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Cf. especialmente la compilación establecida por Escola (2012).
efectivamente vivió durante la época, como un modelo semejante. ¿Habría empatizado con
la resistencia? ¿Habría colaborado por temor? ¿Habría intentado permanecer ajeno al
conflicto? Tales preguntas despliega Bayard, acudiendo a ejemplos ficcionales e históricos,
inquiriendo el margen de lo posible.
El segundo libro de la trilogía podría traducirse como Existen otros mundos donde,
bajo una paradigma semejante y sobre la base de la teoría de las cuerdas, busca imaginar
otras vidas posibles: en una dirige la sinfónica de Seúl; en una segunda, es un detective; en
otra un escritor fantasma. La teoría de los universos paralelos que despliega Bayard se
escribe desde y en la literatura: el libro recorre la literatura mediante una crítica que recoge
modelos de universos paralelos mientras piensa la literatura desde estos modelos para
finalmente funcionar, otra vez, como un experimento imaginario, haciendo de la literatura
un laboratorio de la vida. A la vez que tomando la teoría de los universos paralelos para
entender la literatura: por ejemplo, la escritura de Lolita, de Nabokov, le parece más fácil de
explicar considerando que se trata del eco y la influencia de uno de los universos paralelos
en los que Nabokov efectivamente cometió un acto de pedofilia que de explicarla bajo el
paradigma psicoanalítico de la sublimación.
El tercer libro, último que ha publicado Bayard hasta el momento, podría traducirse
como ¿Habría salvado a Geneviève Dixmer? Sobre la lógica del primero, Bayard inquiere
sobre su comportamiento en una novela de Dumas titulada Le Chevalier de la Maison Rouge
(1846), donde en el marco de la revolución francesa, un integrante de la guardia
revolucionaria se enamora de una contrarrevolucionaria que conspira para rescatar a María
Antonieta. El destino de la heroína es la pena de muerte. Y Bayard, quien dice haber leído la
novela en su adolescencia y haberse enamorado de Geneviève, se propone reescribirla
tomando el lugar del guarda revolucionario y salvar a la mujer que dice amar.
Los títulos de estos… ¿cómo llamarlos?: ¿ensayos? Podríamos llamarlos ensayos en
el sentido que toma el término, por ejemplo, en Alberto Giordano:
Un ensayo puede ser –según una intuición de Roland Barthes– un registro de las ocasiones en
las que un lector “tocado” de alguna forma por lo que lee, se ve obligado a levantar la cabeza, a
apartar la vista del texto que tiene frente a sí para suspenderla en el vacío, dejando a su
inteligencia y a su sensibilidad dispuestas para el encuentro con las ideas que ese texto les dio
que pensar (Giordano, 2005: 53).
Los llamaremos ensayos, entonces, en el sentido en que algo de los libros sobre los
que trabaja Bayard lo han hecho sentir “tocado”, obligado a levantar la cabeza.
Los títulos de estos ensayos, entonces, permiten observar la relación entre vida y
literatura que despliega Bayard y que interroga el estatuto mismo tanto de la crítica como de
la literatura.
Por un lado, la literatura como espacio potencial, en el sentido que daba al término
el psicoanalista D. Winnicott. Es decir, como zona intermedia de experiencia “entre la
actividad creadora primaria y la proyección de lo que ya se ha integrado” (1994: 18). Bayard
levanta la cabeza del texto… y escribe el suyo propio creando una vida posible que es el
intento de recreación de fantasías así como de sus propios miedos: Existen otro mundos
significa que la literatura puede ser usada con el fin de recrear otras posibilidades de sí,
imposibles de concretar por fuera de la ficción, pero no por eso fuera de la vida. Para el
inconsciente, después de todo, ficción y realidad no están separadas. Salvar a Geneviève es
ubicarse en el centro de una fantasía pretérita, emergente en la adolescencia durante la
lectura de la novela, pero previa en cuanto perteneciente al mundo de la infancia, a aquello
que Freud ha llamado la novela del neurótico.
Por otro lado, la literatura es un laboratorio de experimentación que sirve a Bayard
para explorar zonas desconocidas de su propio yo. Los títulos Aurais-je sauvé y Aurais-je
été, revelan mediante el uso del condicional que la literatura hace las veces de un espacio de
experimentación de aquello de lo que uno es o no capaz en situaciones críticas y, por lo
tanto, de aquello que uno finalmente es. Pero entonces, ¿qué es uno? ¿Es posible responder
esta pregunta como condición de la crítica?
Definir este problema se presenta como una condición ética. Es decir, ubicarse,
digamos, al inicio de la lectura. En cierta forma, esta es la idea detrás de Geoffrey Hartman
cuando imagina el siguiente diálogo al inicio de cada encuentro entre una obra y su lector en
su ensayo titulado, significativamente, “The Interpreter: A Self-Analysis”:
Bibliografía
Bayard, Pierre (2013) Aurais-je été résistant ou bourreau ? Paris. Les Éditions de Minuit.
Bayard, Pierre (2014) Il existe d’autres mondes. Paris. Les Éditions de Minuit.
Bayard, Pierre (2015) Aurais-je sauvé Geneviève Dixmer ? Paris. Les Éditions de Minuit.
Dumas, Alexandre (1846) [2005] Le Chevalier de Maison-Rouge. Paris. Gallimard.
Escola, Marc (comp.) (2012) Théorie des textes possibles. Amsterdam. Éditions Rodopi.
France, Anatole (1885) La vie littéraire. Deuxième série. Edición para Kindle.
Genette, Gérard (1972) Figures III. Paris. Seuil.
Giordano, Alberto (2005) Modos del ensayo. De Borges a Piglia. Rosario. Beatriz Viterbo
Editora.
Hartman, Geoffrey (1975) The Fate of Reading and Other Essays. Chicago and London.
University of Chicago Press.
Winnicot, Donald (1971) [1994] Juego y realidad. Barcelona. Gedisa.