unir a todos los
trabajadores para luchar por la transformación social.

Para esta época el Ecuador ya contaba con una importante inversión extranjera, especialmente de
capitales norteamericanos como es el caso de EMELEC o La Empresa Eléctrica del Ecuador Inc., fue
una empresa eléctrica constituida en Estados Unidos, en 1925 y que se dedicaba a la generación,
distribución y comercialización de energía eléctrica en la ciudad de Guayaquil, Ecuador.

En el área hidrocarburífera participan varias empresas en la península de Santa Elena como Anglo
Ecuadorian Oil Field, Carolina Oil Company; y Anglo Saxo Petroleoum en la Amazonia. Una destacada
compañía de extracción de oro fue South American Development Company (SADCO), ubicada en
Portovelo, El Oro.

A partir de los años 30 se producen una serie de levantamientos, acompañadas de un proceso de


organización de carácter sindical; con la organización en 1933 de un sindicato de parte de los
obreros de La Internacional declarando una huelga al año siguiente. En 1935 en Licto, Chimborazo
los trabajadores de esta hacienda realizan huelga pidiendo incremento de salarios y mejores
condiciones, manteniéndose durante su lucha en duros enfrentamientos con los militares.

En 1938 se reúne un nuevo congreso obrero con la participación de 62 organizaciones, forman la


Confederación Obrera del Ecuador que luchará por la expedición del código del trabajo. A la par se
funda la Confederación Ecuatoriana de Obreros Católicos (CEDOC) bajo la inspiración del partido
conservador.

25 Periodo de estabilidad
El Auge del banano
A partir de 1950 Ecuador volvió a insertarse en el mercado internacional a través de la producción
de banano, iniciando, de la mano de este producto, un período de prosperidad.

La creciente demanda de banano de Europa y Estados Unidos y el impacto de plagas y huracanes en


las plantaciones centroamericanas fueron dos factores que pesaron para que el gobierno de Galo
Plaza Lasso se pusiera como objetivo convertir a Ecuador en productor de banano. La mano de obra
barata, la disponibilidad de tierra agrícola, la política de fomento del gobierno -que incluía créditos
y obras de infraestructura- y la ausencia de plagas y huracanes en el país sentaron las condiciones
para que el país fuera el primer productor mundial de la fruta. La exportación de banano fue el eje
de la economía ecuatoriana hasta los años 70, cuando fue suplantada por el petróleo.

El proceso inicial de expansión del banano duró hasta fines de 1950 y se sustentó en las pequeñas y
medianas plantaciones, debido a una política que fomentaba este tipo de producción por parte del
gobierno y evitaba la concentración de tierra y capital en pocas manos, como sucedió con el auge
cacaotero. Este proceso desencadenó la formación de una burguesía agraria que fortaleció a la clase
media, la cual, según la concepción gobiernista, era la portadora de los valores democráticos. La
estrategia apuntaba también a crear una sociedad con mayor capacidad de consumo. Las empresas
transnacionales -como la United Fruit Co.- sólo intervinieron en la etapa de comercialización.

Durante los años 60, las plantaciones centroamericanas empezaron a recuperarse, lo que supuso
una disminución de la demanda para la fruta ecuatoriana. La crisis de sobreproducción y la presencia
de plagas golpearon con fuerza a los pequeños y medianos productores, quienes no contaban con
el capital para hacer frente a períodos de crisis o nuevas inversiones. La quiebra de los pequeños
productores fue aprovechada por los grandes propietarios, quienes iniciaron la etapa bananera de
la gran plantación en la Costa ecuatoriana. Muchas veces estos combinaban la producción con la
actividad exportadora, imponiendo precios a los pequeños productores que aún hoy subsisten en el
agro de la Costa.

Económicamente, los efectos del auge bananero en el país fueron importantes. Se profundizó el
modelo de desarrollo capitalista en relación con el mercado mundial. Ecuador se insertó en un orden
internacional en el que asumió claramente el papel de proveedores. Al mismo tiempo se produjo
un aumento de la producción nacional en distintos órdenes, se expandieron las relaciones salariales,
creció el mercado interno y la economía se diversificó. Los sectores que crecieron fueron la industria,
la construcción, la pesca industrial, la producción agropecuaria, el comercio, la banca, el transporte
y las comunicaciones.

El desarrollo urbano que se había anunciado tímidamente desde inicios del siglo XX se intensificó
notablemente. El Estado desarrollista, sustentado en una economía en crecimiento, fomentó la
profesionalización de sus capas medias. En la Sierra el auge bananero y los límites propios de un
sistema caduco provocaron la descomposición del sistema de hacienda tradicional, el cual enfrentó
la necesidad de modernizarse. Mucha población emigró a la Costa y otra engrosó la población de
las ciudades de la Sierra. Sin embargo, y a pesar de los cambios, no hubo una transformación
generalizada de las relaciones sociales y económicas. Las oligarquías regionales seguían teniendo
mucho poder.

Cuando las exportaciones bananeras empezaron a decaer en los años 60, el Estado regulador y
planificador orientó la economía, hasta entonces dependiente del mercado exterior, hacia el
modelo de sustitución de importaciones que privilegió el desarrollo interno.

Desde 1948, los protagonistas de la vida política ecuatoriana hicieron un esfuerzo común por
alcanzar una estabilidad que se veía como condición indispensable para el progreso y el desarrollo
del país. Este esfuerzo estuvo apoyado por una coyuntura económica favorable que se tradujo en la
ordenada sucesión democrática de cuatro gobiernos: en 1952 triunfó Velasco Ibarra; en 1956,
Camilo Ponce Enríquez; y en 1960, otra vez Velasco Ibarra.

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