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Comunidades indígenas y procedimientos judiciales .

Una propuesta de trabajo


intercultural a propósito de un caso de homicidio

Morita Carrasco
Milena López Bouscayrol !
Resumen

Este trabajo se origina en una demanda que nos hicieran los miembros de una
comunidad del pueblo Mbyá Guaraní de la provincia de Misiones.
En 2010 un niño de cinco años no volvió a su casa y al día siguiente fue encontrado
muerto en una zona próxima a la aldea. Inmediatamente se dio aviso a la policía local y
se inició la investigación en sede del poder judicial de la localidad de Puerto Rico. El
expediente se caratuló G.L c/ abuso sexual c/acceso carnal y homicidio; consta de dos
cuerpos con actuaciones que van desde el 11 de marzo de ese año hasta el 6 de enero de
2011, fecha en que se estanca sin resultados1. En la instrucción se realizaron las pericias
forenses correspondientes determinándose que la causa de la muerte fue decapitación y
se tomaron testimonios a los integrantes de la aldea.
En estas circunstancias fuimos convocados por el jefe de la aldea para colaborar en la
búsqueda de algún elemento que pudiera promover la reactivación de la investigación.
Aún cuando no fuera la intención inicialmente planteada por nosotros, tomar contacto
con el expediente nos condujo a replantear nuestros objetivos de investigación.

Fue así que nuestro equipo2 diseñó una estrategia de investigación – acción para
promover el acercamiento de los familiares a los operadores judiciales, empleando para
ello como instrumento de trabajo el registro audiovisual de todas las entrevistas que en
el marco de la investigación se realizaran.
La utilización de una filmadora y grabadores de audio nos permitió realizar un recorrido
pormenorizado del desarrollo de la causa constatando la existencia de una cadena de
posibles vías que podrían seguirse a fin de retomar la investigación judicial, muchas de
las cuales habían sido soslayadas por los operadores.
En este trabajo pretendemos dar cuenta del recorrido realizado y proponer algunas
herramientas que coadyuven a una transformación de los procedimientos judiciales para
la resolución de conflictos complejos como el que nos ocupa.

!
Departamento e Instituto de Ciencias Antropológicas – FFyL – UBA. En la eleaboración inicial de esta
ponencia colaboró Francisco López Tizón, alumno de la carrera de Ciencias Antropológicas (FfyL-UBA).
1
"Los nombres de las personas que tuvieron relación con la causa judicial, aparecen por su cargos.
Carecen de interés para los objetivos del trabajo identificar a las personas, porque importan sus acciones
en relación al lugar estructural que ocupan en una determinada red de relaciones institucionales,
configurando un campo de acción social específico. Además, porque la forma en que actuaron en la causa
es una forma de actuación regular y burocrática, que no necesariamente los describe como profesionales o
funcionarios particulares que […] - está sujeta a diversas y contradictorias interpretaciones." (Tiscornia
2008:12).
2
Integrado, además de las autoras de esta ponencia, por el documentalista Pablo Rey de la Asociación
Civil Rumbo Sur.
Palabras claves: comunidades indígenas, derecho penal, procedimientos judiciales.

Abstract

This work originates from a demand that we do the members of a village community
Mbyá Guarani Misiones.
In 2010, a five year old did not return home and the next day he was found dead in a
village close to the area. Immediately notice was given to the local police and the
investigation was initiated in the judiciary headquarters in the town of Puerto Rico. The
case was caratuló GL c / c sexual abuse / sexual intercourse and homicide; consists of
two bodies with performances ranging from the 11th of March of that year until January
6, 2011, when it stagnates with no results. In the statement the forensic examination
determined the cause of death was decapitation and testimony to members of the village
were taken were made.
In these circumstances we were summoned by the village chief to assist in the search for
some elements that could promote the recovery of the investigation. Although the
intention was not initially raised by us to contact the record led us to rethink our
research objectives.

Thus it was that our team designed a research strategy - action to promote family
approach to judicial operators, using it as a working tool audiovisual recording of all
interviews as part of the research took place.
Using a camcorder and audio recorders allowed us to perform a detailed tour of the
development of the cause stating the existence of a chain of possible paths that could be
followed in order to resume the inquest, many of which had been circumvented by
operators .
In this paper, we give an account of the journey made and propose some tools that
contribute to a transformation of the judicial procedures for the resolution of complex
conflicts such as the present one.

Key words: indigenous communities, criminal law, court proceedings.

