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Señalamiento: ese profundo hoyo del que nos está costando salir.

Jesús dijo, “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28: 19-20); pero, ¿por qué
estamos dejando de lado a ciertas almas?
Mientras pedía al Señor algún tema para traer ante ustedes, un par de cosas pasaron por mi mente,
sin embargo, ninguna me hacía estar lo suficientemente cómoda para exponerla. Así que, sin más
opción, empecé preguntando ¿Qué me gusta lo suficiente como para sentirme cómoda hablando sobre
ello? E inmediatamente, las misiones vinieron a mí como respuesta. No obstante, quería algo más,
estaba lo suficientemente convencida como para saber que había un tema en concreto que debía ser
tratado, y entonces lo supe, y busqué una confirmación que fue respondida.

Las misiones han sido definidas más de una vez en nuestra congregación; sabemos que están hechas
de las manos de quienes dan, las rodillas de quienes oran y los pies que van, pero también sabemos que
no necesariamente tenemos que ir a otro continente, otro país, otra cultura, para predicar el Evangelio
de Nuestro Señor Jesucristo, y que hay suficientes almas a nuestro alrededor que necesitan de Él. Ahora,
¿Ha hecho Dios exclusiones de personas? ¿No? ¿Entonces por qué nosotros estamos señalando al
pecador, teniendo pecados? Dios nos ha llamado a predicar su evangelio hasta lo último de Somalia, sin
embargo, siento que cada vez son más las personas que mueren sin Cristo por nuestra causa, por
señalar a quién no debe ser señalado.

Mi tema en concreto, son aquellas personas que un día han despertado sabiendo que no serían igual
que antes, y que, van a ser juzgados por la sociedad mucho más de lo que normalmente fueron
juzgados, que los discriminarán, los tratarán como inútiles y seres que no pueden ser escuchados, y que,
sin remedio alguno, no tienen más que refugiarse en su nueva manera de vivir, y con todo esto, me
refiero a todas aquellas personas con orientaciones sexuales diferentes; homosexuales, lesbianas,
bisexuales: todos delante de Dios comprenden una misma cosa: almas sedientes de Él, de conocer sus
mandamientos.

Pensemos esto por algún momento, ¿De qué tamaño valorará Dios nuestros pecados? ¿Acaso mentir
es un pecado más pequeño que el fornicar? ¿Acaso robar es menor que matar? Absolutamente todos los
pecados, tienen el mismo valor delante de Dios, ninguno es mayor o menor delante de sus ojos;
entonces, siendo pecadores ¿Por qué acusamos a quién también comete pecados, en vez de enseñarle
del amor de Cristo, y guiarlos a la salvación?

–1era de Juan capítulo dos versículo uno al seis.

Realmente el amor de Cristo será perfeccionado en nosotros una vez hayamos cumplidos sus
mandamientos, y no sólo se trata de aquellos diez que encontramos en Éxodos capítulo veinte del uno
al diecisiete, si no, todos aquellos que se nos han dejado escrito a través de toda la biblia. Uno de ellos,
y que todos conocemos, es amar al prójimo; no al pecado, pero si al pecador. ¿Por qué? ¿Por qué amar a
una persona que está yendo contra los principios de Dios? ¿Por qué amar a alguien que ha desafiado el
orden que Dios tenía entre hombres y mujeres? Es simple, la respuesta está en si tenemos o no el amor
de Dios sobre nosotros, y que, sin importar su orientación sexual, estamos pensando que Dios hará
grandes cambios sobre esa persona, sin importar cual haya sido su pasado.
¿Cómo sabemos cuándo estamos señalando, o haciendo distinciones a la hora de evangelizar?
Cuando sentimos empatía sobre una prostituta; un drogadicto; un alcohólico y el único sentimiento
hacia una persona homosexual es miedo/resentimiento o hasta asco a acercársele a esa persona. ¿Por
qué? Si Dios ha tenido misericordia contigo, ¿Por qué no habría de tenerla hacia esas personas? ¿Acaso
no fueron su creación, al igual que tú? ¿Acaso Jesús derramó su sangre por los heterosexuales
solamente? No, lo ha hecho por TODA la humanidad.

Es una lástima que durante toda la existencia, el humano siempre ha querido estar un paso delante
de Dios, y no lo han logrado, por eso, le han desafiado, creando diversas tendencias para confundir a
todo aquel que tiene convicciones flexibles y mentes demasiado abiertas como para dejarse engañar
con este tipo de cosas, y pensar, que ya no tienen remedio, que no pueden volver atrás. Sin embargo,
Dios es muchísimo más grande que todas esas trampas que el enemigo ha estado colocando a lo largo
de los años, y puede hacer lo imposible; hasta la persona que se considere muy homosexual, Dios puede
restaurarlo, convertirlo en un ser nuevo, con todos sus principios en orden, de acuerdo a su imagen y
semejanza.

Con todo esto, no quiero dar a entender que apoyemos la homosexualidad, si no qué, dejemos de
señalar y evadir a esas ciertas personas con diferentes ideales, y que comprendamos, que cualquiera
merece el amor de Cristo.

Luego de no haber comprendido aquello, y haber pasado a hacerlo, puede que muchos vayan en
contra de ti, pero recuerda, Pablo fue juzgado por antes de seguir los pasos del Maestro, haber
perseguido a quienes lo hacían, así que no importa lo que antes de hoy fueses hecho o dicho en contra
de aquellos con preferencias sexuales diferentes, siempre y cuando desde hoy tengas en cuenta que no
somos quienes para juzgar a quien no necesita ser juzgado, y que para eso, está Dios, quién ha
extendido su inmensa misericordia a todo aquel que quiera tomarla.

–Hechos capítulo veintidós.

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