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Geografías al servicio

Yuri Sandoval Montes


Javier Nuñez Villalba
La Paz no significa solamente ausencia de guerra, como la definen los diccionarios. Es
hablar de quietud, tranquilidad, seguridad y estabilidad al interior de una sociedad.

de los procesos de paz


Hablar de geografías –en plural–, nos da la pauta para pensar que existen diferentes
contextos no solo territoriales sino también de escenarios socioculturales, político y
ambientales, entre otros, que nos muestran que todavía en Latinoamérica no vivimos
una paz total.
Análisis global, reflexión y aporte
Este libro, nace de la Conferencia Temática “Geographies for Peace”, organizada por la
Unión Geográfica Internacional y el Instituto de Investigaciones Geográficas de la UMSA,
desde el contexto latinoamericano
en el que participaron conferencistas de diferentes latitudes del globo, y que fue
financiado por el IDH-UMSA, como parte del proyecto de Interacción Social denominado Yuri Sandoval Montes / Javier Nuñez Villalba

Geografías al servicio de los procesos de paz


“Movilidad Humana derivada de la Vulnerabilidad y al Servicio de procesos de Paz”.

Para la presente publicación, se invitó a expositores que nos hagan conocer escenarios de
análisis en Latinoamérica, con contribuciones en español, donde la geografía se pone al
servicio de los procesos de paz, reflexionando alrededor de diferentes situaciones de
vulnerabilidad humana donde aún no se ha alcanzado del todo la paz; sus aportes van
desde el análisis de diferentes espacios transfronterizos, áreas protegidas, recursos
naturales, actores estatales, indígenas, campesinos y que se transversalizan en el
turismo, la música, el género, la sexualidad y otros contextos. Nos presentan además
acercamientos geopolíticos, de derechos humanos y de desarrollo territorial, para
culminar como colofón con el aporte que puede significar la educación geográfica y la
cartografía social en estos procesos de construcción de la paz.

Serie: Geopolítica
y vulnerabilidad
Geografías al servicio de los procesos de paz: análisis global,
reflexión y aporte desde el contexto latinoamericano
Geografías al servicio de los
procesos de paz: análisis global,
reflexión y aporte desde el contexto
latinoamericano
serie: geopolitica y vulnerabilidad

Título: geografías al servicio de los procesos de paz: análisis


global, reflexión y aporte desde el contexto latinoamericano

Editores: Yuri Sandoval Montes


Javier Nuñez Villalba
Compilador: Mauricio Alvarez Condarco

Esta publicación es posible gracias a la ejecución del proyecto idh 2016-2017


de Interacción Social ”La movilidad humana derivada de la vulnerabilidad y al
servicio de los procesos de paz”, en el marco del Instituto de Investigaciones
Geográficas iigeo-umsa.

Coordinador: Yuri Sandoval Montes


Co-coordinador: Javier Nuñez Villalba

Instituto de Investigaciones Geográficas-iigeo


Carrera de Ingeniería Geográfica
Universidad Mayor de San Andrés-UMSA
Calle 27 de Cota Cota, Campus Universitario, Edifico de Geografía, Piso 3.
http://iigeo.umsa.bo/
Telf./Fax. 591-2-2772100

Primera edición: diciembre de 2017


dl.: 4-1-4141-17
isbn: 978-99974-79-00-6

Los contenidos y opiniones vertidas en cada uno de los artículos son de exclusiva
responsabilidad de sus autores y no necesariamente comprometen el pensamiento
de los Editores.

Producción
Plural editores
Av. Ecuador 2337 esq. calle Rosendo Gutiérrez
Teléfono: 2411018 / Casilla 5097 / La Paz
e–mail: plural@plural.bo / www.plural.bo

Impreso en Bolivia
Índice

Introducción
Elena Dell’Agnese..................................................................... 9

Conferencia Temática: “Geografías por la Paz”


Juan Manuel Delgado .............................................................. 13

Gracias La Paz
Javier Nuñez-Villalba.............................................................. 23

1ª parte
Fronteras y paz

Paz y estudios de frontera


María Lois................................................................................ 27

Espacios transfronterizos en la construcción de nuevas


reglas del desarrollo
Miroslawa Czerny, Andrzej Czerny.......................................... 37

El problema de las aguas del Silala


Ofelia Michel Rico..................................................................... 57

[5]
6 geografías al servicio de los procesos de paz

2ª parte
Pueblos indígenas, áreas protegidas y la búsqueda
de La Paz

Danza de la geopolítica del tipnis


Yuri Sandoval Montes............................................................... 73

El conflicto del tipnis: un caso de geopolítica interna


Erwin Galoppo von Borries........................................................ 99

Gobierno de las trasnacionales extractivistas


y de la burguesía de la coca excedentaria
Raúl Prada Alcoreza................................................................. 105

Paz con la naturaleza en el Putumayo: tensiones y desafíos


socioambientales en las áreas protegidas de la triple
frontera Ecuador-Perú-Colombia
John Freddy Caraballo González............................................... 111

La creación de un Estado Plurinacional como medio


de reinserción territorial de procesos de pacificación
para los pueblos indígenas de Bolivia
Yuri Sandoval Montes............................................................... 129

3ª parte
Comunidades indígenas y construcción de paz territorial

Las zonas de reserva campesina en Colombia.


Una territorialidad campesina para la vida y la paz
Flavio Bladimir Rodríguez Muñoz............................................ 167

San José de Apartadó: la construcción permanente


de una comunidad de paz
James G. M. D´Angelo y Paco Sempere..................................... 197
índice 7

4ª parte
Minería, turismo, música, género y diversas perspectivas
para abordar La Paz

Impulsando la paz y la protección del ambiente


en el país más peligroso del mundo: estudio geográfico
para evitar el impacto negativo de la minería en Honduras
José Luis Palma Herrera........................................................... 223

Turismo y construcción de la paz en Colombia


Luz Angela Castro Ñungo
Viviana Alejandra Veloza Cárdenas........................................... 247

Milonga de tres banderas: la música como patrimonio


cultural de la región de La Pampa
Flavi Ferreira Lisbôa Filho
Débora Flores Dalla Pozza........................................................ 267

“Ni una menos” en la ciudad: una aproximación


a la justicia
Tania Herrera Romero.............................................................. 283

La paz en plural: espacio, raza, género y sexualidad


en los acuerdos de paz de Colombia
Sara Koopman.......................................................................... 291

5ª parte
Buscando la paz desde la geografia política, desarrollo
territorial sustentable y educación geográfica

Geopolítica regional
Raúl Prada Alcoreza................................................................. 323

Geografía política y derechos humanos. La propuesta


del Instituto de Geografía para la Paz a. c.
Emiliano Ignacio Díaz Carnero................................................. 337
8 geografías al servicio de los procesos de paz

Paz completa y desarrollo territorial sustentable:


instrumentos geográficos para su construcción
en Colombia
Carlos H. Fonseca ; Lizet Romero; Sandra Velasco
María de la Paz Vela; Adriana Solano....................................... 357

Educación para la paz en la escuela.


Aportes de la educación geográfica y la cartografía social
Alejandro Pimienta Betancur
Raquel Pulgarín Silva............................................................... 385
Introducción
Elena Dell’Agnese
Vicepresidenta de la Unión Geográfica Internacional-ugi

“¿Qué debería ser la geografía?” Esta pregunta debe ser el núcleo de


nuestro trabajo cotidiano como geógrafos. De hecho, es difícil definir la
geografía: puede considerarse como una descripción del mundo, como
una forma de conocimiento técnico, incluso como una herramienta para
implementar nuestra imaginación del mundo. La geografía, como forma
de conocimiento técnico, ha sido acusada de ser una ciencia para hacer
la guerra, es decir, una disciplina desarrollada para golpear al enemigo
con más fuerza. Como lo demuestra el geógrafo francés Yves Lacoste,
en su famoso libro La géographie, ça sert, d’abord, à faire la guerre, 1976,
durante la guerra de Vietnam, los bombardeos de la fuerza aérea de los
Estados Unidos se hicieron más efectivos por el conocimiento detallado
de los mapas locales. Más allá de ofrecer herramientas para conquistar con
más facilidad los territorios ajenos, mover a los soldados de una manera
bien organizada, la geografía, con la ayuda de la cartografía, también
puede representar un instrumento muy eficaz para ejercer el poder, para
agravar a las personas de manera más rentable y gobernar.
Sin embargo, la geografía no es sólo una ciencia “ad usum delphini”,
como sugiere el geógrafo italiano Lucio Gambi (Geografia e contestazione,
1968). Puede ser mucho más. “La geografía debe prestar, además, otro
servicio mucho más importante. Debe enseñarnos, desde nuestra primera
infancia, que todos somos hermanos, cualquiera que sea nuestra naciona-
lidad. En la época de las guerras, de la presunción nacional, de los celos
nacionales y de los odios bien alimentados por las personas que persiguen
sus propios intereses egoístas, personales o de clase, la geografía debe

[9]
10 geografías al servicio de los procesos de paz

[…] ser un medio de disipar estos prejuicios y de crear otros sentimientos


más dignos de la humanidad “(Piotr Kropotkin, What Geography Ought
to Be, 1885). De hecho, como sugiere el mismo Kropotkin, “La grandeza
de la idea de establecer una conexión viva entre todas las escuelas de la
Tierra es demasiado clara. Todo el mundo sabe que es suficiente tener
un amigo en un país extranjero, ya sea en Moscú o en Java, para empezar
a tener interés en el país. […] Más que eso permiten que los niños ingle-
ses estén en un intercambio continuo de correspondencia, colecciones
y pensamientos con niños rusos; y asegúrese de que, después de algún
tiempo, ni los ingleses ni los rusos tomaran con tanta facilidad las armas
para resolver sus malentendidos”. Las razones promovidas por Kropotkin
para hacer de la geografía una ciencia para la paz son bastante evidentes.
El conocimiento puede ser un instrumento para el poder, pero también
es una clave para la comprensión.
Posiciones similares fueron desarrolladas por otros estudiosos, como
el geógrafo francés Elisée Reclus, que creía que todos debían aprender
geografía, y por eso publicó su obra en publicaciones muy accesibles, para
el pueblo, no para las élites o sólo para los estudiosos; del mismo modo,
el italiano Arcangelo Ghisleri, que, en las mismas bases, editó una revista
llamada “La geografia per tutti” (1891-1895), es decir, “La geografía para
todos”. Ghisleri también inició una batalla intelectual para descartar las
bases pseudocientíficas de la discriminación racial. En 1896, publicó un
libro sobre el colonialismo, en el que trató de disipar el supuesto colonial
de que razas supuestamente superiores tenían derecho a conquistar las
tierras de los supuestamente inferiores. En el libro utilizó la historia y
la geografía para demostrar científicamente que “las teorías de los que
quieren justificar, con la ciencia, los abusos de una raza contra los otros
tienen como único apoyo una pretenciosa ignorancia”. Unos años más
tarde fundó junto a otros exiliados políticos en Lugano, en Suiza, una
revista pacifista llamada “Coenobium” (1906-1919), destinada a combatir
“una guerra contra todas las guerras” (el lema de la revista era “Guerra
alle guerre”). Más o menos al mismo tiempo, en los Estados Unidos, una
mujer geógrafa, Zonia Baber (Lost opportunities in teaching geography,
1916) estaba desarrollando una actitud intelectual similar. Ella escribió
que: “El prejuicio racial debe ser eliminado. […] En la perplejidad recu-
rrimos a la escuela para pedir ayuda. Aquí encontramos que el profesor
de Geografía más que cualquier otro tiene la oportunidad de borrar los
prejuicios raciales. Esto se debe a que la Geografía es el único sujeto
que pone en contacto a todos los pueblos vivos del mundo… En estos
tiempos tristes de bandolerismo y asesinato internacional, el fracaso de
introducción 11

nuestra enseñanza ética en la iglesia, en la casa y en la escuela nos deja


fríos […] Por lo tanto, esta situación deplorable es de gran importancia
para los maestros. ¿Cómo puede la escuela satisfacer esta necesidad?”
Esto todavía debe ser nuestra principal preocupación; pero des-
afortunadamente, un siglo después, todavía olvidamos que la geografía,
además de ser un instrumento técnico, es también una clave para la
comprensión. Esta es la razón por la cual, en tiempos difíciles, una con-
ferencia internacional destinada a analizar las diferentes maneras que
tenemos en nuestras manos, transformar la ciencia de la geografía para
llevar la guerra, a la ciencia para la paz es oportuna. La igu, la Asociación
Geográfica Internacional, que en 2022 celebrará cien años de esfuerzos
para hacer que geógrafos de todo el mundo trabajen juntos, es el lugar
adecuado para organizarse. La Paz, ciudad que celebra la paz con su
propio nombre, es el lugar perfecto para organizarla.
Otras ciudades habrían sido adecuadas, por supuesto, como Roma
o Ginebra. Pero organizar una conferencia en La Paz significaría, para
la ugi, trabajar también con un grupo de investigadores jóvenes y
motivados; también significa hacer algunos esfuerzos para superar las
barreras no sólo lingüísticas entre académicos latinoamericanos, estu-
diosos anglófonos y el resto de la palabra, abrir un terreno común donde
confrontar ideas, metodologías y proyectos.
De hecho, como William Bunge escribió una vez, “los geógrafos
deben trabajar para asegurarse de que la superficie de la tierra se convierta
verdaderamente en el hogar del hombre [sic], que la humanidad llegue a
un poco de paz, algún descanso, cierta armonía y unidad final con la natu-
raleza. La contribución última de la geografía no es meramente describir
la superficie de la tierra como el hogar del hombre, sino ayudar a que la
definición se haga realidad “(The Geography of Human Survival, 1973).
Una conferencia de paz en La Paz parece un punto muy bueno para
comenzar a trabajar en esta dirección.
Conferencia Temática:
“Geografías por la Paz”
Juan Manuel Delgado
Unión Geográfica Internacional-Latinoamérica
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Instituto Francés de Estudios Andinos

La Unión Geográfica Internacional organizó la Conferencia Temática:


“Geografías por la Paz” durante el 23 al 25 de abril de 2017 en la ciudad
de La Paz, Bolivia. Para beneplácito de sus miembros y organizadores nos
complace hacerles llegar un fraternal saludo de los 101 países miembros
de la ugi y de sus 36 comisiones de trabajos temáticos. La ugi es un
organismo adscrito a la International Social Science Council (issc) y a la
International Council for Science (icsu) que son organismos consultivos
de la unesco.
En América Latina las últimas actividades de la ugi fueron la Con-
ferencia Regional Santiago 2011 y la Conferencia “Aspectos Culturales
de las Geografías Económicas, Sociales y Políticas” de la Comisión de
Estudios de la Aproximación Cultural en Geografía en el año 2007 en
la ciudad de Buenos Aires. Además resulta clave recordar que el 18°
Congreso Mundial de Geografía se realizó en Rio de Janeiro en 1956
y después la Conferencia Regional ugi en México d.f. en el año 1966
siendo casi 60 años que no se realizaban actividades mundiales de la ugi
en Latinoamérica.
Se creó la Comisión de Estudios Latinoamericanos de la ugi en la
Asamblea General realizada en la Universidad de Colonia, Alemania en
el año 2012 teniendo como objetivo que los geógrafos latinoamericanos
se involucren en la ugi en sus Comisiones y grupos de trabajo, pero
también es para invitar a los geógrafos de usa, Europa, Asia, África y
Oceanía que son latinoamericanistas a participar en eventos organizados
por geógrafos de América Latina.

[13]
14 geografías al servicio de los procesos de paz

En el 2017 como no se realizó ninguna Conferencia Regional de


la ugi, en su lugar se organizaron dos conferencias temáticas, una en
Bakú-Azerbaiyán “Geografía, Energía y Desarrollo Sostenible” y la otra en
La Paz-Bolivia siendo nuestra Conferencia “Geografías Por La Paz” en
la ciudad de La Paz-Bolivia, que se llevó a cabo los días 23, 24 y 25 de
abril de 2017. El evento fue coorganizado por las comisiones de Geo-
grafía Política, Geografía Histórica y la de Cambio Global y Movilidad
Humana, teniendo a 124 expositores de diversos continentes y a 180
asistentes durante los 3 días del evento.
Este evento no hubiera sido posible de organizar sin el apoyo de la
Universidad Mayor de San Andrés a través del Instituto de Investiga-
ciones Geográficas-iigeo y la carrera de Ingeniería Geográfica; tanto
profesores, trabajadores y por supuesto a sus estudiantes que sin ellos el
evento no hubiera sido posible. No podemos dejar de mencionar el apoyo
incondicional del gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia a través
de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, su Secretaría
General y su Centro de Investigaciones Sociales-cis.
Este evento se organizó en combinación con otro importante evento
científico internacional de este continente el xvi Encuentro de Geógra-
fos de América Latina, 16to egal Bolivia 2017 que se llevó a cabo en la
misma ciudad a partir del 26 al 29 de abril. De esta manera los geógrafos
latinoamericanos y latinoamericanistas de Europa, usa y Asia, África y
Oceanía tuvieron la oportunidad de intercambiar ideas y saberes con
geógrafos de varios países latinoamericanos en estos dos eventos, algo
que no había sucedido anteriormente.

La Geografía y las Geo-grafías del Poder,


Hacia una Des-Territorialidad de la Paz

La geografía ha sido acusada de ser útil sobre todo para hacer la guerra y
de ello hay diversos ejemplos de las sociedades arcaicas, históricas en el
transcurrir de la historia de la humanidad y su ocupación del territorio.
Las sociedades históricas surgidas de la revolución de neolítico en
el medio oriente, China, Egipto, India y los Andes crearon estas civili-
zaciones con cientos de miles y millones de miembros que practicaban
la agricultura, construían ciudades, pero sobre todo Estado regidos por
grandes ejércitos y religiones como señalaba Edgar Morín (2007) pero
regentadas por la tecnosfera (Santos, 1990). Estas sociedades sí necesi-
taban nuevos territorios por ello se comenzó a dominar la naturaleza. Se
Conferencia Temática: “Geografías por la Paz” 15

construyó la Colonialidad del Poder (Quijano, 2005), que hay pueblos


adelantados y pueblos atrasados con muchas temporalidades; donde el
espacio es acumulación de muchas temporalidades (Santos, 1990)

Según las reglas de las operaciones militares hay nueve clases de terrenos.
Donde los intereses locales pelean unos contra otros, es lo que se llama
terreno de disolución. Cuando penetras en territorio ajeno sin profun-
didad, se llama terreno liviano. El espacio que puede ser ventajoso para
cualquiera de los contrincantes se llama terreno de contención. La tierra
en la cual ambos bandos pueden ir y venir, se llama terreno transitado. La
tierra que tiene tres lados rodeados por el enemigo y uno de unión con el
terreno propio, se llama terreno de intersección.
Cuando se penetra profundamente en el territorio enemigo, cruzando
muchas ciudades y pueblos se llama terreno pesado. Cuando se cruzan
montañas selváticas, desfiladeros empinados, ciénagas, o cualquier campo
difícil de transitar, se llama terreno malo. Cuando el camino es estrecho
y la salida tortuosa, de manera que una pequeña fuerza enemiga pueda
atacar, aun cuando se tenga un número mayor, se llama terreno rodeado.
Cuando se puede sobrevivir si se batalla con rapidez o al contrario, pere-
cer, se llama terreno de muerte. Así, pues, no debes batallar en un terreno
de disolución, no debes detenerte en un terreno liviano, ni atacar en te-
rreno de contención, ni dejarte aislar en un terreno transitado. En terreno
de intersección debes crear comunicaciones; en terreno pesado saquea, en
terreno malo sigue; en terreno rodeado haz planes, y en terreno de muer-
te, ¡pelea!
(Sun Tzu, El arte de la guerra)

Los factores geográficos físicos eran esenciales para las victorias


y las estrategias militares obedecían a ello, pero la información más
importante era donde se encontraban los recursos naturales para hacer
sostenibles las guerras y también para buscar la paz. Pero se necesitan
también una cartografía social no solo física del espacio geográfico, sino
un conocimiento del territorio es decir una territorialidad, como pudo ser
quizá un censo o algo parecido en estas sociedades arcaicas e históricas:
Las Geo-Grafías1 (Porto Gonçalves, 2013).

1 Carlos Walter Porto nos dice que la geografía tradicional tiene como objeto
de estudio la organización del espacio, y eso nace en el siglo xvi con el oficio
del geógrafo ante el Rey, es decir una geografía que viene desde arriba hecha
por los reyes y príncipes, por lo tanto una geografía estatal y de control
del territorio. Para él la geografía la hacen los de abajo que viven y habitan
un territorio nos aproxima a él haciendo unas grafías de este (territorio).
16 geografías al servicio de los procesos de paz

Considera el efecto de la luz y mantente en la posición más elevada del


valle. Cuando combatas en una montaña, ataca desde arriba hacia abajo y
no al revés. Combate estando cuesta abajo y nunca cuesta arriba. Evita que
el agua divida tus fuerzas, aléjate de las condiciones desfavorables lo antes
que te sea posible.
(Sun Tzu, El arte de la guerra)

Sun Tzu fue general, filósofo y geógrafo chino de la antigüedad,


quizá sea con su obra El Arte de la Guerra (475 a.c), donde el cono-
cimiento de la geografía física, la territorialidad y la relaciones entre
estado y poder, es decir la guerra, no se gana solo en las batallas sino
en los palacios y templos, pero sobretodo se vence con la Paz “la mejor
victoria es vencer sin combatir… Esta es la distinción entre el hombre
prudente y el ignorante”, dice Sun Tzu y esta es la principal estrategia
para la gestión del territorio de los estados nacionales, subnacionales y
trasnacionales hasta nuestros días.
La construcción de la Colonialidad del Poder desde la Geografía
comenzó desde el invento del oficio del geógrafo en el medioevo europeo
cuando los señores feudales re significaron (introdujeron) esa Coloniali-
dad del poder en Europa inventando esta construcción hegemónica y que
luego traslapó a sus periferias sus nuevos dominios de tierras, súbditos y
recursos naturales (Porto Gonçalves, 2013: 42).
Esta categoría de poder para obtener obediencia, se acerca al sentido
dado por Marx y Engels, quienes asimilan el poder como “la capacidad de
imponerse” o la “capacidad de dominar”. De quienes derivará la categoría
de “clase dominante” o “grupo dominante”. A partir de ello identificará
dos grandes formas de conseguir obediencia: la conformación social (la
cual se da través del aprendizaje y la adhesión a un conjunto de normas
y valores que permitan reproducir y perpetuar la estructura social). Y la
coacción social (que son mecanismos de sumisión por la fuerza de que
cada sociedad se dota, usando la violencia corporal, psíquica o social,
como coacción, con el fin de la perpetuación social).
Joan Eugeni Sánchez (1992: 27), definirá el poder como la capa-
cidad de apropiación y/o gestión del excedente por parte de un grupo
restringido de la comunidad. Al considerar la obediencia como el
mecanismo básico de las relaciones de dominio-dependencia, y a éstas

Porto no dice que la geografía no es un sustantivo, sino un verbo por eso


nos permite geo-grafiar, graficar el territorio de vida de la gente, mostrar
el espacio desde abajo, la cotidianidad de nuestras realidades.
Conferencia Temática: “Geografías por la Paz” 17

como la expresión de las relaciones de poder, Sánchez, situará la línea de


concepción del poder, como una relación simétrica entre los individuos
o grupos, que se manifestarán en el ámbito de las relaciones sociales
como relaciones de poder. También esta relación de poder asume una
forma espacio-territorial que reflejará la coherencia entre la articulación
del espacio y las relaciones de poder, el dominio por los grupos sociales
de dicho espacio y la localización de las fuerzas de decisión ubicando la
política como una de las instancias a través de las cuales se concreta la
gestión del poder. A cada modo de producción, como forma básica de
sociedad, le corresponde un modelo de articulación espacial (Bataillon
1977; Claval 1978; Castell 1981; Capel 1990)
El paso de edad media a la modernidad, el paso del oscurantismo
científico y las primeras escrituras de estados seculares nos llevan a pen-
sadores como Montesquieu, Rousseau y Tocqueville entre otros que de
alguna forma eran estudiosos del poder como en un momento anterior
también lo fue Maquiavelo, por ejemplo Tocqueville (1856) nos dice que
los revolucionarios franceses del 1789 querían borrar todo lo pasado y
tomaron en cuenta que nada de lo anterior pasara ni siquiera los hábitus2
(Bourdieu, 1992); sentimientos pero quieran o no para entender a la Re-
volución había que escarbar en lo más profundo de su ser, es decir hacer
un poco de historia y también de entender la administración pública de
esa sociedad. Además dice Tocqueville que hurgando en los archivos
encontró al antiguo régimen vivo con sus ideas, sus pasiones, perjuicios,
prácticas, etc., el creyó encontrar cosas nuevas en la revolución pero
en realidad en cada estudio percibía que ella se desentrañaba también
la revolución, además esta tenía dos etapas según él, la primera la que
querían abolir todo y la segunda la que querían restaurar parte de ella.
La Geopolítica para Kasperson y Minghi3 fue iniciada por Aristóteles
en su libro La Política, del siglo V antes de Cristo casi al mismo tiempo
que el Sun Tzu en China, pero para Jean Gottmann,4 habría comenzado
con el espíritu de Montesquieu en su libro Las leyes del siglo xviii, no
obstante, muchos ellos (Aristóteles, Sun Tzu y Montesquieu) en cierta

2 El habitus no es el destino, como se lo interpreta a veces. Siendo producto


de la historia, es un sistema abierto de disposiciones que se confronta per-
manentemente con experiencias nuevas y, por lo mismo, es afectado también
permanentemente por ellas. Es duradera, pero no inmutable” (Bourdieu,
1992: 109).
3 (La Estructura de la Geografía Política, Chicago, Aldine Editorial, 1969)
4 (La Política de los Estados y Leur Geographie, París, Armand Colin, 1952)
18 geografías al servicio de los procesos de paz

forma tuvieron la noción en que la “Geografía” influía definitivamente


sobre la vida del hombre en sus ámbitos de acción política.
Cuando la Geografía académica nace y se desarrolla a partir de la
concepción biologista del desarrollo de la sociedad, es la geopolítica la
que plantea, en la práctica, a la sociedad y al Estado, una política exterior
expansionista, porque la geopolítica es instrumento eficaz al servicio de
los imperialismos (Alemán, Francés y Británico) y a las oligarquías expan-
sionistas e imperialistas de la Europa occidental de inicios del siglo xx.
La Geopolítica tiene sus bases en la concepción del determinismo
geográfico acerca de la sociedad y el Estado, entonces lo predominante
era la presencia de la ciencia dentro de la teoría positivista de Comte que
hablaba de las Ciencias naturales de la sociedad, hoy ciencias sociales.
En ese entonces casi todos los académicos tenían un perfil biologista,
tal como expresa Rudolf Kjellen al decir que la “geopolítica es la ciencia
que concibe al Estado como un organismo geográfico o como un fenómeno en
el espacio”.5 En este esfuerzo de conceptualización de la geopolítica, a
partir de la articulación del determinismo geográfico con la concepción
biologista de la sociedad, Kjellen ha llegado a la conclusión de que “la
geopolítica es la teoría del Estado en cuanto a organismo geográfico o en cuanto
a fenómeno en el espacio; es decir, en cuanto al Estado como país, territorio, suelo,
de una manera más característica, como imperio”.6
Al ser la Geopolítica una ideología del nazismo y al perder estos la
II Guerra Mundial, la geopolítica pasa al olvido, pero la geopolítica en
la antigüedad y en la actualidad son una práctica constante por el uso
del poder, desde el ejercicio militar y la diplomacia como herramienta
de “Paz” y por ello vuelve en la segunda mitad del siglo xx en medio
de la “guerra fría” o bipolaridad mundial hasta la caída del muro de
Berlín en 1989, después la unipolaridad hegemónica norteamericana en
1991 y por ultimo ahora que estamos en la multipolaridad donde surge
países, bloques geoeconómicos como la Unión Europa y recientemente
los brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) como alternativas al
poder hegemónico del sistema – mundo.
La Geografía Política no es ajena a todos los acontecimientos
mundiales y los que están aconteciendo dentro de la academia geo-
gráfica, por ello a la mitad de los años 70 en adelante la New Political
Geography (Geografía o poder, o la geopolítica crítica) tiene una ruptura

5 strausz-hupé, Robert Geopolítica, en ratteenbach Augusto, 1975


Antología Geopolítica Ed Pleamar, Buenos Aires pág. 55, págs. 61-62.
6 marini, José Felipe El conocimiento geopolítico, pág. 41.
Conferencia Temática: “Geografías por la Paz” 19

con la geopolítica clásica, buscando un énfasis más riguroso teórico y


metodológico: en la ciencia en lugar de buscar el poder por el Estado-
Nación su honda preocupación con la Guerra Fría, con la ideología
y los sistemas socio-económicos; finalmente se da el debilitamiento
de las escuelas alemanas y francesas, y el fortalecimiento de la escuela
norteamericana.
¿La “Nueva Geografía Política” o la Geografía del poder?, ¿es la
Geopolítica, crítica? o la ¿geografía de los conflictos? ó ¿el estudio geo-
gráfico de los fenómenos de dominación? Esta “nueva geografía política”
comenzó desde finales de 1960 y especialmente en la década de 1970
vinculados a la aparición de nuevos actores: el feminismo, las luchas
contra la guerra de Vietnam y los derechos civiles, el mayo de 1968, la
contracultura, etc. Por lo tanto, hay una preocupación por los nuevos
agentes / actores, con nuevas formas de lucha: las relaciones de género,
orientación sexual, los conflictos culturales y etno-territorial, la nueva
territorialidad, la marginación y exclusión, la subalternidad, saberes some-
tidos etc.; potencia (o poderes) y no sólo del Estado. Ahora, los estudios
de geografía política de las relaciones de poder (o de las relaciones de
dominación), la política en general, en lugar de ver sólo en la política.
Hartshorne (1954), quien describió esta materia como” el estudio de las
diferencias y semejanzas de carácter político de un área como relacionada
con el complejo total de diferencias y semejanzas en esa zona”.
Una nueva evaluación de la Geopolítica se inició con Yves Lacoste
y su revista Hérodote (1976). ¿Una geopolítica ya no al servicio de los
estados totalitarios, sino una geopolítica crítica?, con esta nueva geopo-
lítica critica, los autores y usos de autores eran críticos y radicales, donde
Marx, Gramsci, el marxismo, la escuela de Frankfurt (Marcause, Adorno
y Horkeimer), los posestructuralistas (aunque él consideraba clasificar
su propio pensamiento como una crítica histórica de la modernidad con
raíces en Kant) como Foucault por su trabajo sobre el poder, y las rela-
ciones entre “biopoder”, conocimiento y discurso ha sido ampliamente
debatido hasta ahora. Las preocupaciones de los años 80, con la globa-
lización o el sistema-mundo, Wallerstein (1980). La creación de nuevos
conceptos o enfoques: la territorialidad, los pueblos originarios del Asia,
África y Latinoamérica, los bloques regionales (ue, apec, can, etc.), y
los límites del estado-nación, las relaciones de poder con/en el espacio.
También hay una secuela, con un enfoque en las preocupaciones más
críticas epistemológicas y teóricas y metodológicas de la fase anterior: el
estatus científico y las relaciones con la geopolítica clásica, con las ciencias
políticas, etc. La continuidad de la geografía electoral.
20 geografías al servicio de los procesos de paz

La geografía ha sido con frecuencia acusada de ser utilizada para


declarar guerras. Sin embargo, esta disciplina ofrece también una amplia
variedad de contribuciones para la construcción de la paz. Precisamente,
la Conferencia Temática “geographies for peace/ geografías
por la paz” busca resaltar las diferentes contribuciones de la geografía
para la construcción de la paz.
La geopolítica como disciplina, llegó a América del Sur como
resultado de dos vías de influencia intelectual distintas: el predominio
político, estratégico y económico de los Estados Unidos expresado en
las escuelas militares de formación de oficiales latinoamericanos, y la
herencia proveniente de la geopolítica germana de principios del siglo
xx, a través de los restos de la influencia prusiana sobre algunos ejércitos
sudamericanos. La Geopolítica entra en crisis en la postguerra y no es
hasta fines de los años ‘60 que se vuelve popular nuevamente.
Las Geografías de Paz en América Latina son recientes porque desde
las “Independencias” del siglo xix los depositarios de la Geografía (Carto-
grafía) eran los militares porque la Geografía Militar incorpora mucho
más que las manifestaciones simplistas de tomar medidas del terreno alto
o bajo. La geografía militar estudia lo obvio y desde el Estado como la
geografía oficial, la geografía de los teatros de la guerra, pero también
estudia características adicionales en el plano político, económico y otros
rasgos naturales de las localizaciones de conflictos potenciales, esto que
le dicen Geopolítica con su método de aplicación la geoestrategia como
sucedió desde los años ‘50 en América Latina con los gobiernos de dic-
taduras militares o regímenes cívicos militarizados en diversos países de
nuestro continente que generaron conflictos armados internos y sobre
todo muchas guerras entre países y estamos seguros también esto sucedió
en otros continentes, obviamente fuera de los países centrales tanto en el
periodo de llamada Guerra Fría como después, estos conflictos fueron de
origen religioso, político, económico (recursos naturales) por eso tenemos
claro que la “Paz” está en constante construcción territorializada y des
territorializada sean en el campo o ciudad y especialmente en los espacios
públicos que son los campos de batalla entre guerra y paz.
La paz es un anhelo trascendental, de carácter personal y colectivo
de los pueblos, pero al mismo tiempo es una gran utopía cuando en la
realidad ésta también depende de factores externos. Los seres humanos
solemos discutir a varios niveles sobre la paz, pero la ignoramos casi
por completo en diferentes acontecimientos diarios. Si bien en el argot
popular se ha naturalizado esta palabra y su uso, en verdad desconocemos
las implicaciones que tiene en la vida práctica cotidiana.
Conferencia Temática: “Geografías por la Paz” 21

En América Latina tenemos el conflicto armado interno más an-


tiguo del hemisferio occidental con sus más de 50 años, donde no hay
ningún ciudadano colombiano que no haya sido afectado directamente
o indirectamente; como bien se señala sobre la Paz en Colombia entre el
gobierno y las farc ahora se vienen retos postconflicto desde la memoria
colectiva para una mejor convivencia con justicia territorial y la recons-
trucción del tejido social como ha sucedido en Irlanda, Guatemala, El
Salvador, Ex Yugoslavia, Ruanda y Burundi entre otros países y regiones
del mundo, todo lo anterior descrito nos lleva a pensar citando a Jared
Diamond (2005) como las sociedades a través de la historia han tomado
malas decisiones y se han extinguido o han tenido un “Colapso” sean por
sobre explotación de los recursos naturales por sus habitus culturales de su
territorialidades traída de sus lugares de origen o por guerras encarnizadas
por el control de los alimentos y materias primas porque las sociedades
para dominar a otras sociedades primero deben de dominar los recursos
naturales y desde los inicios de la humanidad fueron de formas violentas
y todavía esto se mantiene en la actualidad, por ello se sustenta que hoy
más que nunca son necesarias unas “Geografías de La Paz”

El territorio está vinculado siempre con el poder y con el control de proce-


sos sociales mediante el control del espacio. La desterritorialización nunca
puede disociarse de la reterritorialización, y puede tener tanto un sen-
tido positivo cuanto negativo. Entendida como fragilización o pérdida
de control territorial, ella tiene un sentido negativo más estricto –como
precarización social–; pero el término puede tener también un sentido po-
tencialmente positivo, porque en su acepción más general, la desterritoria-
lización significa que todo proceso y toda relación social implican siempre
simultáneamente una destrucción y una reconstrucción territorial. Por lo
tanto, para construir un nuevo territorio hay que salir del territorio en
que se está, o construir allí mismo otro distinto. Para autores como De-
leuze y Guattari (1995, 1996, 1997), quienes utilizan mucho el concepto
de desterritorialización en su filosofía, éste tiene especialmente un sentido
positivo: la apertura para lo nuevo, la “línea de fuga” como momento de
salida de una antigua territorialidad y de construcción de un territorio
nuevo. La desterritorialización, entonces, puede ser tanto positiva como
negativa, pero no es esto lo que particularmente está en juego, sino una
cuestión más analítica, conceptual. (Rogério Haesbaert, 2013. Del mito de
la desterritorialización a la multiterritorialidad).

Con la palabra “Paz” entendemos aquí una variedad de definicio-


nes. La paz siempre está moldeada por los territorios en la que se hace,
y al mismo tiempo moldea una des/territorialidad de espacios. La paz
22 geografías al servicio de los procesos de paz

significa­cosas diferentes según los diferentes grupos sociales y los di-


ferentes tiempos, espacios, lugares y escalas. La paz puede ser creada a
escala del individuo, la familia, la comunidad, la nación y/o otras escalas,
pero estas diferentes escalas están frecuentemente entrelazadas. La paz
es un proceso territorial y situado, y como tal es necesariamente plural.
Por todo lo anterior, los geógrafos estamos en un lugar particularmente
adecuado para investigarla y para diseñar líneas que conecten los pedazos
de las diferentes formas de Paz, pero la Paz es como dice Rogério Haes-
baert (2011) no podemos caer en las dicotomías de des territorialidad del
pasado o de otras disciplinas sin el concepto territorio o simplemente
considerarlo estático, sino más bien contar con conceptos como reterrito-
rialización y multiterritorialización por las diferentes escalas sean micros
o macros entre los “otros” y “nosotros” y esa constante lucha por el uso del
territorio que no es más que la materialidad del poder físico (militar) y el
poder de “campo simbólico” de la memoria como es el “espacio vivido” de la
“colonialidad” donde se manifiesta una “Paz” que debiera ser construida
como un producto de esta desterritorialización y de reterritorialización
desde y para los agentes involucrados.
Gracias La Paz
Javier Nuñez-Villalba
Instituto de Investigaciones Geográficas-umsa

Después del xiv Encuentro de Geógrafos de América Latina (egal)


en la ciudad de Lima el año 2013, organizado por la Unión Geográfica
Internacional (ugi)-Latinoamérica, y de varios encuentros regionales
organizados por la ugi se logró la primera reunión, en el xv egal de
2015 realizado en La Habana, para hablar de una posible conferencia
temática de la ugi: “Geografías por la paz”. El acuerdo se decidió en la
reunión anual de la Asociación Americana de Geógrafos en la ciudad de
San Francisco el año 2016, quedando como sede de la conferencia de
“Geografías por la paz” la ciudad de La Paz-Bolivia para el año 2017.
La ciudad de La Paz, sede también del xvi egal 2017, se convierte
en un lugar apropiado para integrar los científicos geógrafos y geógrafas
de todo el mundo. La Paz, una ciudad localizada a más de 3600 metros
sobre el nivel del mar entre la Cordillera de Los Andes, se convierte en
un lugar ideal para inspirar paz.
Hasta septiembre de 2017 los atentados terroristas han alcanzado
más de 4000 víctimas, sólo en 2017. El mapa mundial muestra una
concentración de atentados en Medio Oriente, África Central, Europa
y Estados Unidos. Ciudades que parecían seguras como Londres, Pa-
rís, Barcelona fueron atacadas el 2017, los movimientos supremacistas
blancos en Estados Unidos y las amenazas de Corea del Norte muestran
un colapso de la Geografía política internacional que están haciendo
reemerger movimientos de convivencia intolerante.
Por otro lado, en Sur América, la convivencia pacífica entre
Estados, a pesar de las cicatrices históricas que existen, es todavía un

[23]
24 geografías al servicio de los procesos de paz

lugar donde se práctica la paz, y un gran ejemplo son los acuerdos de


paz en Colombia.
Por esta razón creemos importante desde nuestra región, Sur Amé-
rica, y desde la ciudad de La Paz sembrar procesos de “Geografías para la
paz” con la intención de contagiar los sueños de los geógrafos pacifistas
que queremos un mundo mejor.
1ª parte
Fronteras y paz
Paz y estudios de frontera1
María Lois2

Este texto es básicamente una colección de inquietudes, con apenas nin-


guna certeza. Trabajar sobre fronteras desde hace unos 10 años acentúa
el mal de la incertidumbre intelectual, aunque, al mismo tiempo, hace
cada vez más necesarias ciertas reflexiones. Reflexiones que, en realidad,
podrían resumirse en una: en la necesidad de formular un espacio de
enunciación para las geografías por la paz dentro de los llamados Estu-
dios de Frontera, de las investigaciones sobre Fronteras, de los llamados
Border Studies.
Haré este ejercicio a través de dos conversaciones3; esto es,
propondré dos intercambios con los Estudios de Frontera. Uno en
torno a las miradas regionales y su presencia en la construcción de

1 Este texto fue presentado en la plenaria de clausura de la conferencia te-


mática Geographies for Peace/Geografías por la Paz, organizada por la Unión
Geográfica Internacional/International Geographical Union (ugi-igu) y
celebrada en abril de 2017 en La Paz, Bolivia. Una versión previa ha sido
publicada con el título de “Geopolítica de la Paz y Estudios de Frontera”
en la revista La Migraña, 22, 2017, pp. 90-95.
2 Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Universidad Complutense de
Madrid (España).
3 En el sentido conceptual de conversación propuesto por Doreen Massey,
es decir, como una práctica de abandono de los límites y las estructuras
disciplinares para intentar transitar por los lugares no-comunes de reflexión.
Ver Doreen massey: “Negotiating Disciplinary Boundaries”, Current Sociology,
47 (1999), pp.5-12.

[27]
28 geografías al servicio de los procesos de paz

la investigación sobre Fronteras, y un segundo en torno a uno de los


conceptos esenciales de la geografía, el de escala. Intentaré abrir esos
dos momentos de diálogo y proponer líneas de fuga donde localizar
posibles líneas de trabajo, desde la inevitable mirada cruzada entre
Europa y América Latina.
Una cuestión que sin duda ha animado esta reflexión fue un semi-
nario impartido hace unas semanas en la upea, la Universidad Pública
de El Alto (Bolivia), sobre Geografía Política y Geopolítica, donde
pasé buena parte del tiempo exponiendo la visión crítica y las múltiples
posibilidades de ambas subdisciplinas, formuladas desde los años 90
como elementos clave de una reconstrucción de las miradas críticas en
Ciencias Sociales. Sin embargo, al final de la presentación, uno de los
docentes asistentes manifestaba que “esa geopolítica nos ha hecho mu-
cho daño”. De forma amplia, taxativa y en todas las posibles acepciones
del término. Planteaba como, en el contexto boliviano, la Geopolítica
seguía presa de su estrecha relación con las dictaduras latinoamericanas
y, en general, con el contexto de la Guerra Fría en América Latina y la
presencia e intervención de Estados Unidos en la región. En definitiva,
este intercambio evidenciaba que, aun teniendo las mejores intenciones,
los ejercicios académicos pueden evocar, reproducir, o sugerir imaginarios
que sería interesante revisar y cuidar.
Para continuar contextualizando el punto de partida de este trabajo,
es importante remarcar que entiendo la paz no como ausencia de con-
flicto, sino como un proceso, algo ya muy trabajado desde los llamados
Estudios de Paz. Pero también entiendo paz como un discurso geopo-
lítico, como práctica discursiva cuyo significado varía contextualmente.
Como apuntan Williams y McConell4, los significados y significantes
de paz y guerra están definitivamente ligados. En ese mismo trabajo, las
autoras proponen como posible labor para las geografías por la paz una
deconstrucción de los presupuestos normativos sobre la paz, en términos
de explorar su significado como conocimiento situado dentro de dife-
rentes marcos culturales. Si llevamos esto a los Estudios de Fronteras,
entiendo como una responsabilidad ética intentar visibilizar las dimen-
siones emancipatorias de un objeto de estudio obsesivamente ligado al
conflicto, a la seguridad, al mantenimiento de un orden y, en definitiva,
a la geografía moral del Estado moderno. Precisamente propongo, en
la línea de otros muchos autores, conceptualizar la frontera como una

4 Philippa williams y Fionnna mcconell: “Critical Geographies of


Peace”, Antipode 43 (2011), pp. 927-931.
paz y estudios de frontera 29

formación social en construcción permanente, inevitablemente presa de


su propia dialéctica: la de la posible transgresión, la del posible cruce,
proceso que la hace efectiva como frontera. En definitiva, aventuro una
reflexión en torno a la responsabilidad académica respecto a reificar,
reproducir o subvertir los significados, prácticas y espacialidades fron-
terizas a través de una visibilización de otras prácticas, significados y
espacialidades posibles en los Estudios de Frontera. La idea es proyectar
un horizonte para las geografías por la paz dentro de esta línea de tra-
bajo; en otras palabras, abrir momentos de encuentro con las posibles
dimensiones emancipatorias respecto a la centralidad de la violencia y
el conflicto en las investigaciones sobre fronteras.
Una mirada cruzada entre Europa y América Latina podría ser
paradigmática para ubicar el desarrollo de esta idea. En octubre de 2012
recibía un mail de una colega argentina, que viajaba a Madrid (España) a
presentar su trabajo en un Congreso internacional y pedía orientaciones
para entrar en el país. En Buenos Aires (Argentina) se había acercado a
la Cancillería a averiguar cuáles eran los requisitos para su viaje. Allí le
hicieron una lista interminable, entre ellos, mi visita a la Comisaría; en
dicha Comisaría, en Madrid, me requerían para el trámite, entre otras
cosas, una carta de invitación firmada ante notario, además de una serie
de pruebas fehacientes de situaciones de co-presencia previa respecto a la
persona invitada a la que, personalmente, no había visto jamás. Tratando
de descifrar los códigos de las prácticas burocráticas de fronterización
desplegadas en torno a la entrada en España, el contacto con individuos
que habían cruzado esa frontera (básicamente, la diáspora argentina), y en
mayor o menor medida familiarizados con esta práctica nos llevó a decidir
que una carta de invitación explícita del Congreso, un billete de avión de
ida y vuelta y una reserva en un hotel de dos días podría ser una forma
de solucionar la cuestión de cruzar la frontera para un viaje de trabajo.
En el aeropuerto de Madrid nadie preguntó nada. Ni a qué venía ni
cuándo se iba, ni dónde se quedaba. El viaje se completó sin necesidad de
más pruebas documentales que un pasaporte en vigor. La construcción
de redes y procesos burocráticos articulada por actores institucionales de
ambos Estados se desmantelaba ante la implementación de los agentes
de política fronteriza. Al tiempo, se hacía evidente la vinculación entre la
construcción de frontera y la capacidad de agencia, esto es, individuos o
colectivos, y constelaciones relacionales en general que subvierten, cues-
tionan, reproducen o construyen esa frontera, en muchos casos, alejados
de ella. Esta anécdota redundaría en cuestiones fundamentales para el
trabajo sobre fronteras: ¿dónde está el límite fronterizo en este viaje?, ¿en
30 geografías al servicio de los procesos de paz

los agentes de seguridad que trabajan en el aeropuerto de destino?, ¿en la


comisaría de un barrio de Madrid?, ¿en el notario que certifica una carta
de invitación?, ¿en los funcionarios de la Cancillería del país de origen?,
¿en las narrativas de las personas que desafiaron el ritual oficial en base
a su propia práctica y experimentación de la esa frontera? En definitiva,
aparecía claramente una pregunta clave: ¿cómo y para quién se proyecta
la fronterización entre ambos Estados? Dicho de forma más elaborada:
¿dónde está la frontera en los estudios sobre Fronteras?
Los plazos de solicitud de una certificación notarial, la virtualiza-
ción de la emisión de visas o las narrativas, experiencias y visiones de
individuos y colectivos remiten a prácticas de fronterización alejadas del
límite fronterizo, y que formarían parte necesariamente de un marco de
referencia donde el tiempo y el espacio frontera son elásticos. La frontera
se disloca espacialmente (e.g., en ordenadores, oficinas policiales, aero-
puertos, diásporas en origen, destino y tránsito, oficinas de emisión de
visados etc.), y se dilata temporalmente, en un proceso que va mucho más
allá de la inmediatez del tiempo de cruce y del espacio de paso del límite
fronterizo5. Asumir todas estas cuestiones para la investigación sobre
Fronteras implicaría una imperiosa des-esencialización de la asociación
entre el límite fronterizo y las dinámicas de frontera. La inteligibilidad de
las dinámicas de fronterización comprendería, entonces, un acercamiento
a una constelación relacional y espacial más amplia que la del contexto
propiamente fronterizo. Y sabemos que las formas de delimitar el objeto
de estudio es uno de los elementos que condiciona la forma de analizarlo.
Desde aquí, entonces, podríamos entablar una primera conversa-
ción; justo donde las miradas regionales saturan, en muchas ocasiones,
la investigación sobre fronteras. En esas miradas regionales, Europa (y
la Unión Europea, surgida precisamente del final de un conflicto béli-
co) se proyecta como paradigma no sólo de paz sino de geografía para
la paz, como un área con ausencia de conflicto interno, espacialmente
manifiesta en forma de fronteras internas ligadas al libre tránsito6. En
el caso de América Latina, la mirada regional respecto a las fronteras

5 Una primera versión de esta discusión fue publicada en María lois y


Heriberto cairo: “Desfronterización y refronterización en la Península
Ibérica”, Geopolítica(s), 2, (2011), pp.11-22.
6 María lois: “Apuntes sobre los márgenes. Fronteras, fronterizaciones,
órdenes socioterritoriales”, en Eric cardin y Silvio colognese (coords):
As ciências sociais nas fronteiras. Teorias e metodologías de pesquisa, Cascavel, jb
editora, 2014, pp.239-261.
paz y estudios de frontera 31

redundaría en dos temas: que las disputas sobre fronteras son numerosas
y que evolucionarían fácilmente hacia la guerra7. Ciertamente, en algu-
nas disputas se han producido escaladas de tensión, pero también otras
muchas se han solucionado pacíficamente, en mayor o menor medida.
En cualquier caso, en ambas regiones nos encontramos con las fronteras
que acaparan mayor número de investigaciones académicas: la frontera
entre Estados Unidos y México, y la frontera entre España y Marruecos.
En el caso de la hispano-marroquí, la llamada frontera sur de la
Unión Europea se ha convertido en uno de los lugares emblemáticos
para estudiar dinámicas de frontera, con importante presencia de finan-
ciamiento no sólo por parte de la propia Unión Europea sino también,
por ejemplo, de la National Science Foundation (nsf), de Estados Unidos.
Buena parte de los trabajos académicos más referidos y citados sobre
esa frontera la proyectan como lugar de muerte y represión, en base a
las consecuencias de la política migratoria de la Unión Europea en sus
fronteras exteriores. Estos textos serían ejemplos paradigmáticos de las
denominadas ‘fronteras espectaculares’8, es decir, reconstruidas sobre
los miles de muertos que han convertido, lamentablemente, el mar
Mediterráneo en un cementerio; y, simultáneamente, proyectadas desde
unas espacialidades de frontera, especialmente en su tramo de Ceuta y
Melilla, representadas en alambradas, centros de internamiento, y saltos
de vallas. Esto es, un retrato de la frontera saturado con representaciones
normalizadoras de geografías de exclusión, marginalidad y represión
disciplinada.
Sin embargo, resulta muy interesante revisar algunos datos respecto
a la llamada migración extralegal hacia Europa transmitidos por diversos
actores institucionales (Frontex) o por Organizaciones No Guberna-
mentales (accem) en los que se subraya que la mayoría de entradas
irregulares se realiza a través de los aeropuertos, con un visado de turista.
Así, creo importante pensar si aquellos enfoques hegemónicos
dentro de los Estudios de Fronteras sobre Europa no estarían también
devolviendo la frontera a su conceptualización más clásica, esto es, al

7 Heriberto cairo y María lois: “Geografía política de las disputas de


fronteras: cambios y continuidades en los discursos geopolíticos en América
Latina (1990-2013)”, Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía,
23 (2014), 45-67.
8 Olivier kramsch: “Más allá de la ‘Frontera Letrada’: hacia un horizonte
comparativo nuevo en los estudios fronterizos de la Unión Europea y
América Latina”, Geopolítica(s), 5 (2014), pp. 63-77.
32 geografías al servicio de los procesos de paz

límite fronterizo terrestre delimitado y fijo, dispositivo territorial del


control de movilidad, regulador del encuentro entre grupos sociales,
espacio de llegada, de final, de avalancha, de límite, de geografías pasi-
vas, de periferia. Quizás con las mejores intenciones, y sin dudar de su
capacidad de denuncia moral –en el sentido que propone Enrique Dus-
sel, esto es, “por la aplicación a una decisión concreta de los principios
vigentes del sistema”9–, esas prácticas académicas, además de acercarse
peligrosamente a ciertos discursos xenófobos en los que se racializa la
migración irregular, podrían estar reinscribiendo las jerarquías entre la
Europa y el resto del mundo. Lo que ocurre en las fronteras de Europa se
proyecta finalmente como una cuestión excepcional, por así decirlo, re-
mitiendo a imaginarios históricos de reproducción de miradas encerradas
en sí mismas y en sus lógicas de puridad en el encuentro con el Otro10.
Lejos, entonces, de una reflexión ética, esto es, que acepta la “capacidad
de saber pensar el mundo desde la exterioridad alterativa del otro […]
que pueda poner en cuestión los principios morales del sistema”11, ciertas
perspectivas en los estudios de Frontera podrían, precisamente, reafirmar
algunos de esos principios morales. Entiendo, siguiendo a Kramsch y
otros, que resulta insuficiente comprender las fronteras en y de Europa
sin considerar los frentes de interacción civilizacional y cultural donde
se resuelven modernidades compartidas, coproducidas entre Europa y
las demás regiones del mundo a través de las que la región se ha signifi-
cado geo-históricamente (América Latina, pero también África y Asia).
También existen prácticas de fronterizaciones complejas y múltiples en
México, Estados Unidos, Australia o Sudáfrica. Todos ellos territorios
postcoloniales, es decir, ligados a un proceso de definición frente al
Otro colonial como sujeto político y con una historia de encuentros y
desencuentros con esa modernidad europea. Y no sólo como horizonte
teórico: en el contexto más inmediato, las decisiones sobre disputas de

9 Enrique dussel: Filosofía de la liberación, Bogotá, Nueva América, 1996


[1era edición 1977], p. 76.
10 Para una discusión más amplia sobre estas lógicas ver, por ejemplo, David
campbell y Michael shapiro (eds): Moral Spaces; Rethinking Ethics and
World Politics, Minneapolis, University of Minessota Press, 1999, o María
lugones: “Pureza, impureza y separación”, en Neus carbonell y Meri
torras (comps.): Feminismos literarios, Madrid, Arco Libros, 1999, pp.
235-265.
11 Enrique dussel: Filosofía de la liberación, Bogotá, Nueva América, 1996
[1era edición 1977], pp.65-77.
paz y estudios de frontera 33

fronteras en América Latina tomadas en un tribunal internacional en La


Haya, por ejemplo, forman parte de los momentos de sedimentación de
encuentros y desencuentros entre las miradas regionales.
Al mismo tiempo, es interesante mencionar como, en los Estudios
de Fronteras europeos, escaso espacio encuentran las fronteras internas
que separan los Estados que componen la Unión Europea: las llamadas
“fronteras aburridas”12, así denominadas en base a su teórica incapaci-
dad de suscitar interés no sólo mediático sino también, y de forma más
pertinente a esta conversación, académico. Curiosamente, esa geografía
binaria se utilizaba por primera vez para referir la frontera entre Alemania
y Holanda, centro de conflictos de frontera y de guerras en Europa en
el pasado, pero convertido desde los años 2000 en significante hege-
mónico del aburrimiento fronterizo. En cualquier caso, en esa lógica,
esas fronteras dejan de ser importantes, pasando a ser lugares ligados
a una geografía de paz entendida como ausencia de conflicto, ahora
exclusivamente localizado en las fronteras externas de la Unión. En esta
conversación, mi pregunta sería si ese aburrimiento, ese tedio que las hace
poco interesantes, entonces, es equivalente a la ausencia de conflicto, a
una forma de entender geografía de la paz en este contexto. Las fronteras
sin conflicto, en los estudios de Fronteras, se vuelven aburridas, lo que
incidiría, de nuevo, en la asociación entre fronteras, conflicto, violencia,
militarización, exclusión, margen.
Una segunda conversación, derivada de esta primera, y que también
es una cuestión clave en la geografía política en particular, pero en ciencias
sociales en general, sería la posibilidad de ir más allá de la centralidad
de la escala estatal, del estado centrismo, a la hora de construir nuestros
objetos de estudio; en este caso, en los acercamientos a las fronteras. En
otras palabras, encontrar la forma de escapar de la “trampa territorial”13.
El politólogo-antropólogo James Scott ya mostraba las transcripciones
ocultas implicadas en las formas de “ver como un Estado”14. Sería in-
teresante impulsar lecturas de las fronteras que intentan ver como una
frontera, desde la frontera, considerándola como un principio, como

12 Anke strüver: Stories of the “Boring Border”: The Dutch-German Borderscape


in People’s Minds, Münster, Lit Verlag, 2005.
13 John agnew: Geopolítica: una revisión de la política mundial, Madrid, Trama,
2005.
14 James scott: Seeing Seeing like a State. How Certain Schemes to Improve
the Human Condition Have Failed, New Haven y Londres, Yale University
Press, 1998.
34 geografías al servicio de los procesos de paz

un centro, como una apertura, como un referente con espacialidades


diversas. La frontera puede ser un recurso material y simbólico para las
poblaciones locales, por ejemplo, que la reinventan, la transgreden, la
saturan, o la reproducen en sus vidas diarias, trazando territorialidades
variables, complejas e inacabadas en torno a ella. Sólo un pequeño ejer-
cicio de cambio de perspectiva y de localización multiescalar nos permite
acercarnos, por ejemplo, a sugerentes trabajos sobre fronteras que, por
procesos de cambio político, dejan de ser espectaculares. Es el caso de
varias investigaciones sobre Irlanda del Norte, en los sé que subraya la
importancia de la cooperación transfronteriza entre grupos que habitan
la frontera en la construcción diaria del proceso de paz15. Cabe mencionar
también el trabajo de Kolar Aparna sobre otra gran frontera espectacular,
la que separa Estados Unidos y México. Desde el recurso a la geografía de
la percepción en Tijuana (México), esta frontera, en los bocetos y mapas
de los locales, no es elemento central ni mucho menos conflictivo en la
vida cotidiana de sus habitantes. En algunos casos, ni siquiera aparecía.
En palabras de la autora, en la lógica de su trabajo, Tijuana se convertía
en una frontera aburrida16.
Y precisamente en la frontera aburrida, por excelencia, experiencias
como la Universidad Asilo en la Universidad Radboud de Nijmegen, en
la frontera entre Holanda y Alemania visibilizan otras posibilidades y ho-
rizontes para los Estudios de Frontera. En 2015, esta Universidad-Asilo
se construía desde un grupo de profesores y estudiantes que promovían
incorporar a la Universidad, y a todos sus espacios, a las personas en
demanda de asilo, en proceso de tránsito, de cruce o de llegada, ubicadas
en campamentos, colegios o pabellones de deportes localizados tanto en
la parte holandesa como en la alemana de la frontera. La eliminación
del requisito de la negociación con el dispositivo estatal del estatus de
acceso a las condiciones de estancia abría otros espacios y lenguajes de
hospitalidad, proyectando lugares de encuentro y sociabilidad en la
frontera, precisamente por su condición fronteriza.
Para evitar ser exhaustiva, concluyo con otra localización, la de
frontera entre España y Portugal en tiempos de dictaduras a ambos lados

15 Ver, por ejemplo, John coakley y Liam o’dowd (eds): Crossing the Bor-
der: New Relationships Between Northern Ireland and the Republic of Ireland,
Dublin, Irish Academic Press, 2007.
16 Kolar aparna: Re-mapping the U.S.-Mexico Border. High Agency, Everday
Region-making, and Lived Spaces of The u.s.-Mexico Border in Tijuana, Tesis de
Maestría en Geografía Humana, Nijmegen, Universidad de Radboud, 2013.
paz y estudios de frontera 35

(de los años 1940 hasta años 1970, aproximadamente), cuando se con-
virtió en un lugar de refugio para las personas en situación de represión
y persecución política. Pese a las retóricas oficiales de la época, las rela-
ciones entre ambos lados supusieron una posibilidad de supervivencia en
términos materiales y simbólicos, de numerosos grupos sociales. Décadas
después, cuando a través de los proyectos de cooperación transfronteriza
promovidos por la Unión Europa las comunidades locales se representan
a si mismas en los museos y Centros de Interpretación de esta frontera
ahora aburrida, lo hacen como contrabandistas, como transgresoras de
esa frontera, alejados de la función defensiva atribuida desde los centros
de poder al límite fronterizo y visibilizando otras prácticas, otras geogra-
fías, otras historias, que se superponen y trascienden a su delimitación
en el mapa17.
Podría seguir conversando desde esta línea de fuga, pero se ter-
mina mi tiempo, precisamente a tiempo de subrayar lo interesante e
importante de un acercamiento a la capacidad política emancipatoria
de la agencia colectiva, a los conocimientos situados, o a la interacción,
continuidad y proximidad como elementos posibles de los imaginarios de
una geografía por la paz dentro de los estudios de Frontera. Y también a
tiempo de plantear la conveniencia de más conferencias temáticas para
seguir explorando procesos, significados y prácticas ligadas a geografías
por la paz en las fronteras, a prácticas espaciales de paz en la frontera. Y
encontrar así elementos para la liberación de la marginalidad, la exclu-
sión y la violencia en el pensamiento y la investigación sobre Fronteras.

17 María lois y Heriberto cairo: “Heritage-ized places and spatial stories: b/


ordering practices at the Spanish-Portuguese Raya/Raia.” Territory, Politics,
Governance, 3, (2015) pp.321-343.
Espacios transfronterizos
en la construcción de nuevas reglas
del desarrollo
Miroslawa Czerny1, Andrzej Czerny2

Introducción

Cada zona fronteriza tiene sus propias características y posibilidades en


cuanto al desarrollo y a sus condiciones de abertura. Hay varios tipos de
la cooperación fronteriza. Cual de la variedad de acciones será elegido
depende sobre todo de las relaciones políticas entre los países vecinos. El
papel importante dentro de esta variedad de posibilidades juega también
condiciones medioambientales características para cada zona fronteriza.
Si se trata de los piases grandes cuales fronteras pasan por diferentes
regiones geográficos se puede encontrar tanto espacios fronterizos muy
bien ordenados, abiertos, fáciles para organizar las acciones conjuntas y
para colaborar, como también zonas muy difíciles de alcanzar, de realizar
las estrategias conjuntas, hasta vigilarlas.
Por la cooperación transfronteriza se entiende las acciones conjuntas
del distinto índole, tomadas por autoridades regionales o locales (también
dirigidas por los gobiernos centrales), de dos o más países vecinos. Según
Perkmann se trata de la cooperación de las autoridades locales (del nivel
más bajo que es el nacional), que cruza las fronteras de un país y en la
cual participen actores públicos y privados localizados en ambos lados
de la frontera (Perkmann 2003: 153).

1 Universidad de Varsovia, Facultad de Geografía y Estudios Regionales,


mczerny@uw.edu.pl
2 Universidad de Maria Curie-Sklodowska de Lublin, Facultad de Ciencias
de la Tierra y del Manejo Territorial, aczerny@poczta.umcs.lublin.pl

[37]
38 geografías al servicio de los procesos de paz

La cooperación fronteriza dentro del enfoque de geografía política


se considera como uno de los factores más importantes de la integración
política y económica internacional. En varios países se la trata como el
factor más importantes del desarrollo económico de las regiones perifé-
ricas que a su vez en la mayoría de los casos son las regiones fronterizas.
La cooperación fronteriza apoya a la integración regional y contribuye a
la formación de regiones económicas transfronterizas. En el caso euro-
peo se puede mencionar varios ejemplos de tal integración. El concepto
de erororegion que ya cumplió 37 años (introducido en 1980) ha
basado en los principios de muy avanzada cooperación económica. Se lo
había entendido como la forma muy institucionalizada de la cooperación
transfronteriza. Este, ha basado en los convenios entre las entidades
administrativas localizadas en ambas partes de la frontera. Los objetos
principales de dicha cooperación han sido el desarrollo económico regio-
nal, el desarrollo de la infraestructura, la protección del medio ambiente,
el desarrollo del turismo y las actividades culturales y educativas.
La cooperación fronteriza en América del Sur constituye un desafío
muy grande tanto para los gobiernos nacionales y locales, como para la
misma población que habita dichas zonas. Muy complicados y llenos de
prejuicios relaciones entre los países suramericanos hacen que tampoco
la cooperación fronteriza sea una tarea fácil. Hay pocos ejemplos de las
regiones transfronterizas integradas en toda América Latina. Las regio-
nes turísticas transfronterizas son aún más raras, aunque pareciera que
la cooperación dentro de este sector económico podría ser la más fácil
y accesible para la población local.

El turismo (¿y qué más?) como integrador


de la región fronteriza

La difícil cooperación fronteriza entre los países y regiones surameri-


canas tiene muchas caras y varias causas. Entre ellas cabe mencionar los
conflictos fronterizos que a veces tienen una larga historia, la falta de
confianza entre los países vecinos que limita el uso económico común
de las zonas fronterizas, el bajo nivel de la identidad nacional de los
habitantes de las regiones fronterizas, la falta de identidad regional y
la conciencia del papel de la frontera. La historia de la región de Tres
Fronteras (Leticia-Tabatinga-Santa Rosa) no es un caso excepcional.
Al contrario, los antecedentes políticos e históricos junto con varios
cambios de la línea de la frontera entre tres países hacen muy difícil al
espacios transfronterizos en la construcción 39

llegar a un consenso sobre la cooperación. Sin embargo últimamente han


aparecido algunas señales positivaos de la cooperación fronteriza y los
motivos para el apoyo mayor a dichos áreas en América del Sur. Entre
otros hay que mencionar:

1. Los programas de la integración económica realizados por varios


países Latinoamericanos desde hace varias décadas. Entre ellos
destaca el programa de mercosur, pero había otros realizados
mucho más antes también importantes (como fue el caso de la
cooperación andina).
2. La realización de los planes del desarrollo económico basados
en las ideas de la descentralización de la gestión y del manejo
territorial (por ejemplo introducido en los últimos años en Co-
lombia).
3. Las políticas introducidas por algunos gobiernos suramericanos
(entre otros por Brasil, Argentina) de la consolidación y del re-
forzamiento de las regiones periféricas, y dentro de ellas de las
regiones fronterizas.
4. Los procesos políticas que fortalecen al desarrollo regional.

El proceso de la formación de las fronteras en América del Sur ha


sido largo y marcado por numerosos conflictos y guerras. Todavía hasta
la mitad del siglo xx varias de las fronteras suramericanas habían sido
tratadas, tanto por los gobiernos nacionales como por algunas organiza-
ciones internacionales, como temporales. Ni hablar sobre las discusiones
políticas que regresan de vez en cuando entre los países andinos sobre la
demarcación de las fronteras en Amazonia. También para los habitantes
de Amazonia la existencia de las fronteras no siempre había sido clara y
bien entendida. En difíciles condiciones medioambientales de Amazonia,
de Orinoquia, del Chaco y de otras regiones, en algunos pedazos de
terrenos fronterizos la demarcación de la frontera fue un proceso lento
y apenas realizado. La población que ha vivido en dichas zonas no siem-
pre se orientaba bien a que parte pertenece el terreno donde vivía. La
conciencia de la existencia de la frontera se asociaba en los momentos de
grandes inversiones realizadas en las zonas fronterizas, por ejemplo por
la explotación del petróleo, de la madera, de la colonización agrícola, etc.
El pasado ha provocado la desconfianza entre los países y a la nece-
sidad de acentuar cada rato el estatus quo de las regiones fronterizas y su
afiliación sea definitiva. No han existido condiciones para la cooperación
transfronteriza y para la integración regional de áreas pertenecientes a dos
40 geografías al servicio de los procesos de paz

o más distintos países. Las primeras pruebas de la integración económica


salieron de la incentiva de los países andinos en 1969. Sin embargo no se
ha llegado al acuerdo por la cooperación fronteriza entre los signatarios
del convenio, o sea entre Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia).
Sólo gracias a la implementación de grandes proyectos internaciona-
les de la infraestructura (como por ejemplo de la empresa hidroeléctrica
de Itaipu en Paraná, o de la construcción de la Carretera Panamericana,
y de otras) junto con la colonización agrícola y el abastecimiento en la
infraestructura adecuada se ha logrado cierto interés de parte de la so-
ciedad y de los elites políticos por las regiones fronterizas. Dichas obras
y grandes proyectos de desarrollo se han realizado en las regiones peri-
féricas, en la mayoría de los casos habitadas por las población autóctona,
separada y en el aislamiento en relación al resto del territorio nacional
por el difícil acceso a sus terrenos – por la falta de caminos y otros medios
de la infraestructura que les facilitasen el intercambio de productos y la
movilización hacia los centros administrativos de la región. Sin embargo
esta abertura en algunas zonas de la población nativa tampoco les resulta
bien y de un impacto positivo.
En el proceso de la integración económica de las regiones fronte-
rizas el papel importante puede jugar el turismo. Especialmente para el
turismo internacional las zonas fronterizas suramericanas son interesantes
y fascinantes por su localización geográfica, el mosaico cultural y por
su la naturaleza. También para el turismo nacional dichas zonas son
interesante, no solo por los valores naturales y culturales pero también
por el interés económico –la compre de los artículos puede resultar más
económica cruzando la frontera. En la última década se ha notado el
crecimiento del número de turistas que visitan a La Amazonia o toman
rutas a lo largo de la Cordillera Oriental (la Ceja de la Selva). Los Sin
embargo la falta de buenos caminos y de otra infraestructura limita el
número de los visitantes en dichas zonas.

La historia de la formación de los centros urbanos transfron-


terizos entre el Perú, Brasil y Colombia

Los primeros Europeos que llegaron a La Amazonia en la época colonial


fueron los buscadores del oro. Se asentaban a lo largo de las orilla de ríos
donde se producían conflictos con los pueblos nativos quienes también
habitaban dichos lugares. La gente de afuera introducía los cultivos en
várzeas.
espacios transfronterizos en la construcción 41

Figura 1
Leticia - Tabatinga - Santa Rosa

Fuente: Andrzej Czerny a base de Google Earth (fotos aéreas de 2016).

Desde el siglo xviii allá donde hoy día se encentran las ciudades:
Leticia y Tabatinga ha sido el límite adonde llegaba el poder político
español de una parte y el portugués de la otra. En La Amazonia funcio-
naban las misiones jesuitas, y en la parte oriental (desde Brasil) llegaban
aquí los bandeirantes - aventureros, buscadores de piedras preciosas,
del oro y comerciantes de esclavos. Todas estas actividades han dañado
mucho el sistema poblacional de los nativos causando muchas veces a su
exterminación (sobre todo de los Indígenas Omagua). Entre los siglos
xviii y xix fueron terrenos de disputas y de los procedimientos de las
comisiones de arbitraje internacionales para arreglar las cuestiones de
las fronteras (García 2001).
Desde el 1751 cuando se fundó el fuerte São Francisco Xavier de
Tabatinga los portugueses han tratado de fortalecer su posición más al
oeste de La Amazonia. En 1967 Tabatinga se convierte en la colonia
militar y en 1983 concibió el estatus de municipio. La presencia de los
españoles, y desde el siglo xix de los peruanos también han sido bastante
42 geografías al servicio de los procesos de paz

bien marcadas en dicha zona. En el 1867 Perú firmó un tratado fronte-


rizo con Brasil y fundo la ciudad de Leticia. En el 1922 Colombia logró
tener el acceso al rio Amazonas y ocupo a Leticia, la cual desde 1963 es
un municipio y en 1991 se convirtió en la capital del departamento de
Amazonas. Después de perder a Leticia Perú estableció el paso fronterizo
en la isla Santa Rosa donde se formó un pequeño núcleo urbano Santa
Rosa de Yavarí. La capital de la provincia es la ciudad Caballococha
situada a la orilla del rio Amazonas donde se puede llegar desde Santa
Rosa por un bote rápido en un tiempo de dos horas.
En Leticia vive alrededor de 27 mil de habitantes (Alcaldía de Le-
ticia - Amazonas, 2017), en Tabatinga en 2010 vivía 36,4 mil (Instituto
Brasileiro de Geografia e Estatística, 2016). En realidad ambos centros
urbanos forman una aglomeración, como se puede ver en el mapa, y
la frontera entre Brasil y Colombia tiene aquí un papel simbólico y se
puede cruzarla sin problemas. Por su parte a la frontera fluvial entre
Perú y Colombia en Santa Rosa se cruza con varios problemas formales
y burocráticos, lo que dura varias horas. La isla de Santa Rosa cuenta
con 2,8 mil habitantes (Gobierno Regional de Loreto, 2016), no es un
lugar turístico y solo constituye el paso formal de la frontera.

Foto 1
El paso fronterizo entre Colombia y Brasil

Fuente: Andrzej Czerny.


espacios transfronterizos en la construcción 43

En la primera mitad del siglo xix, después de la independencia


lograda por los países amazónicos la región como tal se había quedado
en la margen de los principales corrientes económicos y del interés tanto
de los inversionistas como de los políticos. Del punto de vista de varios
gobiernos nacionales la zona del bosque tropical no servía para el lugar
del desarrollo de los asentamientos humanos tampoco de las actividades
económicas a gran escala. Los medios de comunicación, sobre todo la
prensa que salía en las capitales nacionales presentaba a La Amazonia
como una zona desfavorable, insalubre, desconocida, apta solo para
recibir a los aventureros y a los viajeros.
En la mitad del siglo xix se empezó el proceso más visible y planeado
de la exploración y de la explotación de la selva. Los exploradores bus-
caban a las plantas medicinales, por ejemplo a los raíces de zarzaparrilla
(Smilax officinalis) y otros. Luego se descubrió las propiedades medicinales
de la quinina y esto causo a un creciente interés por La Amazonia. El
boom de la cosecha de quinina se terminó a finales del siglo xix cuando
en Asia empezó su producción en las plantaciones.
Sin embargo, sólo el boom del caucho (llamado “la fiebre del cau-
cho”) ha causado la llegada de los inmigrantes interiores y la explotación
de La Amazonia por el capital foráneo - sobre todo inglés y americano. A
finales del siglo xix la demanda por el caucho ha provocado serios cam-
bios demográficos y sociales en toda la región. No sólo creció el número
de la población de La Amazonia pero también aumento el número de
los extranjeros, quienes llegaban aquí para “buscar de suerte”. Gracias a
la explotación del caucho se fundaron: Manaus (en Brasil) e Iquitos (en
el Perú) adonde llegaban inmigrantes de toda la región selvática y de
otras regiones, muchos no acostumbrados a la vida urbana en explosión
demográfica (Zárate Botía i Ahumada, 2008).
Dicho periodo, por la primera vez (después de la conquista donde
esto fue de manera puntual) ha causado la exterminación de la población
nativa en La Amazonia. Los grupos de los Indígenas fueron desplazados
de sus lugares que habitaban “desde siempre” y obligados a trabajar, pri-
mero cosechando el caucho en la selva, y después cuando ya se terminó el
boom, trabajando en las plantaciones de los cultivos tropicales. Se estima
que en los principios del siglo xx en la zona cauchera en Colombia el
número de la población indígena durante sólo 20 años disminuyo en
80%. Igualmente como fue el caso de quinina, también el traslado de las
plantaciones a Asia (sobre todo a Malasia) y la introducción del caucho
sintético, terminó con los años de la prosperidad de La Amazonia. Las
ciudades cayeron en decadencia, sus habitantes las abandonaron dejando
44 geografías al servicio de los procesos de paz

un paisaje triste, abandonado, con casas sin cuidado y con la falta de las
perspectivas para el desarrollo. Sin embargo la bonanza cauchera dejo
la región muy diversificada en cuanto a su estructura étnica, cultural y
económica.

Foto 2
Hotel La Posade del Cauchero en Iquitos, antes un almacén de caucho

Fuente: Andrzej Czerny.

El auge económico de la vuelta de los siglos xix y xx, conocido


con el nombre: “carrera por los recursos” de los países amazónicos
había acelerado a la delimitación de las fronteras políticas. La división
de la región entre Brasil, Perú y Colombia exigió de los habitantes su
declaración a pertenencia territorial. Ellos tuvieron que entender que su
existencia desde entonces dependía de los procesos transnacionales y de
globalización (Zárate Botía 2008). Zárate Botía afirma que las fronteras
son los espacios privilegiados donde aparecen, se integran o confrontan
muy fuertes imágenes, sentimientos, afiliaciones e identidades nacionales,
regionales y locales (Zárate Botía 2008: 107).
espacios transfronterizos en la construcción 45

La Amazonia es una región con rasgos medioambientales muy ex-


presivos; la diversidad política y social de la región, al parecer homogénea
en cuanto a las condiciones de vida, ha resultado de las aspiraciones a
conquistar y explorar sus recursos, lo que había traído enormes beneficios.
Sobre todo durante el apogeo de la explotación del caucho los intereses
nacionales iban a par con los intereses de las empresas internacionales
para sacar, vender y obtener grandes ganancias del producto. Comer-
ciantes, aventureros, soldados se habían convertido en principales actores
y a su vez representantes de los intereses nacionales en el proceso de
la integración política y económica de las zona, hasta aquel momento
periféricas con los centros de los poderes políticos y económicos.
Sólo el siglo xx, y sobre todo su segunda mitad han traído avances
en los procesos de la cooperación transfronteriza gracias a ciertos motivos
expresados por respectivos gobiernos amazónicos: a) intención de mejorar
el control del tráfico por fronteras en La Amazonia; b) la necesidad de
controlar a los migrantes que empezaron cruzar las fronteras sin nin-
guna control, también del contrabando; c) la necesidad de proteger los
recursos cuya explotación parecía ilegal e informal en muchas zonas; d)
el deseo de la cooperación comercial y del desarrollo de la infraestructura
(Czerny, Czerny 2015).
El ámbito de la cooperación internacional en cuanto a los asuntos
fronterizos esta amplio. Sin embargo dentro de una gama de los proyectos
y acciones para el desarrollo de las regiones fronterizas y de la coopera-
ción transfronteriza se puede mencionar algunos elementos importantes,
que salen desde el nivel local. Entre otros entonces se puede mencionar:

1. La protección del medio ambiente y la regulación de las formas


de su explotación;
2. La protección de bienes culturales y de los monumentos histó-
ricos;
3. La promoción de la cooperación económica;
4. El desarrollo y la unificación del sistema de la infraestructura en
la zona fronteriza;
5. Las acciones a favor del mejoramiento de las condiciones de vida
de la población local;
6. La regulación del mercado de trabajo y de migraciones;
7. La introducción de los programas educativos con el enfoque a
la educación bilingüe y a la multiculturalidad;
8. La implementación de programas con el propósito de acabar con
la insolación y con la marginación de varios grupos sociales;
46 geografías al servicio de los procesos de paz

9. La aplicación de programas de salud, sobre todo de la batalla


con las enfermedades tropicales;
10. El desarrollo de los proyectos turísticos integrados realizados
por todos países fronterizos.

Turismo apoyando a nuevas reglas del desarrollo

Ha sido la historia de la Región de Tres Fronteras que influyo tanto


a la situación económica, política y social presente de toda la zona en
dicho rincón amazónico. Siempre han sido también bastante difíciles
las relaciones entre el actor formal (o sea el estado) y la población local
(tanto nativa como migratoria). Los tres países fronterizos, por sus expe-
riencias políticas en el pasado, los cambios de las fronteras y la perdida
de una parte de sus territorios amazónica para el país vecino tratan en
sus actitudes aquí a subrayar de su soberanía. Sus manifestaciones tienen
distintos rasgos y características, como también su intensidad. La frontera
se convierte en el espacio globalizado donde varios sectores económicos,
y entre ellos también el turismo se convierten en los elementos de la
reproducción de modernidad. Dicho proceso también tiene otra carta
porque el turismo encuentra el ambiente ideal para la réplica funcional
de la exótica periférica como lo definen Rodríguez y Aponte (Rodríguez,
Aponte 2008: 128). Según dichos autores en las regiones turísticas de
La Amazonia, gracias al creciente interés de parte del turismo global
por visitar dicha región, se da el proceso de la formación de la sociedad
moderno-colonial (ibíd.). Es en las zonas fronterizas, de lo que también
mencionaba Bauman (2004) se puede dividir a los habitantes entre los
que están incluidos al sistema global económico y cultural y los que es-
tán fuera de él. Áreas transfronterizas constituyen un buen ejemplo de
las divisiones socio-económicas resultantes de la globalización (Czerny
2007). Dividida por las fronteras políticas la región periférica, que sin
embargo es el caso amazónico no solamente en Triple Frontera aquí
analizada sino también en otras zonas fronterizas forma un mosaico de
intereses y de los procesos de consolidación post-colonial no acabados
(Ficha Triple Frontera, 2016).
El turismo, como una de las actividades económicas potencialmente
importante en dichos áreas está generando cada vez más beneficios e
ingresos. Por esto se los percibe como el sector moderno, lo cual sin
embargo reproduce el escenario de las relaciones moderno-coloniales y
constituye la clave para entender los dualismos sociales en la división de
espacios transfronterizos en la construcción 47

ingresos y en la discriminación de la población nativa (Rodríguez, Aponte,


2008: 128). Creadas por misioneros, militares, viajeros y aventureros
las imágenes de La Amazonia como la región inhabitada a la cual debe
ser poblada y explorada ha constituido hasta el día de hoy el cuadro de
dicha región muy común entre varias esferas de la sociedad (Rodríguez,
Aponte, 2008). La Amazonia como el espacio presentado por el prisma
del concepto de modernidad también constituye el objeto muy compla-
ciente para las acciones e intervenciones. Sobre todo el Perú y Brasil
han iniciado el proceso de la formación a la identidad nacional en La
Amazonia. La propaganda política contenía tanto a los elementos de la
admiración de su naturaleza como también promovía a la colonización.
La Amazonia se convirtió en el objetivo de los proyectos preparados
y elaborados por elites políticos y económicos de cada país, los cuales
otorgando concesione para la explotación de sus recursos han dividido
su espacio y han reproducido antiguos esquemas coloniales. Rodríguez
y Aponte consideran que la región amazónica se había caracterizado
por una doble exótica (Rodríguez, Aponte, 2008: 138). La primera sea
una visión global que presenta a la selva natural, virgen, impenetrable,
no saludable para el hombre, “pulmón del mundo”, “ámbito prioritario
de la política de conservación de la naturaleza”, etc. Y la segunda – el
espacio de las actividades estatales para civilizarla. Si fuera exactamente
así lo significaría entonces que se generaría a nuevas divisiones funcio-
nales, sociales, culturales y de las estrategias políticas. De este modo se
confirma la existencia de las áreas periféricas, abandonadas, donde no
llega la justicia ni el desarrollo y las enclaves de “la civilización” que en
el caso amazónico significa la explotación “salvaje” de los recursos a la
cual acompaña muchas veces a la exterminación de la gente nativa.
En consecuencia de la situación de doble tratado de la enorme región
amazónica por parte de los países (gobiernos nacionales) que la poseen
los procesos de su colonización y de su desarrollo influyen al modo de
funcionamiento de las zonas fronterizas, entre otros también en la zona
de Triple Frontera entre el Perú, Brasil y Colombia. Aparecen contradic-
ciones y conflictos de intereses, los cuales se intensifican cuando se trata
de la explotación intensiva del bosque o de otros recursos abundantes en
la selva. En dichos casos las estrategias tomadas por respectivos países
frente a las empresas globales de la explotación pueden ser distintas, lo
que causa a los conflictos.
Lo mencionado también se aplica al desarrollo del turismo en La
Amazonia. Apenas en la mitad del siglo xx la región había sido consi-
derada como atractiva para tour-operadores. Y hasta fines del siglo xx
48 geografías al servicio de los procesos de paz

realmente el movimiento turístico crecía lentamente y solo en algunos


puntos de toda la zona selvática. Desde has dos décadas parece que se haya
intensificado el movimiento turístico, parcialmente por la estrategia de
grandes empresas turísticas globales que estén buscado nuevos destinos y
atracciones para sus clientes. La mayoría de los turistas se interesa por la
selva brasileira. Varios actores confirman que haya sido por la estrategia
tomada por empresas globales que hacen reproducir a “la exótica para la
venta” y ocultan los esquemas de la explotación colonial (post-colonial
en este caso). Se está dando el proceso de “reciclaje” de antiguos pro-
cesos de acumulación y la concentración a base de un nuevo ciclo del
consumo. Esto se produce a base de la venta “de lo exótico” de la selva,
sin desalentarse de antiguas, tradicionales formas de explotación de un
ecosistema muy delicado y frágil” (ibíd.).
Se hace la promoción de la región de tal manera que presenta a
la región en forma simplificada, como la tierra de los Indígenas, de
los monos y de los árboles monumentales. Los piases amazónicos no
intervienen para cambiar dicho modo de presentar a la región. Ellos
han heredado el discurso moderno-colonial y tratan a La Amazonia
como el objeto de la misión civilizadora y son ellos que reproduces
dicha visión tan divulgada por medios de comunicación y el turismo
global. Los terrenos en la región de Tres Fronteras están percibidos
entonces como silvestres y al mismo tiempo atractivos para los turistas
de los países desarrollados.
Sin embargo las estadísticas ya no muestran una visión tan optimista
y aun confirman el desinterés del turismo global por dicha zona y un
poco mayor interés expresado por los turistas nacionales. De los tres
lugares estudiados es más fácil llegar a Leticia (Colombia). Según los
datos estadísticos brasileños a las dos ciudades fronterizas: Tabatinga y
Leticia viene anualmente unos 10 mil turistas, de esos el 40% son los
Colombianos, el 15% son Brasileños y los demás vienen del Perú, de
usa y de algunos países europeos (suframa, 2016). Usan la vía aérea
para llegar – hay dos aeropuertos: uno en Leticia y el otro en Tabatinga
(ver el mapa). Algunos a quienes le gusta el viaje aventurero pueden
tomar los barcos – más rápidos o más lentos y el viaje puede durar unos
días (depende del punto de partida y del tipo del barco). Por ejemplo el
viaje de Iquitos a Santa Rosa por un bote de motor dura 12 horas y por
un barco que leva la carga y la gente hasta 4 días.
El viaje por el barco desde Manaus a Tabatinga dura tres días. La
gente de la región viene a Tabatinga a hacer compras, sobre todo en Leti-
cia, donde los productos del consumo son 40% más baratos que en Brasil.
espacios transfronterizos en la construcción 49

Foto 3
La información en Iquitos sobre la distancia hacia la frontera con Colombia
por río Amazonas

Fuente: Andrzej Czerny.

No hay muchos datos sobre el movimiento turístico en la zona. Los


últimos que se pudo conseguir provienen de la fuente del Departamento
Administrativo de Fomento Ecoturístico del Amazonas y muestran el
número de turistas que visitaron a Leticia en el transcurso de cinco años
(2006-2010).

Figura 2
Leticia (Colombia). Número de turistas, 2006-2010

Número de 2006 2007 2008 2009 2010 Crecimientos


turistas mil 2009-2010
Total 27,1 25,1 26,1 33,4 38,1 14,1%
Nacionales 20,5 18,7 19,7 26,1 30,6 17,0%
Internacionales 6,7 6,4 6,4 7,3 7,5 3,4%
Hombres 16,8 15,0 15,0 19,0 21,5 13,1%
Mujeres 10,3 10,2 11,1 14,4 16,6 15,4%
Fuente: Departamento Administrativo de Fomento Ecoturístico del Amazonas (Dafec). Cálculos
CREE. Banco de la República. Villavicencio, en: ICER, 2010).
50 geografías al servicio de los procesos de paz

Foto 4
La agencia del turismo en Leticia

Fuente: Andrzej Czerny.

Por supuesto que crece el interés de los turistas aventureros por


ecoturismo pero esta forma del turismo está limitado a grupos muy
reducidos de los viajeros. Sin embargo, según Carpentier (2012) su
desarrollo ayuda a la gente local en conseguir ingresos y mejorar sus
condiciones de vida. Por ejemplo desde Leticia se puede viajar al pueblo
Hitoma (7 km de distancia) donde se presenta a los turistas como la
gente local protege al medio ambiente. Nueve kilómetro de Leticia se
encuentra el centro de etno-turismo Monilla Amena, donde viven más
de 100 personas de los grupos nativos Witoto, Yucuna y Tikuna. Los
turistas se interesan por los costumbres del pueblo, sus artesanías, la
comida. Pueden pasar la noche allá durmiendo en hamacas (“Amazonas.
Colombia”). Son solo algunos ejemplos de la oferta más amplia, también
por la parte de Brasil, aunque para el turismo extranjero domina aquí
la oferta por lado colombiano.
No se puede decir lo mismo sobre el desarrollo del turismo en Santa
Rosa (el centro poblado de la isla de Santa Rosa de Yavarí fue fundado
en 1974). No tiene buena infraestructura turística y su desarrollo está
vinculado con el comercio con Leticia (Colombia).
espacios transfronterizos en la construcción 51

Foto 5
Santa Rosa - un humilde hostal en la isla. Como el lugar del control fronterizo pasan
por allá todos turistas que quieren dirigirse a Leticia (Colombia)

Fuente: Andrzej Czerny.

Foto 6
Barcos en Caballococha. Desde las horas tempranas se nota un gran movimiento
de los barcos que pasan por dicho lugar

Fuente: Andrzej Czerny.


52 geografías al servicio de los procesos de paz

El puerto de allá está todavía bajo la sombra de la ciudad principal


peruana de dicha zona, o sea Caballococha - la capital tanto de la Pro-
vincia de Mariscal Ramón Castilla como del Distrito de Ramón Castilla
y tiene una población de 25,000 hab. (2014). Para llegar a Caballococha
desde Santa Rosa por el bote de motor se necesita dos horas (son aproxi-
madamente 50 km). El puerto está lleno de barcos con mercancías que
abastecen toda la región fronteriza peruana por Amazonas. Es un centro
de la operación de sectas religiosas y de los intereses ocultos. Tiene un
dinamismo de desarrollo muy fuerte aunque de la impresión que poco
controlado por las autoridades. Sin embrago se lo considera como uno
de los pueblos mejores organizados de la selva peruana.

Conclusiones

La localización de tres centros poblados en la zona fronteriza de los tres


países amazónicos: Colombia, Brasil y el Perú ha creado a una situación
muy especial para el desarrollo de la zona en general y para cada pueblo
en particular. Dicho desarrollo abarca no solamente a los procesos ur-
banos sino también económicos y socio-culturales. La especificidad de
la dichas “tres polaridades” se manifiesta por varios factores que forma
el lugar de dichos centros tanto en el sistema urbano amazónico como
en el sistema urbano de cada de estos países. Las principales particula-
ridades de la región de Tres Fronteras (Leticia-Tabatinga-Santa Rosa)
son las siguientes:

1. Los pueblos fronterizos a la vez son periféricos por su localización


geográfica al respecto de los centros económicos y políticos de
cada de los países amazónicos.
2. Su aislamiento se profundiza por las condiciones medioambien-
tales de la región.
3. En Leticia y Tabatinga han estacionado una guarnición militar
y a la vez ambas ciudades han cambiado su pertenencia política
en la historia post-dependencia.
4. Son los centros comerciales de la zona, pero también centros
del narcotráfico.
5. Son centros de la explotación depredadora de los recursos na-
turales
6. Son receptores de inmigrantes de los vastos terrenos de la selva
amazónica.
espacios transfronterizos en la construcción 53

Indudablemente el rasgo más característico de la aglomeración


urbana Leticia-Tabatinga-Santa Rosa es su localización periférica. Las
condiciones medioambientales, el acceso difícil a muchos rincones de
la selva y baja tasa de la densidad poblacional favorecen a las actividades
informales, ilegales, criminales, sobre todo al cultivo de drogas (la coca
y marihuana), al contrabando de mercancías, de los animales exóticos,
y a los bienes culturales. Además la economía está basando en la explo-
tación de recursos naturales. Viene aquí la población de otras regiones
buscando el empleo y la posibilidad de explorar algunos de los recursos
de la selva (pe. a cazar de los animales). Las inversiones no son grandes
aquí y por esto la tasa de desempleo esta alta. Dentro del este esquema
es el turismo que puede mejorar la situación en el mercado de trabajo y
en la estructura de los ingresos. Son cada vez más personas que se em-
plean como guías, organizan a tours individuales, ofrecen alojamiento,
cuentan las historias.
El aislamiento constituye el factor principal influyente al nivel de la
vulnerabilidad de la región a los factores e impulsos externos e internos
(nacionales). La economía depredadora - el consumo de los recursos de
la naturaleza sin generar producción y la adquisición de los especies pro-
tegidos de fauna y flora constituyen a una seria amenaza para la selva. La
tala del bosque, también en parte ilegal cambia la estructura de plantas,
adelgaza al bosque en general y sobre todo a lo largo de ríos.
Se puede hablar de las identidades regionales en Amazonia. En
Brasil se indica a la existencia de la identidad comunitaria presente
desde fines del siglo xviii cuando los pobladores empezaron a tratar
su nuevo territorio como una región separada y particular (Corréa
da Silva, 2004). En el Perú el proceso de la consolidación territorial
estaba relacionado con la formación del departamento Loreto y con la
expansión de la población desde Los Andes hacia la selva. Los pobla-
dores empezaron a habitar lotes a lo largo de los ríos. De este modo
poblar La Amazonia salen los nombres populares de los pobladores
en Perú-ribereños.

Bibliografia

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Bauman Z.
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El problema de las aguas del Silala1
Ofelia Michel Rico2

Introducción

El año 1886 las primeras obras de captación en el Silala son realizadas


por la Compañía de Ferrocarriles y Salitres de Antofagasta sin ninguna
autorización boliviana. Fueron principalmente cámaras rústicas de cap-
tación de aguas y canales de mampostería seca para la conducción del
agua a través de una red de canales colectores (Fuente: Allende Edwards,
María. Historia del Ferrocarril en Chile, 1993).
A través del presente artículo se pretende lograr el conocimiento de
la nominación científica técnica de la naturaleza y origen de los manan-
tiales del Silala, su historia y su realidad actual respecto de la demanda
chilena ante la Corte Internacional de Justicia.
Asimismo, comprender los términos de defensa coherente de los
manantiales del Silala, y plantear respuestas a la posición chilena.
De esta manera se pretende llegar a los ciudadanos bolivianos acadé-
micos, universitarios, instituciones organizaciones y público en general.

1 Extractado del libro inédito- “Ante el inminente fraude… La defensa del Silala”
autora: B. Ofelia Michel Rico. Octubre 2017 bachitamichel@hotmail.com
2 Miembro codepanal La Paz, Comité de Defensa del Patrimonio Na-
cional, la Soberanía y dignidad nacional, es autodidacta en investigación
el tema marítimo y de los manantiales del Silala, es miembro activa de ci-
deco, Ciudadanos en Defensa de Cochabamba, es afiliada y socia de la
asociación de investigadores históricos-sociales de Cochabamba “Alejo
Calatayud” y además también es miembro de la Sociedad de Geografía,
historia y Geopolítica de Cochabamba.

[57]
58 geografías al servicio de los procesos de paz

El Ingeniero británico, Josías Harding, quien demarcó la frontera para


el Pacto de Tregua de 1884, y posteriormente hizo el trazo y estudios del
ferrocarril de Arica a La Paz, con sospechosa anticipación a la firma del
Tratado de 1904, se internó en 1884 con sus técnicos más allá de la frontera
demarcada, en esas exploraciones halló las vertientes del Silala en pleno
territorio del altiplano boliviano. Y por supuesto hizo un informe a Chile.

