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Sobre el autor
Peter T. Bauer (1915 – 2002) nació en Budapest, en la entonces
Austria-Hungría. Bauer es conocido por haber cuestionado la
planificación central, la ayuda externa, los controles de precios,
el proteccionismo y otras formas de intervencionismo estatal
como soluciones a la pobreza. Bauer argumentó de manera
contundente –con sus estudios de campo en África y Asia– que
estas políticas más bien perpetuaban la pobreza y reducían la
libertad individual en los países en vías de desarrollo. Fue Profesor de la London
School of Economics y sus obras se dedicaron a cuestionar la corriente
predominante en la economía en desarrollo en su época: aquella que sostenía que la
planificación central era un requisito para el progreso. Bauer demostró que la ayuda
externa, las restricciones a la inmigración, las políticas de control poblacional y las
barreras comerciales socavan el crecimiento económico.
Información de Copyright:
© 2008 de Unión Editorial, S.A. El copyright de esta edición española, tanto en
formato impreso como electrónico, pertenece a Unión Editorial. Es reproducida aquí
con la debida autorización y no puede ser reproducida en ninguna manera sin una
autorización escrita.
Introducción
Tanto el contenido como la presentación de un libro han de valer por méritos propios,
de modo que las introducciones habrían de ser superfluas. Sin embargo, creo que en este
caso unas notas iniciales pueden ayudar a reducir posibles malentendidos y evitar
controversias innecesarias.
Las principales partes de este libro discuten con bastante amplitud la reciente
experiencia y política económicas de los países subdesarrollados; los principales
determinantes del progreso material, y las ideas actuales más influyentes acerca de la
posición económica y perspectivas del mundo subdesarrollado. Algunos aspectos de la
discusión de este último punto pueden sorprender al lector. Varios capítulos de este libro
ponen sobre el tapete críticas radicales de buena parte de la literatura contemporánea sobre
desarrollo. Las principales ideas de esa literatura han tenido tanta publicidad y aceptación
que se las puede denominar la nueva ortodoxia sobre el desarrollo económico. El lector
muy bien puede quedar desconcertado por la crítica radical y sin consideraciones que se
hace a puntos de vista muy aceptados. Pero es que muchas de esas posiciones, que se
supone obtenidas de la experiencia y el análisis, están en conflicto con la evidencia
empírica. Como ejemplos hay que incluir la tesis del círculo vicioso de la pobreza; la
acusación de que los países ricos han causado la pobreza del mundo subdesarrollado; la
idea de que un desarrollo económico sustantivo de los países pobres ha de ir acompañado
por una escasez de divisas; la afirmación de un descenso secular de las relaciones de
intercambio de los países pobres; la insistencia en la supuesta necesidad ineludible de la
planificación central y la ayuda exterior para el avance material de los países pobres; la
opinión de que la naturaleza ha dotado igual a todos los hombres, y que todos tienen
iguales aptitudes económicas; la práctica del razonamiento económico sin hablar de
precios y costes, es decir, la despreocupación respecto a los efectos del precio sobre la
oferta y demanda y respecto a la importancia de los empleos alternativos de los recursos.
A pesar de la preeminencia de esas ideas, la literatura actual no es unánime respecto a
su validez. Pero han sido expuestas por escritores bien situados para alcanzar amplia
audiencia e influir políticamente, de modo que se da la impresión de un consenso de
opiniones sobre estas materias cuando de hecho, como he indicado, hay disconformidad.
Cuando en los capítulos que siguen me refiera a un consenso será más el consenso
aparente que real.
Las nociones aceptadas en ese consenso no deberían ser tema de una controversia
válida, ni más ni menos que cuestiones tales como si la tierra es redonda o llana, si el
mundo fue creado el ario 4004 antes de Cristo o antes, o si las cigüeñas traen a los niños o
nacen de otra forma. Algunas de estas cuestiones han sido tema de legítima controversia
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Biblioteca de la Libertad: Crítica de la Teoría del Desarrollo
en el pasado, pero ya se han resuelto. Sin embargo, el análisis económico del desarrollo
sigue cargado con nociones sin sustancia intelectual alguna. Por lo mismo, la refutación de
estas nociones no constituye un gran logro intelectual. Exponerla recuerda algo a la
insistencia del niño en la conocida historia familiar de Hans Andersen sobre el emperador
desnudo. Refleja poco más que la negativa a aceptar un absurdo demostrable y palpable,
por más que se proclame en voz alta y sea generalmente aceptado. El principal problema
al realizar un examen crítico de buena parte de la literatura actual sobre desarrollo no
radica en la dificultad intelectual, sino en el mantenimiento de un adecuado nivel de
discusión sin caer en la trivialidad.
El lector puede preguntar cómo es posible que gente dotada de cualidades intelectuales
e instalada muchas veces en prominentes posiciones académicas o públicas, pueda aceptar
y defender ideas sin contenido.
Hay en primer lugar un fallo importante que subyace a buena parte de la discusión sobre
la economía de los países subdesarrollados. Se trata de la manera en que ha llegado a
utilizarse el concepto de países subdesarrollados. El grupo de países que se incluyen bajo
ese encabezamiento exhiben algunas similitudes: están localizados en climas no
templados; sus sociedades muestran pautas demográficas con algunas semejanzas; la
agricultura de subsistencia o cuasi subsistencia predomina, etc.
Hay en primer lugar un fallo importante que subyace a buena parte de la discusión
sobre la economía de los países subdesarrollados. Se trata de la manera en que ha llegado a
utilizarse el concepto de países subdesarrollados. El grupo de países que se incluyen bajo
ese encabezamiento exhiben algunas similitudes: están localizados en climas no
templados; sus sociedades muestran pautas demográficas con algunas semejanzas; la
agricultura de subsistencia o cuasi subsistencia predomina, etc.
Sin embargo, la literatura académica y popular de los últimos veinte años ha utilizado
el concepto como expresión omnicomprensiva de todo el mundo aparte de unos pocos
países técnicamente avanzados. El grupo ha sido definido de forma negativa. El proceso
de definición negativa es engañoso. No especifica las similitudes y oscurece las
diferencias. Por tanto no puede indicar las limitaciones de las semejanzas ni la amplitud v
profundidad de las diferencias. Establece una tentación de encontrar uniformidades donde
no existen. En una categoría así definida no hay razón para esperar similitud o
uniformidad sustancial que pueda servir de base para generalizaciones válidas o
recomendaciones para una política efectiva. Sin embargo, la aceptación de un concepto
residual, deducido de una definición negativa, induce una creencia en la presencia de esas
uniformidades y ha promovido en este caso una agregación de amplitud mundial
inapropiada.
El atractivo y la aceptación de una definición negativa en este campo reflejan y
refuerza ciertos hábitos mentales que operan ampliamente en la escena contemporánea y
dan cuenta de la peligrosa situación intelectual de buena parte del tema. Nos referimos a la
erosión de las facultades críticas de las personas debido a la rápida tasa de cambio social y
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sinsentido refleja un sesgo sistemático es muy probable que refleje el deseo de conseguir
objetivos no reconocidos con bases políticas o emocionales.
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tanto de las argumentaciones como de sus críticas depende de las pruebas de consistencia
lógica y evidencia empírica. Cuando discuto cuestiones o propuestas de política a seguir,
examino las argumentaciones y la evidencia aducida en apoyo de acciones específicas,
más que los méritos de las políticas alternativas. Por lo general se considera que esas
argumentaciones están basadas en razonamientos analíticos o evidencia fáctica y que por
tanto pueden examinarse de forma apropiada en ese mismo plano.
La elección de los temas discutidos dentro del área general muchas veces viene
afectada por la posición política. Sin embargo, la fuerza del razonamiento no depende de
esa posición política o de la elección de temas, sino de la consistencia lógica y la evidencia
empírica. Que la posición filosófica y política del estudiante afecta a la elección del tema
de investigación, pero es irrelevante para la validez de los resultados, no sólo es cierto en
los estudios sociales sino también en otras disciplinas. Es poco probable que un
fundamentalista religioso estudie cosmología o biología evolucionista: puede decirse por
tanto que los estudiosos de estas disciplinas cuentan con un parti pris filosófico que no
afecta, sin embargo, a la validez de sus conclusiones. Algunas de mis preferencias
políticas explican la elección de algunos de los temas examinados; pero esas preferencias
son irrelevantes para la valoración del razonamiento.
En este libro no se presenta ninguna teoría del desarrollo. Su ausencia no indica que
se trate de un enfoque no intelectual. Refleja el reconocimiento de que el desarrollo
económico es un aspecto principal del progreso histórico de sociedades enteras; por tanto,
no es susceptible de una teoría general en el sentido en que lo son los fenómenos
estudiados por las ciencias naturales y (en menor medida) sociales. Además, el desarrollo
económico depende en gran medida de determinantes que no pueden analizarse con los
instrumentos de la teoría económica. Este campo de cuestiones se analiza en el capítulo
IX. Se señala allí que la incapacidad de la economía para analizar sistemáticamente los
principales determinantes del progreso material no significa que no pueda contribuir al
análisis de los fenómenos y al juicio sobre la política a seguir. Espero que de la lectura de
este volumen resulte claro que mi escepticismo respecto a una teoría general del desarrollo
(análoga a las teorías de las ciencias sociales y naturales) no significa que creo que no se
pueden explicar los fenómenos o secuencias del desarrollo económico. Como indicaré
repelidas veces, cabe señalar uniformidades y predecir los probables resultados de las
diversas estrategias.
La ausencia de una teoría general del desarrollo y el contenido y tono crítico de buena
parte del libro pueden provocar la crítica de que se trata de un enfoque negativo y no
constructivo. Sin embargo, varios de los capítulos no son de carácter eminentemente
crítico y no constituye una objeción válida a la crítica el decir que no adelanta ideas o
propuestas alternativas a las que examina. En varios contextos a lo largo del libro discuto
los que considero determinantes fundamentales del progreso material y la potencialidad de
las políticas oficiales para influirlos. Esas diversas referencias a la significación de las
aptitudes, actitudes y costumbres personales y de grupo, a las instituciones sociales y
arreglos políticos, a los contactos externos, y la especulación acerca las influencias
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subyacentes tras esos factores, pueden considerarse quizá como los inicios de un enfoque a
la teoría del desarrollo, en la medida en que en nuestro estado actual de conocimientos
pueda proponerse teoría alguna.
Me gustaría señalar aquí algunos puntos de terminología. Muchas de las sociedades
cuya posición constituye el tema principal de este volumen han sido llamadas primitivas,
atrasadas, pobres, subdesarrolladas, en vías de desarrollo y menos desarrolladas. Las tres
últimas expresiones son eufemismos, inducidos en parte por consideraciones políticas,
pero sobre todo por la emergencia y difusión de sentimientos de culpabilidad en la
sociedad industrializada occidental. Pobres o materialmente atrasadas son las
denominaciones más apropiadas: son las que describen mejor la condición que sirve de
base a la clasificación; señalan el hecho de que la distinción es solamente una cuestión de
grado, y son neutrales en el sentido de que no sugieren que la condición descrita sea
anormal y reprensible. (Difícilmente podría ser anormal cuando el mundo subdesarrollado
comprende más de la mitad de la humanidad.) Las expresiones subdesarrollado y en vías
de desarrollo son eufemismos especialmente inapropiados: subdesarrollo porque sugiere
claramente que la situación que describe es anormal, reprensible y quizá fácilmente
rectificable; en vías de desarrollo porque su utilización conduce a contradicciones tales
como las referencias al estancamiento o retroceso del mundo en desarrollo. Sin embargo, a
lo largo de este volumen utilizaré el término subdesarrollados porque es uno de los más
utilizados en la literatura cuyo examen constituye el tema principal de este libro; pero debe
entenderse que utilizo esa expresión como sinónimo de pobres o material o técnicamente
atrasados. Muchas veces utilizo también la expresión países, aunque sería más apropiada
—por razones que se explican en el capítulo IX— la expresión sociedades.
Buena parte de la discusión en este campo está ofuscada porque se elige como norma
a un manojo de sociedades altamente industrializadas, con las mayores rentas per capita en
su medición convencional, considerando entonces que la mayor parte de la humanidad es
anormal. Se toma como norma un extremo. Si se toma a los millonarios como norma, la
mayoría de la población de cualquier país estaría en la pobreza. Una vez adoptada esta
práctica, la utilización del término subdesarrollados para describir la posición de la gran
mayoría de la humanidad apenas es marginalmente más engañosa que la utilización de
otros sinónimos que también implican desviación respecto a la norma.
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desarrollo económico, pues sería pedante intentar ignorar un término tan ampliamente
utilizado.
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de los países ricos y pobres han aumentado o disminuido en este período. De hecho,
hay que dudar de que el concepto de renta como medida convencional sea útil para
indicar o expresar cambios tan profundos.
Por definición, el nivel de renta de los países subdesarrollados es bajo, pero esto
es compatible con el adelanto. incluso rápido, si este adelanto se ha iniciado
recientemente a partir de un nivel bajo. Ésta es la situación de mucho países
subdesarrollados. La tesis del círculo vicioso de la pobreza postula o bien que
niveles medios bajos implican tasas de cambio iguales a cero, lo cual es refutado
rápidamente por la observación, o bien alternativamente que un nivel bajo es lo
mismo que una tasa de cambio igual a cero, lo cual es un simple error de lógica.
Esta confusión entre un nivel y una tasa de cambio se refleja claramente en las
referencias al círculo vicioso de la pobreza en los países en vías de desarrollo.
4. EL EFECTO DEMOSTRACIÓN A ESCALA
INTERNACIONAL
En estos últimos años, una variante de la tesis general del círculo vicioso de la
pobreza ha adquirido una particular influencia. Se sugiere que la existencia de
países desarrollados da lugar al llamado efecto demostración, que se considera
como otro obstáculo mas a la formación de capital y al desarrollo económico, pues,
efectivamente, en el caso de que se lograse romper, de una forma u otra, el primer
círculo vicioso, éste sería Este sería sustituido por otro círculo de pobreza y
subdesarrollo. La idea fue presentada por primera vez al profesor Nurkse, quien
sostenía que el contacto con las economías desarrolladas es perjudicial para los
países subdesarrollados porque aumenta la propensión al consumo a la vez que
desalienta el ahorro e impide la inversión. Textualmente:
El conocimiento o el contacto can nuevas formas de consumo abre los ojos a
posibilidades previamente desconocidas... En los países más pobres tales bienes a
menuda son bienes de importación, que no se producen en el país; pero ésta no es la
única dificultad. El problema básico reside en que la existencia o el mero
conocimiento de nuevos bienes y de nuevas métodos de consumo tiende a elevar la
propensión general al consumo ... El círculo vicioso que mantiene baja la oferta
interior de capital en las unas con rentas bajas es suficientemente malo en sí mismo.
Lo esencial para mí es que tiende a agravarse por causa de las tensiones que se
generan de la pobreza relativa que se diferencia de la pobreza absoluta.[11]
Sin embargo, los efectos del contacto con países más adelantados son
generalmente muy diferentes de los que se suponen en el efecto demostración
internacional. Los contactos económicos internacionales de forma casi invariable
promueven el desarrollo de las comunidades menos desarrolladas, sugiriendo, en
primer lugar, la posibilidad del cambio y relajando aquellas actitudes y costumbres
que más impiden el progreso material. Estos contactos fomentan también nuevas
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En primer lugar, la argumentación anterior no tiene como objetivo sugerir que ha
habido progreso material en todo el mundo subdesarrollado. Hay importantes
grupos y amplias zonas del mundo subdesarrollado que han progresado poco en
tiempos recientes. Incluyen los aborígenes en muchas partes del mundo, las
desamparadas gentes del Sahara y de otras partes y las poblaciones tribales del
centro y este de África. Y en amplias áreas del sur y del este de Asia (incluyendo
grandes extensiones rurales de la India, Pakistán y China), el progreso ha sido
comparativamente lento y en su mayor parte ha sido absorbido por el incremento de
la población. Hay zonas que primariamente tienen una agricultura de subsistencia.
No hay nada anormal o inesperado incluso en la extremada pobreza material de
sociedades materialmente tan atrasadas. Pero las razones de este atraso no tienen
nada que ver con un círculo vicioso de la pobreza generalmente operativo. No hay
ninguna regla general que asegure el que todos los países o regiones deban alcanzar
el mismo nivel de prosperidad económica o el mismo ritmo de progreso en
cualquier momento o a lo largo de cualquier período de tiempo. El éxito económico
y el progreso dependen en gran parte de las aptitudes y actitudes humanas, de las
instituciones sociales y políticas v de los arreglos que se derivan de éstas, de la
experiencia histórica, y, en menor medida, de los contactos externos, de las
oportunidades del mercado y de los recursos naturales. Si estos factores favorables
para el progreso material se hallan presentes, las personas, los grupos e incluso las
sociedades no se estancarán, de modo que es la ausencia de los determinantes
favorables, y no la pobreza, el factor causal del estancamiento prolongado. La
indicación de que es la pobreza como tal la que actúa como principal obstáculo al
progreso material ha desviado la atención de estos determinantes subyacentes del
desarrollo.
En segundo lugar, el reconocimiento del progreso material en tantos lugares del
mundo subdesarrollado no constituye un alegato en favor del laissez-faire o de
cualquier otra política. El adelanto a menudo ha creado formidables problemas que
exigen la acción del estado. Muchas veces el progreso ha sido rápido y
generalmente también desigual; ha afectado antes y más profundamente a unas áreas
y sectores que a otros y su impacto ha sido mayor en algunas actividades, actitudes
e instituciones que en otras. La diferente incidencia o impacto del progreso material
ha dado lugar a menudo a considerables tensiones. Los problemas resultantes son a
menudo agudos, pero son totalmente diferentes de los del estancamiento. Problemas
de cambios en los arreglos sobre tenencia de la tierra y en los derechos de
propiedad y herencias; problemas personales y sociales derivados de la
transformación de una economía de subsistencia en una economía monetaria y
derivados de la destribalización; la congestión y retraso en los puertos y
ferrocarriles, son cuestiones urgentes en un cierto número de países
subdesarrollados. Los mismos no surgirían en una economía estancada atrapada en
el círculo vicioso de la pobreza. Aquí, una vez más, la insistencia en el círculo
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vicioso de la pobreza ha servido para oscurecer estos otros problemas y para desviar
la atención y las energías de los intentos de ocuparse de ellos.
El tercer punto requiere un tratamiento algo más extenso. A menudo se suele
decir que los sectores relativamente adelantados de los países subdesarrollados,
especialmente de África, son meros enclaves creados a partir de las economías
locales por los países adelantados, o puestos avanzados de las economías
adelantadas que no sirven para mejorar la situación económica o las perspectivas de
la población local.
No es cierto que la población local no participe en estos sectores relativamente
adelantados o que no deriven beneficios materiales de los mismos. Por ejemplo,
cómo va hemos observado, todas las exportaciones agrícolas del oeste de África y
de Uganda son producidas enteramente por las poblaciones locales en sus propias
tierras. Los africanos también tienen una amplia participación en el transporte,
distribución y transformación simple de estas exportaciones, así como en la
distribución de las importaciones. En el sudeste de Asia el grueso de la producción
de caucho se realiza en fincas pertenecientes a asiáticos. Incluso allí donde las
empresas de los sectores adelantados son extranjeras, normalmente cooperan al
desarrollo contribuyendo a los ingresos del estado, propagando técnicas, y
generalmente promocionando los intercambios económicos.
Estos sectores no son, pues, enclaves desligados del resto de la economía, sino
puntos en los que el desarrollo hace su primer impacto. El adelanto económico
siempre afecta primero a ciertas regiones y actividades, a partir de las cuales se
difunde hacia fuera. El tiempo necesario depende, entre otros factores, de las
facultades de la población, de las costumbres y actitudes, de los factores
institucionales y de las comunicaciones físicas.
La sugerencia de que los sectores relativamente adelantados de las economías
subdesarrolladas son enclaves que no benefician a la población local deriva su
escasa y poco fundada verosimilitud de ciertos rasgos del panorama económico y
social en el mundo subdesarrollado especialmente acusados en África.
Toda África por debajo del Sahara (a excepción de Sudáfrica) es pobre; las rentas
ganadas por los africanos en toda África son bajas; aparte de las minas, propiedades
y compañías comerciales de propiedad europea, la principal actividad económica es
la agricultura en pequeña escala; en 53 sectores adelantados, se destacan el
personal, la iniciativa y el capital extranjeros; y los extranjeros que trabajan en estos
sectores normalmente ganan rentas altas comparadas con las de la población local.
Las altas rentas de los emigrados reflejan, por supuesto, su dominio de unas
técnicas v de un capital que podrían devengar rentas relativamente altas en sus
propios países. Pero queda claro, tanto a partir del argumento general como a partir
de las numerosas pruebas concretas, que ninguna de estas características de las
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revelador The Economic Revolution in British West Africa. Los siguientes pasajes
resumen sus conclusiones:
En efecto, el proceso desde los años noventa del siglo pasada ha consistido en la
superposición del siglo XX después de Cristo sobre el siglo XX antes de Cristo, y
gran parte del problema de la política indígena se refiere al choque de culturas tan
ampliamente diferentes y a la protección de los nativos durante las dificultades de la
transición ... La transición ha sido del crecimiento de cultivos de subsistencia y de
la recolección de productos silvestres a la plantación de cultivos para intercambio,
con la necesaria implicación de una transición de una economía "natural" a una
economía ”monetaria", y con las innumerables e importantes reacciones de esta
última fase.[14]
Sir Keith Hancock, ponderado y crítico historiador del desarrollo africano, llegó a
casi las mismas conclusiones. Esto es lo que dice:
En algunos períodos de la historia europea —en nuestros propios días, por
ejemplo, o en los días de las primeras máquinas de vapor e hilaturas mecánicas—
ha parecido que el mundo europeo quedaba transformado; Europa, sin embargo,
sigue siendo el mismo mundo, aunque hilando mucho más deprisa. Pero en África
cambio significa mucho más que aceleración. El comercio de Europa y sus medidas
en dinero realmente han convertido el mundo africano en un mundo nuevo ...
Retiene algo de sus viejos hábitos y vida social, religiosa y mental —estas cesas
mueren muy lentamente—. pero son muy diferentes de su nueva vida y costumbres
económicas.[15]
Esta literatura no se limita a África. Los problemas y tensiones de un rápido
progreso son uno de los principales temas en Colonial Policy and Practice de J. S.
Furnivall, que trata ampliamente de la experiencia de Birmania:
La disolución de la estructura política sólo constituyo la primera etapa de la
disolución social, que se completa con la segunda, o etapa económica, disgregando
la aldea en individuos. En este proceso actúan dos factores: se liberan las fuerzas
económicas, y se relajan las vigilancias que controlan su acción ... En tales
circunstancias no queda ninguna personificación de la voluntad social o
representante del bien público para controlar las fuerzas económicas que libera el
impacto del oeste.[16]
Estos escritores no eran meros sentimentales deplorando el paso de los buenos
tiempos pasados; identificaron los cambios muy rápidos que tenían lugar y
señalaron los problemas que así se creaban.
8. ATRACTIVO DEL CÍRCULO VICIOSO
Nuestra exposición de la tesis del círculo vicioso de la pobreza ha progresado
desde la descripción de la tesis al examen y refutación basada en la evidencia
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subdesarrollado como a un residuo, esto es, como el mundo entero excepto América
del Norte, Europa occidental, Australasia y Japón. Hay que tener un cuidado y un
discernimiento especiales en argumentaciones sobre conceptos y categorías
residuales derivados de una definición negativa, especialmente a la vista de las
posibilidades políticas que a menudo se crean por medio de clasificaciones
arbitrarias y cambiantes.[18] Pero la práctica de la definición negativa tiene un
atractivo en sí misma, pues lleva a un descuido del examen minucioso de
situaciones. También hace más plausible la imagen del mundo subdesarrollado
como una masa uniforme y estancada, que a su vez fomenta la aceptación del
círculo vicioso.
El atractivo intelectual del círculo vicioso queda reforzado por ciertas atracciones
políticas: y los dos conjuntos de influencias se refuerzan mutuamente. La insistencia
en el círculo vicioso de la pobreza y en el estancamiento del mundo subdesarrollado
ha fomentado el flujo de ayuda exterior, que constituye uno de los principales
objetivos políticos para mucha gente, por su propio interés como supuesto
instrumento para fomentar el desarrollo de los países pobres, y corno instrumento
para extender la imposición progresiva del nivel nacional al internacional. La
sugerencia señalada en la pág. 27, de que la actuación del círculo vicioso de la
pobreza impide una reducción voluntaria del consumo y que, por tanto, según cabe
suponer, justifica la coacción, es un ejemplo específico de la base política de la tesis
del círculo vicioso.
Motivaciones políticas conscientes o inconscientes pueden haber jugado también
un papel en la aparición y aceptación de la idea del efecto demostración
internacional adverso (una subespecie del círculo vicioso de la pobreza). Resulta
paradójica la idea de que contactos que amplían las oportunidades de consumo y
producción de la gente perjudicarían sus perspectivas y su situación materiales. Es
una idea que choca con la simple observación con el análisis económico elemental.
Por otra parte. sugerencias acerca de la responsabilidad occidental y especialmente
americana por la pobreza de los países subdesarrollados sirven a menudo para
fomentar o reforzar los sentimientos de culpabilidad en occidente, lo que a su vez
sirve para llevar más lejos varios objetivos políticos, especialmente el flujo de
ayuda exterior.
Una vez más, la idea de que los sectores adelantados en las economías
subdesarrolladas son enclaves extranjeros se ha demostrado aceptable porque parece
que rescata la insostenible tesis del círculo vicioso de la pobreza y también porque
confirma vagamente la infundada pero políticamente efectiva idea de la
responsabilidad exterior por la pobreza del mundo subdesarrollado.
Resulta especialmente paradójico el que la idea del círculo vicioso haya sido
apoyada de la forma más amplia y sin reservas en países con una cultura
protestante, esto es, con una cultura que valora la autorrealización y que, en
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general, se opone a la caridad en la forma de dar algo por nada. Por otra parte, la
cultura protestante parece más vulnerable a sentimientos de culpabilidad y, como
hemos visto, esto ha jugado su papel en los argumentos en favor de la ayuda
exterior.
Por último, la idea del círculo vicioso resulta atractiva y útil para aquellas
personas y grupos numéricamente pequeños, pero eficaces, cuya influencia
señalábamos en la introducción, que se oponen a las principales instituciones de la
sociedad occidental y que conciben a los países subdesarrollados como instrumentos
en el fomento de sus creencias políticas. La utilidad de los países subdesarrollados
para estos fines depende, en gran parte, de su supuesta homogeneidad y de la
supuesta uniformidad de sus intereses en oposición a Occidente. Su utilidad se
reduciría mucho, v en conjunto podría desaparecer, si se reconociesen o admitiesen
las amplias diferencias de condiciones, comportamiento, costumbres y aptitudes, así
como los agudos conflictos en el seno del mundo subdesarrollado.[19] De ahí la
sugerencia de la fundamental uniformidad del mundo subdesarrollado. Es una
sugerencia que difiere tanto de la verdad, que posiblemente no habría recibido
ningún crédito si no fuese por una predisposición generalizada entre los promotores
de la idea y de la población en general, a creer que la gente del mundo más allá de
los límites de las naciones altamente industrializadas es toda casi igual.
B. ¿AMPLIACIÓN DE LA BRECHA?
1. EL CÍRCULO VICIOSO Y LA AMPLIACIÓN DE LA
BRECHA
La tesis del círculo vicioso de la pobreza sugiere una clara distinción entre países
desarrollados (ricos) y subdesarrollados (pobres), basada en amplias diferencias en
las rentas per capita de estos dos grupos claramente distintos. Además, se sigue de
la tesis que estas diferencias de renta per capita tienen que aumentar, porque
mientras los países desarrollados progresan los países subdesarrollados están
estancados o incluso retroceden. De ahí la sugerencia de una desigualdad
internacional de las rentas siempre en aumento, que familiarmente se denomina la
constante ampliación de la brecha.
El examen de la brecha, amplia y ampliándose, esto es, del alcance de las
diferencias internacionales de renta, y de los cambios en estas diferencias, requiere
el tratamiento de ciertas cuestiones fundamentales, aunque a menudo ignoradas, de
concepto, interpretación, medida y comparación de rentas y de cambios en las
rentas. Tratar del concepto de la ampliación de la brecha no tiene sentido sin
referencia a esta gama de cuestiones; de ahí el amplio tratamiento en posteriores
secciones de este trabajo.
Empecemos con una cuestión de terminología que tiene cierta trascendencia. Las
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direcciones opuestas.
Un simple ejemplo numérico ilustrará este punto, obvio pero ampliamente
olvidado. Supongamos dos grupos de personas cuyas rentas medias son 100 y 50
unidades en el primer período y 1.000 y 900 unidades en el segundo período. En
términos absolutos, la brecha en las rentas se ha doblado, pero la diferencia relativa
se ha reducido en cuatro quintos.
Si bien el término brecha sugiere diferencias en las magnitudes absolutas, en la
mayoría de los contextos son las diferencias relativas o proporcionales las que
generalmente se consideran como interesantes o relevantes.
En el Reino Unido en 1970 una diferencia entre las rentas anuales de digamos
10.000 y 8.000 libras se considera menos significativa que la existente entre 1.000 y
500 libras, a pesar de que la brecha absoluta (la diferencia en las magnitudes
absolutas) entre las primeras es cuatro veces la existente entre las últimas.
Más aún, cuando las rentas crecen a una tasa uniforme a lo largo del tiempo, la
brecha entre el nivel absoluto de la renta media entre, digamos, el 10 por ciento
superior de los que ganan una renta y el 10 por ciento inferior aumentará, a pesar de
que ambos grupos estén mejor económicamente. Por tanto, la diferencia absoluta
entre las rentas per capita de la decila más alta y de la más baja de la población
inglesa de hoy día casi seguro que es mayor de lo que era hace doscientos años
debido al alza de los niveles absolutos de la renta; pero la diferencia proporcional o
relativa casi seguro que se ha estrechado con el mejoramiento de la situación de los
trabajadores no cualificados. Las principales influencias que fomentan los
incrementos a largo plazo de las rentas mundiales (especialmente la difusión de las
técnicas y la acumulación de capital) normalmente amplían las diferencias absolutas
en las rentas per capita de grupos escogidos aleatoriamente, pero al mismo tiempo
tienden a reducir la relativa escasez de recursos de las categorías más prósperas
comparado con las de las categorías más pobres.
Los alegatos de una brecha en constante ampliación generalmente no especifican
si los mismos se refieren a cambios en las diferencias absolutas de las rentas per
capita o a cambios en las diferencias relativas. Tampoco es posible examinar ni la
significación ni la validez de estos alegatos, puesto que raramente van apoyados por
datos estadísticos, menos aún por estadísticas sobre el cambio del cociente de las
rentas per capita de los países ricos y pobres.
3. LA DISTINCIÓN ENTRE PAÍSES DESARROLLADOS Y
SUBDESARROLLADOS
La noción de brecha implica una discontinuidad precisa y sustancial en las rentas
per capita de los países desarrollados y subdesarrollados. De hecho no existe una
brecha tan sensible. Hay una graduación continua en las rentas per capita de los
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diferentes países. No hay una diferencia significativa entre la renta per capita del
más pobre de los países desarrollados y del más rico país subdesarrollado
ciertamente cualquier diferencia sería una fracción de los errores y desviaciones de
estas cifras tal como se presentan. Puesto que la línea de división es arbitraria, y los
países no son entes homogéneos, existen grupos y regiones en muchos países pobres
con rentas per capita más elevadas que las rentas per capita de muchos países
clasificados como desarrollados o ricos y a fortiori, por tanto, que las rentas per
capita de muchos grupos y regiones de países desarrollados.
La ausencia de una amplia brecha entre las rentas per capita de los países
desarrollados más pobres y de los países subdesarrollados más ricos y la
arbitrariedad de la línea divisoria entre las dos categorías afecta de forma crucial
esta parte del argumento. La brecha en las rentas per capita (tanto las diferencias
absolutas como las relativas) de las dos categorías globales, el mundo desarrollado y
el mundo subdesarrollado, depende de donde se coloque la línea. En ausencia de
una clara discontinuidad entre las rentas per capita de los países desarrollados más
pobres y de los países subdesarrollados más ricos cualquier línea divisoria en base a
las rentas per capita es arbitraria. Sin embargo, la amplitud de la diferencia de
rentas (la brecha) entre las dos categorías depende de dónde se coloca.
La colocación de la línea divisoria depende muy a menudo de una casualidad, o
de la preferencia personal, pero sobre todo de las presiones políticas. Por ejemplo,
en los tratamientos actuales el mundo subdesarrollado se equipara en gran parte con
países cuyas poblaciones son principalmente de origen no europeo, una forma de
agrupar que refleja la actuación de presiones políticas. Una vez más, los países
comunistas generalmente no se incluyen en el mundo subdesarrollado, si bien en
base a las rentas per capita o niveles de vida varios de ellos podrían clasificarse
adecuadamente como subdesarrollados. Su omisión de nuevo refleja el juego de
fuerzas políticas.
La naturaleza arbitraria de la actual distinción entre países desarrollados y
subdesarrollados en base a las rentas per capita se complementa con el hecho de
que la renta per capita es en sí misma un índice de desarrollo muy inadecuado. Esta
falta de adecuación a veces es reconocida. Por ejemplo, algunos de los estados
petrolíferos de Oriente Medio, habitualmente y apropiadamente clasificados como
subdesarrollados. tienen rentas per capita que se hallan entre las más altas del
mundo. En muchos, quizás en la mayoría de los contextos, se puede permitir el uso
intercambiado de los términos desarrollado y rico por un lado y subdesarrollado y
pobre por otro. Pero esta práctica, como muestra el ejemplo anterior, es inapropiada
en las discusiones acerca de una amplia brecha de rentas que se fuera ensanchando.
La distinción entre países desarrollados y subdesarrollados en base a las rentas
per capita no sólo es arbitraria sino también cambiante. Resulta completamente
obvio que todos los países desarrollados 'empezaron como subdesarrollados. Y
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algunos países, tales como Japón e Italia. que hasta fechas recientes se clasificaban
como subdesarrollados, va no son considerados como tales. Estos cambios en las
categorías a lo largo del tiempo impiden cualquier simple juicio acerca de los
cambios a largo plazo en las diferencias de rentas medias entre los países
desarrollados y subdesarrollados.
Como corolario a esta situación, siempre se puede establecer falsamente una
diferencia cada vez más amplia de las rentas per capita a base de cambiar la
composición de los grupos. Por ello, cualquier tratamiento válido de las diferencias
de rentas medias y de los cambios en estas diferencias depende de forma crucial de
la composición de las dos categorías.
