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Modernización

y materialismo
histórico

Sociología
General

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Teorías viejas y nuevas de la
modernización
¿Qué entendemos por modernización?
Pensar en teorías de la modernización nos invita a reflexionar acerca de
ciertos interrogantes. En primer lugar, ¿qué relación podemos establecer
entre modernidad y modernización?, ¿estamos hablando de lo mismo? ¿El
proceso de modernización es inevitable?, ¿es deseable? ¿Todo proceso de
cambio es un proceso de modernización?

Antes de avanzar, recapitularemos brevemente lo visto en el Módulo 1


acerca de la modernidad. En la primera lectura, nos hemos referido a dicha
etapa como un proceso de transformaciones sociales, políticas, económicas
y culturales que tuvo lugar en occidente a partir del siglo XVI y que alcanzó
su esplendor en los siglos XIX y XX. El desarrollo de la industria provocó un
cambio que se extendió a todas las esferas mencionadas. Las migraciones
de campesinos a espacios cercanos a las industrias, en busca de trabajo,
dieron lugar a la formación de ciudades. La sociedad tradicional se
reconfiguró bajo formas de pensamiento racional; la burocratización y la
democratización fueron rasgos distintivos de esta nueva sociedad
moderna, caracterizada también por el desarrollo del capitalismo y del
pensamiento individual. La crisis surgida a raíz de este gran cambio
despertó el interés de los pensadores, autores clásicos de la sociología, que
también desarrollamos en el Módulo 1.

Ahora bien, hablar de teorías de la modernización implica adoptar una


postura particular y más restringida en torno a la forma en la que este
proceso ha sido llevado a cabo por ciertas sociedades denominadas
subdesarrolladas (por no haber podido alcanzar un espacio en el centro de
la sociedad moderna).

En el transcurso del Módulo 3, desarrollamos lo central de la teoría de la


modernización e hicimos referencia a la estratificación global y a las
diferentes propuestas que surgieron para explicar la desigualdad entre los
países. En este cuarto módulo, nos referiremos a las teorías de la
modernización para abordar la manera en la cual explican el cambio social.

Las teorías de la modernización surgen en la etapa posterior a la Segunda


Guerra Mundial, momento en el cual el mundo queda dividido en tres: el
primer mundo, integrado por países capitalistas, desarrollados e

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industriales; el segundo mundo, socialista y en proceso de industrialización;
y el tercero, conformado por las sociedades poscoloniales y preindustriales,
entre las cuales, por supuesto, se contaban los países latinoamericanos. De
allí que a partir de los discursos circulantes de la época nos resulte tan
familiar la denominación de tercermundistas como un concepto
peyorativo.

¿Cómo conceptualizar y explicar el cambio social en


escenarios tan heterogéneos y desiguales del globo y tomar
en consideración las crecientes interacciones y la
interdependencia mutua del Primero, Segundo y Tercer
Mundos? Esto se convirtió en un verdadero desafío para los
teóricos del cambio. (Sztompka, 1993, p. 156).

Sztompka, autor cuyo texto constituye la bibliografía básica de esta unidad,


considera que las teorías de la modernización y la de la convergencia, que
se ocupan de analizar el contraste entre el primer mundo y tercer mundo y
el contraste entre el primer mundo y el segundo mundo, respectivamente,
pueden entenderse como formas de “reencarnación” (Sztompka, 1993, p.
156) de la orientación evolucionista. ¿Por qué? Porque sus aportes teóricos
están orientados a analizar e interpretar el avance de las sociedades
menos desarrolladas hacia sociedades más desarrolladas. En otras
palabras, quienes trabajan desde estas teorías se proponen analizar el
desarrollo y las causas de la ocurrencia (o no) de este.

¿Cómo se entienden los cambios sociales desde esta teoría?

