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Versículos del libro ´una vida con propósito¨

Día uno
Job 12: 10

En su mano está el alma de todo viviente, Y el hálito de todo el


género humano.

Romanos 8: 6
Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida
y paz.

Romanos 8:6-14
Volvemos hoy al octavo capítulo de la epístola del apóstol Pablo a los Romanos.
Comenzaremos con el versículo 7, pero antes de hacerlo quisiéramos mencionar
una vez más, que nos encontramos en una sección muy importante. Quisiéramos
que usted notara los diferentes temas tratados en las divisiones de este capítulo
8 de esta epístola a los Romanos. En su segunda epístola a los Corintios, capítulo
5, versículo 17, escribió el apóstol Pablo: "Las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas". Hemos podido ver eso al comienzo, ahora tenemos
una nueva ley. Y ésa es la ley del Espíritu viviente. Él no obra en una manera
descuidada. También vimos al Espíritu Santo, frente a la ley, la ley mosaica, o
cualquier principio de ley. Y que para vivir la vida cristiana necesitamos al
Espíritu Santo. Estamos implicados hoy en una lucha completamente nueva, no
podemos evadirnos de ella. Pero gracias a Dios que si nosotros no podemos
triunfar, el Espíritu Santo sí puede vencer a la débil condición humana. Ahora,
en esta nueva división del capítulo enfrentamos una nueva lucha.
Y quisiéramos repasar primero algo de lo que hablamos anteriormente.
Volvamos al versículo 5 de este capítulo 8, y leamos: "Porque los que son de la
carne piensan en las cosas de esta débil condición humana; pero los que son del
Espíritu, en las cosas del Espíritu". En otras palabras, los que están en la carne
acatan las cosas de esa naturaleza. Ya hemos visto eso también en el capítulo 6
de esta misma carta a los Romanos. Hay algunos creyentes en nuestros días que
dicen: "Bueno, yo simplemente tengo que hacer esas cosas; vivo de acuerdo
con mi naturaleza humana". Estimado oyente, si usted vive en la carne y
obedece las cosas de esa naturaleza siempre, y la nueva naturaleza no le
reprende; entonces, no debe tener la nueva naturaleza. ". . . pero los que son
del Espíritu", continúa el versículo, atienden a "las cosas del Espíritu". Usted ha
recibido una nueva naturaleza, y usted puede entregarse a esa nueva
naturaleza. Es un acto de su propia voluntad. Y ésta es la nueva lucha que se
nos presenta aquí. Leamos otra vez el versículo 6:
"El preocuparse de la carne, sólo de lo que es humano, lleva a la muerte, pero
el preocuparse de las cosas del Espíritu lleva a la vida y la paz".
El pensamiento de la carne "lleva a la muerte". Y esto quiere decir simplemente
que usted está separado de la comunión y del compañerismo con Dios. Y se
refiere a la muerte aquí y ahora. El Espíritu, sin embargo, mora en el creyente
y le trae vida y paz. Usted puede notar que aquí "muerte" significa estar
separado de Dios y todo lo que ello implica.
Cuando nosotros pecamos, estimado oyente, debemos confesar nuestros
pecados y ser restaurados a la comunión.
Ahora, la palabra "vida" aquí, habla de una satisfacción completa y del ejercicio
total de las capacidades de una persona. ¡Ah!, si pudiéramos vivir esta "vida" en
toda su plenitud. Muchos creen que están viviendo esa clase de vida pero, en
realidad, están experimentando una sustitución de mala calidad de la vida que
Dios quiere proveer.
Y la palabra "paz", quiere decir que usted puede disfrutar de tranquilidad y
bienestar en lo que concierne al presente y al futuro. Estimado oyente, cuánto
necesitamos nosotros entrar en esa zona donde podamos disfrutar de esa "paz".
Una cosa es segura. Si usted es un hijo de Dios y está viviendo controlado por
su naturaleza humana, no está teniendo una relación de comunión o
compañerismo con Dios. El Señor Jesucristo le dijo al apóstol Pedro cuando se
encontraban en el aposento alto, allá en el capítulo 13, del evangelio según San
Juan, versículo 8: "Si no te lavare, no tendrás parte conmigo". Él no tendrá esa
relación de compañerismo con usted, si está persistiendo en cometer un pecado.
Claro que alguien preguntará: ¿Y entonces, qué debo hacer? Pues lo que hizo el
apóstol Pedro, que permitió que el Señor le lavara los pies. Usted y yo, en tal
caso, necesitamos confesar nuestro pecado. En 1 Juan 1:9, dice: "Si confesamos
nuestros pecados..". Y, ¿a quienes se refiere? Pues a nosotros, los cristianos. Y
continuó diciendo que "Él es fiel y justo para perdonar", en base a la sangre de
Cristo. Usted y yo, estimado oyente, tenemos que tener conciencia del carácter
malvado de nuestra naturaleza, asumiendo nuestra condición real. De esa
manera, podemos acercarnos a Él para que nos limpie.
El Dr. Newell ha hecho algunas declaraciones significativas y quisiéramos
compartirlas con usted. Él dijo: "El tratar de mejorar es dejar de vernos en Cristo
solamente". Se trata de esa idea que tenemos de querer ser mejores. Usted
sabe que no lo es. Necesita verse hoy mismo en Cristo para darse cuenta de que
sólo el Espíritu de Dios puede hacerlo en usted. Luego el Dr. Newell continuó
diciendo: "El desilusionarse de uno mismo quiere decir que usted ha creído en
sí mismo". Quizá alguien diga: "Estoy tan desilusionado de mí mismo". Y esto
de quedar defraudado de uno mismo es bueno, porque nos confirma que no hay
nada bueno que pueda salir de esta débil condición humana. No crea más en
usted mismo, estimado oyente. Crea que el Espíritu de Dios hoy le puede ayudar,
a través de la nueva naturaleza, a vivir para Dios. Y también dijo el citado