La sugerencia de una brecha amplia y que se va ensanchando entre el mundo
desarrollado y el subdesarrollado implica no sólo una clara distinción entre las dos
categorías, sino también una sustancial homogeneidad entre ellas. Ello implica que
los países subdesarrollados son sustancialmente una masa uniforme. Una agregación
forma de promediar a escala mundial tal como ésta no tiene sentido. Los agregados
son extremadamente heterogéneos, categorías arbitrarias y cambiantes cuya
composición es inestable y que constan de elementos componentes que son en sí
mismos colectividades heterogéneas. Un aspecto de esta diversidad es la presencia
de amplias diferencias en las tasas de progreso material dentro de los dos
agregados. Como resultado de estas diferencias en las tasas de progreso material,
las diferencias en las rentas medias (tanto absolutas como relativas) a menudo se
mueven de forma diferente para grupos significativos dentro de las dos categorías.
Ya he señalado algunas estadísticas de las Naciones Unidas según las cuales la
producción per capita en América latina en su conjunto creció más rápidamente
entre 1945 y 1955 que en los Estados Unidos de América, de forma que a lo largo
de este período la diferencia relativa entre las rentas per capita de estas
colectividades disminuyó.[20] Estadísticas así se pudrían multiplicar rápidamente a
partir de las publicaciones de las agencias internacionales. Otros conocidos ejemplos
de un reciente y rápido progreso material y de un sustancial incremento de la renta
per capita en países pobres fuera de América latina, incluyen Japón, Corea del Sur,
Taiwan, Hong Kong, Tailandia, Costa de Marfil, Kenia, los estados petrolíferos de
Oriente Medio e Israel. Por supuesto, en los años recientes las rentas per capita en
amplias partes del inundo subdesarrollado han crecido más rápidamente que en
muchos países desarrollados, incluido el Reino Unido y los Estados Unidos de
América.
Cuatro países, India, Indonesia, Pakistán y Brasil cuentan con tres quintas partes
de la población del mundo subdesarrollado fuera de China; la India sola, con una
población de 550 millones, cuenta con bastante más de una tercera parte. Por tanto,
una baja tasa de progreso económico en estos países puede encubrir el rápido
progreso de una veintena o más de otros países cuando se agrega su actuación. Y
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Las estimaciones de las diferencias de renta per capita y niveles de vida entre los
países ricos y pobres (esto es, las magnitudes cuya brecha se supone que se amplía)
se hallan sujetas a márgenes muy amplios de error bastante mayores de lo que
generalmente se reconoce. En conjunto. sin embargo, el resultado suele ser una
subestimación de la renta de los países pobres y una sobreestimación en los ricos,
exagerando con ello la diferencia de renta y niveles de vida entre los dos grupos.
Para empezar, incluso las estadísticas de población de los países subdesarrollados
implicadas por los cálculos de la renta per capita, que se hallan libres de problemas
conceptuales, resultan excesivamente poco fidedignas. De acuerdo con las
estadísticas oficiales la población de Nigeria en 1963 era de 55.6 millones. El
profesor Peter Kilby, un especialista destacado sobre asuntos nigerianos, la estimaba
en 37,1 millones. El segundo plan quinquenal indio estimaba el crecimiento de la
población en cerca de un 1,25 por ciento anual durante el período de su duración; la
cifra posteriormente se vio que era superior al 2 por ciento, superando por tanto la
estimación en más de cuatro quintos.
Aún más importante cuantitativamente que los márgenes de error de las
estadísticas de población son los enormes márgenes de error y el sesgo estadístico
de las estimaciones de la renta nacional de los países ricos y pobres. Existen muchas
razones para estos errores y sesgos. Esta cuestión es tan fundamental para este
campo de discusión y se valora tan poco que está justificada una consideración
amplia.
Una razón importante de la subestimación de la renta nacional de los países
pobres y de la consiguiente exageración de la diferencia de renta entre países ricos y
pobres es el empleo de tipos de cambio al comparar las rentas nacionales, lo cual
subestima mucho el poder adquisitivo interior de las monedas de los países
subdesarrollados en relación a las de los países desarrollados. Otras razones
incluyen la importancia cuantitativa mucho mayor de los servicios interfamiliares y
también la producción de subsistencia o cuasi subsistencia en los países pobres en
comparación con los ricos, categorías que o bien se ignoran o se subvaloran
sustancialmente en las estadísticas de renta nacional.[22] Es más, muchos bienes y
servicios incluidos convencionalmente en la renta nacional son más bien costes de
producción que renta, por ejemplo el viaje al trabajo, y estos son relativamente más
importantes en los países ricos que en los pobres.
Estos problemas de comparaciones internacionales se han conocido durante
algún tiempo.[23] Pero su análisis más completo y metódico sólo se ha producido
hace comparativamente poco tiempo por parte del profesor Dan Usher, que ha
estudiado de cerca el alcance de los principales errores sesgos y las razones tras
ellos. Los siguientes párrafos del reciente libro del profesor Usher The Price
Mechanism and the Meaning of National Income Statistics, resume su postura.[24]
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Nuestra visión de la vida económica en los países pobres se halla influida
significativamente por estadísticas que demuestran que muchos países tienen rentas
tan reducidas como 50 dólares al año, así corno por estimaciones de la
productividad del trabajo agrícola de menos de un décimo de la productividad del
trabajo en otras partes de la economía. Utilizando Tailandia como ejemplo, este
libro demuestra que estadísticas como esas pueden contener errores de varios
centenares por ciento ... la discrepancia no se debe básicamente a errores en los
datos ... el fallo radica en las normas mismas (de comparación de rentas nacionales)
... que) generan cifras que no consiguen cumplir las implicaciones que se espera de
ellas.
En Tailandia no vi gente rica de acuerdo con estándares europeos, pero sin duda
disfrutaban de un nivel de vida muy por encima de los simples requerimientos de
subsistencia. Muchas comunidades de pueblos parecían haber alcanzado un nivel de
confort material por lo menos tan alto como el de los habitantes de los barrios
pobres de Inglaterra o América. Pero en mi mesa de trabajo calculé estadísticas de
renta nacional real que mostraban a las personas de los países subdesarrollados,
incluida Tailandia, con niveles de pobreza desesperados ya que no imposibles. El
contraste entre lo visto y lo calculado fue tan grande que llegué a creer en la
existencia de algún sesgo amplio y fundamental en la forma de elaboración de las
estadísticas ... Algo hay muy erróneo en esas estadísticas. Si la cifra de 40 dólares
para Etiopía significa lo que parece significar, o sea, que los etíopes están
consumiendo al año una cantidad de bienes y servicios no mayor de la que podría
comprarse en los Estados Unidos por 40 dólares, la mayoría de los etíopes sería tan
pobre que no podrían sobrevivir, y mucho menos incrementar su número ... Las
estadísticas de renta nacional son el principal medio a través del cual vemos el
proceso de crecimiento económico. Caracterizamos a los países como desarrollados
o subdesarrollados de acuerdo con sus rentas nacionales. Las estadísticas de renta
son también componentes de la medición de la productividad de las industrias y de
la equidad de la distribución de la renta. La tesis principal de este libro, deducida
tanto de la teoría como de las cifras, es que el cuadro que transmiten las estadísticas
de renta nacional a menudo está deformado, no porque las estadísticas mismas sean
poco precisas ni tampoco porque dejen de reflejar cánones aceptados de método
estadístico, sino porque atribuimos a las estadísticas de renta un significado social
que no necesariamente poseen. Se supone que renta más elevada significa posición
más desahogada, que mayor productividad significa mayor contribución al bienestar
económico deja comunidad. La parte teórica del libro muestra que esta asociación
puede fallar. La parte empírica muestra que puede existir una discrepancia muy
grande entre estadísticas convencionales y estadísticas revisadas, de forma que
reflejan más estrictamente los hechos sociales apropiados.
Las estadísticas de renta examinadas por el profesor Usher se refieren a cifras per
capita, como los 40 dólares de Etiopía; se trata, por tanto, de promedios. De
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El nacimiento de un niño, pues, siempre reducirá la renta nacional per capita,
incluso si se trata de un solo hijo. El que reduzca o no la renta nacional per capita a
lo largo del período de vida de la persona dependerá de si su aportación personal a
la renta nacional supera o no alcanza al promedio nacional, lo cual depende de
varios factores que no incluyen el número de hijos de la familia.[31]
7. LA RENTA NACIONAL COMO IDICE DE BIENESTAR
Las deficiencias en las comparaciones de renta y de los cambios en la misma
entre países ricos y pobres ponen también de relieve los fundamentales defectos de
la renta nacional corno índice de riqueza. Las estadísticas de renta nacional resultan
instrumentos valiosos como conceptos contables, primeramente como instrumentos
para estimar las cantidades de bienes y servicios disponibles con distintos objetos en
un país a lo largo de determinados períodos. Su valor con este objeto no está
relacionado con comparaciones internacionales e intertemporales y, a fortiori, a
cuestiones acerca de la medición del bienestar.[32]
Expresar en una sola cifra de renta los distintos componentes de las condiciones
económicas de una persona va es una simplificación. El elemento de simplificación
es mucho mayor cuando las situaciones de un amplio número de personas y grupos
distintos, que comprenden la población de un país, son promediadas y expresadas
como una única cifra de renta per capita.[33] Y este proceso de simplificación
todavía se lleva más lejos cuando estos promedios se comparan entre comunidades
que se diferencian en la composición por edades y en las condiciones de vida física
y social, y que disfrutan de cantidades de ocio ampliamente diferentes, de trabajo
con intensidades distintas y cuyos miembros reciben períodos de aprendizaje
distintos (gasto que se incluye en la renta nacional, si bien, gran parte, quizá la
mayor parte del mismo, se consideraría más apropiadamente como coste de
producción que como renta).[34]
La inadecuación de las simples estadísticas de renta per capita como índice de
desarrollo económico a veces se reconoce implícitamente. Un ejemplo de ello que
ya hemos mencionado es la habitual designación de los estados petrolíferos como
países subdesarrollados a pesar de que sus rentas per capita se hallan entre las más
altas del mundo. Sin embargo, la designación resulta apropiada. Incluso cuando los
gobernantes utilizan sus ingresos petrolíferos en beneficio de sus pueblos, descubren
que la sociedad no puede ser transformada en pocas décadas hasta el punto de
emular las condiciones materiales y formas de vida de las sociedades de tipo
occidental con rentas per capita semejantes, pero con actitudes distintas con siglos
de desarrollo sostenido detrás de ellas.
Las referencias a diferencias en las rentas medias y a cambios en estas
diferencias sólo son significativas si las condiciones de vida social y física de las
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noción del círculo vicioso con reflexiones acerca de las causas de su atractivo. Aquí
repetiremos este procedimiento y expondremos tras los argumentos positivos (una
vez más en el sentido técnico del término), reflexiones más especulativas acerca del
origen y de las causas para la aceptación de la ampliación de la brecha.
En un importante sentido, la brecha ni siquiera existe, porque, como hemos visto,
hay una gradación continua en la gama internacional de rentas per capita; no hay
una ruptura clara.
Tal como se suele insinuar, la ampliación continuada de la brecha es un simple
tópico, en la misma medida en que lo es la tesis del círculo vicioso de la pobreza,
precursor de la constante ampliación de la brecha. Igual que el círculo vicioso de la
pobreza, la ampliación de la brecha es de hecho aunque aquellas expresiones que
parecen ser afirmaciones descriptivas (positivas), pero que en realidad son
declaraciones prescriptivas (normativas). Parece que describe situaciones, pero
realmente tiene la finalidad de impulsar normas de acción, especialmente la
concesión de ayuda exterior. Principalmente por dos razones alegar una brecha en
continua ampliación resulta incluso más efectivo en la promoción de estas
finalidades que la tesis del círculo vicioso de la pobreza. En primer lugar, sus
defectos y limitaciones no son obvios de una forma tan inmediata y, por tanto, no
pueden exponerse en modo tan breve y concluyente. En segundo lugar, añade una
dimensión de temor a los sentimientos de culpabilidad existentes en Occidente.
Introduciendo en la discusión un factor de tendencia alimenta un sentido de
urgencia, al que acompaña la sensación de una cada vez más precaria situación de
Occidente, a la vista de peligros indefinidos, pero crecientes a medida que se amplía
la brecha.
Las dos partes de este capítulo analizan dos de los principales axiomas políticos
de la literatura contemporánea sobre desarrollo económico, a saber, que la
planificación global y la ayuda exterior son indispensables para el avance
económico de los países pobres.
Planificación global significa en este contexto el control estatal de la actividad
económica con excepción de la agricultura en pequeña escala; y ayuda exterior
significa concesiones y préstamos subvencionados en dinero o en especie de estado
a estado.
La justificación de la planificación global y de la ayuda exterior generalmente se
da por sentada. A veces se apoya mediante argumentos específicos, los más
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Existen toda clase de razones por las que podríamos esperar numerosos errores y
en muchos casos el fallo total. Pero la alternativa a ese intento heroico es la
continuada conformidad con el estancamiento o el retroceso económico y cultural,
que es políticamente imposible en el mundo de hoy; y esta es, por supuesto, la
explicación del porqué en la actualidad la planificación nacional en gran escala es el
objetivo de los países subdesarrollados en todo el mundo y porqué esta línea
política está refrendada unánimemente por los gobiernos y expertos de los países
desarrollados. [38]
Escribe en otro lugar:
Los asesores especiales de los países subdesarrollados que se han tomado el
tiempo y la molestia de familiarizarse con el problema, sin importar de quienes se
trate ... todos recomiendan la planificación central como la primera condición del
progreso.[39]
El profesor H. Kitamura de la Universidad de Tokio aporta una formulación
mucho más sucinta de la supuesta necesidad axiomática de la planificación:
Sólo el desarrollo económico planificado puede esperar la consecución de una
tasa de crecimiento que sea políticamente aceptable y capaz de captarse el
entusiasmo y el apoyo popular. [40]
La opinión del profesor Kitamura resulta irónica a la vista del progreso
económico del Japón que se consiguió sin las políticas que él designa como
indispensables. Por supuesto, cualquier tasa de progreso se puede describir como
inadecuada o inaceptable de acuerdo con algún criterio u otro; esta supuesta
insuficiencia puede presentarse para criticar los programas sociales o las políticas
del gobierno.
No se trata sólo de las opiniones de partidarios académicos. La planificación
central global constituye la esencia de la política económica en muchas partes del
mundo subdesarrollado, en particular la India. Y puesto que dicha política se
considera en general como una condición del adelanto económico, los gobiernos
que persiguen o tratan de perseguirla son tratados de forma preferencial en la
asignación de la ayuda exterior.
Igual que el amor, la libertad, la democracia, la igualdad, la estabilización y
muchos otros conceptos abstractos, la planificación puede consistir en fenómenos
muy diferentes. Puede significar preparación ordenada de la actuación de las
personas, empresas y gobiernos. Puede describir la coordinación de las actividades
de los diferentes departamentos gubernamentales para reducir la competición entre
ellos por los recursos escasos. Puede indicar planes para establecer etapas en las
políticas fiscales con el fin de evitar fluctuaciones en el gasto privado. En la
literatura actual sobre desarrollo significa el control general del estado, actuado o
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Myrdal reseñadas más arriba, no se señala explícitamente. Por otra parte, los
partidarios de la planificación establecen o implican claramente que la misma en
cierto modo amplía el volumen de recursos productivos, sin explicar ni cómo ni por
qué.
El estado no puede crear nuevos recursos productivos adicionales. Los políticos y
funcionarios que dirigen su política disponen únicamente de recursos desviados del
resto de la economía. Sin duda no está claro por qué saltándose las decisiones de los
particulares debería crecer el flujo de renta, puesto que los recursos usados por los
planificadores tienen que haber sido desviados de otros usos productivos, públicos o
privados.
Todavía resulta menos obvio el porqué el flujo de bienes y servicios que son
deseados por los consumidores y que constituyen el nivel de vida habrían de verse
incrementados por dicha política. Una subida de los niveles de vida generales casi
siempre se pone como ejemplo de finalidad patente de la planificación global. Por
ejemplo, esto es lo que el profesor Myrdal escribe en algunas de las citas que ya he
reseñado. Pero no dice cómo esta política de controles daría hogar a ello; y, por
supuesto, más adelante, en la misma conferencia, escribe que la planificación global
implica la máxima austeridad, sin resolver la contradicción.[45]
El profesor Myrdal y otros exponentes del argumento axiomático en favor de la
planificación global no hacen referencia a pruebas empíricas en su defensa de la
planificación. Por supuesto, una vez que un argumento se utiliza en forma
axiomática, la evidencia empírica se convierte en irrelevante. Cualquiera que sea el
curso de los acontecimientos, siempre puede esgrimirse en apoyo de una política
que se considera deseable de forma axiomática: si hay progreso se presenta como
evidencia de su éxito; la ausencia de progreso se presenta como evidencia de la
necesidad de su reforzamiento.
2 ALGUNAS ACLARACIONES
Antes de analizar los probables efectos de la planificación global en el progreso
material, me gustaría hacer una digresión acerca de dos puntos: una reciente
reinterpretación del concepto de planificación, y algunas implicaciones de las
referencias a las facultades y actitudes humanas hechas en este libro.
Recientemente ha hecho su aparición en la literatura una reinterpretación del
concepto de planificación. La argumentación central del Asían Drama del profesor
Myrdal es un ejemplo. Concibe la planificación como una transformación total de
las actitudes de la gente, de los valores e instituciones, coactivamente si es
necesario. Esta reinterpretación considera la política no como un control estatal de
la economía sino como un intento de remodelación del hombre y de la sociedad. Si
se persiguiese o se impusiese coactivamente una tal política. Se reduciría la
población al estado de arcilla maleable; tal población es más probable que se
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convierta en una masa inerte que una sociedad vigorosa, capaz de progreso
material.[46]
Por supuesto, los intentos propuestos de obligar a la gente a cambiar o intentar
que cambie sus creencias, valores, actitudes, costumbres, formas de vida,
instituciones sociales e incluso sus facultades suscitan los mayores problemas
morales y políticos. En efecto, resulta improbable que los gobiernos indígenas, cuyo
personal es extraído de la población local y cuyas facultades y actitudes básicas
ellos, generalmente, comparten, puedan acometer dicha transformación, tan distinta
de la mera introducción de estrechos controles sobre la vida económica para
fomentar la centralización del poder.[47]
En lo que sigue voy a referirme repetidamente a las aptitudes y actitudes
humanas. Tal como se señala en la introducción, hago sólo referencia a aquellas
aptitudes y actitudes que influyen en la actividad económica. Las actitudes y
motivaciones que fomentan el logro material no son necesariamente, ni incluso en
general, aquellas que confieren felicidad, dignidad, sensibilidad, capacidad de amor,
sentido de la armonía o un cambio de mentalidad reflexiva. Este importante punto a
menudo se pasa por alto.
Una ulterior aclaración puede ser útil aquí. Las referencias en este libro a la
trascendencia del talento, actitudes e instituciones como determinantes del progreso
material no implican que la política oficial no pueda fomentar el adelanto material.
Para empezar, incluso cuando estos determinantes no se ven afectados por medidas
oficiales, estas últimas pueden, a pesar de todo, afectar a la organización de los
recursos humanos, financieros y físicos de la sociedad. Aún más, las políticas
oficiales pueden, a menudo, reaccionar de forma apreciable sobre los determinantes
subyacentes mismos.
3. DETERMINANTES DEL DESARROLLO
Una economía está constituida por gentes cuyas necesidades materiales tiene que
satisfacer y cuya actividad determina, en gran parte, el logro material de la
economía y su tasa de progreso. Esto resulta un tópico. Pero las implicaciones y
corolarios del tópico se descuidan mucho en las argumentaciones sobre desarrollo
económico.
El primer corolario de este tópico es que el logro económico depende
fundamentalmente de las dotes y actitudes de la gente y también de sus instituciones
sociales y políticas. Las diferencias en estos determinantes o factores justifican
ampliamente diferencias en los niveles de realización económica y en las tasas de
progreso económico. Por supuesto es cierto que estos determinantes no sólo se
influyen mutuamente, sino que también se hallan influidos por el progreso material,
una vez está en marcha, porque aquellas actitudes e instituciones que lo bloqueaban
en el pasado tienden a debilitarse aún más. Sin embargo, esta influencia ulterior no
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El desarrollo económico exige la modernización de la mente. Requiere la revisión
de las actitudes, formas de comportamiento e instituciones contrarias al progreso
material. Las actitudes, costumbres e instituciones de gran parte del mundo
subdesarrollado difieren radicalmente de las que han estimulado el progreso
material en el Occidente del último milenio, especialmente aquellas que han
prevalecido en recientes centurias. Las costumbres e instituciones de las sociedades
subdesarrolladas a menudo se hallan más próximas a las que se dieron en fases
mucho más primitivas del desarrollo en Occidente.
La planificación global no fomenta cambios favorables de estas actitudes y
costumbres. Refuerza la tradición autoritaria de muchas sociedades subdesarrolladas
que impide el desarrollo de facultades y motivaciones acordes con el adelanto
material. La planificación central refuerza el sometimiento del individuo a la
autoridad por la continuación y ampliación del control estatal en todas las capas.
Una evolución así desalienta la confianza en sí mismo, la provisión personal para el
futuro, la curiosidad sostenida y una actitud experimental.
La planificación global significa estrictos controles económicos. Tales controles
restringen los movimientos de recursos en aquellas direcciones en donde serían más
productivos. Impiden la creación de nuevas empresas y la expansión de los
productores eficientes. Este es un resultado corriente de tales medidas. Otros
resultados e implicaciones de tales controles resultan probablemente más
importantes en el contexto del desarrollo económico. Las restricciones en la
movilidad geográfica del empleo impiden el establecimiento de nuevos contactos, el
espíritu de experimentación y las oportunidades de crear nuevas empresas. La
movilidad y experimentación favorecen el adelanto material en formas familiares
que incluyen la erosión de actitudes y costumbres contrarias al progreso material.
Estos controles necesariamente se extienden a las relaciones económicas
exteriores. Por supuesto que el control del comercio exterior generalmente es un
punto central de la planificación global. Las relaciones económicas exteriores, esto
es, las migraciones, el comercio y los movimientos de capital no sólo sirven como
canales y vehículos del movimiento de recursos humanos, incluyendo técnicas,
bienes físicos y transacciones financieras, sino también de nuevas ideas y actitudes,
cosechas, métodos de producción y necesidades. A lo largo de la historia económica
y en el actual mundo subdesarrollado estos contactos a menudo han servido para
fomentar el cambio económico y por supuesto para generar una nueva actitud hacia
el progreso material. Muy a menudo estos contactos han sido para la población la
primera sugerencia de la idea y posibilidad de un cambio en el esquema existente,
incluyendo la idea de mejora económica. Los contactos económicos exteriores
hacen posibles tales cambios mediante una adaptación voluntaria a las nuevas
oportunidades, esto es, sin las privaciones y costes de la coacción. Por tanto en los
países pobres la restricción forzosa de los contactos exteriores es a menudo
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de los países subdesarrollados. Para que puedan llegar a ser eficaces para el
progreso material, estos contactos tienen que estar ampliamente diseminados entre
los habitantes del país.
Mediante la ejecución de estas tareas los gobiernos pueden desarrollar mejor la
estructura que permita a la gente mejorar sus niveles de vida, si esto es lo que
quieren. Por supuesto que la gente sólo consigue lograr este objetivo si está
preparada para desarrollar la conducta y costumbres requeridas. Puede suceder muy
bien que sectores significativos de la población no estén preparados para cambiar
sus formas establecidas. A menudo resulta difícil predecir hasta qué punto la gente
está dispuesta en determinadas circunstancias a modificar actitudes y formas de
conducta contrarias al progreso material. Es probable que en muchos países
subdesarrollados un número significativo de personas reaccionara ante un
acrecimiento de oportunidades, especialmente ante las ofrecidas por una ampliación
de mercados y por la aparición de contactos .exteriores. Estos cambios podrían ser
cumulativos, pero para los fines de nuestro tratamiento no es necesario especular
acerca de ellos; lo evidente es que no requieren una planificación global y, sin duda,
los principales componentes de esta política los impiden.[65]
Esta lista de tareas agota en gran parte las posibilidades de acción del estado en
la promoción de los niveles de vida generales. Estas tareas son extensas y
complejas. Y su realización adecuada emplearía al máximo los recursos humanos,
financieros y administrativos de todos los estados de países pobres. Sin embargo,
los gobiernos frecuentemente descuidan incluso las más elementales de estas
funciones, mientras intentan un estrecho control de las economías de sus países o
incluso, ocasionalmente, proyectan la transformación forzada de las sociedades.
Parecen ansiosos por planificar y no son capaces de gobernar. La realización de las
funciones esenciales del estado es onerosa. Por supuesto, como acabo de señalar,
incluso su adecuada realización emplearía a fondo los recursos de los estados de los
países pobres. Pero estas funciones normalmente no implican un estrecho control de
las vidas y actividades de la gente. Ésta puede ser una razón del porqué los
partidarios de la planificación global a menudo no se inmutan cuando gobiernos
ocupados en ella descuidan estas funciones elementales. Los planificadores parecen
más interesados en controlar la vida de la gente que en liberar sus mentes o en
aumentar sus recursos.
11. ATRACTIVO DE LA PLANIFICACIÓN
La planificación global, por tanto, no ha servido para elevar los niveles generales
de vida en ningún sitio. No existe ninguna razón analítica o evidencia empírica para
esperar que lo haga. Y, en efecto, tanto el razonamiento analítico como la evidencia
empírica apuntan hacia la conclusión contraria.
Pero el fracaso de la planificación global en la elevación de los niveles de vida
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políticas encaminadas a dar lugar a un amplio control del estado sobre la vida social
y económica, a restringir las alternativas que se les ofrecen como consumidores,
trabajadores y comerciantes, y, en la mayoría de los casos, a incrementar la
imposición y por tanto, reducir sus rentas disponibles, e incluso, a veces imponer
una austeridad extremada. Una razón que se nos sugiere es que la gente no tiene
una verdadera capacidad de elección en estas cuestiones, que generalmente acepta o
que no tiene otra alternativa que aceptar las políticas de los miembros más
expresivos y efectivos de la sociedad. A pesar de ello cabe todavía que sorprenda el
que la oposición a estas políticas a veces no sea muy fuerte. Una razón puede
residir en ciertos acontecimientos sociales y técnicos de décadas recientes, en
especial el excesivamente rápido ritmo de cambio, el crecimiento de la
especialización y el enorme incremento en el número de mensajes y noticias que
llegan a la gente, a menudo sobre temas que están fuera de su experiencia inmediata
y de su directo interés. Muchos de estos acontecimientos han dado lugar a marcadas
discontinuidades en la vida de la gente, a una contracción en el alcance y la
profundidad de la experiencia compartida por las personas y a una decadencia de las
creencias y actitudes tradicionales. Estos cambios han erosionado la cohesión social
y socavado los sentimientos de comunidad, así como de continuidad, de la gente. El
consiguiente aislamiento del individuo que se ha derivado de todos estos factores,
pero especialmente de la erosión de la cohesión social, a menudo ha producido un
sentimiento de impotencia y por tanto de aceptación pasiva de las políticas de los
grupos poderosos y articulados del país.
Sin embargo, podría parecer, al menos inicialmente, que la aceptación de estas
políticas no es meramente pasiva, que esta aceptación contiene un elemento de
aprobación. Acabamos de señalar que los cambios sociales y técnicos de las últimas
décadas han socavado los sentimientos individuales de continuidad y de comunidad.
Sin embargo, mucha gente, quizá la mayoría de la gente, necesita de este sentido de
continuidad y de comunidad para una vida satisfactoria cumplida, y en su ausencia
experimenta vacío, soledad, desconcierto y desorientación. Este elemento de
aprobación puede explicarse parcialmente por la creencia de que estos valores
perdidos pueden recobrarse en una estructura autoritaria de un sistema político de
planificación central. El hecho de que esta creencia sea equivocada no afecta a su
atractivo, un atractivo que resulta particularmente fuerte cuando el impacto del
cambio en una sociedad ha sido repentino y violento y cuando la desintegración de
las creencias, actitudes y valores tradicionales ha sido rápida.
Esta última consideración también explica, al menos en parte, el especial atractivo
de los intelectuales de los países subdesarrollados hacia la planificación global.
Aparte del atractivo por razones de influencia y poder político, que ya hemos
señalado, los intelectuales también sienten esta pérdida de continuidad y de
comunidad, quizá de forma más pronunciada que el resto de sus compatriotas, si
bien posiblemente en forma subconsciente. Ellos también pueden creer que la
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En efecto, las mismas han sido un tema repetido en los informes oficiales en India y
Ceilán. Si bien resulta difícil estimar exactamente en cada caso qué costes se han
tenido en cuenta en estos documentos, las pérdidas han sido tan enormes que se
puede decir con seguridad que el país se habría encontrado mejor sin el
proyecto.[71]
Sin embargo, al valorar los efectos de la ayuda sobre el progreso material hay
que considerar unas repercusiones que van más allá de la productividad directa del
gasto y que generalmente son más importantes. Como hemos argumentado en la
parte A de este capítulo, los determinantes fundamentales del progreso material son
las aptitudes económicas de la gente, sus instituciones sociales y arreglos políticos y
en mucho menor grado los recursos naturales y las oportunidades de mercados
exteriores. La ayuda exterior no puede afectar favorablemente a estos factores
subyacentes del desarrollo en medida apreciable. Si un país, o más bien una
población, no puede desarrollarse fácilmente sin donaciones exteriores, es
improbable que se desarrolle con las mismas. Un bajo nivel de realización material
es un síntoma, un efecto, de la ausencia o de la debilidad de las fuerzas que hay tras
el progreso material; la ayuda exterior se centra en síntomas y efectos y desvía la
atención de los determinantes del desarrollo. Por tanto, incluso cuando la ayuda
mejora las condiciones económicas presentes en los países perceptores no
necesariamente fomenta su desarrollo a largo plazo.
La defensa de la ayuda y el flujo de la misma tienden de por sí a crear
repercusiones adversas al progreso material. Sin duda, tal como ha funcionado la
ayuda desde la segunda guerra mundial, éstas probablemente han tenido un mayor
peso que los efectos favorables. Ahora vamos a considerar algunos de estos efectos
adversos, que son frecuentes y quizás, en general, concomitantes con la ayuda. En
apartados posteriores consideramos otras repercusiones más específicas ocasionadas
por los criterios de asignación de la ayuda desde la segunda guerra mundial. La
distinción entre estas categorías es hasta cierto punto arbitrario; sin embargo, esto no
afecta al argumento sustancial y sólo tiene que ver con el orden de exposición.
En primer lugar, los partidarios de la ayuda alientan la creencia infundada de que
los prerrequisitos fundamentales del desarrollo pueden obtenerse gratuitamente, e
ignoran o esconden el hecho de que las mismas poblaciones de los países
desarrollados han tenido que desarrollar las facultades, actitudes e instituciones
favorables para el progreso material Este aspecto de la ayuda se relaciona con una
de las muchas paradojas en este tipo de argumentaciones: la simultánea insistencia
de los partidarios de la ayuda en que la gente del mundo subdesarrollado es igual
que la del mundo desarrollado, o incluso moralmente superior, y también que sin
ayuda en gran escala no pueden conseguir su salvación.
En segundo lugar, la sugerencia de que la ayuda exterior es indispensable para el
desarrollo de los perceptores implica que el progreso de las personas y grupos
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Cuando el gobierno perceptor tiene que buscar el dinero para consejo técnico, es
mucho más probable que examine atentamente el gasto para ajustarlo a las
necesidades del país que cuando la asistencia técnica se suministra gratis. En el
medio siglo entre la restauración meiji y la primera guerra mundial el gobierno
japonés contó fácilmente con el apoyo del consejo y la formación técnica
extranjeras. El gasto fue financiado con fondos propios y se demostró muy rentable.
El impacto de la ayuda exterior al sesgar la política de desarrollo en direcciones
inapropiadas es un punto de la cuestión más amplia de las dificultades que se
presentan al transferir instituciones entre culturas y sociedades muy diferentes,
especialmente entre sociedades que, si bien se encuentran en el mundo de hoy, en
realidad no son contemporáneas. No lo son en el sentido de que las creencias,
motivaciones, instituciones y la estructura ocupacional de algunas sociedades, a
menudo están más cerca de las de otras sociedades en etapas mucho más primitivas
del desarrollo. Esta consideración resulta obvia cuando se observan casos extremos
tales como, por ejemplo, las sociedades occidentales y los grupos tribales, que se
hallan presentes ambos en el mundo de hoy, pero que no son contemporáneos en
sentido verdadero. Consideraciones sustancialmente semejantes también son
aplicables a la posición relativa de muchas sociedades, especialmente de sociedades
en el mundo desarrollado y subdesarrollado.
El desarrollo económico es un proceso que requiere mucho más que suministro
de dinero desde el extranjero; en este campo, como en muchos otros campos de la
vida, la experiencia, el tiempo y otras calificaciones y requisitos del éxito no pueden
comprarse. Los procesos sociales generalmente no pueden acortarse por la fuerza sin
que quede afectada su naturaleza así como el resultado de los procesos. El
reconocimiento de la naturaleza no contemporánea de las sociedades tiene que ver
con el funcionamiento de la ayuda exterior Ciertos penetrantes comentarios de Guy
Hunter del London Institute of Race Relations explican algunos de los problemas y
dificultades del traspaso de instituciones entre sociedades. Los mismos muestran los
resultados de crear instituciones para las cuales no existe una demanda efectiva, en
el sentido de un bache que éstas pudiesen rellenar con éxito.
... Las convenciones morales y sociales en un país en desarrollo pueden ser
totalmente diferentes de aquéllas sobre las que originariamente se fundó la
institución. Los sindicatos, por ejemplo, dependen de un complejo conjunto de
códigos convencionales entre el sindicato y el empresario, desarrollado a lo largo de
un largo período de prueba. Resulta fácil transferir el conjunto de normas que
surgen al final, pero imposible transferir la moralidad y experiencia que hizo que las
normas fuesen aplicables. Una vez más, la universidad en su configuración actual
en los países desarrollados se corresponde a cierto esquema de empleo (y salario)
en la sociedad que la rodea, a un cierto nivel tecnológico, y a cierta proporción entre
el empleo primario, secundario y terciario, con un sector terciario enormemente
amplio. No hay necesidad de señalar el contraste con una sociedad tal como Uganda
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o Birmania o Malawi.