Como mencionamos antes, la teoría de la modernización ha sido


desarrollada en el Módulo 3. El sesgo evolucionista de dicha teoría mengua
a medida que esta avanza a partir de las críticas que recibe. En esta
ocasión, nos enfocaremos en desarrollar el concepto de cambio desde los
presupuestos de la teoría de la modernización, considerando
especialmente las producciones iniciales de los años 50 y 60.

Los cambios sociales son unilineales e irreversibles

¿Qué significa que los cambios son unilineales? Significa que hay un único
camino a seguir para alcanzar el estado de desarrollo considerado como
deseable, y ese camino es el que han seguido los países industrializados.
Conociendo, entonces, la meta que se desea alcanzar y el camino que se
pretende seguir, entendido como el único posible, solo resta guiar a los

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países subdesarrollados y ayudarlos a “seguir los mismos peldaños”
(Sztompka, 1993, p. 157) que los países tomados como referencia.

Desde este enfoque, el desarrollo se entiende como un cambio inevitable,


irreversible, mediante el cual las sociedades se mueven hacia la
modernidad, la cual, según los sociólogos, se evidencia en las
características de las sociedades democráticas, industrializadas y
capitalistas de occidente.

Los cambios sociales son graduales y deseables


De acuerdo con los autores enmarcados en la teoría de la modernidad, los
cambios no ocurren de manera abrupta (como podía analizarse, por
ejemplo, desde una postura marxista, la revolución); por el contrario, los
cambios ocurren de manera gradual, incremental y pacífica. Por ello, estos
pensadores proponían ciertos estadios insoslayables por los cuales las
sociedades debían pasar para alcanzar su desarrollo. El cambio se daría,
entonces, en una secuencia regular de estadios y a partir de un
movimiento endógeno.

Dada la raíz evolucionista de estas teorías, el cambio se explica en términos


de causación inmanente (es decir que la causa que motiva el cambio está
dentro de la sociedad misma), de diferenciación estructural y de gradación
adaptativa.

Así, los adeptos a esta postura entendían que el proceso de modernización


daría lugar a una mejora universal de la vida social, por lo cual el cambio
hacia la modernización era considerado como necesario, además de
irreversible, endógeno, y beneficioso. Sin embargo, más adelante en el
tiempo, empezaron a ver el proceso de modernización ya no como
irreversible e inevitable, o como un proceso evolutivo autosostenido, sino
como una forma de emulación de los países subdesarrollados en relación
con los desarrollados, emulación que debía estimularse mediante los
andamiajes necesarios:

Los diferentes países deberían atravesar una sucesión de


cinco fases, casi homogéneas, de desarrollo endógeno hasta
converger en patrones culturales e institucionales que serían
perfectamente homologables con los modelos
“occidentales”. De esta suerte, la empatía colectiva de la
nueva comunidad moderna sería posible gracias a la
similitud que se alcanzase entre los indicadores de
industrialización, salud, urbanización, educación, democracia

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y comunicación de masas que, en definitiva, acabarían por
transformar el tipo de expectativas del sujeto individual
tradicional y, a la postre, su estructura mental. (Almaraz
Pestana, 2012, p. 751).

¿Cuál es, entonces, el motor de cambio para las teorías


de la modernización?
Como ya indicamos, dependiendo de si hablamos de las primeras líneas de
trabajo o de las propuestas posteriores, el cambio se entiende como más o
menos autosostenido.

Según las primeras teorías de corte evolucionista, se entiende que un


cambio hacia el desarrollo es inherente a la sociedad y se da de manera
inevitable si no es obstaculizado. Desde una postura darwinista, este
cambio puede darse de manera muy lenta, y se asume la existencia de
sociedades más adaptadas que otras; por lo tanto, el desarrollo debería, en
este caso, ser movilizado desde arriba, a partir de una toma de conciencia
por parte de las sociedades más avanzadas acerca de las limitaciones de las
subdesarrolladas. Pero también podría movilizarse el cambio a partir de un
efecto demostrativo, facilitando el hecho de que las sociedades menos
desarrolladas experimenten los beneficios del desarrollo mediante, por
ejemplo, el turismo, los filmes, etcétera. En este caso, las sociedades
desarrolladas desencadenarían el potencial modernizador de la sociedad
(Sztompka, 1993).

