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EL CORONEL SANTANDER ADMITIDO


EN EJERCITaS DE VENEZUELA

Cuartel general de Angostura, 18 de junio de 1818 8Q

Jefe supremo de la República de Venezuela, etcétera ...

Por cuanto atendiendo a los servicios y méritos del ciudadano Fran-


cisco de Pauta Santander, coronel efectivo de infantería al servicio de la
Nueva Granada, he venido en admitirle al de Venezuela en la misma
clase, con la antigüedad de 31 de mayo de 1814 en que fue despachado
por aquel gobierno. Por tanto, ordeno y mando a la autoridad a quien
corresponda dé la orden conveniente, para que se le ponga en posesión
del referido empleo, guardándole y haciendo que se le guarden y cumplan
las honras, gracias, exenciones y preeminencias que, como tal, le tocan; y
que el intendente del ejército o provincia donde fuere a servir haga tomar
cuenta y formar asiento de este despacho en la contaduría del Estado.
Dado, firmado de mi mano, sellado con el sello provisional de la
República, y refrendado por el secretario del despacho en el cuartel
general de Angostura.

SIMÓN BOLÍVAR

J. G. Pérez.
Secretario.

Cuartel general en Angostura, 19 de junio de 1818 8Q

Vuestra excelencia admite al servicio de Venezuela con el empleo de


coronel efectivo de infantería al ciudadano Francisco de Paula Santander,
que lo fue al de la Nueva Granada, declarándole la antigüedad de 31 de
mayo de 1814 en que fue despachado por aquel gobierno.
Cúmplase con lo que su excelencia manda.
El jefe de estado mayor general,
CARLOS SOUBLETIE

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Registrado en la intendencia general del ejército y formado el asiento
correspondiente, página 226, número 949.
El intendente general,
FRANCISCO ANTONIO ZEA.

Angostura, 20 de junio de 1818 8Q

Certifico: que el coronel Francisco de Paula Santander, para quien se


ha expedido el presente despacho, ha sido incorporado en el ejército
libertador de Venezuela al mando de su excelencia el jefe supremo en
abril de 1817, desde cuya época ha hecho en el sur servicios, habiendo
anteriormente prestádolos a Venezuela en el ejército de Apure y ser la
fecha de su despacho posterior a aquella en que se incorporó, consistente
en haber perdido en la pasada campaña su primer despacho, y solicita-
do ahora su revalidación. Y para que así conste, y no pueda haber duda
alguna por este incidente, firmo la presente en Angostura a 20 de junio de
1818 8º.
El jefe de estado mayor general,
CARLOS SOUBLETTE

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 126-127, No. 49.

OTRAS EDICIONES:
Archivo Santander, 1914, 1. 3, p. 63.

Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1. 11, p. 96-97.

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SANTANDER EXPLICA CON FRANQUEZA

Angostura, 22 de junio de 1818 8Q

Benemérito general José Antonio Páez

Mi apreciado compañero y amigo:


He recibido la estimable de usted del 29 de mayo con la copia de una
carta que yo había escrito a Uribe a Casanare. Si la justicia no me hubiera

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dictado hablar en ella de la manera que usted ha visto, yo me habría
sorprendido, y empezaría a reclamar contra el h<>rrendoprocedimiento
de interceptar cartas bajo los auspicios de un gobierno libre, y contra la
violación de la buena fe de las sociedades. Pero impregnado de sentimien-
tos libres, yo quiero probar a usted que esa carta está muy lejos de
presentarme a los ojos de mis conciudadanos como un hombre criminal.
Expresión de que usted ha usado con alguna ligereza, y que, debo
confesarlo, ha herido mi amor propio. Mucho agradezco las protestas de
amistad de usted y sus muy buenos deseos, y tanto esto, como el testimo-
nio de mi conciencia, me ponen al abrigo de todo temor. Usted ha dado
un paso generoso mirando con ojos imparciales mis expresiones, y sin
duda que en esto usted me ha dado pruebas de amistad. No debe usted
menos dudar de la consideración que me inspiran sus eminentes servicios
a la República y del gusto con que me emplearé en servirle.
La amistad me concede el derecho de explicar a usted mis opiniones, y
de exigir que decida en justicia si esa carta a Uribe puede hacerme
criminal. Cuando escribí a ese ciudadano ya habían pasado las diferen-
cias entre usted y Pérez y aun podemos decir que habían terminado, pues
el jefe supremo había acordado dictar providencia. Ni supe de esas
diferencias, ni menos tuve la más mínima parte en ellas. No conocía a
Uribe; pero en vez de saber que fuese un perverso a todas luces, tenía
informes de que era un oficial de conocimientos e inteligencia. Sabía que
había hecho valer ante usted los derechos de Casanare para restituirle sus
antiguos funcionarios, y no depender de provincia de quien jamás había
dependido. Yo, que creo que este procedimiento es muy justo, debía
complacerme en ver que aún quedaban granadinos que representasen
por el honor y decoro de su país, y que no se dejasen tratar como se trata a
los siervos. Oiga usted sin pasión si tengo justicia. Casanare ha pertene-
cido a una confederación, que tenía sus leyes, sus instituciones y sus
funcionarios. ~in el acuerdo de todos los pueblos que las criaron no
pueden ser abolidas, ni destruidas, so pena de incurrir en la misma tiranía
que ejercieron los españoles. La fuerza no da derecho alguno para
destruir el sistema establecido por la espontánea y libre voluntad de los
hombres, y aunque era de necesidad actual que Casanare buscase protec-
ción en su orfandad, no había necesidad de que se variase absolutamente
su sistema. ¿Por qué, pues, se nombraron funcionarios nuevos, y se le
obliga a obedecer leyes que no ha establecido? ¿Perteneció Casanare

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alguna vez a Venezuela? ¿Y aunque quiera ella pertenecer, hay razón y
justicia para que por sí sola tome un partido sin escuchar la opinión de
sus hermanos con quienes ha formado siempre un solo cuerpo? O yo me
engaño en los principios recibidos entre todos los pueblos libres o soste-
ner nuestros derechos no es criminalidad. Estos son los sentimientos del
habitante de Barinas, del hijo de Caracas, del cumanés, sostener el rango,
que se han dado de unánime consentimiento, y defender los derechos que
los pueblos recobraron por la transformación. Este es el idioma del jefe
supremo en sus proclamas y decretos, y si esa autoridad suprema que
ejerce le fue conferida, ha sido de común acuerdo por una asamblea
convocada en Margarita y ratificada por el consentimiento y voluntad de
los jefes y divisiones que no pudieron concurrir allí. ¿Usted mismo,
general, no ha vacilado hacer un ciego sometimiento, y no ha prestado su
consentimiento y el de ese ejército para reconocer aquella autoridad?
¿Pues por eso es que ese derecho, que tiene el venezolano en su país, no lo
ha de tener el granadino en el suyo? Yo entiendo que cuando se habla, y se
trata de libertar la Nueva Granada no se trata de ir a echar a los
españoles, e imponer a aquel pueblo un nuevo yugo, obligándolo con las
armas a recibir la ley, que a título de más fuerte se le impone, y la
constitución, que él no haya concurrido a formar: entiendo que libertar
la Nueva Granada es romper las cadenas con que la tienen aprisionada,
restituir sus pueblos al goce de sus primitivos derechos, dejarlos en
aptitud de reformar los defectos de su sistema y de abrazar un partido,
que no perjudique a la libertad general de la América, en una palabra,
formar con su acuerdo la gran nación granadina-venezolana. Si otra
cosa se piensa hacer por lo que pueden conducir los ejércitos a aquel país
no habría diferencia entre esa conquista y la que hicieron los españoles el
siglo XVI en aquel mismo continente.
¿Estos sentimientos serán los de un hombre criminal? No lo fue
Demóstenes, cuando excitaba a los atenienses a no recibir la ley de los
macedonios, sino a los ojos de Filipo. Ni lo fue Guillermo Tell, cuando
insurreccionó la Helvecia oprimida por los austriacos, sino el juicio del
emperador. Ni lo fue Washington cuando sostenía los derechos de sus
compatriotas contra los decretos del parlamento, sino en las ideas de
Jorge III. ¿Criminal un hombre que cumple con los deberes de ameri-
cano, de granadino y de patriota, que lejos de aprobar la insubordinación
aprueba sólo el hecho de haber representado los derechos de una provin-

