la calidad del agua

TE
RRI
TO
RIO
LO S I N F O R M E S D E L I N S T I T U TO I N T E G R AC I Ó N

El Instituto Integración analiza tres ejes principales y cinco temas

sectoriales de la realidad peruana. Los informes recolectan la visión del
ciudadano, el conocimiento de los especialistas y los indicadores que
miden el desarrollo del país, para crear una diagnóstico del Perú que
fomente el cambio social y la mirada a largo plazo.

1. G O B E R N A N Z A P Ú B L I CA

¿Cómo funcionan nuestras instituciones? Con casi tres mil entidades

públicas, el Estado peruano debe garantizar su correcta operatividad y
transparencia en servicio de la calidad de vida de todos los peruanos.

2. DESARROLLO TERRITORIAL

¿Qué hace falta para lograr el desarrollo equitativo? La infraestructura

nacional es la malla fundamental de la producción del país. Es primordial
resolver las brechas en agua, energía, transporte y telecomunicaciones.

3. I D E N T I DA D

¿Cómo somos los peruanos? Para lograr el cambio social, es vital el

diálogo permanente sobre los valores que conforman a la diversa sociedad
peruana, en evaluación de sus principales hábitos, costumbres y actitudes.

4 . E D U CAC I Ó N

¿Qué elementos garantizan una mejor calidad educativa? Fortalecer el

proceso de aprendizaje, mejorar la capacitación docente y resolver las
brechas de infraestructura educativa son los pilares de la educación.

5. SALUD

¿Cómo asegurar servicios de salud de calidad? Se requiere reformar los

sistema de atención con énfasis en la reducción de desigualdades, así
como priorizar enfermedades que deterioran el desarrollo cognitivo.

6 . S E G U R I DA D C I U DA DA N A

¿Cómo construir ciudades públicas para los peruanos? Los altos índices
de inseguridad requieren acciones urgentes y multisectoriales para reducir
la delincuencia y mejorar la prevención al delito, entre otros aspectos.

7. A M B I E N T E

¿Qué políticas públicas conservan el ambiente? Un país biodiverso como

el Perú necesita una cultura nacional que considere el cuidado ambiental
en toda actividad humana, para evitar pérdidas económicas y sociales.

8. ECONOMÍA

¿Cómo mejorar la productividad y el empleo en el país? Con políticas

públicas enfocadas en reducir las brechas laborales del país, en una lucha
constante contra la informalidad y en búsqueda del desarrollo colectivo.
INFORME N° 81