Finalmente, la tecnología resulta un motor de movimiento hacia la


modernización. A partir de los descubrimientos e innovaciones, se modifica
la forma de organización social, de vida política, de patrones culturales y de
vida cotidiana. Por esto, la adopción global de tecnologías semejantes
implica la homogeneización cultural de las sociedades. El argumento
central de esta propuesta radica en que la ascendencia de tecnologías
modernas tarde o temprano provoca la similitud e incluso la uniformidad
de las distintas sociedades, y elimina las diferencias locales.

Las tecnologías de comunicación, por ejemplo, han modificado el modo de


vida de manera contundente, generando pautas laborales y de
intercomunicación bastante semejantes en países diversos. Sin embargo,
no se puede hablar de modernización por la sola incorporación de dichas
tecnologías, así como no se puede afirmar que la apropiación de estas
prácticas laborales y comunicacionales modernas sea el indicador de
beneficios significativos para la calidad de vida de los países
subdesarrollados.

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Figura 1: Call center en sociedades musulmanas

Fuente: Farhat, 2014 http://goo.gl/HthJDV

La crítica de la idea de modernización


Según Sztompka (1993), la teoría de la modernización ha sido criticada
tanto desde el punto de vista empírico como teórico. Empíricamente, se la
ha criticado por ser contraria a la evidencia histórica. Es decir, basta con
observar la realidad de los países denominados desarrollados para
comprobar que el cambio hacia el desarrollo inevitable del cual hablaban
los teóricos de la teoría de la modernización no ocurrió; por el contrario, la
pobreza es cada vez más implacable, la brecha de desigualdad es mayor y
los rasgos culturales completamente lejanos a la idea de modernización
(como el fundamentalismo religioso, por ejemplo) no dejan de emerger.

Los intentos de movilizar la modernización, de visibilizados en acciones


financieras y en intervenciones de todo tipo parecen ser completamente
improductivos. Más aún, las sociedades que alcanzan cierto grado de
modernización presentan también problemas que lejos están de
constituirse en ese “mundo mejor” que esperaban los representantes de
esta teoría. La modernización acarrea el debilitamiento de las instituciones
tradicionales y, con ello, efectos secundarios tales como la desorganización
social, la anomia y la delincuencia.

En cuanto a las críticas teóricas, los presupuestos evolucionistas fueron


considerados inaceptables (Sztompka, 1993), así como la visión unilineal
que explicaba el desarrollo solo a partir de causas endógenas. Los críticos
de esta teoría consideraron inviable una teoría que no pudiera incluir

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variables exógenas tales como la guerra, la dominación colonial o las
relaciones internacionales para explicar el cambio de las sociedades.

En otras palabras, la postura crítica complejiza la mirada sobre el cambio y


hace comprensible, entre otras cuestiones, que en sociedades tradicionales
pueden observarse rasgos beneficiosos, que la modernización acarrea
efectos secundarios que poco tienen que ver con la mejora de la condición
humana, que los recorridos hacia la modernización difieren ampliamente
de sociedad en sociedad y que la concepción occidentalista de los fines de
la modernización (que toma como países de referencia a los Estados nación
europeos) es profundamente etnocéntrica.

En la próxima lectura retomaremos esta crítica hacia la postura


eurocéntrica no solo respecto de la teoría de la modernización, sino de
múltiples constructos teóricos desde los cuales hemos aprendido a ver el
mundo.