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cia? o yo no conozco el castellano, o usted, mi querido amigo, no me ha
hecho justicia.
Así como el señor Vásquez remitió a usted la carta en cuestión, podía
haberle remitido la que yo le escribí en mayo pasado, cuando supe había
obtenido el nombramiento de gobernador. En ella habría encontrado
usted el lenguaje de la unión y de la obediencia conciliados con la
necesidad de defender a Casanare por algún tiempo de cualquiera parte
que la pudieran auxiliar y proteger. Le podía también haber enviado la
carta que en diciembre dirigí a mis paisanos residentes en Casanare
excitándolos a vivir unidos con sus compañeros de armas, a recuperar el
honor perdido por consecuencia de nuestras desgracias del año de 16, a ~;~
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obedecer las autoridades reconocidas provisionalmente, y a imitar el ()
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ejemplo que el bravo venezolano nos daba combatiendo obstinadamente ()


contra los tiranos. Estas eran mis expresiones, que usted podrá ver, tJ
cuando quiera pedir a Casanare dicha carta.
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Soy amigo de la justicia, general, y en donde no encuentro esa virtud, ..-d U
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que hace la felicidad de todas las sociedades, ese regulador cierto y quizá ~::? :-
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seguro del mundo, estoy muy lejos de emplear el idioma de la mentira. ('",1 O
Cuando importaba purificar a usted y a ese ejército de las imputaciones (j
que habían hecho cuatro vagabundos, yo lo hice con toda la firmeza y ~~,

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carácter que me son naturales y lo mismo haré siempre que la justicia
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dicte una conducta semejante. Mis opiniones son libres y puedo manifes- et( ~
tarlas con toda la franqueza que ofrece un gobierno que a cada paso dice f~
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que gozamos el derecho de libertad. Si el pensar, hablar y escribir en
materias que no destruyen los fundamentos del sistema establecido, nos ,.,
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es prohibido y nos hace incurrir en criminalidad, dejemos las armas de la Z


mano y prescindamos de combatir por fantasmas e ilusiones. ¿Puedo yo tJ
temer algo por mis opiniones en donde aún reina la justicia? ¿Sostener los
derechos y rango de mi país, causa algún trastorno al gobierno de
Venezuela, o es alguna maquinación contra él? ¿Es traición? De ninguna
manera. Aprobar que se representen los derechos de una provincia, sin
excitar a la insubordinación militar, que es cosa muy diferente, creo que
debe ser juzgado por todo hombre como un acto de patriotismo y de
honor excepcional.
Temer que si callamos seremos colonos de Venezuela o de cualquier
otro pueblo que quiera someternos por la fuerza, nada tiene de criminali-
dad. Me contraje primero a Venezuela porque es el pueblo que está en

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aptitud de prestarnos sus auxilios hoy, y porque los únicos funcionarios
que se han dado a Casanare son venezolanos; me extiendo luego a
abrazar cualquier otro pueblo, porque toda servidumbre, sea de quien
fuere, siempre es servidumbre. Mi proposición es general, y no creo que
ella comprenda a este o a aquel individuo. ¿Cuál es el modo de gobernar
colonias? Darles funcionarios, aunque no los quieran, darles leyes que no
han concurrido a formar, quitarles toda representación y exigirles ciega
obediencia. ¿Se ha hecho algo menos con Casanare? ¿Existe su goberna-
dorelegido por sus pueblos? ¿Hay algún funcionario granadino, por más
que entre nosotros haya quien pueda hacerlo? Todas las provincias de
Venezuela hacen valer sus derechos y las leyes de la confederación no
han sufrido otra variación que las circunstancias y una autoridad compe-
tente han dictado, ¿y Casanare solamente debe callar y sufrir porque es
provincia del reino? ¿Se exige algo más de los colonos? Permítame( 1) usted
que nosotros debemos resentirnos de todo esto, y que ninguna falta
podemos cometer en representar nuestros derechos. Bien sabido es, que
hasta la insurrección es justa cuando ya no se oyen las representaciones,
ni los clamores, y que no hay hombre que no tenga derecho de exigir se
cumpla con la justicia. Prohibiciones en esta materia sólo en Turquía se
encuentran.
Tan distante he estado de crear disensiones y de mezclarme en ellas,
que a nadie he manifestado con tanta extensión mi opinión como a usted
en esta carta. Me contemplo venezolano actualmente: sé distinguir lo
razonable de lo que no es y estoy convencido que el primer deber de un
militar es obedecer. Hay una autoridad establecida y reconocida, afortu-
nadamente la ejerce un hombre de crédito y talentos; mi deber es obede-
cerla y sostenerla. Si esa misma autoridad es reconocida por los pueblos
de Nueva Granada por su espontánea voluntad, yo entonces, granadino,
la obedezco y la sostengo. Si en vez de concedérsela al general Bolívar se
la conceden a usted o a otro cualquiera, a usted o a ese reconozco y
obedezco; pero quien por la fuerza quiera obtener obediencia de pueblos
que gozan de sus derechos, esto es lo que no está escrito en el sagrado
libro de la justicia.
Estoy bien persuadido del buen afecto de usted por el deseo que me
manifiesta de que no me perjudique en mis adelantamientos. Yo debo
declarar a usted con franqueza, que cuando dejé a mi país contra mi bien
expresada y pública voluntad y vine a servir en Venezuela estaba muy

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seguro de que no obtendría ningún adelantamiento. Mi filosofia me hace
vivir contento con la seguridad de que el testimonio público y el de mi
conciencia persuaden que he procurado llenar mis deberes. En los desti-
nos que he tenido he tratado de conducirme honradamente y de ganar la
confianza de los jefes y la del gobierno, y afortunadamente no me pueden
acusar de infidelidad en ellos. ¿O usted acaso sabe que al tiempo en que la
intriga de Serviez me alejó del gobierno general de Nueva Granada iba a
obtener el grado de general y sin embargo he estado muy lejos de hacer
ninguna reclamación? Mis aspiraciones están circunscritas a volver a mi
país cargado de experiencia, y entre tanto a servir fielmente a la causa de
Venezuela, que es la causa de mi patria, por la cual debo hacer toda clase
de sacrificios.
¡Cuánto me lastima esa rivalidad que se nota entre granadinos y
venezolanos en Casanare! Jamás la he aprobado, ni la puede aprobar el
que tenga un poco de sentido común. Nadie más generoso que yo en
olvidar las injurias con que mil veces se ha insultado a todo el pueblo
granadino llamándolo cobarde, inepto, bárbaro ... yen olvidar el trata-
miento que han recibido muchos de mis paisanos. Esta es muy pequeña
cosa para que dos pueblos, que habitan un mismo continente y que
sostienen una misma causa contra un enemigo común, puedan dividirse
entre sí, y mucho menos cuando están llamados a formar un solo cuerpo
de nación. Usted debió decirme qué quería que yo hiciese, para haberlo
hecho. Indíqueme, pues, los medios de restablecer la concordia, que los
pondré en ejecución, prescindiendo de cuantos motivos y resentimientos
podamos tener. Yo confieso que he sido en este país de los pocos que han
obtenido alguna consideración pues es menester confesar que a veces los
prisioneros enemigos han sido mejor tratados que mis paisanos. Hasta la
virtud de haber venido a buscar un asilo en sus hermanos de Venezuela
fue mirada con burla y como un efecto de sobrada cobardía. Ver a un
granadino era representarse la idea de la ineptitud, de la barbarie, de la
canallería. Parecía que había desaparecido de la memoria de los venezo-
lanos la campaña del año de 13, en que un puñado de granadinos bien
conducidos rompieron las cadenas de muchos de esos mismos que se
burlaban de nosotros. Parecía que Venezuela no había sufrido una
catástrofe igual, cuando 300 malvados conducidos por Monteverde
habían ocupado todo el país. Parecía que en Venezuela no se tenía noticia
de las campañas del sur de la Nueva Granada, en que un ejército