Introducción
La familia de Ramón no se preocupó la noche que no volvió a dormir a su casa; es
habitual en las comunidades indígenas que los niños están al cuidado de todos sus
integrantes, y que cuando se hace de noche permanezcan con sus parientes hasta el
nuevo día. Pero a la mañana siguiente los padres salieron a buscarlo y al constatar que
no estaba por ningún lado, organizaron una búsqueda colectiva por los alrededores de la
aldea. A la tarde hallaron su cuerpo sin vida3 en un monte lindero (Carrasco y Cebolla
Badie 2012). De inmediato dieron aviso a la policía para que criminalística inicie una
investigación. Mientras los efectivos policiales tomaban testimonios a familiares y
parientes, para intentar establecer qué había sucedido en sede del Cuerpo Médico
Forense se llevó a cabo la autopsia4. Todo cuanto pudo conocerse es que el niño había

3
La cabeza y miembros superiores habían sido separados del tronco; el abdomen se
encontraba abierto en forma vertical.
4
El informe concluye que no hubo violación. Pero en una entrevista realizada por
nosotros la forense manifestó que el niño tenía escoriaciones, que podrían hacer
estado jugando con un pariente de mayor edad en su casa y que salió corriendo tras de él
pero éste no lo volvió a ver.
Los testimonios brindados condujeron a la policía hasta la casa de un vecino de
nacionalidad paraguaya donde se secuestraron ropas y herramientas, imputándolo como
sospechoso. Ninguno de los elementos secuestrados probó que el sospechoso podría
tener algún vínculo con el hecho y luego de una detención de aproximadamente un mes
el juez dictó la falta de mérito5. El expediente se caratuló: GL/Abuso sexual con acceso
carnal y homicidio.
En estado de shock la comunidad fue asistida por un equipo de profesionales del
Ministerio de Salud de Misiones “a fin de prestar servicio de contención y asistencias
prisologica a los integrantes” 6. El miedo y la inseguridad llevaron al cacique a pedir
protección policial, durante un período de tiempo.
Simultáneamente algunos caciques de aldeas vecinas encararon una investigación
interna con medios propios para intentar conocer qué había sido de los últimos minutos
del nene: varias autoridades interrogaron al adolescente que lo había visto por última
vez, sin que pudieran obtener mayor información; finalmente hicieron responsable al
cacique de no haber cuidado debidamente a su gente. En tres oportunidades lo
sometieron a interrogatorios para valorar el tenor de la culpa que se le atribuye y, tal
vez, aplicarle alguna sanción, sin que nada de eso pudiera concretarse al no encontrar
razón alguna para inculparlo.
Lo cierto es que en enero del 2011 se estancó el expediente judicial y en junio de ese
año comenzó la investigación que nos ocupa. Las autoridades de la aldea, la familia del
niño y el aty ñeychyro, colectivo de jefes de aldeas, autoridad legítima del pueblo mbya
en la provincia solicitaron por escrito que la investigación de la “justicia blanca” no se
detenga hasta hallar al culpable. Al no obtener respuesta pidieron colaboración a la
antropóloga Marilyn Cebolla Badie, quien desarrolla trabajo de campo en la aldea desde
hace más de una década.
Fuimos consultados por Cebolla Badie si podíamos encarar una investigación y fue así
que comenzamos en abril/mayo de 2011 con una serie de visitas a la aldea y entrevistas
a los familiares del niño para conocer cuáles eran las necesidades y demandas que nos
planteaban y tomamos contacto con la policía, el forense, fiscal y juez de la causa a fin
de interiorizarnos del procedimiento judicial7.

Acerca del procedimiento judicial


La lectura del expediente nos habilitó para hacer un análisis del procedimiento judicial
seguido en el breve lapso que duró la investigación: la policia toma conocimiento del
hecho a partir de la denuncia de desaparición del niño realizada por uno de los
miembros de la comunidad. Llega al lugar cuando el cuerpo ya habia sido encontrado

