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Por el Notario
FERNANDO JOSÉ QUEZADA TORUÑO
Introducción:
Con motivo de celebrarse el 2 de octubre de 1973 el veinticinco aniversario
del Primer Congreso Internacional del Notariado Latino, se ha pedido a los
países miembros de la Unión Internacional del Notariado Latino, entre los
duales está Guatemala, una colaboración para el número extraordinario de la
Revista Internacional del Notariado que se publicará en conmemoración de tal
efemérides. El Instituto Guatemalteco de Derecho Notarial me designó para
proporcionar esa colaboración, dejándome en libertad de escoger el tema,
entre los que habían fijado los responsables de la edición. He escogido el tema
que encabeza estas líneas porque también, con un poco de diferencia, el nuevo
notariado guatemalteco, acaba de arribar a sus veinticinco años de vida. En
efecto, el Código de Notariado, que constituye el afianzamiento de la
profesión en Guatemala y el primer intento científico serio que se hace para
reivindicar al Notario de la situación penosa en que lo había colocado la
anterior legislación cumplió, el primero de enero del año pasado, veinticinco
años de-vigencia.
En este breve estudio intentaré dar una visión integral del Notariado en
Guatemala a partir de la aplicación de la nueva ley. No pretendo hacer una
monografía original, sino más bien busco proporcionar a los interesados en
esta disciplina, especialmente a los colegas del exterior, un trabajo expositivo,
que les procure fuentes de información sobre el notariado en Guatemala.
CAPITULO I
1. EL NOTARIADO ANTES DEL 1 DE ENERO DE 1947.
público». (1)
Ya expuse con anterioridad que en los legisladores del régimen ubiquista
privaba un abierto sentimiento de desconfianza hacia el notario, sentimiento
que seguramente inspiró la emisión de disposiciones legales que atentaban
contra la dignidad y el decoro de la profesión. La Comisión del Congreso
encargada del estudio de la nueva ley, también se percató de esta
circunstancia, lo que la hizo afirmar: «Durante el régimen del ex-Presidente
Ubico, la Ley del Notariado sufrió innumerables reformas, dirigidas todas a
someter a los Notarios a disposiciones arbitrarias, que aparentemente se
encaminaban a reprimir la deshonestidad de algunos profesionales, pero que
en realidad, sin conseguir ese objetivo, obstaculizan la libre contratación
necesaria ahora más que nunca, ya que es imposible que Guatemala sea parte
del acelerado ritmo de los negocios.... Respecto de la moralidad de los
Notarios, nuestras leyes penales tienen severas disposiciones para quienes no
cumplan honradamente su importante misión, y los formalismos excesivos de
la antigua ley no dan garantías efectivas a ese respecto, pues son fácilmente
burlables por quienes se propongan comerciar con la fe pública. Los
contratantes son quienes mejor pueden moralizar la profesión notarial,
recurriendo siempre a los Notarios que den garantías de honradez y
capacidad». (2)
El Código de Notariado fue aprobado por el Congreso de la República el
treinta de noviembre de mil novecientos cuarenta y seis y, sancionado por el
Organismo Ejecutivo el diez de diciembre de ese mismo año, entró en vigor el
primero de enero del año siguiente. A partir de este momento el notariado
guatemalteco se encauza por nuevos senderos, que serán motivo de estudio en
este trabajo.
Por su lado, la Ley de Colegiación Oficial Obligatoria para el Ejercicio de las
Profesiones Universitarias, entra en vigencia el 24 de febrero de 1947.1 Esta
ley, como su nombre lo indica, dispone que nadie puede ejercer una profesión
universitaria sin ser miembro activo del colegio profesional correspondiente.
Entre otros, son fines primordiales de los colegios profesionales los
siguientes:
«a) mantener el decoro en el ejercicio de las profesiones universitarias, en
todos sus aspectos, conservando la disciplina y la solidaridad entre sus
colegiados;
b) propender al mejoramiento cultural de los graduados universitarios;
c) mantener la honestidad y eficiencia del servicio de las profesiones
universitarias en beneficio de la colectividad; y,
d) defender y proteger el ejercicio profesional universitario y combatir el
empirismo » . (3)
Los Colegios profesionales se componen de los siguientes órganos:
a) Asamblea General; b) Junta Directiva, y c) Tribunal de Honor. El acceso a
los cargos directivos y del Tribunal de Honor es por vía de elección.