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granadino triunfó siempre de las bandas realistas bien disclplmadas y no
mal dirigidas. Parecía, en fin, que en Venezuela no había habido derro-
tas, ni se había visto huir a cuerpos enteros detrás de sus oficiales. Tal era
el encono y la prevención contra cualquier oficial o paisano que no
hubiera nacido enel territorio de Venezuela. ¿Le parece a usted que no se
necesita insensibilidad para dejar de sentir estas cosas? ¿ü también
estamos condenados a sufrirlas y callar? Pues que no olviden que la
Nueva Granada es un país poblado con casi 3.000.000 de habitantes, que
privándola de algunos miembros que la pertenecen, no ha perdido ni su
genio, ni su suelo, ni su sol; que si este país no se deja hoy divisar sobre la
carta política, es porque está ausente, no porque esté borrado; que las
vicisitudes de la fortuna pueden aún serIe favorables y que algunos de los
que hoy se ríen de sus males podrán en otro tiempo recurrir a su apoyo, y
desearán entonces encontrar a la Nueva Granada ocupando el lugar que
la naturaleza le ha asignado. Me he expresado de esa manera para que vea
que esa rivalidad parte de algún principio, y que en manos de usted y de
sus compañeros está en mucha gran parte el sofocarla. Por la mía
protesto, a fe de hombre de bien, que contribuiré cuanto queda para que
olvidemos todo, y no formemos sino una sola familia, que está empeñada
en ganar su independencia.
He tenido la satisfacción de hablar con usted con la franqueza que
exige la amistad. Ya usted sabe cuál ha sido mi opinión. Yo nunca me
mezclaré en trastornar lo hecho; pero sí hablaré libremente antes de que
se vaya a hacer cualquier cosa. Casanare está dependiente de usted y
ojalá que usted haga su entera felicidad. Galea manda, Vásquez go-
bierna; ¡ojalá que Casanare sea feliz bajo sus órdenes! Lo más impor-
tante es que destruyamos los españoles que quedan en Venezuela y que
liberten esa República los que están encargados de tan heroica empresa,
para que después vuelen a aliviar a los granadinos extremadamente
oprimidos. Libérteseles, y gánense enhorabuena esa gloria inmortal los
venezolanos, que son los que tienen los recursos; pero gánense también la
inmarcesible gloria de haberle restituido la plenitud de su libertad, para
que haga de ella el uso que deben hacer los pueblos reunidos en sociedad.
¿A qué más se puede aspirar? Este es el voto de mi corazón y la opinión
que siempre sostendré en honor de mi patria.
Restitúyame usted mi crédito, mi querido amigo, desistiendo de
pensar que yo he sido criminal. Esta expresión está buena para Catilina,

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para Piar, y no para quien en vez de maquinar contra su patria, trata de
que se la haga feliz. Medite usted sobre lo que he tenido el honor de
escribir y cubierto de laureles en Venezuela pase a recoger los que le
brinda la libertad de la Nueva Granada.
Cuénteme por su verdadero amigo y disponga del afecto con que
soy su estimador compañero, que besa su mano,

FRANCISCO DE PAULA SANTANDER

1Q. Lejos del altar de la adulación en donde a veces se obtienen


ascensos, muy distante de entrar en partidos por medio de los cuales se
ganan graduaciones.
2Q• ¿Ambiciona usted hacer pasar su nombre a la posteridad sin más
honor? ¿Quería usted cambiar el ilustre título de Libertador por el de
opresor de sus hermanos? ¿No hará usted por su parte felices a los
granadinos hoy oprimidos?

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 169.

OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 127-134, No. 51.
Cortázar, 1953, t. 1, p. 77-84, No. 34, de Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 169.

NOTA
(1) Cortázar transcribe "Persuádase" (Nota del editor).

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SANTANDER PIDE VINDICAR A VENEZOLANOS

Angostura, 6(1) de julio de 1818 8Q

Señor editor:
He leído con placer(2) el oficio del cabecilla Morillo, que usted ha
insertado en su Gaceta del 4, y he visto su nota 13en que vindica el honor

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de los naturales de Santafé a quienes aquel caudillo ha imputado cobar-
día y timidez.
Usted ha procedido justamente en haber recordado los hechos y
conducta de los hijos de la Nueva Granada cuando bien conducidos
libertaron el territorio que media entre el Táchira y los muros de La
Guaira. Yo creo, que en honor de ese país donde he nacido, y en
vindicación propia debo declarar que el señor Morillo ha padecido en su
oficio algunas otras equivocaciones.
Es la primera: "La de que a la derecha del Magdalena se han dado
algunas batallas a tropas organizadas por venezolanos". Las tropas de
que habla no han podido ser otras que las que componían la división de
oriente, que obraba en Casanare, la de Cúcuta, la del alto Magdalena, y
los dos ejércitos que llamamos del norte, y que se formaron sucesiva-
mente. De todos estos cuerpos sólo el primero fue organizado por un
venezolano, que es el coronel Miguel Valdés; pues el de Cúcuta, cuando el
general Urdaneta regresó de Venezuela cubierto de laureles, y tomó el
mando en jefe, ya lo estaba. Los demás lo han sido por oficiales granadi-
nos, y yo tengo el honor de haber sido el que organizó la división del alto
Magdalena y los ejércitos del norte. Mis destinos de comandante en jefe
de la primera y de mayor general de los últimos, me proporcionaron la
ocasión de darles la organización que tenían cuando las tropas del rey le
dieron batallas, y aunque en esas tropas había oficiales de Venezuela,
muy aptos para hacer lo que yo hice, no tuvieron la proporción que yo
tuve por mi empleo.
Es la segunda equivocación: "Que en la provincia de Antioquia se
fortificaron muchos puntos con inteligencia por venezolanos". Los pun-
tos fortificados en Antioquia lo han sido por oficiales hijos de la misma
provincia, educados en la escuela de ingenieros, que tenía a su cargo el
ilustre Caldas. Los oficiales de Venezuela que estuvieron en Antioquia
apenas se hallaron en ella de paso para Santafé, y el único que tomó
servicio allí, fue el comandante Linares a quien la fortuna le fue adversa
en las dos acciones que le presentaron los españoles. Todos conocen que
Linares fue un oficial intrépido, bravo, mas no un oficial facultativo. La
angostura de Carare bien defendida por el capitán venezolano Contreras
con la escuadrilla del rey, fue fortificada por el coronel Gutiérrez, grana-
dino, y reparada por el capitán Aguilar, español. De suerte que aquí y allá

