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Suicidio e identidad

José M. a VALLS BLANCO (*)

1. PRESUPUESTOS TEORICOS origen externo, a lo largo del desarrollo se


diferencian dos vectores gracias a la refle­
Sin que sea posible un desarrollo míni­ xividad del sujeto: el self es una «gestalt»
mamente amplio de los postulados teóri­ resultante de las opiniones que atribuimos
cos que sustentan este trabajo, considero a los demás y de nuestras opiniones acer­
necesarias algunas precisiones. El suici­ ca de nosotros mismos. En la elaboración
dio, en cualquiera de sus manifestacio­ de este concepto por CASTILLA DEL PI­
nes, es abordado como un acto de con­ NO (2) se han aunado aportaciones del
ducta, en el sentido dado a este término conductismo (G. H. MEAD), de la Teoría
por CASTILLA DEL PINO: actos intenciona­ de la Comunicación (Escuela de Palo Al­
les, dependientes de la situación y de na­ to), psicoanalíticas (FREUD, JUNG, ERIK­
turaleza comunicacional (2). Para el suici­ SON, SULLlVAN, LAING, etc.), lingüísticas,
dio, pues, son pertinentes idénticos crite­ etcétera.
rios epistemológicos que para entender la Una de las indudables ventajas de este
conducta opuesta (el deseo de vivir): sólo modelo de sujeto es la posibilidad de inte­
son aceptables aspectos relacionales, in­ grar aspectos individuales y sociales en la
tra e interindividuales. En otras palabras, interpretación del suicidio. La falta de un
el deseo de morir no es una enfermedad modelo válido puede estar en la base del
(en el sentido médico del vocablo) y, por mutuo desconocimiento en que a veces
tanto, son inadecuadas para su análisis incurren sociólogos y psicólogos en sus
las teorías más o menos abiertamente bio­ abordajes de las conductas suicidas.
logicistas: desde la búsqueda de factores
hereditarios (20) hasta las explicaciones
del suicidio como resultado final de la dis­
minución de energías de vida o del 2. INTERPRETACION PSICOANALI­
aumento de energías de muerte. TICA DEL SUICIDIO
El modelo teórico del sujeto utilizado
trata de compaginar el origen social del Las primeras interpretaciones de la
mismo y la dinámica intrasubjetiva. El nú­ conducta suicida adolecieron de la falta
cleo de este modelo lo constituye el con­ de separación entre suicidio y melancolía,
cepto de identidad o self, entendido éste sin tener en cuenta que la mayor parte de
como la valoración que el sujeto hace de los suicidas no son depresivos y que sólo
sí mismo. Si bien esa valoración túvo un un 10 % de los melancólicos se suicidan.
Por su base organicista, no tendré en
(*) Prof. Ayudante de Psiquiatría. Director de la cuenta las explicaciones basadas en la lla­
Unidad Psiquiátrica de Agudos (Córdoba). mada pulsión de muerte.

