Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El Literaturarchiv Salzburg lanza una web donde se puede bucear por primera vez en el inabarcable legado personal del autor austriaco DAVID GRANDA
Salzburgo 18 JUN 2018 - 00:03 CEST
Ahora ese mosquito brasileño, los cuadernos originales de Montaigne y El mundo de ayer y hasta más de 280 manus-
critos de Stefan Zweig se pueden hojear y ojear en la web stefanzweig.digital que acaba de lanzar el Literaturarchiv
Salzburg tras varios años de trabajo en su digitalización. Entre ellos, Momentos estelares de la humanidad, las biogra-
fías de Balzac, María Antonieta y Magallanes, las obras de teatro Tersites y Adam Lux y los relatos póstu-
mos Clarissa y La chica de la estafeta de correos. Este colosal proyecto aspira a convertirse en una plataforma en In-
ternet que conecte todos los archivos de Stefan Zweig en el mundo. De momento registra el material que conserva el
Archivo Literario de Salzburgo y la biblioteca Daniel A. Reed de la Universidad de Nueva York en Fredonia.
En el manuscrito de Montaigne no sólo hablan los mosquitos. Fue la última biografía en la que trabajó Zweig poco antes
de su muerte y en los márgenes escribió anotaciones que pueden leerse como una nota a pie de página de su propio
suicidio: “¿Cómo puedo no caer preso de este mundo de locura, del que no tengo poder para aliviarme y del que no
puedo escapar? ¿Cómo puedo salvar la mayoría de edad y la humanidad en mí mismo? ¿Cómo puedo no desespe-
rar?”.
Una hoja manuscrita de Stefan Zweig.
Stefan Zweig vivió 15 años en la colina de Kapuzinerberg en Salzburgo. Allí se convirtió en el escritor más traducido del
mundo al mismo tiempo que Hugo von Hofmannsthal y Max Reinhardt lo marginaban de la vida artística local porque
despreciaban sus libretos. El Archivo Literario de Salzburgo se encuentra en Residenzplatz: justo en la misma plaza
donde hoy se permite el acceso al universo creativo de Zweig a todo aquel que tenga conexión a internet, los nazis
hacían en 1938 una hoguera con sus libros.
–Salzburgo era una ciudad muy parda –recuerda Klemens Renoldner, director del Stefan Zweig Centre, también en
Salzburgo, inaugurado en 2008 para difundir el legado del escritor. Se refiere al uniforme nazi–. El nazismo caló muy
rápido. El antisemitismo venía de antiguo. Se exilió en el momento adecuado, aunque también le movieron razones
familiares.
Zweig abandonó Austria en 1934 cuando la policía registró su casa con la excusa de buscar armas. Furioso con la deri-
va política y triste en un matrimonio fracasado, Zweig lo dejó todo, a su mujer y a sus dos ruidosas hijas fruto de un
matrimonio previo que tanto le molestaban cuando trabajaba, su hermosa casa, su biblioteca borgiana. El escritor aus-
triaco, que amaba a los perros y no a los gatos, el café y no el té, era un bibliófilo insaciable. Compró libros en Viena y
Salzburgo y no dejó de hacerlo durante su exilio en Londres, Bath, Petrópolis. La web también ha indexado más de
1.300 títulos de su biblioteca personal, que hoy se encuentran dispersos por el mundo entre sus herederos en Londres
y varias colecciones públicas y privadas, y los exhibe catalogados incluso con las dedicatorias, el ex libris y aclarando si
hay subrayados y anotaciones personales: una fuente de primera mano, casi de voyeristas, para saber qué leía y qué
fuentes utilizaba Zweig para escribir sus propias obras.
Se puede leer el bautismo de tinta que Zweig le dedicó a un rarísimo ejemplar de Une saison en enfèr de Arthur Rim-
baud (“La edición completa, salvo siete ejemplares, fue destruida por el propio autor. Este es uno de los existentes”).
Los libros de Joseph Roth revelan las tiernas palabras que le dedicó su viejo amigo gruñón y alcoholizado (“Stefan
Zweig, a quién le debo Job –y más que Job y mucho más de lo que cualquier libro pueda significar–…”). Se puede in-
cluso seguir el rastro al destino y la ubicación actual de los libros que Zweig tenía de Rilke, ante cuya tumba Zweig
pronunció la oración fúnebre en 1927.
En 1942 cuando Europa era, en palabras de Joseph Roth, un cadáver que se había suicidado, Stefan Zweig y su se-
gunda esposa Lotte Altman se quitaron la vida. Un día antes había enviado a sus diferentes editores repartidos por el
mundo Novela de ajedrez. El manuscrito de ese relato también está abierto en canal en la web.