Manantiales del Quetena - (Silala o Siloli)

La zona donde se encuentran los manantiales del Silala, está ubicada en


el Vice Cantón Quetena, en la provincia de sud Lípez del departamento
de Potosí, Bolivia, a 4.438 metros de altura sobre el nivel del mar, entre
los hitos 73-75, con una superficie de 72 km2, que contenían aproxima-
damente 142 manantiales activos; hoy; tan solo existen 90, por el uso
indiscriminado y por ser un recurso no renovable. Actualmente brotan
de manera artificial entre 3 a 5 litros por segundo. Siendo éste un recurso
natural gigantesco y muy valioso.
El origen de estas aguas del subsuelo (Silala), corresponde a la acti-
vidad aluvial por el escurrimiento de aguas fluvio-glaciales depositadas
en las hondonadas del Quetena hace diez mil años, desde la última gla-
ciación el nivel superior de estos depósitos de agua sale a la superficie
como manantiales inmóviles para formar numerosos bofedales.

Figura 1
Ubicación Manantial Silala 8º30’ de longitud oeste del meridiano de Greenwich

Fuente: Imagen Satelital Google Earth, 2009


el problema de las aguas del silala 59

Por primera vez aparece el nombre del supuesto río Silala

El plano de construcción del ferrocarril Antofagasta Huanchaca cons-


truido desde Antofagasta hasta la nueva frontera con Bolivia entre 1884
y 1886, cuyos mapas encontrados en esos años, no figura el supuesto
río Silala, y supuestamente según el plano, el río Silala sería un afluente
natural del río San Pedro, en realidad, en la práctica, la tubería que lleva
aguas de los manantiales de Quetena confluye en el río San Pedro, pero
de manera artificial, no natural. Las coordenadas de los manantiales del
Silala están entre los paralelos 22º 8’ de latitud sur y 68º 30’ de longitud
oeste del meridiano de Greenwich.
Por lo que se descarta la posición del gobierno chileno al verificar
que el verdadero cauce del rio San Pedro y su afluente, el río Inacaliri,
nacen en la ladera oeste del cerro Inacaliri o Cajón de la cordillera de los
Andes (paralelo 21º, latitud sur). Muy distinta ubicación al nacimiento
del supuesto río inexistente que pretende Chile hacernos creer. Grado
22°. Esto es posible verificar con fotos satelitales y verificación in situ.
Estudios publicados por onu, indican que en regiones similares
al Quetena, depósitos de agua existente en el subsuelo, son conocidos
como “Recursos inmovilizados indefinidamente” son depósitos fluvio-
glaciales ocurridos hacen diez mil años. (Edad del cuaternario y estudio
del pleistoceno - El clima tiene su historia http://lectura.ilce.edu). Última
glaciación del planeta.
En la zona de los manantiales del Silala, no escurre agua de lluvia,
porque no llueve, no hay recarga de los acuíferos. No existen aguas de
deshielo ni aguas de excedencias de lagunas que podían infiltrarse en el
subsuelo para originar acuíferos subterráneos y vertientes que afloren y
escurran por gravedad en la superficie de los suelos volcánicos permea-
bles. Por lo tanto, no forman parte de ningún Sistema Hídrico, y no
existe interconexión Hidráulica, no existe cuenca hidrográfica.

Concepto técnico universal. Cuenca hidrográfica

Es el Territorio en el que los distintos ríos y cursos de agua que lo riegan


confluyen a un río principal. Cada una de estas cuencas está separada de
las vecinas por la línea divisoria de las aguas qué casi siempre coincide con
la línea de las cumbres.
“Toda el área que tenga una salida común para su escorrentía su-
perficial”. Según glosario internacional de hidrología (unesco- omm)
Organización Meteorología mundial, 1996.
60 geografías al servicio de los procesos de paz

Concepto moderno. “Cuenca internacional es el área donde existe


interconexión hidrológica natural, superficial o subterránea que se ex-
tiende de un Estado a otro”.

La Asociación de Derecho Internacional define: Normas de Helsinki

“Una zona geográfica que se extiende sobre dos o más Estados y está
determinada por la divisoria del sistema de aguas, incluidas las superfi-
ciales y las subterráneas que fluyen a un término común”.
Concepto clásico de la onu. “Los recursos hidráulicos para una
cuenca hidrográfica comprenden, tanto las aguas superficiales de toda
la vertiente como los recursos hidráulicos subterráneos, físicamente
conectados en su sistema hidrográfico…el requisito de interconexión
permite excluir, incluso dentro de la zona geográfica de la cuenca, los
recursos hidráulicos superficiales o subterráneos no conectados con un
sistema hidrográfico de la cuenca.
Así los receptores, estanques, pantanos y acuíferos subterráneos,
situados por completo dentro del territorio de un Estado y sin conexiones
superficiales o subterráneas, naturales o artificiales, con el sistema de
drenaje de la cuenca, se clasifican como “recursos hidráulicos naciona-
les y no como internacionales”. Recursos Hidráulicos Internacionales
Naciones Unidas, pág. 8
Por lo tanto: Chile no es un país ribereño y no podría reclamar
derecho alguno, como tampoco debiéramos los bolivianos compartir ni
administrar nuestras aguas con ellos.

“Los manantiales del Quetena-Silala, son un recurso nacional estratégico,


son aguas fósiles, su origen data de la última glaciación 10.000 años que por
efecto de la descongelación (fósiles) estas se han infiltrado en un suelo per-
meable hasta cierto nivel, encontrando un bolsón o cuenca natural subterrá-
neo de suelos volcánicos, son aguas que emergen en la superficie y no circu-
lan hacia ningún lugar, son aguas inmóviles o estáticas indefinidamente”.

Hasta que la mano del hombre incursionó dragando y perforando


dicha cuenca para arrastrar las aguas hacia territorio chileno aprove-
chando la gradiente. No por eso se la puede calificar como río o aguas
de curso internacional contiguo caprichosamente.
Se debería denunciar a Chile, por dibujar una línea ilegal en el mapa
de límites de 1904, uniendo río San Pedro Chile con el interior del te-
rritorio de Bolivia y haberse dado un nombre imaginario del río Silala,
el problema de las aguas del silala 61

(La Prensa, 6 de marzo de 2002), además se ha revisado el libro “Estados


Unidos y el mar boliviano, cap. 6. Jorge Gumucio Granier 1985-1997.
Evidentemente en el mapa del Tratado de 1904, aparece un nombre
de “Río Silala” inmediatamente por encima de la palabra “Inacaliri”
pero se trata de un manuscrito hecho a mano después de la firma del
Tratado entre ambos países. En el Tratado de 1904, en el art. 2.-…. (15)
desde cumbre norte (volcán apagado), irá por un contrafuerte al cerrito
del Silala. Se trata de una falsedad material e ideológica para cambiar
la naturaleza de las aguas, justificar el uso de las mismas y atribuirse el
derecho de aguas compartidas.

Figura 2
EL Río Silala es una ficción

Fuente: Propia.

Las coordenadas geográficas del verdadero río San Pedro, en rela-


ción con la frontera con Bolivia, tienen una separación de 1370 metros,
equivalentes a 7’ geográficos. El desplazamiento del cauce del río San
Pedro, que llega a territorio de Bolivia con el nombre de río Silala, fue
dibujado en el Mapa de Limites de 1904. Esto es verificable.
Por lo que se descarta la posición del gobierno chileno al verificar
que el verdadero cauce del rio San Pedro y su afluente, el río Inacaliri,
nacen en la ladera oeste del cerro Inacaliri o Cajón de la cordillera de los
62 geografías al servicio de los procesos de paz

Andes (paralelo 21º, latitud sur). Muy distinta ubicación al nacimiento


del supuesto rio inexistente que pretende Chile hacernos creer.
De la misma manera podemos citar los estudios que se realizaron
bajo la dirección del Vicerrector de la Universidad Tomas frías, de Po-
tosí, ingeniero Luis Guido López, expone que un equipo compuesto
por profesionales y estudiantes se trasladaron a la zona del Silala para
estudiar las “fracturas” (en geología es la separación bajo presión de
dos o más piezas de un cuerpo solido) los terrenos y todos los aspectos
relacionados con la geología. Señalo que en el proceso de investigación
se encontraron un total de cinco mil fracturas en la región del Silala. Lo
que significa que los suelos son permeables hasta cierto nivel.
El trabajo realizado demostró que evidentemente las aguas del Silala
provienen de manantiales, explicó además que las aguas del Silala son
“aguas bicarbonatadas sódicas, que nacen en un cerro y no hay ningún
río, las rocas también son bicarbonatadas sódicas (agua mineral) y están
relacionadas con sólidas”.
“Las recargas no son meteóricas porque el déficit hídrico (la lluvia)
es de 80 mm y su evaporación de 600 mm “Hemos determinado también
la capa cuaternaria con físicos, la permeabilidad de la capa cuaternaria,
que ratifica la época de infiltración y de cómo hay más evaporación que
infiltración” dijo el vicerrector. Realizaron también un mapa geológico de
la zona volcánica que define el yacimiento y, además, se hizo un estudio
geoquímico que determinó que las recargas de agua del Silala podrían
provenir de unas cotas altas, pero eso se desestimó porque en esos sitios
altos el agua es salada, mientras que el agua del Silala es pura, es decir no
tiene la misma calidad. En ese sentido explicaron sobre la procedencia de
las aguas haciendo una explicación geológica de los tipos de suelos con
el cual el equipo investigador, después de varias muestras que realizaron,
constató que el Silala es un conjunto de manantiales.
Estos estudios hechos in situ del Ing. Balderrama llegaron a la con-
clusión de que: se destaca que son aguas fósiles milenarias, no renovables
por ser área desértica. Para mayor abundamiento de evidencias existen
fotografías satelitales recientes de la n.a.o. francesa, y de la nasa-
Norteamericana, sumados los estudios del instituto de hidrología, de
la universidad de San Andrés de La Paz, consecuentemente concluye la
unesco dando a publicidad tomas satelitales que son coincidentes entre
todos los investigadores que “no existe río alguno de curso internacional
sino únicamente existen ojos de agua que brotan desde el subsuelo, y que ahora
están muy mermados”. Trabajos realizados por la compañía inglesa The
Antofagasta (Chili) and Bolivian Railway Company Limited.
el problema de las aguas del silala 63

En la región del Quetena se encuentran canales y tubos construidos


de manera artificial para jalar aguas desde los manantiales en territorio
boliviano hasta territorio chileno, forzando el vaciamiento del agua
aprovechando la gradiente ya que de manera natural jamás esas aguas
irían a ningún lado, estos trabajos se realizaron en razón de un contrato
que la Prefectura de Potosí dio en concesión a dicha compañía que su-
puestamente requerían para alimentar a las locomotoras de ferrocarril
Antofagasta hasta la nueva frontera boliviana chilena.
Existen 98 bocatomas; 27.000 metros de canales revestidos con
mampostería seca; 2.500 metros de canales revestidos con mampostería
de piedra con mortero: 17.600 metros de tubería de 10 pulgadas; 4.600
metros de tubería de 12 pulgadas; un reservorio de concreto para alma-
cenamiento, decantación y regulación en territorio boliviano, otro reser-
vorio con mayor capacidad y similares características técnicas, próximas a
la frontera y una obra de almacenamiento y control en territorio chileno.
Estos trabajos de captación y recolección han constituidos una ac-
tividad usufructuaria que significa una contravención a los derechos estatales
de Bolivia, porque para llenar las locomotoras del ferrocarril no se requería
llevarse tanta cantidad de agua.
“Señor Prefecto del Departamento. - Pide la concesión que indica.
- Benjamín Calderón por “The Antofagasta (Chili) and Bolivia Railway
Company Limited”, según el poder adjunto, ante los respetos de usted
digo: Que en la Provincia de Sud Lípez próxima a la frontera, existen una
vertientes que forman el Río “siloli” que corren en territorio chileno
(1). (1) Aquí comienza la apropiación chilena bautizando al Silala como
Río. El Ing. Inglés Josías Harding las descubrió en 1904 e hizo un in-
forme sobre ese descubrimiento. En dicho informe consta la naturaleza
hidrográfica de las aguas del Silala.
Dichas vertiente no muy abundantes, brotan en un terreno comple-
tamente erial y de dominio público, pues ni en la inmediaciones a muchas
leguas a la redonda, existe propiedad alguna particular, ni menos campos
de cultivo.- Haciendo obras de captación y de canalización, podrían
utilizarse las dichas vertientes, aunque con costo crecido; y la Empresa
proyecta ejecutar esas obras para utilizarlas en el servicio de su línea.-
Primero.- Que conforme al artículo doscientos cuatro del Decreto-Ley
ya citado los Ferrocarriles tienen preferencia para el aprovechamiento de
las aguas públicas, preferencia que apoyado en dicho artículo, lo solicito
ya que en las inmediaciones y a una larga distancia, no existe población
alguna. Por otra parte mi mandante ofrece dejar para el uso público, una
tercera parte de las aguas que logre captar o reunir, debiendo advertirse
64 geografías al servicio de los procesos de paz

que la obra proyectada hará utilizables aguas que hoy se pierden sin
beneficio para nadie.- Segundo.- …Por eso me limito a solicitar de Ud.
Señor Prefecto, de conformidad al artículo doscientos diecisiete de la
ley de veintiocho de Noviembre de mil novecientos seis, la autorización
necesaria para aprovechar las aguas públicas de las vertientes de “siloli”,
situadas en la Provincia de Sud-Lípez de este Departamento, para el ser-
vicio de la Empresa Ferrocarriles de Antofagasta.- Será Justicia etcétera.-
Potosí, julio veinte de mil novecientos ocho.- benjamin calderon”
El mismo Benjamín Calderón se refiere a las “vertientes del Silala”
y no al Río Silala.
El trámite de concesión continúa: “Chile comercializa, monetiza las
aguas del Silala y proveer las necesidades de las minas de Chuquicamata,
Antofagasta y otras Poblaciones”.
La compañía Railway no requería de toda el agua para los ferro-
carriles. “Las locomotoras requerían 63 mt3/día o 0,62 Lt/seg. Según
las publicaciones de la misma empresa (Claros 2016) y el caudal que
ingresaba a Chile en esos años rondaban por los 6.600 mt3/día (76 Lt/
seg.) esto demuestra que evidentemente la mayor parte de ese caudal fue
utilizado para otros fines desde un inicio.
El hecho de que existen documentos formales con pruebas fehacien-
tes de que se ha procedido a la concesión de las aguas de los manantiales
del Silala que el apoderado de la Railway se ha referido a vertientes y ha
solicitado concesión de aguas a su verdadero dueño y que este ha ejercido
su soberanía en ese momento, significa también su derecho propietario,
así como la revocatoria de la concesión, la licitación y conceder a la
administración de la Ductec Srl. Es un acto de soberanía. Y no puede
Chile apelar a un derecho consuetudinario.

1. Denuncia Defraudación

El cónsul de Bolivia en Antofagasta denunció que la Compañía negocia


con las aguas del Estado boliviano en su provecho, fuera de la autorización,
consiguientemente debe restituir al Estado boliviano todas las sumas perci-
bidas a la fecha y que asciende varios cientos de millones de pesos chilenos.

2. Revocatoria de la concesión

Sr. Omar Manzano Murillo, Prefecto de Potosí, en coordinación con el


gobierno nacional, el 14 de mayo de 1997, dicto la Resolución adminis-
trativa Nº 71/97 que revoca y anula la escritura pública de concesión de
el problema de las aguas del silala 65

las vertientes denominadas Silala (Siloli). Resolución elevada a decreto


supremo N.º 24660 del 20 de junio de 1997.
A pesar de que tenemos conocimiento de que el año 2000 el servicio
Nacional de Geología y Minería (sergeomin) ha emitido estudios sobre
la naturaleza y origen de las aguas de los manantiales del Silala, “que señalan
que se trata de manantiales de la época de la última glaciación” nos sorpren-
demos de que también esta institución sergeotecmin, había entregado
en una sesión de gabinete precedido por el extinto General Hugo Banzer
y por algunas instancias del Legislativo; un informe técnico qué establecía
la naturaleza del Silala como un río, proponiendo además una junta mixta
boliviano-chilena, se encargue de la administración de sus aguas, este fue
conocido y aprobado por aquel gabinete. (22 de febrero del 2002 - “La
Razón”), También debemos señalar que lo propio ocurrió con el Instituto
Geográfico Militar igm en una ocasión emitió un mapa donde incorporo
un río Silala inexistente y que luego corrigió ese exabrupto. Documentos
que hoy Chile utiliza para demandarnos ante la cij.

La Entrega Inconsulta de las Aguas Del Silala por el Gobierno


de Evo Morales año 2009

Los bolivianos podemos afirmar con total seguridad que: Los manantiales
del Silala, son 100% bolivianos, un Recurso gigantesco natural, vital, no
renovable, valiosísimo y estratégico, para los potosinos y para Bolivia,
todos los gobiernos, incluyendo el actual han soslayado su responsabili-
dad de ejercer soberanía traducida en aprovechamiento y uso, así como
no cobrar la deuda histórica a la compañía, The Antofagasta (Chili) and
Bolivian Railway Company Limited.
Evo Morales y su gobierno el año 2009, ha entregado el 50% de
las aguas del Silala a Chile, a espaldas del pueblo, y el ex ministro Cho-
quehuanca pretendió imponer la aprobación de dicho preacuerdo en
varias oportunidades, la última de ellas el día 3 de Septiembre del año
2009, en Quetena Chico, en ocasión de una convocatoria pública que
lanzó la cancillería para socializar un preacuerdo donde Chile pretendía
supuestamente compensar el 50% del costo por el uso de las aguas de
los manantiales del Silala, mi persona acudió a dicha convocatoria, como
delegada de codepanal, “Consejo de defensa de los recursos naturales
la dignidad y la soberanía nacional” con mucha dificultad, puesto que
llegar al Silala en Quetena chico, resulta ciertamente un gran esfuerzo
por la dificultad de acceso y el costo del viaje. ¿Por qué razón esta con-
vocatoria escogió un lugar de tan difícil acceso?
66 geografías al servicio de los procesos de paz

El ministro Choquehuanca y algunos de sus acompañantes estuvie-


ron comentando que utilizar las aguas de los manantiales “sería imposible,
porque sería una obra de muy alto costo, imposible de realizarse”.
Una vez instalados en una escuelita de Quetena Chico, nos entregaron
el preacuerdo el cual apenas alcanzamos a dar una lectura a vuelo de pájaro,
aun así pudimos apreciar que dicho documento aceptaba de que el Silala se
trataba de un río, que se compartiría con Chile dándole a ese país la mitad
del derecho, así como, no se cobraba la deuda histórica por el uso ilegal
de las aguas, y se les regalaba a Chile el uso gratuito por 5 años más hasta
que un estudio definiría que naturaleza tienen dichas aguas. De tal manera
que los 17 delegados asistentes no aceptamos dicho preacuerdo, y así lo
hicimos conocer en nuestras intervenciones. Aún a pesar de no aceptar el
mencionado preacuerdo, la cancillería se trajo impreso un documento para
que firmásemos aprobando dicho preacuerdo; incluso llevaron cámaras
filmadoras para gravar la constancia del despojo. Fue mi persona en público
quien denuncio en ese momento que se trataba de un engaño y traición a
la patria, puesto qué; demostré que el preacuerdo supuestamente en bo-
rrador, ya había sido firmado hacían 4 meses atrás, a espaldas del pueblo
boliviano por el vice canciller Hugo Fernández y María Teresa Infanta
directora de fronteras de Chile Según la prensa chilena, y esa fue la razón
por la que, el canciller David Choquehuanca al verse descubierto, tuvo que
retirarse sin decir palabra alguna. De esta forma evité que Chile le llevara
el tan ansiado botín con ayuda de nuestro Canciller y el gobierno actual.
La prensa escrita (el Diario), se comportó cómplice, porque no comento
este incidente en sus páginas del día siguiente, (4 de septiembre del 2009)
tan solo dijo que el preacuerdo gozo de consenso, algo totalmente falso.
Así es como algunos medios de prensa, también complotan contra Boli-
via, y ocultan la verdad histórica, para tener al pueblo engañado porque
seguramente tuvieron instrucciones superiores y ya cobraron el precio de
sus conciencias. Después de siete años el 29 de marzo del 2016 (la razón)
Evo Morales muy suelto de cuerpo dijo: “el Pre acuerdo del 2009 será la
base del litigio ante la cij por aguas del Silala”.
Del mismo modo, el actual gobierno en 11 años no ha sabido sentar
soberanía ni utilizar dichas aguas para beneficio propio, como tampoco
la presencia de ademaf justo sin presencia en la frontera con Chile.
Y para confirmar esta traición el Presidente Evo Morales, el día 6 de
agosto del 2017 en su discurso al país señalo: “estamos convencidos que
cualquier dialogo, sea directo, con mediación o vía Haya, no quisiéramos
que haya perdedores ni vencedores”.
En conclusión, podemos decir:
el problema de las aguas del silala 67

– La necesidad de Chile por el agua dulce es tan grande, así como la


deuda de este país, por el uso ilegal de las aguas de los manantiales
de más de cien años. Buenas razones por las que Chile se valdrá
de cualquier cosa con tal de seguir utilizando agua de manera gra-
tuita, como lo viene haciendo hasta hoy. Tienen la habilidad para
influir en nuestras autoridades. Ahora mismo Chile desde el año
2002 perforan pozos en la frontera con Bolivia y las autoridades
nacionales no denuncian, los dejan en la impunidad, esta acción
es violación a la soberanía nacional. La táctica y estrategia para
conseguir las cosas a su favor no ha cambiado, ya que legisla sobre
recursos sin tener derecho alguno y después trabajan tenazmente
con sus agentes para convencer a nuestras autoridades de aceptar
entregarles todo cuanto quieren, “por la razón o la fuerza”.
– El pueblo boliviano esta ignorante de todos los aconteceres
históricos del país, porque el gobierno no llama a debate de
temas de estado, con instituciones académicas, no informa
como corresponde, con la verdad, muchas acciones que toma
son a escondidas, un pueblo ignorante no tiene la capacidad de
discernir y menos aún de planificar sus propios pasos, defender
sus recursos y su interés.
– Por todos estos antecedentes expuestos de los gobiernos de turno,
y del actual, los bolivianos no podemos seguir permitiendo que
nos ocurra otra vez lo mismo, debemos decirle al pueblo la verdad
de los hechos históricos y es el pueblo informado definitivamente
el que tenga la palabra como soberano.
– No confiamos en que el actual gobierno de Evo Morales pueda
hacer una coherente defensa ante la cij. Porque ya entrego el
50% de los manantiales a Chile, porque en once años no sentó
soberanía, y porque al guardar secretos como que Chile viene
cada seis meses a no sabemos qué clase de negocios, a pesar de
tener dos demandas en curso.
– Finalmente, el pasado 6 de agosto el presidente Evo Morales, en
el discurso al país dijo:” en el tema del Silala, sea vía dialogo, o
vía indirecta o la cij, no quisiéramos ganadores ni vencedores”,
entonces está claro que el actual gobierno ya definió su posición,
el empate con Chile. es decir, los manantiales del Silala, que están
amenazados de despojo inminente.

Considerando que el pueblo boliviano no ha sido instruido respecto


de sus recursos hídricos que se encuentran en peligro y en polémica, como
68 geografías al servicio de los procesos de paz

es el caso de los “manantiales del Silala”, las autoridades bolivianas no han


socializado, en niveles básicos intermedios ni superiores, los estudios rea-
lizados por nuestras instituciones públicas, sergeotecmin, senami,
Cancillería, y otros; respecto de la naturaleza y origen de los manantiales
del Silala, su historia, las concesiones, por lo que el pueblo boliviano se
encuentra verdaderamente ignorante de lo que es este importante y vital
recurso natural. Que nace y muere en territorio boliviano, hasta que
la mano del hombre del extranjero hace incursión en ello y cambia su
condición natural. Extrañamente estas mismas instituciones nombradas
en algún momento generan otros informes contrarios a los primeros y
son presentados a los gobiernos de turno, eso lo manifiesta Chile en su
inicio de procedimiento ante la Corte Internacional de Justicia.

La urgencia de un foro:

Hoy en este momento nos enfrentamos ante una demanda totalmente


injusta e incoherente por parte de Chile y con el grave riesgo de perder
la soberanía de los “manantiales del Silala”. No solo porque no se han
socializado los estudios realizados por distintas instituciones públicas ni
privadas sobre la naturaleza y origen de este recurso hídrico; que avalan
que se trata de manantiales fósiles de la última glaciación, “aguas inmó-
viles indefinidamente” que no fluyen a ningún lugar, porque su cuenca es
endorreica es decir cuenca cerrada, por lo que no comparten con ningún
otro país, puesto que se trata de depósitos sin interconexión hidrológica,
menos aún son parte de un Sistema hídrico, porque simplemente no
tienen interconexión. Esta condición no le permite a Chile reclamar
propiedad compartida por no ser este país ribereño.
Al margen de ello para rematar, las instituciones que han hecho
estudios sobre los manantiales del Silala, están prohibidos por el ejecutivo
y por los Decretos Supremos N° 1760 y 3131, de dar información a la
ciudadanía boliviana, es decir aquellos documentos de estudios e informes
técnicos que apoyan la nominación de manantiales fósiles inmóviles,
están escondidos y vedados para el pueblo, están prohibidos, y tan solo el
gobierno tiene el derecho de asumir defensa, nombrar personal, nombrar
delegados, y todo lo tienen herméticamente dispuesto a su discreción, solo
como si se tratara de un asunto de su propiedad, cuando los manantiales
son un Recurso hídrico natural estratégico boliviano, de interés público.
Ubicado en el cantón Quetena de sur Lípez potosí.
Importante informar que el año 2009, el actual gobierno negocio y
firmo un “preacuerdo” con Chile, donde se le reconoce a éste la propiedad­
el problema de las aguas del silala 69

el 50% de los manantiales de Silala, y el derecho de compartir su ad-


ministración, que no se hablara de la deuda histórica de la ex Railway,
hoy fcab que le deben a Bolivia por comercializar aguas de propiedad
boliviana, desconociendo que estas aguas no tienen recarga ninguna y que
algún momento se agotarán y Bolivia empeñaría todos sus recursos para
dar agua que ya no existirá en el futuro muy inmediato. Constituyendo
en una verdadera traición a la patria.
Con la creación de Agencia para desarrollo de macro regiones y
zonas fronterizas (ademaf) ley N° 100, se ha publicitado mucho sobre
la presencia en municipios y 5 macro regiones y zonas fronterizas del
territorio boliviano, (se entiende como zona fronteriza los 50 kilómetros
a partir de la línea límite de frontera, pero curiosamente en la frontera
con Chile, no hubo presencia de ademaf.
Del mismo modo, la irresponsabilidad y la falta de compromiso
con el estado boliviano, se traduce también que en 11 años de gobier-
no del presidente Evo Morales, no ha sentado soberanía pese a tener
proyectos ya financiados desde el 2013, para utilizar el 100 % las aguas
en beneficio de los potosinos, demagogia y apariencia al decir que se
sienta soberanía por hacer una piscina para peces y envasar agua para
el G77, minúsculos proyectos que han sido abandonados totalmente.
El año 2015 negó atención al pueblo potosino cuando estos plantearon
su pliego petitorio, y estos se vieron obligaros a marchar hasta la sede
de gobierno para ser escuchados y quedarse en las calles para que sean
escuchados por muchos días, y aun así, tuvieron que retornar sin haber
sido atendidos en la solicitud de los 26 puntos de su pliego petitorio entre
ellos los manantiales del Silala.
Ante esta realidad el pueblo boliviano se siente traicionado por el
actual gobierno que no cumple con la responsabilidad de defender los
recursos naturales más al contrario entregarlos fácil y gratuitamente a la
voracidad chilena en este caso. Ya que su compromiso no es con Bolivia.
Por ello consideramos que el pueblo boliviano debe asumir la defensa
de sus recursos naturales y de los manantiales del Silala.
2ª parte
Pueblos indígenas, áreas
protegidas y la búsqueda
de La Paz
Danza de la geopolítica del tipnis
Yuri Sandoval Montes1
Maestrantes en Geopolítica de los Recursos Naturales-umsa2

1. ¿Geopolítica de la Amazonia? La posición del Gobierno


frente al tipnis

Para acercarnos a las intenciones del Gobierno, brevemente desarrolla-


mos el contenido del texto Geopolítica de la Amazonia3.
El autor inicia el libro desarrollando conceptos ideológicos, caracte-
rísticos de su formación intelectual y académica. García Linera parece ir
adecuándose al discurso indigenista de moda y coyuntural de la época con
un fuerte apego a la teoría revolucionaria de izquierda maoísta y leninista
donde el proyecto político del mas es sumar fuerzas para acentuarse al
poder. Para ello recurre al discurso marxista leninista que afirma que la re-
volución trae consigo una contrarevolución; es decir: la ley de la dialéctica.

1 Ingeniero Geógrafo, Doctor en Ordenación del Territorio y Docente Inves-


tigador en el Instituto de Investigaciones Geograficas, Carrera Ingeniería
Geográfica de la Universidad Mayor de San Andrés-umsa.
2 Abraham Abel Atora Zegarra (abafer@hotmail.com); Rodolfo Cabrera Rojas
(rcract02@gmail.com); Trifon Choque (cantodelosandes2012@gmail.com);
Verónica Brigida Chuquimia (vero_brigi@hotmail.com); Lilian Menar Cori
(lilianamenar@gmail.com); Luis Alejandro Patón Barrientos (lucho.paton@
gmail.com); Tatiana Yamilka Vargas Condori Vargas (yamilka.geo@gmail.com)
3 García Linera, Álvaro (2012); Geopolítica de la Amazonía. Poder hacendal
patrimonial y acumulación capitalista. Vicepresidencia del Estado Pluri-
nacional. Presidencia de la Asamblea Legislativa Plurinacional, La Paz/
Bolivia: 112 pp.

[73]
74 geografías al servicio de los procesos de paz

Culpabiliza a las transnacionales, al extranjero y a los hacendados


la pobreza de la Amazonia. Donde la transformación de esa realidad
será fruto del Estado Plurinacional, donde convergen los movimientos
sociales, sindicatos, organizaciones indígenas, entre otras agrupaciones
sociales; por tanto, hace ver que la Amazonia se ha convertido en una zona
crítica y que las relaciones de poder están en manos de quienes detentan
el poder en la región, lejos de visualizar una Gobernanza adecuada que
refleje una interacción adecuada del territorio.
Para justificar la teoría de la Revolución y contrarrevolución, hace
gala de conceptos del materialismo histórico o marxista, “modo de pro-
ducción”, de hecho, el modo de producción no cambia radicalmente si
el proceso es democrático, el modo de producción cambia cuando las
estructuras de poder cambian radicalmente. Por tanto, el “modo de
producción” se mantiene cuando se mantiene la estructura del poder.
La marcha del tipnis, le atribuye a la teoría de Mao Tse-Tung,
que afirma que este problema deviene del mismo movimiento popular,
es decir, se da en el “seno del pueblo”.
Cuando hace referencia sobre el contexto de la Amazonía deja ver
que el territorio boliviano, nunca ha estado cohesionado geopolíticamen-
te. La Amazonia fue un territorio abandonado a expensas de intereses
ajenos y extranjeros favorecidos por los gobiernos de turno, democráticos
y dictaduras. Hace una caracterización de gran importancia a la Ama-
zonía boliviana, por sus características y valor ambiental, lo que explica
en parte la importancia geopolítica y el interés desde diversos rincones
del mundo en esta zona.
También, resalta el abandono de esta región en el desarrollo y sobe-
ranía del país que históricamente ha estado en manos de colonizadores,
misiones, traficantes de tierras, explotación de empresas de castaña, entre
otros. “…De esta manera, el Estado se presentaba como una extensión
de las influencias familiares de una pequeña elite hacendal, gomera,
ganadera y maderera, a la vez que ella misma legitimaba e imponía con
la propia violencia estatal su propiedad patronal sobre la población”.
Y continúa buscando culpables, para ello la Cooperación interna-
cional, ong‘s y las organizaciones indígenas como la cidob, afirma que
responden a un clientelismo de instituciones ambientales, entre otras.
García Linera ignora que las estructuras políticas neoliberales anteriores
al mas, marginaban sistemáticamente a las poblaciones rurales y sobre
todo a las poblaciones indígenas, razón por el cual el área rural y sobre
todo las áreas más empobrecidas de la Amazonia como de otras regiones
del país acuden a la cooperación internacional, embajadas e instituciones
danza de la geopolítica del tipnis 75

ong’s para lograr alguna cooperación principalmente para la captación


de agua potable, construcción de aulas, caminos puentes, programas de
salud, fortalecimiento de sus organizaciones, entre otros.
Cuando hace referencia de la “Subsunción capitalista de la econo-
mía indígena amazónica” hace alarde de su formación marxista/leninista
considera a los indígenas como propietarios de los medios de producción,
la tierra; por tanto, similares a los señores feudales europeos, entonces
asegura la “subsunción del territorio indígena y los recursos naturales a
la acumulación capitalista interna.”
Señala la presencia de muchos intereses por el territorio, menciona
que lo intangible nos es más que una ley en papel. Un candado, cuando ya
advierte que la Ley 108 de Protección del tipnis del año 2011 no conviene a
los intereses del partido gobernante. Y que la Ley de Consulta a los Pueblos
indígenas del 2012, es para viabilizar el desarrollo de las actividades de los
pueblos indígenas Mojeño, Trinitario, Chimane y Yuracaré y principalmente
para construir la carretera Villa Tunari – San Ignacio de Moxos.
El argumento, “geopolítica de la Amazonia” se basa en demostrar
que en general toda la Amazonia está expuesta a un vacío de poder aban-
donado por el Estado que ha sido tradicionalmente ocupado por una
elite empresarial - hacendal, ganadera y extractora de goma y madera.
Con respecto a los argumentos geopolíticos tanto de la construcción
del camino al igual como su descarte, llaman profundamente la atención
en la población en general. Por tanto, se da una disyuntiva, ¿qué hay detrás
de la construcción y no construcción de esta vía? ¿Quiénes tienen los
argumentos geopolíticos adecuados a la realidad del país y los intereses
correctos en beneficio del Estado Plurinacional?, tomando en cuenta que
la geopolítica no es más que una relación de rivalidades por el poder o
influencia sobre un determinado territorio, en este caso, el Estado mal
llamado Plurinacional se constituye, como otros poderes locales, ya sean
estructuras indígenas originarias, empresas u ong’s, como elementos
políticos de poder en disputa por el territorio.
Finalmente, nuestra opinión termina en la ambigüedad existente en
el manejo estatal, un doble discurso del proceso político llevado adelante
en Bolivia y liderado por Evo Morales. No es ya para sorprenderse que
el gobierno actúa con dos caras, cuando se refiere a la opinión pública,
hacia afuera es respetuoso a la madre tierra “Pachamama”, al interior es
altamente desarrollista con 50 años de retraso frente a los países desarro-
llados. Se deja llevar por “…las disputas por ambiente, desarrollo y soberanía
expresadas en el debate ambiental; y la conflictividad política generada dentro del
campo de la izquierda latinoamericana entre gobiernos denominados progresistas
76 geografías al servicio de los procesos de paz

o posneoliberales, y sectores que protagonizaron una fractura y se ubicaron como


una oposición de izquierda a estos proyectos”.
Por tanto, el texto es la muerte anunciada del tipnis. Es decir, que
las revoluciones y lucha de los pueblos por la democracia en el siglo xx
ha terminado. El siglo xxi, es para el pragmatismo, para el capitalismo,
para la demagogia, para la globalización, para la industria del despojo,
para la mentira.

2. Ubicación geográfica

El Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure - tipnis se


encuentra ubicado entre los paralelos en los 15º27’ - 16º47’ de Latitud
Sur y meridianos 65º04’ - 66º40’ de Longitud Oeste, entre los muni-
cipios de San Ignacio de Moxos, Loreto, Villa Tunari y Morochata de
las provincias Moxos y Chapare entre los Departamentos del Beni y
Cochabamba respectivamente en una extensión superficial de 1.200.000
ha. (Un millón doscientos mil hectáreas).

Figura 1
Mapa de ubicación geográfica del TIPNIS

Fuente: SERNAP
danza de la geopolítica del tipnis 77

El tipnis presenta una variada fisiografía debido a su ubicación


transicional entre las Serranías subandinas y los Llanos de Moxos. La
región sur es esencialmente montañosa y de abruptas pendientes e inclu-
ye la Cordillera de Mosetenes y las serranías de Sejeruma y Moleto. La
región central y sur está definida por el relieve casi plano de la llanura
aluvial de Moxos. Gran parte del Área soporta fuertes inundaciones
estacionales en la época húmeda.
La hidrografía está definida por las cuencas de los ríos Sécure, Ichoa
e Isiboro, tributarios del río Mamoré. Corresponde a las subregiones
biogeográficas bosque húmedo montañoso de Yungas y del bosque
húmedo del Madeira.

3. Geopolítica de los rrnn

3.1. Biodiversidad del tipnis

La biodiversidad del tipnis refleja un territorio con un amplio potencial


económico, tanto para las comunidades que habitan en el parque, como
para poblaciones que pueden buscar asentarse en ella.
Es importante conocer respecto a la declaratoria de área protegida
de este territorio, ya que permite establecer al Estado boliviano una
política de protección de la diversidad de ecosistemas existentes en
áreas protegidas, alberga una gran diversidad biológica, tanto de flora
como de fauna. Es un parque con atractivos turísticos, por la vegetación
existente como por los ríos y lagunas, pero especialmente por la fauna
silvestre de la zona.
La categoría de Parque Nacional, concedida al tipnis en 1965,
según el Reglamento para las Áreas Protegidas, significa que es un te-
rritorio donde su función específica es de “protección estricta y permanente
de muestras representativas de ecosistemas o provincias biogeográficas y de los
recursos de flora y fauna, así como de los geomorfológicos, escénicos o paisajísticos
que contengan y cuenten con una superficie que garantice la continuidad de los
procesos ecológicos y evolutivos de sus ecosistemas” (art. 20 del reglamento de
áreas protegidas).
Al mismo tiempo, el artículo 23 del reglamento, indica también que
“en el área comprendida en un parque (santuario y/o monumento), está prohibido
el uso extractivo o consuntivo de sus recursos renovables o no renovables y obras
de infraestructura, excepto para investigación científica, ecoturismo, educación
ambiental y actividades de subsistencia de pueblos originarios, debidamente
78 geografías al servicio de los procesos de paz

calificadas y autorizadas, en razón a que éstas categorías brindan a la población


oportunidades para el turismo y recreación en la naturaleza, la investigación
científica, el seguimiento de los procesos ecológicos, la interpretación, la educación
ambiental y la concientización ecológica, de acuerdo a su zonificación, planes de
manejo y normas reglamentarias”.
Por la categoría de parque que se asigna, en el territorio del tipnis
no es viable pensar en formas de desarrollo basadas en construcción de
infraestructura, como tampoco en actividades extractivas o de consumo
de los recursos naturales renovables y no renovables; habiendo excep-
ciones para el uso de los recursos con el fin de satisfacer necesidades de
las comunidades indígenas. (Rumbol, 2011).
En lo que refiere a la intangibilidad no es un compromiso entre
seres humanos, sino representaba un compromiso del ser humano con
la misma naturaleza, ahora se avecina una lucha de aquellos que defien-
den el entorno ambiental y otros que apoyan el desarrollo, sin poner
en discusión que, sin medio ambiente, sin recursos naturales no habrá
desarrollo a largo plazo.
Por lo mencionado anteriormente y haciendo énfasis al tipnis como
parque natural, la construcción de la carretera ocasionará incuantificables
daños ambientales a nivel nacional a mediano plazo; si bien hay muchos
intereses de por medio y se encuentra en tema de debate el desarrollo
de la región, es importante preguntarse ¿Cuál el precio?, si se justifica
a cambio de la pérdida de la biodiversidad, tomando en cuenta la con-
tribución a los diferentes ciclos biogeoquímicos que tienen importancia
en el desarrollo de la vida en el planeta.

4. Historia del tipnis - La Loma Santa

Antes de la creación del Parque Nacional Isiboro Secure y de los con-


flictos que se están suscitando, se hace necesario realizar un viaje en el
tiempo, rescatando los hechos más significativos para entender de mejor
manera la situación de este territorio.

4.1. Siglos xvii; las misiones

“Antes de la llegada de los españoles, los indígenas de las llanuras de


Moxos, cuya superficie se extendía hasta la parte inferior del tipnis,
mantuvieron una relación comercial con los incas.” (Fundación Tierra.
2012. P. 10). Es decir que ya existían rutas comerciales en medio de la
danza de la geopolítica del tipnis 79

amazonia. Estas sendas pudieron ser recorridas por incas desde hace
mucho tiempo. Después de la época incaica, las misiones fueron quienes
cobraron importancia y llegaron a fundar las misiones jesuítas en la zona.
“Los religiosos introducen el sistema de cabildo para regular las relaciones
políticas y sociales de los asentamientos, y pactan con la corona española el manejo
autónomo de la región evangelizada y el respeto de la propiedad indígena sobre
el territorio, lo cual genera cierta paz social en la región.” (Fundación Tierra.
2012. P.10). Esta intervención jesuita terminara el año 1767 cuando la
corona española expulsa a las misiones de América y se llega a culminar
con la época misional.

4.2. Siglo xix: Abusos coloniales y republicanos, la búsqueda


de la Loma Santa

Existe un maltrato por parte de la colonia y no solo se sufre de este abuso


en las grandes ciudades, la población de la zona de la Amazonia también
es sometida a maltratos y explotación. Se incrementan los problemas en
la época de la goma y es así como en 1810 surge una rebelión.
“Debido a los abusos, los indígenas ofrecen cierta resistencia, pero
la mayoría comienza a abandonar los centros urbanos hacia tierras chi-
manes y del Isiboro Sécure, con lo que renace el mito de la búsqueda de
la Loma Santa. La huida provoca una dura represión de las autoridades
y el surgimiento de un movimiento de resistencia conocido como la
Guayocheria.” (Fundación Tierra. 2012. P.10).
“La loma santa es conocida como una utopía cercada. Territorio, cul-
tural y estado en la amazonia. Está muy involucrado con las luchas por el
territorio moxeño” (canedo, Gabriela. 2012. La Loma Santa). El mito
que se construirá a partir de la loma santa se mantendrá vivo hasta
la marcha indígena ocurrida en 1990, la tierra ilimitada, la tierra de
y para los indígenas. Una tierra de la cual se habían aprovechado ya
muchos empresarios y que ahora iniciaban la disputa eterna del poder
sobre el territorio.

4.3. Siglo xx: Creación del Parque Nacional y colonización

“En 1965 se crea el Parque Nacional Isiboro Secure y a la par em-


prende un nuevo programa de colonización en Alto Beni, Yapacaní
y Chapare. En esta última región, a fines de esa década, se funda la
federación especial agraria de trabajadores campesinos del trópico de
Cochabamba unificada” (Fundación Tierra, 2012. P.10). Dentro de
80 geografías al servicio de los procesos de paz

sus consideraciones­menciona que el objetivo principal del parque será


el de conservar cuencas hidrográficas, biodiversidad y paisaje. Con la
creación del parque empieza generarse una conciencia diferente en
las personas, pues el tema del cuidado del medio ambiente empieza a
tener impacto en la sociedad.
La marcha por el territorio y la dignidad de 1990 es el inicio de
la presencia indígena y las movilizaciones en el país. A partir de esta
movilización no solamente la zona más abandonada de Bolivia (la
amazonia) estaba tomando presencia política, sino que la gente en las
ciudades empezaba a recordar que el país está compuesto en su mayo-
ría por indígenas. En esta marcha existió la participación de aymaras
y quechuas que por primera vez en muchos años podían hacer pedido
de sus necesidades.
“El 15 de agosto de 1990 el contingente indígena de aproximadamente
300 personas salió de Trinidad rumbo a la sede de gobierno en busca de recono-
cimiento jurídico de sus territorios y el respeto a su dignidad. Seis días antes que
los caminantes llegaran a La Paz, el gobierno de Jaime Paz Zamora promulgo
varios decretos supremos con los que reconoció legalmente los territorios de algunos
pueblos de tierras bajas, entre ellos el tipnis, el bosque Chiman y el territorio
Sirionó.” (Fundación Tierra. 2012. P.10)
Esta marcha logró el reconocimiento de Territorio Indígena y Par-
que Nacional Isiboro-Secure (tipnis) expresado en el ds 22610 del 24
de septiembre de 1990 que pone de manifiesto la compatibilidad de los
pueblos indígenas con las Áreas Protegidas y que años más tarde la ley
Nº 1715 del 18 de octubre de 1996 denominada como Ley inra dispone
en su disposición transitoria segunda la titulación inmediata
como Tierras Comunitarias de Origen al Territorio Indígena y Parque
Nacional Isiboro Sécure (tipnis).

5. Antecedentes jurídicos

Las normas legales que protegen al tipnis son:


Según la Constitución Política del Estado, aprobado por el referén-
dum de 25 de enero de 2009 promulgada el 7 de febrero de 2009 donde
menciona en sus artículos lo siguiente:
Artículo 30. i. Es nación y pueblo indígena originario campesino
toda la colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma,
tradición histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya
existencia es anterior a la invasión colonial española.
danza de la geopolítica del tipnis 81

ii. En el marco de la unidad del Estado y de acuerdo con esta Cons-


titución las naciones y pueblos indígena originario campesinos gozan de
los siguientes derechos:

1. A existir libremente.
2. A su identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades,
prácticas y costumbres, y a su propia cosmovisión.
3. A que la identidad cultural de cada uno de sus miembros, si así
lo desea, se inscriba junto a la ciudadanía boliviana en su cédula
de identidad, pasaporte u otros documentos de identificación
con validez legal.
4. A la libre determinación y territorialidad.
5. A que sus instituciones sean parte de la estructura general del
Estado.
6. A la titulación colectiva de tierras y territorios.
7. A la protección de sus lugares sagrados.
8. A crear y administrar sistemas, medios y redes de comunicación
propios.
9. A que sus saberes y conocimientos tradicionales, su medicina
tradicional, sus idiomas, sus rituales y sus símbolos y vestimentas
sean valorados, respetados y promocionados.
10. A vivir en un medio ambiente sano, con manejo y aprovecha-
miento adecuado de los ecosistemas.
11. A la propiedad intelectual colectiva de sus saberes, ciencias y
conocimientos, así como a su valoración, uso, promoción y
desarrollo.
12. A una educación intracultural, intercultural y plurilingüe en todo
el sistema educativo.
13. Al sistema de salud universal y gratuito que respete su cosmo-
visión y prácticas tradicionales.
14. Al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos
acorde a su cosmovisión.
15. A ser consultados mediante procedimientos apropiados, y en
particular a través de sus instituciones, cada vez que se prevean
medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles.
En este marco, se respetará y garantizará el derecho a la con-
sulta previa obligatoria, realizada por el Estado, de buena fe y
concertada, respecto a la explotación de los recursos naturales
no renovables en el territorio que habitan.
16. A la participación en los beneficios de la explotación de los
recursos naturales en sus territorios.
82 geografías al servicio de los procesos de paz

17. A la gestión territorial indígena autónoma, y al uso y aprovecha-


miento exclusivo de los recursos naturales renovables existentes
en su territorio sin perjuicio de los derechos legítimamente
adquiridos por terceros.
18. A la participación en los órganos e instituciones del Estado.

iii. El Estado garantiza, respeta y protege los derechos de las na-


ciones y pueblos indígena originario campesinos consagrados en esta
Constitución y la ley.
Artículo 385. i. Las áreas protegidas constituyen un bien común
y forman parte del patrimonio natural y cultural del país; cumplen fun-
ciones ambientales, culturales, sociales y económicas para el desarrollo
sustentable.
ii. Donde exista sobreposición de áreas protegidas y territorios
indígena - originario campesinos, la gestión compartida se realizará
con sujeción a las normas y procedimientos propios de las naciones y
pueblos indígena originaria campesinos, respetando el objeto de creación
de estas áreas.
Artículo 388. Las comunidades indígena - originario campesinas
situadas dentro de áreas forestales serán titulares del derecho exclusivo
de su aprovechamiento y de su gestión, de acuerdo con la ley.
Artículo 394. iii. El Estado reconoce, protege y garantiza la pro-
piedad comunitaria o colectiva, que comprende el territorio indígena
originario campesino, las comunidades interculturales originarias y de las
comunidades campesinas. La propiedad colectiva se declara indivisible,
imprescriptible, inembargable, inalienable e irreversible y no está sujeta
al pago de impuestos a la propiedad agraria. Las comunidades podrán ser
tituladas reconociendo la complementariedad entre derechos colectivos
e individuales respetando la unidad territorial con identidad.
Artículo 403. i. Se reconoce la integralidad del territorio indí-
gena originario campesino, que incluye el derecho a la tierra, al uso y
aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables en las
condiciones determinadas por la ley; a la consulta previa e informada
y a la participación en los beneficios por la explotación de los recursos
naturales no renovables que se encuentran en sus territorios; la facultad
de aplicar sus normas propias, administrados por sus estructuras de re-
presentación y la definición de su desarrollo de acuerdo a sus criterios
culturales y principios de convivencia armónica con la naturaleza. Los
territorios indígena - originario campesinos podrán estar compuestos
por comunidades.
danza de la geopolítica del tipnis 83

ii. El territorio indígena originario campesino comprende áreas de


producción, áreas de aprovechamiento y conservación de los recursos
naturales y espacios de reproducción social, espiritual y cultural. La ley
establecerá el procedimiento para el reconocimiento de estos derechos.
Las normas legales que protegen al tipnis son:
Según la Constitución Política del Estado, aprobado por el referén-
dum de 25 de enero de 2009 promulgada el 7 de febrero de 2009 donde
menciona en sus artículos lo siguiente:
Artículo 30. i. Es nación y pueblo indígena originario campesino
toda la colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma,
tradición histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya
existencia es anterior a la invasión colonial española.
ii. En el marco de la unidad del Estado y de acuerdo con esta Cons-
titución las naciones y pueblos indígena originario campesinos gozan de
los siguientes derechos:

1. A existir libremente.
2. A su identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades,
prácticas y costumbres, y a su propia cosmovisión.
3. A que la identidad cultural de cada uno de sus miembros, si así
lo desea, se inscriba junto a la ciudadanía boliviana en su cédula
de identidad, pasaporte u otros documentos de identificación
con validez legal.
4. A la libre determinación y territorialidad.
5. A que sus instituciones sean parte de la estructura general del
Estado.
6. A la titulación colectiva de tierras y territorios.
7. A la protección de sus lugares sagrados.
8. A crear y administrar sistemas, medios y redes de comunicación
propios.
9. A que sus saberes y conocimientos tradicionales, su medicina
tradicional, sus idiomas, sus rituales y sus símbolos y vestimentas
sean valorados, respetados y promocionados.
10. A vivir en un medio ambiente sano, con manejo y aprovecha-
miento adecuado de los ecosistemas.
11. A la propiedad intelectual colectiva de sus saberes, ciencias y
conocimientos, así como a su valoración, uso, promoción y
desarrollo.
12. A una educación intracultural, intercultural y plurilingüe en todo
el sistema educativo.
84 geografías al servicio de los procesos de paz

13. Al sistema de salud universal y gratuito que respete su cosmo-


visión y prácticas tradicionales.
14. Al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos
acorde a su cosmovisión.
15. A ser consultados mediante procedimientos apropiados, y en
particular a través de sus instituciones, cada vez que se prevean
medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles.
En este marco, se respetará y garantizará el derecho a la con-
sulta previa obligatoria, realizada por el Estado, de buena fe y
concertada, respecto a la explotación de los recursos naturales
no renovables en el territorio que habitan.
16. A la participación en los beneficios de la explotación de los
recursos naturales en sus territorios.
17. A la gestión territorial indígena autónoma, y al uso y aprovecha-
miento exclusivo de los recursos naturales renovables existentes
en su territorio sin perjuicio de los derechos legítimamente
adquiridos por terceros.
18. A la participación en los órganos e instituciones del Estado.

iii. El Estado garantiza, respeta y protege los derechos de las na-


ciones y pueblos indígena originario campesinos consagrados en esta
Constitución y la ley.
Artículo 385. i. Las áreas protegidas constituyen un bien común
y forman parte del patrimonio natural y cultural del país; cumplen fun-
ciones ambientales, culturales, sociales y económicas para el desarrollo
sustentable.
ii. Donde exista sobreposición de áreas protegidas y territorios
indígena originario - campesinos, la gestión compartida se realizará
con sujeción a las normas y procedimientos propios de las naciones y
pueblos indígena originaria campesinos, respetando el objeto de creación
de estas áreas.
Artículo 388. Las comunidades indígena - originario campesinas
situadas dentro de áreas forestales serán titulares del derecho exclusivo
de su aprovechamiento y de su gestión, de acuerdo con la ley.
Artículo 394. iii. El Estado reconoce, protege y garantiza la pro-
piedad comunitaria o colectiva, que comprende el territorio indígena
originario campesino, las comunidades interculturales originarias y de las
comunidades campesinas. La propiedad colectiva se declara indivisible,
imprescriptible, inembargable, inalienable e irreversible y no está sujeta
al pago de impuestos a la propiedad agraria. Las comunidades podrán ser
danza de la geopolítica del tipnis 85

tituladas reconociendo la complementariedad entre derechos colectivos


e individuales respetando la unidad territorial con identidad.
Artículo 403. i. Se reconoce la integralidad del territorio indí-
gena originario campesino, que incluye el derecho a la tierra, al uso y
aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables en las
condiciones determinadas por la ley; a la consulta previa e informada
y a la participación en los beneficios por la explotación de los recursos
naturales no renovables que se encuentran en sus territorios; la facultad
de aplicar sus normas propias, administrados por sus estructuras de re-
presentación y la definición de su desarrollo de acuerdo a sus criterios
culturales y principios de convivencia armónica con la naturaleza. Los
territorios indígena - originario campesinos podrán estar compuestos
por comunidades.
ii. El territorio indígena originario campesino comprende áreas de
producción, áreas de aprovechamiento y conservación de los recursos
naturales y espacios de reproducción social, espiritual y cultural. La ley
establecerá el procedimiento para el reconocimiento de estos derechos.

6. Análisis sectorial (Pueblos Indígenas y Colonizadores


del Trópico de Cochabamba)

En el tipnis viven familias indígenas Moxeño-Trinitarias, Yuracare


y Chimane y comunidades interculturales, estas últimas ubicadas al
sur en el denominado polígono 7 por Instituto Nacional de Reforma
Agraria - inra.
El presidente Evo Morales firmó el título ejecutorial tco-nal
000229 en una extensión de 1.091.656 hectáreas (Un millón noventa y
un mil seiscientos cincuenta y cinco hectareas) que no involucran a la
denominada línea roja del Polígono 7 que correspondería al territorio
colonizado por familias colonizadores o interculturales como se puede
ver en la figura 2.
Las familias indígenas viven de la recolección, de la caza, la pesca y
en poca medida de la agricultura y ganadería, su territorio involucra un
todo, es decir que todo lo que existe en el bosque tiene repercusión e im-
portancia por tanto existe un nivel importante de pertenecía entre ambos.
El concepto de territorio no pasa solo por conceptualizar al recurso
tierra como objeto comercial, sino como parte importante de desarrollo
en su vida y por tanto en la historia y su cultura, desde esta perspectiva
la visión que tiene de desarrollo tiene mucho que ver con el concepto de
86 geografías al servicio de los procesos de paz

conservación que a lo largo del tiempo ha hecho que el Estado boliviano


reconozca compatibles las áreas de protección del Sistema Nacional de
Áreas Protegidas.

Figura 2
Mapa demostrativo del territorio titulado en favor de comunidades Indígenas
y familias colonizadoras

Fuente: Propia (Maestría Geopolítica de los Recursos Naturales).

Según explicaba el Sr. Fernando Vargas, presidente de las subcen-


trales del tipnis afiliadas al cidob en una entrevista con el periódico
el Diario “…de las 64 comunidades del Territorio Indígena y Parque
Nacional Isiboro Sécure, ocho pertenecen al Polígono 7 y son parte del
Consejo Indígena del Sur (Conisur). De las 56 comunidades que quedan,
43 están en contra de la construcción del tramo ii de la carretera Villa
Tunari-San Ignacio de Moxos…”
Por el contrario las familias de colonizadores (interculturales) que
se han asentado en el denominado polígono 7, están dedicadas principal-
mente al desarrollo de actividades agrícolas como el cultivo de la fruta,
cítricos, yuca, arroz y coca.
danza de la geopolítica del tipnis 87

Estas familias han regularizado su derecho de propiedad de manera


individual como pequeñas propiedades en su gran mayoría y que esta
afiliadas a las Federaciones del Trópico y se han organizado donde está el
conisur que marchó pidiendo la construcción de la carretera el año 2012.

6.1. La denominada “línea roja”

La “línea roja” es en realidad el límite entre dos visiones: de la explotación


y uso de la tierra; fue concertada en el marco del proceso de regulari-
zación de derechos de propiedad (saneamiento de la propiedad agraria)
por las comunidades del tipnis las centrales y sindicatos afiliados a la
Federación del Trópico cochabambino que trató de establecer un límite
en términos de territorio que abarca una longitud de 107 kilómetros y
permitió el asentamiento de colonizadores en cerca de 92 mil hectáreas
dentro de la tco del tipnis, se convirtió posteriormente en cultivos
legales de la coca en el gobierno de Carlos Mesa.
Este es un antecedente que no hay que perder de vista porque de-
muestra la intencionalidad de este sector de hacer prevalecer su calidad
de cochabambinos en el sector y de imponer su visión de desarrollo y
que hoy se ve favorecida por el estrecho relacionamiento que tiene con
el presidente Morales.
Esta línea roja también es citada por el vicepresidente García Linera
en el libro Geopolítica de la Amazonia dando fe de que este sector no
pasará esta línea y que por tanto está garantizado que no existirán asen-
tamientos más adelante ni a lo lardo de la carretera ni en otros sectores
del tipnis.
Está por verse el compromiso de la Federación del Trópico en el po-
lígono 7 y será el tiempo y la historia el mejor juez, sin embargo pensamos
que con la construcción de esta vía se darán asentamientos de hecho no
planificados como lo muestra Marielle Cauthin, Periodista de Territorios
en Resistencia en una entrevista realizada con Victoria Aldunate el 30 de
mayo de 2013 y publicada en la web (http://quepasaconeltipnisenlapun-
tadaconhilo.blogspot.com/2013/05) en la que se muestra tres escenarios
de invasión territorial al tipnis que a continuación mostramos.
A la fecha la denominada consulta previa libre e informa-
da realizada por el Ministerio de Obras Publicas Servicio y vivienda y
el Ministerio de Medio Ambiente y Agua el año 2012 por mandato de
la Ley No 222 de 10 de febrero de 2012 se ha realizado la consulta en
69 Comunidades de las cuales 11 no participaron en las Subcentrales
tipnis, secure y conisur.
88 geografías al servicio de los procesos de paz

Figura 3
Escenarios de asentamientos con o sin la carretera según Marielle Cauthin

Fuente: web (http://quepasaconeltipnisenlapuntadaconhilo.blogspot.com/2013/05).

El informe final de la consulta en el punto 6 (suscripción de actas


de conclusion) establece que, se realizó un acto formal de las conclu-
siones de la consulta en la ciudad de Trinidad en fecha 6 de diciembre de
2012 en la que no participaron dirigentes de la Central tipnis pese a que
se cursaron invitaciones formales por lo que en el caso de esta central solo
participaron dirigentes comunales que establecen que las conclusiones de
esta consulta no están totalmente consensuadas; otro lado las comunidades
que se oponían a la construcción de esta carretera, que participaron de
esta consulta han quedado excluidos de los planes y proyectos acordados.

7. Análisis mediático

A pesar de haberse realizado varias marchas por parte de los pueblos


indígenas, el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure sigue
siendo un tema controversial, ya sea por su fauna, flora, los mismos pue-
blos indígenas que habitan la zona, los ganaderos, los cocaleros, también
danza de la geopolítica del tipnis 89

llamados colonizadores, actos de corrupción de parte de sus dirigentes,


etc., cuando se menciona al tipnis seguramente existirán varios temas
álgidos y que serán bastante afectados.
El tipnis está habitado principalmente por 3 pueblos indígenas,
que son el T’simane, Yuracaré, y el Mojeño Trinitario, los cuales se
caracterizan por ser sedentarios; la fundación tierra señala que estos
pueblos son más vulnerables debido a su forma de vida, por lo que están
expuestos a permanentes agresiones externas, por parte de explotadores
ilegales de madera, traficantes de tierras, etc.
Agregando a lo anteriormente mencionado, se puede decir que el
tipnis se encuentra vulnerable en casi todo sentido, al Sur tiene vecin-
dad con los colonizadores de las comunidades campesinas del Chapare
dedicadas al cultivo de coca, al Norte con la expansión ganadera del Beni,
de manera interna la explotación ilegal de madera por parte de algunos
de sus ex dirigentes de los pueblos indígenas, cotizando así más de 2
millones de dólares por la explotación ilegal de mara.
Además de esos temas, también existe el factor climático, pues una
sola vez al año se inunda esta zona, y gracias a ello, los indígenas pueden
salir a otras comunidades o también centros urbanos para abastecerse de
productos de primera necesidad como azúcar, aceite, harina, etc., llegando
a ser productos de lujo para los pobladores del tipnis, la necesidad de
contar con un centro de salud, mejor educación, servicios básicos, entre
otros, es imposible conseguir en otra época que no sea de lluvia.
En reiteradas oportunidades los indígenas que habitan en el Isiboro
Sécure, han denunciado el interés de los colonizadores, la mayoría cocale-
ros y los ganaderos de avasallar sus tierras. Temen que con la construcción
de la carretera entre Villa Tunari y San Ignacio de Moxos genere mayor
conflicto de intereses, afectando gravemente la conservación del Parque
Isiboro Sécure y sus pueblos originarios.
Los textos y/o artículos que están a favor de la construcción de la
carretera Villa Tunari - San Ignacio de Moxos, argumentan que es ab-
solutamente necesaria por 4 razones principales que son:

1. Ámbito social: Las necesidades de los pobladores del tipnis


son tan grandes y sencillas que podrían solucionarse con la
construcción de una carretera, debido a que los viajes en bote
duran 3 días mínimamente, y como ya se había mencionado
antes, sus necesidades de salud son urgentes, de cada 10 niños
nacidos vivos, mueren 4 antes de cumplir un año de vida por
infecciones menores o un cólico estomacal y la transmisión de
90 geografías al servicio de los procesos de paz

enfermedades venéreas es muy común entre los indígenas del


tipnis. El abastecimiento de productos de primera necesidad
como la harina, sal, azúcar, etc. son considerados un lujo en el
tipnis. (Ayaviri, La otra cara del Tipnis, 2012).
2. Ámbito histórico: La zona amazónica de Bolivia siempre ha
sido considerada en el olvido, más que todo por la integración
caminera; por ello es una obligación de un Estado serio unir sus
regiones, vincular su estructura, territorial y social, ya que, según
el gobierno, no puede existir una amazonia mirando solamente
hacia Brasil, en lugares fronterizos se interiorizan más en la
cultura Brasileña que en la Boliviana. (Noticias Bolivia, 2017).
3. Ámbito económico: La participación del Beni en el PIB, es decir,
del total de la riqueza de Bolivia con cuanto apoya y participa es
de 2.5 %, Beni necesita vías de comunicación, vías carreteras para
quitarse por fin de la dependencia de Santa Cruz en el precio
de la carne, también podrá optar a más proyectos productivos
para vincularse con el resto del país y crecer como economía.
(Ayaviri, tipnis, la realidad que no se conoce, 2012).
4. Ámbito geopolítico: Cada región podrá desarrollar sus propias
capacidades en equilibrio, la carretera es la decisión estratégica
y geopolítica pues permitirá que no haya una región muy rica y
otras muy pobres. (García Linera, 2012).

Expuestos estos puntos por parte del Gobierno en apoyo a la cons-


trucción de la carretera Villa Tunari - San Ignacio de Moxos, la ausencia
de transparencia en las intenciones que muestra el gobierno, no son
claras, pues el desarrollo de los Pueblos Indígenas estará condenado al
turismo y oferta de servicios, siendo ellos los mismos los que por necesi-
dad de ampliar sus servicios hagan alianzas con empresas para abastecer
el turismo futuro que va a existir en la región gracias a la construcción
de la carretera.
Es cierto que mucho antes de la propuesta del gobierno de Evo
Morales de construcción de la carretera que atraviese el tipnis, existían
proyectos para vincular los departamentos de Beni y Cochabamba, pero
por motivos inciertos no se llegó a su conclusión.
Visto desde otro punto, existen varios actores dentro del tipnis,
por un lado, los cocaleros, que tienen cierta tradición agrícola dedicada
al monocultivo, los ganaderos en el afán de crecer como economía, el
discurso del gobierno con los argumentos presentados hasta el momento,
la gente que se opone a la construcción de la carretera con argumentos
danza de la geopolítica del tipnis 91

ambientalistas y de protección a los pueblos indígenas y también el actor


principal dentro de todo este conflicto: los indígenas.
Dentro de este escenario de conflicto geopolítico, económico, de
integración, ecológico y también de “igualdad social”, está la realidad
de lo que se vive en el tipnis y tras la construcción de la carretera, se
pueden generar nuevos escenarios de conflicto.
García Linera menciona en su libro Geopolítica de la Amazonia,
que existe actualmente dentro del tipnis explotación de madera por
parte de varias concesiones forestales4, y estancias ganaderas dentro del
Parque, otra actividad es el turismo por parte de empresas que generan
grandes cantidades de dinero además de estar ligada a la construcción
de pistas de aterrizaje clandestinas y la caza indiscriminada de reptiles.
La construcción de la carretera que atraviese el tipnis no será la
solución de todos estos conflictos, tampoco ejercerá mayores controles
en cuanto a la explotación maderera, y/o actividades turísticas, sin men-
cionar que los pueblos indígenas se encuentran asentados a orillas de los
ríos y que también la carretera generará nuevos conflictos en la invasión
de territorio indígena.
Por un lado, la carretera beneficiará a los indígenas, pues podrán
salir de sus comunidades a los principales centros poblados, para atención
médica, e insumos de primera necesidad, hasta ahí todo bien, emplazando
al medio ambiente y la madre naturaleza a un lado, es necesario men-
cionar a los demás actores que saldrán de una u otra forma beneficiados
con la construcción de la carretera, pues se incrementará el turismo, las
actividades agrícolas y las ganaderas, dando lugar a la depredación de
los recursos que existen en el tipnis.
En cuanto al incremento de la actividad turística, los ingresos
serán más sustanciosos que antes, no solamente existirá la posibilidad
de ingresar por las pistas de aterrizaje clandestinas, sino también por
tierra, actualmente los turistas pagan $us 7000 por una semana en un
hotel donde las ganancias son para empresarios argentinos y brasileños,
pero para sus pobladores indígenas que son usados como mano de obra
barata, sólo quedan migajas, para los bolivianos inaccesible y para sus
“defensores ecologistas” nada… (de la Cruz Villca, 2011) sólo existirán
mayores comodidades para otros actores dentro del Parque.

4 Isigo S. R. L., Huanca Rodriguez Y TIPNIS Suri S. R. L.


92 geografías al servicio de los procesos de paz

Figura 4
Actores de la temática del TIPNIS

Fuente: Elaboración propia (Maestría Geopolítica de los Recursos Naturales).

Recapitulando los sucesos en cuanto a la defensa del tipnis y la


postura del gobierno tenemos que:

1. viii marcha indígena. En 2011 pobladores del tipnis caminaron


por 65 días frente al proyecto de construcción de la carretera San
Ignacio de Mojos-Villa Tunari. Partieron de Trinidad (Beni) con
dirección a La Paz. Tras una represión en Chaparina, el 25 de sep-
tiembre, la llegada de la columna a la sede der Gobierno logró la
aprobación de una norma que instituye la protección al territorio.
2. Intangibilidad. El 24 de octubre de 2011, tras casi tres meses de
protesta, el Presidente Evo Morales promulga la Ley 180, que
instituye la Intangibilidad al Territorio Indígena, con lo que se
desecha el proyecto para el camino. 
3. Consulta previa. El 10 de febrero de 2012, el Gobierno promulgó
la Ley 222 de Consulta Previa en el Tipnis para saber si se acepta
la construcción a través del parque de la carretera entre Beni y
Cochabamba, finalmente se aplica el procedimiento y en 2013 se
llega a la conclusión de que los indígenas si aceptan la carretera.
4. Financiamiento. El Presidente Evo Morales en enero de 2014
informó que el crédito suscrito entre Bolivia y el Banco Nacional
de Desarrollo del Brasil (bndes), para la construcción de una
carretera por medio del Tipnis, se perdió. 
danza de la geopolítica del tipnis 93

5. Esperanza. En un acto público, el jefe de Estado manifestó el 9


de marzo de este año que “ese camino a Villa Tunari ya hubiera
estado terminado. Cómo algunos grupos nos perjudican, no im-
porta. No perdemos la esperanza de retomar, mucho dependerá
de ustedes, del pueblo beniano”.
6. Proyecto de ley. En inicios de julio de 2017 ingresa a la Cámara de
Diputados el proyecto de ley de ‘Protección, desarrollo integral
y sustentable del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro
Sécure’, norma que en su Artículo 9 contempla “la apertura de
caminos vecinales, carreteras, sistemas de navegación pluvial,
aérea y otras, se diseñarán de manera participativa con los pueblos
indígenas”.
7. Carretera. En conferencia de prensa, Morales confirma que existe
el proyecto de ley y lo atribuye al consenso con los indígenas del
sector. Afirmó que “será en nuestra gestión o en otra gestión,
tarde o temprano va a haber ese camino”. Indígenas se declaran
en emergencia y anuncian nueva resistencia.

Ahora con la promulgación de la ley de protección, desarrollo integral


y sustentable del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure,
que fue celebrado en Trinidad, se anula la Ley 180 que declaraba la in-
tangibilidad de este territorio, (Pagina Siete, 2017), los beneficios para los
indígenas son mínimos, si observamos detenidamente a los demás actores,
pongamos como ejemplo la carretera La Paz-Oruro; con la construcción
de esta carretera los viajes duran menos, hay mayor fluidez de automóviles
tanto a Oruro como a Tambo Quemado, etc. pero ¿Qué ha traído a las
comunidades asentadas a lo largo de la carretera? Desde su inauguración,
no ha traído mejor educación para esas comunidades, ni tampoco mejores
centros de salud, por el contrario tanto maestros como médicos no desean
ir a ningún pueblo del altiplano asentado en la carretera La Paz-Oruro,
por otra parte, el único desarrollo que ha traído consigo la carretera es
el comercio informal, y aun así las comunidades continúan realizando
trueques de mercaderías en las denominadas ferias de los distintos centros
poblados como Patacamaya, La Paz y El Alto, también lo que se ha incre-
mentado son los locales de fiestas en cada pueblo, alentando el consumo
de Alcohol, también se ha extendido el área urbana de El Alto, pero sólo
alrededor de la carretera, sin mencionar las empresas de venta de lotes a
crédito, que impulsa el crecimiento de la mancha urbana.
Dicho esto, la carretera que propone el gobierno y argumentado
en el libro de García Linera, no es de gran necesidad, pues los indígenas­
94 geografías al servicio de los procesos de paz

“beneficiados con la carretera” solamente les quedará dedicarse al co-


mercio y servicios, viéndose invadida su privacidad y su forma de vida,
ahora también el autor calcula que el desmonte necesario para la carre-
tera será el mínimo, pues en 16.7 km que faltan para la conclusión de
la carretera, calcula que se deforestaría un total de 200 Has de bosque.
Pero siempre existen asentamientos alrededor de los caminos, ya sea a
pequeño o largo plazo, como también es un hecho que el gobierno ha
cedido a las peticiones de los cocaleros para la apertura de la carretera
Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, que fueron: “el dar propiedades a
los hermanos cocaleros en la parte sur del tipnis, no afectará la zona
núcleo”, “el área deforestada será la mínima”, “traerá de manera directa
el desarrollo de los pueblos indígenas”, “sacará del aislamiento en que
viven nuestros compañeros indígenas”, “tenemos el compromiso de los
hermanos cocaleros que no desmontaran áreas boscosas más allá de sus
propiedades”, etc., los argumentos siempre han sido los mismos para el
Gobierno.

8. Balance de la situación - posturas a favor y en contra

En el plano de la especulación se han lanzado una serie de posturas tanto


en favor como en contra, la mayoría se refieren a los conflictos, degrada-
ción del medio ambiente y biodiversidad que traerá la construcción de la
carretera en este sector sin embargo esta discusión ya ha sido superada
el pasado 19 de agosto con la promulgación de la Ley No 266 que versa
sobre la protección de tipnis y la concepción del denominado desarro-
llo integral como justificativo para quitar la intangibilidad del Parque
expresado en la disposición final abrogatoria que abroga la Ley No 80
de Protección del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure
y que hace posible la construcción de la carretera que unirá Moxos con
Villa Tunari y que facilitará la integración de los departamentos de Beni
y Cochabamba. Esto es lo que nos toca analizar y reflexionar pues de lo
que se trata ahora es dejar claramente establecido que es el nivel central
del Estado a partir de esta norma responsable de controlar el tráfico de
madera, los asentamientos ilegales y llegar con desarrollo a las comu-
nidades Indígenas además de erradicar la extrema pobreza y abandono
en que viven las comunidades del tipnis garantizando la presencia del
Estado en la zona como se manifiesta en el informe final del proceso de
Consulta presentado del año 2012, firmado por los ministros de Obras
Publicas Servicio y Vivienda, y de Medio Ambiente y Aguas.
danza de la geopolítica del tipnis 95

En realidad, la carretera San Ignacio de Moxos – Villa Tunari for-


ma parte de la estrategia de integración regional que debería unir a los
departamentos de Beni y Cochabamba con la apertura de un “corre-
dor bioceánico” para aproximar las costas brasileras del Atlántico
al Pacifico peruano y chileno proyecto desarrollado a iniciativa para la
Integración de la Infraestructura Regional Suramericana, mejor conocida
como iirsa. La integración física suramericana discutida el año 2000 en
la primera reunión de presidentes de nuestro continente en la ciudad de
Brasilia donde se lanzó un proceso de integración de 12 países entre los
cuales se encuentra nuestro país.

Figura 5
Mapa temático (IIRSA) en la que muestra la red caminera que unirá nodos
de la triple frontera Brasil-Perú-Bolivia

Fuente: IIRSA

En el libro Geopolítica de la Amazonía escrito por el Sr. Vicepre-


sidente de la Republica tacha este esfuerzo de integración en el marco
del iirsa como “cantinflesco” tratando de alejarse de esta posibilidad,
sin embargo esta posición queda un poco desmentida por las acciones
96 geografías al servicio de los procesos de paz

y posiciones tomadas por este gobierno que esta coyunturalmente al


frente de nuestro país.
Pasando a otros escenarios el ejemplo de lo que está ocurriendo
con esta Área Protegida puede tornarse sintomática si consideramos que
igual problemática presentan áreas como el Parque Nacional y Área de
Manejo Integrado Madidi donde comunidades campesinas afiliadas a la
csutcb están demandando desde hace mucho tiempo la construcción
de la carretera Apolo-Ixiamas, y demandas de tierra sobre las Reservas
Forestales como lo son las de Abel Iturralde, Bella Vista, Guarayos,
Parque Carrasco solo para citar algunos ejemplos donde la presencia
del Estado es igual o peor que en el tipnis.

9. Conclusiones

Hablar del tipnis (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sé-


cure), es hablar de la carretera que va a pasar por el corazón de este
Parque Nacional, sin duda es una necesidad geopolítica, geoestratégica
y geoeconómica.
Las comunidades que viven en este territorio están en cierta medida
condenadas a la “opresión económica”, debido a que no existe integración
con el norte del país, esta carretera permitirá que se diversifique su econo-
mía, sin embargo, para que esto ocurra se deben superar algunos temas:

1. La división de organizaciones indígenas e interculturales prin-


cipalmente mediante cooptación de dirigentes y comunarios
(prebendas y otros)
2. Que pare la persecución, amenazas y amedrentamiento a diri-
gentes que se oponen a la construcción de esta vía.
3. Que se respete el derecho de los pueblos indígenas a su libre
determinación en la aplicación la Constitución Política del Es-
tado.

Bibliografía

Rumbo l. Evaluación Ambiental Estratégica para el Desarrollo Integral


Sustentable del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro
Sécure.Cochabamba.2011.
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danza de la geopolítica del tipnis 97

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2009 promulgada el 7 de febrero de 2009.
Decreto Supremo No 7401 promulgado el 22 de noviembre de1965 y
declarado Territorio Indígena a través del Decreto Supremo No
22610 del 24 de septiembre de 1990.
La Ley No180 fue promulgada el 24 de octubre de 2011.
Informe del Ministerio de Obras públicas sobre la consulta
http://eju.tv/2012/07/la-consulta-en-el-tipnis-tiene-alta-in-
fluencia-y-presin-cocalera/
Fuente: erbol (fobomade)
La consulta en el tipnis tiene alta influencia y presión cocalera
29/07/2012-19:57SelectosDestacados
https://sostipnis.wordpress.com/2015/06/27/demandas-del-pueblo-
del-tipnis/
http://www.biobol.org/index.php/aps-nacionales/302-territorio-indi-
gena-y-parque-nacional-isiboro-secure-tipnis
El conflicto del tipnis:
un caso de geopolítica interna
Erwin Galoppo von Borries1

Introducción

Si se parte de la definición de la Geopolítica según Yves Lacoste (2013)


como “las rivalidades de poder o de influencia sobre los territorios y las
poblaciones que ahí viven” y que Beatrice Giblin, de la escuela francesa
de geopolítica de Lacoste , hace la diferencia entre una geopolítica exter-
na, como un conflicto entre Estados diferentes y la geopolítica interna,
cuando las rivalidades se concentran en el seno de un mismo Estado; se
puede entonces considerar el conflicto del Territorio Indígena y Parque
Nacional Isiboro-Sécure (tipnis) como un ejemplo de geopolítica
interna en Bolivia.
El Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure (tipnis),
es un área protegida y parque nacional desde 1965, y fue declarado te-
rritorio indígena de los pueblos Mojeño, Yuracaré y Chimán en 1990.
En 1990, se reconoce el tipnis con 1.225.347 hectáreas. El año
2009, debido a la presión de los nuevos asentamientos de colonizadores
andinos, esta superficie se reduce a 1.091.656 hectáreas y se define una
línea roja que prohíbe nuevos asentamientos.
El 13 de agosto de 2017, el presidente Evo Morales, promulgó la
Ley 266, levantando la “intangibilidad” del tipnis, significando en los
hechos, que se autoriza la continuación de la construcción del camino
entre Trinidad y Cochabamba, a través de dicho territorio, construcción

1 Geógrafo, docente investigador iigeo.

[99]
100 geografías al servicio de los procesos de paz

paralizada por un fuerte movimiento en contra, protagonizado por los


propios indígenas del tipnis con una larga marcha, desde Trinidad hasta
la ciudad de La Paz, el año 2011.
Las posiciones a favor de la construcción del camino a través del
tipnis, han insistido en los argumentos de que el camino mejorará el
acceso de la población indígena al bienestar del desarrollo, que dos de-
partamentos del país tendrán una comunicación directa y que el impacto
ambiental será mínimo puesto que se desboscará sólo en la parte de la vía.
Las posiciones en contra de la construcción del camino, argumentan que
el impacto ambiental será de consideración, puesto que el camino dará
lugar a extensos desbosques por los nuevos asentamientos, en un parque
que es refugio de biodiversidad y naciente de aguas de ríos importantes
que alimentan la cuenca amazónica, y que los derechos otorgados a los
indígenas del tipnis dejarán de ser respetados.
Esta discusión, reflejada por los medios de comunicación del país,
distraen la atención sobre una causa importante del conflicto que se
puede revelar utilizando los criterios de análisis geopolítico de Aymeric
Chauprade (2009)

1. Los actores

Según los criterios de Chauprade, Los tres tipos posibles de actores


pueden ser estatales, intraestatales y transestatales.
En una primera aproximación, se puede afirmar que Brasil y Boli-
via son actores estatales, pero que no están en conflicto, porque la ruta
acercaría la producción del Estado de Rondonia en el Brasil, a los puertos
del Pacífico. Cabe mencionar que la ruta iba a ser financiada por Brasil.
Entre los actores transestatales se puede destacar a los grupos am-
bientalistas y a los activistas por los derechos indígenas, y hasta la misma
Iglesia Católica, como los principales actores en contra de la construcción
de esta carretera.
Dentro de los actores transestatales, podría considerarse a las em-
presas petroleras internacionales y a las redes criminales de narcotráfico,
porque la zona tiene potencial de hidrocarburos y está cercana a los
productores de hoja de coca; sin embargo, estos actores transestatales
son poco probables, pues la actividad de ambos actores es independiente
de la construcción o no de este camino.
Finalmente aparecen los actores intraestatales. En primer lugar, los
indígenas de tierras bajas del tipnis frente a los colonizadores indígenas
el conflicto del tipnis: un caso de geopolítica interna 101

andinos del llamado Chapare o Trópico de Cochabamba. En segundo lugar,


el gobierno nacional frente a los partidos políticos de oposición. Puede
también pensarse en los madereros como actores intraestatales, puesto
que se beneficiarían en la compra y transporte de madera con el camino.

2. Lógica de los actores

Chauprade señala que en todo conflicto geopolítico hay tres tipos de


lógica: el referido a la vinculación geográfica (de aislacionismo o si no, de
desenclave), el que se refiere a la identidad cultural (separatista o sino,
anexionista), y finalmente el que tiene que ver con la competencia por
los recursos naturales.
En cuanto a la vinculación geográfica, todos los actores abogan por
el desenclave, nadie quiere estar aislado, con uno u otro argumento. El
gobierno nacional y los gobiernos departamentales argumentan que este
camino permitirá vincular directamente las capitales departamentales de
Beni y Cochabamba (las ciudades de Trinidad y Cochabamba), puesto
que hoy, sólo se lo puede hacer, pasando por La Paz o Santa Cruz. Los
indígenas del tipnis que están en contra del camino arguyen que la
mayoría de las comunidades se encuentran a orillas de los ríos, lejos del
camino a ser construido, y que seguirán utilizando los ríos como vía de
transporte, así como lo hicieron hasta ahora, lo que muestra el deseo de
no estar aislados, aún entre esos actores.
Con referencia a la identidad cultural, puede constatarse, a través de
los medios de comunicación que el Gobierno nacional y los colonizadores
andinos del Trópico de Cochabamba tienen un comportamiento “anexio-
nista”, es decir pretenden que los indígenas del tipnis se adhieran a su
cultura, esencialmente de agricultores comerciales, ligados estrechamente
con el mercado y una visión de progreso, expresada y argumentada con
la dotación de motosierras y motores fuera de borda, por ejemplo. Se
puede afirmar que los indígenas de tierras bajas del tipnis tienen un
comportamiento “separatista”, porque se ven amenazados en su forma de
vida, pues aún hoy día, viven en formas itinerantes de pequeña agricultura,
junto con la caza, la pesca, la recolección, y el comercio de madera. Es
importante además notar que el peso demográfico de los indígenas del
tipnis es muy pequeño con relación al de los colonizadores del Trópico
de Cochabamba, pues, utilizando los datos del Censo de Población y Vi-
vienda de 2001, la estimación de la población sería la del cuadro siguiente,
significando que por cada indígena del tipnis había 100 colonizadores.
102 geografías al servicio de los procesos de paz

Figura 1
Cuadro Población 2001

Población en 2001 (habitantes)


Colonizadores dentro del TIPNIS 5.045
Colonizadores en el Trópico de Cochabamba 128.660
Total colonizadores 133.705
Indígenas dentro el TIPNIS 1.327
Total en el TIPNIS 6.372
Fuente: Elaboración propia en base a CNPV 2001

Figura 2
Imagen Satelital Área de Estudio

Con relación a las lógicas de los actores con relación a la competencia


sobre los recursos naturales, se debe considerar, además de los recursos na-
turales, los componentes del medio geográfico y su localización relativa
en el espacio. Es aquí que hallamos las causas profundas del conflicto
de geopolítica interna.
El área de colonización del Chapare o Trópico de Cochabamba, tiene
larga data, desde los primeros años del siglo 20, aunque su mayor desa-
rrollo fue a partir de los años 60, con la construcción del camino asfaltado
Cochabamba-Chimoré y luego, desde los años 80, con la continuación­del
el conflicto del tipnis: un caso de geopolítica interna 103

nuevo camino asfaltado hasta la ciudad de Santa Cruz. Los asentamientos


humanos se extendieron hasta ocupar toda la superficie aprovechable,
deteniéndose al Norte por las áreas inundables de las sabanas benianas,
al Sur por las fuertes pendientes de las serranías subandinas y el Parque
Nacional Carrasco, y al Este por las áreas ya ocupadas de la Provincia
Ichilo del departamento de Santa Cruz.
El crecimiento de la población del área de colonización del Chapare
requiere la búsqueda de nuevas tierras para los hijos de los agricultores
y la solución inmediata para la expansión de su frontera agrícola sólo
puede ser hacia el Oeste, es decir, hacia el tipnis, donde la topografía
es plana, con suelos aún cubiertos de bosques y relativamente fértiles y
condiciones menos inundables. Esta es una razón de fondo por la que
el gobierno nacional se ha impuesto para la construcción de este cami-
no a través del tipnis, pues el Trópico de Cochabamba representó y
representa un caudal electoral importante para el presidente Morales,

3. Factores no geográficos

No hay duda que el conflicto del tipnis ha sido y es también utilizado


por los partidos de oposición en su lucha política y que el presidente
Morales, quien fue colonizador y es además presidente de las seis fede-
raciones de productores del Chapare o Trópico de Cochabamba, debe
responder a un compromiso con sus bases.

¿Y hacia el futuro…?

Es indudable que la expansión de la frontera agrícola del área de coloniza-


ción del Trópico de Cochabamba iba a continuar aún sin la construcción
del camino por parte del Estado, pues tanto las brechas madereras por
el norte, como la colonización por el sur, han reducido la distancia para
que esta vía se complete. Sin embargo, la Ley 266, antes citada, dará luz
verde a la construcción del camino por parte del Estado, lo que aumentará
la rapidez de los nuevos asentamientos y el impacto sobre los derechos
de los indígenas del tipnis y sus ecosistemas.
Antes y después de la promulgación de la Ley 266, no se ha expre-
sado una alternativa realista de enfrentar el problema de los impactos
sobre los derechos de los indígenas y el medio ambiente. Se asume que
no habrá nuevos asentamientos dentro del tipnis, pues éste se halla
titulado de forma colectiva en favor de los pueblos indígenas que viven
104 geografías al servicio de los procesos de paz

ahí, que el impacto ambiental será mínimo pues sólo se desmontará la


vía del camino, y que el Estado hará el control correspondiente. Sin
embargo, esta no es una actitud realista.
Lo que ha sucedido con el tipnis es la expresión de una visión
geopolítica que rechaza el futuro de las grandes extensiones de tierras
boscosas para los indígenas de las tierras bajas del país, a favor de la
expansión de la frontera agrícola del sector campesino, colonizador y
empresarial y que cree que lo ambiental es un aspecto que sólo sirve para
el lucro de las Organizaciones No Gubernamentales. Sin embargo, la
alternativa no es de usar la tierra tal como se lo ha hecho hasta hoy, sino
de usarla sin destruirla, con criterios adecuados y de respetar y rescatar
los valores de los pueblos indígenas de las tierras bajas del país, quienes
por supuesto conocen mejor que nadie su propio hábitat. Conservar
nuestro hábitat es usarlo sin destruirlo, para que siga sirviendo a los
hombres y mujeres del futuro.

Bibliografía

lacoste y
2013 Atlas Géopolitique. Ed. Larousse.
https://www.clio.fr/bibliotheque/pdf/pdf_quest-ce_que_la_
geopolitique_.pdf
Gobierno de las trasnacionales
extractivistas y de la burguesía de la coca
excedentaria
Raúl Prada Alcoreza1

La burguesía rentista2, conformada por los nuevos ricos, la nueva élite en el


poder, los empresarios privados de la coca excedentaria3, que ya tiene alianza
con la burguesía tradicional, la burguesía agro-industrial y los terratenientes del
Oriente boliviano, empuja compulsivamente su “desarrollismo” a ultranza.
Aunque se trata de un “desarrollo” reducido a la expansión intensiva del mo-
delo extractivista colonial del capitalismo dependiente. Esta versión del capitalismo
salvaje y del capitalismo barroco, singularidades del abigarrado sistema-mundo
capitalista, expresa fehacientemente la consciencia subalterna respecto a la
hegemonía de la economía-mundo capitalista; a pesar de sus ataviados disfraces
“revolucionarios” y discursos estridentes “antiimperialistas”.
La burguesía rentista es subsidiaria de la hiper-burguesía de la ener-
gía fósil4, burguesía retardataria, atribulada y fosilizada en conservaduris-
mos recalcitrantes; además de machista y patriarcal. Ambas burguesías,
la élite del orden mundial de las dominaciones persistentes y la élite del
Estado-nación subalterno, son los sujetos sociales, las clases dominantes,
que se sustentan en la extracción y explotación de la energía fósil, además

1 Escritor crítico y activista ácrata, artesano de poiesis, mónada de la vida y


onda vibrante en el multiverso, en sus distintas escalas.
2 Ver La burguesía rentista. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/
la-burguesia-rentista/.
3 Ver Apuntes para una ecología de la coca. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/
docs/ecolog__a_de_la_hoja_de_coca_2.
4 Ver La hiper-burguesía de la energía fósil. http://dinamicas-moleculares.
webnode.es/news/la-hiper-burguesia-de-la-energia-fosil/.

[105]
106 geografías al servicio de los procesos de paz

del extractivismo minero. Ambas burguesías emergen de la destrucción


del planeta, destrucción de los ciclos vitales y de los ecosistemas; son los
barones del apocalipsis.
El presidente boliviano, que dice ser “indígena”, aunque en los
hechos hace todo contra los indígenas, entre sus políticas etnocidas y
ecocidas se encuentra su compulsión por la carretera que atraviesa el
bosque del tipnis. En la era de la simulación de la civilización moder-
na, estas incongruencias son, más bien, concebibles. No importa lo que
efectivamente ocurre, lo que importa es que se crea que ocurre lo que
dice el discurso del poder. Lo que le importa al “gobierno progresista” y
a su Congreso títere es abrir las compuertas a las concesiones petroleras
y mineras; expandir la frontera agrícola, contra el bosque, contra la Ama-
zonia, contra la biodiversidad. Expansión depredadora que beneficia tanto
a la burguesía de la coca excedentaria como a la burguesía agroindustrial.
En estas circunstancias, las de la simulación elocuente, la de pre-
tendidas astucias criollas, cada vez menos astutas y más torpes, la de las
violencias proliferantes, tanto simbólicas, encubiertas, así como directas,
físicas y desmesuradas; en este “siglo xx cambalache”, como decía Enrique
Santos Discépolo, que parece más bien, el largo siglo xx, como concibe
la estructura larga del ciclo Giovanni Arrighi; no importa ni el decoro,
tampoco la coherencia, sino que el “cambalache” funcione; se dé lugar.
Para no caer en el sortilegio de las apariencias y deducir de ahí ex-
plicaciones, que, en este caso, no darían pie con bola, pues se dejan llevar
por representaciones ateridas en discursos recurrentes y desgastados; es
menester colocar, como se dice, los puntos sobre las íes o, mejor dicho,
en expresión popular, las cosas en su lugar. En primer lugar, habría que
anotar que estamos ante el dominio mundial de la hiper-burguesía de la
energía fósil; hiper-burguesía articulada con el sistema financiero inter-
nacional, controlado tanto por esta hiper-burguesía, así como con lo que
podemos identificar como burguesía financiera. Esta hiper-burguesía,
como hemos dicho en anteriores ensayos, tiene una composición barroca,
pues integra a distintos estratos de élites multimillonarias del mundo y
élites de poder. En la hiper-burguesía aparecen familias y fragmentos
poderosos, por así decirlo, de las burguesías nacionales. Pueden sus
estados aparecer como si estuviesen encontrados, disputando geopolí-
ticamente; sin embargo, esto es parte de las apariencias o, mejor dicho,
del mundo de las representaciones; no del mundo efectivo. Si se quiere,
incluso se puede decir que se trata de reminiscencias del pasado, que no
son fáciles de retirar en los imaginarios sociales; sobre todo, imaginarios
institucionales, incluso estatales. Sin embargo, esto no es problema ni
gobierno de las trasnacionales extractivistas 107

obstáculo para que las burguesías nacionales, sobre todo, sus élites po-
derosas, tomen decisiones pragmáticas. Por ejemplo, las empresas tras-
nacionales extractivistas de la energía fósil pueden concurrir y competir
por el acceso a reservas de recursos naturales, a concesiones y explotación
hidrocarburífera, en distintas regiones del mundo; empero, las burguesías
que manejan las empresas por acciones, pueden pactar repartos de las
reservas. Sobre todo, cuando están de acuerdo con lo principal; preservar
la explotación y la producción de la energía fósil. Esta es la clave de la
amistad entre Donald Trump y Vladímir Putin, de la que tanto escándalo
se hace en los medios de comunicación y los círculos de los demócratas
de los Estados Unidos de Norte América.
De la misma manera, se puede descifrar la “disputa” o si se quiere
“contradicción” entre personajes políticos de la híper-potencia econó-
mica-militar-cibernética-tecnológica-científica y personajes políticos de
“gobiernos progresistas” de Estado-nación subalternos. La burguesía
rentista, de la que forman parte los gobernantes o la jerarquía de la forma
de gubernamentalidad clientelar, a pesar de destilar discursos estridentes
contra el “imperialismo”, pueden, más bien, optar por el pragmatismo
político y económico. Ambas burguesías, la hiper-burguesía y la burguesía
rentista, forman parte de la geopolítica del sistema-mundo capitalista,
sobre todo, de su característica crucial, la arquitectura del sistema-mundo
extractivista; particularmente o preponderantemente, de la energía fósil.
Tienen en común más intereses que diferencias ideológicas.
En el caso del conflicto del tipnis, la defensa del territorio indígena
y parque nacional, de la región configurada por los ríos Isiboro y Sécure,
no se trata, efectivamente, de una lucha contra “traidores”, “inconsecuen-
tes”, “oportunistas”, incluso “impostores”, aunque lo sean; sino contra la
burguesía rentista, contra la burguesía de la coca excedentaria, contra la
burguesía agroindustrial y los latifundistas; por lo tanto, en el contexto
mundial, contra la hiper-burguesía de la energía fósil.
Visto de esta manera, se puede entender mejor el conflicto del
tipnis.­La compulsiva y obsesiva persistencia por construir la carretera,
que atraviesa el bosque, donde no hay más que dos comunidades; estando
el grueso de las comunidades, en las zonas atravesadas y bañadas por los
ríos Isiboro, Sécure e Ichoa. Lo que queremos decir es que lo que hace
el “gobierno progresista” de Bolivia no es, desde esta perspectiva, inco-
herente; sino, más bien, congruente con esta articulación e integración
de las burguesías que apuestan por la energía fósil.
El territorio indígena es un incordio para el proyecto efectivo
del “gobierno progresista”; proyecto que nada tiene que ver con la
108 geografías al servicio de los procesos de paz

Constitución.­Proyecto que tiene que ver, pragmáticamente, con la he-


gemonía de la economía-mundo, estructurada por la explotación de la
energía fósil y su industrialización, acompañada por las formas alevosas
del capitalismo especulativo. La interpretación mediática, también del
“análisis político”, que consideran a estos gobiernos como “antiimpe-
rialistas”, en vehemente oposición al dominio imperial, enfoca en lugar
incorrecto; se preocupa de las fantasmagorías ideológicas. La realidad,
para decirlo de ese modo, es otra; es simple. Se trata del control manco-
munado de las reservas de la energía fósil, de su extracción, explotación,
industrialización y especulación; además de la preservación de estos pro-
cesos relativos a la acumulación originaria y a la acumulación ampliada
de capital. La civilización moderna está estructurada a partir de esta
explotación depredadora, contaminante y destructiva.
Una de las consecuencias política de esta interpretación es que no
se trata solo de denunciar, incluso de demandar e interpelar al “gobierno
progresista”, por incumplimiento de la Constitución; sino de tener claro
que se pelea contra las formas perversas de las burguesías en la etapa del
capitalismo tardío. El discurso estridente, que pretende ser “antiimperia-
lista”, forma parte de las paradojas del poder, de sus contradicciones, de
sus concomitancias y complicidades profundas. No se trata de engaño,
como interpretan las teorías de la conspiración; pues, incluso, los voceros
del discurso pueden creer lo que dicen. Sino del funcionamiento de las
maquinarias económicas, de las máquinas de poder, de las máquinas de
guerra, de las máquinas comunicacionales, del sistema-mundo capitalista.
La defensa del tipnis es una tarea ineludible de los activismos liber-
tarios y ecologistas, también es una responsabilidad de los pueblos y sociedades.
Se trata de la defensa de la vida, de los ciclos vitales, de la biodiversidad
planetaria y de la sobrevivencia humana. Nadie es ajeno a esta defensa, nadie
puede eludir su responsabilidad, nadie puede escapar ante la convocatoria
de la vida5. Que no lo haga quiere decir que es cómplice de la destrucción
del planeta y del ecocidio, del etnocidio; es cómplice de los crímenes de lesa
humanidad y de crímenes de lesa biodiversidad.
Después de la aprobación de la Asamblea Legislativa del levanta-
miento de la intangibilidad del tipnis, el pueblo boliviano, las naciones
y pueblos indígenas, los colectivos activistas, están exigidos a actuar en
consecuencia. Es una guerra declarada del “gobierno progresista” a la vida.