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FREUD (7) plantea el suicidio como una como la posibilidad de una unión definiti­
conducta sobredeterminada por el deseo va con la figura materna (FREUD, CARMA,
de agredir a objetos externos con los que CARUSO), como realización de fantasías
el sujeto se ha identificado previamente y de omnipotencia (HENDIN), etc.
por la necesidad de autocastigo. Incluso En todas las interpretaciones, tanto si
el medio utilizado para matarse lo consi­ se trata de sujetos melancólicos como si
dera expresión de deseos inconscientes. no, el suicidio es la consecuencia de la in­
terrelación de objetos internos, lo que lo
RADO complementa en algunos aspec­
convierte, desde el punto de vista dinámi­
tos esta interpretación (12, 13, 14). Seña­
co, no en la muerte del sujeto, sino de
la el carácter reparador que puede poseer
partes del mismo. La destrucción de esos
la depresión y el suicidio, posible gracias
objetos internos es vivida como el medio
al aprendizaje de la relación «culpa-ex­
para el logro de un deseo: la obtencion de
piación-perdón». De este modo el suicidio
perdón, la reparación de un daño, el logro
se convierte en un acto masoquista, aun­
de otros objetos, etc.
que también posee aspectos narcisistas
(el sujeto «no se mata; cree en su inmor­
talidad»). Para este autor la finalidad del 3. ASPECTOS SOCIALES DEL SUI­
suicidio es obtener el perdón (de la ma­ CIDIO
dre). Por otra parte, la agresión al objeto
no es al objeto total, sino que éste es es­ Es sobradamente conocido que la pri­
cindido como consecuencia de la ambiva­ mera gran aportación al tema del suicidio
lencia, en partes «buenas» y «malas», la hizo un sociólogo, DURKHEIM, a finales
siéndole así posible «matar» las partes del siglo pasado (3). Con algunas preci­
«malas». El suicidio también puede apare­ siones ulteriores, sus conclusiones si­
cer como el castigo al objeto mediante el guen siendo válidas: en general se acepta
abandono del mismo, merced a la identi­ que el suicidio es más frecuente en áreas
dad de significados entre «haberse ido» y urbanas que en zonas rurales; la riqueza
«morir». favorece su presentación; los hombres se
FENICHEL (5), desde el punto de vista tó­ suicidan más que las mujeres y éstas lo in­
pico, considera el suicidio del depresivo tentan más que ellos; entre los varones, el
como la resultante de la relación entre un suicidio es directamente proporcional a la
Yo debilitado por la pérdida del objeto edad (el doble de suicidios a los 40 años
que trata de agraciar a un Super-Yo sádi­ que a los 20), proporción que no se da en­
co. También llama la atención sobre los tre las mujeres; los solteros y divorciados
aspectos narcisistas del suicidio, patentes se suicidan más que los casados; tener hi­
en muchas fantasías de suicidas que vi­ jos preserva del suicidio; los protestantes
ven el hecho de estar muertos o de morir tienden más al suicidio que los católicos;
como el logro de un gran placer. En la ma­ la guerra y las calamidades sociales hacen
yor parte de los suicidas no melancólicos disminuir el índice de suicidios; la prima­
no aparece la dinámica sado-masoquista; vera es la estación del año preferida para
en estos casos la dinámica puede ser va­ suicidarse, etc. Se han estudiado profe­
riada: realización de la fantasía de reu­ siones en relación con la conducta suicida
nión con una persona ya fallecida con la y, entre los médicos, por ejemplo, se sui­
que el sujeto se ha identificado previa­ cidan más los psiquiatras y los dentis­
mente (G. ZILBOORG), la posibilidad de tas (16) y menos los pediatras. El uso de
abandonar a alguien que rechazó al suici­ drogas favorece la aparición de suicidios.
da (RADO, HENDIN), como paso previo a En Canadá, por ejemplo, estudiando el
un renacimiento (HENDIN), como una con­ suicidio (junto a la cirrosis hepática y el
ducta erótica en la que la muerte se iden­ cáncer de pulmón) entre 1950 y 1976, su
tifica con el logro del orgasmo (REICH), índice entre las mujeres se aproxima al de

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los hombres en proporción similar al con­ Entre otros determinantes culturales