presumir que había sido abusado. Asimismo informó que se obtuvieron muestras
mediante el método de hisopado anal, pero no constan los resultados.
5
Significa que no existen suficientes pruebas para culpar a alguien de un delito.
6
Fuente:
http://www.salud.misiones.gov.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=321
8&Itemid=1 Consultada el 17 de marzo de 2010.
7
Al comienzo sólo una de nosotros se involucró en esta investigación. Al cabo de unos meses se sumaron
dos alumnos de la carrera de antropología y un documentalista. El financiamiento para los viajes, equipos
y materiales fue provisto por el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA).
pero lejos de presevar la escena del crimen, como se estipula, se contamina la zona con
pisadas de policías e indígenas, aparecen colillas de cigarillos. Por falta de luz el
rastrillaje en búsqueda de la cabeza y miembros faltantes se suspende, pero no se deja
custodia ni se realiza vallado alguno. Al día siguiente “aparece” la cabeza a pocos
metros de donde se encontró el cuerpo. Se realizan pericias químicas y autopsia cuyos
resultados no constan por completo en el expediente. Se toman declaraciones
testimoniales en la comisaría pero no se procede a la ratificación de las mismas en sede
judicial. Por su parte la fiscalía no encuentra líneas que permitan continuar con la
pesquisa.

Cuando se trata de delitos de accion pública, la justicia apenas toma conocimiento del
hecho debe actuar. En primera instancia, la policía debe encargarse de preservar la
escena, luego la división criminalística debe recolectar las pruebas necesarias (croquis
de la escena, fotos, etc). La policía debe dar aviso a la fiscalia o al juzgado de
instrucción y a la fiscalia (siendo un sistema mixto dado que no es puramente
inquisitorio ni puramente acusatorio, se da aviso a ambas partes). El fiscal establece
posibles líneas de investigación y notifica al juzgado de primera instancia. El juzgado
autoriza los procedimientos a seguir. En caso de precisar declaraciones, estas deben ser
tomadas en el juzgado (incluyendo la modalidad de camara gesel). El fiscal acompaña la
investigación del juzgado y supervisa la tarea policial. Estos son los procedimientos
habituales de la instancia de instrucción cuyo objetivo principal es anticipar y acumular
pruebas y evidencias testimoniales que servirán de soporte para la instancia de juicio
oral. El paso de una instancia a otra es determinado por el juez que decidirá si sobreseer
(desvincular al imputado de la causa sin posibilidad de volver a activarla), procesar
(vincular al imputado con la causa y dar paso a la instancia de juicio oral) o establecer
falta de mérito (posición expectante en la que no hay evidencia suficiente para procesar
ni tampoco para desvincular totalmente de la causa).

Aportes antropológicos para el desarrollo de una estrategia de investigación


intercultural
Entre 2011 y 2013 realizamos doce viajes a la provincia para entrevistarnos con la
comunidad, el aty ñeychyro, magistrados y funcionarios del poder judicial de la
jurisdicción a la cual pertenece la aldea y Superior Tribunal de Justicia de la provincia
de Misiones, Secretaría de Asistencia a la Victima. en la ciudad de Posadas, y
profesionales del derecho y la antropología.
En las primeras visitas advertimos que la comunidad toda estaba afectada; se quebraron
las relaciones que mantenían unidas a las familias, la autoridad del cacique está
cuestionada; las familias sienten miedo, ni siquiera se atreven a transitar por el camino
de acceso a la aldea en horas del atardecer. Hay temor incluso de los mismos miembros
de la comunidad; la falta de respuesta efectiva por parte de la justicia estatal parecería
haber dado pie a que desde algunos dirigentes/caciques vecinos se esté buscando
restaurar antiguos mecanismos culturales de control social y administración de justicia;
pero en las actuales condiciones de subordinación al sistema político local, lejos de ser
una vía para la búsqueda de la verdad y la justicia, estos mecanismos parecieran servir
a otros propósitos, quizás ligados a intereses personales de algunos de estos dirigentes
vinculados al poder político local (Gorosito Kramer 2006).
Las entrevistas realizadas a los funcionarios judiciales nos ratificaron que la
investigación se había estancado sin que se abordara la elaboración de otras hipótesis; se
notaba el abandono y desinterés del poder judicial por la causa. De las entrevistas y
lectura del informe de la médica forense sobre la autopsia se desprendían las
contradicciones, la inacción y la mala praxis del poder judicial; la comunidad
continuaba sumergida en un gran dolor y persistía el quiebre de vínculos entre ella y las
demás. Era evidente que gran parte de este estado de situación del pueblo mbya se
debía a la desconsideración del sistema judicial con su clamor de justicia.
Estábamos en presencia de lo que es ya un lugar común: que la desatención de las
demandas de los pueblos indígenas de parte de los funcionarios estatales se inscriben en
una matriz nacional de des-conocimiento de su subjetividad, en especial en el no respeto
de las legítimas autoridades indígenas (Carrasco 2013).
La indignación que surgía en nosotros como resultado de estas primeras indagaciones
en torno al sistema judicial, en especial respecto de la situación de la aldea, dio lugar a
la elaboración de una primera hipótesis de trabajo a partir de la cual poder diseñar un
plan de acción para ofrecer como colaboración a estas autoridades. La ocasión se
concretó cuando fuimos convocados a participar de un aty ñeychyro para conversar
sobre el tema.
Propusimos entonces llevar adelante algunas acciones para ayudar a reposicionar este
espacio asambleario en su calidad de autoridad legítima del pueblo mbya en la provincia
comenzado por que se reconozca el valor de la capacidad deliberativa que tienen esas
autoridades para actuar como representantes de su pueblo sin intermediarios.