INSTITUTO INTEGRACIÓN

SOLO UN 34% DE
PERUANOS RECIBE
AGUA DE CALIDAD
La percepción sobre la calidad del agua potable en el Perú ha caído en menos de cinco
años. 52% de peruanos declara que recibe agua poco o nada aceptable para su consumo.
Mientras tanto, 66% no recibiría agua de calidad, según fuentes oficiales. ¿Cómo mejorar
la calidad del recurso más impotante para la vida?
EL AGUA BAJO LA LUPA
La última encuesta del Instituto Integración mues-
tra que solo para el 48% de peruanos el agua que re-
cibe es aceptable (Integración, 2018). Cuatro años
atrás, frente a la misma pregunta, la aprobación de
la calidad del agua era de 68% (Integración, 2014).
Incluso en Lima, la percepción se ha reducido en la
misma proporción.
En contraste, más de la mitad de peruanos de-
clara que recibe agua poco o nada aceptable para el
consumo humano. De hecho, en el 2017, informa-
ción oficial del Estado indica que hasta 66% de pe-
ruanos no reciben agua de calidad (Enapres, 2017).
Este cálculo se asemeja a la mala percepción de la
ciudadanía.
El agua potable es aquella que debería usarse
de manera segura, en actividades como cocinar los
alimentos, realizar la higiene personal o beberla.
“Muchos peruanos no confían en la calidad del agua
que utilizan pero igual deben consumirla”, mencio-
na Hildegardi Venero, investigadora principal del
Instituto de Estudios Peruanos. “No tenemos un
reporte público de la contaminación del agua, con
INSTITUTO INTEGRACIÓN
D E SA R RO L LO T E R R I TO R I A L
el detalle de las muestras utilizadas. Peor aún, no
existe un organismo que hable abiertamente sobre
la calidad”, añade.
La preocupación parte de que el agua está es-
trechamente vinculada al desarrollo humano. Por
ejemplo, la mayoría de enfermedades que aqueja a
los países en vías de desarrollo, como el Perú, son
causadas por agua en mal estado (Fusades, 2011).
Esto genera altos costos en salud, por condiciones
estomacales, nutricionales u otras. Además, un in-
adecuado acceso al agua o su mala calidad pueden
impedir la asistencia a la escuela o al trabajo. Por
cada dólar que se invierte en la mejora de la calidad
de agua y saneamiento para evitar enfermedades
como la diarrea, se recuperan entre tres y 34 dóla-
res en días laborables (OMS, 2004). El beneficio de
tener este servicio en buen estado es siete veces su-
perior a lo que cuesta; mientras que una mala cali-
dad produce pérdidas económicas mundial por 260
mil millones de dólares al año (Unesco, 2017). Esta
cantidad equivale a un 66% más que el PBI peruano
en el 2017 (BCR, 2018).
5
INFORME N° 81
El servicio del agua potable se puede contami-
nar en cualquier etapa de su ciclo, desde las cuencas
de los ríos, a las plantas de tratamiento o en las re-
des de distribución (tuberías). Lo principal a con-
siderar son las fuentes contaminantes del recurso,
como se detalla en la Estrategia Nacional para el
Mejoramiento de la Calidad de los Recursos Hídri-
cos (Autoridad Nacional del Agua, 2016).
El primer grupo de fuentes contaminantes son
incontrolables. Las producen factores de la natu-
raleza como la geología, las condiciones climáticas
o los fenómenos naturales. La calidad del recurso
puede afectarse por la cantidad de agua en los sue-
los contaminados o las erosiones subterráneas en
los ríos. En un estudio de la Universidad Nacional
del Altiplano de Puno (UNAP), se afirma que exis-
te una fuerte contaminación en los terrenos vol-
cánicos de la Cordillera de los Andes, donde hay
arsénico en los minerales. Por ejemplo, las aguas
subterráneas del poblado de Carancas y del distri-
to de Huata en Puno tienen arsénico de quinientos
microgramos por litro, cuando el límite nacional es
de diez (UNAP, 2014).
Los fenómenos naturales también pueden da-
ñar la calidad del agua en los ríos. En el 2017, las
lluvias intensas en el Perú generaron un conjun-
to de avalanchas de lodo, que bloquearon vías de
comunicación, de transporte y rutas de suministro
de agua. Sedapal, la empresa prestadora de servi-
cios (EPS) de Lima, suspendió el servicio en casi
toda la capital debido a la turbidez y el exceso de
desperdicios, animales muertos y escombros en
el río Rímac, principal fuente de abastecimiento
de la ciudad (NY Times, 2017). Un reporte de la
6 INSTITUTO INTEGRACIÓN
Organización Panamericana de la Salud (OPS) in-
forma que el sistema de desagüe colapsó y más de
un millón de personas se vieron expuestas a aguas
contaminadas (OPS, 2017). En este periodo, solo
en Lima se presentaron casi noventa mil episodios
de enfermedades diarreicas agudas, ocho veces más
que en el año anterior; mientras que en Piura y La
Libertad hubo más de veinte mil casos, hasta diez
veces más que el año previo (Minsa, 2016).
El segundo grupo de fuentes contaminantes
son generadas por los desechos de la actividad hu-
manos. Pueden ser de origen residencial, comer-
cial o industrial. “El agua superficial de los ríos no
está en buenas condiciones. Los residuos sólidos,
que son producidos por centros poblados o ciuda-
des, no son tratados y son vertidos al río”, indica
Flavio Ausejo, especialista en gestión pública de la
Universidad del Pacífico. En el 2012, Perú generó
un aproximado de 2,2 millones de metros cúbicos
por día de aguas residuales descargadas al desagüe;
solo el 32% recibían tratamiento (Banco Mundial,
2012). Peor aún, entre el 2015 y el 2016 aumentó la
cantidad de estas aguas, ya que se descargaron 115
millones de metros cúbicos más, casi el doble solo
entre esos años (INEI, 2017). En relación a las que
provienen del sector industrial, los mismos regis-
tros señalan que el 66% son por minería, 13% por
hidrocarburos y 2% por pesca.
Es precisamente la minería una actividad pro-
ductiva contaminante en altas magnitudes. Aun-
que esté regulada, los pasivos mineros del pasado
han permanecido a lo largo del territorio peruano
y es urgente disminuir sus efectos (FFCyT, 2012).
Las actividades mineras no reguladas han dejado
 D E SA R RO L LO T E R R I TO R I A L