sumo parejo de drogas legales entre am­ me parece de interés analizar la creencia
bos sexos (9). en la inmortalidad y el llamado trabajo de
La importancia de los hallazgos socioló­ duelo. Ambos son de suma importancia
gicos ha hecho decir a un discípulo de para poder comprender el significado de
DURKHEIM, HALBWACHS, que «los suici­ suicidarse entre nosotros y, por tanto, la
dios se explican siempre por causas socia­ intencionalidad del acto suicida.
les», las cuales pueden presentarse «ora La creencia en la inmortalidad, con di­
como fuerzas colectivas propiamente di­ ferentes concepciones, está presente en
chas, como las costumbres familiares y la mayoría de las culturas y, desde luego,
religiosas, ora bajo formas de motivos in­ en la nuestra. Esta creencia (al menos en
dividuales, más o menos numerosos y re­ la inmortalidad de aquellos aspectos que
partidos de manera diferente según la ma­ nos definen como sujetos: alma, etc.) no
yor o menor complejidad de la socie­ es necesariamente de índole estrictamen­
dad» (6). Estas afirmaciones son acepta­ te religiosa, sino que forma parte, cons­
bles con alguna matización. Si bien las ciente o inconscientemente, de las fanta­
causas del suicidio son sociales, la socio­ sías de todos nosotros. Para el psicoanáli­
logía por sí sola no ha llegado hasta ahora sis, la fuente de tales fantasías es la ine­
a un modelo de análisis acabado. De casi xistencia de la idea de muerte en lo in­
todas las proporciones anteriores existen consciente. La importancia de estas fanta­
excepciones inexplicadas. Así, Austria es sías inconscientes de inmortalidad, sobre
un país católico con un alto índice de sui­ todo entre los suicidas, fue destacada por
cidios; Suecia y Dinamarca tienen tres ve­ ZILBOORG. Entre otros, HENDIN encontró
ces más suicidios que Noruega y sus con­ tales fantasías en la mayor parte de los
diciones sociales son similares, etc. suicidas tan escasamente religiosos como
Este problema no es exclusivo del suici­ los escandinavos. CASTILLA DEL PINO ha
dio, se presenta en todas las manifesta­ descrito la frecuencia de un teismo incon~
ciones de tensión social: delincuencia, creta en los depresivos con tendencias
drogodependencias, neurosis, etc. Toda­ suicidas. Una manifestación frecuente de
vía hoy sigue siendo necesario un esfuer­ tales fantasías son los sueños, en los que
zo para aproximar la psicología y la socio­ la muerte constituye un estado compati­
logía y dilucidar cómo cada individuo con­ ble con la vida. También en algunas res­
creto integra las diferentes instituciones y puestas a los tests proyectivos se adivina
la cultura de su grupo: La conducta ha de fácilmente la existencia de tales fantasías
ser interpretada en ese contexto. HENDIN, (como ejemplo puede servir la siguiente
al estudiar con un criterio similar el suici­ respuesta a la lámina 15 del T.A.T.: «Pa­
dio en los países escandinavos, concluyó rece una especie de juez ... que está re­
que, «en general, el paciente suicida re­ prochándole a alguien la causa de la
sultó corresponder a un tipo distinto en muerte que ha tenido ... pero parece ser
cada uno de los tres países escandinavos. que la otra persona, la que está enterrada,
Diferencias que reflejaban actitudes cul­ no se arrepiente de ella y por eso está tan
turales y problemas psicológicos profun­ enfadado, porque no consigue del otro
damente diversos (... ) tanto los pacientes que se retracte de que fue bueno morir­
suicidas como los que no lo son reflejan se ... »). Los enterramientos y su ritual son
las presiones que se ejercen sobre todos y también expresión de la creencia en la in­
cada uno en la sociedad, sucumban ante mortalidad que, como veremos después,
ellas o no los sujetos individualmente». El tiene una base real puesto que la imagen
análisis individual o del pequeño grupo, del muerto (su identidad) permanece en el
por tanto, puede permitir aislar variables recuerdo de los vivos. Estas fantasías,
sociológicas que enriquezcan los análisis compartidas con mayor o meno'r certi­
sociales. dumbre (lo que en el lenguaje se puede