Las diferentes vertientes principales del pensamiento que ha


sido históricamente hegemónico sobre y desde América
Latina pueden ser caracterizadas como colonial-
eurocéntricas. Existe una continuidad básica desde las
Crónicas de Indias, el pensamiento liberal de la
independencia, el positivismo y el pensamiento conservador
del siglo XIX, la sociología de la modernización, el
desarrollismo en sus diversas versiones durante el siglo XX,
el neoliberalismo y las disciplinas académicas
institucionalizadas en las universidades del continente. Más
allá de la diversidad de sus orientaciones y de sus variados
contextos históricos, es posible identificar en estas
corrientes hegemónicas un sustrato colonial que se expresa
en la lectura de estas sociedades a partir de la cosmovisión
europea, y en su propósito de transformarlas a imagen y
semejanza de las sociedades del Norte, que en sucesivos
momentos históricos han servido de modelo a imitar.
(Lander, 2006, p. 210).

Los diez puntos que caracterizan a las nuevas teorías


de la modernización
Sztompka (1993) advierte acerca de la necesidad de repensar el concepto
de modernidad y las teorías de la modernización. El autor resume el debate
actual sobre estas teorías en diez puntos que sintetizaremos en el siguiente
cuadro:

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Tabla 1: Diez puntos que caracterizan a las nuevas teorías de la
modernización

1. En cuanto al Ya no se considera que el motor de cambio esté


motor de cambio constituido por las élites que intentan movilizar a
las masas en pos de la modernización; por el
contrario, se entiende que son los movimientos
sociales espontáneos los que agencian las
transformaciones.
2. En cuanto a los Se entiende que la población no es resistente a la
factores motivantes modernización, sino todo lo contrario: que está
expectante de los beneficios adquiridos por esta.

3. En cuanto a las Se reconoce el papel de factores exógenos, como el


fuerzas exógenas equilibrio geopolítico y la disponibilidad de apoyo
financiero, entre otros.

4. En cuanto al Se entiende que el modelo occidental de


modelo occidental modernización no es necesariamente el mejor ni es
exportable a otras sociedades.

5. En cuanto al Se entiende que el proceso de modernización no es


tiempo uniforme, sino que adopta diversas formas y
tiempos dependiendo del área o campo de la vida
social.
6. En cuanto a los Se adopta una postura menos optimista,
beneficios que poniendo especial atención a los retrocesos y
ofrece rupturas de la modernización.

7. En cuanto a los Se descarta la exclusividad de la preocupación por


valores el crecimiento económico y se presta más atención
a los valores humanos.

8. En cuanto a los Se descartan dichos prejuicios y se entiende que las


prejuicios anti- tradiciones autóctonas pueden esconder
tradicionalistas importantes temas en favor de la modernización.

9. En cuanto a las Se plantea el debate acerca de cómo incluir (o


sociedades descartar) grandes industrias de propiedad
postcomunistas estatal heredadas, caracterizadas como
premodernas y con escaso desarrollo tecnológico.
10. En cuanto a la Se plantea la dificultad de seguir abogando por
idea de el desarrollo en pos de la modernidad en el
“modernidad marco de una aguda conciencia acerca de los
triunfante” efectos colaterales de esta.

Fuente: elaboración propia.

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El cambio desde el materialismo histórico
La concepción materialista de la historia se encuentra presente en los
trabajos de Karl Marx, Friedrich Engels y sus seguidores. Esta encuentra
también sus raíces en el evolucionismo, puesto que los autores hablan de
una historia como proceso natural, cuyas leyes deben ser comprendidas
para poder luego intervenir en su curso.

Los rasgos evolucionistas de las propuestas de Marx se observan en los


siguientes postulados: por una parte, Marx creía firmemente en el
progreso y compartía el optimismo de los evolucionistas; por otra parte,
entendía que el mecanismo de cambio era inherente a las sociedades, es
decir, que los cambios se generaban desde adentro; finalmente, como los
Te recomendamos ver evolucionistas, explicaba los cambios históricos a partir de estadios.
ahora el video
temático de este Sin embargo, la propuesta de Marx complejiza significativamente el
módulo, denominado fundamento desde el cual emerge. El aporte realizado por este autor para
Filosofía y praxis: la
dialéctica en el comprender la lógica de funcionamiento de las sociedades y su dinámica
pensamiento de Marx. de cambio es original y profuso. Sztompka (1993) propone comprender la
teoría de Marx a partir de la metáfora de los escalones. ¿Qué significa
esto? Se trata de entender que la propuesta de Marx no se reduce a
enfocarse en un aspecto particular de la sociedad, sino que ofrece una
mirada compleja y multidimensional de aspectos generales y particulares
de las sociedades analizadas.