De nuevo, la ayuda supone la importación de recursos no obtenidos en la
economía perceptora. Esto puede significar que las maestrías que habrían ido
generando esos recursos nunca se exigieron o aprendieron, de modo que no se
dispone de las mismas para utilizar los recursos cuando se suministran. En un caso
más complejo, el sistema educativo de un país tiene que pagarse a partir de sus
recursos productivos: a medida que crecen los recursos, se precisan técnicas y la
educación se amplía para suministrarlas; por tanto los graduados tienen
posibilidades de encontrar empleo; pero si se amplía rápidamente la educación por
medio del uso de una ayuda en recursos no ganados (sin el correspondiente
crecimiento de la economía) es muy posible que no haya empleo para sus
graduados y esto está ocurriendo en efecto en muchos países.[73]
Observaciones de acuerdo con éstas no se limitan a las de los observadores
europeos. Son tratadas repetidamente en las obras de Nirad C. Chaudhuri
especialmente en The Continent of Circe y The Autobiography of an Unknown
Indian. En un contexto africano los problemas han sido señalados clara y
sucintamente por la señorita Noni Jabavu:
... He pensado acerca de estos y muchos otros aspectos del problema (de
aumentar el bienestar de los africanos en Uganda), sintiéndome más convencida que
nunca de que es imposible dar a conocer a otra gente en otras circunstancias
aquéllas cosas de la vida que uno considera deseables; a esta gente es mejor que se
la deje sola para que encuentre por sí misma lo que le conviene. Ellos entonces
adaptan lo que conocen y quieren a lo que gradualmente descubren que desean, por
prueba y error, en su nuevo marco. Poco se consigue ... por parte de aquellos que
"tienen", siendo compasivos y solícitos con aquellos que parece que "no tienen". En
la vida las mejores cosas se aprenden con esfuerzo. ¿Es preciso que haya
unanimidad acerca de lo que cada uno entiende por "mejor"? [74]
Los argumentos en favor de la ayuda raramente examinan la presencia,
significación e implicaciones de estas diferencias entre las sociedades. En este
contexto general, se observa en gran parte de la defensa de la ayuda una clara
ambivalencia o incluso inconsistencia, relacionada con la paradoja señalada en la
sección 6 de la parte B de este capítulo, especialmente en la insistencia en su
pretendida necesidad. Los partidarios recalcan el deber de Occidente de suministrar
ayuda. A menudo incluso parece que implican que Occidente tendría que humillarse
ante los países subdesarrollados por su pretendida responsabilidad por su pobreza.
Al mismo tiempo, bajo la sugerencia de que sin ayuda los países subdesarrollados
no podrían conseguir su salvación y de que éstos tienen que seguir nuestra senda y
no pueden progresar sin nosotros, se esconde una clara insinuación de superioridad
occidental. Pero, generalmente, no resulta ni fácil ni apropiado transferir actitudes e
instituciones de una cultura a otro. Esto es especialmente cierto cuando la población
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También es probable que en ausencia de la ayuda, al menos algunos gobiernos de
países subdesarrollados habrían permitido o alentado la entrada y despliegue del
capital privado en mucha mayor medida. El capital privado (incluyendo los
préstamos obtenidos comercialmente en el extranjero por parte del gobierno) tiene
muchas más probabilidades de ser más productivo que la ayuda exterior, porque se
ajusta mucho más estrictamente que ésta a las condiciones específicas del mercado,
tanto en el sentido limitado de existencia de técnicas, recursos naturales y demanda
del producto en el mercado, como en el sentido más amplio de existencia de las
facultades, motivaciones e instituciones apropiadas. Además el capital privado no da
lugar a la creación y concentración de poder en los países perceptores en la forma
que lo hace la ayuda exterior, por las razones y con los resultados ya
señalados.[76] Sin ayuda no sólo se le daría al capital privado un mayor campo de
aplicación sino que se hallaría menos sujeto a expropiación.[77]
Aparte de la creación de obstáculos de facto o de iure a la entrada y expansión
del capital privado en los países subdesarrollados, también es probable que el flujo
de ayuda reduzca el volumen de inversión privada exterior simplemente por el
hecho de restringir la oferta de fondos para inversión en los países donantes.[78]
Por tanto, ciertas repercusiones de la ayuda pueden reducir más que incrementar
la inversión neta de los países perceptores. Y la reducción del ahorro y la inversión
interior, así como la exportación de capital, generalmente afectan a aquellos tipos
de capital y de formación del mismo que es muy probable que sean más productivos
que el gasto financiero por la ayuda exterior.
En muchos casos, por supuesto, los gastos permitidos o facilitados por la ayuda
exterior no están relacionados con tipo alguno de formación de capital. Pueden
servir objetivos tan diversos como el equipamiento de una fuerza expedicionaria
para invadir otro país o los gastos de entrenamiento de los llamados luchadores por
la libertad.
El flujo de ayuda y el trato preferente a los estados comprometidos en la
planificación global, o que experimentan dificultades en la balanza de pagos, ha
reforzado la tendencia de los gobiernos de los países subdesarrollados a descuidar
la agricultura. Suponen que los donantes de la ayuda vendrán en su rescate en el
caso de una importante escasez de alimentos, y, en consecuencia, se sienten más
libres para desviar sus recursos hacia proyectos industriales y de prestigio.
Otro resultado desfavorable de la administración de ayuda ha sido una cierta
desviación del énfasis y de la atención acerca de las condiciones y determinantes del
desarrollo económico. La preocupación por la ayuda, por la planificación y por el
gasto en inversión ha alentado el razonamiento fácil de que el desarrollo económico
es posible sin cambio cultural. Ha impedido la investigación de formas para
promover el cambio institucional orientado al fomento del desarrollo, especialmente
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del cambio sin coacción. En la esfera del cambio institucional, los perceptores de la
ayuda exterior por ahora y en gran medida han limitado sus actividades a la
expropiación de las clases impopulares en nombre de la reforma agraria, de la
justicia social o de la supresión de una supuesta explotación. Tales medidas retrasan
el progreso material.
Los argumentos de las tres secciones anteriores no implican que no exista la
posibilidad de una ayuda exterior que estimule el progreso material de los
perceptores. Pero apuntan a la conclusión de que resulta Infundado suponer que
necesariamente lo haga. Que de hecho lo haga o no depende de circunstancias
específicas para cada caso. Puesto que el volumen de recursos invertibles es mucho
menos importante como requisito previo del progreso material que las actitudes,
motivaciones (incluyendo la dirección de sus actividades). Instituciones sociales y
arreglos políticos de la gente, y también menos importante que un despliegue
eficiente de los recursos, y siendo muy probable que todos ellos se vean afectados
negativamente por la defensa y el flujo de ayuda, no puede haber una presunción
general de que en la práctica sea más probable que la ayuda promueva el desarrollo
en vez de retardarlo. De hecho estas consideraciones sugieren que tal como ha
funcionado y es probable que siga funcionando cualquier presunción general
favorecería la conclusión opuesta.
5. AYUDA E INFRAESTRUCTURA
Una variante de los razonamientos en favor de la ayuda como instrumento para
promover la inversión, relaciona la ayuda de forma específica con la financiación
de infraestructura (a veces denominada capital social fijo) que se supone necesaria
para el desarrollo de los países pobres.
En este contexto, infraestructura se refiere a instalaciones tales como puertos,
ferrocarriles y carreteras, que no producen bienes directamente, pero que fomentan
la actividad económica general. Se dice a menudo que sin estas instalaciones el
adelanto económico no es posible. Y se argumenta además que su elevado coste las
coloca fuera de los medios de los países pobres, especialmente debido a que el
rendimiento económico, o bien se retrasa demasiado tiempo o bien resulta
demasiado indiscriminado para la financiación privada. Pero estos argumentos una
vez más no son válidos. En primer lugar, los gobiernos de los países
subdesarrollados pueden pedir prestado al extranjero en términos comerciales y
devolver los préstamos por medio de ingresos tributarios, que sin duda es lo que ha
sucedido en muchos países subdesarrollados en el próximo pasado. Además, gran
parte de la infraestructura de los países subdesarrollados ha sido financiada y
administrada en forma privada hasta hace relativamente poco tiempo.
Tampoco es cierto que una importante infraestructura sea condición previa para
el desarrollo. Las infraestructuras de las economías altamente desarrolladas
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los países pobres. Al mismo tiempo; los partidarios de la ayuda insisten en que la
ausencia de una mejora apreciable de las condiciones económicas de los perceptores
es un argumento en favor de la ampliación de la ayuda exterior en cuantía y tiempo.
Tales peticiones son corolarios de la consideración de su administración como
axiomáticamente beneficiosa y de dar por sentada la argumentación en su favor.
Considerada de esta forma, tanto el progreso corno la ausencia del mismo pueden
invocarse en apoyo de su continuación o expansión: el primero como prueba de su
éxito, la última como prueba de la necesidad de más. Tal como hemos señalado al
tratar de la planificación central, la evidencia empírica y el análisis de la misma
resultan irrelevantes al considerar los méritos de un axioma.[81]
El supuesto axiomático de que la ayuda exterior es beneficiosa, junto con la
diversidad de sus aparentes objetivos (señalados en la sección 7 de la parte 13 de
este capítulo), son responsables de otra de sus anomalías. En discusiones públicas
sobre la ayuda, se ha llegado a equiparar dar más con la obtención de mejores
resultados sin referencia a las circunstancias de los países perceptores o a los
resultados de la ayuda. Suponer que dar más es lo mismo que obtener más es medir
el resultado por el coste o incluso identificar ambos. Equivale a decir que cuanto
más cuesta un procedimiento mejor es. Tal tipo de enfoque no estimula un uso
efectivo del capital escaso, menos aún cuando se gasta en áreas lejanas y en
condiciones desconocidas, acerca de las cuales el público de los países donantes
tiene escasa información fidedigna.
Nos hemos centrado hasta el momento en ciertas repercusiones anómalas de la
defensa y práctica de la ayuda. Ahora me gustaría señalar otra anomalía
significativa que pertenece al campo de la sicología social. El énfasis en la pobreza,
esto es, el atraso material, del mundo subdesarrollado, y en la pretendida necesidad
de la ayuda exterior para mitigarla, que se halla en el centro de la defensa de la
ayuda, dirige su atención precisamente a aquellos elementos de la vida y actividad
de los países subdesarrollados en los cuales sus gentes se comparan menos
favorablemente con las de los países ricos, y ello es particularmente cierto por les
criterios convencionales adoptados en estas discusiones. Se sugiere que las únicas
diferencias significativas entre la gente son las de renta en su medición
convencional; que, aparte de estas diferencias, la humanidad está hecha de
cualidades homogéneas e indiferenciadas; y que estas diferencias en cierto modo
están correlacionadas con el bienestar, felicidad, satisfacción y la preeminencia en
general.
El énfasis en el carácter indispensable de la ayuda es muy probable que exacerbe
cualquier complejo de inferioridad que puedan experimentar algunos sectores de las
poblaciones de los países subdesarrollados en sus relaciones con Occidente,
complejo que se halla muy extendido, si bien no siempre de forma manifiesta, y que
raramente es reconocido. También acrecienta cualquier complejo de superioridad
que se permitan ciertos sectores de la población de los países ricos, al fomentar una
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una faceta más de la creencia de que los únicos aspectos significativos y relevantes
de una situación o fenómeno son los que pueden cuantificarse fácilmente o al menos
con tina verosimilitud superficial. [89]
El supuesto básico y el objetivo primordial que hay detrás de la redistribución
impositiva, sea en el plano internacional o en el nacional, es que mejora la situación
material del pobre. Pero hacer pobre al rico no hace rico al pobre. A menudo hace al
pobre más pobre. Por ejemplo, los argumentos utilizados en defensa de la
redistribución impositiva internacional, particularmente la sugerencia de que las
diferencias de riqueza son censurables, ayuda a fomentar políticas nacionales
igualitarias (al menos políticas igualitarias aparentes) en los países perceptores, las
cuales retrasan su progreso material, incluyendo la situación y perspectivas
materiales de los grupo; más pobres. A menudo tales políticas impiden el
crecimiento del capital y de la iniciativa y la adquisición y despliegue de técnicas, y
también desvían los recursos humanos y financieros de su uso más productivo hacia
direcciones menos productivas, incluyendo la evasión fiscal.
Alivio de la necesidad. —Otro argumento en favor de la ayuda exterior se basa
en la necesidad. De acuerdo con este razonamiento, tiene que suministrarse ayuda
simplemente por las necesidades de los países pobres, como demuestran Y miden
sus bajas rentas.
Antes de discutir la cuestión de los méritos de este argumento, hemos de señalar
que el alivio de la necesidad y la promoción del desarrollo son completamente
diferentes como bases y criterios para la ayuda exterior. Las donaciones a un
mendigo o a un inválido se atribuyen con bases y criterios muy diferentes que los
préstamos a jóvenes prometedores para su aprendizaje o para montar negocios. Las
expectativas acerca de los resultados y de la duración de los dos tipos de
transferencias monetarias también son muy diferentes. Esta consideración obvia se
ignora, o incluso se oculta, en la terminología y actividades de las organizaciones de
ayuda.[90]
Simples referencias a la necesidad no aportan ni un argumento ni un criterio en
favor de la ayuda. Su adopción da lugar a absurdos. Por ejemplo. ¿tendría que darse
o incrementarse la ayuda si se reduce la renta, o se limita su crecimiento, por la
expulsión de grupos cuya productividad se halla por encima de la media nacional?
La expulsión de los asiáticos del este de África y de los indios de Birmania redujo
la renta per capita en estos países; en base al argumento de la necesidad, la ayuda
tendría que prestarse o incrementarse en estas circunstancias, lo cual podría alentar
ulteriores expulsiones, que a su vez reforzarían el argumento en favor de la ayuda y
así ad infinitum.[91]
La expulsión o sacrificio de grupos minoritarios productivos son casos extremos.
Pero, en la práctica, en todo el mundo subdesarrollado los gobiernos restringen las
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improbable que llegue a beneficiar a los grupos más pobres, puesto que se canaliza
a través de los gobiernos de estos países.
Por último, gran parte de la ayuda —probablemente el grueso de la misma—
financia directamente o al menos respalda actividades que ni producen alimentos ni
los medios para comprarlos. Ejemplos corrientes de este tipo de proyectos que la
ayuda financia o respalda incluyen las líneas aéreas subvencionadas por el estado,
complejos siderúrgicos, trabajos de ingeniería pesada y proyectos de prestigio de
todos los tipos.[94] Al fomentar la desviación de los recursos nacionales hacia estas
actividades, la ayuda exterior reduce las ofertas de alimentos en los países
perceptores y por tanto agudiza la situación de los grupos más pobres. Este efecto
resulta especialmente pronunciado cuando estas actividades se llevan a cabo con tan
grandes pérdidas que los recursos internos ocupados en las mismas tienen una
productividad negativa.
Por tanto, la aceleración del crecimiento de la población no constituye un
argumento válido en favor de la ayuda. Es más, la ayuda exterior rutinaria (a
distinguir de las medidas especiales de emergencia) no tiene nada que ver con la
inanición en el mundo subdesarrollado y sin duda puede agravarla.
Éste puede ser un lugar conveniente para examinar ciertos aspectos de la relación
entre presión demográfica, crecimiento de la población, motivaciones personales y
niveles de vida. La presión demográfica evidentemente no explica ni poco ni mucho
la pobreza del mundo subdesarrollado. La mayor parte de África, de América del
Sur y del sureste de Asia, así como algunas regiones del sur de Asia, están
escasamente pobladas. Los grupos más pobres viven en áreas que en gran parte
están desiertas; y además el número de personas de estos grupos a menudo
permanece estancado. Las amplias zonas a su disposición no les han ayudado a salir
de sus primitivas condiciones, incluso allí donde la tierra es cultivable sin necesidad
de invertir mucho capital. Amplias zonas de estas regiones se hallan
sustancialmente despobladas en el sentido de que la densidad de la población es
demasiado baja para permitir el suministro de simples facilidades sanitarias y de
transporte. A la inversa, algunas de las áreas más adelantadas del mundo
subdesarrollado (así como, por supuesto, algunas de las áreas más prósperas del
mundo desarrollado) tienen una densidad de población muy elevada.
La relación entre densidad de población y niveles de vida no puede analizarse
correctamente sin la consideración de las aptitudes y actitudes económicas de la
gente, que están ligadas de forma inseparable a la actuación económica. Esta
relación se aprecia claramente en las amplias diferencias de prosperidad y progreso
de los diferentes grupos étnicos dentro de un mismo país que pueden observarse
tanto en los países subdesarrollados como en los desarrollados y que son
especialmente pronunciadas en los primeros. Estas diferencias se presentan tanto si
los distintos grupos son indígenas como inmigrantes.
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El crecimiento de la población, el progreso material y la motivación también
están claramente relacionados siendo esta última la variable independiente decisiva.
El carácter decisivo de la motivación queda claro a partir de la consideración va
señalada de que la gente siempre puede escoger tener menos hijos si prefiere unos
niveles de vida en su medición convencional, más altos. La importancia decisiva de
la motivación también viene sugerida por la conexión entre descenso de las tasas de
natalidad y mejora de los niveles de vida que a menudo se ha observado en ciertas
etapas del progreso material. La causalidad o relación funcional en esta secuencia no
es la de una reducción de la tasa de natalidad como consecuencia de una mejora de
los niveles de vida o de la actividad económica general, sino que ambos
acontecimientos reflejan un cambio de perspectiva y de motivación, especialmente
un interés creciente por el nivel de vida. La reducción de la tasa de crecimiento de
la población representa la modificación de una tasa de cambio que en sí misma
(esto es, a menos que se acompañe de otros cambios) no puede dar lugar a una
mejora apreciable de los niveles de vida generales durante algunos años o incluso
décadas y que, por tanto, no puede considerarse apropiadamente corno causa de tal
mejora durante esos períodos.[95]
Por tanto, ni la aceleración del crecimiento de la población ni la presión
demográfica son una causa significativa e independiente de la pobreza del mundo
subdesarrollado. Son variables dependientes o efectos más que variables
independientes o causas, puesto que hay pobreza extremada incluso en ausencia de
una gran densidad de población o de un crecimiento sustancial de la población; a la
inversa, existe a menudo prosperidad y progreso crecientes en países
subdesarrollados aun cuando la población sea densa y esté creciendo rápidamente.
Ayuda como deber moral. — A menudo se defiende la ayuda exterior como si el
ayudar al pobre constituyese el cumplimiento de un deber moral. Sin embargo, lana
la analogía con la obligación moral. La ayuda exterior es dinero del contribuyente
recaudado obligatoriamente; se halla fuera del área de volición y elección. Sin duda,
los contribuyentes no sólo no pueden elegir sino que generalmente ni siquiera saben
que están contribuyendo.
A veces se insiste en que en una democracia los contribuyentes eligen lo que
devuelve el elemento moral a la ayuda exterior. Esta objeción es superficial. El
contribuyente tiene que cooperar a la ayuda exterior tanto si le gusta como si no y
tanto si ha votado a favor como en contra de la misma.
Las obligaciones morales de ayudar a los menos afortunados no pueden
cumplirse a través de entidades tales como los gobiernos. Sólo pueden cumplirse
mediante personas que estén dispuestas a empobrecerse ellas mismas y a disminuir
su situación material en relación a los demás con el fin de ayudar a sus semejantes
más pobres. Aquellos que desean ayudar a los países subdesarrollados fácilmente
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protectora.
Los métodos de asignación de la ayuda occidental, particularmente la ayuda
americana e inglesa, faltos de sentido crítico en relación a la asignación mucho más
determinada y selectiva de la ayuda soviética, han reforzado algunas de estas
reacciones políticas adversas. Su asignación va desde la indiscriminada (en el
sentido de su falta de consideración hacia los intereses políticos de los donantes),
que levanta sospechas al ser tan incomprensible, a la conciliadora, que consigue el
resultado contrario al que se proponía, porque una respuesta hostil por parte del país
perceptor es más probable que asegure la continuación de la ayuda.
En años recientes ha existido una tendencia creciente por parte de los países
perceptores a fijar las condiciones para la aceptación de ayuda o incluso amenazar
con rechazarla en bloque, tendencia que ha ido acompañada de una actitud cada vez
más conciliadora de los países donantes. Por ejemplo, una noticia para el Financial
Times del 17 de julio de 1970, que informaba acerca de una reunión del consorcio
de Ayuda a la India, afirmaba que "los donantes están llegando al convencimiento
de que no tienen otra alternativa más que la de aceptar a la India tal como es y sin
darle lecciones".[98] La idea de que los donantes tienen la alternativa de retener la
ayuda aparentemente no se les ha ocurrido a los miembros del consorcio o al autor
del artículo.[99] Por supuesto que no sólo se prescinde de esta posibilidad, sino que
se han dado casos de países donantes que han solicitado repetidamente a los países
pobres que no rechazasen su ayuda.[100]
Por estas y otras razones no resulta sorprendente que muchos gobiernos que
reciben ayuda de otros hayan seguido políticas hostiles a los donantes occidentales,
a los que se han opuesto y a quienes han desconcertado y frustrado hasta el máximo
de sus posibilidades. Los líderes y portavoces de muchos gobiernos perceptores han
sido violentos y explícitamente ofensivos con los países donantes: ejemplos de años
recientes son Argelia, Ghana, la India, Indonesia, Tanzania la República Árabe
Unida y Zambia.[101]
d) Si la ayuda exterior tuviese que servir como instrumento de estrategia política
tendría que ser asignada de forma mucho más selectiva que en la actualidad. Su
asignación también tendría que desligarse de presiones por intereses comerciales en
los países donantes.
El segundo argumento, de que la ayuda impide la aparición de una actuación
políticamente explosiva y que, por tanto, ayuda a mantener la paz mundial, y
particularmente la seguridad de las naciones más ricas, ha alcanzado relieve en años
recientes en las discusiones públicas acerca de la ayuda exterior. Esta
argumentación tan frecuente resulta también sin importancia. En primer lugar y una
vez más, prejuzga los resultados de la ayuda, al dar por sentado que ésta fomenta el
desarrollo de los perceptores. Pero también está expuesta a objeciones más
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fundamentales. Los gobiernos no van a la guerra porque sus países sean pobres: las
dos guerras mundiales, por ejemplo, fueron iniciadas por los países más
adelantados, y combatieron entre ellos. Es más, con la importante excepción de
China, que es uno de los pocos países subdesarrollados que no recibe ayuda de
nadie,[102] los recursos militares y económicos de los países pobres son exiguos
(por supuesto que su escasez de recursos es básica para defender la ayuda), de
forma que estos países posiblemente no pueden constituir una amenaza militar para
los países desarrollados.[103] Puesto que sólo los países relativamente avanzados
técnicamente pueden representar una amenaza importante para otros países
adelantados, quienes proponen este argumento específico, si creen que la ayuda
fomenta el desarrollo material y técnico, lógicamente tendrían que argumentar
contra la ayuda exterior a los países subdesarrollados.
Por tanto, las consideraciones de estrategia política no aportan argumentos
sustanciales a favor de la actual política de ayuda exterior de los donantes
occidentales.
Ayuda, balanza de pagos y barreras al comercio.— El último argumento en
favor de la ayuda que consideraremos aquí constituye una curiosa sugerencia, que a
menudo se ha hecho en el Reino Unido, en el sentido de que la ayuda exterior
fomenta las exportaciones y, por tanto, ayuda a la balanza de pagos. Este argumento
es contrario a la realidad. Afirma que las exportaciones se compran con ayuda; pero
esto equivale a regalar las mismas exportaciones, de forma que no contribuyen en
nada a la balanza de pagos. Y puesto que las exportaciones tienen un contenido
importado y también disminuyen las ofertas internas, las exportaciones que se
regalan agravan el problema de los pagos exteriores y aumentan la correspondiente
necesidad de deflactar la demanda exterior.[104] Este argumento en favor de la
ayuda es lo mismo que instar a un tendero a que le roben la caja registradora, en
base a que se beneficiará si parte del dinero se gasta en su tienda. Si por otra parte
la sugerencia se refiere al suministro de protección en mercados exteriores a través
de ayuda vinculada, ello implica que es un subsidio a los exportadores británicos,
que no es lo que generalmente se entiende por ayuda.
Al estimar el impacto de la ayuda exterior en la situación de los pagos y en el
progreso material de los países donantes, debería recordarse que la inversión
privada extranjera en las áreas más productivas del mundo se ha visto drásticamente
restringida recientemente por los gobiernos de los Estados Unidos y el Reino
Unido, mientras que ha continuado el flujo de ayuda oficial al mundo
subdesarrollado. Estas restricciones fueron agravadas y en parte causadas sin duda
por la ayuda exterior. Cabe señalar entre paréntesis que estas restricciones
necesariamente retrasan el progreso material del mundo desarrollado, lo cual a su
vez perjudica las perspectivas económicas a largo plazo del mundo subdesarrollado,
a través de efectos negativos en el coste de sus importaciones, en el mercado de sus
exportaciones, y en la oferta mundial de capital.
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Biblioteca de la Libertad: Crítica de la Teoría del Desarrollo
Contrastando con el argumento de que la ayuda beneficia a los países donantes al
estimular su balanza de pagos, existe el argumento de que debería darse para
compensar los efectos negativos para los países subdesarrollados de las barreras
comerciales erigidas por los países desarrollados. Si bien es cierta la afirmación de
que estos beneficios serían mayores en ausencia de barreras comerciales, resulta
una cuestión algo controvertida determinar qué significación tienen estas barreras
como obstáculos para el progreso de los países subdesarrollados. Peso la ayuda
exterior disminuye las perspectivas de reducción o eliminación de estas barreras.
Como hemos señalado ya en este capítulo, el flujo de ayuda dificulta la aparición y
disminuye la eficacia de la oposición política a estas barreras dentro de los países
donantes y posiblemente también dentro de los países perceptores.
8. POSIBILIDADES DE LA AYUDA
Allí donde están presentes los requisitos previos y básicos de tipo personal,
social y político para el progreso material, el capital preciso para el desarrollo
normalmente se genera con base local o se consigue del extranjero en términos
comerciales, bien sea para el estado, para el sector privado o para ambos. Pueden
darse, sin embargo, circunstancias políticas excepcionales, fuera del control del
gobierno, en que esto no sea así. Taiwán a principios de los años cincuenta puede
haber constituido un caso excepcional de este tipo. La población de este país posee
las facultades y aptitudes precisas para el progreso material y las condiciones
sociales y políticas internas tampoco eran prohibitivas. Pero entonces existía la
creencia generalizada de que Taiwán pronto sería ocupada por la República Popular
de China. En las circunstancias de la época, esta aprensión llevó a una crisis de
confianza que impidió la inversión y la iniciativa. Esta crisis de confianza
probablemente fue aliviada por el flujo de ayuda americana, que se consideró como
una prueba de que el país no sería ocupado por China en un futuro próximo, y que
restableció la confianza. La llegada de ayuda americana también se vio acompañada
por importantes cambios en la política económica interna de Taiwán, en especial la
supresión de algunos de los controles económicos más restrictivos y la retirada del
gobierno de la participación directa en ciertas actividades económicas. Se afirma
que en este caso concreto la influencia americana fue en parte responsable de estos
cambios y la concesión de ayuda facilitó el ejercicio de esta influencia. El progreso
material de Taiwán desde principios de los años cincuenta ha sido sin duda digno
de mención, si bien no en mayor medida que el de Hong Kong y Japón. La ayuda a
Taiwán se cortó en 1964.
El éxito de la ayuda Marshall se cita a menudo como ejemplo de la efectividad
de la ayuda exterior. Pero la analogía entre la ayuda Marshall y los programas de
ayuda para países subdesarrollados es falsa. Las economías de Europa occidental
tenían que restaurarse, mientras que las de los actuales perceptores tienen que
desarrollarse. La gente de Europa occidental tenía las facultades, motivaciones e
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que siguen políticas que claramente retrasan el progreso material de sus países;
políticas que, además, agudizan los problemas y dificultades tanto de otros
perceptores de ayuda como, a menudo, también de los donantes. Tales criterios
fomentarían sistemas económicos relativamente liberales en los países perceptores,
minimizarían la coacción y favorecerían el progreso material, especialmente la
mejora de los niveles de vida. Probablemente también reducirían la tensión política
en los países perceptores.
Los criterios propuestos en los anteriores párrafos suponen, por supuesto, que el
motivo de la ayuda es la mejora de las condiciones materiales de la población en
los países perceptores. Pero estos criterios serán inaceptables si el propósito consiste
en algo diferente como es la persecución de objetivos políticos tales como el
fomento de economías y sociedades estrechamente controladas o el incremento de
los recursos y del poder de las organizaciones internacionales. En segundo lugar se
podría prestar mucha más atención a prevenir que la afluencia de ayuda sesgue el
desarrollo de los países perceptores en direcciones basadas en prototipos exteriores
inapropiados. Se podría dar prioridad a los gobiernos más interesados en la mejora
de carreteras y en la ampliación de contactos exteriores que en abrir universidades
de tipo occidental o en crear fábricas de ingeniería pesada o complejos
siderúrgicos.[106 ]
En tercer lugar, existirían varias ventajas prácticas (algunas de las cuales están
relacionadas) en desvincular la ayuda, esto es, en no insistir en que debería gastarse
en determinados países donantes. La desvinculación de la ayuda prácticamente
eliminaría el elemento de subsidio a los exportadores en los países donantes y por
tanto mediría claramente el coste para los donantes y el subsidio para los
perceptores; separaría el flujo de ayuda de las presiones de los intereses
comerciales, académicos y administrativos, para los cuales a menudo la ayuda
exterior presenta mercados protegidos o empleos agradables; alejaría
considerablemente la sospecha muy extendida de que la ayuda exterior es un medio
de imponer bienes invendibles; y simplificaría la administración de ayuda en los
países donantes.
La sugerencia de que la ayuda debería desvincularse no debe confundirse con la
de que debe canalizarse a través de las agencias internacionales. Esta última
sugerencia, que ahora tiene una amplia publicidad, casi con toda seguridad
produciría resultados extremadamente antieconómicos. Si la ayuda se distribuyese
de esta forma se rompería la conexión entre el suministrador de ayuda y el
perceptor, con el resultado de que el gasto financiado con la ayuda se examinaría
aún menos atentamente que en la actualidad.[107] El interés del suministrador de
capital en su uso tiende a incrementar la eficacia de su despliegue. Estos posibles
resultados se dan aparte de las más amplias implicaciones políticas del sustancial
incremento de los recursos y poder de las agencias internacionales que les
correspondería si fuesen responsables de la asignación de la ayuda exterior.
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Se puede objetar que la adopción de los criterios propuestos en esta sección para
la asignación de ayuda equivaldría a una interferencia injustificada e inaceptable en
las políticas interiores de los perceptores. Esta objeción es falsa por lo menos por
dos razones. En primer lugar, la ayuda exterior necesariamente afecta las políticas
internas de los perceptores, como resulta obvio en un examen atento y como queda
claro a partir de varios argumentos expuestos en este trabajo. En segundo lugar, la
ayuda exterior representa donaciones de capital escaso. La demanda de ayuda
siempre y necesariamente excede la cantidad disponible, que, por tanto,
inevitablemente se raciona. La ayuda a un perceptor no sólo disminuye los recursos
de los donantes sino que también reduce la ayuda disponible para otros. Y si se
utiliza de forma ineficiente por parte de algunos perceptores, las necesidades futuras
agregadas se incrementarán. Por tanto, los donantes tienen un interés ineludible en
el uso al que se destina la ayuda y deberían interesarse convenientemente por las
políticas económicas de los perceptores. Los otros perceptores de ayuda tienen un
interés análogo. Si algunos gobiernos perceptores persiguen políticas que dañan de
forma manifiesta las perspectivas de desarrollo de sus países, las mismas pueden
afectar negativamente, y por partida doble, las perspectivas de otros países pobres
que reciben ayuda: en primer lugar, aumentando la impopularidad de los programas
de ayuda dentro de los países donantes; y, en segundo lugar, incrementando sus
propias necesidades futuras.
Sin embargo, es improbable que la ayuda se reforme siguiendo las directrices
sugeridas en esta sección. Pero aun en el caso de que lo fuese, la ayuda exterior,
que no afecta ni puede afectar favorablemente los principales determinantes del
desarrollo, es poco probable que sea un instrumento importante, por no decir
indispensable, para el progreso material de los países pobres.
APÉNDICE A LA PARTE A: ARGUMENTOS ESPECÍFICOS EN
FAVOR DE LA PLANIFICACIÓN 108
La mayoría de las discusiones contemporáneas dan por sentada la defensa de la
planificación global. Sólo esporádicamente se presentan argumentos que parezcan
basarse en razonamientos técnicos o tener un contenido especifico Estos se dirigen a
públicos más especializados que el tratamiento axiomático de este tema y, por tanto,
se examinan de forma más apropiada en este apéndice, que está dirigido en primer
lugar al lector especializado, que en el texto del capítulo. La argumentación más
ampliamente divulgada insiste en que se precisa de la planificación para
incrementar el ahorro y la inversión; para desarrollar la industria manufacturera,
especialmente la producción local de bienes de capital (industria pesada); para
subsanar la falta de dotes empresariales en la población; o para asegurar economías
externas.
Elevación del nivel de ahorro e inversión. — El más conocido de los argumentos
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apropiadamente como conceptos en los que se. gasta la renta, esto es, como bienes
de consumo duradero, que como instrumentos para elevar la renta futura. En
cualquier relación funcional entre inversión y progreso material se ajustan más a
una variable dependiente que a una independiente. Estas formas de gasto de
inversión a menudo representan una proporción sustancial de la inversión bruta
total.
Por el contrario, muchos productos convencionalmente clasificados como bienes
de consumo se parecen más a los bienes de capital productivos en sus efectos sobre
el desarrollo económico, esto es, como instrumento para incrementar el flujo de
renta futura, bien porque sirven de bienes incentivos o bien porque incrementan la
eficacia del esfuerzo, mantienen la salud de las personas de los animales domésticos
o evitan el deterioro de las cosechas y bienes perecederos. Ejemplos corrientes
incluyen los tejidos, artículos metálicos (contenedores, sopletes, bicicletas,
máquinas de coser, herramientas sencillas) e insecticidas. Esta gama de bienes, y las
repercusiones de su uso, son importantes en muchos países pobres. A menudo
suponen una apreciable proporción del gasto total en efectivo y de las
importaciones; y a menudo fomentan de forma sustancial la ampliación de la
producción para el mercado. Por tanto, si se restringe su oferta para estimular la
inversión, ello puede retrasar más que impulsar el desarrollo económico.
3) Tanto las decisiones de inversión públicas como las privadas, pueden no tener
éxito por el hecho de que el rendimiento sea menor que lo esperado o incluso sea
negativo. Tales riesgos son inherentes a las decisiones de invertir. Es menos
probable que los riesgos se puedan aquilatar cuidadosamente si el gasto denominado
inversión se considera productivo per se. El riesgo de fracaso será especialmente
pronunciado y la inversión tendrá menos probabilidades de ser productiva, cuando
aquellos que determinan su volumen dirección no tienen un interés directo en su
despliegue productivo, porque ni soportan el coste ni disfrutan del rendimiento. El
interés del oferente de capital por los costes y rendimientos tiene una gran
influencia en la productividad de la inversión.
Una vez más, los fondos dirigidos públicamente en general no pueden adaptarse
tan estrechamente a la demanda del consumidor o a la oferta de recursos
cooperantes (esto es, a las condiciones del mercado) como la inversión privada, lo
cual es una razón del por qué el gasto de inversión no necesariamente aumenta el
stock de capital generador de renta. Cuando los fondos son suministrados gratis
desde el extranjero, resulta especialmente probable que se malgasten. Es más, aun
en el caso de que el gasto de inversión incremente la producción en comparación
con algunos usos alternativos de los recursos, no se seguirá ningún incremento de
los niveles de vida presentes o futuros a menos que la producción esté relacionada
con la demanda del consumidor.