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traducir en mayor o menor seriedad: chis­ una relación de objetos internos (imáge­
tes, alusiones jocosas, etc.) van a jugar nes todos ellos de objetos externos con
un papel decisivo en el suicida y en los los que se mantiene una dinámica de
que le rodean, condicionando su conduc­ identificación-proyección). De este mo­
ta posterior al suicidio. do, por ejemplo, la depresión puede ser
No es posible ahora un tratamiento ex­ entendida como la consecuencia de una
haustivo de las conductas que acompa­ crisis de identidad acaecida tras una pér­
ñan al duelo ni de su interpretación psi­ dida o un fracaso. Pero la melancolía es
coanalítica. Sí considero necesario re­ una conducta y, por tanto, una relación
cordar la importancia que M. KLEIN (10) encaminada a recuperar la identidad per­
concedió a la idealización en todo el pro­ dida o no alcanzada: necesita ser amado,
ceso. La ambivalencia hacia el objeto para lo cual se humilla (2). El suicidio sur­
perdido se resuelve, entre otros dinamis­ ge en este contexto y frecuentemente
mos, mediante la escisión del objeto en cuando la inhibición empieza a ceder, es
partes «buenas» que lo convierten en ob­ decir, cuando reanuda sus relaciones con
jeto ideal y en partes «malas» que, sepa­ objetos externos. En este momento se le
radas del objeto, son vividas como perse­ hace más accesible al sujeto el fracaso de
cutorias. En otras palabras, el difunto es su búsqueda de una nueva identidad y el
despojado de sus connotaciones negati­ suicidio se constituye en un intento de
vas que son vividas de forma paranoide restitución de la autoestima.
corpo culpa por parte del doliente. De es­
Esta restitución es imaginable gracias a
ta forma se «hace realidad» la inmortali­
la creencia en la inmortalidad, que posee
dad fantaseada y, además, se consigue,
una cierta base real puesto que la <<ima­
merced a la idealización, una identidad
gen» del suicida permanece entre los que
«revalorizada». Más adelante me exten­
lo conbcían. Pero el suicida no desea sal­
deré sobre las características del duelo
var todo de sí, sólo sus partes «buenas»:
por el su icida.
lo inmortal ha de ser un self fantaseado y
no logrado (o su self perdido). La estruc­
tura cultural que permite conseguir y pre­
4. SUICIDIO E IDENTIDAD servar esa identidad es el trabajo de duelo
y la idealización que conlleva. La idealiza­
El concepto de identidad, como he se­ ción, como he señalado antes, comporta
ñalado, es un modelo teórico adecuado una escisión entre partes «buenas» y
para integrar datos sociológicos y psicoló­ «malas» y una paranoidización.
gicos. En este modelo la finalidad última El duelo por los suicidas contradice las
de la conducta no se interpreta en el sen­ condenas morales al suicidio y la catalo­
tido de logro de placer consecuente a la gación del suj~tQ c9mo cobarde, peca:
descarga de una pulsión, tal como postu­ dor, etc. Este tipo de condenas son más
la el psicoanálisis clásico. Su finalidad se frecuentes en personas ajenas al mundo
interpreta como el logro y/o manteni­ del suicida (15). Para los que han mante­
miento de una determinada identidad. Este nido relaciones significativas con el muer­
concepto está próximo a la Teoría de las to la culpabilización suele ser la norma y la
Relaciones Objetales que, tras las aporta­ exculpación toma, por lo general, uno de
ciones de FAIRBAIRN, considera el placer estos tres caminos: 1) El suicida ha sido
como el correlato al logro de objetos (4). víctima de alguien, al que se instituye en
Por lo tanto, las interpretaciones psi­ «chivo expiatorio» en compensación a la
coanalíticas han de ser traducidas a térmi­ sobrevaloración del suicida; en este caso
nos de búsqueda o defensa de una identi­ el logro para este último ha sido doble: lo­
dad. Ambas exigen una relación que, en grar una identidad que de otro modo no
última instancia, se puede concretar en hubiese alcanzado y agredir a objetos

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causantes de su frustración (la margina­ figuras interiorizadas. En todo caso, el