Antropología y acción colaborativa


¿Cómo hacerlo? ¿Qué abordaje estaba disponible para nosotras desde la práctica
disciplinar?
Si concebimos a la etnografía, nuestro principal recurso metodológico para la
producción de conocimiento, como un entramado de relaciones en el campo con
sabedores, activistas, colaboradores y colegas. Y si sumamos a este entramado el interés
de proveer un conocimiento que sea útil a la transformación social, entonces tendríamos
un enfoque que podríamos denominar “antropología comprometida”
Fue preciso entonces preguntarse, cómo llevar a cabo esta antropología de manera de
asumir un compromiso con el desarrollo teórico y a la vez involucrarse con lo que le
pasa a las personas con quienes hacemos estudios. Ciertamente, en el campo siempre
nos involucramos con la vida de las personas pero en nuestro caso se trataba de algo
más que recoger información para responder a nuestras inquietudes, y elaborar textos
académicos. De lo que se trataba, en primer lugar, era de adquirir un conocimiento
específico sobre el funcionamiento estatal como si se tratara de un prisma desde el cual
observar el problema sobre el que se nos solicitara colaboración. Aprendizaje que nos
incluía a nosotros y la comunidad. Más tarde aparecerían otras reflexiones, nuevas
hipótesis y pesquisas.
En torno a nuestra preocupación por hallar un abordaje que tornara útil el conocimiento
antropológico algunos colegas han realizado interesantes aportes. Eduardo Restrepo se
ha referido a las antropologías disidentes como aquellas que “ suelen aparecer en el
lugar de la ‘desviación’, de la ‘anomalía’ de lo ‘no todavía suficientemente
antropológico. Son, continúa diciendo, ‘expresiones disímiles, irreductibles y en
ocasiones irritantes al aparato disciplinante” (2012: 64-65). Se trata de una relación con
el conocimiento y la labor antropológica que no se agota en la formulación de registros
etnográficos o elaboraciones teóricas consignadas en artículos, libros, disertaciones
doctorales y ponencias cuya audiencia es predominantemente una comunidad de
antropólogos en centros académicos” 2012:65). Se asemejaría, este campo de trabajo al
antiguamente llamado antropología aplicada? Que, muchas veces fuera conceptualizado
como una disciplina de alcance medio. Tal vez, pero podrían caber otras
formulaciones.
Joan Rappaport (Rappaport y Ramos 2005), trabajando con los Nasa en Colombia
plantea el desafío de que los participantes en el campo, se vuelvan auto-etnógrafos.
Que hagan sus interpretaciones y se expongan a la comprobación de todas las partes en
un proceso en que todos experimentan “ser mirados”. A la vez que se sumergen en una
auto reflexividad crítica respecto de los propios grupos de pertenencia teniendo en
cuenta sus diversos niveles de inclusión y exclusión sea la comunidad, la organización u
otros colectivos supralocales (Rodríguez 2010).
A diferencia de lo planteado por Clifford y Marcus (1986) respecto de la auto-etnografía
como producto textual, Rappaport apunta a resaltar el papel de los sujetos y sus
prácticas durante las interacciones.
De acuerdo con ella, la “investigación en colaboración” (2005) se sustenta en
dispositivos teóricos y metodologías de investigación como diálogo de saberes, sin que
unos dominen sobre otros.
Este diálogo no es la mera producción experimental de un texto a modo de “ficción
dialógica” (Clifford 1988) como co-edición elaborada a partir de conversaciones
grabadas, sino en la posibilidad de conceptualizar y teorizar, de modo tal que se
produzca una comunicación efectiva entre saberes académicos y saberes indígenas.
En sus reflexiones sobre una “antropología comprometida” Hale contrasta dos manera
de alineamiento político con grupos organizados en lucha. La investigación activista y
la crítica cultural. Si bien ambos cuestionan las relaciones de poder, esta última lleva a
cabo la producción de conocimiento crítico sin participación directa de los sujetos, a
diferencia de la “investigación activista” que supone la participación directa y diálogo
durante todo el proceso de investigación desde la construcción del tema el relevamiento
de información hasta la divulgación de los resultados.
En respuesta a los cuestionamiento promovidos por este abordaje, (falta de objetividad,