lugares sin la descontaminación adecuada. Algunos

relaves están expuestos al ambiente, lo cual dismi-
nuye la calidad del agua en la región donde se en-
cuentre. Otros problemas que existen son las can-
teras abandonadas y los drenajes ácidos de minas
antiguas. De hecho, en el 2016, hubo 1 236 casos
sospechosos de exposición a plomo y a sus com-
puestos en el país (Minsa, 2017). Es más preocu-
pante aún que haya aumentado la cantidad de per-
sonas que viven en lugares cercanos a actividades
mineras. Por ejemplo, Madre de Dios fue declarada
en zona de emergencia por la contaminación de
mercurio en el agua y en el aire, aumento superior PERCEPCIÓN
a la mayoría de regiones (El Peruano, 2016). En el DE LA CALIDAD
mismo año, la región tuvo uno de los crecimientos DEL AGUA (%)
poblacionales más alto del país (INEI, 2017). ¿Cómo calificaría
Paragsha es una localidad de la región Pasco, usted la calidad del
situada a cien metros de una minera local. Allí vive agua que recibe?
Gonzalo, un joven de 19 años que sufre de apla-
sia medular. Esta es una enfermedad por la que la Aceptable
médula ósea roja desaparece; por tanto se deja de Poco aceptable
Nada aceptable
producir glóbulos rojos, blancos y plaquetas en la
sangre (F. Carreras, 2018). Gonzalo viaja cada mes Perú urbano 51 39 10
a Lima para su tratamiento. En el hospital Guiller-
mo Almenara le transfieren dos bolsas de sangre.
Precisamente desde hace 19 años se han detec-
tado más de dos mil niños infectados con niveles Lima 63 32 5
nocivos de plomo en la sangre en el distrito de Si-
món Bolívar, donde se ubica Paragsha (Univisión,
2016). Para la Organización Mundial de la Salud
(OMS), el consumo de plomo deteriora el sistema Norte 55 35 9
cognitivo y el sistema nervioso central. Además,
puede producir cáncer y, en efecto, bajar los nive-
les de glóbulos rojos y blancos en la sangre. Gon-
zalo ha consumido esta agua desde niño. De hecho, Centro 38 52 10
cuando tenía tres años, un registro encontraba que
en Paragsha el 46% de la población tenía plomo en
la sangre, con un promedio de catorce miligramos
por decilitro de este metal, cuando la OMS admite Sur 25 51 24
hasta diez (Centro Labor, 2009). Además del plo-
mo, se encontraron niveles preocupantes de alu-
minio (en adultos el valor era cinco veces más que
el máximo aceptable) y manganeso (en 90% de los Oriente 35 47 19
niños los valores estaban por encima de lo admisi-
ble). “En Paragsha hay más de quinientas personas
con cáncer”, refuerza el alcalde Zumel Trujillo.
En un informe oficial, tres ríos de Pasco están Peru rural 37 45 18
contaminados por el vertimiento de aguas residua-
les (Minam, 2017). Ese Plan Estratégico Sectorial
Multianual del Sector Ambiental, supervisado por
el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico
(Ceplan), indica que la ciudad de Cerro de Pasco Fuente: Instituto Integración (2018)
no tiene agua de calidad para el consumo humano.