ción en que queda a veces el «chivo ex­ du~lo del otro es fantaseado por el suici­
piatorio» puede resultar insuperable en da, y el logro esperado tiene matices indi­
toda una vida. 2) El suicida no es respon­ viduales: unas veces se fantasea más con
sable, el suicidio ha sido el síntoma de la culpabilización que va a inducir y otras
una enfermedad; tratar al suicida como con la idealización.
un enfermo permite que todas las conno­ La necesidad del suicidio, del mismo
taciones negativas que se le atribuyeron modo que su finalidad, hay que planteár­
en vida sean ahora consideradas como sela desde el mundo del suicida. Unas ve­
síntomas de su «locura». 3) El suicida es ces la crisis de identidad se ha consuma­
una víctima de las circunstancias, la res­ do, partiendo el sujeto de una situación
ponsabilidad es colectiva (<<todos somos depresiva. Otras veces la crisis de identi­
culpables»). dad es previsible o temida por el sujeto;
En cualquiera de los tres casos la identi­ en este caso el suicida pretende mantener
dad del suicida queda restaurada, confi­ un self amenazado seriamente desde su
riéndole los que le rodean connotaciones punto de vista. No debe olvidarse que la
que difícilmente conseguiría caso de con­ crisis es valorada por el sujeto, lo que ex­
tinuar vivo. De esta forma, el suicidio plica suicidios por causas «banales» para
puede ser interpretado de forma similar a el observador, como ocurre a veces con
como interpreta SZASZ la histeria (18), es los suicidios infantiles. Para el suicida, la
decir, como un intento de gozar de los be­ situación (presente o futura) es vivida co­
neficios que nuestra cultura ofrece a los mo aniquiladora de sus signos de identi­
muertos, del mismo modo que el histérico dad más preciados. El suicidio es la ma­
se plantea gozar de los beneficios de los niobra diseñada para evitarlo. «No es evi­
enfermos. Resulta significativo cómo se dente, ni necesario, que el suicida "no va­
ha defendido la sociedad del suicidio: al lore su propia vida", sino que quizá ya no
suicida se intenta separarlo del resto de pueda desear vivirla como debe y prefiera
los muertos y evitar su idealización, tra­ valorarla un poco más terminando con
tándolo como «pecador», etc. Esta defen­ ella» (Th. SZASZ) (19).
sa no es exclusiva de la ideología cristia­ El p{Jpel de la fantasía en el suicidio es
na, ya la recomendaba PLATÓN (6). La de importancia fundamental. De una par­
consideración del suicidio como una en­ te porque las fantasías de suicidio prece­
fermedad es una complicidad del médico den siempre a los actos suicidas (11) y de
con la subversión de los patrones cultura­ otra porque la elaboración fantástica es la
les que pretende el suicida. Cuando la que da significado al suicidio. Esta elabo­
idealización no es completa, los dolientes ración tiene una duración consciente muy
expresan claramente su agresividad hacia variable, desde intentos o suicidios que
el muerto como secundaria al chantaje de aparecen en «corto-circuito» hasta los
que son objeto. que han pasado años entre que aparece la
El logro de identidad a través del suici­ fantasía y se llega al suicidio.
dio ha de ser entendido desde el punto de El tema del suicidio en las fantasías se
vista del suicida. La conducta suicida es presenta con las mismas características
consecuencia de una dinámica interna, en que cualquier otro tema. A veces son rei­
la que los objetos externos juegan un pa­ teradas y vividas con un carácter lúdico
pel variable en cada caso. A veces la figu­ (es el caso, por ejemplo, de un joven de
ra significativa, a la que va dirigido el sui­ 19 años que consulta por sus dificultades
cidio, está ausente, como cuando se bus­ para estudiar, que él mismo pone en rela­
ca la reunión con alguien que ya murió o ción con su afición a fantasear continua­
cuando la crisis de identidad que motiva mente. Los temas de sus fantasías son
el suicidio ha tenido lugar en relación con muy variados, en todos ellos el paciente