5 Ver convocatoria de la vida. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/con-


vocatoria_de_la_vida_2.
gobierno de las trasnacionales extractivistas 109

Reportaje de un ecocidio

A propósito de la insólita aprobación por parte del Congreso del levanta-


miento de la intangibilidad del tipnis, Ley 180; propuesta por el mismo
presidente, cuando llegó la viii marcha indígena a la sede de gobierno y
fue apoyada por un millón de paceños, que salieron a las calles a recibirlos
y a defender a los marchistas, los reporteros de Los Tiempos, Wilson
Aguilar y Roger Medina, escriben:

Sin un estudio técnico, la Comisión de Región Amazónica, Tierra, Terri-


torio de la Asamblea Legislativa Plurinacional (alp), aprobó ayer el pro-
yecto de ley de “Protección, Desarrollo Integral y Sustentable del Territo-
rio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (tipnis)”, que abroga la Ley
180 de Intangibilidad del área protegida. La aprobación de la propuesta
se realizó de manera acelerada por la mayoría de asambleístas del mas y
sin mayor explicación o fundamento técnico para justificar el “levantar la
intangibilidad de esta reserva natural”, sólo se refirió al proceso de consul-
ta que realizó la administración de Evo Morales en 2012. Sin embargo, la
consulta para la construcción de la vía Villa Tunari-San Ignacio de Moxos,
fue rechazada por una marcha de pobladores de la zona, que finalmente
logró la aprobación de la Ley de Intangibilidad. En la consulta, los pobla-
dores exigieron una ley de protección para evitar avasallamientos y aten-
der otras 23 demandas de las comunidades. El presidente de la comisión,
Avilio Vaca (mas), afirmó que ratificar el documento planteado el 3 de
julio “avala la construcción de una vía por este territorio reservado”, tal
como establece el artículo 9 que se refiere a la “articulación e integración
del tipnis”. “Las actividades de articulación e integración que mejoren,
establezcan o mantengan derechos de los pueblos indígenas como la libre
circulación, a través de la apertura de caminos vecinales, carreteras, siste-
mas de navegación fluvial, área y otras, se diseñarán de manera participati-
va con los pueblos indígenas, debiendo cumplir la normativa ambiental vi-
gente”, señala el artículo 9 del proyecto de ley. Por su parte, el presidente
de la Subcentral tipnis, Fabián Gil, señaló que existen sectores afines al
Gobierno que están interesados en apresurar la aprobación de ese proyec-
to de ley que no fue consensuado con los pueblos indígenas. Anunció que
después de ponerse en contacto con las bases, emitirán un comunicado
hoy en Beni. Respecto a la oposición de algunos sectores indígenas, Vaca
dijo “son pobladores conocidos que siempre vienen oponiéndose para be-
neficiarse de sus comunidades”.
El 26 de julio pasado, el presidente Morales en conferencia de prensa
adelantó que “tarde o temprano va a haber ese camino”, que unirá Vi-
lla Tunari, Cochabamba y San Ignacio de Moxos, en Beni, a tiempo de
indicar que “sólo resta un trecho para juntar estas vías”. Por su parte,
110 geografías al servicio de los procesos de paz

asambleístas de la opositora Unidad Demócrata (ud) denunciaron que la


intención del Primer Mandatario y del mas es ampliar la zona cocalera y
su producción ilegal, apropiarse de territorios indígenas con la construc-
ción de la carretera. “La insistencia del mas en anular la intangibilidad
del tipnis es ampliar la zona cocalera del Chapare. Todos sabemos que el
Polígono 7 que pertenecía al tipnis ahora pertenece al sector cocalero”,
señaló el senador Yerko Núñez.
 

Coca en la región

De acuerdo con el último Monitoreo de Cultivos de coca 2016, en el


área Isiboro Sécure se incrementó el cultivo ilegal de coca en 150 por
ciento. En 2015, el área cultivada era de 12 hectáreas y en 2016 alcanzó a
30 hectáreas. En tanto, en el Polígono 7, también en Isiboro Sécure, considerada
área saneada, los cultivos ilegales de coca se incrementaron en 43 por ciento. En
2015, la producción era de 861 hectáreas y en 2016 fue de 1.233 hectáreas,
según reportes oficiales del Gobierno6.
El reportaje descriptivo de la forma de aprobación legislativa del
levantamiento de la intangibilidad del tipnis, patentiza palpablemente la
premura y la torpeza del Congreso, que además, como ironía, se define
como “plurinacional”. Estamos ante espectáculos crudos, descarnados,
donde el poder se muestra en toda su desmesura pornográfica. No interesa
ni guardar las apariencias. Se trata de brutales procedimientos de poder,
donde no importa incluso el matiz de barniz que acompañaba a la argucia
política. Se lo hace simplemente porque se tiene mayoría parlamentaria.
Es una pérdida de tiempo argumentar técnica y jurídicamente; es pre-
ferible ahorrar tiempo, no esforzarse por justificar, hacerlo de manera
directa, sin ninguna aproximación ni a la retórica ni al arte de la política.

6 Leer Comisión de ALP aprueba proyecto de ley del Tipnis. Los Tiempos.
http://www.lostiempos.com/actualidad/economia/20170802/comision-alp-
aprueba-proyecto-ley-del-tipnis.
Paz con la naturaleza en el Putumayo:
tensiones y desafíos socioambientales en
las áreas protegidas de la triple frontera
Ecuador-Perú-Colombia
John Freddy Caraballo González1

Los esfuerzos para promover la paz en regiones boscosas deben


comenzar con la eliminación de los motivos que hicieron
estallar el conflicto. Los gobiernos deben dar pasos audaces para
reconocer los derechos políticos, culturales y territoriales de las
minorías étnicas y otros grupos que habitan regiones boscosas.
David Kaimowitz (FAO-ONU, 2005)

Introducción

En el actual contexto de acuerdos de paz entre el Estado colombiano


y la insurgencia –firmados con las farc-ep y en proceso con el eln–,
es preciso transitar del conflicto armado interno colombiano como eje de
análisis geopolítico (Cadena, 2002; Rosales, 2005; Salas, 2010; Yaya,
2015) a la problematización de los conflictos socio-ambientales internos y
[trans]fronterizos. En este sentido, el presente capítulo se propone re-
dimensionar la discusión, focalizando la deuda de paz con la naturaleza
que aún tienen tanto Colombia como sus vecinos Ecuador y Perú en el
contexto socio-espacial de la triple frontera putumayense.

1 Educador Popular, docente e investigador social. Profesional en Filosofía


y Ciencias Religiosas (oar, Colombia); Licenciado en Ciencias Sociales
(Universidad Pedagógica Nacional, Colombia); Magister en Geopolítica
de los Recursos Naturales (Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia).

[111]
112 geografías al servicio de los procesos de paz

En cuanto tesis central de este análisis se considera que, en las áreas


protegidas Reserva de Producción Faunística Cuyabeno (Ecuador),
Parque Nacional Gueppí-Sekime (Perú) y Parque Nacional Natural La
Paya (Colombia), se concentran múltiples tensiones socio-ambientales
derivadas tanto de la injerencia de las dinámicas recientes de conflicto
armado colombiano como de la persistencia del modelo extractivista.
De tal suerte que el principal desafío de la triple frontera consiste en la
superación de la lógica de la guerra insurgente y la fiebre extractivista
para dar lugar a una auténtica paz, estable y duradera, que involucre no
sólo a los seres humanos, sino que incluya a todas las formas de vida
presentes en el entorno natural.
La información, argumentos y algunos datos puntuales que el lector
encontrará a continuación forman parte de un proceso de investigación
en campo efectuado por el autor entre los años 2013 y 2014 (Caraballo,
2017), en el marco de realización del programa de postgrado Maestría en
Geopolítica de los Recursos Naturales de la Facultad de Ciencias Geológicas
en la Universidad Mayor de San Andrés (La Paz, Bolivia). Es importante
aclarar que dicha investigación no contó con financiación por parte de
ninguna institución u organización, pero sí con el apoyo irrestricto de los
pobladores de la triple frontera Ecuador-Perú-Colombia y la orientación
profesional de algunos docentes de la carrera de Ingeniería Geográfica
de la umsa, así como con la asesoría académica de la Ph.D. Geógrafa
Laetitia Perrier Bruslé.

1. Putumayo: entre el conflicto armado y el extractivismo

Durante décadas el Estado colombiano ha experimentado inestabilidad


socio-política, asociada frecuentemente al desafío ostentado por la insur-
gencia y otros grupos al margen de la ley (paramilitares, bandas criminales,
narcotraficantes), lo que ha generado no sólo actos violentos a nivel interno,
sino gran impacto en algunas zonas fronterizas, particularmente donde ha
hecho presencia la subversión armada. En la región fronteriza del sur del
país, de modo particular en el departamento del Putumayo, el conflicto
armado colombiano se tornó desproporcionado desde finales del siglo
xx, pues los grupos armados no sólo actuaban motivados por territorio y
recursos, sino que lograron un control efectivo sobre las poblaciones desde
una lógica política, militar y económica (Vásquez, 2004). Se trataba, pues,
de control poblacional e incidencia militar tanto en territorio nacional
como en las zonas fronterizas de los países vecinos, Ecuador y Perú.
paz con la naturaleza en el putumayo 113

Desde los años sesenta del siglo pasado las Fuerzas Armadas Re-
volucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (farc-ep) hicieron
presencia en toda la región del Putumayo, a través de la instalación de
los frentes 32 y 48. Paralelamente, los carteles de Cali y Medellín es-
tablecieron laboratorios clandestinos para el procesamiento de la coca,
así como rutas para el abastecimiento de insumos y la distribución del
estupefaciente; en un comienzo los narcotraficantes obtenían la hoja de
coca del Perú (Medina y Téllez, 1994; Ramírez, 2001;), pero en poco
tiempo introdujeron las semillas e iniciaron la expansión de cultivos de
uso ilícito en algunos municipios del Putumayo, lo cual convirtió a la re-
gión trifronteriza del denominado “triángulo amazónico” o “ecupeco”2
en escenario económico de anclaje regional –cultivos, mano de obra,
infraestructura, servicios–, aunque con proyección trasnacional para los
actores del crimen organizado (Cuesta y Trujillo, 1999).
Ahora bien, además de los impactos causados por el conflicto ar-
mado colombiano, es preciso reconocer que la región putumayense de
la triple frontera históricamente ha pasado por otras formas de conflicto
asociadas explícitamente a la extracción de recursos naturales. Desde la
explotación de quina y caucho de finales del siglo xix, pasando por el
ingreso de las compañías multinacionales petroleras durante la segunda
mitad del siglo xx, hasta el arribo del narcotráfico a finales de los años
70 de la centuria pasada, el Putumayo trinacional se ha convertido en una
suerte de corredor estratégico donde confluyen múltiples intereses –legales
e ilegales, estatales y paraestatales-, de tal manera que las poblaciones
han resultado constantemente asediadas, perseguidas, desplazadas y, en
algunos casos puntuales, cooptadas por los actores económicos, políticos,
[para]militares e insurgentes de turno.
Si bien es cierto que desde los años veinte del siglo pasado se efec-
tuaron las primeras exploraciones en busca de petróleo en el Putumayo,
fue hasta la segunda mitad del siglo xx que se concretó la explotación
petrolera de la región putumayense trifronteriza, concretamente bajo
la incursión de la transnacional Texas Petroleum Company (Texaco).
Esta dinámica extractiva desencadenó una serie de conflictos socio-

2 Triángulo conformado por la zona fronteriza trinacional de Ecuador-


Perú-Colombia, sobre la cuenca del río Putumayo. Los narcotraficantes
de los carteles de Cali y Medellín asignaron el nombre de “ecupeco”
a este corredor estratégico utilizado para el procesamiento, en el lado
colombiano, de la base de coca o pasta de cocaína procedente de Bolivia,
Perú y Ecuador.
114 geografías al servicio de los procesos de paz

ambientales, con énfasis particular en la apropiación estatal de tierras


consideradas “terrenos baldíos” y otras más que habían formado parte
de los resguardos indígenas. Además del despojo territorial, los grupos
étnicos – previamente reducidos por las misiones religiosas en caseríos,
comunidades parroquiales y veredas- asistieron a una profunda transfor-
mación de sus modos de vida (lengua, costumbres, prácticas ecológicas,
alimentación, formas de organización, etc.) por cuenta del ingreso de
una economía basada netamente en la circulación del dinero que, a la
postre, produjo la reconfiguración sociocultural (crecimiento del comercio de
bienes y servicios, instalación de bares y casas de lenocinio, iniciación de
los jóvenes en el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas, aumento
de la delincuencia común y la extorsión, etc.) y espacial de los territorios
(infraestructura vial, comunicaciones, ingreso de maquinaria y vehículos
pesados) en función de la actividad petrolera.
En términos ambientales, la exploración/explotación/transporte
del crudo ha conllevado impactos negativos sobre extensas áreas de
la selva tropical lluviosa amazónica-putumayense; con frecuencia las
comunidades y algunos ambientalistas han denunciado prácticas lesivas
como la deforestación, la destrucción de cultivos, el uso de explosivos y
la contaminación de fuentes hídricas, incluso en territorios considerados
“áreas protegidas” o bajo especial protección de su diversidad biológica y
cultural3. En la actualidad la región amazónica-putumayense de Ecuador-
Perú-Colombia se encuentra saturada de lotes y bloques petroleros, tal
como se puede evidenciar al contrastar las representaciones cartográficas
de cada uno de los países (Figuras 1, 2 y 3).
La región amazónica ecuatoriana comprende cerca del 47% del
territorio nacional en lo que son las Provincias de Sucumbíos, Napo,
Orellana, Pastaza, Morona Santiago y Zamora Chinchipe. En la actua-
lidad el 65% de esta región es objeto de explotación petrolera, de tal
modo que allí confluyen 65 bloques petroleros. Los pobladores han sido
contundentes en denunciar los impactos ambientales negativos ocasio-
nados por el derrame y dispersión del crudo, en tiempo reciente, sobre
cuerpos de agua y suelos al interior del área protegida.
El último desastre ecológico (2008) fue el derrame de crudo
que se expandió por las principales lagunas –son 14 en interconexión

3 Entre 1972 y 1989 la compañía Petroecuador extrajo el 65% de la pro-


ducción petrolera de los pozos ubicados dentro de la Reserva Cuyabeno
(Fundación Natura, 1991).
paz con la naturaleza en el putumayo 115

hidrobiológica–­de la Reserva de Producción Faunística Cuyabeno,


causando mortandad en especies acuáticas, contaminación tóxica del
recurso hídrico, destrucción de vegetación y afectación sobre los suelos
y la subsistencia (pesca y movilidad) de los pobladores indígenas.

Figura 1
Bloques petroleros del Ecuador

Fuente: Secretaría de Hidrocarburos, Banco de Información Petrolera del Ecuador, abril de


2015.

Tal desastre trató de ser “remediado” por la misma compañía


petrolera que lo causó (Petroamazonas), contratando una empresa de
restauración ambiental, a la vez que usó como mano de obra a los indí-
genas de la Reserva, quienes se vieron expuestos al trato directo con las
sustancias vertidas sobre los cauces de agua.
La figura 2 representa espacialmente la fiebre extractivista –“en-
fermedad holandesa”–, que ha tomado como escenario a las regiones de
mayor diversidad biológica y cultural del Perú. En la región amazónica
de este país se concentra el 72% de la explotación de hidrocarburos,
con una cifra cercana a los 72 lotes, en su mayoría, concesionados a
compañías extranjeras.
116 geografías al servicio de los procesos de paz

Figura 2
Lotes petroleros en el Perú (2009)

Fuente: http://www.perupetro.com.pe/

Desde hace más de cuatro décadas el departamento de Loreto –que


cubre cerca del 55% de la selva amazónica peruana- ha sido escenario
de explotación y contaminación por cuenta de las petroleras; en los
últimos años se han denunciado públicamente los impactos nocivos de
la actividad extractiva sobre cuencas hídricas, especies de fauna y flora,
paz con la naturaleza en el putumayo 117

y en la salud de los seres humanos, principalmente de las comunidades


indígenas amazónicas4.

Figura 3
Bloques y pozos petroleros del Putumayo colombiano

Fuente: ANH, 2011 – Corpoamazonia, 2010.

En el caso del Putumayo colombiano la dinámica extractivista


petrolera, concentrada principalmente en los municipios de Orito, La
Hormiga, Puerto Asís, Puerto Caicedo y San Miguel, ha conllevado
no sólo problemas de orden público (secuestros, extorsiones, masacres,
hostigamientos militares) sino, de modo particular, conflictos socio-
ambientales a causa de la explosión premeditada de oleoductos por parte
de los actores armados irregulares. Las cifras sobre ataques a la infraes-
tructura petrolera demuestran que en los últimos años el departamento
del Putumayo fue uno de los más afectadas por tal flagelo; en sólo el 2014
sucedieron cerca de 30 ataques –lo que significó en proporción estadística
que dos (2) de cada tres (3) atentados petroleros reportados en Colombia
durante el mismo año se presentaran en dicho departamento–, los cuales
implicaron no sólo daños a la infraestructura (Oleoducto Trasandino)

4 El caso más reciente es el del Lote petrolero 192, que ha generado conflictos
socio-ambientales en la amazonia peruana.
118 geografías al servicio de los procesos de paz

sino también contra el personal y el medio ambiente, esto último a causa


de los derrames de crudo sobre suelos y fuentes hídricas.
Ante tales impactos socio-ambientales, derivados de la explotación de
hidrocarburos y del conflicto armado colombiano, es preciso cuestionar si
el actual periodo de transición hacia la paz, acordado entre las farc-ep y
el Estado colombiano, se traducirá en una reducción de la guerra contra la
naturaleza, la cual no sólo se ha expresado en “derrames de crudo”, pues la
afectación de más largo plazo ha sido ocasionada por la acción misma de
extraer petróleo en un territorio absolutamente rico en biodiversidad y con
gran potencialidad hidrológica. En este orden de ideas, resulta pertinente
indagar sobre la eficacia de las estrategias de conservación de la natura-
leza, teniendo como telón de fondo la iniciativa trinacional convocada
desde 2009 por la organización no gubernamental wwf, con el apoyo
de las autoridades ambientales de Ecuador, Perú y Colombia, en lo que
se ha denominado “Proyecto Putumayo Tres Fronteras”, diseñado para
establecer un corredor trifronterizo para la “conservación y el desarrollo
sostenible” integrando las áreas protegidas Reserva de Producción de
Fauna Cuyabeno (Ecuador), el Parque Nacional Gueppí-Sekime (Perú)
y el Parque Nacional Natural La Paya (Colombia) (wwf, 2013).

2. El conservacionismo ¿Estrategia de pacificación


con la naturaleza?

La propuesta de articulación de las áreas protegidas del Putumayo


trifronterizo por cuenta de la organización wwf y las respectivas
entidades ambientales estatales (Ministerio de Ambiente de Ecuador,
Parques Nacionales Naturales de Colombia y Servicio Nacional de
Áreas Protegidas del Perú) se enmarca en una preocupación de alcance
global por la conservación de la naturaleza y la ampliación de espacios
objeto de protección ambiental. Para evidenciar cuantitativamente esta
última afirmación, puede indicarse que si en 1962 sólo habían cerca de
1.000 áreas protegidas a nivel mundial, para el año 2006 se reportó la
existencia de unas 108.000 en una extensión próxima a los 30 millones de
kilómetros cuadrados, lo que en términos porcentuales equivale al 12%
de la superficie terrestre (Dowie, 2006). Ante este inusitado crecimiento
de las áreas naturales destinadas a la protección y conservación, habría
que preguntar si tal incremento se corresponde con la disminución de las
problemáticas ambientales, por lo menos en aquellos territorios donde
se hallan instauradas zonas de conservación.
paz con la naturaleza en el putumayo 119

En el caso específico del Putumayo trinacional la valoración sobre


el impacto de la conservación en las áreas protegidas de Cuyabeno,
Gueppí y La Paya, deja ver que son más las ambigüedades y tensiones
en torno al cuidado de la biodiversidad, que la eficacia de la estrategia
conservacionista. En este sentido, resulta pertinente abordar de modo
comparativo lo que realmente sucede en cada una de las áreas protegidas,
pues las dinámicas históricas, sociales, económicas y culturales finalmente
son las que determinan el comportamiento de los actores y el estado de
conservación o depredación de los recursos naturales.

Cuyabeno: entre la explotación petrolera, el ecoturismo


y la conservación ancestral

Las acciones de conservación en la Reserva de Producción de Fauna


Cuyabeno han estado condicionadas por la existencia de bloques pe-
troleros desde los años setenta del siglo xx, así como por el proceso de
poblamiento llevado a cabo por colonos y campesinos, a lo cual se suma
en época reciente la instalación de un corredor ecoturístico conformado
por cabañas cuya administración no necesariamente está a cargo de los
indígenas residentes en el territorio5. Aun así, los pobladores originarios
consideran que persisten en la búsqueda de un equilibrio ecológico,
espiritual y cultural, en medio de la avalancha extractivista promovida
tanto por gobiernos de talante neoliberal como por el último gobierno
progresista. Entre los mecanismos de resistencia de las comunidades
se encuentra su reivindicación del valor ancestral de los territorios, la
defensa de la autodeterminación socio-política, los usos de la lengua
propia, la educación intercultural y la persistencia en tradiciones, hábitos
y costumbres del mundo indígena (Entrevista con el Cacique Siona, Julio
Criollo, abril de 2014).
A raíz de la visita de turistas y científicos extranjeros, de los patru-
llajes militares para controlar ilícitos y por las denuncias del movimiento
ambientalista –principalmente europeo– sobre los impactos ecológicos
negativos de las actividades extractivas, Cuyabeno fue declarada “zona
intangible” desde 1999 (Figura 4). Con este reconocimiento estatal se
advertía sobre la imposibilidad de efectuar cualquier tipo de explotación
(forestal, petrolera, minera) en la Reserva, así como cualquier actividad
humana que pudiese degradar los ecosistemas allí existentes. Pero no

5 En la Reserva Cuyabeno confluyen las nacionalidades indígenas Cofán,


Kichwa, Secoya, Shuar y Siona.
120 geografías al servicio de los procesos de paz

sólo se ha buscado proteger la biodiversidad, pues el Estado ecuatoria-


no reconoce la importancia histórica y cultural de las nacionalidades
indígenas que habitan el territorio (Instituto Geográfico Militar, 2013).

Figura 4
Reserva de Producción Faunística Cuyabeno (Ecuador)

Fuente: Ministerio de Ambiente de Ecuador (2009).

En cuanto a la estrategia de conservación, el pueblo Siona con-


sidera que la presencia del Ministerio de Ambiente del Ecuador es
simplemente simbólica, en cuanto ellos son quienes han transitado
ancestralmente por el territorio, conocen la flora y fauna, y agencian
en sus prácticas cotidianas acciones conservacionistas reguladas por
los ciclos naturales del entorno. No obstante, la relevancia de los
modos tradicionales de relacionamiento de los pueblos indígenas con
el territorio, el turismo promovido dentro de la Reserva ha generado
impactos en doble vía, esto es, desde la alteración ecológica del medio
hasta cambios en los patrones culturales de las poblaciones humanas. En
cuanto a la dimensión ambiental la práctica del turismo ha producido
la adecuación de senderos ecológicos para que transiten los turistas,
la construcción de infraestructura en el bosque húmedo tropical y, lo
paz con la naturaleza en el putumayo 121

más preocupante, la migración de especies por el ruido de los motores


fuera de borda de las lanchas que transportan a visitantes y residentes
del área. Culturalmente, quizá el impacto más contundente ha sido la
monetización de la economía tradicional –anteriormente caracterizada
por la práctica del “trueque”-, lo que ha provocado un aumento sig-
nificativo de la desigualdad y la progresiva ruptura de los vínculos de
reciprocidad comunitaria (Little, 1992).

¿Conservación o supervivencia humana? Un dilema no resuelto en


Gueppí-Sekime

En 1977 el estado peruano estableció la Zona Reservada Gueppí (zrg)


–con fines de conservación de la diversidad biológica– en el área de con-
fluencia hidrográfica de los ríos Gueppí y Putumayo, escenario ancestral
de pobladores indígenas de las etnias Kichwa, Secoya y Huitoto, además
de los colonos y campesinos que se ubicaron en aquel territorio desde
la época de la explotación cauchera a finales del siglo xix6. Luego de
varios años de tensión entre los residentes y el Estado, en el año 2012 se
logró la categorización definitiva del área de reserva, ahora considerada
Parque Nacional Güeppi-Sekime y Reservas Comunales Huimeki y
Airo Pai (Decreto Supremo N° 006 de 2012, Ministerio de Ambiente
del Perú) (Mapa 5).
Aun cuando fue posible conciliar la iniciativa conservacionista de las
autoridades estatales con el derecho a residir en el territorio por parte de
indígenas y colonos, no se han superado completamente los conflictos
derivados de la presencia de bloques petroleros, comerciantes de madera
y cazadores. Según los colonos residentes en la Reserva Comunal Hui-
meki la principal dificultad estriba en satisfacer sus necesidades básicas
cotidianas, pues a nombre de la conservación de la naturaleza se les ha
restringido el acceso a la extensa zona boscosa para la cacería y la extrac-
ción de otros productos que tradicionalmente han formado parte de su

6 Justamente en inmediaciones del actual Parque Nacional Gueppí-Sekime


se estableció desde 1880 una de las casas de explotación cauchera de más
siniestra recordación, la Casa Arana, cuyas operaciones iniciaron formal-
mente en 1902 y para 1907, luego de asociarse con los ingleses, pasó a
llamarse Peruvian Amazon Company. Algunos historiadores registran la
muerte de cerca de 30.000 indígenas a causa de las inclemencias selváticas,
los malos tratos y el exterminio provocado por los explotadores de caucho
(Vega, 2002).
122 geografías al servicio de los procesos de paz

dieta alimenticia. Los pobladores admiten que es sumamente importante


y necesario conservar los bosques, ríos y especies faunísticas, pero así
mismo reclaman mayor presencia del Estado en términos de otorgar
oportunidades para el mejoramiento de las economías familiares, no
solamente a través de subsidios o subvenciones sociales, sino mediante
estrategias de desarrollo local productivo en sectores como la agricul-
tura y la piscicultura (entrevista con el Cacique de la Reserva Comunal
Huimeki, Luis Aguanari, abril de 2014).

Figura 5
Parque Nacional GUEPPÍ-SEKIME y Reservas Comunales HUIMEKI – AIRO PAI (Perú)

Fuente: Recuperado de http://revistaparques.net/uploads/media/Articulo_Emilio_Rojas__Peru_.


pdf

Producto de las tensiones históricas, asociadas con litigios por


delimitación fronteriza, los impactos del conflicto armado colombiano
y los cultivos de uso ilícito, en la actualidad esta zona protegida repre-
senta un escenario de conservación estratégico en la amazonia peruana,
dado que dicha región ha sido ocupada paulatinamente por empresas
petroleras tal como se pudo evidenciar en la figura 2. En medio de tales
dinámicas conflictivas se atenúa la esperanza de paz con la naturaleza,
pues desde el ámbito gubernamental no se ofrecen mayores estímulos a
paz con la naturaleza en el putumayo 123

las poblaciones­para efectos de conservar los recursos naturales; la mayor


presencia estatal en esta parte del territorio peruano, a semejanza de las
otras dos áreas fronterizas, es las fuerzas militares (Ej. Batallón Gueppí).
Resulta urgente que las comunidades organizadas en esta zona protegida
definan las tareas de conservación en sus territorios, a contrapelo de la
avanzada extractivista petrolífera.

Repercusiones del conflicto colombiano sobre las tareas


de conservación en La Paya

La ausencia de Estado en el departamento del Putumayo (Colombia)


ha sido el caldo de cultivo para la existencia de diversas formas de ilega-
lidad, que van desde el dominio territorial de la insurgencia (farc-ep)
y los grupos paramilitares, hasta la proliferación de extensas porciones
del territorio dedicadas a los cultivos de uso ilícito (Ramírez, 2001).
Aunque se pueda afirmar lo contrario desde los entes gubernamentales,
la falta de institucionalidad que garantice servicios básicos, infraestruc-
tura y aplicación de justicia, ha llevado a que la presencia militar sea el
eje determinante en esta zona fronteriza, tanto así que fue uno de los
focos priorizados por el Plan Colombia, estrategia contrainsurgente y
antinarcóticos de cooperación bilateral entre Estados Unidos de América
y Colombia desde el año 20007.
Ahora bien, la instauración del Parque Nacional Natural La Paya
(1984) (Figura 6) coincidió justamente con la instalación de plantaciones
y laboratorios para el procesamiento de la hoja de coca, en época de
bonanza para los carteles de Medellín y Cali en la región putumayense.
Desde entonces los territorios selváticos de aquel departamento, inclu-
yendo los mismos predios del Parque Natural, han sido utilizados por los
narcotraficantes para abastecerse de la materia prima para la producción
de cocaína. En medio de esta lógica de ilegalidad, comunidades indígenas
y campesinos asisten al deterioro de sus prácticas culturales, económicas
y ecológicas, pues el avance de la frontera agrícola no ha beneficiado

7 En su primera fase (2000-2006), el Plan Colombia concentró la atención


en acciones de erradicación de cultivos de uso ilícito en el departamento
del Putumayo, territorio que para el año 2000 era el mayor productor de
coca en Colombia con cerca de 120.000 hectáreas de producción anual. No
obstante, es preciso señalar el fracaso de la estrategia de erradicación por
aspersión aérea debido al uso indiscriminado de glifosato, sustancia química
que generó daños ambientales y afectaciones en la salud de las poblaciones.
124 geografías al servicio de los procesos de paz

precisamente al agricultor o al ganadero, sino a los traficantes de drogas,


además de ocasionar la devastación de importantes zonas del bosque
húmedo tropical.
De otro lado, las tensiones entre campesinos, colonos, indígenas y
las autoridades ambientales del Parque La Paya, suscitan diferencias y
suspicacias respecto a las tareas de conservación de los recursos naturales
en el territorio. Por parte de la comunidad indígena Inga-Kichwa, orga-
nizada en un resguardo al interior del Parque, se advierte la existencia
de una cosmovisión originaria que ha buscado mantener el equilibrio
entre el uso de los recursos y la conservación de los ecosistemas, recono-
ciendo de este modo los ciclos de restauración de la naturaleza, así como
manteniendo formas ancestrales de acceso a las especies faunísticas y la
vegetación (entrevista con el Cacique Inga-Kichwa del Resguardo La
Apaya, Alirio Achanga, abril de 2014).

Figura 6

Fuente: recuperado de lapayanet.blogspot.com


paz con la naturaleza en el putumayo 125

Por su parte, los colonos y campesinos, en su lógica tradicional


de “hacer producir la tierra”, vienen generando impactos ambientales
negativos sobre el parque, pues para el establecimiento de cultivos re-
gulares (cacao, plátano, yuca, frutales, etc.) se requiere avanzar sobre el
área protegida; pero también en el caso de aquellos que se dedican a los
cultivos de hoja de coca, la alteración sobre los ecosistemas es evidente.
Según afirman los pobladores de más larga data en el territorio, han
sido los colonos, esto es, personas provenientes de otras regiones del
territorio colombiano, quienes se dedican principalmente al manteni-
miento de los cultivos de uso ilícito, con la complicidad y protección de
los actores armados.
En tal escenario, el accionar de la autoridad ambiental dentro del
Parque es bastante limitado, ya que además de no contar con suficiente
credibilidad entre la población debe sortear con cautela la presencia de
actores dedicados a la ilegalidad. En adición a esto, viene creciendo el
problema de la deforestación en los predios de La Paya, pues quienes no
se dedican a cultivar coca o a producir alimentos, viven de la explotación
y comercialización de madera. Es por ello que uno de los principales
desafíos para alcanzar la paz con la naturaleza pasa por garantizar desde
el Estado colombiano una activa presencia en términos de oportunidades,
recursos e instituciones que asignen a colonos y campesinos títulos de
propiedad de la tierra en áreas de bajo impacto ecológico, incentiven la
producción y comercialización de alimentos, y contribuyan al fortale-
cimiento socio-territorial de las comunidades indígenas, en quienes se
puede encontrar un aliado estratégico en pro de la conservación de la
biodiversidad.

3. La paz con la naturaleza, un asunto pendiente

A modo de conclusión puede afirmarse que, si bien es cierto que el


conflicto armado colombiano –con sus respectivos impactos sobre las
fronteras ecuatoriana y peruana– entró en su fase de declive y probable
resolución definitiva, aún los conflictos ecológicos no han logrado su-
perarse y, por lo pronto, no se advierte el suficiente ímpetu por parte de
las autoridades estatales para darles solución eficaz y duradera. Lo que
sí puede evidenciarse es la cada vez mayor presencia de organizaciones
no gubernamentales de carácter ambientalista que hacen presencia en
esta región trifronteriza de la cuenca media del río Putumayo. Aun así,
las comunidades no perciben que los proyectos e intervenciones de las
126 geografías al servicio de los procesos de paz

ongs tengan mayor contundencia en cuestiones de conservación debido


a múltiples factores, entre los que vale la pena mencionar el choque de
cosmovisiones (campesinos/indígenas, colonos/indígenas, autoridades
ambientales/colonos/indígenas, ongs/comunidades), la complejidad
socio-espacial, los diversos intereses que circulan en los territorios, la
presencia de actores dedicados a la ilegalidad (tráfico de drogas, madera,
fauna, combustible, etc.) y los previsibles impactos socio-ambientales
de algunos proyectos gestados en el marco de la Iniciativa para la In-
tegración de la Infraestructura Regional Sudamericana (iirsa) sobre la
región putumayense.
Una posible salida a las referidas tensiones socio-territoriales, esta-
tales e interestatales, es precisamente la articulación de las comunidades
en función de un propósito común: la conservación de los recursos na-
turales generando lo necesario a las actuales poblaciones y preservando
lo suficiente para las generaciones futuras. Del lado ecuatoriano, las
nacionalidades indígenas cuentan con saberes ancestrales y estructuras
organizativas que les permiten operar y hacer resistencia ante la invasión
de bloques petroleros que vienen ocupando gran parte de la región ama-
zónica, además de compartir sus estrategias territoriales de conservación
con las poblaciones a lado y lado de la frontera. En la frontera peruana
las comunidades han demostrado su capacidad de organización y recla-
mación ante el Estado, lo que hoy les permite gozar de áreas delimitadas
para el uso común y zonas para la conservación; esta conquista social
puede ser comunicada y replicada por las poblaciones fronterizas de
los países hermanos. Finalmente, desde el Parque Nacional Natural La
Paya, se han de concretar esfuerzos tendientes a la superación del vacío
de legalidad existente, contando con la experiencia, sentido de resiliencia
y laboriosidad de las poblaciones adyacentes al área protegida, todo ello
con el propósito claro de alcanzar la anhelada paz con la naturaleza.

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La creación de un Estado Plurinacional
como medio de reinserción territorial de
procesos de pacificación para los pueblos
indígenas de Bolivia
Yuri Sandoval Montes1

1. Diversidad étnico-cultural y problemática indígena

Los contrastados espacios naturales que conforman el territorio boli-


viano han sido históricamente un escenario propicio para la generación
de marcadas diferenciaciones culturales entre su población. Así, a lo
largo de la historia y hasta el presente, se registra una gran diversidad y
diferenciación étnica y cultural entre oriente y occidente del país, norte
y sur, valles y altiplano, etc. (mdsp, 1998).
En directa relación con los fuertes contrastes existentes entre las frías
montañas de occidente y las cálidas selvas de oriente, las áreas inundables
del norte y la aridez casi desértica del sur se han generado una amplia gama
de tradiciones productivas, tecnológicas, organizativas, en suma, culturales,
así como varias decenas de pueblos indígenas y grupos étnicos distintos.
No obstante, la importancia de los diferentes pueblos, en conjunto su
relación con el Estado boliviano ha sido crítica desde tiempos pretéritos,
dado que el Estado no sólo ha negado históricamente la constitución
indígena del país, sino que también ha desarrollado diversas formas de
agresión social y cultural hacia los pueblos originarios, perpetuando su
marginación política y acentuando progresivamente su debilitamiento
cultural y su empobrecimiento económico.

1 Docente Investigador en el Instituto de Investigaciones Geograficas, Ca-


rrera Ingeniería Geográfica de la Universidad Mayor de San Andrés, La
Paz – Bolivia, yuri.sandoval@gmail.com

[129]
130 geografías al servicio de los procesos de paz

Valenzuela (2004), menciona que, en lo político, los pueblos indíge-


nas se han visto tradicionalmente impedidos de una plena participación
y enfrentado procesos constantes de negación de sus propias formas de
organización. Pese a la conquista del voto universal en 1953, gran parte
de la población indígena no ha logrado siquiera ejercer este derecho
debido a barreras lingüísticas, de información y, principalmente, a la
carencia de documentos de identificación.
Asimismo, la atención a las necesidades de desarrollo de la población
indígena a través de los servicios del Estado ha sido extremadamente
débil. Si bien a partir de 1952, el Estado boliviano se propone generalizar
el acceso de los pobladores rurales a la educación, la cobertura y calidad
de los servicios educativos, al igual que con los de salud, ha sido muy
restringida en áreas indígenas y, poco adecuada frente a las características
culturales y a las necesidades de los distintos pueblos.
Así, como se pudo apreciar, esta situación en conjunto ha socavado
progresivamente las bases mismas del desarrollo nacional, pues el de-
bilitamiento de las capacidades, así como la economía de la población
indígena, aparejada a la desatención de sus necesidades por parte del
Estado, han generado condiciones extremadamente críticas en más del
50% de la población nacional.
Muchas de esas culturas tienen un carácter básicamente nómada
y viven de la recolección y de la caza de animales sin intentar “dominar
o transformar la naturaleza” (Bernd, 1991); dependiendo totalmente de
lo que puede ofrecerles. La característica nomádica de estos pueblos
hace que se trasladen hacia aquellos lugares donde la naturaleza puede
ofrecerles medios para su subsistencia.
También en algunos casos utilizan la agricultura de la que consi-
guen que les preste una “ayuda”, pero no como un acto de dominación
o dominio de la naturaleza.
No obstante, la realidad que se visualiza actualmente, al haberse
reducido sus espacios para “recolección”, con la incursión de nuevos
agentes de desarrollo (llámese migrantes, campesinos, empresarios
madereros, etc.) hizo que en muchos casos su territorio se haya visto
reducido, más aún con la adopción de la agricultura y por consiguiente
de medios de producción artificiales como los fertilizantes químicos y
pesticidas, han modificado en esos casos sustancialmente sus hábitats,
creando asentamientos espontáneos no planificados que se han ido
consolidando de a poco y requiriendo mayores espacios para cultivos al
no lograr el óptimo rendimiento tradicional debido al abuso de dichos
elementos químicos en su territorio.
la creación de un estado plurinacional 131

En términos de las políticas de desarrollo vigentes y a partir de la


autoproclamación de los propios pueblos indígenas de los 500 años de
opresión2 que ha significado para ellos el descubrimiento del continente
americano, se ha desnudado una especie de “sentimiento de culpa” de
las organizaciones internacionales y agencias de cooperación, que a
nombre de sus gobiernos y con los recursos de sus países han tratado de
solucionar todos los años de injusticia y de carga opresiva que han venido
desarrollado contra las naciones originarias.
Sin embargo, ninguno de ellos se pregunta qué habría pasado si hu-
biesen sido “descubiertos” por otra cultura, y mucho menos se atreven a
comentar sobre los propios pueblos o culturas indígenas que previamente
los oprimieron y masacraron como los incas a los pueblos de la Amazonía,
que los tenían en calidad de esclavos, los aymaras que masacraron a los
incas, etc. Al parecer los pueblos latinoamericanos sólo tienen memoria
desde hace 500 años y no recuerdan hacia atrás.
Por otra parte, tampoco se toma en cuenta los casi 200 años de
independencia de la “colonia” española, donde las élites criollas no
consideraron a su nación ni a sus pobladores, pero igualmente despre-
ciaban a los países coloniales y paradójicamente no hicieron nada por
sus coterráneos indígenas, ni evolucionaron en el pensamiento como las
sociedades colonizadoras del momento3.
De esa forma se ha tratado de mitigar ese periodo tan conflictivo
con la otorgación de créditos, recursos financieros, proyectos y obras
encaminadas a la superación de todas estas naciones4 que durante esos

2 Ver www.toltecayotl.org/…/index.php?…500…,
http://tawaintisuyo.blogspot.com/2009/10/peru-independencia-colonial-
espanol.html,
www.archivochile.com/America…/america_latina_dg_00001.pdf, http://
www.aporrea.org/actualidad/a42840.html (consultadas en junio de 2011).
3 Pero esto que eufemísticamente se ha venido a llamar “encuentro de dos
mundos”, no fue sino una contradicción muy violenta que abrió un abismo
de diferencias sociales, culturales, raciales, ideológicas y políticas, que hasta
hoy no se subsanan. De nada sirvió la emancipación criolla para superar este
abismo; por el contrario, la miserable actuación de las clases explotadoras
durante todo el período de la República, profundizó la brecha (Pérez,
2005 en www.archivochile.com/America…/america_latina_dg_00001.pdf,
consultada el 6 de enero de 2011)
4 Un Estado plurinacional es una forma de estado que admite la existencia
de territorios en su interior cuya población se reconoce como pertene-
ciente a diferentes nacionalidades y define autónomamente la normativa,
132 geografías al servicio de los procesos de paz

500 años se han sentido oprimidas, relegadas y hasta abandonadas por sus
propios gobiernos y mucho más por los países desarrollados de occidente.
De igual manera se pensaba solucionar este tipo de problemas incor-
porando una asistencia técnica venida a menos que lo único que hacía era
tratar de copiar modelos de desarrollo que habían dado algún resultado
en otro tipo de escenarios y en otro tipo de coyunturas, sin embargo, la
característica fundamental en casi todos los proyectos que se ha tratado
de imponer el desarrollo ha sido un fracaso rotundo.
Una de las causas para este fracaso ha sido la imposición de modelos
foráneos, por un lado, así como la no incorporación en dichos modelos de
las propias necesidades, ni capacidades, ni potenciales locales, tampoco
se ha transferido el conocimiento (know how), ni se han formado líderes
y/o técnicos capaces de proseguir con los proyectos que en su momento
fueron dejando las instituciones extranjeras, una vez que la asistencia
concluía con su misión y se retiraba del área.
Las propias culturas indígenas, han reconocido que este tipo de ayu-
das no funciona; mucho más si tomamos en cuenta el proteccionismo y el
paternalismo de las instituciones de cooperación internacional que han
pasado muy por encima de las aspiraciones y las expectativas que existían
en los pobladores locales tratando de hacerles entender, imponiéndoles
muchas creencias, además de que los millones de dólares otorgados para
proyectos de cooperación invertidos han sido más que todo destinados a
la compra de vehículos, insumos, pago de alquileres y para la cancelación
de jugosos salarios para los “consultores”5, supuestamente entendidos
en la temática indígena que lo único que hacían era visitar brevemente
a las comunidades indígenas para luego confirmar ciertos prejuicios que
ellos tenían determinados incluso con anterioridad.
Esa misma tendencia desarrollista por parte de la cooperación
internacional, ongs e Instituciones de Desarrollo, ha hecho que se

la legalidad,­la forma de vida y la autoridad que la rigen, generalmente


como formas de gobierno indirecto en el marco de un sistema de autoridad
jerarquizado, un solo Estado. Los estados plurinacionales han sido la norma
desde el siglo xix y culminan poco después de la primera guerra mundial,
en la que aparece el programa wilsoniano “una nación, un estado” para
contrarrestar las luchas por la autodeterminación nacional. (Regalsky, 2005).
5 www.eldiario.net/noticias/2004/…/nt040907/ (visitada el 27 de diciembre
de 2010);
http://www.la-epoca.com/modules.php?name=News&file=print&sid=1281,
(28 de septiembre de 2009)
la creación de un estado plurinacional 133

copien­indicadores para medición de pobreza, de educación, salud y


otros factores como la producción a partir de modelos de desarrollo y
que funciona bastante bien en países con otro tipo de cultura y concep-
ciones de desarrollo.
Si se llegara a preguntar a los pobladores indígenas sobre las necesi-
dades que tienen o lo felices que son, ellos manifestarían su conformidad
con el modo actual de vida que presentan, sin embargo, las tendencias
occidentalistas de desarrollo hacen que los propios pobladores se sientan
oprimidos y faltos de elementos que en momentos anteriores nunca los
habían sentido, como carencias o necesidades, lo que hará en un futuro
su vida mucho más complicada pues deberán preocuparse por cubrir
necesidades de educación, de salud convencional, salud reproductiva e
incluso modernización de la tecnología de producción y otros elementos
que nunca los habían sentido como carentes en sus formas de vida.
Algunos elementos de los que prescindieron anteriormente, hoy en
día, son difíciles de no requerir, por ejemplo el acceso a mejores condi-
ciones tanto sanitarias como educativas, que de entrada ayudan a mejorar
la propia vida de los individuos o técnicas modernas de conservación de
productos que pueden permitir una comercialización hacia fuera del
excedente generado, es decir, se hace necesario aportar posibilidades de
coexistencia y complementariedad entre lo bueno de la sociedad indígena
y el progreso social.
Pero no todo es desventaja respecto al desarrollo indígena, se pue-
den obtener interesantes lecciones a partir de toda la dinámica que se
ha venido desarrollando con la aplicación de los programas y proyectos
a favor de los pueblos indígenas; por ejemplo, con todos estos años de
aplicación de talleres, conferencias y proyectos que han permitido la in-
teracción casi continua, gobiernos, ong y donantes; los indígenas están
perdiendo el miedo, rompiendo el mito y descifrando el significado y los
alcances del llamado desarrollo, donde las iniciativas que eran promovidas
por organismos de cooperación que no son siempre reivindicaciones en
sí, puesto que hay menos ingenuidad y mucho más control de calidad.
Muchos pueblos indígenas están comenzando a dominar las reglas
del juego, exigiendo mayor protagonismo en las iniciativas que pretenden
representarlos; para los proyectos nuevos será difícil adquirir legitimidad
si no incluyen espacios de participación en la gestión y toma de decisiones
a las comunidades y organizaciones de base participantes6.

6 En este caso, en el marco de la propia tco Tacana, se ha venido insistendo


en lograr un manejo adecuado de sus recursos, tal es el proyecto denominado
134 geografías al servicio de los procesos de paz

También se están consolidando de mejor manera los procesos de


aprendizaje donde los indígenas están cada vez mejor preparados para
supervisar y realizar el control social a las ofertas de cooperación7; incluso
han comenzado introducir variaciones a los esquemas institucionales y
metodológicos planteados, estableciendo niveles de participación y co-
gestión, disponiendo mecanismos para la incorporación de contrapartes
o enlaces indígenas en los trabajos de campo y funciones de monitoreo
y evaluación8, promoviendo acciones de transferencia y fortalecimiento
organizativo desde el inicio y buscando un protocolo de trabajo con las
comunidades involucradas.
Por lo general a nivel de las organizaciones o pueblos indígenas existe
un interés colectivo por encima del interés individual, lo que ellos buscan
es la priorización de sus derechos comunales por encima de los personales.
Entre las diversas iniciativas demandadas por los grupos indígenas,
están aquellas orientadas al fomento de sectores productivos, a la pro-
visión de servicios, al rescate artesanal, al ecoturismo, a la protección
ambiental, etc.
Estas iniciativas algunas veces entran en colisión directa entre un
planteamiento de contaminación por las sociedades dominantes y la
sostenibilidad inicial. Tales iniciativas obligan a la transformación del
espacio y la actividad hacia un modelo abierto y desarrollista, que si se
plantea de una manera ideal pueden apoyarse en iniciativas ecosostenibles,
pero que distan mucho de desarrollarse en las actuales coyunturas donde

“Fortalecer los procesos organizativos del cipta y sus comunidades, para


el manejo sostenible y la conservación de los recursos naturales buscando la
equidad entre hombres y mujeres y la revalorización de la cultura Tacana,
llevado a cabo entre 2002 y 2004. (ver www.cepf.net/Documents/Final.
wcs.OrgStrengthenTacana.pdf, consultada el 18 de diciembre de 2010)
7 Por ejemplo está el Programa Sectorial de Apoyo a los Derechos de los
Pueblos Indígenas - Bolivia, denominado Gestión Territorial Indígena en
Tierras Comunitarias de Origen, y financiado por la cooperación del reino
de Dinamarca, programa danida, que seleccionó para el apoyo a las tcos
Gwarayú, Lomerío, Mosetene, Chacobo-Pacahuara y Cavineño en tierras
bajas; y en tierras altas a 8 ayllus de Central Potosí, a 9 ayllus de Norte Potosí
y Centro Oruro, así como a la tco Rajaipampa en Cochabamba (mre, 2004).
8 También se tienen los proyectos demostrativos de gti, denominados De-
sarrollo Forestal Integral Indígena Comunitario en la tco Monte Verde,
también el proyecto Desarrollo de capacidades locales para el manejo
sostenible de recursos forestales no maderables en el Norte Amazónico;
ambos liderados por el ex Ministerio de Desarrollo Rural, Agropecuario y
Medio Ambiente (mdrayma (1) y (2), 2008).
la creación de un estado plurinacional 135

los propios indígenas no son capaces de asumir ya sea por falta de visión,
ya sea por carencia de recursos económicos o falta de una asimilación de
propuestas de asesoramiento técnico.
Según Navajas, et al (1997), no se prioriza el tema de la demanda de
seguridad territorial, aspectos imprescindibles para la supervivencia de
pueblos indígenas y también que son la base para sustentar los procesos
de desarrollo; sin embargo, en Bolivia, surge a partir del nuevo proceso
de reforma agraria la necesidad de consolidar el territorio a través de
las Tierras Comunitarias de Origen, donde sean los propios pueblos
originarios demandan los límites de su territorialidad.
La demanda de territorio realizada que se viene consolidando a
través de procesos de saneamiento y titulación de tierras comunitarias,
en el futuro permitirá una seguridad productiva en el escenario donde se
viene desarrollando su asentamiento9 natural y será beneficioso de igual
manera para sus hábitos de pesca, caza y recolección.
Pero adicionalmente al uso y la necesidad que los pueblos indígenas
tienen del territorio y recursos naturales, se tienen que generar ciertas
condiciones externas que puedan favorecer su desarrollo, a saber, el
apoyo que puede brindarse desde las instituciones y organizaciones
internacionales a través de programas y/o proyectos de desarrollo que
deben enfocarse a partir de la necesidad de generar nuevos enfoques,
nuevos paradigmas de asistencia técnica, uso de medios de comunicación
para denunciar atropellos, oferta de apoyo tanto logístico como moral
para apoyar los procesos de reivindicación, entre ellos, la elaboración y
apropiación de Planes de Gestión Territorial Indígena.
Si bien se realizan una serie de eventos a nombre de lo “indígena”
como talleres consultorías, seminarios, comisiones, etc.; ninguno de ellos
trasciende hacia procesos de desarrollo, ni responden del todo a las ex-
pectativas de los supuestos beneficiarios, puesto que aunque existe mucho
interés en el apoyo efectivo a estos eventos, se refiere más que todo a un
apoyo parcial y momentáneo. Pocos organismos de cooperación están
dispuestos a comprometer sus recursos con las comunidades; esta tendencia
tiene que cambiar y se deben plantear programas permanentes de apoyo no

9 Un “asentamiento” es un tipo de hábitat o soporte natural adaptado para


una instalación social, que cumple una función de mediación entre socie-
dad y naturaleza. En tanto generador de una instancia reguladora de los
ciclos de materia - información - energía, puede ser calificado como una
instalación generadora de una “segunda naturaleza” humana (Fernández,
1994, en Chumacero, et al; 2006).
136 geografías al servicio de los procesos de paz

necesariamente en términos cien por cien económicos, pero sí que puedan


favorecer diversos programas e iniciativas de desarrollo desde la parte so-
cial de educación y salud, hasta la parte productiva que tiene que ver con
asistencia técnica y capacitación en destrezas y habilidades, búsqueda de
mercados, financiamiento, apoyo a la producción y transformación, etc.
Estos aspectos pretenden ser considerados en la presente investiga-
ción, arrojando planteamientos como ideas de proyectos en el marco de
la Gestión Territorial Indígena, para que se constituya como una base
inicial del planteamiento de desarrollo territorial que podría encarar una
organización indígena.
Otro planteamiento que surge está relacionado al manejo de los
organismos de cooperación de algunos mitos del desarrollo humano,
como es el desarrollo sostenible, el enfoque de género, la mujer e in-
fancia, la pobreza, lo ambiental y lo indígena, y otros temas manejados
por separado dando lugar a cierto determinismo especulativo que no se
concentra en la problemática territorial indígena de manera global, y
tampoco hacia temas comunes y manejables a nivel institucional; en este
caso se tienen que profundizar los mecanismos de conocimiento a partir
de la autodeterminación de los pueblos indígenas para tener en cuenta
sus procesos organizativos que han estado utilizando durante todo su
ciclo de vida, respetando sus costumbres ancestrales10, para evitar sesgar
e incluso restar escenarios de poder a las autoridades.

10 Respecto a las autonomías, Vacaflor (2008), menciona que en las comuni-


dades indígenas del país se eligen a sus autoridades en Asambleas, los eligen
ellos mismos, aplicando sus sistemas jurídicos indígenas, o en el caso de
los sindicatos campesinos sus estatutos. En las comunidades indígenas y
campesinas no se aplica el voto, personal y secreto. Rige para la elección
de sus autoridades sus sistemas jurídicos indígenas, el turno, la gradualidad,
el consenso, el mérito, la tenencia de la tierra y su relación con el ejerci-
cio de los cargos, etc. Ni el Presidente de República, ni el Prefecto (hoy
Gobernador) ni ninguna autoridad Administrativa, Legislativa, ni Judicial
puede destituir a una autoridad natural o tradicional de la Comunidades
Indígenas y Campesinas, es ese el profundo grado de autonomía que ejercen
las comunidades. Además, ellas mismas administran los menguados recursos
económicos que tiene, pero si tienen una fuerte decisión en lo que respecta
a los recursos naturales como la tierra, los aspectos familiares, culturales,
donde la injerencia del Estado es casi nula o subsidiaria, cuando lo deriva la
comunidad a conocimiento de las autoridades estatales. http://www.banco-
tematico.org/archivos/primeraMano/archivos/Autonomias-indigenas.pdf,
(Consultada el 17 de diciembre de 2010).
la creación de un estado plurinacional 137

Los acontecimientos de defensa de los territorios indígenas iniciados


en agosto de 2011 muestran que la postura afirmada por el Estado para
proteger a los indígenas como a la naturaleza (llamada por el gobierno
de Morales como ‘madre tierra’ –Pachamama en aymara–), no es conse-
cuente con dichos postulados.
La intención de atravesar el Territorio Indígena11 y Parque Nacional
Isiboro Sécure (tipnis) ubicado entre Cochabamba y Santa Cruz, sin
previa consulta a los pobladores, que originó desde agosto de 2011 un
enfrentamiento entre Gobierno y pobladores indígenas, previo com-
promiso del Estado de no hacerlo y sin embargo generar una campaña
a favor de la construcción de la misma, desvirtuando y descalificando a
los movimientos indígenas.
Ribera (2010), al respecto menciona que “la imagen del país es con-
tradictoria, ya que por un lado se propugna el vivir bien, el pleno respeto a los
derechos de los pueblos indígenas y se busca un liderazgo mundial en el tema
ambiental, principalmente a partir de la problemática del cambio climático,
pero, por otro lado, se ejecutan proyectos que van totalmente en contra de estos
principios y el discurso gubernamental.
Se favorecen los intereses de empresas transnacionales y los objetivos geopo-
líticos de otros países, por encima de los intereses nacionales y de la voluntad
de las naciones indígenas sobre su territorio y propio modelo y concepción del
desarrollo.
Se generan las condiciones adecuadas para el avance de la colonización
en la tco y el área protegida, incrementándose principalmente los cultivos
de coca y las actividades ligadas a esta producción. Se generan las condiciones
favorables para enfrentamientos sociales, principalmente entre indígenas y
colonizadores, con consecuencias de muerte en ambos sectores, desplazamientos
poblacionales, intervenciones policiales y/o militares, detención y persecución de
líderes indígenas, etc.
Se sientan las bases para un acelerado etnocidio indígena considerando
la vulneración de su identidad y territorio, el desplazamiento de sus áreas de
ocupación tradicional, la limitación del acceso a los recursos naturales de su te-
rritorio necesarios para su supervivencia, la violación de sus espacios territoriales
culturalmente importantes, la desarticulación de su organización, la violación
de sus derechos humanos, etc.”

11 El tipnis es también una Tierra Comunitaria de Origen, pues es un área de


más de un millón de hectáreas ocupada por los grupos indígenas Mojeño-
Ignaciano, Yuracaré y Chimane (Diez Astete y Murillo, 1998, en Ribera,
2010)
138 geografías al servicio de los procesos de paz

Como se puede ver, la visión del autor, muestra un escenario poco


prometedor si se mantiene la postura del Estado de no cumplir con sus
postulados, lo que representa un riesgo a futuro para las naciones indí-
genas, pues al parecer los territorios indígenas –y todo lo incluido en
ellos, es decir los recursos naturales-, serían utilizados como reservorio
estratégico con fines netamente extractivistas, en perjuicio de sus pobla-
dores, ocasionando a la larga su desaparición, esto, en definitiva debe ser
analizado cuidadosamente y tomar cartas en el asunto desde diferentes
sectores de la sociedad civil.

2. La Temática Indígena en la nueva Constitución Política


del Estado boliviano

La propuesta de nueva Constitución Política de Estado (cpe)12, promulga-


da en Bolivia el 7 de febrero de 2009, no tuvo una buena acogida de parte
de algunos sectores de la población boliviana, por una serie de artículos
que tienen que ver con la discusión sobre las autonomías, tierra y latifundio
principalmente y muchos otros articulados que no vienen al caso, aunque
no necesariamente por los artículos relacionados a los “pueblos indígena
originario campesinos”, denominación compuesta incorporada en el texto
mencionado y que coloca dentro una misma categoría la diferenciación in-
dígena y campesina, sobre la que se discute también en el presente análisis.
La Constitución mencionada, incorpora en diversos articulados, hoy
más que nunca, la temática indígena, de hecho, el Artículo 1 menciona
la constitución de un “Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Co-
munitario […], descentralizado y con autonomías, […] intercultural. Bolivia
se funda en la pluralidad y el pluralismo político […], cultural y lingüístico,
[…]” (acb, 2007).
Asimismo, el Artículo 2, que a la letra dice: “Dada la existencia pre
colonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y su dominio
ancestral sobre sus territorios, se garantiza su libre determinación en el marco
de la unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía, al autogo-
bierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación
de sus entidades territoriales, conforme a esta Constitución y la ley” (Ídem).
En este sentido, de inicio se reconoce plenamente la existencia y
derechos de los “pueblos indígenas originario campesinos”, término que

12 (El texto completo se puede ver en http://www.gacetaoficialdebolivia.gob.


bo/normas/verGratis/36208), consultada el 21 de diciembre de 2010)
la creación de un estado plurinacional 139

pretende integrar toda esta pluralidad y que más adelante vendrá a reem-
plazar el término de Tierra Comunitaria de Origen, en la disposición
transitoria séptima.
Reconoce además en su art. 3, que “La nación boliviana está confor-
mada por la totalidad de las bolivianas y los bolivianos pertenecientes a las áreas
urbanas de diferentes clases sociales, a las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, y a las comunidades interculturales y afrobolivianas”, así,
se toma en cuenta a los habitantes no solo urbanos sino a los indígenas,
originarios campesinos, además de los afrobolivianos.
De igual manera en el Artículo 4, la nueva cpe, señala que el Estado
respeta y garantiza la libertad de religión y de creencias espirituales, de
acuerdo con sus cosmovisiones. El Estado es independiente de la religión.
Más adelante, se verá que uno de los criterios fundamentales para
determinar la pertenencia a un grupo étnico es, justamente la lengua; en
este marco, y siendo coherente con esta afirmación, la cpe en su artículo
5, reconoce como “idiomas oficiales del Estado el castellano y todos los
idiomas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos.
La Ley Nº 70 de Educación “Avelino Siñani - Elizardo Pérez”13,
recientemente aprobada el 20 de diciembre de 2010, plantea en su Art.
1, que “La educación es intracultural, intercultural y plurilingüe14 en todo el
sistema educativo”; no obstante, ésta iniciativa ya fue planteada en una
anterior ley de educación, sin que haya tenido un impacto significativo
en los educandos, pues el arrastre histórico que ha tenido el idioma espa-
ñol en nuestra cultura, ha incidido en que los idiomas nativos no hayan
sido adecuadamente transmitidos de padres a hijos, con la consecuente

13 http://www.gacetaoficialdebolivia.gob.bo/normas/buscarg/Ley%20Aveli-
no%20Siñani, (consultada el 22 de diciembre de 2010).
14 El Artículo 7 de la misma ley, menciona en referencia al Uso de Idiomas
oficiales y lengua extranjera: La educación debe iniciarse en la lengua
materna, y su uso es una necesidad pedagógica en todos los aspectos de su
formación. Por la diversidad lingüística existente en el Estado Plurinacional,
se adoptan los siguientes principios obligatorios de uso de las lenguas…
En poblaciones o comunidades monolingües y de predominio de la lengua
originaria, la lengua originaria como primera lengua y el castellano como
segunda lengua; En poblaciones o comunidades monolingües y de pre-
dominio del castellano, el castellano como primera lengua y la originaria
como segunda. En las comunidades o regiones trilingües o plurilingües,
la elección de la lengua originaria se sujeta a criterios de territorialidad
y transterritorialidad definidos por los consejos comunitarios, que será
considerada como primera lengua y el castellano como segunda lengua.
140 geografías al servicio de los procesos de paz

pérdida­de muchas tradiciones que sólo han quedado en nuestros ances-


tros y sistemáticamente se van perdiendo de generación en generación.
Un aspecto que llama la atención, está referido al inciso 1) del
artículo 9, que plantea como uno de los fines y funciones esenciales del
Estado, el “Constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la
descolonización, sin discriminación ni explotación, con plena justicia
social, para consolidar las identidades plurinacionales”, y “Garantizar
el bienestar, el desarrollo, la seguridad y la protección e igual dignidad
de las personas, las naciones, los pueblos y las comunidades, y fomentar
el respeto mutuo y el diálogo intracultural, intercultural y plurilingüe”
(inc. 2, art. 9).
La figura de Tierra Comunitaria de Origen “tco”, es modificada
por la disposición transitoria séptima, que a la letra dice “en el plazo de un
año desde la elección del Órgano Ejecutivo y Legislativo, la categoría de Tierra
Comunitaria de Origen se sujetará a un trámite de conversión a Territorio
Indígena Originario Campesino, en el marco establecido en esta Constitución”,
lo que significará de igual manera un cierto proceso de asimilación de
este nuevo concepto y la aceptación por otro lado, principalmente de
aquellos grupos que no necesariamente desean auto reconocerse como
originarios, ni campesinos, por otro lado, los pueblos indígenas tampoco
estarán de acuerdo de ser tildados de “campesinos”.
Hoy que se ha logrado la promulgación de la Constitución y al no
estar normada esta situación legal, aún no se vislumbran problemas, pero
no por ello se puede dejar de pensar en la latente situación de conflicti-
vidad que va a desatarse cuando se pretenda afectar intereses regionales,
económicos, sociales y principalmente territoriales, al ir en desmedro de
los territorios municipales y departamentales.
De igual manera, las competencias que les son asignadas a los Te-
rritorios Indígena Originario Campesinos son totalmente amplias y sin
precedentes, lo que corre el riesgo en sus primeros momentos, de no ser
adecuadamente administradas, ya sea por falta de una adecuada orga-
nización y el establecimiento de procedimientos que permitan el logro
de las funciones definidas; o también por la falta de capacitación y de
personal calificado que pueda encarar adecuadamente las tareas definidas.

3. Antecedentes históricos de los Pueblos Indígenas en Bolivia

Es importante resaltar el carácter de belicosidad y conquista que carac-


terizó a las poblaciones anteriores a la colonia española; poblaciones
la creación de un estado plurinacional 141

que en su momento diezmaron no solo poblados sino también grandes


culturas y que al parecer ha sido olvidado por los pueblos indígenas de la
actualidad quienes culpan básicamente al periodo de la ocupación hispana
por la desaparición de sus culturas que contribuyeron al desarrollo de la
humanidad al menos desde esta parte del continente, sin tomar en cuenta
que los pueblos originarios también en su momento fueron sometidos por
culturas nativas anteriores a la conquista, como se verá a continuación.
En la historia de los pueblos indígenas se pueden identificar según
Martínez (2002), alrededor de cuatro periodos: i) el autóctono, ii) el
colonial-misional, iii) el republicano y iv) el de su reconocimiento social.
Una síntesis de los mismos se puede observar en la tabla 1.
Los principales mecanismos de conquista y sometimiento fueron
las misiones jesuitas y franciscanas en el siglo xvii-xviii, donde la au-
toridad de la iglesia, además de ser la principal acumuladora de bienes
y recursos, niega los derechos colectivos de los indígenas sobre sus
territorios y organización social, e introduce la pequeña producción
agrícola de subsistencia dando lugar a relaciones de mayor modifica-
ción en la naturaleza. Estas misiones, creadas para imponer la religión
a los “bárbaros impíos”, sirvió como refugio para los indígenas frente a
quienes se dedicaron a la cacería de esclavos en la búsqueda de mano de
obra gratuita; por esta razón, aún subsisten en muchas poblaciones los
remanentes de las misiones como en las localidades de Chiquitos, San
Buenaventura, Ixiamas, etc.
Tanto los conflictos con la corona de España como la decadencia
de la iglesia en Europa, significaron la expulsión de los jesuitas de las
reducciones misionales de parte del Rey Carlos iii en 1767, condenando
nuevamente a los nativos, que para Martínez (2002), significó un retro-
ceso en el sentido de los valores adquiridos, debiendo las comunidades
internarse bosque adentro manteniéndose como grupos aislados y re-
tomando sus formas de subsistencia, para evitar ser presa de la sed de
enriquecimiento de los colonizadores.
Mientras tanto, iba germinando en la población el deseo de inde-
pendizarse del “yugo español”, la lucha por la independencia boliviana
comenzó en 1809, pero se mantuvo como parte de España hasta 1825,
cuando fue liberada por Simón Bolívar, por quien la nación obtuvo su
actual nombre. Luego de una breve unión con el Perú, Bolivia se volvió
completamente independiente.
El nacimiento de la República de Bolivia, resultado de la inde-
pendencia de la colonia, se funda en el prestigio, propiedad y poder en
función del color de la piel, apellido, idioma y linaje, Valenzuela (2004);
142 geografías al servicio de los procesos de paz

provocando una escisión entre el “indio” y los “ciudadanos” que sabían


leer y escribir el castellano y carecían de vínculos de servidumbre; por
esta razón el “indio” ha carecido de ciudadanía, ha existido una ciudadanía
patrimonial heredada.

Figura 1
Periodos identificados en la Historia de los Pueblos Indígenas

Periodos históricos Características Identidad social


Autóctono (antes de 1535 Grupos étnicos viven aislados unos Cosmovisión:
en tierras bajas) de otros, cada cual en sus espacios Reciprocidad hombre
territoriales naturaleza, escasa
diferenciación entre
grupos
Colonial (1561-1809) Etnocidio. Homogeneización étnica Imposición de otros
Misional (1700-1767) como “indios”. Grupos étnicos diver- valores Sincretismos.
sos son aglutinados en las reducciones Procesos de diferen-
misionales ciación social
República Darwinismo social: Blancos – indios y Sumisión, vasallaje,
(Desde 1825) mestizos. Mestizos e indios son consi- explotación
derados como seres inferiores
Desconocimiento de lo Ser indígena un estigma. La falta de ley Mimetismo social y
indígena (1825-1990) era la ley auto negación
Reconocimiento legal de lo Convenio 169 OIT, reconoce derechos Reconstitución étnica.
indígena (1989 OIT, 1991 étnicos y ancestrales a los pueblos in- Poblaciones indígenas
Bolivia) dígenas. Los Derechos de los Pueblos que antes estaban
Indígenas no se cumplen. excluidos se reorgani-
El incumplimiento de la ley es la viola- zan, emergen comu-
ción del derecho nidades enclaustradas
y antes desconocidas
con sus valores
Reconocimiento social de Pueblos indígenas se organizan y mo- Los pueblos indígenas
lo indígena vilizan reivindicando el cumplimiento son admitidos con
(1990 – actualidad) de la Ley. Buscan espacios de toma de sus idiomas, usos,
decisiones para su autoafirmación. costumbres y espa-
cios propios por los
“otros” como culturas
diferentes.
Fuente: (Modificado sobre la base de Martínez, 2002).

Bolivia nace como República heredando la estructura social colonial.


La distribución de tierras, la estratificación social, el régimen de tributos
e, incluso, parte de la administración pública no sufrió variaciones sus-
tanciales. En esencia, se mantuvo en la historia el conjunto de poderes,
instituciones e instrumentos jurídicos instaurado desde entonces. En
este sentido, hasta hoy lo más duradero ha sido el sistema de prejui-
cios y valores que han dado forma a la estructura social y al sistema de
la creación de un estado plurinacional 143

comportamientos colectivos desde el mismo proceso independentista


en adelante. Se mantuvo al “indio” como categoría tributaria y fiscal en
tanto tal, que permitió mantener un esquema simbólico e ideológico de
exclusión social.
La categoría de “indio” fue inicialmente introducida por los re-
presentantes de la corona española, con lo cual lograron establecer una
división del trabajo, una jerarquización de saberes y vías de acceso a
oficios, dando lugar a una compleja estructura de exclusión social. Parale-
lamente, y para que este sistema de tributación funcionara, se caracterizó
al indio con aquel que no estaba capacitado, con el que debe ser mandado
y adoctrinado. Por ello, la estigmatización de la indianidad naturalizó
prácticas de exclusión económica, legitimó monopolios políticos o cul-
turales y construyó objetivamente las condiciones socioeconómicas que
operan hasta la actualidad.
Este periodo, para Martínez, (2002) se considera como la segunda
colonización indígena y extracción de recursos naturales, pues, excep-
tuando las intenciones de la Constitución Política del Estado (cpe) de
1826, que declara la libertad individual de los ciudadanos, (incluyendo
a los indígenas) y establece derechos de propiedad de las comunidades
sobre sus tierras, impone un sistema de propiedad y titulación individual
que favorece a criollos y mestizos con el reparto de grandes extensiones
de tierras y trabajo indígena servil. La segunda colonización (1831) en
tierras bajas consistió en liberar los territorios indígenas para la extracción
de quina y explotación de fuerza de trabajo indígena, en 1850 se ofrece
tierras del Oriente, en 1863 se dicta la Ley de Arrendamiento que usurpa
los territorios indígenas.
En 1868 se obliga a las comunidades indígenas a obtener títulos de
propiedad individuales, que sencillamente eran imposibles por la lejanía
de los centros de poder para obtener los “títulos” y porque la población
nativa no tenía forma de enterarse en el monte de estas decisiones de los
nuevos gobernantes y menos podían cancelar los importes por titulación
individual de sus tierras. La Ley de Ex vinculación de 1874 (Gobierno de
Melgarejo), fue la consumación de la usurpación de territorios indígenas
y la disposición de la mano de obra nativa como fuentes originarias de
acumulación de capital de un hipotético desarrollo capitalista. La ex-
plotación del caucho (1880) con el enganche forzado de mano de obra
indígena y el habilito15, se tradujo en uno de los genocidios y etnocidios

15 El habilito, era un sistema de ‘enganche laboral’, un tipo de relacionamiento


entre deudores y acreedores consistía en adelantar – de parte de las empresas
144 geografías al servicio de los procesos de paz

que condenaron a la desaparición y desestructuración de los pueblos


indígenas en tierras bajas, pero a su vez, la primera integración entre
pueblos indígenas diferentes en tierras bajas (Ídem).
Es ilustrativo de esta situación que entre 1880 y 1951, el voto
“ciudadano” no sea mayor del 3% de la población nacional. Asimismo,
el proceso de democratización y homogenización cultural a partir de la
Revolución de 1952 transforma en parte la exclusión étnica hasta entonces
imperante, que amplía con el voto universal el derecho de ciudadanía
política a millones de indígenas marginados.
La educación formal y gratuita en áreas rurales permitió a los in-
dígenas mayor posibilidad de ascenso social, pues, hasta entonces eran
una mayoría nacional “analfabeta”. Estas políticas, junto a la creación
de un mercado interno, individualización de propiedad agraria y la
estatización de los centros productores económicos, se inscriben en el
entonces llamado programa de construcción nacional.
En Bolivia los pueblos indígenas, principalmente los de la amazo-
nia, entre ellos los Tacana, en su momento conocidos como “chunchus”
(Montaño, 1987), han sido relegados a lo largo de la historia Colonial y
Republicana, con las “reducciones16” y “correrías17”, que fueron deses-
tructurando por un lado su cultura y por otro diezmando su población,
ya sea por conseguir mano de obra barata, por obligarlos a buscar tesoros
legendarios como “El Dorado”, o diezmando su población por el simple
contagio de enfermedades y epidemias traídas de occidente.

gomeras y los patrones – a los productores conocidos como siringueros, dinero


en efectivo y especies a cambio del compromiso de entregar un determinado
volumen de goma (Stoian, 2005); lo que aseguraba que el productor esté
prácticamente endeudado de por vida y no pueda zafarse de dicha condición.
16 “Con el nombre de ‘reducciones’ se conoce la urbanización de la zona rural que
consistió en reunir en un solo pueblo las aldeas prehispánicas dispersas. […] En estos
nuevos pueblos de indios no podían vivir españoles y solo se permitía la presencia
de un cura doctrinero” (Mesa, et al; 1999). Estas reducciones tenían como
propósito fundamental el ‘convertir’ a los indígenas a la religión católica.
17 Las llamadas ‘correrías’, fueron un fenómeno de persecución de la pobla-
ción indígena, que se dieron en dos periodos: “el auge de la quina o cascarilla
primero (1850-70) y el del caucho después (1880-1900) atrajeron una invasión de
colonizadores de todo tipo. La demanda de mano de obra en ambos sucesos socioeconó-
micos devino en persecución a los indígenas, que prácticamente fueron exterminados
por matanzas, trabajo esclavo y el traslado de familias enteras a los gomales del
norte” (Rivero, 2004, en www.amazonia.bo/historia_p.php?id_contenido=26
consultada el 4 de enero de 2011)
la creación de un estado plurinacional 145

Ni que decir de sus recursos naturales, escenario de su hábitat


natural desde que se tiene razón, y que les ha permitido sobrevivir sin
necesidad de contar con la cultura occidental, que, en lugar de ayudarlos
y capacitarlos, ha introducido en ellos vicios, nuevas costumbres y formas
de vida que han alterado hasta su idioma originario, expropiándoles sus
recursos naturales y fundamentalmente su territorio, rompiendo sus
relaciones con su medio natural.
La Guerra del Chaco que se da cerca del año 1935, para gran parte
de la población del país y particularmente para los indígenas de la región
chaqueña era una guerra sin sentido […] Los guaraníes Ava e Izoceño
de Bolivia no entendían por qué debían pelear contra sus hermanos
guaraníes del Paraguay, no sabían porque debían defender los intereses
de las petroleras bajo el argumento de patriotismo en uno y otro país.
Este evento desafortunado para los pueblos indígenas, sin embargo, fue
un momento fundacional para entender que Bolivia era más que criollos
y mestizos, era un mosaico de nacionalidades multiétnicas que hasta
entonces se desconocían unos a otros (Martínez, 2002).
La denominada “Revolución Nacional” (1952) y la “Reforma Agra-
ria” (1953) instauran el régimen parcelario en occidente, consolidan las
grandes estancias ganaderas en oriente, e impulsa la colonización interna
y externa, en la Amazonía, bajo el argumento de territorios deshabi-
tados. El propósito era formar una pujante burguesía agroindustrial,
reduciendo aún más los territorios indígenas, incrementando prácticas
de explotación selectiva de los recursos naturales para atender demandas
de mercados externos, las poblaciones nativas eran consideradas como
un factor de atraso, se los veía como bárbaros, impíos “selvícolas”, que
había que tutelarlos a través de instituciones para integrarlos a la sociedad
nacional, siguiendo viejas prácticas misionales católicas, evangélicas y de
tutelaje (Ídem),
La Revolución del año 1952 en Bolivia, depone las grandes estruc-
turas oligárquicas, los sindicatos conforman milicias armadas ocupando
tierras, prefecturas y se nacionaliza la minería. En términos de reforma
agraria se distribuyen aproximadamente 44 millones de hectáreas (40%
del territorio nacional), se afectan haciendas convalidando la ocupación
campesina de las tierras. Así, se inician programas de colonización y se
da la expansión del agro al oriente con una dinámica más moderna, con
medidas sociales y políticas como la abolición del colonato y pongueaje18.

18 El pongueaje, permitía que los grandes terratenientes extrajeran fuerza laboral


gratuita de los indígenas que antes habían habitado esas tierras a cambio del
146 geografías al servicio de los procesos de paz

Otra medida importante, se realiza con la reforma educativa, con


miras a un Estado más democrático y distributivo, sin embargo, la adqui-
sición de conocimientos occidentales por los indígenas queda constreñida
a un idioma ajeno: el castellano y de pautas culturales mestizo-urbanas
que reactivaron mecanismos de exclusión social.
En el periodo 1952-1978, el 70% de la población con lengua materna
indígena, no pudo ejercer sus derechos a través de su propio lenguaje;
la educación, la administración pública, los mercados y los servicios en
general, podían realizarse por medio del castellano y no del quechua, el
aymara u otra lengua nativa, donde la admisión del voto universal para
los indígenas, impuso el modelo liberal como único molde de derechos
en una sociedad de sistemas tradicionales de organización política y
selección de autoridades que fueron desterradas en el ejercicio de pre-
rrogativas políticas reguladas por el Estado. Así, los indígenas fueron
convertidos en “hermanos campesinos” quedando nuevamente ubicados
en los puestos más bajos en la escala de conquistas de mejoras políticas,
sociales y económicas.
Esta Revolución generó otras tendencias encontradas, la elevada
politización transformó la tierra en un medio de enriquecimiento ilícito,
por corrupción de la clase política y con efectos no deseados como la
inequidad en el acceso a la tierra, (24% de los beneficiarios recibieron
más del 50% de ésta) y se agrava tomando en cuenta que sólo el 96% de
los involucrados recibió en promedio menos de 100 hectáreas cada uno y
sólo el 0,6% recibió entre 2 mil y 50 mil hectáreas; aunque la Revolución
no logró otorgar seguridad jurídica a los campesinos poseedores de las
tierras, dada la falta de un adecuado registro de las tierras transferidas.
(Valenzuela, 2004).
Desde los años ‘70 con la vieja ley forestal de fauna y vida silvestre
se amparó la explotación extensiva de los recursos maderables en los
bosques, también conocido como periodo de “descreme de especies”, en
maderas con alto valor comercial como la mara, el cedro y el roble. El
argumento era impulsar las iniciativas privadas capitalistas de las “em-
presas madereras”. Por otro lado, el razonamiento de campesinización,
agrarista y desarrollista imperó en la lógica del Estado hasta los años 1980
y en menor medida hasta la actualidad. Los intelectuales, los funciona-
rios públicos, los empresarios y los propios investigadores alimentaron

uso de la tierra en los estados recién creados; el sistema –supuestamente el


más explotador del siglo xix en América Latina– comprendía tanto mano
de obra como servicios personales gratis. (Klein, 1969, en Stoian, 2005).
la creación de un estado plurinacional 147

la perspectiva del desarrollo rural en la lógica de convertir los bosques


en tierras agrícolas y campos ganaderos como sinónimo de desarrollo.
Igualmente, las “empresas agroindustriales” y la “colonización menoni-
ta19” fueron más contundentes en esta tendencia destructiva, arrasaron
entre 1992 a 1996, con 1.700.000 ha de bosque. Hoy el resultado es el
deterioro de los bosques, la pérdida de importantes especies maderables
como la mara y el cedro, la pérdida de acuíferos y una gran biodiversidad
en las regiones de Oriente, Chaco y Amazonía, que contribuyen a los
cambios climáticos actuales (Martínez, 2002).
Esto ha obligado a las organizaciones representantes de los Pueblos
Indígenas a movilizarse, luego de los 500 años de conquista, para recupe-
rar lo que alguna vez fue suyo, para esto se movilizaron en la marcha por
la Tierra y Territorio el año 1990 (Urioste, en Pacheco et al, 2000), donde
el Estado tuvo que responder aceptando la devolución de su territorio;
para lo que se crea la figura de la Tierra Comunitaria de Origen y todo
el proceso que se iba a generar muchos años más tarde, consolidándose
en lo que hoy se conoce como la Ley del Servicio Nacional de Reforma
Agraria o Ley inra.
El ascenso del primer presidente reconocido como indígena, Evo
Morales, desde el año 2006, ha significado un hecho importante para
estos pueblos en la historia boliviana, puesto que con su gobierno se
han iniciado una serie de acciones fundamentales, desde la ratificación
de los Derechos de los Pueblos Indígenas – que se vio párrafos atrás –,
hasta la incorporación de articulados en apoyo a los mismos en la Nue-
va Constitución Política del Estado, así como la re-significación de la
importancia de los pueblos indígenas en el territorio boliviano, aspecto
que es analizado a continuación.

19 Los menonitas (Amish) comenzaron su movimiento de reforma religiosa en


Holanda, como una rama de los anabaptistas suizos. Pero las persecuciones
de la Iglesia católica en el siglo xvi provocaron que los menonitas se vieran
forzados a migrar hacia Prusia, donde se les otorgaron extensiones de tierra
que aprovecharon para la agricultura. Algunos emigraron a Holanda y otros
a Estados Unidos en el siglo xvii. Dentro de los que emigraron a América
hay un grupo que se distingue de los otros por conservar más celosamente
sus costumbres y vestimentas: los que viven también en México, Paraguay,
Bolivia y Canadá, son los menonitas Amish. (Mateos, 2004).
148 geografías al servicio de los procesos de paz

4. Reconocimiento reciente de los Pueblos Indígenas

La cantidad de indígenas en Bolivia no era del todo conocida con pre-


cisión, tampoco la diversidad de pueblos existentes, mucho menos hace
diez años atrás. Para la cepal, el Censo de Población en Bolivia del año
2001, a través de las categorías que considera, no logra representar la
principal característica del país, cuál es su elevada diversidad étnica. No
existen estadísticas oficiales periódicas (aparte del Censo) ni comparables
de la población indígena y originaria.
Algunos esfuerzos para determinar la población indígena fueron
realizados por investigadores, principalmente antropólogos (Plaza, et al,
1985; Montaño, 1987) y también por grupos con afanes religiosos –como
sectas y grupos evangelistas20–, que quisieron cuantificar la población
existente hace algunas décadas, sin embargo, su resultado es bastante
parcial además de aproximado, por lo tanto se puede decir que las fuentes
existentes son circunstanciales y no tienen la misma base de definiciones
ni metodologías comunes.
La base de información estadística extra censal más aceptada en
la actualidad, en relación con pueblos indígenas, es la elaborada por el
Ministerio de Asuntos Campesinos, Pueblos Indígenas y Originarios.
Según esta fuente, para el año 2000 en el país existirían 35 pueblos di-
ferenciados según la variable lingüística (macpio, 2000); sin embargo,
según La Prensa (2007), ya se han reconocido 36 pueblos indígenas a
nivel nacional (Figura 2).

20 En este caso, Diez Astete, et al; (1998), hacen referencia a ‘los trabajos de
incorporación a la civilización occidental, de corte evangélico que realizó el Instituto
Lingüístico de Verano (ILV) en nuestro país. Sin entrar en los detalles altamente
polémicos que han envuelto a esta organización religiosa y de estudios especializados
en lingüística de distintos países de América Latina como Bolivia, Brasil, Gua-
temala, Honduras, Colombia, Ecuador, México, Panamá, Perú, Surinam, desde
1936;diremos que muchos estudiosos y gobiernos consideraron una cruzada de largo
aliento de la política intervencionista norteamericana y por lo cual (lo recordamos
sin ánimo de hacer juicios de valor políticos) fueron expulsados de varios de esos
países’. En el área amazónica, los miembros del ilv estuvieron el año 1956
en Ixiamas, Tumupasa y San Buenaventura; en el resto del país hicieron
incursiones en diferentes pueblos indígenas de tierras bajas hasta el año
1970.
la creación de un estado plurinacional 149

Figura 2
Distribución de los Pueblos Indígenas de Bolivia

Fuente: Juan Carlos Merco Vilca (2008)21

Para definir más estrictamente la población indígena de las tierras


bajas del país, en 1994 se incorporó al Censo de Tierras Bajas las mismas
dos variables consideradas en el Censo nacional: idioma y pertenencia.

21 Las formas de propiedad y su registro: las tierras indígenas y recursos


naturales. aecid/Bolivia, en http://www.territorioindigenaygobernanza.
com/bov_10.html
150 geografías al servicio de los procesos de paz

Sin embargo, el formulario se aplicó sólo en los sectores rurales, con ex-
clusión del área urbana. Esta situación se ha hecho cada vez más evidente
considerando que una proporción cada vez más alta de población indígena
está migrando e instalándose en las principales ciudades, lo que ha podi-
do significar un sesgo que disminuye el volumen poblacional indígena.
Este fenómeno, debe ser visto como parte de la dinámica pobla-
cional y económica de los pueblos. Interpretaciones anteriores, asumen
estos procesos como “control vertical con máximo acceso a distintos pisos o
nichos ecológicos complementarios” que denotan patrones de asentamiento,
poblamiento, ocupación y uso del territorio.
Esta característica no sólo continúa, sino que se ha ampliado en la
actualidad, por factores como la urbanización, la industrialización o la
simple ampliación del mercado laboral urbano como alternativa para la
obtención de ingresos complementarios (macpio, 2000). En síntesis, las
migraciones y los movimientos poblacionales, obedecen a una lógica de
sobrevivencia ancestral.
Actualmente, con la instauración del gobierno de Evo Morales
de corte popular y con el apoyo fundamental de las bases campesino
indígenas, se ha eliminado la repartición gubernamental relacionada al
Ministerio de Asuntos Indígenas y Pueblos Originarios, aspecto al pa-
recer bastante preocupante en el escenario indígena, pues, la política de
gobierno consiste en homogeneizar a toda la población en la perspectiva
que la mayoría es de extracción indígena, esto de alguna manera puede
afectar la posición en cierta medida “privilegiada” que podrían tener los
sectores indígenas minoritarios al recibir ayudas de manera directa; sin
embargo, se espera que la introducción de los elementos indigenistas
en los debates de la Asamblea Constituyente y la Nueva Constitución
Política del Estado boliviano, puedan reforzar positivamente dicho
componente.
Las manifestaciones indígenas, como las marchas de los años 2000
y 2002 y muchas otras movilizaciones sociales que reclamaban partici-
pación y vigencia de derechos, no han sido atendidas como los indígenas
esperaban por los sucesivos gobiernos de los últimos años, haciendo cada
vez más difícil la materialización de una democracia con ciudadanía social
plena para todos. La actual demanda indígena que busca incorporar la
participación social en un Gran Debate Nacional, mediado por una Asam-
blea Constituyente y no sujeta al monopolio de los partidos políticos,
plantea la necesidad de un debate nacional, abierto y transparente, que
aborde cuestiones tales como la venta de gas natural e hidrocarburos, la
capitalización de las empresas públicas y la eventual incorporación de
la creación de un estado plurinacional 151

Bolivia en el Tratado de Libre Comercio de las Américas (alca). Las


organizaciones indígenas señalan que los bolivianos tienen derecho a
conocer y opinar sobre lo que se proyecta para el futuro con las riquezas
nacionales (Valenzuela, 2004).
Por otro lado, en los resultados del debate sobre autogestión indíge-
na, realizado en el Congreso Internacional sobre Autogestión Indígena,
los participantes coincidieron en relacionar estrechamente la autogestión
con el territorio, como el derecho y la capacidad de los pueblos indígenas
de apropiarse de éste y de ejecutar un proceso de gestión territorial, ma-
nejando sus recursos naturales y ejerciendo sus usos y costumbres, (ded,
2005); asimismo, mencionan que la autodeterminación es equivalente
a la libre determinación con un alcance más amplio que la autogestión:
significa independencia territorial y jurídica y el derecho de organizarse
y vivir según usos y costumbres.
También implica demostrar capacidad del manejo sostenible del
territorio. La autodeterminación incluye la facultad de los pueblos
indígenas de decidir ser un estado independiente o a qué estado quie-
ren pertenecer, aunque para la mayoría no significa crear un nuevo
estado, más bien permanecer en el marco del régimen nacional. Tanto
la autogestión como la autodeterminación deben estar definidas en la
Asamblea Constituyente que comienza a tomar forma y pretende ser un
hito decisivo en la historia de los pueblos indígenas, en la medida en que
cambiará la visión actual que se tiene de ellos en Bolivia.
Estos postulados, difícilmente podrán materializarse, si no se
internaliza en los propios pueblos indígenas que, además de lograr su
autonomía con todo lo que idealmente se viene proponiendo, se logra
compatibilizar sus actuales modelos de desarrollo con una profunda
reflexión respecto de cómo se han ido alejando de la sostenibilidad en
la búsqueda de lograr la acumulación de riqueza; y esto solamente pue-
de lograrse optimizando sus niveles de formación desde la niñez, pero
también en la población adulta, retomando los principios de efectiva
sostenibilidad en el manejo de los recursos naturales sobre los que están
asumiendo el control, pero además exigiendo la asignación de financia-
miento permanente y en franco crecimiento desde el Estado.
Es importante, para ello, articular adecuadamente las políticas
derivadas de la Nueva Constitución Política del Estado boliviano, pro-
mulgada el 7 de febrero de 2009 y de su adecuada reglamentación, lo
que puede demorar aún en consolidarse. Sin embargo, a partir de ello,
se podrá operativizar de manera efectiva lo planteado en los resulta-
dos de la presente propuesta de investigación y a su vez, lograr el tan
152 geografías al servicio de los procesos de paz

ansiado­desarrollo con los recursos otorgados por la nueva condición de


autonomía concedida a los pueblos indígenas, y de esta manera salir del
abandono en el que se encontraban por falta de una adecuada política
de Estado que hasta el anterior periodo gubernamental no hacía nada
por operativizar su desarrollo efectivo.