¿Por qué materialismo?

Cuando hablamos de materialismo, planteamos una oposición al idealismo


hegeliano, del cual Marx parte para explicar su concepción del mundo.
Marx retoma de la propuesta de Hegel la forma dialéctica de entender el
mundo. A riesgo de simplificar en demasía, podemos señalar que Hegel
ofrece una postura filosófica en la cual la pregunta central radica en torno
a cómo se genera el saber absoluto, y la respuesta que brinda reside en la
dialéctica del espíritu. Mostrar el origen del saber absoluto lleva a Hegel a
desarrollar su Fenomenología del Espíritu (Geist), publicada por primera
vez en 1807. En este texto teoriza acerca de los diferentes estadios que
atraviesa el saber hasta convertirse en saber absoluto. Lo particular de la
propuesta de Hegel es que la forma de pasar de un estadio a otro no es
lineal, sino dialéctica.

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¿Y qué es la dialéctica?

Se entiende la dialéctica como la unión y la superación de los contrarios. El


pensamiento aristotélico, la lógica tradicional, se asienta sobre el principio
de la no contradicción; es decir, resulta imposible afirmar y negar una cosa
al mismo tiempo. Por ejemplo: resultaría imposible decir “estoy contento y
no estoy contento” al mismo tiempo. Por el contrario, la lógica dialéctica
no solo que permite esta contradicción, sino que además la resuelve a
partir de la síntesis, de la cual se obtiene un conocimiento nuevo. De esta
manera, hay una afirmación, la oposición a esta afirmación y la nueva
afirmación que resuelve y supera la contradicción. En términos dialécticos,
hablamos de una tesis, su antítesis y la síntesis final.

Un ejemplo muy simple: si observamos una obra de arte, podemos decir


que “es bella” (lo cual constituiría la tesis). Pero el pensamiento dialéctico
nos exige la negación de esta tesis: “no es bella”, porque su belleza solo se
registra en función de ciertos parámetros que pueden ser solo nuestros y
no compartidos por el resto del mundo (esto constituiría la antítesis).
Finalmente, diremos que es bella y no es bella: es bella para nosotros, pero
no para todo el mundo (esto constituiría la síntesis).

Marx reescribe la dialéctica en términos materiales, es decir, referenciando


al mundo de manera objetiva, tal como existe, incluyendo la naturaleza, la
sociedad y los individuos (Sztompka, 1993). Según la perspectiva de Marx,
la historia es la secuencia de cambios de la sociedad humana, no ya la
trayectoria del espíritu (Geist). En otras palabras, Marx toma la dialéctica
del reino de la filosofía, pero la aplica al mundo de las relaciones sociales
que existen en el mundo material.

Pensar el mundo material de manera dialéctica es lo que hace de la obra de


Marx un trabajo original, ambicioso y trascendente. Como pensador
dialéctico, adoptará una perspectiva relacional del mundo social, es decir
que nunca se centrará en una sola unidad. Se interesará por la relación de
los fenómenos sociales del mundo observado y los fenómenos sociales
pasados y futuros. Contemplará en su análisis tanto a los actores
involucrados como las estructuras, y afirmará que las influencias sociales
nunca se dan en una sola dirección.

¿Cuál es el motor de cambio?