192
en Antioquia, es falso que los venezolanos hayan fortificado algunos
puntos.
Morillo, aturdido y aterrado con lo que había oído contar de la
campaña del año de 1813 en Venezuela, y con lo que había visto en la
obstinada defensa de Cartagena, se figuraba que iba a combatir en todos
puntos con venezolanos, y que los encontraría en todas partes. Si a su
entrada en Santafé no halló toda la resistencia que debió haber hallado,
puede agradecerlo, entre otras causas, a las intrigas entre el gobierno y el
jefe del ejército, que pusieron en sus manos el país, a pesar de los
granadinos y de muchos venezolanos que allí había.
"Todo es obra de los venezolanos". Es verdad que los venezolanos
fueron los primeros que proclamaron los derechos de su patria, y han
mostrado la senda a otras regiones: ellos han sido los que los han
sostenido y defendido con una constancia que admira; ellos son los que
han pulverizado las tropas enviadas de la península; son los venezolanos
los que actualmente asombran al mundo combatiendo sin recursos con-
tra ejércitos a quienes todo ha sobrado y son seguramente los venezola-
nos los que arrojarán de la Nueva Granada a los tiranos que la oprimen.
Sírvase usted dar un lugar en su Gaceta a esta vindicación, que me ha
dictado la justicia y el honor de aquel país desgraciado. Aunque he
nacido en la Nueva Granada, no soy más que americano, y mi patria es
cualquier región de América en que no tenga el más pequeño influjo el
gobierno español. Dos años de guerra en Venezuela en la actual época
me han dado ocasión de admirar al soldado venezolano, y el tiempo que
ha corrido desde nuestra transformación me ha hecho conocer el entu-
siasmo, patriotismo y odio a los españoles que abriga en su corazón cada
individuo de esa República. Felices los venezolanos que han tenido en su
seno al genio de la América, que ha sabido poner en movimiento tan
sublimes virtudes, y guiar a sus conciudadanos a la cumbre de la gloria.
Ofrezco a usted toda mi consideración, y el respeto de su afectísimo
servidor,
El coronel,
FRANCISCO DE PAULA SANTÁNDER

Nota del redactor. Nos hemos contentado con hacer allí una ligera
insinuación, porque nos proponemos manifestar en este periódico los
medios con que el general Morillo

193
Dolis instructur et arte pelasga

se hizo dueño de la Nueva Granada: medios por cierto tan indignos de la


nación española, como propios de su gobierno, y de él, y de su ejército,
no ya de aquel ejército que admiró a la Europa batiéndose por la libertad;
sino de un ejército degradado y envilecido hasta el extremo de sacrificarse
por esclavizar a sus hermanos, después de haberse esclavizado él mismo.
Esta es precisamente la conducta de los diablos en Quinaut...

Goutons l'unique bien des coeurs infortunés.


Ne soyons pas seuls misérables.

FUENTE EDITORIAL:
Correo del Orinoco, No. 3, Angostura, 1818 (11/7).

OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 134-137, No. 52, de Correo"del Orinoco, 1818, No. j.
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 334.
Cortázar, 1953, t. 1, p. 84, de Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 334.

NOTAS
(1) Archivo Santander y Otero y Cuervo transcriben "8" (Nota dtl editor).
(2) Otero y Cuervo y CortAzar transcriben "gusto" (Nota del editor).,

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MONAGAS ESCRIBE

Tapirira, 13 de julio de 1818

Mi querido coronel y amigo:


La grata de usted, del próximo pasado, es en mi poder. Aprecio
infinito las veras con que se sirve ofrecerme su amistad de usted, ofrecién-
dole, con las más vivas insinuaciones de mi verdadero afecto, las limita-
das facultades de mi persona.

194
Mis deseos son de hacer el último sacrificio en obsequio de la libertad
de nuestro país. Mi esperanza está fundada en la actividad, celo y esmero
de usted y demás compañeros, cuyas tareas jamás tendrán recompensa.
Yo apetezco ver a usted y a ellos recibir el premio a que son acreedores.
Mis hermanos y secretario contestan a usted su salutación, teniendo
estos el honor de ofrecer su inutilidad.
Espero de usted me honre con facilitarme proporción de emplearme
en obsequio de usted.
Su atento servidor y amigo que es,

J. T. MONAGAS

FUENTE EDITORIAL
Otero y Cuervo. p. 137, No. 53.

OTRAS EDICIONES:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 334.

85

ORDEN DE LOS LIBERTADORES A SANTANDER

Cuartel general de Angostura, 16 de julio de 1818 8°

Simón Bolívar, jefe supremo de!a República, capitán general de los ejér-
citos de Venezuela y de la Nueva Granada, etcétera ...

Al señor coronel Francisco de Paula Santander

Teniendo en consideración los méritos y servicios de usted he venido


en nombrarle miembro del orden de los libertadores; autorizándole para
que pueda usar la venera mientras recibe la estrella.
Dios guarde a usted muchos años.

BoLlvAR

195
FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 65.

OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 138, No. 54.

86

VIRTUDES DE SANTANDER

Maturín, 3 de agosto de 1818

Coronel:
Con indecible gusto he leído la de usted, fecha 14del próximo pasado,
que me trajo Betancourt, y no puedo menos que confesarle el placer que
me ha causado su contenido; sintiendo al mismo tiempo no fuese usted
mismo el que completase mis deseos.
Yo escribí al jefe supremo pidiéndole la remisión a este ejército de un
jefe de estado mayor, y que este fuese usted, a pesar de no tener la
satisfacción de conocerlo; mas los informes que he tenido de sus virtudes,
talentos y servicios, no dieron motivo para esta solicitud. Ahora con
mucha más razón, que me deja satisfecho su estimada ya citada.
Yo quisiera tener el gusto de ver a usted a mi lado, y manifestarle
más de cerca mi gratitud.
En el entretanto, soy de usted con mucha estimación afectísimo
amigo y servidor,

SANTIAGO MARIÑO

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 361.

OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 139, No. 56.

196
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ASCENSO DE SANTANDER

Cuartel general de Angostura, 12 de agosto de 1818

Señor general de brigada, Francisco de Paula Santander

El jefe supremo en decreto de hoy ha nombrado a usted general de


brigada de los ejércitos de Venezuela, cuyo despacho tengo el honor de
incluirle; y me felicito de ser el órgano por donde se transmite a usted este
testimonio del reconocimiento de la nación a sus distinguidos servicios.
Dios guarde a usted muchos años, señor general.
El jefe del estado mayor general,
CARLOS SOUBLETTE

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914,1. 3, p. 66, de Archivo Santander, Cartas, t. 5 (sic).

OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 140-141.
Cortázar, 1964, t. 13, p. 184, No. 4552, de Boletín de la Academia Nacional de la Historia,
Caracas, No. 92, p. 634.

88

SANTANDER ES NOMBRADO GENERAL DE BRIGADA

Cuartel general de Angostura, 12 de agosto de 1818 81l

Simón Bolívar, jefe supremo de la República de Venezuela, etcétera.

Por cuanto atendiendo a los servicios y méritos del ciudadano Fran-


cisco de Paula Santander, coronel vivo y efectivo de infantería, he venido

197
en ascenderle a general de brigada de los ejércitos de Venezuela. Por
tanto, ordeno y mando a la autoridad a quien corresponda dé la orden
conveniente para que se le ponga en posesión del referido empleo,
guardándole y haciendo que se le guarden y cumplan las honras, gracias,
exenciones y preeminencias que, como a tal, le tocan; y que el intendente
del ejército o provincia donde fuere a servir haga tomar cuenta y formar
asiento de este despacho en la contaduría del Estado.
Dado, firmado de mi mano, sellado con el sello provisional de la
República, y refrendado por el secretario de la guerra.
SIMÓN BOLÍVAR

José Gabriel Pérez.


Secretario.
Hay un sello.

Cuartel general de Angostura, 12 de agosto de 1818

Vuestra excelencia eleva a general de brigada de los ejércitos de


Venezuela, al coronel vivo y efectivo de infantería ciudadano Francisco
de Paula Santander. Cúmplase lo que su excelencia manda.
El jefe del estado mayor general Carlos Soublette.
Registrado en la intendencia general del ejército y formado el asiento
necesario al folio 226 Nll 546. Nueva Guayana, 17 de agosto de 18188°.
El intendente general Francisco Antonio Zea.
Manuel Quintero.
Secretario'.
FUENTE EDITORIAL:
Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1981,1. 14, p. 174-175, No. 3148 del Archivo del
Libertador. v. 186, folio 189.
OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 139-140, No. 57.
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 65.