He dejado expuesto a grandes rasgos un diagnóstico de la situación del
Notariado antes de la emisión del Código de Notariado. Siguiendo siempre el
Instituto de Derecho Notarial de Guatemala
CAPITULO II
RÉGIMEN JURÍDICO ACTUAL DE LA FUNCIÓN NOTARIAL
1. Ingreso al Notariado:
El notario guatemalteco es un profesional universitario que ejerce su profesión
con independencia del Estado, salvo, claro está, la función contralora que éste
ejerce sobre ciertos campos específicos a los cuales aludiré más adelante.
Para ejercer el Notariado se requiere
a) ser guatemalteco natural, mayor de edad, del estado seglar y domiciliado en
la República, a menos que el notario resida en el exterior por desempeñar un
cargo consular o diplomático;
b) haber obtenido el título facultativo en la República o la incorporación con
arreglo a la ley;
c) haber registrado en la Corte Suprema de Justicia el título facultativo o de
incorporación, y la firma y sello que usará con el nombre y apellidos usuales;
y,
d) ser de notoria honradez». (4)
Además, en virtud de la colegiación oficial obligatoria para el ejercicio de las
profesiones universitarias, se requiere ser miembro activo del Colegio de
Abogados de Guatemala. (5)
Algunos de estos requisitos revisten características especiales que ameritan ser
consideradas. En primer término en lo que atañe a la nacionalidad del notario,
es pertinente recordar que de conformidad con el artículo 6 de la Constitución
de . la República, promulgada en 1965, se consideran guatemaltecos naturales
los nacionales por nacimiento de las demás repúblicas que constituyeron la
Federación de Centroamérica, o sea, El Salvador, Honduras, Nicaragua y
Costa Rica.
A su vez, el artículo 7 de. dicha Constitución dispone que los guatemaltecos
naturalizados no tendrán más limitaciones que las que se derivan de la misma
ley fundamental.. Esta norma sirvió de base al Colegio de Abogados de
Guatemala y a la Corte Suprema de Justicia para autorizar, en mil novecientos
sesenta y siete, el ejercicio profesional a un notario de origen español,
nacionalizado guatemalteco, que había obtenido su título facultativo en la
Universidad de San Carlos de Guatemala. Se admitió, por consiguiente, que la
limitación que en cuanto a nacionalidad establece el Código de Notariado,
había quedado derogada con la norma constitucional, en lo que a
guatemaltecos naturalizados se refiere.
La mayoría de edad, que es otro de los requisitos que exige la ley para ejercer
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definitiva (17). Compete a la Junta Directiva del Colegio imponer las tres
primeras sanciones y a la Asamblea General las dos últimas.
Para acordar una suspensión temporal se requiere la mitad más uno de los
votos de todos los profesionales que integren el Colegio y para una suspensión
definitiva las dos terceras partes del mismo total. Estas mayorías tan
calificadas han anulado por completo la acción del Tribunal de Honor, como
la evidencia el hecho de que en ninguno de los casos en que se ha propuesto la
suspensión definitiva de un notario, se ha logrado obtener un resultado
positivo. De esta suerte, las suspensiones que se han decretado en los últimos
veinticinco años, han provenido en su totalidad de los tribunales de Justicia, y
la función contralora que el Colegio debe ejercer sobre la conducta
profesional para mantener la dignidad y prestigio del Notariado, se ha visto
sumamente restringida.
Los fallos firmes de suspensión temporal o definitiva dictados por cualquiera
de los órganos disciplinarios que he indicado, deben ser publicados, a costa
del Colegio de Abogados, en el Diario Oficial y en otro órgano de prensa de
los de mayor circulación. Además, la Secretaría de la Corte Suprema de
Justicia lleva un libro en el que se asientan las resoluciones que sancionen las
infracciones en que incurran los notarios y se archiven las copias de las que
dicten otros tribunales. Por último, dicha Secretaría, debe dar aviso a todos los
órganos jurisdiccionales de, la inhabilitación del notario. (18)
El cumplimiento de los trámites a que se contrae el párrafo que antecede,
reviste especial trascendencia por cuanto que por medio de los mismos se hace
del conocimiento público el impedimento que tiene el notario para que la
clientela se abstenga de contratar sus servicios profesionales. En Guatemala
llamó mucho la atención la controversia judicial que se suscitó como
consecuncia de que un notario, inhabilitado hacía pocos días, autorizó un
importante testamento común abierto de una .persona de buena fe que sin
saber de aquel impedimento otorgó su disposición de última voluntad ante sus
oficios. El testamento, así otorgado, fue impugnado de nulidad absoluta.