expositor Bíblico: "El sentirse desanimado, implica incredulidad". Algunas
personas enfatizan el estado decaído de su ánimo ¿Sabe una cosa? Eso quiere
decir que no confían en Dios. Dios tiene un propósito, un plan, una bendición
para usted. Y usted necesita aferrarse a este propósito. Y una última frase
expresa lo siguiente: "Ser orgulloso, es una forma de ceguera". Nosotros no
tenemos ninguna posición ante Dios. Estimado oyente, usted debe verse tal cual
lo ve Dios. Alguien ha dicho que, "Si pudiéramos vernos como nos ve Dios, no
nos podríamos tolerar".
Leamos ahora los versículos 7 y 8, en cuales dijo Pablo:
"Por cuanto los designios de la carne, o débil condición humana, son enemistad
contra Dios, porque no se sujetan a la Ley de Dios, ni tampoco pueden; y los
que viven sometidos a los deseos de esa condición humana no pueden agradar
a Dios".
Este versículo revela cuán desesperadamente incorregible y totalmente
miserable es la débil condición humana. Y esa naturaleza antigua es una
anarquista espiritual. Y esto, creemos nosotros, destruye cualquier teoría de que
el hombre tiene en sí mismo una chispa divina, y que de una u otra manera tiene
una secreta inclinación hacia Dios. La verdad estimado oyente, es que el hombre
es enemigo de Dios. No sólo está muerto espiritualmente en su pecado y maldad
sino que está activo en su rebelión contra Dios. El hombre incluso se vuelve
religioso para poder estar lejos del Dios viviente y de la persona de Jesucristo.
Si el hombre en su condición natural fuera llevado al cielo, comenzaría una
rebelión. Jacob en su condición natural se vio envuelto en una lucha, relatada
en el capítulo 32 del libro de Génesis, versículo 24. Él no la buscó, pero respondió
luchando cuando Dios luchó con él. Y no fue sino hasta que Jacob cedió, hasta
que él se entregó, que pudo vencer.
Cualquier cosa producida por la carne, es decir, por esa naturaleza humana, no
es aceptable ante Dios. Las llamadas obras buenas, la civilización, la cultura, el
alardeado progreso resultan inaceptables. Incluso las actividades religiosas
realizadas en la tibieza e indiferencia de la naturaleza humana, sólo provocan
un malestar en Cristo, como podemos ver en las palabras de condenación
dirigidas, en el libro de Apocalipsis 3:15 y 16, a la iglesia de Laodicea.
Nos preguntamos si estamos dispuestos a aceptar la opinión de Dios sobre
nuestra jactancia. Porque éste es un terrible cuadro del hombre pero, es preciso.
Sin embargo, hay liberación en el Espíritu de Dios. ¿No estaría dispuesto,
estimado oyente, a darle la vuelta a esta situación sometiéndola al Espíritu
Santo, dejando de confiar en su naturaleza humana débil y controlada por el
pecado?
Veamos ahora lo que el apóstol nos dijo aquí en el versículo 9 de este capítulo 8
de su Epístola a los Romanos:
"Pero vosotros no vivís según los deseos de la carne o naturaleza humana, sino
según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios está en vosotros. Y si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, no es de él".
Note aquí la palabra "si", ese si condicional no está en realidad en el original.
Ahora, Pablo no estaba dudando de la salvación de los romanos. Ellos eran
salvos. Pero lo que él estaba diciendo se podría expresar de la manera siguiente,
"Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, ya que el Espíritu
de Dios mora en vosotros". Ésa es la prueba verdadera.
"Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". La verdadera prueba del
que ha sido renacido por el Espíritu, del creyente genuino, es la presencia del
Espíritu de Dios morando en él. Y Pablo se podía dirigir a los creyentes carnales
de Corinto diciendo lo que encontramos en su Primera Carta a los Corintios
capítulo 6, versículo 19: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois
vuestros?" Cuando Pablo fue a visitar a los efesios por primera vez, estos le
dijeron que ellos eran creyentes, pero él notó que faltaba algo, la señal distintiva
del creyente. Así que les preguntó lo que leemos en el capítulo 19 de los Hechos
de los Apóstoles, versículo 2: "¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y
ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído que hubiera Espíritu Santo. Entonces
dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan".
Ahora, el bautismo de Juan era sólo de arrepentimiento, no era de fe en el Señor
Jesucristo. Y entonces Pablo comenzó a predicarles a Cristo. Entonces ellos le
recibieron y fueron bautizados en Su nombre y "vino sobre ellos el Espíritu
Santo", como quedó registrado en el capítulo 19 de los Hechos de los apóstoles,
versículo 5. Un creyente es una nueva creación. ¿Ama usted al Señor? ¿Desea
servirle? ¿Están estas verdades por encima de todo en su mente y corazón? ¿O
está usted en una actitud de rebelión contra Dios? Veamos ahora el versículo
10.
"Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del
pecado, pero el espíritu vive porque Dios os ha declarado justos".
Lo que Pablo está diciendo aquí, estimado oyente, es que si usted y yo estamos
unidos a Cristo, cuando dice que Él murió, quiere decir que nosotros también
morimos. Tenemos que reconocer esto. Ya lo hemos visto antes. Tenemos que
rendirnos, es decir, presentarle nuestros cuerpos. Es por eso que el apóstol Pablo
pudo decir en su carta a los Gálatas, capítulo 2, versículo 20: "Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en el cuerpo, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó
a sí mismo por mí".
Yo creo que el creyente que no está consciente de la presencia del Espíritu de