4) La recolección de recursos para la inversión financiada o garantizada por el
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Finalmente, los actuales países industrializados avanzados, ya eran prósperos
cuando todavía eran predominantemente agrícolas, con rentas mucho más altas de
las que prevén muchos países pobres para las próximas décadas.
Gran parte de la discusión en este campo se ve confundida por una tendencia a
fijarse en determinadas actividades y sectores. La producción de estas actividades o
sectores se trata en cierto modo como si constituyese un incremento neto
equivalente de la producción total. Este enfoque ignora el coste en términos de usos
alternativos de los recursos y también la demanda económica de la producción.
Tener que subvencionar a una determinada actividad económica que da lugar a una
producción vendible, establece una presunción en el sentido de que los recursos
serían más productivos en otro lugar de la economía. No todo tipo de actividades
surgirían sin apoyo gubernamental o planificación central global, pero de esto no se
sigue que su aparición suponga un uso eficiente de los recursos o que fomente el
progreso económico. La misma consideración es aplicable a la defensa de la
sustitución de importaciones patrocinada por el estado.
Una variante del argumento en favor de la industrialización acelerada defiende la
implantación de industrias de bienes de capital, que se consideran necesarias para el
progreso material, al tiempo que la planificación central se juzga necesaria para el
desarrollo de estas industrias.
El establecimiento previo de industrias de bienes de capital no es un requisito
previo del adelanto económico de países particulares. Existen muchos países
adelantados que ya eran muy prósperos antes de que tuviesen industrias locales de
bienes de capital. Sin duda hay muchos países ricos que incluso ahora no producen
sus propios bienes de capital.
La sugerencia de que los países subdesarrollados tienen que desarrollar sus
propias industrias de bienes de capital como requisito previo del desarrollo refleja
un intento de seguir la estrategia de la política económica soviética. Dicha política
no tenía por objeto el fomento de niveles de vida altos sino que perseguía metas
políticas completamente diferentes. Es más, se llevó a cabo en condiciones
radicalmente diferentes de las que prevalecen en los países subdesarrollados donde
se está aceptando este prototipo. Los argumentos que se utilizan en apoyo de la
necesidad de desarrollar industrias de bienes de capital en estos países raramente
mencionan los costes en términos de uso alternativo de los recursos, o la demanda
de los productos o los efectos del programa sobre el nivel de vida.
Los programas de industria pesada de muchos países subdesarrollados no han
producido rendimientos dignos de consideración y a menudo han tenido
rendimientos nulos o negativos. También han servido para desviar recursos de
bienes de consumo necesitados urgentemente, incluyendo bienes incentivo. Y han
desviado los recursos y la atención del gobierno del gasto en servicios básicos tales
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beneficios? [116]
La naturaleza inconsistente de la tesis de la explotación imperialista no ha
disminuido su eficacia política. Numerosos ejemplos de esta influencia pueden
encontrarse en las obras de políticos africanos y asiáticos. Por ejemplo, abundan en
los escritos del doctor Nkrumah, que hasta su caída fue uno de los líderes africanos
más influyentes y cuyas palabras se citaban ampliamente y se respetaban mucho, no
sólo en África sino también en Occidente. He aquí algunas observaciones
características:
Por tanto lodos los imperialistas, sin excepción, desarrollaron los medios, sus
políticas coloniales, para satisfacer los fines, la explotación de los territorios
súbditos para el engrandecimiento de los países metropolitanos. Todos fueron
rapaces, todos ellos supeditaron las necesidades de las tierras sometidas a sus
propias demandas; todos ellos limitaron los derechos y libertades humanas; todos
ellos reprimieron, despojaron, degradaron y oprimieron. Cogieron nuestras tierras,
nuestras vidas, nuestros recursos y nuestra dignidad. Sin excepción, no nos dejaron
nada sino nuestro resentimiento ... Fue cuando ellos se hubieron ido y nos
enfrentamos con la pura realidad, como en Ghana al día siguiente de nuestra
independencia, cuando repentinamente nos dimos cuenta de la miseria del país
después de largos arios de régimen colonial.[117]
Estas observaciones, políticamente efectivas como fueron y todavía son a
menudo, ignoran ante todo el extremado atraso del África subsahariana pre-colonial.
Por ejemplo, aparte de excepciones sin importancia, [118] en el África
subsahariana no había escuelas; junto a la falta de capacidad para leer y escribir,
prácticamente no había carreteras o incluso caminos y pocos contactos pacíficos
entre las distintas tribus. Los africanos todavía dependen en gran parte de las
comunicaciones construidas por extranjeros.
Estas observaciones características del doctor Nkrumah ignoran también el
rápido progreso de muchas de las zonas con las que Occidente estableció contacto; y
también el hecho de que el Reino Unido, la principal potencia colonial, siguió una
política de puertas abiertas y libre comercio. De hecho sus afirmaciones no guardan
relación con la realidad. [119]
3. COLONIALISMO Y SOBERANÍA
Un argumento más reciente y menos conocido, aunque influyente y bastante
distinto de la tesis leninista, apunta que el colonialismo político ha retrasado el
progreso económico de las colonias al privarlas de los beneficios económicos de un
estado nacional soberano. Esta opinión se halla claramente implícita en algunos de
los escritos del profesor Gunnar Myrdal. Escribe:
Desde un punto de vista, el efecto más importante del colonialismo se relacionó
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... nuestros problemas se vuelven más enojosos por las estratagemas de los
neocolonialistas ... En la actualidad el mayor peligro con que se enfrenta. África es
el neocolonialismo, y su principal instrumento, la balkanización. Este último
término resulta particularmente apropiado para describir la disgregación de África
en pequeños, débiles estados … [122]
En efecto, la división de África en pequeños estados refleja la antigua presencia y
multiplicidad de distintos grupos étnicos y sociedades tribales, una multiplicidad
perpetuada por la virtual ausencia de comunicaciones hechas por el hombre; y las
peticiones de independencia política de estos grupos, que se han vuelto más intensas
al crecer el interés de la lucha por el poder político con la ampliación y aumento de
los poderes del estado. Los efectos económicos de la división de una zona en un
número de estados independientes depende de las políticas perseguidas por sus
gobiernos. Es sabido que incluso países muy pequeños a veces han progresado
rápidamente, como por ejemplo Hong Kong e Israel, o se hallan entre los más
prósperos del mundo como Suiza, Nueva Zelanda y Holanda. Pero, en cualquier
caso, el proceso de subdivisión de África refleja fuerzas y presiones locales, como
se ha visto en las tentativas de Biafra y Katanga para conseguir la independencia.
Es digno de señalar el fracaso del doctor Nkrumah, corno de otros escritores, en
dar al término "neocolonialismo" un significado inteligible, debido a la importancia
asignada al concepto. Su libro Neo-Colonialism [123] trata del concepto muy
extensamente, pero lo interpreta en gran parte como las actuaciones de grandes
compañías de propiedad extranjera en países subdesarrollados, cuyos beneficios se
dice que reflejan la explotación de la población local. Esta interpretación es, en
efecto, simplemente una aplicación de la idea marxista-leninista de la naturaleza
explotadora de cualquier rendimiento sobre el capital privado.
En años recientes, el término neocolonialismo ha sido introducido en las
discusiones sobre ayuda exterior en los tres contextos. Primero, para protestar contra
la imposición de condiciones en la concesión de ayuda intergubernamental;
segundo, en apoyo de la petición de que la ayuda no debería ligarse a la compra de
bienes específicos o provenientes de orígenes específicos; tercero, especialmente en
apoyo de la ayuda multilateral, con base en que la ayuda bilateral encierra peligros
de neocolonialismo. Cualesquiera que sean los méritos de estos argumentos, el
término neocolonialismo oscurece más que ilumina las cuestiones.
7. SUPUESTAS CAUSAS DE ATRASO
El principal tema consistente de la literatura sobre el colonialismo, colonialismo
económico o neocolonialismo, es el de la responsabilidad, explícitamente declarada,
o claramente implícita, de fuerzas e influencias exteriores, especialmente
occidentales, por el atraso material y la pobreza de las primitivas colonias y de
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forma más general de todos los países subdesarrollados. Si bien esta idea resulta
totalmente falsa (sin duda, lo contrario de la verdad) tiene un poderoso atractivo
político y emocional. Usando una frase feliz de Jacques Barzun, la idea permite
alcanzar a la gente "la situación deseada de víctima". Emocionalmente resulta
reconfortante que se nos diga que factores exteriores explican el fracaso en alcanzar
determinadas metas, incluyendo la prosperidad material.
La idea de que factores externos se hallan tras el atraso material de los países
subdesarrollados se halla estrechamente interrelacionada con la noción de que las
rentas de los individuos y grupos de alguna forma se extraen de otros, más que ser
un rendimiento por servicios prestados por ellos mismos o por sus recursos. Esta
noción tiene una larga y desastrosa historia. A menudo se ha destacado en la
economía en la política de envidia y resentimiento y ha tenido frecuentemente una
gran influencia en la persecución y expulsión de minorías étnicas, en particular
aquellas que han alcanzado la prosperidad a partir de la pobreza: los judíos en
Europa, levantinos e indios en África, chinos en el sureste de Asia.
Mientras esta noción y el asentimiento a ella anteceden en mucho a los escritos
marxista-leninistas, esta literatura, particularmente en su versión leninista, ha
fomentado mucho la difusión e influencia de la idea de que el progreso de los
países desarrollados se ha conseguido a costa del mundo subdesarrollado; que la
riqueza de los primeros se ha extraído de este último; y que el mundo
subdesarrollado, de hecho, es una colonia económica o grupo de colonias
económicas de los países industrializados. En esta literatura, las rentas de la
propiedad privada, por ejemplo el rendimiento del capital privado, implica
explotación; y las industrias de servicios generalmente se consideran improductivas.
Y puesto que las ganancias del capital expatriado y de compañías y comerciantes
emigrados son importantes en muchos países subdesarrollados, de acuerdo con esta
literatura, son causa de explotación y crean una situación de sometimiento
económico.
Estas ideas constituyen una extensión del concepto de la explotación del
proletariado de la esfera doméstica a la esfera internacional, con la población de los
países subdesarrollados (la mayoría de los cuales son, de hecho, agricultores de
subsistencia)*en cierto modo identificada con un proletariado industrial nacional.
La infundada naturaleza de estas alegaciones se aclara especialmente por la
prosperidad de países ricos como, por ejemplo, Canadá, Australia, Japón, Suiza y
países escandinavos, que de forma totalmente obvia no ha sido extraída del inundo
subdesarrollado, ya que hasta hace poco han tenido escasos contactos económicos
con la mayor parte del mismo, incluyendo las partes más pobres. La mayoría de los
países ricos que tiene contactos con países subdesarrollados, cuando entraron en
contacto por primera vez con estos países ya eran materialmente mucho más
adelantados que ellos y a veces incluso más de lo que los mismos países lo son
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forma menos obvia, pero no por ello menos sustancialmente, la ampliación del
control del estado sobre las economías de los países subdesarrollados. Estas
políticas crean numerosas oportunidades lucrativas y puestos influyentes para
políticos, administradores, académicos y hombres de negocios y también fomentan
condiciones políticas y sociales en los países subdesarrollados favorecidas por
mucha de esta gente de los países desarrollados.
La acusación de la responsabilidad occidental en la pobreza de los países
subdesarrollados también engendra o refuerza los sentimientos de culpabilidad en el
mundo occidental, lo cual fomenta el flujo de ayuda exterior. Mucha gente en
Occidente desea reducir la talla e influencia del oeste en favor de las organizaciones
y agencias internacionales y, de todas formas, ostensiblemente, para beneficio de los
países subdesarrollados. Cualquier incremento en la influencia de estos países es
bien aceptado, no sólo por parte de sus propios políticos, funcionarios, asesores y
consejeros, sino también por parte de aquellos grupos e individuos de los países
desarrollados que apoyan el gobierno del mundo por medio de agencias
internacionales. Todos esperan ganar por la aparición o ampliación de los
sentimientos de culpabilidad en Occidente, fomentados por la creencia en la
responsabilidad occidental en la pobreza del mundo subdesarrollado.
La idea de que las rentas y riqueza de personas, grupos y países se extraen de
otros en vez de ganarse a cambio de recursos ofrecidos, proporciona a menudo una
base eficaz al argumento de que los poseedores de rentas altas o de riqueza
sustancial no tienen derecho a ellas y se les deberían quitar. Por tanto, aquellos que
desean fomentar políticas de confiscación en el propio país, encuentran útil,
primero, conseguir la aceptación a nivel internacional de la idea de que las lentas
relativamente altas generalmente se arrancan mas que se ganan. La aceptación de
esta idea, a combinación, facilita su traslado a la esfera doméstica.
Ciertos pasajes de un reciente libro del profesor Peter Townsend aclaran
excepcionalmente el argumento de que las diferencias nacionales e internacionales
de rentas son básicamente análogas, especialmente por el hecho de que la
prosperidad del rico se ha conseguido a costa del pobre.
Argumenté que la pobreza de las naciones pobres sólo se comprende si la
atribuimos sustancialmente a la existencia de un sistema internacional de
estratificación social, una jerarquía de sociedades con recursos muy diferentes, en la
que la riqueza de algunos se asocia histórica y actualmente con la pobreza de otros.
Este sistema funcionó cruelmente en la era de la combinación colonial y continúa
funcionando hoy, si bien más sutilmente a través de sistemas de comercio,
educación, relaciones políticas, alianzas militares y sociedades industriales. Una
sociedad rica que priva a un país pobre de recursos puede simultáneamente privar a
sus propias clases pobres, a través de una mala distribución, de aquellos recursos
adicionales. [124]
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Las diferencias de prosperidad material entre países desarrollados y
subdesarrollados no tiene nada que ver con colonialismo o con "un sistema de
estratificación social internacional". La mayor prosperidad de las sociedades de los
países desarrollados refleja la presencia de recursos más productivos, especialmente
de recursos humanos. Y estos recursos de los países desarrollados han contribuido
mucho al progreso material conseguido en el mundo subdesarrollado. Por tanto, las
afirmaciones sobre este tema en el pasaje que acabamos de citar son lo contrario de
la realidad.
8. LOS QUE AYUDAN Y LOS DESVALIDOS
La creencia en la responsabilidad occidental por la pobreza del mundo
subdesarrollado podría haberse demostrado mucho menos eficaz si no fuera por
ciertos factores ulteriores muy arraigados.
Muchos, quizá la mayoría de los humanitarios y reformadores sociales, y
especialmente los más ruidosos e influyentes entre los mismos, parece que se
interesan en primer lugar por grupos que puedan declararse o clasificarse como
desvalidos.
Estamos familiarizados con la dependencia emocional de los sicoanalistas con sus
pacientes, de los maestros con sus alumnos y de los sacerdotes con los pecadores.
Una relación semejante existe a menudo entre los reformadores sociales y aquellos
grupos cuyas condiciones tratan ostensiblemente de mejorar. Los humanitarios y
reformadores sociales precisan particularmente de gente que pueda ser clasificada
de forma plausible como víctimas indefensas de causas y condiciones más allá de
su control. La clasificación de los grupos como desvalidos fomenta de hecho su
invalidez, y, por tanto, sirve los objetivos sicológicos, políticos y financieros de los
clasificadores. [125]
Muchos de estos reformadores, particularmente los más ruidosos, parecen mucho
menos interesados en grupos que no pueden clasificarse fácilmente como
desvalidos, por más que tengan que afrontar formidables obstáculos y dificultades, e
incluso si en la actualidad son víctimas de-hostilidad política. Sin duda, grupos e
individuos autoconfiados que son perseguidos salvajemente, tales como las minorías
indias y levantinas en África, o los inmigrantes chinos en el sudeste de Asia, son
vistos a menudo, con indiferencia o incluso desaprobación por parte de los
reformadores sociales e historiadores contemporáneos más ruidosos e influyentes.
La práctica de considerar a la gente del mundo subdesarrollado como víctimas de
factores externos, especialmente de varios tipos de colonialismo, es un ejemplo de
determinismo ambiental, la creencia en el poder dominador del medio ambiente
sobre la decisión y responsabilidad personales. Una vez más esta creencia tiene un
fuerte atractivo emocional y goza del apoyo de poderosos intereses creados. La
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supuesta impotencia de la gente frente a su medio sirve de base para una defensa de
políticas de largo alcance para moldear el medio social, así como las actividades y
actitudes de las mismas supuestas víctimas.
Aquellos que han diagnosticado la condición de las llamadas víctimas como de
impotencia, exigen entonces la capacidad y el derecho de formular y ejecutar estas
políticas.
Si bien la actividad masiva e influyente de los reformadores sociales,
especialmente en el campo internacional, es relativamente reciente, la necesidad de
reformadores para grupos desvalidos ha sido reconocida desde hace mucho tiempo.
Lord Bristol se supone que dijo en el siglo XVIII: "Il me faut absolument des
malheureux pour en faire des heureux". Esta observación resume gran parte del
sentimiento que hay detrás de la literatura tanto sobre desarrollo como colonialismo.
La sugerencia de la impotencia de la gente desalienta la aparición o desarrollo de
autoconfianza y de previsión personal para el futuro. Esta indicación de la
impotencia también está ligada a la responsabilidad externa por la pobreza material
del mundo subdesarrollado; lo que fomenta o facilita una gama completa de
políticas contrarias al progreso material, incluyendo el establecimiento de amplios
controles estatales sobre la actividad económica, especialmente sobre las relaciones
económicas externas; la imposición de restricciones en las actividades de los
extranjeros y de las minorías étnicas y lingüísticas, y, a menudo, también la
confiscación de sus activos y la expulsión de estos grupos. Estas políticas han
dañado seriamente las perspectivas de desarrollo de los países pobres, debido a la
importancia de los contactos exteriores y de las actitudes de los grupos minoritarios
como agentes del progreso material.
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países comunistas El tema fue una de las preocupaciones principales de Leilin y las
ideas marxistas se transmitieron al mundo subdesarrollado en gran parte a través de
sus obras. Sus escritos no muestran la penetración intelectual de Marx o Engels.
Puesto que sus ideas principales sobre este tema son conocidas, y son de fácil
acceso en un libro pequeño, El imperialismo, estadio supremo del capitalismo, no
preciso resumirlas. A pesar de manifiestos defectos —de hecho, total inadecuación
intelectual— la extensión leninista del análisis marxista ha cobrado una enorme
influencia, no sólo en los países subdesarrollados sino también en la discusión a
nivel mundial de sus economías. Por tanto, resulta útil indicar algunos rasgos
prominentes de la discusión actual que, cualquiera que sea su origen intelectual,
reflejan el análisis marxista-leninista.
En el marxismo-leninismo, la propiedad de los medios de producción por parte
del estado comunista es necesaria para la libertad y el progreso material. Esta idea
general, aplicable tanto a los países desarrollados como subdesarrollados, es
conocida. No voy a discutirla, sino que me limitaré a algunas de las principales
ideas del marxismo-leninismo que se refieren especialmente al mundo
subdesarrollado.
Primero, que el mundo subdesarrollado no sólo es desesperadamente pobre, sino
que está estancado o incluso retrocede; esta idea es la versión actual de la doctrina
de la miseria siempre creciente del proletariado. Segundo, que la explotación de los
países subdesarrollados por los desarrollados es una causa importante de su
pobreza; ésta es la versión actual de la doctrina de la explotación del proletariado.
Tercero, que la independencia política o la libertad no tiene sentido sin
independencia económica; esto es una ampliación de la sugerencia de que la
libertad política y un gobierno representativo no tienen sentido bajo el capitalismo.
Cuarto, que la planificación global del desarrollo es indispensable para el adelanto
económico de los países subdesarrollados y especialmente para la industrialización
precisa para el progreso material. Este último punto, si bien refleja el marxismo-
leninismo de forma menos directa, debe mucho al reconocimiento de las
posibilidades políticas de la planificación económica (como ilustra la experiencia
soviética) y también al énfasis en el proletariado industrial en la estrategia y
literatura comunista. El papel clave de la industrialización se insté antes del
marxismo-leninismo, pero esta ideología lo ha reforzado poderosamente,
especialmente en el contexto de los países subdesarrollados, y la ha identificado
sólidamente con los métodos y políticas distintivos del marxismo-leninismo.
2. EXPLOTACIÓN EXTERIOR
El ya fallecido Paul A. Baran que fue profesor de economía en la Universidad de
Stanford, era un conocido partidario del marxismo-leninismo. Según él, el
capitalismo ha provocado la miseria y estancamiento del mundo subdesarrollado.
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—en gran parte productores de subsistencia con pocos o ningún contacto comercial
exterior—, están totalmente desconectados del capitalismo, fuerzas del mercado o
explotación por parte de países más adelantados, puesto que los mismos se hallan
en gran parte fuera de la órbita de estas fuerzas e influencias. [130] Su pobreza
refleja la ausencia de facultades, actitudes e instituciones favorables al progreso
material.
3. INTERPRETACIÓN DEL IMPERIALISMO
La literatura marxista-leninista atribuye la pobreza de los países subdesarrollados
en gran parte a la explotación de los países adelantados, especialmente las potencias
coloniales —ampliación, como acabamos de observar, de la doctrina de la
explotación del proletariado. Esta idea se halla presente en muchas publicaciones
sobre las condiciones económicas en África y Asia. Es el tema principal de las obras
del doctor Nkrumah, al que ya hemos citado en el capítulo III. Esta influencia
leninista se ve especialmente clara en su panfleto Towards Colonial Freedom,
publicado por primera vez en forma de libro en 1962, varios años después de que
fuese presidente de Ghana. He aquí un típico pasaje:
El crecimiento del movimiento nacional de liberación de las colonias revela:
1) La contradicción entre los distintos grupos extranjeros y las potencias
imperialistas coloniales en su lucha por las fuentes de materias primas y por los
territorios. En este sentido, imperialismo y colonialismo se convierten en la
exportación de capital a las fuentes de materias primas, la lucha frenética y
despiadada por la posesión monopolística de estas fuentes, la lucha por una nueva
división de un mundo va dividido —una lucha librada con particular violencia por
los nuevos poderes y grupos financieros que buscan nueves territorios y colonias,
contra los viejos poderes y grupas que se aferran fuertemente a aquello que han
atrapado.
2) Las contradicciones entre el puñado de naciones "civilizadas" dirigentes y los
millones de personas de las colonias del mundo. En este sentido, el imperialismo es
la más degradante explotación y la opresión más inhumana de los millones de
personas que viven en las colonias. El objeto de esta explotación y opresión es
extraer superbeneficios ... La teoría del movimiento de liberación nacional de los
países coloniales procede de (ciertas) tesis fundamentales: 1) El dominio del capital
financiero en los países capitalistas adelantados; la exportación de capital a las
fuentes de materias primas (imperialismo) y la omnipotencia de una oligarquía
financiera (capital financiero) revela el carácter del capital monopolista, que acelera
la revolución de los elementos de la intelligentsia y de la clase trabajadora contra el
imperialismo y les lleva al movimiento de liberación nacional como su única
salvación. 2) El incremento de la exportación de capital a las colonias; la
ampliación de las esferas de influencia y de los dominios coloniales hasta que
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renta nacional que se supone que constituye el fondo de acumulación y que sirve
como base material del progreso, se exporta fuera de África sin ningún equivalente.
[133]
Estas observaciones están una vez más desligadas completamente de la realidad.
No hay pago de dividendos o intereses u otras remesas al extranjero desde la mayor
parte de África y ninguno desde las partes más pobres. Cuando ocurren tales pagos,
representan rendimientos de recursos suministrados desde el exterior y no pagos
extraídos de la población local. La prosperidad de Occidente se ha generado en su
propia población y no se ha conseguido a expensas de África o de otros países
subdesarrollados. Como ya hemos observado en otros contextos, los países
occidentales ya estaban materialmente mucho más adelantados que los países
subdesarrollados, particularmente África, cuando establecieron contacto con estos
últimos en los siglos XVIIIy XIX. Hay muchos países desarrollados, incluyendo
algunos de los más ricos, que tienen escasos contactos económicos con el mundo
subdesarrollado.
Si la gestión de empresas de propiedad extranjera y la presencia de personal
emigrado en los países subdesarrollados implica explotación de la población local,
se puede decir que la pobreza de estos países demuestra que han experimentado
demasiado poca más que excesiva explotación. Esta conclusión, incidentalmente, se
halla claramente implícita en algunos agudos aunque a menudo ignorados pasajes
del Manifiesto Comunista:
La burguesía, mediante la rápida mejora de todos los instrumentos de
producción, mediante medios de comunicación inmensamente facilitados, atrae a
todas las naciones, incluso a las más salvajes, hacia la civilización. Los bajos
precios de sus mercancías son la artillería pesada con la que derriba todas las
murallas chinas ...
La pobreza de los países subdesarrollados, especialmente en África, se considera
por la literatura marxista-leninista actual como evidencia o resultado de la falta de
independencia económica. El académico Potekhin aporta una formulación
conveniente de esta opinión y de las condiciones que según ese punto de vista son
necesarias para la independencia económica:
La intención es cerrar todos los canales a través de los cuales la renta nacional se
está fugando de África. Los gobiernos de muchos países africanos ya han abordado
el problema. Permítasenos enumerar algunas de las principales medidas destinadas a
la eliminación de la "hemorragia financiera": nacionalización de las empresas
pertenecientes a compañías extranjeras; reinversión obligatoria de una parte de los
beneficios de las compañías extranjeras; mayor imposición sobre los beneficios;
creación de bancos nacionales y de compañías de seguros; constitución de sus
propias flotas marítima y aérea; y control estatal sobre las exportaciones,
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Las opiniones acerca de los países subdesarrollados y las prescripciones políticas
para su progreso descritas aquí como marxista-leninistas se han convertido, de
hecho, en la ortodoxia actual en este campo. Cualquiera que sea el procedimiento
exacto de su deducción intelectual, estas opiniones son expuestas amplia y
frecuentemente por conocidos escritores no considerados como marxistas o
leninistas. Como ya hemos señalado, la literatura actual sobre desarrollo trata la
supuesta discrepancia siempre creciente de las rentas y niveles de vida entre países
ricos y pobres y la inanición o casi inanición de los últimos, de la misma forma en
que el marxismo ortodoxo resalta el abismo entre opresor y oprimido y la siempre
creciente miseria del proletariado.
El profesor Gunnar Myrdal por ejemplo, se refiere a una desigualdad
internacional siempre creciente y alude a Europa occidental, Norteamericana y
Australasia como los países de clase alta y al resto del mundo como los
desheredados:
En la actualidad la tendencia es hacia una mayor desigualdad en el mundo. En
efecto, son los países más ricos los que están avanzando, mientras que lis más
pobres, con mayores poblaciones, están estancados o progresando mucho más
despacio ... Para la humanidad en su conjunto, en realidad no ha habido ningún
progreso (sic). He preferido centrar la atención en un determinado aspecto de la
situación internacional, concretamente las desigualdades económicas muy grandes y
firmemente crecientes entre los países desarrollados y subdesarrollados ... Estas
desigualdades y su tendencia al crecimiento son realidades flagrantes. [138]
Escribe más adelante:
La parte más amplia del resto de la humanidad forma en este sentido una clase
inferior de naciones ... en contraposición a la clase alta de los países adelantados.
De hecho, y considerando sus niveles de vida actuales, el término "proletariado"
sería más apropiado en tal comparación internacional de lo que nunca lo fue, o en
cualquier caso lo es ahora, en cualquiera de los países adelantados. El "gran
despertar" de las naciones atrasadas es lento y también crea entre las mismas una
conciencia de clase sin la cual un conglomerado social es amorfo y desintegrado.
[139]
Como se ha señalado en otro lugar de este volumen, las afirmaciones sobre una
desigualdad siempre creciente en parte no tienen sentido, en parte son
excesivamente simplificadas, en parte falsas y en general inconsistentes. [140]
La recomendación política basada en esta descripción o diagnóstico refleja
estrechamente las ideas marxista-leninistas, o la práctica de la Unión Soviética. En
particular, desemboca en una insistencia axiomática en la planificación central
como indispensable para el progreso material.
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La penetrante influencia del marxismo-leninismo, incluso en críticos declarados
del comunismo, se aprecia claramente en un libro titulado África y el mundo
comunista:
El "efecto demostración" del crecimiento económico soviético con toda
seguridad tuvo un profundo impacto en el pensamiento de los líderes de
movimientos nacionales en zonas atrasadas. Pero quedar impresionado (por el
crecimiento soviético) no necesariamente implica convertirse. Evidentemente no es
preciso ser un "marxista-leninista" muy ortodoxo o un "economista burgués"
particularmente heterodoxo para estar de acuerdo con las siguientes afirmaciones
mal especificadas:
1) un rápido incremento de la tasa de crecimiento económico de los países
atrasados, que es indispensable con el fin de romper el círculo vicioso del
estancamiento, exige un marcado incremento en el esfuerzo de ahorro-inversión; 2)
el desarrollo económico está obligado a contar con la industrialización en una etapa
relativamente inicial y también, antes de mucho tiempo, con un crecimiento
relativamente rápido de las industrias nacionales de bienes de capital, siendo ambas
cosas la respuesta al ritmo acelerado de la expansión global y un estimulante
adicional del mismo; 3) la disponibilidad de un volumen de inversión exterior
suficientemente grande y de amplias conexiones de comercio exterior, no siempre se
pueden dar por garantizados; 4) puesto que en los países desarrollados una
tecnología productiva superior supone tanto un desafío como una amenaza, el nuevo
estado deberá intervenir más activamente para fomentar y proteger el desarrollo
económico, de lo que fue necesario en los viejos países industrializados durante
períodos similares de su historia. [141]
En esta cita, los puntos 1) y 2) son, como se puede demostrar, obviamente falsos;
3) es irrelevante, y 4) es un claro non sequitur. Parecería que, contrariamente a lo
que dicen, estos escritores han sido a la vez impresionados y convertidos.
7. ATRACTIVO DEL MARXISMO-LENINISMO
¿Cómo podemos explicar la penetrante influencia y atractivo del marxismo-
leninismo? En primer lugar, el marxismoleninismo es una estructura intelectual, que
comprende método, análisis y observación empírica, que se irroga la explicación del
funcionamiento y perspectivas de la sociedad. En segundo lugar, también es una fe
o credo mesiánico secular que cubre todos los aspectos de la vida y que promete la
salvación en la tierra pero en un futuro indefinido, esto es, salvación aquí, pero no
ahora. En tercer lugar, es un programa de acción política. El triple aspecto del
marxismo y del marxismo-leninismo como estructura intelectual, credo mesiánico y
programa político siempre debería recordarse al valorar su atractivo.
Marx y Engels mostraron una penetración poco corriente en un área amplia y
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En 1968 el profesor Gunnar Myrdal publicó Asían Drama, [148 ] un libro de más
de un millón de palabras en el que había estado trabajando desde 1957 con un
equipo internacional de colaboradores. El tema principal de este trabajo masivo es
la insistencia del profesor Myrdal en la necesidad de una transformación radical del
hombre y de la sociedad en todo el sur de Asia mediante la acción gubernamental.
El texto de este capítulo se dedica al tema central del profesor Myrdal, pero también
reseña algunos de los principales temas en los que se apoya. Algunos otros temas
de estos tres grandes volúmenes, menos estrechamente relacionados con el tema
central, también son notables, especialmente para economistas y para otros
interesados en el estado de la economía del desarrollo, y estos se examinan en el
apéndice a este capítulo. Se han situado allí con el fin de no distraer la atención de
los principales temas.
1. ORÍGENES DEL PROGRESO
Lo que en gran parte determina el progreso económico de los países
subdesarrollados es la gente que allí vive. Si bien generalmente hablamos de países,
economías y naciones subdesarrolladas, estas entidades están constituidas por
personas cuyas necesidades materiales ha de satisfacer la economía y cuyas
facultades, motivaciones e instituciones determinan sustancialmente su actuación.
Pero, a este respecto, la gran mayoría de la gente de los países subdesarrollados
difiere de la gran mayoría de la del mundo desarrollado. El reconocimiento poco
generoso, incompleto, aunque a pesar de todo claro, de estas sencillas verdades —
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que el profesor Myrdal, una vez más, considera tan necesaria para conseguir rentas
más elevadas y tan deseable en sí misma. Por tanto, en su terminología, la defensa
de la planificación central es una premisa de valor a la vez independiente y
derivada.
El profesor Myrdal considera la búsqueda de rentas per capita más elevadas
como un objetivo y criterio de una política gubernamental racional. La persecución
de esta meta requiere cambios fundamentales en las formas de conducta, actitudes e
instituciones de la gente, junto con una eliminación en gran escala o reducción de
las diferencias culturales, étnicas y lingüísticas, así como de las desigualdades de
riqueza, renta y posición social. Estos cambios masivos sólo pueden llevarse a cabo
por medio de la planificación central global.
La literatura actual sobre desarrollo generalmente interpreta la planificación
como el control estatal, real o pretendido, de la economía, excepción hecha de la
agricultura de subsistencia. Nunca se ha aclarado porqué tal política debería
fomentar el desarrollo económico en el sentido de elevar los niveles de vida
generales. El profesor Myrdal reconoce ahora que la planificación central en este
sentido es insuficiente para el progreso material. De ahí su revolucionaria
interpretación de la planificación central como una política para remodelar por la
fuerza al hombre y a la sociedad. El libro constituye pues un hito en su clara
reinterpretación y extensión de la planificación central de un intento de control
estatal a un intento de transformación obligatoria del hombre y de la sociedad.
Reproduciré amplias citas del libro del profesor Myrdal para ilustrar su tesis. Esto
mostrará la significación del nuevo punto de partida y debería prevenir objeciones
de que las citas están fuera de contexto.
... el éxito de la planificación para el desarrollo exige una disposición en asignar
obligaciones a la gente de todos los estratos sociales en mucha mayor medida de lo
que ahora se hace en cualquiera de los países del sur de Asia. Ello requiere,
además, un riguroso cumplimiento de las obligaciones, en lo cual la coacción juega
un papel estratégico... En las actuales condiciones del sur de Asia, el desarrollo no
puede conseguirse sin mucha más disciplina social de lo que permite la
interpretación de democracia prevaleciente en la región [153]
... existen escasas esperanzas en el sur de Asia de un rápido desarrollo sin una
mayor disciplina social. Para empezar, a falta de más disciplina —que no aparecerá
sin normas respaldadas por la fuerza— todas las medidas de elevación rural serán,
en gran parte, ineficaces. [154]
En la medida en que estas otras valoraciones (que retrasan el desarrollo) chocan
con los ideales de modernización, las mismas actúan como inhibiciones cuando son
sostenidas por miembros del gobierno y por aquellos que participan en la
elaboración y puesta en práctica de las políticas del gobierno.