Después de un largo proceso que se ventiló en dos instancias y casación, se
desestimó la demanda de nulidad porque durante la secuela del juicio se probó
ampliamente que el fallo de suspensión no había sido publicado como lo
ordena la ley, ni la Secretaría de la Corte Suprema de Justicia había hecho la
comunicación que correspondía a los órganos jurisdiccionales. (19)
notarial que, incluso, puede ser satisfecho por el Director del Archivo General
de Protocolos, según lo expliqué anteriormente.
7. - Protocolo:
La colección ordenada de las escrituras matrices, de las actas de
protocolización, razones de legalización de firmas y documentos que el
Notario registre del 1 de enero al 31 de diciembre de cada año, constituye el
protocolo, que se empasta por tomos anuales, que quedan en poder del
profesional.
El notario guatemalteco compra el papel de protocolo que es impreso y
controlado por oficinas fiscales del Gobierno. El papel viene en cuadernillos
de dos hojas, numerados correlativamente, con todos los caracteres y sellos
oficiales impresos en grabados de acero. El valor de cada hoja es de diez
centavos de quetzal, equivalentes a diez centavos de dólar de los Estados
Unidos de América. El notario adquiriente debe firmar y sellar un registro
especial en donde se consignan la fecha, su nombre, apellidos y dirección, y la
serie y los números del papel que recibe. Es posible que un notario compre
protocolo a nombre o por encargo de otro notario, en cuyo supuesto se hace
constar dicha circunstancia. (132)
Caso excepcional es el de los protocolos del Escribano de Cámara y del
Gobierno y de los funcionarios diplomáticos y consulares, pues por razones
prácticas los actos y contratos que autoricen se extienden en papel lino u otro
similar, sin perjuicio de pago del impuesto fiscal por hoja al que hice
mención. (33)
El notario es depositario del protocolo y responsable de su conservación. Se
cumple de este modo en nuestra legislación uno de los principios
fundamentales que inspiran al Notariado Latino.
El protocolo puede entregarse voluntariamente al Archivo General de
Protocolos si el notario dejare de ejercer y obligatoriamente si por cualquier
causa quedare inhabilitado para continuar en la profesión. También debe
entregarlo si
se ausenta de la República por un período mayor de un año y, si la ausencia es
s por un término menor, debe depositarlo en otro notario hábil y dar aviso de
tal ,circunstancia,. por medio de escrito firmado y sellado por ambos notarios,
a la Corte Suprema de Justicia. (34)
La ley prevé también todo un sistema para asegurar la entrega de los
protocolos de los notarios fallecidos, sin que hasta la fecha sobre este
particular se hayan confrontado mayores dificultades, lo que es un buen índice
de la efectividad de las normas que regulan esas situaciones especiales.
Los protocolos están sujetos a inspecciones y revisiones periódicas anuales,
que tienen como finalidad comprobar si en los mismos se han llenado los
requisitos formales establecidos por la ley. En cualquier tiempo la Corte
Suprema de Justicia puede ordenar una revisión e inspección extraordinaria.
Todas estas diligencias se practican en presencia del notario, quien tiene
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8. Escrituras Públicas
En la ley guatemalteca se encuentran satisfactoriamente regulados todos los
requisitos que debe reunir una escritura pública para qúe produzca los efectos
jurídicos que le son inherentes. Entre ellos conviene destacar por la
importancia que se les ha asignado en el Segundo Congreso Internacional del
Notariado Latino, celebrado en Madrid, en 1950 (36), los siguientes:
a) Fe de conocimiento: En nuestro país la fe de conocimiento de las personas
que intervienen en el instrumento es función y deber del notario. Cuando ia
éste no las conozca, debe identificarlas por medio de su cédula de vecindad o
el pasaporte o por dos testigos conocidos por el notario o por ambos medios
cuando así lo estime conveniente. La cédula de vecindad es un documento de
identidad obligatorio para todo guatemalteco mayor de edad, que se extiende
por las autoridades del Municipio en que dicha persona vive establecida en
calidad de vecino (37). En nuestro ordenamiento legal la fe del conocimiento
es un juicio que el notario formula en el documento si conoce con anterioridad
a los otorgantes, o una calificación de los medios de identidad a los que se ha
hecho referencia (38).