simplicidad teórica y escasa capacidad problematizadora), Laura Kropff (2007) sostiene
que la investigación activista es una práctica social compleja y sofisticada, resultado de
una combinación sui generis de performances académicas (conferencias, congresos,
clases) y extra-académicas formales (charlas, talleres, seminarios de formación) e
informales (reuniones de discusión, diagnóstico de coyuntura, planificación y
participación en actividades e intervenciones de distinta índole, evaluaciones, etc.), y en
este sentido contrapuesta a un “activismo circunstancial” (Marcus 1995). Plantea que la
investigación activista no consiste en comprometerse con los intereses de grupos
organizados, sino en producir conocimiento académico a través de la participación en
proyectos de intervención política.
Dado que dicha práctica requiere “ductilidad expresiva para poder producir documentos
sin perder complejidad analítica” (2007:32), prefiere definirla como “activismo crítico”,
en contraste no sólo con el investigador solitario, sino también con la “investigación
militante”. Mientras que la investigación militante se aleja de la academia para buscar
“en las prácticas las pistas emergentes de la nueva sociabilidad” (2007:33), Kropff
propone un movimiento inverso que comparte, no obstante, el carácter práctico y la
experiencia colectiva: posicionados como activistas se acercan al conocimiento
académico para proveerse de un corpus sistematizado de discusiones.
Rita Segato (2013) pone de relieve un enfoque etnográfico que llama “antropología por
demanda”. Con base en su experiencia con mujeres indígenas enfrentadas a la violencia
colonial en Guatemala y en Brasil, la autora se pregunta: ¿Por dónde se abren las
brechas que permiten desarticular la colonialidad del poder, y cómo hablar de ellas?
Resaltando el papel del trabajador en el campo y el potencial de las herramientas
disciplinares, nos propone emplear la “escucha etnográfica” para producir
conocimiento y reflexión de una forma invertida para dar respuesta a las preguntas que
nos son formuladas por quienes de otra forma, “en una perspectiva clásica serían
objetos de observación y estudio, primero de una forma inadvertida, y después
teorizada” (2013:37). Esta “marcha descolonial” lleva a advertir la obsolescencia o más
bien la ineficiencia de ciertos términos como cultura, relativismo cultural o tradición
para lidiar en esos frentes y nos encaminan a la búsqueda de otros conceptos que
permitan llevar adelante argumentos capaces de responder a las demandas que nos son
presentadas. En definitiva no se trata de otra cosa más que de brindar argumentos
prácticos, como elaboración teórica empeñada en reconocer a los pueblos indígenas su
capacidad para resolver en libertad qué o cómo desarrollar sus vidas, aún en un contexto
de colonialidad.
En este caso …
Después del hecho la disposición espacial de la aldea se reconfiguró, diez familias de
las treinta y cinco que la conforman, se fueron y otras abandonaron una parte del
territorio lindera al lugar donde se encontró el cuerpo del niño, ya tapado por el monte.
Aparecieron las primeras insinuaciones y dudas sobre la complicidad interna,
focalizadas en el joven que estaba con la víctima antes de su desaparición. Por sobre
todo afloró el discurso del cacique sintiéndose perseguido y responsabilizado por el
colectivo de jefes de su mala “dirigencia” y hasta de culpabilidad con lo ocurrido. Una
verdadera crisis de liderazgo, donde la comunidad tenía un representante impugnado en
el aty ñeychyro, del cual había quedado excluido o autoexcluido por el hecho criminal.

El homicidio sin esclarecerse dañaba a la comunidad, pero el abandono judicial de la


causa ocasionó un daño colateral no visible inicialmente, arrastrando al cacique a la
deslegitimación de su rol de liderazgo, al no poder hacer frente al poder judicial
exigiendo que no se detenga la investigación. La situación de indefensión por
desatención de la justicia generó en la comunidad una alteración de lo que se considera
funcionamiento normal esperable de un jefe en relación con el grupo; el dolor se
convirtió en permanente y se postergó la cicatrización de la herida. La inexistencia de
vínculos entre la comunidad y el sistema judicial, generaba en la comunidad
desconcierto y fabulaciones de toda índole, aumentando el nivel de angustia8.