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por la fuerza.[158]
Pero no sólo es en el sur de Asia que tales políticas se llaman coacción; es
precisamente lo que son y con este nombre se denominarán en cualquier lugar.
Repetidas veces el profesor Myrdal cita con aprobación documentos indios
acerca de la necesidad de remodelar instituciones de forma que las mismas
contribuyan a la "realización de valores sociales más amplios y profundos". En este
contexto, escribe:
Pero las perspectivas de derribar las barreras para el desarrollo en los países
surasiáticos serían completamente diferentes si en un país como la India, por
ejemplo, el gobierno realmente estuviese determinado a cambiar las actitudes e
instituciones prevalecientes y tuviese el valor de hacer los pasos necesarios y de
aceptar sus consecuencias Éstas incluirían la efectiva abolición de las castas,
prescritas por la constitución (india), y medidas, aceptadas en principio, que
incrementarían la movilidad y equidad, tales como reforma agraria y legislación de
arrendamientos efectivas; una política agrícola racional, aunque requiriese la
matanza de muchas vacas medio muertas de hambre en general, puesta en práctica e
imposición a la gente, no sólo de obligaciones fiscales, sino también de todas las
demás que se precisan para el desarrollo.[160]
Como muchos escritores que tratan del desarrollo económico, el profesor Myrdal
a menudo se refiere a la reforma y modernización de sectores, actividades, creencias
e instituciones. Pero lo que en realidad se discute no es la reforma o modernización
de este sector o de aquella actividad, sino de la gente ocupada en ellos; no de
creencias y valores sino de aquellos que los tienen; no las instituciones, sino de
quienes participan en ellas. El sujeto de la transformación es la gente, esto es,
personas y grupos de personas, no entidades abstractas tales como actividades o
sectores. El profesor Myrdal no explica cómo se ha de llevar a cabo esta
modernización a través de la transformación y la estandarización, más allá de
insistir en que a los gobiernos se les ha de dar poder suficiente para llevar a cabo
estas políticas. No dice cómo se ha de transformar a la gente, mediante qué
políticas específicas y con qué recursos.
Como acabamos de señalar, el profesor Myrdal tiene tendencia a referirse a
sectores, actividades e instituciones más que a gente. Sin embargo, cuando vuelve
su atención hacia las personas, cuyo bienestar se supone que han de fomentar sus
drásticas políticas, el tenor de estas referencias no sugiere ni simpatía ni respeto.
Así escribe:
Las actitudes y normas prevalecientes de actuación individual en la vida y en el
trabajo son desde el punto de vista del desarrollo deficientes en varíes aspectos:
bajos niveles de disciplina, puntualidad y orden en el trabajo; creencias
supersticiosas y perspectivas irracionales; falta de viveza, adaptabilidad, ambición y
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Resulta engañoso suponer, como hace el profesor Myrdal, que las creencias,
formas de conducta e instituciones más dañinas para el progreso material en el sur
de Asia, son meros convencionalismos sociales reforzados por intereses creados y
fácilmente eliminables en la persecución de rentas más elevadas. Por ejemplo, ¿de
qué se podrán beneficiar los intereses creados de la resistencia a matar animales, o
de la negativa a matar ganado, o de la preferencia de la gente por el ocio o por la
contemplación en vez de la vida activa? Algunas de las creencias y actitudes que
impiden el progreso material en el sur de Asia son antiquísimas. El culto a las vacas
en la India, por ejemplo, se remonta a unos tres mil arios y refleja el firme apego de
los arios a estos animales, un sentimiento que impregna la cultura de la mayor parte
de la India rural. La inviolabilidad de la vida animal sensible refleja la creencia de
que la naturaleza es algo continuo, sin netas distinciones entre el hombre y el resto
del universo orgánico, y que el hombre debería vivir con la naturaleza en vez de
aprovecharse de ella para sus fines.
La apatía y pereza tan extendidas y fácilmente observables en la población del
subcontinente indio reflejan de alguna manera el debilitante clima, que no sólo
afecta directamente a la energía de la gente, sino que también puede que haya
contribuido a la persistencia de costumbres e instituciones contrarias al progreso
material. En algunas partes de su libro el profesor Myrdal señala explícitamente los
efectos del clima en la actividad económica, pero generalmente los ignora cuando
se refiere a las causas del atraso material y a los medios y capacidades de cambio.
Los efectos de la casta en el progreso material son, en efecto, ambiguos. La casta
impide la movilidad social, ocupacional y geográfica; por otra parte, durante siglos
ha sido una fuerza de cohesión en la sociedad hindú y probablemente ha mantenido
a raya las fuerzas de la anarquía.[164]
La casta ciertamente se halla profunda e inseparablemente ligada con otros
elementos de la cultura de la India rural, incluyendo el matrimonio, y no se podría
eliminar coactivamente sin destruir la sociedad de gran parte de la India.
Como ya hemos señalado, la postura del profesor Myrdal es ambivalente acerca
de la fuerza de estos obstáculos para el progreso material. Con toda seguridad
subestima en gran medida la profundidad, intensidad y tenacidad de algunas de las
creencias y actitudes que él censura. Esta subestimación en parte refleja el enfoque
no histórico del libro. Corolario de esta desatención hacia la historia de la región es
el hecho de que el libro carece de una base de valoración digna de consideración
acerca de la profundidad y fuerza de las creencias, actitudes e instituciones del sur
de Asia Este enfoque no histórico aplica en parte la exagerada fe del profesor
Myrdal en las posibilidades de la acción estatal para modificar aquellas costumbres
y actitudes que él desaprueba, si bien el excesivo énfasis quizá también puede
reflejar un deseo de instrumentar una defensa en favor de la concesión de amplios
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político.
Existe, sin embargo, una categoría de rentas en el sur de Asia que sí refleja una
situación privilegiada. Se trata de las ganancias inesperadas, a menudo muy
grandes, que han correspondido a los titulares de licencias de comercio exterior y de
importación en la India, Pakistán y Ceilán. En las condiciones que han prevalecido
en estos países en los últimos diez o quince arios, la concesión de estas licencias a
menudo ha equivalido a donaciones de dinero, parte de las cuales puede que hayan
tenido que entregarse a políticos y funcionarios como soborno. Pero estas ganancias
inesperadas no justifican las sugerencias de que las rentas de la gente acomodada
generalmente son el resultado de privilegio más que de actuación económica. Las
ganancias inesperadas simplemente reflejan un aspecto de la utilización de controles
bajo planificación.
Las críticas del profesor Myrdal a las diferencias económicas y a la gente rica
plantean algunas cuestiones obvias, cuya relevancia va más allá del sur de Asia.
¿Por qué todo el mundo habría de tener derecho a una renta básicamente idéntica,
simplemente por haber nacido y sin tener en cuenta la conducta, motivaciones,
facultades y contribuciones a la economía? ¿Por qué habría de ser injusto que gente
que venera la vida animal o que no permite que las mujeres trabajen fuera de casa, o
que ellos mismos no se esfuerzan mucho, tengan rentas inferiores a las de otros que
no se imponen tales condicionamientos? o, ¿por qué tendría que ser injusto que los
chinos de Malasia e Indonesia, o los indios de Birmania, o los europeos del sur de
Asia, ganen rentas más elevadas de las que ganan las poblaciones indígenas, cuando
ellos trabajan más duro, a menudo se enfrentan con grandes privaciones, e incurren
en riesgos lejos de sus países de origen?
4. HOSTILIDAD A LOS RICOS
El profesor Myrdal generalmente es hostil a las personas y grupos más prósperos
y con éxito en lo material, con la excepción de los intelectuales y funcionarios
occidentalizados. Como hemos señalado, da a entender que las rentas de los que
tienen éxito en lo material, especialmente las de los extranjeros, inversores de fuera
del país, comerciantes, prestamistas y terratenientes, en cierto modo se han
conseguido a expensas del resto de la sociedad.
La hostilidad del profesor Myrdal para con la gente adinerada es notable en sus
referencias a los grupos minoritarios asiáticos económicamente prósperos ( a
quienes denomina, a veces, extranjeros orientales), tales como los chinos en todo el
sudeste de Asia o los indios de Birmania. Estos grupos autosuficientes y prósperos,
que han logrado la prosperidad a partir de la pobreza, han contribuido grandemente
al progreso material de las áreas en las que se les ha permitido actuar,
frecuentemente frente a la hostilidad oficial. En años recientes, a menudo han
estado sometidos a expropiación o expulsión.
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Pueden existir varias razones para esta actitud claramente desfavorable hacia
estos grupos. Cabe que no le gusten al profesor Myrdal porque su actuación rebate
la noción de círculo vicioso de la pobreza; o porque son (o eran) más prósperos que
el resto de la población, cosa que considera poco conveniente; o porque son
autosuficientes y por tanto no precisan de la atención de los reformadores sociales;
o porque, en distintas formas, difieren de la población indígena y él se opone a
diferencias y distinciones; o bien porque se han visto sujetos a expropiación por
parte de los gobiernos con cuyas políticas el profesor Myrdal simpatiza.
El profesor Myrdal, por tanto, describe a los ricos sin ninguna comprensión,
como gente que actúa de forma responsable, pero egoístamente. Por el contrario,
considera al resto de la población como víctimas de las circunstancias generalmente
del entorno social y especialmente de las manipulaciones políticas y económicas de
los ricos. Los menos acomodados se describen como oprimidos y menos
privilegiados. Este último término, ahora tan en boga en la literatura académica y
popular, resulta una expresión sin sentido. La gente privilegiada es objeto de
especiales favores oficiales que se niegan a los demás. Menos privilegiados es, por
tanto, una contradicción en sí misma análoga a menos sobrealimentados.
5. ESTANDARIZACIÓN FORZOSA Y SUS IMPLICACIONES
Como hemos visto, en el sur de Asia se precisa un uso generalizado de la fuerza
con el fin de tratar de conseguir la estandarización de las formas de conducta y
costumbres de la gente y de su condición étnica, lingüística y cultural.
Lo mismo es aplicable al intento de estandarización de las condiciones
materiales, cuando difieren las facultades y motivaciones económicas y los
requisitos físicos y sociales. Tales políticas implican grandes desigualdades de
poder. Cuanto más arraigadas y extendidas se hallen las diferencia de facultades,
motivaciones y requisitos físicos, tanto más intensa es la fuerza precisa para
estandarizar condiciones, y tanto Mayor se vuelve la desigualdad de poder entre
gobernantes y gobernados. Tales desigualdades de poder difieren radicalmente de
las desigualdades de renta, puesto que las primeras implican, y no las últimas, un
grupo sometido, cuya libertad de elección y de acción puede restringirse —y en
general se restringe fuertemente— por parte del grupo más poderoso. Con todo, esta
desigualdad, es decir, la que hay entre los gobernantes y sus súbditos (cuando los
primeros han acometido la planificación global) es la única diferencia o distinción
entre la gente que el profesor Myrdal acepta, y sin duda bien recibida como
imperativo de una ordenación racional de la sociedad.
La insistencia del profesor Myrdal en una estandarización en gran escala de las
condiciones materiales, refleja ciertas nociones relacionadas e influyentes, algunas
de las cuales ya hemos tenido ocasión de señalar: la idea de que la gente tiene
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elevadas, lo más probable es que no fuese eficaz para esta finalidad en los
principales contextos previstos por el profesor Myrdal. El empleo de la coacción en
estas esferas es probable que impida el progreso material más que fomentarlo. Los
intentos por la fuerza de eliminación de identidades étnicas, culturales y lingüísticas,
que en cualquier caso no son obstáculos importantes para el progreso material,
recibirían una fuerte oposición. Los intentos de eliminar las diferencias de renta y
riqueza no encontrarían la misma resistencia, pero encontrarían considerables
dificultades, especialmente debido a que estas diferencias generalmente son
fácilmente aceptadas por la mayoría de la población. Por tanto, los intentos de
eliminarlas ciertamente provocarían una tensión política, así como sentimientos
generalizados de inseguridad, que reforzarían otros efectos desfavorables para el
progreso material, tales como efectos adversos sobre el ahorro, la iniciativa privada
y el trabajo.
Las costumbres y formas de conducta ampliamente generalizadas en el sur de
Asia son factores determinantes que retrasan el progreso material. Los intentos de
influir en estos determinantes de la actuación económica plantean problemas
complejos. Como ya hemos sugerido, el derecho a forzar a la gente a cambiar sus
valores, actitudes y conducta, simplemente por el interés de rentas más elevadas, es
discutible. Aparte totalmente de las cuestiones morales implicadas, no está claro que
los intentos para forzar a la gente a abandonar sus formas de conducta y valores que
impiden el progreso material, de hecho fomentasen el progreso. Cuando la gente no
está preparada para cambiar sus creencias y costumbres, los intentos para
modificarlos por la fuerza, con toda probabilidad impedirán el progreso todavía más.
Tales intentos provocarían una intensa resistencia, e incluso podrían dar lugar a una
rebelión activa. Aun cuando se pudiese superar tal reacción, la experiencia se
demostraría traumática y con toda probabilidad reducirían a muchos el estado de
masa indiferente y abatida, con vidas en gran parte sin significado ni propósito, con
el resultado de que la ambición y el logro parecerían casi inútiles. Una población así
no presentaría los caracteres requeridos para el progreso material. Si un gobierno
indio decretase el sacrificio obligatorio de la mayor parte de sus rebaños de vacas,
sería considerado por muchos millones de personas como un desastre total.
Las creencias y prácticas religiosas han aportado inspiración y dinamismo a
muchas culturas. La energía que hay detrás del progreso, tanto material como no
material, puede verse dificultada cuando estas creencias y prácticas tienen que
abandonarse por la fuerza. Tales resultados pueden darse cuando estas creencias y
prácticas se desintegran rápidamente, incluso sin presión del gobierno. El
dinamismo que hay detrás del fenomenal progreso del Japón es muy posible que en
gran parte sea debido al parcial mantenimiento de los valores y creencias
tradicionales durante el proceso de modernización económica y técnica que
incidentalmente se llevó a cabo sin coacción.
La coacción a gran escala también va en contra de la liberación no coactiva de la
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mente, que puede servir tanto de instrumento como de objetivo del progreso
material. La liberación no coactiva de la mente resulta especialmente importante en
el sur de Asia, debido a la larga tradición autoritaria de esta región, que ha sometido
a sus gentes a la autoridad política y a la costumbre tradicional. Hay que señalar
aquí que la antigua aceptación de la autoridad en el sur de Asia difiere
sustancialmente del sometimiento de la gente a sus gobernantes previsto por el
profesor Myrdal. El sistema tradicional era más personal y encerraba en sí mismo
una mayor parte de voluntariedad. Prácticamente nunca implicaba intentos a gran
escala de transformar coactivamente la conducta y los valores de la gente.
Con excepción de ciertas condiciones especiales muy restringidas (no
examinadas por el profesor Myrdal), existe una inherente contradicción en la idea
de elevación general de los niveles de vida conseguida mediante la coacción, esto
es, contra la voluntad de los supuestos beneficiarios." Resulta adecuado recordar lo
que sir Arthur Lewis escribió en 1955: "La ventaja del crecimiento económico no
consiste en que la riqueza aumenta la felicidad sino que incrementa la gama de
posibilidades humanas".[171]
Por el contrario, los cambios voluntarios de las formas de conducta o
instituciones no implican estas desventajas o contradicciones. Si la gente renuncia
voluntariamente a sus creencias y formas de conducta para asegurar ventajas
materiales, supone que valoran más lo que reciben que aquello a que han
renunciado. El cambio, por tanto, no dará lugar a gente resentida. En todo el mundo
subdesarrollado hay muchos ejemplos de adopción voluntaria a gran escala de
nuevas oportunidades. Por ejemplo, los contactos exteriores, especialmente los
contactos comerciales, han determinado grandes cambios de actitudes y hábitos en
muchos países pobres. No existe certeza de que la aparición de nuevas
oportunidades dé lugar a tales cambios, si bien resulta notorio que cuando los
contactos exteriores se dan ampliamente y alcanzan a gran número de personas, son
frecuentes los cambios voluntarios de actitud. Pero la incertidumbre no aporta ni
una justificación moral para el empleo de la coacción, ni en sí misma invalida el
anterior análisis de las probables implicaciones y resultados de su utilización. Entre
paréntesis hay que señalar que la actuación de una amplia gama de tareas
gubernamentales bien identificadas y esenciales, generalmente contribuye
sustancialmente a la transformación voluntaria de costumbres y formas de conducta
perjudiciales para el progreso material. La preocupación por la planificación global
de hecho ha impedido la eficiente actuación de estas funciones esenciales del
gobierno.
Las sugerencias drásticas y de largo alcance del profesor Myrdal es improbable
que se lleven a la práctica. Pero el importante movimiento en la dirección prevista
por él que ya ha tenido lugar, generalmente ha sido perjudicial para el progreso
material. Las políticas de planificación en el sur de Asia refuerzan las autoritarias
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escasez de tierra viene sugerida por la pobreza de los campesinos propietarios, así
como de los arrendatarios y trabajadores, en la mayor parte de la India y Pakistán, y
también en la mayor parte del sureste de Asia, en donde la tierra generalmente es
abundante y en donde, en muchas áreas, la tierra cultivable es un bien libre. El
profesor Myrdal se refiere explícitamente a la gran pobreza de los campesinos
malayos; [182] con todo, en Malasia existe abundante tierra cultivable sin utilizar.
El profesor Myrdal condena el absentismo de los propietarios, sin investigar por
qué el absentismo de la propiedad tendría que ser perjudicial en la agricultura, pero
no en la propiedad urbana o en las sociedades anónimas. En efecto, a menudo el
absentismo fomenta la entrada de capital urbano en las áreas rurales. También
critica ampliamente las participaciones sobre cosecha por sus supuestos efectos
desincentivadores para los arrendatarios. Esta crítica habitual resulta superficial una
vez más, porque ignora el hecho de que en la práctica los dueños a menudo cargan
con parte de los costes de explotación de la granja. Lo que es más importante:
tampoco se pregunta por qué persisten los acuerdos de participación en la cosecha,
cuando las dos partes ganarían con acuerdos alternativos si esa participación
realmente desalentase el esfuerzo. [183]
El profesor Myrdal castiga libremente la relación propietario-arrendatario sin
aclarar por qué tal separación de propiedad y gestión tendría que ser perjudicial.
Sugiere que las rentas elevadas actúan como freno para los arrendatarios,
especialmente desalentando las mejoras, la inversión y el esfuerzo, por miedo de
que se aumenten las rentas. La falta de lógica de esta sugerencia se confirma, sin
embargo, por el hecho de que los campesinos propietarios como grupo no tienen en
cuanto a mejora e inversión una actuación mejor que los arrendatarios en
propiedades comparables. (Si la tuviesen, los propietarios dispondrían de un fuerte
incentivo para vender tierra en vez de arrendarla.) La atribución de los bajos niveles
de inversión y productividad a las rentas elevadas se muestra aún más inadecuada
por la presencia de empresas comerciales prósperas y emprendedoras en locales
alquilados en las ciudades de los países subdesarrollados.
La reforma agraria, que en el sentido corriente implica la confiscación total o
parcial de la tierra a aquellos que la poseen, es muy probable que retrase el progreso
agrícola en vez de fomentarlo. Suscita un sentimiento de inseguridad, desalienta la
inversión y transfiere la tierra a gente menos emprendedora e ingeniosa. Por
supuesto, los trabajadores o arrendatarios sin tierras, propondrán la redistribución de
la tierra, especialmente si ya se halla equipada. ¿Quién no aceptaría un regalo?
El profesor Myrdal señala la presencia de tipos de interés elevados en el sector
rural. Los condena, sin pararse a averiguar en qué medida reflejan la escasez de
capital, la expectativa de inflación, el riesgo de quebranto, el coste de
administración y supervisión de pequeños préstamos, o la situación monopolista del
prestamista.[184] Es preciso un examen de estas consideraciones para una
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discusión válida de este tema. El profesor Myrdal pasa por alto todas estas
cuestiones, así como los efectos de la inflación tanto en la renta de los prestamistas
como en la carga de la deuda agrícola.
En muchas partes del sur de Asia el papel del prestamista es mucho más
fundamental de lo que se desprende del profesor Myrdal o de las condenas
corrientes y rutinarias de las actividades de los prestamistas. El prestamista actúa
frecuentemente como canal a través del cual el capital urbano financia las
operaciones agrícolas y los capítulos extraordinarios del gasto de la población rural.
El prestamista, con su propia garantía, puede pedir prestado al sector urbano y
prestar a los campesinos a quienes conoce personalmente. En muchos países
subdesarrollados, incluyendo la India, el pequeño agricultor no puede en absoluto
pedir prestado a un banco. Precisa de unos créditos individuales muy pequeños. La
garantía que puede ofrecer es difícil de comprobar y valorar por parte de
organizaciones importantes que tienen que actuar de acuerdo con reglas formales.
Por estas razones, el coste de administración y supervisión de los créditos a los
pequeños agricultores, y aún más a otros miembros de la población rural, es
prohibitivo, excepto para prestamistas que actúan informalmente, que conocen a los
prestatarios personalmente y que se hallan preparados para afrontar un considerable
riesgo de quebranto en los créditos personales. Por otra parte, los bancos aceptarán
depósitos de los campesinos aunque no les conceda préstamos fácilmente. Por tanto,
el establecimiento de bancos comerciales en el campo sirve para canalizar los
ahorros de la agricultura al sector urbano.
Se puede pensar que las sociedades cooperativas de crédito podrían realizar
eficazmente las funciones del prestamista; pero esto generalmente no sucede en los
países subdesarrollados. Ello se debe a que hay amplias oportunidades en la
actividad económica privada para el talento emprendedor existente, que, por tanto,
no se halla disponible a buen precio para la gestión de sociedades cooperativas. Si
las sociedades cooperativas fuesen económicamente viables no tendrían necesidad
de fuertes subvenciones, como ocurre en todo el sur de Asia y en otros lugares del
mundo subdesarrollado. [185]
La defensa del apoyo estatal a las empresas cooperativas es otra política que se
da por sentada en todo el libro. Tampoco esa defensa es evidente.
Una sociedad cooperativa es una forma de organización comercial, cuyo capital
es aportado por sus proveedores o clientes. Esta forma de organización no tiene
ningún mérito implícito en relación a la empresa estatal, municipal o privada. Si esta
forma de organización es adecuada para las condiciones de la sociedad, sobrevivirá
sin que se le conceda un apoyo estatal sistemático a expensas del resto de la
comunidad. Éste era el caso de Inglaterra en el siglo XX, cuando el movimiento
cooperativo de consumidores progresó rápidamente por varias razones sociales y
económicas que no son aplicables al sur de Asia o probablemente a ningún lugar del
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mundo subdesarrollado.
En el sur de Asia, y de forma destacada en la India, las sociedades cooperativas
sólo son cooperativas de nombre, puesto que su capital, muchas veces, es aportado
en gran parte o incluso totalmente por fondos públicos y sus operaciones son
supervisadas o incluso administradas por funcionarios. Especialmente en la India el
apoyo del estado a las cooperativas se ha vuelto muy costoso y sin una justificación
económica o social. Por otra parte, esta política puede haber servido a objetivos
políticos no reconocidos, por el hecho de que ha creado una categoría más de gente
que depende del estado y de sus agencias, sin estar abiertamente en el sector
público.
Sin duda, el contenido del amplio tratado del profesor Myrdal acerca de los
problemas rurales equivale a poco más que la afirmación de que el atraso agrícola
refleja diferencias de renta y riqueza y la actuación de intereses adquiridos. El
profesor Myrdal no analiza la actuación de los determinantes más arraigados del
desarrollo en este contexto, ni la actuación de las consabidas variables del análisis
económico. Un tratamiento apreciable de la determinación de la producción, rentas,
precios y tipos de interés no es posible sin un mínimo de análisis sistemático. [186]
En la región existen importantes políticas que impiden el progreso agrícola. Estas
políticas son ignoradas por el profesor Myrdal o mencionadas sólo por casualidad.
Una lista incompleta incluye la desviación en gran escala de recursos hacia la
fabricación, en particular la industria pesada (esto es particularmente cierto en la
India); fuertes restricciones a la importación o incluso a la producción local de
bienes incentivo baratos (India, Ceilán); concesión restrictiva de licencias de
transporte y limitaciones en el movimiento de las cosechas (India); fuerte
imposición discriminatoria en la agricultura (Birmania); negativa a enajenar para su
cultivo por particulares la tierra no utilizada e imposición por parte de las
autoridades de rentas sobre la tierra enajenada que no guardan relación con la
fertilidad o localización (Malasia); y expulsión de comerciantes extranjeros
(Indonesia y Birmania).
11. EXPECTATIVAS ACERCA DEL CONTROL DE
NATALIDAD
Como muchos otros observadores contemporáneos, el profesor Myrdal resalta la
necesidad del control de la natalidad como instrumento para la elevación de los
niveles de vida. En este contexto no aboga por la coacción, tal como hace con tanta
facilidad en determinadas otras materias. En consecuencia, su tratamiento del
control de natalidad en este sentido no plantea cuestiones políticas y morales tan
fundamentales como algunas de sus otras propuestas y sugerencias. Sin embargo, el
tema se destaca suficientemente en estos volúmenes y posee un interés general tal,
que justifica su tratamiento en el texto de este ensayo más que en el apéndice. El
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Pero la primera no fue causa principal de la segunda: ambas cosas reflejan cambios
de los determinantes básicos del desarrollo, especialmente cambios de actitudes.
Como muchos otros defensores del control de natalidad, el profesor Myrdal hace
referencia a sus beneficios potenciales en términos generales e impresionistas.
Parece muy improbable que en el sur de Asia la reducción del crecimiento de la
población mejorara significativamente los niveles de vida, y mucho menos que
llevara a mejoras comparables a las que se producirían por cambios en las
capacidades, motivaciones, instituciones o políticas oficiales He aquí algunas
razones para estas sugerencias. [188]
Amplias zonas del sur de Asia, especialmente del sudeste de Asia, están muy
escasamente pobladas, incluyendo áreas en donde la calidad y configuración de la
tierra no son particularmente desfavorables para los logros materiales y el progreso.
Con todo, las poblaciones que viven allí tienen unos niveles de vida sumamente
bajos en el sentido convencional; sin duda niveles de vida que se hallan entre los
más bajos de la región. Ejemplos evidentes incluyen el norte de Tailandia, Borneo,
Sumatra y Birmania, pero lo mismo también es aplicable a partes de la India y
Pakistán.
Ejemplos de otras partes del mundo subdesarrollado, o de países que hasta muy
recientemente eran subdesarrollados, sugieren que la acción de los determinantes
fundamentales del desarrollo afecta mucho más a las rentas per capita y a los
niveles de vida que a las diferencias de densidad de población o de tasas de
crecimiento de la población. Los ejemplos incluyen la experiencia de las islas de las
Indias occidentales, que generalmente se consideran como superpobladas, pero en
las que la actividad económica de los inmigrantes pobres, chinos y libaneses, excede
en mucho la de los indios occidentales. Y el progreso muy rápido de áreas tan
densamente pobladas como Japón y Hong Kong también apunta en la misma
dirección. Tales ejemplos por supuesto podrían multiplicarse rápidamente.
La reducción en la tasa de crecimiento del número de habitantes es poco probable
que afecte de forma apreciable a las rentas per capita y no puede hacerlo en un
futuro próximo. Los cambios de actitud podrían hacerlo y el uso normal de métodos
anticonceptivos puede servir como uno de los agentes para fomentar tal cambio, si
bien tal efecto es especulativo. [189 ] Pero esta es una cuestión diferente de los
efectos probables de un cambio de número.
12. CAMBIO ECONÓMICO EN EL SUDESTE DE ASIA
En apoyo de su argumento de que la transformación forzosa del hombre y la
sociedad en todo el sur de Asia es necesaria para el adelanto económico, el profesor
Myrdal insiste muchas veces en la básica similitud de condiciones en toda la vasta
región que él examina, en la que explícitamente incluye el sudeste de Asia. He aquí
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algunos ejemplos:
Existe una similitud en las condiciones económicas básicas de los países del sur
de Asia ... Las desigualdades sociales y económicas son extremas y generalmente es
en los países más pobres donde son más pronunciadas. Todos han soportado un
largo período de estancamiento respecto a la parte principal de sus economías.
[190]
... ya hemos señalado la falta de un vigoroso desarrollo en el sur de Asia, eón
excepción quizás en cierta medida de las Filipinas y últimamente de Tailandia.
[191]
Hablando en términos generales la causa fundamental (del bajo nivel de comercio
interregional) es por sí misma la falta general de crecimiento económico en estos
países.[192]
Estas alegaciones de estancamiento en toda la región son evidentemente falsas, y
lo son con toda claridad para Malasia, aunque no sólo para dicho país. Su falsedad
queda clara con el evidentísimo testimonio del progreso material del sudeste de
Asia a lo largo de los últimos ochenta años. Por ejemplo, antes de 1890 no existían
en el sudeste de Asia grandes o pequeñas plantaciones de caucho.
Toda la historia económica del sudeste de Asia desde el pasado siglo XIX
contradice varios de los principales temas y afirmaciones del profesor Myrdal.
Expondré sólo una selección aleatoria e incompleta de estas contradicciones.
En muchas partes de esta subregión, especialmente en Malasia y Tailandia pero
no sólo en ellas, se ha dado un rápido y penetrante desarrollo económico, partiendo
de un nivel muy bajo. Este progreso refuta la tesis del círculo vicioso de la Pobreza
y del estancamiento del profesor Myrdal, tema principal de este libro así como de
otras obras de dicho profesor. Asimismo refuta su alegación de que la dependencia
política en gran parte impide el progreso material. Más aún, Malasia y Tailandia son
países con poblaciones diferentes étnica y culturalmente. El profesor Myrdal
considera la diversidad étnica y cultural como un obstáculo significativo para el
progreso material. El rápido progreso material ha puesto de relieve grandes
diferencias entre grupos étnicos y personas en cuanto a facultades económicas tales
como la voluntad y capacidad de percibir y explotar la oportunidad económica, así
como en laboriosidad, frugalidad e iniciativa en general. Estas diferencias son
especialmente evidentes entre los inmigrantes chinos en el sudeste de Asia y otros
grupos étnicos.
Los inmigrantes chinos, originariamente pobres, han acumulado una amplia
riqueza en muchas partes del sudeste de Asia, a menudo en zonas que eran
extremadamente atrasadas cuando ellos llegaron, de forma que sus rentas
evidentemente fueron generadas por ellos mismos y no extraídas de las poblaciones
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diferente, el profesor Myrdal por lo general escribe o da a entender que las rentas
de la gente acomodada se reciben gratuitamente o incluso se extraen del resto de la
población, en vez de ser ganadas o producidas por los perceptores. Esta
presentación puede reflejar en parte la idea marxista de que las rentas de la
propiedad implican explotación y de que las empresas de servicios son
improductivas.
14. FALTA DE PERSPECTIVA TEMPORAL
La mayor parte del tratamiento carece de una perspectiva o dimensión temporal.
El profesor Myrdal frecuentemente, o mejor por lo general, escribe o da a entender
que el desarrollo de Occidente empezó en el siglo XVIII o incluso en el XIX.
[199] Se ignora el período muy largo y complejo de evolución económica de
Occidente antes de la revolución industrial. El profesor Myrdal también ignora la
historia del sur de Asia antes del siglo XIX, o incluso la historia de algún país
anterior a la independencia política. Pero ni la posición actual ni las perspectivas de
desarrollo de la India y Pakistán pueden apreciarse sin una comprensión del pasado.
En particular no puede entenderse la tenacidad de las tendencias y costumbres
hindúes.
El profesor Myrdal menciona, a menudo, las diferencias de lo que él denomina
las condiciones iniciales del desarrollo entre el mundo occidental en los siglos
XVIII y XIX y los actuales países subdesarrollados. Escribe que estas condiciones
iniciales son mucho menos favorables para los países subdesarrollados,
especialmente debido a un supuesto comercio internacional menos boyante. Pero
resulta erróneo referirse a la situación en Europa del siglo XVIII y XIX como
representativa de condiciones iniciales del desarrollo. Por entonces Occidente se
hallaba imbuido de las actitudes e instituciones apropiadas para una economía de
intercambio y para una época tecnológica en medida mucho mayor de lo que hoy
está el sur de Asia. Estas actitudes e instituciones habían surgido gradualmente a lo
largo de un período de ocho siglos. Tal desarrollo secular no ha tenido lugar en el
sur de Asia, lo cual, en gran parte, explica las diferencias entre el clima económico
de Europa en los siglos XVIII y XIX y el de Asia en la actualidad. Las
oportunidades aportadas por los contactos exteriores, especialmente por el comercio
internacional y por la disponibilidad en otros lugares de un conocimiento técnico
más avanzado, favorecen al sur de Asia mucho más de lo que lo hicieron a
Occidente en los siglos XVIII y XIX por las razones ya señaladas anteriormente.
Pero estos contactos exteriores favorables son mucho menos importantes que los
determinantes domésticos del desarrollo.
La ausencia de la perspectiva temporal incide directamente en el tema principal
del profesor Myrdal. Este no especifica el horizonte temporal que él tiene en mente
para la realización de sus reformas. Da a entender una gran urgencia para los
cambios radicales de actitudes; reforma instantánea por decirlo así. Por ello en su
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La noción de justicia social resulta completamente vaga, por no decir sin sentido,
si bien aquí el contexto sugiere que la justicia social hay que interpretarla como la
estandarización de condiciones materiales impuesta por el estado. Tal política no es
una condición para el desarrollo económico y, como hemos visto, es muy probable
que lo imposibilite. Sin embargo, puede que algunas personas a pesar de todo
favorezcan tal política por otras razones. Quienes así piensen se enfrentan con un
dilema entre dos objetivos, a saber, mejora de las condiciones de vida y
estandarización de las condiciones, esta última equivocadamente denominada
justicia social. El profesor Myrdal ignora este dilema; pero critica alegremente a
aquellos que según él rechazan enfrentarse a elecciones desagradables.
El amplio uso por parte del profesor Myrdal de una terminología vaga y
cambiante es uno de los muchos ejemplos en este libro de la anarquía y barbarismo
intelectuales provocados por el descuido o el rechazo de la distinción entre
economía positiva y normativa. Los defectos de terminología, método, descripción y
análisis se ven oscurecidos por la injustificada pretensión de que la explicitación de
juicios de valor, incluso de juicios totalmente vagos y sin límites, fomentan de
alguna forma la objetividad. Como hemos visto, esta pretensión es falsa.