INSTITUTO INTEGRACIÓN 7
INFORME N° 81
Además, Source International detecta, a través de
una prueba de cabello a niños, que el 100% pre-
sentaban altos niveles de plomo. La media fue de
3,6 miligramos por kilo, 36 veces superior al es-
tándar alemán (Source, 2017). Esta contaminación
también puede llegar a las grandes ciudades. En el
2017, se encontraron 426,75 miligramos por litro
de hierro y tres mil miligramos por litro de plomo
en el río Rímac (INEI, 2018).
UNA LIMPIEZA SIN MEDIDAS
La situación de Gonzalo y de la región Pasco no son
casos aislados en América Latina. Según la OMS, el
consumo de agua contaminada y la falta de acceso
a servicios de saneamiento está relacionada a un
aproximado de cuatro mil muertes al año en toda
la región (OPS, 2013). El agua en mal estado trans-
mite enfermedades como la diarrea, el cólera, las
fiebres del dengue o tifoidea, la malaria o la infec-
ción por el gusano de Guinea, entre otras (OMS,
2013). La OMS estima que en 2008 la diarrea cobró
la vida de 2,5 millones de personas en el mundo. El
estudio añade que los efectos de estas enfermeda-
des son peores en menores de cinco años.
También los insectos que viven o se reprodu-
cen en el agua sirven como transmisores de en-
fermedades, que depende de cómo se almacena el
agua en el hogar. Por ejemplo, los brotes de den-
gue se han cuadruplicado desde 1995, se estiman
entre cincuenta y cien millones de casos al año y
actualmente hay 2,5 mil millones personas en ries-
go de contraerla. En el caso de la malaria, se esti-
man alrededor de 125 mil casos en Perú y más de
siete millones de personas en riesgo en el mundo
(OMS, 2017). “Podemos tratar esas enfermedades,
pero no cambiará nada si el paciente retorna a las
mismas condiciones que lo han enfermado”, dice
Teófilo Monteiro, coordinador regional en temas
de agua y saneamiento de la Organización Pana-
mericana de la Salud (OPS). “La mala calidad del
agua suele generar un gasto repitente para el Esta-
do, ya que reaparece la enfermedad y se establece
un círculo vicioso. Lo que hay que trabajar son las
causas de la contaminación del recurso”, señala el
especialista en salud pública.
La cadena del servicio de agua empieza en los
ríos o en las lagunas, que pueden contaminarse a
través de su contacto con aguas residuales. Una
solución para recuperar el agua es crear lagunas
de oxidación. Estas son excavaciones donde se
desarrollan compuestos de bacterias, algas y pro-
tozarios que permiten eliminar residuos. A pesar
de la importancia de limpiar o descontaminar las
cuencas, no existe un sistema nacional u oficial
que lleve el registro de estos procesos o los fisca-
lice. Al 2014, se estimaba que existían 150 plantas
de oxidación en el país, a cargo de las EPS o de las
municipalidades locales. Además, diversos factores
como el crecimiento poblacional, errores de dise-
ño, abandono, ausencia de vigilancia o el paso del
tiempo han llevado a que muchas colapsen (Moret,
2014). También la nanotecnología emerge en los
últimos años como una posible herramienta para
desinfectar el agua de manera incluso más rápida
INSTITUTO INTEGRACIÓN