b) Juicio de capacidad de los otorgantes; En Guatemala el notario no está
obligado a apreciar la capacidad legal y civil de los comparecientes, ya que de
acuerdo con nuestro sistema es a éstos a quienes corresponde asegurar que se
encuentran en el libre ejercicio de sus derechos civiles, concretándose el
notario a dar fe que aquéllos hicieron esa declaración. La única excepción la
constituye el otorgamiento de testamentos o donaciones por causa de muerte,
en los cuales el notario debe dar fe, que a su juicio, el otorgante es
mentalmente capaz. (39)
El notario sí debe ser muy cuidadoso para acreditar, por medio de documentos
fehacientes, que la representación legal de un compareciente en nombre de
otra persona es suficiente conforme a la ley y a su juicio, para el acto o
contrato. Este requisito es catalogado por nuestra ley como una formalidad
esencial del instrumento, en cuya virtud su omisión o apreciación equivocada,
da acción a la parte interesada para promover judicialmente su nulidad.
c) Unidad de acto y el otorgamiento sucesivo: La Ley de Notariado, vigente
hasta el 31 de diciembre de 1946, contemplaba la unidad de acto como
solemnidad de todos los instrumentos públicos (40) Tal formalidad, sin
embargo, fue suprimida por el Código de Notariado, que únicamente la dejó
vigente para las escrituras públicas que documenten testamentos o donaciones
por causa de muerte. (41) Esta unidad de acto se encuentra reforzada por la
norma del artículo 956 del Código Civil, Decreto Ley 106, que establece que
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Desde 1964 el Código Procesal Civil y Mercantil facultó a los notarios para
radicar, sustanciar y resolver procesos sucesorios testados o intestados
siempre que todos los herederos estén de acuerdo en tramitarlos en esas
forma. Las diligencias de este proceso sucesorio extrajudicial se hacen constar
en actas notariales, principiando por la del requerimiento i de todos los
interesados, quienes deberán presentar el certificado de defunción o la
certificación de la declaratoria de muerte presunta del de cujus, los
documentos justificativos del parentesco y el testamento, si lo hubiere. (52)
Cumplidos los trámites que fija aquella ley el notario resuelve, en forma
razonada, reconociendo como herederos legales a quienes corresponda de
acuerdo con el orden establecido por el Código Civil para la sucesión
intestada, o como herederos y legatarios a los instituidos en el testamento.
Es probable que la naturaleza jurídica de las actas en este tipo de proceso
pudiera, en algún sentido, encontrarse en las actas de notoriedad, pero lo
cierto es que en la práctica la mayoría de profesionales autorizan actas
notariales para el requerimiento inicial, la Junta de Herederos y alguna otra
diligencia y, en los demás casos, dictan típicas resoluciones, sin incluirlas en
acta notarial, siguiendo el estilo judicial. Esta técnica ha sido aceptada por el
Ministerio Público, que tiene intervención en el proceso y por las oficinas
fiscales en donde se determina y paga el impuesto hereditario.
Con la emisión de los Decretos 1145 y 1289 del Congreso de la República, los
notarios guatemaltecos quedaron facultados desde 1957, para autorizar
matrimonios civiles, lo que se hace por medio de actas notariales que deben
ser protocolizadas. Aquellos decretos estuvieron vigentes hasta 1964, fecha en
que fueron abrogados por el Código Civil que incorporó el sistema a sus
disposiciones, introduciéndole pequeñas variantes.
Dentro de los quince días siguientes a la autorización de un matrimonio, el
notario debe dar aviso circunstanciado al Registro Civil que corresponda, y si
en el acta se hubiesen celebrado capitulaciones matrimoniales, deberá
inscribirlas también en el libro especial que se lleva en ese Registro, para lo
cual extenderá el testimonio respectivo con una copia.
El número de ' matrimonios que los notarios guatemaltecos han autorizado
durante los últimos quince años es bastante considerable y, como resultado, se
ha reducido en alto grado la concentración de trabajo que recaía en los
alcaldes municipales, quienes eran antes de la emisión de dichas leyes, los
únicos funcionarios competentes para autorizar matrimonios.