5. Construcción de la Identidad Social Indígena

Todo el fenómeno provocado por el movimiento indígena en nuestra


época contemporánea hubiese pasado desapercibido, si en el fondo no
existiese un sentimiento del poblador ‘originario’, traducido en lo que
se conoce como su ‘identidad’, y que lo relaciona tanto con su cultura
como su territorio. Así, la presente investigación no hubiese prosperado
ni madurado, si no hubiese rescatado ese movimiento social tan fuerte
que surge en Bolivia desde la década de los 1990 y que, como se viene
demostrando, ha calado no solo en el nivel nacional, sino también en el
internacional con la incorporación de los derechos de los pueblos indí-
genas aprobados por la Organización de Naciones Unidas onu, y en
los articulados de la Nueva Constitución Política y en el propio accionar
del actual gobierno boliviano.
Por consiguiente, es apropiado hacer una referencia a lo que sig-
nifica la identidad indígena y como poco a poco se traduce en espacios
territoriales que más adelante se van a materializar en lo que se conoce
como Tierras Comunitarias de Origen, contexto territorial para la pre-
sente investigación doctoral.
Para Martínez, (2002), toda identidad social es una construcción
con relación a otro opuesto, entre iguales no hay identidad social. Las
identidades son dinámicas en el tiempo y en el espacio, mantienen ras-
gos característicos junto a la adquisición de nuevos valores. Igualmente,
la identidad social indígena se construye en relación a las diferentes
identidades sociales con las que se diferencian y conviven a lo largo de
la historia en los diferentes lugares. Los indígenas a la vez de mantener
lo esencial de los valores propios van incorporando otros valores como
propios, en este sentido los indígenas no son, están siendo.
Si buscamos elementos característicos de toda Identidad social,
podríamos decir que una comunidad históricamente determinada, comu-
nidades que a su vez tienen un idioma propio, un espacio territorial que
sustenta el sentido de pertenencia, formas de uso y manejo de los recursos
naturales existentes en su territorio que se manifiestan en determinadas
la creación de un estado plurinacional 153

expresiones socioculturales, como costumbres, tradiciones. Estos rasgos


sociales externos de identificación posibilitan la admisión al grupo de
pertenencia; pero a su vez, el reconocimiento por los otros diferentes.
La coexistencia de otros poseedores-usuarios de los recursos na-
turales en diferentes periodos históricos y procesos económicos en los
territorios tradicionales de los pueblos indígenas (las Tierras Comu-
nitarias de Origen tco), obligaron a la congregación de las unidades
socioculturales dispersas, junto a la presencia de otros sectores sociales
diferentes. Estas presencias en estos territorios dieron lugar a relaciones
conflictivas y a una competencia por los recursos naturales existentes en
el (Molina, 2006). En estos procesos fueron construyéndose socialmente
las identidades y culturas indígenas como se vio en la reseña histórica
precedente.
Los pueblos indígenas sincretizaron muchos valores ajenos: la reli-
giosidad, sistemas de organización, sistemas de trabajo comunal (minga
o intercambio de mano de obra entre productores en un sistema de
colaboración), que pese a ser ajenos son parte indivisible de los usos y
manejos tradicionales y que se manejan hoy en día como la recolección,
caza, pesca y los múltiples usos del monte. La cosmovisión actual indí-
gena, se traduce en una reestructuración de sus territorios ancestrales y
la interpelación al Estado y la Sociedad para un desarrollo con identidad
propia.
Por su parte, el reconocimiento que se ha venido luchando de parte
de muchos pueblos indígenas, ha incidido en que el año 1993 haya sido
proclamado el Año Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mun-
do y a partir del mismo, Naciones Unidas haya resuelto en Asamblea
General, nombrar el Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas
(1995-2004), teniendo como meta principal “el fortalecimiento de la coo-
peración internacional para la solución de los problemas con que se enfrentan los
pueblos indígenas en esferas tales como los derechos humanos, el medio ambiente,
el desarrollo, la educación y la salud”, instando a todos los gobiernos e ins-
tituciones el apoyo para favorecer más efectivamente a las mismas, entre
otras resoluciones. Al parecer la tarea en apoyo de los pueblos indígenas
se ha tomado bastante en serio, tal es así, que la Asamblea General de
Naciones Unidas ha planteado el 20 de diciembre de 2004 el Segundo
Decenio Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo, mismo
que entró en vigencia el 1º de enero de 2005.
En este sentido se ha notado un impacto positivo, aunque no total
sobre muchas organizaciones que han apoyado las tareas encomendadas
en el decenio. Vadillo (en ded, 2005), enuncia que este decenio a nivel
154 geografías al servicio de los procesos de paz

nacional ha permitido importantes avances en el reconocimiento de los


pueblos indígenas de la región, con reformas constitucionales, legislacio-
nes especiales que reconocen a los Pueblos Indígenas, su reconocimiento
en tanto como pueblos, sus derechos culturales (lengua, educación) y
territoriales; siendo característica de la década indígena (1995-2004), la
lucha por el territorio, su reconocimiento constitucional, el desarrollo
legislativo y reglamentario y las demandas (de Territorio) cuyo trámite
es cosa de procedimientos y de uso de mecanismos e instrumentos le-
gales; en este periodo se han demandado 40 millones de hectáreas como
Tierras Comunitarias de Origen (tco), con 18 millones de hectáreas en
proceso de saneamiento y 7 millones de hectáreas tituladas como tco.
Para la presente década (2005-2015), Vadillo (2005), la denomina
como década de “la gestión territorial indígena”, planteando entre sus
desafíos el qué hacer en esos territorios que son grandes espacios, el
control tanto interno como externo, la administración entendida como el
acceso, uso, aprovechamiento y distribución de los recursos; por último,
el desarrollo de nuevas capacidades y cambio versus la conservación de
sus formas de vida, entre otros aspectos.

6. Tierras Comunitarias de Origen (tcos) – Una solución


a medias

El anterior apartado, muestra los elementos que permiten dilucidar la


identidad indígena en el contexto boliviano, cuyo marco espacial se cir-
cunscribe a un escenario hoy por hoy ya definido adecuadamente por el
contexto conferido a partir de la ley Nº 1715 (Ley del Servicio Nacional
de Reforma Agraria)22, como Tierra Comunitaria de Origen (tco), tópico
que será abordado en el presente acápite y que además otorga a la presente
investigación, justamente el contexto territorial al que todo trabajo de
Ordenación del Territorio precisa: una unidad territorial definida.
Las demandas por tierra y territorio no son exclusivas de la población
indígena boliviana, por el contrario, es una situación creciente que se da
fundamentalmente en los países en vías de desarrollo y donde existen
grupos poblacionales marginados23, entre ellos los indígenas.

22 Modificada posteriormente por la Ley 3545 de Reconducción comunitaria


de la Reforma Agraria, de fecha 28 de noviembre de 2006.
23 Un ejemplo claro, viene a ser el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil,
pionero en Latinoamérica que encendió la chispa que inició movimientos
la creación de un estado plurinacional 155

Tal evidencia, por ejemplo, queda reflejada en la Cumbre de la Tierra,


mediante la declaración de Kimberley realizada por el Territorio Khoi-San
(2002), donde manifiestan su reafirmación como pueblos, de su derecho a la
autodeterminación y a poseer, controlar y manejar sus tierras y territorios
ancestrales, aguas y otros recursos, que para ellos son la base de su existencia,
donde ellos son la tierra y la tierra es ellos; poseen una relación especial,
espiritual y material con sus tierras y territorios, que están íntimamente
unidos a su supervivencia, y a la preservación y mayor desarrollo de sus
sistemas de conocimiento y cultura, a la conservación y uso sostenible de la
biodiversidad y al manejo de los ecosistemas. Asimismo, reclaman el derecho
a definir y establecer prioridades y estrategias para su autodesarrollo y el uso
de sus tierras, territorios y otros recursos. Exigen asimismo que se obtenga
su libre consentimiento fundamentado previo antes de la aprobación de
cualquier proyecto que afecte sus tierras, territorios y otros recursos.
Pero, a tiempo de reconocer que tienen derechos, en la declaración de
Kimberley del año 2002, los pueblos indígenas también manifiestan tener
la responsabilidad de defender las tierras y comunidades indígenas de la
explotación de los gobiernos, las agencias de desarrollo, la empresa privada,
las ong y los particulares. Indican además que no son objetos de desarro-
llo turístico; sino participantes activos con derechos y responsabilidades
hacia sus territorios, así como en el proceso de planificación, ejecución y
evaluación de las actividades del turismo y lo relacionado con la misma.
En Bolivia, el conocimiento y reconocimiento de la existencia de
una diversidad étnica, ha sido bastante costoso en recursos humanos,
siendo un largo proceso de maduración para que el Estado reconozca,
el desequilibrio en el acceso a los recursos naturales se hizo conocer en
la Marcha por la Dignidad y el Territorio, realizada el año 1990 (Diez
Astete et al., 1998) con las demandas por Tierra y Territorio de los
Pueblos Indígenas de Bolivia.
Como un ejemplo de la necesidad de tierra y territorio en los
pueblos indígenas de Bolivia, se transcribe una declaración de José
Urañavi (cpti, 2001), miembro de la Asamblea del Pueblo Guaraní, en
el Seminario Realidad Pluricultural en el Oriente y Chaco Bolivianos,
Santa Cruz en 1989.

“Nosotros vamos a plantear al gobierno que queremos territorio propio,


no del Estado. La respuesta del Gobierno va a ser –¿para qué quieren

similares en muchos otros países, y que en Bolivia ha generado un movi-


miento de origen campesino principalmente.
156 geografías al servicio de los procesos de paz

territorio?–, entonces nosotros como organización le vamos a decir que el


territorio es donde vivimos […], donde planteamos nuestro desarrollo in-
tegral, y que no queremos preservación donde vengan los ambientalistas;
porque solamente quieren cuidar los árboles, los animalitos y a los ríos.
Ellos dirán ¿Cuál desarrollo?, nosotros diremos que aquí puede hablarse
del de los pueblos indígenas, porque los indígenas conocemos y sabemos
que no podemos acabar con los recursos, porque, después, ¿con qué vas a
vivir?”.

Por otra parte, a partir de la reforma a la Constitución Política del


Estado de 1994, se declara al Estado boliviano multiétnico, pluricultural
y multilingüe, y se establece en el régimen agrario de 1996 a las Tie-
rras Comunitarias de Origen (tco), como “el espacio de tierra necesario
para el desarrollo de un Pueblo Indígena u Originario teniendo en cuenta las
dimensiones económicas, culturales, sociales y religiosas”. (Superintendencia
Agraria, 2001).
Las marchas indígenas de 1990 y 1996 en las tierras bajas obligaron
al reconocimiento de las Tierras Comunitarias de Origen, pero hasta
ahora sólo se ha regularizado una mínima parte de las mismas, a pesar
del significativo aporte de la Cooperación Internacional para este fin.
Como una constante, según Valenzuela (2004), cada vez que los indí-
genas y originarios reclaman las tierras a que tienen derecho ancestral,
la respuesta tiende a la militarización de las relaciones desde el Estado,
con secuelas de represión.
La incorporación del concepto de tco, en la Ley del Servicio
Nacional de Reforma Agraria –más conocida como ley inra (sigla de
Instituto Nacional de Reforma Agraria)24– promulgada en 1996, genera el
surgimiento de aproximadamente 108 demandas de un espacio territorial,
que sea administrado según sus propias costumbres.
La denominación de tco, comprende el concepto de Territorio
Indígena, de conformidad a lo establecido en la parte ii del convenio
169 de la Organización Internacional del Trabajo (oit).
Los títulos de tco, otorgan a favor de los pueblos y comunidades
indígenas y originarias la propiedad colectiva sobre sus tierras, recono-
ciéndoles el derecho a participar del uso y aprovechamiento sostenible
de los recursos naturales renovables existentes en ellas. Estos títulos

24 El Instituto Nacional de Reforma Agraria (inra), “es la entidad pública des-


centralizada con jurisdicción nacional, personalidad jurídica y patrimonio propio
[…]; es el órgano técnico ejecutivo encargado de dirigir, coordinar y ejecutar las
políticas establecidas por el Servicio Nacional de Reforma Agraria”. (inra, 2000).
la creación de un estado plurinacional 157

colectivos no serán revertidos, enajenados, gravados, embargados, ni


adquiridos por prescripción. La distribución y redistribución para el
uso y aprovechamiento individual y familiar al interior de las Tierras
Comunitarias de Origen y comunales tituladas colectivamente se regirá
por las reglas de la comunidad, de acuerdo a sus normas y costumbres.
(Art. 3 Inc. iii, Ley inra).
En la misma Ley inra (2000), –Art. 41, Inc. 5–, se menciona que las
tco “son espacios geográficos, constituyen el hábitat de pueblos y comunidades
indígenas y originarias, a los que han tenido tradicionalmente acceso y donde
mantienen sus formas de organización económica, social y cultural, aseguran-
do su supervivencia y desarrollo. Son inalienables, indivisibles, irreversibles,
colectivas, compuestas por comunidades o mancomunidades, inembargables e
imprescriptibles”.
Para los indígenas, la tco es “el espacio global donde se desarrollan las
vivencias sociales y culturales, los animales, los bosques, el aire, las aguas y el
ser humano que se interrelacionan e interactúan, todo esto hace el territorio”
(cidob, 1989).
Para fines de sustentar la superficie a dotar en la titulación a cada
pueblo indígena, el Director del inra solicitará a la entidad pública
responsable de Asuntos Indígenas y Pueblos Originarios, la elaboración
de un Informe de Necesidades que contendrá la siguiente informa-
ción: población y número de comunidades, asientos, puestos, lugares
o equivalentes que integran la persona jurídica del solicitante, según
sus características y formas de organización, proyección de crecimiento
demográfico, usos, costumbres y patrones de asentamiento, incluyendo
formas y calendarios migratorios, tradiciones culturales de ocupación
espacial incluyendo la valoración de áreas de uso y aprovechamiento
en consideración a las condiciones de producción y reproducción social
y étnica; sistemas de producción y de manejo de recursos naturales y;
aspectos biofísicos, recursos naturales existentes y potencial productivo
del área; zonas de preservación. (Superintendencia Agraria, 2001).
Para comprender mejor las condiciones y relaciones de producción
y reproducción, se puede citar a Martínez, (2002), quien las condiciona
a relaciones tiempo - espacio como categorías altamente variables.
“Las relaciones productivas, implican la diferenciación entre el
hombre y la naturaleza, siendo representadas por actividades de carácter
productivo, por ejemplo, se tiene a los cultivos itinerantes en el siste-
ma de chacos y barbechos, los sistemas agroforestales adquiridos, etc. Los
procesos productivos modifican tanto el hábitat de los pueblos indígenas y a sí
mismos. Sin embargo, por las pequeñas escalas de estas actividades -basados en
158 geografías al servicio de los procesos de paz

el trabajo manual en espacios pequeños- no se registran grandes modificaciones


en la naturaleza”. (Ídem).
Sandoval (2004), menciona que “las condiciones de producción de-
ben permitir a toda sociedad producir bienes y servicios para garantizar
las condiciones de satisfacer sus necesidades tanto de vivienda, alimen-
tación, vestido, generando algún excedente que les permita intercambiar
dichos productos por otros que no estén al alcance de sus manos, por
cuestiones tecnológicas, productivas, ecológicas u otras. El intercambio
puede ser en términos de otros productos o también en función de dinero
o papel moneda”.
En el caso de los Pueblos Indígenas, “las actividades productivas que
realizan no están enmarcadas a generar riqueza, sino lo que buscan es fundamen-
talmente complementar sus necesidades básicas de subsistencia y adquirir algún
otro excedente que sea necesario para cubrir alguna emergencia o demanda de
dinero que pueda significar, por ejemplo, la adquisición de materiales escolares
para la escolarización de sus hijos”. (Ídem).
En términos de relaciones reproductivas, consistentes en relaciones
de reciprocidad hombre-naturaleza, donde las acciones humanas serán
favorables a la naturaleza y viceversa. Estas relaciones ideales pueden
representarse en aquellas actividades de recolección, caza y pesca tradi-
cionales, consistentes en el aprovechamiento de los ciclos naturales de
renovación de las especies; a su vez, estos procesos establecen un acon-
dicionamiento mutuo entre el hombre y los recursos naturales, dando
lugar a patrones de asentamiento de poblaciones nativas pequeñas y
precarias, que permiten un equilibrio natural en espacios relativamente
grandes (Martínez, 2002).
Sin embargo, se puede vislumbrar que los enunciados menciona-
dos en los párrafos anteriores pueden cambiar, pues tanto los indígenas
como los que no lo son, no piensan que quedarse en ese estado ideal de
naturaleza sea la mejor opción; es decir, la existencia de una sociedad
cada vez más industrializada e interconectada puede significar dos ele-
mentos definitivos: quedarse como están y volver a su anterior sistema de
desarrollo en un modelo cerrado y aislado de reserva, que puede correr
el riesgo de la desaparición de dichos grupos, o subirse al carro de la
modernidad con todo lo que esto implica.
Ya se evidenció que la mayoría de los pueblos indígenas no se han
mantenido aislados del mundo exterior, por ejemplo en el caso de los
propios Tacana, se han ido mezclando con los migrantes quechuas desde
hace más de dos décadas, lo que incluso ha modificado mucho su lenguaje
originario; en síntesis la mayoría de los pueblos indígenas no se van a
la creación de un estado plurinacional 159

mantener en ese estado de aislamiento ni lo van a hacer; lo importante


es visualizar como pueden mantener sus raíces incorporando los aspectos
positivos del exterior y no mantenerse como relictos aislados.
Entre las funciones principales de toda sociedad se encuentran
aquellas orientadas a lograr primeramente su reproducción, es decir, su
pervivencia en el tiempo, a partir de la obtención de satisfactores a todas
sus necesidades, que no necesariamente son físicas o de bienes y servicios,
y que incluyen otros satisfactores que son de carácter cultural, afectivo,
etc. Sandoval (2004), a su vez, añade que “para garantizar la reproducción
étnica, se debe proporcionar a la comunidad o pueblo indígena, aquellas condicio-
nes –tanto físicas como espirituales– que en el marco de su cultura, costumbres,
idioma, creencias y religión –entre otros–, permitan conservar sus orígenes en
el marco de su propia coexistencia. Su reproducción social estará, entonces ínti-
mamente ligada en el marco de espacios territoriales aptos e identificados como
propios por dichas nacionalidades”.
Tal vez este es el punto álgido de la cuestión, pues para las relacio-
nes reproductivas los pueblos indígenas necesitan tiempos y espacios
largos o ampliados, por lo que los impactos de las acciones no pueden
ser mensuradas a corto plazo, como sucede en el caso de las relaciones
productivas, que requieren tiempos cortos y espacios pequeños.
Estas relaciones a su vez tienen lugar bajo estrictas consideraciones
de tiempo y espacio. Es así, que los tiempos largos y espacios grandes
o ampliados son los escenarios favorables para las relaciones de reci-
procidad, que envuelven procesos reproductivos naturales de la flora y
fauna, es decir, las especies aprovechadas por los indígenas requieren sus
propias temporalidades y espacios extensos que permitan la reposición
de la cadena trófica.
Mientras que, en su caso, los tiempos cortos y espacios pequeños
serán escenarios donde tienen lugar las relaciones productivas, por
ejemplo, ciclos anuales para los cultivos itinerantes en chacos menores
a una hectárea. En este caso está claramente diferenciada aquellas acti-
vidades agrícolas productivas que depende directamente de las acciones
humanas con precarios aperos de labranza, en tales condiciones las
extensiones abarcadas son muy pequeñas, van en promedio entre una
décima a media hectárea. En la cosmovisión indígena el territorio es
el espacio necesario que permite tanto las relaciones reproductivas y
productivas con la naturaleza y, ambas permiten el adecuado aprovecha-
miento de los recursos naturales existentes en los territorios boscosos
(Martínez, 2002).
160 geografías al servicio de los procesos de paz

Figura 3
Territorios Indígena Originario Campesinos (TIOCs)

Fuente: Fundación Tierra25

Estas relaciones tiempo y espacio ligadas a las principales actividades


de los pueblos indígenas implica un desarrollo en espiral, aparentemente­

25 http://www.apcbolivia.org/inf/noticia.aspx?fill=1206&Id=8&D86rFv&fil
=9&hsdatrte=10&bd54ssdfer=&%fs4t5
la creación de un estado plurinacional 161

existen retornos al pasado, pero en realidad, son retornos en otros


planos, donde se mantiene las formas socioculturales comunes más los
tiempos son diferentes. De modo que en la actualidad no debe pensarse
en indígenas como pasado, como sinónimo de primitivismo o como una
arqueología humana. Son sociedades actuales con culturas diferentes
que, conviven con sus propias temporalidades en espacios que tradicio-
nalmente ocuparon (Ídem).
En síntesis, se puede mencionar que el rescate que se pretende de la
cultura y las costumbres de los pueblos indígenas en Bolivia, no debe ser
para plantear un retroceso a sus estadios anteriores, sino más bien con
el propósito de lograr una simbiosis entre su cultura pero en el marco
de las nuevas sociedades y tendencias globalizadoras, proponiendo su
adscripción, principalmente con la oferta de su producción y actividades
compatibles con el uso y la conservación del medio ambiente, con el
propósito de lograr una sostenibilidad de sus recursos, pero también a
su vez la mejora en la calidad de vida de sus pobladores.
No olvidemos que los recursos tan diversos de muchas tcos (hoy
tiocs -Figura 2/), pueden muy bien ser aprovechados para la difusión
por ejemplo de circuitos turísticos, culturales, ecológicos, etc.; con la
oferta diversificada de productos naturales y sus derivados producto de
actividades amigables con el medio ambiente y que permitan a los visi-
tantes una asimilación positiva de sus actividades y la promoción hacia
el exterior de dichos territorios.

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3ª parte
Comunidades indígenas
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de paz territorial
Las zonas de reserva campesina
en Colombia.
Una territorialidad campesina para la paz
Flavio Bladimir Rodríguez Muñoz1

Introducción

Los procesos de territorialidad campesina en Colombia son tan diversos


como los campesinos y las regiones en las que habitan estos procesos,
aunque diversos confluyen en un punto común, el reconocimiento polí-
tico y cultura del sujeto campesino.2 Uno de los procesos que ha estado
en la “brega” por la tierra y territorio de los campesinos es la Asociación
Nacional de Zonas de Reserva Campesina (anzorc), que cuenta con

1 Universidad Externado de Colombia, Director del Programa de Geo-


grafía, Docente investigador área conflicto y dinámica social. El autor es
dinamizador de la red GeoRaizal y miembro de los grupos de trabajo de
clacso, Estudios Críticos del Desarrollo y Pensamiento geográfico crítico
Latinoamericano.
2 El reconocimiento del sujeto campesino está asociado a los siguientes de-
rechos: derecho a los recursos naturales, derecho al desarrollo, derecho a la
alimentación y a la soberanía alimentaria, derecho a la tierra y a otros recursos
naturales, derecho a las semillas, derecho a la biodiversidad, derecho de las
mujeres campesinas. En Ginebra, el 3 de octubre 2017, la resolución sobre
los derechos de las campesinas y campesinos fue adoptada por el Consejo
de Derechos Humanos con 34 votos a favor, 11 abstenciones y 2 en contra.
Esta da al grupo de trabajo el mandato de finalizar la “Declaración sobre
los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas
rurales”. Gracias a esta decisión se espera que durante el 2018, la declaración
sea adoptada por los Estados miembros de la onu en 2018.

[167]
168 geografías al servicio de los procesos de paz

procesos en distintas regiones del país y que vienen trabajando sobre el


reconocimiento de los territorios campesinos y el ordenamiento terri-
torial para la paz. Sobre este proceso y la manera como los campesinos
podrían participar en el ordenamiento territorial de Colombia, trata este
artículo. Los planteamientos realizados en este documento son producto
de la sistematización de notas y relatorías de algunas de las mesas de
trabajo realizadas en el marco de los encuentros de zonas de reserva
campesina.3 También se apoyan en las conversaciones con líderes sociales,
junto académicos y estudiantes que investigan los procesos territoriales
de las organizaciones campesinas que hacen parte de la anzorc.4
Antes de introducirnos en el mentado ordenamiento territorial,
es preciso compartir algunas preguntas que la gente del común llega a
hacerse sobre el tema en Colombia. ¿Qué es el ordenamiento territorial?,
¿Qué esta desordenado? –si hay algo desordenado– ¿quién o quienes lo
desordenaron?, ¿Qué es el territorio?, ¿Quién o quienes construyen el
territorio?, ¿Quién dice que hay desorden en el territorio?, ¿Para qué
ordenar el territorio?, ¿Para quién ordenar el territorio? Todas estas
preguntas que aparentemente son obvias para los estudiosos del terri-
torio, conforman el entramado de una buena parte de los problemas
colombianos. Pues refieren directamente al menos cuatro aspectos i)
quienes son las personas y actividades que ocupan las tierras, ii) quienes
son dueños de las tierras, iii) quienes controlan los territorios y iv) cuál
es el destino de los recursos que se encuentran integrados al espacio
geográfico colombiano. Estas preguntas y aspectos están relacionadas
con el mencionado ordenamiento territorial y definen un conjunto de

3 Se han desarrollado seis encuentros de Zonas de Reserva Campesina du-


rante la última década: 2010 en Barrancabermeja, 2012 en Corinto Cauca,
2013 en San Vicente del Caguán, Caquetá, 2014 Tibu Norte de Santander
y en el año 2016 en Curumani Cesar, 2017 Chaparral-Tolima. Centro de
documentación anzorc.
4 Entre las personas con las que he hablado durante estos años sobre las zrc
y la territorialidad campesina se encuentran líderes campesinos como Ángel
Torres, César Jerez, Carmensa Gómez, Camilo Ernesto López, Osman
Díaz, Yenli Mendez, junto a estudiantes que realizaron pasantías o tesis;
entre ellos están: Juliana Cuenca, Rafael Aguja, Manuela Ruiz, Francys
Ferrucho, Andrés Felipe López, Mercedes Solá Pérez, Pablo André Du-
ran, Hellen Cristacho, Chohan Jaskiran; con ellos y los profesores Darío
Fajardo, Guillermo Ferro y Gabriel Tobón, hemos participado en distintas
actividades académicas que permitieron dinamizar la red de investigación
en Zonas de Reserva Campesina y Autonomías Territoriales.
las zonas de reserva campesina en colombia 169

problemas que como plantean los campesinos, tienen que ver “con la
ley del embudo, lo ancho pa ellos, lo angosto pa uno” una lógica que, puesta
sobre la ocupación de las tierras en Colombia, bien puede ser planteada
como valles con grandes predios y suelos fértiles para pocos y laderas
con predios pequeños con suelos poco fértiles para muchos.
Esta lógica de ocupación de las tierras configura buena parte de
los problemas políticos, económicos, sociales y culturales de los últimos
50 años de la vida colombiana. Este periodo de más de medio siglo
de desavenencias por los espacios socialmente necesarios para la vida
social, de las comunidades rurales, conducen en la actualidad al país, a
un periodo interesante y crucial de su historia. Un momento donde el
ordenamiento espacial del país, cuenta con muchos debates políticos y
problemas socioeconómicos vinculados con visiones de diferentes secto-
res sociales sobre el desarrollo, la naturaleza, la economía y la vida social.
Estas visiones y proyectos se encuentran en conflicto, de la resolución de
estos, su gestión o profundización, depende el devenir de las tierras, los
territorios y de las sociedades arraigadas que los ocupan y construyen.
Este artículo se propone presentar los principales elementos políticos
y geográficos vinculados con el ordenamiento territorial en general y con
el ordenamiento territorial en y para las Zona de Reserva Campesinas.
Para presentar estos elementos este documento se divide en cuatro partes.
La primera, presenta algunos aspectos generales del proceso histórico
que fueron llevando a la configuración de la figura territorial de zonas de
reserva campesina en Colombia. La segunda, advierte sobre el contexto de
la geografía política colombiana, utilizando algunos conceptos que per-
mite ubicar las dimensiones políticas del ordenamiento territorial. Para
ello se identifican elementos geográficos e históricos a ser considerados
en cada situación específica de las zonas de reserva campesina, tanto para
fundamentar el análisis más allá de los criterios técnicos y jurídicos del
señalado ordenamiento territorial, como para realizar las gestiones per-
tinentes para el afianzamiento de la territorialidad campesina en el país.
En la tercera parte se propone un recorrido metodológico que
permitirá identificar las condiciones específicas de las zonas de reserva
campesina y sus poblaciones. La propuesta es identificar las relaciones de
sus proyectos territoriales con respeto a cinco dimensiones: i) el Estado,
ii) las corporaciones, iii) los movimientos sociales, iv) el espacio geográ-
fico y v) la vulnerabilidad frente a actores armados y las posibilidades de
construcción de paz. La caracterización de estas dimensiones permite
identificar el entramado de relaciones que constituyen las condiciones
concretas, para configuración de los proyectos territoriales de cada una
170 geografías al servicio de los procesos de paz

de las Zonas de Reserva Campesina (zrc), y así ubicar su rol en marco de


la implementación de los acuerdos de paz específicamente en los planes
de desarrollo con enfoque territorial.
En la cuarta parte se consideran algunos temas que contribuyen a
la gestión política y económica del ordenamiento territorial en las Zonas
de Reserva Campesina zrc. Se entiende que para planificar y gestionar
su ordenamiento deben considerarse las diferentes relaciones con otros
espacios y procesos sociales en sus diferentes escalas. Se considera en-
tonces que para avanzar en ordenamiento territorial en las zrc han de
ser considerados dos ámbitos de gestión mutuamente interrelacionados:
i) los procesos endógenos o propios de estas zonas, relacionados con
sus veredas, usos del suelo, formas de propiedad, sistemas productivos
junto a todas las actividades económicas y culturales que configuran la
vida social de estas comunidades. ii) los procesos exógenos o asociados
indirectamente, como son la relación de estas zonas con los municipios,
con otros territorios de poblaciones negras e indígenas, también con las
regiones, con las ciudades, con los mercados alimentarios y de trabajo,
con la conservación ambiental, con la actual restitución de tierras, con
el mercado de tierras, con la reforma agraria y con los proyectos de
construcción de otra economía.

1. Las Zonas de Reserva Campesina como territorios


campesinos

Las Zonas de Reserva Campesinas zrc, son una figura jurídica que
posibilita la gestión territorial y ambiental por parte del campesinado
colombiano, reconocida legalmente en la ley 160 de 1994, también son
un conjunto de procesos “socio-territoriales” disímiles configurados en
las distintas condiciones históricas y regiones del país (Ortiz et al, 2004),
por gente organizada en asociaciones campesinas, que propenden por
los derechos, la economía y la territorialidad campesinas en Colombia.
La reglamentación de las zrc le facilitó a los campesinos contar con
mecanismos jurídicos regulatorios que permitían destinar las tierras,
consideradas baldíos de la nación, para los campesinos sin tierra.5 Tanto
la figura jurídica como el proceso territorial y político hoy confluyen en la
implementación integral de los acuerdos de la paz en Colombia (Decretos

5 Unidades agrícolas Familiares y Parcelaciones, Ley 160. Acuerdo 15 de


1996, Enajenación de las áreas que exceden las uafs.
las zonas de reserva campesina en colombia 171

893 y 9002 de 2017). El arraigo, los logros y el futuro de esta figura en la


ruralidad colombiana, responden a la confluencia de diversos procesos,
que le abren un papel destacado en la construcción territorial de la paz.
La Ley 160 de 1994 y la figura de Zona de Reserva Campesina zrc,
emergen en el marco del desmonte de la institucionalidad del Estado
y producto del auge del neoliberalismo como tendencia internacional,
junto a los criterios de la reforma agraria de mercado impulsada por el
Banco Mundial e implementada en Colombia a través de esta ley, que
creó el Sistema Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural. Una
de sus tareas sería la constitución de zrc, pero el decreto que reglamen-
taria el marco normativo, el 1777 de 1996, solo fue expedido después de
una intensa movilización, de campesinos cocaleros en el Sur de Bolívar,
Caquetá, Guaviare y Putumayo, donde exigieron la constitución de es-
tas zonas como alternativa de desarrollo y superación de los cultivos de
uso ilícito; esto permitió que entre los años 1997 y 2002, se realizara la
constitución formal de seis zrc en distintas regiones del país.6
Luego de ser constituidas las primeras zonas, entre 1998 y 2003 se
avanzó en algunos proyectos piloto con participación directa de las orga-
nizaciones campesinas en Cabrera-Cundinamarca, Calamar-Guaviare y
El pato Basillas-Caquetá.7 Sin embargo, a mediados del 2002, y durante
los gobiernos de Uribe, se inició un proceso de persecución a la figura
de zrc, que retrasó su posicionamiento. Desde mediados del 2010 los
campesinos reiniciaron un proceso de movilización y denuncia por el
incumplimiento de la ley, así mismo impulsaron procesos de asociacio-
nes campesinas que buscan constituir sus territorios como zrc. En la
actualidad existen alrededor de 60 procesos; algunos se han declarado, de
hecho, como zrc. Esto ha permitido consolidar la Asociación Nacional
de Zonas de Reserva Campesina y la realización de cinco encuentros
nacionales.8

6 1997: Calamar y El pato Balsillas, 1999, Morales y Arenal Sur de Bolívar;


2000, Cabrera Cundinamarca y Perla Amazónica; 2002, Valle de Cimitarra.
Jairo Estrada Álvarez, Territorios Campesinos, La experiencia de las Zonas de
Reserva Campesina, Universidad Nacional, Bogotá, 2013, p 37-38.
7 La evaluación de estas experiencias se encuentra consignada en: Ortiz et al
(2004).
8 Se han realizado cinco encuentros de Zonas de Reserva Campesina desde
el 2011 en Barrancabermeja, 2012 en Corinto Cauca, en el 2013 en San
Vicente del Caguán, en el 2014 en Tibu Norte de Santander y el último en
el año 2016 en Curumani César. Estos encuentros por su participación y
su dinamismo dejan entrever la configuración de unos movimientos social
172 geografías al servicio de los procesos de paz

Este proceso nacional de zrc, evidenció la pertinencia de revin-


dicar asuntos que desbordan la actual ley 160 (Méndez, 2014), como
los derechos, la cultura y la territorialidad campesina,9 ignoradas en la
constitución de 1991, al ser asociado el reconocimiento cultural esen-
cialmente a diferencias étnicas (Hoffman, 2002). Eso permitió que las
comunidades negras e indígenas conquistaran su reconocimiento étnico,
cultural y territorial, lo que les posibilitó el reconocimiento jurídico del
derecho a la tierra y al territorio en el marco de las controversias políticas
y de geopolítica interna, entre espacio-lugar e identidad que configuran
e multiculturalismo colombiano (Bocarejo, 2011). Por su parte, el cam-
pesinado y las organizaciones campesinas han construido su identidad a
partir de su condición como sujetos económicos y políticos.
El reconocimiento cultural y de la territorialidad campesina y su
forma jurídica,10 cuenta con el reto de superar el “esencialismo estraté-
gico” que caracterizó las reivindicaciones por los derechos territoriales
de las comunidades étnicas, a partir de un esencialismo territorial que
permitió el acceso a la tierra, bajo el argumento del reconocimiento
étnico en “encierros territoriales” o “trampa territorial”11 que han pro-
fundizado conflictos entre campesinos, negros e indígenas (Hoffman,
2016). La territorialidad campesina deberá reconocer tanto las ventajas
y limitaciones del proceso territorial de las comunidades negras e indíge-
nas y plantearse una territorialidad intercultural donde lo cultural no se
restrinja a lo étnico, considerando los vínculos entre cultura, economía

campesinos con despliegue nacional y de base territorial, cuyo principal


objetivo se ha venido estableciendo alrededor de la lucha territorial, los
derechos campesinos, el reconocimiento del campesinado como sujeto
político ambiental y cultural en el marco de la construcción de la paz te-
rritorial y regional.
9 La reivindicación de los derechos del campesinado es uno de los puntos
transversales en los documentos programáticos de la Asociación Nacional de
Reservas Campesinas (anzorc). Programa Nacional de Zonas de Reserva
Campesina y Sistema Nacional de Zonas de Reserva Campesina.
10 Por el momento dicha territorialidad campesina se encuentra respaldada
legalmente solo por la ley 160 de 1994, como una figura de gestión del
ordenamiento territorial ambiental.
11 “El error en la interpretación de que cada territorio “produce” una cultura
que se auto reproduce casi de manera autárquica cae en una “trampa terri-
torial” en el sentido que produce un encierro territorial articulado con un
esencialismo cultural”, ver sobre este asunto, Rincón, (2013) y Grimson,
(2011).
las zonas de reserva campesina en colombia 173

política y medio ambiente.12 La exclusión o marginación de cualquier


aspecto de los mencionados, en función de optar por la estrategia del
camino más corto, seguirá siendo reduccionista y no aportará a la paz
territorial.
La lucha campesina en Colombia está marcada por la búsqueda y la
apropiación de zonas del país por parte de comunidades rurales exclui-
das y marginadas, un hecho constante en la historia del ordenamiento
territorial y de la conformación del estado nación colombiano.13 En
este histórico que cuenta con raíces coloniales podemos encontrar el
origen de las demandas realizadas por comunidades que promueven las
zrc, las primeras poblaciones campesinas o rochelas, sobrevivieron con
reglas sociales distintas a las establecidas por el ordenamiento político y
espacial colonial, lo que constituyó un reto al poder del estado colonial
(Herrera, 2002).
Tanto las rochelas y palenques, fueron experiencias de territoriali-
zación por parte de comunidades rurales al margen del poder del estado
colonial, personas en búsqueda de espacios socialmente necesarios para
su sobrevivencia buscando un lugar de reconocimiento. En medio de
las geografías imaginadas y la construcción de fronteras que definen
tierra y climas malsanos y un otro, atrasado, conformado por personas
desvalidas a quienes hay que ayudar, que conformó la caracterización de
algunas regiones, tierras y otros, excluidos de la configuración nacional
y territorial de Colombia (Serge, 2005).
Esta historia se reitera y muestra episodios similares en distintos
periodos y regiones. En las décadas del 50 y 60 del siglo xx, algunas
comunidades campesinas asediadas por las tropas gubernamentales, bus-
caron refugio en aisladas laderas de la cordillera oriental para asentarse
y organizar sus vidas (Gonzáles y Marulanda, 1998; Londonño, 2011).
Poco después los interesados en concentrar la tierra y el poder político,
las calificaron y las persiguieron bajo la calificación de “repúblicas inde-
pendientes” y luego como “colonizaciones armadas”.14 Estos calificativos

12 utinaya, Unión interétnica en la cuenca del Rio Naya, fue y es una pro-
puesta de vincular, cultura economía política, identidad y cultura en una
cuenca hidrográfica.
13 Un proceso que ha permitido argumentar que “Colombia es un país cuyo
territorio es más grande que la nación y cuya sociedad es más fuerte que el
propio Estado”. Ver sobre esto a González, (1992) y Serge, (2005).
14 “Desde noviembre de 1961 la prensa y en específico el periódico conser-
vador “El Siglo”, construyen la representación de Marquetalia como una
174 geografías al servicio de los procesos de paz

pretendieron y han pretendido justificar el arrasamiento de estos cam-


pesinos por parte de las fuerzas oficiales (Fajardo, 2002; Fajardo, 2015).
Esta búsqueda de espacios socialmente necesarios para las comunidades
rurales se ha desarrollado en medio de una geografía caracterizada por
conflictos derivados de las disputas por el establecimiento de proyectos
regionales y nacionales que buscan imponer un ordenamiento espacial
para el control de la población y de los recursos naturales.
La existencia de esta larga historia de luchas campesinas por la tierra
y por el reconocimiento y la inclusión en la forma espacial del Estado,
permitió que las organizaciones campesinas conocieran las posibilida-
des y los límites jurídicos de la ley 160 y su figura zrc. La movilidad
poblacional y los procesos migratorios que han caracterizado al colono
campesino, los lleva a buscar el reconocimiento de los campesinos como
sujetos políticos económicos y culturales, que han participado en la
construcción social y económica de los espacios urbanos y regionales
de Colombia (Jaramillo et al, 1986).
El poder de los campesinos reside en un conjunto de alternativas
socio territoriales y económicas no visibilizadas, pero históricamente
enraizadas en la configuración de las ciudades y la ruralidad colombiana.
En el reconocimiento de estos arraigados procesos y la redistribución
de la tierra está el camino de la paz territorial. Esto porque en el país, el
origen del conflicto armado ha sido asociado y explicado en buena parte
por la marcada concentración de la tierra y del poder político derivado
de los bienes y el estatus político de los grandes dueños de la tierra.
Precisamente la reforma agraria vía mercado, impulsada con la ley 160,
debería haber desconcentrado la tierra y haber consolidado las zrc como
uno de los instrumentos para realizar esta tarea.
Esto no sucedió y el trabajo de exigir el cumplimiento de la ley 160
por parte del Estado, se realizó en medio del recrudecimiento del con-
flicto armado colombiano y de la sistemática persecución a los líderes de
las asociaciones campesinas que promovían las zrc. La profundización
de la guerra hizo más urgente la movilización social desarrollada a favor
de la negociación política del conflicto. Los campesinos se hicieron pre-
sentes posicionando criterios como “el diálogo es la ruta” y “las Zonas

república independiente, utilizando como principal fuente a su principal


editorialista el también conservador Álvaro Gómez Hurtado. Para estos
años se habla de 16 repúblicas independientes: Tequendama, Urabá, Vi-
chada, Territorio Vásquez, El Duda, Ariari, Guayabero, Pato, Riochiquito
y Marquetalia, entre otras. Ver Penagos, (2013).
las zonas de reserva campesina en colombia 175

de Reserva Campesina son una iniciativa agraria de paz”. Finalmente se


consolidó el proceso de negociación de un acuerdo de paz con la farc-
ep, junto al inicio de la implementación de acuerdo final.
Tanto los acuerdo como el inicio de su implementación dejan a
las zrc como una de las “dinámicas territoriales de la implantación”
(Rodríguez, 2017), destacadas en la construcción de la paz territorial
y la implementación integral de los acuerdos de paz, con un potencial
trasformador del ordenamiento territorial, económico y ambiental, pues
serán reconocidas dentro de los Programas de Desarrollo con Enfoque
Territorial pdet, priorizados para la implementación de los acuerdos de
paz15 y por la Reforma Rural Integral que contemplada en el acuerdo en
materia de tierras.16 También funcionarán como un pivote fundamental
en la reconfiguración del régimen territorial colombiano, abriendo posi-
bilidades para el reconocimiento de regímenes territoriales emergentes,
promovidos por sujetos políticos y culturales no reconocidos por la
Constitución Política de 1991.

2. Geografía política para el ordenamiento territorial


en las zrc

Antes de definir el ordenamiento territorial desde sus aspectos técnicos y


jurídicos es importante comprender algunas nociones que permitan el re-
conocimiento de la creatividad política de las organizaciones campesinas
para constituirse como comunidades arraigadas en sus veredas, poblados
y regiones; destacar que la vereda es la mínima unidad antropo-geográfíca
para Colombia.17 Quizás los pobladores rurales que han constituido y

15 El decreto 893 de 2017 crea 16 Programas de Desarrollo con Enfoque Terri-


torial (pdet), que incluyen 170 municipios en las distintas regiones del país.
16 Decreto 902 de 29 de mayo 2017, por el cual se adoptan las medidas para
facilitar la implementación de la Reforma Rural Integral contemplada en
el Acuerdo Final en materia de tierras. Específicamente el procedimiento
pata el acceso y formalización y el Fondo de Tierras.
17 La vereda puede constituir un tejido social arraigado a la tierra, es un espacio
socialmente necesario, constituido y reproducido como unidad de produc-
ción y consumo sustentada por un conjunto de unidades domésticas que
configuran su principal espacio de sociabilidad comunitaria. El poblado es
usualmente el centro de varias veredas, núcleo de afluencia de la comunidad,
un espacio donde se inicia la consolidación de pequeños centros “urbanos”.
(Jaramillo et al, 1986).
176 geografías al servicio de los procesos de paz

configurado estas veredas, y entre ellos los colonos de este país, son los
mayores conocedores y caminantes de la geografía colombiana al trase-
gar por la diversidad de la geografía física, social y cultural de este país,
constituido por un área continental de un poco más de un millón ciento
cuarenta mil kilómetros cuadrados.18 Sobre esta superficie con diversidad
de procesos naturales y recursos, se fueron desplegando los procesos de
poblamiento rural, apropiación de tierras y definición de las jurisdicciones
político administrativas; entre estas, las veredas “mínima unidad antropo-
geográfica” que se encuentran integrada a los 1123 municipios,19 que a su
vez conforman los 32 departamentos que integran el país.
La definición de estas jurisdicciones político administrativas se ha
dado a través de múltiples procesos sociales, políticos y económicos de
la larga historia colombiana, entre estos se encuentran la formación de
las élites, la formación de las haciendas, la formación del latifundio, los
procesos de urbanización, los singulares procesos de industrialización
y el trasegar de los pobladores rurales transformando cada rincón del
espacio geográfico colombiano, donde han construido sus proyectos de
vida y resistencia. Estas jurisdicciones han sido configuradas por proceso
históricos y por ello mismo pueden ser reconfiguradas y trasformadas
por procesos políticos y sociales contemporáneos cargados de futuro.
Este espacio geográfico es una porción de la superficie terrestre de
sur América integrado por los relieves labrados por los ríos, que a su vez
labran los valles irrigando las aguas que humedecen la diversa vegetación,
sostenida y nutrida por suelos producto de pequeños fragmentos de
rocas pertenecientes a las distintas formaciones geológicas que integran
la litósfera. En la formación de estos suelos también participan los ríos,
vientos y lluvias de la hidrósfera y la atmósfera, aguas importantes para
las plantas y animales que constituyen la biósfera, esta última brinda las
fuentes de alimento para la población rural y urbana. Estas poblaciones
asentadas en veredas, poblados y centros urbanos, habitan y conviven
en unidades domésticas conformando tejidos veredales mediante la
apropiación de la tierra, la producción, distribución, comercialización

18 Colombia tiene una superficie total de 2.070.408 km², repartidos en un área


continental de 1.141.748 km² y un área marítima de 928.660 km².
19 El municipio de acuerdo con el Artículo 311 de la Constitución de 1991
y la Ley 136 de 2 de junio de 1994, es la entidad territorial fundamental
de la división político-administrativa del Estado, con autonomía política,
fiscal y administrativa dentro de los límites que le señalen la Constitución
y las leyes de la República.
las zonas de reserva campesina en colombia 177

y consumo de productos primarios. La circulación de los productos


y de las personas que los comercializan conecta a las veredas con los
centros urbanos y regiones. De esta forma la actividad económica, la
comercialización y la movilidad de las poblaciones por distintos motivos
e intereses, van configurando el espacio geográfico y social. Un espacio
geográfico en el que confluyen los fenómenos naturales y la actividad
humana, configurando distintos paisajes sobre la superficie terrestre.
Por variadas condiciones los paisajes colombianos son desiguales,
el país no es una mesa de billar, los procesos naturales y los bienes
ambientales están distribuidos de manera desigual, no en todas partes
hay petróleo, no en todos lo sitios los suelos son aptos para lo mismo
y en algunas zonas de la geografía colombiana la tierras no tienen la
humedad, ni el acceso a fuentes de agua necesarias para que estos suelos
sean productivos y rentables dentro de la comercialización de productos
para el mercado. Además hay tierras lejos de las vías y de los centros de
consumo o “mercados” donde está la gente que compra los productos.
Entonces hay distintos paisajes, hay distintos espacios geográficos con
distintos recursos naturales, distintas potencialidades productivas, dis-
tintas localizaciones y conectividades al mercado y distintas posibilidades
de acceso a los servicios sociales que brinda el estado. Esta variedad de
situaciones no solo corresponde a la disponibilidad de recursos natura-
les, es producto de la histórica configuración geográfica que evidencia
la injusticia socio espacial y la exclusión social, reconocida entre varios
aspectos por la concentración en pocos propietarios de la tierra, el uso
de la tierra, los suelos más productivos y de las mejores localizaciones
respecto a la infraestructura de transporte.
En palabras campesinas hay superficies de “tierra buenita donde se da
de todo y hay tierra malita donde hay que echar azadón sobre las piedras”. Hay
suelos donde no se puede sembrar de todo y hay suelos donde se siembra
de todo, pero no hay carreteras, son sitios muy lejanos donde no vale la
pena, no es rentable sacar productos al hombro o con “bestias” en busca
de compradores. Las tierras no son iguales en todos los sitios no solo por
los suelos y aguas que la acompañan, sino también por su localización
espacial con respecto a las redes viales, los municipios y las ciudades que
históricamente configuraron el ordenamiento espacial del país.
El reiterado proceso de concentración de la propiedad y uso de la
tierra, es un proceso promovido por sectores sociales que, al concentrar
las tierras, usufructúan las condiciones productivas que brindan los
suelos y la disponibilidad de agua para la producción. Esta lógica de
apropiación de las tierras basada en los criterios de mayor excedente,
178 geografías al servicio de los procesos de paz

rige además una disputa por la apropiación y control de las mejores


localizaciones de las tierras (Rodríguez et al, 2017). Esta localización
más óptima sigue el criterio de rentabilidad productiva y de localización
de las tierras, tierras con buenos suelos, agua, carreteras y próximas a
los centros urbanos, cuentan con mayor rentabilidad. Por ello no es lo
mismo tener 10 hectáreas en Uvate Cundinamarca a tener 50 hectáreas
en San Alfonso Huila o tener 70 hectáreas en el Ariari Granada-Meta,
las posibilidades tanto de producción, como las asociadas a la localización
respecto a los mercados, hacen que estas tierras sean distintas en términos
ya no solo de paisaje, sino en términos económicos. Esta situación de las
veredas y municipios del Ariari, Uvate o San Alfonso; son dinámicas y
pueden cambiar si en estos municipios se encontrara petróleo, un gran
proyecto minero, tierras rentables para un proyecto agroindustrial, o
proyectos de infraestructura vial y energética; todos estos proyectos
pueden reconfigurar la espacialidad del país y de la vida social arraigada
en veredas y territorios.
Por todas estas condiciones el espacio geográfico colombiano se
destaca por ser poco uniforme quebrado y apropiado de manera des-
igual e inequitativa, configurando situaciones de injusticia espacial, lo
que constituye las condiciones para el desarrollo geográfico desigual
de nuestro país. Estas diferencias e inequidades han sido registrada y
gestionadas con el establecimiento de cinco regiones, Andina, Caribe,
Pacífica, Amazonia y Orinoquia, cada una con subregiones más o menos
homogéneas; en cada una de ellas la productividad es diferente y por ello
en unas se requieren más hectáreas de tierras, que en otras para generar
los recursos e ingresos de una familia, aspecto que también ha sido re-
conocido con el tamaño de las unidades agrícolas familiares (uaf) que
son diferentes en cada departamento y municipio.20
Por todo lo anterior las condiciones de vida productivas y repro-
ductivas de los pobladores rurales de Colombia y en particular del
campesinado colombiano, son variables según su ubicación, adaptación
y trasformación de las cordilleras andinas, de las sierras y serranías, de
los valles interandinos, del litoral pacífico, de las sabanas del Caribe, de

20 La uaf se definió como “un fundo de explotación agrícola, pecuaria, forestal,


acuícola; que dependa directamente y principalmente de la vinculación del
trabajo familiar, sin prejuicio de la fuerza del empleo ocasional de mano
de obra contratada”. incora, Ley 30 de 1988. Ministerio de agricultura,
“Metodología para determinar la Unidad Agrícola Familiar u.a.f. Sistema
Nacional de Transferencia de tecnología Agropecuaria, sintap”. Santafé de
Bogotá, agosto 1992
las zonas de reserva campesina en colombia 179

las llanuras orientales y de las selvas amazónicas. También por su locali-


zación con respecto a la distribución de bienes naturales y conectividad
con los grandes centros urbanos que han sido poblados y apropiados, a
partir de las distintas formas de desplazamiento de población de campo
a la ciudad, esto incluye los distintos desplazamientos y desarraigo pro-
ducto del conflicto armado. Todas estas consideraciones de la inequidad
desigualdad y diversidad geográfica en la que se constituye la vida cam-
pesina, evidencia que no existe un solo tipo de campesinos en el país y
que su adaptación a distintas condiciones configura distintas formas de
vida campesina, asimismo de territorios campesinos y de regiones con
disimiles procesos de campesinización y descampesinización.
La conformación de la territorialidad campesina ha estado relacio-
nada o ha sido una respuesta a la concentración inequitativa de las tierras,
de sus mejores localizaciones y de rentas que permite la concentración de
poder económico y el ejercicio de poder político. Este poder ha definido
en buena medida los límites provinciales, municipales y departamentales
del mentado ordenamiento territorial actual del país. Siendo los munici-
pios y los departamentos, las jurisdicciones que constituyen la posibilidad
de representación política por medio de las gobernaciones, con las ins-
tancias nacionales. Estos intereses políticos articulados a las posibilidades
de control del territorio y sus recursos ambientales han dinamizado la
configuración de la división territorial político administrativa del país.
Esta división político administrativa es resultado histórico-geográ-
fico del ejercicio de sectores sociales con poder político y económico.
Por ello es importante comprender la relación entre espacio geográfico
y poder, el poder sobre una determinada porción de superficie terrestre
es un ejercicio de territorialidad, el poder tiene variados “trajes”: jurí-
dico, económico, político y militar, también se expresa en proyectos
ambientales y culturales, “para usar esta metáfora la territorialidad es
una síntesis relacional de estos trajes y no se comprende cuando su
análisis se reduce solo a uno de ellos”. Las múltiples formas del ejer-
cicio del poder en el espacio geográfico colombiano han configurado
históricamente el establecimiento de límites y fronteras que definen los
distintos territorios. Pero además sobre un mismo espacio geográfico
pueden existir dos o más poderes, las territorialidades pueden encontrarse
continuamente en disputa por distintas razones económicas políticas o
culturales, generando conflictos socio-territoriales, que requieren para su
resolución establecimiento de acuerdos, entre las distintas instituciones
y sectores sociales que se encuentran confrontados por sus proyectos y
pretensiones territoriales.
180 geografías al servicio de los procesos de paz

Un ejemplo de estos conflictos son los generados por la permisividad


del Estado con las empresas trasnacionales mineras, que vienen afectando
las territorialidades y territorios sobre los cuales se encuentran arraigados
los proyectos de vida de las comunidades indígenas negras y campesinas.
La globalización como proceso de integración de los mercados mundiales
impulsa lógicas globales de expansión del capital, la principal barrera es-
pacial a esta expansión del capital es el arraigo territorial de comunidades
locales y rurales que ejercen su territorialidad y disputan por el uso de
los suelos, frente a las trasformaciones productivas que impulsa el capital
nacional e internacional; esta globalización impulsa la relocalización y
expansión espacial del capital. Su expansión viene abriendo huecos en
la soberanía estatal y configurando problemas de geopolítica interna,
así los conflictos territoriales no solo responden a la escala local, sino
que por sus lógicas y actores corporativos se encuentran asociados a la
escala internacional.
Estas barreras al capital en el caso de los territorios de comunida-
des rurales y específicamente de los campesinos, están constituidas por
el ejercicio de poder sobre un espacio geográfico especifico, sobre una
porción en hectáreas de la superficie terrestre. Este bregar continuo
constituye una lucha por el espacio socialmente necesario para reproduc-
ción del tejido veredal de las comunidades campesinas, del ejercicio de
esta territorialidad depende el reconocimiento de las Zonas de Reserva
Campesina. Pero sus reivindicaciones no se reducen a la territorialidad
campesina, también reclaman por la soberanía en del territorio nacional
ya que de esta depende su viabilidad y el reconocimiento de su integración
como campesinos en la vida regional y nacional.

3. Consideraciones metodológicas para el análisis


del ordenamiento territorial en las zrc

Globalización, espacio geográfico, desarrollo geográfico desigual, te-


rritorialidad y territorio son conceptos importantes para ir ubicando las
condiciones y tejiendo las posibilidades de gestión, de la territorialidad
campesina y sus proyectos de zonas de reserva campesina en el marco
del actual campo del ordenamiento territorial del país, pero ahora ¿Qué
es el Ordenamiento Territorial en términos técnicos y jurídicos?
Todas las definiciones o aproximación al Ordenamiento Territo-
rial llevan consigo la idea de regular u organizar el uso, ocupación y
apropiación, como también la transformación de las condiciones de un
las zonas de reserva campesina en colombia 181

territorio en pro del aprovechamiento óptimo generalmente asociado


con el uso racional y sustentable, de los recursos naturales a partir de
una planificación física ambiental de espacio geográfico. También el
Ordenamiento Territorial puede comprenderse como el resultante de
procesos históricos y acciones de los estados como de sectores privados.
Un proyecto de ordenamiento territorial específico puede ser impulsado
con políticas de desarrollo y políticas públicas para incidir en dicho orden
y transformarlo. En este último caso se trata de un proceso de carácter
técnico-político-administrativo, con el que se pretenden configurar a
mediano y largo plazo la ocupación, uso y destino de los recursos de un
territorio según las expectativas de la población.21 Por ello el ordenamien-
to territorial se concreta en planes que desde un diagnóstico específico
que traza el camino para llegar al escenario deseado por las poblaciones
y concretar estrategias encaminadas a construir su proyecto territorial.
En términos jurídicos el ordenamiento del territorio es una función
pública para el cumplimiento de fines que no pueden ser distintos a los
derechos sociales consagrados en la Constitución, también establecidos
en la ley 388 de 1997 como: i) posibilitar a los habitantes el acceso a
la infraestructura y demás espacios públicos destinados al uso común,
ii) adecuar al interés común el cambio en el uso del suelo, procurando
armonizar con la función social de la propiedad a la cual le es inherente
una función ecológica, iii) propender por la distribución equitativa de
las oportunidades y los beneficios del desarrollo de la población y la
preservación del patrimonio cultural y natural, y iv) mejorar la seguridad
de los asentamientos humanos ante los riesgos naturales.22
Según la ley 388 de 1997 “El ordenamiento del territorio muni-
cipal deberá atender a las condiciones de diversidad étnica y cultural
reconociendo el pluralismo y el respecto a la diferencia. Conforme a los
lineamientos constitucionales las administraciones municipales tienen la
obligación de respectar, proteger y hacer efectivos los derechos humanos.
En el caso del ordenamiento territorial los principales derechos a tener
en cuenta son: a la propiedad y su función social, a la igualdad y no ex-
clusión, a la vida, a un ambiente sano, a la participación, a la información,
al espacio público, a una vivienda digna, al trabajo. Es primordial para el
ordenamiento territorial promover el derecho a la propiedad desde una

21 Ver sobre conceptos de ordenamiento territorial Ángel Masiris, Funda-


mentos Conceptuales y metodológicos de ordenamiento Territorial. uptc,
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 2005, p. 16.
22 Artículo 3 de la ley 388 de 1997.
182 geografías al servicio de los procesos de paz

concepción solidaria, comprendiendo que la propiedad tiene una función


social, lo que implica que los intereses privados cederán a favor del social
cuando se encuentren en conflictos de interés público.23

3.1 Quien produce el espacio, quien o quienes ordenan el territorio

El anterior artículo tan loable de nuestra Constitución, está distanciado


de la realidad y poco se cumple, pero es el marco de gestión para el
ordenamiento territorial municipal, en el que convergen las distintas
instituciones y políticas del Estado y los distintos gobiernos, de manera
complementaria o conflictiva frente a intereses corporativos como lo
son la inversión extranjera expresada en el acaparamiento de tierras, la
minería, los mega proyectos que con sus territorialidades corporativas
afectan los espacios de vida de las comunidades rurales. De esta manera
se generan conflictos entre las concepciones corporativas promovidas
por proyectos de desarrollo, que pretenden pasar por encima del arraigo
territorial, de las economías y formas de vida de los pueblos rurales. El
imperativo corporativo de extracción para generar excedentes, encuen-
tran una barrera en las organizaciones campesinas, afrodescendientes e
indígenas, que se organizan como ellos mismos lo manifiestan “en defensa
del territorio, la vida y sus recursos”.
La defensa del territorio como espacio socialmente necesario para
la producción y reproducción de la vida ha generado numerosos con-
flictos sociales de base territorial24. Estos se han desplegado a lo largo y
ancho del país y pueden ser caracterizados y gestionados al identificar las
principales dimensiones de ordenamiento espacial y territorial. Es im-
portante aquí aclarar que la dimensión territorial jurídico administrativa
del municipio como ámbito del Estado, no reconoce hasta el momento la
territorialidad campesina, sin embargo, sí reconoce la territorialidad de
las comunidades negras en los denominados territorios colectivos y las
territorialidades de los pueblos indígenas denominadas como resguar-
dos. Las comunidades negras e indígenas, han sido reconocidas como
etnias con reconocimiento cultural y derechos territoriales producto de
su resistencia, lucha y conquistas sociales. El campesino es reconocido

23 Ver unfpa y Universidad Externado, Enfoque Poblacional Para Revisión y


Ajuste de Planes de Ordenamiento Territorial. Guía de aplicación 2009, p. 8.
24 Para ampliar sobre este asunto ver: Documentos GeoRaizAL. Metodología
para diagnóstico y análisis de conflictos territoriales http://www.georaizal.
org/wp-content/uploads/2012/03/GeoRaiAL.-Conflicto-territorial.pdf
las zonas de reserva campesina en colombia 183

mayoritariamente por su economía y por la importancia en cuanto al


abastecimiento alimentario del país “son quienes producen la comida
para el país”, este imaginario es bien restringido pues desconoce sus
modos y espacios de vida, su arraigo territorial, su matriz cultural y las
dinámicas migratorias que han permitido poblar el país y sus ciudades.

Tabla 1
Dimensiones del análisis espacial y territorial en las Zonas de Reserva Campesina

Dimensión:
Características y cuantías de los recursos naturales o bienes comunes en ZRC.
Caracterización de las dinámicas poblacionales de la ZRC.
Instituciones del Estado y formas jurídicas que confluyen en ZRC.
Las territorialidades corporativas que confluyen o son vecinas de las ZRC.
Organizaciones sociales o movimientos sociales de base territorial que confluyen o son ve-
cinas de la ZRC.
Localización, ubicación y conectividad, con respecto a la escala municipal, provincial regional
y nacional de la ZRC. Las potencialidades de las Zonas de Reserva Campesina en los planes
de desarrollo con enfoque territorial PDTS.
Riesgo y vulnerabilidad de la ZRC, en el contexto del conflicto armado colombiano y la cons-
trucción de paz.
Fuente: Elaboración a partir de la participación y sistematización de notas y relatorías de los
seis encuentros de Zonas de Reserva Campesina: 2010 en Barrancabermeja, 2012 en Corinto
Cauca, 2013 en San Vicente del Caguan, Caquetá, 2014 TibuNorte de Santander y en el año
2016 en Curumani César, 2017 Chaparral-Tolima. Centro de documentación ANZORC.

La Zona de Reserva Campesina es la figura territorial que ha sido


apropiada por campesinos para consolidar y proponer el reconocimiento
de la territorialidad campesina. Por ello es necesario considerar algunas
dimensiones del análisis espacial y territorial de las zrc, con el fin de
identificar el estado de las territorialidades campesinas, comprendidas
como la fuerza social que dinamiza los distintos territorios campesinos.
Las dimensiones del análisis espacial y territorial considerados para el
análisis del Ordenamiento Territorial de las zrc son: 1) la caracterización
de recursos naturales o bienes comunes en disputa, 2) las características
y cuantía de la población que integra las zonas de reserva campesina,
3) identificación de las instituciones del Estado y formas jurídicas, que
junto a las políticas públicas inciden y efectúan distintas regulaciones
sobre la porción de la superficie terrestre y el subsuelo integrado a
cada zrc, 4) reconocimiento de las pretensiones de las territorialidades
corporativas, 5) reconocimiento y dinamización de las organizaciones
184 geografías al servicio de los procesos de paz

sociales, movimientos­sociales y políticos, relacionados con las zrc, 6)


reconocimiento de la localización, ubicación y conectividad de la zrc
en el contexto municipal, provincial y regional, y 7) evaluación de la
vulnerabilidad de la zrc frente al conflicto armado (ver Tabla 1).
La caracterización de estas dimensiones permitirá ubicar las condi-
ciones propias de cada una de las zonas de reserva campesina. La primera
dimensión refiere a la caracterización de la porción de espacio geográfico
que constituye la zona de reserva campesina y que constituye la fuente
de vida y arraigo material de las comunidades campesinas asentadas en
la diversidad de recursos naturales, cuencas, laderas y suelos que la cons-
tituyen. La principal característica de esta dimensión de la “naturaleza”
es la de contar con un conjunto de ciclos ecológicos interrelacionados
que son alterados por los imperativos extractivos.
La segunda dimensión para caracterizar se refiere a la población,
número de familias con miembros de distintas edades que trabajan en
sus fincas dentro de la economía familiar campesina. Es clave en esta
caracterización reconocer cuantas personas y familias viven en la zona de
reserva campesina, para con el reconocimiento sobre calidades del suelo
y la cuantía de la uaf en la región, logren estimar cuanta tierra y de que
calidad necesitan las poblaciones de cada zona de reserva campesina.
La tercera dimensión es el Estado, incluye el reconocimiento de
la territorialidad jurídica y administrativa de las acciones estatales, los
marcos jurídicos y las políticas públicas, las distintas instituciones y sus
funciones administrativas sobre un territorio específico; éstas, en muchas
ocasiones aparecen como contradictorias, reservas naturales que excluyen
a la población arraigada, con títulos mineros u otros, todos oficializados
en instituciones. La principal característica de la dimensión Estatal es
su lógica espacial de control fundamentada en el desarrollo económico
a través de políticas públicas que buscan tanto la legitimación, como la
coerción a través de la represión, con el uso de fuerza pública y el poder
militar, para garantizar la gobernabilidad y la seguridad, para las corpo-
raciones y su inversión extranjera.
La cuarta dimensión podemos entenderla como corporativa in-
tegrada por la economía de mercado, los megaproyectos, la minería,
los agronegocios. Sus principales lógicas están determinadas por la
generación de excedentes y por este camino el extractivismo, a través
de la relocalización de empresas trasnacionales en países y regiones con
gran potencial de recursos, ya sea agua, suelos, petróleo o minería. Son
beneficiarias y promovidas por las políticas que buscan la seguridad
para la inversión extranjera, en la actualidad en el país existen varios
las zonas de reserva campesina en colombia 185

conflictos­vinculados con la expansión de estas corporaciones, es el caso


de la minería y el megaproyecto hidroeléctrico.
La quinta dimensión refiere a las organizaciones sociales que im-
pulsan sus proyectos, esto incluye la base social de las zonas de reserva
campesinas, las organizaciones políticas que a nivel regional y nacional
impulsan los proyectos de zonas de reserva campesina, los distintos mo-
vimientos sociales relacionados con el medio ambiente, la alimentación,
el agua, las economías alternativas y la autonomía territorial, temas y
agendas de interés para ser gestionados en y desde las zonas de reserva
campesina, con un panorama de relaciones con el municipio y región.
La sexta dimensión refiere a la realización de una descripción sobre
la localización, ubicación y conectividad de las zonas de reserva campesina
con respecto a la escala municipal, provincial regional y nacional. Aquí
es clave reconocer donde está localizada la zona de reserva campesina,
con respecto al municipio o municipio donde se encuentra, cuáles son
los municipios vecinos, etc. Cuáles son las vías con las que cuenta para
acceder a la zona de reserva campesina. Cuál será la función de la zona
de reserva dentro de la región donde se encuentra localizada, su localiza-
ción la margina o la ubica en un lugar estratégico para su consolidación.
Finalmente, la séptima dimensión hace referencia a las condiciones de
vulnerabilidad e inseguridad de las zonas de reserva campesinas con
respecto a las dinámicas del conflicto armado.

4. Elementos geopolíticos para la gestión de la territorialidad


y los territorios de las zonas de reserva campesina

Las zonas de reserva campesina no se restringen a ser un encierro terri-


torial, definido ya sea por el lugar donde los campesinos construyen y
han arraigado su identidad, o por el espacio conformado por el conjunto
de recursos ambientales integrados a la cuantía de tierras de una zrc.
La figura de zrc responde a problemáticas locales, regionales, nacio-
nales y globales, pues desde su territorio se plantean luchas y aportes
a la construcción de la soberanía nacional, esto permite identificar que
la gestión de la autonomía en la zrc y la construcción de la soberanía
nacional van de la mano. Es importante subrayar que la anterior com-
prensión, responde a las lógicas de expansión capitalista que, con per-
misividad y promoción del Estado, han fracturado la soberanía nacional,
con procesos globales como el acaparamiento de tierras, concentración
de la propiedad y uso de los suelos para actividades de agronegocios,
186 geografías al servicio de los procesos de paz

minería, infraestructuras energéticas, turismo, reservas ambientales y


parques nacionales, procesos que no son ajenos y a las territorialidades
y luchas locales desde las zrc y que se ven implicadas en las dinámicas
territoriales de la implementación de los acuerdos de paz.
A estos procesos de expansión capitalista tampoco son ajenas las
territorialidades indígenas y de las comunidades negras, el ejercicio de
la territorialidad y la búsqueda de autonomía de las comunidades cons-
tituyen un problema de geopolítica interna y externa del Estado-nación.
Es precisamente por estas razones que, en la gestión de las autonomías
territoriales, confluyen la escala nacional, local e internacional, la gestión
de las autonomías territoriales puede impulsar y constituir la soberanía
nacional, la fortaleza de esta última puede garantizar las autonomías
territoriales o por el contrario desconocerla. A la gestión de esta contra-
dicción y complementación entre autonomía y soberanía, están avocadas
las comunidades rurales del país y las instituciones del Estado.
Lo cierto es, que actualmente la soberanía estatal y nacional esta
fracturada; a esta fractura responden las comunidades rurales con la ges-
tión de las autonomías territoriales. El establecimiento del neoliberalismo
y la restructuración de los estados fueron transformando los regímenes
jurídicos del Estado y así mismo fueron permitiendo que inversiones
corporativas y de otros estados se instalaran en los ámbitos locales de
territorios nacionales, esto funcionó y funciona a través de la inversión
directa extranjera. Esta lógica se extendió a partir del requerimiento de
los imperativos del capitalismo financiero y extractivo, que requerían
esta fluidez internacional, que además demanda relocalizar y fijar en
algunos espacios sus inversiones; para ello desaloja pueblos, destruye
paisajes, acapara tierras, concentran los usos y la propiedad de la tierra,
ejerciendo un extractivismo exacerbado que destruye naturaleza y vida,
con su imperativo de máximos excedentes. La particularidad en este
proceso en Colombia, es el despliegue de su lógica en medio de la guerra
con violencia armada y muchas víctimas rurales, entre ellas campesinos
y campesinas, por ello es coherente que el campesino venga planteando
en los últimos años, que la gestión de “las Zonas de Reserva Campesina
es una iniciativa agraria de paz y que para ellos el diálogo es la ruta”.25

25 La paz de los campesinos es la justicia social. (Ponencia de anzorc para


el Foro Agrario convocado por el gobierno y las farc-ep, diciembre 17
de 2012) http://www.humanas.org.co/archivos/4ponencia_anzorc.pdf. Ver
También: Zonas de Reserva Campesina serán territorios de paz. Declaración
política Asamblea Nacional de anzorc. Asociación Nacional de Zonas de
Reserva Campesina - anzorc, 2 de marzo de 2016.
las zonas de reserva campesina en colombia 187

Tabla 2
Componentes geopolíticos de gestión de la territorialidad campesina en las ZRC

Componente geopolítico Ámbito de gestión


Hace referencia a la gestión del encuadre de la ZRC en la
institucionalidad del OT del país, desde los municipios,
Político administrativo.
departamentos y regiones.
Refiere a la gestión del desarrollo económico sostenible
Economía, desarrollo rural y medio
y el ordenamiento ambiental en las ZRC, sus municipios
ambiente.
y regiones.
Encarna el reconocimiento de los campesinos como su-
Territorialidad y cultura campesina.
jetos políticos económicos y culturales
Comprende las ZRC como territorios de gestión de la
vida nacional regional, donde confluyen las luchas glo-
Dinámicas globales en localidades. bales, se propone evidenciar las relaciones de las zonas
de reserva con su entorno con otras poblaciones y con
la vida urbana.
Refiere a la potencialidad de los campesinos y sus
propuestas en la construcción de la paz, también a las
tensiones entre las ZRC y a las antiguas zonas de con-
Los campesinos en la construcción
solidación y de desarrollo empresarial. En la actualidad
de la paz.
se trata de la relación entre las ZRC y los PDTS junto
a las distintas dinámicas de la implementación de los
acuerdos de paz.
Fuente: Elaboración propia a partir de la participación y sistematización de notas y relatorías
de los seis encuentros de Zonas de Reserva Campesina: 2010 en Barrancabermeja, 2012 en
Corinto Cauca, 2013 en San Vicente del Caguan, Caquetá, 2014 TibuNorte de Santander y en
el año 2016 en Curumani César, 2017 Chaparral-Tolima. Centro de documentación ANZORC.

Las zrc es una figura propuesta en medio del capitalismo globali-


zado, de la expansión de la minería y de los resultados de un desplaza-
miento forzado que evidencio una contrarreforma agraria y un despojo
sistemático de las tierras y territorios en medio de la guerra. Por estas
razones la territorialidad de las zonas de reserva campesina y su auto-
nomía se gestiona como una estrategia territorial de transición de paz
con proyección social y económica, alternativa al capitalismo, se plantea
como una barrera territorial frente a la expansión del capital internacio-
nal sobre los bienes comunes de la nación y las tierras de las comuni-
dades rurales. Esta territorialidad de los campesinos no busca aislarse,
ni constituirse en isla, sino todo lo contrario, busca el reconocimiento
histórico del campesinado en el país y su rol constitutivo y fundamental
en la construcción de las ciudades, las regiones y el país, los campesinos
han contribuido, participan y aportarán a la construcción de la soberanía
nacional de un país multicultural.
188 geografías al servicio de los procesos de paz

La territorialidad y la construcción de algunos niveles de autonomía


relativa desde las zrc han requerido una gestión de geopolítica interna
y externa. Para esto alrededor de esta figura la Asociación Nacional
de Zonas de Reserva Campesina anzorc ha contemplado aspectos a
considerar en el ordenamiento territorial desde y en las zonas de reserva
campesina, tanto lo referente a sistemas productivos, el uso del suelo y
demás recursos ambientales o procesos económicos. Es imperativo tam-
bién el reconocimiento que ninguno de estos aspectos puede ordenarse
o gestionarse sin considerar, las áreas externas próximas, que constitu-
yen el contexto regional donde se encuentra ubicada una zrc. Para el
reconocimiento de los campesinos y su territorialidad en el marco del
ordenamiento territorial se proponen considerar cinco componentes
geopolíticos, estos son: i) político administrativo. ii) Economía, desa-
rrollo rural y medio ambiente, iii) territorialidad y cultura campesina,
iv) las dinámicas globales en localidades y territorios campesinos v) Los
campesinos en la construcción de la paz. A continuación, se desarrolla
cada uno de estos componentes geopolíticos, teniendo en cuenta estos
temas y sus correspondientes ámbitos de gestión de cada componente,
los subcomponentes junto a las propuestas y criterios para la acción.
(Ver Tablas 2 y 3).

Tabla 3
Paz con la naturaleza en el Putumayo: tensiones y desafíos socio-ambientales
en las áreas protegidas de la triple frontera Ecuador-Perú-Colombia

Componentes Subcomponentes a Propuestas y criterios


geopolíticos considerar en la gestión para la acción
del OT-ZRC del OT de las ZRC
Definir las zonas de reservas campe-
sinas como figuras dentro del POT
de los municipios. Esto permitirá el
reconocimiento y protección de zonas
La relación con munici- del país donde históricamente existen
pios. ZRC o zonas de minifundio distintas en
la actualidad abastecen de alimentos
Político administrativo. al país siendo zonas que sustentan la
construcción de buena parte de sobe-
ranía alimentaria.
Indagar sobre la función y vinculación
de las ZRC en la construcción de pro-
La relación con las regio-
yectos de desarrollo regionales y pla-
nes
nes para la construcción regional de la
soberanía alimentaria.
las zonas de reserva campesina en colombia 189

Componentes Subcomponentes a
Propuestas y criterios
geopolíticos considerar en la gestión
para la acción
del OT-ZRC del OT de las ZRC
Consolidar las relaciones urbanas
rurales de las ZRC próximas con las
ciudades. Esto puede establecerse a
través del reconocimiento de los terri-
La relación con las ciu- torios que han generado la población
dades. que habita y trabaja en las ciudades,
que pueden coincidir con las regiones
de abastecimiento de alimentos y agua
para las ciudades.
Planificar una gestión integral e in-
terinstitucional desde las ZRC con el
objetivo de armonizar la superposición
La relación con las ins- jurídica y territorial existente en los te-
tituciones y sus figuras rritorios de la ZRC. Consolidar el sis-
territoriales. tema de zonas de reserva campesina
delineando una nueva institucionalidad
rural.
Reivindicar y exigir el reconocimiento
de la ZRC como una figura que permi-
te la consolidación de asentamientos
La funcionalidad espacial,
poblacionales, en el marco de la sos-
ecológica y social.
tenibilidad ambiental y en el fortaleci-
miento social de los municipios y de-
partamentos del país.
Consolidar sistemas productivos
agroecológicos bajo el conocimiento
campesino y la pedagogía campesino-
campesino.
En la soberanía y autono- La soberanía alimentaria es un criterio
mía a alimentaria. rector del el ordenamiento territorial al
interior de las ZRC, busca el auto abas-
Economía, desarrollo tecimiento alimentario de la población
rural y medio ambiente. de fina como y la determinación para
decidir cómo y dónde se abastecen de
insumos y alimentos.
Reconocer y proteger las ZRC como
territorios donde el mercado de tierras
tiene mecanismos para la regulación
Los mercados de tierras.
del mercado de tierras impidiendo la
concentración de la propiedad y uso de
las tierras.
Reconocer el rol que los territorios
campesinos y sus unidades domesti-
cas han tenido en la reproducción de
Las dinámicas del trabajo.
flujos de población, que han llegado
a constituir la fuerza de trabajo en del
país y en particular de las ciudades.
190 geografías al servicio de los procesos de paz

Componentes Subcomponentes a
Propuestas y criterios
geopolíticos considerar en la gestión
para la acción
del OT-ZRC del OT de las ZRC
Construir instrumentos de gestión de
otra economía que fundamente una te-
La gestión de otra eco-
rritorialidad en la que los excedentes de
nomía.
la producción se subordinen a la soste-
nibilidad ambiental y al beneficio social.
Constituir los mecanismos pata que las
ZRC se constituyan en territorios de
gestión de la sostenibilidad ambiental a
partir de un modelo de desarrollo rural
La gestión del medio
alternativo en el que la agroecología
ambiente y los bienes co-
y la economía social y solidaria sean
munes.
criterios rectores del ordenamiento del
uso de los recursos y de la apropia-
ción y construcción de la territorialidad
campesina.
Recuperar la vereda como la principal
unidad espacial y cultural donde la vida
social se arraiga en el territorio y donde
La vida veredal. las unidades domésticas campesinas,
interactúan y constituyen la identidad
campesina en relación con otras vere-
das y poblaciones no campesinas.
Reconocer el agua, ciclos hídricos y las
cuencas como un aspecto central de la
cultura campesina. Fortalecer las formas
La vida en los ríos y cuen-
de cuidado, abastecimiento y gestión de
cas.
acueductos comunitarios como un ele-
mento central en el tejido social de los
campesinos.
Reconocer el papel que los campesi-
nos han desempeñado en la adaptación
Territorialidad y cultura aprovechamiento y manejo de los sue-
campesina. La vida en las laderas y los de ladera, donde han afincado sus
páramos. formas de vida. Reconocer cómo el
poblamiento de las laderas hace parte
de un paisaje campesino que debe ser
fortalecido.
Reconocimiento del campesinado como
sujeto cultural político y económico.
Promover el arraigo territorial de los
La Identidad campesina. campesinos, reconociendo sus formas
propias de vida, sus fiestas, comidas y
religiosidad como parte de la diversidad
cultural del país.
Reconocer a los campesinos como ciu-
dadanos que construyen la historia del
Las instituciones campe-
país y desarrollan propuestas e institu-
sinas.
ciones económicas y culturales que le
aportan al país en general.
las zonas de reserva campesina en colombia 191

Componentes Subcomponentes a
Propuestas y criterios
geopolíticos considerar en la gestión
para la acción
del OT-ZRC del OT de las ZRC
Dinámicas globales en La relación con las corpo- Las ZRC se establecen como una alter-
local. raciones y las lógicas del nativa a la expansión de los intereses
capital. de las empresas nacionales e interna-
cionales. Funcionan como una barrera
de esta expansión, pero construyen
una relación con la economía regional
y nacional con criterios de distribución
de los excedentes al interior de las ZRC
configurándose en una transición hacia
territorios no propiamente capitalistas.
Zonas de reserva campe- Los territorios de las ZRC son al mismo
sina y globalización. tiempo espacios locales, regionales y
globales, por ello las luchas que se em-
prenden en los territorios campesinos
son luchas por la construcción de una
nación pluricultural y por la consolida-
ción de la soberanía nacional.
Los campesinos en la Zonas de consolidación. Un criterio rector es que los proyectos
construcción de la paz. de Zonas de consolidación y su concep-
ción como estrategia contrainsurgente
se vuelquen a la consolidación de la paz
y de la vida y los territorios campesinos.
Zonas de desarrollo Es importante no dejar supeditado el de-
agroindustrial. sarrollo de los territorios campesinos al
ser zonas funcionales para el desarrollo
industrial en tanto abastecen de alimen-
tos y mano de obra barata a grandes
megaproyectos, forestales, mineros o
de agronegocios. Ya que esta situación
configurará futuros conflictos.
Conjunto de municipios Las zonas de reserva campesina pue-
priorizados y planes de den convertirse en dinamizadores de
desarrollo con enfoque la implementación de los acuerdos de
territorial PDTS. paz.
Fuente: Elaboración propia a partir de la participación y sistematización de notas y relatorías
de los seis encuentros de Zonas de Reserva Campesina: 2010 en Barrancabermeja, 2012 en
Corinto Cauca, 2013 en San Vicente del Caguan, Caquetá, 2014 TibuNorte de Santander y en
el año 2016 en Curumani Cesar, 2017 Chaparral-Tolima. Centro de documentación ANZORC.

Conclusiones

La Zona de Reserva Campesina es la figura territorial que ha sido apro-


piada por campesinos para consolidar y proponer el reconocimiento
de la territorialidad campesina. La defensa del territorio como espacio
socialmente necesario para la producción y reproducción de la vida ha
192 geografías al servicio de los procesos de paz

generado numerosos conflictos sociales de base territorial relacionados


con la tenencia de la tierra, el modelo de desarrollo y el ordenamiento
territorial. Todas las definiciones o aproximación al Ordenamiento Te-
rritorial llevan consigo la idea de regular u organizar el uso, ocupación
y apropiación, como también la transformación de las condiciones de un
territorio en pro del aprovechamiento óptimo generalmente asociado
con el uso racional y sustentable, de los recursos naturales a partir de
una planificación física ambiental de espacio geográfico.
Las discusiones y propuestas que han desarrollado los campesinos
en la última década sobre las zonas de reserva campesina, evidencian
que esta figura territorial no es concebida por los campesinos como un
encierro territorial, definido ya sea por el lugar donde los campesinos
construyen y han arraigado su identidad, o por el espacio conformado por
el conjunto de recursos ambientales integrados a la cuantía de tierras que
integra las zrc. La figura territorial responde a problemáticas locales,
regionales nacionales y globales, pues desde su territorio se plantean
luchas y aportes a la construcción de la soberanía nacional, esto permite
identificar que la gestión de la autonomía en la zrc y la construcción
de la soberanía nacional pueden se complementarias.
El poder de los campesinos reside en estar organizados a partir de sus
veredas, de sus acueductos comunitarios, de su economía campesina y de
su arraigo a la tierra que conforman su proyecto territorial no reconocido
jurídicamente, pero históricamente enraizado en la configuración de la
ruralidad colombiana y con un significativo aporte a la construcción de
las ciudades colombianas. Las zrc han emergido en medio de las luchas
por la tierra y del conflicto armado en Colombia, las organizaciones
campesinas han propuesto que estas zonas son una experiencia agraria
de paz, por ello tanto los acuerdos como el inicio de su implementación,
dejan a las zrc como una de las dinámicas territoriales de la implantación
destacadas en la construcción de la paz territorial y la implementación
integral de los acuerdos de paz.
La gestión del ordenamiento territorial en las zrc y desde las zrc
cuenta con un potencial trasformador del ordenamiento territorial,
económico y ambiental, pues serán reconocidas dentro de los Programas
de Desarrollo con Enfoque Territorial pdet, priorizados para la imple-
mentación de los acuerdos de paz y por la Reforma Rural Integral. Las
zrc y la gestión de sus relaciones con los municipios, departamentos y
regiones permitirá explorar como serán reconocidos los derechos terri-
toriales de los campesinos en Colombia, por ello las zrc serán un eje
fundamental en la reconfiguración del régimen territorial colombiano,
las zonas de reserva campesina en colombia 193

abriendo posibilidades para el reconocimiento de regímenes territoriales


emergentes, promovidos por sujetos políticos y culturales no reconocidos
por la Constitución Política de 1991.

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Fondo de Tierras
Decreto Nº 893 de 2017 crea 16 Programas de Desarrollo con Enfoque
Territorial pdet que incluyen a 170 municipios en las distintas
regiones del país.
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San José de Apartadó: la construcción
permanente de una comunidad de paz
James G. M. D’Angelo y Paco Sempere Ruiz

Introducción

La Comunidad de Paz de San José de Apartadó se formó en 1997, en una


zona de Colombia históricamente violenta por encontrarse en un punto
estratégico de intereses económicos, entre los cuales sobresale el cultivo
de palma africana, el tráfico de droga y de armas, que ha provocado el
desplazamiento forzado de miles de habitantes de la zona. El territorio
está caracterizado por ser una tierra fértil, de fácil explotación para
cultivos, tanto lícitos como ilícitos, en un área en la que la presencia del
Estado es prácticamente nula.
La Comunidad representa un caso emblemático de resistencia
comunitaria, resiliencia y de modelo de reconstrucción del tejido social
mediante la integración pacifica en un contexto de conflicto, presentando
la renuncia a la violencia cultural, al modelo económico capitalista, y
centrándose en valores sociales como el trabajo comunitario, y la soste-
nibilidad, adoptando un modelo de democracia representativa.
Desde su fundación, la comunidad ha sido víctima de numerosos
asesinatos y varias violaciones de derechos humanos que no han logrado
acabar con el proyecto, gracias a la capacidad de la comunidad de resistir
de una forma no violenta para defender su territorio y sus principios.
Este trabajo intentará explicar, a través de un análisis con una perspectiva
geo-política y social, el surgimiento y la trayectoria que han caracteri-
zado este proyecto que representa un modelo de organización social
para Colombia.
[197]
198 geografías al servicio de los procesos de paz

La producción de nuevas mercancías y la apertura de nuevos mer-


cados se consiguen ahora con la conquista y reconquista de territorios
y espacios sociales que antes no tenían interés para el capital. Conoci-
mientos ancestrales y códigos genéticos, además de recursos naturales
como el agua, los bosques y el aire son ahora mercancías con mercados
abiertos o por crear. Quienes se encuentran en los espacios y territorios
con estas y otras mercancías, son, quiéranlo o no, enemigos del capital.
Algunas tesis sobre la lucha antisistmémica-Subcomandate Marcos ezln.
De acuerdo con el Atlas global sobre los conflictos ambientales de
la Universidad Autónoma de Barcelona existen un total de 499 conflictos
registrados en los diez países que conforman Sudamérica. De los prime-
ros veinte países que encabezan esta lista nivel mundial, 8 pertenecen a
la región, a excepción de Paraguay y Uruguay. Colombia se encuentra
segunda en el ranking con 122 conflictos registrados. Brasil tercera con
81. Perú sexta con 73, Ecuador octava con 60. Estos conflictos tienen
muy diversas categorías- sobresaliendo los vinculados a los grandes pro-
yectos de minería, extracción de combustibles fósiles como el carbón y
el petróleo o la gestión del agua. Este Atlas es uno de los resultados más
importantes del proyecto europeo ejolt (Environmental Justice Organiza-
tions, Liabilities and Trade). Esta plataforma on-line permite a los usuarios
visualizar los conflictos por tipo de mercadería, por compañía responsable
o por país. En palabras de Joan Martínez Alier, director del proyecto,
“el Atlas muestra cómo los conflictos ecológicos están aumentando en
todo el mundo, por las demandas de materiales y energía de la población
mundial de clase media y alta (…) las comunidades que reciben el mayor
impacto de los conflictos ecológicos son pobres, a menudo indígenas, y
no tienen poder político para poder acceder a la justicia ambiental y a
los sistemas de salud”.1
Este incremento de los conflictos ecológicos en Latinoamérica es
resultado directo de los procesos políticos y económicos (y sus eviden-
tes déficits democráticos) que se derivan de lo que en la literatura se
ha denominado “ventajas comparativas del comercio internacional”,
que relega a los países de la región a especializarse en la producción de
bienes que usan recursos que abundan en sus territorios. En palabras de
Mario Rapoport esta lógica se desarrollaría de la siguiente forma: “Hacia
finales del siglo xix y principios del xx, los factores de producción, el

1 Datos extraídos de la página web: http://www.uab.cat/web/noticias/


detalle-de-una-noticia/presentado-el-atlas-global-de-justicia-ambien-
tal-1099409749848.html?noticiaid=1345668485737
la construcción permanente de una comunidad de paz 199

capital y la mano de obra se movilizarían hacia los países periféricos, en


especial los “espacios abiertos” de escasa población y grandes recursos
naturales, mientras se recibían en retorno dividendos e intereses, lo que
acrecentaba la acumulación de capitales y materias primas y alimentos,
estimulando la exportación de manufacturas (Rapoport, 2013). Este rol
histórico que cumple la región como exportadora de materias primas y
recursos energéticos permite el desarrollo del proceso metabólico del
Sistema Económico Mundial (Wallerstein, 2006). Lo que por otra parte
conlleva mayores costos ecológicos para los países exportadores de recur-
sos naturales puesto que ni la pérdida ni la depreciación del patrimonio
ambiental se incluyen en los precios de exportación.
Este proceso se aceleraría considerablemente a partir de las políticas
de liberalización de mercados en América Latina y el Caribe en la década
de los noventa como resultado del Consenso de Washington y a partir de
los primeros años del nuevo siglo por la gran demanda de materias primas
por parte de economías como la del gigante chino. La adopción de este
tipo de políticas provocó una reconversión productiva al estimular una
reprimarización de las economías regionales, lo cual tuvo un innegable
impacto negativo sobre el tejido industrial de sus diferentes países. Un
caso paradigmático lo constituye la Argentina, un país de larga tradición
industrial, que vio cómo, durante los años 90, su relación de bienes de
capital importado se incrementó del 24,8% en 1991 al 68,1% en 2001
(Rubinzal, 2013).
Este proceso no sería exclusivo de la Argentina, sino que por el
contrario, durante la década de los noventa se producen importantes
reformas en los sistemas políticos y económicos de la región. Por poner
solo un ejemplo, en materia de minería se hicieron reformas a los Códigos
y Leyes Mineros, adecuándolos a las nuevas condiciones del mercado,
favoreciendo la liberalización y la inversión extranjera. Estas reformas se
irían sucediendo a lo largo de toda la década en los diferentes países de la
región: en Bolivia (1991), Uruguay (1991), México (1992), Cuba (1995),
Brasil (1996), Honduras (1998), Venezuela (1999), Nicaragua (2000) y
Colombia (2001) (Fuentes, 2012: 216, citado en Pérez Rincón, 2014).
Cabe señalar que hasta ese momento, último cuarto de siglo xx
aproximadamente, en América Latina, el Estado nacional había ejercido,
en gran parte de los países, el rol de planificar el desarrollo nacional y
regional; estando incluidas en el mismo la constitución y gestión de em-
presas públicas, muy especialmente las relacionadas con la explotación de
recursos naturales estratégicos con el propósito de apuntalar el desarrollo
industrial y satisfacer las necesidades básicas humanas. Como ya hemos
200 geografías al servicio de los procesos de paz

visto estas empresas fueron, precisamente, los primeros objetivos del


proceso de reconversión. De esta forma asistimos a una reeditacion, en
la región, de la teoría de la dependencia en sus diferentes formas.
De acuerdo a la organización sin ánimo de lucro con base en los
Estados Unidos “Global Finance Integrity” y el Centro de Investigación
aplicada en la Norwegian School of Economics, esta dependencia se convierte
en un considerable flujo de capitales que cada año circula desde los países
en desarrollo hacia los países ricos:

In 2012, the last year of recorded data, developing countries received a


total of $1.3tn, including all aid, investment, and income from abroad. But
that same year some $3.3tn flowed out of them. In other words, develo-
ping countries sent $2tn more to the rest of the world than they received.
If we look at all years since 1980, these net outflows add up to an eye-
popping total of $16.3tn – that’s how much money has been drained out
of the global south over the past few decades. To get a sense for the scale
of this, $16.3tn is roughly the gdp of the United States.2

Los mismos investigadores calculan que, por cada dólar que reciben
los países en desarrollo, 24 se pierden en salidas netas “net outflows” y que
las mismas son las responsables de la caída de los estándares de vida de sus
ciudadanos. Una de las prácticas más ejercidas por parte de las grandes
empresas multinacionales es la evasión fiscal a través de los paraísos fiscales,
de esta manera “los países en desarrollo pierden cada año al menos 100 mil
millones de dólares”.3 Además, la ong critica que las grandes empresas
están reduciendo al mínimo los costos en todo el mundo, impidiendo
que trabajadores, productores y cadenas de suministro se beneficien con
el crecimiento económico, lo cual incrementa la desigualdad y ahoga la
demanda. En definitiva, son los países en vías de desarrollo los que están
financiando el bienestar de los países del llamado Primer Mundo.
Volviendo al caso que estamos analizando, Colombia también
muestra esta realidad en los procesos de reconversión económica. Con
datos a 2011, las exportaciones totales del país tuvieron un crecimiento
significativo al pasar de 6.628 millones de dólares en 1990 a 53.840
millones en este último año, significando ello un crecimiento total de
712% (casi 34% promedio anual). Sin embargo, de este crecimiento

2 Artículo publicado en el diario The Guardian: https://www.theguardian.


com/global-development-professionals-network/2017/jan/14/aid-in-
reverse-how-poor-countries-develop-rich-countries?cmp=share_btn_fb
3 Informe de la Ong Oxfam 2016.
la construcción permanente de una comunidad de paz 201

efectivo equivalente a 47.212 millones de dólares para todo el periodo,


las exportaciones de origen primario aportaron casi el 69%, cifra que
asciende al 85% del total de bienes exportados cuando se incluyen las
exportaciones manufactureras de origen primario (Pérez Rincón, 2014).
Los datos que ofrecemos no obedecen tan solo a una lógica econó-
mica sino que son también resultado de decisiones políticas. El “boom”
minero que venía desarrollándose en Colombia, recordemos que repre-
senta el 11% del pib en 2012, se hizo público con el primer gobierno
de Álvaro Uribe Vélez (2000-2004) las cuales han tenido continuidad en
los siguientes gobiernos hasta la actualidad con el anuncio del presidente
Juan Manuel Santos de hacer de la minería una de las locomotoras del
desarrollo que llevaría a la “prosperidad de todos, más empleo, menos
pobreza y más seguridad” (Plan Nacional de Desarrollo, 2011-2014).
Estas políticas evidencian que el auge de la gran minería en Colombia
es parte de una estrategia transnacional que busca aprovechar la alta de-
manda internacional por minerales, explotándolos en los países del tercer
mundo para alimentar la industria de los países centrales que producen
bienes manufacturados de alto valor agregado. De esta manera se sigue
postergando en estas economías las posibilidades de industrialización a
favor del sector primario, lo cual incrementa su dependencia interna-
cional, puesto que el país se inserta, de esta manera, en el marco de las
nuevas formas de desarrollo del capitalismo, perdiendo el control de
las decisiones sobre recursos naturales tan estratégicos, decisiones que
se toman en ámbitos internacionales. Los costos de estas políticas para
atraer la inversión extranjera ha sido la de las exenciones y descuentos
tributarios, flexibilización laboral y ambiental, expansión de la oferta de
concesiones territoriales o títulos de explotación para minería, petróleo
y cultivos agroexportadores y acuerdos de protección a las inversiones.
Esta dinámica es algo que el cinep (Centro de Investigación y
Educación Popular) en su informe especial de octubre de 2012, consi-
dera que va más allá de la estructura productiva al menoscabar la calidad
de la democracia en Colombia puesto que “la apuesta por la minería
exige cambios en el rol del Estado. En este sentido, se ha comenzado
a reestructurar la política minera y la institucionalidad: por un lado, el
Estado deja de intervenir de manera directa en la actividad económica y,
por otro, la respuesta a las demandas sociales de campesinos, indígenas
y afrodescendientes es muy precaria o inexistente”.4

4 Datos extraídos de: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/06/


19/actualidad/1466330474_587241.html
202 geografías al servicio de los procesos de paz

Este tipo de proceso contribuye a que Latinoamérica se convierte en


una de las regiones más violentas del mundo. Según el informe publicado
por la ong “Global Witness”, 2015 ha sido el año con más activistas
ambientales asesinados en lo que va de siglo, con 185 muertes, 69 más
que en 2014. Latinoamérica ha vuelto a ser, como en los conteos inme-
diatamente anteriores, la región con más víctimas en el mundo (66%) y
Brasil, con 50 muertes, el país más peligroso para los activistas, con casi
uno de cada tres asesinatos en el mundo (27%). Filipinas (33), Colombia
(26), Perú (12) y Nicaragua (12) son los países que le siguen en el listado
del número de muertos. Hay que evidenciar el hecho que cerca del 40%
de los asesinados son indígenas. La misma ong calcula que, entre 2010
y 2015, se han producido 753 asesinatos en todo el mundo. Tres de
cada cuatro se perpetraron en América Latina (77%), con Brasil (207),
Honduras (109) y Colombia (105) a la cabeza en el número de muertos.
Solo estos tres países acaparan más de la mitad de los crímenes en ese
periodo (56%). Las causas, efectivamente, se repiten alrededor del globo,
mientras que la situación se complica en aquellas pequeñas comunida-
des y pueblos indígenas, especialmente, que batallan por los títulos de
propiedad de sus tierras, un derecho que termina enfrentándoles con los
intereses de la denominada agroindustria, la minería, la construcción de
presas hidroeléctricas o la tala industrial.
Cómo vemos en la siguiente tabla son los afros, los indígenas, los
campesinos o aquellos que todavía se dedican a actividades económicas de
subsistencia los que más severamente sufren las consecuencias del actual
sistema económico de producción y consumo y los que mayor resistencia
presentan. En otras palabras, según la periodista Naomi Klein “no es
de extrañar que las personas que mejor comprenden esto sean aquellas
a quienes nuestro modelo económico haya estado siempre dispuesto a
sacrificar” (Klein, 2015).
Como vemos, se produce, por tanto, un desplazamiento en el cam-
po conceptual: más que de conflicto ecológico tenemos que comenzar
a hablar de conflicto ambiental. Esto nos va a dar una idea de la tarea
global que se presenta y del carácter sistémico de la crisis de civilización
que sufrimos todos. De forma que, cuando nos esforzamos por darle un
marco conceptual apropiado al término de sostenibilidad debemos ha-
cerlo en todas sus dimensiones – económico-productivas, socio-cultural
y físico-naturales – y no poner sólo el acento en ésta última, la tantas
veces mencionada “ecología” con la que tradicionalmente se le ha venido
equiparando. Es más, a estas tres dimensiones debemos agregarle una
última que las sobrevuela y que debería tener una autonomía mayor de
la construcción permanente de una comunidad de paz 203

la que, como podemos comprobar cotidianamente, tiene: la dimensión


político-institucional, es decir, aquella que ordena, regula y hace equita-
tivo el equilibrio de las tres esferas anteriormente mencionadas. Según
Miya Yoshitani, Directora Ejecutiva de la Red Medioambiental de Asia y
el Pacífico: “la lucha por la justicia climática aquí, en los Estados Unidos,
y en todo el mundo no es solamente una lucha contra la mayor crisis
ecológica de todos los tiempos, sino que es la lucha por una nueva eco-
nomía, un nuevo sistema energético, una nueva democracia, una nueva
relación con el planeta y entre nosotros, una nueva lucha por la tierra,
el agua y la soberanía alimentaria, por los derechos de los indígenas, por
los derechos humanos y por la dignidad de todas las personas. Cuando
la justicia climática gana, nosotros ganamos el mundo que queremos”
(en Klein, 2015).

Figura 1
Grupo Poblacional Afectado - Conflictos ambientales en Colombia

Sector Afros Campesinos Indígenas Mineros Pescadores Turistas Urbanos Total


Aspersión 1
Aérea
Biomasa 3 3 1
Energía Fósil 1 5 5 1 2
Generación 1 3 3 1
energía
Infraestruc- 2 2 2 2
tura
Minería 2 7 7 7 1 6
Residuos 2
sólidos
turismo 1 1
Total 9 18 18 7 4 2 14 72
% 12,5% 25,0% 25,0% 9,7% 5,6% 2,8% 19,4% 100%

Fuente: Base de datos EJOLT (Colombia).

Porque alcanzar un mundo sostenible no es, como muchos liberales


de derecha critican y no pocos de izquierda malinterpretan, sacrificar
el presente por un futuro incierto, sino, por el contrario, apostar por
un presente mucho más equitativo y justo para la gran mayoría de los
habitantes del planeta.
Es por esto que para la salud de nuestros sistemas democráticos,
de nuestras instituciones y de nuestras sociedades en general, se trabaje
para denunciar los conflictos ambientales que amenazan, no tan sólo
los recursos naturales de un territorio en concreto, sino la vida y los
204 geografías al servicio de los procesos de paz

derechos humanos de los que allí viven y, en esta visión sistémica del
problema de sostenibilidad que afronta el mundo de hoy, un problema de
carácter global, la supervivencia, en última instancia, de toda la especie
humana. Enfrentamos en pocas palabras un peligro que afecta a toda
nuestra civilización.
Existe una cierta confusión a la hora de definir y categorizar los con-
flictos ambientales. Razón por la cual consideramos oportuno recordar
que todo conflicto ambiental es de por sí un conflicto socio-ambiental,
puesto que el ambiente es un concepto que no puede entenderse sin su
dimensión social. Por tanto, esta última definición “socio-ambiental”
resultaría redundante.

Figura 2
Dimensiones de la sostenibilidad

Como se muestra en el gráfico anterior son tres las dimensiones


que hay que tener en cuenta –la físico-natural, la socio-cultural y la
económico-productiva– a la hora de hablar de ambiente. Y sólo un co-
rrecto equilibrio entre estas dimensiones nos van a permitir alcanzar algo
parecido a un ambiente sostenible. Algo que solo será posible si la esfera
político-institucional efectivamente sobrevuela a las tres dimensiones
anteriores –regulando, ordenando y buscando un equilibrio entre ellas–
es decir, si consigue una cierta autonomía e independencia.
la construcción permanente de una comunidad de paz 205

Por ello es que reiteramos que este tipo de confrontaciones –que


denominamos como “conflictos ambientales”–, tienen que ver con el
entorno, con el uso, manejo y aprovechamiento de los recursos naturales,
y con la realización de proyectos, obras o actividades que pueden oca-
sionar impactos no solo ambientales sino también sociales y culturales.
La multiplicación de estos conflictos ambientales más la frecuen-
cia e intensidad con la que se repiten los eventos naturales de enormes
magnitudes, muchos de ellos de origen antrópico, nos conduce a pensar
que vivimos y sufrimos una crisis ambiental de evidencias cada vez más
palmarias y que está fuertemente ligada a los modelos de desarrollo y a
sus estructuras socioeconómicas, basadas en un proyecto de producción
y consumo acumulativo, acrítico y sin límites, que actualmente adquiere
proporciones globales y que, por tanto, por estas mismas razones se
configura fuertemente dentro de nuestro patrones culturales al punto
de convertirse en un problema de carácter civilizatorio.
Como decíamos anteriormente, Latinoamérica es un territorio
en disputa por unos recursos naturales cada vez más codiciados por las
economías industrializadas que basan su crecimiento económico en la
extracción y transformación de estos recursos para vender unos productos
de mayor valor agregado en todo el planeta. Esto presenta un problema
no sólo ecológico por los evidentes destrozos que se están ocasionando
en los territorios sino que también supone una confrontación con todos
aquellos que, ya sean indígenas, afrodescendientes o campesinos, se
interpongan en el camino del progreso.
En Colombia se ha presentado en las últimas décadas un incremento
de los conflictos entre las empresas, el Estado y los diferentes actores de
la sociedad (campesinos, indígenas, afrodescendientes) por la realización
de proyectos de infraestructura, o por la utilización de recursos naturales
renovables o no renovables en territorios colectivos, lo cual hace nece-
sario profundizar en el análisis, no solo de los derechos ambientales y en
última instancia humanos, sino del desarrollo económico y la incidencia
que estos proyectos mantienen en la vida social, cultural, ambiental y
económica de estos actores.
Es por esta razón que nos parece pertinente dar a conocer esta
problemática mediante el análisis del fenómeno de las comunidades de
paz en este país, y, en particular, del caso de la Comunidad de Paz de
San José de Apartadó. Es preciso conocer casos como este para com-
prender los conflictos que se presentan, en estas y otras comunidades,
y buscar mecanismos a través de los cuales se prevengan o se ofrezcan
mecanismos de solución a los mismos, como los que actualmente utilizan
206 geografías al servicio de los procesos de paz

en dicha comunidad, lo cual implica complicados retos que deben partir


del reconocimiento y la protección de la diversidad natural y cultural
en Colombia.

1. Las comunidades de paz en Colombia

En Colombia, las dinámicas de expansión del crimen organizado del pa-


ramilitarismo durante las últimas dos décadas del siglo pasado crearon las
condiciones de reordenamiento territorial que fomentaron el desarrollo
sobre todo de mega-proyectos extractivos y agroindustria de exportación.
La implementación de estos proyectos fue posible gracias a una estrategia
de “acumulación por desposesión” de las tierras de campesinos, además
que a través de una política de persecución y aniquilación de organiza-
ciones sociales involucradas en el tema de conflictos socio-ambientales
(Fajardo, 2009; Reyes Burgos, 2008). El progresivo incremento de estos
conflictos ha acompañado el surgimiento y la consolidación en muchos
casos de los procesos de resistencia y movilización de las comunidades
locales en la defensa de sus territorios (Centro de Investigación y Edu-
cación Popular, 2012; Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, 2012;
Escobar, 2010). En las últimas tres décadas, en Colombia se ha asistido
al surgimiento de innumerables experiencias de Resistencia civil ante el
conflicto armado. Estas iniciativas podrían ser clasificadas en tres cate-
gorías: 1) comunidades de paz y organizaciones campesinas que resisten
el desplazamiento forzado, 2) municipalidades de paz que desarrollan
proyectos de autonomía socioeconómica y política como reacción frente
a intervenciones de los actores armados y 3) experiencias de resistencia
indígena lideradas por autoridades tradicionales en defensa de su auto-
nomía (Silva, 2007).
Ya a partir de los años ’90, varios pueblos se declararon Comuni-
dades de Paz en Colombia. A pesar de eso, no existe un concepto ho-
mogéneo para definir dichas comunidades. Las características concretas
de cada Comunidad dependen de las peculiaridades de cada región en
términos de conflicto. Individuando un elemento común a todas estas
experiencias, podemos evidenciar el hecho que en todos los casos los
habitantes se definen como parte de la población civil no combatiente, y
la voluntad de no ser ni involucrados en las confrontaciones armadas, ni
de colaborar con los actores del conflicto (Naucke y Halbmayer, 2015).
Por lo tanto, estas iniciativas parten del principio de neutralidad ante la
presencia de todos los actores armados en ciertos territorios de Colombia
la construcción permanente de una comunidad de paz 207

y por esta característica han sido ampliamente reconocidas y en muchos


casos acompañadas por organizaciones nacionales e internacionales. La
neutralidad, estrategia asumida por la totalidad de las comunidades de
paz, se entiende como una acción de carácter comunitario que permite
mantener a la población al margen del conflicto. Este elemento abre
la posibilidad al planteamiento de soluciones pacíficas a la guerra, sin
posicionarse en ninguno de los bandos, legales o ilegales, como una
forma de auto-protección. La resistencia civil no armada, entonces, se
configura como una estrategia que permite a las comunidades enfrentar
las consecuencias de la guerra para poder sobrevivir y permanecer en su
territorio. Las comunidades de paz representan un ejercicio colectivo
de resistencia civil y de construcción de paz, basado en la adopción de
acciones no-violentas que encuentran su origen en las culturas y aspira-
ciones propias de los pueblos y de las comunidades. Es oportuno señalar
que, utilizando el término de resistencia civil, queremos evidenciar la
dimensión de las relaciones de un proceso colectivo, refiriéndonos con
este último término, más que a eventos y objetos, al conjunto de rela-
ciones e integraciones de tipo material y simbólico. Villaraga (2003) lo
concibe como “un proceso colectivo utilizado por las comunidades en
oposición a un poder imperante, para la defensa de sus derechos y la
transformación de las relaciones sociales injustas y excluyentes”. Por otro
lado, también cabe evidenciar como, contrariamente a cuanto señalado
por las autoridades colombianas y por algunos actores armados, en
particular modo las Farc, las comunidades de paz no son absolutamente
indiferentes al conflicto social que ha marcado la historia reciente del
país; más propiamente se plantean como escenario alternativo de solución
al mismo conflicto éste y, por esta razón han continuamente solicitado
la presencia de las instituciones estatales, y su atención con respecto a
la situación de marginalidad y pobreza que caracteriza su contexto lo-
cal, y frente a la cual decidieron tomar la iniciativa de la comunidad de
paz. Pero la realidad de las últimas décadas ha mostrado, por un lado,
la inexistencia de acciones efectivas por parte del Estado para proteger
las comunidades de la represión paramilitar, hasta en las zonas donde
se registraba una marcada presencia de la Fuerza Pública, y, consecuen-
temente la desprotección de la población civil frente a las continuas
violaciones y crímenes de lesa humanidad de las cuales han sido víctimas;
de hecho en muchas ocasiones la reacción de la Fuerza pública agravó
más que beneficiar la población afectada por las acciones de los grupos
armados (Ibid.). Por otro lado los responsables de dichas violaciones,
tanto directos cuanto indirectos (sectores empresariales y políticos que
208 geografías al servicio de los procesos de paz

las apoyaron), han podido actuar con un marco de impunidad genera-


lizada, gracias al concepto de enemigo manejado por el Estado, sobre
todo a raíz de los planteamientos de la Doctrina de Seguridad nacional
para Colombia, implementada por el presidente Álvaro Uribe, que no
se ha limitado a incluir la insurgencia, sino también a cualquier actor o
sector social que se haya manifestado en contra de la injusticia social en
el país, y que han terminado siendo tildados de ser colaboradores de los
grupos insurgentes. De esta forma, en esta categoría de enemigo interno
y de blanco militar han encontrado cabida las Comunidades de Paz, no
obstante el hecho que ellas mismas han sido víctimas de los ataques de
la guerrilla colombiana (Ibid.).
En una perspectiva teórica, podemos analizar el fenómeno de las
comunidades de paz como formas de movimientos sociales, y en cuanto
tales, retomar el análisis que Belalcazar Valencia (2011) realiza oportu-
namente utilizando los elementos individuados por MacAdam, entre
otros autores: las oportunidades políticas, las estructuras de movilización
y los procesos “enmarcadores”. En relación al tema de la “la oportuni-
dad política”, podemos considerar la emergencia de las comunidades
de paz vinculada al proceso político y social y a las dinámicas que han
caracterizado históricamente el conflicto armado colombiano. En este
sentido estas iniciativas representaron la respuesta de la resistencia civil
como opción política trascendiendo una lógica de respuesta coyuntural
espontanean a un momento determinado. Consecuentemente deberíamos
considerar la comunidad de paz en términos de proceso de construcción
de la acción colectiva relativa a las posibilidades surgidas en esa misma
construcción, movilizadas entre una dimensión histórica y una política.
Analizando las comunidades de paz en cuanto al elemento de las
“estructuras de movilización”, hay que evidenciar la importancia fun-
damental, por un lado, de las acciones para visibilizar una dinámica de
resistencia civil al conflicto, y por otro lado, de las prácticas sociales,
culturales y políticas para consolidar el mismo proceso de resistencia, a
través de su capacidad de contribuir a la construcción de un imaginario
colectivo, sustentando el sentido de las acciones y atribuyendo significado
a la representación de las mismas. (Ibidem).
Tomando en cuenta, por último, el tema de los “elementos enmar-
cadores”, podemos considerar el fuerte sentido, en general, de solida-
ridad y de reconocimiento que caracterizan las comunidades de paz, y
su desarrollado proceso identitario que se expresa, entre otras cosas, en
las frecuentes marchar por la vida o conmemoraciones de sus víctimas,
como los que MacAdam (1999) define “esfuerzos estratégicos conscientes
la construcción permanente de una comunidad de paz 209

realizados por grupo de personas en orden a forjar formas compartidas


de considerar el mundo y a sí mismas que legitimen y muevan a la acción
colectiva ”, en el tentativo de dar atención a las emociones y a los senti-
mientos como marco mediador en la movilización de recursos.
En este sentido la comunidad de paz se configura como un tejido de
lugares, memorias, vivencias, armonías y tensiones que el colectivo ela-
bora como nueva forma de comprensión de su experiencia como víctimas
directas del conflicto armado: un proceso de construcción colectiva que
permite salvar de lo anónimo a personas, ideas, prácticas y lugares. Por lo
tanto, según la propuesta de Orti (1995), se pueden distinguir, en el aná-
lisis de las comunidades de paz, tres niveles diferentes de realidad como
marco de lectura del fenómeno en cuestión: un nivel correspondiente a
los hechos, otro discursivo, y un último de tipo simbólico. En este último
nivel, podemos considerar la resistencia civil como practica relacional
y de construcción de la realidad del universo social comunitario, en la
cual la actividad social y política resulta estrechamente vinculada a las
imágenes de significación expresadas en las actitudes sociales y en los
pensamientos y sentimientos.
En este proceso adquieren un papel fundamental el significado
simbólico de los trabajos de la memoria realizados por las comunidades,
por la capacidad de estas obras de visibilizar el proceso de la comunidad,
denunciando la represión física, económica y política de la cual son víc-
timas sus miembros. Para apreciar la relevancia de este aspecto, hay que
considerar el hecho que la deslegitimación y eliminación de las memorias
es una estrategia fundamental puesta en acto por el oficialismo con el
objetivo de perpetuar una perspectiva histórica basada en una lógica de
perdón y olvido y que termina siendo una ulterior forma de violencia
hacia las mismas víctimas.
Las comunidades de paz, además de tener que suplir la ausencia
funcional del Estado en sus territorios, han sido objeto durante los años
de un marcado proceso de estigmatización por parte del mismo Estado
colombiano, que las ha acusado de obstruir la justicia y de ser finalmente
focos de grupos guerrilleros. A raíz de esta estigmatización, la principal
reacción estatal frente a las solicitudes y peticiones presentadas por las
comunidades ha sido la militarización, desatendiendo las cuestiones de
la pobreza y marginalización que caracterizan en muchos casos estas
áreas, y los consecuentes problemas sociales que afectan sus poblaciones.
La primera comunidad de paz que surgió en Colombia fue, la
“Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare” (atcc), en San-
tander, representando una experiencia pionera en relación al concepto
210 geografías al servicio de los procesos de paz

de neutralidad­frente a cualquier actor armado, para desvincular a la


comunidad del conflicto, así como el primer caso en el cual la comu-
nidad estableció “negociaciones” con los actores armados (guerrilleros
y paramilitares) y con el gobierno local para lograr su objetivo. El
caso siguiente fue la organización indígena “Neutralidad Activa de los
Indígenas de Antioquia”, creada para contrarrestar el enfrentamiento
territorial entre las farc y el epl y limitar los efectos negativos de este
sobre la población local. El año siguiente se estableció en Antioquia la
comunidad de paz de San José de Apartadó.

2. La comunidad de Paz de San José de Apartadó

San José de Apartadó es un corregimiento del municipio de Apartadó


localizado en la subregión de Urabá en el departamento colombiano
de Antioquia. El término municipal se encuentra a 310 kilómetros
de la capital del departamento, Medellín. Este corregimiento alberga
aproximadamente a 32 veredas compuestas por familias de campesinos
que viven de diferentes productos agrícolas como el cacao, el banano,
el plátano o el aguacate.
La ubicación de la región de Urabá, situada entre los departa-
mentos de Antioquia y Chocó, la convierte en una zona geoestratégica
que permite conectar los dos océanos, Pacífico y Atlántico, y generar
ingentes capitales a través de la explotación de sus tierras en el sector de
la ganadería y la agricultura. Además, por sus notables recursos hídricos,
junto a su diversidad de flora y fauna y sus recursos minerales, la región
se configura como un área de gran riqueza natural y epicentro de me-
gaproyectos mineros, y de otros como el canal interoceánico y la red de
gasoductos entre Panamá, Colombia y Venezuela.
La violencia que ha caracterizado la historia de este municipio ha
sido una batalla por el control de las tierras en las que viven sus habitan-
tes; una violencia que tiene una larga trayectoria en todo el país, puesto
que en Colombia proviene de una continua batalla por el control de sus
recursos, y provoca un aumento del control social y político. El proceso
socio-histórico que llevó a la fundación del poblado San José de Apartadó
está vinculado a la tradición de la violencia política en Colombia, dado
que esta zona rural fue colonizada en los años 50 y 60 por personas y
comunidades que habían huido durante la guerra civil, comúnmente
llamada ‘La Violencia’ (1948-1953), buscando refugio en esta zona del
país. Estas personas llegaron a Urabá con la esperanza de una nueva
la construcción permanente de una comunidad de paz 211

vida en condiciones de seguridad política: este contexto de vivencias y


expectativas comunes contribuyo a fomentar el desarrollo de un fuerte
grado de cohesión social.
Posteriormente a la fundación del pueblo de San José de Apartadó,
en 1970, surgieron de hecho las ‘Juntas de Acción Comunal’, que permi-
tieron la creación de un espacio político y al mismo tiempo de proyectos
económicos relativos a la comercialización de productos agrícolas, que
permitieron fomentar el desarrollo de la comunidad, en términos de in-
fraestructura social y de condiciones de vida (Hernández Delgado, 2004).
Con la llegada de los militares a la región, la comunidad fue objeto de
una verdadera persecución, siendo acusados de ser auxiliares de la insur-
gencia. Dicha persecución contra la población por parte de las fuerzas de
seguridad estatales empeoró en el curso de los años 80, durante el tiempo
en que emergía en el panorama político nacional la “Unión Patriótica”,
partido en cual, por su propuestos en el sector agrícola, la población
local, la entrevió la posibilidad de impulsar su desarrollo. El proceso de
persecución y exterminio de la Unión patriótica, por su representar una
oposición política frente a las estructuras de dominio estatal, coincidió
consecuentemente con una creciente estigmatización de los campesinos
que apoyaban el movimiento y, al mismo tiempo, con una progresiva
politización de la población de Apartadó y una pérdida de confianza de
la misma Comunidad hacia el Estado colombiano.
Cabe mencionar que ya en los años ochenta, el ordenamiento terri-
torial de la región tuvo como objetivo la expansión de la agroindustria,
bananera en una primera etapa, y palmera en una segunda, a través de
prácticas de acumulación por despojo, siguiendo la lógica de capitalismo
y desarrollo dominante en el país en las últimas décadas del Siglo xx.
Esta estrategia conllevó en Urabá una política de desplazamiento forzado
masivo, acompañada por la represión de cualquier forma de oposición
política y de reivindicación de los derechos laborales, sociales y políticos
de las comunidades locales. Dichos objetivos fueron obtenidos a través
de una fuerte militarización de la región, y por el actuar delictivo de los
grupos paramilitares, generando una verdadera crisis humanitaria en la
zona de Urabá (Hincapié Jiménez, 2015; Hincapié Jiménez, 2013; García
y Aramburo, 2011).
Esta dinámica culminó en 1997 cuando los paramilitares llegaron
al sur de la región, en Mutatá, zona controlada militarmente por las
Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). La incursión
paramilitar, y la contemporánea ausencia del Estado, provocaron un
recrudecimiento del conflicto y de las dramáticas consecuencias para la
212 geografías al servicio de los procesos de paz

población civil, objeto de múltiples violaciones de los derechos humanos


y del Derecho Internacional Humanitario, siendo utilizada por ambos
bandos (paramilitares y guerrilla) para alcanzar su objetivos militares.
Entre septiembre de 2006 y Julio de 2007, se produjeron varias masacres
de campesinos que vivían en la zona.
Ante este contexto de continuas agresiones y violaciones, con el
incesante desplazamiento por la fuerza de los campesinos que vivían en
la región, el 23 de marzo 2007 surgió la comunidad de paz de San José de
Apartadó, integrada inicialmente por aproximadamente mil trescientas
personas desplazadas, en búsqueda de una alternativa diferente a las pocas
que tenían: desplazarse, unirse a uno de los grupos armados o morir. Estas
personas, con el apoyo de la diócesis de Apartadó y de algunas ong (la
Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, Andas y el Centro de
Investigación y Educación Popular, tomaron esta decisión como último
tentativo de resistir de manera no violenta al conflicto armado, configu-
rándose como una comunidad civil neutral a todos los actores armados,
estatales, paraestatales e insurgentes. Rápidamente otras iniciativas de
comunidades de paz empezaron a surgir en la misma región de Urabá
(Giraldo, 2010).
Para Llantén (1997), el proceso de esta comunidad fue una respues-
ta de participación colectiva que enfrenta las experiencias vividas en el
marco del conflicto armado (el destierro, los duelos no elaborados, la
destrucción de familias y acciones comunitarias) que hacen que los sen-
timientos de indignación se encaminaran a la búsqueda de una solución
a la guerra. Otros autores evidencian la influencia de las organizaciones
no gubernamentales en la zona como factor clave en la elección de una
estrategia no-violenta de resistencia civil frente al conflicto, y perfilán-
dose al mismo tiempo como proveedores alternativos de confianza y
protección (Gomez, 2008).
Para alcanzar su objetivo, la Comunidad de Paz elaboró una serie
de estrategias para salvaguardar a la población de los efectos de la guerra
y garantizar su permanencia en el territorio. Entre otros elementos, se
consensuaron unos principios rectores, partiendo, por un lado, de proble-
matización de algunos temas como la ausencia del Estado, la marginación
y la pobreza; y por otro lado la atribución de nuevos significados a algunos
procesos como la neutralidad, la memoria y también la resistencia: esta úl-
tima históricamente asociada exclusivamente a la acción de la insurgencia
(Hernandez Delgado, 2004). Los principios que guían a la Comunidad
son los de la neutralidad, la libertad, el dialogo transparente, el respeto
a la pluralidad, la solidaridad, la resistencia y la justicia.
la construcción permanente de una comunidad de paz 213

Además de estos principios, se planteó un modelo económico


alternativo como parte relevante del proceso de resistencia civil. La
propuesta de una economía solidaria, que se materializa en los proyectos
productivos vinculados al cultivo de maíz, cacao y plátano, representa una
estrategia para poder sobrevivir, garantizando la seguridad alimentaria
de los miembros de la comunidad y al mismo tiempo para dignificar la
vida de la comunidad y renovar el “sentido de la rebeldía” (Llantén y
Rueda, 1997). Los objetivos de la resistencia de la Comunidad de Paz
pueden resumirse en tres puntos:

1. Los actores armados legales e ilegales deben respetar el estatus


de los habitantes de la comunidad de paz en cuanto población
civil, y no violar Derechos Ciudadanos garantizados constitucio-
nalmente, los Derechos Humanos ni el Derecho Internacional
Humanitario.
2. Los habitantes exigen una relación con los actores armados y con
el Estado que permita una vida digna y plena en su tierra, sin el
peligro potencial o real de ser objeto de un desplazamiento.
3. La Comunidad exige justicia frente a los crímenes contra ella y
sus habitantes, sean estos cometidos por la guerrilla, los grupos
paramilitares o las fuerzas militares del Estado colombiano
(Hernández Delgado, 2004).

Las acciones de oposición puestas en acto por la Comunidad de Paz


e Apartado se pueden subdividir en tres categorías: acciones activas, abs-
tención de actuar y acciones de resistencia cotidiana. Las acciones activas
de resistencia se manifiestan en diferentes ámbitos: sociales, jurídicos
y simbólicos. De una forma directa, las acciones que se registran en la
comunidad se llevan a cabo son la organización de una estructura política
participativa con Consejo Interno, una Asamblea General y diversos co-
mités; por ultimo una economía solidaria con grupos de trabajo y trabajo
comunitario. De una forma indirecta, se tramitan demandas ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos para llamar la atención sobre
los crímenes cometidos e intentar obtener sanciones jurídicas para los
actores violentos (Mijangos y González, 2007). Las acciones simbólicas
incluyen la retirada de los miembros de la Comunidad hacia sus propias
tierras, que han cercado y señalizado con avisos, en los cuales limitan el
ingreso y la salida. La comunidad además adoptó su propia bandera y
compuesto su proprio himno.
214 geografías al servicio de los procesos de paz

Algunos autores evidencian el hecho que, teniendo en cuenta que la


Comunidad de Paz no tiene ninguna pretensión de dominación política,
en tanto que respeta la Constitución, por representar los intereses de la
población civil, y como tiene la meta de hacer efectivas normas legales
sobre los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario,
representa una forma específica de ‘resistencia legítima’ no-oportunista,
basada en la neutralidad y en la evitación de cualquier tipo de actor ar-
mado, y que logra consolidarse como proceso a través de su capacidad
de conseguir visibilidad a nivel nacional, pero sobre todo internacional,
incluyendo, en este último caso, la presencia en las relativas instancias
legales.
Por su declaración de neutralidad frente a los actores armados, la
comunidad de paz de Apartado terminó en tiempos muy cortos en la
mira de los grupos paramilitares, los cuales impusieron un ultimátum a
la comunidad para abandonar el área. Por otro lado, a raíz de la misma
declaración, las fuerzas armadas colombianas afirmaron que San José de
Apartadó estaba apoyando al “enemigo”, encrudeciendo los ataques y
hostigamientos a la población local.
La comunidad logró resistir gracias al apoyo, tanto en termino de
recursos, cuanto a nivel de visibilidad internacional, de varias organizacio-
nes de derechos humanos y de las agencias de cooperación internacional,
que le llevó a obtener el otorgamiento de numerosos reconocimientos.
En 1990 la comunidad obtuvo el ‘Premio Nobel Alternativo de la Paz’,
otorgado por la fundación sueca The Rights Livelihood Award; en 1995
Naciones Unidas le entregó el premio ‘Nosotros, el Pueblo’, y en 1998
obtuvo el premio “Pfeffer Prize Peace” de la Fellowship of Reconciliation,
siendo considerada un ejemplo de construcción para la paz en el mundo
(Uribe de Hincapié, 2005).
Varias organizaciones internacionales, entre otras la onu, se pro-
nunciaron a favor de la Comunidad de Paz. En 2005, los constantes
abusos de los cuales era víctima la Comunidad de Paz motivaron a la
Corte Interamericana de Derechos Humanos a fallar que le incumbía
al gobierno colombiano salvaguardar el derecho a la vida, la integridad
personal, la seguridad, la libertad de movimiento, la dignidad y el respeto
para cada domicilio individual de los habitantes de San José de Apartadó.
No obstante todos estos reconocimientos, la misma Comunidad fue
objeto de una ola de represión, hostigamientos y persecuciones en su
contra, la cual dejó, solo en los primeros ocho años de su existencia, 152
asesinatos entre sus miembros. Hasta la fecha, más de 200 miembros de
la Comunidad han sido asesinados desde su surgimiento, y en un marco
la construcción permanente de una comunidad de paz 215

de casi total impunidad, puesto que sólo dos casos de un total de más de
900 violaciones de derechos humanos registradas y documentadas por
la Comunidad, han podido llegar a los tribunales. El gobierno acusa a
la Comunidad de Paz de no colaborar en las investigaciones judiciales
sobre los homicidios, a pesar de que la misma Comunidad ha solicitado
reiteradamente a las autoridades colombianas que se creen las condiciones
necesarias que permitan avanzar en las indagaciones sobre las violaciones
de derechos humanos, garantizando al mismo tiempo la seguridad de
los testigos.
La supuesta desmovilización paramilitar, que empezó en Colombia
en 2002, tampoco atenuó la represión, dado que los paramilitares han
seguido actuando en la Apartado, así como en diversas partes del país.
Entre los últimos meses del 2016 y en lo que va de 2017, decenas de hom-
bres con uniforme militar, fuertemente armados, e identificándose como
integrantes de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, han entrado
y salido de la Comunidad, amenazando e intimidando a sus miembros,
y comunicándoles su intención de quedar en el área. Las fuerzas de
seguridad, presentes en la zona, frente a las denuncias efectuada por la
Comunidad, han expresado su conocimiento acerca de la presencia de
los paramilitares en la región, pero al mismo tiempo su voluntad de no
actuar al respeto, debido a la convicción que cualquier acción emprendida
seria distorsionada por los mismos miembros de la comunidad.
Actualmente la Comunidad está formada por unos 1100 miembros
que resisten pacíficamente a la represión. Gracias a su ejemplo y por su
ya larga trayectoria (en marzo del 2017 cumplirán los 20 años), se ha
convertido en un caso paradigmático de resistencia social en Colombia.

3. Conclusiones

La Comunidad de Paz de San José de Apartado representa un caso


emblemático de resistencia comunitaria, de resiliencia y un modelo de
reconstrucción del tejido social mediante la integración pacifica en un
contexto de conflicto, presentando la renuncia a la violencia cultural, al
modelo económico capitalista, y centrándose en valores sociales como
el trabajo comunitario, la sostenibilidad y el vínculo con la naturaleza,
adoptando un modelo de democracia representativa.
Desde su fundación, la comunidad ha sido víctima de una larga serie
de asesinatos (más de 200) y varias formas de violaciones de derechos hu-
manos que no han logrado acabar con el proyecto, gracias a la capacidad­
216 geografías al servicio de los procesos de paz

de la comunidad de resistir de una forma no violenta para defender su


territorio y sus principios.
Así es que la comunidad de paz de San José de Apartado ha ido
tejiendo una red de resistencia en ocasiones frágil, puesto que sufre de
procesos de marginación y frecuentemente de una clara violación de los
derechos humanos, pero sí lo suficientemente sólida que sirve para expre-
sar un conflicto de valores, dirigiendo sus protestas hacia una estructura
institucional que en múltiples ocasiones ha manifestado su total ausencia
y su absoluto desinterés. Las Comunidades de Paz, así como las Zonas
Humanitarias en el Urabá colombiano representan procesos concretos
frente a la problemática relativa al crear condiciones de paz territorial
duraderas y sostenibles en el tiempo.
Hoy en día, cuando parece concretizarse la intención por parte de los
actores armados y del gobierno Colombiano de alcanzar unos acuerdos
de paz, y cuando se pone el reto de la reparación a la cual tienen derecho
más de 4 millones de ciudadanos colombianos (entre los cuales la gran
mayoría ha sido víctima de desplazamiento forzado), el fenómeno de
las acciones colectivas que se han dado en el tiempo en la regio consi-
derada, representan un núcleo básico sobre el cual planear un proceso
de reconstrucción de los tejidos sociales y medioambientales, así como
experiencias ejemplares ejemplos de organización de la acción colectiva
local que se podría intentar replicar en una óptica de establecer formas
alternativas y funcionales de democracia a nivel local que permitan, entre
otras cosas, el regreso de las comunidades desplazadas en un entorno que
garantice las adecuadas condiciones de seguridad para el proseguimiento
de su vida y de sus futuras generaciones.

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4ª parte
Minería, turismo, música,
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perspectivas para abordar
La Paz
Impulsando la paz y la protección del
ambiente en el país más peligroso del
mundo: estudio geográfico para evitar
el impacto negativo de la minería en
Honduras
José Luis Palma Herrera1

1. Antecedentes de la Geografía en Honduras

En Honduras, la Geografía es una ciencia que ha tenido poco o nulo


apoyo, debido a la infravaloración que ha recibido de las autoridades
nacionales. El primer bastión académico geográfico en Honduras, fue la
“Sociedad de Geografía e Historia” la cual fue fundada el 04 de noviembre
de 1926. Posteriormente en 1968, cambia su denominación a “Academia
Hondureña de Geografía e Historia”. Entre los logros más importantes
de sus miembros encontramos la creación del Doctor Jesús Aguilar Paz
del Mapa General de la República de Honduras a escala 1:500,000, el
cual fue publicado por primera vez en 1933. Dicha proeza, fue realizada
por su propia cuenta a lomo de mula por más de una década.2
Posteriormente, el 01 de enero de 1966 la Geografía en Honduras se
catapulta con la creación del Instituto Geográfico Nacional (ign). Según
Cruz (2010), esto después de varios intentos de creación, primero como

1 Departamento de Ciencia y Tecnologías de la Información Geográfica


(dctig), Facultad de Ciencias Espaciales (faces), Universidad Nacional
Autónoma de Honduras (unah), herrer@hotmail.com, jose.palma@unah.
edu.hn
2 En 1915, sin apoyo oficial (el Dr. Jesús Aguilar Paz) se lanzó a la aventura
de recolectar información para el vaciado de datos en el mapa. Dicho mapa
fue oficializado antes de su publicación mediante acuerdo número 689 del
23 de enero de 1930. Contiene, 2,086 geonomías de origen indígena y
bastante de otro contenido geográfico. (Pineda Portillo, 1998, p.62)

[223]
224 geografías al servicio de los procesos de paz

Comisión Geográfica Especial (1946), posteriormente como Dirección


General de Cartografía (1957). Debido a que históricamente ninguna
universidad de Honduras apoyo la ciencia de la Geografía, este instituto
se desarrolló con el apoyo de profesionales extranjeros y profesionales
hondureños que tenían en su base conocimientos de Geodesia, Carto-
grafía y Topografía. Estos eran, militares e Ingenieros Civiles.
El ign, desde sus inicios fue miembro del Instituto Panamericano de
Geografía e Historia (ipgh) e impulso la Geografía, Cartografía, Geodesia
y Fotogrametría en Honduras por varias décadas. Lamentablemente, este
ente poco a poco fue siendo olvidado en la asignación de presupuesto gu-
bernamental, con lo cual quedo en el total abandono. Y es con la aprobación
de la Ley de Propiedad del 2004, que este desaparece completamente y
sus áreas de Fotogrametría, Cartografía y Geodesia son absorbidos por
el Instituto de la Propiedad (ip) creado ese mismo año. La ciencia de la
Geografía nuevamente queda a la deriva y en el olvido en Honduras.
En el año 2009, con la creación del Departamento de Ciencia y
Tecnologías de la Información Geográfica (dctig) en la Facultad de
Ciencias Espaciales (faces) de la Universidad Nacional Autónoma
de Honduras (unah), la ciencia de la Geografía finalmente entra en
la educación universitaria hondureña a nivel académico, investigativo
científico y vinculándose con la sociedad para resolver problemas que
afectan el desarrollo del país.

2. Introducción

Con respecto al logro de la paz por medio de la Geografía, el dctig


a través de su Observatorio Universitario de Ordenamiento Territorial
(OUOT), identificó que en los últimos años uno de los principales cau-
santes de conflictos territoriales era la minería que había tenido impulso
por los gobiernos de finales del siglo xx e inicios del xxi. Sin embargo,
ninguna entidad académica había estudiado los conflictos territoriales
causados por la minería y su impacto negativo en la paz de las comunidades
rurales donde se aplicaba la misma, tanto en su área de influencia como
sus alrededores. Por ello, en el año 2016, el dctig, a través de su ouot,
con el apoyo económico de oxfam, realizó un estudio geográfico para
determinar el estado actual y prospectivo del rubro minero en Honduras,
además de determinar su conflictividad territorial y generar indicadores
para monitorear la minería en zonas importantes donde se protege el bos-
que, turismo, arqueología, producción de agua y comunidades humanas.
Impulsando La Paz y la protección del ambiente 225

La finalidad del estudio geográfico es evitar los conflictos territo-


riales y así asegurar la justicia social, protección del ambiente y apoyar a
mantener la paz en “el lugar más peligroso para los activistas del medio
ambiente” (Global Witness, 2017, p.5) donde al ejecutar proyectos de
este tipo se está expuesto a terribles consecuencias.

Figura 1
Portada Informe de Global Witness Honduras

Fuente: Global Witness, 2017

El paradigma de desarrollo extractivista es un modelo que toda na-


ción en desarrollo debe superar, ya que degradar el medio ambiente para
generar crecimiento económico no es ni sostenible ni rentable (cepal,
2015), en especial la minería a cielo abierto ya que los efectos adversos
de esta práctica son sociales, económicos y principalmente, ambientales,
debido a que se consumen grandes cantidades de recursos (principalmente
agua) de manera no renovable, simplemente para producir unas pocas
onzas troy de metal precioso.
226 geografías al servicio de los procesos de paz

En la línea de tiempo de cómo la minería ha afectado la paz en


Honduras, podemos mencionar que los casos de mayor impacto son tres
(Middeldorp, 2017), cada uno de estos causados debido a los impactos
negativos en las comunidades de las primeras concesiones internacionales
otorgadas por la Ley de Minería de 1998, la cual origino la minería a
cielo abierto en Honduras y dio origen a los movimientos sociales que
surgen para contrarrestar las tres concesiones mineras de cielo abierto
que desde los últimos años del Siglo xx y los primeros de este Siglo
xxi representan la némesis del movimiento antiminero, las cuales son;
San Andrés (Copán), La Labor (Ocotepeque) y Valle Siria (Francisco
Morazán). En cada uno de estos casos, han existido conflictos de todo
tipo y nivel, afectando la paz de los habitantes de los municipios donde
se han plantado estos proyectos.
En nuestro país y por ende en nuestro Istmo Centroamericano, se
requiere ampliar nuestra percepción sobre el ámbito minero, ya que existe
un lado aún más oscuro y poco conocido de las atrocidades cometidas en
el interior de Honduras. Ya que es ampliamente difundida y conocida la
actividad minera de las grandes empresas internacionales que se dedican
al extractivismo, pero por otro lado existen empresas mineras locales o
nacionales que, aunque de menor impacto, afectan a las comunidades y su
entorno natural de una manera mucho más violenta y represiva a tal punto
de compararse con organizaciones criminales en lugar de empresas mineras.
De acuerdo (Middeldorp, 2017), existen casos de minería artesanal,
donde esta figura de explotación minera puede llegar a convertir a algunas
regiones rurales en pequeños enclaves mineros donde las autoridades
“brillan por su ausencia” y se pueden cometer cualquier clase de atroci-
dades contra la vida humana de quien se oponga a la minería, atrocidades
que van desde el secuestro de observadores internacionales hasta el brutal
asesinato de inocentes por grupos armados. Y es aquí, donde aparecen
estos grupos armados, que el uso de armas para explotar el mineral es
común. Esto, es lo que muy pocos se atreven a decir…eso que callan
tanto los que apoyan como los que están en contra de la minera…que el
narcotráfico también hace extractivismo. Este cáncer que carcome este
país, donde desde luego, unas pocas fuentes periodísticas nacionales ya
han advertido del este nuevo mal…”la narcominería”.
Es fácil entender, porque existe la creencia popular de que cual-
quier persona en Honduras que esté en contra del modelo de desarrollo
extractivista tendrá algo asegurado…un castigo mortal…ya que “en
Honduras es un pecado defender la vida, porque quienes defienden
Impulsando La Paz y la protección del ambiente 227

el agua, los territorios y la forma de vivir se exponen a ser castigados”


(Middeldorp, 2017, p.177).

3. El problema
Históricamente, la información geográfica minera oficial no es compar-
tida por el gobierno al público, ni siquiera a la propia academia. Debido
a esto, se carece de documentos con base científica que muestren la
verdadera situación de la minería en Honduras. Esto ha generado toda
clase de documentaciones e informaciones producidos por organizaciones
ajenas al gobierno donde publican datos contradictorios entre si sobre el
número, ubicación y extensión territorial de las concesiones y permisos
mineros en Honduras, con lo cual se ha llegado a exponer, irresponsa-
blemente, que la mitad del país esta concesionado a la industria minera,
como lo indica Middeldorp (2017).
El no acceso a la data minera oficial evita la transparencia guberna-
mental, necesaria para que entes externos al gobierno realicen monitoreo
territorial para asegurarse de que se respetan las zonas donde no es permitida
la minería de acuerdo a Ley. Sin embargo, al final del 2015, la autoridad
minera nacional, el Instituto Hondureño de Geología y Minas (inhgeo-
min), dio un gran paso hacia la transparencia de su institución al dar acceso
a la información geográfica minera del país al ouot. Esto con la finalidad
de que este observatorio, realice investigaciones para identificar debilidades
a fortalecer este rubro. Y es así, como este estudio geográfico se inició.
Una de las novedades y fortalezas de la segunda Ley General de
Minería de Honduras del 2013 es la creación de las “Zonas de exclu-
sión de derechos mineros”, donde la Ley menciona que en ningún caso
inhgeomin otorgará derechos mineros en estas áreas, las cuales son:

1. Las áreas protegidas declaradas e inscritas en el Catalogo del


Patrimonio Público Forestal Inalienable y en el Registro de la
Propiedad Inmueble;
2. Zonas productoras de agua (microcuencas) declaradas;
3. Zonas de bajamar declaradas como de vocación turística;
4. Zonas de recuperación y mitigación ambiental;
5. Zonas de generación de energía renovable cuando sea incom-
patible con la actividad minera o resulte más rentable que el
proyecto minero; y
6. Zonas declaradas como patrimonio nacional y aquellas que la
unesco haya declarado como patrimonio de la humanidad.
228 geografías al servicio de los procesos de paz

Dentro del inhgeomin, la unidad operativa de Registro Minero y


Catastral, mejor conocido como “Catastro Minero”,3 es el responsable
de evaluar la procedencia de las solicitudes de concesión minera, desde
la perspectiva técnico-catastral. Dicha evaluación se basa en un análisis
espacial realizado con un Sistema de Información Geográfico (sig) nom-
brado “Sistema de Información Minera de Honduras” (simhon).4 Para
dicho análisis utiliza la cartografía propia y la obtenida de las instituciones
oficiales que ejecutan ordenamiento territorial de acuerdo a su temáti-
ca oficial. Una vez realizado el análisis espacial respectivo, el catastro
minero constata si la zona solicitada para concesión minera está libre y
no se encuentra dentro de una zona de exclusión de derechos mineros.5
Este análisis es muy importante para asegurar el respeto al ordenamien-
to territorial sostenible de los recursos del país y, por ende, para evitar
conflictos territoriales que acaben con la paz de muchos municipios.

4. Metodología

Utilizando como herramienta principal los Sistemas de Información


Geográfica (sig), se aplico la superposición de información geográfica
de cartografía oficial de limites administrativos de recursos naturales y
demás temáticas, obtenida por mediciones directas o indirectas de parte
de instituciones nacionales que administran por ley los recursos nacio-
nales (Tabla 1). Con esta información, se realizarán diferentes análisis
espaciales y así determinar si existen o no conflictos territoriales por
traslapes entre zonas protegidas o importantes para la subsistencia de
personas y zonas cuyas actividades afectan a estas.6

3 En Honduras, el termino Catastro Minero se utilizó por primera vez de


manera oficial y legal en el Código Minero de Honduras de 1968, en el
Art.140, inciso 13, donde se define una de las varias funciones de la autoridad
minera de la época, la cual consistía en “Elaborar el Catastro Minero” del
país. (Palma Herrera, 2017, p.55)
4 En Honduras, toda la información gráfica y alfanumérica del Catastro
Minero se registra y actualiza en el Sistema de Información Minera de
Honduras (simhon). Este Sistema fue creado gracias al “Proyecto de au-
tomatización del Sistema de Información Minera de Honduras” financiado
por la Cooperación Canadiense entre finales del 2012 e inicio del 2013.
(Palma Herrera, 2017, p.63)
5 Artículo 30 del Reglamento de la Ley General de Minería (2013).
6 Un antecedente reciente sobre el uso de una metodología similar de análisis
geográfico aplicado en la minería se encuentra en el estudio “Geografías
Impulsando La Paz y la protección del ambiente 229

En el caso de que existiesen concesiones mineras que se traslapen


con las zonas de exclusión de derechos mineros, esto generaría una con-
tradicción o “conflicto territorial” debido a que se contradice el espíritu
de estas zonas. En este contexto se analiza la problemática en limites
locales reales (Newman y Paasi, 1998). Lamentablemente, como se
puede ver en la tabla 1, no existe información geográfica oficial de zonas
turísticas, de recuperación ambiental y arqueológica o de monumentos.

Tabla 1
Cartografía oficial utilizada para el estudio y obtenida de entes oficiales
78

Catego- Tipo de Modelo


Nº Fuente7 Estado Extensión Año
ría cartografía de dato
Límite de depar- Shape:
1 INE-SINIT Disponible Nacional 2001
tamentos polígono
Jurisdic- Límite de muni- Shape:
2 INE-SINIT Disponible Nacional 2001
cionales8 cipios polígono
Shape:
3 Caseríos INE-SINIT Disponible Nacional 2001
punto
Mapa de áreas Shape:
4 ICF Disponible Nacional 2016
protegidas polígono
Recursos
Naturales Mapa forestal Shape:
5 y cobertura de ICF Disponible Nacional 2014
polígono
tierra
Playas y zonas
Shape no
6 Turismo de bajamar IHT
disponible
turísticas
Microcuencas
Hidrolo- Shape:
7 productoras de ICF Disponible Nacional 2016
gía polígono
agua

del Conflicto” realizado por Clark University para oxfam (2014), donde se
realizaron superposiciones entre mapas de industrias extractivas, agricultura,
recursos hídricos y áreas protegidas, en Ghana y el Perú.
7 Detalle de siglas: ine: Instituto Nacional de Estadísticas, sinit: Sistema
Nacional de Información Territorial, icf: Instituto Nacional de Conserva-
ción y Desarrollo Forestal, Áreas Protegidas y Vida Silvestre, iht: Instituto
Hondureño de Turismo, ina: Instituto Nacional Agrario, mi ambiente:
Secretaría de Energía, Recursos Naturales, Ambiente y Minas, inhgeo-
min: Instituto Hondureño de Geología y Minas.
8 Los límites representados por esta cartografía son utilizados como referencia
para identificar las zonas administrativas correspondientes a determinados
departamentos y/o municipios.
230 geografías al servicio de los procesos de paz

Catego- Tipo de Modelo


Nº Fuente7 Estado Extensión Año
ría cartografía de dato
Títulos comuni- Shape no
8 Etnias INA    
tarios étnicos disponible
Patrimonio
Arqueo- Shape no
9 cultural (arqueo- IHAH    
logía disponible
lógicos, etc.)
Zonas de
recuperación
y mitigación am- MI AM- Shape no
10 Ambiente    
biental. Proyec- BIENTE disponible
tos de Energía
Renovable.
Concesiones INHGEO- Shape:
11 Disponible Nacional 2015
Mineras MIN polígono
Minería
Zonas de reser- INHGEO- Shape:
12 Disponible Nacional 2015
va minera MIN polígono
Fuente: Elaboración propia.

En muchos sentidos, los límites administrativos tienen un impacto mu-


cho mayor en los patrones de comportamiento diarios de la mayoría de los
individuos que en las fronteras nacionales e internacionales. Para muchos, el
límite nacional sólo es importante en la medida en que puede proporcionar
la dimensión territorial dentro de la cual el individuo se identifica con una
comunidad nacional. Más allá de la identidad nacional, la mayoría de las
funciones de la vida tienen lugar dentro del contexto de las fronteras locales,
tanto reales como percibidas. (Newman y Paasi, 1998, p.197)
Se debe aclarar que existen zonas que no están en lista de exclusión
que deberían incluirse en el análisis para determinar si debe concesionarse
o no la explotación minera en la región, ya que son limites percibidos por
la sociedad que deben respetarse. Tales como asentamientos humanos,
cuerpos de agua, comunidades étnicas, áreas de bosque no declarado y
tierras agropecuarias. Para el contexto en mención, el estudio analiza la
problemática en limites locales percibidos (Newman y Paasi, 1998), lo
cuales se obtendrán mediante la delimitación de la cobertura de suelo
realizado por el Instituto de Conservación Forestal en el 2014, por medio
de sensores remotos.
Con los limites anteriores, se definirán la cantidad de traslapes
existentes por zona de exclusión temática y de esta manera se crearán
indicadores territoriales. Cabe mencionar que la cartografía de turismo,
etnias, arqueología y ambiente no estaban disponibles, al parecer por
no tener apoyo técnico ni económico para preparar esta información
geográfica por parte autoridades gubernamentales respectivas.
Impulsando La Paz y la protección del ambiente 231

5. Resultado 1: Situación actual y prospectiva de la minería


en Honduras

Como muestra la figura 2, el estudio estableció que existen hasta octubre


del 2015, la cantidad de 751 concesiones, permisos y bancos de préstamos
registrados en el simhon. Sin embargo, de estas solo 667 son conce-
siones y permisos mineros, es decir, licencias para realizar actividades
mineras. Los restantes 84 registros son actividades de bancos de préstamo
para construcción de infraestructura vial municipal o gubernamental.
Y de estos registros mineros, solo 593 son concesiones mineras de alto
impacto, el resto son permisos mineros de minería pequeña y artesanal
de bajo impacto.

Figura 2
Cantidad de concesiones y permisos mineros

Fuente: Elaboración propia en base a datos de INHGEOMIN (2015).

Y tal como se planteó anteriormente, este estudio se concentra en


analizar las concesiones mineras, las cuales están compuestas por 218
concesiones metálicas y 375 no metálicas (375).
Además de las clasificaciones anteriores, las concesiones se clasifican
por su estado. Los estados de concesión regulados por la segunda Ley
General de Minería del 2013 son los siguientes:

– Exploración: concesiones otorgadas para explotar


– Explotación: concesiones otorgadas para explorar
– Solicitud de exploración: solicitudes presentadas para exploración
– Solicitud de explotación: solicitudes presentadas para exploración
232 geografías al servicio de los procesos de paz

Contabilizamos la existencia de 124 concesiones no metálicas y 41


concesiones metálicas, las cuales suman en superficie un total 939.77
kilómetros cuadrados (93,976.90 Hectáreas). Estas 165 concesiones
representan el 0.86% de la superficie total del país9. Es decir, que se
encuentra concesionado para explotación minera metálica y no metálica
964.05 km2 (ver tabla 2).

Tabla 2
Concesiones metálicas y no metálicas hasta octubre del 2015

Nº Tipo de Concesión Cantidad de Área Área Representación


de Explotación Concesiones (Hectáreas) (Kms2) del territorio
y otorgada nacional (%)
1 Metálica 41 54,332.09 543.32 0.48%
2 No Metálica 124 42,072.64 420.73 0.37%
Total 165 96,404.73 964.05 0.86%
Fuente: Elaboración propia con información de INHGEOMIN (2015).

En el 2015 se creó una nueva figura de extracción dentro del rubro


minero hondureño. Esta figura es la “zona de reserva minera”, la cual fue
creada el 18 de mayo del año 2015, cuando se publicó en el diario oficial
la gaceta de Honduras el decreto ejecutivo pcm-23-201510 donde se crean
las “Zonas de reserva minera”. Las mismas, son 17 zonas que se han esta-
blecido como áreas disponibles para extracción minera a lo largo del país.
Dichas zonas mineras abarcan 34,297 hectáreas del territorio nacional.
El escenario actual muestra que solo un 0.86% del territorio nacional
esta concesionado para explotación minera metálica y no metálica. Sin
embargo, en caso de que en corto o mediano plazo todas las concesiones
mineras en exploración y todas las zonas de reserva pasan a ser concesiones
de explotación, el número de concesiones seria casi el doble. En este esce-
nario, tendríamos 308 explotaciones que abarcarían 239,008.35 hectáreas
(2,390.08 km2) tal y como lo muestra la información de la Tabla 3 y el mapa
de la Figura 3. A este escenario le llamaremos “escenario de impacto medio”.

9 Honduras posee una extensión territorial de 112,492 kilómetros cuadrados


(Secretaria de Energía, Recursos Naturales, Ambiente y Minas, 2014, p.20).
10 En este decreto ejecutivo pcm-23-2015, se definen estas zonas de reserva
como las áreas del territorio nacional que se han apartado con la finalidad
de realizar Alianzas Público Privadas con empresas nacionales o extranjeras
para constituir empresas públicas, privadas o mixtas que fortalecerán la
promoción de la inversión en Honduras a través del sector minero.
Impulsando La Paz y la protección del ambiente 233

Tabla 3
Proyección de escenario de impacto medio

Nº Tipo de concesión Cantidad de Área Área Representación


de exploración explotaciones (Hectáreas) (Kms2) del territorio
y explotación nacional (%)
1 Metálica 65 97,535.72 975.36 0.87%
2 No Metálica 226 107,175.64 1,071.76 0.95%
3 Zonas de reserva 17 34,297.00 342.97 0.30%
  Total 308 239,008.35 2,390.08 2.12%
Fuente: Elaboración propia con información de INHGEOMIN (2015).

Figura 3
Mapa de proyección de impacto medio

Fuente: Elaboración propia con información de INHGEOMIN (2015).

Utilizando como base el escenario de impacto medio, sumamos


a esto todas las solicitudes de concesión que se encuentran pendientes
de otorgar, a partir de octubre del 2015, nuestro escenario proyectado
de impacto máximo muestra un total de 610 explotaciones que com-
prenderían 442,503.17 hectáreas (4,425.03 km2), ver tabla 4. Lo cual
representara un 3.93% de territorio nacional en explotación minera, tal
y como lo muestra el mapa de la figura 4.
234 geografías al servicio de los procesos de paz

Figura 4
Mapa de proyección de impacto máximo

Fuente: Elaboración propia con información de INHGEOMIN (2015).

Tabla 4
Proyección de escenario de impacto máximo

Nº Tipo de concesión Cantidad de Área Área Representación


de exploración explotaciones (Hectáreas) (Kms2) del territorio
y explotación nacional (%)
1 Metálica 65 97,535.72 975.36 0.87%
2 No Metálica 226 107,175.64 1,071.76 0.95%
3 Zonas de reserva 17 34,297.00 342.97 0.30%
4 Solicitudes y suspenso 302 203,494.82 2,034.95 1.81%
  Total 610 442,503.17 4,425.03 3.93%
Fuente: Elaboración propia con información de INHGEOMIN (2015)

Resultado 2: Confirmación de conflictos territoriales mineros

Los resultados de este capítulo se obtuvieron al superponer las ubicacio-


nes de concesiones mineras de explotación para identificar las áreas de
conflicto territorial por traslape entre limites locales reales, con aquellas
zonas de exclusión de las cuales obtuvimos información, las cuales son
áreas protegidas del sinaph y microcuencas declaradas.
Impulsando La Paz y la protección del ambiente 235

A la vez, se analizaron aquellas áreas agropecuarias y áreas forestales


que no están declaradas como áreas protegidas pero que se aceptan como
zonas con limites locales percibidos, las cuales contienen biodiversidad,
recurso forestal, zonas productoras de agua y otros recursos alimenticios
que forman parte de los medios de vida de las comunidades aledañas al
área de influencia de las concesiones mineras de explotación. Además, se
analizará si existe conflicto con caseríos donde habitan comunidades de
personas que se encuentran en las zonas de influencia de las concesiones
mineras (ver tabla 5).

Tabla 5
Clasificación de las zonas analizadas por conflictos territoriales

Nº Zonas de análisis Situación legal


1 Áreas protegidas del SINAPH Declaradas y delimitadas
2 Microcuencas declaradas (fuentes hidrográficas) (límites locales reales)
3 Áreas forestales
No declaradas y delimitadas
4 Tierras agropecuarias
(límites locales percibidos)
5 Caseríos (comunidades rurales)
Fuente: Elaboración propia.

Se determina que existe conflicto legal entre una concesión minera


y un área protegida declarada, si el decreto de dicha área prohíbe la
minería y la concesión fue otorgada posteriormente a la declaración de
la respectiva área declarada (ad).

Análisis Espacial con límites locales reales

De este análisis espacial se identificó que los departamentos en Honduras


donde existe traslapes espaciales entre Minería Metálica y No Metálica en
explotación y Áreas Protegidas del sinaph son los siguientes: Atlántida,
Colón, Comayagua, Cortes, Francisco Morazán, El Paraíso, Islas de la
Bahía, Olancho, Santa Bárbara y Yoro.
Con el análisis, se encontraron veinticinco 25 traslapes o conflictos
territoriales en limites locales reales entre minería y áreas protegidas.
De estos, trece (13) requieren una revisión más profunda y siete (7)
efectivamente están en conflicto legal (ver tabla 6).
236 geografías al servicio de los procesos de paz

Tabla 6
Número de conflictos por traslapes en Áreas Protegidas

Nº Traslapes entre concesiones Cantidad Porcentaje (%)


y AP-SINAPH de Concesiones
1 Con conflicto legal 07 28%
2 Sin conflicto legal 05 20%
3 Requiere revisión más profunda 13 52%
Total 25 100%
Fuente: Elaboración propia con información de INHGEOMIN (2015) e ICF (2016).

El traslape número 25, producido por la concesión “El Pedernal de


San José” con el refugio de vida silvestre del “Colibrí Esmeralda Hon-
dureño”, es muestra de la tendencia que pueden tomar las concesiones
a partir de la aprobación del Art.48 de la Ley General de Minería del
2013, ya que antes de ser aprobada esta ley dicha concesión generaba un
conflicto territorial por ser un área protegida declarada anteriormente a
la concesión minera cedida con varios años de diferencia.
Pero con la Ley General de Minería del 2013, se entiende que el
conflicto desaparece debido a que el Área Protegida solo cumple uno de
los tres requisitos, es decir, estar declarada legalmente. Pero no cumple los
otros tres requisitos, estar inscrita en el Catalogo del Patrimonio Público
Forestal Inalienable (cppfi) y titulada a nombre del estado. Por esto,
se puede concesionar dicha zona sin temor a reclamos con fundamento
legal. Con esto, surge la pregunta, ¿Cuánto más de las áreas protegidas
de Honduras están en esta situación?
Hasta el 2015, en el Catalogo del Patrimonio Público Forestal Ina-
lienable (cppfi) solo se encuentran registradas siete (7) áreas protegidas
del sinaph. Y de estas, solo aquellas tierras que son de naturaleza jurídica
nacional. Por lo que la cantidad de superficie de las áreas protegidas del
sinaph registradas en el cppfi alcanza apenas las 87,131.85 hectáreas,
como lo muestra la tabla 7.
Se puede establecer que hasta el 2015, solo el 2.57% de la super-
ficie de las 68 ap declaradas del sinaph están registradas en el cippfi.
Mientras que solo el 1.72% de la superficie de las 91 AP declaradas y
propuestas del sinaph están registradas en este (ver tabla 8).
En base a la tabla 8, se determina que mediante la Ley General
de Minería del 2013 se puede concesionar en el 98.28% de las áreas
protegidas Honduras. Sin importar que en sus decretos de creación este
prohibida la minería ni la fecha de publicación de los mismos.
Impulsando La Paz y la protección del ambiente 237

Tabla 7
Lista de zonas registradas en el CPPFI al 2016

Nº Nombre Régimen Categoría Área CPPFI Área de AP


de la zona (ha) (ha)
1 Blanca Janeth Área Protegida Parque Nacional 43,952.11 87,131.85
Kawas
2 Barras de Cuero y Área Protegida Refugio de Vida 11,814.20
Salado Silvestre
3 Cusuco Área Protegida Parque Nacional 6,040.61
4 Isla Conejo Área Protegida Parque Nacional 3.44
5 Punta Izopo Área Protegida Parque Nacional 3,826.10
6 Montaña de Área Protegida Parque Nacional 10,882.44
Celaque
7 Nombre de Dios Área Protegida Parque Nacional 10,612.95
Fuente: Elaboración propia en base al CPPFI, ICF, 2016.

Tabla 8
Porcentaje de Áreas Protegidas (AP) excluidas de la minería por Ley

Total Hectáreas Porcentaje de AP


Descripción de
Nº Total Hectáreas inscritas en el excluidas de la
superficie de AP
CPPFI minería por Ley
Superficie de las 68 AP
1 3,389,580.2 87,131.8 2.57%
declaradas del SINAPH
Superficie de las 91 AP
2 declaradas y propuestas 5,056,364.3 87,131.8 1.72%
del SINAPH
Fuente: Elaboración propia con información de ICF (2016).

El mismo análisis que se realizaron con las áreas protegidas, se realizó


con las Microcuencas productoras de agua declaradas oficialmente. Para
esto, se superpuso la cartografía oficial de las Microcuencas abastecedoras
de agua declaradas del icf con la cartografía oficial del inhgeomin de
las concesiones mineras metálicas y no metálicas en explotación. Como
resultado, se encontró que existen ocho departamentos que presentan
traslape, los cuales son: Atlántida, Comayagua, Choluteca, Cortes, El
Paraíso, Francisco Morazán, Olancho y Santa Bárbara. Donde se encon-
traron 25 conflictos territoriales en limites locales reales entre minería
y microcuencas. De los cuales siete presentan conflicto territorial legal,
donde cuatro están confirmados y tres requieren una revisión más pro-
funda. Estos datos generan el séptimo indicador (ver tabla 9).
238 geografías al servicio de los procesos de paz

Tabla 9
Número de conflictos por traslapes en Áreas Protegidas

Nº Traslapes entre concesiones Cantidad de Porcentaje (%)


y Microcuencas Concesiones
1 Con conflicto legal 04 16.00%
2 Sin conflicto legal 18 72.00%
3 Requiere revisión más profunda 03 12.00%
Total 25 100.00%
Fuente: Elaboración propia con información de INHGEOMIN (2015) e ICF (2016).

Análisis Espacial con límites locales percibidos

En el año 2014, el Instituto de Conservación Forestal (icf) público el


mapa forestal y de cobertura de tierra de Honduras. En dicho mapa se
presenta las coberturas de bosque, agroforestal, agropecuario, cuerpos
de agua y zonas urbanizadas. Estas a su vez, se clasifican en clases más
específicas. Esta información geográfica generada a través de sensores
remotos nos ofrece límites locales percibidos, ya que no son límites
oficiales, pero si se perciben como tales ya que separan temáticas, unas
de otras.

Figura 5
Mapa entre concesiones mineras y la cobertura boscosa y agropecuaria

Fuente: Elaboración propia con datos ICF (2014) e INHGEOMIN (2015).


Impulsando La Paz y la protección del ambiente 239

Para efectos del presente estudio, se priorizaron los limites locales


percibidos de las subcategorías que se relacionan con el bosque, la pro-
ducción agroforestal y agropecuaria. A la vez, se analizaron los cuerpos
de agua, zonas urbanas y otros usos. En base a esta cartografía de co-
bertura, se realizó un análisis de traslape entre las distintas coberturas,
y actividades económicas y la minería en explotación actual, lo cual dio
por resultado el mapa de la figura 5.
Como lo muestra la figura 6, los resultados del análisis indican que
la explotación de minería metálica y no metálica abarcan en primer lugar
bosque en el 43% de su superficie (41,416 hectáreas) y en segundo lugar
abarcan suelo agropecuario en un 34% de su extensión territorial (32,648
hectáreas). Si a estos datos, le sumamos el 2% de superficie agroforestal
(1,935.60 hectáreas), tendremos que el 79% de la superficie concesionada
para la explotación minera metálica y no metálica en Honduras se realiza en
áreas agropecuarias, bosque y agroforestal, es decir, en 75,999.61 Hectáreas
que tienen traslape con limites locales percibidos forestales y agropecuarios.

Figura 6
Porcentaje de superficie de las concesiones mineras de explotación que ocupan
cobertura y/o uso de suelo agropecuario, boscoso, entre otros

Fuente: Elaboración propia con datos ICF (2014) e INHGEOMIN (2015).

Al analizar espacialmente mediante superposición la cartografía del


censo del Instituto Nacional de Estadísticas (ine) del 2001 y las concesiones
en explotación metálica y no metálica del 2015, se identifica que existen
234 comunidades o caseríos contenidos en áreas destinadas a concesiones
para extracción minera metálica y no metálica. Y la población­total que
habita en estas comunidades suman 164,163 habitantes (ver tabla 10).
240 geografías al servicio de los procesos de paz

Tabla 10
Habitantes de comunidades en superficie concesionada para exploración

Nº Tipo de Concesión Cantidad de caseríos Población en caseríos


en explotación contenidos contenidos
1 Metálica 142 30,985
2 No Metálica 92 133,178
  Total 234 164,163
Fuente: Elaboración propia con información de INHGEOMIN (2015) e INE (2001).

6. Discusión de resultado 1: Situación actual y prospectiva


de la Minería
Una vez conocida la situación actual de la minería en el país, podemos
modelar la prospectiva de la minería a corto y mediano plazo para de-
terminar los posibles impactos medio y máximo de la misma. Para esto,
se establecieron proyecciones basadas en dos escenarios, uno de impacto
medio y otro de impacto máximo. Como lo muestra la figura 7, el estudio
ha comprobado que al 2015 solo el 0.80% de la extensión superficial
nacional tiene concesión o permisos para realizar actividades mineras. Y
que prospectivamente, este porcentaje puede aumentar entre 2% a 4%
en los próximos años. Con esto, se ha demostrado incorrecta el mito
popular difundido por algunas ong de que “al 2009 el 30% del territo-
rio nacional estaba concesionado a la industria minera. Actualmente, es
posible que dicha cifra se aproxime al 50%” (Middeldorp, 2017 p. 75).

Figura 7
Situación actual y prospectiva minera de Honduras al 2015
Cantidad de explotaciones (unidades) Área de explotaciones (km2)
4.425
5000 4%
4500
4000
3500
2.390
3000 2%
2500
2000
1500 964
0.80%
1000 610
500 165 308
0
escenario actual escenario proyectado escenario proyectado
de impacto medio de impacto máximo

Fuente: Elaboración propia con datos de INHGEOMIN (2015).


Impulsando La Paz y la protección del ambiente 241

Dicho mito, ha sido impulsado por organizaciones que en su génesis


plantean proteger a las comunidades y las etnias, pero que no utilizan la
Geografía para la paz para sus estudios. Por lo cual, el dctig a través
del ouot, ha capacitado y compartido información geográfica con los
representantes y miembros principales de estas organizaciones para
apoyarlas a utilizar data confiable en la búsqueda de la paz en el país.

Discusión de resultado 2: sobre los conflictos territoriales mineros

El estudio comprobó que efectivamente existen cincuenta (50) conflictos


territoriales mineros en zonas donde es prohibido legalmente la misma.
Tales como, los veinticinco (25) conflictos territoriales con limites locales
reales entre minería y áreas protegidas del Sistema Nacional de Áreas
Protegidas de Honduras (sinaph). Por lo que se requiere realizar un
estudio más detallado sobre los efectos locales de estos conflictos. A la
vez, con los resultados se ha descubierto una gran debilidad en la Ley
General de Minería del 2013 que afecta a todas las áreas protegidas del
sinaph, ya que permite concesionar el 98.28% de las áreas protegidas
del país, es decir, 4,969,232.46 hectáreas (49,501.93 km2). Complemen-
tado esto, se identificaron veinticinco (25) conflictos territoriales con
limites locales reales entre minería y microcuencas productoras. Con lo
que se recomienda realizar revisiones de ámbito social y ambiental para
determinar la amplitud del conflicto territorial encontrado espacialmen-
te. Ya que es contradictorio e ilegal la existencia de la actividad minera
en una zona productora de agua, tal y como lo podemos ver en los dos
enunciados jurídicos siguientes:

a) Ley General de Minería (02 de abril del 2013), inciso “a”, del
Art.48 menciona que “En ningún caso la Autoridad Minera
otorgará derechos mineros en las zonas siguientes… zonas
productoras de agua declaradas…”.
b) Ley Forestal, Áreas Protegidas y Vida Silvestre (26 de febrero
del 2008), el Art.123, inciso 1) indica que se “prohíbe todo tipo
de actividad en estas zonas cuando están declaradas legalmente
como zonas abastecedoras de agua”.

Abonando al número de conflictos, este estudio identifico conflictos


territoriales entre actividad minera con limites locales percibidos, ya que
el 79% de la superficie concesionada para la explotación minera metálica
y no metálica en Honduras se realiza en áreas agropecuarias, bosque
242 geografías al servicio de los procesos de paz

y agroforestal. Además, se identificó que existen 234 comunidades o


caseríos contenidos en áreas destinadas a concesiones para extracción
minera metálica y no metálica. Y la población total que habita en estas
comunidades suman 164,163 habitantes. Lamentablemente, no existe
data que confirme que estas comunidades aceptasen estar en la zona de
influencia de actividades mineras.

7. Conclusiones

Primero, sobre la cartografía oficial para análisis mineros, la información


geográfica de ciertas categorías no estuvo disponible para este estudio
debido a la carencia de interés institucional, capacidades y/o tecnologías
para generar o dar mantenimiento constante a la cartografía temática de
cada ente gubernamental que administra las zonas de exclusión minera
del país. Esto demuestra que efectivamente no se están realizando análisis
completos de traslapes entre solicitudes de concesiones y zonas de exclu-
sión minera, debido al no acceso a la cartografía oficial de varias de estas
zonas por parte de inhgeomin. Un ejemplo de esto es, la cartografía
oficial de los “pueblos indígenas y tribales”. Que, si bien es cierto no es una
zona de exclusión minera oficial, se recomienda que los pueblos indígenas
deben ser excluidos de la figura de concesión minera en la Ley General
de Minería. Ya que de acuerdo al Convenio 169 de la oit, “los gobiernos
deberán tomar medidas, en cooperación con los pueblos interesados, para
proteger y preservar el medio ambiente de los territorios que habitan”.
Segundo, no todas las zonas de bosque están protegidas legalmente
solo aquellas que están tituladas a nombre del estado, que como hemos
visto es un porcentaje muy bajo. Y peor aún, las zonas agropecuarias y
asentamientos humanos no se incluyen en las zonas de exclusión minera,
por lo cual, esto representa una debilidad a mejorar en la Ley General
de Minería, ya que no protege los medios de vida relacionados a estas
zonas especiales que en potencia pueden ser declarados como tales. Esto
tiene vital importancia para apoyar las políticas de Seguridad Alimentaria
y Protección al Ambiente. Y en el caso de los asentamientos humanos,
esto conlleva al desplazamiento masivo de población por conflictos
mineros, existen muchas poblaciones comunitarias que estarán o están
ya siendo afectadas por la actividad minera. Durante la verificación de
campo de algunos traslapes se encontraron dos casos que demuestran
esto, la concesión no metálica de Sapadril (Puerto Cortes, Cortes) y la
concesión Metálica de San Andrés (San Andrés, Copan).
Impulsando La Paz y la protección del ambiente 243

Figura 8
Mapa minero interactivo web del OUOT de la DCTIG

Fuente: www.mineriahonduras.com

Tercero, la ue y la onu (2012), explican que en el ámbito académico


internacional ha mostrado recientemente un gran interés el estudio y di-
seño de estrategias de intervención para tratar la relación entre la minería
y los conflictos. Sin embargo, la mayoría de los enfoques investigativos
institucionales, académicos y populares usan una perspectiva que ve a los
conflictos mineros como conflictos sociales o ambientales. Desde una
perspectiva espacial, un conflicto territorial por minería es causado por
la superposición espacial entre una concesión minera con otra área que
tiene definidos sus límites locales reales o percibidos. Pues, cuando no
se identifica o trata el conflicto territorial a tiempo, se pueden originar
otros tipos de conflictos:

1. Legales (cuando se contradice una ley que permite una actividad


con otra que la prohíbe)
2. Ambientales (una actividad contamina o daña recursos, biodi-
versidad y/o personas en su área de influencia)
3. Económicos (un rubro económico menos rentable afecta otro
con mayor beneficio económico sostenible a una región) y
4. Sociales (cuando la sociedad en el área de influencia de una
actividad­ o proyecto, se siente afectada en sus derechos
humanos).­
244 geografías al servicio de los procesos de paz

Se deduce entonces que un conflicto minero, ya sea social o am-


biental, es el resultado posterior y lógico de un conflicto territorial que
pudo identificarse y evitarse previamente desde la perspectiva espacial o
geográfica. En base a esto, este estudio de la geografía de la paz logra con
sus resultados ser un aportante al estudio de la relación directa entre la
minería y los conflictos territoriales en Honduras. Aportando, además,
un mapa minero interactivo web creado para que la información de este
estudio sea pública y accesible (ver figura 8). El objetivo de este mapa es
que las autoridades, sociedad civil y el dctig a través del ouot realicen
monitoreo constante para asegurar el respeto al ambiente y a las comu-
nidades donde se ejecuten proyectos mineros. Con lo cual, estaremos
asegurando la justicia social, la protección del ambiente y la prevención
de conflictos causados por la mala práctica de la minería en Honduras.

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Turismo y construcción de la paz
en Colombia
Luz Angela Castro Ñungo1
Viviana Alejandra Veloza Cárdenas2

Introducción

El turismo entendido como actividad económica, ha modificado la re-


lación hombre-medio al punto de ocasionar la pérdida de la identidad
local y del valor del sentido de lugar. De ahí la necesidad de entenderlo
como una práctica social que apoye el desarrollo endógeno local y la
protección del medio.
Desde esta perspectiva, y bajo la visión de país proyectada en el Plan
Nacional de Desarrollo 2014-2018, además del nuevo panorama ofrecido
con la firma del acuerdo de Paz en Colombia, el turismo se constituye en
un potencial para los territorios en proceso de transformación hacia la
cultura de la paz. En esta vía viene trabajando el Ministerio de Comercio,
Industria y Turismo - Mincit con estrategias como “Turismo, Paz y
Convivencia” y “Seguro Te Va A Encantar”, para desarrollar turística-
mente aquellos lugares afectados por el conflicto.
En este mismo sentido, desde la última década del siglo xx emerge
una reorientación de la mirada geográfica hacia el turismo, que parte
de la cotidianidad en vez de verlo desde las estructuras y los grandes

1 Licenciada en Ciencias Sociales, Geógrafa, MSc en Geografía, Doctora


(c) en Geografía. Profesional Especializado, Instituto Geográfico Agustín
Codazzi.
2 Ingeniera Ambiental. Estudiante de la Especialización en Proyectos de
Desarrollo. (esap). Profesional. Instituto Geográfico Agustín Codazzi.

[247]
248 geografías al servicio de los procesos de paz

discursos (Hiernaux, 2006). La geografía plantea nuevos retos desde


un turismo sostenible y responsable que busque el equilibrio de las di-
mensiones social, ambiental y económica, a partir del emprendimiento
comunitario, exaltando la identidad cultural y apoyando nuevas alian-
zas que propendan por preservar el patrimonio, la biodiversidad y la
búsqueda de la paz. Se parte del principio de la participación mediante
redes comunitarias, para así generar construcción territorial a partir
del desarrollo socioeconómico local y la conservación de los recursos
naturales y culturales.
La presente reflexión parte de mostrar un panorama general de Co-
lombia en el contexto del conflicto armado, particularmente en relación
con las dinámicas derivadas del desplazamiento forzado y la presencia de
cultivos ilícitos en el territorio, así como la manera en que esto ha afec-
tado no solo a la población sino también al patrimonio natural y cultural
de la nación. Seguidamente se plantea la visión de país proyectada en
el Pan Nacional de Desarrollo 2014-2018 y su apuesta con el Mincit
por promover el turismo en aquellos lugares afectados por el conflicto,
como una manera de impulsar su desarrollo.
Frente a esto, se reivindica la mirada del turismo desde la geo-
grafía, la cual lo posiciona como un fenómeno y una práctica social,
que requiere entenderlo a partir del paradigma de la sostenibilidad, lo
cual exige una visión de desarrollo fundamentada en la protección del
ambiente en términos de su viabilidad ecológica, social y económica.
Finalmente se describen dos experiencias que ilustran las múltiples
iniciativas de turismo sostenible y responsable que han surgido re-
cientemente en el país, tanto de entes gubernamentales como de la
sociedad civil y particulares.

1. Territorio y conflicto armado

El siglo xxi en Colombia llegó con un panorama social y político carac-


terizado por presentar altas tasas de homicidio, desplazamiento forzado,
secuestros y áreas del territorio con cultivos ilícitos. En el año 2000 se
registraron 163.000 hectáreas sembradas con plantaciones de coca y 3.572
personas secuestradas. Así mismo, en 2002 el país alcanzó los niveles
más críticos en materia de homicidios, con una tasa de 69,67/100.000
habitantes y más de 600.000 víctimas de desplazamiento forzado (dnp,
2015, pág. 35).
turismo y construcción de la paz en colombia 249

Figura 1
Desplazamiento forzado en Colombia

Fuente: DPS, 2011.

Según información del Departamento para la Prosperidad Social,


en el territorio nacional alrededor de 3.9 millones de personas fueron
desplazadas desde la década de 1990 hasta la actualidad. Desde entonces
y lo que va corrido del siglo xxi, se presentó una significativa expansión
territorial del despla­zamiento en la que hasta aproximadamen­te 2007,
únicamente los departamentos de Amazonas y del Archipiélago de San
Andrés, Providencia y Santa Catalina se podían con­siderar fuera del
conflicto.
Los departamentos con mayor porcentaje de población recibida
como consecuencia del desplazamiento forzado por el conflicto armado
son en su orden Antioquia (19%), la ciudad de Bogotá (19%), Nariño
250 geografías al servicio de los procesos de paz

(12%), Cauca (7%) y Valle del Cauca (5%), además de las capitales de
aquellos departamentos cer­canos a las principales zonas de expulsión
de población como Caquetá, Córdoba, Chocó, Huila, Meta, Norte de
Santander, Tolima, Putumayo, Bolívar, Atlántico y Cundinamarca. Por
su parte, los departamentos predominantemente expulso­res de población
desplazada son Antioquia, Bolívar, Caquetá, Cesar, Chocó, Magdalena,
Nariño, Tolima, Valle del Cauca (igac, 2014, pág. 187).

Figura 2
Cultivos ilícitos en Colombia, 2003- 2012

Fuente: UNODC. Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Este panorama revela otra realidad en el país; la destrucción del


patrimonio natural particularmente por la deforestación de grandes
zonas de conservación, que se han dedicado a los cultivos ilícitos. Lo
anterior lleva a reflexionar sobre la importancia de una Colombia en
paz, como requisito fundamental para el restablecimiento del equilibrio
turismo y construcción de la paz en colombia 251

entre el uso y la conservación de los recursos naturales de manera que


se prevenga su deterioro, se garantice su renovación permanente y se
asegure la preservación de las funciones ambientales de los territorios.
Bajo esta mirada, es importante entonces promover alternativas
productivas y de aprovechamiento sostenibles, entre las que se puede
contemplar el turismo, que permitan a las poblaciones de las zonas afec-
tadas, obtener beneficios económicos como empleo y mayores niveles de
ingreso por medio de la provisión de bienes y servicios ambientales. En
este mismo sentido, es necesario, apoyar iniciativas de desarrollo vincu-
ladas a la protección del ambiente y adaptación al cambio climático, que
conlleven al afianzamiento de la paz en los territorios ante un eventual
escenario de posconflicto en el país (dnp, 2015, pág. 41).

2. Estrategias gubernamentales de turismo y paz

La visión de país proyectada en el Plan Nacional de Desarrollo 2014-


2018, promueve, entre muchas otras iniciativas, la construcción de la
paz bajo la mirada del turismo. Desde este marco, el Mincit viene
desarrollando dos estrategias con el ánimo de impulsar el desarrollo del
turismo en algunos de los lugares que han sido fuertemente afectados
por el conflicto.
En el Plan Nacional se plantea que el desarrollo, traducido en
bienestar para las regiones y habitantes en igualdad de condiciones,
no se ha logrado por dificultades relacionadas con la institucionalidad,
pero especialmente con la situación de violencia, lo que ha configurado
desequilibrios territoriales. No obstante, mediante sus tres grandes
objetivos;­1) la construcción de la paz, 2) la equidad y 3) la educación, se
pretende potenciar la posibilidad de un desarrollo sostenible en el país.
Para el logro de estos objetivos, se trazaron cinco estrategias
transversales enmarcadas en una estrategia “envolvente” llamada de
crecimiento verde, concebida no como una estrategia sectorial sino
como aquella que promueve a todos los sectores a adoptar prácticas
verdes de generación de valor agregado, para conseguir un desarrollo
económico, social y ambientalmente sostenible. De las cinco estrategias;
1) competitividad e infraestructura estratégicas; 2) movilidad social;
3) transformación del campo; 4) seguridad, justicia y democracia para
la construcción de paz; y, 5) buen gobierno (dnp, 2015, pág. 28), las
dos primeras destacan la importancia del turismo para potenciar el
desarrollo del país.
252 geografías al servicio de los procesos de paz

Figura 3
Objetivos para un desarrollo sostenible en Colombia

Fuente: DNP, 2015

La primera estrategia se fundamenta en la necesidad de aumentar la


productividad; para ello recurre entre muchas otras acciones, a dinami-
zar el turismo, el cual de acuerdo con el diagnóstico del Plan, enfrenta
limitantes para su competitividad. Esto debido a que en la ejecución
de la política de turismo, se identificaron seis problemas que afectan
su desarrollo y materialización en las regiones: 1)  baja calidad de los
servicios turísticos que impide cumplir con estándares internacionales;
2) deficiencias de la planta turística y de la infraestructura que limitan el
desarrollo de destinos turísticos; 3)  bajos niveles de conectividad aérea,
marítima, fluvial y digital entre las regiones; 4)  limitada aplicación de
políticas nacionales en las regiones e inaplicabilidad de planes de desarro-
llo turístico a nivel local; 5) ausencia de coordinación entre las entidades
del orden nacional en torno a las políticas del sector; y, 6) pérdida de
articulación y manejo de los recursos públicos por parte del Mincit
(dnp, 2015, pág. 117)
Ante ese panorama, el Plan propone ampliar los recursos destinados
a la promoción y competitividad turística y focalizar estrategias para la
atracción de más turistas, así como potenciar el turismo como instru-
mento para el desarrollo regional sostenible y en paz. Para ello ordena al
Mincit consolidar y diseñar nuevos productos; avanzar en el saneamiento
turismo y construcción de la paz en colombia 253

y recuperación de activos turísticos; desarrollar nuevas obras de infraes-


tructura turística y optimizar las existentes; implementar la certificación
en las normas técnicas de calidad en turismo; apoyar la certificación de
destinos turísticos sostenibles; realizar alianzas con instituciones espe-
cializadas en enseñanza de una segunda lengua para formar y capacitar
a los prestadores de servicios turísticos; fortalecer el Programa Nacional
para la Formalización Turística en procura de un turismo responsable,
accesible y formalizado; y consolidar como destinos de naturaleza el
Camino a Teyuna (Ciudad Perdida) de la Sierra Nevada de Santa Marta
(Magdalena), la serranía de la Macarena (Meta), Putumayo y Urabá-El
Darién (Antioquia-Chocó), con el fin que se apoyen para su desarrollo
integral, incluyente y sustentable.

Figura 4
Estrategias gubernamentales de turismo y paz

Fuente: DNP, 2015

Además, el Plan determina que el Mincit deberá coordinar acciones


para mejorar la conectividad aérea, marítima, fluvial, terrestre y digital
de la ciudad de Bogotá y los departamentos de Bolívar, Antioquia, Valle
del Cauca, San Andrés y Providencia, Atlántico, Norte de Santander,
Santander, Magdalena, Risaralda, Nariño, Quindío, Cesar y La Guajira.
Asimismo, deberá optimizar las estrategias de promoción turística na-
cional e internacional y crear el Programa Nacional de Fortalecimiento
254 geografías al servicio de los procesos de paz

de las Capacidades Regionales de Gestión Pública del Turismo. Frente


a la problemática actual de las playas, deberá implementarse una política
pública que equilibre la tensión entre competencias del orden nacional
y territorial y los derechos de los particulares (dnp, 2015, pág. 153).
En cuanto a la segunda estrategia, de movilidad social, con el fin de
hacer visible el patrimonio cultural de la nación en el ámbito mundial
se propone incluir nuevos sitios y nuevas manifestaciones en la lista de
Patrimonio Mundial y en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial
de la Humanidad de la Unesco. Este reconocimiento generará mayor
conocimiento y posibilidades para fortalecer el sentido de pertenencia
al patrimonio por parte de las comunidades, así como su sostenibilidad
económica, integrando actividades como el turismo responsable (DNP,
2015, pág. 373).
Con base en las directrices del Plan Nacional de Desarrollo, el Mincit
viene desarrollando dos estrategias concretas en los territorios afectados
por el conflicto armado, las cuales viabilizan opciones productivas legales
a las regiones que por tanto tiempo se vieron afectadas por la violencia
(ministerio de comercio, industria y turismo, 2016a).
Por una parte, la estrategia de Turismo, Paz y Convivencia, pro-
yecta construir una cultura de paz en procesos de reconciliación con las
comunidades y la naturaleza, ejerciendo una función integradora con
el territorio (ministerio de comercio, industria y turismo,
2016b). Se centra en los cuatro territorios piloto indicados en el Plan
Nacional de Desarrollo: Ciudad Perdida (departamento del Magdalena),
Sierra de La Macarena (departamento del Meta), Golfo Urabá-Darién
(departamentos de Chocó y Antioquia), y Valle de Sibundoy y Mocoa
(departamento del Putumayo), donde se estimula a partir de cuatro fren-
tes -competitividad, gestión empresarial, infraestructura y promoción
turística- el empoderamiento comunitario a través del turismo como
alternativa para el desarrollo sostenible, de acuerdo con las características
territoriales y comunitarias de cada lugar.
En esta estrategia se concibe al turismo como un factor importante
de desarrollo que generará territorios de paz, y propende por el desarrollo
turístico de destinos afectados por el conflicto armado (ministerio de
comercio, industria y turismo, 2016c). Su objetivo es formar
territorios para el turismo garantizando la construcción de tejido social
y alineación de voluntades, que permita a su vez generar cadenas de va-
lor y mejorar la calidad de vida de las comunidades anfitrionas a través
de prácticas responsables y sostenibles, con el apoyo de las entidades
territoriales, gremios, empresarios turísticos y la academia.
turismo y construcción de la paz en colombia 255

Se estructura alrededor de tres ejes temáticos con el fin de generar


espacios de reconciliación y entendimiento entre culturas: 1) cons-
trucción de tejido social, 2) transformación y desarrollo de entornos
de paz, y 3) sostenibilidad. Asimismo, se contempla la intervención
de los diferentes actores públicos y privados del orden local, regional
y nacional, en donde el primer actor es la comunidad y las entidades
territoriales, autónomos en el uso y aprovechamiento de su territorio;
seguido de los emprendimientos individuales, familiares y comunitarios
que prestan servicios al turismo, y por último el Gobierno Nacional y
facilitadores, integrados por la institucionalidad pública en materia de
salud, educación, trabajo, etc.
Por otra parte, a principios del 2016 el Mincit lanza la campaña
Seguro Te Va A Encantar, con la cual se invita a los viajeros nacionales
y extranjeros a visitar nuevos destinos, recorrer diferentes rutas y explo-
rar lugares no conocidos de Colombia (ministerio de comercio,
industria y turismo, 2016d). De esta forma, se estimula el turismo
en regiones emergentes afectadas por el conflicto, que cuentan con una
vocación y oferta para el turismo, con el ánimo de fomentar la confianza
en las mismas, su promoción y comercialización.
Con esta campaña también se busca fortalecer los eslabones de la
cadena productiva del turismo en lugares que se han dejado de visitar o
que aún no se conocen como consecuencia del conflicto, mediante líneas
de acción de competitividad para potenciar y fortalecer el desarrollo
turístico, y promoción con el desarrollo de rutas, apoyo a las ferias y
fiestas del país, entre otros, asociadas a una “Colombia en Paz” a nivel
nacional e internacional.

3. La Mirada Geográfica Del Turismo

En el marco del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 se subraya al


turismo como un factor fundamental para la construcción de la paz en
Colombia. No obstante, es importante entender que el turismo no debe
constituirse solo en un fin, sino en un medio que posibilitará la cultura de
la paz y el fortalecimiento económico, social y ambiental de las regiones.
La consideración del turismo como un sector que le ha dado dina-
mismo a la economía mundial y como una actividad que ha contribuido
en algunos países al crecimiento de su producto interno bruto, a la gene-
ración de empleo y de divisas y a la mejora del trasporte, las comunica-
ciones y el comercio en las denominadas zonas turísticas; hace necesario
256 geografías al servicio de los procesos de paz

reflexionar sobre este como un fenómeno complejo y una práctica social,


más que como una actividad económica.
Como fenómeno, el turismo tiene una expresión espacial, al inte-
grar una serie de actividades económicas y prácticas sociales que se ven
reflejadas en determinadas configuraciones espaciales. Esto lleva a su
aproximación desde la geografía, para así coadyuvar a una interpretación
más clara de sus dinámicas y efectos, a la búsqueda de explicaciones en
la relación sociedad-espacio y a la crítica de la idea del espacio como un
contenedor y no como un producto social.
Como práctica, el turismo genera una amplia gama y variedad de
factores de producción para satisfacer los bienes y servicios demandados
por los visitantes e involucra una gran cantidad de agentes y actores. Esto
hace necesario adoptar un enfoque global del desarrollo, la gestión y la
supervisión del turismo, con miras a la formulación y puesta en marcha
de políticas nacionales y locales, así como de acuerdos internacionales u
otros procesos en materia de turismo.
En este contexto, y teniendo en cuenta las más recientes tendencias
en el estudio del turismo dese la geografía, cobra importancia el cambio
de visión en las escalas de análisis, comúnmente de corte regional y
nacional y se da relevancia a ámbitos micro-sociales y microespaciales,
es decir se posiciona el lugar y el paisaje como las principales categorías
de análisis espacial. Estas se constituyen en un obligado referente a la
hora de pensar en el turismo como un medio para construir la paz en el
nuevo escenario del posconflicto en Colombia.
Desde la geografía del turismo, el lugar deja de ser visto únicamente
como un espacio con límites establecidos y con ciertos atractivos turís-
ticos, que le otorgaban cierta distinción frente a otros. Ahora el lugar se
estudia como un espacio construido por todos los actores que partici-
pan en la práctica turística es decir el turista, la población residente, el
empresario y el Estado, los cuales le han asignado significados o crean
en palabras de John Agnew el “sentido de lugar” (Agnew, 1987) que se
ha construido tanto por aspectos psicológicos, mentales y culturales del
individuo.
También del paisaje se hace una relectura, ya que se sale de la de-
finición tradicional como una porción de la superficie terrestre que se
contempla a partir de la visión, similar a la noción de una pintura o una
fotografía (Brunet, 1993), y se concibe como un espacio compuesto por
una importante carga subjetiva.
De acuerdo con Daniel Hiernaux el turismo actual está marcado
por nuevas preferencias, nuevos productos impuestos en el mercado,
turismo y construcción de la paz en colombia 257

nuevos imaginarios sociales y, en consecuencia, nuevos espacios o nueva


organización de los espacios anteriores (Hiernaux, 2008b), todo lo cual
necesita entenderse y analizarse desde otra perspectiva. Es necesario
poner el énfasis no en el lugar turístico en sí mismo, sino en su proceso
de construcción geográfica e histórica. De esta manera, es posible avanzar
hacia una conceptualización del lugar turístico como producto de pro-
cesos sociales, subjetivos y cambiantes, en el que se articulan intereses,
valores e imágenes, con los atributos materiales del lugar. La condición
de atractividad turística de un lugar no resulta de sus atributos intrín-
secos sino de procesos de valorización social que definen cuáles de esos
atributos o rasgos del lugar se transformarán en atractivos turísticos.
Tal como lo planeta Almirón, “si la condición turística de un lugar, su
atractividad para el turismo, es un producto de la dinámica social, cabe
preguntarse, así, por los procesos sociales que definen (y redefinen) esa
atractividad turística de un lugar y que aseguran su permanencia en el
tiempo” (Almiron, 2004, pág. 176).