Hemos señalado en el capítulo IV ciertas conclusiones e implicaciones de la
corrupción del lenguaje. En esta sección hemos citado como ejemplo el uso por
parte del profesor Myrdal de una terminología cambiante y arbitraria, lo cual sin
duda es una característica de la literatura sobre el desarrollo. Las consecuencias de
esta práctica tienen un curioso parecido con las implicaciones de la eliminación
forzosa de las diferencias sociales y culturales. Una terminología arbitraria y
cambiante corrompe el lenguaje y socava la discusión y comunicación efectiva, de
las que depende una sociedad moderadamente libre y sin las cuales es probable que
sea sustituida por un sistema autoritario. El mismo resultado cabe esperar de una
eliminación forzosa de todas las diferencias y distinciones entre la gente, con
excepción de las existentes entre gobernantes y gobernados. La discusión efectiva es
imposible entre gobernantes todopoderosos y sus impotentes súbditos, lo cual
sucede especialmente cuando estos súbditos constituyen una masa estandarizada e
indiferenciada.
Rechazo del análisis económico y de la evidencia empírica. — En el libro del
profesor Myrdal, que está dirigido tanto a lectores académicos como profanos,
existen innumerables errores elementales de análisis y tergiversaciones de hechos
del tipo que a menudo se encuentra en publicaciones ampliamente divulgadas sobre
desarrollo económico. Sólo podemos señalar aquí algunos ejemplos. En el
tratamiento de muchos temas y fenómenos económicos, se descuida o incluso evita
con bastante desprecio, el análisis pertinente y a menudo elemental. Por ejemplo, el
profesor Myrdal escribe: "Precios más elevados no darían lugar a una mayor
producción, como están inclinados a supones los economistas educados en la forma
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El profesor Myrdal se refiere sólo a las relaciones de intercambio de bienes, sin
mencionar en ningún lugar las relaciones de intercambio de factores o de renta, que
son en este contexto los conceptos significativos para el bienestar. Las afirmaciones
de una baja elasticidad del precio de la demanda de exportaciones no se reconcilian
con referencias a la competencia de sustitutivos; tampoco se explica por qué una
baja elasticidad del precio de la demanda de exportaciones tendría que ser
necesariamente adversa cuando lo contrario es ciertamente posible e incluso
probable. (El grueso de la capacidad total mundial de la actual producción de las
principales exportaciones de la región se sitúa en unos pocos países, situación que
facilita la acción concertada de los gobiernos para restringir las exportaciones,
actuación que incrementa los ingresos de la exportación si la demanda es inelástica
respecto al precio; una acción concertada así se ha emprendido en varias épocas en
la región y se está acometiendo actualmente con la restricción de las exportaciones
de estaño.)
El profesor Myrdal no aporta ninguna evidencia en apoyo de sus afirmaciones de
una baja elasticidad de renta de la demanda de exportaciones. Estas afirmaciones
casi con toda seguridad no son válidas para las principales exportaciones de la
región, tales como los productos del caucho, estaño, té y cocos. Nadie sabe cuál es
la elasticidad de renta media de la demanda para las exportaciones totales de esta
enorme región. En cualquier caso, su diversidad priva a la agregación de todo
sentido, especialmente desde el momento en que algunos países se hallan entre los
principales importadores netos del mismo bien (por ejemplo, arroz) del que otros
son los principales exportadores netos. La especulación acerca de la elasticidad de
renta media de la demanda de exportaciones de esta región resulta por tanto de
escaso interés, si bien se puede decir confiadamente que, con la posible excepción
del arroz, la elasticidad de renta de la demanda de las principales exportaciones de
la región no es negativa (condición para la que las relaciones de intercambio de
bienes se deteriorarían con toda seguridad cuando se elevasen las rentas per capita
de los países importadores.) También vale la pena señalar que para la mayoría de la
región las relaciones de intercambio de bienes en los años recientes han sido más
favorables que casi en cualquier otra época del pasado de la que se dispone de
información. Y las relaciones de intercambio factoriales han sido mucho más
favorables que las relaciones de bienes.
Tampoco aduce el profesor Myrdal ninguna evidencia en favor de la pretensión
de que la participación de la región en el comercio mundial ha disminuido, ni
indica a lo largo de qué período se supone que ha ocurrido la disminución. No se
percata de que las referencias al volumen de exportación o a la participación de un
país o región en el comercio internacional, tienen poca significación económica sin
el examen de la política monetaria y fiscal y de otros factores que afectan al uso
interno de bienes previamente exportados o de recursos empleados en la producción
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pobreza del resto tiende a traducirse en la idea de que en el propio país también la
gente más rica es responsable de la pobreza de los demás, idea que conduce a la
tensión política y a políticas que perjudican el progreso material. Finalmente tales
afirmaciones también oscurecen la presencia de amplias discrepancias entre los
objetivos de los políticos y planificadores y los intereses e inquietudes de la mayoría
de la gente: los primeros a menudo obtienen beneficios políticos y económicos de
los controles al comercio exterior que perjudican los intereses materiales de la
gente.
Selección de referencias y fuentes. —Señalamos en la introducción a este
volumen que algunas de las ideas más influyentes y ampliamente divulgadas de la
literatura sobre desarrollo no representan la opinión unánime de los economistas en
este campo, y que, en realidad, hay opiniones fuertemente contrapuestas y que la
preponderancia de estas ideas tanto en las discusiones académicas como en las
públicas ha sido fomentada por la desconsideración hacia las opiniones contrarias.
El libro del profesor Myrdal constituye un notable ejemplo de esta situación.
Constantemente ignora las opiniones críticas y contrarias, incluso cuando las
mismas son al mismo tiempo autorizadas y accesibles. Existen en este libro muchos
cientos, posiblemente miles, de referencias a fuentes, escritores y expertos en
política económica india, especialmente en planificación. Muchas de estas
referencias han sido realmente buscadas, tales como comunicaciones privadas, tesis
no publicadas y artículos de periódicos populares, siempre en apoyo de la
planificación central y de sus componentes. Las críticas se ignoran o se rechazan en
términos generales como elementos irracionales u oscurantistas, o como portavoces
de intereses creados. Entre los que se ignoran de esta forma se incluye el profesor
Shenoy (que no se menciona en el libro), crítico sistemático y consistente de la
política de planificación india, quien como miembro del equipo de economistas
asesores del gobierno indio presentó un memorándum de disconformidad con el
segundo plan quinquenal, cuyo razonamiento más tarde quedó totalmente
justificado. Dicho sea en su honor, el gobierno indio publicó oficialmente este
memorándum, mostrándose de ese modo más liberal y objetivo que el profesor
Myrdal. Otras personas no citadas incluyen a Nirad C. Chaudhuri, el observador
más penetrante de la escena india, cuyas opiniones acerca de la historia y el clima
social de la India y acerca de las actividades de los economistas occidentales
visitantes tienen que ver con este libro en muchos puntos. Dos periódicos indios,
The Economic Weekly (moderadamente de izquierdas) y Link (decididamente
izquierdista) se citan muchas veces, pero no se mencionan los más conservadores
Swarajya y Commerce. También hay una serie de citas de agencias internacionales
en apoyo del argumento, algunas tan vagas y banales que resulta cómica su
reproducción.
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CAPITULO VI
UNA CRÍTICA DE LA UNCTAD [216]
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hacen más difícil la obtención de divisas para pagar las importaciones, sino que
también impiden el crecimiento de sus industrias manufactureras, porque los
mercados internos de los países subdesarrollados son demasiado pequeños para las
modernas técnicas de fabricación.
La importancia de los actuales obstáculos exteriores al desarrollo es el principal
tema explícito de la literatura de la UNCTAD. También hay frecuentes sugerencias
de que las actuaciones pasadas de los países desarrollados son en gran parte
responsables de la pobreza presente del mundo subdesarrollado, generalmente a
través del establecimiento de varios tipos de colonialismo, tanto político como
económico. Los factores internos que tienen que ver con el desarrollo económico
también se mencionan, si bien no se discuten sistemáticamente. Pero constituye
tema de comentario adverso la desigualdad en la distribución de la renta y de la
propiedad, especialmente de la tierra, tanto porque se considera como indeseable en
sí misma cuanto porque se afirma que retrasa el desarrollo en distintas formas, por
ejemplo, desalentando las mejoras de producción agrícola por parte de los
arrendatarios agrícolas pobres. Más aún, se afirma que los propietarios y gente
acomodada en general gastan sus excedentes en consumo de lujo en vez de invertir
productivamente.
La literatura de la UNCTAD da por sentado que el desarrollo económico
depende en gran medida de la acción del gobierno y especialmente de la
planificación central global. Aun en el caso de que fuese posible el desarrollo sin
planificación central global, no sería lo bastante general y profundo; el progreso
material que no sea a través de la planificación central se considera inadecuado ya
que no ilusorio. En esta literatura se dan frecuentes cambios acerca de la
interpretación de lo que es progreso económico. Los muchos criterios incluyen:
renta per capita, niveles de vida generales, volumen de la industria manufacturera,
tamaño del sector público e independencia política. La única forma de desarrollo
que se aplaude invariablemente es el crecimiento de la industria manufacturera,
patrocinado o realizado por el estado, generalmente como parte de un programa de
planificación central total.
La principal propuesta política de la literatura de la UNCTAD es la expansión de
la ayuda exterior intergubernamental, que se considera condición sine qua non para
una tasa de desarrollo aceptable de los países subdesarrollados. La UNCTAD de
1964 recomendó formalmente que la ayuda oficial no debería ser menor a un 1 por
ciento de la renta nacional de los donantes, una vez deducidos ciertos flujos
contrarios, a saber, la repatriación de capital extranjero y el retorno y amortización
de préstamos. [218] Si los pagos de intereses amortización son excesivamente
pesados, debería renunciarse a ellos, escalonarlos a la baja o posponerlos.
Además de este flujo de ayuda, regular y rutinario, deberían prestarse otras
formas de ayuda, denominadas financiación compensatoria, tanto para contrarrestar
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Por supuesto que muchos países subdesarrollados han experimentado dificultades
periódicas de la balanza de pagos en los años recientes. La razón está clara, las
crisis de la balanza de pagos se hacen inevitables si los gobiernos utilizan políticas
monetarias y fiscales que inflan sus economías más rápidamente que las de sus
relaciones comerciales, mientras el tipo de cambio permanece fijo. Tales políticas
explican los problemas de balanza de pagos ele muchos países subdesarrollados
desde los arios cincuenta. Las escaseces crónicas de divisas y las dificultades de la
balanza de pagos no son corolarios de una tasa de desarrollo satisfactoria. Las
políticas que dan lugar a esas dificultades generalmente retrasan el progreso
material en vez de promoverlo.
3. EVIDENCIA EMPIRICA ACERCA DE LAS RELACIONES DE
INTERCAMBIO
La literatura ONU-UNCTAD [219] (así como la literatura actual sobre este
tema) trata de las relaciones de intercambio de los países subdesarrollados en gran
parte en términos de relaciones globales de precios entre materias primas y
productos manufacturados; estas relaciones se presentan como base empírica para la
sugerencia de desfavorables y decrecientes relaciones de intercambio de los países
subdesarrollados. Puesto que el objeto de este trabajo es un examen de las
conclusiones ONU-UNCTAD y de los métodos por los cuales se han obtenido,
seguiremos en gran parte esa literatura y nos referiremos a los precios relativos y
cambios de precios de las materias primas y productos manufacturados. Sin
embargo, esto supone una excesiva simplificación. Los países que exportan materias
primas no coinciden con los países subdesarrollados exportadores, porque muchos
países desarrollados son importantes exportadores de materias primas y muchos
países subdesarrollados son importantes exportadores de productos terminados.
Cualquier tratamiento sistemático debería tener en cuenta la extrema
heterogeneidad, tanto de los países productores primarios como del mundo
subdesarrollado. Sin duda a todos efectos tal tratamiento debería limitarse a la
experiencia de un país o de un reducido grupo de países.
Entre los países productores primarios existen diferencias sustanciales en el
movimiento de las relaciones de intercambio de los artículos alimenticios de origen
agrícola temperado, productos tropicales, materiales agrícolas, minerales y
productos petrolíferos. Geográficamente existen diferencias sustanciales entre áreas
tales como Oriente Medio, Asia, África, Australasia y América latina, que en sí
mismas son extremadamente heterogéneas. En las exportaciones de muchos países
subdesarrollados predominan uno o dos productos. Los precios de los productos
individuales se mueven a menudo de forma diferente, con el resultado de que las
relaciones de intercambio de los países subdesarrollados o productores primarios
individuales muestran movimientos divergentes. Por este motivo a muchos efectos
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el tratamiento debería limitarse a países concretos. Por ejemplo, entre 1958 y 1963
las relaciones reales de intercambio de Chile mejoraron casi en 1/5, mientras que las
del Brasil disminuyeron en más de 1/5 debido a amplias diferencias en las
variaciones de precios del cobre y del café. Habida cuenta de las matizaciones y
reservas precisas, resulta fácil mostrar que las afirmaciones de la UNCTAD acerca
del curso pasado y de la situación presente de las relaciones de intercambio del
mundo subdesarrollado no son válidas y sin duda son contrarias a la verdad [220]
Las relaciones reales de intercambio de los productores primarios han sido más
favorables en años recientes que en ninguna otra época histórica. Sir Arthur Lewis
señaló recientemente:
Las relaciones de intercambio de los productos primarios en contraposición a las
de los bienes manufacturados presentan promedios más altos en los años cincuenta
que en cualquier época de los ochenta años precedentes. La primera mitad de los
años cincuenta fue especialmente buena debido a la guerra de Corea y una elevada
acumulación de stocks en los Estados Unidos y en otras partes. Las relaciones de
intercambio se deterioraron en la segunda mitad de la década y más adelante hasta
1962, y desde entonces se han movido al alza. Sin embargo, incluso en 1962, se
hallaban un 5 por ciento por encima de las de 1929 precedentes a la Gran
Depresión.[221]
Desde 1962 las relaciones de intercambio de los productores primarios mejoraron
de nuevo apreciablemente. Entre esta fecha y el comienzo de 1964, fecha de la
primera UNCTAD, mejoraron aún más en un 3 por ciento.
La información que acabamos de presentar se refiere a las relaciones de
intercambio de productores primarios, tal como hace la mayor parte del tratamiento
sobre este tema en la literatura de la UNCTAD. Sin embargo, desde 1960 la oficina
estadística de las Naciones Unidas ha elaborado índices de las relaciones de
intercambio del mundo subdesarrollado distintos de las relaciones de intercambio de
los productores primarios fuera de los países comunistas, publicados en el Statistical
Year Book. Si bien se han dado ciertos cambios de cobertura y en el año base, la
serie es sustancialmente continua desde 1950 (aunque su confección sólo empezó
en 1960, las estadísticas se han calculado también para arios anteriores),
apareciendo también como años sueltos 1938 y 1948. De acuerdo con estas
estadísticas, las relaciones reales de intercambio del mundo subdesarrollado
mejoraron de 80 en 1938 a 95 en 1948 y a continuación a 100 en 1963, último año
antes de la primera UNCTAD.[222] En otras palabras, mejoraron en cerca de 1/4
entre 1938 y el último año antes de la primera UNCTAD. De 1963 a 1969
mejoraron ulteriormente en un 2 por ciento.
Por tanto, no se ha dado ninguna disminución persistente o a largo plazo de las
relaciones reales de intercambio de los productores primarios o de los países
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subdesarrollados; por el contrario, estas relaciones son ahora más favorables que
prácticamente en cualquier momento de la historia.
La anterior información se refiere exclusivamente a las relaciones reales de
intercambio sin más. Subestima en gran manera la mejora a largo plazo de la
situación de los países subdesarrollados porque ignora cambios en el coste de
producción de las materias primas, la aparición de nuevos productos finales y
también las mejoras de calidad de los productos finales. En otras palabras, se
ignoran las relaciones de intercambio de factores, que aquí son el concepto
relevante. Si bien la significación de esta omisión se examina con mayor detalle en
una sección posterior de este capítulo, son oportunas aquí algunas observaciones
acerca de ello.
El coste real de producción (el volumen de recursos por unidad de producto) de
muchas, probablemente la mayoría de las materias primas exportadas por los países
subdesarrollados, se ha reducido mucho en décadas recientes. Un ejemplo
característico son los cambios en las condiciones de producción del caucho. A
finales del siglo XIX el caucho se recogía de árboles que crecían espontáneamente
en la jungla, lo que suponía un alto coste; en el plazo de pocos años se llegó a
producir por un coste mucho menor en grandes y pequeñas propiedades. Petróleo,
cacao, azúcar y aceites vegetales son otras exportaciones cuyo coste y métodos de
producción han cambiado gradualmente a lo largo de las últimas décadas. Estas
influencias todavía actúan intensamente. Por ejemplo, el desarrollo de nuevas
técnicas en los años cincuenta y su amplia adopción, ha incrementado grandemente
las ganancias, tanto en las grandes propiedades caucheras como en las pequeñas,
con una reducción sustancial de los costes. Por tanto, en discusiones sobre renta y
bienestar, tanto en términos absolutos como relativos, las afirmaciones acerca de los
precios de exportación y acerca de las relaciones de intercambio de sus productores
son erróneas a menos que se complementen con informes acerca de los costes; este
punto se desarrollará más ampliamente en el apartado 4 de este capítulo.
Caben consideraciones básicamente semejantes cuando el volumen de
exportaciones cambia mucho. En los años iniciales del siglo, se exportaban
anualmente desde Malaya y las Indias orientales holandesas (la actual Indonesia)
algunos miles de toneladas de caucho de plantación a precios muy altos. Hacia los
años veinte el precio había disminuido mucho, pero las exportaciones anuales eran
de centenares de miles de toneladas, con un impacto mucho mayor sobre la renta y
el bienestar. Aproximadamente lo mismo se puede aplicar a la historia de las
principales cosechas de exportación de África, tanto oriental como occidental, desde
principios del siglo XX.
Las referencias a los cambios de los precios de importación de los productos
manufacturados a lo largo de un amplio período son de escasa significación, incluso
para un solo país, debido a la naturaleza Heterogénea y cambiante de las
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Para empezar, si bien es cierto que los gobiernos de los países desarrollados
tienden a ser menos hostiles hacia los cárteles de exportación que a los cárteles en
el mercado interior, la creciente hostilidad hacia los cárteles interiores ha debilitado
aún más la actuación y eficacia de cualquier cártel o monopolio de exportación (en
contraposición al fomento de acuerdos sobre productos que cubren las
exportaciones de productos primarios por los países subdesarrollados y otros
acuerdos preferenciales para sus exportaciones). Si bien, en cada país desarrollado,
hay industrias manufactureras altamente concentradas, no existe evidencia de que el
alcance de la elevada concentración se haya incrementado a lo largo de décadas; en
los Estados Unidos, donde existen estimaciones fiables para el último medio siglo o
más, la concentración en el sector industrial parece que ha disminuido. Lo que
probablemente es la influencia más importante en este contexto es que la
proliferación de industrias manufactureras en el mundo desarrollado así como en
algunos países subdesarrollados ha supuesto que los países importadores han tenido
progresivamente un acceso más amplio a fuentes alternativas de oferta, tendencia
que se ha visto reforzada por mejoras en el transporte y las comunicaciones de
modo que la acción de los monopolistas o cuasi-monopolistas en un país se ha
vuelto cada vez más ineficaz. La proliferación de las actividades manufactureras
también ha tendido a debilitar el efecto precio de los sindicatos nacionales en el
comercio internacional.
En breve, se puede desechar que haya habido un incremento secular en el
alcance o eficaz explotación del poder monopolista en la oferta de bienes de los
países desarrollados a los subdesarrollados.
6. LAS ESTADÍSTICAS DE LA UNCTAD SOBRE LAS
RELACIONES DE INTERCAMBIO
¿De qué forma concreta la literatura de la UNCTAD la inconsistente afirmación
de que las relaciones de intercambio de los países subdesarrollados o productores
primarios han disminuido persistentemente?
La forma más fácil de adoptar las estadísticas para mostrar un deterioro a largo
plazo o sistemático de las relaciones de intercambio consiste simplemente en omitir
los arios en que han mejorado, recurso frecuentemente empleado en las discusiones
de la UNCTAD. La pretendida disminución secular de las relaciones de intercambio
de los países subdesarrollados recibió por primera vez amplia publicidad en la
literatura de la ONU con base en una serie que empezaba hacia 1870 y terminaba en
1938; en el informe Prebisch y en la literatura de la UNCTAD se obtiene sobre
series que empiezan en 1950 y terminan en 1961. Entre 1938 y 1950 las relaciones
reales de intercambio de los productores primarios mejoró en casi 2/5, incluso sin
ninguna corrección por la mejora de calidad de los productos manufacturados.
Resulta fácil afirmar que las relaciones de intercambio de los productores primarios
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conjunto hubo una importante elevación de esta relación en favor de los precios de
los productos primarios, aun sin considerar los cambios de los costes de transporte.
Si se hubiese escogido como base 1900, las relaciones de intercambio presentadas
en estas estadísticas hubieran mostrado una gran mejora en el curso del siglo XIX.
A menudo se ha señalado en la literatura técnica, especialmente por parte del
profesor Theodore Morgan, que los países productores primarios son demasiado
heterogéneos como grupo para una agregación sensata, menos aún cuando se basa
en los índices de precios de importación británicos; que las estadísticas disponibles
no muestran ningún empeoramiento general a largo plazo ni siquiera en las
relaciones de intercambio de bienes de los productores primarios, dejando aparte
sus relaciones de intercambio factoriales; que a lo largo de los últimos cien años, en
la mayoría de países para los que se dispone de estadísticas, las relaciones de
intercambio de bienes entre productos primarios y productos manufacturados se
movieron de forma diferente en distintas épocas; y que en los pocos casos de
tendencia continua ésta se produce en favor de los productos primarios (por
ejemplo, para Nueva Zelanda entre 1860 y 1950 y también en ciertas series referidas
a la agricultura americana en la mayor parte de los últimos cien años); que debido a
la gran diversidad de países subdesarrollados y a la preeminencia de un número
relativamente pequeño de productos entre las exportaciones de los países concretos,
las relaciones de intercambio de cada país a menudo se mueven de forma muy
diferente a lo largo del mismo período; que son las relaciones de intercambio
factorial y no las de bienes las significativas para el desarrollo económico y para el
bienestar económico; y que incluso este concepto se ha de completar con
información acerca de los cambios en la composición y calidad de las importaciones
y cambios del volumen total de comercio.
Estas críticas fundamentales a las afirmaciones de la ONU acerca del
decrecimiento de las relaciones de intercambio de los países subdesarrollados
fueron publicadas varios años antes del informe Prebisch. Pero se ignoran en la
literatura de la UNCTAD, que repite y por supuesto mezcla los defectos de las
publicaciones iniciales. Técnicas tales como el olvido de los productos petrolíferos y
la total omisión de períodos en que las relaciones de intercambio de los productores
primarios mejoraron mucho (1938-1950), aclaran especialmente el método y
propósito de estos procedimientos.
8. RELACIONES DE INTERCAMBIO Y PROGRESO
MATERIAL
El supuesto de que las futuras relaciones de intercambio del mundo
subdesarrollado presentarán un descenso secular tampoco tiene fundamento.
Aun en el caso de que la evidencia se recogiese y valorase mucho más cuidadosa
e imparcialmente, las conjeturas acerca del futuro movimiento de las relaciones de
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Otra forma de financiación compensatoria está encaminada a compensar una
reducción de los ingresos de divisas por debajo de expectativas razonables. En el
contexto, la idea de expectativa razonable es ambigua de por sí. [244] Una
disminución de los ingresos de divisas siempre puede ser provocada por la política
del gobierno, por ejemplo mediante políticas monetarias y fiscales inflacionarias, lo
cual desanima las exportaciones 'y estimula las importaciones, además de fomentar
a veces una salida de capital. Cuanto mayor y más ambicioso sea el plan de
desarrollo, con mayor probabilidad disminuirán las ganancias de exportación por
debajo de unas expectativas razonables, particularmente en relación con el
cumplimiento del plan. Las proposiciones de la UNCTAD no consideran en ningún
momento la acumulación de reservas en las buenas épocas para prevenir
condiciones menos favorables, una norma elemental de confianza en sí mismo y de
prudencia.
La discusión y defensa de la ayuda exterior por parte de la UNCTAD,
especialmente de la financiación compensatoria, se hallan estrechamente ligadas
con los cambios de las ganancias de divisas y de las relaciones de intercambio. Con
todo, aunque se considere deseable la ayuda exterior, no hay razón para adoptar
como criterio de ayuda el nivel de ganancias en divisas o las relaciones de
intercambio o las alteraciones de éstas. Existen otros fundamentos o criterios para la
concesión de ayuda que parecerían menos inapropiados, tales como los niveles
generales de vida o la política gubernamental global de los países perceptores.
Puesto que los países y grupos más pobres en el mundo subdesarrollado son los que
tienen menos o ningún contacto exterior, la asignación de ayuda con base en
criterios ligados al comercio exterior asegura que los más pobres no tengan derecho
a la misma. Aparte de centrar la atención en criterios irrelevantes, el hecho de ligar
cualquier parte sustancial de la ayuda a alteraciones de las relaciones de
intercambio o a disminuciones en las reservas de divisas de los perceptores también
desanima la acumulación de reservas de divisas.
12. ACUERDOS SOBRE MERCANCÍAS
Otra propuesta importante de la UNCTAD es el fomento de acuerdos sobre
mercancías para estabilizar, mantener y elevar los precios de exportación de los
productos primarios. Si bien se menciona a veces la estabilización, se deja en gran
parte sin definir este concepto bastante complejo. Queda claro, sin embargo, que lo
que se contempla no es la amortiguación de fluctuaciones alrededor de una
tendencia, sino el mantenimiento o elevación de precios por encima de lo que serían
en otro caso con el fin de mejorar las relaciones de intercambio de los países
subdesarrollados. Esta propuesta prevé de hecho otra forma de ayuda exterior en la
forma de transferencias de renta de los consumidores y países consumidores a los
países exportadores. Además de las varias objeciones a la ayuda exterior basadas en
criterios ligados al comercio exterior, esta propuesta también se halla abierta a
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ulteriores críticas.
Los gobiernos y productores que se benefician de tales acuerdos se escogen
arbitrariamente. No son ciertamente los países o grupos más pobres ni es muy
probable que los gobiernos y productores perceptores usen los fondos de la forma
más productiva; la selección de los consumidores a quienes se hace pagar precios
más altos también es en gran parte arbitraria. Es más, tales acuerdos generalmente
exigen una restricción organizada de la producción y de la ampliación de capacidad.
Estas medidas tienden a congelar el esquema productivo, a proteger a los
productores con costes más elevados y a restringir la proliferación de oferentes a
coste más bajo. También implican barreras de entrada en las actividades sometidas a
estas medidas, lo que a menudo pesa duramente sobre aquella gente que no tiene
una fuente alternativa y adecuada de renta líquida. Éstos no son detalles
administrativos de tono menor, sino importantes implicaciones de los acuerdos
sobre mercancías.
13. RESTRICCIONES A LA IMPORTACIÓN DE PRODUCTOS
MANUFACTURADOS EXPORTADOS POR LOS PAÍSES
SUBDESARROLLADOS
La UNCTAD urge a los países desarrollados para que eliminen o al menos
reduzcan sus restricciones a las importaciones de productos manufacturados
procedentes de los países subdesarrollados. Se dice que estas restricciones
perjudican sensiblemente las perspectivas de desarrollo de los países pobres al
recortar sus oportunidades comerciales y por tanto su capacidad de importación, y
también al restringir el tamaño del mercado de sus productos manufacturados,
obstruyendo, por tanto, las necesarias economías de escala.
Existen en muchos países ricos importantes barreras bajo la forma de aranceles y
cuotas en contra de las exportaciones de productos manufacturados procedentes de
los países subdesarrollados. La altura de las barreras a menudo es mucho mayor de
lo que parece a primera vista. Las tarifas se expresan como porcentaje del valor del
producto elaborado. Si, como muchas veces ocurre, las importaciones de materias
primas entran libremente o con bajos tipos impositivos, un arancel aparentemente
moderado sobre los productos elaborados supone muchas veces un porcentaje muy
elevado del valor añadido en la elaboración y por tanto igualmente un elevado grado
de protección para estas actividades.
Si bien la erección de estas barreras no significa que los países subdesarrollados
se vean perjudicados por la existencia de países desarrollados, las barreras
indudablemente afectan negativamente a las perspectivas de desarrollo de varios
países subdesarrollados, especialmente en Asia, y su progreso material se ve
retrasado en comparación al que se obtendría sin estos impedimentos al comercio.
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reproduce algunos pasajes típicos del informe Prebisch sobre los temas relacionados
con la disminución de las relaciones de intercambio, el papel de la financiación
compensatoria y la vinculación de la ayuda a la planificación del desarrollo; con
ello se pretende evitar la objeción de que las opiniones o pasajes discutidos en el
texto no son representativos.
En el informe Prebisch la mejora de las relaciones de intercambio de los
productores primarios entre 1961 y 1964 se señala brevemente, pero se descarta
como temporal. Los siguientes pasajes son característicos:
¿Se puede argumentar que la tendencia general finalmente se ha invertido y que
ya no hay ninguna necesidad de preocuparse por la posibilidad de un deterioro
ulterior? ¿,0 deberíamos, por el contrario, enfrentarnos a este fenómeno con un
gran sentido de previsión? [249]
Sin embargo, para que la discusión técnica sea provechosa, tiene que ir
precedida de una decisión política de la mayor importancia, a saber, una decisión de
transferir, de una forma u otra, a los países que exportan productos primarios la
renta adicional que acumulan los países industriales como resultado del deterioro de
las relaciones de intercambio. [250]
Desde un punto de vista pragmático esto significa reconocer que los países que
experimentan un deterioro de las relaciones de intercambio tienen derecho prima
facie a unos recursos internacionales adicionales, recursos además y por encima de
los que habrían recibido en el curso normal de los acontecimientos. Algunos
aspectos de esta cuestión son bastante delicados y podrían llevar la discusión a un
terreno estéril a menos que mantengamos por encima de todo en nuestras mentes
estas consideraciones pragmáticas (sic). Hablando en forma práctica, la situación es
ésta: las ganancias exteriores de los países-en desarrollo- -han sufrido mucho por el
deterioro de las relaciones de intercambio. A menos que estos países consigan
obtener recursos adicionales, serán incapaces de conseguir la tasa de crecimiento
razonable fijada como objetivo en sus planes. La situación empeorará aún más si las
relaciones de intercambio se deterioran todavía más en el futuro. [251]
Si bien la discusión acerca de la financiación compensatoria es ambigua en el
informe Prebisch como en otros lugares de la literatura de la UNCTAD, parece que
tal financiación se contempla bajo dos aspectos: compensación por disminuciones a
corto plazo de los ingresos de la exportación que determinen un desequilibrio de la
balanza de pagos y compensación por el deterioro de las relaciones de intercambio.
La última se considera la categoría principal.
La discusión se halla en las páginas 80-83 del informe Prebisch. El primer tipo de
financiación compensatoria se prevé que surja de ciertas medidas ya tomadas por el
Fondo Monetario Internacional. El doctor Prebisch considera útiles aquellas
medidas encaminadas a ayudar a superar disminuciones a corto plazo de los
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ingresos de exportación:
...pero no van al fondo de los problemas a largo plazo asociados con una
tendencia decreciente de las relaciones de intercambio ... la comunidad internacional
debería reconocer que tiene una clara responsabilidad hacia los países en desarrollo
que han sufrido un deterioro de sus relaciones de intercambio ... ¿Con relación a
qué punta en el tiempo deberían calcularse las pérdidas? ¿Sería suficiente asegurar
a los países en desarrollo que no se verán sometidos a nuevas pérdidas con relación
a los precios actuales? ¿O deberían calcularse las pérdidas en relación a algún año
anterior, cuando las relaciones de intercambio eran menos desfavorables para los
países en desarrollo de lo que han sido recientemente? Compensar las nuevas
pérdidas es importante, pero no es suficiente; se ha de hacer algo para restablecer el
poder adquisitivo de los países en desarrollo y no simplemente evitar que se debilite
ulteriormente [252]
... tal enfoque debería basarse en un estudio de los recursos potenciales de
inversión perdidos por cada país como resultado del pasado deterioro real de las
relaciones de intercambio, el impacto de este deterioro en la balanza de pagos, los
efectos de estos dos fenómenos sobre la tasa de crecimiento y cualesquiera otros
factores que pueda ser aconsejable considerar en cada caso particular. Este estudio
sería preciso para determinar qué recursos internacionales adicionales deberían
suministrarse con el fin de compensar a los países en desarrollo por los efectos
negativos de las relaciones de intercambio.[253]
... todo esto debería ser estudiado por expertos ... [Sin embargo] con el fin de
evitar que los expertos sigan un camino equivocado, tiene que haber una decisión
política previa acerca de la transferencia de recursos ...[254]
En otras palabras, el estudio del experto ha de ser un ejercicio de relaciones
públicas con el fin de hacer aceptable y plausible la decisión política de transferir
recursos del mundo desarrollado al subdesarrollado. El flujo de ayuda, tanto general
como financiación compensadora, ha de estar ligado a la planificación del
desarrollo:
El enfoque pragmático al que se acaba de hacer referencia sería más fácil si los
países interesados tuviesen un plan de desarrollo. Un plan de desarrollo
generalmente se basa en el supuesto de que los precios de importación y
exportación actualmente en vigor se mantendrán durante el período del plan. Bajo
este supuesto se cuantifican las posibilidades de movilización de capital interior.
[255]
La necesidad de financiación compensatoria para mantener la integridad de los
programas de desarrollo resultará por tanto evidente. [256]
A la vista de esta explicación sobre el estrecho nexo entre la financiación
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Existe un armazón analítico en la economía que le da por lo menos una potencial
firmeza y le sirve para justificar su pretensión de ser la reina de las ciencias
sociales. Pero esto también engendra algunos hábitos y actitudes mentales
característicos de los economistas, especialmente de los economistas teóricos, de
modo parecido a las perspectivas y actitudes de los físicos cuando examinan dichos
objetivos. Por razones que son tema principal de los libros de texto, los economistas
muchas veces tienen que trabajar con modelos enormemente simplificados del
mundo real en los que se formulan unas cuantas hipótesis con el fin de proporcionar
un esquema predictivo mediante el aislamiento de factores implícita o
explícitamente considerados como cruciales o críticos. Sin embargo, de hecho se
escogen las variables más por su conveniencia lógica e idoneidad para su
tratamiento por el moderno análisis económico que por su importancia o
significación como causas determinantes. Estas últimas características son con
frecuencia difíciles de establecer de manera concluyente o convincente ante la falta
de experimentos. Esta dificultad se suma a los atractivos de la simplificación. En
particular, la elección de variables es susceptible de presentar sesgos en favor de las
que permiten y favorecen la simplificación del análisis. La predilección por la
simplificación y el tratamiento mediante el análisis formal ha llevado también a
descuidar la observación directa de la complejidad de situaciones, la importancia e
interés de los antecedentes históricos y la intervención de factores contingentes.
Mientras la elección de variables, fundada en la conveniencia lógica, simplificación
o elegancia del análisis, es a menudo fructífera en las ciencias naturales, no suele ser
así en los estudios sociales, donde el reconocimiento de la complejidad de un
problema es indispensable para la obtención de resultados válidos, especialmente de
resultados con valor predictivo.