En nuestro ordenamiento jurídico no se permiten las llamadas actas de
referencia, en las cuales se hacen constar declaraciones de testigos que
después surten efectos procesales. Por el contrario, los órganos
jurisdiccionales han rechazado reiteradamente - ese pretendido medio de
prueba que en algunas oportunidades se ha querido aportar como tal. De esta
tendencia ha participado tanrbién el Tribunal de Casación (Corte Suprema de
Justicia) como se advierte de un reciente fallo en el cual se afirma
categóricamente que. el acta no es el medio idóneo para esos fines porque
imposibilita por completo el examen de los testigos por parte del tribunal y
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13. -- Testigos:
Intimamente vinculada con la función notarial se haya la intervención de
testigos en la autorización de los instrumentos públicos que han sido objeto de
nuestro estudio. Por ese motivo considero adecuado hacer sobre esta materia
una_ breve referencia al sistema guatemalteco.
La Ley de Notariado ya derogada exigía que en toda escritura pública, acta o
diligencia notarial intervinieran dos testigos instrumentales idóneos,
conocidos del notario. Si alguno de los otorgantes no era conocido del notario
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copias se extienden por ese mismo sistema, aunque justo es reconocer que
desde aquel año nuestro Código permitió la reproducción por medio de copias
fotostáticas o fotográficas, casos en los cuales los testimonios se completan
con una hoja de papel sellado, en la que se asienta la razón final y se adhieren
los timbres fiscales que gravan el acto o con-, trato. La difusión de este medio
de reproducción ha sido asombrosa en nuestro medio, al extremo que pocos
son ya los testimonios elaborados a máquina.
La utilización de papel sellado y la adherencia de timbres fiscales a que he
hecho referencia en los dos párrafos precedentes, tienen su origen en la
existencia de un impuesto que grava con el uno y medio por ciento todos los
actos o contratos de valor determinado. El impuesto es documental y se cubre
en la forma descrita. (67)
CAPITULO III
CAPITULO IV
PROHIBICIONES PARA EL EJERCICIO DE LA FUNCION
NOTARIAL:
CAPITULO V
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1. - Responsabilidad Civil:
Siendo el notario en nuestro medio u profesional liberal, generalmente surge
entre él y su cliente un típico contrato de prestación de servicios que implica,
para ambos, en caso de incumplimiento, una responsabilidad contractual, que
se traduce en la indemnización de los daños y perjuicios que se hayan
causado. Obviamente la extensión de la responsabilidad en el profesional es
mayor que en el cliente y puede provenir de causas que son netamente
inherentes al ejercicio de la profesión, causas que en ningún supuesto, podrían
invocarse para sustentar una responsabilidad del que requirió los servicios
profesionales. En este orden de ideas, el artículo 2033 del Código Civil
establece que los facultativos están obligados a prestar sus servicios con toda
dedicación y diligencia y con arreglo a las prescripciones de la ciencia o arte
de que se trate, siendo responsables de los daños y perjuicios que causen por
dolo, culpa o ignorancia, o por la divulgación de los secretos de su cliente.
Por otro lado, una de las fuentes de las obligaciones que reconoce nuestra
legislación, es la de los actos o hechos ilícitos. Se trata, en dos palabras, de la
responsabilidad extra contractual, a la cual también están sujetos los notarios,
independientemente de las sanciones penales a que se hagan acreedores. En
este sentido, el artículo 1668 del Código Civil establece la responsabilidad del
profesional por los daños que ocasione en el ejercicio de su profesión por
ignorancia o negligencia inexcusables o por divulgación de los secretos que
conozca con motivo de la misma.
Aunque las normas de responsabilidad contractual y extra contractual de los
profesionales son bastantes similares en su redacción, cabe destacar que
difieren sustancialmente en lo que atañe a las personas que pueden hacerla
efectiva. En efecto, la responsabilidad contractual corresponde deducirla con
exclusividad a la persona que está vinculada con el notario por una relación
jurídica previa, pues de lo contrario quien la exija carecerá por completo de
legitimación procesal activa. En cambio, para reclamar la responsabilidad
extracontractual, proveniente de actos o hechos ilícitos, es indiferente si ha
existido o no con anterioridad dicho nexo jurídico y, más bien, en la mayoría
de los casos, el mismo es inexistente.
La graduación de la culpa fue suprimida en nuestra legislación desde 1964, de
tal modo que el grado de responsabilidad del notario corresponde fijarlo, en
cada caso, ' al Juez que conozca del reclamo.