El pedido de ayuda de la comunidad trajo aparejado la elaboración de las primeras


premisas para encarar la tarea y definir a posteriori un plan de trabajo en común. Se
hacía imperioso entender el hecho, la causa judicial, y por sobre todo, los efectos que la
situación traumática habían generado sobre la vida de la comunidad y el colectivo mbya
guaraní de Misiones.

8
El fuerte choque emocional es frecuentemente afrontado por los integrantes de la aldea
con relatos sobre personajes enmascarados, la extracción y venta de la sangre del niño
en Europa, entre otras fantasías circulaban por la aldea para explicar lo inexplicable.
Era necesario escuchar la palabra de sus protagonistas, ya sean los integrantes de la
comunidad, los actores judiciales, como los referentes del aty ñeychyro, los opigua
(líderes religiosos), maestros y profesionales de la salud que trabajan en la aldea.

Se hacía inexcusable tratar de comprender el procedimiento de la justicia penal en casos


de homicidio, no podíamos dar respuesta a la demanda formulada careciendo de ese
conocimiento. Aprovechando de la reputación que nos provee nuestro saber disciplinar
convocamos a especialistas de la Universidad de Buenos Aires, a la Dirección de
Protección a la Víctima de la Defensoría General de la Nación y a algunas
organizaciones no gubernamentales con sede en la ciudad de Buenos Aires para que nos
dieran información general y también analizaran lo realizado en la causa en cuestión.

A partir de estas consultas comenzamos a pensar en una estrategia de investigación que


recoge las propuestas de los colegas: compromiso, activismo crítico para complejizar la
mirada haciéndola trascender el caso en cuestión. Lo que sucedió en este caso es un
ejemplo palmario del no respeto ni debida atención de la justicia misionera en relación
con las comunidades indígenas. Y, adicionalmente reveló que existen disputas,
tensiones entre líderes promovidos por un sistema político que busca gerenciar las
identidades indígenas en beneficio de sus intereses (Gorosito Kramer 2006)

La resolución de la investigación judicial es un esfuerzo no renunciable. Pero el camino


recorrido hace más evidente el tema de fondo: el poder judicial no incluye entre los
destinatarios de su accionar corriente a las comunidades indígenas en Misiones.

Lo primero entonces fue tratar de activar la investigación. Para ello se buscó asesoría
legal para pensar posibles caminos. Se elaboró y presentó un amicus curiae, se
consiguió un abogado y se mantuvo el diálogo con los funcionarios judiciales. Se
desarrolló una tarea informativa hacia la comunidad y el aty ñeychyro para una primera
comprensión del sistema judicial con el objetivo de proveer contenidos para su toma de
decisiones. En este punto nuestra tarea se fortaleció con el ingreso de un documentalista
y el apoyo económico brindado por el Grupo Internacional de Trabajo Sobre Asuntos
Indígenas que nos permitió realizar doce viajes a la provincia de Misiones. En todos
estos viajes los pasos que fuimos dando se filmaron para que la labor sea compartida
con la comunidad y el aty ñeychyro; para que conozca cómo debía llevarse a cabo el
procedimiento y cómo fue realizado en este caso. Sus opiniones y reacciones ante el
material exhibido también fueron documentadas y en cada visita se fueron
estableciendo, en conjunto, cuáles serían los próximos pasos a seguir. Se contactó un
abogado local quien ofreció patrocinar a la comunidad y el aty ñeychyro sin gastos.

En segundo lugar se procuró colaborar en la restitución de los vínculos entre las


comunidades y sus autoridades con nuestra presencia en las reuniones periódicas de los
jefes y en reuniones con los integrantes de la comunidad.

Pero el tema de fondo es algo a trabajar entre las autoridades legítimas del pueblo mbya
y el sistema judicial. Es esto lo que entendemos como antropología con enfoque
intercultural e interdisciplinario. Un primer paso se comenzó a transitar con nuestra
participación en algunos aty ñeychyro y la presentación en el juzgado del amicus curiae.
—lograda mediante la articulación estratégica entre saberes de la antropología y el
derecho—.
Con todo, una vez más, la justicia estatal no ha producido el resultado esperado. Luego
de nuestra primera visita en junio de 2011 la fiscalía remitió un oficio al juzgado
solicitando se cite a dar testimonio a algunas personas claves para la investigación. Este
intento de reactivación fue demorado y finalmente jamás llevado a cabo entre los
diversos pasos burocráticos que atravesó, incluyendo ferias judiciales.