Dios en su vida y no tiene el deseo de servir a Dios, debería leer y hacer lo que
Pablo sugirió en su segunda carta a los Corintios, capítulo 13, versículo 5:
"Examinaos a vosotros mismos para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros
mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos? ¿No sabéis que Jesucristo está
en vosotros? ¡A menos que estéis reprobados!" Y el Señor quiere que nosotros
sepamos que estamos unidos a Cristo. En su segunda carta a los Colosenses,
capítulo 1, versículo 27, Pablo dijo: "...a quienes Dios quiso dar a conocer la
riquezas de la gloria de este misterio entre los que no son judíos, que es Cristo
en vosotros, esperanza de gloria".
Y si usted no se encuentra seguro de que Cristo está en usted, Él le extiende
ahora la invitación de Apocalipsis, capítulo 3, versículo 20, que dice: "He aquí,
yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él
y cenaré con él, y él conmigo". Estimado oyente, ¿Está su puerta abierta? ¿Ya
ha entrado Cristo? El cuerpo ha sido puesto en el lugar de la muerte. Y eso es
algo que el hijo de Dios tiene que reconocer y debe entregar su vida al Espíritu
de Dios diciéndole definitivamente: "Yo no puedo Señor, pero Tú lo puedes hacer
a través de mí". Veamos ahora el versículo 11 de este capítulo 8 de la epístola
a los Romanos:
"Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros, el
que levantó de los muertos a Cristo Jesús dará nueva vida también a vuestros
cuerpos mortales por su Espíritu que está en vosotros".
Estos cuerpos que usted y yo tenemos deberán ser puestos en la tumba uno de
estos días, si el Señor no viene antes. Sin embargo el Espíritu Santo que habita
en ellos es nuestra garantía, nuestra seguridad de que nuestros cuerpos serán
resucitados de los muertos. Porque Cristo fue resucitado de los muertos,
nosotros mismos seremos resucitados también. El Espíritu Santo nos librará de
este cuerpo destinado a la muerte, de esta vieja naturaleza. Usted puede leer
en cuanto a esto, en la segunda carta del apóstol Pablo a los Corintios, capítulo
5, versículos 1 al 4. Sigamos adelante ahora, leyendo el versículo 12:
"Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme
a los deseos de la débil condición humana"
En otras palabras, no debemos vivir aquí conforme a los deseos de esa vieja
naturaleza o condición humana. Dios creó al hombre con cuerpo, alma y espíritu.
Y cuando el hombre pecó su espíritu murió inmediatamente en relación con Dios.
Porque Dios advirtió en el capítulo 2 de Génesis, versículos 16 y 17: "De todo
árbol del huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del
mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás". Ahora,
después de que Adán comió del fruto, vivió unos 900 años, físicamente. Pero
desde un punto de vista espiritual, sí murió inmediatamente. El cuerpo, la
naturaleza humana se convirtió en la fuerza dominante. Hoy el ser humano está
espiritualmente muerto. La regeneración significa que su ser nace otra vez,
espiritualmente, y que usted recibe una naturaleza que quiere servir a Dios.
Por todo ello, lo importante es permanecer cerca de Cristo. Incluso un cristiano
hiperactivo, implicado en actividades cristianas, puede vivir a una gran distancia
de Cristo, espiritualmente hablando, ajeno a una relación de compañerismo con
Él. Y Pablo dijo aquí en este versículo 12, que nuestro deber no consiste en vivir
conforme a los deseos de la débil condición humana. No tenemos ninguna deuda
con esa vieja naturaleza. Aquellos que se han entregado al control de esa
naturaleza para satisfacer sus deseos, han alcanzado los mayores extremos de
inmoralidad. Prestemos atención ahora al versículo 13 de este capítulo 8 de la
epístola a los Romanos:
"porque si vivís conforme a esos deseos, moriréis; pero si por el Espíritu los
hacéis morir, viviréis".
Observemos que dice que vivir conforme a los deseos de esa naturaleza humana
débil y controlada por el pecado, implica la muerte espiritual en relación con
Dios. Es decir, que no hay comunión con Él. No estamos hablando aquí en
términos teóricos. Si usted, estimado oyente, es un hijo de Dios, ya sabe esto
por experiencia. Si siendo un hijo de Dios usted tiene en su vida un pecado no
confesado, ¿tiene usted deseos de unirse a la comunidad de los creyentes en la
iglesia? ¿Quiere usted leer su Biblia? ¿Tiene deseos de orar? Por supuesto que
la respuesta a todas estas preguntas es negativa. Porque usted se encuentra
separado de una relación de compañerismo con Dios. Sin embargo, en este
versículo dice que si por medio del Espíritu hace usted morir esos deseos de la
vieja naturaleza, hay para usted una promesa de vida auténtica, de verdadera
calidad de vida.
Veamos entonces, ¿cuál es su problema? ¿Cuál es su duda? Seamos prácticos.
Cualquiera que sea el pecado, el problema, o las dudas, ¿por qué no lo confiesa
a Dios, colocándolo bajo el control del Espíritu Santo? Ninguna persona le
resultaría de ayuda espiritual, porque incluso podría transferir su complejo de
culpa a otra área de su vida, sin que usted se librara realmente de ese pecado.
Cristo, estimado oyente, Cristo es el Único que lo puede eliminar de su vida. Ésa
es su labor. Jesús dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar". De esta manera usted sabrá por experiencia lo que es
tener los pecados perdonados.
Comenzamos ahora una nueva división con el versículo 14, que tiene que ver
con la naturaleza del hombre. Leamos ahora el versículo 14, para iniciar esta
sección titulada