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2. Responsabilidad Penal:
En otra parte de este trabajo expusimos que las condenas por falsedad, robo,
hurto, estafa, quiebra o insolvencia fraudulentas, cohecho, infidelidad en la
custodia de documentos, malversación y ciertas figuras del prevaricato,
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3. Responsabilidad Administrativa:
La función notarial en nuestro país, como en muchos otros, tiene amplias
repercusiones en los diversos órganos administrativos, pero, en forma muy
particular, en aquellos encargados del control de contribuyentes (catastros
fiscales y municipales), de la recaudación de impuestos y arbitrios, del
registro de testamentos y donaciones por causa de muerte, del estado civil de
las personas y, del control de los documentos protocolizados provenientes del
exterior, para no citar sino los más relevantes.
El notario mantiene una permanente, colaboración con dichos órganos,
colaboración que descansa en típicas obligaciones propias de la función
notarial y cuya inobservancia le hacen incurrir en responsabilidad
administrativa, que se traduce, unas veces, en la aplicación de diversas
sanciones impuestas por dependencias del Organismo Ejecutivo, y otras, por
órganos jurisdiccionales y dependencias de la Presidencia del Organismo
Judicial. Quizás dos o tres ejemplos sean útiles para obtener una visión más
concreta de esta `responsabilidad en nuestro sistema.
Para el registro y control de los propietarios de bienes inmuebles afectos al
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4. - Responsabilidad disciplinaria:
Algunos tratadistas opinan con cierta razón que esta responsabilidad está
inmersa en la administrativa y que se le debe estudiar como una fase de esta
última y no como algo autónomo. Yo he querido, sin embargo, separarlas,
porque
considero que en nuestro derecho positivo son diferenciables si se toma como
punto de partida el órgano sobre el que incide el incumplimiento del notario y
la naturaleza del que impone la sanción. Claro está que nunca puede obtenerse
una diferencia químicamente pura y que en más de una oportunidad puede
presentarse algún traslape, pero ello, aunque suceda, no es razón suficiente
para refundir en una sola las dos responsabilidades.
El Notariado, como ejercicio de una profesión liberal, se sujeta a una enorme
variante de principios rectores y obligaciones que deben respetarse y
cumplirse por el notario. La infracción de su parte a esas normas de conducta
y el incumplimiento o cumplimiento tardío o defectuoso de las obligaciones
que le impone el Código de Notariado, lo hace incurrir en responsabilidad
disciplinaria y en las consiguientes sanciones que ya no sólo son pecuniarias
como las que estudiamos con anterioridad, sino que, en caso de reincidencia,
pueden llegar hasta la suspensión en el ejercicio profesional por períodos no
menores de un mes ni mayores de un año. (75)
En Guatemala la Corte Suprema de Justicia, siempre que la infracción no
tipifique un delito o cualquier tribunal que conozca del asunto, pueden
amonestar, censurar, sancionar económicamente o suspender al notario.
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CAPITULO VI
Arancel:
En esta materia rige el principio que los honorarios son a cargo de los clientes.
Existe libertad para contratar sobre honorarios y condiciones de pago, de
suerte que el arancel se aplica en forma supletoria cuando no ha habido
convenio específico.
El arancel está incorporado al Código de Notariado que se encuentra en vigor
desde hace veinticinco años. En ese lapso no ha sido objeto de ninguna
modificación, por lo que no es exagerado afirmar que el arancel ya no
responde a los necesidades y al actual costo de vida que, como en todas partes,
también en Guatemala ha alcanzado índices alarmantes. Recientemente, por
iniciativa del Instituto Guatemalteco de Derecho Notarial, se ha integrado una
comisión que está elaborando un nuevo arancel que se someterá, por conducto
del Colegio de Abogados, a la aprobación del Congreso de la República.
El Código de Etica Profesional sanciona como acto de competencia desleal el
cobro de honorarios menores que los que fija el arancel, a menos, Claro está,,
que exista un motivo poderoso que lo justifique.
El notario guatemalteco siempre tiene derecho a percibir honorarios salvo que
su actuación se deba a la necesidad de suplir o enmendar errores o defectos en
que haya incurrido con motivo del ejercicio de su profesión, pues en tal evento
rige el principio de función integral, de acuerdo con el cual el notario asume
los gastos que se causen por su negligencia o ignorancia.