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es el héroe. Con frecuencia se imagina lo que buscaba. Estos dos grupos estaban
que se ha suicidado y sus conocidos co­ tristes por mi muerte. Un tercer grupo lo
mentan la pérdida que ha supuesto su formaba gente extraña, yo los recuerdo
«marcha» y lo poco que en vida se le re­ como personajes grotescos, con caretas y
conocieron sus méritos). Otras veces son gestos crueles, era como si estuviesen
vividas como amenazas al Yo provenien­ vestidos de carnavales; yo les recuerdo
tes de deseos considerados inaceptables como personajes de la pintura negra, ellos
(un paciente de 54 años, que consulta por se reían y hacían gestos feos; es como si
sus síntomas depresivos, cuenta que «a ellos sí supieran que no estaba muerta y
veces me acuerdo del cordelillo, no quiero aprovechaban el hecho de saber que yo
pero no puedo evitarlo, me da mucha pe­ no iba a revelar mi verdadero estado para
na pensar que después de todo lo que he insultarme. Yo sentía deseos de hablar y
trabajado pueda matarme»). En ocasio­ decirles a mi familia que eso era lo que yo
nes la fantasía aparece íntimamente liga­ quería y que no debían estar tristes. Tam­
da a una situación frustrante, que se pre­ bién deseaba hablar con aquellos hom­
tende superar de ese modo (una chica, de bres y decirles que estaban equivocados y
25 años, consulta por sus repetidos inten­ que yo jamás hubiese conseguido lo que
tos de suicidio, unos 15 en los últimos quería. Pero me callé, porque tenía miedo
nueve años. Siempre se plantea el suici­ de toda aquella otra gente que se reían de
dio tras mantener relaciones sexuales in­ mí en tono de burla».
completas, en las que se vive ultrajada
porque considera que los hombres sólo la La misma paciente dio la siguiente res­
requieren para la relación erótica. El suici­ puesta a la lámina 15 del T.A.T.: «Parece
dio se lo imagina como una forma de ven­ una especie de juez que está reprochán­
ganza contra sus amantes y su familia, a dole a alguien la causa de la muerte que
la que responsabiliza de todas sus desgra­ ha tenido, pero parece ser que la otra per­
cias). También la fantasía puede acompa­ sona, la que está enterrada, no se arre­
ñarse de sentimiento de culpa, ser recha­ piente de ella y por eso está tan enfadado,
zada, intentar negarla, etc. porque no consigue del otro que se re­
tracte de que fue bueno morirse».
Otra vía de acceso al significado del sui­
cidio pueden ser los sueños y las respues­ Característica común a todas las fanta­
tas a las láminas de los tests proyectivos. sías es que el mundo interno del sujeto se
La joven de 25 años, que he citado antes, escinde en una parte «buena» y otra «ma­
soñó en una ocasión que «estaba en mi la». A veces es la parte «mala» la que ma­
habitación - pero no era como la mía­ ta a la «buena» y otras es a la inversa.
había mucha gente, daba la sensación de Cuando el «asesino» es la parte «mala», la
que yo estaba muerta y todos ellos alrede­ crisis de identidad subyaciente suele ser
dor mía me velaban. La gente estaba vivida de forma paranoide (la incompren­
agrupada en tres grupos distintos de per­ sión, las injusticias, etc., obligan a matar­
sonas. En uno estaba mi familia -lo sé, se; o bien los deseos suicidas aparecen
pero sólo veía a mi padre -, ellos lloraban como ajenos al Yo e indeseables). Por el
y se reprochaban no haberme podido dar contrario, cuando es la parte «buena» la
lo que yo quería. El otro grupo lo forma­ que mata, la crisis de identidad suele ser
ban hombres, eran jóvenes, no recuerdo vivida de forma depresiva (el sujeto es
que lloraban pero estaban muy afectados; «tan moral» que no puede seguir viviendo
ellos decían que yo había hecho eso por con sus culpas). El papel estabilizador de
ser impaciente y no esperar a conseguir lo la identidad que cumple la fantasía suicida
que deseaba, pero hablaban de forma que se deriva, en gran medida, del aislamiento
me dieron la sensación de que ellos pen­ de esa parte «buena», precisamente la que
saban que de esperar hubiese conseguido se pretende que sobreviva tras el suicidio.