Estas consideraciones son particularmente atinadas cuando el análisis debe servir
de base a una actuación y más especialmente cuando se aplica a una situación
institucional fuera de lo ordinario. En la práctica, todo el proceso de construcción de
modelos, especialmente las deducciones sacadas de los modelos, va a menudo más
allá de una simplificación útil y necesaria y llega a conclusiones tan extrañas a la
realidad que son una parodia y no una aclaración de los problemas que se discuten.
En buena parte de la literatura sobre el desarrollo estas conclusiones, destinadas a
servir como base de acción, se hallan con frecuencia lejos de la realidad, primero,
porque los supuestos se separan de las causas determinantes más importantes y,
luego, porque una solución, en el sentido de una resolución o desarrollo de
situaciones sociales y políticas, no puede derivar tan sólo de un razonamiento
técnico. Estos problemas son complejos: se hallan afectados por innumerables
variables de significado diverso, que actúan con distintos retardos temporales; están
sujetos a desplazamientos de parámetros; los parámetros se hallan muchas veces
afectados por las variables y por las políticas económicas destinadas a modificarlas;
y comprenden conflictos de intereses que no pueden resolverse sobre una base
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lógica.
Las principales causas determinantes del progreso material no interesan
actualmente al análisis económico formal; las aptitudes y actitudes humanas, las
instituciones y costumbres sociales, los sistemas y compromisos políticos, el acceso
a los contactos externos y la posesión de recursos naturales y de acceso a ellos.
Como ya he indicado, es difícil decir si estas importantes causas determinantes
pueden sujetarse a las técnicas actuales y a la teoría del análisis económico, pero lo
cierto es que no lo están en la actualidad. La abstracción de estos factores es
apropiada en la mayor parte de la moderna teoría micro y macroeconómica, y la
validez de cuyas conclusiones no es afectada por ello. Pero esto no justifica su
descuido en la economía del desarrollo. Hay aquí un límite significativo a las
potencialidades de la economía, especialmente de la economía contemporánea,
como instrumento de asistencia técnica. Su aplicación puede incluso ser perjudicial
cuando ignora las repercusiones sobre los principales factores determinantes del
desarrollo de las políticas económicas destinadas a influir a las variables
convencionales, menos decisivas.
El objeto e implicaciones de los párrafos precedentes no es una crítica de la teoría
de la abstracción y simplificación, ni de la inclusión de supuestos irrealistas o la
exclusión de supuestos realistas en el análisis económico. La simplificación y la
abstracción son lo que perseguimos en el trabajo científico y su utilidad está fuera
de duda. La crítica se dirige a la construcción y elaboración de modelos que ignoran
de manera evidente factores y fuerzas que deberían tenerse en cuenta. Por otro lado,
estos modelos no han dado lugar a predicciones constatables que puedan ser
desmentidas por los hechos. Hasta ahora tampoco han servido para dar
explicaciones fiables de los acontecimientos históricos y de las situaciones
contemporáneas o, incluso, puntos de vista interesantes. No obstante, se ha llegado
a utilizar estos modelos o sus derivados con gran frecuencia: las principales
políticas y planes se basan en modelos, antes de que se haya establecido de algún
modo su idoneidad, y a pesar de que en muchos aspectos las relaciones implicadas
por los modelos ignoran o tergiversan hechos fácilmente comprobables.
Varios autores, de entre los que más han aportado al desarrollo de los modelos de
crecimiento, reconocen las limitaciones de dichos modelos, especialmente las
derivadas de su carácter sumamente simplificativo y abstracto. Mi crítica se debe
principalmente a que otros autores (y muchas veces influyentes) hayan ignorado
estas limitaciones y en la práctica hayan tratado de aplicar dichos modelos a
situaciones en las que la abstracción y la simplificación que implican los hace
inaplicables: en lugar de tratarse de simplificaciones útiles, que expongan las partes
esenciales de los problemas y de los fenómenos, se convierten en parodias que
apartan la atención de los puntos esenciales y oscurecen los objetivos. Por otro lado,
estos modelos se utilizan a veces para proporcionar una base intelectual espúrea a
políticas económicas capaces de frustrar su propios fines aparentes. Existen
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La segunda razón, y mucho más preocupante, que justifica la necesidad de
subrayar la importancia de los enunciados aparentemente trillados y elementales de
la economía residen en el hecho de que en los últimos veinte años los propios
economistas han ignorado a menudo dichos enunciados. Este descuido es
particularmente notable en la literatura sobre el desarrollo, especialmente en las
obras sobre asistencia técnica, que abundan en ejemplos de olvido de las simples
relaciones de la economía elemental.[266]
Se halla también muy extendida la práctica de tratar una actividad o un output
como una adición neta al output total, renta o riqueza, sin tener en cuenta los
empleos alternativos de los recursos, es decir, el coste. Este procedimiento es casi
universal en la literatura contemporánea sobre la industrialización patrocinada por el
estado y sobre el establecimiento de sociedades mercantiles nacionales, estatales o
subvencionadas por el estado, en que raramente son objeto de discusión las fuentes
o utilizaciones alternativas del capital requerido. Otro ejemplo destacado de la
práctica de descuidar los costes lo ofrece la terminología o nomenclatura de
numerosas organizaciones e instituciones oficiales denominadas bancos de
desarrollo o agendas de desarrollo en los países subdesarrollados. Sus fondos suelen
proceder en gran parte de la imposición (a veces de empréstitos garantizados
oficialmente) sobre actividades productivas, principalmente la producción y
comercialización de cosechas para el mercado, instrumento principal del progreso
material, en los países subdesarrollados. Estas instituciones financian a menudo
actividades políticamente populares pero antieconómicas, o partidos políticos, o el
gasto de personas influyentes. El llamarlas organizaciones de desarrollo prejuzga los
resultados de sus operaciones. Olvidar el coste de los recursos puestos a disposición
de estas organizaciones (en el sentido de usos alternativos de estos recursos) impide
una valoración válida de sus actividades. [267]
No obstante, un reconocimiento firme de que los recursos son limitados y de que
sus usos tienen que ser valorados en términos de alternativas sacrificadas es quizá la
idea más fundamental en economía. Su omisión afecta al fondo de la ciencia
económica como doctrina sistemática. En general se lee más acerca de necesidades,
demandas y ofertas (casi con un lenguaje militar, y un lenguaje militar pasado de
moda), que acerca de la oferta y demanda como función de los costes, precios y
rentas.
La omisión de las proposiciones económicas elementales se ha extendido
actualmente a la macroeconomía. Un ejemplo, o una serie de ejemplos, lo ofrece la
frecuente —casi habitual— costumbre de tratar la situación de la balanza de pagos y
las perspectivas de los países subdesarrollados sin hacer referencia a las políticas
monetarias, o a los efectos de los precios interiores, rentas o tipos de cambio en el
volumen de las importaciones y exportaciones. Por otro lado, una reducción del
volumen de exportaciones de una mercancía de un país se considera a menudo
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acerca de las causas del desarrollo, va que a veces hace hincapié en ciertas variables
clave, mientras otras veces afirma que el desarrollo depende de un número
indefinido de factores a menudo indeterminados, afirmando de hecho que el
desarrollo depende de la presencia de factores que contribuyen al crecimiento.
Precisamente debido a que el movimiento a largo plazo de cualquier sociedad
depende en gran parte de fuerzas y acontecimientos imprevisibles, la teoría de los
estadios del desarrollo comporta necesariamente formulaciones tan vagas y abiertas
que resultan inadecuadas. Esta consideración señala importantes limitaciones a la
aplicabilidad de técnicas y métodos de pensamiento, incluido el análisis económico,
apropiados para el estudio de fenómenos que en la práctica o en principio se repiten
o son repetibles, como son la mayoría de los fenómenos estudiados por las ciencias
naturales y muchos de los que estudian las ciencias sociales. Sin embargo, el
proceso histórico de sociedades enteras es único en sus principales elementos. Este
problema constituye un aspecto de la radical diferencia entre la valoración de una
situación o la predicción del resultado probable de un cambio de unas variables
específicas, por un lado, y la predicción del futuro desconocido, por otro. No voy a
detenerme en este punto, ya que sería tan sólo una reflexión inoportuna sobre el
tratamiento clásico que el profesor Popper da a este problema. [271]
4. ALGUNOS EJEMPLOS DE DESARROLLO
Ni los modelos formales de crecimiento ni tampoco las teorías de los estadios del
desarrollo ayudan a explicar o predecir el desarrollo a largo plazo de toda una
sociedad. Pero esto no excluye la posibilidad de generalizaciones específicas acerca
de algunos de los principales aspectos o causas determinantes del desarrollo
material. En efecto, en la tradición de la literatura económica aparecen
generalizaciones específicas sobre estas cuestiones, en vez del establecimiento de
sistemas completos, aun cuando no puedan expresarse en términos de análisis
convencional o formal. Los ejemplos comprenden la relación entre las dimensiones
del 'mercado, la especialización y productividad y la importancia para el desarrollo
de las costumbres de "orden, economía y atención en las que la vida mercantil
forma a un comerciante". [272] Generalizaciones de este tipo no son tan limitadas
como los modelos de crecimiento preocupados por el desembolso de capital, ni tan
ambiciosas como la reciente teoría universal de la historia reflejada, por ejemplo, en
la teoría de los estadios de desarrollo. Pero tales generalizaciones, si bien
aparentemente simples, pueden revelar algunos factores del proceso de desarrollo.
Para empezar, una afirmación cierta aunque negativa. Los recursos físicos
naturales, especialmente la tierra fértil o los minerales ricos, no son las únicas o
incluso las principales causas determinantes del desarrollo material, si bien la
generosidad desigual de la naturaleza puede muy bien explicar las diferencias de
niveles de vida y bienestar de las distintas partes del mundo subdesarrollado. Se ha
sabido siempre que los recursos físicos son inútiles si el capital o la mano de obra
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En realidad, estos contactos ofrecen actualmente oportunidades excepcionales.
Debido a la presencia de países avanzados y de comunicaciones altamente
desarrolladas, el mundo subdesarrollado tiene un acceso más fácil a los frutos del
progreso científico y técnico del que tuvieron en el pasado los países actualmente
desarrollados. El acceso a este conocimiento acumulado podría ser tan útil como lo
fue el acceso a tierras vírgenes para otros países y en otros tiempos. La capacidad de
los países subdesarrollados para sacar ventaja de todo esto depende en gran parte de
las actitudes y aptitudes de sus propios pueblos, así como de las políticas
gubernamentales de promoción o restricción de los contactos internacionales.
Los contactos externos por sí mismos son, desde luego, insuficientes para
garantizar el progreso si faltan los otros factores. La difusión del progreso material
de sectores avanzados a otros sectores depende de los factores humanos,
institucionales, culturales y políticos, además de los obstáculos físicos y
ocupacionales a la movilidad. En América latina los indios del Perú han
permanecido muy pobres a pesar de sus contactos exteriores, mientras que en
México los indios son a menudo importantes y prósperos. Asimismo, en la Edad
Media el norte de África Mantuvo extensos contactos con las regiones prósperas de
Europa, pero estos contactos lío impidieron su decadencia. Ibn Khaldun, el filósofo
e historiador árabe del siglo XIV, atribuía la decadencia del norte de África y el
fracaso de la penetración de las civilizaciones urbanas avanzadas en el mundo árabe
a la actitud débil e indiferente de la población rural reflejada en una vida nómada y
reforzada a su vez por ésta.
Las sociedades, los grupos y las personas difieren en inclinaciones y aptitudes
para aprovecharse de las oportunidades económicas ofrecidas por los contactos con
economías desarrolladas, a través de nuevas ideas, métodos, grupos, bienes y
fuentes de oferta o mercados. Estas diferencias en la magnitud o velocidad de la
respuesta a las oportunidades ofrecidas por el exterior (que son ejemplos de
diferencias de capacidad y buena voluntad para percibir y explotar la oportunidad
económica en general) reflejan aspectos tales como diferencias de interés por el
progreso material o de apego a las diversas costumbres e instituciones contrarias a
él.
7. LAS LIMITACIONES DE LA TEORÍA FORMAL
Algunas de estas observaciones han llevado al lector lejos de las preocupaciones
habituales de la economía contemporánea. El economista puede muy bien preguntar
si dichas observaciones pueden ayudarle en su labor académica o profesional. Creo
que son apropiadas tanto para explicar una buena parte del panorama, como para
valorar las políticas económicas para el fomento del desarrollo económico de los
países pobres, en general, y de algunas regiones, en particular. De todos modos, no
son más que generalizaciones a título de ensayo y comparten este carácter de
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ensayo con la mayoría de las demás generalizaciones sobre el proceso del desarrollo
económico. Cualquiera que sea su validez, la consideración de estas cuestiones
parece necesaria para cualquier estudio sobre el desarrollo que intente presentarse
como serio.
Muchas de estas observaciones y generalizaciones no tienen relación alguna con
el convencional razonamiento económico formal (por lo menos con el análisis
económico formal de las últimas décadas). La insistencia en la gran importancia del
razonamiento económico para explicar los fenómenos de los países
subdesarrollados y aclarar situaciones o explicar algunos de los aspectos y
condiciones del desarrollo es perfectamente compatible con el reconocimiento de
sus limitaciones para predecir el curso del desarrollo. Esto se debe a que el
desarrollo a largo plazo depende en gran parte de las condiciones generales no
susceptibles de análisis económico y, lo que es igualmente importante, de cambios
imprevisibles de estas condiciones. Por consiguiente, sería preferible hablar de
progreso o desarrollo material, más que de desarrollo económico. Y aún más, el
economista no se halla particularmente cualificado para valorar las vastas
implicaciones del desarrollo económico o de los diferentes métodos para
promoverlo, ya en términos de felicidad personal o de resultados sociales y
políticos.
Von Karman, un distinguido físico ya fallecido, solía decir que la profecía no era
una actividad científica y que, por consiguiente, no era cometido de la ciencia. Esta
observación puede aplicarse sin duda a las ciencias sociales. Nuestra labor es en
cierto modo similar a la atribuida por Collingwood a los historiadores, esto es,
"descubrir en la situación actual las características menos visibles para el ojo
indiferente". Esto es muy distinto de la especulación sobre el remoto y desconocido
futuro de una sociedad. Las pretensiones de la química han sido siempre más
modestas que las de la alquimia. Creo que en economía, especialmente en la
economía de los países subdesarrollados, al igual que en otras disciplinas, el
reconocimiento por los especialistas de las limitaciones de su materia es signo de
madurez y no de oscurantismo.
8. COOPERACIÓN ENTRE DISCIPLINAS
En el estudio de las economías subdesarrolladas puede haber un lugar para la
cooperación interdisciplinaria, especialmente entre antropólogos, economistas e
historiadores. Mediante tal cooperación pueden estudiarse de manera fecunda
situaciones y fases del desarrollo hasta ahora comprendidas de manera imperfecta.
Así se pueden estudiar algunas de las numerosas respuestas de diferentes grupos a
los cambios en las condiciones y oportunidades económicas. Por otro lado, dentro
de la serie de importantes e interesantes cuestiones relativas a la transmisión de
conocimientos, aptitudes, actitudes y alicientes entre países y grupos, hay muchos
ejemplos que quizá puedan ser eficazmente investigados por antropólogos,
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En las dos partes del capítulo II hemos podido observar algunas referencias por
parte de distinguidos profesores al acuerdo unánime entre los expertos acerca de los
principales puntos de la economía y la política del desarrollo. Ciertamente el tenor
de la discusión pública sobre estas cuestiones principales parece reflejar la
presencia de un consenso de opinión. La naturaleza y contenido de este consenso,
así como sus antecedentes, constituyen el tema de este ensayo.
Como el consenso se refiere a las cuestiones principales de la economía y la
política del desarrollo, varias de las cuales ya han sido examinadas previamente en
otros ensayos, la discusión sobre el consenso debe de algún modo superponerse a
dicho material. Sin embargo, uno de los objetos de este capítulo (especialmente en
esta primera parte) es proporcionar también una visión sinóptica de algunos de los
principales temas de este volumen. El resto del capítulo, sobre los antecedentes del
consenso, trata de las diversas influencias en el estado de opinión contemporáneo, y
de las cuestiones de método en economía del desarrollo que no han sido tratadas
antes en este volumen.
En este capítulo, por tanto, se tratarán las variadas y posibles influencias que
existen tras la aceptación y fomento de las principales ideas de la actual literatura
económica del desarrollo. Como ya se ha observado en la introducción, esta
discusión es necesariamente un tanteo en el sentido de que las afirmaciones que en
ella se hacen no pueden ser demostradas de manera concluyente, como puede
hacerse cuando se trata de examinar la validez de las ideas en sí mismas o una
descripción de acontecimientos y sus consecuencias. Por ello, muchas de las
observaciones que siguen podrían muy bien haberse introducido mediante frases
calificativas (tales como "una posible explicación puede ser la siguiente"); sin
embargo, no he adoptado este procedimiento porque habría alargado una discusión
ya de por sí inacabable, cuya naturaleza de simple intento aparece clara por su
tema; por consiguiente, pido al lector que recuerde esta advertencia ya que no
siempre se la recordaré en el ensayo. Los diversos factores e influencias citados en
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Por la misma razón me referiré sólo ligeramente a los principales componentes del
consenso, que de todos modos han sido ya tratados en anteriores capítulos.
Existen, desde luego, diferencias en cuanto a énfasis y enfoque entre los
firmantes del consenso; y hay también economistas académicos, a menudo con altos
cargos, que rechazan el consenso. Pero ni las diferencias entre los partidarios ni la
presencia de disidentes han afectado a la sustancia o tenor del fondo de la discusión.
En efecto, destacados exponentes del consenso han llegado incluso a afirmar que la
no aceptación de los principales elementos del mismo refleja falta de competencia.
2. PRINCIPALES ELEMENTOS DEL CONSENSO
Los principales componentes del consenso son los que se examinan a
continuación. Se dice que la primera característica común de los países
subdesarrollados es su extrema pobreza, la cual, por una parte, los distingue de
manera clara del mundo desarrollado y, por otra, establece una semejanza básica
dentro del mundo subdesarrollado a efectos de descripción, análisis y política
económica. El mundo subdesarrollado no sólo es pobre sino que se halla también
paralizado, ya que la pobreza se perpetúa. La pobreza pasada ocasiona la miseria
futura a través de la actuación del círculo vicioso de la pobreza, va que la pobreza
misma levanta obstáculos prácticamente-insuperables, principalmente al impedir la
formación del capital requerido para el aumento de la renta. La pobreza pasada, que
inició el círculo vicioso, es a su vez resultado de un accidente histórico y de la
dominación colonial. Los países ricos de Occidente han contribuido de varias
maneras al estado del mundo subdesarrollado, principalmente a través de la
explotación colonial, a través de la actuación del efecto demostración internacional,
y a través de políticas comerciales restrictivas que restringen los mercados a la
exportación de los países subdesarrollados, lo cual perjudica sus economías de
varios modos, especialmente retrasando el desarrollo de la industria manufacturera y
reduciendo más la desfavorable y deteriorada relación de intercambio de los países
subdesarrollados.
Otras características del atraso del mundo subdesarrollado destacadas por el
consenso incluyen el rápido crecimiento demográfico, los reducidos mercados
interiores, la responsabilidad del sistema de propiedad y de rentas altas por la
paralización de la agricultura, la insignificancia cuantitativa de la industria
manufacturera y la tendencia de la gente acomodada a derrochar sus ganancias en
consumo de lujo, a atesorar sus ahorros o a exportar su capital al extranjero, o bien
a destinarlo a usos socialmente improductivos.
El consenso es sorprendentemente más pronunciado en cuestiones de política
económica que en cuestiones que son claramente descriptivas o analíticas. Los
aspectos más destacados del consenso en materia de política económica son: la
insistencia en una planificación central total (una gran medida de control estatal de
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limitar. El hecho de que una actividad emplee recursos que podrían ser utilizados
en otro lugar y que ello implique unos costes es quizá, como ya hemos hecho notar,
la idea más fundamental en economía. No obstante, mucha de la literatura
económica no lo tiene en cuenta.
Las alegadas dificultades inevitables de la balanza de pagos de los países
subdesarrollados —impuestas por las condiciones exteriores— es otro de los temas
del consenso, frente a los innumerables ejemplos de desarrollo rápido y sostenido
sin problemas de pagos. Se suele tratar de estas dificultades sin hacer referencia al
impacto de la política monetaria y fiscal sobre las rentas y precios interiores, o sobre
el volumen de las importaciones o exportaciones Y, por consiguiente, sobre la
balanza de pagos. Por otro lado, se afirma a menudo que las perspectivas de
exportación de los países subdesarrollados son inherentemente muy pocas, de modo
que la reducción del volumen de las exportaciones de un bien de un país es muchas
veces considerada como indicador de una disminución de la demanda. Este trato
confunde la oferta de un producto procedente de una fuente con la demanda total de
este producto procedente de todas las fuentes. Estos errores, cuya lista podría ser
considerablemente ampliada, son frecuentes en escritos ostensiblemente técnicos y
reflejan un desprecio de los principios fundamentales del análisis económico, así
como de la evidencia empírica más patente.
El uso impreciso de conceptos abstractos generales que caracteriza buena parte
de la literatura del consenso, ha servido para favorecer su aceptación. La naturaleza
vaga de muchos conceptos de las ciencias sociales, incluida la economía del
desarrollo, los hace susceptibles de interpretaciones muy diversas e incluso
incompatibles entre sí; ejemplos corrientes comprenden la igualdad, discriminación,
estabilización e independencia económicas. Además, algunos de los principales
conceptos más claramente definidos por la economía del desarrollo se utilizan a
menudo en sentidos muy diversos en la literatura técnica, a veces incluso en una
misma publicación. Los usos e interpretación del término planificación van desde la
programación del gasto público a un detallado control por parte del estado de las
principales formas de la actividad económica. Los usos del término inversión van
desde el gasto específico destinado a aumentar la capacidad productiva (con el fin
de aumentar el flujo neto de los bienes y servicios deseados) a todos los tipos de
gasto favorecidos por los partidarios de la inversión, o incluso a todo cambio
promovido por ellos. El mismo concepto de progreso económico es a menudo
utilizado bajo numerosos y diversos sentidos: el criterio adoptado comprende
implícita o explícitamente conceptos tan diversos como los de renta per capita,
niveles generales de vida, output industrial, independencia política y otros.
La referencia, a países subdesarrollados ya implica una abstracción sustancial. La
palabra subdesarrollado es susceptible de sugerir la idea de que la situación de
dichos países es anormal y censurable, idea que muchas veces va aparejada con la
implicación de que dicha situación es fácilmente rectificable, nada de lo cual es
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cierto. Más importantes, pero menos evidentes, son los peligros que encierra la
práctica de referirse a países. La referencia habitual a países puede oscurecer el
hecho de que nuestro interés se centra más en grupos de personas que en entidades
geográficas.
Esta simple consideración tiene varias implicaciones. Las referencias habituales a
la situación y condiciones de los países en lugar de las personas, grupos y
sociedades son particularmente aptas para oscurecer la distinción entre una
colectividad y las personas que la constituyen, lo que a su vez oscurece o incluso
confunde aspectos fundamentales de una situación. La identificación —o más bien
la confusión— del estado con la población, en sentido general, sirve también para
oscurecer la distinción entre los diferentes tipos de fuentes de decisión, y también
entre situaciones radicalmente diversas. [279] Por ejemplo, las referencias a las
exportaciones de capital de un país oscurecen las diferencias entre situaciones en las
que la decisión es del gobierno, esto es, de una fuente única de decisión (como en el
caso de ayuda de un estado a otro), y las situaciones en que las decisiones se toman
por un conjunto de agentes o fuentes que actúan independientemente.
Por consiguiente, existen buenas razones para insistir en que el interés debe
centrarse en grupos y personas, y no en países. [280] Hemos tenido ocasión en este
libro de observar repetidamente los resultados de la confusión entre un país y las
personas que lo componen.
El razonamiento sistemático suele requerir conceptos abstractos. En efecto, una
combinación de abstracción y de utilización de lenguaje técnico suele conferir
precisión a la discusión. Pero para que los conceptos abstractos sean válidos hay
que utilizarlos con seguridad, ya que si se utilizan con interpretaciones variables o
inestables pueden resultar inservibles tanto como instrumentos para el razonamiento
sistemático, como en cuanto guías para la política económica. Sin embargo, dichos
conceptos pueden ser instrumentos eficaces para aquellos que aprecian las
posibilidades de variar la interpretación de las nociones abstractas con el fin de
escoger la interpretación específica que en cada caso apoya o justifica las políticas
que ellos preconizan.
La negligencia de las principales causas determinantes del progreso material y el
olvido de los antecedentes históricos son otras características de la literatura del
consenso que se hallan relacionadas con lo dicho anteriormente.
Las publicaciones más influyentes de la literatura del consenso ignoran las
aptitudes y motivaciones de la gente, así como las instituciones y costumbres
sociales que reflejan o bien subestiman en alto grado su significado. Como ya se ha
observado, si bien puede resultar conveniente hablar de la economía de los países
subdesarrollados, de hecho nuestro interés se centra en las condiciones materiales,
actividad perspectivas de las personas, condiciones que se hallan profundamente
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aceptación de dichas opiniones. Por otra parte, en un campo de estudio en que los
principales aspectos metodológicos no se hallan resueltos, la crítica de teorías
ampliamente aceptadas puede ganar no sólo en credibilidad y por ello en eficacia,
sino también en firmeza, si se contemplan las razones que apoyan dichas teorías y
los métodos mediante los cuales se ha llegado a formularlas.
A continuación se citan los principales factores y causas, a menudo relacionados
entre sí, que parecen hallarse detrás del consenso: la rápida y repentina expansión
del interés por la economía del desarrollo; la preponderancia del fin político en el
razonamiento claramente académico, y el fracaso o negativa a distinguir entre el
desarrollo del conocimiento y el fomento de los objetivos políticos; determinadas
características del panorama cultural contemporáneo, especialmente en Occidente,
incluida la actuación de fuerzas ideológicas; la influencia de motivos políticos y
psicológicos y de intereses comerciales y administrativos que refuerzan estos
motivos; y determinados problemas de metodología en la economía del desarrollo.
La persecución de objetivos políticos. —Los factores políticos y las razones
psicológicas relacionadas con ellos explican cumplidamente el gran aumento del
interés por los países subdesarrollados en las últimas décadas. El reconocimiento de
estos elementos es un principio común entre los que aceptan y los que rechazan el
consenso, si bien los dos grupos se diferencian entre sí en cuanto a la valoración del
significado y validez de las diferentes fuerzas en juego. Éstas parecen comprender
las siguientes: la aparición de numerosos países políticamente independientes pero
pobres; la creación de organismos internacionales generosamente dotados de
personal y recursos; el aumento del poder político y militar de los países
comunistas; la pérdida de equilibrio y seguridad en sí mismos por parte de los
principales países occidentales, una manifestación de lo cual es la aparición de
fuertes y poderosos sentimientos de culpa, especialmente en América y Reino
Unido, hacia el mundo subdesarrollado. Esta culpabilidad y pérdida de equilibrio
reflejan a su vez otros varios factores influyentes, entre los que figura una
desilusión e insatisfacción por los resultados del progreso material; la incertidumbre
frente al rápido colapso de las creencias tradicionales; y las actividades de varios
grupos, incluidos los humanitarios profesionales, ansiosos de fomentar el poder e
influencia de los organismos internacionales y de los países subdesarrollados y,
posiblemente también, de los países del bloque soviético frente a los occidentales.
Estos factores han contribuido a atraer un masivo apoyo financiero para su
aplicación a la economía del desarrollo, la cual en estas condiciones se ha dirigido
principalmente hacia actividades susceptibles de ser políticamente populares y de
producir unos resultados aceptables desde el punto de vista político.
Este apoyo financiero, procedente de una gran variedad de fuentes, explica muy
bien la grande y repentina expansión de la economía del desarrollo desde la segunda
guerra mundial. Esta rápida expansión de la actividad y del output ha dificultado el
establecimiento de estándares críticos válidos. El problema del control de calidad
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exista buena voluntad y sentido práctico. Esta teoría tiene un atractivo especial en
América y en el clima político e intelectual contemporáneo, que se ha visto muy
influido por las ideas americanas.
Los Países subdesarrollados ofrecen un campo abonado para el meliorismo, que
prevé políticas particularmente aceptables para los grupos influyentes no sólo de los
países pobres, sino también —lo que es mucho más importante— de los países
ricos. Los ejemplos corrientes (temas principales de ensayos anteriores de este
volumen) comprenden la planificación total, la ayuda exterior, la imposición fiscal
redistributiva en el plano internacional y la ampliación del papel y poderes de las
organizaciones y oficinas internacionales. Estas políticas de inspiración meliorista
atraen a importantes y eficientes grupos e intereses de Occidente.
Los grupos melioristas influyentes muchas veces dependen emotiva, política y,
con frecuencia, también financieramente de la presencia de los grupos por cuya
situación se interesan. Acogen especialmente a grupos: como los pueblos del mundo
subdesarrollado, que pueden clasificar con visos de superficial probabilidad como
víctimas irremediables de factores que se hallan fuera de su propio control y, por
ello, en especial necesidad de ayuda exterior.
La desilusión en Occidente ante el fracaso del progreso material al no
proporcionar una satisfacción duradera y no poder resolver los problemas internos
(o la negativa a aceptar que dichos problemas no pueden resolverse), ha reforzado
para los melioristas el atractivo de los países subdesarrollados y ha desviado sus
actividades del panorama nacional a la esfera internacional, especialmente hacia el
mundo subdesarrollado. Es una paradoja que, en una época en que es patente y
admitido en Occidente el fracaso del progreso material para proporcionar
satisfacción, exista esta insistencia en las medidas que se cree lo promoverán en
otra parte.
La influencia marxista. —La influencia del meliorismo en la economía del
desarrollo se ha visto reforzada por la del marxismo, que es de por sí una especie
particularmente influyente de meliorismo.
Muchos autores, incluidos los que simpatizan con el marxismo, han señalado la
influencia dominante de las ideas marxistas en la literatura del desarrollo. Esta
influencia es evidente en las afirmaciones acerca de la responsabilidad de los países
occidentales por la pobreza de los países subdesarrollados, en las afirmaciones
acerca de la naturaleza explotadora del capital privado, y en las propuestas de
expropiación de las clases propietarias. Se refleja también en las propuestas de un
comercio de estado y de movimientos cooperativos sostenidos y organizados por el
estado, y en la insistencia en el gasto de inversión como factor crucial del
desarrollo.
Si bien los escritos de Marx y Engels abundan en incongruencias lógicas y en
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sentido, sirven todas ellas para fomentar actitudes y políticas contrarias a los
intereses de Occidente.
Hemos señalado en precedentes ensayos que muchos de los fenómenos que
aparecen como aspectos de un conflicto entre países desarrollados y
subdesarrollados deben verse como aspectos de un conflicto dentro de Occidente.
Existen en Occidente algunas personas y grupos, influyentes a pesar de ser
numéricamente pequeños, que han llegado a sentir una gran aversión por las
principales instituciones de su sociedad, y especialmente por el sistema de mercado.
Entre estas personas se encuentran numerosos individuos que sienten un oscuro
resentimiento hacia un sistema que no les proporciona oportunidades para dirigir los
negocios de la sociedad y las actividades económicas de sus componentes, a lo cual
creen tener derecho dadas sus cualidades. Estas personas y grupos acogen con
agrado la aparición de cualquier circunstancia que pueda utilizarse para sostener sus
propósitos. Por las razones expuestas en la introducción, las discusiones sobre los
países subdesarrollados han sido particularmente útiles en este contexto.
El reconocimiento de esta situación ayuda a explicar las principales paradojas de
la discusión pública y de la política en el campo de la economía del desarrollo. Ello
explica, en parte, la aparición y aceptación de los principales componentes del
consenso, a pesar de su invalidez o incluso manifiesta absurdidad. Ello explica en
gran parte la paradoja de que Occidente proporcione la mayor parte de los recursos
intelectuales, políticos, administrativos y financieros con los que muchos de los
países subdesarrollados le atacan. Los argumentos utilizados por los portavoces de
los países subdesarrollados para atacar a Occidente han sido proporcionados por los
intelectuales occidentales, del mismo modo que Occidente proporciona ayuda
exterior y personal a los países que luego adoptan políticas hostiles hacia la
inversión extranjera y hacia los intereses económicos y políticos occidentales. Como
hemos señalado en el capitule; I, el mundo subdesarrollado sirve tanto más
eficazmente a los intereses de estas personas descontentas cuanto más se mira a
aquel mundo como una colectividad uniforme y paralizada, que además sólo difiere
del mundo desarrollado por ser más pobre; lo cual explica en parte el que se trate
así al mundo subdesarrollado en la discusión pública.
Algunas de estas personas y grupos, especialmente los comunistas y sus aliados,
reconocen la situación, a veces explícitamente. De hecho, sus políticas han
permanecido estables durante medio siglo. El segundo congreso de la Internacional
comunista en 1920 declaró que los bolcheviques tenían que concluir una estrecha
alianza de todos los movimientos de liberación nacional y colonial con la Rusia
soviética. [287] En 1924 Stalin, hablando sobre "Los fundamentos del
leninismo [288] insistió en que la destrucción del capitalismo se conseguiría a
través de una alianza entre la Unión Soviética y los "múltiples centenares de
millones, de asiáticos y africanos que están padeciendo opresión nacional en su
forma más salvaje y cruel". Difícilmente podía prever por aquel entonces hasta qué
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relieve por lord Clark, quien en su trabajo clásico The Nude compara la imaginería
existente en el Museo Británico, de la antigua Grecia y de la India:
Las formas suaves, sin nervio y exuberantes del arte indio hacen resaltar por
contraste las formas tensas, resueltas y sobrias del griego. Sentirnos en cada línea de
estos cuerpos voluntariosos una capacidad de resistencia y autosacrificio, para los
cuales la palabra moral no deja de ser apropiada. [291]
El comentario de lord Clark acerca del arte indio no hay duda de que es aplicable
a la antigua imaginería india a lo largo de un gran período de tiempo y en un vasto
espacio.
Fuera de la literatura del consenso, se ha reconocido repetidamente el efecto
funesto sobre el progreso material de dos actitudes muy prevalecientes en Asia —
ambas no cuantificables en alto grado—: el prestigio de la vida contemplativa frente
a la vida activa y la repugnancia o negativa a sacrificar un animal o incluso a
utilizar productos animales.
Un buen número de tratadistas de arte, de historia del arte y estética han
subrayado el énfasis que se da en una gran parte del arte asiático a la
contemplación, sosiego y finalidad, frente al desasosiego, movimiento y
experimentación característicos del arte europeo, por lo menos desde el
Renacimiento. Eric Newton sugiere que el arte europeo ha tratado durante siglos de
reflejar el movimiento de una escena a otra, mientras que el arte oriental
tradicionalmente se ha esforzado en reflejar y representar la perfección estática.