NOTA
1. Escrito de letra de Jacinto Marte!. El despacho está hecho en las habituales hojas

impresas, con espacios en blanco para ser llenados. La parte impresa del original se
indica, en el presente estudio, por medio de letra cursiva. La firma y la rúbrica del
Libertador son autógrafas, e igualmente las de José Gabriel Pérez, Carlos Soublette, Zea
y Manuel Quintero. (Sociedad Bolivariana de Venezuela, Op. cit.).

198
89

SANTANDER EN CASAN ARE

Guayana, 13 de agosto de 1818 8Q

Señor general Santander

Apreciado amigo, general:


El ascenso de general con que el gobierno de Venezuela ha remune-
rado los sacrificios que han marcado su vida militar en la marcha de la
libertad y de la independencia, es para mí una satisfacción tan lisonjera,
que me congratulo con la República de este suceso.
También miro su destino a Casanare como un acontecimiento que va
a hacer mudar la faz de aquellos negocios; pero de un modo que la
República sentirá muy pronto esta promoción afortunada.
El gobierno de Venezuela ha tenido un feliz acierto en confiar a usted
uno de los puntos que más influirán en la libertad y en la independencia
del sur, pero él tuvo también presentes las virtudes que en todos tiempos, y
en las más críticas circunstancias, lo han distinguido, su talento militar y
sus conocimientos políticos. En fin, yo repito que me congratulo con la
República por este suceso.
Usted cuente con mi amistad, y bajo de ella disponga como guste de
las órdenes que debe obedecer su obsecuente,

MANUEL CEDEÑO

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander. 1913, t. 1, p. 361.

OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 141, No. 59.

Cortázar, 1964, t. 4, p. 372, de Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 361.

199
90

PROSPERA CARRERA DE SANTANDER

Angostura, 14 de agosto de 1818

Señor coronel Antonio José de Sucre

Mi querido compañero y amigo:


Próximo a marchar a Casanare a mandar aquellas tropas, tengo el
gusto de comunicarlo a usted y de ofrecerle con la mayor sinceridad mis
servicios allá, o más adelante. Igualmente aunque elevadol a general de
brigada no soy para usted sino un compañero y un buen amigo. Espero
que usted me honrará con su correspondencia por medio de Soublette.
Yo iré a estar fuera del campo de la gloria mientras que usted y otros se
cubrirán de ella en esta campaña. En los desiertos de Casanare me
consolará la noticia de los triunfos de ustedes tanto más, cuanto que ellos
acelerarán la marcha del ejército libertador a la Nueva Granada y me
proporcionan el mayor placer al reunirme a mis antiguos compañeros.
Tenga usted la bondad de ofrecer al general Bermúdez mis servicios, y
de asegurarle de mis respetos. Soy de usted siempre su mejor amigo y
compañero,

FRANCISCO DE PAULA SANTANDER

FUENTE EDITORIAL:
Lecuna, Vicente, 1942, t. 1, p. 4.

OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 142, No. 60, de Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas,
t. 22, No. 87.

Cortázar, 1953, t. 1, p. 7, No. 36, de Lecuna. 1942, t. 1, p. 4.


Gaceta Histórica, p. 129-130.

NOTA
1. Estas dos palabras se adivinan por algunos rasgos. El papel está roto. La carta no tiene

dirección. Sin duda es para Sucre (Lecuna, op. cit.).

200
9J
SANTANDER A CASAN ARE

Cuartel general en Angostura, 17 de agosto de 1818 8Q

Señor coronel Juan Galea, comandante general de la provincia de Casa-


nare, o el que haga sus veces.

Informado por personas muy fidedignas de la Nueva Granada de los


progresos y ventajas que han obtenido en el Perú y en las provincias del
sur del reino, las armas independientes de Buenos Aires y Chile, cuyas
noticias se confirman por las gacetas extranjeras; y sobre todo seguro de
que los granadinos irritados hasta la desesperación por las crueldades
inauditas que han cometido en su territorio los españoles, ansían por
sacudir su yugo de hierro y sólo esperan la oportunidad de echarse sobre
sus opresores; he tenido a bien enviar a esa provincia de Casanare al
señor general de brigada Francisco de Paula Santander con un parque de
armas y municiones bien provisto de cuanto es necesario por ahora para
libertar a la Nueva Granada. En consecuencia ordeno que usted y la
división que se halla en esa provincia queden bajo las órdenes y la
disposición del general Santander, encargado de dirigir las operaciones
de ella y facultado por mí para aumentarla, organizarla y darle movi·
miento conforme a las instrucciones que ha recibido del gobierno,
tomando para esto cuantas medidas crea necesarias. Todas las autorida-
des locales de la provincia de Casanare quedan sujetas y obedecerán las
órdenes del jefe del ejército, general de brigada Francisco de Paula San-
tander.
Lo prevengo a usted para su cumplimiento, para que lo comunique a
quien corresponda.
Dios guarde a usted muchos años.

BoLlvAR

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 67.

201
OTRAS EDICIONES:
Gaceta Histórica. p. 126-127, No. 5.
Otero y Cuervo, p. 144. No. 62.

92

SUCRE CELEBRA EL ENVIO DE SANTANDER

Guayana, a 18 de agosto de 1818 8º

Señor general Santander

Mi. apreciado amigo:


Cuando yo he visto un premio que la justicia y el mérito reclamaban,
mi corazón se ha complacido altamente; y cuando esta remuneración ha
sido a un amigo a quien yo la deseaba, mi satisfacción es completa. La
enhorabuena de su ascenso a general de brigada la damos a usted mi
padre, mi hermano y yo.
Enviado usted al mando de Casanare, ningún destino puede lisonjear
más la inclinación de usted, y esta acertada elección nos promete una
organización bella en aquella provincia, rápidos progresos en nuestras
armas, y un apoyo a las operaciones del ejército. Reciba usted, pues, una
segunda enhorabuena, y los laureles por sus próximos triunfos.
No obstante la gran distancia que va a separarnos, ella no debe
interrumpir nuestra correspondencia. Un placer me hará en continuarla
frecuentemente, y yo pido que usted me favorezca con sus repetidas
comuni.caciones, sin la etiqueta de aguardar una por otra, sino con la
franqueza de la amistad, y comunicándonos los sucesos particulares y
generales que nos ocurran.
Yo espero que como he tenido el honor de ser compañero de armas de
usted en Venezuela, mereceré este título en la Nueva Granada. Usted
sabe que yo deseo rendir mis servicios a aquel país, y me congratulo con
la idea de cumplir mis anhelos. Entonces tendré el gusto de abrazar a
usted con el afecto de su más apasionado amigo,

ANTONIO JOSÉ DE SUCRE

202
Posdata: Sería ocioso decir a usted que me dejase órdenes. Yo marcho
hoya reunirme a Bermúdez.

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 362.

OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 145, No. 63.
Cortázar, 1964, t. 12, p. 249-250, No. 4304, de Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 362.