Retomando el tema que nos ocupa en esta lectura, intentaremos dar


respuesta a la pregunta acerca de cuál es el motor de cambio social a partir
de esta postura teórica. En primer lugar, y dada la forma dialéctica de
entender el mundo, el origen del cambio estaría en la contradicción. En el

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mundo material, esta contradicción podría observarse en el conflicto de
intereses que se da entre una clase y otra. Así, en los distintos momentos
históricos que Marx analiza, se registran conflictos entre clases que,
llevados al extremo, dan lugar al quiebre del sistema tal como está y a la
constitución de uno nuevo. De este modo, los diferentes sistemas dan
cuenta de luchas de intereses entre clases: amos y esclavos, señores y
siervos, burguesía y proletariado.

En segundo lugar, como ya indicamos al principio, dada su raíz


evolucionista, el motor de cambio se entiende como endógeno con
respecto a la sociedad. En palabras simples, podríamos decir que resultaría
natural que el conflicto se exacerbe al punto de romper con el sistema y
dar lugar a otro sistema. Así como Hegel manifestaba que el espiral de
contradicciones entre conocimientos permitiría afirmar un saber supremo,
Marx, en términos materialistas, afirmaba que la lucha de clases y el
conflicto entre estas resuelto una y otra vez en un nuevo modo de
producción darían lugar, finalmente, y mediante la revolución, al
comunismo, es decir, a un sistema sin clases en donde el conflicto se
resolvería definitivamente.

La metáfora de los escalones

Sztompka (1993) realiza un análisis de la teoría de Marx e indica que esta


debe comprenderse como una mirada de la sociedad desde distintos
niveles. Cada escalón representa un nivel, y atravesar los escalones en una
u otra dirección implica comprender a la sociedad desde lo individual hacia
lo colectivo, y a la inversa; desde lo empírico hacia lo abstracto, y a la
inversa. Allí radica, de acuerdo con el autor, la complejidad de la propuesta
de Marx.

Por ejemplo, la afirmación general acerca de la inevitable


autodestrucción del capitalismo es dotada de cuerpo
empírico mediante el mecanismo de la pauperización
relativa y de la movilización de la clase trabajadora, que
ocasionalmente puede estallar en revolución
anticapitalista... Pero, a cambio, las razones por las que
surgen las clases y por las que luchan con otras clases sólo
pueden encontrarse en el nivel inferior, en la teoría de los
individuos y sus acciones, que adscribe a los seres humanos
determinadas propensiones, «poderes» y aspiraciones, y
explica por qué, al enfrentarse a la alienación y a la escasez,
se movilizan rápidamente en favor de la acción
revolucionaria. Si invertimos el orden de abajo arriba, de

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nuevo veremos tres escalones: los esfuerzos emancipatorios
de los individuos alienados los acercan a aquellos con
parecidos intereses económicos y dan como resultado la
emergencia de las clases. La evolución de las luchas entre
clases culmina en la revolución. (Sztompka, 1993, p. 188).

La imagen con la que ilustraremos este apartado pertenece a la película


Tiempos Modernos, cuyo fragmento hemos visto en el Módulo 1. La fuerza
de esta imagen radica en que permite simplificar la reflexión marxista en
torno al hombre deshumanizado, convertido en un engranaje, no
consciente del producto de su trabajo, anulado en su creatividad y en su
reflexión.

Figura 2: Fragmento de la película Tiempos modernos

Fuente: Segura, 2014, http://goo.gl/4JcBLB

El cambio definitivo para Marx estaría dado por la revolución, la cual


permitiría abolir la propiedad privada y, de esta manera, construir una
sociedad sin clases. Sin embargo, dicha revolución solo sería posible a
partir de que el proletariado tomara conciencia de su condición de clase,
de su opresión.

Si bien Marx afirmaba que la opresión misma daría lugar a la revolución, es


decir, que esta sería inevitable, consideraba que el trabajo político era
indispensable para que la mencionada conciencia de clase fuera posible.