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La forma elegida para morir es también sin ningún signo de identi'ficación, para
indicativa de la identidad buscada y de que su familia tarde en enterarse y mien­
cómo se fantasea que ésta pueda ser lo­ tras tanto piense que se ha marchado pa­
grada. En este sentido, son interesantes ra abandonarlos).
los llamados suicidios «encubiertos», en Hasta ahora no he diferenciado entre
los que el suicida pretende que su muerte fantasía, intento o suicidio consumado.
aparezca como «natural»: suelen ser los En mi opinión los tres tienen la misma di­
sujetos en los que los aspectos narcisistas námica, su diferencia radica en la situa­
del suicidio se aprecian más claramente ción a la que responden. Como señala
(un profesional joven, que consulta por su CASTILLA DEL PINO (1), las fantasías y el in­
inhibición para la relación erótica, secun­ tento responden a amenazas de crisis de
daria, según cree, al tamaño reducido de identidad y el suicidio a crisis consu­
su pene, se ve obligado a detener el co­ madas.
che en los frecuentes viajes que realiza SULLlVAN, que se integra en la teoría
por los deseos que le asaltan de matarse freudiana del suicidio como auto-asesina­
simulando un accidente: «Me da miedo to, considera <da idea de que el mero he­
pero lo veo como una solución, nadie se cho de suicidarse dejará una huella per­
podrá imaginar lo que me pasa»). Otras manente en otro es en sí misma fantás­
veces el suicidio se reviste de característi­ tica» (17). En realidad la dinámica suicida
cas exhibicionistas que permiten el logro es psicótica, puesto que está operando
inmediato de notoriedad (una chica con­ con los contenidos fantásticos como si
sulta por su bloqueo para estudiar y, so­ fuesen objetos externos. Por otra parte, la
bre todo, para examinarse. Hace tres expectativa de superación de una crisis de
años que entró en la universidad y cada identidad mediante el logro de un self
vez ha vivido con mayor resentimiento idealizado, le confiere al suicidio un carác­
sus dificultades para destacar intelectual­ ter expansivo, maníaco.
mente, al contrario de lo que le ocurría en En resumen, pues, el suicidio se plan­
~l bach\llerato: «A veces me dan ganas de tea como un intento de solución a una cri­
tirarme de la torre e, incluso, joder a unos sis de identidad (presente o futura) a tra­
cuantos». La «torre» es el edificio de la fa­ vés del logro de la inmortalidad para un
cultad donde estudia y cree que su suici­ self idealizado por el suicida. Esto es posi­
dio llamaría la atención sobre el ambiente ble gracias a. la subversión de los patrones
de competitividad «inhumana» que consi­ culturales que operan entre nosotros para
dera predominante entre sus compañe­ aliviar la culpa frente a la muerte de los
ros). Otras veces la forma de suicidio está demás. El suicidio es fundamentalmente
encaminada a intensificar la culpa de los un acto narcisista, en el que domina el
demás (un varón, de 34 años, que consul­ mundo fantástico revistiéndolo de carac­
ta por varias crisis delirante-alucinatorias, terísticas psicóticas expansivas, ma­
fantasea en suicidarse lejos de su casa, níacas.

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SUMARIO

El suicidio se plantea como una búsqueda de identidad, perdida o amenazada en si­


tuaciones deparadoras de una crisis de la misma. Esta crisis puede ser vivida de forma
paranoide o depresiva por el suicida. La identidad alcanzada a través del suicidio es
consecuencia de la subversión de los valores sociales que acompañan a la muerte: la
creencia en la inmortalidad y el trabajo de duelo. Se equiparan en su dinámica las fanta­
sías de suicidio, los intentos y el suicidio consumado.

SUMMARY

Suicide is a search for identity. The origin of this search is a state of cris·is. Crises,
and suicide, may be lived in a paranoid or depressive way by the subject. Suicide is the
attainment of identity by means of the subversion of the social values which accom­
pany death: a belief in inmortality and the work of mourning. In its dynamics, fantasies
of suicide, attemts and accomplished suicide are put on the same level.

PALABRAS CLAVE

Suicidio; Intento de suicidio; Fantasía de suicidio; Identidad; Creencia en la inmor­


talidad; Trabajo de duelo.

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