El procedimiento judicial para la fijación de honorarios cuando hubiere
discrepancia con el cliente, es sumario y bastante eficaz. El notario afectado
presenta su liquidación a un Juez o pide que la formule la Secretaría del
Tribunal. En ambos casos se da audiencia por dos días comunes a los
interesados y vencido tal
término, se resuelve en definitiva, siendo apelable el auto respectivo. La
certificación de este auto, una vez haya quedado firme, está dotada de fuerza
ejecutiva. (76)
Si los honorarios se causan dentro de un proceso, pasan a integrar las costas
judiciales y el notario puede cobrarlos, indistintamente, del que requirió sus
servicios o del condenado a pagar aquellas, pues por ley, ambos son
solidariamente responsables de su pago. (77)
CAPITULO VII
ARCHIVO GENERAL DE PROTOCOLOS:
El Congreso de Madrid, celebrado en octubre de 1950, recomendó la creación
y organización de archivos notariales de carácter público, bajo la dirección de
notarios (78). En Guatemala desde hace muchos años existe el Archivo
Instituto de Derecho Notarial de Guatemala
jurídica. Por la índole de este trabajo únicamente nos interesa referirnos a dos
de esas entidades: al Colegio de Abogados de Guatemala y al Instituto
Guatemalteco de Derecho Notarial.
La primera institución data desde hace ciento setentitrés años, pues fue
fundada, bajo el lema LEGIBUS-CONCORDIA-DEBETUR (La. concordia se
debe a las Leyes), el dos de junio de mil ochocientos diez, cuando el país no
había alcanzado su independencia política de España, lo que ocurrió hasta el
quince de septiembre de mil ochocientos veintiuno.
El Colegio de Abogados ha tenido indudablemente una vida llena de tropiezos
y dificultades habiendo sido cancelada varias veces su personalidad jurídica
mediante leyes emitidas durante regímenes dictatoriales que han gobernado el
país. Sin embargo, desde mil novecientos cuarentisiete, fecha que marca el
inicio de la última etapa del Colegio, su desenvolvimiento ha sido normal y
progresivo. Actualmente pertenecen a él cerca de un mil quinientos abogados
y notarios, de los cuales alrededor de mil ejercen el notariado en todo el
territorio nacional, ocupado por una población aproximada de seis millones de
habitantes. Entre éstos un alto porcentaje, difícil de calcular, pero que oscila
entre el cincuenta y sesenta por ciento, no concurre, por razones culturales y
económicas, en la demanda profesional. Como esa parte de la población,
integrada en su mayor parte por indígenas, vive en el interior de la República,
la mayor concentración de notarios se da en la ciudad capital.
Para el ejercicio del notariado no sólo es obligación pertenecer al Colegio sino
que el profesional, además, debe mantener su calidad de colegiado activo, la
cual pierde por las causas de inhabilitación que ya estudiamos o por la mora
en el pago de las cuotas trimestrales fijadas para el sostenimiento de la
entidad.
Ya expuse en otra parte de este trabajo cuáles eran los fines primordiales de
los colegios profesionales por lo que estimo innecesario consignarlos de
nuevo. También en esa oportunidad señalé que los órganos del Colegio eran la
Asamblea General, la Junta Directiva y el Tribunal de Honor, siendo
integrados estos dos últimos por vía de elección.
El Colegio ejerce jurisdicción disciplinaria sobre los notarios,
correspondiendo a la Asamblea General y a la Junta Directiva, imponer las
sanciones según la gravedad de la falta. El Tribunal de Honor es el encargado
de sustanciar en todos sus trámites las denuncias que se reciban en contra de la
conducta de los notarios, diligenciando los medios de prueba que se
propongan y recomendando, en forma motivada, la sanción que debe
imponerse al infractor. Sobre estos tópicos también ya hice anterior referencia
en este artículo al tratar de la inhabilitación profesional, por lo que me remito
a lo allí expuesto. Empero, considero importante advertir que no obstante los
esfuerzos que se han hecho y las recomendaciones y resoluciones de
Congresos Jurídicos Guatemaltecos, no ha sido posible lograr que la
jurisdicción disciplinaria sea ejercida exclusivamente por el Colegio,
sustrayendo de ella a otros órganos ajenos al mismo.
El Colegio ha propiciado el funcionamiento de una biblioteca especializada y
Instituto de Derecho Notarial de Guatemala
CAPITULO IX
REGIMEN DE PREVISION SOCIAL DEL NOTARIO
GUATEMALTECO: