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Nos dice el Concilio Vaticano II que la Liturgia es fuente y cumbre de la vida eclesial, y
que ella nos impulsa a nosotros, los fieles, a la renovación de la Alianza del Señor con los
hombres en la Eucaristía. De ella mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se
obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo.
La Eucaristía prefigurada
Sacrificio de Abel
Es evocado por la carta a los Hebreos (11, 4), donde es presentado como modelo de fe,
en virtud de la cual sus sacrificios fueron aceptados por Dios. En otro pasaje dice también
"Jesús, el mediador de de la Nueva Alianza, y a la sangre purificadora, que habla más
elocuentemente que la de Abel" (Heb. 12, 24). Aquí la comparación se establece entre el
sacrificio propio de Cristo en la cruz y el sacrificio, también personal, de Abel.
Sacrificio de Melquisedec
Gen. 14,17-20, encontramos la figura de Melquisedec, del que se dice que salió al
encuentro de Abraham. El hecho es que la carta a los Hebreos, ve en Melquisedec un tipo
de Cristo (Heb 5, 5-7). Melquisedec por no estar vinculado ni a la ley ni a la descendencia
de Aarón, sin principio ni fin, viene a ser un personaje representativo del nuevo y eterno
sacerdocio de Cristo, aunque lo cierto en que no hace mención de un sacrificio ofrecido
por Melquisedec. Los padres han visto en el pan y vino aportados por Melquisedec la
materia de un sacrificio ofrecido por él y, por tanto, una figura profética.
Sacrificio de Abraham
En el NT, el sacrificio de Abrahán se presenta como tipo del sacrificio de Cristo. San Pablo
alude a él cuando dice: "El que no perdonó a su hijo, sino antes bien lo entregó por todos
nosotros..." (Rom 8,32). Más clara todavía es la alusión de Juan: "Porque Dios amó tanto
al mundo, que entregó a su Hijo único..."(Jn 3,16). Se trata de la misma actitud de
Abrahán, que entrega a su propio hijo a la muerte.
Como todos los pueblos nómades, los pastores israelitas, celebraban cada primavera el
sacrificio de un cordero joven, que lo ofrecían a Dios para obtener fecundidad del ganado.
El rito de este sacrificio incluía dos elementos fundamentales: la aspersión de la sangre
sobre los palos de la tienda
y comer el cordero, acompañado de hierbas amargas propias del desierto y panes
ácimos.
Israel, en un momento de la historia vive un acontecimiento que cambiará el curso de la
historia: la intervención milagrosa de Dios en su favor. (Ex. 12, 1-14)
Según en los designios de Dios, ésta intervención salvífica no estaba destinada a ser un
mero hecho puramente histórico para Israel, sino que sería una realidad vivida por todas
las futuras generaciones: “Este será un memorial para ustedes y lo celebrarán como fiesta
en honor de Yahvé de generación en generación”.
Sin embargo el paralelismo con la fiesta nómada quedaba completamente superada,
porque la Pascua Judía arrancaba de la liberación de Egipto. Esto explica que los
elementos cultuales tengan un simbolismo salvífico: la sangre del cordero significaba la
salvación concedida por Yahvé en aquel momento; las hierbas amargas, la amargura de
la esclavitud, los panes ácimos, la salida precipitada, que impidió su fermentación; los
vestidos puestos, la actitud de marcha.
Se dice ofrenda de una cosa sensible, porque el sacrificio pertenece al culto externo de
Dios.
Por ministro legítimo se entiende persona especial legítimamente delegada para ello.
Se dice sólo a Dios, porque el Sacrificio es propiamente un acto de latría, que a El sólo
se dirige.
Se señala destruyéndola o transformándola, porque no solamente se le debe a Dios el
uso de la cosa, sino la sustancia misma de ella.
Con las palabras reconocer y dar testimonio del supremo dominio de Dios, se expresa el
fin del sacrificio, que es confesar que todo viene de Dios y a El se le debe todo, incluso la
vida humana.
Sacrificio: del latín sacrum “sagrado, augusto” facere “hacer”, “hacer sagradas las
cosas”.
Holocausto: del griego hólos “entero” y káio “yo quemo”. Holócaustos (sacrificio) en que
se abraza la víctima por entero.