3.1. El Turismo y la Sostenibilidad

La aproximación geográfica del turismo, favorece la consolidación de


las nuevas visiones orientadas a apoyar el desarrollo endógeno local y
que buscan proteger el medio natural, así como responder de forma
integral a las necesidades de las comunidades y fortalecer la relación del
local con el visitante, manteniendo igualmente el desarrollo económico
de los lugares del turismo.
En este contexto, cobra importancia el paradigma del Desarrollo
Sostenible, desde el cual el turismo se constituye en una nueva alternativa
que garantiza en el largo plazo las demandas reales de las comunidades
locales y los beneficios para la colectividad (Brinckmann y Brinckmann,
2010, pág. 67). El turismo sostenible surge como una nueva apuesta que
busca alcanzar el equilibrio deseable para la conciliación de los objetivos
de ética ambiental, desarrollo sociocultural y viabilidad económica a
partir del emprendimiento comunitario. Bajo este argumento, el turismo
comunitario se constituye en una estrategia que parte del principio de
participación activa mediante redes comunitarias que permiten entablar
una relación directa entre ellas y los visitantes, con el fin de generar
construcción territorial a partir del desarrollo socioeconómico local, la
conservación de los recursos naturales y culturales y la calidad del servicio
que reciben los turistas (Hiwasaki, 2009).
258 geografías al servicio de los procesos de paz

La propuesta del turismo sostenible conlleva cuatro interpretaciones:


su sostenibilidad económica, su sustentabilidad ecológica, su sustentabi-
lidad a largo plazo y el carácter del turismo como estrategia de desarrollo
sustentable (Coccossis, 1996).
La sostenibilidad económica del turismo se proyecta con una visión
a mediano plazo que mantenga la calidad de recursos para incrementar la
satisfacción del visitante, asegurar la continuidad turística y la rentabilidad
de los destinos turísticos. Busca el mantenimiento del medio natural,
aunque lo considera como un recurso para una utilidad netamente eco-
nómica. Por su parte, el turismo ecológicamente sustentable, propone el
ecoturismo como única alternativa cuyo referente principal es el recurso
natural para la actividad turística; vincula el desarrollo socioeconómico
dentro de la gestión local; plantea que el impacto ambiental debe ser
bajo o nulo y promueve la educación y responsabilidad del ecoturista.
El turismo sustentable a largo plazo, es aquel que resulta de los nue-
vos intereses y necesidades que demanda el turismo masivo hacia opciones
más sostenibles, por lo cual la sostenibilidad se concibe como una meta.
Esta se entiende en términos de gestión de la actividad turística a partir
de códigos de conducta, planes de gestión y políticas ambientales para la
reducción de impactos negativos. Por último, el turismo como estrategia
de desarrollo sustentable hace alusión a que el turismo sostenible es la
meta a alcanzar por todas las formas de turismo. No obstante, se sigue
presentando la ambigüedad en cuanto a cómo alcanzar la sostenibilidad,
dado que el turismo a gran escala se orienta a la adaptación de políticas
relacionadas (racionalidad económica), mientras el turismo a pequeña
escala se presenta como una alternativa encauzada a cumplir con el ideal.
En este contexto, es fundamental aprehender de forma integral las
diversas interpretaciones del turismo en el marco de la sostenibilidad,
teniendo en cuenta la importancia que esta visión brinda a partir de la
protección del ambiente en términos de la interacción de las dimensiones
natural, social y económica. En este orden de ideas, es imprescindible
que en el nuevo escenario del posconflicto en Colombia se adelante un
examen exhaustivo de las condiciones de cada lugar y se comprenda la
visión de cada territorio, para así implementar una práctica del turismo
adecuada y coherente con las características y necesidades propias.

3.2. Iniciativas de Turismo Sostenible en Colombia

Aunque el escenario proyectado por el Plan Nacional de Desarrollo


2014-2018 parece propender por el reforzamiento de la idea del turismo
turismo y construcción de la paz en colombia 259

como una actividad económica, es importante mencionar que el marco


legal del turismo en Colombia no vislumbra una apuesta turística clara
enmarcada en la sostenibilidad. No obstante, las estrategias derivadas
del marco dado por el Plan y adelantadas por el Mincit se aproximan a
una visión del turismo en sintonía con el paradigma de la sostenibilidad.
Sin embargo, es importante mencionar que en el país es cada vez
mayor el interés de diferentes instituciones y organizaciones por encon-
trar alternativas que ayuden a transformar las dinámicas generadas por
el turismo. Esto ha permitido que en algunos territorios afectados por el
conflicto se brinden posibilidades en pro de mejorar las condiciones de
vida de la población local. Algunas de estas iniciativas son impulsadas por
el sector público en cabeza de Parques Nacionales Naturales de Colom-
bia, y otras por personas particulares que lideran procesos comunitarios
en el marco del turismo responsable.
En relación con las iniciativas de Parques Nacionales Naturales, es de
anotar que el manejo y la gestión de las áreas que conforman el Sistema
Nacional de Áreas Protegidas, involucra la restauración, conocimiento
y utilización de la biodiversidad a través de la adopción de estrategias de
conservación específicas, como el ecoturismo. Desde esta perspectiva,
se reconoce al turismo como un motor de desarrollo local y regional,
que ofrece oportunidades de progreso en estos escenarios, y la posibili-
dad de visibilizar una realidad local dentro del ámbito nacional. De ahí
que las áreas dispuestas para la conservación no sean concebidas como
espacios aislados, donde se prohíba la presencia de comunidades locales
o de visitantes, sino que al estar inmersas en una dinámica territorial, se
incluyen dentro de los procesos de gobernanza ambiental.
Bajo esta idea, se crea el programa Ecoturismo Comunitario, cuyo
objetivo es generar inclusión social de las comunidades locales y regio-
nales en los procesos de planificación ecoturística de las áreas protegidas.
De esta manera, se vincula a los grupos comunitarios de las zonas de
influencia de los parques en la generación de beneficios sociales y econó-
micos teniendo presente la sostenibilidad, la conservación del patrimonio
cultural y los recursos naturales (PNN, 2009). La implementación de
este programa se efectúa bajo la figura de un contrato de arrendamiento,
que consiste en un proceso de selección de organizaciones locales, sus-
cripción del contrato, concertación de acciones para el fortalecimiento
de la gestión de ambas partes y la elaboración del plan de trabajo para
el mejoramiento del servicio prestado.
La implementación de este programa en algunos de los Parques
Naturales Nacionales ha tenido resultados interesantes, ya que una vez
260 geografías al servicio de los procesos de paz

que las comunidades empiezan a liderar activamente los procesos que se


desarrollan dentro de su territorio -en este caso el ecoturismo-, se refirma
su sentido de pertenencia con el mismo y se crea un vínculo de apro-
piación que los incita a luchar por la sostenibilidad ambiental del lugar.
Un ejemplo de caso exitoso se presenta en el Parque Nacional Na-
tural El Cocuy cuya área protegida cuenta con importantes objetivos de
conservación para garantizar la conexión entre ecosistemas y la perviven-
cia de la comunidad Uwa, dado que se encuentran algunos resguardos
indígenas que representan el último enclave biocultural de origen muisca
(pnn, 2005). Hacia 1970 este lugar era reconocido nacional e interna-
cionalmente, lo que favoreció mayor afluencia de caminantes, quienes
manejaban sus propias rutas y no tenían mayor contacto con las comu-
nidades. El aumento de visitantes a la Sierra Nevada permite que surjan
organizaciones comunitarias en los municipios de El Cocuy y Güicán, lo
que aprovecha pnn como estrategia para que la comunidad se apropie
de su manejo y dejen de lado las diferencias políticas que históricamente
habían existido entre ambos municipios, para que en conjunto luchen
por minimizar las presiones generadas por el turismo.
Posteriormente, pnn promueve que las organizaciones existentes
trabajen en una asociación unificada, así en 2009 nace la Asociación de
Prestadores de Servicios Ecoturísticos de Güicán y El Cocuy - ase-
güicoc, organización de base y la única legalmente constituida en la
zona, conformada por 18 familias agrupadas que trabajan en pro de un
turismo organizado, planeado y dirigido dentro del Parque sin perder
su esencia campesina. Ese mismo año se firma el contrato de arrenda-
miento entre pnn y la asociación con una duración de 10 años que les
permite administrar la cabaña Sizuma propiedad del pnn el Cocuy, así
como prestar servicios de alimentación, hospedaje y guianza por algunos
senderos debidamente demarcados para el turismo.
La implementación del ecoturismo comunitario bajo la supervisión
de pnn ha favorecido la organización y fortalecimiento del tejido social,
a cargo de líderes locales y sus familias. Esto además ha traído grandes
beneficios tales como:

– La adecuación de la Cabaña Sizuma, que fue un espacio des-


habitado por mucho tiempo; recuperado por la asociación para
recibir a sus visitantes.
– El mejoramiento de la gestión dentro del área, a partir de
la implementación del estudio de capacidad de carga para la
regulación de la entrada de turistas, y la restricción del uso de
turismo y construcción de la paz en colombia 261

caballos como estrategia de recuperación y restauración natural


de las zonas erosionadas por el tránsito de bestias.
– La prestación de servicios de calidad mediante el acompaña-
miento permanente de los intérpretes ambientales al visitante
durante toda su estadía.
– La educación ambiental a través de programas para la disposi-
ción adecuada de residuos sólidos, cuidado del medio natural y
fortalecimiento del sentido de pertenencia.
– El apoyo de iniciativas sostenibles como el uso de energías limpias
para su propio sustento.

Paralelo a la gestión estatal, existe un fuerte interés de la sociedad


civil por impulsar estrategias que se desarrollan y que nacen de preocupa-
ciones particulares de líderes comunitarios. Entre estas son de mencionar
las iniciativas de algunas reservas de la sociedad civil, que propenden por
combinar los esfuerzos de conservación con un turismo responsable, pero
también existen iniciativas individuales en muchos municipios, que bus-
can exaltar los valores del lugar y la cotidianidad de sus habitantes. Una
de tantas experiencias interesadas en el trabajo proactivo y comprometido
para la consolidación de la participación de la sociedad en el desarrollo
sostenible local a través del turismo responsable, es la Fundación Pijao
Cittaslow, la cual funciona en el municipio de Pijao (departamento del
Quindío). Esta toma su nombre de un movimiento que surge en 1999 en
la ciudad de Greve in Chianti (provincia de Florencia, Italia), como una
propuesta de voluntad política para el “buen vivir”. Con este se pretendía
crear un modelo de desarrollo basado en el mejoramiento de la calidad
de vida de las personas y la filosofía de Slow Food, o Comida Sin Prisa,
en la que se aplican conocimientos de ecogastronomía a la cotidianidad
de las comunidades locales (Cittaslow, 2016).
El municipio de Pijao, se constituye en el primer y único Pueblo Sin
Prisa de Colombia y América Latina, cuya vinculación a la Red Interna-
cional Cittaslow se hace en el año 2014. Pijao se localiza en la cordillera
Central colombiana, cuenta con una arquitectura tradicional y una gran
biodiversidad, que lo hacen cada vez más atractivo para el turismo. Es
mayoritariamente rural y agrícola, y aunque por muchos años contó con
una economía próspera y estable, acontecimientos como la caída del Pacto
Cafetero en 1989, el terremoto de 1999 y la toma guerrillera de 2001,
marcaron significativamente su historia y lo llevaron al estancamiento,
principalmente en temas de saneamiento básico y pérdida del patrimonio
cultural y arquitectónico, así como a su olvido en el panorama nacional.
262 geografías al servicio de los procesos de paz

A partir del 2006, la Fundación Pijao Cittaslow, con objetivos en


torno a la recuperación de la cultura, la identidad local y el sentido de
pertenencia de la comunidad, focaliza sus esfuerzos en niños, jóvenes y
mujeres para recuperar la arquitectura tradicional del municipio. Esta
iniciativa, al igual que otras relacionadas con temas de educación y sen-
sibilización, fueron apoyadas posteriormente por otras organizaciones
y voluntarios nacionales y extranjeros, que también promueven el mo-
vimiento Slow como una apuesta al buen vivir de las personas.
En el año 2012, la iniciativa Pijao Cittaslow logra el apoyo del sector
político en cabeza de la Alcaldía Municipal con la que trabajan manco-
munadamente por dos años para adelantar el proceso de certificación
e ingreso a la Red Internacional Cittaslow.3 En este sentido, se trabaja
para alcanzar y mantener las 55 promesas con las cuales las poblaciones
aspirantes -de no más de 50.000 habitantes- pueden certificarse como
Ciudades Sin Prisa. Dichas promesas contemplan el contar con ciertas
condiciones en términos de ambiente, saneamiento básico, gastronomía
local, energía renovable y arquitectura tradicional.
Con la declaratoria de Pijao como una Ciudad Sin Prisa, se ha trans-
formado la visión que existía del municipio en su ámbito local, nacional
e internacional, además de promoverse el turismo responsable y de
reactivarse su economía. En este proceso, el municipio, aunque todavía
tiene necesidades frente al saneamiento básico, el apoyo al campesino
y la calidad educativa, se ha posicionado como un lugar para el turismo
a nivel regional y nacional, y es reconocido por desarrollar una apuesta
diferencial con los principios de sostenibilidad del movimiento Slow,
con beneficios reales para la comunidad local.

4. Conclusiones

El nuevo escenario del posconflicto en Colombia posibilita el desarrollo


del turismo pero entendido como una práctica social que exige adoptar
un enfoque integral de desarrollo, que contemple no solo su implanta-
ción sino más importante aún, su gestión y supervisión, con miras a la
formulación y puesta en marcha de políticas locales y nacionales.

3 Se reconoce que en el movimiento Slow, este tipo de iniciativas normalmente


provienen de las Autoridades Gubernamentales, no obstante en Pijao, dicha
iniciativa nace de la sociedad civil en cabeza de la Fundación.
turismo y construcción de la paz en colombia 263

Es necesario marcar pautas que encaminen la práctica turística


hacia la sostenibilidad, para reivindicar la identidad cultural, el sentido
de pertenencia y la participación comunitaria en el desarrollo del país.
La aproximación geográfica del turismo, favorece la consolidación
de las nuevas visiones orientadas a apoyar el desarrollo endógeno local
y que buscan proteger el medio natural, así como responder de forma
integral a las necesidades de las comunidades y fortalecer la relación del
local con el visitante, manteniendo igualmente el desarrollo económico
de los lugares del turismo.

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Milonga de tres banderas: la música como
patrimonio cultural de la región
de la Pampa
Flavi Ferreira Lisbôa Filho1
Débora Flores Dalla Pozza2

1. Mapeando una región transnacional: La Pampa



Un concepto que nos sirve ampliamente para respaldar la visión de la
pampa como una región transnacional es la noción de comarcas cul-
turales, elaborada por Rama (2008). Se trata de un reconocimiento de
que buena parte de las fronteras latinoamericanas son fruto de acuerdos
hechos por los imperios coloniales en Europa y, en consecuencia, de la
influencia de los capitalismos británico y norteamericano (aguiar, 2016).
De tal forma, no fueron raras veces que las líneas geográficas naturales
o regiones culturales definidas no se respetaron en el establecimiento de
las demarcaciones. Así, para comprender los procesos culturales en Amé-
rica Latina, la sugerencia es no fijarse simplemente en las dimensiones­

1 Profesor del Departamento de Ciencias de la Comunicación, del Programa


de Postgrado en Comunicación y del Programa de Postgrado Profesional
en Patrimonio Cultural de la Universidad Federal de Santa María (Río
Grande del Sur, Brasil). Doctor en Ciencias de la Comunicación por la
Universidad del Valle del Río de los Sinos. Investigador-líder del Grupo
de Investigación Estudios Culturales y Audiovisualidades. Brasil. E-mail:
flavilisboa@gmail.com.
2 Maestranda en el Programa de Postgrado en Comunicación de la Univer-
sidad Federal de Santa María y Directora de Producción de la Televisión
Universitaria de la misma institución. Investigadora del Grupo de Inves-
tigación Estudios Culturales y Audiovisualidades. Brasil. E-mail: debora.
dpozza@gmail.com.

[267]
268 geografías al servicio de los procesos de paz

nacionales­de las culturas y atentar para regiones dotadas de cierta homo-


geneidad cultural característica, las comarcas. Una de las señaladas por
Rama (2008) es la comarca pampeana, abarcando partes de Argentina,
Brasil y Uruguay: “el estado Rio Grande do Sul, brasileño, muestra
vínculos mayores con el Uruguay o la región pampeana argentina que
con Matto Grosso o el nordeste de su propio país” (rama, 2008, p.68).
De origen indígena, el término pampa es atribuido por muchos
autores a la procedencia quechua –lengua originaria hablada en países
de América del Sur– designando un territorio plano con pasto (golin,
1999). Geográficamente, la pampa corresponde a un espacio específico
en América del Sur: la región incluye el sur del estado brasileño de
Rio Grande do Sul (rs), todo el territorio de Uruguay y las provincias
argentinas de Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, Corrien-
tes y La Pampa (martino, 2004). Los datos del Ministerio de Medio
Ambiente de Brasil muestran que, en América del Sur, los campos y
pampas se extienden por un área de aproximadamente 750 mil km².
Del territorio de Rio Grande do Sul, 63% está ocupado por el bioma,
lo que corresponde a un área de 176.496 km². La región está asociada
a los climas subtropical y templado, a la vegetación poco exuberante si
se compara con la de los bosques y las sabanas, y la pecuaria extensiva
se destaca como principal actividad económica desde los tiempos de la
colonización portuguesa y española.
Sin embargo, Golin (1999, p.12, traducción propia) afirma que “el
modo de vida pampeano no quedó confinado a la geografía” y se desarro-
lló en casi todo el resto de Rio Grande do Sul. Este modo de vida se asoció
a las actividades de dominio de los pastos y de la ganadería, adaptadas
sobre el medio por una población que mezcló a indígenas, portugueses
y españoles (y más tardíamente negros esclavos) y se identificó bajo la
figura del gaucho/gaúcho, identidad regional que ha superado los límites
de los Estados nacionales. El significado del término gaucho demuestra tal
comprensión: mestizo que en los siglos xviii y xix habitaba Argentina,
Uruguay y Rio Grande do Sul, en Brasil, era jinete/caballero errante y
hábil en el trabajo ganadero.
Si en un primer momento, el gaucho designaba a aquel que se
dedicaba a la labor con ganado chúcaro, especialmente el indígena y el
mestizo, Padoin y Lobato (2007) añaden que en la secuencia se refirió
a los que se rebelaban contra el orden vigente, defendiendo la libertad
y contra el cerco de los campos. En el siglo xix, el término se aplicó al
peón integrado a las nuevas formas de trabajo en la sociedad, pero todavía
vinculado al encargo con el ganado.
milonga de tres banderas 269

Figura 1
Mapa de la región de pampa delimitada en verde

Fuente: Adaptado de MARTINO, 2004, p.115.

Además de la riqueza ganadora de la región, también se destacó


el uso de los ríos que desaguan en la Cuenca del Plata para transporte,
entrada y salida de productos y personas. La fundación de la Colonia
del Sacramento por la Corona Portuguesa a finales del siglo xvii, los
embates con los españoles, los acuerdos que concedieron la Colonia a
España y el posterior establecimiento de Buenos Aires como capital del
Virreinato del Plata evidencian cómo la Cuenca atraía atenciones de
orden económico y político (padoin; lobato, 2007).
Es por eso que Gutfreind (1992, p.147, traducción propia) afirma
que no hay como negar los intereses de Rio Grande do Sul y de Portugal
en el área del Plata, durante siglos; de forma que el extremo sur de Brasil
“giró más en la órbita castellana que lusitana al inicio de su historia”, lo
que provocó muchas similitudes y contactos. La historiadora relata, en la
época de publicación de su trabajo, que ejemplos recientes reforzaban las
relaciones existentes entre el estado sureño y los países del Plata, tanto
que acuerdos en el sentido de un proyecto de integración económico-
cultural venían ganando espacio en segmentos de la sociedad y en la
prensa.
Los vínculos entre Rio Grande do Sul y la región platina fueron diso-
ciados –o al menos atenuados– en una matriz de la historiografía brasileña
de tendencia lusitana y nacionalista que empeñó esfuerzos para conectar
270 geografías al servicio de los procesos de paz

la identidad del estado al resto de Brasil, incluso en el sentido de construir


una figura mítica y folclórica del gaucho de Rio Grande do Sul, alejado del
gaucho platino (gutfreind, 1992). Ese proceso ya se manifestaba antes,
pero es especialmente localizado a partir de las décadas de 1920 y 1930,
cuando hay una política nacionalista en el gobierno de Getúlio Vargas, un
señor de Rio Grande do Sul que estuvo en la presidencia de Brasil e hizo
un esfuerzo para trabajar la integración nacional y la “brasilidad”.
Como no cabe a la línea de reflexión propuesta en este trabajo dete-
nernos en la problematización de la figura folclórica y tradicionalista que
el gaucho brasileño asumió, vamos a limitarnos a reconocer que la cons-
titución de un imaginario social relacionado con la sociedad “gaucha” del
estado brasileño, con consecuente formación de estereotipos, personajes-
símbolo, ritos, valores, prácticas y manifestaciones artísticas, se considera
un proceso constituido histórico y culturalmente bajo intereses de grupos
dominantes. La representación que de ahí se articula es clasificada por
Pesavento (1993, p.391) como conservadora, ya que se basa en una realidad
que se insiste en declarar sin cambios –una actitud de “falseamiento de
lo real y de desplazamiento de sentido, no sólo porque la sociedad jamás
puede ser estática, sino porque el modelo nunca existió en su integridad”.
De acuerdo con la historiadora, las imágenes del gaucho nacionalista,
que eligió defender las fronteras del Estado, con vinculación a la tierra,
de valores libertarios y virtudes masculinas (lo que excluye a la mujer de
la representación), además de insertado en un sistema democrático, sin
distinciones de clases y razas, corresponde a una reconstrucción de lo real
–distante de las condiciones históricas objetivas– que sirve a un grupo que
busca legitimar su posición de predominio y hegemonía en la sociedad.
Es importante señalar que, en el último siglo, el gaucho entra al
imaginario social brasileño como gentílico para toda persona nacida
en Rio Grande do Sul, lo que expande el campo semántico del término
(padoin, lobato, 2007).
Este tipo de discusión en torno a una identidad regional nos remi-
te a la distinción entre regionalidad y regionalismo: la regionalidad se
refiere a la pertenencia a una región, la característica de ser regional,
sin señalar marcas positivas o negativas que vengan de esa condición; el
regionalismo nota las diferencias en el interior de una región y las utiliza
para construir identidades, lo que pone en juego características que en
momentos exaltan lo regional, en otros le dan atributos peyorativos o
valorativos –todo de acuerdo con intereses divergentes (santos, 2014).
Cuestiones que son propias de estudiar una región específica, sus con-
tradicciones y complejidades.
milonga de tres banderas 271

En el caso de la región de la pampa, se trata de un espacio particular


justamente por la construcción histórica de límites que tanto barraron
como a menudo permitieron relaciones, contactos e intercambios entre
los vecinos Rio Grande do Sul (Brasil), Uruguay y Argentina, proceso
que tuvo efectos en una determinada representación de identidad local
y que hasta hoy se siente en las prácticas cotidianas de quienes viven en
ese espacio. Son varios los casos de ciudades gemelas (municipios con
densificación poblacional cortados por la línea de la frontera, con gran
potencial de integración económica y cultural) en las divisas del RS con
los vecinos: Porto Xavier/San Javier, Itaqui/Alvear, São Borja/Santo
Tomé, Uruguaiana/Paso de Los Libres (fronteras Brasil-Argentina); Ba-
rra do Quaraí/Bella Unión/Monte Caseros (ciudades de Brasil, Uruguay
y Argentina, respectivamente); Quaraí/Artigas, Jaguarão/Rio Branco,
Santana do Livramento/Rivera e Chuí/Chuy (limites Brasil-Uruguai).
Tales puntos son el ápice y el símbolo de la permeabilidad cultural, social
y económica que la pampa vive como zona de frontera.
Zona que se caracteriza tanto por el paisaje natural como cultural:
Pampa no es una denominación exclusivamente natural, no es sólo
un paisaje en el que ocurre una condición fitogeográfica y fisiográfica
particulares, basada en la vegetación de pequeño y mediano porte y en el
relieve de llanuras y cerros. Esta unidad de paisaje fue, y es, el horizonte
de vida de las poblaciones que allí reprodujeron su historia, desde los
amerindios hasta las sociedades de la contemporaneidad. En este sentido,
fue sobre ese paisaje que se desarrolló una cultura particular, con énfasis
en el mestizaje de las colonizaciones lusas y castellanas, de la presencia
africana, de los amerindios (diezmados en casi su totalidad) y más tarde
de otras sociedades europeas como la italiana. Este paisaje es identificado
por numerosos investigadores como una región (panitz, 2010, p.23,
traducción propia).
Este reconocimiento de la pampa como unidad natural se debe
mucho a las innumerables representaciones artísticas y cotidianas de
los individuos y grupos que hicieron de ese espacio su cuadro de vida
(panitz, 2010). Entre las expresiones de mayor producción y alcance,
se encuentran la literatura, las artes visuales y especialmente la música.

2. La milonga como patrimonio cultural de la pampa

La geografía musical de un espacio platino que abarca a Río Grande


del Sur, Uruguay y Argentina es tema de estudio de Panitz (2010), que
272 geografías al servicio de los procesos de paz

considera la música como relevante práctica a ser analizada en función


del dinero, bienes, servicios, ideas y posicionamientos políticos que
moviliza o genera en su entorno. El geógrafo añade la contribución de
la música en la integración cultural, con cuidado para no olvidar otras
manifestaciones, pero ponderando que ella –a diferencia de las artes
visuales, danza y literatura– consiste en la forma artística más presente
en el cotidiano, en función de las tecnologías que facilitaron el acceso y
la circulación, especialmente a través de Internet.
En la comprensión del autor, la música es una forma representacional
de fuerte impacto desde el pasado colonial, remitiendo a un modo de
vida compartido entre los actuales países Argentina, Brasil y Uruguay.
Sin embargo, su forma popular fue adaptada con las historiografías
nacionales para circunscribir las expresiones culturales en los límites de
los Estados-nación:
En el caso de Rio Grande do Sul, junto con la historiografía, los
movimientos tradicionalistas contribuirían en gran parte a reelaborar
prácticas, genuinamente platinas, en el seno de la tradición dicha gaucha.
En este particular, al igual que todas las demás manifestaciones, la música
se transformó en una interpretación monolítica de la cultura regional,
en cierta medida sumisa a los cánones del tradicionalismo, de carácter
eminentemente institucional y estatal, con finalidad claramente políti-
ca; de la misma forma, otros movimientos regionales gauchos, como el
nativismo, ratifican la poca apertura al universo popular, abogando por
un purismo regional. Se entiende que históricamente diversos músicos
populares en Rio Grande do Sul realizaron – y realizan – un trabajo de
(re)aproximación a los ritmos regionales del sur, ayudando a insertarlos
en el panorama de la música popular del Estado y de Brasil […] (panitz,
2010, p. 95-96, traducción propia).
Para aclarar de que se trata al hablar en tradicionalismo y nativismo,
recurrimos a Agostini (2005) y su estudio acerca de vertientes de la música
de Rio Grande do Sul. El tradicionalismo tiene como destaque de su
postura la preservación de la “tradición”, por eso se dedica a la exaltación
de un pasado heroico idealizado y del gaucho mítico, utilizando como
instrumentos característicos la guitarra, la gaita y un tipo de percusión
primitiva. El nativismo, a pesar de beber de la misma fuente temática,
incluye en la pauta de composiciones la crítica social, denunciando el real
en contraposición al ideal, e inserta instrumentos considerados modernos
para “actualizar” la música regional, como la guitarra, el contrabajo y
la flauta traversa.
milonga de tres banderas 273

El mito del gaucho es un fenómeno universal constantemente reac-


tualizado por el tradicionalismo, ya que sus características de héroe son
recurrentemente resaltadas en las canciones, por medio de aspectos como
el gusto por las labores camperas, la idealización del espacio (“pago”),
la identificación y complicidad con el caballo, el amor por la libertad,
la defensa del territorio y hasta la inconformidad con la vida presente
en el medio urbano. Con estos elementos en cuenta, Agostini (2015,
p.67, traducción propia) señala el papel pragmático de organización y
regulación social que la música gaucha efectiva en la cultura e identidad
regionales en Rio Grande do Sul: “a través de la apropiación de imáge-
nes simbólicas ya cristalizadas en el imaginario social, se percibe que la
música tradicionalista ayuda a ordenar a la sociedad del estado meridional
de Brasil, imprimiendo reglas y valores esenciales a la identidad que el
gaucho ostenta y de la cual parece no querer deshacer “.
El autor mencionado todavía apunta otra vertiente de la música
regional que es interesante incluir en este trabajo: la mpg, o sea, Música
Popular Gaucha (una analogía hecha en relación a la conocida mpb –Música
Popular Brasileña), que mezcla diversos ritmos, como el rock, la bossa nova
y la música popular de “Tropicália” con el folclore propio de la pampa.
Este linaje se relaciona bastante al proceso de crear o adaptar una música
urbana del Estado, aun observando asuntos y costumbres “gauchescos”,
pero también contemplando situaciones del cotidiano de la ciudad y bus-
cando desarrollar temáticas más universales.
Tanto en la vertiente mpg como en el tradicionalismo y en el nati-
vismo, se notan incorporaciones de términos en “portuñol” (mezcla de
portugués y español), en la lengua española o incluso la ocurrencia de
composiciones enteras en castellano. Los casos de este orden son parte
de un proceso de préstamo lingüístico o de intersección entre el léxico
portugués y el español registrado en producciones culturales – fenóme-
no derivado del proceso de confluencia de culturas en la pampa, con el
compartir de hábitos, creencias y costumbres.
Así las canciones producidas en la zona limítrofe entre Brasil/
Argentina y Brasil/Uruguay son muestras representativas de que una
región de frontera comparte ese haz de particularidades. Espacio al cual
los sujetos que allí viven se declaran pertenecer, puesto que comparten
ideas y hechos de cultura que están integrados como partes representa-
tivas de una cultura regional (santos, 2014, p.102, traducción propia).
La porosidad cultural de las fronteras en ese espacio tiene des-
doblamientos más allá de la lingüística. Conforme a Panitz (2010), el
contacto entre los distintos lados de la divisa se mantuvo durante mucho
274 geografías al servicio de los procesos de paz

tiempo desde la conformación de los Estados nacionales, pero en un


momento de apertura política, relativa libre circulación de información
e integración económica como lo que vivimos ahora, una expresión re-
gional compartida entre Argentina, Brasil y Uruguay emergió nueva y
vigorosamente. Las tecnologías de la información, de la comunicación y
del transporte también ayudaron a establecer vínculos entre “realidades
musicales e imaginarios geográficos que fueron sofocados por las histo-
riografías nacionalistas en el período de independencia de las naciones
sudamericanas y que perduran en las representaciones con gran fuerza”
(panitz, 2010, p.97, traducción propia). El resultado es que músicos
de los diferentes países de la pampa están en diálogo, estableciendo
alianzas y componiendo una red, lo que habilita el reconocimiento y la
representación de un nuevo territorio musical.
Panitz (2010) reconoce algunos aspectos que acercan a esos artistas
y su hacer musical. Uno de ellos se refiere al paisaje de la pampa y al
clima como factores importantes de influencia en la expresión musical.
El horizonte ancho, el relieve poco accidentado de los campos y cojines,
de aparente linealidad y continuidad de la región-paisaje pampeana, ins-
piran una música igualmente lineal y sin grandes exuberancias. De forma
similar, el clima subtropical, cuyo consiguiente invierno riguroso parece
distanciar el estado de Rio Grande do Sul del Brasil Tropical (a pesar de
las altas temperaturas registradas ahí durante el verano), impacta en las
canciones con valores como melancolía, rigor y concisión. La diversidad
étnica y cultural de los pueblos pampeanos es otro punto fundamental en
la producción musical de ese espacio, porque la histórica miscegenación
de etnias provoca consecuentemente la mezcla de ritmos, instrumentos
e influencias sonoras.
Además, uno de los principales elementos de unificación entre los
artistas se refiere a elección y uso de la milonga como ritmo en las obras.
No quiere decir que se trata del único género al que los mismos se ad-
hieren, sino que consiste en parte del núcleo central de representaciones
del espacio platino en términos musicales. La milonga puede variar de
intensidad, pero siempre está presente en las producciones, a diferencia
de otros ritmos, como el tango, la chamarra y el candombe. Así como la
pampa es un elemento identificador, la milonga opera en ese lugar como
traductora de diferencias de idioma y nacionalidad, acercando tanto a
productores como consumidores de las canciones.
La milonga crea identidad territorial y una conciencia de pertenencia
geográfica a un determinado recorte espacial. Sería como afirmar: somos
de diferentes países, lenguas y acentos distintos, historias nacionales
milonga de tres banderas 275

particulares, pero la pampa cruza las fronteras y es extensiva a todos


nosotros, siendo que la milonga, como ritmo significativo a todos los
países que participan de esta extensión, es el que permite este encuentro
que ahora realizamos. Hay un entrelazamiento entre música, cultura y
paisaje que compone una concepción musical típica del espacio platino,
pero contemporánea (panitz, 2010, p. 135, traducción propia).
La milonga es tratada por el autor como ritmo naturalmente pega-
do al paisaje, ya que, así como la pampa, el gaucho y la yerba mate, son
comunes a Rio Grande do Sul, Uruguay y Argentina, inexistentes en el
resto de Brasil. Todos estos elementos enumerados remiten a aspectos del
modo de vida y de los hábitos relacionados con el espacio que perduran en
el tiempo. La milonga funciona prácticamente como una metáfora sonora
del paisaje: plana, lineal, reflexiva, rigurosa, que se repite, lo que recuerda
la vastedad de los campos pampeanos, sus ligeros y continuos ondulados.
El origen del ritmo guarda rasgos africanos y el género como canción
surgió en el siglo xix en la ciudad y emigró al campo, probablemente
en Argentina. La milonga contemporánea se diferencia de la milonga
tradicional, nativista o de expresión más folclórica –se trata de un gé-
nero musical procesado dentro de la música popular más amplia, que se
muestra más una raíz, un fondo, que un ritmo completamente codificable
(panitz, 2010). Según el investigador de esa geografía musical platina,
la presencia del ritmo africano se escucha como ecos de la “batucada”3
brasileña, mostrando que la pampa también es una región de tránsito
entre Brasil y los demás países de la Región del Plata. Tránsito que la
milonga se vale para atravesar de un lado al otro, reforzando la idea de
un espacio cultural que no coincide con los límites nacionales. Por tras-
pasar diversos territorios, la milonga es de naturaleza multiterritorial y
se adapta a los espacios y tiempos. La multiterritorialidad no se refiere
sólo al género, sino también a los músicos de la región, ya que son in-
dividuos –en buena parte– identificados con sus espacios locales, pero
también con el contexto regional que sobrepasa fronteras e incluso con
la realidad mundial, dado el vigente proceso de globalización. Además,
se relacionan con el mercado musical e instituciones de promoción de la
cultura a niveles diversos (local, nacional y supranacional). Por todos estos
factores, Panitz (2010) subraya que se está trabajando con la coexistencia
y superposición de territorios.

3 Ritmo conocido en Brasil tanto por ser escuchado como bailado. Adviene de
las percusiones hechas en muchos instrumentos, principalmente tambores
y es fuertemente relacionado a raíz africana.
276 geografías al servicio de los procesos de paz

Sin embargo, lo que queda más latente de las consideraciones sigue


siendo la íntima relación entre la milonga y el espacio pampeano:
La milonga, matriz de los músicos, es tomada como condición ra-
dical del Plata. En los lugares donde se está, ella los persigue; Por donde
quiera que anden, ella los condena, mostrando de dónde son; además,
toma un carácter religioso, evocándola como una oración. Los idiomas
portugués y el español se mezclan en todo instante, con naturalidad. La
milonga, al rasgar fronteras, cura heridas, reuniendo a los hermanos de
milonga de diferentes países. Transita por los medios de transporte (ae-
ropuertos, autopistas, carreteras), cuando los artistas se desplazan hacia
los encuentros musicales. La milonga “cabalga” por el medio técnico-
científico-informacional, acortando la distancia, acortando la pampa.
La milonga es territorializada en las ciudades, en las playas, en los ríos,
en los medios de transporte y de comunicación, está suelta en el espacio
platino. Ya no es un ritmo folclórico y del campo; ahora la milonga es
de las ciudades, de la vida contemporánea, es una expresión urbana del
Plata (panitz, 2010, p. 124, traducción propia).
Ante estas exposiciones, podemos pensar la milonga como exponente
de una expresión musical de la región pampeana y, por consiguiente, pa-
trimonio cultural de ese espacio y referencial de identidad. El patrimonio
se configura como el conjunto de bienes, materiales e inmateriales, que
son estimados de interés colectivo y de relevancia suficiente para la per-
petuación en el tiempo. Es un testimonio, una manifestación del pasado
que se extiende en el presente, considerado elemento fundamental en la
construcción de la identidad de individuos y grupos e incluso la propia
materialización de la identidad de una sociedad (rodrigues, 2012).
Por ser históricamente situada y tener desdoblamientos hasta los
días de hoy, incluso consistiendo en elemento integrador del contexto
regional, relacionada tanto a una identidad hegemónica del gaucho de
Rio Grande do Sul como a aquella –más alternativa– identidad plati-
na, entendemos que la milonga representa un patrimonio cultural del
espacio pampeano. Y como patrimonio, ella interfiere en la memoria
social de los grupos ubicados en la región, una vez que corrobora,
desafía o actualiza la historia oficial, así como otras versiones de la
historiografía. La milonga-patrimonio puede ser tomada incluso como
herencia cultural del pasado, vivenciada en el presente y transmitida a
las generaciones futuras.
Sin embargo, Rodrigues (2012) alerta que el patrimonio es un
constructo social que un grupo, normalmente la elite dominante, de-
fine preservar como parte de la memoria colectiva – ponderación que
milonga de tres banderas 277

ya observamos en lo que toca a las versiones de la historia oficial de la


pampa y de los Estados que lo componen, a la identidad del gaucho y
a la música considerada tradicional en Rio Grande do Sul. Así, hay una
selección legitimada socialmente sobre lo que es relevante mantener
como patrimonio o no. De nuevo, parece que lo que se reserva para los
autos de la historia y de la tradición es sólo la “versión de los ganadores”.
Esta idea está íntimamente conectada a la noción de tradición
selectiva, de Williams (2003). Para el teórico, la cultura de la tradición
selectiva es resultado de la elección de algunos registros específicos en la
reconstrucción histórica de una sociedad específica, dejando aparte una
buena fracción de lo que antes fue una cultura viva. Como la tradición
cultural trata de una selección e interpretación continua, está sujeta al
sistema contemporáneo de intereses y valores. Por eso, es importante
considerar el estado actual de la tradición selectiva en el análisis de una
cultura contemporánea, porque los cambios en ella (como creación,
ruptura y reelaboración de las líneas con el pasado) son transformaciones
contemporáneas: “cuanto más activamente pueda relacionarse cualquier
obra cultural, sea con toda la organización dentro de la cual se expresó o
con la organización contemporánea en que la utiliza, con mayor claridad
veremos sus verdaderos valores” (williams, 2003, p.61).
El autor también indica tres esferas/categorías de la cultura que
deben ser inclusas para analizar la realidad cultural y sus expresiones
en el intento de ver el proceso social como un todo. Una categoría es
la documental, de orden de los registros del pensamiento y de la ex-
periencia humana; la segunda esfera es la social, referente a los modos
particulares de vida de los pueblos; por último, la dimensión ideal remite
a significados y valores absolutos o universales de la condición humana,
elementos que forman parte de una tradición general de la humanidad
y parecen representar, a través de muchas variaciones y conflictos, una
línea de crecimiento común. Williams (2003) evalúa que cada una de
esas dimensiones tiene su valor, pero como muchas veces dependemos
de obras intelectuales e imaginativas para conocer otras sociedades, es al
menos razonable que la descripción de la cultura se limite a los términos
documentales. Sin embargo, la esfera ideal nos alienta a mantener una
referencia general en los estudios.
Si pensamos de acuerdo con las categorías indicadas, podemos loca-
lizar la música, y especialmente el género de la milonga, como parte de la
cultura registrada, porque las canciones pueden consistir en documentos
que retratan períodos e imaginarios específicos de una época y un local.
Además, es posible verla como parte de la cultura social, produciendo y
278 geografías al servicio de los procesos de paz

reproduciendo determinados modos de vida, comportamientos, hábitos


y expresiones de una sociedad.
Siendo así, ya que la música es tanto parte de la cultura registrada como
de la cultura vivida de un pueblo, es oportuno problematizar la urgencia
de considerarla en la definición del patrimonio cultural de una región,
como es el caso de la pampa. Fonseca (2003) indica que la Constitución
Federal de Brasil de 1988, en su artículo 216, incluye como patrimonio
cultural brasileño los bienes de naturaleza material e inmaterial que se
refieren a la identidad, la memoria y la acción de los diferentes grupos de
la sociedad brasileña, incluyendo las formas de expresión; los modos de
crear, ser y vivir; y las obras, documentos y demás espacios dedicados a las
manifestaciones artísticas culturales. Sólo por ese recorte del texto de la
legislación ya se puede inferir que la música se encuadra como bien patri-
monial (aunque inmaterial o intangible), aún más con el contexto favorable
para una ampliación del contexto de patrimonio cultural y mayor alcance
de las políticas públicas de preservación (fonseca, 2003).
El mantenimiento de la memoria de manifestaciones intangibles,
como interpretaciones musicales, puede tener una serie de efectos, según
Fonseca (2003): aproxima el patrimonio de la producción cultural pasada
y presente; promueve lecturas de la producción cultural de diversos gru-
pos, especialmente de aquellos cuya tradición se transmite oralmente; crea
condiciones para que se asegure el “derecho a la memoria”; contribuye
para que la inserción de bienes culturales tradicionales en nuevos siste-
mas pueda ocurrir sin comprometimiento de su continuidad histórica.
Consecuencias que servirían bien a la realidad particular, transnacional,
multicultural y multiterritorial de la milonga y de la región pampeana.

3. Comentarios Finales

Nuestro propósito, en este estudio, fue realizar una reflexión que deje
pistas sobre la posibilidad de pensar en la música, y especialmente la
milonga, como identidad y patrimonio cultural intangible de una región
que traspasa la frontera entre tres países, la pampa. Lejos de agotar las
temáticas abordadas, incluso teniendo en cuenta las limitaciones de
espacio y tiempo para el desarrollo de este trabajo, nuestra pretensión
fue desafiar miradas.
Primero, nuestra mirada, para buscar dar cuenta de articular asuntos
y referencias multi y transdisciplinares que necesitaban ser atados para
esta discusión y que transponen nuestra área convencional de actuación e
milonga de tres banderas 279

investigación, la Comunicación. Privilegiamos en esa mirada ver la milon-


ga como un fenómeno musical conciliatorio del espacio, de acuerdo con
una perspectiva de la geografía para la paz. Así, las lecturas de áreas como
geografía, historia, sociología, lingüística y patrimonio contribuyeron en
los esfuerzos para pensar una región específica y sus patrimonios culturales.
En segundo lugar, desafiamos la mirada del lector, sea para pensar
región más allá de las dimensiones de las fronteras geopolíticas, como
para cuestionar identidad regional dominantes, también para pensar en
una expresión cultural que se mezcla al paisaje y es percibida/vivenciada
de forma semejante en tres países. Y, finalmente, alertando para la po-
sibilidad y hasta la demanda por considerarse la manifestación musical
como patrimonio cultural intangible.
En este proceso, destacamos la validez de considerar la milonga
como integrante de la cultura registrada y de la cultura vivida (williams,
2003) de la región pampeana para respaldar su reconocimiento como
identidad y patrimonio cultural, además del cuidado con las selecciones
o versiones que recibimos de forma naturalizada en nuestro cotidiano
social, como es el caso de las historiografías nacionalistas, del mito ideali-
zado del gaucho, de la música considerada tradicional en la pampa, de la
identidad y del patrimonio cultural dominantes. Hay que tener en cuenta
la disputa entre instancias hegemónicas y de contracultura para pensar
la diversidad cultural accionada en la construcción de la multiterritorial
región pampeana.

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“Ni una menos” en la ciudad:
una aproximación a la justicia
Tania Herrera Romero1

En el Perú, Ni Una Menos fue un movimiento iniciado, en julio de


2016, a raíz la declaratoria en libertad a hombres acusados de violentar
a sus exparejas. En las redes sociales, aparecieron testimonios de mujeres
que sufrieron algún tipo de violencia sexual. Progresivamente, muchas
personas se sumaron a la indignación colectiva y se gestó una moviliza-
ción nacional que resultó en una de las marchas más grandes y diversas
que ha vivido la ciudad de Lima en los últimos veinte años. Las calles
del centro de la ciudad volvieron a recibir a miles de personas, varias de
ellas organizadas en instituciones de diverso tipo (religiosas, educativas,
barriales, etc.). El impacto mediático de este movimiento social puso en
agenda pública el problema de la impunidad en casos de violencia contra
la mujer. Así, la justicia está al centro de las reivindicaciones y, a través de
la visibilización de los terribles casos de violaciones sexuales, de los acosos
callejeros y de otras experiencias de agresión y humillación, se espera el
reconocimiento público de un problema social que nos oprime y mata.
Pasada la marcha y la efervescencia vivida (notablemente en las redes
sociales), la aparición de nuevos casos de violencia contra mujeres en dife-
rentes partes del país nos alerta de un largo camino que queda por recorrer.
Entonces, ¿sirvió de algo que marcháramos el pasado 13 de agosto de
2016? ¿de qué manera la movilización social contribuyó a la producción de
una ciudad justa? Me propongo responder a estas preguntas a través de la
exposición de diferentes maneras de entender la justicia social y, por tanto,

1 Pontificia Universidad Católica del Perú.

[283]
284 geografías al servicio de los procesos de paz

la injusticia. Mi argumento principal es que la movilización Ni Una Menos


contribuyó, en un horizonte de cambios progresivos, a la construcción
de una ciudad justa a través de la auto-afirmación positiva de diferentes
identidades en el espacio público, al tiempo que denunció masivamente la
impunidad institucionalizada en casos de violencia contra la mujer.
Siguiendo la propuesta de Christelle Morel-Journel y Gilles Pin-
son (2016), he discutido sobre la necesidad de ir más allá de la tesis
neoliberal, cuyos límites explicativos han sido resaltados por autores
cercanos a la teoría urbana crítica2. Si bien el proceso de neoliberali-
zación nos permite encontrar algunos rumbos comunes seguidos por
distintos gobiernos nacionales y locales (principalmente en sociedades
de capitalismo avanzado),3 debemos estar atentos a las resistencias que
se ejercen desde la escala local, desde las ciudades. Es en este sentido
que Morel-Journel y Pinson (op.cit.) nos invitan a estar más atentos con
aquellas “fuerzas neutralizadoras” capaces de “parasitar” y desestabilizar
el proceso de neoliberalización. En esta línea, hay interesantes trabajos
y encuentros4 donde se explora cómo deben ser las alternativas políticas
a la producción capitalista del espacio. Un ejemplo de ideal normativo
de las alternativas políticas lo encontramos en el trabajo de Vincent Béal
y Max Rousseau (2014), quienes proponen que tales alternativas deben
ser portadas por los movimientos sociales, favorecer a los habitantes
más pobres que habitan en la ciudad y buscar el beneficio de la sociedad
lejos de las exigencias del empresarialismo urbano. Además de estos tres
criterios, he propuesto que las alternativas políticas progresistas deben
buscar que las escalas locales de gobierno amplíen sus competencias para
limitar el desarrollo desigual en sus territorios. También, debe haber una
responsabilización estatal o municipal por problemas largamente igno-
rados por las instituciones públicas y resueltos cotidianamente por los
ciudadanos organizados, generalmente los más pobres (estos problemas
están vinculados a la satisfacción de necesidades básicas, como vivienda,
alimentación, etc.). En tercer lugar, se trata de aprender del repertorio
de acciones conocidas y experimentadas por los movimientos sociales,

2 Ver Le Gales, 2016; Storper, 2016.


3 Sobre este poceso, revisar los trabajos de Brenner y Theodor, 2002; Peck
et Tickell, 2002; Brenner, 2004; Harvey, 2007; Beal, 2010; Jessop, 2002.
4 Un ejemplo de esto fue el xiv Coloquio Internacional de Geocrítica del año
2016, dedicado a “Las utopías y la construcción de la sociedad del futuro”.
El coloquio de este año (2018) está dedicado a “Las ciencias sociales y la
edificación de una sociedad postcapitalista”.
“ni una menos” en la ciudad 285

quienes conocen mejor que nadie las injusticias vividas en la ciudad


capitalista (Herrera 2017). Si para las políticas urbanas alternativas la
intervención municipal es fundamental (debido a la proximidad con los
problemas y la posibilidad de realizar acciones correctivas), cuando ésta
no se materializa, la sociedad civil debe mantener vivos debates sobre la
justicia y, de esta manera, mantener latente la movilización social.
Existe un debate que mantienen los defensores de posturas críticas
de la justicia, cuyas posturas oscilan entre si ésta debe corregir, prioritaria-
mente, cuestiones vinculadas a la redistribución o si, por el contrario, deben
centrarse en la producción. La teoría liberal de la justicia, tal que formulada
por John Rawls, se mantiene solidaria hacia mecanismos productores de
desigualdades sociales en regímenes capitalistas. Varias respuestas emergen
a recuperar la importancia de la redistribución para la transformación social
y, al mismo tiempo, contestan la teoría liberal que deja intactos los meca-
nismos productores de injusticias. Así, uno de los argumentos centrales
reposa sobre el hecho que, en un contexto post-industrial (o, como en el
caso peruano, de débil industrialización), el conflicto se habría desplazado
desde el lugar de trabajo –centro de producción– hacia la esfera urbana.
Las alianzas entre los movimientos sociales urbanos permitirían suprimir
diferencias entre las relaciones de producción y de consumo-redistribución,
al tiempo que contestan las relaciones de dominación que legitiman la pre-
carización de la vida de los ciudadanos. De esta manera, los antagonismos
de clase se mantienen (Fainstein, 2010: 41-42).
De otro lado, las críticas marxistas dudan del poder de las me-
didas que pretenden resolver las injusticias sin tocar las relaciones de
producción. David Harvey insiste en la importancia de la producción
para resolver las injusticias y se muestra escéptico ante la priorización
de la redistribución, traducida en la dotación de ciertas infraestructuras
(como la ampliación de vías automovilísticas, la construcción de by-pass,
de centros comerciales, etc.) o de ayudas monetarias, pues esto forma
parte del juego de producción capitalista de la ciudad: “(…) la definición
del ingreso (que es de dominio de la justicia redistributiva) es ella misma definida
por la producción. La insistencia en el consumo para la creación de necesidades,
y así sucesivamente, hace parte del proceso por el cual una demanda efectiva de
productos es asegurada” (Harvey, 2009: 15). Para Harvey, la urbanización
es animada por fuerzas poderosas de las cuales no tenemos el control.
Sin embargo, el derecho a la ciudad es un derecho colectivo (Harvey,
2011). Es en este sentido que, para cambiar la ciudad, hace falta una fuerza
colectiva capaz de influir en los procesos de urbanización, producción y
apropiación del espacio.
286 geografías al servicio de los procesos de paz

Pero la producción del espacio –nos lo recuerda Milton Santos–


rebasa la cuestión económica, ya que se trata de “(…) un verdadero campo
de fuerzas cuya aceleración es desigual” (1990: 138). De ahí la existencia de
diferencias. Para la geografía crítica, el espacio es producto de relaciones
de poder, está imbricado en estas relaciones y, de esta manera, da for-
ma a la experiencia humana (Berg, 2004: 554). Así, más allá del dilema
producción-redistribución, centrado casi exclusivamente en cuestiones
económicas, Nancy Fraser señala que hay otras variables a tomar en
consideración si lo que buscamos es denunciar las experiencias de mar-
ginación y proponer un marco normativo de la justicia. Fraser defiende
una teoría bidimensional de la justicia, comprendida dialécticamente
en términos de reconocimiento y redistribución, siendo estas dos categorías
irreductibles la una a la otra.
De un lado, la autora muestra que las luchas por el reconocimiento
contestan la injusticia cultural o simbólica. Es decir, las formas de do-
minación que reposan en la institucionalización de valores culturales
hegemónicos, que desprecian a ciertos grupos sociales y sus productos
culturales. De otro lado, las luchas por la redistribución tendrían como
meta la modificación de la estructura económica buscando eliminar la
explotación de clase y las desigualdades relacionadas con ella. Fraser
emprende un análisis de la articulación entre estas dos dimensiones,
siempre defendiendo la idea que las injusticias están “(…) habitualmente
imbricadas de tal manera que se refuerzan dialécticamente” (Fraser, 2011:
19). De este modo, invita a reflexionar sobre los grupos mixtos, argumen-
tando que la raza y el género también cruzan desigualdades económicas,
pues las mujeres y/o las personas afro-americanas viven relaciones de
poder asimétricas que las margina, las borra en tanto que miembros con
igual valor en la vida social. La autora defiende “(…) la superioridad de
la combinación del socialismo y de la deconstrucción” (Id., p.41) para resolver
los problemas ligados a la economía y desestabilizar las relaciones de
dominación cultural. Todo esto implica aceptar que las injusticias en la
sociedad cruzan ejes económicos y culturales que conviene considerar
integralmente.
De su lado, Susan Fainstein (2010) sostiene que la ciudad justa reposa
sobre tres pilares que están en conflicto entre ellos: la democracia (activa
participación de los ciudadanos en la toma de decisiones públicas), la
diversidad (reconocimiento de las diferencias) y la equidad (distribución
de bienes según las necesidades). La importancia que otorga Fainstein a
la equidad -y entonces a la redistribución- reposa en la constatación de
que las políticas urbanas han priorizado largamente el enriquecimiento de
“ni una menos” en la ciudad 287

las capas más ricas, en detrimento de la precarización de las condiciones


de vida de otra parte de la población. Las políticas que promuevan la
equidad apuntarán entonces a priorizar la intervención de cara a las per-
sonas en situación de privación (total o relativa). En este sentido, “(…) un
programa defensor de la equidad va a privilegiar a los menos favorecidos antes
que a los más ricos. Es decir, deberá ser redistributivo, no solamente en términos
económicos, pero también en términos políticos, sociales y espaciales” (Id., p.36).
Fainstein propone tres pilares como criterios de evaluación de las
políticas urbanas, los cuales deberán tener la justicia como principal
objetivo. En relación a las estrategias pensadas para orientar los cambios,
Fainstein suscribe ampliamente la toma de posición de Fraser por las
reformas no reformistas, capaces de integrar remedios correctivos (apun-
tando a los síntomas) y transformadores (apuntando a las causas). Cierto,
dice Fraser, se trata de un método que tiene efectos correctivos a corto
plazo, pero que podría tener consecuencias transformadoras a futuro
(2011: 100). La suya es una postura pragmática, donde progresamos hacia
una ciudad justa a través de victorias sucesivas, en un proceso continuo
e incremental: “Esto quiere decir que necesitamos identificar las oportunida-
des emergentes y empujar así, de manera constante, por una distribución más
justa” (Fainstein, 2010: 176). La noción de reformas no-reformistas que
proponen estas dos autoras está entonces fundada sobre la dificultad de
realizar cambios más radicales a corto plazo. De esta manera, el objetivo
es cambiar las estructuras de manera incremental.
Desde un discurso reflexivo sobre la justicia, Iris Marion Young
propone limitar el concepto de redistribución para hablar de cosas, recur-
sos naturales o dinero (2000: 60). Young propone desplazar el paradigma
redistributivo y conceptualizar la injusticia desde las nociones de opresión
y dominación, definidas respectivamente como las trabas institucionales
al autodesarrollo y las trabas institucionales a la autodeterminación. La
opresión normalmente implica dominación, “(…) obliga a la gente oprimida
a seguir reglas fijadas por otras personas” (Id., p.68-69). Por el contrario, la
justicia social presupone condiciones institucionales que permitan rea-
lizar valores propios de la vida urbana, como por ejemplo el ejercicio de
nuestras capacidades y la participación en la determinación de nuestras
acciones (Id., p.67).
Young identifica la violencia como una forma de opresión, a la que
se suma la explotación, el imperialismo cultural, la marginación y la ca-
rencia de poder. La violencia implica el acoso, la intimidación y aquellas
acciones cuyo único objetivo es humillar y degradar a los miembros de
un grupo. Además de incluir casos de persecución directa, también tiene
288 geografías al servicio de los procesos de paz

que ver con el “(…) conocimiento diario compartido por todos los miembros de
los grupos oprimidos de que están predispuestos a ser víctimas de la violación,
solo en razón de su identidad de grupo” (Id., p.108). Se trata, por ejemplo,
del miedo que sentimos las mujeres a ser agredidas en la calle, por el
hecho de ser mujeres. En este sentido, la opresión se presenta como
una experiencia común. Pero la justicia social no aboga por eliminar
las diferencias entre los grupos, sino por crear instituciones capaces de
entender la importancia de las diferencias y trabajar en su promoción y
mantenimiento (Id., p.84).
De esta reflexión emerge la posibilidad de producir una ciudad no
opresiva, el ideal político de Young. La ciudad no opresiva requiere bases
materiales que garanticen la reproducción de la sociedad. “Bosquejando
este ideal de vida en la ciudad, me preocupa describir la ciudad como un tipo de
relación entre las personas, con su propia historia y con la de los demás” (Young,
en Massey y Jess, 1995: 83). Es en este sentido relacional (como procesos
de relación entre las personas) que la ciudad encarna la diferencia; es en
la ciudad donde se está junto a extraños. “La ciudad consiste en una gran
diversidad de personas y grupos, con una multiplicidad de subculturas y diferentes
actividades y funciones, donde sus vidas y movimientos se mezclan y se super-
ponen en el espacio público” (Id., p.84). Así, se plantea el ideal normativo
de la política de la diferencia, definida como apertura a la alteridad no
asimilada. Cómo hacer entonces, se pregunta Young, para que nuestras
relaciones encarnen la justicia, el respeto y la ausencia de opresión. “La
relación entre identidades de grupo y culturas en nuestra sociedad es borrada
por el racismo, el sexismo, la xenofobia, la homofobia, la sospecha y la burla”
(Id., Ibid). Young sostiene que las políticas radicales deben apuntar a
desarrollar instituciones capaces de federar a estos grupos diferenciados
sin suprimir ni subsumir las diferencias.
Ni Una Menos ha reunido voces diversas que abogan por una socie-
dad y un espacio emancipados de violencia. Los cambios se van tejiendo
progresivamente y gracias a los movimientos sociales, aunque no todas las
movilizaciones sociales contesten la violencia u otras formas de opresión.
En este sentido, Ni Una Menos tuvo el mérito de interpelar a instituciones
públicas (como el poder judicial, donde terminó el recorrido en la ciudad
de Lima) y de la sociedad civil. En la calle, la confrontación directa con
ciertas representaciones, ciertos paisajes sexualizados, símbolos e imágenes
hegemónicas sobre las mujeres, nos exige mayor conciencia respecto a nues-
tros hábitos culturales, es decir, busca politizar nuestras acciones. Como lo
recalca Young (2000: 255), politizar la cultura implica que las personas que
experimentan algún tipo de imperialismo cultural afirmen una identidad
“ni una menos” en la ciudad 289

positiva de sí mismas, creando imágenes que desestabilicen los estereotipos


y, así, expresen la diferencia positiva de su experiencia. Ya existen en nuestro
continente iniciativas que caminan en esta dirección y nos permiten nutrir
los horizontes de transformación para nuestras sociedades. La movilización
continuará marcando la pauta. Es de esta manera, en la calle y dialéctica-
mente, que hemos de lograr el reconocimiento de nuestras diferencias.

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La paz en plural: espacio, raza,
género y sexualidad en los acuerdos
de paz de Colombia
Sara Koopman

Introducción

El acuerdo de paz en Colombia tomó cuatro años de negociaciones por


que las partes tenían ideas muy diferentes de que significaba la paz y
que requería. Se acordó, finalmente, que la paz significa diferentes cosas
para diferentes grupos, y en particular para grupos ya marginalizados
(ya sea por edad, etnia, género, orientación sexual, u otras categorías)
quienes sufrieron de manera diferente durante la guerra y, por lo tanto,
necesitan apoyo focalizado para experimentar paz y seguridad. Esto fue
denominado el ‘enfoque diferencial’, y se presenta en la primera página
del acuerdo.1
El reciente giro de los geógrafos hacia la compresión de la pluralidad
de la paz2 ha tendido a centrarse en que el significado de paz es diferente
a través del tiempo y el espacio,3 pero menos en cómo es diferente para

1 Partes de este capítulo fueron previamente publicados en ingles en un foro


sobre la paz territorial en Colombia en la revista ‘Geopolitics’. Este trabajo
fue escrito primero en inglés, traducido por Emilio Rodríguez, y editado
por la autora.
2 H. Bregazzi and M. Jackson, “Agonism, Critical Political Geography, and
the New Geographies of Peace,” Progress in Human Geography, September
12, 2016, doi:10.1177/0309132516666687.
3 Nick Megoran, Fiona McConnell, and Philippa Williams, “Geography
and Peace,” in The Palgrave Handbook of Disciplinary and Regional Approaches

[291]
292 geografías al servicio de los procesos de paz

diferentes grupos de personas en un mismo lugar.4 Sin embargo, Loyd ha


señalado cómo el racismo y el sexismo han inspirado activismos contra la
violencia, y argumenta que tener en cuenta las diferencias complementa
el creciente consenso dentro del campo de la geografía de que la paz es
un proceso socio-espacial continuo.5 Aunque un acuerdo de paz podría
parecer un punto final, de paz logrado, la implementación del acuerdo
será un proceso largo, y ha sido difícil desde el primer día. Este fenómeno
se explora en la antología de Kirsch y Flint sobre los espacios-tiempos
que no son paz y no son guerra.6 Parte de esta mezcla es que la paz viene
más rápidamente para algunos grupos que para otros, una desnivelación
que estos acuerdos tratan de abordar.
Los colombianos y las colombianas en su conjunto también tuvieron
problemas para ponerse de acuerdo sobre lo que significa la paz y lo que
ésta requiere, por lo que el acuerdo de paz original fue rechazado –por
escaso margen– en un plebiscito celebrado el 2 de octubre de 2016. El
enfoque diferencial jugó un papel clave en el voto, así como en la rene-
gociación del acuerdo modificado, el cual fue firmado el 24 de noviembre
de 2016 y aprobado por el Congreso el 30 de noviembre de 2016. El
acuerdo se encuentra actualmente en proceso de implementación. En
el voto los prejuicios contra las medidas para lograr mayor equidad de
género y para la población lgbti se entrecruzaron con prejuicios raciales
y la regionalización de la raza de manera tan profunda que argumento
acá que los impactos del género, la sexualidad, la raza y el espacio en la
paz en Colombia no pueden ser entendidos por separado. Espero que
este análisis minucioso del proceso de paz colombiano ayude a fortalecer
la implementación del acuerdo de paz. En términos más generales, el
análisis del caso colombiano ofrece una visión de la complejidad de la

to Peace, ed. Oliver P. Richmond, Sandra Pogodda, and Jasmin Ramović


(Palgrave Macmillan UK, 2016), 123–38, doi:10.1007/978-1-137-40761-
0_10; Annika Björkdahl and Susanne Buckley-Zistel, “Spatializing Peace
and Conflict: An Introduction,” in Spatializing Peace and Conflict, ed. Annika
Björkdahl and Susanne Buckley-Zistel, Rethinking Peace and Conflict Stu-
dies (Palgrave Macmillan UK, 2016), 1–22, doi:10.1057/9781137550484_1..
4 pero vea Sara Koopman, “Let’s Take Peace to Pieces,” Political Geography
30, no. 4 (May 2011): 193–94, doi:10.1016/j.polgeo.2011.04.013.
5 “Geographies of Peace and Antiviolence: Peace and Antiviolence,”
Geography Compass 6, no. 8 (August 2012): 477–89, doi:10.1111/j.1749-
8198.2012.00502.x.
6 Reconstructing Conflict: Integrating War and Post-War Geographies (Burlington,
VT: Ashgate, 2011).
La Paz en plural 293

relación entre paz y espacio, así como de la importancia y, a su vez, la


dificultad de una paz inclusiva. El objetivo no es hacer generalizaciones
sobre procesos de paz e inclusividad, como se suele hacer en la litera-
tura en estudios de paz,7 la cual tiende a ser dominada por Relaciones
Internacionales y poca cita a geógrafos o trata temas de espacialidad.
Soy geógrafa feminista, nacida en los Estados Unidos, pero viví en
Colombia de niña y por épocas como adulta, y tengo fuertes lazos con
el país. Durante la mayor parte de mi vida he sido parte de las luchas
por la paz en Colombia, primero como activista y ahora como activista-
académica. Este artículo se nutre de esa experiencia y está basada en dos
años de lectura detallada de los medios impresos colombianos que cubren
estos debates – tanto medios dominantes como alternativos – la cual dio
como resultado un extenso archivo de miles de artículos. Tal archivo
fue desarrollado gracias a la invaluable ayuda de las diarias revisiones de
la prensa hechas por Camila Reyes y financiadas por Elizabeth Wood.
También se basa en una lectura detallada de ambas versiones del propio
acuerdo de paz. Este análisis se profundizó con entrevistas a lideresas de
trece organizaciones de mujeres en Colombia en junio de 2017, com-
plementadas por numerosos informes de las mismas y de otros grupos
de mujeres y población lgbti.

El enfoque diferencial

Aunque las mujeres constituyen el 52% de la población colombiana y


un porcentaje sorprendentemente alto de las farc (40%), cuando se

7 Desirée Nilsson, “Anchoring the Peace: Civil Society Actors in Peace


Accords and Durable Peace,” International Interactions 38, no. 2 (April 1,
2012): 243–66, doi:10.1080/03050629.2012.659139; ver varios informes
por Thania Paffenholz, “Broadening Participation | Inclusive Peace &
Transition Initiative,” accessed July 2, 2017, http://www.inclusivepeace.
org/content/broadening-participation; Radhika Coomaraswamy, “Preven-
ting Conflict, Transforming Justice, Securing The Peace: A Global Study
on the Implementation of United Nations Security Council Resolution
1325” (un Women, 2015); Sanam Naraghi-Anderlini, “Better Peace Tool”
(Washington, dc, us: International Civil Society Action Network, 2015),
http://www.icanpeacework.org/our-work/better-peace-initiative/; Christine
Bell, “Text and Context: Evaluating Peace Agreements for Their ‘Gender
Perspective’” (New York: un Women, 2015), http://wps.unwomen.org/
pdf/research/Bell_EN.pdf.
294 geografías al servicio de los procesos de paz

iniciaron las negociaciones no había mujeres en el equipo del gobierno y


sólo hubo una mujer en el equipo de las farc: Alexandra Nariño (Tanja
Nijmeijer). Ella es una celebridad por ser guerrillera holandesa, pero no
fue tomada seriamente como miembro del equipo negociador, al menos
por los medios de comunicación. Las farc nombraron dentro del equipo
negociador a una segunda mujer, Victoria Sandino (Judith Simanca), en
abril de 2013 (aunque técnicamente no era plenipotenciaria). Por fin,
debido a la presión ejercida por las organizaciones de mujeres colom-
bianas, en noviembre de 2013 se nombraron dos mujeres en el equipo
gubernamental, entonces de ocho personas: María Paulina Riveros y
Nigeria Rentería;8 pero ellas no tenían experiencia en cuestiones de
género ni se consideraban feministas. La presión continuó y, casi un
año más tarde, en septiembre de 2014 se nombró una subcomisión de
género - la primera en el mundo.9
La subcomisión fue compuesta de 5-6 delegados de cada lado, e
invitó a una serie de organizaciones de mujeres y población lgbti a
La Habana para ofrecer sus aportes, tanto como expertas de todo el
mundo. Al final la subcomisión no se limitó al tema de género sino que
recomendó un enfoque de género y también un enfoque diferencial.
Desde su formación jugaron un papel en la negociación de todos los
puntos, pero también regresaron a los puntos ya acordados y agregaron
el enfoque.10 Está en todas las áreas del acuerdo: restitución de tierras,
desmovilización, derechos de víctimas, seguridad para participar en la
política sin amenazas, y otras.11 Por ejemplo, dice que mujeres tendrán

8 Rentería renunció un año más tarde para ser candidata a la gobernación del
departamento del Chocó. Cinco meses después de su salida fue remplazada
por la Canciller María Ángela Holguín. Ya que esa posición no la permitía
estar regularmente en la Habana, cuando Rentería perdió la elección regresó
a la mesa como representante informal de Holguín.
9 En Sri Lanka en el 2002 nombraron un subcomité de género, pero era con
mujeres que no eran parte de los equipos de negociación. Esas negocia-
ciones fallaron en el 2003. Dag Nylander and Hilde Salvesen, “Towards
an Inclusive Peace: Women and the Gender Approach in the Colombian
Peace Process” (Norwegian Centre for Conflict Resolution noref), 3,
accessed July 25, 2017, https://noref.no/Publications/Regions/Colombia/
Towards-an-inclusive-peace-women-and-the-gender-approach-in-the-
Colombian-peace-process.
10 Nylander and Salvesen, “Towards an Inclusive Peace.”
11 Corporación Humanas and ciase, Vivencias, Aportes, y Reconocimiento:
Las Mujeres En El Proceso de Paz En La Habana (Bogotá, Colombia, 2017);
La Paz en plural 295

prioridad en la distribución de tierra por el fondo de tierras, y tendrán


acceso prioritario a subsidios y crédito.12 Sus recomendaciones se hicie-
ron públicas a finales de julio de 2016, menos de un mes antes de que
se concluyeran las negociaciones, y sólo dos meses antes de la votación
sobre el acuerdo. No hubo mucho tiempo para informar al público sobre
el acuerdo en general, ni sobre el enfoque diferencial en particular.
Pero esta no fue la primera vez que se usó el término “enfoque dife-
rencial” en la política colombiana. Donny Meertens, destacada teórica fe-
minista holandesa-colombiana, la utilizó en un informe del acnur sobre
las personas colombianas desplazadas ya en 2002. Meertens definió dicho
enfoque simplemente como aquel que tiene “en cuenta género, edad y
diferencias étnicas” y abogó por su importancia, ya que, por un lado, el
desplazamiento tiene impactos diferenciados por género y, por otro, que
las comunidades afrocolombianas e indígenas están sobrerrepresentadas
entre los casos de desplazamiento interno.13 La Corte Constitucional ha
utilizado repetidamente este concepto en casos relacionados al despla-
zamiento. El primero de ellos fue en la sentencia T-602 de 2003, la cual
establece que los servicios para los desplazados debían utilizar un enfoque
diferencial y ser sensibles a género, generación, etnicidad, discapacidad,
y orientación sexual como categorías. La sentencia T-025 de 2004 las
define en su introducción como “personas especialmente protegidas por
la Constitución – tales como mujeres cabezas de familia, menores de
edad, minorías étnicas, y personas de la tercera edad”. Pero ninguna de
las dos versiones del acuerdo hace referencia a que las categorías sean
las constitucionalmente protegidas.
El acuerdo final destaca que “presta especial atención a los derechos
fundamentales de las mujeres, los grupos sociales vulnerables como son
los pueblos indígenas, las niñas, niños y adolescentes, las comunidades
afrodescendientes y otros grupos étnicamente diferenciados; los derechos

Virginia Marie Bouvier, “Gender and the Role of Women in Colombia’s


Peace Process,” Prepared for the United Nations Global Study on 15 Years
of Implementation of un Security Council Resolution 1325 (2000) (New
York: un Women and us Institute for Peace, March 2016), http://www.
usip.org/sites/default/files/Gender-and-the-Role-of-Women-in-Colombia-
s-Peace-Process-English.pdf.
12 Nylander and Salvesen, “Towards an Inclusive Peace.”
13 Donny Meertens, “Colombia: Internally Displaced Persons and the Con-
ditions for Socioeconomic Reintegration” (unhcr, 2002), http://www.
ecoi.net/file_upload/470_1164122890_3de62e427.pdf.
296 geografías al servicio de los procesos de paz

fundamentales de los campesinos y campesinas, los derechos esenciales


de las personas en condición de discapacidad y de los desplazados por
razones del conflicto; los derechos fundamentales de las personas adultas
mayores y de la población lgbti”.14 Las categorías se enumeran de esa
manera y en ese orden en la introducción del acuerdo, pero la lista de
categorías de diferencia incluida varía a lo largo del mismo. Por ejemplo,
tanto en el acuerdo original como en el final15 la sección sobre el con-
sumo de drogas (4.2.1.1) incluye condición socioeconómica y ubicación
geográfica (especialmente relevante en un país donde se han marginado
regiones enteras). La sección sobre la Comisión de la Verdad (5.1.1.1 y
2) tiene una lista mucho más larga que incluye a periodistas, dirigentes
sindicales, y, sorprendentemente, empresarios, empresarias, y ganaderos
y ganaderas, así como “otros particularmente afectados por el conflicto”.
Las minorías religiosas se agregaron como grupo vulnerable en el acuerdo
revisado, pero no en la introducción, ni en todas las secciones del acuerdo.
Las secciones mencionadas arriba, por ejemplo, no hablan de religión.
Pero otras listas de categorías, como la que figura en la página 47 del
nuevo acuerdo, que también incluye a las minorías políticas, mencionan
que los grupos religiosos son vulnerables o discriminados.
Desde la Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing
en 1995, se ha aceptado ampliamente en las discusiones de la onu que
cuando existe discriminación y un grupo ya está en desventaja, tratar a
todos del mismo modo, ofreciendo el mismo acceso, no conducirá a la
igualdad; por el contrario, mantendrá el statu quo (algunos todavía no
podrán, por así decirlo, acceder a la ventanilla de atención sin un peldaño
extra). Esto se puede ver ahora en los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ods), con su llamado a no dejar a nadie atrás. ods 17.18 pide un segui-
miento más exacto de las estadísticas de desigualdades de edad, género,
raza, y otras variables para así abordarlas. La equidad requiere reconocer
la diferencia y proporcionar reparaciones apropiadas a los y las que han
sido discriminadas, para crear condiciones de igualdad.
Que los conflictos afectan a las mujeres de manera diferente – y
golpean más duro a las mujeres – es ahora ampliamente aceptado.16 En

14 énfasis añadido
15 Ambas versiones están disponibles en www.mesadeconversaciones.com.co,
las dos versiones resaltando diferencias entre ellas se encuentran en http://
bit.ly/2fNlKfV
16 Jacqui True and Maria Tanyag, “Global Violence and Security from a Gen-
dered Perspective,” in Global Insecurity, ed. Anthony Burke and Rita Parker
(Palgrave Macmillan uk, 2017), 43–63, doi:10.1057/978-1-349-95145-1_3.
La Paz en plural 297

2000, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Reso-


lución 1325, llamando por la incorporación de perspectivas de género en
la consolidación de la paz. Sin embargo, aunque ha habido un creciente
uso de perspectivas de género en los acuerdos de paz de otras naciones,
el acuerdo colombiano es el primero en decir explícitamente que adopta
un enfoque de género.17
Ningún otro acuerdo ha utilizado el más amplio enfoque diferen-
cial, aun que el de Nepal si está basado en la igualdad social de diversos
grupos y en la inclusión de los y las excluidas.18 El término “enfoque
diferenciado” si se utiliza en algunos documentos de la onu, y es mucho
más común en ellos que “diferencial”, aunque no se utiliza en ningún
otro acuerdo.19 El diccionario Merriam-Webster da la definición simple
de diferencial como “relacionarse o basarse en una diferencia: tratar a
algunas personas o grupos de manera diferente de los demás”, en lugar
de simplemente determinar qué hace que algunos grupos sean diferentes,
como sería un enfoque diferenciado. Del mismo modo, un enfoque es
diferente de una perspectiva, en el sentido de que no sólo ve el género
sino que actúa basado en él. De hecho, los pocos usos del término ‘pers-
pectiva de género’ que parecen haber entrado por desliz en el acuerdo
original fueron reemplazados por ‘enfoque de género’ en la versión final.

Paz para la población colombiana lgbti

Estos son también los primeros acuerdos de paz en el mundo que hablan
específicamente de consolidar la paz para las personas lgbti, y que apo-
yan la movilización lgbti como un medio para este fin.20 En la sección

17 Bell, “Text and Context.”


18 Ibid.
19 Cuando uno busca en el sitio un.org en inglés para ‘differential approach’ la
mayoría de los resultados son realmente para un ‘differentiated approach’.
20 En el acuerdo de Irlanda del Norte la orientación sexual se incluyó entre la
lista de grupos contra quienes las autoridades públicas no discriminarían.
De igual manera, las nuevas constituciones después de los conflictos en Sur
África y Nepal incluyeron prohibiciones contra la discriminación basada en
orientación sexual, ver John Nagle, “Peace Deals Are Supposed to Bring
Harmony – but Too Often They Ignore Sexual Minority Groups,” The
Conversation, accessed December 30, 2016, http://theconversation.com/
peace-deals-are-supposed-to-bring-harmony-but-too-often-they-ignore-
sexual-minority-groups-67107. El acuerdo Colombiano va mucho más
298 geografías al servicio de los procesos de paz

dedicada a la participación política (punto 2), en la primera versión,


se menciona apoyar organizaciones lgbti (junto con organizaciones
de mujeres y de jóvenes) como forma de promover su plena capacidad
de interacción con el Estado.21 En la versión final se cambió el texto y
se habla de apoyo a las organizaciones de mujeres, jóvenes y aquellos
y aquellas que han sido históricamente discriminados y discriminadas.
En un punto posterior en la misma sección, lgbti fue reemplazado por
grupos que históricamente han sido excluidos.22 Aunque esto se hizo
seguramente para reducir el número de veces que lgbti se menciona
en el acuerdo, también se podría argumentar que, en vez de eliminar
el apoyo a la organización lgbti, el cambio fue una ampliación de la
cláusula para incluir a organizaciones de afrocolombianas, personas con
discapacidades, y otros grupos.
Ponerle atención a lo que se requiere para consolidar la paz para las
personas lgbti es particularmente apropiado en Colombia. Las personas
lgbti han sido blanco en otros conflictos, pero en Colombia fueron
atacadas como parte de la estrategia de control social que establecieron
los paramilitares. Cuando éstos entraban en áreas nuevas, como demos-
tración de poder a menudo las primeras personas que públicamente
torturaban o mataban eran personas lgbti locales, quienes la comunidad
era menos inclinada a defender.23 Los paramilitares consideraban estos
ataques como una supuesta ‘limpieza social’ y la imposición de su orden
social y moral. La violencia contra la población lgbti no fue solo un
mal llamado ‘daño colateral’, sino que fue una parte clave del proyecto
paramilitar.24
La violencia ha continuado a pesar del proceso de desmovilización
de algunos paramilitares en 2006. Se reconoce ampliamente que tales
fuerzas se redujeron en número y se modificaron un poco en forma (de

allá de la no-discriminación, con medidas focalizadas para consolidar la


paz para personas lgbti. Se pueden comparar diferentes acuerdos de paz
en el mundo en sitio languageofpeace.org.
21 En sección 2.2.1, en páginas 37 -38 de la primera versión.
22 Misma sección, pagina 43 en la versión final. Las versiones se comparan
fácilmente en el sitio http://bit.ly/2fNlKfV.
23 William J. Payne, “Death-Squads Contemplating Queers as Citizens: What
Colombian Paramilitaries Are Saying,” Gender, Place & Culture 0, no. 0
(March 9, 2015): 1–17, doi:10.1080/0966369X.2015.1013442.
24 cnmh, “Aniquilar La Diferencia: Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgene-
ristas En El Marco Del Conflicto Armado Colombiano” (Bogotá: Centro
Nacional de Memoria Historica, December 2015), 181.
La Paz en plural 299

tal manera que ahora se llaman a veces neoparamilitares), pero continúan


participando en la mal llamada ‘limpieza social’ y atacando a quienes
trabajan por la justicia y los derechos humanos. Aunque sus vínculos
con el Estado se han debilitado, siguen enredados con las estructuras
estatales y militares más a niveles locales y, a menudo, funcionan como
una forma de Estado en las áreas que controlan.25 Hasta hace poco tenían
una impunidad casi total por sus crímenes, particularmente aquellos
contra las personas lgbti.
Las farc también ejercieron violencia contra la población lgbti,
aunque de manera menos sistemática. Mientras que los paramilitares
empleaban amenazas colectivas a todas las personas lgbti en una zona
y las deshonraban y torturaban públicamente, a veces antes de matarlas,
las farc las amenazaban individualmente. Los paramilitares participaron
en un gran número de casos de violencia sexual, mientras que parece
que las farc principalmente ejercieron violencia física.26 También hay
reportes de que las farc, en algunas áreas que controlaban, obligaron a la
población civil a tomar la prueba del vih, y obligaron a las personas con
resultado positivo a abandonar el área.27 Por su parte, las fuerzas armadas
participaron principalmente en detenciones arbitrarias y violencia sexual.
La revisión cuantitativa en el Centro de Memoria Histórica encontró
que alrededor de la cuarta parte de los incidentes reportados fueron
atribuidos a la guerrilla y la mayor parte del resto a los paramilitares,
con sólo unos pocos a las fuerzas armadas y a la policía - pero hay serios
problemas con esos datos.28
Los conflictos armados tienden a exacerbar las desigualdades exis-
tentes en la sociedad, y esto parece haber sido cierto para la población
lgbti en Colombia.29 Es extremadamente difícil medir ese impacto
cuantitativamente. El informe del Centro de Memoria Histórica hizo una
revisión exhaustiva de las bases de datos existentes, pero el mismo informe

25 “Bandas Criminales: ¿simples Criminales o Tercera Generación de ‘Paras’?


(Foro),” Verdad Abierta, January 16, 2016, http://www.verdadabierta.com/
rearme/6146-bandas-criminales-simples-criminales-o-tercera-generacion-
de-paras.
26 cnmh, “Aniquilar La Diferencia: Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transge-
neristas En El Marco Del Conflicto Armado Colombiano,” 183.
27 Ibid., 146.
28 Ibid., 100.
29 Juan Pablo Ordoñez, No Human Being Is Disposable: Social Cleansing, Human
Rights, and Sexual Orientation in Colombia (International Gay and Lesbian
Human Rights Commission, 1995).
300 geografías al servicio de los procesos de paz

detalla por qué cada una de esas bases presenta deficiencias. Por ejemplo,
el registro nacional de víctimas sólo empezó a incluir la orientación sexual
y la declaración de identidad de género en 2012, pero su uso ha sido muy
defectuoso: sólo existe una casilla para lgbti y no hay manera de desa-
gregar entre esas categorías. Además, el personal encargado del registro
con frecuencia se siente avergonzado de preguntar y simplemente marca
esta casilla basada en su lectura de la apariencia de las personas.30
Sin embargo, la mayor causa de errores en los datos del informe del
Centro de Memoria Histórica es el sub-registro por parte de las propias
víctimas. El principal mecanismo de supervivencia para muchas de ellas
ha sido invisibilizarse31. Incluso algunas pueden haber sido atacadas por
sus actividades sexuales sin ellas mismas considerarse población lgbti,
lo cual es común en zonas rurales.32 Además, las personas lgbti general-
mente no se sienten seguras o bienvenidas en agencias gubernamentales.
Esto se refleja en que sólo el 27% de los y las entrevistadas para el infor-
me del Centro de Memoria Histórica habían denunciado oficialmente.
Incluso, en el caso de los que intentan informar, el personal que los y
las atiende puede no estar dispuesto o no ser capaz de marcar el caso
como lgbti. Por esta razón, las estadísticas recolectadas en los últimos
años por dos organizaciones de base del movimiento lgbti, Colombia
Diversa y Caribe Afirmativo, son las más detalladas. Pero aun estas están
muy limitadas a las zonas donde las organizaciones tienen presencia y son
conocidas como un lugar seguro para denunciar violaciones.33
Después de sobrevivir la violencia de los actores armados, a menudo
ha sido difícil para las personas lgbti recibir servicios como víctimas
debido a la discriminación en las agencias del gobierno. Esto sucede a
pesar de que Colombia tiene derechos legales para la población lgbti
relativamente fuertes. Esos derechos tienden a ser aplicables para las
personas lgbti de clase media y alta más que para las comunidades
pobres y rurales (señalando la importancia de un análisis interseccional).

30 cnmh, “Aniquilar La Diferencia: Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transge-


neristas En El Marco Del Conflicto Armado Colombiano,” 41.
31 Ibid., 40.
32 Mauricio Albarracín Caballero and Juan Carlos Rincón, “De Las Víctimas
Invisibles a Las Víctimas Dignificadas: Los Retos Del Enfoque Diferencial
Para La Población Lgbti En La Ley de Víctimas,” Revista de Derecho Público,
no. 31 (July 2013).
33 cnmh, “Aniquilar La Diferencia: Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transge-
neristas En El Marco Del Conflicto Armado Colombiano,” 60.
La Paz en plural 301

La oposición anti-gay al enfoque diferencial

De todas las categorías protegidas, la orientación sexual y la identidad de


género fueron las que resultaron más polémicas. Ambas partes acordaron
y anunciaron los cambios para incluir un enfoque diferencial recomen-
dados por la subcomisión de género el 27 de julio de 2016, menos de un
mes antes de que las negociaciones finalizaron, el 24 de agosto. El voto
popular sobre el acuerdo de paz se celebró el 2 de octubre. Eso dejó
poco más de un mes para educar a la gente acerca de un acuerdo de 297
páginas llenas de planes que no eran siempre claros para el público en
general, como era el caso del enfoque diferencial.
Tampoco ayudó que la campaña del No, intencionalmente, mal
informó a la gente sobre el contenido del acuerdo. Esto lo admitió abier-
tamente el presidente de la campaña del No, Juan Carlos Vélez, en una
entrevista con los medios después del voto. Para empeorar las cosas, al
mismo tiempo estaba ocurriendo algo que afectó bastante la reacción de
los y las colombianas al enfoque diferencial, propiciando que se malinter-
pretara. Cuando la subcomisión anunció la incorporación del enfoque, a
finales de julio, ya había surgido una polémica en Colombia –y una reac-
ción negativa– en torno a otros derechos civiles recientemente ganados
por la población lgbti. La Corte Constitucional legalizó la adopción de
niños y niñas por parejas homosexuales en 2015 y el matrimonio gay en
abril de 2016. Cuando se anunció el enfoque diferencial, recién se había
ganado otro derecho civil lgbti - en contra del cual las iglesias ya estaban
organizando marchas en todo el país para el 10 de agosto.
Esas marchas comenzaron a raíz del suicidio de Sergio Urrego,
después del matoneo por odio que sufrió en la escuela. La madre de
Sergio había intentado varias veces conseguir que la escuela parara el
matoneo, y después de su muerte demandó a la escuela por no haberlo
hecho. El caso llegó a la Corte Constitucional, la cual en 2015 ordenó a
las escuelas de todo el país enseñar sobre temas lgbti, para así reducir
los delitos de odio y el matoneo. El Ministerio de Educación emitió en
julio de 2016 unos ‘manuales de convivencia’. Los manuales hablaron
tanto de la orientación sexual como la identidad de género, e hicieron una
distinción entre sexo biológico y género. La ministra de Educación en
ese momento, Gina Parody, era la primera persona abiertamente gay en
el Gabinete en la historia de Colombia. La derecha cristiana argumentó
que ella estaba tratando de imponer una mal llamada ‘ideología de género’
para que las niñas ya no fueran femeninas ni los niños masculinos. Unas
imágenes de pornografía gay fueron difundidas en las redes sociales, con
302 geografías al servicio de los procesos de paz

afirmaciones de que éstas estaban en los manuales (los cuales en realidad


no tenían imágenes explícitas). Las marchas del 10 de agosto fueron
dirigidas directamente y personalmente en contra la ministra Parody.
Fueron organizadas por iglesias evangélicas, trabajando en conjunto
con la Iglesia católica por primera vez de esta manera. Hubo marchas en
siete ciudades. La participación en Bogotá fue más baja, 5.000 personas,
pero en las ciudades más pequeñas hubo más asistentes. Se dijo que en
Bucaramanga participaron 25.000 personas.
Debido a esta presión, el presidente removió temporalmente a la
ministra Parody de su cargo el 30 de agosto y, surealmente, le pidió que
se encargara de la campaña por el voto del Sí para el plebiscito del 2 de
octubre. La derecha usó esto para argumentar que había una ‘ideología
de género’ en los acuerdos e, incluso, para decir que los acuerdos estaban
tratando de imponer una “dictadura homosexual”.

El voto del No

El Gobierno no hizo un buen trabajo de contrarrestar la desinformación


de la campaña del No, ni para educar a la gente sobre lo que realmente
estaba en el acuerdo de paz. Es extraño que lo que si se hizo fue firmar
el acuerdo en una ceremonia formal antes del voto. Quizás pensaron que
eso entusiasmaría, pero dejó a muchos sintiendo que el acuerdo ya era una
realidad, así que, ¿para qué molestarse en ir a votar? Especialmente cuan-
do las encuestas decían que la paz iba a ganar con una victoria aplastante.
Tal vez como consecuencia, la participación en el plebiscito fue baja
y el 62,6 por ciento de los y las votantes se quedaron en casa. Pero no
fue una victoria aplastante. Al igual que en las votaciones de Trump y del
Brexit en los meses anteriores, las encuestas se equivocaron. El plebiscito
apenas fracasó, recibiendo el 49,78 por ciento Sí y el 50,21 por ciento No.
El No ganó por debajo de 0.3%, o 53.900 votos de 13.066.025. Tal vez
la abstención también fue alta debido a que la mayoría de la población
no entendía el acuerdo, o no confiaban en que el Gobierno cumpliera
las promesas del acuerdo, o no confiaban que las farc lo hiciera. Tal vez
los votantes culparon al Gobierno por el deterioro de las condiciones
económicas y se sintieron decepcionados de que los problemas socioeco-
nómicos no se abordaron en el acuerdo, pero no querían votar en contra
de la paz, así que se quedaron en casa para mostrar su descontento.34 Tal

34 Forrest Hylton, “Power Over Peace in Colombia,” Jacobin, October 7, 2016,


https://www.jacobinmag.com/2016/10/colombia-peace-santos-uribe-farc/.
La Paz en plural 303

vez no votaron por el huracán y las lluvias torrenciales, que afectaron


particularmente a la costa Caribe, una región de fuerte tendencia al voto
Sí, que tuvo entre 5 y 10% de participación en algunas mesas electorales.
Tal vez no votaron porque son desplazados y viven a un día de viaje,
lejos de donde están oficialmente registrados, y esa no es un área seguro
para ellos. O tal vez no votaron porque esta vez no llegó el bus para
llevarlos a votar. Una de las cosas que se logrará gracias al acuerdo de
paz es cambiar el sistema electoral para facilitar el derecho al voto.
Hoy en día mucha gente tiene que viajar por horas para poder votar, y
existe un sistema informal donde los partidos políticos envían buses a
las comunidades pequeñas para llevarlos a votar. Éstos generalmente
proporcionan un almuerzo y una camiseta del partido. No está claro
por qué los partidos que apoyaban el voto del Sí no mandaron buses,
pero ninguno lo hizo.
Ahora bien, ¿por qué tantas personas votaron No? Algunas dijeron
que querían que las farc cumplieran pena de cárcel, otras que no querían
que las farc pudiera participar en política. Pero la derecha cristiana
afirmó que uno de cada tres votantes por el No eran evangélicos, y que
votaron para proteger los mal llamados ‘valores familiares’,35 un código
ampliamente utilizado en todo el mundo para justificar la familia pa-
triarcal y el prejuicio anti-gay. No existen sondeos para respaldar esta
afirmación, pero el prejuicio anti-gay parece haber jugado un papel
determinante en el resultado del plebiscito. Esto se reflejó en que las
primeras personas con las que se reunió el presidente Santos después de
la votación fueron líderes de la iglesia evangélica. La membresía en las
iglesias evangélicas en Colombia ha crecido a grandes pasos en los últimos
años, como en todo el continente americano. Estas iglesias son parti-
cularmente fuertes entre los pobres urbanos, muchos de los cuales han
sido recientemente desplazados del campo y necesitan desesperadamente
la comunidad y el apoyo que éstas proporcionan.36 Estas comunidades
religiosas están altamente organizadas y tienen una gran presencia en la
televisión y la radio, con emisoras que muchas y muchos de sus miembros
escuchan gran parte del día, a menudo a través de la transmisión en línea

35 Natalio Cosoy, “El Rol de Las Iglesias Cristianas Evangélicas En La


Victoria Del ‘No’ En El Plebiscito de Colombia,” bbc Mundo, October 5,
2016, sec. América Latina, http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-
latina-37560320.
36 Hylton, “Power Over Peace in Colombia”.
304 geografías al servicio de los procesos de paz

en sus celulares.37 Las iglesias utilizaron su presencia en los medios de


comunicación para hacer campaña activa contra el acuerdo, usando un
constante ritmo anti-gay. 38
La Iglesia católica adoptó una posición neutral en el plebiscito,
decisión inesperada dada su larga tradición de apoyo a la paz en el país.
Fue particularmente extraño que el papa hablara a favor del voto del Sí
sobre el acuerdo de paz, mientras la jerarquía de la Iglesia en el país les
dijo a los sacerdotes que no tomaran posición. Posiblemente esto se debió
a que el Vaticano ha sido históricamente líder en la denuncia de la mal
llamada ‘ideología de género’ desde 1995, cuando Juan Pablo ii acuñó
el término en respuesta a la Conferencia Mundial de la onu sobre la
Mujer en Beijing.39 Desde entonces, la Iglesia católica ha promovido el
creciente uso global de ese marco para denunciar conquistas feministas
y derechos civiles lgbti. Aunque se ha utilizado menos bajo el papa
Francisco, todavía es usado.

El ataque de la ‘ideología de género’

El negociador principal del equipo del Gobierno en La Habana, Hum-


berto de la Calle, hizo una declaración conmovedora el 24 de julio,
cuando se anunciaron las recomendaciones de la subcomisión de género.
En ella citó la célebre frase de Simone de Beauvoir: “no se nace mujer,
se llega a serlo” y añadió que de la misma manera no se nace hombre,
se llega a serlo.40

37 “Triunfo Del No: El Poder de Los Cristianos,” Semana, October 8, 2016,


http://www.semana.com/nacion/articulo/cristianos-evangelicos-inclinaron-
la-balanza-con-su-no-en-el-plebiscito/498230.
38 Los medios dominantes en Colombia también son generalmente bien de
derecha y los dos conglomerados que controlan la mayoría de las estaciones
de televisión y radio, RCN y Caracol, hicieron campaña contra el acuerdo,
infundiendo miedos y ofreciendo muy poca educación sobre lo que real-
mente estaba en el acuerdo.
39 Génica Mazzoldi, Irinia Cuesta, and Eduardo Álvarez Vanegas, ‘La ‘ideo-
logía de Género’: ¿un Spoiler Para La Paz?’, openDemocracy, October 15,
2016, https://www.opendemocracy.net/democraciaabierta/g-nica-mazzoldi-
irina-cuesta/la-ideolog-de-g-nero-un-spoiler-para-la-paz.
40 Equipo Paz, “Humberto de La Calle Habla Sobre La Inclusión Del En-
foque de Género En Los Acuerdos de Paz,” Equipo Paz Gobierno, July 24,
2016, http://equipopazgobierno.presidencia.gov.co/prensa/declaraciones/
La Paz en plural 305

La derecha atacó rápidamente a De la Calle, y criticaron su uso de la


cita de Beauvoir, que también había sido citada por el papa Juan Pablo II
en 1995 cuando acuñó por primera vez el término ‘ideología de género’.
El papa argumentó que decir que los roles de género son culturales, más
que naturales (determinados por Dios, eternos, e inmutables), es pro-
mover una ‘ideología de género’.41 Aquellos que creen que los roles de
género son determinados por Dios incluyen en éstos el amar íntimamente
solo a una persona del sexo opuesto y la no posibilidad de cambiar de
género o estar inconforme con el mismo. El término ofuscante ‘ideología
de género’ sirve como una cortina de humo para el prejuicio anti-gay,
el cual se ha vuelto socialmente menos aceptable en los últimos años.
El nuevo Movimiento Nacional por la Familia que reunió a evangé-
licos y católicos conservadores en la lucha contra los manuales escolares,
y luego contra los acuerdos, utiliza el término ‘familia’ para referirse sólo
a un cishombre42 casado con una cismujer y los hijos de ambos – y así
atacar a cualquier otra unión. Esto aunque, o quizás precisamente por
que, sólo el 32% de las familias en Colombia tienen esa estructura hoy
en día y sólo la mitad de todos los niños y niñas viven en un hogar con
una madre y un padre biológicos.43 No obstante, este cambio hacia una
realidad de diversas formas familiares ha ocurrido con bastante rapidez,
y se ha acelerado por el desplazamiento y las pérdidas causadas por el
conflicto, lo cual pudo haber dificultado la aceptación por parte de al-
gunos y algunas de la nueva situación.