93

OPERACION SOBRE LA NUEVA GR,ANADA

Angostura, 19 de agosto de 1818 812

Al general Páez:

Informado oficialmente por las autoridades civiles y militares de la


provincia de Casanare, por cartas de personas muy respetables y fidedig-
nas, habitantes de la Nueva Granada, fechadas en los meses de junio y
julio últimos, y por la exposición verbal que me ha hecho el capitán
Uribe, comisionado cerca de mí, de la ocupación de Lima y El Callao, de
Guayaquil y Quito por las armas de Buenos Aires y Chile; de laióvasión
de Popayán y otras provincias del sur de la Nueva Granada; de que las
fuerzas españolas europeas en aquella no pasan de 200 hombres; que las
tropas criollas a su servicio están enteramente disgustadas y dispuestas a
pasarse al nuestro, luego que se presente el ejército libertador; de que las
crueldades y horrores cometidos por los españoles han irritado 'hasta la
desesperación a los granadinos, que han tomado al fin el partido de huir a
los bosques, y de formar partidas de cuerpos sueltos, que infestan y
desolan todo el territorio; de que sólo faltan allí armas y elementos de
guerra, para arrojar o destruir a los españoles de aquel suelo; de que las
partidas de guerrillas han interceptadQ la comunicación de Cartagena

203
con Santafé, e instruido también por las gacetas extranjeras de la célebre
jornada del 5 de abril de este año, en que el general San Martín en las
inmediaciones de Santiago ha destrozado un ejército español de 7.000
hombres, haciéndole 3.000 prisioneros, entre ellos 190 oficiales, lo que ha
producido la libertad absoluta del alto y bajo Perú; he determinado
aprovechar la más bella ocasión para emprender con buen suceso la
libertad de la Nueva Granada.
Con este objeto marcha el señor general de brigada Francisco de Paula
Santander, con un numeroso parque de armas, municiones y cuantos
elementos de guerra son necesarios a la provincia de Casanare, a tomar el
mando de la fuerza armada que hay en ella, ya levantar, organizar y
disciplinar una división respetable que moverá y dirigirá según las ins-
trucciones que ha recibido de mí.
He oficiado directamente al comandante general de las armas de la
provincia de Casanare, y al coronel Justo Briceño, que queden bajo las
órdenes del general del ejército de operaciones de la Nueva Granada,
Santander, y a las autoridades civiles, le auxilien con cuanto necesite,
para de este modo aprovechar el tiempo y obrar con prontitud.
La operación que intento sobre la Nueva Granada debe necesaria-
mente producir, tanto para ella como para Venezuela, incalculables
ventajas.
Morillo, en esta última, concentra sus fuerzas, llamando las de los
llanos de Caracas, donde ha abandonado a Calabozo, El Sombrero, El
Calvario y Chaguaramas, que antes ocupaba alguna infantería, según me
participa el general Saraza.
Calzada ha abandonado a Barinas y probablemente seguirá hasta el
cuartel de Morillo. Sámano concentra también sus pocas fuerzas en el
reino, por temor de las fuerzas que 10 invaden por el sur; dejando de este
modo practicable todas las entradas de aquel reino, que invadido ahora
puede darnos un ejército tan respetable que destruya a sus enemigos e
intimide a Morillo, y Venezuela lo reduzca o a evacuar a esta para volar a
contener a la Nueva Granada o 10 obligue cuando más a refugiarse alas
plazas fuertes de la costa; puesto que en Venezuela somos nosotros
infinitamente superiores en número, en toda especie de armas.
Logramos poner a Morillo en la alternativa, o de evacuar a Venezuela
para marchar sobre el reino, o de verse perdido enteramente este, sin que

204
saque otro fruto que perecer de hambre en las plazas fuertes donde se
refugie, y arruinar su nación para aumentar sus tropas, o de salir a los
llanos a buscarnos, donde infaliblemente será destruido.
La cooperación activa de vuestra señoría con cuantos auxilios estén
de su parte al ejército de Casanare, contribuirá poderosamente al plan
que me propongo.
Dios, etcétera.
BoLlvAR

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881,1. 16, p. 85.

OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 147-149, No. 65, de O'Leary, 1881,1. 16, p. 85.
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 352.

Gaceta Hist6rica, p. 127-128.

94

INSTRUCCIONES PARA SANTANDER

Ejército libertador de Venezuela. Estado mayor general, oficina ta.


Número 342. Cuartel general en Angostura, a 21 de agosto de 1818

Señor general Francisco de Pau/a Santander

Señor general: Destinado vuestra señoría por el jefe supremo a tomar


el mando del ejército de operaciones de la provincia de Casanare, organi-
zarlo, aumentar sus fuerzas, y sin embargo de que su excelencia directa-
mente le comunica las órdenes de su nombramiento y comisión, me
previene que transcriba a vuestra señoría la presente instrucción:
1Q. Luego que vuestra señoría haya tomado el mando de las fuerzas
que se le confían, será su primer cuidado y atención levantar y disciplinar
cuerpos de infantería, bajo el mismo pie y fuerza de los batallones del

205
ejército, y con este objeto el gobierno pone a disposición de vuestra
señoría las armas y municiones que en esta ocasión siguen con vuestra
señoría a Casanare, y de que le incluyo una relación.
211• Aumentará también la caballería cuanto sea posible, reuniendo
todos los recursos que el país ofrezca para el servicio de esta arma.
311• Las operaciones de un cuerpo de ejército que obra a tan gran
distancia del cuartel general en jefe no pueden ser previstas, pero será de
su cargo y responsabilidad la defensa de la provincia de Casanare.
Hostilizará los enemigos de la Nueva Granada de cuantos modos se'le
proporcionen, y aprovechará cualquiera ocasión favorable que pueda
presentársele para invadirla. Amenazada la Nueva Granada por el sur,
. según todos los informes que del mismo país se han adquirido, disgusta-
dos generalmente todos sus habitantes con el gobierno español, en
insurrección algunos de sus departamentos, descontentas sus tropas y
desconfiados sus jefes del espíritu público, la verdad de todos estos
hechos, que averiguará vuestra señoría en el momento que llegue a su
destino, el número y calidad de las tropas que vuestra señoría levante y
organice y el estado de nuestras operaciones en Venezuela, decidirán las
que vuestra señoría debe emprender sobre la Nueva Granada.
411• Se recomienda a vuestra señoría muy especialmente que, en
cuanto sea compatible con el estado de nuestro servicio militar, resta-
blezca vuestra señoría en Casanare la disciplina, tan necesaria para el
acierto de las operaciones de la guerra.
511• Independientemente de las comunicaciones que vuestra señoría
debe mantener con otros jefes, por la naturaleza de su cargo, establecerá
la más frecuente posible con el estado mayor general, adoptando los
medios que vuestra señoría encuentre más fáciles al hacer su marcha a
Casanare, y que me comunicará del tránsito mismo.
Todo lo que tengo el honor de comunicar a vuestra señoría en
cumplimiento de la referida superior orden.
Dios guarde a vuestra señoría muchos años.
Señor general.
El general de brigada, jefe de estado mayor general,

CARLOS SOUBLETTE

206
FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 363.

OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 146-147, No. 64.
Gaceta Histórica, p. 130-131.
Cortázar, 1953, t. 12, p. 185, No. 4253, de Archivo Santander, 1913,1. 1, p. 363.