Asimismo, es de hacer notar que en el mes de junio de 2013 se aprobó por referéndum
la incorporación de la figura de querellante en el código de procedimiento penal de la
provincia9; lo que significa que no existen impedimentos para que el juzgado acepte el
pedido formulado por la comunidad10.

De la interculturalidad e interdisciplina

Comenzamos esta presentación sugiriendo un imprescindible diálogo entre la


antropología y el derecho para abordar el pedido de colaboración formulado por la
comunidad. El diagnóstico que pudimos realizar luego de las primeras indagaciones
nos condujo hacia un abordaje intercultural. La propuesta metodológica sugerida por
nosotros fue rápidamente comprendida por los jefes indígenas. En particular, por los
miembros de la comunidad quienes adoptaron una actitud proactiva para colaborar con
la justicia en la identificación de nuevos elementos para agregar a la causa que permitan
continuar con la investigación. Otros testimonios, nuevos detalles, versiones escritas de
los testimonios brindados a la policía, y la realización de un recorrido a pie por el monte
siguiendo la trayectoria que supuestamente hicieron el niño y su amigo adolescente,
hasta ciertos detalles del hallazgo del cuerpo, nos permitieron entender el valor que
podría tener una estrategia de investigación intercultural. Un equipo de cuatro jóvenes
fue comisionado por el cacique para relevar información entre los integrantes de la
aldea sobre lo ocurrido el día en que desapareció el niño. En total realizaron veintinueve
entrevistas filmadas, que fueron luego exhibidas y traducidas a nuestro equipo, e
incorporadas por escrito en un cuaderno donde se ha venido documentando todo el
trabajo. Esta información se ha ofrecido al juzgado y se acompañó un escrito legal para
que varias personas sean convocadas a dar su testimonio en sede judicial a fin de
proveer nuevos elementos para la elaboración de hipótesis que permitan la reactivación
de la causa.

Unir estos abordajes constituye la tarea por venir. A fines de 2013 realizamos dos
reuniones de evaluación para saber cuánto se había avanzado en los objetivos
inicialmente planteados. Una de ellas en la ciudad de Buenos Aires con nuestros colegas
abogados y la otra en la aldea con los integrantes de la comunidad. En ellas se acordó
que había que insistir y profundizar la demanda de reactivación de la causa, ofreciendo
recursos a la fiscalía, promoviendo acciones que pueden realizarse desde las
instituciones judiciales de Misiones, a través de un contacto fluído con los funcionarios.

9
Misiones era, hasta este referendum, la única provincia argentina que no contemplaba en su código
procesal la figura de querellante. El amicus curaie presentado por APP e INECIP solicitaba que se acepte
el querellante por ser un derecho constitucional, que cuenta con protección del derecho internacional, y se
fundamentó en los derechos humanos de los pueblos indígenas.
10
Código Procesal Penal de la Provincia de Misiones: “Capítulo III El Querellante Particular. ARTÍCULO
76.- Constitución del Querellante Particular. Toda persona física, sus herederos forzosos, representantes
legales o mandatarios; o persona jurídica de derecho público o privado, directamente afectada por un
delito de acción pública tiene derecho a constituirse en querellante particular y como tal impulsar el
proceso, proporcionar elementos de convicción, argumentar sobre ellos y recurrir con los alcances que en
el presente Código se establecen”. Entró en vigencia el 1/03/2014.
Todo ello es motivo de reflexión interna a nivel de la aldea y de las autoridades del
pueblo Mbya.

Para concluir
Es bien sabido que los pueblos indígenas poseen reconocimiento constitucional como
sociedades preexistentes al estado, que la Argentina es responsable ante la comunidad
internacional de proteger la integridad de las mismas con medidas especiales definidas
por el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y la Declaración de
Naciones Unidas de los Derechos de los Pueblos Indígenas, aunque su aplicación es aún
relativa. En este marco el sistema judicial posee herramientas tales como la
incorporación de traductores de las lenguas indígenas, la aplicación de medidas
alternativas a la pena privativa de la libertad. Sin embargo, subsiste en el sentido común
de la sociedad, y por ende en el de los operadores del derecho la concepción de que el
indígena es un sujeto carente de la suficiente claridad para comprender el
funcionamiento del sistema social occidental y la estructura estatal; que, por tanto,
requiere de asistencia. En nuestras entrevistas los funcionarios repetían frases uniformes
del tipo: “contestan con monosílabos” “ mueven la cabeza”; dicen “si”, “ no”, “se
manifiestan insensibles a lo ocurrido”.