Las dos Colombias

¿Fue el prejuicio anti-gay suficiente para cambiar el resultado del voto?


Quizás, pero las diferencias territoriales también jugaron un papel. No
podemos comprender plenamente la relación entre paz y espacio, en

Paginas/humberto-calle-habla-sobre-inclusion-enfoque-genero-acuerdos-
paz.aspx.
41 Mazzoldi, Cuesta, and Álvarez Vanegas, ‘La ‘ideología de Género’.
42 Hombre no trans, es decir, hombre nombrado como hombre al nacer y que
se siente hombre.
43 Julián De Zubiría, “Los Cambios En La Familia y La Necesidad de
Fortalecer La Educación Sexual,” Semana, December 26, 2016, http://
www.semana.com/educacion/articulo/fortalecer-la-educacion-sexual-en-
colombia-julian-de-zubiria/510372.
306 geografías al servicio de los procesos de paz

este caso, sin mirar la dinámica no sólo del género y la sexualidad sino
también de la raza y de cómo se interconectan. En las semanas posteriores
a la votación aún el presidente Santos comenzó a hablar abiertamente
de “las dos Colombias” reflejadas en la votación.
Las regiones más afectadas por la guerra votaron por la paz y los
menos afectados votaron por el No (ver figuras 1 y 2). Incluso, algunas de
las poblaciones más afectadas por la violencia votaron abrumadoramente
a favor de los acuerdos. Uno de las masacres más emblemáticas fue el
bombardeo de las farc a una iglesia en la comunidad afrocolombiana
de Bojayá en 2002, que mató a 119 personas de una población de 1.100
habitantes. Ahí el 96% de la población votó a favor de los acuerdos de paz.
Por su parte, Toribio, comunidad indígena que ha sufrido bombardeos
repetidos por parte del ejército, votó a favor de los acuerdos en un 85%.

Figura 1
Voto Porcentaje de apoyo al SI

Fuente: Juan David Herreño y Juan Sebastián Muñoz.


La Paz en plural 307

Figura 2
Montañas

Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Colombia_Topography.png

El mapa de los votos (ver figura 1) muestra una clara diferencia


por región. Pero esto no es solamente cuestión de que las regiones más
afectadas por el conflicto están más cansadas de la guerra. Al comparar
el mata del voto, con un mapa topográfico (ver figura 2), me pareció
que la mayoría de los y las votantes del No provenían de las regiones
montañosas – casi se ven las montañas en el mapa del voto. Juan Muñoz
Morales me ayudó con este análisis, haciendo mapas que muestran que,
efectivamente, hay una correlación entre altura y el voto (ver figuras 3,
4, y 5).
308 geografías al servicio de los procesos de paz

Figura 3
Votación en Municipios con Gran Altitud

Figura 4
Votación en Municipios con Baja Altitud

Fuente: Juan Muñoz Morales para la autora.


La Paz en plural 309

Figura 5
Relación entre Altura del Municipio y el Porcentaje de Voto a Favor del Sí

Fuente: Juan Muñoz Morales para la autora.

Mi intención no es argumentar que esta es una relación estrecha -


igual hay importantes excepciones, la más notable siendo Bogotá. Sin
embargo, existe suficiente correlación para justificar una reflexión; más
aún cuando también se pueden ver las montañas en el mapa de niveles
de victimización (figura 6).
¿Por qué ha sido más probable que las personas que habitan en las
tierras bajas se convirtieran en víctimas del conflicto y apoyaran más
la paz? Mi intención aquí no es esencializar ni hacer un argumento de
determinismo ambiental, sino más bien señalar cómo esa ideología (que
los lugares afectan a las personas) tiene una larga historia en Colombia y
moldeó tanto el conflicto como los esfuerzos para terminar el mismo. En
Colombia la raza está más espacializada y el espacio más racializado que
en la mayoría de las naciones. El país tiene regiones muy distintivas, en
parte porque ahí los Andes se divide en tres cordilleras que cortan el país.
Pero la regionalización fue también un proceso profundamente social y
colonial a través del cual la raza se regionalizó y la región se racializó.44 Las

44 Nancy Appelbaum, Muddied Waters: Race, Region, and Local History in Co-
lombia, 1846–1948 (Durham, NC: Duke University Press, 2003).
310 geografías al servicio de los procesos de paz

costas de Colombia son ‘negras’, la del Pacífico en particular. La región del


Chocó es 90 por ciento afrocolombiana, cuando el país en su conjunto es
del 10 al 20 por ciento. Por su parte, la Amazonia se ve como una región
indígena. Estas son las regiones más claramente racializadas, pero cerca de
ellas hay muchas áreas donde la gente es simplemente de piel más oscura,
no explícitamente indígena o negra, y todavía sufren de colorismo.

Figura 6
Víctimas, mapa publico

Son las racializadas tierras bajas, llamadas comúnmente ‘tierra


caliente’, las que han sido zonas realmente ‘calientes’ de violencia du-
rante el conflicto. En los medios colombianos se comentó ampliamente
después del voto que las áreas más victimizadas votaron por la paz. No
se mencionó que estas regiones tendían a ser tierras bajas y, a su vez, las
regiones más racializadas. Lo que sí se discutió un poco, al menos en
la prensa alternativa, fue que las personas cuyas necesidades básicas no
estaban satisfechas tenían más probabilidades de votar por la paz. 45 Por
supuesto, siempre es difícil desentrañar raza y clase, pero no es casual
que las regiones más racializadas también sean las más pobres.

45 Leopoldo Fergusson and Carlos Molina, “Un Vistazo a Los Resultados Del
Plebiscito,” La SIlla Vacia.Com, October 4, 2016, http://lasillavacia.com/
blogs/un-vistazo-los-resultados-del-plebiscito-58200.
La Paz en plural 311

Las vidas de la gente negra y de piel más oscura han contado menos
en Colombia. No ha recibido la misma inversión del Estado en colegios,
clínicas, carreteras, y otras formas de apoyo para el bienestar y la vida
digna. Asimismo, durante décadas, la violencia en estas regiones recibió
mucha menos cobertura en los medios; en parte porque son más rurales
y de difícil acceso (por la falta de infraestructura), pero también porque
las muertes de los y las habitantes fueron naturalizadas: estas regiones
son percibidas como más violentas y menos ‘civilizadas’, lo cual está
ligado a una larga historia del imaginario geográfico de la tropicalidad.46
El plebiscito reflejó entonces una crisis de empatía. Aquellos y
aquellas que no habían experimentado lo peor de la guerra no podían
imaginar cómo era, y la urgencia de ponerle fin. Fue también una crisis
de solidaridad. Los y las que enfrentaron lo peor de la guerra no fueron
vistos como suficientemente similares, tal vez ni siquiera como totalmente
parte de la nación, como para merecer acción para su bienestar. Como
destacó el presidente Santos, muchos de los acuerdos sobre el desarrollo
rural tienen como objetivo sanar la brecha entre las dos Colombias. Sin
embargo, las áreas con privilegios de clase y raza parecen haber votado
para proteger esos privilegios, y contra un acuerdo que habría hecho
algunas modificaciones menores en esos sistemas de desigualdad. El
prejuicio contra las personas lgbti se convirtió en una herramienta para
ello, ya que el clasismo, el racismo y la heteropatriarquía se apuntalaron
entre sí. Como sostiene Campoy, fueron las personas menos afectadas
por el conflicto las que se dieron el lujo de votar basándose en su temor
de que los acuerdos impondrían una supuesta ‘ideología de género’, en
lugar de sentir una necesidad urgente de votar a favor de la paz para que
sus hijos e hijas no tuvieran que preocuparse de pisar minas en camino
al colegio.47 Es decir, tenían más miedo de la homosexualidad que de la
guerra, como lo pone Sánchez. 48

46 para una genealogía de la tropicalidad, ver David N. Livingstone, “Race,


Space and Moral Climatology: Notes toward a Genealogy,” Journal of Histo-
rical Geography 28, no. 2 (April 2002): 159–80, doi:10.1006/jhge.2001.0397.
47 Ana Campoy, “Gender Identity Was One of the Reasons Colombians Re-
jected Their Peace Deal,” Quartz, October 4, 2016, http://qz.com/799116/
why-colombians-voted-no-on-the-farc-peace-deal/.
48 Nicholas Casey, “Colombian Opposition to Peace Deal Feeds Off Gay
Rights Backlash,” The New York Times, October 8, 2016, http://www.
nytimes.com/2016/10/09/world/americas/colombian-opposition-to-peace-
deal-feeds-off-gay-rights-backlash.html.
312 geografías al servicio de los procesos de paz

Paz a la calle

Afortunadamente la historia no termina ahí. Después del plebiscito hubo


una alentadora movilización popular para salvar el acuerdo de paz. Se
realizó una marcha silenciosa sólo tres días después del plebiscito. Tuvo
una participación impresionante por tan poco tiempo de convocatoria,
llenando la plaza principal con unas 20.000 personas. Las marchas rara
vez son silenciosas en Colombia, pero ésta fue basada en la marcha si-
lenciosa después del asesinato del candidato presidencial Jorge Eliecer
Gaitán en 1948.
Una semana más tarde se realizó otra gran marcha, la cual alcanzó
unos 30.000 asistentes. La primera marcha fue organizada en gran parte
por estudiantes y jóvenes. La segunda marcha estuvo coordinada entre
este grupo y organizaciones de indígenas y de víctimas. Los grupos in-
dígenas llegaron a la capital procedentes de todo el país, en su mayoría
de aquellas regiones periféricas que han sido marginadas. La marcha
fue coordinada para que grupos indígenas y de víctimas marchasen por
la calle principal del centro histórico bogotano, mientras que otros se
alineaban a los lados de la calle sosteniendo flores blancas. Entregaron
las flores a las víctimas mientras caminaban por la calle, con la consigna
“no están solos” y luego entraron a la marcha detrás de ellos y ellas hacia
la plaza principal, la cual se volvió a llenar.
No sólo hubo marchas en las grandes ciudades, sino también sur-
gió una ola de protestas en ciudades más pequeñas y más directamente
afectadas, muchas en las tierras bajas, para exigir un #acuerdoya, junto
con la demanda de que se prorrogara el cese al fuego. Ganaron la se-
gunda demanda en diez días. Aunque inmediatamente después del voto
el presidente había dicho que el cese al fuego sería levantado a finales
de octubre, más tarde dijo que debido a la presión popular lo extendería
hasta finales de diciembre.
Un campamento de paz fue establecido en la plaza principal después
de la primera marcha. Lo llamaron ocupaz, y creció hasta cien carpas.
Muchos tenían letreros con el nombre de una ciudad duramente golpeada
por el desplazamiento y el conflicto, principalmente en las tierras bajas.
Al hacerlo, simbólicamente llevaron esos lugares presentes al corazón de
las tierras altas, el centro de Bogotá. El campo de paz creció a otras cinco
ciudades, aunque acampar en plazas no ha sido una táctica de protesta
común en Colombia. También hubo un florecimiento de asambleas y
cabildos, espacios para la discusión en grupo sobre lo que significa la
paz y cómo construirla ahora. La organización popular ayudó a crear el
La Paz en plural 313

espacio político y la voluntad de renegociar los acuerdos, e influyó en el


contenido de los nuevos acuerdos.

Mantener el enfoque diferencial

Inmediatamente después de la votación, cuando los primeros con quien


se reunió el presidente fueron los líderes evangélicos, parecía muy
probable que las protecciones para la población lgbti en el acuerdo se
quitarían, quizás con todo el enfoque diferencial - y que a lo mejor ni
siquiera quedaría un enfoque de género. Pero hubo una fuerte presencia
de la población lgbti en las marchas por la paz y en su organización,
así como de organizaciones de mujeres. En el internet se usó #delacuer-
dononossacan y #114razones. Los y las del No habían subrayado que
había 114 menciones de la palabra género en los acuerdos, por lo que se
enumeraron las 114 razones por las que era importante tener en cuenta
el género en los mismos.
Sólo cinco días después del voto, el 7 de octubre, Santos recibió el
Premio Nobel de Paz, lo cual le dio más poder político y legitimidad
para renegociar el acuerdo. Sus reuniones iniciales con los líderes del
No fueron principalmente con hombres con privilegio racial. Pero
después de la presión, tanto las organizaciones de mujeres como de las
lgbti fueron invitadas a regresar a La Habana y hablar nuevamente
con ambas partes.49
Aunque se hicieron muchos cambios,50 sorprendentemente, el
acuerdo renegociado mantuvo el enfoque diferencial y las personas
lgbti permanecieron como uno de los grupos mencionados (e incluso
se mencionaron más veces, pasando de 10 a 17 menciones). Lo que se
hizo en el nuevo acuerdo fue aclarar, en la introducción, lo que significaba
el enfoque. Allí se define como una manera para respetar los derechos
constitucionales de todos y todas, incluido el derecho a la igualdad y a la
no discriminación. De esta manera también se enfatiza que el acuerdo no
otorga derechos que no estén en la constitución. Esta sección concluye
con, “En la implementación se garantizaran las condiciones para que la
igualdad sea real y efectiva y se adoptarán medidas afirmativas en favor

49 Las negociaciones de paz fueron inusuales en que delegaciones de víctimas


y otros grupos más directamente afectados por la guerra fueron invitados
a la Habana para hablar con los negociadores.
50 Como se puede ver en la comparación detallada en http://bit.ly/2fNlKfV
314 geografías al servicio de los procesos de paz

de grupos discriminados o marginados, teniendo en cuenta el enfoque


diferencial, territorial y de género.” 51 Al aclarar el enfoque y su lógica
el nuevo acuerdo lo fortaleció. Del mismo modo, a lo largo del acuerdo
se hacen muchas más referencias a ‘medidas afirmativas’ para garantizar
la igualdad al implementar el acuerdo.
Este análisis del acuerdo final fue reafirmado por muchos de los
grupos de mujeres que entrevisté. Sin embargo, algunas organizaciones
de mujeres menos privilegiadas con las que hablé no habían tenido la
oportunidad de analizar las dos versiones de los acuerdos de cerca y se
sorprendieron con este análisis. No es un punto de vista que haya sido
compartido en los medios colombianos o internacionales, tal vez para
no provocar una continua oposición.52 Sin embargo, después de mis
entrevistas Dag Nylander, el principal mediador Noruego en la Habana,
y Hilde Salvesen, la mediadora Noruega que apoyo a la subcomisión de
género, en julio del 2017 presentaron un informe en Noruega haciendo
precisamente este argumento, que las revisiones fortalecieron el enfoque
al aclarar el lenguaje y volverlo más preciso.53
Uno de los cambios en el acuerdo revisado que recibió alguna co-
bertura mediática fue la inclusión de la categoría de minoría religiosa
en, al menos, algunas de las listas de los grupos que recibirán atención
diferencial. De hecho, muchos miembros de la iglesia evangélica en
particular si sufrieron persecución durante la guerra, así que esto fue
un verdadero vacío en el primer acuerdo. Por supuesto, también se hizo
como una forma de abordar sus preocupaciones con este enfoque. La otra
manera de responder a las preocupaciones de la derecha cristiana fue el
añadir una línea en la introducción en la que el acuerdo reconoce a “la
familia como núcleo fundamental de la sociedad,” aunque sin especificar
que esa familia sea la tradicional nuclear. Esta línea sobre la familia está
en el párrafo que explica el enfoque como una manera de respetar los
derechos constitucionales, y continúa diciendo que el acuerdo respeta
los derechos de los miembros de la familia.

51 “El Nuevo Acuerdo de Paz Comparado Con El Anterior,” November


14, 2016, 6, http://www.semana.com/nacion/articulo/seo-comparacion-
acuerdo-de-paz-original-con-acuerdo-del-no/505374.
52 pero si en el boletín sueco Julie Marie Hansen, “Gender and Inclusion in
the Colombian Peace Process,” prio gps Update, 2016.
53 Nylander and Salvesen, “Towards an Inclusive Peace.”
La Paz en plural 315

Interseccionalidad

En el acuerdo revisado ninguna de las diversas listas de categorías a


considerar en el enfoque diferencial ofrece alguna mención de inter-
secciones o solapamientos entre tales categorías –aunque, por supuesto,
alguien podría ser mujer, indígena, y tener una discapacidad. La discri-
minación y las desventajas que dicha persona enfrentaría difícilmente
serían abordadas si estos aspectos de su vida son entendidos por sepa-
rado. Este es un argumento feminista de larga data, y es un poco sor-
prendente que no esté incluido en los acuerdos.54 No obstante, podría
explicarse dado que hasta recién el termino ha sido rara vez usado por
las feministas en Colombia.55 Varios grupos de mujeres se reunieron en
octubre de 2013 en la Cumbre Nacional sobre la Mujer y la Paz, para
discutir sus visiones de lo que debería estar en los acuerdos y presionar
por ellos. Esa cumbre fue repetidamente mencionada en mis entrevistas
como un momento clave que llevó a la creación de la subcomisión de
género y la guió. Pero en las notas de esa reunión no se menciona la
palabra interseccionalidad ni una vez,56 aunque Kimberley Crenshaw
acababa de estar en Bogotá en marzo de 2013. En mis entrevistas mu-
chas no conocían el término. Otras lo conocían y comentaron que lo
usaban internamente, pero no lo encontré utilizado en sus materiales
publicados ni en sus publicaciones en la red.
El término interseccionalidad está estrechamente asociado con
Crenshaw, y surgió de la organización y literatura de las feministas ne-
gras y chicanas en los Estados Unidos en los años setenta y ochenta.57
Crenshaw escribió una crítica ampliamente citada de un caso judicial
de 1976 en los Estados Unidos, en el que un tribunal determinó que las

54 Roxanne Krystalli, “The Colombian Peace Agreement Has a Big Emphasis


on the Lives of Women. Here’s How.,” Washington Post, Monkey Cage Blog,
August 19, 2016, https://www.washingtonpost.com/news/monkey-cage/
wp/2016/08/19/the-colombian-peace-agreement-gives-gender-issues-a-
central-role-heres-why-this-is-so-important/.
55 A veces en español se habla de ‘vectores que se entrecruzan’, pero ese
término tampoco aparece en los acuerdos.
56 Margarita Muñoz Pallares et al., “Cumbre Nacional de Mujeres y Paz,
Bogotá Octubre 23 Al 25 de 2013: Sistematización” (un Women, October
2013), http://www.bdigital.unal.edu.co/54144/.
57 “Demarginalizing the Intersection of Race and Sex: A Black Feminist
Critique of Antidiscrimination Doctrine, Feminist Theory and Antiracist
Politics,” U. Chi. Legal F., 1989, 139.
316 geografías al servicio de los procesos de paz

mujeres negras no eran discriminadas por General Motors porque había


muchas mujeres en la empresa (aunque fueran blancas) y habían muchos
negros (aunque todos hombres). De igual manera, es fácil imaginar
que las reparaciones que se ofrecen en Colombia en un programa para
indígenas pueden resultar en un esfuerzo que beneficia principalmente
a los hombres indígenas y un programa dirigido a las mujeres que be-
neficia principalmente a las mujeres no indígenas y deja en la estacada
a las mujeres indígenas.
Al no especificar las intersecciones, el acuerdo esencializa a las
mujeres como simples mujeres, a las poblaciones indígenas como
simplemente indígenas, etcétera. Una mujer indígena en condición de
discapacidad no tiene necesidades particulares que puedan simplemente
agregarse, en un tipo de desventajas 1 + 1 + 1 = 3. Estas identidades
interactúan y se moldean entre sí y crean un todo que es diferente de
una simple suma de las partes. También es cierto que personas con
algunas combinaciones de identidades habrán sido más impactadas
por el conflicto que otras. Por ejemplo, una anciana indígena podrá
haber recibido mucha más protección de su comunidad que una mujer
indígena con una discapacidad.
Aunque el acuerdo no reconoce estas intersecciones, sigue siendo
un gran paso para el mundo que un acuerdo de paz tenga un enfoque
diferencial. Ningún acuerdo anterior había declarado explícitamente que
tenía un enfoque de género y, mucho menos, un enfoque más amplio. Tal
vez los próximos acuerdos de paz en el mundo tomen el siguiente paso
e incluyen la interseccionalidad. Mientras tanto un entendimiento de
la interseccionalidad puede ser parte de la implementación del acuerdo
colombiano.
Me da muchísimo gusto contar que se abrió la puerta para esa in-
clusión de la interseccionalidad en el Comunicado conjunto No.18 del
Gobierno colombiano y las FARC, publicado el 11 de abril de 2017, en
el que establecen los detalles de la instancia especial de siete personas
que garantizará la implementación del enfoque de género, mencionado
en el punto 6.1 del acuerdo.58 Este comunicado es la primera vez que
las partes utilizaron públicamente la palabra interseccional e, incluso,
parecen reemplazar el término enfoque diferencial con enfoque in-
terseccional. Queda por ver si esto se llevará a cabo, pero es una señal

58 Disponible en http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/procesos-y-
conversaciones/documentos-y-comunicados-conjuntos/Paginas/Comu-
nicado-Conjunto-No-18.aspx
La Paz en plural 317

muy esperanzadora. Las mujeres farianas también has usado el termino


repetidamente en comunicaciones públicas en junio y julio del 2017.

Conclusión

El nuevo acuerdo fue firmado el 24 de noviembre de 2016. Esta vez no


se celebró ningún plebiscito (lo cual hubiera tardado al menos otro mes,
si no más) por que la paz ya se desmoronaba. Aparecían algunas rupturas
dentro de la guerrilla y los ataques contra los defensores y las defenso-
ras de derechos humanos, en áreas que antes estaban bajo el control
de las farc, se dispararon. Así que el presidente presentó el acuerdo
al Congreso, que lo aprobó por unanimidad el 30 de noviembre (entre
Senado y Cámara se logró un apoyo de 205 votos de 268, los opositores
se retiraron). El 1 de diciembre fue oficialmente el ‘día D’ para el inicio
de la implementación, la cual será un proceso largo y difícil. Ya se han
visto muchas dificultades en los primeros meses.
Debido a la fuerte organización y presión, el enfoque diferencial se
mantuvo en el acuerdo renegociado. Pero al ser el aspecto más disputado
de los acuerdos, será el más difícil de implementar y requerirá la mayor
veeduría y apoyo internacional. No fue una buena señal que el Gobierno
no solo no pudo cumplir durante los primeros meses con la construcción
de las zonas de concentración, las cuales no estaban listas cuando las farc
llegaron, pero tampoco pudo dar atención pediátrica a los muchos “bebés
de la paz” nacidos en esas zonas, ya que los y las guerrilleras tuvieron un
boom de bebés después de años de no poder tener hijos.
Bell, en su repaso de las secciones que hablan de género en varios
acuerdos de paz, encontró que muchas fueron mal implementadas, y que
era necesario un control riguroso.59 En los primeros meses ya estaba claro,
y fue mencionada en muchas de mis entrevistas y bien documentado en
un informe del grupo de mujeres Gpaz, que la mayoría de las leyes y
decretos que se estaban redactando para poner en vigencia el acuerdo
no seguían los compromisos del enfoque de género y del enfoque dife-
rencial.60 La guerra en Colombia se basó en sistemas de poder que no se
desmontan fácilmente. Será esencial que las organizaciones de mujeres

59 Bell, “Text and Context,” 24.


60 Gpaz, “Primer Informe de Seguimiento Al Enfoque de Género En La
Implementación Normativa Del Acuerdo de Paz” (Gpaz, June 2, 2017).
318 geografías al servicio de los procesos de paz

lideren capacitaciones sobre el enfoque diferencial y la interseccionalidad


para los funcionarios a todos los niveles, pero particularmente para los
funcionarios locales.61 Las organizaciones de mujeres colombianas en
general, y los grupos de mujeres rurales en particular,62 seguirán nece-
sitando apoyo económico y político continuo para tener la capacidad de
monitorear y asegurar la plena implementación. Todas podrían utilizar
más formación en la recaudación popular de fondos, para así ampliar su
base de apoyo y tener más independencia a largo plazo.
Según el instituto Kroc, la mitad de todos los acuerdos de paz
negociados fracasan. El Instituto lo dice basado en una matriz que ha
desarrollado basado en un base de datos de acuerdos de paz que rastrea
el estado de implementación de 34 acuerdos de paz globales recientes,
evaluando 51 secciones distintas año por año durante diez años en forma
cuantitativa y cualitativa.63 Pero el Instituto también dice que el acuerdo
colombiano “aborda las causas profundas de manera más completa que
cualquier otro acuerdo negociado”, y está participando en el monitoreo
su implementación.64
Una mayor atención internacional al acuerdo y a su implementación
podría ayudar a su éxito. Pero incluso, si y cuando el acuerdo colom-
biano sea plenamente implementado, la paz será un proceso continuo.
La paz nunca es un punto de llegada en el tiempo o el espacio, aunque
un acuerdo de paz podría hacer que parezca uno. La paz es un proceso
socio-espacial precario, que todos estamos haciendo y rehaciendo todos
los días, de diferentes maneras y a diferentes escalas. Los acuerdos de paz
son una de las maneras más dramáticas y visibles en que se hace la paz,
pero la paz también se hace a escalas más íntimas y corporales – siempre
enredadas en dramas más grandes, como es el caso de la lucha por el
enfoque diferencial del acuerdo, la cual fue parte de campañas mundiales

61 Esta es una recomendación clave del informe Nina Chaparro González


and Margarita Martínez Osorio, “Negociando Desde Los Márgenes: La
Participación Política de Las Mujeres En Los Procesos de Paz En Colombia
(1982-2016)” (Dejusticia, 2016), 88.
62 Donny Meertens, “Justicia de Género y Tierras En Colombia: Desafíos
Para La Era Del’pos-Acuerdo’,” European Review of Latin American and
Caribbean Studies/Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y Del Caribe,
2016, 89–100.
63 Disponible en peaceaccords.nd.edu
64 Bernard Aronson, “Colombia Needs Help to Make Peace Last,” The New
York Times, December 13, 2016, https://www.nytimes.com/2016/12/13/
opinion/colombia-needs-help-to-make-peace-last.html.
La Paz en plural 319

por la igualdad de género y también el impulso global por parte de la


Iglesia católica para atacarlas como ‘ideología de género’.
El enfoque diferencial ofrece un claro ejemplo de cómo los esfuerzos
a escalas mas grandes están tanto basados en, como también facilitan, la
construcción mas día a día de la paz. En los últimos diez años en particular
muchos y muchas personas valientes de la comunidad lgbti salieron
del closet y hablaron abiertamente con sus amigos y familiares sobre la
violencia que ellos y ellas y otras personas lgbti enfrentaban. Estos
actos cotidianos de valentía y conexión ayudaron a crear la aceptación en
la sociedad que llevó a los negociadores de paz a reconocer los ataques
contra las personas lgbti como una forma particular de violencia en
la guerra y a incluir protección para la movilización lgbti como una
de las formas en que los acuerdos construirían la paz. Ojalá que ahora
estos acuerdos ayuden a construir espacios diarios de seguridad para las
personas lgbti en las pequeñas ciudades y en las zonas de conflicto,
para que puedan salir del closet y organizar abiertamente.
La paz es un proceso que se realiza a todas las escalas (globales,
nacionales, comunitarias, corporales), y en varios horizontes temporales
(día a día, año a año, década a década). La paz ocurre en el espacio y en
el tiempo. Tal como la guerra no significa lo mismo a través del tiempo,
tampoco la paz. Como dinámica socio-espacial, la paz es influenciada
por jerarquías de poder. En este caso, el género, la sexualidad y la raza
jugaron papeles claves e intersectantes. El prejuicio anti-gay, en particular,
se cruzó con el racismo regionalizado, y requiere una comprensión de
ambos para entender el voto del No. La paz no es una cosa; la paz signi-
fica y requiere diferentes acciones para diferentes grupos, en diferentes
contextos de espacio y tiempo. Esto ha sido ampliamente aceptado en
la geografía y en los estudios de paz, pero ahora se está también intro-
duciendo en los mismos acuerdos de paz. El acuerdo colombiano, con
su enfoque diferencial, encarna esta visión.
Colombia tiene varios déficits de equidad profundos, y la guerra
agravó las desigualdades - porque los más vulnerables fueron los más
afectados. Sin prestar atención a esto, un proceso de paz y de reparacio-
nes podría profundizar aún más las desigualdades, lo cual debilitaría sus
posibilidades de construir una paz duradera. Al abordar las diferentes
medidas requeridas para ofrecer verdadera equidad a varios grupos mar-
ginados que han sufrido más y de manera particular durante la guerra,
Colombia ha hecho un avance global hacia la consolidación de una paz
más fuerte al hacerla más plural. La plena implementación del enfoque
320 geografías al servicio de los procesos de paz

diferencial, particularmente con una vista más interseccional, hará que


sea más probable que esta paz tenga éxito.

Agradecimientos:

Gran parte de la investigación para este capítulo se realizó mientras


trabajé como investigadora postdoctoral en sparg, Space and Political
Action Research Group, de la Universidad de Tampere (Finlandia), como
parte del Centro de Excelencia relate, financiado por la Academia de
Finlandia. Las entrevistas fueron financiadas por un puesto de investi-
gación posterior en el Instituto de Investigación para la Paz de Tampere
(Tampere Peace Research Institute, tapri), con una subvención financiada
por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Finlandia.
5ª parte
Buscando la paz desde la geografia
política, desarrollo territorial
sustentable y educación geográfica
Geopolítica regional1
Raúl Prada Alcoreza

1. Diferenciando entre Guerra Periférica y Geopolítica Regional

Hay dos conceptos que estamos usando para comprender la guerra del
Pacífico; uno es guerra periférica y el otro es geopolítica regional. Cuando
hablamos de guerra periférica nos referimos a las guerras desatadas en las
periferias del sistema-mundo capitalista. Cuando hablamos de geopolítica
regional, nos referimos a la estrategia, en la perspectiva de la geografía
política, de alcance medio. Las guerras periféricas se distinguen de las
guerras centrales no sólo por el lugar dónde se dan, sino también por las
pretensiones inherentes. Las guerras en los países centrales tienen que
ver primordialmente con objetivos imperialistas, entonces, tienen que ver
con las contradicciones imperialistas. En cambio, las guerras periféricas
no tienen esas pretensiones, responden, más bien, a una combinación
de contradicciones donde se combinan los intereses locales con los
intereses imperialistas. El alcance geopolítico de estas guerras es, más
bien, limitado si comparamos con los alcances geopolíticos de las guerras
imperialistas. Como en toda geopolítica se trata del control territorial, del
control geográfico, del control espacial; empero, se trata de un control
de menor extensión que el pretendido por el imperialismo.
Se trata de un control regional; vamos a entender este termino de
lo regional en el sentido de una extensión de mediano alcance; ni local,

1 Extractado con permiso del autor del libro: Prada Alcoreza, Raúl, “Geopo-
lítica regional, En torno a la guerra del pacífico”, publicado el año 2013.

[323]
324 geografías al servicio de los procesos de paz

ni nacional, pero, tampoco continental. Aunque el término regional


connota ambigüedad y una variación de posibilidades, dependiendo de
lo que se quiere abarcar con esta palabra, a nosotros nos interesa usarla
en el sentido de un alcance mediano, de una extensión media, de un
entorno de control, irradiación y afectación. Se trata de lo siguiente: de
una geopolítica cuyo alcance consciente es de mediana extensión; no hay
ninguna intención de ir más lejos. Es una geopolítica acorde a las fuerzas
que se tiene, una geopolítica, más bien, limitada; sin embargo, de impacto
efectivo. Se trata de una geopolítica de control territorial en relación al
entorno fronterizo; ahora bien, el alcance de este entorno puede ser más
o menos amplio, dependiendo de lo que se quiere controlar. Más allá
de las fronteras del país se quiere, por ejemplo, controlar los recursos
naturales, más allá de las fronteras se quiere evitar el potenciamiento de
los vecinos, más allá de las fronteras se busca conformar un entorno no
hostil, de seguridad. Entonces la geopolítica es de mediana extensión.
Esta geopolítica regional está asociada a potencias de segundo orden; no
son grandes potencias, tampoco corresponden a un imperialismo, sino
que buscan dominar su entorno, conformar una región de dominio en
su entorno.
Las guerras periféricas en parte corresponden a los juegos de esta
geopolítica regional, aunque también, muchas de estas guerras, quizás la ma-
yor parte, corresponden a guerras fratricidas entre países dependientes,
empujados a la guerra por las contradicciones imperialistas. Ciertamente,
parte de estas guerras tienen que ver con conflictos limítrofes, fronteras
heredadas de las administraciones coloniales, así como también con
conflictos “tribales”. Lo que nos interesa enfocar, por el momento, es la
relación entre estas guerras periféricas y la geopolítica regional.
Armando una tesis sobre esta geopolítica regional, buscamos hacer
una descripción de sus características principales. Habíamos dicho que la
geopolítica regional tiene un alcance de expansión mediana, puede corres-
ponder a conquistas de mediana intensidad. Esta geopolítica regional está
lejos de parecerse, por lo menos en la cualidad y la conmensurabilidad
de los alcances, a la geopolítica imperialista; tampoco repite del todo, por
las mismas razones, la geopolítica de lo que se ha venido en llamar “sub-
imperialismo”, que es como un imperio de segundo orden, subordinado
al imperialismo dominante. Las potencias de segundo orden, de la que
hablamos, no son “sub-imperialismo”; tiene una pretensión menor; la
región que abarca como pretendida influencia y control, es también
menor a la extensión de un sub-imperialismo, que más bien puede ser
continental o sub-continental. Las potencias de segundo orden tienen
geopolítica regional 325

en la mira a sus vecinos, sea en el sentido de la defensa o en el sentido


de la expansión.
A esta característica del alcance medio de la geopolítica regional se
vincula una “geopolítica temporal”, si podemos hablar así, pues parece un
contrasentido hablar de geografía, espacio, refiriéndonos al tiempo, aunque
desde la física cuántica estemos obligados a pensar el espacio-tiempo de los
acontecimientos. La “geopolítica temporal” de la que hablamos se refiere
al manejo del tiempo en la consecución de la realización geopolítica. Se
trata de pasos, también de fases, de etapas que se van graduando. Toda
geopolítica debe considerar la temporalidad de su realización; no es que
ocupe el tiempo, sino que ocupa territorios en tiempos sucesivos. La geopo-
lítica regional hace lo mismo; la diferencia radica en que, de acuerdo al
tamaño de su poder, el ritmo y la gradualidad de la expansión de alcance
medio, depende de potenciamientos por etapas. El avance de la realiza-
ción geopolítica es más bien discreto, por fases discontinuas. Puede darse
el caso de una emergencia crítica, como la proximidad ineludible de una
guerra; en ese caso, la apuesta es indiscreta y claramente expansionista.
Cuando ocurre esto, cuando se está ante esta eventualidad imperiosa,
se pone en juego la totalidad de la disponibilidad, pues está en juego la
propia existencia.
Ahora bien la geopolítica es un concepto geográfico de domi-
nación o, si se quiere es un concepto de dominación geográfico. Las
estrategias geopolíticas están íntimamente vinculadas a las clases do-
minantes. Ninguna dominación puede desentenderse del control te-
rritorial; ciertamente los antiguos imperios contaron con concepciones
territoriales de dominación. En este sentido, es conveniente hacer un
análisis comparativo de estas estrategias territoriales en la historia de
las dominaciones. Sin embargo, por ahora debemos concentrarnos en
la explicita formación discursiva que se concibe como geopolítica; esta
corresponde a la modernidad y a las expresas estrategias de dominación
de las burguesías. Esta geopolítica está íntimamente relacionada con
las estructuras de los ciclos del capitalismo, con las formas de la acu-
mulación de capital, con las cartografías económicas, con el juego de los
monopolios y de los mercados. Por eso, cuando hablamos de geopolítica
regional nos referimos a la estrategia estatal de la clase dominante; en
este caso, de la burguesía singular correspondiente al país en cuestión,
a la proyección de esta segunda potencia. No es posible una geopolí-
tica de la sociedad, compuesta por clases sociales, embarcadas en sus
propias luchas, proyectando entonces, más bien, distintas estrategias
políticas. De manera diferente, es posible encontrar que los sectores
326 geografías al servicio de los procesos de paz

sociales explotados de un país prefieran la solidaridad con los otros


sectores sociales similares del otro país, que un enfrentamiento entre
países, propugnado por sus burguesías.
Volviendo a las definiciones polémicas de geopolítica, Ives Lacoste,
geógrafo francés, concibe la geopolítica como la disciplina que estudia las
rivalidades por los territorios, países y continentes2. ¿Tendríamos que
decir que la geopolítica regional se ocupa de las rivalidades de territorios
circundantes, de países vecinos, en una región que podemos llamarla
subcontinental? Ahora bien, la geopolítica, en el sentido de estrategia
territorial, tiene como uno de sus objetivos primordiales el control de los
recursos naturales. Este eje de desplazamiento de la geopolítica imperia-
lista ha sido evidenciado en la historia del capitalismo y de las potencias
globales. Este eje de ocupación también es compartido por la geopolítica
regional, aunque en una escala menor, de mediano alcance, como hemos
dicho. Se trata del control de los recursos naturales en un entorno dado.
Ahora bien, de lo que se trata es de saber dónde se direccionaliza la ex-
plotación de estos recursos; en tanto no se trata de una potencia global,
sino de una potencia de segundo orden, articulada ya a la estructura
conformada por la geopolítica del sistema-mundo capitalista, este flujo de
materias primas se dirigen a los centros industriales del sistema-mundo.
La geopolítica regional no es más que una parte, una composición, de la
geopolítica del sistema-mundo capitalista. Es una mediación en el proceso de
acumulación capitalista global y en el proceso de dominación mundial.
Sin embargo, en la región en cuestión, la geopolítica regional tiene impacto,
configura realidades en la región, afectando a la dinámica de los países.
Rudolf Kjellen dice que la Geopolítica concibe al Estado como un organis-
mo geográfico o como un fenómeno en el espacio3. Ciertamente la biologización

2 Extraído de: Víctor Giudice Baca: Teorías geopolíticas. Gestión en el Ter-


cer Milenio, Rev. de Investigación de la Fac. de Ciencias Administrativas,
unmsm (Vol. 8, Nº 15, Lima, Julio 2005). Victor Giudece Baca es profesor
principal de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos. Gestión en el Tercer Milenio, Rev. de Investigación
de la Fac. de Ciencias Administrativas, unmsm (Vol. 8, Nº 15, Lima, Julio
2005).
3 Extraído de: Dr. Rudolf Kjellen, (1864-1922), nacido en Suecia. Fue politó-
logo e historiador, profesor de las universidades de Upsala y Gotemburgo.
Se puede decir que es responsable del uso del término geopolítica. La hipó-
tesis de trabajo de Kjellen es la que supone la identidad entre el Estado y
los organismos vivientes. Estahipótesis fue desarrollada en El estado como
forma de vida. Ver de Gustavo Rosales Ariza: Geopolítica y geoestratégico
geopolítica regional 327

del Estado por parte de Kjellen, el convertirlo en un organismo viviente,


salta las características políticas del Estado, así como las características
relativas a las estructuras de poder, incluso si consideramos las estructuras
de larga duración, si nos remontamos a las épocas no modernas de estas
formaciones de poder. Se entiende que lo hace para estudiar al Estado
como si fuese un organismo vivo, convirtiendo a este objeto de estudio en
parte de las ciencias naturales. Se pueden comprender a primera vista las
limitaciones de este enfoque; sin embargo, muchos estadistas, políticos,
sobre todo conservadores, comparten este prejuicio.
Indudablemente fue Friedrich Ratzel el que le da un cuerpo teórico
a la geopolítica4. Ratzel no está muy lejos de la “ideología” de Kjellen.
Se trata de una “ideología” que no sólo fetichiza el Estado, le otorga vida
propia, sino que convierte al Estado en un sujeto. Ahora sabemos que el
Estado es una composición de las relaciones sociales; es la dinámica de
las relaciones sociales, sobre todo cuando se convierten en relaciones
de dominación, en relaciones y estructuras de poder, las que construyen y
reproducen esta maquinaria de disponibilidad de fuerzas. Por eso mismo,
el Estado también es un imaginario, ciertamente muy útil para la legi-
timación del poder de las clases dominantes. El capital es un ámbito de
relaciones, el Estado también lo es; es el análisis crítico de estos ámbitos
relacionales, de estas estructuras de relaciones sociales, la que nos va dar
la clave para comprender las lógicas de sus funcionamientos. Cuando
nos encontramos con teorías que convierten al capital en algo con vida
propia, y al Estado como una entidad con vida propia, estamos ante
formaciones enunciativas cosificantes, que transfieren la dinámica de las
relaciones sociales a la cosa, otorgándole la magia de una vida propia. Se
comprende que estas “ideologías” sean funcionales a la reproducción del
capital, a la reproducción del Estado, a la reproducción de la burguesía,
a la reproducción del poder; es decir, a la reproducción de las relaciones
y estructuras de dominación en todas sus formas. La geopolítica forma
parte de esta “ideología”; es más, se la puede considerar como un saber de
dominación de las estructuras de poder vigente. La geopolítica puede tener
un alcance de dominación global, como en el caso de los imperialismos,­

liderazgo y poder. Universidad Militar Nueva Granada 2005. Gustavo


Rosales Ariza es Director del Instituto de Estudios Geoestratégicos (ieg).
4 Extraído de: Friedrich Ratzel (1844-1904), profesor de geografía y antro-
pología. Es conocido por sus investigaciones publicadas en Antropogeografia,
también por su libro Geografía política. En este último trabajo se comprende
al Estado como un organismo territorial.
328 geografías al servicio de los procesos de paz

o puede tener un alcance menor, como en el caso de los llamados sub-


imperialismos, incluso menor, como en el caso de las potencias de segun-
do orden. En todos estos casos es la burguesía la interesada en promover
la geopolítica. Esta promoción se efectúa en instituciones especializadas,
universidades, fuerzas armadas, organismos especializados del Estado.
Sobre todo se la vuelve práctica en políticas públicas o en estratégicas
de conquista y ocupación como la guerra.
Podemos decir entonces, que el otro eje y vínculo de la geopolítica
es el Estado. La geopolítica es dos cosas, tiene dos cabezas, es saber
estatal, así como también es disposición estatal; es decir, la disposición y
la desenvoltura del Estado en lo que respecta a la ocupación territorial.
Lo que lleva de por sí, la disponibilidad material y práctica de efectuarlo.
Ahora bien, la geopolítica regional, también tiene dos cabezas, un saber
y una estrategia, empero, como hemos dicho, los alcances de este saber
y de esta estrategia se adecuan al alcance de las pretensiones, que en
este caso tienen que ver con el entorno. No se trata, sin embargo, de
un saber menor, sino diríamos, de un saber incluso más minucioso, un
saber más detallado, un saber de la complejidad y diferencias del entorno,
de sus accidentes y sus desiertos. Este saber de la geopolítica regional
obliga a la estrategia a adecuarse a la peculiaridad de los terrenos, exige
a las maniobras de desplazamiento, así como a las maniobras militares,
a adaptarse a la morfología territorial, sus distancias y dificultades.
Desde la perspectiva meticulosa de la geopolítica regional hablamos
de un Estado adaptado a su geografía ocupada y a la de su entorno. El
celo del control territorial, en parte debido a la necesidad obligada de la
defensa fronteriza, en parte a las exigencias económicas de administrar la
“escasez”, y en parte a las demandas del mercado internacional, produce
la conformación de un Estado acondicionado a las exigencias del control
escrupuloso del territorio. Llama la atención que en América latina y el
Caribe, en la tendencia de adecuación, hayan sido los Estado-nación de
extensión geográfica menor los que mejor hayan administrado su geogra-
fía, con todas las diferencias que pueda haber al respecto. El Estado que
mejor ha efectivizado esta adecuación es el de Chile. Lo que decimos no
quiere decir, de ninguna manera, que lo mejor que se podía hacer era optar
por geografías chicas, sino, que dadas las circunstancias, de la renuncia a
la Patria Grande, por parte de las oligarquías regionales, el decurso de
la historia turbulenta de los países independizados llevó a esta situación.
Karl Haushofer (1869-1946) propone la teoría del espacio vital.
Ésta se resume en el enunciado de que si el Estado no posee el espacio
que necesita tiene el derecho de extender su influencia física, cultural
geopolítica regional 329

y económica.­Si un Estado más fuerte es pequeño tiene el derecho de


ampliar su territorio. En otras palabras, los Estados vitalmente fuertes ne-
cesitan ampliar su espacio. La extensión territorial conlleva el incremento
de poder; el supuesto teórico de esta teoría es que espacio es poder. Esta
tesis de Haushofer puede ser considerada como uno de los principios de
la geopolítica regional. Esta tesis se puede expresar de la siguiente manera:
Cuando la potencia en crecimiento y las fuerzas acumuladas exceden el
control territorial del Estado en cuestión, éste se encuentra obligado
a su expansión. Traducida la tesis a un leguaje económico, acorde a la
formación discursiva de la revolución industrial, podría pronunciarse
de la siguiente manera: Si la demanda de materias primas por parte del
mercado internacional crece, si además estos recursos no se encuentran
en territorio propio, es casi un imperativo controlar estas reservas por
un medio o por otro, de una manera o de otra, por mediaciones o de
forma directa, anexando territorios.
Como se puede ver el discurso geopolítico es un discurso de justifi-
cación de la violencia estatal; ya no se trata del monopolio de la violencia
legítima respecto a la sociedad misma, sino del uso de la fuerza bélica
en contra de estados vecinos. El discurso geopolítico es un discurso que
hace apología de la violencia y de la guerra. La emisión de este discurso
sólo se la puede entender por cuanto deriva de la concepción expansio-
nista de la burguesía. Se trata de un discurso conservador y de élite; de
ninguna manera de un discurso popular. ¿Cuándo, bajo qué condiciones,
puede una burguesía belicosa comprometer al pueblo en una guerra? Se
supone que la burguesía tiene que haber logrado una cierta hegemonía
sobre la sociedad, empero, combinada con cierta dosis de autoritarismo.
Al respecto, hay que considerar que la burguesía no es homogénea; se
trata, más bien, de una composición variada. Generalmente, cuando se
empuja a la guerra a un país, es cuando los sectores más conservadores
de la burguesía son los que han ganado el control del Estado. Por otra
parte, claro está que intervienen otros factores, que dependen del con-
texto, del momento, de la coyuntura, de las características poblacionales,
de la presencia de empresas del país en otro país.
Las teorías geopolíticas globales tienen como objetivo el control del
mundo; esto se entiende en tanto que las potencias globales se encuentran
en la disputa del control territorial en la geografía del sistema-mundo
capitalista. Por ejemplo, Nicolás John Spykman5 (1893-1943) propuso

5 Extraído de: Nicolás John Spykman es, de nacimiento, holandés, naciona-


lizado después estadounidense. Es especialista en Artes de la Universidad
330 geografías al servicio de los procesos de paz

que el control de Euro-Asia implicaba el control del mundo. Se dice que


al asumir esta tesis, la estrategia norteamericana fue de contrarrestar el
avance del ejército rojo y de los estados socialistas en Europa del este, con
el plan Marshall y con la otan en la Europa del oeste. ¿Qué connotación
tiene una teoría como la de Spykman en la geopolítica regional? Como
hemos dicho, en la geopolítica regional no se trata de una estrategia global,
no se trata, ni mucho menos, del control del mundo, sino del control
del entorno. Ahora bien, lo que entra en juego es el control de recursos
naturales y reservas estratégicas; pero, no solo, pues también se trata del
control de sus flujos y del mercado de estos flujos. Si se trata de un área
terrestre, el control del espacio de transporte de estos flujos de materias
primas; si se trata de un área marítima, el control del mar y del océano
que corresponde al transporte mercante; si se trata del espacio aéreo, el
control del cielo, tanto para el transporte comercial como para el dominio
militar. Por ejemplo, desde la perspectiva geopolítica regional, lo que está
en disputa entre los estados de Bolivia, Chile y Perú es el control de los
recursos naturales estratégicos, de sus reservas, el control del espacio
de transporte y de comunicaciones, el control del océano pacífico del
sud, así como el control aéreo. Todo esto también está conectado, de
una u otra manera, con el control financiero o la participación en este
control financiero.

2. Contra-geopolítica

2.1. Hacia una geografía emancipadora

No podemos caer, de ninguna manera, en la impresión de que la geografía


está dominada por la geopolítica. Esto no es cierto, desde ningún punto
de vista; ni desde la historia de la geografía, tampoco desde la perspectiva­

de California, obtuvo después su phd. Como profesor universitario se


inicia en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de California
(1923-1925); después es profesor asistente en Relaciones Internacionales,
en la Universidad de Yale (1925-1928). Más tarde es nombrado decano
del departamento de Estudios Internacionales (1935-1940). Es miembro
de la Academia Americana de Política y Ciencias Sociales, de la Sociedad
Americana de Geografía, de la Asociación Americana de Ciencias Políticas
y del Consejo de Relaciones Exteriores. Entre sus obras conocidas se puede
citar la Teoría Social de Georges Simmel (1925), también Estados Unidos
frente al Mundo (1942), además de Las dos Américas.
geopolítica regional 331

epistemológica de la geografía. La geopolítica es un caso particular,


podríamos decir no solamente conservador de las teorías geográficas,
sino hasta reaccionario. Por otra parte, los paradigmas usados por la
geopolítica y las teorías en boga de esta disciplina son más bien débiles
y poco sustentables, tanto filosófica, teoría y científicamente. Mientras la
geografía, epistemológica, teórica y metodológicamente, ha dado saltos
importantes, la geopolítica se ha rezagado en presupuestos prejuiciosos
y hasta raciales. En la historia de la geografía un paso significativo fue el
desplazamiento dado en los términos de la geografía cuantitativa. Desde
esta perspectiva epistemológica, el espacio ya no es algo dado sino, más
bien, un producto social, de las relaciones sociales, de los flujos y movi-
mientos sociales, de los asentamientos humanos, de las trasformaciones
producidas por los desplazamientos humanos, acciones y prácticas. La
geografía cuantitativa es una ciencia matemática, por cuanto el manejo
de los indicadores se hace indispensable y la conmensuración de los
desplazamientos y transformaciones espaciales.
Empero, esto no quiere decir que no esté afectada por una fuerte
crítica y reflexión teórica, además de la incidencia multidisciplinaria e
interdisciplinaria de otras ciencias, como la historia y las ciencias hu-
manas, la sociología, la antropología, así como las ciencias económicas.
A partir de esta ruptura y desplazamiento epistemológico la geografía
se transforma; esta ciencia del espacio y de la tierra, se ocupa no so-
lamente de un espacio como producto social, sino descubre múltiples
espacios efectivos y posibles, que comprenden sus propias dinámicas
de configuración. Así también como que la geografía se abre a distintas
connotaciones espaciales, haciendo consideraciones sobre el lugar, el
territorio, la región, los espaciamientos diferenciales. En este sentido se
abre a considerar los espesores territoriales, que comprenden espesores
culturales, afectivos, imaginarios, además de abrirse a los movimientos
socio-territoriales, en tanto luchas transformadora del hábitat y de
los espacios. En esta perspectiva, no podemos dejar de considerar los
espesores ecológicos.
Como se podrá ver, este desplazamiento epistemológico de la geo-
grafía deja atrás una perspectiva estática del espacio, sobre todo, deja en
evidencia, hace visible, la limitaciones y estrechez de las teorías geopo-
líticas, sobre todo sus rudimentarios cuerpos teóricos. La geografía no
solamente promueve investigaciones de las dinámicas espaciales, sociales
y territoriales, en distintos tópicos y problemáticas, sino que se ha abier-
to a lecturas e interpretaciones emancipatorias. Así lo entendió Milton
Santos, el geógrafo brasilero de la corriente crítica y de la complejidad
332 geografías al servicio de los procesos de paz

espacial, así también comprendió David Harvey, el geógrafo y profesor


marxista de la City University of New York. Ambos geógrafos encuentran
en la geografía una poderosa herramienta crítica a las estructuras de
poder, a las formas de dominación y al capitalismo, así como un saber
emancipador que alumbra sobre las dinámicas y complejidades espaciales6.
Milton Santos se propone identificar la naturaleza del espacio y en-
contrar las categorías de análisis que permitan estudiarlo7. El espacio como
producto aparece en Milton Santos como interpenetración del sistema
de objetos y el sistema de acciones. Pero, no ocurre, como en la teoría de
sistemas autopoiéticos, donde un sistema presta su propia complejidad al
otro sistema para ser interpretado, sino que, en esta conjunción, aparecen
categorías analíticas y sintéticas reveladoras de campos de relaciones y
de espesores sociales y culturales. El paisaje, la territorialidad, la dife-
renciación territorial del trabajo, el espacio producido o productivo, las
rugosidades y formas contenidas, son estas categorías. A partir de ellas
se puede pasar a interpretar la región, el lugar, las redes, las escalas, el
orden local y global. Esta perspectiva geográfica se abre a las dinámicas,
que podríamos llamar, constitutivas del espacio; estos son los procesos: la
técnica, la acción, los objetos, la norma y los acontecimientos, la univer-
salidad y la temporalidad, la idealización y la objetivación, los símbolos
y la “ideología”.
En Milton Santos la conformación de una geografía crítica pasa por
cuatro momentos. El primer momento, corresponde a una ontología del
espacio, en la búsqueda de las nociones originarias. Se trata de la compren-
sión de múltiples relaciones geográficas que permita la interpretación
de la forma cómo el territorio ha sido transformado con la presencia
de la técnica. El segundo momento, corresponde a la producción de las
formas-contenido; aquí se retoma el espacio en tanto forma-contenido. Se
trata de reconocer cómo el proceso de transformación de una totalidad
va sufriendo modificaciones en su estructura a partir de las dinámicas
sociales, de sus prácticas y acciones, de las propias configuraciones y
reconfiguraciones materiales y territoriales del espacio, así como de las
modificaciones de la división del trabajo. El tercer momento, es el que

6 Extraído de: Milton Santos La naturaleza del espacio. Particularmente el


capítulo El territorio: un agregado de espacios banales. Revisar de David Harvey
Justice, Nature and the Geography of Diference. También Spaces of Capital.
7 Extraído de: Cecilia Hernández Diego Reseña de “La naturaleza del espacio”
de Santos, Milton. Economía, sociedad y territorio. Julio-diciembre, Vol. iii,
número 10. El Colegio Mexiquense, A. C. Toluca-México; Págs. 379-385.
geopolítica regional 333

corresponde a una geografía del presente. Cada periodo es portador de una


constelación de sentidos compartidos, de una combinación de imagina-
rios, a partir de los cuales se interpreta la coyuntura como realización
histórica de las promesas técnicas. El cuarto momento, corresponde a la
emergencia de las racionalidades convergentes frente a la racionalidad
dominante. Las racionalidades convergentes descubren las posibilida-
des inherentes al espacio, develan las facetas no conocidas del espacio;
el espacio aparece como nuevo. Confluyen también dialécticamente las
redes del lugar y las redes globales, modificando los sitios de acuerdo a
sus combinaciones y composiciones.
En el capítulo El territorio: un agregado de espacios banales, Milton
Santos propone el territorio como categoría primordial de análisis del
espacio; hace notar que se trata del territorio usado, no del territorio
pensado abstractamente y reducido a su conmensuración. El espacio banal
es un conglomerado de espacios entrelazados; con esta perspectiva rompe
con las visiones geográficas que separan los espacios; el espacio político, el
espacio social, el espacio económico, el espacio cultural; además de comprender
el espacio como complejidad y multiplicidad. El territorio es pensado a
partir de la dinámica de movimientos de trueques, intercambios, com-
plementariedades.
El territorio es considerado como identidad donde nos reconocemos
en un espacio que comprendemos que es nuestro. La crítica de Milton
Santos es a una geografía euro-céntrica que ha asimilado el territorio
al Estado, ha estatalizado el territorio. También dice que el Estado-
nación, el Estado territorial, es una identidad establecida normativa y
administrativamente a través del reconocimiento de la ciudadanía y la
cartografía de la geografía política. Por otra parte plantea que lo que se
llama territorio nacional, que corresponde a una identidad establecida,
está sometida a un campo multilateral de fuerzas. El territorio nacional
forma parte de una economía internacional y se encuentra sometido a
procesos de desterritorialización y reterritorialización.
Otras categorías de análisis del territorio son la horizontalidad y la
verticalidad como ejes de composición espacial. Santos opone el eje de com-
posición horizontal, que corresponde a las vecindades, a las continuidades,
a la prevalencia de las regiones antiguas, a la composición vertical, que
corresponde a la globalización; también podríamos decir a la estatali-
zación. Se puede entonces comprender el territorio como un escenario
de tensiones y contradicciones donde pugnan estas dos tendencias. Se
puede también hablar de una historia territorial; un primer momento,
correspondiente a la conformación del lugar y del grupo; un segundo
334 geografías al servicio de los procesos de paz

momento, correspondiente al establecimiento territorial por parte de los


Estado-nación; un tercer momento, donde pasamos al control territorial
de las empresas supranacionales. En este recorrido histórico los espacios
banales, como conglomerados de espacios múltiples que interactúan, se
entrelazan y se combinan, han sido afectados, tendiendo a ser sustituidos
por el espacio homogéneo de la globalización, codificado monetariamente
y reducido a los signos de la publicidad y del consumo.
Santos concibe una geografía que efectúa análisis dialécticos de
procesos constitutivos del espacio; éstos se dan como movimientos con-
tradictorios entre territorio y mundo, lugar y mundo, lugar y territorio,
territorio y formación social, lugar y espacio. Entonces estamos ante una
geografía de las dinámicas territoriales, de los flujos y movimientos cons-
titutivos, de los lugares, de los sitios, de los territorios, de las regiones,
de los espacios. Hay que entender el espacio de un país como una confe-
deración de territorios, al territorio como una confederación de lugares. En
esta complementariedad de lugares y de territorios, la tarea es liberar las
potencialidades espaciales oponiendo las relaciones horizontales contra las
relaciones verticales. Las confederaciones de lugares y las confederaciones de
territorios pueden conformar mundos heterogéneos frente al “mundo”
impuesto por el capitalismo y la modernidad.
Con esta revisión rápida de algunas de las nuevas perspectivas
epistemológicas de la geografía, queremos pasar a proponer el diseño
de una contra-geopolítica.

3. Tesis contra-geopolítica

1. Los pueblos no tienen por qué estar en guerra, son los estados
los que lo están, son sus clases dominantes las que lo están, en
constante querella por el control territorial y del excedente.
2. La obsesión por el control territorial, de los recursos, de la po-
blación, de los mercados, convierte a la geopolítica en un saber
conservador del espacio, que es un instrumento de dominación
imperial, entonces global, que cuenta con mediaciones regio-
nales, las que promueven una geopolítica regional.
3. Los pueblos no tienen por qué buscar el control territorial, sino,
por el contrario, la complementariedad territorial, la confederación
de territorios y de lugares complementarios y solidarios.
4. La contra-geopolítica se propone llevar a cabo, radicalizar, las
consecuencias espaciales de una geografía emancipadora, una
geopolítica regional 335

geografía­de la complejidad, de la multiplicidad del conglomerado


de espacios, buscando liberar las potencialidades de los lugares, de
los territorios, de los espacios, armonizando comunidades huma-
nas y ecosistemas.
5. La contra-geopolítica se opone a los monopolios, a los controles,
a las dominaciones sobre los lugares, los territorios y los espa-
cios; se opone al eje vertical del establecimiento de los espacios
homogéneos. Opta por el eje horizontal de la composición
espacial, por la proliferación de espacios múltiples de vecindades,
de continuidades, de complementariedades, de tejidos territoriales
solidarios.
6. Los bienes de la naturaleza no tienen por qué ser considerados
como recursos naturales, como reservas, explotables, en bene-
ficio de la acumulación de capital, sino, más bien, como seres,
que pueden ser incorporados a los ciclos vitales de las sociedades
humanas, respetando los ciclos vitales de estos seres, biodiversos,
orgánicos e “inorgánicos”.
7. La salida a la belicosidad de los estados, en su condición im-
perialista o de subalternos, es conformar una confederación de
los pueblos del mundo, basada en profundos procesos de de-
mocratización, articulando complementariedades y conjugando
composiciones espaciales, territoriales, de lugares, corporales
y técnicas, que liberen la potencia social y la creatividad de las
composiciones sociales en la heterogeneidad.

4. Conclusiones

La guerra del Pacífico fue una guerra periférica, desencadenada en el


acomodo territorial de la geopolítica del sistema-mundo capitalista. Fue una
guerra que corresponde a la geopolítica regional, mediadora de la geopolítica
imperialista, en el ciclo del capitalismo de la revolución industrial. Sin
embargo, hay que tener en cuenta otros procesos y estructuras desen-
cadenantes del conflicto; la forma cómo se constituyen las repúblicas
independientes, renunciando a la integración de la Patria Grande, las
contradicciones que aparecen de proyectos de nación encontrados, entre
el interior y la costa, entre un proyecto endógeno y un proyecto exógeno,
las guerras civiles que se desatan, además de las guerras entre estados,
que reproducen estas contradicciones, nos muestran otras condicionan-
tes históricas y políticas de la guerra. Estamos ante formaciones sociales
336 geografías al servicio de los procesos de paz

abigarradas,­ante formaciones económico-sociales-culturales cuyos inte-


riores geográficos, cuyas regiones íntimas, se resisten al moldeamiento del
mercado internacional desde las costas. También se enfrentan proyectos
inconclusos con el nuevo proyecto de adecuación a la geopolítica del
sistema mundo capitalista en el ciclo de la revolución industrial. Esta es
la razón por la que el proyecto de Diego Portales chocha con el proyecto
de Andrés de Santa Cruz. La otra clave, entonces, de la guerra del Pacífico
hay que encontrarla en la guerra confederada.
La geopolítica es un saber de la dominación imperialista; le co-
rresponde como derivación, como mediación, en el juego geopolítico
del sistema-mundo capitalista, la geopolítica regional, como mecanismo de
“ordenamiento territorial” en la geografía de las periferias. Ahora bien, la
geopolítica puede darse conscientemente, como proyecto estatal confeso,
o de una manera rudimentaria, en elaboración, fragmentaria, emergiendo
en la consciencia de la clase dominante a partir de la experiencia política,
del incremento de poder y de las contingencias que se enfrenta. Se puede
observar que la burguesía chilena no solamente contaba con una estra-
tegia estatal sino también que fue configurando una geopolítica regional.
Se puede notar en la historia del Estado-nación de Chile, sobre todo a
partir de la guerra del Pacífico, una adecuación eficiente entre Estado,
control de recursos naturales, fuerzas armadas y economía. Podemos
concluir que hay como una geopolítica regional elaborada.
En contraposición a la geopolítica, tanto global como regional, a los
proyectos de dominación imperial y a los proyectos de control territorial
de los entornos periféricos, de las burguesías, la alternativa de los pueblos
es oponerles la contra-geopolítica, es decir, los saberes proliferantes, hete-
rogéneos, horizontales, de la geografía emancipadora. Esto significa, que
lejos de pensarse belicosamente sus relaciones, se valoran las capacidades
de intercambio, de comunicación, de complementariedad, de compo-
sición solidaria entre los pueblos. Es posible pensar una confederación
de los pueblos; en primer lugar, a nivel continental; en segundo lugar, y
en proyección, a nivel mundial.
Geografía política y derechos humanos.
La propuesta del Instituto de Geografía
para la paz a. c.
Emiliano Ignacio Díaz Carnero1

“El enorme esfuerzo que es la guerra sólo puede evitarse si se entiende


por paz un esfuerzo aún mayor… Si la guerra es una cosa que se
hace, también la paz, es una cosa que hay que hacer, que hay que
fabricar.”
Ortega y Gasset, 1938.

“We declare our right on this earth to be a man, to be a human


being, to be respected as a human being, to be given the rights of
a human being in this society, on this earth, in this day, which we
intend to bring into existence by any means necessary.”
Malcolm X, 1965.

“Si la razón, el diálogo y la comprensión no logra el cambio


indispensable, si no logran que se deje de invertir en armas y
en drogas y se empiece a invertir en libros, en ordenadores, en
medicamentos, en viviendas; en proteger el medio ambiente y luchar
contra la miseria, corremos el riesgo de que dentro de diez, quince
o veinte años vuelvan a llamar a nuestras puertas y vuelvan a
reclutar a nuestros hijos, para defender por la fuerza lo que no se supo
defender con la razón y la anticipación.”
Federico Mayor Zaragoza, 1998. Ex director de la
unesco.

1 Director fundador del Institutito de Geografía para la Paz A.C. geopaz.


org.mx@gmail.com

[337]
338 geografías al servicio de los procesos de paz

La situación que vive la población mexicana actualmente es aterra-


dora. La sistemática violación de los derechos humanos se ha convertido
en una crisis sistemática y generalizada y en un contexto con condiciones
de ignominia. Una crisis de derechos humanos que es negada y evadida
sistemáticamente por el Estado mexicano, es decir tanto por sus gobier-
nos, como por sus instituciones y sus leyes. Sin embargo, está crisis es
cada vez más evidente y difícil de ocultar. Las diferentes manifestacio-
nes de violencia que caracterizó Galtung (directa e indirecta, sea esta
estructural o cultural) son claramente observables en la vida cotidiana
actual de la sociedad mexicana: según la Procuraduría General de la
República se registraron 32,153 personas desaparecidas entre el 2006 y
el 30 de julio de 2017; Por su parte, en 2016, la Comisión Nacional de
Derechos Humanos (cndh) registró 57, 861 personas desaparecidas
entre 1995 y el 15 de agosto de 2015. La misma cndh detectó 1,143
fosa clandestinas en donde encontró 3,230 cadáveres desde enero de
2007 al 30 de septiembre de 2016. Así mismo, el Instituto Nacional de
Estadística Geografía e Informática (inegi), entre el 2006 y el 2016,
registra 219, 853 homicidios.
Tan sólo en 2016, se registraron 23,953 asesinatos en territorio
nacional, lo que sitúa a México como el segundo país más peligroso del
mundo después de Siria, con 50, 000 asesinados, y antes que Afganistán
e Irak con 17,000 y 16,000, respectivamente. En este mismo contexto,
desde el 2000 a la fecha, se tiene registrado 108 periodistas asesinados,
8 sólo son del primer semestre de 2017. Desaparecidos y asesinados
que son evidencia de la violencia directa. Por otro lado, la vergonzante
desigualdad económica y política que vive México hoy en día, con 80 por
ciento de la población por debajo de la línea de pobreza, son evidencia
de la violencia estructural. De igual manera, la nula acción del Estado
mexicano para reducir los altos índices de violencia directa y estructural,
son manifestaciones de la violencia cultural. La capacidad de negación
y evasión del Estado mexicano es alarmante, pues la actitud de negar y
evadir ha llegado a niveles esquizofrénicos. Inacción gubernamental e
institucional a la que debemos agregar la exorbitante y creciente corrup-
ción e impunidad de diferentes sectores de la sociedad. Estos tres breves
ejemplo, son sólo la punta del iceberg de la crisis de derechos humanos
que padece actualmente la sociedad mexicana. Ante este contexto, la
sociedad civil mexicana está despertando y se está organizando. En este
proceso la Geografía como conocimiento y práctica (Ortega Valcárcel,
2000), es decir como disciplina científica y como práctica social, tiene un
papel fundamental que cumplir. A eso le apuesta el Instituto de Geografía
geografía política y derechos humanos 339

para la paz a.c. (igp). En esta ponencia les expondré tanto el contexto
en el que surge la propuesta como los ejes de trabajo del igp. Al mismo
tiempo, se expondrá brevemente las concepciones teóricas que desde la
Geografía política sustentan nuestras concepciones y prácticas, las cuales
contribuyen no sólo a conocer, comprender y explicar las causas de las
violencias, sino que proponen estrategias para incidir y transformar la
crisis de derechos humanos que vivimos en México actualmente.

1. México herido

México es el infierno y el paraíso al mismo tiempo. En México puedes


encontrar cosas, personas y paisajes maravillosos, pero también historias y
eventos desgarradores. ¿Cómo es posible que un país tan rico en historia,
cultura, biodiversidad, gastronomía, literatura, etc., se haya convertido
en el segundo país más peligroso del mundo? Según el Instituto Interna-
cional de Estudios Estratégicos (iss, por sus siglas en ingles)2, en el 2016,
México registró 23,953 homicidios, lo que lo coloca como el segundo
país más peligroso del mundo después de Siria, con 50,000 y antes que
Afganistán e Irak, con 17.000 y 16.000 respectivamente. Según el inegi,
en una década (del 2006 al 2016), México ha registrado 219,853 homici-
dios. En 2006, cuando el jefe del ejecutivo mexicano, Felipe Calderón,
declaró una supuesta guerra contra el “narcotráfico”3, la violencia directa
se disparó como nunca antes visto (ver gráfica 1).

2 El País, en línea: https://elpais.com/internacional/2017/05/12/mexi-


co/1494544594_966817.htm
3 Supuesta guerra pues nunca se realizó un plan de acción, una estrategia que
incluyera medidas sanitarias, sociales, económicas, jurídicas y políticas que
acompañaran la acción militar y policial. Nunca se pensaron y analizaron
los retos y consecuencias de una acción militar y policial de esa escala.
340 geografías al servicio de los procesos de paz

Gráfica 1
Homicidios en México 1990-2016

30.000
25.000
20.000
15.000
10.000
5.000
0
1985 1990 1995 2000 2005 2010 2015 2020

Fuente: Elaboración propia con datos del INEGI . 4

El 2006 es recordado como el año en que la ignominia se apoderó


de las calles, de los tribunales, de los congresos, de las oficinas públicas.
Y no porque no estuviera antes, que si lo estaba, sino que desde 2006,
está presente con tanta fuerza, que llega a penetrar tan fuerte en el áni-
mo social y se transforma en desolación y desamparo. Según el Registro
Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (rnped),
de 2006 al 30 de junio de 2017, se tienen registradas 32,153 personas
desaparecidas5. Y desde el 1 de enero de 2007 al 30 de septiembre de
2016, la cndh, ha registrado 1,143 fosas clandestinas localizadas en
el territorio nacional, de las que se desprende la exhumación de 3,230
cadáveres y/o restos humanos6.
En México es un peligro ser estudiante, ser profesor, ser periodista,
ser migrante, ser campesino, ser indígena, en conclusión, es un peligro
ser un ciudadano y ser parte de una colectividad organizada. Y no por
un activismo político o ideológico, o una militancia revolucionaria, sino
porque ya no hay Estado de derecho. No hay institución que garantice

4 inegi. Estadísticas de mortalidad: En línea: http://www.inegi.org.mx/sis-


temas/olap/proyectos/bd/continuas/mortalidad/defuncioneshom.asp?s=est
5 rnped. En línea: https://www.gob.mx/sesnsp/acciones-y-programas/
registro-nacional-de-datos-de-personas-extraviadas-o-desaparecidas-rnped
6 Informé especial sobre desaparición de personas y fosas clandestinas elaborado por
la Comisión Nacional de Derechos Humanos (cndh). En este mismo informé,
la cndh informa que en sus registros, que van desde 1995 a agosto de
2015, tiene documentados los caos, ojo, sin resolver, de 57,861 personas
desparecidos. En línea: http://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/Informes/
Especiales/InformeEspecial_20170406_Resumen.pdf
geografía política y derechos humanos 341

tus derechos más básicos. El Estado mexicano y sus instituciones, ha sido


superado por el crimen organizado, el cual, en la mayoría de los casos,
está coludido con los funcionarios que ponen al servicio del crimen las
instituciones de Estado, sus recursos, sus equipos, su personal y sus pre-
supuestos. Esto es evidente no sólo en el caso de los 43 estudiantes de
la normal de Ayotzinapa, caso emblemático, pero no el único. Ante este
contexto, los poderes fácticos han tomado el control de la vida social en
todas sus dimensiones. Los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa,
son parte de los 32 mil 153 personas desaparecidas desde 2006, año en
el cual comenzamos a contar más de 219 mil 853 personas asesinadas y
más de 95 periodistas asesinados. México es el tercer país más peligroso
para ser periodista después de Irak y Afganistán, países con conflictos
armados abiertos y reconocidos formalmente como “guerra” en donde
ejércitos formales combaten por el control territorial y el dominio social.
En México no se reconoce que existen ejércitos formales que asesina,
desaparecen, extorsionan gente, familias, comunidades y regiones ente-
ras. No se reconoce que existe una disputa por el control territorial y el
dominio social en regiones completas del territorio nacional.
La organización de periodistas “Artículo 19” tiene documentados los
casos de 108 periodistas asesinados en México desde el año 2000 hasta el
31 de julio de 2017. De estos 108 periodistas, 95 fueron asesinados en la
década del terror (2006-2016). Terror que aún continúa, pues sólo en los
primeros seis meses de 2017, han sido asesinados 8 periodistas en México.

Infografía de “Artículo 19” que muestra los periodistas asesinados en México7.

7 Ver: https://articulo19.org/periodistasasesinados/
342 geografías al servicio de los procesos de paz

Pero si esto pasa en las calles y con los periodistas, que son la voz
de la sociedad y la punta de lanza de la denuncia que informa y pro-
mueve la organización y el cambio social, ¿Qué pasa en los hogares de
los mexicanos y en sus centros de trabajo? Según la Encuesta Nacional
sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016, “en los pasados
12 meses 24 mil 333 mujeres han sido violadas en México mientras se
encontraban en su centro de trabajo”8. La misma encuesta elaborada por
el inegi, indica que en México seis de cada 10 mujeres de 15 años y más
han sufrido al menos un incidente de violencia emocional, económica,
física, sexual o discriminación a lo largo de su vida9.
El Departamento de Estado de Estados Unidos, en su “Reporte de
Trata de Personas 2015”, reportó que tiene registros de 2, 570 personas
víctimas de trata en México10.
Pero a estos datos de violencia directa, debemos sumar los datos
de la violencia indirecta. Aquí sólo un ejemplo desgarrador. Según el
Consejo Nacional para Evaluar la política Social (coneval), en su
informe sobre la pobreza en México 2014, reportó que más del 53 %
de la población mexicana vive por debajo de la línea de bienestar y tiene
más de una carencia social. Pero si sumamos a las personas que tienen
más de 2,500 pesos mexicanos al mes (120 dólares) al 53 %, observamos
que más casi el 80% de los mexicanos es vulnerable por ingreso y por
carencias sociales (ver gráfico 2).
Estas condiciones de pobreza, de marginación y de vulnerabilidad,
han obligado a una gran parte de la población mexicana a migrar y
abandonar sus hogares. Tan sólo en los Estados Unidos (eu), el censo
2010 de eu registró 11 millones de migrantes mexicanos que viven como
residentes legales dentro del territorio de eu11. Y se calcula, que de los
11.1 millones de migrantes indocumentados que existen actualmente en
eu, 5 millones 850 mil son de origen mexicano12. Es decir, en eu hay
actualmente casi 17 millones de mexicanos.

8 La Jornada, en línea: http://www.jornada.unam.mx/2017/08/20/politica/


004n1pol
9 La jornada, En Línea: http://www.jornada.unam.mx/2017/08/20/
politica/004n2pol
10 Fuente: http://eleconomista.com.mx/sociedad/2015/07/29/departamento-
estado-exhibe-mexico-sin-cifras-ni-castigos
11 La Jornada. En línea: http://www.jornada.unam.mx/2017/08/06/
opinion/015a2pol
12 El Economista. En línea: http://eleconomista.com.mx/internacional/2016/
11/15/5-datos-sobre-inmigracion-ilegal-estados-unidos
geografía política y derechos humanos 343

Gráfico 2
Indicadores de pobreza en México 201413.

Ante este contexto, la sociedad civil mexicana poco a poco va des-


pertando y se va organizando. Una sociedad civil que muy lentamente
está comenzando a exigir sus derechos y se va formando, se va orga-
nizando y comienza no sólo a exigir sus derechos, sino que comienza
a diseñar y ejecutar acciones que están incidiendo positivamente en la
transformación de nuestra triste realidad. El terror se ha apoderado de
una parte de la sociedad, pero otra parte de ella está afrontando el miedo
y se está organizado para hacer frente a la doble crisis que nos acecha:
la sistemática violación de los derechos humanos y la de la falta de una
estrategia nacional para salir de la crisis.
Las violencias en México nos han obligado a los mexicanos a re-
flexionar en torno a la paz, los conflictos y la violencia. Mi experiencia
personal como geógrafo político que trabajó durante años en la defensa
de la tierra, los territorios y modos de vida comunal de comunidades
indígenas y campesinas me hizo experimentar diferentes situaciones de
violencia. Ante esta situación, me di a la tarea de informarme y formar-
me sobre los tipos de violencias y los llamados estudios de paz (peaces
studies). En este proceso conocí a varias personas, teorías, metodologías
y herramientas que me permitieron ir construyendo la propuesta del igp
que les presento a continuación.

13 coneval, 2015. En línea: http://coneval.org.mx/Medicion/MP/Paginas/


Pobreza_2014.aspx
344 geografías al servicio de los procesos de paz

2. El Instituto de Geografía para la paz a.c.

El Instituto de Geografía para la paz a.c. (igp) es una organización sin


fines de lucro constituida legalmente el 30 de agosto de 2016 en la Ciudad
de México. Es una organización mexicana de origen, pero internacional
y latinoamericana de vocación y pasión.
Somos geógrafos, científicos sociales y de las ciencias exactas, así
como diferentes profesionales y personas con diversos saberes que traba-
jamos con, por y para fortalecer comunidades y organizaciones sociales
y locales. Fortaleciendo capacidades locales para construir y fortalecer
mecanismos de dialogo, de participación ciudadana y de incidencia social
y política que contribuyan a fomentar, construir y consolidar una cul-
tura de paz y de respeto a los derechos humanos en sociedades plurales
donde los conflictos de la vida cotidiana se resuelvan de manera pacífica,
dialogada y no violenta.
La asociación es una organización sin fines de lucro dedicada al
desarrollo humano y a la construcción de la paz desde la ciencia geo-
gráfica, fortaleciendo las capacidades de dialogo e incidencia política
de comunidades y organizaciones sociales; constituyendo mecanismos
y herramientas de dialogo y participación ciudadana que contribuyan a
la gobernanza, al desarrollo sustentable y a la construcción de la paz.
Contribuyendo a construir una cultura de paz, de respecto a los derechos
humanos, de pluralidad y de solidaridad, y tiene por objeto realizar las
siguientes actividades:

a) La promoción de la participación organizada de la población en


las acciones que mejoren sus propias condiciones de subsistencia
en beneficio de la comunidad o en la promoción de acciones en
materia de Seguridad Ciudadana.
b) Apoyo en la defensa y promoción de los derechos humanos.
c) Cívicas, enfocada a promover la participación ciudadana en
asuntos de interés público.
d) Apoyo en el aprovechamiento de los recursos naturales, la
protección del ambiente, la flora y la fauna, la preservación y
restauración del equilibrio ecológico, así como la promoción
del desarrollo sustentable a nivel regional y comunitario, de las
zonas urbanas y rurales.
e) Promoción y fomento educativo, cultural, artístico, científico y
tecnológico.
geografía política y derechos humanos 345

3. Para que lo hacemos

Somos una organización que tiene como principal objetivo contribuir


a generar una cultura de paz y de respeto a los derechos humanos; para
construir condiciones de paz que permitan una producción social del
espacio más justa y digna, en donde los conflictos de la vida cotidiana se
resuelvan por vías no violentas.

Misión

Contribuir a construir una cultura de paz y de respeto a los derechos


humanos desde la ciencia geográfica a través del fortalecimiento de las
capacidades de dialogo e incidencia social y política de comunidades
locales y organizaciones sociales. Contribuyendo a construir condiciones
para una paz sólida, es decir, justa, digna y duradera. Investigando, escu-
chando, dialogando, construyendo y aportando propuestas pertinentes,
plurales y novedosas según contextos y situaciones específicas que nos
permitan transformar positiva y creativamente diferentes situaciones
de conflicto relacionados con la producción social del espacio y el uso,
disfrute y disposición del espacio, los territorios, las regiones, los paisajes,
los recursos naturales tanto en el campo, como en los barrios y espacios
públicos de las ciudades.

Visión

Ser una organización que trabaje de manera permanente en la promo-


ción y construcción de una cultura de paz y de respecto a los derechos
humanos, en donde los conflictos se aborden de manera dialogada y no
violenta. Donde nuestro esfuerzo contribuya a fortalecer las capacidades
propias de las comunidades locales y organizaciones sociales en las que
hemos trabajado/aprendido para que sean ellas mismas, las que incidan
en la construcción de sociedades más justas, plurales, interculturales y
solidarias. En donde haya condiciones de paz justas, dignas y duraderas,
es decir, en donde haya desarrollo social y sustentable, bienestar, trabajo
con salarios justos y dignos, democracia, justicia, transparencia, educación,
salud, vivienda, rendición de cuentas, etc.
346 geografías al servicio de los procesos de paz

4. Cómo lo hacemos. La estrategia del igp, su propuesta


teórica-metodológica y los proyectos estratégicos

Abordamos teórica y prácticamente los conflictos intrínsecos de las


relaciones sociales y la vida en comunidad de manera general y en parti-
cular los que tiene que ver con el uso, disfrute y disposición del espacio,
los territorios, las regiones, los paisajes, los recursos naturales tanto en
el campo, como en los barrios y espacios públicos de las ciudades; al
mismo tiempo que incidimos en el diseño, ejecución y evaluación de las
políticas públicas en materia de seguridad ciudadana, desarrollo social,
derechos humanos, desarrollo sustentable, desarrollo y gobernanza local
y territorial, así como en materia educativa y cultural. De igual manera
impulsamos procesos organizativos a nivel comunitario para fortalecer
las capacidades locales de comunidades y organizaciones sociales.
Esta estrategia, se orienta por los siguientes principios:

1. Toda persona tiene conocimientos y saberes propios. A través de


la educación, es decir, preguntando, investigando, analizando,
proponiendo, organizando y construyendo, los potenciamos para
mejorar las condiciones de bienestar.
2. Los conflictos son naturales y parte de la vida social.
3. Los conflictos son dinámicos, no estáticos.
4. La violencia no es natural de la vida social, los conflictos sí. La
violencia es el resultado de un conflicto mal manejado.
5. El espacio es un producto social que se construye históricamente
por múltiples sujetos con intereses, concepciones y prácticas
diferentes.
6. La producción social del espacio es conflictiva por naturaleza.
7. Una condición básica y no exclusiva para abordar y transformar
los conflictos de manera creativa y positiva es el dialogo plural
y respetuoso.
8. La paz es el camino, no una meta para abordar los conflictos.

4.1. Cómo concebimos y practicamos la Geografía para la paz


en el igp

La praxis del Instituto de Geografía para la paz a.c. (igp), es decir, el


sustento teórico y práctico desde el que trabaja, parte de mi propuesta
de Geografía para la paz. Propuesta que tiene como cimientos tanto mi
experiencia personal y profesional, como las concepciones de la corriente
geografía política y derechos humanos 347

crítica de la Geografía en general y de la Geografía Política en particular,


así como de los estudios de paz y de transformación de conflictos desde
la perspectiva Galtungniana. Desde esta lógica, en la Geografía para la
paz que concibo y práctico, toda crisis y conflicto implica un reto, todo
reto implica un compromiso, y al mismo tiempo, toda crisis y conflicto
implica una oportunidad de cambio. Es por tal razón, que el conflicto
y la crisis se conciben como un reto, como un compromiso y como una
oportunidad de cambio, de transformación y de renovación. Desde esta
perspectiva, he adaptado el método transcend de transformación de conflictos
de Johan Galtung14 a las necesidades y especificidades de la Geografía
Política y del análisis e intervención socioterritorial que he ido construyen-
do a través de la prueba y error que da la práctica. Dicha experiencia y
práctica son la base teórica y práctica del igp.

El conflicto, la violencia y la paz

El conflicto es concebido como una contradicción. El conflicto y la


contradicción son parte de la naturaleza humana. Todo cambia en la
naturaleza externa e interna del ser humano y es a través del conflicto y
la contradicción. Los conflictos los encontramos en todos los aspectos
y dimensiones de la naturaleza humana y de la vida social. Desde la
perspectiva Galtungniana el conflicto es definido como una incompa-
tibilidad de metas y objetivos. Toda persona tiene metas y objetivos.
Todo grupo social tienen metas y objetivos. Y donde existen metas
y objetivos, existen contradicciones y conflictos. Pues algunas veces
las metas y objetivos no coinciden entre personas ni entre grupos. La
incompatibilidad de metas y objetivos puede manifestarse a diferentes

14 El profesor Galtung es considerado a nivel internacional como el fundador


de los estudios de paz. Muchos autores han hablado de paz, (Hegel, Kant
por citar a los europeos con perspectiva occidental, pero también Gandhi,
Buda por mencionar algunos asiáticos con perspectiva oriental. Pero tam-
bién los hay africanos, árabes e indoamericanos), pero nunca antes nadie
lo había realizado de una manera tan sistemática como lo ha realizado el
profesor Galtung. Más de la mitad de los estudios de paz y transformación
de conflictos que existen actualmente, son trabajos de él. La metodología
que actualmente tiene la Organización de las Naciones Unidas para analizar
e intervenir en los conflictos armados está basada en la obra del profesor
Galtung. El profesor tiene una amplia obra y una experiencia práctica
enorme. Para el que quiera profundizar más sobre el profesor y su método,
se recomienda que lea inicialmente Galtung (2000), (2002) y (2010).
348 geografías al servicio de los procesos de paz

niveles15. Pero lo realmente importante es que los conflictos no se pue-


den prevenir. Los conflictos aparecen siempre, tanto en la vida cotidiana
como en las grandes aventuras, en las grandes agrupaciones humanas,
en los Estados y en las civilizaciones. Lo importante para un trabajador
de paz y de conflictos es transformar los conflictos, no prevenirlos;
pues los conflictos son intrínsecos a la naturaleza humana y la vida en
sociedad. El reto es transformarlos de manera creativa para prevenir que
se expresen de manera violenta. La violencia es el problema y es lo que
tenemos que evitar, superar, y prevenir, según sea el caso y el momento.
En este sentido, el conflicto no se puede prevenir, pero la violencia sí.
Y la violencia aparece cuando las necesidades básicas de toda persona,
de todo ser humano no están satisfechas. Según Galtung, los conflictos
son “luchas para sobrevivir, por bienestar, por libertad y por identidad”
16
. La violencia parece cuando se viola la dignidad de las personas y
cuando no se respetan sus derechos básicos17. Y dado que la violencia es
una forma común de resolver los conflictos, es necesario comprender
la naturaleza misma de la violencia, así como definirla para analizarla
específicamente en sus manifestaciones concretas. Existen varios tipos
de violencia y formas de ejercerla. Hay definiciones que caracterizan la
violencia por la persona que la ejerce y/o el lugar donde se ejerce, por
ejemplo la violencia doméstica, la violencia escolar, la violencia de pareja,
la violencia de género, etc. Pero hay definiciones que caracterizan la
violencia por el tipo de violencia que se ejerce. El profesor Galtung establece
que hay dos tipos de violencias, la directa y la indirecta. La directa es la

15 El nivel micro se refiere a conflicto al interior del mismo grupo social o


de la persona (que en este caso es un dilema. El nivel meso hace referencia
a un conflicto entre diferentes grupos sociales. El nivel macro, se refiere
a conflictos entre Estados y naciones. Y por último, el nivel mega, hace
referencia a conflictos entre culturas y civilizaciones.
16 Según Galtung las necesidades básicas son las condiciones que te permiten
sobrevivir (alimentación, vivienda, salud, educación y vestido) y las necesi-
dades de bienestar son la libertad y la identidad.
17 Desde la tradicional social mexicana y latinoamericana, las demandas his-
tóricas de justicia social son: techo, tierra, trabaja, pan, salud, educación,
independencia, democracia, libertad, justicia y paz. Las once demandas
históricas tanto del viejo zapatismo como del nuevo. Demandas que se
observan tanto en el Plan de Ayala firmado en 1911 por Emiliano Zapata
Salazar, General en Jefe del Ejército Libertador del Sur; como en el mani-
fiesto Zapatista en Náhuatl firmado por el Ejercito Zapatista de Liberación
Nacional en 1994.
geografía política y derechos humanos 349

más visible y la más estudiada. Es la que daña o intenta dañar tanto física,
como mental y emocionalmente a la persona. Es el uso de la fuerza de
manera explícita, con la intensión de hacer daño. Pero la otra violencia,
la violencia indirecta es la más difícil de ver. Galtung divide en dos la
violencia indirecta y las nombra violencia estructural y/o institucional y
violencia cultural. Estas son las más difícil de observar y son las menos
estudiadas. La estructural y/o institucional es la que daña indirectamente
a las personas, ya sea negando sus necesidades básicas y/o limitando el
potencial de desarrollo de la persona y limitando el ejercicio de su ser, de
su existencia y de su dignidad. Por ejemplo, la pobreza, la discriminación
y la desigualdad limitan tanto la satisfacción de las necesidades básicas
de las personas, como el potencial de su desarrollo y el crecimiento de
las mismas. Mecanismos y acciones no tan visibles ejercen violencia
de manera indirecta, negando derechos, dificultando e impidiendo la
satisfacción de las necesidades básicas, por eso es la menos visible. El
último tipo de violencia que define Galtung es la violencia cultural. Es la
violencia que es “tolerada” y asumida tanto por la sociedad como por el
Estado, sus instituciones y sus gobiernos. Permitiendo que las condiciones
que niegan derechos y que imposibilitan la satisfacción de necesidades
básicas de supervivencia y de bienestar existan y se reproduzcan. Por
ejemplo, la discriminación, el racismo, la segregación, la narco cultura,
el elitismo, etc. Muchas veces este tipo de violencia es la que justifica a
las dos anteriores, la directa y a la estructural y/o institucional. De hecho,
en los primeros ejemplos puede haber manifestaciones de los dos tipos
de violencia, la directa puede ser ejercida tanto en la escuela, como en la
casa, como en las parejas. Es la violencia a través del uso de la fuera, el
golpe, el maltrato e incluso el asesinato. Pero también se puede ejercer
la violencia indirectamente, negando derechos, segregando, limitando,
discriminando, humillando y aceptando socialmente dicha negación. A
veces es tan común la violencia cultural en las sociedades actuales que
pasa desapercibida su reproducción cotidiana, pues la vemos en la tele-
visión, en los noticieros, en los comerciales y no nos percatamos de ella.
Esta violencia es la más deshumanizante y la más peligrosa a largo plazo,
pues se corre el riesgo que las personas y las sociedades se acostumbren
a ella y pierdan la sensibilidad y capacidad de indignación, lo que lleva a
la parálisis social, la impunidad, el abandono y la indiferencia
Ahora bien, “la paz”. ¿Qué es paz y qué entendemos por paz? La
paz no es sólo ausencia de violencia. La paz positiva son acciones. La
paz definida como ausencia de conflicto, de violencia o de guerra, es la
definición negativa. La paz definida como condiciones de igualdad, de
350 geografías al servicio de los procesos de paz

justicia, de bienestar, de democracia, es la definición positiva. Son las


condiciones que prevén la violencia y permiten el abordaje y manejo de
manera no violenta de los conflictos humanos y sociales. La definición
de paz negativa está íntimamente ligada a la violencia directa. Y la de-
finición de paz positiva está indisolublemente ligada a la violencia indi-
recta, estructural o institucional y cultural. La ausencia de paz definida
de manera negativa limita la dignidad humana de una manera directa; la
ausencia de paz definida de manera positiva limita la dignidad humana
al limitar el desarrollo potencial de las personas y al limitar su desarrollo
y el crecimiento de la dignidad humana. Y para potenciar la dignidad
humana y no limitarla, no sólo se necesita que no haya violencia en los
términos de la paz negativa, sino que se necesitan condiciones concretas
que no sólo permitan la satisfacción de las necesidades básicas de las
personas y grupos sociales, sino que respeten la dignidad de las personas,
potencien su desarrollo y permiten desarrollar todas las potencialidades
de la persona y su dignidad. Que potencien su crecimiento y desarrollo
humano. Que le permitan el acceso a la educación, a servicios de salud
de calidad, a un ambiente sano, a condiciones de desarrollo, con acceso
a la justicia y a la participación política, etcétera. Por tanto, la paz se
construye, no llega sola. Se construye a través de acciones concretas. El
Instituto para la Economía y la Paz establece 8 pilares que sostienen la
paz positiva: “(1) Gobiernos que funcionan adecuadamente, (2) Distri-
bución equitativa de los recursos, (3) El flujo libre de la información,
(4) Un ambiente sano y propicio para negocios y empresas, (5) Un alto
nivel de capital humano (generado a través de educación, capacitación,
investigación y desarrollo), (6) La aceptación de los derechos de otras
personas, (7) Bajos niveles de corrupción, y (8) Buenas relaciones con
sociedades vecinas.”18

La educación

Tradicionalmente muchas de las percepciones comunes que describen el


conflicto y las crisis son de connotación negativa. Otra manera o forma
de definir el conflicto y las crisis es la que rescata sus dimensiones posi-
tivas y los concibe como una oportunidad de cambio, de transformación
y de renovación. Como una oportunidad de cambio, que manejada con

18 Tomado de Maurio Maschoulam, México, corrupción, violencia y paz. El


Universal, 19 de mayo de 2015. En: http://www.eluniversalmas.com.mx/
editoriales/2015/05/76457.php
geografía política y derechos humanos 351

las herramientas adecuadas, pueden transformar las crisis y la tendencia


negativa de abordar y manejar los conflictos de la vida cotidiana de forma
violenta. Contribuyendo a generar nuevas formas creativas, propositivas,
plurales y diversas que permitan las trasformación de los conflictos y las
crisis. En donde los conflictos sean vistos como una crisis pero también
una oportunidad. Y en eso tiene un papel estratégico la educación. La
violencia y la paz son parte de la vida social, pero no son innatas, se
aprenden. Todo se aprende, nada es innato. En ese sentido, la paz en su
doble definición, es algo que se aprende. Por eso la educación es fun-
damental. Una educación que enseña a aprender, no que trasmita ideas
y conductas es la educación que necesitamos para enseñar a aprender a
resolver los conflictos de manera no violenta.

La Geografía y el espacio social

La ciencia geográfica tiene una tradición milenaria y una práctica mo-


derna. Ha pasado de describir el mundo a producir el mundo. A través
de un largo y traumático proceso, poco a poco la ciencia geográfica ha
pasado de la descripción y la cartografía a la producción social del espacio.
La ciencia geográfica ha pasado de analizar el espacio y su producción a
diseñar ciudades, regiones, paisajes y territorios. Sin afán de exponer los
debates al interior de la ciencia geográfica, es importante señalar algunos
planteamientos básicos de la geografía crítica. Para el filósofo Henri
Lefebvre el espacio es un producto social que se produce y reproduce
históricamente. Es la segunda naturaleza humanizada. Para Lefebvre, el
capitalismo pasó de producir en el espacio a producir el espacio mismo.
Pasó a producirlo y reproducirlo bajo sus propios intereses y lógicas.
Está forma general de producir el espacio social que explico Lefebvre
en la década de los 70´s es lo que he tratado de ir definiendo de manera
más específica desde el análisis socioterritorial. Por tal razón, está lógica de
producir el espacio social por el capitalismo es lo que he definiendo como
lógica socioterritorial del capital (Díaz Carnero, 2016). Lógica de producir el
espacio que adopta formas específicas según contextos espacio temporales
concretos. A esas formas específicas de producir y reproducir el espacio
por el capital, la denomino territorialidad de cada patrón de reproducción de
capital (Idem). Pero así como el capital y el capitalismo tienen formas y
lógicas de producir y reproducir el espacio, toda formación social también
cuenta con sus propias formas y lógicas para producir y reproducir su
espacio social. A dicha forma específica que tiene una formación social
de producir y reproducir su espacio social la denomino territorialidad
352 geografías al servicio de los procesos de paz

social (Idem). El conflicto que se genera entre la lógica socioterritorial


del capital y las múltiples territorialidades de las diversas formaciones
sociales específicas del planeta es lo que a grandes rasgos denomino lucha
entre territorialidades y conflicto socioterritorial19.
La ciencia geográfica en general y la geografía política en particular
estudia la producción social del espacio y los conflictos sociales que dicho
proceso genera. Muchos de estos conflictos sociales generan violencia
y obstaculizan las condiciones para la paz positiva. La geografía en ge-
neral y la Geografía Política en particular al estudiar y contribuir en la
producción social del espacio, debe aportar de manera fundamental a
general, producir y construir las condiciones de paz en la producción
social del espacio, es decir, en la urbanización, en la planeación regio-
nal, en los planes de desarrollo, en los ordenamientos territoriales, en
los proyectos de desarrollo local, regional, etcétera. Debe contribuir y
aportar, a través de propuestas de producción de espacio, a construir las
condiciones socioterritoriales que la paz positiva necesita.
Tanto el espacio como la paz son construcciones sociales que la
geografía en general y la geografía política en particular debe estudiar,
analizar e investigar para conocer, comprender, explicar e incidir en la
producción social de la vida humana, tanto en términos espaciales, como
económicos, políticos, jurídicos, culturales e históricos.

Geografía para la paz

La Geografía para la paz es aquella que estudia los conflictos sociales


generados por las múltiples formas de producir el espacio; pero también

19 En otros documentos (Díaz Carnero, 2014, 2015 y 2016) profundizo en el


análisis teórico e histórico de actuales conflictos socioterritoriales. Conflictos
que tienen profundas raíces históricas vinculadas al rezago en el cumplimiento
de las once demandas históricas señaladas en el pie de nota número 4 y que
se sintetizan muy bien en la vieja demanda zapatista de “tierra y libertad”.
Conflictos que son luchas por acceder y defender los derechos a la tierra y
la libertad; luchas de cada formación social por ejercer de manera cabal e
integral sus derechos socioterritoriales, es decir, sus derechos a ejercer libremente
y desde sus propias concepciones y prácticas su propia territorialidad social.
Es el derecho a decidir cómo se produce y reproduce tu espacio, a incidir
en él y ejercer un control democrático del mismo a través del ejercicio de
la democracia directa y sustantiva vía el derecho de autodeterminación y de
autonomía en sus diferentes dimensiones (gobierno, economía, seguridad,
justicia, educación, salud, información, comunicación, etc.).
geografía política y derechos humanos 353

es una geografía que en su quehacer científico y social, es decir en su


praxis sociohistórica y socioterritorial, trabaja para generar y construir las
condiciones de paz que las personas, las comunidades y las sociedades
en general necesitamos, puesto que el espacio es un producto social y la
paz se aprende y se construye.
En la geografía política que concebimos y practicamos en el igp –es
decir, la Geografía para la paz–, el eje de trabajo es derechos humanos
(dh). El enfoque que adoptamos de los derechos humanos parte de la
perspectiva de la dignidad humana como lo planteó Tomas de Aquino,
así como de la perspectiva de los derechos comunales como lo planteó
Francisco Tenamaxtle en México en la mitad del siglo xvi al defenderse
ante la conquista y colonización europea20.
Desde la Geografía para la paz, la persona humana es la base de la
humanidad. La base de la persona humana es su sustancia, su sustancia
es la dignidad. La dignidad de la persona es la base de la humanidad.
La dignidad humana es la base de los derechos humanos. La dignidad
humana es inviolable e inalienable. Por eso los derechos humanos deben
ser inviolables e inalienables. Los derechos humanos como la satisfacción
de las necesidades básicas de supervivencia y de bienestar no son negocia-
bles. Desde este enfoque de dh centrado en la dignidad humana, es más
fácil observar las violencias directas e indirectas que plantea Galtung, así
como las violaciones de los derechos humanos. Ya que actualmente los
estándares nacionales e internacionales en materia de derechos humanos
se basan en los tratados internacionales en materia de dh como en los
enfoques de Desarrollo Humano y de Seguridad Humana que plantea
la Organización de Naciones Unidas (onu). Tratados y enfoques que
definen tanto los derechos y organismos responsables de velar por su
cumplimiento, como las prácticas que deben orientar el respeto, garantía
y protección tanto de las necesidades básicas de las personas como del
respeto, garantía y protección de la dignidad de la persona, de la dignidad
humana, es decir: los derechos humanos básicos.
Pero uno es el derecho a no ser violentando en tu dignidad, en tu
persona, que está íntimamente ligado a la conceptualización negativa
de la paz, que la define como ausencia de violencia directa, de acciones
directas. Y otro es el derecho a tener las condiciones materiales econó-
micas, políticas y sociales no sólo para satisfacer tus necesidades básicas

20 Sin la intención de profundizar al respecto, sólo se quiere señalar que el


enfoque tomista es más centrado en el individuo y el enfoque de Tenamaxtle
es más centrado en la vida comunal.
354 geografías al servicio de los procesos de paz

de supervivencia y bienestar, sino para potenciar la dignidad humana,


para potenciar a la persona y el desarrollo humano. El limitar este de-
recho está íntimamente ligado a la conceptualización positiva de la paz,
como condición de desarrollo de la persona humana, de su dignidad.
Potenciando el desarrollo humano. Desarrollo humano que puede estar
limitado por el ejercicio de las violencias indirectas, tanto de la estructural
y/o institucional como de la cultural que señala Galtung.
Cuando se viola la dignidad de las personas o cuando se limita su
potencial y su posibilidad de desarrollo de manera estructural e insti-
tucional existe una crisis de derechos humanos. Cuando se violan los
derechos humanos de manera generalizada y sistemáticamente, hay una
crisis humanitaria. En México estamos ante una crisis de derechos hu-
manos y una crisis humanitaria. Y ante la crisis de derechos humanos y
la crisis humanitaria, se propone trabajar para construir las condiciones
de paz desde la Geografía Política a través del igp.

4.2 El Plan Estratégico Institucional 2018-2024

A partir de un doble diagnóstico, tanto del contexto de México, como


de las fortalezas y debilidades del igp, el Plan Estratégico Institucional
2018-2024 definió las prioridades de trabajo igp, las cuales se agruparon
en seis dimensiones que a su vez se tradujeron en seis objetivos estratégicos
con sus respectivas estrategias, líneas de acción y metas específicas. Las seis
dimensiones de trabajo en las que el igp centra sus actividades son: 1.
Bienestar y Desarrollo Local; 2. Seguridad Ciudadana; 3. Derechos Huma-
nos; 4. Participación Ciudadana y Gobernanza; 5. Desarrollo Sustentable; y
6. Educación, Arte, Ciencia, Tecnología y Cultura. Estas seis dimensiones
de trabajo, se aterrizan a través de seis objetivos estratégicos: 1. Bienestar y
Desarrollo Local, para las actividades de “promoción de la participación
organizada de la población en las acciones que mejoren sus propias
condiciones de subsistencia en beneficio de la comunidad”; 2. Seguridad
Ciudadana, para las actividades de “Promoción de acciones en materia
de Seguridad Ciudadana”; 3. Derechos Humanos, para las actividades de
“apoyo en la defensa y promoción de los derechos humanos”; 4. Participa-
ción Ciudadana y Gobernanza, para las actividades de actividades “Cívicas,
enfocada a promover la participación ciudadana en asuntos de interés
público”; 5. Desarrollo Sustentable, para las actividades de “apoyo en el
aprovechamiento de los recursos naturales, la protección del ambiente,
la flora y la fauna, la preservación y restauración del equilibrio ecológi-
co, así como la promoción del desarrollo sustentable a nivel regional y
geografía política y derechos humanos 355

comunitario, de las zonas urbanas y rurales”; y por último, 6. Educación,


Arte, Ciencia, Tecnología y Cultura, para las actividades de “promoción y
fomento educativo, cultural, artístico, científico y tecnológico”.
Estos objetivos estratégicos y sus respectivas actividades se expresan
en seis proyectos estratégicos con sus respectivas líneas de acción estraté-
gicas. Proyectos estratégicos que son transversales a todos los programas
y proyectos del igp. Seis proyectos estratégicos que son la sustancia y
sello del igp: 1. La investigación; 2. La capacitación; 3. El desarrollo local
comunitario y sustentable; 4. La participación ciudadana para la gobernanza
local; 5. Los derechos humanos y la seguridad ciudadana; y por último, 6. El
cabildeo y el lobby social.
En síntesis, Es a través de estas seis líneas de acción que proponemos
nuestros programas y proyectos de estrategias de paz y pedagogías de
paz a partir del contexto; contemplando lo estructural y lo particular,
pero construyendo estrategias y pedagogías de paz desde las especifici-
dades espaciotemporales y socioterritoriales de cada territorio y de cada
comunidad.

A manera de cierre

El reto es enorme, pero no por eso imposible. La clave está en poder


lograr construir pedagogías y estrategias de paz pertinentes a las especi-
ficidades de cada contexto. Pedagogías y estrategias que respondan a las
necesidades, requerimientos y sueños del territorio y la comunidad en
donde se diseñen y se ejecuten. Contemplando lo universal y lo particular,
así como las especificidades del territorio y la comunidad: su historia,
sus heridas, sus traumas, sus anhelos, sus sueños y utopías, sus modos y
formas, sus tiempos y lógicas. Estrategias y pedagogías de paz que sean
creativas, plurales y flexibles. Que contribuyan a producir condiciones
de paz con justicia y dignidad. Que propongan y no impongan, que
enlacen y que no aíslen. Que involucren a todas las partes y sectores de
la sociedad, para que así juntos nos comprometamos a la construcción
de las condiciones mínimas de paz y de respeto a los derechos humanos
que tanto necesitamos.
A partir de estos seis proyectos estratégicos, los programas y pro-
yectos específicos del igp buscaran contribuir a producir el espacio
social y construir condiciones para la paz con justicia y dignidad. Es-
pero contarles pronto de algunos resultados y experiencias concretas.
Gracias y buen día.
356 geografías al servicio de los procesos de paz

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Ariel, 2000.
Paz completa y desarrollo territorial
sustentable: instrumentos geográficos
para su construcción en Colombia
Carlos H. Fonseca 1; Lizet Romero2; Sandra Velasco3
María de la Paz Vela4; Adriana Solano5

Introducción

La paz completa no es sólo la ausencia de confrontación violenta para di-


rimir las diferencias, sino la confluencia armónica y balanceada de muchos
elementos para eliminar los factores y riesgos seminales de conflictos y
violencia. La visión actual predominante del desarrollo sobre-enfatiza el
crecimiento económico ilimitado y la acumulación privada económica,
desbalanceando la sociedad; El verdadero Desarrollo se expresa territo-
rialmente y es un proceso complejo, multiescalar y multidimensional,
de construcción y mejoramiento permanente de las personas, las comu-
nidades, los territorios, las naciones hacia un mejor mundo (Fonseca C.
H., 2016 a) y un “mejor vivir”, en el cual la sustentabilidad trasciende la
protección de la naturaleza para las generaciones futuras y debe incluir
la generación presente y su relación balanceada y sinergias posibles.

1 Director científico-tecnico Corporación Simbiosis; ingeniero civil, msc.


Sistemas Ambientales y Urbanos, M.A. Economía y Magister Ciencias de
la Gestión; PhD (pend.) Geografía.
2 Economista, M.Sc. Estadística, Profesora Universidad Nacional
3 Economista, Magister en Gestión de Organizaciones, Especialista en Ges-
tión y Finanzas Públicas y en Gestión Universitaria.
4 Economista, msc. Gestión del Desarrollo Social, Editora económica Revista
Gestión, Ecuador
5 Ingeniera Ambiental con experiencia en ecosistemas y parques nacionales

[357]
358 geografías al servicio de los procesos de paz

La globalización, caracterizada por la interacción entre: 1) la mun-


dialización/globalización de la información, la producción y el comercio
(Castells & Himanen, 2016); 2) la aceleración vertiginosa del conoci-
miento y la innovación (Rifkin, 2011) (Rifkin, 2014); y 3) el cambio
climático y deterioro ambiental, están resultando en un mundo muy
dinámico, que exhibe la “curva del elefante” en el ingreso económico
(Milanovic, 2016) : la convergencia de ingreso y de la contribución a la
contaminación entre algunos países como China e India con los más
industrializados, y la fuerte divergencia del ingreso entre los diferentes
estratos sociales, en la mayoría de países 6; La conjunción de estos tres
vectores y sus interacciones y tensiones, resulta en mayor complejidad,
incertidumbre, cambio y ansiedad mundial y afecta significativamente el
país y sus regiones. Esos cambios acelerados a nivel mundial se asocian
a acontecimientos políticos ligados a la “postverdad” y al populismo de
cualquier extremo.
Todo ello significa modificaciones del y desde el territorio y modi-
ficación de los paisajes, en una dinámica en la cual lo técnico-científico-
informacional influye altamente. Como resultado de esta evolución, el
eje del poder político-económico mundial está migrando hacia el Asia
nuevamente en un balance histórico circular y la “democracia liberal
occidental” está en dificultades.
En el caso de Colombia, es evidente que la guerra interna o “violen-
cia” de los últimos 70 años7 ha resultado en un país en el cual la diferencia
entre las regiones y el centro, entre las ciudades y la ruralidad, entre los
ciudadanos campesinos y los urbanos, en la propiedad de la tierra, en
el acceso a los servicios del estado y las oportunidades del “progreso”
creció significativamente; la realidad es que la diferencia de ingreso es
la más alta de américa latina y la de propiedad de la tierra es la segunda.

6 Los países emergentes como la China y la India, que invirtieron oportuna-


mente y estratégicamente en educación, ciencia, tecnología e innovación,
han logrado avanzar en su ingreso radicalmente, mientras que los que no
lo hicieron, tuvieron una mejoría temporal por el precio de las materias
primas; el modelo se reproduce en menor dimensión en los países que no
han invertido en conocimiento y con grandes diferencias económicas entre
estratos y resultan en sociedades y economías cada vez más “subordinadas”
a las condiciones cambiantes del comercio exterior.
7 El proceso de incubación y erupción se manifestó de manera patente en
el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948 y se expresó de
manera organizada en 1964.
paz completa y desarrollo territorial sustentable 359

Atendiendo todas estas consideraciones teóricas y realidades, se


construyó el Índice de Desarrollo Territorial Sustentable, idtsf y se
aplicó a todos los municipios y departamentos de Colombia. El índice
expresa la suma sinérgica de cinco riquezas (Humana, Intelectual, Pública,
Privada y Natural/Ambiental), que deben existir en cada municipio y
territorio, buscando describir sintéticamente en todos sus aspectos. El
procesamiento con acp, análisis de componentes principales, provee
resultados interesantes: 1) Colombia está creciendo a costa de sus recur-
sos naturales y ecosistemas y del aumento del riesgo de su población; 2)
A medida que el valor del idts crece, la varianza, es decir, la distancia
entre las cinco riquezas aumenta, hacia un mayor desbalance entre ellas.
3) La diferencia entre los valores de las cinco riquezas es muy grande, lo
cual requiere disminuir la distancia entre ellos. 4) la contribución de la
riqueza intelectual es muy marginal en el actual modelo de crecimiento;
5) además la riqueza intelectual está contrapuesta con la riqueza natural/
ambiental, lo cual requiere urgentemente su redireccionamiento.
El acp, Análisis de Componentes Principales, el índice de Moran y
los análisis de regresión, con variables de control geográficas, constatan
lo anterior y la “lejanía” física e institucional de los municipios con el
“centro” del país. La Tabla 1 revela que existe alta correlación de 16 de
las 60 variables que se usan en el idts, con aspectos tales como la dis-
tancia a las capitales, a Bogotá y a los puertos y la presencia de cultivos
y minería asociada a actividad criminal; es decir, que hay discriminación
fuerte con las regiones apartadas. El índice de Morán, permitió encontrar
15 variables que agrupan municipios y pueden guiar las medidas a tomar.
Esta información es útil para los municipios del post-acuerdo de paz.
Se presenta otra herramienta de planificación del desarrollo
sustentable, denominada pet2, “Planeación Estratégica Prospectiva
con Escenarios Territoriales Triaxiales”, que busca que la toma de de-
cisiones sea más compartida y regionalmente diferenciada con visión
de construcción de la paz completa. Se basa en una consulta Delphi
presencial y por redes de internet de expertos acerca de los asuntos más
importantes a nivel nacional y regional, en la cual escogen los temas
más pertinentes a sus regiones en sus áreas de conocimiento, bajo dos
escenarios contrarios consultados. Los resultados de dos consultas na-
cionales, una sobre ciencia y tecnología demandada por las regiones y
otra a profesionales de administración pública sobre sus requerimientos
de formación para el postconflicto, permitió identificar cuáles son los
temas más apropiados para cada departamento y subregión y demues-
tran la validez del método.
360 geografías al servicio de los procesos de paz

1. Crecimiento Económico y Desarrollo Verdadero

Existen, “grosso modo”, dos grandes escuelas de pensamiento acerca


del Desarrollo: La del Desarrollo como Crecimiento Económico y la
del Desarrollo como proceso multidimensional complejo; la discusión
es pertinente en una era de “post-verdad” en la cual las opiniones sub-
jetivas consolidan “verdades” colectivas por encima de la información
objetiva y rigurosa.
La teoría del desarrollo como crecimiento económico focaliza el
desarrollo en la capacidad de generación de recursos económicos por el
sector privado. La teoría neoclásica, que tradicionalmente enseñó que la
economía funcionaba bajo competencia perfecta, consumo racional, in-
formación plena y rendimientos decrecientes, ha sufrido un gran cambio
paradigmático con Romer (1986) y Lucas (1988) con su contribución
sobre crecimiento “endógeno”, Stiglitz (2002) sobre Asimetría de la
Información y Krugman (Fujita, Krugman, & Venables, 2001) sobre la
“Nueva Geografía Económica”, entre otros, que demuestran que lo que
rige la dinámica económica actual son los rendimientos crecientes, la
competencia imperfecta, la irracionalidad relativa y la información asimé-
trica; Lo ratifican tanto Piketty (2013) como Milanovic y Lanker (2016)
en referencia a la “curva del elefante”; Krugman lo valida en su “Nueva
Geografía Económica”, mediante la explicación de las fuerzas centrípetas
(Minimización de costos de transporte, economías de escala y complemen-
tariedad y acceso barato a conocimiento e innovación) y centrífugas (altos
costos de la tierra, congestión y contaminación), así como Florida (2004),
con las tres Ts que distinguen las ciudades-región exitosas en la globaliza-
ción: Talento, Tecnología y Tolerancia8 que consolidan ciudades-regiones
exitosas en la globalización; hemos añadido una cuarta “T” para significar
Trust, “confianza”, como elemento fundamental. La convergencia se daba
porque las economías pobres en capital por trabajador crecerían más rápido
por la adopción tardía de tecnologías ya establecidas, pero el factor deter-
minante del crecimiento a largo plazo, - la innovación y la tecnología- ,
fue dejado por fuera. (Lin & Monga, 2010); La esencia era dejar que el
mercado, que el sector privado, sea el que lidera la economía, poniendo la
menor cantidad de dificultades para su funcionamiento y por lo tanto, el
sector público debe ser el mínimo posible. Una discusión interna de este
modelo es la del crecimiento “desbalanceado” o balanceado, los cual nos

8 Le hemos agregado una cuarta “T”: Trust, es decir confianza para significar
temas como la seguridad y la solidaridad cívica y social.
paz completa y desarrollo territorial sustentable 361

recuerda la discusión Hirschman9 vs. Currie10 en Colombia en los 60s y


los planteamientos de Ragnar Nurske (“círculo vicioso” de la pobreza de
la demanda) y de Rosenstein-Rodan, de los “ciclos virtuosos”, partidarios
ambos del desarrollo balanceado. Otras versiones más sofisticadas se aso-
cian a la visión de países “exitosos” en la globalización, en los que florece
la innovación (Acemoglu & Robinson, 2012), gracias a la democracia y a
la competencia.
Yifu Lin (Yifu LIn, 2012), enfatiza que los países que lograron
trayectorias de desarrollo exitosas durante la segunda parte del siglo xx
fueron precisamente los que no siguieron el pensamiento dominante o
las prescripciones de política de las dos “olas” de economía del desarro-
llo, (Proteccionismo y consenso de Washington) , señalando que estos
países lograron profundos cambios estructurales en la composición del
empleo y de la contribución relativa a los sectores primarios, secunda-
rios y terciarios al crecimiento agregado y propone una “tercera ola”
neoclásica de pensamiento sobre el desarrollo, la del cambio estructural,
en el cual tanto el mercado como el estado deben jugar papeles importantes en el
proceso del desarrollo económico. Mientras que el mercado debe ser el mecanismo
principal de asignación de los recursos, el estado debe coordinar las inversiones
en diversificación y mejoramiento industrial, así como en la compensación de
las externalidades generadas por los “primeros en arriesgar” en el proceso
dinámico del crecimiento;11. Hausmann, Hidalgo y otros (2013) señalan
la importancia de la Diversidad y Complejidad Productiva como factor
determinante de la inserción e integración de las regiones y países en la
globalización comercial. La “Nueva geografía económica” de Krugman

9 Hirschman sostenía que el subdesarrollo es el resultado de una escasa


habilidad para tomar decisiones y realizar actividades cooperativas para el
desarrollo, propio de nuestros países, a partir de su experiencia en Colombia
y Brasil, en los que estuvo varios años y conoció la escuela de la “depen-
dencia”. Igualmente creía que proyectos específicos de “ruptura”, de abajo
hacia arriba, eran mejores que políticas amplias de arriba hacia abajo.
10 Currie, creía, por el contrario, en las políticas tales como la “operación
Colombia”, consistentes en promover la migración de los campesinos hacia
las ciudades, para potenciar el sector de la construcción y posteriormente
contar con mano de obra para la industria, que inicialmente atendería mer-
cados nacionales y posteriormente lograría conquistar los internacionales.
11 En esta visión, la estructura económica general es endógena a su estructura
de sus factores productivos, así como que el desarrollo económico soste-
nido está condicionado por los cambios en los factores productivos y en la
innovación tecnológica continua.
362 geografías al servicio de los procesos de paz

(2011) contribuye a situar el espacio geográfico en la “corriente principal”


de la teoría económica, gracias a la inclusión de las fuerzas centrípetas y
centrífugas de localización industrial en el modelo neoclásico.
Schumpeter, el “padre” de la economía de la Innovación, señala que
el proceso de Destrucción Creativa” o “creadora”, “es el hecho esencial
del capitalismo”, en la cual el protagonista central es el emprendedor in-
novador, que no es un inventor, aunque puede serlo, y más bien recoge las
invenciones y las convierte en un bien o servicio que ofrece a la sociedad;
la innovación genera imitadores, que terminan acabando el monopolio
y de esa manera la sociedad avanza nivelándose continuamente. Angus
Deaton, nobel de economía 2015, reconoce que las sociedades tienen
siempre algún nivel de desigualdad; sin embargo esta desigualdad puede
llegar a ser inaceptable, pues si es demasiada genera no sólo desconfianza
entre los grupos sociales, sino también se convierte en un freno al desa-
rrollo. La versión Keynesiana de intervención del estado para solucionar
fallas del mercado (recesión de 1929) tiene validez actual en campos como
la ciencia, la tecnología y la innovación, la información, para proveer la
base de conocimiento y el liderazgo temático sobre la cual la sociedad
avanza, como lo ratifica Mazzucato (2014).
La Escuela de Desarrollo como Proceso Multiescalar y Multidimen-
sional Integral reflexiona sobre las contradicciones y resultados de la visión
de desarrollo como simple crecimiento económico y anima la aparición y
profundización de otras versiones de “desarrollo”, más complejas y sobre
todo más balanceadas en los diferentes aspectos de la vida tanto individual,
como colectiva de las sociedades, de la relación sociedad-naturaleza y de la
relación entre países; una de ellas es la de Giddens (1998) , que se refiere
al balance adecuado entre estado y sector privado.
La cumbre mundial Rio 92 adoptó la definición de Desarrollo Soste-
nible de la comisión Brundlant: “El desarrollo sostenible es el desarrollo
que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer
la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias nece-
sidades”. Naciones Unidas también propuso el idh, Índice de Desarrollo
Humano (salud, educación y capacidad adquisitiva real), en la década de
los 90 para contrarrestar el pib/Cápita; sin embargo este índice se enfoca
en la persona humana sin su contexto social y natural; Posteriormente
propuso los odm , objetivos del milenio y más recientemente los ods,
17 objetivos de Desarrollo Sostenible, amplios, ambiciosos y un tanto
generales, sin cuestionar a fondo el modelo de desarrollo actual; a partir
de estos ods, se crearon alrededor de 169 indicadores, que naciones
unidas propone adoptar.
paz completa y desarrollo territorial sustentable 363

Otros aportes fundamentales a la discusión del desarrollo focalizan


la discusión en temas fundamentales como la libertad (Sen, 2001), la Dig-
nidad (Castells & Himanen, 2016), estos últimos con el argumento de la
coordinación entre desarrollo humano e informacional como escencia de
sociedades exitosas en la era global de la información y del conocimiento;
Elinor Orstrom y colegas (Poteete, Janssen, & Ostrom, 2012) señalan
las ventajas de los acuerdos colectivos acerca de los recursos públicos y el
bien común por sobre la propiedad privada para la protección de los re-
cursos naturales de comunidades (Ostrom, 2011). El Indices de “Progreso
Genuino”, incorpora rubros tales como el aporte del trabajo doméstico y
voluntario, la economía del cuidado de las personas (bebés, ancianos) , así
como tambien los rubros de agotamiento de los recursos naturales inertes
y la degradación de los recursos naturales vivos y de los ecosistemas que
los albergan a las cuentas nacionales, apuntan hacia unas cuentas de la sus-
tentabilidad que incorporen todos los aspectos de un verdadero desarrollo.
Hay muchas críticas al modelo del crecimiento económico como si-
nónimo de desarrollo; Autores como Escobar (2007) , Sachs (1992) e Ivan
Illich (1971) revelan los prejuicios y alcances del discurso del desarrollo
como imitación al modelo de usa; Escobar (2007) propone el “postde-
sarrollo”, así como varios ideólogos latinoamericanos (Bolivia, Ecuador,
Venezuela) proponen el “buen vivir”. El sentimiento en muchos espacios
es que el crecimiento económico no se tradujo en bienestar colectivo
sino en gran acumulación privada de unos pocos, con consecuencias
ambientales críticas como el cambio climático y la contaminación, que
afecta especialmente a los más pobres.
Georgescou-Rogen (Georgescou Roegen, 1971) combinó la ter-
modinámica y la economía; la segunda ley de la termodinámica gobierna
toda actividad humana, como lo demuestra el calentamiento climático.
Robert Costanza y su equipo, (Costanza, y otros, 2014) valoran econó-
micamente los servicios ecosistémicos ( en 1997 y en 2007) y encuentran
que 19 servicios de 17 grandes ecosistemas producen alrededor de 125 a
145 trillones de dólares año (dólares de 2007) para la humanidad y que la
pérdida de servicios ecosistémicos es entre 4.3 a 20.3 trillones de dólares
en estos cinco años (dependiendo de las unidades que se usen), mientras
que el PIB humano agregado de todos los países llega a 75 trillones. Fritjof
Capra (1996) ilustra con maestría la complejidad y fragilidad de la vida
en todas sus formas y conexiones trascendiendo los servicios económicos
para recordarnos la maravilla de la evolución. La economía del “bien
común”, coincide en sendos libros del filósofo Christian Felber (2012)
y del nobel de economía Jean Tirole (2017). En el caso de Tirole, insiste
364 geografías al servicio de los procesos de paz

en la importancia de la relación estado-sector privado (mercado), en la


cual el estado ha sido laxo en los últimos años con consecuencias como
la crisis originada por el sector financiero en el 2008.
Easterlin (2005) introduce el “Bienestar subjetivo”, consistente en
que no necesariamente a mayor riqueza mayor felicidad; la felicidad de
los individuos no depende solamente de sus ingresos y consumos, sino
también de la historia de cada individuo y de la comparación que hace
con los demás; Max Neff (1985) (1987) señala las necesidades y satis-
factores , dentro de los cuales el relacionamiento es muy importante
(ser, hacer, tener e interactuar). Ramirez (2012) critica la perspectiva
hedonista benthamiana de las aproximaciones de felicidad, que consi-
deran únicamente la maximización del placer o el dolor y propone la
perspectiva aristotélica del “buen vivir” o eudaimonía, del florecimiento
humano y propone la inclusión y el reenfoque hacia bienes relacionales.
La pérdida de empleos debido a la automatización, la dificultad de los
jóvenes de integrarse a la vida económica y el envejecimiento de la
población, gracias a los avances médicos, generan ansiedad, tensión y
“postverdad”; Surgen posiciones radicales y extremas en contra de la
globalización y de las nuevas tecnologías, como reacción a la velocidad del
cambio tecnológico y social tan acelerado que estamos viviendo. Jeremy
Rifkin (2011), (2014) nos recuerda la profunda revolución industrial y
social que vivimos. Afortunadamente, las tecnologías limpias, como las
energías renovables empiezan a florecer en la transición energética, en
medio de las barreras del establecimiento convencional.
El reto, entonces, es mantener una propuesta de convivencia, economía
de los comunes, de la solidaridad, que busque una nueva cultura de bienes-
tar austero, que comparta la visión de un planeta sano en el que coexisten
todas las especies y sobre todo la humana con dignidad y magnanimidad
con el resto de la gente y de la naturaleza. Es necesario reeducar e informar
fehacientemente nuestra población para entender, disfrutar, participar y
gobernar el cambio con generosidad, solidaridad, magnanimidad.

2. Paz Completa y Territorial

El concepto de la “Paz Territorial”12, está orientado pragmáticamente a


atender algunos de los factores que han generado la violencia para dirimir

12 Introducido por el alto consejero para la paz, Sergio Jaramillo en el proceso


de negociación del acuerdo con las farc-Ep.
paz completa y desarrollo territorial sustentable 365

las contradicciones y los conflictos durante más de cincuenta años en Co-


lombia en las zonas en las cuales la presencia guerrillera ha existido, aunque
no cuestiona el modelo de desarrollo predominante; Si bien los acuerdos
de paz tiene amplia consideración territorial, tales como la reedición de
las zonas de reserva campesina, los programas de desarrollo con enfoque
territorial, las zonas veredales transitorias de normalización, que recono-
cen , aunque un tanto tímidamente, la enorme inequidad de la propiedad
rural y urbana en Colombia; La paz territorial , “paz estable y duradera”
o paz positiva, no se limita al cese de hostilidades bélicas sino también a la
erradicación de los factores predisponentes que incuban la contradicción,
el conflicto y la violencia en toda la sociedad y territorio colombiano. El
Instituto de Estudios para el Desarrollo, indepaz, y la Agencia de Comu-
nicaciones para la Paz, acpaz, calculan que en los aproximadamente 60
años de guerra interna de Colombia, se han gastado 41 billones de pesos,
lo cual significaría 7,6 billones por año o 22 mil millones por día, mientras
que lo que se requeriría en los próximos 10 años para la jurisdicción de
Paz es equivalente a un mes de guerra, alrededor de 660 mil millones de
pesos, incluyendo todos los ítems acordados.
No debemos ignorar que el conflicto colombiano tiene expresión
territorial tanto urbana como rural, pues los desplazados hacia las ciuda-
des son víctimas de la violencia rural en buena parte y además son factor
y actor importante en los conflictos de ordenamiento territorial que hoy
vive el país en sus sitios de asentamiento en las “periferias” urbanas; el
estado también creo “territorialidades” de interpretación del conflicto,
que terminaron afectando el territorio en su conjunto. La paz completa
se refiere a la disminución de la inequidad, de la discriminación social,
cultural y étnica y la paz con la naturaleza; el índice de desarrollo territo-
rial sustentable pretende recoger todos los aspectos que se refieren a esa
visión holística e integral de la paz, que se manifiesta en la minimización
y extirpación de cualquier factor detonante de posibles violencias para
la resolución de los conflictos propios de la evolución de la sociedad,
especialmente en el siglo 21, complejo, incierto, veloz y ansioso.
La paz con base territorial, busca darle voz a la “periferia olvidada” y
rezagada, eliminando varias fuentes del conflicto en dichas zonas tradicio-
nalmente marginadas, bajo la hipótesis en la cual si se brindan los mismos
servicios del estado a estas y se brindan oportunidades de tierras, dichas
regiones se “ponen al día” con el resto del país, en parte como respuesta a
una recentralización que se ha dado en los últimos años; Así se acabarían
los factores incubadores de violencia, en un marco de economía de mercado
predominante internacional, lo cual haría más atractivo al país a la inversión
366 geografías al servicio de los procesos de paz

extranjera y viabilizaría el crecimiento económico. Es evidente que las


regiones y municipios más apartados de la capital tanto de departamento
como de la república de Colombia y por tanto de los centros de decisión
y poder, se encuentran en menores condiciones de Desarrollo Territorial
Sustentable, como se observa en la tabla 1 de síntesis de un ejercicio de
regresiones con variables “geográficas” de control, tales como la distancia
a capitales de departamento y Bogotá, existencia de minería y cultivos
ilícitos asociados a presencia armada ilegal.
El compromiso en el acuerdo de paz con las Farc-Ep, de no cues-
tionar el “modelo de desarrollo” vigente y hegemónico ha permitido
identificar por lo menos tres aproximaciones de la paz territorial: la
primera es la ultraconservadora, que es paz impuesta con la fuerza, que
no fue posible y que hoy alega que se está entregando “legalmente” los
territorios y el poder a la guerrilla; la segunda es la paz dentro del modelo
económico liberal/neoclásico predominante, que es la que se acordó con
las farc-ep, en la cual se permite la participación política de los que
renuncian a las armas para que planteen los conflictos en el plano de lo
legislativo y ejecutivo y en el cual se avanza en la distribución de la pro-
piedad rural (reforma rural integral) en un país muy inequitativo en esto,
y se garantiza la participación política de manera un poco más amplia.
Una tercera visión del desarrollo, que plantea una paz más profun-
da, una Paz Completa, entre la gente y con la naturaleza, –para lo cual
es necesario el cambio de modelo económico–, es una visión utópica
defendida por una minoría intelectual y algunos aspectos, con apoyo
de grupos políticos (p.e.: la protección de los animales domésticos); sin
embargo, una población creciente está adoptando esta visión. En esta
línea de pensamiento, se encuentran varios esfuerzos; así, por ejemplo,
un grupo amplio de organizaciones civiles ambientalistas constituyó una
“organización sombrilla” para contribuir al proceso de acuerdo entre las
guerrillas tradicionales de izquierda de Colombia y el gobierno, que se
autobautizó “Si Ambiental” ,conformado por varios grupos ambientales
en alianza con universidades, el cual avanza en la posible concreción de
un proyecto piloto en tres localizaciones en las cuales se puedan imple-
mentar experiencias piloto sinérgicas de agroecología, turismo de paz,
energías renovables, reconocimiento de servicios ambientales y ecotec-
nologías constructivas de vías y vivienda (Fonseca, León, Gutierrez, &
Ariza, 2016).13

13 Se están adelantado conversaciones con diferentes entidades nacionales e


internacionales para lograr su apoyo
paz completa y desarrollo territorial sustentable 367

3. Desarrollo Territorial Sustentable

El concepto del Desarrollo Territorial Sustentable, es una propuesta


de Fonseca (2016 b), que evoluciona desde definiciones como las de
Naciones Unidas y Farinós (2009), toma en cuenta y se asocia a las
anteriores consideraciones de la segunda escuela de desarrollo, para
lo cual Fonseca define el Desarrollo Territorial Sustentable , en una
visión multiescalar (persona, localidad, región, nación, planeta), como
“el proceso permanente, multiescalar y multidimensional de construcción
y mejoramiento de la vida digna, autónoma y feliz de las personas; de la
convivencia, empatía, gobernanza y bienestar social y cultural en y entre los
territorios ( a nivel de comunidad, localidad, municipio, región, departamento,
país); de coexistencia responsable con el entorno natural en todos los niveles
territoriales y de integración digna y mutuamente provechosa con los demás
países y actores en un mundo complejo, diverso, incierto y de cambio continuo,
a los menores costos y riesgos culturales, sociales, económicos, ambientales y
tecnológicos”; esta definición presupone capacidades de coordinación
entre los diferentes niveles territoriales y de lectura y respuesta opor-
tuna, participativa, concertada, eficiente y eficaz ante nuevas realidades,
retos e imprevistos.14 Las personas requieren un contexto, un entorno,
un territorio para crecer y ser más.
El idtsf, Índice de Desarrollo Territorial Sustentable, busca
operativizar­el concepto arriba planteado y complementar las limita-
ciones de los índices existentes, que centran su atención en las personas
e ignoran el contexto territorial y ambiental; interpreta numerosos
autores y factores, reconociendo su capacidad explicativa. Se compone
de cinco riquezas, que agrupan a su vez 60 variables en el caso departa-
mental y 35 en el caso municipal, dada la limitación de la información
en Colombia.

14 La diferencia entre “sostenible” y Sustentable” parece sólo semántica; en


este documento, aunque sutil, representa una diferencia entre la definición
adoptada por Naciones Unidas, que no cuestiona el modelo actual de
“capitalismo salvaje” y se puede convertir por ello en una posición relati-
vamente marginal y remedial y la propuesta de hacer “otro desarrollo”, más
incluyente, sustentable y austero. Para efectos de diferenciar la propuesta
de Farinós y la de Fonseca, esta última se denomina dtsf
368 geografías al servicio de los procesos de paz

Figura 1
Esquema Conceptual del IDTSf

Fuente: Elaboración propia.

Cada una de las cinco riquezas expresadas contiene una reinterpre-


tación de sus significados; así:

– La Riqueza Humana revela la felicidad y bienestar personal,


en su contexto. Por ello, además de las condiciones individuales
(salud, educación y poder adquisitivo, nutrición) incorpora las de
entorno próximo (hogar, trabajo, comunidad amistades, relacio-
nes), como las del entorno municipal, al incluir la discriminación
y la receptividad a los desplazados o migrantes por oportunida-
des; la preferencia climática también resultó relevante.
– La Riqueza Intelectual, expresa tres modos de construcción
del conocimiento residente en el territorio, para transformarlo
y para ofrecer mejor calidad de la vida, servicios y productos
tanto internos como al resto del mundo. El modo 1 expresa el
conocimiento académico/científico (“saber por saber”) prove-
niente de las universidades y centros de investigación básica,
que se manifiesta en artículos y patentes y eventualmente en el
nivel de sofisticación de las exportaciones. El modo 2 expresa la
capacidad empresarial (saber para competir en negocios) a tra-
vés de la diversidad y densidad empresarial y de exportaciones,
de la disponibilidad de técnicos y tecnólogos y de las pruebas
“saber”, orientado a los mercados; Finalmente, el modo 3 se
paz completa y desarrollo territorial sustentable 369

refiere al conocimiento abierto, ciudadano, ancestral, popular,


para la convivencia y la coexistencia colaborativa, participativa,
cooperativa y solidaria y se refleja indirectamente en la diversidad
étnica15, la complejidad territorial16 y en la sabiduría indígena;
su visión es la de la coexistencia y convivencia; la diversidad y
complejidad fueron calculadas adaptando el Índice de Biodiver-
sidad de Shannon Wiener.
– La Riqueza Privada revela la capacidad de generar ingreso y
empleo, tanto para el consumo interno como para las expor-
taciones, movida por el incentivo de acumulación privada; la
densidad y diversidad empresarial, el pib, la disponibilidad del
recurso humano calificado, la diversidad de mercados externos
y de productos a ofrecer determinan su crecimiento. Se incor-
poran tres nuevos conceptos como la productividad catastral; el
nivel de intercambio intradepartamental, de acuerdo a la noción
de “interacción Espacial” de Pumain y Saint-Julien (2014) , la
intensidad17 empresarial y la diversidad productiva.
– La Riqueza Pública/ institucional , dividida a su vez en tangi-
ble, que agrupa las obras e inversiones físicas como los servicios
públicos, infraestructura de vías, movilidad e introduce un Índice
novedoso, el de la equidad en la propiedad privada como un
hecho visible de la sociedad18; y la riqueza pública intangible,
que se refiere al desempeño de las instituciones, su eficiencia,
transparencia, la ausencia de fuerzas y actividades ilegales arma-
das, la participación y transparencia electoral, la actividad de la
sociedad civil, la presencia de la justicia y la seguridad personal.
– Finalmente, la Riqueza Natural y Ambiental se divide a su
vez en Atributos y en Riesgos; los atributos se expresan en la
cobertura forestal, la superficie hídrica y el buen uso del suelo,

15 Un municipio en el que se encuentran diferentes grupos étnicos (afroco-


lombianos, indígenas, “blancos”, rom, etc., es más diverso que uno con sólo
“blancos”.
16 Un territorio es más complejo en la medida en la cual tiene más figuras
de ordenamiento territorial: parques nacionales, resguardos indígenas,
territorios de propiedad colectiva afrocolombianos, reservas de la sociedad
civil, zonas de reserva campesina, etc.
17 La intensidad es en función del área territorial, mientras que la densidad
es en función de la población.
18 Es fácil observar en cada municipio las grandes haciendas en contraste con
minifundios.
370 geografías al servicio de los procesos de paz

mientras que los riesgos cubren los temas de sismos, avalanchas,


deslizamientos e inundaciones, así como la probabilidad de
minería en el municipio, como la expresión más directa de la
relación sociedad-ecosistemas.

A continuación, se presenta el resultado del análisis de Componentes


Principales para las cinco riquezas, tanto para el nivel municipal como
para el departamental, especificando las contribuciones a la varianza de
cada variable; se escogieron 60 de una base inicial de 200 variables, por
su contribución significativa a la explicación de cada una de las riquezas,
evaluando su contribución a la varianza. Se usó lenguaje de programación
“R” para la programación y ejecución de las pruebas estadísticas y las
tablas de información se construyeron en Excel; los datos brutos fueron
procesados en cada variable para que su sentido fuera positivo hacia el
valor de 1. La estimación final del idts para cada municipio y departa-
mento tuvo en cuenta tanto el peso explicativo de cada variable en cada
una de las cinco riquezas, obtenido mediante el uso de acp, como su
significación teórica y filosófica en dicha variable; Los “pesos específicos”
de cada una de las variables revelan su contribución a la varianza (cv).
Los datos de cada una de las variables aparecen en Fonseca (2016 a) y
en Fonseca (2016 b).

4. Resultados

4.1. Correlación con Variables Geográficas de Control

La Tabla 1 presenta el ejercicio de regresiones de las variables del idts


con variables geográficas de control, en el cual se encontró que cinco de
la Riqueza Humana, cuatro de la Riqueza Intelectual, dos de la riqueza
pública, dos de la riqueza natural y ambiental y dos de la riqueza privada
presentan una correlación significativa. La distancia a la capital del país y
las capitales departamentales, así como a los puertos tiene incidencia sig-
nificativa, lo cual demuestra la discriminación o inequidad interregional.
Tabla 1
Resultados de regresiones del IDTS con variables geográficas de control

Índice / variables de Cultivos ilícitos Distancia Distancia Distancia Presencia Distancia a Preferencia R2 ajustado
control Bogotá capital de Bogotá*Distancia armada y Oro puertos climática
departamento capital de ilegal
departamento
IMSPM – – + + 0,3397
IMRECEPDESP – + – + + 0,1051
IMTRACTOPORT + – – – – 0,1652
IMNUTRIC – + – + + + 0,1955
IMPREFCLIM – – – + 0,2506
IMPSABER + – + – 0,1803
IMPRODUCTAGRIC + + 0,2511
IMDIVETNICA + + – – – 0,2363
IMCOMPOTERR + + – + – 0,1285
IMDESVIAL + + – – 0,0265
IMGESTAGUA + – – + – 0,17
IMBUSOSUELO + + – + – 0,1729
IMCOBBOSQ + + – + – 0,1807
paz completa y desarrollo territorial sustentable

IMINTENSECON – + ± + + – 0,4736
IMPRODCATAST – + + 0,1182

Fuente: Elaboración propia.


371
372 geografías al servicio de los procesos de paz

4.2. Correlación Espacial: Clusters de Municipios

Se evaluó el Índice de Morán, indicativo de posible correlación espacial,


encontrando que 16 variables presentan un valor muy significativo,
mientras que 8 presentan significativo. La Tabla 2 presenta los resul-
tados. Algunas variables reflejan alta correlación, tales como pobreza
multidimensional, preferencia climática, nutrición, riqueza humana,
densidad vial, confiabilidad del agua, gestión de residuos sólidos, áreas
protegidas, productividad agropecuaria, diversidad étnica y complejidad
territorial, aunque algunas de estas presentan una pobre distribución en
el dispersograma, indicando pobre información estadística municipal.
El análisis de los mapas resultantes de agrupación municipal per-
mitiría tomar medidas y estrategias de proposición de programas de
impacto regional que tomen en cuenta estas agrupaciones. Un trabajo
futuro pendiente es el de revisar los 160 municipios designados para los
pdets, planes de desarrollo con enfoque territorial, bajo los resultados
del idts y usarlo como herramienta de seguimiento y evaluación de las
medidas y acciones.

Tabla 2
Resultados de Índice de Morán para cada variable IDTS

Variable/ Morán Stat Des. Stand Dispersograma I Morán Valor


Índice Morán Distribución Local P local
Imspm 0,597796 33,129 Muy buena ++ ++
IMDF 0,264796 14,759 Pobre + -
Imatract 0,449673 24,98 Media/buena ++ +
Idscgen O,334959 18,673 ++ +
Impreftemp 0,826997 45,784 Buena +++ ++
Imprefprecip 0,633123 35,126 Buena ++ +
Idnutricion 0,364582 20,392 ++ ++
Imrh 0,493629 0,27495 ++ +
Imcbio 0,266154 14,808 Muy mala + -
Imdensprof 0,305539 18,677 Muy mala + -
Imintprof 0,424266 23,457 Reg/buena + -
Impsaber11 0,270768 15,069 Mala + -
Idprodagraria 0,381822 21,174 Buena ++ ++
Imdivetnica 0,42249 23,479 Mala ++ +
Imcompterr 0,55767 30,974 Regular/mala ++ ++
Imrintelect 0,226664 12,637 Regular
Imdensvial 0,42609 23,627 ++ ++
paz completa y desarrollo territorial sustentable 373

Variable/ Morán Stat Des. Stand Dispersograma I Morán Valor


Índice Morán Distribución Local P local
Imconfagua 0,21204 11,78 ++ ++
Imgestresiduos 0,14617 8,133 ++ ++
Imbandaancha 0,44721 24,927 +
Imdenspob 0.,359996 20,189 Regular/mala + -
Imareasprot 0,30455 17,045 Pobre ++ ++
Imsustforestal 0,226639 12,604 Reg/bien + +
Imsustinundesliz 0,38241 21,252 Buena + +
Imsustsismica 0,58881 32,653 Muy buena ++
Imrint 0,22666 12,637 Regular
Fuente: Elaboración propia.

4.3. Agrupación de las Cinco Riquezas

El idts se calculó para cada municipio y departamento de Colombia,


encontrando tres realidades: 1) cuatro de las cinco riquezas (humana,
intelectual, pública y privada) tienden hacia la derecha, mientras que
la riqueza natural/ambiental tiende hacia la izquierda; es decir, el de-
sarrollo colombiano se hace a costa de la naturaleza y aumentando el
riesgo de las personas, dado que el componente de riesgos (sísmico,
deslizamientos, inundaciones, aludes) aumenta, lo cual lo hace insus-
tentable ambientalmente (Figura 2). Adicionalmente, el círculo del acp
de la suma de las cinco riquezas revela otras realidades importantes,
como son: la riqueza natural-ambiental es diametralmente opuesta a la
riqueza intelectual; esto significaría que el conocimiento no está siendo
aplicado o no se orienta hacia el manejo sustentable de la naturaleza
y los recursos asociados; finalmente, las “flechas” o vectores de las
riquezas natural/ambiental e intelectual, se asocian más al eje vertical,
y por tanto su proyección sobre el eje horizontal es muy marginal,
frente a la de las otras tres riquezas. Esto significa que ni la naturaleza
ni el conocimiento contribuyen de manera importante al crecimiento
y desarrollo nacional en la situación actual.
Se requiere por lo tanto replantear el modelo de desarrollo para
lograr que la riqueza natural/ambiental crezca también, en vez de dete-
riorarse; una acción es la protección y buen uso de los recursos naturales
y respeto y restauración de ecosistemas críticos y otra acción es la de
disminuir efectivamente los riesgos a la población, que a medida que
crece enfrenta mayores riesgos tanto sísmicos, como de aludes, desliza-
mientos e inundación
374 geografías al servicio de los procesos de paz

Figura 2
ACP Índice de Desarrollo Territorial Sustentable Departamental Cinco Riquezas
y Sesenta variables
Variables factor map (PCA)
1.0

IMRNATAMB
0,5

IMRPRIV
Dim 2 (23.02%)

IMRPUBINST
-0.0

IMRH
-0,5

IMRINT
-1.0

-1.0 -0,5 -0.0 0,5 1.0

Dim 1 (30.47%)

Fuente: Elaboración propia.

4.4. Tendencia de separación entre las Cinco Riquezas

Se estimó la desviación estándar entre las cinco riquezas para cada municipio
y departamento, bajo la hipótesis que el verdadero desarrollo territorial es
sustentable si cumple dos requisitos: los valores de cada una de las riquezas
es alto ( entre más cercano a 1 mejor) y por lo tanto el promedio de la suma
de las cinco riquezas debe ser lo más cercano a uno; y segundo, la desvia-
ción estándar , que revela la distancia entre las cinco riquezas , debe ser lo
más pequeña posible, bajo la hipótesis que entre menor sea su valor, más
balanceado y equilibrado es el desarrollo. Se encontró que la desviación
estándar entre las cinco riquezas aumenta en la medida en la cual las riquezas
aumentan de dimensión, lo cual significa que la forma de crecimiento actual
del país evoluciona hacia un mayor desbalance entre las cinco riquezas, lo
cual es contrario al desarrollo armónico, sustentable, que debería presentarse
si todas las riquezas ascienden más armónicamente, más simultáneamente.
La Figura 3 ilustra el hecho que a mayor idts municipal, la desviación
standard crece, con un valor de R2 significativo (0,34) lo cual indica que a
medida que los municipios crecen, sus cinco riquezas se distancian entre
paz completa y desarrollo territorial sustentable 375

ellas en la circunstancia actual colombiana; Lo ideal es que se mantuvieran


cercanas las cinco riquezas en su dimensión absoluta y relativa.

Figura 3
Valor IDTS vs Desviación estándar de las cinco riquezas a nivel Municipal

Fuente: Elaboración propia.

4.5. Gran Diferencia de valor de las Cinco Riquezas

Si se analizan los valores de cada una de las riquezas a nivel municipal,


se encuentra que la riqueza pública e institucional es insignificante, así
como la intelectual es muy baja, la natural es media, la privada un poco
más alta y la humana es la de mayor valor pero muy fluctuante.

Figura 4
Gran Diferencia de valor de las Cinco Riquezas

Fuente: Elaboración propia.

4.6. Algunas reflexiones históricas en torno al idtsf

Una síntesis apretada de la historia de Colombia podría señalar que el


país ha transitado desde la colonia en la extracción del oro, el cultivo de
376 geografías al servicio de los procesos de paz

cacao, la quina, el añil, los cueros, el predominio del café, la irrupción de


los cultivos ilícitos que se iniciaron con la marihuana en los 60s para llegar
a la coca en los 80 y una década de amapola y finalmente la extracción del
petróleo, el carbón, el oro y otros minerales como el ferroníquel; es decir,
el periplo ha sido de minería a agricultura legal e ilegal a nuevamente
minería como las actividades económicas predominantes como fuentes
de exportación; al mismo tiempo, la industria no alcanzó a consolidar
una dinámica de innovación y el sector terciario creció más rápido sien-
do el principal generador de empleo para resultar en un país que por
su pobre inversión en educación y en ciencia, tecnología e innovación
cuenta con una producción industrial de bajo a medio valor agregado
y una economía subordinada en el orden internacional, con diferencias
sustantivas de ingreso entre sus grupos sociales.
El estado ha crecido significativamente en los últimos treinta años y
los “subsidios” en sus diferentes formas, tanto para los pobres en diferen-
tes programas, como para los más ricos en la forma de exenciones tributa-
rias han sido una característica fuerte; la bonanza económica asociada a la
exportación de los “commodities”, provenientes del subsuelo de propiedad
de la nación, financió la “guerra interna” durante muchos años, mientras
los actores ilegales elaboraron la “narco-política” que permeó todos los
estamentos de la sociedad y se produjo una “contrareforma agraria” que
agudizó aún más la inequidad de propiedad rural. El desplazamiento
forzado alimentó las ciudades, especialmente la capital, modificando un
patrón que era excepcional frente a américa latina, consistente en que
las ciudades intermedias y capitales departamentales crecían incluso a un
ritmo mayor que el de Bogotá; es posible que el acuerdo de paz con las
farc y el posible con el eln resulten en una nueva migración hacia las
regiones, en la medida en la cual el “post-conflicto” no resulte demasiado
complejo. Las diferencias regionales tanto socioculturales como políticas
y económicas exigen estrategias y políticas diferenciales en la medida en
la cual se comparta la visión del “Desarrollo Territorial Sustentable”.

5. pet2 Planeación Estratégica Participativa con Escenarios


Territoriales Triaxiales

Una condición inaplazable es la de la planeación y gestión participativa


del desarrollo territorial. Se presenta brevemente un segundo método, el
pet2, que significa “Planificación Estratégica Participativa con Escenarios
Triaxiales” para contribuir en esa dirección. Se innova al combinar tres
paz completa y desarrollo territorial sustentable 377

métodos: el de “escenarios futuros posibles”, modificado de dos ejes a tres


ejes, para reflejar la complejidad mundial y nacional; (Paz en Colombia, In-
certidumbre Internacional y Cambio Climático); el de consultas masivas de
expertos, estilo “Delphi” al construir listados de retos y problemas bajo dos
escenarios más críticos y masificar su consulta mediante internet; y el de la
síntesis interpretativa de los resultados en gráficas que permiten escoger las
coincidencias de los dos escenarios, de fácil lectura y conclusiones robustas.
El método se ha usado en dos ocasiones, con resultados interesantes;
a saber: La Encuesta Nacional de Ciencia y Tecnología, que fue enviada a
alrededor de 24 mil personas y recibió casi 6 mil respuestas; y la Encuesta
Nacional a Profesionales de la Administración Pública, que se envió a
alrededor de 8 mil personas en todo el país y recibió alrededor de mil
600 respuestas; ambas superiores al 20% de respuesta que es muy alto
para este tipo de ejercicios. Se presentan los resultados de la consulta a
los egresados de administración pública.
La Figura 5 presenta la construcción de los tres ejes, lo cual resulta
en 8 escenarios futuros posibles (un “cubo”), pero se escogieron por agi-
lidad y brevedad dos escenarios antagónicos: Escenario “Reactivo”, que
reúne las tres condiciones negativas: el proceso de paz es complicado; alta
complejidad e incertidumbre internacional y efectos fuertes del cambio
climático y de la degradación ambiental. Escenario “proactivo”, que
reúne tres condiciones positivas: el proceso de paz resulta ágilmente; el
panorama internacional no es altamente complejo ni incierto; y los efec-
tos del cambio climático y degradación ambiental no son significativos.

Figura 5
Escenarios Futuros Posibles Triaxiales

Fuente: Elaboración propia.


378 geografías al servicio de los procesos de paz

Se solicitó a los encuestados en cada departamento que escogieran


los tres temas que consideraban más pertinentes para cada uno de estos
escenarios, a partir de la lista de los identificados a nivel nacional o
internacional, para enfrentar el escenario “reactivo” y lograr contra-
rrestarlo o para impulsar el desarrollo del departamento en el escenario
“proactivo”. En el caso de los profesionales de Administración pública,
que respondieron aproximadamente 1600 de 9000 encuestas enviadas,
los resultados del ejercicio conducido por Fonseca, Castellanos y
Castillo (2016 b) para los profesionales en Administración Pública, se
resumen en la Figura 6.

Figura 6
Escenarios futuros posibles Administración Pública

Fuente: (Fonseca, Castellanos , & Castillo, 2014).

La encuesta reveló una proporción muy alta de administradores


públicos que no tiene familiaridad y experiencia en procesos de pla-
neación participativa, investigación-acción participativa, resolución de
conflictos, lo cual es muy pertinente en la etapa del post acuerdo de paz
con las farc en la cual se requiere presencia real y productiva del estado
so pena que otros ocupen su lugar especialmente en las áreas de justicia,
seguridad, recaudación de impuestos, en una forma ágil, transparente y
efectiva, como empieza a suceder.
paz completa y desarrollo territorial sustentable 379

6. Conclusiones

El idts y El pet2, son métodos ágiles y robustos para la toma de deci-


siones de manera representativa, prospectiva y sobre todo diferenciada
regionalmente, en un mundo globalizado, complejo, veloz e incierto en
una época de la “postverdad” en la cual las percepciones, los mitos y los
temores subjetivos obran con más fuerza en la formación de la opinión
colectiva que la información objetiva y científica. La actualización y
ajustes permanentes de estos dos instrumentos contribuyen a una mejor
toma de decisiones.
Los resultados del ejercicio del idts para Colombia, revelan por
lo menos cinco conclusiones:

– Estamos “creciendo” a costa de la naturaleza, de destruir nuestros


ecosistemas, perdiendo la oportunidad de usarlos bien.
– Igualmente, el “crecimiento” actual está asociado también con
el aumento del riesgo para la población, especialmente la más
pobre, como lo comprueban los últimos desastres “humanos” de
Manizales y Mocoa, en los cuales la localización de las viviendas
en zonas de alto riesgo, que además se han incrementado por la
realidad del cambio climático, fue el factor detonante.
– A medida que crecen los municipios en el tamaño de sus cinco
riquezas, sus valores se alejan entre sí, desbalanceándose, lo
cual conduce a mayor insustentabilidad, pues resulta en mayor
inequidad explícita y tácita y en mayor afectación de la riqueza
natural/ambiental.
– El valor de cada riqueza es demasiado diferente con el de las
demás riquezas; mientras que la Riqueza Humana tiene un valor
relativamente alto, la riqueza pública e institucional es demasiado
baja, así como la intelectual y la Natural/ambiental; la riqueza
privada es de mayor magnitud promedio.
– Las riquezas Natural/Ambiental e Intelectual aportan de manera
marginal a la varianza en el eje X, en el cual la proyección de las
otras tres riquezas es mayoritario; sin embargo, en el eje Y, las
dos hacen un aporte muy significativo; una posible explicación
es que ambas constituyen otra visión del desarrollo, que es más
multidimensional y balanceada.
– Sin embargo, paradójicamente, ambas riquezas en mención
se encuentran en dirección totalmente opuesta, lo cual puede
indicar que la investigación y el conocimiento que estamos
380 geografías al servicio de los procesos de paz

generando en el país no aprecia o incluye de manera adecuada


la riqueza natural y ambiental. La paz con la naturaleza es un
factor indispensable en la Paz Completa y Territorial.

Las variables pueden cambiar de valor relativo e incluso pueden


desaparecer a medida que el país, las regiones y los municipios evolucio-
nen, como se esperaría que fuera el resultado de la firma de los acuerdos
de paz, en variables asociadas a temas como desplazamiento forzado y
presencia de grupos armados ilegales.
Estamos viviendo una etapa de “post-acuerdo” muy compleja y
controversial, como lo demuestran los asesinatos de líderes sociales y
reclamantes de sus tierras y la expansión dramática de la extensión de los
cultivos ilícitos de coca19: Si bien es previsible el aumento de delincuencia
común y otras expresiones ilegales en el corto plazo, se debería esperar su
control en el mediano plazo en el marco de una gran ganancia colectiva
que es la de “vivir en paz”. Hay imponderables a tener en cuenta como
la situación venezolana, que influye e influirá mucho en el futuro de las
regiones limítrofes y en el interior de Colombia.
El acuerdo de Paz entre las farc-ep y el Estado Colombiano es
un paso muy importante, pero debemos proseguir la batalla contra la
inequidad, la exclusión, el daño ambiental y contra la naturaleza, la
discriminación y la corrupción, así como lograr la paz con el eln y el
control total del paramilitarismo, sobre lo cual el congreso colombiano
acaba de incluir en la Constitución su prohibición expresa; hay mucha
tarea pendiente para lograr la Paz Completa y Territorial.

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1996 The Web of Life A new scientific understanding of Living Systems.
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19 Se estima que ascendieron de 88 mil hectáreas a 188 mil hectáreas en tres


años; las cifras son controversiales, pero los órdenes de magnitud coinciden
en todas las apreciaciones.
paz completa y desarrollo territorial sustentable 381

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Educación para la paz en la escuela.
Aportes de la educación geográfica
y la cartografía social1
Alejandro Pimienta Betancur2
Raquel Pulgarín Silva3

Introducción

La intencionalidad de educar para la paz a los niños y niñas en las escuelas


no es una novedad ni una propuesta reciente en el panorama pedagógico
colombiano. Históricamente tiene varias líneas de desarrollo temático,
que van desde el lugar que tuvo en los tradicionales idearios cristianos que
la significaron desde la educación moral y religiosa, hasta las perspectivas
de la corrientes de la pedagogía crítica que llegaron a la escuela en los
años setenta del siglo xx, que la expresaron desde la educación política
ofrecida desde la denominada cátedra: Educación para la democracia.
Con referencia a la actual Constitución Política (1991), la cual señala
en el artículo 22 que “La Paz será un derecho y un deber de obligatorio
cumplimiento” y en su artículo 67, indica que “La educación formará al
colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la demo-
cracia”; asimismo la Ley General de Educación (Ley 115 de 1994) en su
artículo 5, establece que uno de los fines de la educación es “la formación

1 Este texto hace parte de las reflexiones del Laboratorio de Territorio,


Ciudadanía y Paz (LabtcPaz)- Medellín-Colombia
2 Profesor del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antio-
quia. Miembro del Grupo de Estudios del Territorio.
3 Profesora Emérita de la Universidad de Antioquia. Miembro del Grupo de
investigación Didáctica de la Educación Superior - dides-. Línea Didáctica
de la Geografía.

[385]
386 geografías al servicio de los procesos de paz

en el respecto a la vida y a los demás derechos humanos, a la paz, a los


principios democráticos, de convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y
equidad, así como en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad”. Es decir,
en Colombia se han establecido diversas normas y políticas educativas que
coinciden en buscar, desde diversas perspectivas, la educación para la paz.
Las políticas que abordan este propósito de manera más explícita
son las denominadas competencias ciudadanas, cuyos lineamientos esta-
blecidos por el Ministerio de Educación Nacional (2004) establecieron
a la “Convivencia y paz” como uno de los tres grupos de competencias
a lograr y, paralelamente se han desarrollado numerosas iniciativas de
educación para la paz en el marco de las orientaciones de la Cátedra de
la Paz de la unesco. Dentro de las áreas de enseñanza estipuladas en el
currículo colombiano, el área de ciencias sociales, también ha abordado
múltiples proyectos de educación para la paz.
Lo anterior muestra que la intencionalidad de la educación para la
paz no se inauguró con la promulgación de la Cátedra de la Paz (Ley 1732
de 2015 y el decreto 1038 de 2015) por parte del Gobierno Nacional,
pero infortunadamente para la educación colombiana, esta nueva política
no se basó en el reconocimiento de la experiencia acumulada por parte
de diversos actores educativos y en lugar de aportar a resolver diversas
dificultades y carencias que ha tenido el desarrollo de esa intencionali-
dad en las escuelas, es una ley totalmente descontextualizada del saber
pedagógico disponible en la materia y de la realidad territorial y política
de las escuelas colombianas.
El proceder del sector político y del gobierno nacional en la pro-
mulgación de la Cátedra de la Paz significó que se perdió una gran
oportunidad de abrir un debate nacional para reorientar la política
pública educativa de competencias ciudadanas, área que ha fracasado en
su intencionalidad educativa y que no tiene la capacidad de asumir los
retos de la formación ciudadana escolar y de la educación para la paz.
El Ministerio de Educación Nacional –men– no tuvo ningún liderazgo
para discutir las orientaciones y contenidos de la Cátedra de Paz y, sólo
después de promulgada, ha impuesto lineamientos y pautas para su im-
plementación en las instituciones educativas.
Lo anterior configura una situación problema a la educación para
la paz en Colombia, porque el sector educativo no ha contado con las
herramientas conceptuales y didácticas para significar la educación
para la paz desde las experiencias exitosas y las lecciones aprendidas en
los diferentes territorios; y en especial, no ha logrado contextualizar la
normativa del men, respecto a la inclusión del enfoque de competencias­
educación para la paz en la escuela 387

ciudadanas. Las cuales se han convertido en un documento más para


los docentes en el país, un requerimiento que le atribuyen al área de
las ciencias sociales escolares, desconociendo que dicha formación es
un compromiso a lograr desde la escuela pero en consenso y con la
participación no solo de las diferentes áreas del currículo sino de las
comunidades y la sociedad en general.
Pero, más allá de las aparentes buenas intenciones que tengan distin-
tos actores al referirse a la “educación para la paz” como la mejor forma
de preparar a la infancia y juventud para vivir el posconflicto, lo cierto es
que esta coyuntura ha vuelto a demostrar el profundo desconocimiento
y descontextualización territorial e histórica que tienen los políticos, los
medios masivos de comunicación y la sociedad en general de la escuela
como institución de la sociedad y especialmente de las posibilidades y
limitaciones que tienen los procesos pedagógicos para lograr los fines
que se están proponiendo bajo este significante. Concomitantemente,
demuestra una vez más que no hay quien defienda en el nivel nacional a
la escuela, es decir, no hay actores que desde el saber pedagógico hagan la
interlocución con esos actores políticos para que entiendan que la escuela
no puede ser un receptor pasivo de toda clase de intereses sociopolíticos
que entran a la escuela como leyes, normas y proyectos que muchas veces
entorpecen y dificultan los procesos pedagógicos.
Buscando una alternativa pedagógica que tenga en cuenta las reali-
dades territoriales de las escuelas, a continuación se proponen los aportes
que la educación geográfica, en el marco del área de ciencias sociales,
le hace a la educación para la paz, en específico desde la perspectiva
didáctica de la cartografía social.

1. Los retos de la educación para la paz en Colombia:


un enfoque territorial y de formación ciudadana

Los diálogos de paz que sostuvieron entre 2013 y 2016 el gobierno y


las farc-ep (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército
del Pueblo) y su culminación con la firma de los acuerdos para una paz
estable y duradera (2016), configuraron la coyuntura propicia para
que el significante “educación para la paz” esté en primer plano en el
discurso de actores tan importantes como el de los políticos de carrera
y en los medios masivos de comunicación, incluso se ha posicionado
en la opinión pública como una de las necesidades más importantes
para el país.
388 geografías al servicio de los procesos de paz

Es tal el consenso de la importancia de la “educación para la paz”


que no hay política o proyecto relacionado con la construcción del pos-
conflicto en cualquier escala territorial que no lo incluya de algún modo,
tanto para impactar directamente la escuela o para incidir en población
no escolar mediante procesos de educación no formal, de comunicación
y todo tipo de procesos de participación ciudadana. Ahora bien, dicho
consenso es sólo una apariencia porque cada actor social tiene su propio
significado de la educación para la paz y la forma de implementarlo,
es decir, la educación para la paz como significante es vacío y flotante
porque ante tal exceso de significaciones ha perdido su articulación con
el discurso pedagógico y en la actualidad obtiene su significación en
gramáticas políticas disímiles y contradictorias, que lo asimilan a asuntos
abstractos que van desde la preparación para el empleo, pasando por el
tema de la ciudadanía global hasta el cuidado del ambiente, muchas veces
sin incluir las cuestiones territoriales y del conflicto.
Lo anterior tiene una expresión concreta en la educación básica
y media en Colombia, tal como se muestra a continuación con la Cá-
tedra de la Paz, propuesta que le da continuidad al fracasado enfoque
de competencias ciudadanas que ha tenido el –men–, el cual no ha
mostrado impactos más allá de algunas experiencias localizadas y mos-
tradas por los mismos promotores del enfoque. Es decir, en la política
curricular que emite el men la educación para la paz se articula, bajo
el nombre de Cátedra de la Paz con las competencias ciudadanas, con
lo cual la educación para la paz es desprovista del sustento pedagógico
que le otorgan campos como el de la formación ciudadana y la edu-
cación geográfica, el cual implica entender que el estudiante, incluso
desde la primera infancia, es un sujeto político que se va constituyendo
territorialmente, es decir, en unas coordenadas espaciales e históricas
particulares.
Retos territoriales para la educación para la paz:

– El escenario de postacuerdo entre las farc y el Gobierno na-


cional, en el que se encuentra el país actualmente, impone retos
a las comunidades en sus diferentes estamentos para recuperar y
proteger los territorios, con miras a construir una paz que desde
lo local sea incluyente, estable y que se consolide en el tiempo.
– El conflicto armado presente durante décadas en el territorio co-
lombiano en general, con fuertes expresiones en el departamento
de Antioquia, ha generado diversas formas de victimización de
las comunidades donde este se ha presentado, dando lugar a una
educación para la paz en la escuela 389

cartografía de lugares prohibidos o vetados para los ciudadanos


en general, que han limitado la movilidad y la apropiación del
territorio.
– En muchos de los municipios de Antioquia el desplazamiento
forzado ha traído como consecuencia el abandono de la tierra
por campos minados o por la expropiación por parte de los
grupos armados imponiendo dinámicas de vida que han roto
o transformado la relación con el territorio sobre todo en los
contextos rurales.
– La guerra ha afectado a los diferentes grupos sociales y ha tenido
un especial efecto devastador en los jóvenes, pues cuando no los
ha extraído de sus realidades para ser reclutados, les ha arrebatado
la tranquilidad de relacionarse armónicamente con su entorno
y construir sueños y alternativas de futuro consecuentes con su
territorio y comunidad.
– La guerra ha afectado dinámicas familiares y sociales lo que
ha repercutido en las perspectivas de educación de los jóvenes,
así como en las prácticas y relaciones lúdicas y creativas con el
territorio que habitan.

2. La educación para la paz desde la educación geográfica

Geógrafos y estudiosos como Herrero (1995), López de Souza (2000),


Pulgarín (2006), Santos (2000), Haberger y Mancila (2006), Gurevich
(2005), coinciden en afirmar que independientemente de la visión que se
tenga de la geografía, sea ésta: ambientalista, regionalista, cuantitativa,
radical, humanista entre otras, todas estas tendencias tienen en común
que abordan el espacio en alguna de sus acepciones: territorio, lugar,
paisaje, entorno, ciudad, territorio, geosistema, entre otros. Por tanto,
así suene tautológico, el espacio es el objeto de estudio por excelencia
de la geografía y, su problematización ha de ser permanente. Nunca es
lo dado, sino el problema mismo.
De manera complementaria, la ciudadanía es esencialmente una
praxis política, es decir, una acción con intención y no sólo una conducta
o una habilidad, por tanto, es dependiente del espacio en el que se de-
sarrolla, y sus procesos de enseñanza y formación deben ser contextua-
lizados y dirigidos a problemas concretos, tal como lo plantean diversos
investigadores de la formación ciudadana, que ven una continuidad e
integralidad entre este campo y la educación geográfica.
390 geografías al servicio de los procesos de paz

Eso da pie a que el espacio y el sujeto en el marco de sus relaciones


e interdependencias, deban ser estudiados, debatidos y reflexionados en
la geografía escolar, sobre todo cuando la intencionalidad es la educación
para la paz. Es justo en esa perspectiva que buscamos entender la relación
espacio y sujeto, y que sea esta la que posibilite mediaciones didácticas
diversas que promuevan el conocimiento de los territorios reales. Esos
espacios habitados, lugares creados, dotados de afectos y sentimientos por
los sujetos (Tuan, 2007). El lugar entendido como una realidad concreta
donde se expresa la experiencia del sujeto.
Educar geográficamente es posibilitar a los estudiantes la compren-
sión de los espacios vividos, territorios que en el marco de la democracia
como sistema político, han de ser leídos y comprendidos para así poder
transformarlos. En este sentido, Gutiérrez & Pulgarín (2009), y Gutié-
rrez, A. (2010), señalan que para alcanzar mejores niveles de calidad de
vida y de bienestar general, se requieren ciudadanos capaces de vivir su
ciudadanía. Lo cual significa ir más allá de una formación de ciudadanos
cívicos, republicanos, comunitaristas o mestizos, amantes de su patria,
cumplidores de sus deberes y en ejercicio de sus derechos, se precisa de
ciudadanos democráticos, activos, sociales, políticos, críticos y partici-
pativos, dispuestos a subvertir el orden, con capacidad para transformar
la realidad cotidiana y, arraigados fluidamente.
Una educación geográfica entendida como un proceso a impulsar en
el marco de la enseñanza de la geografía y las ciencias sociales donde la
fundamentación conceptual de lo que se enseña y la problematización de
los contenidos escolares, sean características básicas del proceso docente.
En ese sentido, estamos hablando de una educación geográfica
que aborde problemas socioespaciales desde la experiencia del sujeto,
es decir, desde la experiencia espacial. Coincidimos con Pulgarín (2011)
cuando señala la necesidad de abordar una educación contextualizada,
una enseñanza basada en problemas, y con muchos otros autores que
refieren en el mismo sentido: problemas auténticos (Díaz Barriga, 2003),
problemas socio-científicos (Hodson, 1993); problemas sociales relevan-
tes (Pagés & Santisteban 2011), cuestiones socialmente vivas (Legardez,
A. & Simonneaux, l. 2006), problemáticas ambientales (Leef 1998) y
el estudio de problemas del entorno con (Debesse Arviset 1972). Una
enseñanza donde los estudiantes se pregunten sobre lo que sucede en su
territorio, haciendo que la pregunta se convierta en la herramienta para
significar los contextos escolares, teniendo como punto de partida las
explicaciones o significados de los sujetos que aprenden, concepciones
que se verán fortalecidas con la búsqueda y el conocimiento informado
educación para la paz en la escuela 391

obtenido mediante secuencias didácticas y rutas de aprendizaje que


conjugan diversidad de métodos y recursos didácticos.
En el documento “Caja de Herramientas en Educación para la Paz”,
publicado por la Unesco (2013), se encuentran materiales lúdico - educa-
tivos que propician la reflexión introspectiva, el mejor conocimiento del
otro y del entorno, el estudio colaborativo, la participación de distintos
agentes de la comunidad en apoyo a los maestros, el uso de las lenguas
maternas y la identificación de recursos, saberes, talentos y habilidades
en las comunidades locales, es decir recursos desde los cuales se puede
abordar distintas nociones que permiten incentivar una cultura de la
paz; entre las que se sugieren la autoestima, la otredad, el pensamiento
crítico y creativo, la intercultura, las lenguas, el juego, la inclusión y el
desarrollo humano en el contexto escolar.

Estudiar del territorio y educar para la paz

Asumir los estudios del territorio en clave de la educación geográfica hace


posible incentivar el pensamiento crítico en los estudiantes, al posibilitar
el encuentro de lo que ellos piensan y conocen sobre su realidad, con las
explicaciones procedentes de sus compañeros y de los diferentes medios
de información, así como desde los contenidos escolares ofrecidos en el
aula. Es por ello que el pensamiento crítico se convierta en una oportu-
nidad a considerar en la tarea de resignificar los espacios que habitamos.
Al estudiar el territorio, los estudiantes hacen un análisis detallado de los
lugares que habitan, desde la información obtenida a través de diversos
medios y donde involucran tanto sus emociones como sus principios,
herencias culturales, necesidades y anhelos.
Estudiar los territorios desde el aula con la intencionalidad de
conocerlos y transformarlos para el bien de las comunidades, es una
oportunidad de promover la paz. Claro que dados los problemas sociales
relevantes que caracterizan los territorios hoy, como la inequidad social, la
violencia (política, social, de género), el desempleo, la pobreza, el hambre
de buena parte de la población mundial, entre otros flagelos, requiere
mucho más que una educación consciente. Demanda de transformaciones
políticas en los gobiernos de nuestros países.
La paz según la Unesco (2013:19-25), no es solo es un estado en el
que no hay guerra, es mucho más que eso. Es un estado (social, econó-
mico, ecológico, jurídico, político y cultural) sin violencia, en donde hay
seguridad, bienestar y oportunidades de desarrollo para todos. En donde
los conflictos se resuelven a través del diálogo y el debate respetuoso e
392 geografías al servicio de los procesos de paz

incluyente, con reconocimiento de las diferencias y en busca de puntos


comunes que permitan el entendimiento y la cooperación mutua para la
realización de proyectos compartibles. Concepto que reafirma la estrecha
relación del estudio del territorio y la formación ciudadana, donde se
propende por el respeto de los derechos humanos y donde la paz es una
aspiración que abre horizontes e invita a actuar de manera incluyente,
informada, consensuada y concreta.
Los estudios del territorio en clave de favorecer una cultura de la
paz, entendida esta, desde el conocimiento y la promoción de princi-
pios relacionados con los derechos humanos: vida, igualdad, inclusión,
fraternidad, libertad, diversidad, pluralismo, creatividad, cooperación o
solidaridad, entre otros; buscan aprendizajes que se materialicen a través
de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida que
buscan la no violencia y que estén encaminados al diálogo y al debate,
como herramientas fundamentales para la inclusión, la solución acordada
de conflictos y la construcción de proyectos colaborativos consensuados.
La propuesta de los estudios del territorio, en el marco de la educa-
ción para la paz, busca volver a prácticas pedagógicas como las salidas de
campo, los itinerarios urbanos o las excursiones escolares, en el contexto
de la enseñanza de la geografía y las demás áreas curriculares. Con ello,
no solo se logrará contextualizar la enseñanza mediante el reconocimiento
del contexto escolar sino promocionar el conocimiento consciente de la
realidad del estudiante.
En este sentido, estudiosos de la didáctica de las ciencias sociales,
coinciden en que la enseñanza de la geografía ha de promover una lectura
comprensiva de conflictos de la sociedad actual, mediante el abordaje de
cuestiones muy cercanas y que afectan los territorios de los que podemos
sentirnos solidarios, como una forma de abordar al espacio desde la ex-
periencia espacial del sujeto. Nosotros insistimos, además, que se debe
involucrar la experiencia del sujeto y provocar el diálogo interdisciplinario
para explicar el mundo real como un todo.
Para el caso implica entender que sí bien los temas referentes al
conflicto armado interno y los retos del posconflicto son transversales
a diferentes áreas, hay una necesidad sentida de abordarlo desde la
enseñanza de la geografía, haciendo realidad aquello que Souto (1998)
afirma: la labor como educadores no se limita únicamente a transmitir
toda una serie de conocimientos geográficos, sino sobre todo en educar
“geográficamente” a nuestros alumnos.
Educación geográfica que implica ir más allá de la verbalización de
lugares representativos de territorio, es llevar al estudiante a sentirse parte
educación para la paz en la escuela 393

del espacio que habita, a identificarse como miembro y protagonista de la


vida en su comunidad. Donde la paz sea una meta a alcanzar en nuestro
territorio, asunto por demás complejo que requiere pensar en nuevos
procesos y formas de asumir la enseñanza y el aprendizaje de lo social.
En este sentido, los estudios del territorio en clave de incentivar una
cultura de la paz, demandan de un conocimiento geográfico informado
de los lugares que vivimos, de habilidades en la lectura de los espacios y
del procesamiento de la información, así como de diferentes medios y
formas didácticas para asumir los contenidos escolares, donde se com-
binen diversas representaciones del espacio geográfico.

3. La cartografía social como posibilidad pedagógica


y didáctica

La educación para la paz en Colombia requiere de un enfoque territorial


que permita formar al sujeto político que tenga la capacidad de vivir y
dinamizar localmente la transición del posconflicto, es decir, el reto
es posicionar en las escuelas una educación para la paz que sirva para
fortalecer lo político, y eso sólo se logra articulando espacio y sujeto.
En la enseñanza de la geografía es una tradición el uso de los mapas o
cartogramas como recurso para estudiar los territorios. Uso que le apuesta
al reconocimiento de la localización de objetos y hechos geográficos así
como a la distribución de estos en un área o región geográfica, basado en la
racionalidad técnica, es decir, hay una larga tradición que une la enseñanza
de la geografía con la racionalidad de cartografía geográfica. Los retos
mencionados de la educación para la paz nos ponen también en el reto de ir
más allá de la cartografía geográfica tradicional y explorar las posibilidades
otras cartografías en las que el sujeto, en sus territorios, es el protagonis-
ta. Estamos hablando de una cartografía y de una geografía escolar que
encuentra su sentido político y pedagógico en los estudios del territorio.
Emergen así las posibilidades de la cartografía social, la cual es una
mediación para abordar y reconocer la experiencia espacial del sujeto,
individual y colectivo, a partir de lo cual es posible formar en ciudadanía
desde los saberes apreciados territorialmente, incluyendo los saberes
necesarios para construir la paz. En ese sentido, la cartografía social se
configura en un puente entre la educación geográfica y la formación
ciudadana que tiene como resultado la educación para la paz.
La cartografía social se ha configurado en los últimos años como
una técnica de la investigación social cualitativa, que se suma al abanico
394 geografías al servicio de los procesos de paz

de posibilidades de técnicas interactivas que buscan entender el modo


de vida del otro, en este caso permite abordar cómo siente, ve, piensa y
vive el otro las cuestiones territoriales. Se caracteriza por usar la repre-
sentación territorial de los habitantes de un territorio plasmándolo en
alguna materialidad, generalmente en papel, aunque pueden ser en tela,
plástico, en medios digitales, etc.
En nuestra perspectiva, la cartografía social es más que una técnica
o herramienta para interactuar con el otro, y la entendemos como un
posicionamiento onto-epistemológico y metodológico a partir de cual se
puede co-generar conocimiento sobre el territorio, que recupera ciertos
elementos de la etnografía y de la investigación acción participación.
En esa línea, plantean Tello y Gorostiaga (2009) que la cartografía
social es considerada como un enfoque metodológico basado en el análisis
textual, que busca la representación de fenómenos sociales a través de
mapas que reinscriben y estructuran una multiplicidad de perspectivas
o formas de ver estos fenómenos, dándose su mayor desarrollo dentro
del campo de la educación comparada a partir de los trabajos que llevó a
cabo el académico norteamericano Rolland Paulston en la Universidad
de Pittsburgh desde principios de la década de 1990.
Por su parte, Ferreira (2013), entiende que la cartografía social
es una propuesta conceptual y metodológica que permite construir
un conocimiento integral de un territorio, utilizando instrumentos
técnicos y vivenciales en la elaboración colectiva de mapas. Tal como
señalan Barragán D. y Amador, J. (2014) la cartografía social tiene sus
orígenes en la investigación acción participativa (iap) y en perspectivas
críticas de las ciencias sociales y la educación, lo cual suscribimos, por
tanto podría decirse que en una dimensión pedagógica la cartografía
social está cercana a la pedagogía crítica y en el plano disciplinario a
la geografía crítica.
Coincidimos con estos autores cuando señalan que su implementa-
ción varía atendiendo a las características de los grupos, a los objetos de
estudio y a los alcances sociales y políticos definidos por los colectivos.
Conceptúan además que en el campo de la educación, se puede hablar
de cartografía social-pedagógica, la cual se vale de instrumentos viven-
ciales y técnicos para que los participantes construyan criterios que les
permita relacionar necesidades, experiencias y proyecciones a futuro,
alrededor de problemas específicos, los agentes implicados y el territorio,
convirtiéndose en un medio alternativo para construir conocimiento
contextualizado y situado; es una herramienta de planificación y transfor-
mación social. Sus fuentes se encuentran en los procesos de constitución
educación para la paz en la escuela 395

social-colectiva de los agentes y en sus entornos geográfico-ambientales,


políticos, culturales y económicos.
En el ámbito de la investigación acción, a través de la cartografía
social se elaboran mapas del pasado, presente y futuro, vitales para un
desarrollo participativo. La cartografía social, además de permitir cono-
cer una realidad con participación comunitaria, reafirma la pertenencia
a un territorio y despierta un interés por la solución de sus problemas.
Lo que hace que un mapa sea un mapa es su cualidad de representar
una situación local; tal vez deberíamos llamarlo imagen de situación o
sustituto situacional, cuya función principal de esa imagen es transmitir
información situacional.
Esta es una herramienta que sirve para construir conocimiento
de manera colectiva. La construcción de este conocimiento se logra a
través de la elaboración colectiva de mapas, el cual desata procesos de
comunicación entre los participantes y pone en evidencia diferentes tipos
de saberes que se mezclan para poder llegar a una imagen colectiva del
territorio. Y justo esto es lo que se recupera en la perspectiva didáctica,
tanto la acción como el resultado, para que tal como lo señala Pimienta
(2016): la cartografía social sea una práctica que requiere de la acción de
producir mapeamientos y a la vez, se transformen sujetos.
Este legado proveniente de las ciencias sociales críticas puede recu-
perarse para visualizar la posibilidad de convertir la cartografía social en
una estrategia para la enseñanza renovada de la geografía, la cual permite,
una mayor apropiación, conocimiento y resignificación del territorio
y sus problemas socioambientales para quienes lo habitan como parte
integral, además, de su formación ciudadana.
En el mismo sentido, Mora y Jaramillo (2004), definen la cartografía
social como el método para promover y facilitar los procesos de planea-
ción participativa y de gestión social de las comunidades en el proceso de
ordenamiento y desarrollo de sus territorios. La cartografía social, según
Mora, se considera como una forma de trabajo dinámica y agradable, que
permite la toma de conciencia respecto al espacio que es habitado por las
comunidades. En el mismo sentido, Habegger y Silva (2006) entienden
que la cartografía social es una integración, sin discontinuidades, de lo
que se suele plantear separadamente como investigación, educación y
acción con miras a la transformación social. La concebimos como un
proceso y no como un plan, una actitud hacia el futuro, reflexionando
sobre oportunidades y retos emergentes, creando redes de agentes de
cambio ante una situación problematizada en un territorio. La carto-
grafía social se podría convertir en catalizador de procesos de cambio,
396 geografías al servicio de los procesos de paz

podría empoderar individuos, fortalecer comunidades y liberar voces


previamente no escuchadas. Resulta un reto pasar de mapas descriptivos
analíticos a mapas propositivos de intervención que encaminen estrategias
colectivas de transformación social.
Desde el Instituto de Estudios Urbano Regionales iner, de la
Universidad de Antioquia, se ha considerado que la cartografía social es
una forma para la producción de conocimiento dialógico. Su fundamen-
to es la apertura a formas de conocer y experimentar el territorio, que
antecede los procedimientos lógicos de la representación cartográfica
convencional, mientras que su horizonte es la creación de espacios de
encuentro y mediación de significados en los que los sujetos involucrados
en los procesos de construcción de conocimiento comparten, aportan,
enseñan y aprenden. Dibujar andando y andar dibujando (Montoya,
García y Ospina 2010), bien podrían ser las premisas de esta forma de
producir representaciones sobre los territorios. La experiencia ha mos-
trado que mediante la cartografía social se apunta al fortalecimiento de
los procesos comunitarios, creando colectivamente conocimiento que
aspira a trascender los espacios académicos para anclarse en los procesos
organizativos locales. La metodología propuesta está permanentemente
abierta a la experimentación, por lo cual integra recorridos territoriales,
fotografía, audiovisuales colaborativos, dibujos, historias de vida y uso de
instrumentos geográficos. La tarea es llevar esto a la escuela.
Tal como señalan Montoya, García y Ospina (2010) “Cómo ocurrió
en el campo textual/etnográfico, la cartografía convencional se ha con-
frontado con el hecho de que aquellos “otros”, a los que se relegó antes
su saber espacial, no están dispuestos a que se les continúe representando
impunemente. El reclamo de “cartografías sociales”, construidas desde un
ejercicio de descentramiento epistémico/político que haga socialmente
pertinente el saber geográfico es una manifestación palpable de la agenda
de movilización social contemporánea. Por una parte, el ímpetu renovador
al interior de la propia cartografía occidental ha hecho que los métodos
cualitativos desestabilicen la primacía de la lógica objetiva fundamentada
en la precisión técnica y, como contrapartida, los esfuerzos ingentes de
gestación de una cartografía sustentada en el saber local, geo-culturalmente,
situada, manifiestan el protagonismo de los movimientos poscoloniales en el
contexto contemporáneo. De otro lado, cada vez son más las presencias de
metodologías de trabajo conjuntas, que reconocen que en la memoria social
se alberga un conocimiento esencial para el entendimiento del espacio”.
Nuestra perspectiva recupera todos estos planteamientos desa-
rrollados en el marco de la investigación social crítica y territorial, y
educación para la paz en la escuela 397

lo pone al servicio de la pedagogía y la didáctica, en particular para la


enseñanza de la geografía y la educación para la paz. Entendemos que
los sujetos políticos tenemos la capacidad de compartir un saber y así
aportar en los procesos de construcción social de conocimiento en torno
a las realidades territoriales
La cartografía social como estrategia didáctica implica que el docente
se pregunte ¿qué es lo que pasa con el sujeto cuando mapea? Más preciso
aun, ¿cuándo el estudiante mapea su espacio vivido y percibido, qué
significa y qué se logra? ¿Es posible enseñar geografía desde la acción de
mapear un espacio apropiado, conocido, semantizado por el estudiante?
Esta perspectiva supera a cartografía tradicional, que se ha enfocado
casi exclusivamente al manejo de mapas generales sin ningún tipo de
acercamiento a las características físico-geográficas, políticas, culturales
y ambientales del territorio. Esta perspectiva se aleja de la acción de ela-
borar un mapa “desde arriba” sino que estamos hablando del potencial
que tiene la acción de mapear “desde abajo”, es decir, desde lo que se ve
y se siente caminando el espacio, viviéndolo. O sea, que la pregunta es
qué pasa con el sujeto cuando mapea lo suyo.
Cuando el docente se hace esas preguntas, la cartografía social emer-
ge como posibilidad para interpelar al sujeto por su misma experiencia
espacial, y permite entender que es una práctica educativa en la interesa
tanto la acción de mapear como el resultado, denominado mapeamiento.
En efecto, la cartografía social no es resultadista, pues no se instala en la
razón cartográfica, sino que busca generar aprendizajes, que podríamos
denominar saberes apreciados, es decir, lo mapeamientos que resultan en
los ejercicios de cartografía social a menudo, tienen muy poco que ver con
los mapas, pues en realidad lo que muestran es la relación espacio-sujeto.
Más que mapas, la acción de mapear y los mapeamientos resultantes
de la cartografía social son una suerte de laberintos que se configuran
como encrucijadas para el sujeto, o por lo menos a eso se aspira. Logra
su cometido al interpelar al sujeto y arrojarlo a su experiencia espacial,
ese el fin de la cartografía social.
Este concepto de interpelación es tomado Althusser y re-creado
aquí para referir la operación o función mediante la cual los individuos
se reconocen, se constituyen y se articulan con la experiencia espacial,
que es constituida por el ser, saber y estar en el espacio. La interpelación
es lo que permite, en términos formativos, que haya una comprensión e
identificación crítica con el espacio.
La cartografía social posibilita que el docente que enseña geo-
grafía no se restrinja a una acción cada vez más particular sino que lo
398 geografías al servicio de los procesos de paz

redimensiona­a pensar el qué y el para qué enseña, es decir, la totalidad.


Este posicionamiento requiere de un docente que se rehúse a aplicar
y transmitir, y se aventure a entender la realidad social desde una
perspectiva socioespacial, es decir, a entender que las manifestaciones
sociales y naturales que rodean al estudiante para el caso asociadas con
riesgos, pueden ser entendidas desde coordenadas espacio temporales,
de manera que se pueda comprender mejor las causas y consecuencias
de una manera integral, no sólo desde los conceptos, y sobre todo desde
la experiencia del sujeto.
La cartografía social nos permite abordar los problemas socioespa-
ciales, es decir, fenómenos relevantes y significativos para las personas
que lo viven y sienten desde la experiencia espacial y se abordan de
manera compleja como problemas socioespaciales, evitando abordarlo
desde meros conceptos.

4. A modo de cierre: estudiar el territorio desde el aula,


una forma de educar para la paz

En la búsqueda de renovar la enseñanza de la geografía y las ciencias


sociales en la escuela, donde se aporte y haga realidad la construcción
de una educación para la paz en nuestro país, en el momento del pos-
tacuerdo, la educación geográfica emerge como posibilidad de formar
en el conocimiento de los espacios habitados, mediante el abordaje de
problemas sociales relevantes o cuestiones socialmente vivas presentes
en los territorios.
Una educación geográfica que implique hacer comprensible desde
el uso del lenguaje de la geografía y de las ciencias sociales, la descrip-
ción razonada de los lugares. Donde se combinen estrategias y medios
didácticos como la cartografía social, donde más que mapas, la acción
de mapear y los mapeamientos resultantes, sean una suerte de laberintos
que se configuran como encrucijadas para el sujeto, o por lo menos a eso
se aspira. Lograr interpelar al sujeto y arrojarlo a su experiencia espacial.
El texto es una invitación a estudiar los territorios desde el proceso
de enseñanza de la geografía en la perspectiva de fortalecer una cultura
de la paz en la escuela, oportunidad para que los estudiantes construyan
conocimiento de sus contextos escolares con conciencia de su subjetividad
y con la aspiración de lograr que la escuela tenga una mayor apertura
hacia el conocimiento de los territorios, que hagan consciencia de la
pluralidad de sus gentes, de la existencia del otro y de lo otro, mediante
educación para la paz en la escuela 399

la conjugación de saberes y de explicaciones procedentes del lenguaje de


las diferentes ciencias. Así, la geografía escolar en el marco de la educa-
ción para la paz, puede aportar desde la promoción de un conocimiento
situado y desde el encuentro de las diferentes áreas que constituyen el
currículo escolar.

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