El nuevo hombre
"Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios".
Esto tiene sentido, ¿verdad? Dios no empuja a sus ovejas, Él las guía. Cuando
nuestro Señor hablaba de la seguridad y protección de sus ovejas, dejó bien
claro que ellas no eran forzadas u obligadas a hacer Su voluntad o la del Padre.
Él dijo en el evangelio según San Juan, capítulo 10, versículo 27: "Mis ovejas
oyen mi voz, y yo las conozco, y ¿las empujo?" No, no dice eso. Dice: "y me
siguen". Ellas son las que están seguras y protegidas. Ellas siguen a Cristo. Son
guiadas por el Espíritu de Dios. Oyen Su voz porque tienen una nueva naturaleza
y, por lo tanto, le siguen. Como predicador siempre tengo el privilegio de
exponer la Palabra de Dios. Y aquellos que son Sus ovejas escuchan Su voz. ¿Y
los otros? Ellos la odian. Ellos se oponen a esa Palabra divina. ¿Sabe usted por
qué, estimado oyente? Porque no son Sus ovejas. Cristo dijo en el capítulo 15,
del evangelio según San Juan, versículo 18: "Si el mundo os odia, sabed que a
mí me ha odiado antes que a vosotros".
Y ya que hemos concluido citando a Jesucristo como el Pastor, sería bueno
recordar lo que dijo cuando se expresó como un pastor. En el citado capítulo 10
de Juan, versículos 11 y 18, dijo: "Yo soy el buen pastor, el buen pastor su vida
da por las ovejas. . . Nadie me quita la vida, sino que la doy por mi propia
voluntad. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar".
Estimado oyente, le invitamos a recurrir a este Pastor que se entregó
voluntariamente a la muerte por usted, y que resucitó con poder. Si usted por
la fe cree en Él, Él comenzará a transformar su vida en este mundo por el poder
del Espíritu Santo, y cuando llegue el momento de partir de este mundo,
comenzará usted a disfrutar
Mateo 16: 25

Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que


pierda su vida por causa de mí, la hallará.

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y


26

perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

1 Corintios 2: 7

Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual


Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,
8la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la
hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.

Efesios 1:11
En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al
11

propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad
11. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al
propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12. a fin
de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente
esperábamos en Cristo. 13. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de
verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14. que es las arras de nuestra
herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su
gloria.
Cuán maravilloso es el amor de Dios hacia nosotros. No sólo nos ha
librado del pecado y de la muerte a través de Cristo, sino que también
nos hizo tener una herencia la cual, como se nos revela en Romanos
8:17, compartimos con Cristo.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es
que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados. (Romanos 8:17)
Servimos a un Dios de propósitos eternos que nos tiene en su corazón
desde la eternidad. Hemos sido diseñados para que la gloria de Dios sea
exaltada a través de nosotros en todo lugar. Debemos meditar y
preguntarnos si estamos viviendo de acuerdo al propósito de Dios. Este
texto declara que Dios nos rescato para alabanza de su gloria. Es decir
que podemos andar en ese propósito divino por el poder del Espíritu
Santo.

Algo más que recibimos en Cristo Jesús es un sello muy especial, porque
este sello no es una cosa sino la Persona del Espíritu Santo habitando en
nosotros. Este beneficio viene en el tesoro de bendiciones que nos da el
evangelio en Cristo. Este sello nos marca para Dios, pero también, como
dice Jamieson Fausset Brown, “Un sello impreso en un documento le da
validez indudable al contrato en él(Juan 3:33; compare con 2 Co. 3:3).
La Concordancia Strong define la palabra “arras” como, una garantía, parte
del dinero de compra o propiedad dado por adelantado como seguridad
del resto. Prenda. Es decir que el Espíritu Santo es como el anillo de
compromiso que Dios nos da garantizando que hay seguridad de que la
herencia prometida en Cristo es nuestra. Tenemos este sello de garantía
hasta el día de la redención, el día cuando Cristo sea manifestado y su
iglesia reciba la herencia adquirida en Cristo.

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