(El Comercio, 2016). En una investigación publi-
cada en la revista de ingeniería industrial de la Uni-
versidad Mayor de San Marcos, donde se estudia la
relevancia del tratamiento del agua en la gestión de
este recurso, se concluye que es necesario aplicar
políticas para prevenir la contaminación desde las
fuentes superficiales para poder reducir los costos
del tratamiento en las redes de distribución de las
EPS (Chulluncuy, 2011).
Luego, las plantas de tratamiento de aguas resi-
duales recogen el agua de las cuencas para potabili-
zarla. En el 2015, estas instalaciones cubrían al 70%
de la población urbana a través de las 50 EPS. Sin
embargo, si se excluye a Sedapal, la cobertura se
reduce a 44% (Banco Mundial, 2017), lo que agu-
diza la falta de limpieza en las regiones que no son
Lima. Estas plantas tienen dos tipos de proceso: el
de tratamiento activo requiere energía y productos
químicos para hundir los metales y eliminarlos; y
el de tratamiento pasivo usa elementos naturales
como plantas, gravedad o microorganismos, aun-
que su uso es reducido debido a la efectividad y
rapidez del primer tipo (Quimtia 2018). Estos pro-
cesos deben coagular, decantar, filtrar y desinfectar
los residuos, en forma rápida o lenta, para garanti-
zar niveles idóneos de limpieza (Vargas, 2004).
Un reporte de la Superintendencia Nacional de
Servicios de Saneamiento (Sunass) y la Coopera-
ción Alemana detalla que el Perú tiene 204 plantas
de tratamiento de aguas residuales, de las cuales
163 estaban operativas, 32 en construcción y nueve
paralizadas (Sunass, 2016). En este mismo diagnós-
tico se estimó que la capacidad de funcionamiento
INSTITUTO INTEGRACIÓN
D E SA R RO L LO T E R R I TO R I A L
en total era de 29 600 litros por segundo. Además,
el informe concluye que existe una sobrecarga or-
gánica del 50% y una ausencia de personal y tecno-
logía suficiente el aporte per cápita.
Por otro lado, en América Latina y el Caribe el
88% de la población urbana tiene acceso a instala-
ciones sanitarias, pero menos del 60% de estas es-
tán conectadas a sistemas de desagüe. Integrar es-
tas instalaciones en zonas urbanas de toda la región
a 64% requiere de una inversión de 33 mil millones
de dólares para el año 2030 (Naciones Unidas para
la Alimentación, 2017).
Antes de llegar a los hogares, la última posible
etapa de contaminación son las redes de conexión
o tuberías. De hecho, la calidad del agua como la
evalúa la Enapres no considera el estado de las tu-
berías de la vivienda o sus posibles contaminantes.
“Muchas veces el agua llega potabilizada, pero se
contamina en las tuberías”, indica Hildegardi Ve-
nero. Para evitarlo, la OMS ha propuesto el uso
de técnicas de bajo costo: la cloración con pastillas
o soluciones de cloro para desinfectar el agua; la
filtración con mallas para separar la suciedad; o el
hervor del agua (OMS, 2006). Cabe señalar que
solo el 25% de las tuberías de Sedapal tenía menos
de diez años, informó la empresa en el 2016; mien-
tras que el 55% tenía entre diez y cincuenta años
(Sedapal, 2016).
Según Venero, la mayoría de EPS no tienen un
registro exacto de las características y condiciones
de las redes de tuberías. De acuerdo con José Luis
Patiño, ex gerente de usuarios de la Sunass, el ma-
terial con que se ha tendido una red depende de la
9
INFORME N° 81
antigüedad de la zona. Son las tuberías de PVC las
más modernas y las que menos contaminan. “Solo
el 5% del presupuesto de cada EPS es para actua-
lizar su red”, menciona el gerente. Además, en el
2016, existieron casi tres mil roturas en las tuberías
de Sedapal, principalmente por la antigüedad de las
conexiones (Sedapal, 2016).
Chile es un ejemplo opuesto al caso peruano
en calidad de agua. Existen tres tipos de entidades
que la monitorean: las empresas prestadoras, los
servicios de salud y la Superintendencia de Servi-
cios Sanitarios (SISS). El agua debe pasar por 43
parámetros, que se miden y controlan todos los
días. La fiscalización es realizada por la SISS, la
cual hace sus propias mediciones a través de labo-
ratorios acreditados en todo el país. Finalmente,
los registros que bordean el 100% de aceptabilidad
son publicados en datos abiertos en el portal de la
entidad fiscalizadora. La limpieza incluso hace que
los ciudadanos sean libres de tomar el agua que sale
directamente de los caños (Base de datos y plata-
forma digital del SISS).
LA PERCEPCIÓN DEL AGUA
La percepción de la calidad del recurso varía según
la región. Por ejemplo, en Lima, el 63% de perua-
nos la califica como aceptable, pero disminuye a
25% en la zona sur, 35% en el oriente y 38% en el
centro del país. Además, la aceptación de la calidad
del agua en zonas rurales es inferior que en las ciu-
dades (Integración, 2018).
LA REALIDAD Sector
urbano
Sector
rural
DE LA
CALIDAD (%)
Agua segura
27
Inadecuada
23
Sin cloro
50
10
Sin embargo, resulta aún más alarmante si se
comparan estas cifras con la misma encuesta reali-
zada cuatro años atrás. Por ejemplo, la aceptación
del agua en Lima alcanzaba un 82%, había una
aceptación igual de superior en otras regiones del
país (Integración, 2014). “Ahora se habla más del
tema, entonces la gente tiene más información y lo
percibe. El problema es mucho más visible”, señala
Hildegardi Venero.
Según la evaluación de la cantidad de cloro en
el agua a nivel nacional, en Amazonas, Ica, Loreto,
Pasco y Ucayali más del 80% de las muestras reco-
gidas no contenían cloro alguno. Es decir, no son
aptas para el consumo humano. Cabe señalar que
el cloro se utiliza para que el agua esté libre de pa-
tógenos, y debe haber una presencia de cloro ma-
yor o igual de 0,5 miligramos por litro para decir
que el agua se ha clorificado (Enapres, 2017). Por
otro lado, las provincias que presentaron un ma-
yor porcentaje de hogares con agua segura fueron
el Callao y Lima, con 46% y 35%, respectivamente.
Lo contrario ocurre en Pasco, por ejemplo, donde
solo 3% de los hogares cuentan con agua adecuada.
No obstante, bajo la misma comparación en
este registro entre el 2013 y el 2017, se puede ob-
servar que ha disminuido la cantidad de agua se-
gura en zonas urbanas, y en rurales se mantiene.
Esto ocasiona que el 66% del agua no tenga cloro
a nivel nacional, en comparación al 45% de hace
cuatro años.
Además de lograr que el agua cumpla con los
estándares de calidad para su consumo, la accesibi-
lidad del recurso es también un factor importante
Total
2
4 18
17
94
65
Fuente: Enapres (2017).
INSTITUTO INTEGRACIÓN
 D E SA R RO L LO T E R R I TO R I A L

INSTITUTO INTEGRACIÓN
INFORME N° 81
para garantizar la calidad completa del servicio. Sin
embargo, se encuentra una realidad en la que solo
la mitad de los peruanos declara tener agua las 24
horas del día (50%), cifra que ha disminuido 8%
desde hace cuatro años. Así mismo, uno de cada
tres peruanos cuenta con el servicio solo hasta cin-
co horas al día (29%), lo que ha aumentado hasta
13% desde el 2014.
Respecto a los resultados de la encuesta de In-
tegración, mientras más horas recibe agua el pe-
ruano, mayor aceptación tiene de su calidad. Es así
como la aprobación de la calidad llega hasta 62%
de las personas que reciben el servicio 24 horas al
día, mientras que desciende hasta 29% las que solo
lo reciben una a cinco horas. Finalmente la brecha
entre zonas urbanas y rurales se mantiene en cuan-
to a la cantidad de horas: en el primero el promedio
es 16 a 23 horas al día; mientras que en el segundo
solo alcanzan de 11 a 15 horas.
Para Teófilo Monteiro, el problema está en
que el enfoque de desarrollo del agua y saneamien-
to solo se basa en su cobertura. “Se habla muy poco
o nada de la calidad y cualquier plan de agua po-
table no considera este aspecto”, indica. Igualmen-
te, Venero explica que el encargado de revisar la
contaminación del agua debería ser la Digesa, pero
no tienen el presupuesto necesario. “Entonces, la
supervisión queda en mano de los prestadores de
LA CALIDAD MEDIDA EN HORAS
% de hogares según las horas que recibe agua
6 a más
1a5 horas de
horas de agua
agua
29% 71%
Horas de agua: 1a5 6 a más
Aceptable 29%
Poco aceptable 51%
Nada aceptable 20%
12
servicio y sus reportes”, señala. De esta manera, es
poco probable que la empresa encargada de brindar
un servicio de calidad, fiscalice su propio recurso.
La responsabilidad de la calidad de agua es di-
ferente entre zonas urbanas y rurales. En las ciuda-
des, las EPS brindan el servicio; mientras que en el
ámbito rural están las organizaciones comunales,
donde las más comunes son las Juntas Administra-
doras de Servicios de Saneamiento (JASS).
29 de 49 EPS tuvieron pérdidas en el último
año (60%), recoge el informe Peruanos pagan hasta
diez veces más por agua potable, a partir de las bases
de datos de Sunass (Integración, 2016). De acuer-
do a un reporte elaborado por el Ministerio de Vi-
vienda, Construcción y Saneamiento (MVCS) para
el Congreso de la República en el 2017, la situación
de las EPS hacia fines del 2015 era alarmante. Seis
endeudadas, veinte con baja liquidez, 29 con bajo
margen operativo y 32 clasificaban con riesgo fi-
nanciero (Congreso, 2017). En el mismo reporte,
las EPS en Perú tendrían casi el doble nivel de en-
deudamiento que las de otros países de la región,
como Colombia, Chile y Ecuador.
Estas deficiencias financieras no solo afectan
la operatividad de las empresas, sino la calidad de
agua que se brinda. “Las EPS dan su información
sobre los niveles de contaminación del agua a las
Direcciones Regionales de Salud (Diresa), sin em-
46%
43%
11%
Fuente: Enapres (2017).
INSTITUTO INTEGRACIÓN

LAS HORAS
DEL AGUA
Promedio de horas
de agua al día
20 20
horas
Perú Urbano
horas
Lima
Promedio por regiones
Norte Centro
13
horas 20
horas
bargo, muchas de las EPS no tienen los recursos
suficientes para realizar los estudios según los es-
tándares nacionales”, menciona Flavio Ausejo.
“La Diresa de cada región sólo acude una o dos
veces al año a realizar inspecciones en las empre-
sas”, menciona Norma Parra, especialista en salud
ambiental de la Digesa. La información que resulta
de este proceso es recibida por la Digesa, rector de
la vigilancia de calidad agua. No obstante, esta no
tiene los recursos para ejercer dicho rol. “El pro-
blema es que en la Digesa tenemos un presupuesto
que históricamente solo designa el 30% para bie-
nes y servicios, ya que todo el resto son remune-
raciones (planilla)”, indica Parra. El presupuesto
que se le asignó este año fue de 4,3 millones de
soles, mientras que la organización equivalente en
Chile tiene un presupuesto que representa 52 mi-
llones de soles, once veces más. Esta diferencia se
hace más alarmante si se considera que en ese país
existen 18 millones de habitantes, mientras que en
Perú superamos los treinta millones. Por último,
la SISS en Chile invierte solo el 26% en gastos de
personal, casi tres veces menos que Digesa.
Además, el organismo que debe supervisar a
las EPS, la Sunass, “tiene la característica de mirar
el aspecto financiero y administrativo, no ve tanto
la calidad”, dice Monteiro. Es conclusión, los infor-
mes de calidad que brindan las EPS no cuentan con
una fiscalización suficiente por ningún organismo
estatal. Al revisar los informes de supervisión de
INSTITUTO INTEGRACIÓN
D E SA R RO L LO T E R R I TO R I A L
13horas
Perú Rural
Sur
13
horas Fuente: Instituto Integración (2018).
campo que realiza la Sunass a las empresas, se ob-
serva que el único indicador evaluado es el cumpli-
miento de las metas de gestión (Sunass).
En el ámbito rural, las JASS son organizaciones
elegidas de forma voluntaria por las comunidades.
Tienen como objetivo administrar, operar y man-
tener los servicios de saneamiento de uno o más
centros poblados. “Las 5 084 que existen en el país
están conformadas por cinco personas cada una.
El problema es que ellos no cobran, a veces se les
brinda un pago por jornada”, señala Norma Parra.
Además, el problema es que, según Parra, por
un periodo de cinco años el agua en zonas rurales
no contó con químicos que permitieran clorificar-
la. “Es reciente que el MVCS contemple esos equi-
pos dosificadores de cloro. Incluso el Ministerio de
Economía están dando incentivos a las municipali-
dades para que pongan el dosificador”, señala.
“Exite un vacío en muchos años, prácticamente
ellos (las JASS) han quedado olvidados”, comenta
Parra. En zonas rurales, son los gobiernos locales
quienes deben saber cuántas JASS existen en su
ámbito de jurisdicción para poder brindarles asis-
tencia técnica. Sin embargo, desde hace tres años
no se sabía cuántas JASS había en el país, indica la
especialista. “Recién se está recopilando esta infor-
mación para poder hacer las estrategias y mejorar
los sistemas de abastecimiento”, agrega.
Uno de los problemas es cómo se lleva a cabo
la gestión. Sin embargo, en el Plan Nacional de Sa-
13
INFORME N° 81
“ESTE ES EL RECURSO MÁS ESCASO QUE
TENEMOS (Y EL MÁS IMPORTANTE).
PERO SE PAGAN PRECIOS SIMBÓLICOS Y
NO SE HACEN INVERSIONES”.
neamiento 2017-2021, la apuesta por una mejora
en la gestión es mínima (El Peruano, 2017). Más
bien, hay un enfoque que refuerza la administra-
ción del MVCS a través de la creación de planes e
inversiones a nivel regional.
“El servicio del agua debe ser un ciclo com-
pleto. En México, por ejemplo, existe la Conagua,
una institución que ve desde la fuente hasta que
se dispone. Además cuenta con un organismo ex-
terno que evalúa la calidad del agua. Este sistema
está muy dividido en el Perú”, comenta Hildegardi
Venero. Uno de los seis objetivos principales a for-
talecer en México es la gestión integrada y susten-
table del agua; así, en los últimos años, se han im-
plementado intervenciones para mejorar la forma
en que se gestiona el recurso (Conagua, 2014).
Sin embargo, aún las brechas de calidad en el
ámbito urbano y rural aún son grandes en la región
(El País, 2018). En este sentido, la tarea del Estado
es apostar por una gestión más integrada, que no
solo se reúna en situaciones de emergencia. “Para
el caso que exista un tema de contaminación, allí se
convoca a todos los sectores”, señala Fredi Núñez,
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Flavio Ausejo,
gerente de Sunass.
coordinador del área de vigilancia de la calidad del
agua para consumo humano en Digesa.
Además, una de las formas de contribuir al me-
joramiento de la calidad del agua (al menos en los
sectores urbanos) es a través del pago de un precio
mayor que permita que las empresas inviertan más
en sus procesos de limpieza (en agentes patógenos
o de metales pesados). El precio que los peruanos
pagan por agua está por debajo que el de sus veci-
nos regionales. En Lima, el precio por metro cúbi-
co de agua es de 1.19 dólares, mientras que en San-
ta Cruz, ciudad de Bolivia, este es de 4.35; en Costa
Rica es 10.74 dólares y en Panamá es de 6.4 (Banco
Mundial, 2005). Este precio es un problema, pues
muchas de las EPS en las zonas urbanas tienen
problemas económicos. “El agua es el recurso más
escaso que existe, y el más importante. Pero se pa-
gan precios simbólicos y no se hacen inversiones”,
comenta Ausejo. Así mismo, esto debe ir acompa-
ñada de una ardua labor la de la OTASS para mo-
nitorear la gestión de las empresas prestadoras de
servicio. Los informes de la EPS deben ser más y
mejor fiscalizados por los organismos estatales.
INSTITUTO INTEGRACIÓN
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S O B R E E L I N S T I T U TO I N T E G R AC I Ó N

El Instituto Integración es el área de investigación social que analiza

la calidad de vida, la gestión pública y la identidad de los peruanos.
Produce informes que combinan opinión pública, data y análisis
sectoriales. Utiliza el rigor del periodismo de datos, las herramientas
de la claridad informativa y el diálogo constructivo. Fue creado en 2013
por el Grupo RPP, como parte de su compromiso de Responsabilidad
Social. Integración propone un compromiso interno entre periodistas
para poner en agenda los temas más importantes para el desarrollo
del Perú. En cinco años, Integración ha producido más de setenta
informes que plantean soluciones sobre la calidad educativa, el acceso
a agua potable, la reforma electoral o el desarrollo territorial del país,
entre otros temas.

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INFORME N° 81

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