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La revolución

También la revolución puede ser entendida desde diferentes niveles de


análisis. El abordaje que nos ofrece Sztompka (2003) nos permite analizar
la revolución desde el nivel histórico-mundial, desde el nivel
socioestructural y desde el nivel de la acción (es decir, desde lo más
general hacia lo más particular). Así, en el nivel histórico-mundial, las
revoluciones significan transformaciones de toda la formación
socioeconómica; mientras que en el nivel socioestructural, las revoluciones
implican el reemplazo de la clase dirigente por la clase contendiente;
finalmente, en el nivel de la acción individual la revolución se refiere a las
acciones masivas, colectivas, en las que los intereses, primordialmente
económicos, de algunas personas prevalecen sobre los de otras. En
definitiva, también el mecanismo de cambio es material y no ideológico.

Como podemos observar, a pesar de abogar por un trabajo político en pos


de la conciencia de clase, Marx no nos habla de un cambio ideológico.
¿Cómo podría pensar en un cambio ideológico entendiendo que la
conciencia del ser está condicionada por su posición en la estructura
económica?

Si bien los cambios sociales implican modificaciones tanto en las relaciones


materiales como en las relaciones ideológicas, Marx afirma que, para que
exista un cambio revolucionario, deben producirse modificaciones en la
estructura material de la sociedad. (Revisa estos conceptos en la primera
lectura). Así, el conflicto llega a su límite cuando el desarrollo de las fuerzas
productivas entra en contradicción con las relaciones de producción. Por
ejemplo, los intereses del proletariado (entendido como fuerza de
producción) entran en contradicción con la relación de producción
específica del modo de producción analizado (la propiedad privada). Esto
acrecienta el conflicto de manera inevitable y da lugar a la revolución, que
es una revolución por la fuerza. Asimismo, la burguesía, a partir de la
explotación ejercida, acrecienta este conflicto asegurándose su propia
caída.

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Figura 3: Representación caricaturesca de la burguesía

Fuente: Izquierda Socialista de Málaga, 2014, http://goo.gl/yvln4u

La concepción de futuro
El futuro para Marx implicaba la emergencia del comunismo, el que sería
posible a partir de la abolición de la propiedad privada y la disolución del
Estado. Esto implicaba, a nivel socioestructural, el establecimiento de una
sociedad sin clases, y a nivel individual…

la completa desalienación de los miembros de la sociedad,


esto es, el logro de la libertad completa: la libertad negativa
de todas las constricciones estructurales, y la libertad
positiva para modelar la organización social y sus
instituciones de acuerdo con la propia voluntad. (Sztompka,
1993, p. 188).

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Figura 4: Carta a Joseph Wydemeyer

Fuente: Marx y Engels, 1852, http://goo.gl/8hnCvU

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Referencias
Almaraz Pestana, J. (2012). Hacia una formulación analítica de la sociedad
mundial: de Rostow a Luhmann. Papeles Políticos, 17(2), 737-773. Bogotá, CO.

Lander, E. (2006). Marxismo, eurocentrismo y colonialismo. En A. Boron, J.


Amadeo y S. González, La teoría marxista hoy (p. 512). Buenos Aires, AR: CLACSO.

Marx, C., y Engels, F. (5 de marzo de 1852). Carta a Weydemeyer. Recuperado de


https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/

Segura, J. (24 de julio de 2014). ¿Qué es eso del Capitalismo? Recuperado de


http://lacondicionmecanica.com/que-es-eso-del-capitalismo/

Sztompka, P. (1993). Sociología del Cambio Social. Madrid, ES: Alianza.

Referencias web
Sitio The muslim times. Recuperado de
http://www.themuslimtimes.org/2012/06/countries/israel/negev-mosque-does-
double-duty

Sitio Izquierda Socialista. Recuperado de


http://izquierdasocialistamalaga.blogspot.com.ar/2011/09/quien-dijo-que-ya-no-
hay-lucha-entre.html

Villena, M. (08 de abril de 2013). Educación tradicional vs educación moderna


[Publicación en un blog]. Recuperado el 22/01/2015, de
http://mayravillena.blogspot.com.ar/

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