El Sacrificio de la Misa
En la Nueva Alianza sólo hay un sacrificio, del cual eran figura todos los de la Antigua
Alianza, y él sólo cumple todos los fines de aquellos: es el Sacrificio cruento de Cristo en
la Cruz e incruento en el altar; es decir, el Santo Sacrificio de la Misa.
La Misa, por tanto, es el Sacrificio de la Nueva Alianza, en el cual se ofrece a Jesucristo y
se inmola incruentamente por toda la Iglesia, bajo las especies del pan y del vino, por
ministerio del Sacerdote, para reconocer el supremo dominio de Dios y aplicarnos a
nosotros las satisfacciones y méritos de su Pasión.
Latría: del latín latría “adoración”. Tomado del griego latréia “servicio, culto”.
Propicio: del latín propitius “favorable, benévolo”
Impetrar: del latín impetrare “lograr” “implorar, obtener una gracia”.
Podemos ver que existe un doble movimiento, en donde, el aspecto cultual es de forma
ascendente, el que el hombre se eleva hacia Dios glorificándolo y Santificador es el
aspecto descendente porque por el culto a Dios santifica al hombre.
Cristo es el que da culto al Padre, y nosotros damos culto a Cristo. La presencia de
Nuestro Señor Jesucristo en la liturgia es el que nos comunica la salvación (SC 7), es la
acción de Dios.
Todo el Antiguo Testamento y los sacramentales del Nuevo Testamento, la Iglesia lo llama
ex opere operantis y a los Sacramentos se los denomina ex opere operato.
Ex opere operato indica el modo objetivo de obrar en los sacramentos: infunden la gracia
en el sujeto «en virtud de la acción sacramental cumplida debidamente, en virtud y por
autorización divina.
Ex opere operantis en virtud del ministro o del sujeto agente, en virtud de su acción.
Tiempo Litúrgico
En el Año Litúrgico, se encuentran los diferentes Tiempos Litúrgicos, los cuales nos
muestran el desarrollo de la Historia de la Salvación. La Iglesia celebra por entero el
misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y definitiva venida (Parusía).
Por tanto, el año litúrgico es una realidad salvífica, es decir, recorriéndolo con fe y amor,
Dios sale a nuestro paso ofreciéndonos la salvación a través de su Hijo Jesucristo, único
Mediador entre Dios y los hombres.
¿Por qué la Pascua año a año cambia de fecha? ¿Cómo determinamos el Tiempo
Litúrgico?
La Pascua es una fiesta que varía de año a año en relación con nuestros calendarios,
pues está basada en el calendario Judío que se guía por la luna. El día central para
calcular la Pascua y la cuaresma es el día de la Resurrección del Señor. Para saber la
fecha de la cuaresma y su inicio, el miércoles de ceniza, debemos contar 40 días hacia
atrás desde el domingo anterior al domingo de Resurrección (domingo de ramos o de
palmas). Después del domingo de Resurrección se cuentan 40 días hasta la Ascensión
(aunque la fiesta se celebra el Domingo siguiente); una semana después de la Ascensión
se celebra Pentecostés (aunque bíblicamente ocurre a los 50 días de la Resurrección).
Papa Pontificado
San Pedro 67 Instituyó la oración del “Padre Nuestro”.
San Anacleto 76-88 Prescribió la forma de los hábitos eclesiásticos.
San Clemente 88-97 Empieza a usar en las ceremonias religiosas la palabra
“Amén”.
San Alejandro 105-115 Dispone que la hostia fuera exclusivamente con pan
ácimo.
San Sixto 115-125 Dispone que el corporal del cáliz fuera de lino. Estableció
que se cantase el Trisagio antes de la Misa.
San Telésforo 125-136 Compuso el Himno “Gloria in Excelsis Deo”.
San Pío 140-155 Se le atribuye la fecha de la celebración de la Pascua el
Domingo después del plenilunio de Marzo.
San Aniceto 155-166 Confirmó definitivamente la celebración de la Pascua en
Domingo, según la tradición de San Pedro.
San Ceferino 199-217 Introdujo el uso de la patena.
San Ponciano 230-235 Ordenó el canto de los Salmos y la recitación del
“Confiteor Deo”. Empieza a usar el saludo “Dominus
Vobiscum”.
San Félix 269-274 Comienza a enterrar a los mártires bajo el altar.