[292] Reflejan también esta diferencia los cambios frecuentes de moda y de formas
de vestir en Occidente, frente a la continuidad mucho mayor en estos aspectos a
través de los siglos en el este.
Los observadores occidentales de Asia también han señalado a menudo los
funestos efectos sobre el progreso material de la creencia en la inviolabilidad de la
vida animal sensible. Con menos frecuencia se nota que esta actitud está relacionada
con la creencia en la unidad de la naturaleza, con la consecuente falta de una clara
distinción entre el hombre y el resto de la creación. Existe una profunda diferencia
entre las actitudes que afirman la unidad del hombre y la naturaleza y las que
establecen una diferencia. Esta diferencia, originada en la era precristiana, tiene
profundas implicaciones para los factores determinantes del progreso material.
La creencia en la unidad del hombre y el universo, y en una fundamental
identidad entre ambos, se refleja en numerosas actitudes, aparte de la creencia en la
inviolabilidad de la vida animal: oposición a una actitud mental objetiva hacia el
mundo, porque tal actitud dividiría la continuidad y unidad fundamentales de la
naturaleza, el reconocimiento de lo cual es considerado como la verdad fundamental
de la existencia y fuente de extrema felicidad; indiferencia hacia toda emoción
mundana, incluida la ambición, y también hacia toda relación que implique intereses
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Reconocer que el método de obtención de conclusiones y establecimiento de
uniformidades difiere en algunos aspectos entre las disciplinas, y que los métodos
de estudio y los procedimientos de prueba apropiados a algunas disciplinas son
inapropiados en otras, no justifica ni las actitudes antiintelectuales (tales como la
idea de que en realidad en este campo general una opinión es intelectualmente tan
válida como otra cualquiera), ni la idea de que sólo los métodos análogos a los
empleados en la interpretación de la naturaleza son intelectualmente respetables.
Aplicación indebida de las matemáticas y cuantificación y clasificación espúrea.
— Los defectos de la literatura del consenso han estado a menudo disimulados bajo
formas de presentación que ofrecen al público profano una apariencia de rigor
científico, especialmente a través del empleo de técnicas matemáticas y símbolos
algebraicos.
En algunas de las principales ramas de esta literatura, especialmente en la
discusión sobre las causas determinantes del desarrollo, las técnicas de planificación
y los criterios de inversión, el uso de símbolos matemáticos ha sido poco útil y en
realidad engañoso. Para empezar, ha ocultado el estado atrasado de esta rama de la
economía, que hasta ahora sólo ha descubierto unas pocas uniformidades válidas y
todavía un número menor de ellas que pueda servir de base a los sistemas analíticos
susceptibles de beneficiarse de las técnicas matemáticas (uniformidades tales como
la significación de los factores personales y culturales o la importancia de los
contactos externos que no pueden ser fácilmente examinados de manera clara
mediante los métodos matemáticas). Este uso de las técnicas matemáticas ha
ocultado también los problemas presentados por los cambios imprevisibles de los
parámetros (complicados además por los cambios impredecibles de su interacción
con las variables convencionales de las economías), que son característicos del
desarrollo histórico de sociedades enteras, una faceta del cual es el progreso
material. El uso de las técnicas matemáticas ha apartado también la atención de las
principales influencias y causas determinantes, a menudo cruciales, de las
situaciones sociales y del desarrollo económico que no se prestan fácilmente al
análisis formal, y ha influido en la discusión en favor de otros factores que suelen
ser mucho menos significativos, pero más fácilmente tratables por tales métodos.
Estas críticas no se dirigen a todos los usos de las matemáticas en la economía
del desarrollo. Para empezar, en este campo, como en otras ramas de la economía,
es a veces útil poner en forma matemática los descubrimientos realizados a través
de la observación y el análisis (es decir, razonarlos en forma matemática más que
deducirlos de las matemáticas). Asimismo, las críticas no se dirigen a la utilización
de las matemáticas en un campo como el de la demografía, donde los conceptos e
ideas básicas (aunque no necesariamente la información estadística disponible) son
suficientemente firmes para el uso eficaz de aquéllas. Pero unas condiciones
favorables corno estas son excepcionales y no se hallan presentes en muchos
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campos de la economía del desarrollo, como por ejemplo la discusión sobre las
técnicas de planificación o los criterios de inversión, donde las matemáticas se han
aplicado extensamente.
El uso inapropiado o incluso engañoso de las matemáticas ha tendido a
acrecentar el prestigio de los autores, al mismo tiempo que ocultaba las
imperfecciones del consenso, sugiriendo ideas falsas en cuanto al rigor y objetividad
de la teoría y el método. [308] Resultados en cierto modo similares se han obtenido
mediante ciertas prácticas y métodos de estudio derivados de la obsesión corriente
por lo cuantificable, siendo uno de estos resultados el correspondiente al olvido de
lo no cuantificable, como ya se ha señalado. La misma obsesión explica también en
parte la producción y uso indebidos de estadísticas tales como las empleadas en las
comparaciones en materia de renta internacional, que también hemos señalado.
Igualmente ello explica en parte la confianza excesiva en la correlación y la
clasificación inapropiadas en la discusión sobre el desarrollo, a las que vamos a
referirnos brevemente.
La economía del desarrollo aparece llena de correlaciones espúreas (tales como la
correlación entre la importancia relativa de la industria manufacturera y el nivel de
renta real, o entre cambios del nivel de los precios y la tan de desarrollo) en parte
debido a que muchos autores no distinguen entre relaciones funcionales y
correlaciones estadísticas no analizadas. No obstante, el interés intelectual y el
significado práctico de la correlación estadística dependen en gran parte de la
distinción de un mecanismo de conexión entre los fenómenos correlacionados.
[309]
Muchas clasificaciones destacadas de la literatura del consenso sugieren
erróneamente la presencia de claras distinciones que pueden servir de base para el
análisis o la política. Son ejemplos corrientes de ello: la división del mundo en
países desarrollados y subdesarrollados; la división de la actividad económico en
actividades primarias, secundarias y terciarias; la distinción entre inversión consumo
(que es especialmente engañosa cuando las perspectivas de un mayor consumó
sirven para promover un nivel mayor de la actividad económica). Las distinciones
implicadas por estas clasificaciones son a menudo arbitrarias y confusas. No
obstante, el proceso de clasificación sugiere, por indebida analogía con la
clasificación de las ciencias naturales, que se han establecido claras diferencias de
significado analítico y práctico.
7. IMPLICACIONES MÁS AMPLIAS
La demanda insistente de los servicios de economistas para trabajar en el campo
de los países subdesarrollados y del desarrollo deriva de la creencia de que los
economistas pueden colaborar sustancialmente en la promoción del progreso
material, creencia que se ve reflejada y favorecida por el uso del término desarrollo
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1963, cap. 4. En diversas partes de este libro, incluyendola segunda parte de este
capítulo y los capítulos III y IX, señalaremos la significación, potencialidades y
peligros de las clasificaciones y distintos que son aparentemente claras, pero de
hecho son arbitrarias.
[19] Un ejemplo del enfoque señalado en el texto es la discusión en el Reino
Unido sobre el éxodo forzoso de asiáticos desde África del Este y Central en 1968-
1969. Se centró casi por completo en el fracaso del gobierno británico respecto a la
admisión de las personas expulsadas de esas zonas y no en la acción de los
gobiernos africanos al expulsar a esas personas de tan elevada productividad. El
examen de la acción de esos gobiernos africanos y de sus resultados expondría los
conflictos existentes dentro del mundo subdesarrollado, disminuyendo la efectividad
de la sugerencia de que constituyen un grupo homogéneo con intereses opuestos a
los de Occidente y de cuya pobreza es responsable Occidente.
[20] Estas estadísticas de las Naciones Unidas se refieren a producción, no a
renta per capita, pero la diferencia es inmaterial en este contexto. De hecho, debido
a los favorables cambios de las relaciones de intercambio de los principales países
latinoamericanos en este período, es muy probable que el crecimiento de la
producción per capita subestime la mejora de la posición de América latina en
relación a la de los Estados Unidos entre 1945 y 1955.
[21] Tengo que agradecer al doctor F. A. Mehta este ejemplo
[22] La producción de subsistencia y los servicios intrafamiliares no se
mercadean, de modo que todos los precios que se les asignen son ampliamente
arbitrarios. Hay un elemento auto contradictorio en la fijación de precios de
producciones no mercadeadas. Los diversos métodos adoptados en la práctica
tienden a impartir un fuerte sesgo a la baja a las estimaciones de renta y niveles de
vida de los países subdesarrollados en relación a los desarrollados.
[23] Un estudio pionero en este campo es el de A. R. Prest y I. G. Stewart, The
National Income of Nigeria 1950-1951, Londres, 1953; otra contribución importante
es A. R. Prest, Public Finance in Underdeveloped Countries, Apéndice 1: "La
valoración de la producción de subsistencia", Londres, 1962; otros estudios que
señalan algunos de los problemas conceptuales y estadísticos de las estimaciones de
renta nacional de los países subdesarrollados y de las comparaciones internacionales
de renta, son A. R. Prest, The Investigation of National Income in British Tropical
Dependencies, Londres, 1957; Stephen Enke, Economics for
Development, Englevvood Cliffs, N. J., 1963; y también la importante colección
de ensayos del profesor S. Herbert Frankel, The Economic Impact on
Underdeveloped Societies, Oxford, 1953.
[24] Oxford, 1968, introducción y resumen.
[25] "The Transport Bias in National Income Comparisons", en
Economica, mayo 1963, p. 140.
[26] Los argumentos del profesor Usher y la evidencia que los apoya no sólo
presentan la invalidez de las comparaciones internacionales de renta per capita entre
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la realidad del beneficio de una más larga esperanza de vida. Implica el consumo
personal de un mayor volumen de bienes y servicios. En este contexto, como en
tantos otros, la discusión no tiene sentido sin considerar la dimensión temporal.
[31] Esta última cuestión se examina con más detalle en el capítulo V, donde se
señala que las consideraciones aquí listadas no agotan los argumentos en favor o en
contra del control de natalidad.
[32] Esta argumentación es el tema central de un artículo penetrante, y no
debidamente tenido en cuenta, del profesor S. Herbert Frankel, "Concepts of Income
and Welfare and the 1ntercomparability of National Income Aggregates", en The
Economic Impact on Underdeveloped Societies.
[33] Por señalar un ejemplo familiar y característico, en los climas fríos las
personas necesitan casas calientes. El coste de instalación, mantenimiento y
funcionamiento del equipo necesario está incluido en la renta nacional, que se ve así
abultada en relación a la de aquellos países en los que el gasto es innecesario. Los
diferentes climas implican distintas necesidades, pero no es legítimo suponer que
esas necesidades se equilibran.
[34] Quizá sea necesario enfatizar que el reconocimiento de las dificultades y
limitaciones del concepto de renta nacional a efectos de comparación de sociedades
muy diferentes no invalida la utilidad del concepto a otros propósitos, en especial
para la contabilidad nacional.
[35] La naturaleza engañosa de las estadísticas convencionales de renta
nacional como índices de bienestar se ha ido reconociendo cada vez más en algunos
escritos sobre el progreso material. El doctor E. J. Mishan, por ejemplo, ha señalado
con extensión algunos principales aspectos no cuantificables del crecimiento
económico en su libro The Costs of Economic Growth, Londres, 1967 (existe
traducción castellana por Editorial Oikos). También vienen al caso unas muy
recientes observaciones del doctor Staffan B. Linder. "Como es bien sabido, las
dificultades estadísticas hacen imposible construir un índice del producto nacional
bruto que registre de forma fiable los cambios de nuestro bienestar material ... Pero
una vez construido un índice, con todas sus imperfecciones, asume importancia
propia. Para contrarrestar campañas políticas ... los gobiernos adoptan acciones
diseñadas para la elevación de las cifras del índice en vez de para la elevación del
bienestar de la población" (The Harríed Leisure Class, Nueva York, 1970, p. 139).
[36] El éxodo forzoso de asiáticos y europeos de muchos países africanos es ya
familiar. El personal sin experiencia y sin preparación enviado por los organismos
internacionales, gobiernos occidentales y fundaciones no sirven para reemplazar a
esos emigrantes ni en número, ni en productividad.
[37] La versión original de este ensayo, que he redactado de nuevo y ampliado
mucho, apareció en el Scottish Journal of Political Economy, febrero 1969. Dicho
articulo era a su vez una versión revisada de una conferencia dada en la
Universidad de Glasgow en mayo de 1968.
[38] Development and Underdevelopment, El Cairo, 1956, pp. 63 y 65. La
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poco, la accesibilidad, a diferencia del clima, está mucho más influida por la
actividad humana, de modo que se puede decir que depende del esfuerzo humano.
[49] Esta conclusión es un ejemplo de una regla general. Si a y b juntos,
producen c, y a sin b también produce c, pero b sin a no, podemos considerar a la
causa de c.
[50] Una razón subsidiaria de por qué las diferencias económicas se llaman
desigualdades puede ser que los resultados de la actuación económica pueden
cuantificarse más fácilmente que los logros en otros campos. Pero ésta no es la
principal razón de la diferencia de terminología. Existen otras muchas diferencias
cuantificables entre las personas que por lo general no se llaman desigualdades.
[51] El profesor Myrdal ha señalado explícitamente algunos de los atractivos
prácticos del hecho de no tomar en consideración las diferencias de aptitudes: "Sin
embargo, en conjunto, las ciencias sociales, y en particular la teoría económica, se
han adherido tozudamente al postulado naturalista de igualdad en el sentido de que
la naturaleza ha dotado por igual a los hombres; pueden así defenderse de un
enfoque ambientista". Economic Theory and Underdeveloped Regions, Londres,
1957, p. 113. Existe traducción castellana editada por el Fondo de Cultura
Económica).
[52] La política forestal es una excepción parcial; los esquemas de control
hidráulico en condiciones apropiadas afectan a determinados resultados del clima
mismo, por ejemplo, los proyectos de regadío en climas áridos. El señor Nirad C.
Chaudhuri, escritor cuya captación de los elementos fundamentales de la vida india
es excepcional, ha enfatizado extensamente en sus libros los efectos del clima indio
sobre la actuación económica; discute esta influencia en especial en su libro The
Continent of Circe, Londres, 1965.
[53] La conocida afirmación de Pasteur de que la suerte visita a la mente
preparada es aplicable a la vida económica como en otros campos.
[54] A veces se señalan las ventajas que recaen sobre la persona que ha
heredado riqueza como una influencia análoga al funcionamiento del determinismo
ambiental. Muy a menudo se exagera demasiado la significación de la riqueza
heredada; en el contexto del desarrollo económico es de poca significación práctica.
En el capítulo V, apartado 3, se encuentran algunas observaciones sobre este punto.
[55] Lord Clark ha señalado que el reto de la Reforma a determinados valores,
creencias y prácticas, tales como el culto de la Virgen María y de los santos, fue
experimentado entre los campesinos del sur de Europa como una amenaza a sus
vidas emocionales: "Ha tenido que sentir algo más profundo que un shock e
indignación: ha tenido que sentir que alguna parte de toda su vida emocional estaba
amenazada. Y habría tenido razón" (Kenneth Clark, Civilization, Londres, 1970, p.
177). En el sur de Asia muchas de las actitudes y creencias discutidas en el texto
cuentan con mayor antigüedad, y probablemente mayor fuerza, que las discutidas
por lord Clark en relación al sur de Europa. Otro distinguido historiador del arte, el
profesor Gombrich, ha insistido en que determinadas actitudes y creencias, en
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nacional más que el coste del capital, sin que los ingresos del estado aumenten lo
suficiente para permitir al gobierno el cumplimiento con el capital obtenido en
condiciones comerciales. Sin embargo, la cuantía de los beneficios de ese gasto
financiado con fondos externos ha de ser muy especulativa si esos beneficios no
pueden absorberse mediante impuestos o cargas (bien sea por la naturaleza muy
dispersa de esos beneficios o por otras razones). En la práctica hay que señalar que
un gobierno incapaz de obtener ingresos adicionales de una renta nacional
apreciablemente mayor, bien mediante impuestos o cargas adicionales tales como
precios del ferrocarril o de los bienes de utilidad pública, es poco probable que
pueda utilizar la ayuda de forma productiva.
[71] La incapacidad de un cierto número de recipiendarios de ayuda para
cumplir con sus créditos suavizados sugiere también la baja o incluso negativa
productividad de la ayuda, aunque hay que reconocer que puede haber otras razones
para la incapacidad o falta de disposición a cumplir con los créditos suavizados.
También hay que reconocer que la capacidad para servir al crédito no es buena
prueba de la productividad de la ayuda.
[72] Algunos aspectos del desempleo de graduados a primera vista parecen
sorprendentes. Por ejemplo, a menudo hay desempleo importante entre graduados
cuya preparación parece muy escasa en el país. Ahora (1970) se da en la India un
fuerte desempleo de ingenieros, cuando, para un país tan grande, existe un grupo
relativamente pequeño de ingenieros cualificados. Muchas veces la preparación de
esos licenciados deja mucho que desear, pero la razón de ese sustantivo desempleo
es aún más fundamental. Cualificaciones muy elevadas pueden no ser mercadeables
si los servicios auxiliares o la demanda del consumidor son insuficientes. El
volumen de desempleo puede verse adicionalmente incrementado asimismo por
regulaciones formales o informales de salario mínimo, basadas también en modelos
externos inapropiados. El gobierno indio ha anunciado que dará preferencia a los
licenciados de ingeniería en paro en la gestión de las estaciones de petróleo de la
bullan O1, la compañía de petróleos del sector público. Cada uno de esos graduados
cuenta con cinco años de educación universitaria; en la mayor parte de los casos un
propietario razonablemente competente o un conductor de taxis sin ninguna
formación universitaria podría realizar esa gestión mejor y más barato.
[73] Guy Hunter, memorándum no publicado que gentilmente me ha permitido
consultar y citar.
[74] Noni Jabavu, Drawn in Colour, Londres, 1960, p. 116.
[75] Se introduce esa expresión porque algunos defensores de la ayuda
querrían fomentar esas políticas sin consideración alguna a sus efectos sobro el
progreso material.
[76] Por razones obvias esta consideración es menos aplicable al endeudamiento
del estado en condiciones comerciales que al influjo de capital hacia el sector
privado.
[77] Muchas veces se financia con ayuda exterior, directamente o atreves de un
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de 45 con ingresos de 490.000 ptas... y sin embargo este segundo paga más
impuestos. Esta negligencia de las diferencias de edad en la imposición progresiva
también es significativa para la ampliación al campo internacional, debido a las
notorias diferencias de composición por edadess de las poblaciones de distintos
países. La crudeza y la arbitrariedad de sus procedimientos ha de resultar clara por
la negligencia de las consideraciones listadas en el texto.
[90] Que se considera como funciones diferentes la promoción del desarrollo y
el alivio de la necesidad puede apreciarse en el contenido de la ayuda cuando ésta
se presta en especie.
[91] Masacres tales como la de los ibos en Nigeria, los chinos en diversas
partes del sudeste de Asia y los árabes en Zanzíbar han reducido también la renta
per capita y sus tasas de crecimiento en esas zonas. Con base en el argumento del
alivio de la necesidad, tales masacres proporcionarían base para solicitar más ayuda.
Quizá no sea muy correcto añadir que ese incremento de la ayuda proporcionaría
bases para masacres adicionales.
[92] Existen varias razones para creer que una proporción de las poblaciones de
África y Asia no practicará la contracepción al menos por otra generación. Algunas
de esas razones se reconocen, aunque de forma breve e inadecuada, en el informe
Pearson (pp. 197-198).
[93] La decidida condenación por Occidente de ¡as altas tasas de natalidad de
los países subdesarrollados son otra muestra de la subconsciente actitud paternalista
de los defensores de la ayuda, pues apenas consideran en qué medida esas elevadas
tasas de natalidad reflejan preferencias y decisiones por parte de los padres en esos
países.
[94] El sustancial gasto militar de muchos países perceptores de ayuda,
orientado en primer lugar contra otros perceptores de ayuda o a la represión de
movimientos secesionistas en sus propios países, presenta anomalías bien conocidas
que habrían de incidir sobre la supuesta relevancia de la ayuda para el alivio del
sufrimiento y el hambre; pero no sería provechoso detenernos aquí a explorar esta
compleja cuestión.
[95] John Hajnal ha examinado las pautas de matrimonio y fertilidad de un
cierto número de sociedades en un artículo muy importante, "European Marriage
Patterns in Perspective: The Uniqueness of the European Pattern", en D. V. Class y
D.E.C. Eversley (eds.), Population in History, Londres, 1965. Hajnal muestra que
las sociedades de Europa desde el siglo XVIII, y sus descendientes directos en
América y Australasia, representaban hasta hace muy poco el único ejemplo
documentado de sociedades con una apreciable proporción de población núbil
bastante después de la pubertad y con tasas de fertilidad muy por debajo de las tasas
de fecundidad.
[96] En un discurso en Madras, en enero de 1970, el señor M. R. Masani, ex
alcalde de Bombay, citaba un dicho oriental bastante verídico aunque no sea
totalmente cierto, y que podemos aplicar al contexto de las implicaciones políticas
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de la ayuda exterior: "¿Por qué me odian tanto? Nunca intenté hacer nada por
ustedes".
[97] En la política interior esta reacción refleja en gran medida el
reconocimiento de la existencia de grupos articulados de la población resentidos
con el donante. La afirmación de Independencia en la política exterior constituye
habitualmente una ventaja, e incluso una necesidad, especialmente para gobiernos
débiles tanto en su país como en el exterior.
[98] La cursiva es mía.
[99] Detrás de determinados resultados e implicaciones paradójicas de la
defensa y flujo de ayuda, algunas de las cuales se han señalado en este capítulo, en
especial al referimos al alivio de la necesidad, subyace la despreocupación respecto
a las políticas de los estados recipiendarios y las condiciones de esos países.
[100] Ceilán y Birmania son ejemplos de años recientes.
[101] La conferencia de Tashkent en enero de 1966 proporciona una notable
confirmación de la ineficacia de la ayuda exterior como instrumento de la estrategia
política occidental. Los gobiernos de la India y Pakistán pidieron al primer ministro
soviético que mediara entre ellos acerca de la disputa de Cachemira, a pesar de que
ambos países habían venido percibiendo grandes cuantías de ayuda americana.
[102] En el pasado China ha recibido ayuda masiva de la Unión Soviética, con
la que mantiene ahora relaciones nada amistosas.
[103] Cualquiera que sea el poder político que posean los países
subdesarrollados, proviene en gran parte de los desarrollos y disensiones políticas
de Occidente, cuya amplitud y resultado no están relacionados con el nivel de renta
de los países subdesarrollados.
[104] Se sugiere algunas veces que la ayuda promociona el desarrollo, a largo
plazo de los recipiendarios, con beneficios finales sobre la balanza de pagos de los
donantes. Esta objeción tiene poco contenido. Primero, prejuzga los efectos de la
ayuda. Segundo, ignora los empleos alternativos más productivos de esos fondos,
algunos de los cuales se señalan más tarde en este mismo apartado. Tercero, aun en
el caso de que promoviera el desarrollo a largo plazo de los recipiendarios, no hay
seguridad alguna de que eso dé como resultado mayor gasto en exportaciones de los
donantes.
[105] En este breve período Alemania occidental ha tenido que absorber
millones de refugiados, entre los que había un número desproporcionado de
ancianos y niños, así como librar reparaciones sustantivas a la Unión Soviética.
[106] Lo que importa en este contexto es la pauta de política global del
gobierno recipiendario, no la productividad o utilidad en sentido amplio de los
proyectos específicos financiados por la ayuda, pues esa financiación libera otros
recursos domésticos que pueden utilizarse con otros fines.
[107] Esto es un ejemplo del punto más general de que cuanto más dejado está
el contribuyente del organismo que gasta. menos efectivo es el control sobre el
destino de los fondos.
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[117] Kwame Nkrumah, Africa Must Unite, Londres, 1963, p. XIII. Los
Sentimientos reflejados en esas declaraciones del doctor Nkrumah (típicas de
incontables portavoces asiáticos, africanos y latinoamericanos) pueden interpretarse
como expresiones de envidia o de resentimiento, distinción interesante en algunos
contextos pero no relevante a nuestro razonamiento. En el importante y perceptivo
estudio del profesor Helmut Schoeck, Envy, Londres, 1969, puede encontrarse una
amplia discusión de la envidia y de su papel en las relaciones entre países
desarrollados y subdesarrollados.
[118] Antes del régimen colonial había un puñado de escuelas misioneras
establecidas por misioneros europeos y americanos, y en las zonas musulmanas, en
los límites del Sahara, había alguna escuelas coránicas. Había también una pequeña
cantidad de alfabetizados entre las personas de idioma swahili de la costa este de
África en contacto con el mundo árabe; pero en el interior de África no había
alfabetización.
[119] En el capítulo IV se discuten estos defectos y otras limitaciones do la
posición leninista.
[120] Gunnar Myrdal, Development and Underdevelopment, El Cairo, 1956, pp.
54 y 59.
[121] Los críticos más articulados de los regímenes coloniales han defendido
con énfasis para los países subdesarrollados economías estrictamente controladas.
Parece apropiado recapitular ahora de forma sucinta por qué esa política obstaculiza
el desarrollo económico en esas sociedades. Restricción de los contactos externos y
de la movilidad geográfica y en el empleo; restricción de la oferta de bienes
incentivo; restricciones al establecimiento de nuevas empresas y a la acumulación y
expansión productiva del capital; exacerbación de la tensión política; desviación de
energía y ambiciones de la vida económica a la vida política.
[122] Africa Must Unite, pp. XV y 173.
[123] Londres, 1965.
[124] Peter Townsend, "Measures and explanations of Poverty in High Income
and Low Income Countries: The Problems of Operationalizing the Concepts of
Development, Class and Poverty" (sic), en Peter Townsend (ed.), The Concept of
Poverty, Londres, 1971, pp. 41-42.
[125] Las potencialidades de la clasificación como un instrumento de estrategia
social y política han sido examinadas en un perceptivo artículo del profesor T. S.
Szasz, "The Psychiatric Classification of Behavior: a Strategy of Personal
Constraint", en Leonard D. Eron (ed.), The Classification of Behavior Disorders,
Chicago, 1966.
[126] La versión original de este ensayo apareció en Milorad M. Drachkovitch
(ed.), Marxist Ideology in the Contemporary World: Its Appeals and Paradoxes,
Stanford, 1966.
[127] Los conceptos marxismo, marxismo-leninismo, leninismo y comunismo
están estrechamente relacionados, pero no son idénticos. Utilizaré la expresión
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tiene que ver con las grandes fortunas del sur de Asia, tales como las fortunas
chinas del sudeste asiático o las recientes fortunas industriales de la India. La
herencia de una inteligencia superior a la media o de un buen aspecto confiere
también ventajas análogas a las de la riqueza material. Pero como otros
reformadores sociales el profesor Myrdal no parece poner objeciones a este tipo de
herencia.
[169] Equiparar la búsqueda de rentas más elevadas a conducta racional,
negligiendo los métodos y costes de ese incremento, es un ejemplo de la confusión
de la renta como concepto contable de un flujo de bienes y servicios y la renta como
un concepto psíquico de bienestar y satisfacción. Esta cuestión se ha discutido con
detalle en el capítulo 1.
[170] Parece necesario insistir aquí en que el argumento del texto no es
inconsistente con el reconocimiento de un amplio campo de tareas públicas
necesarias. Este punto se ha estudiado con detalle en el capítulo II.
[171] The Theory of Economic Growth, Homewood, III., 1955, p. 420.
[172] Véase p. 717.
[173] Otro ejemplo de esta contradicción se señala en la introducción a este
libro. Puede ser que la argumentación implique que una reducción del consumo
actual haga posible inversión adicional y por tanto mayores estándares de vida en el
futuro. Sin embargo no es una secuencia necesaria. especialmente en los países
subdesarrollados. Por muchas razones, algunas de las cuales se explicitan en el
apéndice al capítulo II, menos jamón hoy no quiere decir necesariamente más jamón
mañana; de hecho, cuando se ha conseguido obligando a la gente, es muy posible
que implique menos jamón también mañana. Si más jamón mañana fuera el
resultado probable de la inversión adicional y fuera valorado así por la población, el
estado podría financiar el gasto mediante empréstitos sin creación inflacionaria de
dinero.
[174] El profesor Myrdal aconseja repetidamente y explícitamente la rápida
expansión industrial de la Unión Soviética. De forma sorprendente sugiere
asimismo que bajo el sistema soviético todavía es posible "... mantener un nivel de
nutrición bastante adecuado" (p. 1918). Que pueda considerarse como bastante
adecuado el nivel de nutrición de la Unión Soviética para gran parte de la
población, incluyendo los millones de recluidos en campos de trabajo, no deja de
ser un juicio subjetivo. El profesor Myrdal no observa que cualquiera que sea la
(dudosa) validez de su anotación, solo es aplicable a los supervivientes de las
diversas hambres. Considera asimismo que el sistema expresa solidaridad humana
(p. 687) e igualitarismo radical (p. 1363). Cita con aprobación la opinión del señor
K. M. Panikkar de que los planes quinquenales soviéticos convirtieron a una
economía semicolonial en una de las principales naciones industriales del mundo, y
que la China comunista ha promovido la mejora económica del país (p. 727).
También se refiere a un escritor americano que presenta a Occidente y a la Unión
Soviética como ejemplos de éxito en la construcción de una sociedad moderna (p.
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perspectiva que no acogerían con entusiasmo; esto es importante porque estas clases
cuentan con el monopolio del poder político en todas partes menos en Singapur. La
mayor parte de esa gente rica son chinos; el hecho de que políticamente se
discrimine contra ellos no puede aumentar su entusiasmo para soportar mayores
cargas de defensa" (p. 382).
[195] "De hecho parte de la política colonial consistía no en «perturbar a los
nativos», sino preservar un medio ambiente tranquilo para una creciente actividad
económica cuyo beneficio primario fuera para el Occidente industrializado" (p.
452).
[196] "Además, las formas institucionales heredadas de organización social (en
Birmania) fueron perturbadas o destruidas por el régimen colonial ... El dominio
británico condujo a una crisis muy rápida y casi completa de todas las actividades
populares y cooperativas, excepto en menor medida en la más pequeña unidad, el
villorrio" (p. 859).
[197] Véase p. 125.
[198] Véase p. 617.
[199] Véase, por ejemplo, pp. 582, 685-686, 705, 715 y 1.942. A lo largo del
libro es evidente el enfoque ahistórico. También se reconoce explícitamente:
"Somos conscientes de que la falta de profundidad histórica de nuestro enfoque
restringe nuestra comprensión de la realidad social que estamos investigando. Esto
se debe sólo a las limitaciones prácticas de tiempo, facilidades de investigación y
competencia técnica" (p. 43). Estos factores pueden explicar en parte la ausencia de
dimensión temporal y el enfoque ahistórico del libro pero el reconocimiento de los
defectos no elimina su carácter fundamental.
[200] Los países del sur de Asia tienen prisa y necesitan una infraestructura
moderna para movilizar el apoyo popular a la planificación y el desarrollo ... El
sentido de urgencia es lógico dados los bajos niveles económicos y el rápido y
acelerado crecimiento de la población de esos países" (p. 869). El profesor Myrdal
cita también repetidas veces a Nehru acerca de la necesidad de una actuación rápida
(pp. 716 y 869, por ejemplo.) ¿Cómo puede decirse que esos países tienen prisa
cuando, como el mismo profesor Myrdal reconoce repetidas veces, su población no
desea el cambio? Una vez más el tratamiento de una población como una única
entidad personificada y su identificación con el gobierno oscurece las cuestiones y
dilemas fundamentales.
[201] "Russia Fifty Years Alter", Spectator, Londres, 20 de octubre de 1967.
Las posibilidades de emergencia de una sociedad así se diseñan claramente en unos
famosos párrafos del Anclen Regime de Tocqueville, especialmente los capítulos
XV-XX. Unas observaciones menos conocidas del último libro de Charles Dickens
publicado hace aproximadamente un siglo, describen de forma apropiada las
actitudes y actividades de los filántropos con inclinaciones totalitarias (The Mystery
of Edwin Drood, cap. VI).
[202] Véase p. 691.
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[275] En South Africa: Economic and Political Aspects, Londres, 1957, pp. 19-
20.
[276] La versión original de este ensayo apareció en E. Streissler (ed.), Roads
to Freedom, Londres, 1969.
[277] Siguiendo la corriente práctica académica y popular, utilizaré
indistintamente los términos economía o análisis económico del desarrollo y
economía o análisis económico de los países subdesarrollados, si bien una u otra de
estas expresiones es más apropiada en un determinado contexto.
[278] Pueden ilustrarse los principales elementos del consenso con
innumerables ejemplos específicos de publicaciones fácilmente accesibles de
escritores académicos, centros e institutos de desarrollo, organismos internacionales
y departamentos gubernamentales. Se reproducen algunos ejemplos en este
volumen, especialmente en los capítulos I, II y VI.
[279] La confusión del estado con la población probablemente explica en parte
la práctica, universalmente adoptada, pero engañosa, de hacer referencia al sector
estatal o a las empresas estatales como públicas, en contraste con el sector privado o
la empresa privada. La-empresa pública es privada en el sentido de que
normalmente goza de monopolio estatal de modo que ni se admiten otros socios ni
el público puede participar. La empresa privada suele estar abierta a todos los que
deseen establecer nuevos negocios o comprar acciones de las sociedades ya
existentes. Por consiguiente, la terminología usada generalmente da una idea
contraria de la situación real. Lo que suele denominarse sector público debería
llamarse sector estatal o incluso, en algunos casos, sector de monopolio estatal.
[280] La costumbre errónea de pensar en términos de países más que de
personas se refleja también en las referencias, frecuentes pero inexactas e
inapropiadas, a la liberación para indicar la consecución de la independencia, esto
es, la soberanía nacional, un concepto que nada tiene que ver con la libertad
personal de los habitantes.
[281] La literatura del consenso a menudo trata de estos temas como relaciones
entre propietarios y arrendatarios, y la actividad de los intereses en juego. Aparte de
los defectos analíticos y empíricos de muchas de estas discusiones, estos factores
específicos son en general mucho menos importantes como factores del desarrollo
que como facultades y motivaciones personales y tradiciones culturales.
[282] La rebelión de las masas, Madrid, 1930.
[283] Londres, 1963.
[284] Véase pp. 112-113. El doctor Minogue también observa acertadamente
que prima facie el deber de trabajar para otros no parecería especialmente oneroso,
ya que con nuestras actividades ordinarias de la vida diaria normalmente
contribuimos de manera considerable a la mejora de las condiciones de otras
personas sin abrazar ideas o actitudes melioristas.
[285] "El proletariado fue definido (incluso por Marx, que de algún modo fue
perfectamente consciente de esta trampa) como la clase pobre, desposeída y sufrida;
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