De un tiempo a esta parte algunos jueces han solicitado a los antropólogos la realización
de pericias sobre diferentes aspectos relativos a las culturas indígenas. Pero, sin
menospreciar el conocimiento experto, no hemos sido formados para este tipo de tarea.
Por ejemplo no existen en nuestro medio protocolos específicos, no hay un registro de
peritos antropólogos, como tampoco existen medidas reglamentarias formales para que
se respete el principio de inclusión de un traductor/interpéte indígena en la etapa de
instrucción. Todas estas herramientas que permiten a los jueces adquirir un
conocimiento sociocultural imprescindible para realizar su labor, suelen implementarse
sólo a iniciativa de algunos de ellos, quedando por fuera una inmensa mayoría de casos
en que lo que vincula a ambas partes (jueces e indígenas) es una profunda debilidad
comunicativa e incomprensión cultural.

El científico social puede brindar una versión de la cultura indígena, valorada por su
experticia, pero el sujeto que vive en su cultura es, sin duda, el más experto de los
peritos. No escapa a nuestra comprensión lo dificil que resulta introducir cambios en las
prácticas judiciales, pero como antropólogos podemos afirmar que los cambios
normativos no necesariamente producen modificaciones en las practicas sociales más
aún en casos que requieren de la incorporación de saberes que por su especificidad
cultural resultan relevantes pero al no haber sido concebidos como indispensables en la
norma suelen ser de importancia nímea para los operadores de justicia.

En el caso abordado aquí, aunque en las entrevistas fiscal y juez resaltaban que “los
familiares” podían acercarse toda vez que lo desearan a pedir información o brindar
información pero, que en última instancia, podría no ser valorada por los primeros,
como importante para el procedimiento; y los actores indígenas serían nada más que sus
informates, primando entonces el libre albedrío de quienes desconocen la cultura de los
sujetos sobre los cuales deben dictar justicia. La brecha comunicativa es difícil de
sortear: en primer lugar porque ha sido la misma Corte Suprema de Justicia de la
Nación quien a través de sus sentencias instaló en el campo de los profesionales del
derecho la concepción del indígena como sujeto a tutelar, debido a su incapacidad para
conocer y manejarse dentro de la cultura occidental (Cesano 2010) y en segundo lugar
porque el horror ante el crimen del niño renueva en la comunidad y el pueblo mbya el
estigma social que cargan pesadamente los indígenas.
Veena Das (2001) se pregunta cómo es posible desde una “identidad deteriorada” 11
enfrentar el oprobio de la estigmatización. Butler (1997), como tantos otros, nos
recuerda el poder del discurso legal y advierte, siguiendo a Mc Kinnon (citada en su
texto) que la performatividad, sobre todo cuando acontece ante los juzgadores,
recontextualiza el enunciado de la violencia convirtiendo a las víctimas (en su caso
violación de mujeres) en culpables. Nos parece que frases estigmatizadoras como las
que circulan entre los operadores judiciales y policiales, no sólo ratifican públicamente
la “verdad” sobre los indígenas, también realizan o inducen a que los indígenas mismos
“realicen” lo enunciado por el discurso dominante; asumiendo en sus cuerpos la
culpabilidad de la violencia ejercida sobre ellos.
Responder a la demanda formulada por la comunidad para la reactivación de la causa
judicial es un desafío que trasciende cualquier interés por desentrañar un problema de
investigación. No se trata sólo de dar una explicación compleja sobre el tema sino,
principalmente, adoptar una posición de compromiso humano con el “rotro del otro”
(Levinas 1998); en una palabra esto es: asumir la responsabilidad de dar respuesta al
pedido de reconocimiento que nos hace el sufrimiento del otro.

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11
Aunque la autora se refiere concretamente a enfermos de lepra, SIDA, y otras venéreas cuando son
atendidos en salas de salud estatal, el concepto de “identidad deteriorada” aplica perfectamente a los
indígenas marcados desde los discursos y prácticas del Estado como “otros” internos pero inaceptables
(Williams 1989).
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