95

EL ENEMIGO REDUCIDO A DIFICIL SITUACION

Estado mayor general. Boletín del ejército libertador


de Venezuela, del 21 de agosto de 1818 8º

Por la correspondencia oficial de las divisiones del ejército que obran


en las provincias de Caracas y Barcelona, tenemos un detal que presentar
al ejército de los movimientos más importantes de nuestros avanzados,
campos volantes y destacamentos.
El 11 de julio último, participa el general Saraza, que el comandante
José Jiménez, que está a la cabeza de la guerrilla del Guayabal, ha
destruido una partida enemiga comandada por Lamuñoz, a quien per-
siguió hasta el lugar de Cambao a inmediaciones de Santa Rita, causán-
dole grande estrago; con fecha del 13avisa el brigadier Morales se había
fijado en El Sombrero, y que manifestaba la intención de pasar allí el
invierno; el 28 comunica que en el sitio de Beatriz, camino de Chaguara-
mas a Orituco, el comandante Leonardo Infante destruyó completamen-
te el campo volante de Orituco al mando del capitán Rafael Oramas y de
Atanasio Villarroel, y de El Calvario mandado por el capitán Machuca.
El 25 del mismo julio el general Páez, después de anunciar el brillante
estado del ejército de su mando, participa que toda la provincia de
Barinas y toda la parte del bajo llano de Caracas lo ha cubierto de
guerrillas que triunfan de cuantos enemigos se encuentran en sus recorri-
das. Un cuerpo selecto de su caballería, de 200 hombres, acababa de hacer
una incursión sobre Torunos, batió allí una partida de 40 hombres de los

207
que muy pocos se escaparon, siguió sobre la capital de Barinas, y la ocupó
sin obstáculo, y Calzada, con una división de 1.300 hombres, se retiró
hasta Guanare; de Barinas contramarchó a este lado del Apure por el
Pagüey, donde tuvo un encuentro con el famoso capitán Pedro Garrido y
otros guerrilleros; Garrido y todos sus compañeros cayeron en nuestro
poder, y hay la circunstancia de que era temible por su valor. En Pedraza
sufrió igualmente el destacamento o guerrilla que allí había con su
comandante Nicolás Ruedas. En fin, este valiente cuerpo ha vuelto a su
campo, cargado de un botín inmenso, de multitud de caballos y de un
gran número de prisioneros, habiendo dejado toda aquella provincia sin
otros enemigos que algunas guerrillas.
El 1Q del corriente dice el general Saraza que la guerrilla que había
destinado sobre Orituco tuvo un encuentro con una partida enemiga que
destruyó completamente, resultando por nuestra parte sólo un oficial
herido; y el 8 del mismo participa que el brigadier Morales se había
retirado de El Sombrero con todas sus fuerzas en dirección al occidente y
que aún no se sabía su paradero.
También en 13 del actual comunica el general Monagas que los
campos volantes que mantiene a las inmediaciones de Aragua y del
Chaparro han causado los más grandes perjuicios al enemigo, pues que
les impiden tomar una sola res, provocan la deserción de sus tropas, que
diariamente pasan a nuestro campo, y sin cesar hacen prisioneros.
De manera que el enemigo, molestado en todas partes, sin seguridad
en ninguno de los puntos que ocupa, expuesto a diarias incursiones y
privado casi siempre de tomar ganados para la subsistencia de sus tropas,
está reducido a la más dificil y triste situación, cuando en todo el territorio
libre se disfruta de una seguridad que nadie se ha atrevido a alterar, en
términos de que un correo solo transita desde Cumanacoa hasta Chagua-
ramas sin el más pequeño riesgo.
El general en jefe del estado mayor general,

CARLOS SOlJBLETTE

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 86-88.

OTRAS EDICIONES:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 354-356, de O'Leary, 1881,1. 16, p. 86-88.

208
96
CERTIFICACION SOBRE LA CONDUCTA DE SANTANDER

Cuartel general en jefe en Angostura, a 22 de agosto de 1818

Carlos Soublette, del orden de los libertadores, general de brigada de los


ejércitos de la República, jefe del estado mayor general, etcétera.

Certifico: que en abril del año último pasado, cuando marchaba para
esta provincia el jefe supremo, con el ejército que salió de la ciudad de
Barcelona, se presentó a su excelencia el coronel Francisco de Paula
Santander, que venía del ejército de Apure, y fue desde luego incorporado
y destinado al estado mayor general en la clase de ayudante general; con
este carácter sirvió en la campaña de esta provincia, habiendo desempe-
ñado las funciones de jefe de estado mayor de la división Piar, y la de jefe
del de la línea del bajo Caroni. El 24 de septiembre del año pasado fue
promovido a subjefe del estado mayor general de la división Urdaneta,
por ser absolutamente indispensable en ella, hasta que en el mes de
noviembre se incorporó al estado mayor general, yen su plaza de subjefe
hizo la campaña de este año en los llanos de Caracas, y estuvo a la cabeza
del estado mayor general por enfermedad mía desde el20 de febrero hasta
el 15 de marzo, y por mi ausencia desde el 29 del mismo marzo hasta que
volvió a esta provincia con el jefe supremo en junio último. Se ha
encontrado en el fuerte Brion, cuando los españoles evacuaron las fortale-
zas en 3 de agosto del año pasado, y en la acción de Calabozo el 12 de
febrero del presente, de El Sombrero el 16 del mismo, de Semen el16 de
marzo, de Ortiz el 26 del mismo, y del Rincón de los Toros el 17 de abril.
En el día de batalla, en las marchas y en la oficina, su conducta ha sido la
más recomendable, y ha desplegado todo el valor, celo e integridad que se
requiere en un oficial que ocupa un puesto tan distinguido, y que justa-
mente le han granjeado la consideración y aprecio de los jefes principales
del ejército.
Ultimamente ha sido condecorado con la orden de los libertadores y
nombrado general de brigada el 21 del corriente.
El general jefe de estado mayor general,
CARLOS SOUBLETTE

209
FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 149, No. 66.

OTRAS EDICIONES:
Gaceta Histórica, p. 129.

97

RELACION DE EFECTOS DE GUERRA

Cuartel general en Angostura, a 25 de agosto de 1818 8Q

ESTADa MAYOR GENERAL. RELACION DE LOS EFECTOS DE GUERRA


QUE EL SE~OR GENERAL SANTANDER LLEVA PARA EL SERVICIO
DE LAS TROPAS DE CASANARE.

800 fusiles, 25 quintales de pólvora, 40 quintales de plomo, 10.000


piedras de chispa, una pequeña armería.
El general jefe,
CARLOS SOUBLETTE

MAS EFECTOS PARA LA GUERRA

Cuartel general en Angostura, 25 de agosto de 1818 8Q

200 fusiles y 200 agujetas, 5 quintales de pólvora, 10.000 piedras de


chispa, 300 cartucheras en sus portacartuchos.
El general jefe,
SOUBLETTE

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. ISI, No. 68.

210
98

SANTANDER, JEFE DE LA VANGUARDIA

Cuartel general de Angostura, a 25 de agosto de 1818 8Q

Simón Bolívar, jefe supremo de la República, capitán general de los


ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada, etcétera ...

Al benemérito señor general de brigada Francisco de Paula Santander:


Teniendo en consideración los méritos, servicios y aptitud de usted, he
tenido a bien conferirle el mando en jefe de la vanguardia del ejército
libertador de la Nueva Granada.
Dado, firmado de mi mano, y refrendado por el secretario de la
guerra.
SIMÓN BOLÍVAR

J. G. Pérez.
Secretario de la guerra

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 150, No. 67.

OTRAS EDICIONES:
Gaceta Histórica, p. 131-132.

99

PAEZ ACLARA SU PROCEDER

El Libertador, que desde el 24 de mayo se embarcó en San Fernando


para Guayana, se encontraba en Angostura, y no volvió a Apure hasta
principios del año 1819.
Si en Apure hubiese habido tal revolución para desconocer su autori-
dad, ¿cómo Bolívar desde que llegó a Guayana no cesó de mandarme

211
recursos de todo linaje para las tropas que estaban a mi mando? Solo esta
circunstancia es más que suficiente para confundir la falsedad con que se
produce Larrazábal en su obra al ocuparse de este hecho.
No menos injusto, Baralt dirige sus ataques al ejército de Apure,
suponiéndole revuelto contra la autoridad de Bolívar: para probarlo dice
que los disidentes apureños quisieron detener la marcha del general
Santander en Caribana, y que este pudo llegar felizmente al punto de su
destino porque sus enemigos llegaron tarde al lugar de la celada.
Voy a referir el hecho a que alude el señor Baralt, tal como sucedió,
para que cada cual le dé la importancia que merezca.
Preparado el general Santander para salir a ejercer el destino que
Bolívar le había señalado, escribió una carta al coronel Pedro Fortoul,
que se hallaba en Guasdualito, comunicándole el empleo que se le había
conferido y los recursos que llevaba para organizar un ejército en Casana-
re. Le invitaba a él y a los demás granadinos, que se hallaban en Apure, a
venir a reunírsele, y entre otras cosas decía la carta: "Es preciso que nos
reunamos en Casanare todos los granadinos para libertar nuestra patria,
y para abatir el orgullo de esos malandrines follones venezolanos".
No recuerdo de qué modo llegó esta carta a manos del coronel Miguel
Antonio Vásquez, quien la puso en las mías inmediatamente. Alarmáron-
me mucho las palabras que he citado, y mandé la carta a Bolívar,
ordenando al mismo tiempo al entonces capitán Laurencio Silva que, con
una partida de caballería, fuese a la boca del Meta a detener a Santander, a
quien escribí diciéndole que algunas noticias desfavorables que había
recibido de Casanare exigían que él se detuviera hasta que se aclarara el
asunto. Llegó Silva al lugar donde estaba Santander y le entregó la carta.
Santander se detuvo, pero me escribió, diciendo que le dejara pasar
porque si bien los realistas habían hecho incursiones e~ Casanare, no
había sido más que como una simple amenaza, pues se habían retirado
inmediatamente.
Escribióme también el Libertador, diciéndome que informado del
contenido de la carta, me autorizaba para obrar como yo creyese más
prudente. Entonces resolví dejar pasar a Santander.
Por lo dicho se comprenderá que nunca desconocí la autoridad del
jefe supremo, puesto que le informaba de cuanto llegaba a mi noticia y
esperaba siempre su decisión; y también se verá que el paso que di no fue

212
una celada tendida a Santander, sino una medida de precaución que me vi
obligado a adoptar entretanto Bolívar resolviera sobre tan grave asunto.

FUENTE EDITORIAL:
Páez, 1946, p. 170-171.

OTRAS EDICIONES:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 357-358, Archivo del general José Antonio Páez, 1946,
p. 170.

100

AMENAZA REALISTA POR EL SUR

Angostura, sábado 5 de septiembre de 1818 8Q

El jefe supremo ha nombrado al general de brigada Francisco de


Paula Santander, comandante de la vanguardia del ejército libertador de
la Nueva Granada.
Cuantos buques menores había en este puerto han salido cargados de
armas, municiones, vestuario y toda especie de elementos de guerra a
Casanare, en donde hay un cuerpo considerable de tropas y se reunirán
las demás de que ha de constar la vanguardia del expresado ejército. El
coronel Urda neta salió hace 24 días con una parte del armamento y
pertrechos, y el general Santander con varios oficiales de la Nueva Grana-
da ha salido el 26 del pasado, conduciendo el resto. Luego que lleguen
algunos buques menores empleados en el bajo Orinoco se hará nueva
remesa, a cuyo efecto se han detenido varios oficiales de aquella Re-
pública.
En solo 12 días de navegación ha llegado a este puerto una lancha de
Casanare, con pliegos del comandante del sur de aquella provincia, Juan
Nepomuceno Moreno, para el jefe supremo. Asegura en ellos que por
repetidas cartas, por avisos recibidos de diferentes partes, y por los
traficantes que llegan diariamente, no solo se confirman en general las
noticias anteriores, publicadas en nuestro número ocho, sino que se
anuncian otras aún más positivas. Parece que ya no puede quedar duda de

213
que un fuerte ejército, sea o no de Buenos Aires, y haya entrado o no por
Guayaquil, marcha sobre Santafé, y es voz general en todas las provin-
cias, que ha ocupado las de los Pastos y Popayán, extendiéndose por el
inmenso valle del Cauca hasta la ciudad de Cartago, al pie de la montaña
de Quindío, que la separa del distrito de Santafé. Es constante que el
coronel Tolrá marchó precipitadamente hacia el sur con 800 hombres,
porque hay en Casanare personas fidedignas que aseguran haberlo visto
salir. También dicen, esas mismas personas, cuyos nombres expresa el
comandante, que era un hecho de notoriedad pública que el presidente de
Quito, Montes, había llegado a Santafé poco después que el obispo de
Popayán, que como él había entrado de noche, y se mantenía oculto, o a
lo menos él creía estarlo. Nadie dudaba ya por los movimientos militares,
que todas las fuerzas realistas iban a concentrarse en Santafé; pero no
había indicio de que quisiesen hacerse allí fuertes, y los preparativos del
virrey parecían indicar el proyecto de evacuar la capital con todas las
autoridades y empleados españoles. Un rumor vago ha corrido última-
mente por las provincias confinantes con Casanare de haberse verificado.
Hay sin duda un gran fondo de verdad en estas relaciones, aunque no
sea fácil determinar precisamente cuál es.
En el estado en que se hallan las cosas y en la disposición en que la
bárbara política de Morillo había puesto los ánimos, es probable hayan
ocurrido ya sucesos decisivos, o tarden muy poco en verificarse. Si Tolrá
continuó su marcha hacia Popayán, las tropas de Cartago pueden haber
entrado sin oposición en las llanuras de Santafé; pero si advertido a
tiempo se dirigió a Quindío, en cuyos desfiladeros y puestos inexpugna-
bles podía oponer una fuerte resistencia, es de creer que el ejército
patriota siga a la provincia de Antioquia, y pase a la de Cartagena a cortar
absolutamente la comunicación de aquella plaza con la capital. La situa-
ción de los españoles en tal caso sería desesperada. Pero sea lo que fuere,
la suerte de la América meridional desde el estrecho de Magallanes hasta
el istmo de Panamá parece ya decidida, y según todas las probabilidades
los españoles tendrán bien pronto que encerrarse en las plazas fuertes a
esperar, como dice un proverbio antiguo, el socorro de España.
Es de creer que el virrey del Perú haya experimentado ya la verdad de
este proverbio, recibiendo en Panamá, si ha logrado escaparse, el tardío,
miserable y aventurado auxilio que pudo por fin mandarle su gobierno,
cuando probablemente le era ya enteramente inútil.

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FUENTE EDITORIAL:
Correo del Orinoco, 1818 (9/5). Angostura.

OTRAS EDICIONES:
Otero y Cuervo, p. 151, No. 69, de Correo del Orinoco, 1818 (9/5).
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 358-359, de Correo del Orinoco, 1818 (9/5).

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SANTANDER PIDE FRANQUEZA A PAEZ

Caicará, 3 de octubre de 1818 82

Señor general José Antonio Páez

Mi querido amigo y compañero:


Tengo el mayor placer en comunicar a usted que he obtenido del jefe
supremo el nombramiento de comandante de la vanguardia del ejército
libertador de la Nueva Granada, que he de levantar y organizar en
Casanare. Van conmigo los elementos de guerra necesarios para el obje-
to, y las órdenes superiores para que todas las autoridades de aquella
provincia se pongan a mi disposición. Esta comisión ha merecido el
aplauso general de todos los jefes del ejército, y yo creo que merece
igualmente el de usted, que tanto interés ha manifestado por mi país y por
mí mismo.
Yo estoy altamente(l} satisfecho de verme en aptitud de ser ocupado en
aliviar la suerte de mis paisanos y de acallar(21 las murmuraciones de los
que han creído que no porque las circunstancias no lo han permitido, sino
por mi negligencia, he dejado de estar sirviendo a mi patria. Era muy justo
que yo, que conozco el territorio y los pueblos del reino, y que tengo allí
reputación, me empleare en conducir las primeras tropas que han de
libertarlo, y es muy justo también que la recompensa de mis trabajos y
pequeños servicios sea ponerme en el camino del honor. Esta satisfacción
en nada se disminuiría()) si usted por ahora pudiera estar presente en mi
país; pero llamado a obrar en las provincias occidentales de Venezuela, es
muy importante su presencia en ellas, en donde se formará el más

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